Destellos 173

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Núm. 173 Colima, Col., lunes 25 de mayo de 2015 ¡Psss! ¡Psss!... Lector, tienes en tus manos el último número de este semestre. Te hacemos una cálida invitación a adentrarte en los textos contenidos en él. Como sea que haya llegado a tus manos este ejemplar, confiamos en que cumplirá con su labor: refrescar los momentos cristalinos en tardes calurosas, alimentar y crear el fuego destructor de la conciencia, o servir para hacer madurar las experiencias de las pasiones que aquejan al hombre en su diario vivir desde el principio de los tiempos. No descartamos pues, que vayas a donde vayas, dudes en acompañarte de él, sobre todo si el viaje rutinario te resultara un poco largo.

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Suplemento de lengua y literatura de la Facultad de Letras y Comunicación.

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Núm. 172Colima, Col., lunes

23 de marzo de 2015

Núm. 173Colima, Col., lunes

25 de mayo de 2015

¡Psss! ¡Psss!...Lector, tienes en tus manos el último número de este semestre. Te hacemos una cálida invitación a adentrarte en los textos contenidos en él. Como sea que haya llegado a tus manos este ejemplar, confiamos en que cumplirá con su labor: refrescar los momentos cristalinos en tardes calurosas, alimentar y crear el fuego destructor de la conciencia, o servir para hacer madurar las experiencias de las pasiones que aquejan al hombre en su diario vivir desde el principio de los tiempos. No descartamos pues, que vayas a donde vayas, dudes en acompañarte de él, sobre todo si el viaje

rutinario te resultara un poco largo.

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Recreando a Valeri Alberto Alexis Salas ReyesEn sepia Leo MonroyTiempo transcurrido Leidy Karina Sánchez Velázquez

El silencio de la noche Anahí Casillas PalominoExcusas al poema (score) Anónimo

Cenizas quedanChristian Mora

Reseña Biografía de una lenguaVíctor Gil Castañeda

Habilidades lingüísticas Luis Guillermo Gómez SánchezLa última cena César Avila

Contenido

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Universidad de ColimaDirector:

Carlos Ramírez Vuelvas

Consejo Editorial: Ada Aurora Sánchez,

Hilda Rocío Leal Viera, Víctor Gil Castañeda, Gloria Vergara,

Krishna Naranjo, Cecilia Caloca,Verónica González, Nélida Sánchez

Coordinación:Abelina Landín Vargas

Corrección:Omar David Ávalos Chávez

Diseño:César Avila,Verónica Anguiano

Fotografías:Fernanda Argote Chávez

# 1 De ese verano recuerdo la palpitación

de la lluvia contra el parabrisas del auto.

Abre el torrente al cielo en un día de julio.

Entonces éramos una sola carne,hermano y hermana, miedo y temblor.

Tus manos, raíces de mangle, sembraban en míun rosario de hijos futuros.

Tendríamos una casa de barro en el bosque,cultivarías la tierra tú, semilla lunar,

floreciente en mis duermevelas.

# 2Guardo el temporal en el que te conocí

dentro de un amuleto bajo mi almohada.Guardo en esta alforja que sólo veo yo

las chispas de la lluvia, la llovizna de tu voz.

Espanto con ella al mal sueñocuando el sopor del estío se acerca.

# 3En agosto me llamabas por mi nombre,

solías buscarme, huérfano e incomprendido,golpeado por tu propia sombra y tu propia historia

transformadas las dos en un perro feroz.

Luego eras el mal hijo, la oveja negra, y así, dormías en agosto entre mis piernas,

pidiéndome consuelo o una canción.

Llorabas/ la última vez que nos vimos.

SolsticiosCarmen Zamora*

*Profesora de la licenciatura en Letras Hispanoamericanas

Impreso en el periódico“El Comentario”

Daniel Peláez CarmonaDirector

eFacebookfDestellos Falcom

[email protected]

[email protected]

la opinión aqUí expresada es responsabilidad de los aUtores

e f

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fEn sepiaLeo Monroy*

*Estudiante de 8° Letras Hispanoamericanas

Hablar de cosas que sin preguntar deban existir, que en el existir radique el crear, crear en mi mente la figura deforme de tus labios expresando felicidad; lo llaman sonrisa aquellos que sin conocer reconocen en tan desfigurada imagen un sentimiento, no hay paz cuando de esa manera se frunce el ceño. Los días deben transcurrir de una manera que sin verte logre pensarte, crear una figura perfecta de tus ojos, pelo y cadera. Los pies, las manos y el resto del cuerpo no me importan, sólo deseo tus partes más tiernas, las que me provoquen un sentimiento de placer, podría en un caso especial aceptar el dedo pulgar de tu pie izquierdo, sé que suena raro pero ese dedo suele verse bien en tu desnudez, dámelo, lo recibiré sólo por eso, pero no más, quiero las partes que ya he descrito antes, no me preguntes para qué, ten en cuenta que no te lo diré, déjame recrearte y amarte en pedazos, que siendo tuyas las partes de mis delirios sabes que eternamente te amaré en partes, pero piensa que no existen mejores partes que de las que de ti pueda adquirir.

Recreando a ValeriAlberto Alexis Salas Reyes*

*Estudiante de 4° Letras Hispanoamericanas

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Las tardes balbucean canciones de polvoCuando las páginas flotan en el viento

Pienso en el brillo de tus ojos Y la miel de tu sonrisa

Las palabras no dichas[Caricias dadas con la suavidad del cariño]

Miradas acuosasSilencios directos

Momentos ocres en un recuerdo.

*Estudiante de 6° Letras Hispanoamericanas

Agonizan los poros de la tardejunto a ellos los minutos de calor caen, el tiempo transcurre en una gota.

¿A dónde va la mariposa de pensamientos que escurre en una gota?Que sacude mi cuerpo y vuelacon las palabras mudas del viento.

e fTiempo transcurridoLeidy Karina Sánchez Velázquez*

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I (2)Yo no estoy segura de nada,

no puedo escribir ninguna verdad.Ya no sé recordar lo que aprendo

o decir lo que sé.Se me ha olvidado también qué es eso de saber:

no tengo ninguna opinión de parte alguna.

Yo no estoy seguro de nada.

II (1)Le he dado una excusa al poemapara mostrarle que no está allí.

Él siempre piensa estar listo Grita ya estoy, y no sale.

Eres un cuarto oscuro en mi menteMentiste

Me ataste Sin decir nada.

III (O)Yo mismo he tocado al futuro

desde la ausencia de muchos presentes.Un acordeón de otros días, de dormitar,

deambular,derretir el paso anterior.

Una cara a nuestras espaldasbuscando el punto de enfoque.

Fue un pasado que comenzó su metamorfosis,fui yo mismo corriendo contra el espejo

contra la ola de todo,todotodo:

Absolutamente Todo.

Excusas al poema (score)Anónimo*

e f

Ellos corren desesperados, desenfrenados al abismo sin saberlo. Ellos son águilas sin alas, una puerta cerrada que observa con detenimiento el punto gris de la razón inquebrantable. ¡No seremos domados!, dice uno; “no seremos silenciados”, dice otro con voz menos altiva. Estamos mirándolos decir al mundo entero que es mentira, que no existe Dios en las estrellas, que las aves son máquinas con plumas, que hay en el juicio más que en la sabiduría. Los he visto cargar entre sus brazos la alegría de la vida, un trozo angosto de esperanza que les mira, que toma un dedo destructor y en él aún confía; he visto a dos entrelazar angustias con abrazos, he visto al tiempo convertirse en ¡tanto! He llegado a casa envuelta en llanto, y miro las estrellas mientras siento el viento de la noche, el árbol baila y me sonríe, el cielo dice: “no es mentira”.

El silenciode la noche

Anahí Casillas Palomino*

fe

*Estudiante de 6° Letras Hispanoamericanas

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Lo que lleva la corrientecascada lateral perpetua

cortina ilusionista que parece ser el mundo,el mismísimo mundo expuesto.

Allí estaba yo estirando el índicefallando en alguna O.Era también otro O

dialogando con la cara a las espaldas,robándome el punto de enfoque

disparándolo de vuelta al destino.

Todo es Destino,la frase de cualquier O.

Allí llegó hoy la punta del dedohasta tocar por detrás al hombrO.

*Estudiante de 6° Letras Hispanoamericanas

Aún recuerdo ese día. Era domingo, como a eso de las siete de la tarde. El sol comenzaba a ocultarse y las calles quedaban a oscuras. La plaza estaba llena de inconformes. En la misa de diez el padre Uribe les había advertido a los revoltosos que regresaran a sus casas. De otra manera, la furia de Dios les caería esa misma noche. Nadie le hizo caso. Cuando oscureció, el ambiente era aún más tenso. Desde la ventana yo veía pasar a los hombres por las calles con machetes y antorchas. Se dirigían a la plaza también. Pero minutos más tarde pasaron corriendo familias enteras. Iban ardiendo en llamas. Corrían desesperados hacia el arroyo, a las afueras del pueblo. Otros intentaban regresar a sus casas para zambutirse en el aljibe, pero nadie les abría la puerta. Rápidamente avisé a mi abuela lo que estaba ocurriendo. Ella, a paso lento, caminó hacia la ventana y me dijo que me retirara de ahí, que no viera nada de eso. —Pero, Abuela, mi papá y mi tío Joaquín están allá afuera. —Ni modo, eso les pasa por revoltosos. Atrás de ella apareció mi prima Xóchitl, quien en ese momento todavía no se enteraba de nada. —¿Qué pasa? —preguntó. —Nada —contestó la abuela—. Por fin se acabarán las protestas. Ambas regresaron al dormitorio de la abuela y no quisieron saber más de lo que estaba ocurriendo. Yo me quedé mirando desde la ventana. Alcancé a ver a la esposa del panadero tratando de apagar las ropas de su marido. Hombres y mujeres se volvían locos entre las llamas del infierno en el que se habían convertido las calles. Un golpe en la puerta me distrajo del fuego. Después de

este golpe vinieron muchos más. Traté de encontrar el ángulo desde la ventana para poder saber quién tocaba la puerta. De repente, frente a mí, apareció mi tío Joaquín pidiéndome que le abriera. Me asusté al verlo en carne viva, aún con fuego quemándole el cabello y el resto de su ropa. Rápido me dirigí a la puerta para abrirle, pero en ese momento apareció mi abuelita. —Acuérdate lo que dijo el padre. Si ayudas a los pecadores, pagarás por sus culpas. Xóchitl estaba en el cuarto de la abuela cuando me lo dijo. Por eso nunca supo por culpa de quién murió su padre. Yo tuve la tentación de abrirle, pero ante las advertencias de la abuela no me quedó de otra más que ver cómo a cubetazos de alcohol la autoridad iba terminando de incinerar a todos los que quedaban vivos. Hoy, desde entonces, es la cuarta ocasión en que mi tío Joaquín viene a visitarnos. Todavía no me acostumbro a ver su cuerpo lleno de ampollas y cicatrices. El padre Uribe dice que debemos de alimentar a nuestra familia mientras sus almas andan penando. Cada vez que viene a comer, mi tío me mira con odio. Si supiera que mi abuela fue la que no quiso abrirle. Hasta ahora no he sabido qué fue de mi padre. Algunos en el pueblo dicen que corrió para el norte y no ha regresado por miedo a que lo hagan carnitas. Mi abuela dice que está muerto y que si no viene a visitarnos es para que a mí no me dé miedo verlo en esas condiciones. Yo no le hago mucho caso. Mientras me lo dice, voy recogiendo las cenizas que deja a su paso mi tío Joaquín al ir desapareciendo.

Cenizas quedanChristian Mora*

fe

*Estudiante de Contabilidad

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Reseña Biografía de una lenguaVíctor Gil Castañeda*

fe

La lengua española no sería nada sin todas las aportaciones multiculturales que le han dado otros países, ya sea durante el proceso de la conquista, el intercambio comercial o por las afinidades intelectuales. Así lo deja entrever el investigador, Enrique Obedientes Sosa, en su libro Biografía de una lengua: nacimiento, desarrollo y expansión del español, editado en año 2000 por el Libro Universitario Regional, en colaboración con la Asociación de Editoriales Universitarias de América Latina y el Caribe. Consta de 554 páginas. Dice el autor que éste idioma aprendió a convivir con otras lenguas y por eso salió fortalecido. No excluyó de su camino las aportaciones lingüísticas que le fueron dando brillo y esplendor, como se le calificó en el llamado Siglo de Oro Español, una época que comprende los principios del siglo XVI hasta fines del siglo XVII. Fue conocida con este nombre, dada la impresionante floración de todos los géneros literarios ocurridos en este período. Sin embargo –enfatiza Enrique Obediente--, se ha dicho tradicionalmente que durante este siglo la lengua española alcanzó su “madurez”, término empleado para referirse al elevado grado de desarrollo que ostenta en este período, como si los estadios anteriores de la lengua no hubieran sido sino etapas conducentes a esta meta, algo que no puede sustentarse dado que toda lengua es madura en el tiempo que se le considere, por servir plenamente a las necesidades expresivas de la comunidad hablante de un tiempo y lugar determinados. (p.305) Se relata en el libro que fueron los primeros cronistas de Indias quienes enfrentaron las barreras de la interpretación, los que se maravillaron con algunas lenguas indígenas y rompieron los prejuicios académicos. Los diversos procesos de conquista militar y religiosa, sensibilizaron a las autoridades monárquicas para dejar que otros vocablos convivieran en el recinto silencioso de los diccionarios y las primeras gramáticas. Aunque lo más interesante fue que estos vocablos “extraños”, a los que a veces cambiaron el sonido y el sentido, pasaron a formar parte del habla cotidiana, de la escritura jurídica, literaria e informativa. El tiempo retrocedió nuevamente en América, pues siglos antes, la lengua latina —que fue una de las primeras semillas del español— había tenido un proceso parecido. Pero antes, mucho antes, no había nada en España. El autor se remonta doce siglos antes de Cristo para contarnos que primero llegaron a las costas españolas los fenicios, quienes fundaron la ciudad de Gadir, llamada Gades por los romanos durante su conquista, más adelante bautizada como Qadis por los árabes, que dio origen a la actual Cádiz. Los fenicios, pueblo semita procedente del Mediterráneo oriental, llamó a este lugar “Isephanim”, que en su lengua valía

por “costa o isla de conejos”. Esta palabra fue transformada por los cartagineses en “Ispania”, luego en “Hispania” por los romanos y posteriormente en España, una región a la que llegaron otras culturas como la celta, la griega y la cartaginesa. Esto creó un mapa lingüístico con las divisiones siguientes; en el Norte de España había elementos de la lengua vasca; en el Sur se mezclaban vocablos del tartesio, una lengua emparentada con el etrusco. También había núcleos de lengua fenicia (de la familia semítica) y de la lengua púnica (una variedad del fenicio hablado en Cartago); en el Este existía la lengua ibérica, probablemente de la familia camitosemítica; en el Oeste y Noroeste estaba la lengua celta, en el Centro-Este surgió el celtíbero, pero de todas esta lenguas, agrega el autor, la única que soportaría el embate del tiempo sería el vasco, llamado por su propia comunidad: “euskera”. Explica Enrique Obediente que al conjunto de elementos lingüísticos que pasan a una lengua, procedentes de otra, antes de que ésta desaparezca, se le da el nombre de “sustrato”, por su analogía con las capas geológicas, ya que a consecuencia de una invasión de cualquier tipo, la lengua queda sumergida, sustituida por otra. Sin embargo, puede existir una relación de interlengua, o sea, una coexistencia en la que ninguna lengua, durante su contacto, desaparece y sin que una llegue a sumergir a la otra. Tal contacto resulta enriquecedor para ambas, porque cada lengua da y recibe elementos valiosos de la vecina. A este último proceso se le llama “adstrato”. La conquista española en América hizo funcionar estos mecanismos que habían operado en Europa, porque las lenguas indígenas dieron al español la oportunidad de seguir viviendo en su estructura gramatical, ampliándolo y fortaleciéndolo. Inclusive, afirma el autor, muchos de estos vocablos no sólo se incorporaron al idioma español, sino que pasaron a otras lenguas europeas, como se podrá observar en los ejemplos siguientes: Del náhuatl se incorporaron: aguacate, atole, cacahuate, chocolate, cacao, tiza, tomate y coyote. Del quechua: carpa (tienda de campaña), coca, cóndor, pampa, vicuña y papa. Del Caribe: caimán, chicha (una cuna). De las hablas arahuacas (región india en la cuenca del Orinoco, entre Venezuela y Colombia): barbacoa, cacique, canoa, guayaba, hamaca, huracán, maní, papaya y sabana. Del África se incorporaron términos como; banana, bongo, cachimba, macaco, mambo, mandinga, marimba, zombi, guarapo y samba. Otros aspectos interesantes que vienen en el libro son los cambios léxicos, el uso de las gramáticas y los diccionarios, los conceptos de Miguel de Cervantes Saavedra en torno a la sencillez del idioma, entre otros. El libro se compone de catorce capítulos, utilizando un lenguaje sencillo, con mapas y esquemas gráficos bastante aleccionadores, que lo convierten en un manual didáctico, interesante y oportuno para conocer nuestras raíces lingüísticas en estos procesos de globalización tan marcadamente sectarios.

-Cómo enriquecer los procesos del habla, pidiendo prestado a los súbditos.

*Investigador en Letras Hispanoamericanas

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Habilidades lingüísticasLuis Guillermo Gómez Sánchez*

e f

*Estudiante de 6° Lingüística

En cualquier carrera o grado académico que cursemos, es importante desarrollar las habilidades relacionadas con la comunicación interpersonal. Estas destrezas las adquirimos por medio del conocimiento, por tanto, a continuación enlisto algunas junto con un verbo vinculado a él: saber hablar, saber escuchar, saber leer, saber escribir. Todos los hispanohablantes: españoles, centroamericanos, sudamericanos o mexicanos tenemos como idioma común el español y el español que se habla en España no es mejor que el que se habla en nuestro país, ni el nuestro es mejor que el de Cuba, por ejemplo. Ninguna nación de las que compartimos el idioma originado en Castilla, habla un español mejor o peor que el de alguna otra de estas naciones. Solamente existen variaciones en los vocablos a causa del nivel sociocultural o económico, de la situación comunicativa concreta en la que se encuentra el hablante, o por la diferente ubicación geográfica de los parlantes. A propósito de la variación debida a la geografía, conviene mencionar un caso reciente en el futbol: Al jugador Javier Hernández del Real Madrid, el locutor Antonio Romero que transmitía desde España, lo nombró como un “pendejo” en un partido en el que “Chicharito” —como se le conoce— anotó gol al equipo contrario. Algunos aficionados le reclamaron por medio de las redes sociales que se haya referido a él con esa palabra. Cuando Romero se enteró de la connotación peyorativa de esa palabra en México, se disculpó asegurando que su intención no había sido insultarlo, sino que para él esa palabra tenía la connotación que se le da en Argentina y Uruguay: “chico” o “adolescente”1. También los hablantes pueden tener acceso a elegir entre varios registros de lengua y escoger uno apropiado a las circunstancias. En el campo académico pueden utilizar el registro culto o formal y en una situación familiar o de confianza, utilizar un registro menos formal o coloquial.

1 Lema.rae.es/drae/?val=pendejo Drae. Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. Consultado en línea el 16 de mayo de 2015.

Ahora entiendo por qué nunca escuché hablar nada sobre mí cuando iba al mercado o al tianguis sola o con mi marido ayudándome a cargar las bolsas para evitar esfuerzos innecesarios. No noté las miradas que, de haber sido piedras, me hubieran dejado moreteadas las piernas, los cachetes, las nalgas y mi abultada panza. Hoy lo sé. Si los vecinos o mis hijos me saludaban y se preocupaban en exceso por mi salud no era por una atención exagerada ni por un cariño desmedido. Debió extenderse como flama la noticia entre todos nuestros familiares y amigos. Normalmente era así. La atención siempre estaba puesta en nosotros, los Juárez, pero esa vez nadie en toda la colonia, hubiera podido aguantarse las ganas de charlar acerca de ello mientras se comían un pollo. “Oye, ¿y no crees que la vieja Doña Citlalli está ya muy chochita para haber salido con eso?”. A quien también debí haber escuchado y seguramente ignoré fue a ti, Vicente, a quien luego persuadí para mi conveniencia. Pasaste de oponerte a la indiferencia y al final, en vez de asustarte por la edad, te enorgulleciste: “Ahora sí estaremos completos”, me dijiste cuando ya habíamos aceptado dejar atrás la edad fecunda. Diez hijos, todos varones trajeron estabilidad al patrimonio. Todos florecieron, todos estaban llenos de vida, morenos y altos. Fue tan bonito verlos crecer, verlos montar en los caballejos flacuchos que nos quedaban y a los que pronto renunciaríamos al habernos decidido por la ciudad. Dejamos hectáreas de tierra por unas cuantas relaciones con gente civilizada. Y así, mientras más nos involucrábamos con gente nueva y más crecían nuestros hijos, cada cinco años nos mudábamos a casas más pequeñas hasta venir a quedar en esta humilde y tranquila colonia. Dejaré las anécdotas para otra ocasión, para cuando el día esté más cerca y contárselos se me vuelva un consuelo. Sólo diré lo que ya dije, que tuve una familia de la que todos hubieran querido formar parte y siempre estuvimos rodeados de mucha vida y felicidad. Yo, la reina de la casa, era feliz. Yo,

e fLa última cenaCésar Avila*

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Doña Citlalli Juárez, virgen de la tristeza, trasfigurada a Madre del llanto, sonreí y disfruté mis últimos días en compañía de toda mi familia. Como buena cristiana, recé hasta el último día de mi vida mirando el retrato de La Virgen y el Sagrado Corazón de Jesús, como quien se mira en un espejo, solo que yo abrazaba a una niñita con una sonaja hecha de estropajo en la mano. Yo le tejí varias prendas pequeñas de color blanco: vestidos, camisitas, sombreritos y calcetas. Tejí también prendas para cuando tuviera tres, cinco y diez años, y también, porque tenía el tiempo necesario, empecé a tejer un vestidito para su primera comunión y otro para sus quince años. Uno de esos días llegó a casa mi hijo Luis y yo no despegué la vista de la tela ni dejé de sonreír para responder a cada una de sus necias peticiones. “No, Mamá, la necia eres tú”. Y esa vez no recibí ningún beso de despedida como era usual esperar de mis hijos. En cambio, mi boca, todas esas noches de costura recibía picotazos de aguja, pues tenía la mala costumbre de sostener la aguja entre los labios. El detalle del encaje era una flor. El olán me llevó muchas puntadas. ¡Qué bonito se veía nomás extenderlo! Poco importaba gastarme la vista. La tarde del viernes primero del mes de marzo llegó la otra noticia. Fui la primera en bajarme de la camioneta y era también la primera a quien los vecinos querían ver, morbosos, con mi panza saltada como pelota. Luis y Javier guardaban silencio de manera extraña. Ellos ya habían leído los resultados y sabrían si era niño o niña, pero a mí no me interesaba saberlo, yo ya estaba segura de que sería niña. Luego de ése día, las reuniones familiares se llevaban a cabo más seguido pero las cosas ya no eran como antes. Cuando yo no era la única hablando sobre el presente, con los pies en la tierra o de planes a futuro, como mandar a mi bebé a estudiar para tener en la familia la primera profesional, todos se empeñaban en recordar con tristeza acontecimientos felices ocurridos en el pasado. Una tarde llegó la hora de mi alumbramiento. Con todo y dolores de parto, yo misma decidí hacer la cena. Corrí

hacia el refrigerador en busca de algo no tan complicado para cocinar. Nadie notó mi actividad en la cocina. Con el aire frío en mi cara me puse a buscar los ingredientes. Tomé un paquete con carne de res, saqué todos los limones, las zanahorias, cebollas, jitomates; corrí al baño porque pensé que se me había roto la fuente y me di cuenta de que eran solo orines. Volví a la cocina con una piedra y me puse a golpear la carne para ponerla a coser en jugo de limón. Me serví un vaso con agua porque sentía no haber bebido en semanas. A la mitad lo tiré porque sabía a rayos y estaba muy caliente. El limón se me mete entre las cortadas que me hice en las manos con el cuchillo. Debo darme prisa, ahora sí romperé. Siento como si fuera a reventar en cualquier momento y a arrojar líquidos por todos los agujeros de mi cuerpo. Dejé la carne cosiéndose en limón. Arde en mi interior; ya no aguanto. Cómo me dueles, condenada. Ya me hiciste llorar justo cuando viene lo más difícil. Picar y picar las cebollas, las zanahorias y los jitomates… será mejor hacerlo acostada… ¿Por qué está tan jugosa esta zanahoria? ¡No puede ser! Les va a dar asco enterarse que lloré encima de la comida, no querrán comerla, dirán que está salada... no alcancé a llegar al baño. Espero no haber salpicado el traste del ceviche. Aunque puedo decirles que se me ocurrió agregarle jugo de piña en vez de jugo de limón. Mejor dejo todo como está. ¡Qué más da! Al final todo lo van a masticar, ¿para qué ahorrarles el trabajo? Si echo todas las verduras sin picar de todos modos ellos lo harán cuando las coman. No son tan tontos como para pasárselas enteras.

* * *No sé cómo llegué de la cocina a éste lugar, justo cuando el sol parece estar en su punto más alto. Me han puesto en este lugar tan brillante y pienso que es el cielo. En todo caso, sería el infierno. Aquí terminará la vida de una mujer fértil, muy querida en su familia y en su pequeño círculo social. Moriré dando a luz, le pese a quien le pese. Porque hasta las flores más bellas sólo viven un santiamén cuando ya están secas y sus hojas se van llenando de la savia de la muerte poco a poco. Así me fui secando

hasta volverme tan frágil que ya de una simple caricia me rompía, cuanto más un acto tremendo de dar a luz. Pero nadie me dijo nada. No por maldad, quiero pensar, sino por maldad benevolente y en parte porque nadie hubiera creído que estuviera preñada de más vida y de más ilusiones para regalar. Éste es el momento en el que me ponen la doble corona y sigo caminando sobre la arena aunque no veo ninguna barca. ¡Qué vergüenza! “Doña Citlalli, la fértil, a lo único que ha dado luz ha sido a la muerte”, van a decir. Pero esas voces, ya han quedado atrás. Sobreviene una gran tormenta de arena y se me mete por los ojos. ¡No abras la boca! Siento el estómago pesado, la arena ya no tiene un espacio por dónde metérseme. Veo la arena salir de mí y después yo soy la arena.

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*Estudiante de 8° Letras Hispanoamericanas