Diagnóstico de Las Enfermedades Mentales. Steven E. Hyman

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los volúmenes subsiguientes describen qué síntomas deben presentarse (y por cuánto tiempo) para estable- cer el diagnóstico de un trastorno cerebral determinado. En su mavoría. esos criterios se basan en el historial del paciente y en la entrevista clínica. No pudiendo los médicos recurrir a Druebas objetivas. Quizá nQ9~- te~ten algunos trastornos o confundan~~~~~_J~~-~!!l- tomas de una enfermedad con lns.-de.- otra, _T_CJ.d.a..Y.ía..di- ficulta más la tarea el hechodequ~c_iert~§-2!!tg!<Jgi~s, p::e~s~mo~ ~n la esquiz2fr~~~~~~~~e e!!f~~edades q~~P!~~~~1~-~~s!E!2.,~~.c!2~".'p,.e;ro r~quIeren tratamIentos dife!~~!~. Sin embargo, el avance reciente registrado en el campo de la genética, de la técnica de formación de imágenes del cerebro y de la neurología básica ha aportado cambios prometedores en los procedimientos diagnósticos de las enfermedades psiquiátricas. Mediante la correlación entre variaciones del ADN y riesgos de contraer la patología podría determinarse qué peque- ñas diferencias en la secuencia genética de un paciente le hacen más vulnerable a la esquizofrenia. al autismo o a otras enfermedades. Por su lado. el progreso ex- perimentado por las técnicas de formación de neuroi- mágenes -observación inocua de la actividad cere- bral- podría terminar por permitirle al especialista 1diagnóstico acertado constituye la piedra an- gular de la asistencia médica. Para prescri- bir al paciente un tratamiento eficaz, el mé- dico debe empezar por determinar qué mal le aflige. F.n c~~i tnn~~l~~ especi~lidadp.~.el diag;nóstico se funda en pruebas objetivas: las radiog;rafías en traumatolog;ía. las biopsias en oncolo- gía. En cambio, cuando nos hallamos ante algunos trastornos psíquicos, g;ravesv extendidos entre la po- illación. el dia2nóstico se siaue funnannn en el relatn de los síntomas ex~uesto ~or el ~aciente ~ en la ob- servación atenta de su conducta. El cerebro humano es tan complejo que la investigación aún no ha 10- 2rado idear unas pruebas definitivas para la dia2nosis de la esQuizofrenia, el autismo, el trastorno bipolar o la depresión profunda, entre o~as. Al tener Que2uiarse Dorevaluacionessubietiva~. los Qsiguiatras han de afrontar el I!roblema de la fiabili- dad: cómo ase2urarse de Que dos médicos lleguen al mismo dia2nóstico de un mismo paciente. Para salir al paso de esapreocupación,la Asociación Psiquiátrica Norteamericanapublicó en 1980la tercera edición del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (que suele citarse por las siglas "DSM-III"). A dife- rencia de las precedentes,esta edición del manual y INVESTIGACION y CIENCIA, noviembre, 2003 Diagnóstico de las Enfermedades Mentales, Steven E. Hyman, Psiquiatría Responsabilidad

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Steven E. Hyman. El diagnóstico de las Enfermedades Mentales, hacia un diagnóstico científico en psiquiatría

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los volúmenes subsiguientes describen qué síntomasdeben presentarse (y por cuánto tiempo) para estable-cer el diagnóstico de un trastorno cerebral determinado.En su mavoría. esos criterios se basan en el historialdel paciente y en la entrevista clínica. No pudiendolos médicos recurrir a Druebas objetivas. Quizá nQ9~-te~ten algunos trastornos o confundan~~~~~_J~~-~!!l-tomas de una enfermedad con lns.-de.- otra, _T_CJ.d.a..Y.ía..di-ficulta más la tarea el hechodequ~c_iert~§-2!!tg!<Jgi~s,p::e~s~mo~ ~n la esquiz2fr~~~~~~~~e

e!!f~~edades q~~P!~~~~1~-~~s!E!2.,~~.c!2~".'p,.e;ror~quIeren tratamIentos dife!~~!~.

Sin embargo, el avance reciente registrado en elcampo de la genética, de la técnica de formación deimágenes del cerebro y de la neurología básica haaportado cambios prometedores en los procedimientosdiagnósticos de las enfermedades psiquiátricas. Mediantela correlación entre variaciones del ADN y riesgos decontraer la patología podría determinarse qué peque-ñas diferencias en la secuencia genética de un pacientele hacen más vulnerable a la esquizofrenia. al autismoo a otras enfermedades. Por su lado. el progreso ex-perimentado por las técnicas de formación de neuroi-mágenes -observación inocua de la actividad cere-bral- podría terminar por permitirle al especialista

1 diagnóstico acertado constituye la piedra an-gular de la asistencia médica. Para prescri-bir al paciente un tratamiento eficaz, el mé-dico debe empezar por determinar qué malle aflige. F.n c~~i tnn~~ l~~ especi~lidadp.~.eldiag;nóstico se funda en pruebas objetivas: las

radiog;rafías en traumatolog;ía. las biopsias en oncolo-gía. En cambio, cuando nos hallamos ante algunostrastornos psíquicos, g;raves v extendidos entre la po-illación. el dia2nóstico se siaue funnannn en el relatnde los síntomas ex~uesto ~or el ~aciente ~ en la ob-servación atenta de su conducta. El cerebro humanoes tan complejo que la investigación aún no ha 10-2rado idear unas pruebas definitivas para la dia2nosisde la esQuizofrenia, el autismo, el trastorno bipolar ola depresión profunda, entre o~as.

Al tener Que 2uiarse Dor evaluaciones subietiva~. losQsiguiatras han de afrontar el I!roblema de la fiabili-dad: cómo ase2urarse de Que dos médicos lleguen almismo dia2nóstico de un mismo paciente. Para saliral paso de esa preocupación, la Asociación PsiquiátricaNorteamericana publicó en 1980 la tercera edición delDiagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders(que suele citarse por las siglas "DSM-III"). A dife-rencia de las precedentes, esta edición del manual y

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acotar rasgos estructurales o pautas de actividad cere-bral que caractericen a determinados trastornos. Unadiagnosis más certera permitirá mejorar la atención mé-dica: sabiendo con precisión cuál es la patología, po-drá el doctor prescribir el tratamiento más adecuado.Un diagnóstico precoz habría de facultar al médico pararetardar o detener el avance de una enfermedad.

STEVEN E. HYMAN se interesó siempre por las bases ce-rebrales del pensamiento, las emociones y la conducta. Es-tudió filosofía en la Universidad de Yale, especializándoseen filosofía de la ciencia en la de Cambridge, aunque eldoctorado se lo concedió Harvard. Tras formarse en psi-quiatría y neurobiología molecular, fundó el grupo interfa-cultativo de investigaciones sobre la mente, el cerebro y laconducta, de la Universidad de Harvard. De 1996 a 2001dirigió el Instituto Nacional de la Salud Mental.

D ebemos a Emil Kraepelin un empeño pionero, enel siglo XIX, por identificar las alteraciones psi-

quiátricas. Distinguió dos de las más graves: la es-quizofrenia, a la que él llamaba dementia praecox, yla enfermedad maníaco-depresiva, o trastorno bipolar.Muchas de sus esmeradas observaciones se ~entraronen seguir el curso de la patología a lo largo de la vidadel enfermo. Definió la esquizofrenia como un malcon síntomas psicóticos (alucinaciones y delirios), deinsidioso comienzo -por tanto, los síntomas inicialesresultaban difíciles de detectar-, curso crónico y pro-gresivo. Por su parte, la enfermedad maníaco-depre-siva se caracterizaría por intermitentes episodios deenfermedad alternantes con períodos de relativa saludmental.

Pero a principios del siglo XX las investigacionesso.bre el diagnóstico psiquiátrico quedaron eclipsadasante el empuje de las teorías psicoanalíticas desarro-lladas por Sigmund Freud y su escuela. Según la con-cepción freudiana de la enfermedad mental, los sínto-mas provenían del fracaso de alguna fase del desarrollopsicológico. Los síntomas de cada enfermedad indica-ban el punto del desarrollo en que surgió el problema.La teoría psicoanalítica no daba cabida entonces a laposibilidad de que hubiera causas distintas para psi-copatologías diferentes; ni, por supuesto, sugería laconcepción moderna de un posible origen orgánico(alteración de los circuitos cerebrales) de los trastor-nos mentales.

La diagnosis recuperó una posición central en lapsiquiatría hacia el ecuador del siglo pasado, al des-cubrirse fármaco s para el tratamiento de trastornos men-

tales. Se halló que con la clorpromacina ("Thorazine")se podían controlar los brotes psicóticos de la esqui-zofrenia y que con sales de litio se estabilizaba el ta-lante de quienes padecían trastorno bipolar. Los pri-meros fármacos ansiolíticos y antidepresivos aparecieronen 1960. Pronto resultarían decisivos para ajustar lostratamientos a las condiciones de los pacientes. Losnuevos antidepresivos no valían para la esquizofreniay podían precipitar un episodio de manía en los quepadecían el trastorno bipolar. El litio, eficaz para éste,no servía para la esquizofrenia.

Por los años ochenta, la publicación del manualDSM-III y de los complementos subsiguientes mejoróla capacidad diagnóstica de los médicos al proporcio-narles modelos de entrevistas y repertorios de sínto-mas normalizados. Aunque los repertorios no seanmás que un medio imperfecto, representó un enormeadelanto en la atención clínica y en la investigación.Así, antes de contarse con el DSM-III, parecía que elporcentaje relativo de esquizofrenia en los EE.UU. do-blaba la tasa británica. Luego resultó que tal dispari-dad se debía a un artefacto producido por el empleode dos planteamientos diagnósticos distintos. La es-quizofrenia afecta a alrededor del 1 % de la poblaciónmundial. La normalización del diagnóstico puso enclaro que los trastornos mentales son comunes y muya menudo incapacitantes. Según los datos de laOrganización Mundial de la Salud sobre la extensiónmundial de la enfermedad, la depresión profunda cons-tituye la causa principal de discapacidad en los EE.UU.y en otros países desarrollados. En total, los trastor-nos mentales ocupan el segundo puesto, tras las en-fermedades cardiovasculares, en cuanto a los gastossociales y económicos que crean a esos países.

Entre tanto, los progresos de la neurología eviden-ciaron que ciertas neuropatologías dejaban en el ce-rebro señales inconfundibles. La enfermedad deParkinson, por ejemplo, se caracteriza por la muertede células nerviosas del mesencéfalo productoras dedopamina, sustancia química que transmite señalesentre las neuronas. Señales definitorias de la enfer-medad de Alzheimer son los depósitos de proteína ami-loide y la aparición de marañas proteínicas en las cé-lulas de la corteza cerebral. (Puesto que tales anomalíassólo se descubren con el microscopio, hay que espe-rar a la muerte del paciente para establecer el diag-nóstico definitivo.) En cambio, si nos referimos a laesquizofrenia o al trastorno bipolar, las alteracionesque se producen en el cerebro resultan más sutiles y

I R,esumenlProQresos en la dioQnosis.Los psiquiatras carecen de tests objetivos para descubrir

los trastornos del cerebro. No debe, pues, extrañarnosque se les pasen inadvertidas enfermedades mentales oconfundan los síntomas de una patología con los de otra.

.Se han descubierto variantes génicas que confieren,al parecer, especial propensión a la esquizofrenia y alautismo. Se confía en que no esté muy lejos el día enque el análisis del ADN de un paciente determine el

riesgo real de sufrir tales trastornos..Además, el progreso experimentado por las técnicas de

¡ formación de imágenes habrá de facilitar el percibir lassutiles anomalías causadas en el cerebro por los trastor-nos mentales. Se convertirán así en poderosa herra-

mienta diagnóstica de las enfermedades psiquiátricasy observadora del curso evolutivo de la terapia.

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difíciles de detectar. De ahí que se haya em-pezado a buscar en el genoma indicadores delas patologías cerebrales.

CUANDO LA SECUENCIA DEL ADN de alguno de los cuatrogenes representados aquí presenta una modificación peculiar,se corre un riesgo ligeramente mayor de padecer esquizofreniaHablamos de genes que determinan la síntesis de neurotrans-

, .misores; por eso, se admite la posibilidad de que las variantesA SI como algunos ras~os del comportamiento en cuestión alteren dicho proceso. Ahora bien, el portar tales

normal se transmIten a menudo de los variantes no constituye razón necesaria ni suficiente para cau-progenitores a la descendencia, también ciertos sar la esquizofrenia; lo más probable es que surja por vías di-trastornos mentales cursan en familias. Para de- versas. En el futuro, a medida que se ahonde en -terminar si el parecido es un resultado de los las causas genéticas y no genéticas de los tras-genes o del ambiente familiar, se han efectuado tornos cerebrales, podría estimarse, medianteestudios comparativos sobre riesgo de contraer un chip génico ~a la dere.cha), aplicado aluna misma enfermedad entre gemelos monoci- ADN de un paciente, el rlesgo.de.~ue lleguegóticos (que comparten el 100 % de su ADN) 'a contraer una enfermedad pslqulatrlca.

y gemelos dicigóticos (que en promedio compar-ten el 50 %). Otro tipo de estudios, más farra-gosos, investiga si personas que fueron adopta-das a muy temprana edad comparten síntomascon su familia biológica o con la adoptiva.

Según estas investigaciones, los genes de-sempeñan una función importante en la trans-misión de los trastornos mentales, aunque in-tervienen también otros factores. Por ejemplo,si un gemelo monocigótico tiene esquizofrenia,el riesgo de que la padezca el otro es del 45 %.Si un gemelo monocigótico sufre de autismo i-perturbación del desarrollo cerebral que secaracteriza por el deterioro de la comunicacióny de la interacción social-, el otro tendrá el60 % de posibilidades de correr la misma suer-te. Estos porcentajes de riesgo son muchísimomayores que los de la población en general(1 % para la esquizofrenia y 0,2 % para el autis-mo), pero el quid de la cuestión estriba aquíen que algunos gemelos no desarrollan esaspatologías, aunque porten los mismos genes quesus hermanos afectados.

Así pues, al riesgo de enfermedad deben de contri-buir también factores no heredados. Podrían incluirseentre ellos las influencias ambientales (infeccioneso lesiones cerebrales en fases precoces del desarro-llo) y los azares del propio desarrollo cerebral. Auntratándose de gemelos monocigóticos que hayan cre-cido en un mismo entorno, resulta imposible que seconecten de forma idéntica los 100 billones de si-napsis de sus cerebros. En todos los trastornos men-tales -y para todas las conductas normales que sehan estudiado-, los genes cuentan, pero no fijan eldestino. Rige nuestro comportamiento el cerebro, nolos genes; el cerebro es el producto de los genes, elentorno y las oportunidades que se nos brinden a lolargo de la vida.

y lo que reviste mayor interés: a tenor de la in-vestigación reciente, no puede depender de un sologen la poderosa influencia hereditaria sobre el riesgode sufrir esquizofrenia. Antes bien, el aumento delpeligro parece ser efecto conjunto de muchos genesque interaccionan entre sí y con factores ambientales.El estudio de secuencias del ADN de sujetos esqui-zofrénicos y de sus familias ha sacado a la luz va-

Genética de los trastornos

a2~.D22-

'*22 Neurregl

21'-12

13

1312

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12

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:w33 G7234+--

Cromosoma 13

12

13

1415

21

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24.1-24.2

24.3

Cromosoma 12

22

23

24

2S26

27

Cromosoma 6

12

13

21,121,221,3

22

23

24,1

24,224,3

Cromosoma 8

'"cUzwUwo

~zoUczc2wocuc

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riaciones genéticas que aumentan, así parece, la pro-pensión a contraer la patología. Esas variaciones afec-tan a gene s que codifican neurotransmisores; cabe,pues, suponer que las variaciones en cuestión inte-rrumpan ese proceso de síntesis. Estudios similareshan identificado variaciones genéticas que parecenaumentar el riesgo de que se desarrollen la depresiónprofunda y el trastorno bipolar. Añádase que una va-riación de HOXA 1, gen relacionado con las primerasfases de la formación del cerebro, parece incrementarla propensión al autismo. La variante génica se pre-senta en alrededor del 20 % de la población general,por un 40 % de los autistas.

Aunque tener la variación de HOXA 1 duplica, apro-ximadamente, el riesgo de sufrir autismo, más del 99,5 %de los sujetos portadores de la variante génica no lle-gan a padecer el trastorno y alrededor del 60 % de losautistas no lo poseen. Lo mismo que en otras muchasenfermedades, no resulta verosímil que exista un de-terminado juego de genes que constituyan la causa ne-cesaria y suficiente para provocar la esquizofrenia oel autismo. Tales trastornos podrían originarse porvías muy dispares. A tal complejidad genética debe-

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21.321.221,1

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Técnicas de formación de imágenesdel cerebro

mos atribuir también el trastorno bipolar y la depre-sión. Cada una de estas patologías quizá represente enrealidad un grupo de enfermedades mentales estrecha-mente relacionadas, que compartan aspectos clave deuna fisiología alterada y síntomas, aunque pudierandivergir en determinados puntos, entre ellos la grave-dad y la respuesta al tratamiento.

¿Qué consecuencias se siguen de todo ello para eldiagnóstico? Imaginémonos que unas variaciones en10 genes aumentan el riesgo de adquirir una enfer-medad mental, si bien ninguna de ellas sea de por sío necesaria, o suficiente para causar el trastorno (vienea ser lo que ocurre en el autismo, según una teoría ac-tual). Diferentes combinaciones de las variantes géni-cas podrán ocasionar riesgos de contraer formas de laenfermedad similares, aunque no idénticas. Resultaríauna tarea imponente la de correlacionar todas las po-sibles combinaciones genéticas con todos los fénóme-nos clínicos. Pero disponemos ya de los instrumentospara llevarla a cabo. Gracias a las técnicas creadaspara el Proyecto del Genoma Humano, puede deter-minarse con rapidez qué variantes presenta el ADN deuna persona. Mediante chips génicos -diminutas la-minillas de vidrio cargadas de micromatrices de ADN-los científicos descubren qué gene s están codificandola síntesis de proteínas en una célula o un tejido de-terminados.

Si este escrutinio génico se ve coronado por eléxito, llegará un día en que el análisis de la secuen-cia genética de un paciente dirá qué puesto le corres-ponde en el cuadro de riesgos. La precisión de estaclasificación aumentaría mucho si los médicos conta-sen también con más información sobre los factoresambientales de riesgo. Con toda probabilidad, ningúnfactor del entorno ejerce un efecto determinante sobreel riesgo de enfermedad; a estas alturas ya habríaconstancia de ello. Por consiguiente, los epidemiólo-gos deberán estudiar un gran número de personas parair cribando todas las pequeñas contribuciones. Teniendoen cuenta los factores genéticos y los ambientales, po-dríamos establecer si una persona corre un alto riesgode padecer una enfermedad mental. A los así expues-tos se les podría someter a un seguimiento; en cuantoapareciesen los síntomas, se iniciaría el tratamientodesde las primeras fases de la enfermedad.

En cuanto a los pacientes que muestran síntomas deun trastorno, la información genética resultaría deci-siva para acotar las posibilidades de una diagnosis erró-nea. Y cuando se vaya descubriendo hasta qué puntolas variaciones genéticas pueden afectar a la reacciónante los fármacos, el conocimiento del perfil genó-mico del paciente ayudará al médico a elegir la mejorterapia. Nos encontramos, sin embargo, con una difi-cultad. En una sociedad en la que cada persona lle-vara inscrita en un chip la secuencia de su ADN, loslegisladores habrían de decidir quién tendría acceso aesos datos. Aunque una secuencia genética no puedepredecir, por sí sola, si una persona caerá en una de-presión o en un trastorno bipolar, no cuesta mucho ima-ginar que las empresas, las instituciones educativas ylas compañías de seguros hicieran un uso indebido detal información.

E n paralelo con la revolución genómica, se ha asis-tido a un avance extraordinario en nuestra capa-

cidad de obtener imágenes del cerebro mediante téc-nicas inocuas (no lesivas). Hay tres tipos principalesde estudios que se apoyan en dichas técnicas. El pri-mero es el análisis morfométrico, que se basa en latécnica de formación de imágenes por resonancia mag-nética de alta resolución (RM) y obtiene precisas me-diciones de las estructuras cerebrales. El segundo seocupa de las neuroimágenes funcionales; se sirve dela técnica tomográfica de resonancia magnética fun-cional (TRMf): genera mapas de actividad cerebralmediante la detección de señales que se correlacionancon la excitación de las células del cerebro. El tercertipo de estudio con neuroimágenes se funda en la to-mografía por emisión de positrones (TEP); utiliza tra-zadores radiactivos para localizar y cuantificar deter-minadas moléculas del cerebro. Por lo que se refierea la investigación, las técnicas de formación de imá-genes contribuyen a poner en claro qué falla en el ce-rebro y produce ciertas enfermedades mentales; estoshallazgos definirían quizá mejor los límites de las al-teraciones cerebrales. Desde el punto de vista clínico,las técnicas aludidas podrían, andando el tiempo, par-ticipar en el diagnóstico y en el seguimiento de la efi-cacia de un tratamiento.

Para que un test basado en neuroimágenes cuente enel diagnóstico psiquiátrico, ha de resultar factible yasequible; debe alcanzar también la sensibilidad ne-cesaria para detectar las características poco notoriasde un particular trastorno cerebral, sin perder la espe-cificidad que se le exige para excluir otras patologías.Algunas señales anatómicas de los trastornos menta-les no son específicas: los esquizofrénicos tienen ma-yores de lo normal los ventrículos cerebrales (cavida-des llenas de líquido en el interior del cerebro), peroesta anomalía puede darse también en los alcohólicoso en los enfermos de Alzheimer. En pacientes con gravedepresión crónica, el hipocampo -estructura del ce-rebro decisiva para la función de la memoria- puedeestar atrofiado, lo que también sucede en el estrés pos-traumático y en estadios muy avanzados de la enfer-medad de Alzheimer. Que las técnicas de formaciónde imágenes sean útiles para el diagnóstico dépenderáde que detecten anomalías específicas de cierta enfer-medad o de un síntoma complejo propio de una o va-rias enfermedades.

El análisis morfométrico presenta grandes dificulta-des. En general, los cerebros humanos son de tama-ños y formas muy diferentes; se requiere, pues, em-plear complicados algoritmos para definir los valoresnormales de diversas poblaciones y comparar luego elcerebro de un individuo con los reputados normales.Además, los límites entre estructuras cerebrales pue-den ser muy sutiles. Ahora empiezan a aparecer atlasde RM que muestran la anatomía del cerebro humanonormal y su desarrollo a lo largo de la infancia y dela adolescencia.

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trastornos de ansiedad, el criterio discriminante resideen el factor que desencadena el miedo, el pánicoo el comportamiento de huida. Los trastornos psicóti-cos se califican también de leves a graves. No cabeduda de que se necesitan métodos diagnósticos más

específicos.

CUESTA DIAGNOSTICAR los trastornos mentales queafligen a millones de personas cada año. Como mues-tra la tabla, algunas enfermedades tienen síntomasque se solapan. Ciertas afecciones del estado deánimo (depresión grave y distimia) presentan síntomasparecidos, aunque con distinta gravedad. Entre los

TRASTORNO SINTOMAS COMUNES FRECUENCIA (PORCENTAJE).

Depresión grave 5,3

Distimia

Se caracteriza por episodios de sentimiento de tristeza o vacío, casi a diario;pierde el interés o el gusto por los quehaceres y los entretenimientos, experimentacambios del apetito, del peso, de los niveles de energía, de las pautas del sueño;o abriga pensamientos de muerte o de suicidio

Similar a la depresión grave, pero con síntomas menos fuertes y más crónicos.Se siente tristeza o vacío la mayoría de los días durante al menos dos años

Otros síntomas: baja autoestima, fatiga y escasa concentración

1,6

Bipolar I Episodios de humor desmesuradamente eufórico o irritable, durante los cuales el pacientesiente una exagerada estima de sí mísmo, necesita dormir menos, habla más de lo quesoíía o se dedica a activídades placenteras poco razonables. Estos episodios maniacospueden alternar con otros depresivos

1,1

Bipolar 11 Los episodios depresivos alternan con períodos de manía menos grave, sin llegar aser incompatibles con la vida normal ni requerir hospitalización

0,6

Fobia 8,3

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Agorafobia

Miedo excesivo o irracional a ciertos objetos o a determinadas situaciones: a volar,a las alturas, a algunos animales, a recibir inyecciones o a ver sangre La exposiciónai estímulo puede provocar un ataque de pánico (palpitaciones, sudoración, temblores,

cortes de la respiración, etc,)

Angustia al hallarse en un lugar o en una situación de los que sería dificii escapar,Entre los temores típicos se cuentan el miedo a encontrarse solo fuera de casa, a verseen medio de una multitud, a pasar por un puente, a viajar en autobús, en tren o en automóvil

4,9

Estrés postraumático El paciente vuelve a experimentar de manera persistente. mediante recuerdos angustiosos.sueños recurrentes o reacciones intensas a cuanto simbolice o se parezca a aquel evento

3,6

Esquizofrenia Se caracteriza por ilusiones, alucinaciones, desorganización del habla, respuestasbruscas o inapropiadas, pérdidas de motivación y déficits cognitivos

1,3

Trastornoesquizofrenoide

Con todo, las neuroimágenes han arrojado ya ciertaluz sobre las enfermedades psiquiátricas. En 2001, losequipos dirigidos por ludith L. Rapoport, del InstitutoNacional de la Salud Mental, y por Arthur W. Toga,de la facultad David Geffen de medicina de la Universi-dad de California en Los Angeles, hallaron grandescambios anatómicos en los cerebros de adolescentesesquizofrénicos. Centraron su trabajo en una formabastante rara de esquizofrenia, que comienza en la in-fancia. (Lo habitual es que las primeras señales de es-quizofrenia se dejen ver en torno a los veinte años.)Las resonancias magnéticas de los cerebros de aque-llos adolescentes esquizofrénicos revelaron una mermaimportante de materia gris en la corteza (estructura res-ponsable de la función mental) entre las edades de los13 y los 18 años. Al progresar la enfermedad, se ibaintensificando y ampliando la pérdida de materia gris,

hasta abarcar zonas corticales que intervienen en elpensamiento asociativo, la percepción sensorial y el mo-vimiento muscular. Las anomalías anatómicas refleja-ban la gravedad de los síntomas psicóticos y el dete-rioro causado por la enfermedad.

Investigaciones de esa índole indican el camino ha-cia los tests diagnósticos. Es posible que algún pará-metro, definido a partir de las mediciones del espesorcortical y del tamaño de las estructuras que se sabeafectadas en la esquizofrenia (así, el hipocampo), sirvapara discernir si un joven padece el trastorno y regis-trar el avance de la enfermedad. La detección precozde la esquizofrenia le valdría de mucho al tratamiento.Se está investigando si una pronta intervención en lamisma con fármacos antipsicóticos y una terapia con-tra el estrés podría o no retrasar la aparición de lossíntomas y reducir su gravedad.

~ti INVESTIGACION y CIENCIA, noviembre, 2003

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La aplicación de la técnica fun-cional de neuroimagen pudiera re-percutir de forma provechosa en eldiagnóstico. En la enfermedad deAlzheimer, el deterioro de la fun-ción cerebral podría preceder a laatrofia macroscópica de estructurascerebrales. Ya se está tratando derefinar la diagnosis del Alzheimercombinando los tests cognitivos conneuroimágenes funcionales obteni-das de resonancias o de tomografías.Cabría pensar en extender esa es-trategia a la esquizofrenia, que secaracteriza por fallos de la memo-ria operativa(capacidad de retenerinformación y manipularla). Sin du-da, la combinación de pruebas cog-nitivas con imágenes funcionalesdel córtex prefrontal -región delcerebro que interviene en la memo-ria operativa- puede contribuir ala diagnosis de la esquizofrenia y alseguimiento de los resultados de laterapia.

Con el tiemoo. la asociación detécnicas de formación de imá&enesy estudios 2enéticos podría sacar delrepertorio de síntomas a los dia&-nóstic~~_psiquiátricos para elevar-los a la cat~!-Í!-~_PD!~-dicas obie~

DIAGNOSnC AND STATISTICAL MA-NUAL OF MENTAL DISORDERS. Cuar-ta edición. American Psychiatric As-sociation, 1994.

MAPPING ADOLESCENT BRAIN CHAN-GE REVEALS DYNAMIC W A VE OFACCELERATED GRAY MATTER LossIN VERY EARLY-ONSET SCHIZO-PHRENIA. Paul M. Tbompson, Chris-tine Vida!, Jay N. Giedd, Peter Goch-man, Jonathan Blumental, RobertNicolson, Artbur W. Toga y JuditbL. Rapoport en Proceedings o/ theNational Academy o/ Sciences USA,vol. 98, n.O 20, págs. 11.650-11.655;25 de septiembre, 2001.

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