Diálogo 51 Nueva Época / Cuando vuelve la noche:Las mujeres en el 54

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Nueva época, No. 51 Guatemala agosto de 2006 Cuando vuelve la noche: Las mujeres en el 54

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Cuando vuelve la noche: Las mujeres en el 54 / Publicación mensual de FLACSO-Guatemala

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Nueva época, No. 51 Guatemala agosto de 2006

Cuando vuelve la noche:Las mujeres en el 54

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Secretario general de FLACSOFrancisco Rojas Aravena

San José, Costa RicaCONSEJO ACADÉMICO DE FLACSO-GUATEMALA

Víctor Gálvez Borrell-directorClaudia Dary / Virgilio Álvarez / Oscar López / Luis F. Mack

Virgilio Reyes / Simona V. Yagenova

Publicación mensual de FLACSO-Guatemalay elPeriódico

Edición: Víctor Gálvez Borrell;coordinación y diagramación: Hugo de León P.

corrección: Mario Maldonado

Tel. PBX (502) 2362-1431 Fax: (502) 2332-6729Correo electrónico: [email protected]

Página web: http://www.flacso.edu.gt

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30,000 ejemplares

Preámbulo

Como ha sido ampliamente documentado,1la invasión de 1954, fue el resultado de una suma

de intereses internos y foráneos, de traiciones ylealtades, de errores e ingenuidades y de accionesvalientes; pero, también de actos de cobardía, detemores reales o inducidos, de razones económicasy de Estado, enmarcadas todas en la guerra fría,fantasma del comunismo incluido.

Los sucesos que culminaron con la renuncia delentonces presidente Jacobo Arbenz Guzmán, su

salida al exilio, así como la imposición de un gobernante afín a losintereses estadounidenses, constituyen un parteaguas que ha definido,en gran medida, la situación política, cultural y socioeconómica del paísa lo largo de la segunda mitad del siglo XX.

Como otras situaciones en la historia, esta invasión tuvo efectosdiferenciados para mujeres y hombres, perspectiva que ha sidoescasamente abordada en los estudios históricos realizados en el país.La mayoría de los protagonistas que se destacan, independientementede su postura política, son masculinos. Excepcionalmente, se mencionaa alguna mujer; sin embargo, al enfocar nuestra atención se va develandoun cuadro más preciso que visibiliza la participación y los aportes de lasmujeres.

En este breve recorrido al pasado que moldea el presente vansurgiendo nombres, situaciones, datos, experiencias, voces que hanpermanecido silenciadas pero que merecen ser reconocidas por quieneshoy, buscan sus huellas.

Crónica de una tragedia anunciada

El golpe de Estado de 1954, fraguado por funcionariosestadounidenses y ejecutado por Carlos Castillo Armas, fue

solamente el acto final de una tragedia anunciada, de una historia queinició en 1945, pasados los momentos de euforia social por elderrocamiento de Jorge Ubico, otro militar que permaneció catorce añosen el poder y al cual, dicho sea de paso, las mujeres contribuyeron aderrocar, como lo atestigua que uno de los símbolos de esa gesta, es lamaestra María Chinchilla.

El paso siguiente para quienes lideraron la Revolución de Octubreera dar coherencia a los planteamientos de libertad, apertura y mejorasen las condiciones de vida de la población; medidas que ubicaran alpaís en la senda de la modernidad. Tenían a su favor la energía, losideales, una visión de cambio pero ¿y los recursos? ¿cómo romper lasañejas estructuras de desigualdad e injusticia?

Pronto se hizoevidente la resistenciade los sectores econó-micos y políticos, hastaentonces dominantes,que habían medrado a lasombra de las sucesivas dicta-duras. Amparándose en elderecho a la libertad de ex-presión e, incluso, en el derechode rebelión contemplado en elDecreto 17-1944, tempranamente seorganizaron e iniciaron una oposición sis-temática a las políticas gubernamentales, tanto en el período deArévalo como en el de Arbenz. Asimismo, sumaron a sus filas “a susantiguos adversarios: los liberal progresistas del ubiquismo y del pon-cismo y [también a quienes simpatizaron] originalmente con la Revoluciónde Octubre, pero consideraban que ésta se inclinaba al comunismo e‘iba demasiado lejos’” (Villagrán Kramer, 1993).

Capitalizaron también el descontento de las “buenas conciencias”que veían con desagrado los cambios de antañonas prácticas ycostumbres: “...los mozos ya no se quitan el sombrero para saludar alpatrono; tan desagradecida la muchacha, llevó al juzgado a [la patrona]”(Villagrán Kramer 1993), ya que, desde su perspectiva, eran el resultadode la contaminación de ideas comunistas que proclamaban unasospechosa igualdad.

1. Ver Piero Gleijeses (2004); Susan Jonas (1981); Schlesinger (1987)

Ana Silvia Monzón*

*Maestra en ciencias sociales. Socióloga y comunicadora social.C

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Al discurso y la agitación, cada vez más abiertamente anticomunistas,se fueron incorporando mujeres de toda condición, desde aquellas declase alta que aportaban dinero para la “causa de la liberaciónanticomunista”,2 las locatarias de los mercados organizadas en un Comitéde Locatarias Anticomunistas (CLA) que, junto a otras instancias como elComité de Obreros Anticomunistas (COA), el Comité de EstudiantesUniversitarios Anticomunistas (CEUA), la Asociación de Madres Cristianas,etcétera, formaban parte de un frente interno organizado a principiosde 1954.3 También se incluían personajes como Adriana de Palarea,quien, no obstante haber apoyado la obtención del voto femenino en1945, era contraria a las medidas revolucionarias que criticaba a travésde un programa de radio.4

El papel de la información fuedecisivo para generar desconfianzas,temores e inseguridades. Se apelaba alsentimiento religioso, muy enraizado enla mayoría de la población femenina; secondenaba al comunismo ateo encar-nado en los dirigentes y simpatizantesde la Revolución; se infundía miedo a lasmadres, ya que uno de los rumores másextendidos en la época era que “loscomunistas separarían a los hijos de susmadres” y, aunque parezca increíble,“que se comían a los niños” o losenviaban a la Unión Soviética parahacerlos “jabón de coche” (Stoltz, 1998).

Por lo anterior, según arengabanlas más conservadoras, había quemanifestarse contra los comunistasintrusos, como lo hicieron por ejemplo el23 de marzo de 1952, tanto en ciudadde Guatemala como en otros depar-tamentos, con la autorización del go-bierno de la República. Según la histo-riadora Guadalupe Rodríguez, (Ro-dríguez, 2001) en la capital se con-gregaron unas sesenta mil personas, deedades y clases sociales diversas, y detodos los departamentos, bajo lasconsignas: “Somos engranajes delprogreso y no máquinas del comu-nismo”; “No queremos comunismo; fueralos comunistas extranjeros; queremostranquilidad y trabajo”. Aproximadamentela mitad del contingente eran mujeres;como indicaba un medio de comunicación, entre las cuales:

"No se notaba diferencias de clases. Todas marchaban lenta-mente, costado con costado. La señora del mercado, la señoritade la clase media; la obrera sencilla y abnegada, marchabancasi en rueda junto a la dama elegante, ya que ésta sostenía laletra del himno patrio, que servía de guía para corear el himnonacional…" (La Hora, 24/3/1952).

Mientras tanto, las preocupaciones de los patronos crecieronante la promulgación del Código de Trabajo (1947), la seguridad social,la extensión de la alfabetización y, fundamentalmente, la Ley de ReformaAgraria (Decreto 900, 1952). Pero, más allá de estas nuevas leyes, los

grupos de poder percibían como amenaza la movilización y organizaciónsocial que esas disposiciones generaban, especialmente, entre lostrabajadores y trabajadoras urbanas, campesinos, estudiantes, jóvenesy mujeres.

Por otra parte, los intereses del capital monopólico que desde finalesdel siglo XIX e inicios del XX se consolidaban en el país, se vieronamenazados por huelgas sin precedentes y por la pretensión de losgobiernos revolucionarios de mantener una postura de autodeter-minación, oponiéndose a avalar negocios lesivos para Guatemala.

En esa línea, el Decreto 900, como parte del proyecto de moder-nización capitalista, y el Acuerdo No. 57 (1953) de expropiación a la

Compañía Agrícola de Guatemala(United Fruit Co.) provocaron reaccio-nes esperadas, por el Departamento deEstado (EE.UU.) “que presentó formalprotesta porque no se proveía com-pensación justa y pronta”, y por el“anticomunismo organizado [que inter-namente demandaba] la restauración delorden político, social y económiconacionales, ruinosamente destruidos porla invasión de las doctrinas soviéticas...”(Villagrán Kramer, 1993).

Ese clima de agitación, sumado a loserrores en la aplicación del decretocitado; contradicciones, descontento,fanatismo religioso, posiciones abier-tamente retrógradas, así como inquie-tudes de algunos militares sobre elrumbo que tomaba la Revolución, fueronfactores que en un contexto internacionalcaracterizado por la guerra fría y enmedio de gobiernos hostiles en el ámbitolatinoamericano, favorecieron la orga-nización de un golpe de Estado alentado,planificado y financiado por el gobiernode EE.UU. Como estrategia inicial, sedifundió por los medios de comunicacióntanto en la sociedad estadounidense (através de la incipiente televisión y losmedios escritos) como en Guatemala (LaVoz de la Liberación), una imagendistorsionada del gobierno guatemaltecoque justificaba un cambio para detener

la supuesta “amenaza soviética”.El plan piloto para el continente, como lo denominó Susan Jonas,

era “...derrocar al gobierno de Arbenz, pero no directamente sino conlo que parecía ser un movimiento nacional guatemalteco, de modo queEE.UU. pudiera afirmar que no había intervenido. La clave era utilizar unpaís vecino como base de entrenamiento para una fuerza de exiliadosque ‘liberaría’ a Guatemala”.

Entre otras, el plan incluía las siguientes tareas: encontrar un líderguatemalteco (fuera de Guatemala) que pudiera unificar a las fuerzasde oposición y dirigir la Liberación; suministrar armamento y preparaciónmilitar a los integrantes de la Liberación; preparar el terreno enGuatemala, mediante la guerra psicológica; neutralizar a oficialesmilitares importantes; respaldar la invasión por tierra con bombardeosaéreos y, así, obligar a Arbenz a renunciar; obtener el apoyo de gobiernoslatinoamericanos y la legitimidad diplomática; y generar oposición contraArbenz en la opinión pública estadounidense.5

2. Entrevista a Atala Valenzuela (1998 y 2006).3. Revista Política y Sociedad, Escuela de Ciencia Política, Universidad de San Carlos de

Guatemala.4. Entrevista a Guillermo García (1998). 5. Ver Susan Jonas (1981) y Villamar (1994).

El cura, Guayasamín, s/f

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Todos estos pasos fueron seguidos al pie de la letra y el “planpiloto” (Operación PBSuccess, en inglés) funcionó: el 27 de juniode 1954, el presidente Jacobo Arbenz renunció a su cargo y seinició una vertiginosa sucesión de hechos, pactos de militares,que culminaron con la instauración de una Junta de Gobiernointegrada por miembros de las Fuerzas Armadas. Finalmente, el 1de septiembre de 1954, el teniente coronel Carlos Castillo Armasasumió plenamente la Presidencia de Guatemala (Cazali Avila, 2002).

En los días previos a la renuncia de Arbenz, se vivía un climatenso al que contribuían los mensajes de La Voz de la Liberacióny la incursión de aviones en el espacio aéreo de la capital.Mientras unos/as esperaban ansiosamente la llegada de laLiberación, otros/as estaban a la expectativa para “defenderla Revolución”, y las mujeres no eran la excepción. Alrespecto, Atala Valenzuela, periodista y escritorarelata: “...se creía que iba a haber una guerracivil. Las mujeres, jóvenes, de edad mediana,ancianas nos repartimos actividades para estaren hos-pitales, escuelas, sedes de sindicatos.Se pensaba que nuestros servicios comoenfermeras, para hacer comida, en fin paramitigar lo que se avecinaba iban a serrequeridos (...) pero no pasó nada de esto(...) muchos militares cedieron a las presionesde la UFCO”.6

Volvió la noche para miles de mujeres, hombres, niños y niñas,ancianas y ancianos que habían encontrado en la Revolución de Octubreuna respuesta –aún en construcción– a sus anhelos de libertad, ejerciciode ciudadanía y de su desarrollo como seres humanos.

Mariposas sin alas

En una entrevista, la maestraLeonor Paz y Paz,7 definió eldespertar de muchas mujeres enla década revolucionaria, descri-biéndolas como mariposas saliendode la noche. Era un hecho que laRevolución de Octubre “...no era unmovimiento de élites (...) había alcanzadouna razonable dosis de profundidad.Ciertamente existía una base, existíanmandos intermedios y dirigentes en todos losniveles y sectores” (Villagrán, 1993). Las mujeres,como ha sido recogido en varios testimonios (Stoltz,1998), no fueron la excepción.

De las múltiples transformaciones propiciadas porlos gobiernos de la Revolución, los cambios mássignificativos para las mujeres se dieron en el ámbitopolítico y en las posibilidades de acceso a la educación,si bien esos beneficios alcanzaron básicamente a mujeresladinas y de áreas urbanas. Como indica Lorena Carrillo, elincipiente desarrollo de una cultura ciudadana que inició conel derecho al sufragio –aunque sólo para las letradas– permitióque “gran cantidad de mujeres ladinas urbanas iniciaran (…) eltránsito desde la condición de súbditas de un Estado patrimonial, aciudadanas de uno moderno” (Carrillo. 2004).

En el breve periodo que duró la Revolución,muchas mujeres pudieron canalizar sus

inquietudes y participar de loscambios: más mujeres ingresarona la universidad, aumentó el

número de obreras sindicalizadas,se creó el Sindicato de Trabajadores

de la Educación (STEG), al cual seafiliaron las maestras de la época; algunas

fueron pioneras militantes en los partidospolíticos, se integraron a la Alianza de la

Juventud Democrática y, otras más, dieron vida ala Alianza Femenina Guatemalteca, una de las

primeras organizaciones de mujeres cuyo discurso yaccionar era de abierto apoyo a la causa revolucionaria.

Los nombres de Consuelo Pereira, Esther de Urrutia, MaríaJerez, Dora Franco, Laura Pineda, Marta Delfina Vásquez, Otilia

Ordóñez, Julia Urrutia y Atala Valenzuela, entre otros, están ligadosa esos esfuerzos organizativos que, además, permitieron a quienes

habían estado aisladas de las corrientes internacionales a favor delos derechos de las mujeres, entrar en contacto con otras ideas; como

narra María Jerez, a través de esos vínculos “entendimos que elmovimiento femenino no estaba limitado a uno u otro país durante unou otro período, sino que era más fuerte e importante, que deberíaorganizarse permanentemente” (Stoltz, 1998).

Las alas desplegadas por estas mariposas fueron cortadas de tajo.María Jerez continúa relatando que, a inicios de 1954, “no nosimaginamos que tan sólo meses después nosotras y organizacionessimilares dejaríamos de existir como resultado de un golpe con-trarrevolucionario. Nuestra organización apenas tenía tres años cuandose dio el golpe (…) fue realmente vergonzoso, de haber tenido laoportunidad de acumular un poco más de experiencia, podríamos haberhecho cosas muy importantes”(Stoltz, 1998).

Pero las acciones de la contrarevolución iban encaminadas a nodejar “piedra sobre piedra” del tejido organizativo logrado en los años

revolucionarios; según sus dirigentes, “había que decapitar verticaly horizontalmente [las] estructuras [de la Revolución] y desmantelar

aquellos programas que consolidaban esas estructuras” ydesarticular “…otros programas que tenían orientación nacio-nalista, puesto que, a criterio de la dirigencia liberacionista, bajoel manto del nacionalismo se encubrían programas comunistas”(Villagrán Kramer, 1993).

De la noche a la mañana fueron proscritas organizacionesy asociaciones de todo tipo: partidos políticos, sindicatos delcampo y la ciudad, así como asociaciones culturales,estudiantiles, de jóvenes y de mujeres. Se dictaron órdenesen tal sentido; por ejemplo: se cancelaron las partidas delpresupuesto de Educación Pública a la Alianza FemeninaGuatemalteca y al Grupo Cultural Saker-Ti (Decreto 42); ya la Sección de Teatro y Danza de la Dirección de BellasArtes (Decreto 54); se disolvió el Sindicato de Tra-bajadores de la Educación-STEG (Decreto 4), conformadopor una buena cantidad de maestras, y se limitaron losderechos gremiales que habían alcanzado desde sucreación en 1945; asimismo, se suspendió la revista

educativa Alegría (Cazali, 2002). Otra medida fue retirarde las bibliotecas escolares todas las revistas, folletos, libros

y demás impresos que contuvieran literatura comunista,incluyendo las que constituían, según los censores, “peligro para los

alumnos, por su contenido doctrinario opuesto a los principiosdemocráticos que inspiraban al nuevo gobierno” (Villagrán Kramer,1993).

6. Entrevista a Atala Valenzuela (1998).7. Realizada por Ma. Antonieta García para el programa Voces de mujeres (1993).

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Y para hacer más efectiva la cruzada anticomunista cuya misión era“combatir los estados de peligrosidad y de actividad comunista (...) ydefender la estabilidad del gobierno”, se creó el Comité Nacional deDefensa contra el Comunismo (Decreto 39,1954). Este Comité gozabade amplia discrecionalidad que, en la práctica, se convirtió en impunidad:la sola denuncia de ser o haber sido arbencista, simpatizante o activistade la Revolución o de expresar solidaridad con estas personas, eramotivo de aprehensión.

Este fue el caso, por ejemplo, de “doña Pilar, vendedora del MercadoCentral, quien fue apresada –con gran júbilo de las ‘locatariasanticomunistas’; que incluso la acompañaron en el trayecto a la prisiónquemándole cohetillos–. ¿Y cuál había sido su delito? Haber mostradocompasión y brindarle cuidados a un trabajador vapuleado cuando lasfuerzas del orden allanaron la imprenta donde trabajaba y donde seimprimía el periódico ‘El Estudiante’ que era, hasta antes del golpe deEstado, una publicación legal”.8

Se instauró el silencio obligado, la burla, el rechazo, la amenaza, ladesconfianza. Pronto se multiplicaron las delaciones, aún entre vecinoso familiares; se agudizó la represión laboral, cualquier empleador podíaconsultar los registros elaborados con nombres de supuestos comunistas,para no contratar a alguien “inconveniente”, medida que afectó amujeres y hombres. El solo parentesco hacía sospechosas a laspersonas, como cuenta Aura Bolaños, quien tenía un hermano en elexilio y por ese hecho pretendían limitar su derecho a estudiar: “Si ustedtiene ese hermano [me dijo la encargada de la Escuela] aquí no va apoder seguir estudiando. Aquí está en su ficha que es su hermana y secomunica con él” (Stoltz, 1998).

En los años posteriores a la contrarrevolución volvió el miedo, loscuchicheos tras las puertas, las paredes que oyen; revolución se convirtióen mala palabra; la persecución sin tregua obligó a cientos o miles depersonas al ostracismo, si querían preservar la vida. Las mariposasquedaron sin alas o tuvieron que exiliar sus sueños.

Ahí empezó nuestro calvario9

La desarticulación violenta que provocó la contrarrevolución tuvoefectos diversos en las mujeres guatemaltecas que participaban o

que sólo simpatizaban con la Revolución: madres, hijas, hermanas,esposas tuvieron que asumir repentinamente la responsabilidad de losasuntos familiares, garantizar la seguridad de niñas y niños, mientrastemían por la suerte de sus parientes; hubo capturas “de algunasprestigiosas maestras y dirigentes de entidades femeninas del períodorevolucionario, a quienes se acusaba como era usual, de ser militantescomunistas” (Cazali, 2002); muchas más tuvieron que asilarse porsupuestos delitos propios o ajenos; por ejemplo, la maestra Elena Ruizde Barrios Klee, directora del Instituto Nacional Central para SeñoritasBelén, que vivía en el Instituto, donde había parido a sus hijas, fueperseguida y se refugió en la embajada de México, país en el que vivióvarios años de exilio.10

En los primeros meses después de la invasión los periódicos dabancuenta de noticias como ésta: “…52 asilados salieron hoy rumbo a Ar-gentina. En las primeras horas de la mañana de hoy partieron... 52personas que buscaron asilo en la Embajada de Argentina... van tambiénvarios familiares de los asilados, destacándose entre otros, el ex Minis-tro de Hacienda Raúl Sierra [y también] Celia Castañeda de Torres,Esperanza Cuevas, Victoria Moraga Martínez, Carmen Julia Martínez

de Ducoudray, Angélica MongeTrigueros, Celeste MongeTrigueros, María E. TorresCastañeda, Ester deUrrutia” (Prensa Libre16/10/54).

El caso de Esterde Urrutia es parti-cular, ya que, co-mo narra su hijaJulia Urrutia, “elpecado capital demi mamá fueasistir al Pri-mer CongresoMundial de losPueblos por laPaz en 1952; poreso y por haber sidofundadora de laAlianza Femenina laacusaban de co-munista”,11 ella se asilócon gran parte de sufamilia; entre hijos e hijas,nueras, nietos y su es-poso eran dieciséis per-sonas que, junto a muchasmás, tuvieron que esperaralgún tiempo para viajar a Argentina dondepermanecieron dos años.

Otra de las figuras femeninas que sufrió exilio fue la profesoraConsuelo Pereira “gran maestra y dirigente” que viajó a Montevideo,donde según cuenta Atala Valenzuela “paró trabajando de conserje enuna escuela”; posteriormente, ella se radicó en Cuba, donde murió en2004, reconocida por su trabajo en ese país, pero ignorada enGuatemala.

Para Atala Valenzuela, periodista y escritora, la experiencia del exiliofue el costo de haber viajado a China en 1952 para asistir a un Congresopor la Paz, pero “yo no era ni he sido comunista” afirma.

En los días posteriores a la invasión, las sedes de las embajadas deMéxico y Argentina, las que más apertura mostraron, ya eraninsuficientes. Por esa razón, Atala y treinta y cuatro personas más, entreellas cuatro mujeres dirigentes sindicales, decidieron asilarse en laembajada de Brasil. El trato que recibieron allí fue “poco amistoso y lasmujeres del grupo tuvimos que hacernos cargo de la limpieza, la cocina,el lavado y el planchado para todos los asilados. Por los trámitesburocráticos permanecimos varias semanas en esa situación”.12

Finalmente, el presidente brasileño Getulio Vargas respondiópositivamente a la solicitud de asilo político e hizo arreglos para el trasladoy el recibimiento digno de estas personas. Sin embargo, en el curso delas gestiones diplomáticas, el presidente Vargas se suicidó y quien lesucedió en el poder no honró este compromiso y “lo primero que hizofue enviar una nota diciendo que de ninguna manera iba a permitir quenos llevaran a Río de Janeiro, que nos deportaran pero a la selvaamazónica, ya que él no quería comunistas en Brasil”.13

Así fue como este grupo estuvo varios meses aislado del mundo enel territorio de Macapá “con el Amazonas de un lado y la selva del otro”,viviendo en condiciones precarias, sin poder comunicarse con nadie.Hasta que un avión aterrizó en un lugar cercano, narra Atala, “pudimos

8. Historia narrada a María Antonieta García por su abuela paterna (entrevista personal,1998.).

9. Atala Valenzuela (entrevista personal, 2006).10. En Homenaje póstumo (2006).

11. Entrevista personal (2006).12. Entrevista personal (2006).13. Ibid.

Marco Augusto Quiroa

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enviar un mensaje aUruguay, desde donde seiniciaron gestiones para nuestrotraslado a ese país”.

Aunado al apremio por salvar la vida, la frustración porel curso de los acontecimientos, la nostalgia por la familia y el terruño, yla necesidad de sobrevivir en tierras extrañas, el exilio fue unaexperiencia generalmente dolorosa que aún permanece en la memoriade quienes la vivieron.

Sin embargo, no todos los exilios fueron tan difíciles; a la distancia,Elsa Castañeda de Borges narra por ejemplo: “yo no recuerdo conamargura aquellos años de exilio. Quizá sea porque al paso de losaños, uno mira las cosas distintas. No temíamos porque estábamosconvencidos del papel que jugábamos. Comíamos malito, pero hambreno pasábamos. Hambre pasaban los campesinos” (Stoltz, 1998)).

Estas mujeres, y muchas más cuyos nombres e historias es necesariorecuperar, vivieron sus vidas entre las ventanas que se abrieron con laRevolución de 1944 y las puertas que se cerraron con la contra-rrevolución en 1954. Si bien las decisiones políticas de mayor peso nofueron tomadas por ellas, los efectos sí marcaron sus vidas con pérdidasque ninguna historia cuenta porque, según la visión patriarcal, carecende importancia.

Algunas tuvieron que partir y murieron en otras tierras, para muchasmás significó la desintegración de sus familias y la ruptura de afectos

entrañables; para todas,los nuevos poderososreservaron el silencio y elolvido que hoy nos em-peñamos en desterrar.

A modo dereflexión

Las mujeres guatemal-tecas que vivieron laRevolución de Octubre yposteriormente la inva-sión del 54, estuvieronmarcadas por una socie-dad en transición, sujetaa cambios profundos;momentos en los que se“arrastra mucho de ba-gaje viejo al seguir nue-vos caminos” (Cano yRadkau, 1991).

Muchas de estas ma-riposas, saliendo de lanoche, abrieron sus alas,mentes y corazones para

sumarse, aunque todavía demanera subordinada, a las tareas

del cambio que la situación de mi-seria y atraso exigían. De allí, suaporte a la alfabetización y a los

programas dirigidos a la niñez;también su incorporación a lasorganizaciones sindicales –poco

visibilizada todavía– y su inci-piente incursión en los partidos

políticos. Su trabajo se hacía a nivelde las bases, por lo que las figuras

masculinas son las que más hanquedado en la memoria oral y escrita.

El derecho parcial al voto abrió nuevasposibilidades para las mujeres, si bien sesgadas por

etnia y clase. Sin embargo, fueron puntos de inicio para que muchasfueran perfilando y construyendo los cimientos de nuevas identidadescomo mujeres. La Alianza Femenina Guatemalteca, escasamenteconocida todavía, constituye un ejemplo en ese sentido.

La contrarrevolución, bajo la divisa “Dios, Patria y Libertad” yenarbolando el fantasma del comunismo, cortó abruptamente esos brotesde organización, movilización y participación social.

La nueva situación afectó de diversas formas a las mujeres,demandó sus energías y la ruptura momentánea de sus papelestradicionales, para apoyar al hijo, la hija, el hermano, la hermana, elpadre, la madre, el esposo. Las mujeres siempre estuvieron presentes,aunque no reconocidas.

Tejer esta historia con fragmentos de aquí y de allá es unaexperiencia que espero sea compartida. A través de las palabras, dichasy escritas por mujeres de esa época, he imaginado y sentido su vitalidad,sus sueños y aspiraciones; sus preocupaciones por cumplir con el deberde ser madres y esposas, pero sin renunciar a ese mundo nuevo quese abría ante sus ojos.

He imaginado y he sentido eso porque, al fin y al cabo, yo, mujer dehoy, entre milenios, soy heredera de esas mujeres. Las reconozcocomo mis ancestras.

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BibliografíaCano, Gabriela: Radkau, Verena, 1991. Lo privado y lo público o la mutación de los

espacios (historia de mujeres 1920-1940). México, El Colegio de México.Carrillo Padilla, Lorena, 2004, Luchas de las guatemaltecas del siglo XX. Mirada al

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Estados Unidos, 944-1954, Cuba, Editorial de Ciencias Sociales.Instituto Normal Central para Señoritas Belem. 2006. Homenaje póstumo a la Licenciada

Elena Ruiz Aragón de Barrios Klee (1919-2006). Guatemala.Jonas, Susan, 1981, Guatemala: plan piloto para el continente. Guatemala, Editorial

Universitaria Centroamericana.Rodríguez De Ita, Guadalupe, 2004, “El Primer Congreso Interamericano de Mujeres

Democráticas realizado en Guatemala”. Ponencia presentada en la Mesa Historia y Género. 7ª.Congreso Centroamericano de Historia, Tegucigalpa, Honduras, 19 -23 de julio, 2004.

Schlesinger, Stephen; Stephen Kinzer, 1987, Fruta amarga: la CIA en Guatemala.México Siglo XXI.

Stoltz Chinchilla, Norma, 1998, Nuestras utopías. Mujeres guatemaltecas del siglo XX.Guatemala, Agrupación de Mujeres Tierra Viva.

Villagrán Kramer, Francisco 1993. Biografía política de Guatemala. Los pactos políticosde 1944-1970. Guatemala, FLACSO.

Villamar, Marco Antonio 1994. “Nuestras horas de la verdad”. En: Revolución 1944-1954. Una recordación histórica. Publicación especial de Crónica. Guatemala.

Entrevistas realizadas a: Guillermo García (1998), María Antonieta García (1998), AtalaValenzuela (1998 y 2006), Julia Urrutia (1998 y 2006).

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El miércoles 16 de agosto, Ricardo Yocelevzky Retamal, doctor en historia por la Universidadde Warwick, Inglaterra y Master of Letters por la Universidad de Aberdeen, disertó sobre eltema: Elecciones México y Chile 2006. En su presentación,Yocelevzky hizo una comparaciónentre los dos sistemas políticos de elección popular; destacó las consecuencias de laparticipación ciudadana en el caso de México e indicó que existen severas dudas respectode la legalidad del proceso dada la diferencia mínima entre los resultados obtenidos por elcandidato oficial y el de la oposición. Señaló su preocupación por los acontecimientosviolentos que pudiesen surgir en México, a partir de movimientos sociales organizadosdesde la inconformidad de los electores.

El doctor Yocelevzky es especialista en metodología de la ciencia y miembro del SistemaNacional de Investigaciones de México. Ha publicado, entre otros, los siguientes títulos:Experimentos con la democracia en América Latina (compilador); Chile: partidos políticos,democracia y dictadura, 1970 a 1990; El análisis de la situación actual y el desarme de lasciencias sociales. Análisis 2001; La explicación sociológica de Marx; Notas sobre algunastendencias observables en la democratización de América Latina.

El 17 y 18 de julio de 2006 se desarrolló la actividad académica Acción ypropuesta de las mujeres ante la pobreza, que incluyó un certamen deponencias, un seminario y un panel público.

En el seminario inaugurado por la coordinadora académica de FLACSO-Guatemala, Claudia Dary y el coordinador del Área de estudios de pobreza,Óscar A. López Rivera, la doctora Juliana Martínez Franzoni, de la Universidadde Costa Rica, ofreció la conferencia Regímenes de bienestar en América Latina.A continuación presentaron ponencias: Maria Teresa García, Patricia Álvarez,Sindy Hernández, Vanessa Arreaga e Ingrid Vásquez, comentadas por AnaLeticia Aguilar, Miriam Ileana Maldonado, Irene Lungo, Abigail Álvarez y WaldaBarrios-Klee.

Por la tarde se llevó a cabo el panel publico con Juliana Martínez, AnaLeticia Aguilar, Ana Silvia Monzón y Mara Luz Polanco. Moderó la periodistaMarielos Monzón.

Acción y propuesta de las mujeres ante la pobreza

El doctor Ricardo Yocelevzky Retamal dictó conferencia en Guatemala

En la fotografía, de izquierda a derecha, aparecen Juliana MartínezFranzoni, Mara Luz Polanco, Marielos Monzón, Ana Silvia Monzóny Ana Leticia Aguilar.

Secretario general de FLACSO visita cancillería

Con el fin de presentarle un saludo ydesearle éxitos al frente del Ministeriode Relaciones Exteriores de Guate-mala, el secretario general de laFacultad Latinoamericana de Cien-cias Sociales, doctor FranciscoRojas, realizó una visita de cortesíaal doctor Gert Rosenthal, nuevocanciller de la República.

En la fotografía aparecen, deizquierda a derecha, Víctor GálvezBorrell (director de FLACSO-Guate-mala), Gert Rosenthal y FranciscoRojas.

Foro regionalsistemas de seguridad y justicia en

CentroaméricaEl 23 de agosto, los estudiantes de la III promoción deMaestría centroamericana en ciencias sociales, presentaronal Foro regional de sistemas de seguridad y justicia enCentroamérica, el resultado final de sus trabajos, elaboradosen el curso Teoría política III. Las ponencias de losestudiantes abordaron antecedentes históricos y estruc-turales de los sistemas de seguridad y justicia, diagnósticosde la situación actual, perspectivas teóricas y conceptualesrespecto de la seguridad y la justicia, estructuración actualde las instituciones de seguridad y justicia, agendas y laspolíticas como la construcción de elementos comparativos,en Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá. Especialistasde la región comentaron sus trabajos.

Page 8: Diálogo 51 Nueva Época / Cuando vuelve la noche:Las mujeres en el 54

8 / agosto 2006, No. 51

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Una de las paradojas del desarrollohumano en Guatemala se presenta

en el sector forestal. Mientras que losbosques y las áreas protegidas com-prenden 61% del territorio nacional, lacontribución de este sector representasolamente 2.5% del producto internobruto (PIB). Esto implica que los recursosforestales como fuente de riqueza parael país y como actividad generadora deingreso para las familias están subuti-lizados. Sin embargo, el aprovechamientode estos recursos naturales para generarbienestar a la población guatemalteca ya generaciones futuras, en el marco dela conservación natural y el desarrollosostenible, depende, por una parte, dela solución de problemas que afectan alsector y, por otra, del impulso, monitoreoy evaluación de la política forestal.

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