Diálogo 72 Nueva Época / Enfrentar la crisis con profundo sentido social y humano

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Nueva época, No. 71 Guatemala, enero de 2009 Enfrentar la crisis con profundo sentido social y humano

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Enfrentar la crisis con profundo sentido social y humano / Publicación mensual de FLACSO-Guatemala

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Nueva época, No. 71 Guatemala, enero de 2009

Enfrentar la crisis con profundo sentido social y humano

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Publicación mensual de FLACSO-Guatemala y elPeriódico

Secretario general de FLACSO

Francisco Rojas AravenaSan José, Costa Rica

CONSEJO ACADÉMICO DE FLACSO-GUATEMALAVirgilio Álvarez Aragón- director

Oscar López / Marcel ArévaloAura Cumes/Claudia Donis / Virgilio Reyes

Simona V. Yagenova/Edgar F. MontúfarLuis Raúl Salvadó/Edmundo Urrutia

Corrección de estilo: Brenda MejíaCoordinación y diagramación: Hugo de León P.

Tel. PBX (502) 24147444 Fax: (502) 24147440Correo electrónico: [email protected]

Página web: http://www.flacso.edu.gtEsta publicación es posible gracias al apoyo

financiero de ASDI/SAREC

Las ideas expresadas en esta publicación no necesariamente son compartidas por FLACSO-

Guatemala y su patrocinador

30,000 ejemplares

La crisis defi ne la situación internacional pero también la

nuestra…*

El actual momento histórico está caracte-rizado por la crisis económica mundial.

Ésta se ha transformado en una recesión que amenaza con convertirse en la Segunda Gran Depresión, cuyos efectos son más gra-ves que los ocurridos en la década de 1930, del siglo pasado, por las dimensiones que im-pone la globalización de las economías.

Ante dicha crisis se habla de la refun-dación del capitalismo, del fin del capitalismo financiero y del mercado financiero mundial desregulado. En el debate internacional tam-bién hay planteamientos alternativos que se inclinan por una perspectiva postcapitalista. En los países causantes de la crisis, los Es-tados se esfuerzan por evitar el derrumbe del mercado con paquetes de salvamento que consisten en enormes cantidades de dinero y en una especie de nacionalización del siste-ma financiero con fondos públicos provenien-tes de los contribuyentes. El Estado no sólo ha intervenido sino que también, ha sustituido al mercado con la asignación de recursos en función de preservar el sistema y proteger el bien común. Paradójicamente, el salvamento no ha abarcado en similares dimensiones a los grandes conglomerados sociales que por la misma crisis, han sido presas del desem-pleo, la pérdida de sus viviendas, sus bienes e ingresos.

Se ha reeditado la respuesta keynesia-na: el estímulo de la economía vía la agre-gación de demanda y la inversión pública en infraestructura y en políticas sociales; esto significa que nos encontramos ante el umbral de un cambio de paradigma, el fin del neo-liberalismo y la inauguración de una nueva

Cuando se ha cumplido un año de go-bierno, tras los reacomodos en el gabinete y el básico aprendizaje de cómo funcionan las instituciones estatales, las fracturas parecen favorecer a los grupos y tendencias más pro-clives a ese fortalecimiento institucional, que giran alrededor del Presidente y la Primera dama. En tanto, los financistas de campaña del partido de Gobierno, que provienen del viejo y nuevo capital, del tradicional y, sobre todo, del emergente, parecen basar su pro-yecto en recuperar su inversión y posicionar-se mejor en el mercado obteniendo privile-gios.

El grupo con orígenes del desaparecido Partido Social Demócrata (PSD) que apostó temprano por la democracia a mediados del decenio de 1980, y que tuvo una insignifican-te presencia en el gobierno de Jorge Serrano a principios de la década de 1990, aunque mejor situado en este gobierno, no parece definir la disyuntiva de los posibles efectos de su agenda reformista contra la resistencia histórica del gran empresariado, de invertir en el Estado y construir una base social que se movilice en respaldo a su proyecto.

La socialdemocracia no es anticapita-lista, es pro empresarial y busca la reconci-liación práctica e institucional de la sociedad y el individuo, del interés colectivo y el inte-rés individual, del Estado y el mercado, de la libertad y la igualdad. En resumen, es un proyecto que pretendería sentar las bases de un Estado que sea palanca de la redistribu-ción del ingreso, que incremente los recursos para invertir en salud y educación, así como en servicios públicos básicos para la mayoría de la población.

Los programas sociales de este gobier-no apuntan precisamente a la inversión en los municipios más pobres del país, escogidos sobre la base de estudios de gobiernos ante-riores e instituciones internacionales como el Programa de Naciones Unidas para el Desa-rrollo (PNUD). Según informaciones de ejecu-ción gubernamentales, se puede concluir que

época en la que el Estado y el interés general o colectivo ocuparán un lugar prominente.

Los primeros signos evidentes de la cri-sis en el país y en Centroamérica, cuyas prin-cipales relaciones económicas y comerciales son con Estados Unidos, apuntan igualmente a la reducción del empleo, la disminución de los ingresos de los trabajadores y la pérdida de su poder adquisitivo. En Guatemala, las exportaciones de los principales productos tradicionales han mermado al igual que las remesas. El turismo se ha resentido y los in-dicadores en la construcción e industria textil continúan a la baja.

La crisis también abre la puerta para un replanteamiento del modelo de desarrollo nacional. Las antinomias Estado-mercado y

exportación-importación dirimían la orienta-ción del modelo económico. Es el momento de ser audaces y liberarse de las ataduras que otrora impusieron las instituciones finan-cieras internacionales respecto del déficit fis-cal y el manejo de la deuda, entre otros. La crisis ha revivido el debate sobre el papel del Estado y la perspectiva de rescatar su rol re-gulador. En esa dimensión, es mérito del ac-tual Gobierno haber revivido este debate en la promoción del desarrollo, y encaminar sus esfuerzos para fortalecerlo en su capacidad de ejecución de políticas sociales.

* Documento de carácter institucional, aprobado por el Consejo Académico de FLACSO-Guatemala

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la selección de la población beneficiaria no ha sido hecha con criterios político partida-rios que involucren sólo a los municipios go-bernados por alcaldes del partido oficial, por ejemplo, aunque no pueda excluirse la idea de una tentación clientelar en la aplicación de dichos programas.

La mayoría de grupos que parecen he-gemonizar en el Gobierno tras el desplaza-miento de algunos sectores vinculados con intereses de grupos innombrables, tienen po-sibilidades de converger tras dicho proyecto. La pregunta en este caso es: ¿Cuánta capa-cidad de convocatoria tienen estos grupos en el Gobierno para construir sinergias y poder movilizar base social para apoyar el progra-ma oficial?

El balance del primer año de gestión gu-bernamental, en comparación con las pasa-das y recientes administraciones, parece te-ner menos heterogeneidades, menos luchas internas y menos exposición del Presidente en ellas, aunque éstas no han estado ausen-tes ni tampoco pueda despreciarse que las tempranas fracturas partidarias le estén sig-nificando una perspectiva complicada, espe-cialmente en su relación con el Congreso de la República.

Las grandes responsabilidades del Congreso y sus diputados

El mapa del Congreso se ha modificado. El transfuguismo y las rupturas en el interior de las bancadas han marcado la breve historia

de esta legislatura (como siempre). En contraste, también ha sido el espacio en donde la negociación y la transacción de intereses y propuestas han logrado alcan-zar acuerdos sobre leyes fundamentales que allanaron el camino para la goberna-bilidad. Y es que, pese a las divisiones y a la reducción de la bancada del parti-do oficial, hasta ahora parece haber una acumulación de diputados dispuestos a apoyar el programa social del gobierno actual, en algunos casos, a partir de ne-gociaciones que comprometen diversos niveles de recursos y cuotas de poder.

Varias son las leyes de importancia capital que se debatirán en el año 2009. Al analizar cada una de las insuficiencias en los temas de desarrollo (educación, salud, infraestructura, vivienda, segu-ridad, justicia servicios a la niñez, aten-ción a la mujer, equidad y acceso de los pueblos indígenas), todos los caminos nos llevan al tema fiscal y tributario. Un problema que ha quedado al margen (por desgracia) en todos los gobiernos del pe-ríodo democrático, cerrando el paso a la lucha contra la exclusión, la pobreza y la

desigualdad. Si el foco de atención es la pobreza,

aunque la pobreza urbana es significativa en la ciudad de Guatemala, es el rezago en cier-tas regiones del área rural lo que impacta por su profundidad, en cuyo territorio las pobla-ciones indígenas son mayoritarias e históri-camente, han sufrido de discrimina-ción, marginalidad y exclusión.

Por otra parte está la necesi-dad de fortalecer la administración pública, y en particular, de evitar los desmanes que cada cuatro años los nuevos gobiernos hacen con los mejores cuadros técnicos de las instituciones del Estado. Ello hace imperiosa la creación de la carrera del servicio civil, introduciendo nor-mas impersonales y la meritocracia como criterio de escalafón.

En las manos del Congreso se encuentran las leyes de la Reforma Fiscal para avanzar en la superación del problema endémico del Estado: la debilidad financiera; la Reforma de la Ley de Servicio Civil para ga-rantizar la estabilidad y fortalecer la eficacia del Estado en el alcance de los objetivos constitucionales; la tercera generación de reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, y la decisiva Ley del Desarrollo Ru-ral para afrontar el problema agrario de nuestro país, origen del atraso y

las desigualdades que nos caracterizan. ¿Es-tará el Congreso dando lugar al surgimiento de una clase política consciente del interés general y con autonomía relativa de los pode-res fácticos?

Sus otras funciones requieren de mayor atención y apoyo de la Junta Directiva y los jefes de bancada, es decir, las funciones de fiscalización a la administración del Gobier-no y el debate sobre los grandes temas de la vida nacional. Además, hace falta que se consolide una oposición constructiva, no do-minada por los réditos políticos o las recom-pensas mediáticas.

Los poderes económicos y las políticas sociales

Una de las mayores dificultades de esta ad-ministración gubernamental está, indudable-mente, en la oposición de grupos empresa-riales poderosos, amenazados (se supone) por las intenciones de reducir las brechas socioeconómicas que colocan a Guatemala como uno de los países más desiguales del continente americano.

Hasta ahora han sido evidentes los es-fuerzos gubernamentales para no polarizar sus relaciones con el sector empresarial, sin embargo éstos se están tornando en esfuer-zos fallidos. La apuesta ha sido no provocar conflictividad y evitar repetir la experiencia

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de los anteriores gobiernos que fracasaron, entre otras razones, por el embate de la opo-sición desatada por dichos sectores, quienes usaron todos los medios a su disposición, desde la desinversión hasta la conspiración, pasando por la oposición mediática sin tre-gua y sistemática.

En la historia reciente, cualquier fuerza política, sea de izquierda o de derecha, que se ha alejado de los intereses inmediatos de las élites económicas, se enfrenta a una opo-sición que pasa por la guerra de los medios de comunicación, la conspiración y los inten-tos de golpe de Estado.

Desde hace ya más de dos décadas, en el contexto de la democratización y posterior-mente, con el proceso de paz, en Guatemala se viene hablando de enfrentar los grandes rezagos y superar los bajos niveles de desarrollo humano que padecen las guatemalte-cas y guatemaltecos, sobre todo en el área rural. Esta es una oportunidad para hacer-lo, como parte de la estra-tegia para enfrentar la crisis económica que viene desde los países desarrollados. No obstante, frente a la crisis no sólo se necesita responder a los efectos inmediatos y con-cebir respuestas de corto pla-zo. Se necesita liderazgo y capacidad de conducción, en el marco de una racionalidad y visión estratégica.

Este es el momento para visiones de Estado que priori-cen el bien común. Es funda-mental elaborar políticas que, con horizonte de largo plazo, respondan inmediatamente a la problemática del desempleo, la baja en la inversión y la des-aceleración económica. No cabe duda que hay que poner en práctica diversas acciones de ayuda y asistencia a la población más vul-nerable, fomentando la responsabilidad y la ética de trabajo.

Los componentes del programa de Co-hesión Social (bolsa solidaria, escuelas abier-tas, comedores solidarios y las transferencias condicionadas o “mi familia progresa”), deben estar enmarcados en otras políticas para que sus efectos sean duraderos (desarrollo rural, democratización del crédito, generación de empleo, reformas profundas a los sistemas de salud, educación y definición de priori-dades de inversión en infraestructura, entre otros).

No podemos cerrar los ojos e ignorar que el programa de Cohesión Social del Go-bierno responde a una necesidad, al hecho que hay grandes segmentos de la población

rural sin los satisfactores básicos, habitando en una multitud de municipios abandonados por el Estado y, por lo tanto, sin oportunida-des para desarrollarse. Las políticas sociales ejecutadas en los municipios más pobres ex-presan la conciencia de esta problemática y la solidaridad indispensable en una Nación. Son encomiables los objetivos de fortaleci-miento del tejido social, de compromiso de la población en su propio bienestar y desarrollo, de crear confianza reciproca, de incrementar las relaciones de cooperación en la sociedad, y entre la sociedad y el Estado.

Las políticas sociales son trascenden-tes si buscan el bienestar integral en el mar-co de una estrategia global que fortalezca la capacidad productiva, la competitividad en el mercado internacional, y la promoción del

crecimiento económico. Sólo la intervención consciente y planificada del Estado, y en par-ticular, la dirigida a proteger a los sectores más vulnerables, es capaz de articular un modelo de desarrollo nacional.

Las políticas sociales son efectivas si forman parte de una estrategia de desarrollo integral que evite la improvisación, la falta de transparencia, y que no se reduzca a la pobre lógica asistencialista.

Para estos novedosos programas se presenta la gran oportunidad de modificar el paradigma de la confección sectorial de las políticas públicas, por otro incluyente que in-volucre la participación social en su diseño y ejecución, a partir de procesos formativos, pero que también los hagan transitar de los límites asistencialistas hacia programas que ataquen las raíces estructurales de las pro-blemáticas sociales.

Las políticas sociales deben poner par-ticular atención a los pueblos indígenas cuya

representación y presencia en las dinámicas institucionales continúa relegada. Esta incor-poración con respeto a su cultura, a sus de-mandas, a su capacidad de autogestión y li-derazgo, es fundamental para la construcción de una nación distinta.

Otra de las perspectivas que podría apuntar a dicha trascendencia sobre el sta-tu quo estructural es el impulso de políticas de desarrollo rural, y el consensuado proyec-to de Ley de Desarrollo Rural Integral, que lamentablemente no se ha visto reflejada en el programa PRORURAL, ni en quienes condu-cen las políticas agrarias y rurales. Además, la ejecución de las políticas sociales dirigi-das al fortalecimiento de la cohesión social en el marco de la institucionalidad del Estado y sus leyes de funcionamiento, respetando

los principios que ha-cen eficiente y eficaz a la burocracia del Es-tado, pueden aportar al fortalecimiento insti-tucional. Su puesta en práctica debe ser ante todo transparente, y para ello, responder a los mecanismos esta-tales de rendimiento de cuentas. En ese senti-do, es valioso el anun-cio respecto del inicio de las evaluaciones de los programas sociales de gobierno por parte de una institución mexi-cana, con los auspicios del Banco Interamerica-no de Desarrollo (BID) aunque es de lamentar que ello no haya pasa-

do por una convocatoria nacional e interna-cional, que permita desarrollar nuestras pro-pias competencias.

El clamor por la seguridad y las raíces profundas de la

violencia

El grave problema de seguridad ciudadana sigue lejos de resolverse, y es el principal desafío del actual gobierno como lo ha sido para los gobiernos anteriores, desde la tran-sición de la guerra a la paz. El tema es com-plejo porque a las causas socioeconómicas e institucionales, hay que agregar las de origen político.

Si observamos correctamente, las cau-sas sociales indican que no basta la respuesta represiva, policíaca. Las políticas más efecti-vas de seguridad a mediano y largo plazo son

Foto: Diario de Centro América

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el crecimiento económico, el desarrollo social y el fortalecimiento institucional, que permitan a la mayoría de la población que está en con-diciones de pobreza y pobreza extrema, salir de esa situación y que proporcionen oportu-nidades a las y los jóvenes (la mayor parte de las víctimas) para su desarrollo económi-co, laboral, social, cultural y educativo. Las políticas orientadas a fortalecer la seguridad deben poner especial atención a los grupos vulnerables, especialmente a los dramáticos índices criminales contra las mujeres.

En la problemática de la inseguridad ciu-dadana encontramos indicios de actos deli-berados y de alto impacto con fines políticos, que pretenderían deslegitimar la institucio-nalidad gubernamental, erosionar su imagen y su legitimidad. No se puede descartar la existencia de acciones dirigidas a alimentar la percepción de violencia fuera de control, orientadas a magnificarla a través de algunos medios de comunica-ción, en una sociedad históricamente domi-nada por el miedo.

La inseguridad ciudadana demanda acciones represivas, pero fundamental-mente preventivas, orientadas por un efi-caz aparato de inteli-gencia civil al servicio del Estado.

Urge iniciar diá-logos y negociaciones que conduzcan a un gran acuerdo nacional que incluya a todos los sectores, y que considere la discusión y construcción de po-líticas de Estado que afronten dicha proble-mática.

Por desgracia, la seguridad distrae recursos que de otro modo, estarían dedica-dos a otras necesidades imperiosas. Pero la seguridad es prioritaria. Hay que invertir más en seguridad, eso significa: más policías, más inteligencia civil, más recursos materiales. Se necesita el fortalecimiento institucional de las fuerzas de seguridad, garantizar la lealtad del Estado y combatir la corrupción. Lamentable-mente la realidad es otra… en su primer año al frente de la administración del Estado, este gobierno no ha mostrado mucha eficacia en proporcionar este anhelado bien público.

Para avanzar ante la problemática de seguridad hay que desterrar la “limpieza so-cial”, como una de las prácticas que alimenta la cultura de violencia e impunidad y es, entre otras lacras, un legado de la lucha contrain-

surgente y el enfrentamiento armado. Es en este contexto que debe entenderse el fenó-meno de los linchamientos, alimentados por el miedo y por la cultura de impunidad. Esta sociedad tiene un déficit enorme con la ver-dad, la justicia y la salud mental por los da-ños que dejó el holocausto, uno de los más dramáticos de la historia reciente de América Latina. A diez años de haberse conocido el informe de la Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH) poco es lo que se ha avanza-do para darle cumplimiento a sus recomen-daciones.

Políticas de desarrollo y bienestar co-lectivo son los únicos antídotos a largo plazo para erradicar determinadas expresiones de violencia, ante las cuales resulta contrapro-ducente y estéril, el uso exclusivo de la fuerza represiva del Estado sin agotar los mecanis-mos de diálogo y negociación.

Todas las políticas deben enmarcarse

en las leyes, ya sean sociales, de desarrollo productivo o de seguridad. Esa es la vía para evitar los excesos de la arbitrariedad auto-ritaria y la corrupción endémica de Estados patrimoniales o semipatrimoniales, así como también constituye la única vía para construir una sociedad moderna.

Por ello, la participación del ejército de Guatemala en las labores de seguridad y en la lucha contra el crimen organizado debe en-marcarse en las leyes, y en los Acuerdos de Paz, ahora traducidos en ley, pues no debe olvidarse que el espíritu de estos últimos pro-mueve el fortalecimiento de las instituciones civiles del Estado, por lo que las funciones del Ejército están bien establecidas y su pa-pel está subordinado al poder civil.

La seguridad ciudadana está íntimamen-te relacionada al fortalecimiento del Estado de Derecho, en cuyo ámbito, la institucionalidad

Foto Diario de Centro América

jurídica sigue mostrando grandes debilidades desde las deficiencias en la investigación pe-nal hasta la incapacidad de dar cumplimiento a los procesos eleccionarios del organismo judicial, pasando por el reiterado retardo en la aplicación de la justicia. Hay que recono-cer que aún sigue siendo mínima la propor-ción de casos resueltos en relación con los procesos penales iniciados. Por ello se debe apoyar a la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) pues consti-tuye un aliciente y una oportunidad para hacer que sus acciones se traduzcan en procesos de transformación y cambios irreversibles en la dimensión de la justicia en nuestro país.

Las oportunidades de la política inter-nacional para enfrentar la crisis y evidenciar solidaridad

El mapa político en Sudamérica ha va-riado en las últimas décadas. Las políticas neoliberales promotoras de la reducción del

Estado y de su rol regu-lador, así como el privile-gio del mercado y el pa-radigma del crecimiento económico, traducido en endeudamiento y pobre-za, generó amplias opo-siciones y la emergencia de fuerzas políticas de izquierda con diversos matices, que alcanzaron el ejercicio de gobierno por la vía electoral y de-mocrática.

Este nuevo mapa basado en la búsqueda y construcción de nue-vos paradigmas que re-toman el rol del Estado y el bienestar social, ha abierto a la vez el para-digma de la integración, un proceso que igual-

mente debe ser concebido sobre la base del equilibrio ante las diferencias.

El fortalecimiento de los lazos político-di-plomáticos y de cooperación hacia Sudaméri-ca es insoslayable y necesario. Los vínculos estrechos con los gobiernos de Brasil y Chile, así como el pragmatismo en las relaciones con Estados Unidos, impuesto por nuestra posición geopolítica tan cercana a su área de influencia estratégica, parece una política coherente en la gestión del actual Gobierno, que muy probablemente se verá beneficiada con el cambio de mando en la Casa Blanca. Mientras que su prudencia pública en las re-laciones con Cuba y Venezuela es igualmen-te razonable, en la medida en que la polari-zación en las relaciones y en la retórica entre el gobierno de Estados Unidos, e incluso, la Unión Europea y estos gobiernos, vemos que

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Foto: Luis Alejandro de León Soto

involucra presiones y condicionamientos. La independencia y soberanía, sin embargo, no pueden transigir ante el embargo o políticas intervencionistas, impulsadas por sectores más radicales del conservadurismo estado-unidense. Al respecto, el cierre de la prisión de Guantánamo ordenado por el presidente Barak Obama, como parte de sus primeras acciones tras haber asumido el cargo, consti-tuye un aliciente.

En ese sentido, la solidaridad debe ex-presarse especialmente hoy, contra las vio-laciones al derecho humanitario del pueblo palestino civil y desarmado, víctima de bom-bardeos y ataques militares indiscriminados por parte de Israel. Guatemala debe sumarse al concierto mundial por el cese al fuego du-radero y el inicio inmediato de los esfuerzos por el diálogo, la negociación, la paz y el re-sarcimiento a las víctimas.

La voluntad de llevar la disputa con Be-lice a la Corte Internacional, y convocar a la consulta popular para el segundo año de Go-bierno, muestra el realismo de la política ex-terior y su vocación centroamericanista, pues la pertenencia de Belice a la comunidad de Centroamérica y a sus instituciones, como el SICA, allana el camino a la resolución del di-ferendo. En la actual correlación de fuerzas regional y mundial esa es la única vía para dejar de lado una disputa que nos hace per-der oportunidades de desarrollo y nos aísla respecto del Caribe y los países de la comu-nidad anglosajona.

La integración centroamericana constitu-ye igualmente, la llave para enfrentar la crisis: a los procesos económicos de las grandes empresas industriales, comerciales y finan-cieras, debe sumársele la integración econó-mica, política y social de los pueblos, en un máximo aprovechamiento de la diversidad y las diferentes potencialidades de intercambio

que enriquezcan la capacidad de rela-cionarse en mejores condiciones con los países y bloques del concierto internacio-nal.

La crisis econó-mica mundial también impacta la dimensión social que tiene la cooperación interna-cional y su reducción lamentablemente se constituye en otro factor que agudiza las condiciones de las poblaciones más pobres.

Enfrentar la crisis: un

compromiso de todos

Para que la crisis se traduzca en oportunidad no basta con la insoslayable y principal res-ponsabilidad de quienes dirigen los destinos políticos del Estado. Es igualmente imperioso que la sociedad en su conjunto, sus organi-zaciones y liderazgos, se comprometan en la búsqueda de soluciones, en el aporte al debate y al diálogo, armados de un espíritu abierto para ceder y no sólo para vencer con sus propios argumentos.

La Guatemala de hoy logró cerrar un capítulo de horror por la guerra que victimizó a civiles des-armados principalmente. Entre sus secuelas aún padecemos polariza-ción y múltiples divisiones políticas, sectoriales, intersectoriales, inclu-sive, de liderazgo y personales.

Durante las últimas décadas el diálogo ha proliferado, pero sus resultados en proyectos de Nación siguen siendo débiles e infructuo-sos. Esta crisis presenta la oportu-nidad de buscar un nuevo acuerdo nacional que dé sentido a los nue-vos paradigmas y los traduzca en políticas de Estado.

En este proceso, mucho tie-nen que decir las organizaciones y movimientos sociales, cuyos hitos a lo largo de la historia demandan nuevos esfuerzos y pasan por la búsqueda de encuentros en una visión que vaya más allá de los in-tereses sectoriales, de tendencias o liderazgos, que permitan cons-truir la unidad.

Foto: Hugo Leonel de León P.

El no retorno al pasado

Cuando sobrevino la gran depresión de la dé-cada de 1930, en el siglo pasado, la dictadura de Jorge Ubico condujo al país con mano fé-rrea, por el camino de la austeridad y la disci-plina autoritaria. El país se congeló y empezó a vivir su siglo XIX hasta el año 1944, cuando generaciones jóvenes quisieron poner al día al país y construir una sociedad en armonía con los valores democráticos e igualitarios de la época. La postergación de aquel anhelo dio lugar a una explosión revolucionaria.

Algunos sectores quisieran editar la sali-da que Ubico le dio a la crisis, cuyas posturas salieron a relucir en el proceso de aprobación de la Ley del Presupuesto General de Ingre-sos y Egresos de la Nación de 2009, y que se traducen en las demandas para apretar el cinturón de los pobres y concentrarse en crear un muro de protección para los privile-giados y mejor guarnecidos.

Ante la crisis que vive el mundo en la ac-tualidad, y que repercute de manera dramáti-ca sobre los pueblos, es importante preservar la economía y proteger el empleo y el salario, pero básicamente, es significativo atender las necesidades y propiciar las oportunida-des de los sectores más desposeídos, con un profundo sentido social y humano.

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El Seminario 2020, convocado en julio de 2008, para construir participativa-mente los lineamientos y visiones estratégicas de FLACSO-Guatemala cul-

minó exitosamente. Al considerarse la importancia de la coyuntura mundial, regional y nacional, que demandan de la Facultad un ejercicio continuado de reflexión y debate, entre las principales conclusiones del seminario destaca la necesidad de fortalecer la institucionalidad y su trascendencia en la dinámica nacional, desarrollar sus capacidades académicas y diversificar e intensificar la gestión de cooperación y de alianzas. En este último aspecto se destacó la im-portancia de dar vigencia al compromiso del Estado, signado en el decreto ley del acuerdo sede de FLACSO-Guatemala (Decreto 96-87), y en los decretos gu-bernativos relativos con el funcionamiento de la Facultad, dándole seguimiento a las negociaciones para ser incluidos en el proyecto de ley del presupuesto con los ministerios de Relaciones Exteriores y de Finanzas, así como con la Comisión de Finanzas y Moneda del Congreso de la República.

CULMINA SEMINARIO 2020 conCIENCIA social para enfrentar los retos del siglo XXI

La red de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO, acaba de ser no-minada por la prestigiosa revista Foreign Policy como el segundo centro de pensamiento más importante de América Latina entre un total de 538 organizaciones catastradas en la región.El informe The Think Thank Index es el resultado del estudio Global Go To Think Tanks.The Leading Public Policy Research Organizations in the World realizado por un equipo de investigadores dirigidos desde la Universidad de Pennsylvania y Villanova Uni-versity, contó además con el aporte de académicos de Harvard College y la Universidad de Oxford.

FLACSO ocupa segundo lugar en ranking de centros de estudio de América Latina

Top 5 Think Tanks in Latin America and the Caribbean 1. Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (Argentina) 2. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales 3. Libertad y Desarrollo (Chile) 4. Centro de Estudios Públicos (Chile) 5. Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Creci miento (Argentina)

Desde julio del 2007, la Librería de Cien-cias Sociales cuenta con un nuevo espacio de venta en la que ha incorporado a otras editoriales nacionales y extranjeras, y ha ampliado su función comercial a actividades culturales con la presentación de muestras pictóricas, foros, presentaciones editoria-les, y muestras de cine. Para este año se ha programado la instalación permanente de una galería de arte y fotografía.

La Librería de Ciencias Sociales aspira, además, a convertirse en el “HOGAR del

LIBRO NACIONAL”.

NUEVO ESPACIO CULTURAL DE LA LIBRERÍA DE CIENCIAS SOCIALES

PRONTO, NUEVA PUBLICACIÓN DEL ÁREA DE ESTUDIOS DE POBREZA

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