DIBUOTHECA CLASSICA OSSERVATIONI DELIA LINGUA … Blanch Mirand… · emperador Carlos,2 nacido en...

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-. CENTRO DE UNGÜÍSTICA HISPÁNICA DIBUOTHECA CLASSICA INSTITUID DE JNVESTIGACIONES F1LOLÓGICAS GIOVANNI MIRANDA OSSERVATIONI DELIA LINGUA CASTIGUANA EDICIÓN Y ESTUDIO DE Juan M. Lope Blanch UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO MF..XICO , 1998 .;;.z. lbeds. • . JI li1J.SUf E Sl!u.MI::-:1€ ·mnHUt

Transcript of DIBUOTHECA CLASSICA OSSERVATIONI DELIA LINGUA … Blanch Mirand… · emperador Carlos,2 nacido en...

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CENTRO DE UNGÜÍSTICA HISPÁNICA DIBUOTHECA CLASSICA

INSTITUID DE JNVESTIGACIONES F1LOLÓGICAS

GIOVANNI MIRANDA

OSSERVATIONI DELIA

LINGUA CASTIGUANA

EDICIÓN Y ESTUDIO DE

Juan M. Lope Blanch

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO MF..XICO, 1998

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JI li1J.SUf E ~;:.-:~~.\1U~E Sl!u.MI::-:1€ ·mnHUt

Primera· edición facsimilar: 1998

D.R ©Universidad Nacional Autónoma de México Ciudad Universitaria, 04510, México, D.F.

INSTITUTO DE b;vESTIGAOONES FILOLÓGICAS

Impreso y hecho en México

ISBN: 968-36-7338-4

PRÓLOGO

Uno de los propósitos que impuls.aron a Nebrija a escribir su Gramática de la lengua castellana1 fue el de facilitar la enseñanza de este idioma a pueblos hablantes de otras lenguas. Así lo declara expresamente en el "Prólogo" con que dedicaba su libro a la reina lsabd: "el tercero pro­vecho deste mi trabajo puede ser aquel que, cuando en Salamanca di la muestra de aquesta obra a vuestra real Majestad, i me preguntó que para qué podía aprovechar, el mui reverendo padre Obispo de Avila me arrebató 1~ respuesta; i respondiendo por mí, dixo que después que vuestra Alteza metiesse debaxo de su iugo muchos pueblos bárba­ros i naciones de peregrinas lenguas, i con el vencimiento aquéllas ter­oían necessidad de recebir las lcies que el vencedor pone al vencido, i con ellas nuestra lengua, entonces por esta mi Arte podrían venir en el conocimiento della. .. 1 cierto assí es que no solamente los enemig-os de nuestra fe ... mas los vizcaínos, navarros, franceses, italianos i codos los otros que tienen algún trato i conversación en España i necessidad de nuestra lengua, si no vienen desde niños a la deprender por uso, po­drán la más aína saber por esta mi obra" (pp. 16-17).

De esta manera el libro de Nebrija marca, a un mismo tiempo, el nacimiento de la gramática de la lengua española y el de lo que hoy hemos dado en llamar lingiiistica ap!Uada a la enseñanza de idiomas ex­tranjeros. Se diría que, en este último sector, Nebrija se apresuraba a dar paso a una de las características del movimiento renacentista. Con el Renacimiento, en efecto, acaban de levantarse las barreras que ha­bían mantenido separadas unas de otras a las naciones de Europa du­rante la mayor parte de la Edad Media. Aumentan notablemente los viajes internacionales y se resquebrajan las fronteras politicas. El inter-

1 Salamanca, 14-92.- Haré aquí Las citas de esta obra por la cdici6n de Antonio Quilis, }v{adrid, Cultura Hispánica, 1992.

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cambio de conocimientos se intensifica, y surge vigoroso el deseo -o, más bien, la necesidad-- de conocer y hablar las lenguas de otras na­ciones. La española será estudiada asiduamente en los países con que España mantuvo más intensas relaciones políticas y culturales, en espe­cial con los Países Bajos, con Italia, Francia, Inglaterra y Alemania.

C ronológicamente fue en Flandes donde se inició el estudio grama­tical del idioma castellano, y ello se debió, en buena medida, a la sen­sibilidad del famoso impresor de Lovaina Bartolomé Gravio, quien res­pondió al interés de los flamencos por conocer la lengua adoptiva del emperador Carlos,2 nacido en Gante y educado en los Países Bajos, donde residió hasta los l 7 años, cuando viajó a España para ser coro­nado monarca en 15 17. Él fue uno de los primeros flamencos que tuvo que aprender la lengua castellana como idioma extranjero, y no con el auxilio de obras gramaticales, sino por uso cotidiano, como basta en­tonces siempre se bahía hecho. Pero Bartolomé Gravio abrió las puer­tas de su taller a la impresión de gramáticas de lenguas extranjeras, y en particular de la castellana: en 1555 publicó la Vtil y breve instilutiun para aprender... la leng.m. Hespaifula, y apenas cuatro años después, en 1559, la Gramatica de la lengua uulgar de Espoiíll. Algo habremos de decir sobre ellas más adelante.

Simultáneamente, pero ahora en Amberes, se prestaba atención edi­torial a la lengua española: En 1558, Gabriel Meurier publicaba las breves Conivgaisons, regks, et instructi.ons. .. pozu. .. apprerul.re FranfOU, lta/im, Espagno~ & Flamm, cuya modesta pretensión era, simplemente, la de

·z Según lo atestígua d Licenciado Villalón en el "Prohcmio" de su Granuili&a, don­de se refiere al éxi ID que tenía la lengua española en Flandes, Italia, Inglaterra y Ale­mania, y anota "que se presume que sea alguna parte de causa ver que: d nuestro f.mperador Carlos se precia de Español natural", por lo que tras la batalla de Lansgravc "vinieron todas las Señoñas y prin9pados de Alemania a ~ le .s.ubjetar y obcdec;er: y a demandarle pcrdon. Y todos le hablauan en español: avnque parcr;c que era algo por le complazcr".- Los intereses editoriales de Gravio eran muy amplios y generosos: el mismo año en que imprimió la Vtil y breue institution, sacó a la luz otro manual destinado a la enseñanza del italiano a los franceses. Se trata de la obra de Alberto de gl' Acharisi Daccnto, lA GrammnJica uolgan / lA Gramrr.ain de M Albert de la Charisi Dacento, tournóe de Tuscan en Fran'iOis. Lovanij, Ex Officina Bartholomci

Grauij, 1555.

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VII

facilitar la comunicación indispensable entre los diversos comerciantes que en ese gran puerto llevaban a cabo "i loro negotij" sirviéndose de esas lenguas vulgares. Pero también en Amberes y en ese mismo año de 1558, publicó el Licenciado Villalón, "en casa de Guillermo Simón", su también breve, mas excelente, Gramática castellana, que contiene algu­nos principios teóricos muy valiosos, y de cuya relación con las Osser­ualii?ni hablaremos más adelante.

Si, desde el punto de vista cronológico, fue en los Países Bajos donde comenzó a enseñarse nuestro idioma como lengua extranjera, habría de ser en Italia donde su estudio empezara a hacerse de manera sistemá­tica y rigurosa. Ya Nebrija había pensado precisamente en los italianos como parte de los destinatarios de su gramática {cf. supra). Y ya Juan de Valdés había dado testimonio directo del interés que la lengua española despertaba en Italia; sus conocidas palabras son inequívocas: "ya en Italia assi entre damas como entre cavalleros se tiene por gentileza y galania saber hablar en castellano".3 Lo cual exigía la aparición de tra­tados gramaticales orientados a facilitar el aprendizaje del español. Creo que fueron las Osservatiom de Giovanni Miranda, que aquí reim­primo ahora, la obra capital de esa actividad docente, no sólo en la Italia del siglo XVI, sino en los demás países de Europa. Miranda con­taba ya en Italia con algunos precursores en su labor lingüística de di­versa calidad e importancia, en especial con la obra de Giovanni Mario Alessandri d'Urbino. En rigor, no cabría incluir entre ellos d famoso Didlogo de la lmguo. de Juan de Valdés, por no tratarse de un verdadero código gramatical, nci obstante los valiosos comentarios y reflexiones sobre el idioma castellano del gran humanista y reformador.+ Tampoco

3 Diáb>go, p. 5.- Sobre el éxiro de la lengua española en la Iralia renacentista y su influencia en el léxico del idioma toscano proporciona interesantes testimonios Benedetto Croce en su libro sobre España e Italia, pp. 137-141. Entre ellos, el hecho de que: " la lengua española estaba tan difundida en Italia, que los embajadores em­pleaban intérpretes para hablar ante el senado vcncci:mo, y los españoles no" (p. 110).

(En oodos los casos de referencias bibliogcificas, rem.ioo allcx:oor a la Bibliq,rafol inclui­da al fin de este prólogo).

1 Al enorme interés y panicular valor del Diálogo como testimonio del estado de lengua en que se hallaba el castellano durante la primem mitad del siglo XVI me he

JU \ N" M. LoPE 9L\N"CH

VID al . . de Francisco Delicado y Alfonso de Ulloa alcanzan .to SJg-

los escntos , . ambos -pnmera-'fi ado dentro de ese proceso pedagogico, ya q~e. . .

ru IC . . Ull - se limitaron a proporoo-Delicad.o }' en su segmrruento oa . .

mente li · tas en castellano nar a los lectores italianos_ de las obras_ ter1 anLaas ~:~tina- las obser-

11 d . . en Italia --en pa.rtlcu ar que e os e 1taron . · , fi · ti ca del alfabe-. . ara la buena mterpretaclOn one . vactone~ nlec~~:nq:: éste difería del italiano, así como para la meJOr to espano e al b · articulares cas­. , de un buen número de p a ras o g¡ros p comprensiOn . ali 5 tcllanos que podrían resultar oscuros para los Jt anos. 'al d Alessan-

. d ecursores -en espea e Con base en los escntos e sus pr . N bri'a aun Vu1alón, según más adelante veremos-- or-

dn, Dolce, e ~ y , . 'tal española que -como acabo de se-~niz6 Miranda su gramátlca 1 o- ' - 1 d ~-al- ...,,e parece la obra capital de la enseñanza del espano en to. a n ar- .,. 0 . . ' COlO

Europa durante los Siglos de Oro de ;uestr~t le~ar!~':o~ quie~ cicle con la más autorizada de la Pr:'. esora _ana a ~·eros más Mirand fue "el autor de la gramanca espanola par ~ . . a te de la historia lingüística europea" (Daios, P· 13). Graaas a tmpo~d méritos filológicos su influencia se dejó sentir durante sus VtrtU. es y . o indire~tamente, en la casi totalidad de las mucho nempo, directa.

1 - del español como lengua

obras gramaticales desonadas a a ensenanza

extranjera.

* * * * "!

· b del autor de tan importante ~iu oco es lo que sabemos, sm em argo, ,

y p . d '1 lib o documentos de su epoca. Sabemos, obra. Nada se dice e e en ros . , porque él mismo lo dedara,G que era español, pero Ignoramos que re-

·¡ uc a sendas ediciones de la obra de referido ya, biCVemente, ~ 1~ d~ pro

0~ ~do. uno en 1966, para la Editorial Valdés he tenido oportumdad de hacer en la ~torial Castalia, de :Madrid, ambos en Porrúa, de México, y otro en 1969, para

colecciones populares de divu~ación culdtu~ tudiadas por Lidio Nieto en su 3 Formas léxicas que han Sldo rcpro uc as y es

. d Rrol · Esl>nilo!a sobre Ulloa. articulo de la R.erula e og¡a r-· . . . d su cai1ll A • ld!Dri, esto es, a

6 "lo sono uscito di SpagnaD, _co_r~uenz.:; dto~oo :Cn "nostro Idioma ... la lingua " uoi Italia ni" , a quienes desea Jacilu:ar_ e. cstu Spagnuola" . (Oc..-dicatoña al Duque de Urbtno).

IX

gión de España había sido asiento de su cuna. Sabemos también que pasó buena parte de su vida en Italia, al menos el tiempo necesario para llegar a conocer a fondo la lengua toscana. Puede asegurarse que se hallaba en Venecia al menos desde 1562, año en que se publicó allá su traducción al italiano de un libro de c.aballerias español, el Poiismán.1 Y que en esa ciudad se encontraba en 1570, "fecha de la dedicatoria firmada por Miranda con la que apareció en Venecia un texto científi­co español titulado Dos libros de Cosmograpi!Ül", de Gerónirno Girava Tarragonés, cosmógrafo de Carlos V.8 Pero esa fecha inicial de 1562 podría adelantarse al menos hasta 1552, de acuerdo con las indagacio­nes hechas al respecto por Maria Carreras, en cuyo estudio sobre la biobibliografia de Miranda se encuentran prácticamente todas las noti­cias disponibles acerca de nuestro autor. De acuerdo con las cuales cabe deducir que Miranda era un hombre culto, "que conocía el italia­no casi a la perfección [además dd latín, el griego y el alemán] y que había leído parte de las obras literarias de la época en su lengua origi­nal" ... asi como que conocía bien " las gramáticas latinas, italianas y española.~ más significativas" (Datos, p. 22). Su relación personal con personajes italianos de aquella época -nobles, intelectuales y pTela­dos-- y con embajadores y secretarios españoles permite a Maria Ca­rreras suponer que «Ñfiranda llegó a Venecia con el séquito de algún embajador, en calidad de intérprete tal vez, y probablemente también como espía", probabilidad esta última que lo emparejaría de algún modo con Quevedo, al menos en lo que al dominio de la lengua italia­na se refiere y a sus andanzas por Venecia.

Si de su vida han quedado pocas huellas, algunas más sobre sus obras han llegado hasta nosotros. Ante todo, sobre sus magníficas OssmJaiúmi, de las que, sólo durante la segunda mitad del siglo XVI, se han conservado nueve impresiones: De la primera edición, a partir de la prinups, de I 566, "apresso Gabriel Giolito de ' Ferrari", se hicieron reimpresiones ~iernpre en Venecia- en 1567, 1568 y 1569, y des-

7 Historia dtd Mlooso au:al!Ur Polisman ... Nuevamente tradotta dclla lingua spagnol.a dalla italiana de M. Giovanni .Mirnnda. Venecia, Aprcsso Lucio Spineda, 1562.

R Cf. Carreras, .DatJJs, pp. 9-1 O.

X J U.-J< M. LoPE BLANCII

. . 1583 --como "Nuevamente corretta, ués rras un breve parenteslS, en . . .. , p . , " b.. Venen'" "apresso 1 Gmlill , o sea, los & nstampara pero tam ten en ~-.

herederos del ilustre Gabriel Giolito-, y en seguida las d_e 15~:: ! 58~, 1594 1595 (cf: Niederehe, Bibliograjla). Amado Alonso dio ere Jt? a o señal~o r Toda y Güell (no 3305) en el sentido de que la pnmera di . , depolas O.sseroatumi se había hecho en 1565, pero creo haber mos-

e oon b·bt· ' rafi raJ • 9 La trado ue se trata de un error de lectura del I tog o ca an. . q di . . fu la de 1566 como lo prueba el hecho de que la pnmera e cmn e ' d

dedicatoria de Miranda al Duque de Urbino esté fechada el 8 e octu-

bre de 1566. Lfia ,¡;,

Además de las OsservatUmi, Miranda fue autor del Tra/Jo./o ae . corye~-

. t ommunione así como traductor de otras diversas obras, 1~ mas ~one e ' d ) cual' sena' los n.·nl~l.: di Massimo Troiarw.. .. Tradotn nella rmportanre e as es .._,'""'&... T d . . . li da M Giouann.i Miranda (Venecia, 1569}. ra UJO lingva casbg ana · · eh · tfella

también Miranda un tratado de fray Luis ~~ Granada, d. ~Pec_ w . L---- el Mm~oriale delilluiJa dti Cluisharw R.P.E Lui..si di GranaJIJ, 1JIJ.a flUTTIUTUJ., y 10

publicados ambos por Giolito en 1 568.

* * * * * Como a he señalado en otra ocasión. creo que las O.sservationi de Juan

day dadero e"'" .J:go gramatical de la lengua castellana Miran son un ver uw. .

-aun ue namralmente aún incompleto--, acaso -~1 prrmero que me-talq b después de la Gramátúa de NebnJa. No son ellas, en rezca nom re · re1 · 1

fi . l b ~n,.;_#r sueltas sobre temas diversos abvos a a e ecto Slllip es o Sw u .... ..,,...., bli len ~ española, como había sido la mayor p arre de J?s ~dos pu. . -cad': con amerioridad, aunque hubiera en. ellos constd7~o~ t~:-

. u·cas de gran interés, como sucedia en el caso e a wna a cas y prac . . · erpo ' -'lana del Licenciado Villalón. Las Os.rervafUJm const:Ituyen un cu

cast.U, ·al ya que la de doctrina básico y coherente, aunque, por ~upuesto,_ paro ' sintaxis oracional no tiene cabida en ellas (ru la tendri~ duran~e mucho tiempo después en las gramáticas de los siglos sucestvos). Solo en la

' fi bibli ·fico" en el lomo de Hommajt que al 9 ce mi nota sobre 'Un ímJ4mla ogra. . .' . . profesor Niodcrche se ha rendido en España a uuoabva de Miguel A. Esparza.

10 ce Carreras, Dnws, pp. 10- 12.

XI

Gramática de Nebrija y en fl Paragone de Alessandri d ' Urbino (como des­pués veremos) se habían ordenado las enseñanzas gramaticales de ma­nera orgánica y sistemática.

Las Ossmalioni están integradas por cuatro libros o panes: El prime­ro (pp. I- 1 1 5) se dedica al estudio deJ articulo, del nombre --sustantivo o adjetivo- y de los pronombres; en el segundo (pp. 1 16-242) se atien­de a la morfología verbal, incluyendo precisiones semánticas de no es­caso valor; el tercero (pp. 243-348) está dedicado a las partes invaria­bles de la oración: adverbio, preposición, conjunción e interjección, a lo cual se añaden jugosos comentarios sobre cierras construcciones de carácter interrogativo, exclan1ativo, comparativo y fraseológico; y el cuarro libro (pp. 349-407) se dedica "alla ortografia e mutamento delle lettere". El <jemplar que yo poseo -y por el que hago esta edición y rodas las citas y referencias-- pertenece a la cuarta impresión, hecha "In venegia appresso Gabriel Giolito de' Ferrari" en 1569, la cual re­produce exactamente la edición príncipe, salida de ]a p rensa de Giolito tres años antes. La obra merece, en mi opinión, un pormenorizado análisis y un amplio estudio dentro de la historiogralia )jngüística euro­pea, en general, e hispano-italiana en particular. Habré de limitarme a hacer, en este prólogo, algunas observaciones sobre su contenido y sus virtudes principales, a la vez que haré referencia a algunos de los estu­dios particulares que sobre Miranda se han ido haciendo últimamente, en especial en Italia.

Observaré, en primer lugar; que al conocimiento básico de carácter gramatical líneas antes enumerado, añade Miranda otras diversas -és­tas sí- osserualioni de índole semántica, lexicológica y aun fraseológica, así como algunos breves cuentos, anécdotas y chascarrillos, que sirven para ejemplificar ciertas peculiaridades de la expresión castellana, todo lo cual comribuye a proporcionar a la obra un valor adicional: el de servir como testimonio del estado que guardaba la lengua española a mediados del siglo XVI, así como de algunos pormenores de su empleo en el habla común, que dificilmente podrian documentarse en obras literarias. Tal es, también, uno de los méritos fundamentales del Diálogo de la lmgua de Valdés, expuesto a través no sólo de los j uicios pondera-

:xn dos y habitualmente ceneros del humanista conquense, sino también mediante la inclusión de refranes, dichos y anécdotas ejemplificadores. Recurso, asimismo, utilizado por los gramáticos posteriores a Miranda --entre ellos, el genial Gonzalo Correas-, en especial por los autores dedicados a la enseñanza de un idioma a los hablantes de lenguas dife­

remes. Teniendo las Os:rerrationi una únalidad docente esencialmente prácti-

ca, es lógico que no abunden entre ellas las de carácter teórico; pero no dejan de aparecer, ocasionalmente, algunas. Así, dedica 1\lfuand~ u~as breves líneas a definir el concepto de oración -"un modo di dire acconcia & ordinatarnente"- y a delimitarlo formalmente corno ex­presión constituida por las dos categorías nucleares del discurso, "cioe nome, e uerbo; percioche senza di quelle, non si potrebbe fare perfetto parlamento [ ... ) ouero oratione" (pp. 11-12}, todo de acuerdo con la doctrina gramatical predominante a lo largo de aquella centuria.11 No deja de consignar Nliranda la división de las partes orationis en un to~ de nueve: cinco variables (artículo, nombre, pronombre, verbo y partl­cipio) y cuatro invariables (preposición, adverbio, conjunción e interjec­ción). Consigna también las "variaciones" del nombre y del verbo -número y persona- (todo ello en el brevísimo capítulo 11), y se de­tiene en diversos pasajes del libro a señalar el fenómeno de la sustantivación de los adjetivos en su empleo como neutros: los nombres neutros -explica- "non sono altro che nomi aggettiui sostantiuati, o accidentalmente fatti sostantiui, & a questi s'aggiunge queste artícolo" neutro lo (p. 2 1). Idea luminosa que reitera en otros dos lugares, al me­nos de su libro: "il nome neutro appresso i Castigliani sempre e agget­tiu~ che in un certo modo sustantíuato o come sustantiuo si chíama"' (p. 54). Y, páginas después, reitera asimismo otra observación sobre el hecho de que esta sustantivación de adjetivos marcada por el artículo neutro w se produce sólo en su uso en singular. "ll nome neutro pero sempre ha il suo articolo, lo, & si da nel numero del meno; percioche ~n quel del piu si fa del genere del maschio" (pp. 57-58), cosa que ya hab1a señalado en un capítulo inicial, al enumerar las 'variationi' del artículo:

11 Según be lr.ltado de mosrraT en mi libro sobre El conr~pto dt oración, pp. 46 ss.

XIII

"Questo articolo neutro non ha piu d 'un numero, e percio non ho mes­so [en ~1 cuadro de su declinación] íl numero del piu, percioche quan­do se ~li uoles.se dare, non sarebbe gia del genere neutro, ma di quel del masclúo" (p. 15). Ko es ésta la única ocasión en que Miranda reitera una o más veces la misma enseñanza. Tales reiteraciones responden a un deseo de destacar puntos que él considera fundamentales o en Jos que la lengua toscana difiere de la española, y alcanzan - me parece-­notable eficacia pedagógica.

Muy breves, esquemáticas, son las observaciones de carácter fonéti­co hechas por Miranda en el capítulo primero dedicado a "la pronun­ti~ della lingua castigliana". Se limitan a señalar cuáles son las grafías diferentes de las usuales en el alfabeto italiano con que el castellano :,epres:nta_ fonema~ ~lentes también en toscano: dice, así, que la f che SI chíarna cenglia ( ... ] vale tanto come z in Toscano" (pp. 2-3);

que con eh se representa lo que en italiano con ce o ci; que donde los españoles escriben ii los italianos gn, y donde aquéllos fl, éstos gli; que g ante a, u, u y gu ame e, i corresponden al italiano glz, así como algunas otras correspondencias ortográficas. No hay el menor indicio de velari­za.ción de /s/ ni de ceceo: la leLra x española equivale a la secuencia italiana sci (p. 10), y la j representa la palatal sonora !ZI como el tos­cano gi. No es, pues, este capitulillo un tratado descriptivo del sistema fonológico castellano de mediados del siglo XVI, sino sólo, como conse­cuencia de su carácter fu ndamentalmente práctico, una explicación de cómo debían los italianos in terpretar o '"'traducir" a su sistema fonético las gralias en que el español difería del toscano. 12 O sea, lo mismo que habían hecho Francisco Delicado y, en su seguimiento, Alfonso de Vlloa. 13 Sólo al final de la obra añade Miranda todo un libro --el cuarto-- dedicado a la ortografia y a la acentuación, atendiendo bá­sicamente a las diferencias gralemicas y prosódicas existentes entre cas­tellano y toscano, corno ya había hecho, seis años antes, Alessandri

1 ~ No obst anlc la sencillez de csttts ;uJotacioncs, Amado • .<\.lonso sacó buen prove­cho dc_cllas en su~ conocidos estudios sobre la fonéúca castclL'lna antigua.

~l St n~ es que )<a la con~ía de antemano, su editor Giolito de' Fcmui proporeío­nana a Mimnda las flrlmtiJJctioru de Ulloa, que habían sido publicadas por él mismo unos años antes.

XIV Ju .... ~ M. LoPE 8I.ANCll

d'Urbino en su precursor Paragone. Frente al esquemati~~ con que lvii­randa presenta las cuestiones fonéticas, resaltan la atenc10n y el po~me­nor 000 que rrata otras cuestiones, como la que se refiere a la claslfica­ción de Jos adverbios, asunto de que habremos de ocuparnos muy

promo. . . Observaciones precisas y detalladas proporoona 1\lliran~a ~on fre-

cuencia. Así, cuando se detiene a precisar en qué casos el adjetiVo gran­de mantiene su forma plena, en cuáles se emplea la forma apocopada gran (cuando precede a nombres que comiencen por consonante: gran cosa), y en cuáles aparece sólo con artículo lo antepuesto en uso sus~­tivado neutro, ¡0 grande, donde el toscano ha de servirse del sustantivo

cosa. . No escasean los aciertos en pormenores gramaticales. Advierte que

los adjetives mudw y poco sólo pueden emplear~e e~ su forma si~gul~ cuando determinan "a cose inanimate o che dinonno peso o mJ.Sura , como mudw z;ino, poca agua (p. 60). Explica también con precisión el fun­cionamiento de las formas de tratamiento, en especial el pronombre U., de valor social intermedio entre la forma de respeto vuesa merctd y la de

nfi 0 inferioridad, 11os: dicho "articolo" se usa "quando uolemo co aoza il al · trouare un mezzo tra uos e uuestra merced, perche quello con qu e SI

parla non merita tanto che si po~a ~ uutSlTa merced, ne tanto poco che uos, dicendogli non se gli facoa torta, come se p~do con quello si dicesse si el quiere hacerlo?, y el donde se .(úi?, l_ quando tl UUJO, do~ foe a posar, che in Toscano non si pom:bbe dir altr~.men~ che co_n uot., essendo el terza persona" (p. 18). Atestigua la peTVIVencta de la tmpo-"bil"dad en castellano frente al toscano, de que los pronombres

51 l , . . d" personales átonos comiencen un grupo fónico: en ttahano se L~e " · farette" "ti diró" o "se ne ua" pero en castellano hay que decrr

IDl , di . del "uase" 0 "hazerme heys", "dezirte he" (p. 90), con en s1s pronom-bre al verbo a no ser que el grupo fónico se inicie con un pronombre

' d ··a " " h IS. " "vo te dire" tónico 0 palabra acentua a: · se u a , ~o~ me are , , .. , "no se ua", lo cual implica que el manterurruento de las f~rmas analíti­cas del futuro verbal-"hacer me heys"- estaba favoreodo por aque­lla imposibilidad sintáctica: "dezine he" pero "yo te diré" (y no "yo te dezir he"). Atestigua también ~Iiranda, entre otras muchas cosas, el

XV

desuso castellano ya en aquel tiempo de los artículos en presencia de algún posesivo -"Vuestra hermosura"- frente a lo que sucedía en toscano -"La uostra bellezza"-, a no ser que el posesivo aparezca pospuesto al sustantivo: "La muger vuestra" (p. 57). Estas constantes confrontaciones de la sintaxis española con la italiana hacen de las Os­seroationi un incipiente tratado de lo que hoy llamamos lingüística contrastiva.

He dicho lineas antes que, además de La doctrina estrictamente gra­matical -por lo general morfológica- contenida en las OsseruaJioni, se acumula en ellas una serie amplia de comentarios que esclarecen diver­sos pormenores sobre el estado y sobre el funcionamiento de la lengua castellana en aquella época. He aquí algunos breves ejemplos:

Al explicar la formación de los derivados nominales, se refiere Mi­randa, naturalmente, a los sufijos diminutivos, en cuya enumeración atiende a su respectiva vitalidad - frecuencia de empleo-- en aquella época: -illb e -ico los más usados, y en tercer lugar -ito. Pero además consigna las diferencias, semántica y psicológica, existentes entre esos morfemas: -illo hace referencia al tamaño, en tanto que -ico e -ito tienen valor afectivo. Dice: "ico et ilo sempre si dicono per modo di canezze, e quelli altri in illo si dicono per uia di diminuire quella cosa, senza aJtra consideratione, ne d'amore, ne di carezze" (p. 78). El sufijo -ico, por su parte, es muy usado pues suele unirse a "nomi propri di huomini et di donne", como Juanico, Anica, Perico, Inesica (p. 77).'4

Los comentarios de carácter léxico o fraseológico son muchas veces de notorio interés. De Miranda es, por ejemplo, la primera descrip­ción de lo que la voz árabe alhorrwz designaba: "El albornoz e una ues­ta da Caualiero, alla Moresca, che serue per feltro quando pioue, & e d'una certa tela come mocaiaro di colore morello, & e grande e lunga, con ceni fili lungru, che descendono per ogni parte" (p. 46). Nebrija se había limitado a traducir como "sagum, vel sagulum militare", y Las Casas, cinco años después, sólo indicarla: '~bomoz. Arbascio" (p.

14 La profesora Maitcna .Etxebarria ha reparado también en la únUTa y penetra­ción de estas precisiones de Miranda en torno a los sufijos castellanos fcf. Tnulü:i6n, p. 237).

XVI

159). Todas las demás referencias a este arabismo son posteriores: Del Brocense en 1580, de Percyvall en 1599, de Pallet en 1604, etc. 15

Enumero sim plemente algunas otras de las mil observaciones léxicas o fraseológicas: Aqueruit y allmdt-eran ya voces arcaicas: "por esser paro­le antiche, son poco usate, anzi in uece di aquendt si dice dtsta parn, & in uece di alleruú si dice de la otra parú ouer de aquelltl parte" (p. 248). Las interjecciones ax y ox u oxe no se empleaban indistintamente, sino que poseían diferentes funciones: ax se usaba "quando uno si scota, che dice ax que quema, e quell'altra si dice per dar ad intendere che non uuole quella cosa, & ancora si dice alle galline, ox oxe per pararli via, e si dice, oxe tifima, cioe non ÚJ uogliofari' (p. 278). A/mazén, en la expresión "gastar almazén, uol dir spender rroppe parole in una cosa" {p. 41 ) . .Ntgro se usaba para negar en elocuciones como "que negras Riquezas tengo, que negro plazer fue el" (p. 338). Comenta diversas expresiones organi­zadas en torno al verbo andar "doue si uede che questi modi significano poco o nien te di moto" {p. 331), como al decir "en que andas?, andaos ay, andaos a dezir donayres»; o cuando el verbo mzdar en imperativo va seguido de la preposición para, en casos como ')\ndad para Vellaco, Andad para ruin, perro [ .. .] ladrón, hereje, puto" (p. 300); o en la locu­ción, an.tÚmtt roymdo los fan.cajos, que "uuol dire dice mal di me, ouer burla di me", significado que también tenían otras expresiones castella­nas construidas en tomo al verbo cortar. "cortan me una capa, cortado le han un sayo justo, cioe han beiTato mormorato di lui, e cosí si dice cortar las haldas, cioe mormorare" (p. 339}. Considera l\firanda que "aluJrrado e parola piu tosto straniera che nostra" usual en la expresión t11UÚ:lr, venir o tsúzr alwrrado, por lo cual "meglio si direbbe [estar] en cuer­po" o m pionas, para decir que se está " senza capa, e senza calciette" (pp. 287-288). El desafio ortográfico que hoy hacemos a los escolapios infantes al pedirles que escriban debidamente la secuencia 'i\hí hay un hombre que dice ¡ay!", queda debidamente explicada por Miranda: hay "e uerbo d ' hauer", escrito con h. diferente de la ex.clamación '!}' y del adverbio locativo de igual forma, ''ma si conoscerano nell'accento, che

1:; C( Gilí Gaya, Tesoro, s. vv.

PROLOGo XVII

quando significa luogo, l'ha nell'ultima, e quando dolersi, l'ha nella pe­nultima" (p. 281).

Como paree final del libro tercero dedica l'vfiranda un largo apéndi­ce a los "modi di motteggiare" (pp. 339-348), en el cual explica que "fra tutte le guise di morteggiare, cioe facete, graui, acute, argute & mordaci, de i quali ha trattato moho dottamente il S. Baldass~ Casti­glione, nel suo Conegiano, & dopo lui dottissimamente M. Girolano Garimberto nei suoi concetti degni di perpetua Jode, '6 gli spagnuoli usano piu cornmunemente i morda.ci & faceti, percioche li sententiosí sogiiono esprimere per proverbi e ragionamenti lunghi piu tosto che con breuita ( ... ] si che la principale intentione del morteggiare spa­gnuolo e il mordere ouero il dir maJe, e poi accessoriamente e il mos­trarsi gratioso e faceto con quel modo di dire" (pp. 339-340), y a con­tinuación menciona "i nomi per li quali sono li spagnuoli motteggiari": loco,judio, moro, nuio, amo, que completa la lista dada páginas antes: vt­

llaco, ruin, pma, Úldrón, her9t y ¡nao (p. 300). Tras de lo cual registra algu­nos cuent.ecillos a través de los cuales ~emplifica el uso equivoco -mot­teggiante-- de ciertas palabras. Me limitaré a resumir uno solamente. Sea d de los dos doctores, concursantes a una cátedra vacante, es decir vaca, uno de los cuales, conocedor de que su contrincante "era un poco marrano", sostuvo que éste, "si como es vaca fuera puerco nunca ella pretendiera [ ... ] mordendolo di marrano percio che loro non mangiano carne di porcello" (pp. 342-343).

Un detenido comentario del contenido fonético del libro cuarto dedicado "alla ortografia e mmamento delle lettere", ha hecho ya ~ profesora Echebarría en su articulo sobre las Ossnvationi, al cual remito a los lectores.

IG Se trata de los Conc~lli iliuinissinü. t!i (;¡, .•Jlamo Gr..riJnbffl¡¡ el d'altri autori mccofli áa lui

pu Í$criL.,rt & ragionar fan,iJinnnmte. Di uuovo [no cono:z.co la lecha de edición ante­rior]-· corrcú &. cmcndati con la gioma (Vincgia, 1552). Carreras cita una cdlción de Roma, Viccnz.o Valgri~. 155 J.

xvm

* * * * *

He hecho ya alusión a los rratados gramaticales que pudieron servir de punto de partida y de inspiración a Miranda, en especial a Alessandri, Dolce, Nebrija y aun Villalón. No hace mucho tiempo me he referido a la importantísima influencia que en la obra de !vfiranda ejerció Il Parag0174 del/o. lingua toscana et castiglio.na de Giovanni :Mario Alessandri d'Urbino publicado en Nápoles seis ai1os antes de que salieran a la luz las Osseroab'om:. Pero --como muy bien han señalado Maria Carreras y Maitena Etxebarría recientemente- la influencia de Lodovico Dolce fue también decisiva. Principiando por el hecho de que .\lfiranda diera el nombre de Osservalioni a su gramática siguiendo el ejemplo del hu­manista italiano, según advirtió ya Kukenheim en su capital estudio sobre las gramáticas renacentic;tas: ":Miranda a surtout profité des Os­servatümi rull.o. Volgar lingua de Lodovico Dolce, comme il le dit lui me­me; il emprunte meme le titre de sa grammaire a l'aULeur italien" (Con­tnbutions, p. 146).

No obstante ello, y a pesar de las huellas direcw e indelebles del tratado de Dolce sobre el de Nliranda a que muy pronto habré de refe­rirme, creo que el libro que acaso más acuciosa y sistemáticamente consultó el gramático español, el que tenia al alcance de su mano mientras escribía sus Osseroatio11i, fue IL Paragoru de Alessandri. 17 Aun­que breve y aun esquemático, es ya un verdadero esbozo bien organiza­do de gramática italo-española.18 "É la prima vera e propria grarnma­tica spagnola pubblicata in Italia", tratado gramatical breve pero "relativamente completo, chiaro e esatto" y aun "opera completamente nuova ... del tutto independente dai suoi predecessori", según la j usta valoración de Anna M~ria Gallina. 19 A pesar de lo cual, al Parag0174 no

17 Si hicn es muy posible que al alcance de la o tra mano tuviera Mir.mda las Osstroa/i¡¡ni de Dolcc.

18 Y aunque sólo fue p ubücado una vt."Z, creo q ue ello se debió al hecho de que las superiores OssuraJiorá de :\firnnda lo desplazaron y "sacaron del mercado".

l!l No obstante que me ¡r.trczrn di~cuüblc la letal inclcpcndcncia del Paragone res-­pecto de los tratados gramaóc.,lcs que le prrccdicron en el tiempo, considero accruda la valoración de Gallina.

XIX

se le concede ningún lugar --así como tampoco a las OsserlJatümi de l\·firanda- en el libro de Trabalza sobre la lústoria de la gramática italiana., probablemente por no ser obras de carácter doctrinal, teórico, sino sólo pragmáticamente docentes.

l l Paragon~ está dividido en cinco partes, dedicadas consecuentemen­te al estudio de la RetJa scritura et prrmr-ruia (fi 1-38), los l{omi (39-60), los ProliDmi (6 1-93), lo.<; Verbi (93v"-132} y las Voci indeclinahili (133-141}.

En la parte dedicada a los nombrts, atiende básicamente a la declina­ción de sustantivos, de adjetivos y del artículo, a cuyo empleo dedica pormenorizadas observaciones a Jo largo de muchas páginas. Incluye también una curiosa lista de algunos nombres propios de hombre y de mujer -lo.c; más usuales en toscano y en castellano-- así como otra de los apellidos o "nomi di famiglie" más comunes ({[ 58-60). En la parte dedicada a los pronombres, atiende a los personales --tanto átonos como tónicos-, a los posesivos y a los relativos, con amplias explicaciones de carácter sintáctico sobre su empleo, así como sobre el uso de cienos tratamientos, en especial el de Signoria (( 64), sobre el cual hemos de volver a hablar más adelante en cuanto muestra de la proximidad de las Osseroationi respecto del Paragone. Presta asimic;mo especial atención a los pronombres a9•o (ff 91-92) y quien (![ 90-91), de cuya forma plural quie­nes da amplia noticia, como cosa normal en el habla castellana, no obs­tante que tal plural fue censurado aún en el siglo XVII por el padre Juan Villar.20

La parte correspondiente a los verbos se dedica, en su comienzo, a presentar en doble columna el paradigma de las conjugaciones, tos­cana y castellana, de Jos verbos regulares y de los irregulares, así como de los auxiliares, para seguir después con pormenorizadas explicacio­nes sobre su empleo sintáctico, rodo lo cual determina que esta parte sea acaso la más interesante y j ugosa del libro.

En cambio la dedicada a la<; paÚlbras indeclino.bles -la más breve de las cinco-- es una simple lista alf.Lbética, organizada a partir de la voz italiana, de adverbios., preposiciones, conjunciones, inteljecciones y aun

211 "Algunos van mr:roducicndo el plural quiems, pero can sin fundamcnro, rú nece­sidad, y con pronunciación tan desabrida, como si de alguien forma{raJn aiguü!ld' (t.lrte, PP. 8-9).

XX JIJAS M. LoPE 81..\1'01

exclamaciones y locuciones muy usuales, reunidas indiscriminadamen­te y sin mayor comentario.21 Sólo en el caso de las preposiciones por y para se detiene a analizar sus diferentes valores en españo~ dada la di­ficultad que su correcto empleo entrañaba para los italianos. Creo que Alessandri pretendía que su libro fuera igualmente útil para el estudio del castellano por parte de los italianos, cuanto para el aprendizaje del toscano por parte de los españoles. De ahí que, al referirse a cierras cuestiones gramaticales en que existía diferente realización en esas len­guas, se detuviese un poco para explicar debidamente tales diferencias. Lo mismo haría poco después fi.firanda en sus Osservationi.

En tanto que la obra de Lodovico Dolce es una gramática descripti­va de la lengua toscana en sí misma, el Paragone es una gramática bilin­güe, "contrastiva" de las lenguas toscana y castellana, como lo serian también las Osservationi de Miranda. Pero, salvo en el caso de los para­digmas verbales --según acabo de indicar--, no presenta Alessandri sus informaciones a doble columna, según habría de ser usual en aque­lla época y según sí hizo ~~liranda., sino que ofrece primero la itúorma­ción gramatical correspondiente a la lengua toscana., y después la para­lela relativa al castellano, lo cual priva a sus enseñanzas de la claridad y la comodidad pedagógicas propia~ de las informaciones confrontadas en dos columnas paralelas.

Hace Alessandri a veces análisis un tanto confusos de formas grama­ticales próximas entre sí, como artículos y pronombres átonos y tóni­cos, y presenta en ocasiones algo desordenadamente los temas, pero de cualquier manera es obra de gran valor, que no merece la violenta cen­sura de que la hizo objeto Bertini al considerarse obliga~o a "rilevare la posizione ao;cientifica in cui si coUoca l'Alessandri", inferior, en su opinión, a la mantenida muchas décadas antes por Nebrija. Pasa por aJto Bertini la fundamental diferencia existente entre ambas gramáti-

21 Justifica Alcssandri la limitación de ese Ím'Cntario y el laconismo de sus observa­ciones con el anuncio de que "molr:c \uci indcclinabili, che con attrc cose so staro COSU'CUO a prctermcttcre in qucsto libro. si potrano ucdcre ncl Dittionario Toscano & Castig!iano, il qualc conl'aiuto diuino u.scirn tra pochi mcsi in luce" (t: 141). Nunca, que yo sepa, se publicó tal dicciona.rio, que se habría adelantado en eua1.ro )m¡tros. al 1-fKahulario d~ las áJJ.I knguas tomulll ;• c.a.rtdliUia de Chrisroval de las Casas (Sevilla, 1 5 70).

PRóLOGO XXI

cas: la de Nebrija es obra teórica, doctrinal; la de Alessandri sólo pre­tende ser un manuaJ práctico, carente de propósitos teórico.s, sino sim­plemente encaminado a facilitar el conocimiento y uso de las lenguas castellana y toscana a italianos y españoles respectivamente. Y dentro de esta línea, no cabe duda de que ll Paragone fue un eslabón de alto mérito, al menos en cuanto puente entre la breve, escueta, Grarruílica re Villalón ---([Ue Alessandri conocía muy bien--22 y las Ossovationi. de Miranda, buen conocedor y glosador del Paragone.

Éste, en efecto, sirvi6 de estímulo y aun de guia a !vfiranda cuando Giolito, si no me equivoco, le instó a escribir las Osserotúitmi. De estímu­lo, para animarle a organizar una gramática mucho más amplia y com­pleta: mejor. Y de modelo o guía -junto con el tratado de Dolce-- en casos muy concreto~, tanto en remas generales cuanto en cuestiones particulares. Sirva de ejemplo la organización y nomenclatura del paradigma de la conjugación verbal, que Miranda toma de Alessandri:

Paragon~ (ti 95 ss.)

Tempo presente del dimostrariuo

Amo io ...

Tempo pas.sato ímperfetto

Tempo passaro perfetto

Tempo passato piu che finito

Tempo da uenire

Tempo presente del modo di comandare

Tempo presente & pa.">Sam imperfeno del desideratiuo

Tempo pass.:"\tO finito & piu che finito

Ternpo da venire

Osstrvaticmi. (pp. 143 ss.)

Tcmpo presente del demostrativo

ló amo ...

Passato .imperfecto

Tempo passato perfetto

Passatn piv che finirto

Tempo da venire Del modo del comandare. 11 presente Tempo presente, et imperfecto

del desiderativo Tempo passaro, fmüo et piv

che finito Tempo da venire

t1 Cf., a este respecto. las coincidencias que señala A. Gallina entre ambas gramá­ticas, en ca.~o.~ tan claros como el de la nomcnclarurn verbal de modos y tiempos (p. 29 de su articulo sobre las ~Prime grnmmariehe"}.

S'oggiuntiuo Tempo passaro perfecto

Tempo da venire

Tempo presente del modo indeterminato {anuir)

Tempo da uenire

Suggioniu.'o Passaro perfetto del

soggiontiuo Tempo da uenire, del

soggiuntiuo Tcmpo presente (amar)

Tempo da venire

Y las formas verbales correspondientes a cada uno de esos tiempos coinciden también plenamente. Así, por ejemplo, en el casillero desti­nado a ese "tempo da venire del modo indetenninato",23 escribe Ales­sandri: "Habere ad amare. Hauér de amár. Essere adamare. Ser por amar. Essere per amare. Estar pór amar" (f. 98). Y Miranda dice exactamente lo mismo, aunque poniendo primero las formas castellanas., de las que eli­mina los acentos puestos por Alessandri en beneficio de los lectores ita­lianos.

tvlas no cabe olvidar que el paradigma verbal había sido ya estudia­do y organizado, en lo que a las lenguas vulgares se refiere, por diversos humanistas, con base en lo hecho por los g¡-amáticos latinos, en espe­cial por los más conocidos durante la Edad Media y el Renacimiento: Donato y Prisciano. Y que entre aquéllos no es posible olvidar ni a Antonio de Nebrija ni a Lodovido Dolce. El sevillano había ya estable­cido que en castellano -como en latín, según Quintiliano-- existían cinco modos (indicativo, imperativo, optativo, subjuntivo e infinitivo} y también cinco tiempos (presente, pasado no acabado, pasado acabado, pa~o más que acabado y venidero: cap. X, p. 185), cosa que, por su pane, reitera Dolce: "Ha cinque Modi, altrimcnti Ordini Dimostrati­uo, come Io Amo. lmperatiuo, come Ama Tu. Desideratiuo, come, o Amassi Io. Congiumiuo, come, Conciosia cosa, che io Ami; o come Che io Ami. Infinito, come • .!\mare". Y lo mismo en el caso de los tiem-

23 Miranda olvida aquí, simplcmeme por descuido, precisar el nombre de ese modo " indetcrmiruuo", cosa que no olvida hacer en el paradigma de ou'OS verbos, como en el caso de OJT, forma del "tcmpo presente dd modo indctcrminaro" (p. 169).

xx:m pos: uGii si danno similmente cinque tempi. Presente .. . Imperfetto ... Passato ... Piu che passato ... Auuenire" (p. 60).

* * * * * Dificil puede resulrar el establecimiento de dependencias directas entre uno y otro gramático, cuando podría tratarse de coincidencias en doc­trinas gram aticales del dominio común. Más fácil resulta establecer de­pendencias cuando de puntos concretos se trata. Sirva de ejemplo "una cuestión particular --a que presté atención hace algún tiempo-- en que Miranda parece dar respaldo y complemento a lo dicho por Alessandri. Había obseJVado éste que era injusm el reproche que los italianos hacían a los españole.<; sobre eJ abuso del tratamiento de Signorúz, siendo, en realidad, defecto del habla cortés italiana. 24 Pues bien, Miranda, al explicar el valor del tratamiento él en cuanto forma intermedia entre vos y llliMlra merced, observa que es término que no se usa en Italia, en beneficio de «un comune uocabolo di signoria, si chia­ma il picciolo, el grande, ogni uno, il quale titolo in Spagna non si da, se non a ' Signori grandi, e di tirolo, come Conti, Duchi, Marchesi; la onde chi dic.e esser venuto di Spagna il nome di Signoria, pare ben che non sa i costumi, ne i madi del parlare di quel paese., se gia non fusse che alcuni delli sciocchi spagnuoli, uenendo in Italia dessero quel titolo di Signoria a gente, che non lo meritasse, uedendo essere COiiÍ comune , che a ogni uno si daua ... >> (p. !9)".

En otras ocasiones, la fuente inmediata de Miranda no es Il Paragone de Alessandri, sino las Osservationi de Dolce. En tanto que ~egún an­tes he indicado- lo que Ales~andri hace en torno a las J.1Jci indeclinahili es ensartar una lista de palabras y de expresiones de valor adverbial,

H Dccia Alessandri: " ln qucsto [de los trat.amienros] olrrc ad infinitc altrc cose che ho uisto in Hi:q>agna pienc di rcligionc, & di uinü truovo che Casrigliani non hanno tanto abuso di signoria co.si co1úusamcmc, la qual uon da:n.no se non a 3ignori molto qualifieaú, & como si dcuc darc, ma hanno i1 nomc di merccdc, la qua! non fa ingiuria alcuna· alta -sig¡rnria, uocc ucramcntc politirn, honorcuolc & modesta, deUa qua! si conteurano i ca11alicri nc scnc sdcgnaoo, & s'honorano i populani. Ondc chi dice che Spagnnoli h.abbiano scminato pcr rutti i ClliTlpi d'Italia il nome di signoria, ben dimostra di non haucr vista Spagua, nl: i suoi modcstissimi eo5tum.i,. (f. 64).

XXIV Ju.-.N \1. Loi'E 8L\1'oCH

prepositivo, conjuntivo o simplemente locucional, Lodovico Dolce de­dica diversos apartados a cada una de esas categorías gramaticales, que organiza y clasifica sistemáticamente. En el caso concreto de los adver­bios, creo que e.xiste indudable relación emre la pormenorizada clasifi­cación que de ellos hace Dolce y la que ofrece Miranda, pero conviene recordar que ya Nebrija había, establecido una clasificación de la que no se aleja mucho Miranda. Los apartados en que parecen coincidir los

' . 25 tres grarnaocos son:

NEBRUA (I\f, 16) DoLCE {pp. 92 ss.) 1\•lJRANDA {pp. 243 ss.)

De lugar Di luogo Di lvogo

" tiempo tempo Lempo

para negar negare negare

afirmar affermare d'affermare

dudar dubitar di dvbitare

demostrar dimostrare dimostrare

llamar chiamare chiamare

" desear desiderare desiderare

ordenar ordinare d'ordinarc

" preguntar dimandare di dimandare

" amntar raunare congregare over

ravnare

despertar esortare arnmorure

" semejar assimigliare somiglianza

cantidad " quantita quantita

" calidad qualita qualita

25 En orden diferente, que aquí reorganizo para mostrar más fácilmcnrc la coinci­

dencia.

XXV

Pero estas coincidencias, más o menos precisas, se resquebrajan en otros casos y aun llegan a desaparecer en algunos. Hay coincidencia sólo parcial en:

NEBRIJA

para apartar

contar

jurar

disminuir

" "

OOLC.:E

(di riserbare)

r· paragonare)

di giurare

" climinuire

" eleggere

temperare

MIRANDA

di separare

numero

" dleggere

de' irremisivi

l\o coinciden plenamente Dolce y Miranda en los casos de los adver­bios "di riserbare" o "di separare": para Dolce son saluo, eccdia, JWr dze, in foori, senon, en tanto que para tvüranda, además de excepto, .foe:ra, no obslan!L, no embargan/e, sitiO, otras locuciones muy diversas: apar!L, a zm cabo, detrás, m secre/IJ, a escondidas, larL solamentL, etc. Tampoco hay plena coincidencia emre lo que Dolce denomina adverbios "di paragonare" y lo que .Miranda llama "di numero" y Nebrija "para contar": este últi­mo lo ejemplifica con UlUl u¡z, dos utzes, muchas uezes, y Miranda con ll111l

ue.<:, dos u~ .. cien, mil vu:es y también con de dos en dos, tres a tres, etc., en tanto que Dolce reúne en d mismo grupo a formas como cotmzto, thu cotmzti, /re cotanti y como piu, meno, meglio, peggio, a ri.spetto, allreltanto, piu del mondo entre otras.

En otros casos, las discrepancias son mayores. Las formas que J\lliranda registra como adverbios "intentivi" -del tod!J, de todo en /IJdo, m todo)' por todo, bien por entero- sólo en pequeña parte corresponde a las

· que Dolce incluye entre los "di accrescere": del tul/(), assa~ a basúm<P, rnoggiormenlt, t1U!Ssimammú, etc.; y esta clase no figura en Nebrija. Quien, por su parte, no incluye entre los adverbios lo que no son más que formas superlativas o comparativas de adverbios o de adjetivos, y que Miranda clasifica como adverbios con esos mismos calificativos - "dei comparativi e svperlativi" (p. 267}--, en tanto que Dolce les da entra-

XXVI

da, como adverbios, en diversos apanados: "di paragonare" (como me­glio, peggio, piu, meno), "di auanzare" (beni.ssimo, pochi.ssimo, grMdisimamente, dottissimamente). Nebrija, en cambio, habia abierto una clase especial para los adverbios terminados en -mioút o -mmlt, los cuales en Dolce y Miranda aparecen distribuidos en diferentes apartados. Sólo en Dolce figura un sorprendente casillero dedicado a los ad\·erbios "di significare Atti della persona", que ejemplifica con los adjetivos "tenlDn~ boceo~ carpo~ brancoloM, e cosi fatti" (p. 96), clase que no guarda relación algu­na con la que ~11iranda reserva a los adverbios "di persone", integrada únicamente por las formas pronominales wmigo, contigo, consigo, las cua­les, naturalmente, no registra Nebrija como adverbiales. Como tampo­co registra adverbios "di vietare", apartado sólo abierto por Dolce para una sola locución: Ddl. non per Dio (p. 94). Miranda, por su parte, abre un apartado de "awerbi irregolari" (p. 278), que inserta en páginas posteriores a las dedicadas a las preposiciones, a las conjunciones y a las interjecciones, y en el cual amontona voces y locuciones muy diver­sas -como al reues, alrautS, a l~tS, tk hrurts-- que no supo cómo clasifi­car semánócamente e imegrar en los otros apartados adverbiales.

De todo lo dicho en tomo a los adverbios se deduce -creo yo­que Miranda conoóa y utilizaba discretamente la bibliogralia gramati­cal disponible, pasándola por el tamiz de su propio criterio y juicio, así como, por otra parte, que en este tema particular no tuvo como guía o punto de partida a Alessandri d'Urbino, sino a Lodovico Dolce y a la tradición gramatical latina. Pero tanto éste como otros puntos doctri­nales requieren de un análisis mucho más detenido y pormenorizado.

La presencia de Nebrija en la obra de :\11iranda es indudable y, en cierto modo, sorprendente. Esto último, porque d Arlt de Nebrija de que con tanta frecuencia e insistencia hacen mención Jos gramáticos del Renacimiento no debe identificarse con la Gramálica castellana, sino con las lnuoductiones latirwe, que tanto éxiw alcanzaron durante mucho tiempo.26 Aunque tanto la Gramática de Nebrija como las Osseroationi de Miranda tienen una esencia lingüística común, no cabe duda de que

26 Me refiero mnto a la obra orig:iual laüna cuanto, cs¡x.'Cialmcnte, a la versión bilingüe c.asteUano-latina, que fue la mits conocida en su época, mocho m:is que la gramática castellana.

PRó.LOOO XXVII

son obras de carácter y finalidad diláentes: De naturaleza más teórica y doctrinalmente descriptiva, la de ~ebrija; de fisonomía más práctica y sistemáticamente comparativa, la de Miranda. De ahí la abundan­tisima ejemplificación que ofrecen las Osservalioni, en cuanto obra destinada a enseñar la lengua española. a los italianos. A causa de esta finalidad específica, :'v!iranda presta -como ya he señalado-- es­casa atención a ios problemas de teoría gramatical, para atender am­pliamente a las formas léxica<; y expresiones que ejemplifican los usos castellanoo; en parangón con los correspondientes toscanos. Nebrija hizo gramática pura; Miranda, gramática aplicada, contrastiva. Como había hecho Alessandri con fl Paragont.

Aunque Miranda se sirvió de la Gramática nebrisense en buena medi­da, no se limitó a seguir su doctrina y disposición paso a paso, ni mu­chísimo menos. Miranda tuvo en cuenta, en líneas generales,211a obra del sevillano, pero tomando de ella sólo lo que le parecía conveniente y adaptándolo a su propósito docente. Amplía, así, unas informaciones de Nebrija, modifica otras de acuerdo con su criterio personal, reduce o inclusive elimina otras, y añade muchas de su propia cosecha. De manera que las Osservationi, guardando cierta vinculación general con la Gramática nebrisense, son obra independiente de ésta, aunque pueda e..'ristir dependencia en algunas ocasiones. Ya me he referido a las coin­cidencias apreciables en ei caso de la división de modos y tiempos ver­bales, así como a la clasificación de los adverbios. El profesor Ramajo, por su parte, considera que podría haber dependencia de tvliranda con respecto a Nebrija en sus observaciones sobre el uso de los acentos y en la defmjción y clasificación de los nombres:28

ti "Creemos que el esquema general sub)":::ccnte en el libro italiano proviene de Ncbrija" (Ramajo, p. 38}. Parece ser que el proJi:sor Ra~jo no tuvo en cucnm el Paragotu de Alcs.sandñ.

28 Con lo cual concuerda Eoccbarria: "su doctrina [de Miranda] sobre el nombre, rcpctimo~. es en cscnc1a la de Ncbr~j::1" (p. 235}.

.. .

XXVIII Ju.v. M. LoPE BuNCII

r\EBRUA

Propio nombre es aquel que

conviene a uno solo,

como Clsar. .. Comun nombre

es aquel que cc1111iene a

muchos particulares, que

latinos llaman apelativo,

como ombre

MrRAXDA

[Nome] parricolare e quello

eh 'apparriene ad uno solo ...

i quali si dicono nomi

proprii; nome generale, e quello che a molti si conuiene,

si come ilombrt, muger;

animal

Aunque prudentemente reconoce Ramajo que "toda cautela en este pumo es poca. Quizá estos gramáticos [Ylira.nda y después Franciosirul pudieron tener presentes las lntroducliones [de Nebrija] , en las que se decía: «Quod est nomen proprium? Quod uni tantum conueni1, ut Ca­lliope... Quod est nomon commune? Quod pluribus contoenit, uc musa>>"

(p. 38). Era doctrina, de origen latino, común y general en la época. Así también Lodovico Dolce st:.iiala y explicita: "Nome e parola (altrimenti uoce) con che noi a1cuna cosa nominiamo: il quale dinma es.sere e qualita di persona, ouero di cosa particolare, o gcnerale. Di persona particolare, come Fabio; de generale, come Huomo. Di cosa generale, come Arte; di particolare, como Grammarica.. . La prima e dctra particolare, perche serue a un solo: la seconda generale, perche serue a tutti" (p. 28). De alú que Carreras (p. 481) haya podido establecer rela­ción, en esta cuestión particular, en lTe Dolce y M iranda, cuyas defmi­ciones del nombre coinciden:

DOLCE (p. 28)

='lome e parola (altrimemi

uoce) con che noi ak.una

nominiamo

MrRANDA (p. 22)

TI nome che non e altro,

che una uoce, con che cosa alcu­

na cosa si nomina,

diuidiremo primo, in

particolare. e generale

PROLOOO XXIX

Concluye Ram~o: " En esta breve relación de similitudes destaquemos que t'vliranda parece haber tenido presente a Nebrija al hablar de los nombres denomi:twtivos. Y, así, al referirse a los terminados en oso, dice que (<por la piu parte denotano abondanza di quella cosa», definición se­mejante a la de Nebrija: ((significan hinchimiento de aquello que signi­fica su principal: como de mar(JlJil(a, maravilloso». En cuaolo a los termi­nados en ero, <(turti per la piu parte dinotano ufficio di quel nome, da1 quale si deriwru1o», palabras de Miranda cercanas a las de Nebrija: «Salen muchas vezes los nombres denominativos en ero, i significan co-­mún mente oficios; como de barva, baroero»" (p. 39). No obstame, Etxe­barría llama la atención sobre el hccl1o, anómalo, de que Miranda se refiera sólo a los sufljos -oso y -ero frente a "la variedad de terminacio­nes que estos nombres presentan en Nebrija" (p. 236).29 En cambio, advierto que .Miranda se refiere a los derivados de nombre o de verbo en -ido, como dnlorido o vencido (p. 75). El distanciamiento se repite en diversas ocasiones. Así, por ejemplo, en el caso de la clasificación de las conjunciones. Nebrija (IIl. 17) había distinguido cinco clases de con­junciones: las que si.IV'en "para aiuntar palabra~ i sentenzias" (copulati­vas: t); las que sirven "para aiuntar las palabra~ y desaiuntar las sen­tenzias" (disyuntivas: o}; "otras son para dar causa" (porque); otras "para concluir" l,porentk); y "otras son para continuar" (mientras, cuarui:J, como}. Miranda (pp. 274-277), en cambio, sólo registra las copulativas (y, tam­bién), las "cavsali, over conditionali" (si, muu¡ue, dado que, porque, etc.) y Las "rationa.lli" (ansi que, porquf!, cierto, es asabe.r, pr~es, purtanlo, etc.). Con lo cual se aparta ?vlinnda no sólo de Nebrija., sino también de Dolce (pp. 104-1 08), quien había presentado una clasificación más compleja en ocho casilleros distintos: conjunciones que sirven "per accopiare [como d o e], per continuare (ú1 modo, di maniera, si fattamenle, oruú, se, fMrche, pui., quando), per distinguere (o, o¡;ero}, per contradire (mmdimer.o, tuttauia, tu.Ua-

:19 Nebrija, en efecto, se refiere a los gentilicios t"l1 -ano (sevillano), -es (aragonés). -tifo (extremeño), -iuo (morisco), -tsco {flandcsco), ~go f!VÍego, aravigo), .;t(. (andaluz}, así como a los denominativos en -1l (malicia), -d (maldad}, -al (rosal), -nr (olivar), -do (viñedo), -oso (maravilloso), -o~to (hambriento). -ado (rosado), -a<_o {trigaza), -wiD (oveju­no), -t:TO (<aparcro), -or (tcxedor), -asiD (sagrario) )" ·'en otras muchas terminaciones" (cap. IIII, pp. 17().. r 72) .

XXX JUA!\" M. LOI'E B LANCH

uoáa, camec/u, benche, sebeM, auuegna, etc.), per cleggere (du [con piu, anzi o meglio]), per diminuire (pra; lmzJo, salnmente, abneno}, per render ragione (per­cioche, accioche, qffine), per conchiudere (dunqru, in somma, ptro, perci.O)".

Todo esto me lleva a pensar; una vez más, que en las Ossmationi existe coincidencia -relación indudable-- con otras gramática.s, espa­ñolas o italianas, pero no dependencia directa. Miranda leía, se infor­maba, reunia conocimientos, pero después los pasaba a través del tamiz de su propio pensamiento30 y los presentaba de acuerdo con lo que, según su j uicio, había de ser más conveniente y útil para los estudiosos italianos de Ja lengua española. Claro está que, en ciertos casos, lo di­cho por alguno de sus predecesores le parecía tan válido y acertado, que lo integraba más directamente a su propia obra . . Maria Carreras ha rastreado con detenimiento los casos particulares de influencia de Dolce en Miranda, como son las definiciones de la oración, del nombre ,.a ha quedado anotado aquí--, del pronombre, del verbo. Mas ca­bria considerar si en todo ello hay verdadera dependencia directa o si se trata de coincidencia en cuanto principios gramaticales propios de la época, en su mayor p arte de origen latino. Son cuestiones que habría de analizar con mucho cuidado y suma precaución. Así, por ejemplo, la idea de que es n ecesaria la presencia de nombre y verbo para que exista oración, fue principio generalizado emre los autores renacentis­tas. :Miranda -como antes he indicado-- sostiene que de las partes de Ja oración "due sono principali cioe uome, e verbo; percioche senza di

311 Para, inclusive, objetar y rechazar tesis de autorizados precursores. Asi, en el caso de la letra ron que dcbcria representarse el fonema oclusivo velar sordo / k/, se refiere Mlranda al pensamiento de Ncbrija, M.-gún el cual habria de emplearse sólo la e Qibro 1, cap. IV), cosa con la que ;\1firanda se mu~ra en desacuerdo: " il Nebrissa uoleua, che qucsñ tu tti si scriuessero con e, piu tosto, c.he con q ... come cr.umdo, r:uatkr­lfO, C!Il17ÚO, CIIIllro, CIJI1Ten111, & i somiglianü: ma qucsta oppcnione io non l'aprobo" (p. 10). Tal vez en d lo pesase el deseo de acercar más la csrritura española a la italiana, como eonscicmcmente había hecho años ames Juan de Valdés: "voy siempre acomo­dando las palabras casa:llanas con las italianas, y las maneras de dczir de una lengua con las de la otra., de manera que, s.i~1 apartarme del castellano, sea m<oior entendido del italiano" (l>iáúJgo, p. 8 1).- Las tres ocasion~ en que ~firanda discrepa de Nebrija han sido detenidamente comentadas por ;\faria Carreras en su artículo ·'~firand.a versus Nebrija"'.

PRóLOGO XXXI

quelle, noo si potrebbe fare perfetto parlamento" (p. 12). Idea repetida a lo largo de todo el siglo, con base en lo establecido por Priscjano: "Si tollas nomen aut verbum deficiet oratio, desiderans vel nomen vel verbum" .31 Entre los latinistas y teóricos del lenguaje españoles, reite­radamente sostiene tal concepto de oración el Brocense: "E.x Nomine et Verbo, tanquam ex materia et lorma, quae brevissim a sit, constitui­tur orario" (A.-frnt:T1la, lib. II, cap. 2). Y apoyándose en Platón (Q, reitera: "Plato ... aperte docet, sine nomine et verbo nullam constare oratio­nem" (id., lib. I, cap. 12).32 Y Eambién Nebrija exige Ja presencia del verbo para que pueda haber oración gramatical (Lib. III, cap. 1 O).

No cabe duda de que .tviiranda conocía y tenía muy presentes las obras de Nebrija33 y Dolce -a quienes menciona reiteradamente en su libro--, así como las de Villalón y de Alessandri,34 y otras a que hace referencia Carreras en sus pormenorizados y finos trabajos.35 Pero creo, en resumen, que las Osseruatúmi son obra en gran medida original, fruw del juicioso criterio de un hombre culto, que conocía bien las obras de sus predecesores, de la~ que tomaba lo necesario --en especial

31 inrJiluJJ.onum Gtmronatican.rm lib. XVIl, en I-1. Kcil, Gramma.tid, III, p. 116. :t! Fue doctti.ua que abrazaron los más im¡xm·.mtes lingü.istas de nucs[l"()s Siglos de

Oro. Correas, por ejemplo, scmencia: "Las partes forzosas dcsta orazion son el nom­bre i el verbo" (Arte, p. 132}.

33 Carreras (":\•firanda versus Ncbrija~, pp. 176- 180) ha señalado va.rios puntos deinlluencia directa (dependencia indudable) de Nebrija en las Orurwlioni; entre ellos el antes comCiltado de los adjcñvos terminados en -ero.

34 L'l inHuencia de Alcssandri eu el ,·ocabulario usado por 1v~anda para ejempli­ficar sus enseñanzas queda patente en las comparacjones que hace Carreras en su artículo sobre la "Conscicuz.a lessicografica·' de Miranda {pp. 434 y 444-445). Por su parte, el propio ~·lirand.a hace explícita referencia al "diccionario" de Neb tija en, al menos, dos lugares de las Ossenmli~ni: " ilnostro Nebrissa ncl suo dittionario latino, e spagnuolo" (p. 370; y también p. 379).

:¡.; Como la anónima Vtily óre11t instilucitm ¡mra aprr:nder. •. la lmgua Hespn.iúJla que :s;acó de sus pren!las Bartolomé Gra\~o en Lovotina , 1.55.5, y--dentro de la con:i.cntc Lingilis­tica italiana- las obras de fur run.io, Bembo, Trissino y Corso. (Quiú algún día halle cl tiempo necesario para analizar la relación que pudiera haber existido cntn: las Rq,o/4 de rortunio y las Ossmv.rliom de Miranda, si no es que alguiCil se anticipa -ojalá­a hacer tan Ílltercsante confrontación).

XXXII JU AN M. l.OI'E 8LA.'IC11

Jos conceptos gramaticales teóricos básicos- y a las que ampliaba no­tablemente36 con ejemplificación abundante y oportuna para transmi­tir un conocimiento suficiente de la lengua castellana a los italianos que de eiJa hubieran de ser.rirse. El resultado fue la m~jor gramática euro­pea dd siglo XVI para la enseñanza de la lengua española a hablantes de otros idiomas, y no sólo de los italianos a quienes iba expresamente dirigida. Hablantes de otros idiomas digo, porque, en efecto, la gramá­tica de Miranda sirvió de inspiración y de fuente nutricia a los lingüis­tas de otros países que después de él escribieron gramáticas bilingües para la enseñanza del español a franceses, ingleses, alemanes y otros hablantes "de peregrinas lenguas". El alto número de ediciones que la obra de Miranda alcanzó a lo largo de la segunda mitad del siglo XVI

facilitaría, sin duda, su difusión no sólo dentro de Italia, sino por toda Europa.

Hace bastantes años mostré cómo César Oudin había aprovechado en gran medida las Osseroalioni al escribir su excelente. Grwmnwe et observatimu de la lnngue Espagnole, y aducía como pn1eba de ello la clasifi­cación y particular ~emplificación de los adverbiosY lvfiranda los ha­bía dividido en:

avverbi di luoco, di tempo, di numero, di quantit:a, di qualit~ di nega­re, d'affermare, di dcsiderare, di ammonire, di dimosrrare, d 'ordinare, de'irremisivi, di dubitare, di dimandare, di congregare ouer raunare, di separare, deg!i imenóvi, dei comparativi e superlativi, di persone,

36 Cosa evidente, por ejemplo, en el caw de la perspicaz observación que Alcssan­

dri habí.a dado sobre la existencia en ca:.tcllano d e un rutículo neutro kJ para el singu­lar (II 4-!-45), asunto que Mirnnda retoma -según antes vimos- para precisarlo y

desarrollarlo, hacieudo un agudo plantcamieuto del fenómeno gramatical de la susto.n­tizlati6n {pp. 21, 54 y 58-59), el cual no fi~ ra ui en Alcs.o¡andri ni en Ncbrija. -Reitero

mi convicción de que fl Pnmgon~ fue obra de capital importancia en la elaboración de las OSJei'IJal:W11i. ~fe inclino a imaginar que :'1 !iranda tenía ll Prrmgone siempre a la vista

mientras iba escribiendo su propi."'. obra, que enriquecía con su excelente conocimil-n­to de las lenguas castciL·ma y 10scana, y con las doctrinas grarruu:icalcs que hallaba en otros autores, en especial Antonio de Ncbrija y Lodovico Dokc.

S7 CI: " La lingüi.stica c.spa.iiola del Si¡!lo de Oro", en el libro de Emufio.s, pp. 5-50, en especial 35-36.

x:xxm di chiamare, di eUeggere, <.l'affrettarsi, di somiglianza, avverbi irrego­l:ui.

Oudin mantiene la misma clasificación, sigue idéntico orden y ejempli­ftca cada clase con casi los mi~mos adverbios:

Adverbcs du temps, du lieu, du nombre, de quantite, de qua!ire, de negation, affirmat:ifs, de desi.-er, d'a.dmonesteJ; de demonstreJ; de l'or­dre, remis.sifs, de douter, de demander ou interroger, de congreger et assemb1er, separatifs, d'imcntion ou attention, des comparatifs et su­per1atifs, personels, appellatifs, d 'cslire, de se haster, de similitude, írreguliers.33

Hasta los ejemplos de cada grupo suelen ser los mismos:

i\frRANDA (p. 262)

A111m·bi di ammonire

Ea, eaya, eapues, ora pues,

ora sus, stL~, arasus, acaba ya,

acabemos ya

Ammbi di rlimostrare

Helo aquí, ueys aquí, helo,

helo alli, helo aqui, cataldo ay,

cataldo aquí

Dei comptuati&i e Sl!perlalWi.

(p. 267)

Nlas menos, mucho, muy;

muy santamente, muy

doctamente,

ÜUDIN (p. 137)

Aduubes d'atfmonester

Ea, eaya, ca pues, ora pues,

ora sus, sus, arasus, acaba ya,

acabemos ya

Adut!rbes de demcmstrcr

He aqui, veys aqui, vez alli,

he lo aquí, helo alli,

cataldo aqui, cataldo ay

Des comparahft & Suptrlatift

(p. 141)

:\1as menos, mucho, muy,

muy santamente, muy

doctamente,

38 Rcpárcse en cl hecho de que Oudin mantenga inclusive ese extraño grupo de adverbios "irregulares", que abrió :\Iiranda para amontonar en él las formas que no acerro a clasiJ1car scmántica:mcntr.

XXXIV JUA." M. LOPE BL\I<CH

bonissimamente, principa­

Lissimamente,

fortissimamente

bonissimamcme, prin­

ci palissimamen te,

fortissimamente

Pocos años después, publicó Jerónimo de Texeda, también en París, su Gramática de la ~UUfl española (1614), en la cual las enseñanzas de ~liranda pasaron, sin duda, a través de la obra de Oudin. No creo que Texeda Uegara a conocer las Osservationi, pero sí conoció --y muy bien- la Grammairt de Oudin. Puede llegarse a tal conclusión confron­Lando algunos de los grupos de adverbios que establecen los tres gramáticos. Por ejemplo, en el ~aso de los "adverb_ios i rregula~s", lo que consigna Texeda depende directamente de Oudm, no de Miranda. Este último había incluido entre ellos los siguientes (pp. 278-279):

Atrau~, al reucs, al traues, a uezes; areculas; reculando, abru4tas, de bru4ia5, a gatas; a tuerto, en baJde, de baJde, atrueque, en lugar; a osadas; yo aseguro.

Oudin los reordenó un poco, y Texeda le siguió ciegamente, con una sola adición: adertcho.

ÜUDIN (p. 142)

de camino, de pasada, al traues

al reues, a reculas, reculando,

de bruces, a gatas, a tuerto,

embalde, de balde, a trueque

en lugar

TE.XF.DA (p. 284)

decamino, depasada, al rraues,

alreues, arreculas, reculando,

debruces, ag:uas, atueno,

aderecho, enbalde, debalde,

atrueque, en lugar

Los estudiosos de la obra de ~liranda se han referido ya a la influencia que ella ejerció en las gramáticas escritas posterio_rmente por auto~s de otras naciones, en especial -aparte de Oudin-- en La parfalle mtlluxk de Charpen tier (e( Ramajo, p. 39; Carreras, Coscimza, pp. 428 y 429; Etxebarría, Tradición, p. 232), así como en la Grammatica de Fabro {e( Ramajo y Carreras), en la Spmüsh Grammar de Minsheu y en la de

PilóLOOO XXXV

Sanford. Cita rambién a Miranda Hen.ri Doergangk en sus lnstitutinnes39

(e( Rarnajo y Etxebarria), y su influencia se dejó sentir hasta en la Nou­utlle métlwdt ( 1660) de Claude Lancelot. Y aún, cuando la Real Acade­mia Española se dio a la tarea de organizar su propia gramática, tuvo en cuenta a cinco gramáticos espa.iioles, uno de los cuales fue precisa­mente ':Juan de ~Iiranda", a quien hacían compañía nada menos que Nebrija, Gonzalo Correas, Jiménez Patón y el Sr. Ferrus.40 Justo reco­nocimiento a un gramático que, sin pretender ser un teórico del len­guaje, logró difundir el conocimiento de la lengua española por los más importantes países de la Europa renacentista.

JUA.'l M. LoPE BL'u'ICH

l9 Amado Alonso scüaló también algunas de estas dependencias en .sus artículos sobre la f y de la (;españolas, pp. 11-13 y 20, así como 135 y 142.

lO Cf. R. Sarmiento, La d«Ltina, p. 61, n. 32.

XXXVI

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EDICIÓN FACSIMILAR

DEL LA LINGV A CASTIGL lA NA

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