Diccionario Crítico de Ciencias Sociales_Hermenéutica

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  • 8/10/2019 Diccionario Crtico de Ciencias Sociales_Hermenutica

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    PLAZA Y VALDES

    EDITORES

    DICCIONARIO CRTICO

    DE CIENCIAS SOCIALES

    Romn Reyes dir.)

    CONSEJO EDITORIAL

    El Grupo de Investigacin de la Universidad Complutense de Madrid

    940052 Theoria. Proyecto Crtico de Ciencias Sociales,

    bajo la presidencia de Luis Gonzlez Seara UCM),

    asume las funciones inherentes a este Consejo.

    COORDINACIN

    1.rea de Economa y Sociedad: Juan Muoz (UCM )

    2. rea de Poltica y Estado: Jorge Verstrynge (U CM )

    3. rea de

    Comunicacin y Conocimiento:

    Blanca M uoz (U niv. Carlos III de

    Madrid)

    4. rea de

    Religin, Arte y Literatura: Narciso Pizarro (UCM)

    5. rea de

    Filosofia y Ciencia:

    Quint n R acionero (UN ED)

    Asesores E speciales

    Francisco Aldecoa (UCM , Unin Europea)

    K laus Meschk at (Universitt Hannov er, Am rica Latina)

    H ildegard M aria Nickel (Hum boldt-Universiti i t zu Berlin, Fem inismo y G nero)

    Isidoro Reguera (Universidad de Extremadura, Pensamiento Europeo

    Contemporneo)

    Keith Ro berts-Sampso n Bristol (GISED Fo undation M alta, Polticas

    EuroMediterrneas)

    Secretaria de Edicin

    Milagros

    Caballero C arbonell (Sociloga,

    Madrid)

    I I I S T I T U L e D E N E S T I G A C I O I E 2

    SOCIAL

    BIBLIOTEC

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    vs del l ibro y de los m edios audiovisuales

    sea d iferente , lo que provoca que m uchas

    nov elas se adapten al cine o al teatro es que

    dicha obra l i teraria se conozca. Por ejemplo,

    Los gozos y las sombras, de Torrente Ba-

    l lester , que sin ser una gran no vela, por el

    hecho d e adaptarse a la televisin, empez a

    ser leda.

    Por otra parte , e l gran pblico slo se

    queda con la adaptacin cinematogrf ica y

    se coriforma co n ello, sin decidirse a leer la

    novela.

    A vec es hay cierta armon a, pero el pbli-

    co, en g enera l , hace poca d is tinc in entre

    m edios audio visuales y la li teratura. De al-

    guna m anera , los medios audiovisuales ha-

    cen posible que se conozcan las novelas

    adaptadas al teatro y sobre todo al cine

    aunque despu s a los espectadores no les

    interese la lectura de dicha ob ra.

    BI BL I OG RAF A

    B AR THE S,

    R.: El grado cero de la escritura y

    nuevos ensayos crticos, Madrid, Siglo

    xxi, 1973.

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    Libro de ayer y maana,

    Barcelona, Sal-

    vat, 1973.

    : Sociologa de la literatura,

    Barcelona,

    Oikos-Tau, 1971.

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    Fundamentos de sociologa

    de la literatura,

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    novela, Madrid, Ciencia nueva, 1967.

    : Sociologa de la creacin literaria,

    Buenos

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    Luckas, G.:

    Ensayo s obre el realismo,

    Buenos

    Aires, Siglo xx i , 1965.

    Sartre, J. P.: Qu es la literatura?,

    Buenos

    Aires, Losada, 1976.

    G A B R I E L B U R E B A

    HERMENUTICA 1988)

    Si bien pod ra definirse com o teor a de la

    interpretacin del s ignif icado (B leicher) ,

    Hermenetica

    dicha definicin, com o tal , pronto habra de

    ser abandon ada. No seria suficiente con re-

    cordar que la teora, en cuanto

    theorei,

    es no

    slo praxis s ino su m xima expres in y que

    en esa m edida la herm enut ica nos remite a

    una tcnica, a un quehacer y a un saber co-

    nocido d esde la ant igedad. No ser a sufi-

    ciente con subrayar su u bicacin en la filoso-

    fa de las c iencias so ciales , el ar te , el len-

    gua je y la crtica literaria. N o seria suficien-

    te... para liberar esta actividad herm enutica

    de la identif icacin dem asiado habitual con

    una mera explicacin o comprensin de

    textos . Ello nos o bl iga a una c onsideracin

    ajustada y cautelosa de estos trm inos. Cau-

    te la que cobra his tr icamente una especia l

    relevancia, fundam entalmente a part ir de los

    estudios de autores com o Schleierm acher ,

    Dilthey, Heidegger, Gadam er, Ricoeur, Fou-

    cault..., sin olvidar a Betti , Apel o H abermas.

    Au tores que en defini t iva vienen n o slo a

    dar cuenta de la mo dern idad s ino a consu-

    marla al destacar la hermenutica como

    m odo d e proceder interpretativo, constitutivo

    de todo lo que es. Se configura por tanto

    com o e l seno de un deba te que permanece

    abierto.

    Se ha l legado incluso a sealar que, en de-

    finitiva, la hermen utica replantea los fun-

    dam entos del conocim iento , presentndose

    frente a una epis temologa , abandonad a ya

    com o bsqueda de es tructuras inm utables ,

    pero no pretendiendo l lenar el espacio cultu-

    ral dejado, sino expresando la esperanz a de

    que no l legu e a l lenarse. Frente a la suposi-

    cin de que todas las aportaciones a un dis-

    curso determinado son conm ensurables y de

    que la esencia del hom bre (esencia de vidrio)

    es precisamente descubrir esencias, as com o

    reflejar con exac titud el universo que nos ro-

    dea, formado d e cosas claras y distintam ente

    cogn oscibles, se propo ne (Ro rty) la idea de

    la cul tura como u na conversacin m s que

    com o una estructura levantada sobre unos

    fund am en tos . Nos encam inamos aho ra en

    es ta direccin al margen de una persecu-

    cin de tal quehacer desde la antigedad

    pero en d istinto sentido. No se trata de sus-

    tentar otra forma de conocer la compren-

    sin en o posicin a la exp licacin (predicti-

    va) sino de o tra forma de arreglrselas.

    M odo de proceder en el que nos redescribi -

    m os a nosotros mism os, nos autoconst itu i-

    m os (Hegel) , nos inventam os (Nietzsche) ,

    nos decidimos (Heidegger) , nos ocupam os

    (Foucault).

    [1457]

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    Hermenetica

    a) Hermenutica y modernidad

    Con sum ar la modernidad ser as imismo

    consum irla . La hermenu tica no se limita a

    leer el pensar sino a su vez lo configura y es-

    cribe, com o nico remedio p ara su existen-

    cia. Rem edio que ser tamb in veneno (Pla-

    tn,

    Carta Vil;

    Derrida,

    La diseminacin).

    La hermen ut ica surge por e l lo fundamen-

    ta lm ente con e l res tablecimiento del m bito

    m ism o de l pensamien to com o m b i to de l

    quehacer terico, que ser con D escartes un

    reconocim iento del a lcance del pensar y de

    sus l mites. Tal hecho de p ensar, que es aho -

    ra esencialmente escrpulo, no adm itir ya

    nada en tanto no sea puesto de mod o seguro

    y c ier to . Todo

    ego cogito es ya

    cogito me

    cogitare

    (Heidegg er, N ietzsche) . Todo re-

    presen ta r hum ano es u n represen ta rse , un

    ponerse ante s , con lo que aquello que es re-

    presentado no t iene neces idad de un m ovi-

    m iento expl cito que lo vuelva o devu elva

    hacia aqul que se lo representa. La repre-

    sentacin y el que se representa estn repre-

    sentados conjuntamen te en el ac to hum ano

    de representar. En D escar tes no se adm ite

    por tanto como con ocimiento s ino aquello

    que est d ispuesto hacia el sujeto como in-

    dudable , m ediante e l ac to de representar y

    que puesto as es en todo mo m ento recalcu-

    lable. Lo verdadero p asa a ser este estar ase-

    gurado . Y con e l lo , e l m undo cobra e l a s -

    pecto de imagen cuando yo lo dispongo ha-

    cia m (H eidegger ,

    La poca de la imagen

    del mundo).

    As, ni la conciencia se lim ita a

    reprodu cir significados, ya que los g enera, ni

    el s ignificado cabe ya ser pensado s in m s

    com o referencia a un ob jeto, sino que habr

    de entenderse com o la forma en que el sujeto

    finito que comprende las cosas desde un

    pun to de vis ta part icular , analiza algo, o el

    mo do com o desglosa algo para su propio uso

    (Simon,

    La verdad como libertad). La her-

    menutica no h abr de considerarse por tanto

    ni com o el acceso a una supuesta pura obje-

    t iv idad ni com o una presunta neutra l idad,

    que en el no as is t ir del sujeto, im pedira la

    presenc ia de lo rea l como presente . Desde

    este punto de v is ta , decir hermen ut ica es

    decir modernidad.. . hasta su consum acin.

    b) La hermenutica como escisin

    Aun que la propia voz purivda sugil te en

    principio una suerte de escisin m etodolgi-

    ca entre un pensam iento y su expresin, alu-

    diendo m s bien a sta , e l restablecimiento

    que la m odernidad s ignif ica imp edir una

    lectura segn la cual interpretar seria un ac to

    poster ior , dado que todo p ensamiento es ya

    consti tutivam ente interpretativo. En esta di-

    reccin proseguimo s.

    La hermen utica encuentra su mbito ade-

    cuado en un contexto f i losf ico de la m ano

    de F . Sch le ie rm acher , qu ien ap l ica a es ta

    problemtica la p alabra uti lizada en estudios

    teolgicos

    (Hermeneutik,

    en W erke, 1/7) con

    un sab or prctico referido a la tcnica co-

    r rec ta de in terpre tac in de un tex to , com o

    el arte de com prender. Se subraya as que

    dicha interpretacin n o es algo exterior sino

    que se trata de reconstruir un discurso dad o,

    en e l seno de un contexto de vida . Aspecto

    este que habra de ser posteriormente asum i-

    do y cu estionado.

    Esta insistencia en la necesidad de acceder

    previamente a los datos de la realidad que se

    pretende cono cer es leda por W . Dilthey en

    Schleierm acher . En obras ta les com o Ein-

    leitung in die Geisteswissenschaften (1883)

    o Aufbau der geschichtlichen welt

    (1910 ) se

    formula la ya c lsica d istincin entre c ien-

    cias de la naturaleza, que aclaran y explican,

    y ciencias del espri tu que com prenden y en-

    t ienden las objetivacione s de la vida. Sin la

    vivencia de s tas no cab e in te lecc in . Se

    trata de acceder a estas viven cias originarias

    de las que los signos no son sino expresin.

    La rem isin del texto al contexto o contextos

    quedar sin em bargo superada m ediante una

    adecuada relectura de aqul (Ricoeur) . De

    ah que la escisin entre com prensin (pro-

    ceso por el que conocem os algo psquico con

    la ayuda de signos sensibles que son su m a-

    nifestacin) e interpretacin (d erivada de la

    com prensin, ar te apl icado a m anifestacio-

    nes fijadas de una forma durable, de las

    cuales la escritura es su carcter distintivo),

    escisin que se sost iene en

    Die Entstehung

    der Hermeneutik de 1900 sea posterior-

    m ente recuestionada po r otros autores, me-

    diante una concepcin m enos antinmica de

    sus relaciones y una ms adecuada conside-

    racin de lo que es un texto (Ricoeu r). Habr

    de verse que lo que llega a la escritura es el

    discurso en tanto que intencin de decir; es

    ya un a inscripcin directa de esta intencin.

    En la hermenutica se mostrar que, en

    efecto, la con stitucin de s y de sentido son

    contemporneas.

    c)

    Hermenutica ontolgica

    La lnea propuesta por Dilthey ser conve-

    nientemente a tendida y ree laborada por M .

    [1458]

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    Hermenetica

    Heidegg er , quien no con sidera adecuada la

    reducc in de la hermenut ica a m todo de

    las ciencias del espr i tu , aunqu e valora la

    vinculacin de sta a las vivencias or igina-

    rias, a pesar de su carcter desorientado e in-

    suficiente. Es el propio conocim iento el que,

    en cuanto parte de una precom prensin del

    ser , es s iempre interpretacin. El mo do de

    proceder y e l modo de pensar , lo dicho y e l

    decir , no son do s m undos. Las cosas no es-

    peran, m s l l de la interpretacin, que la

    hermenut ica nos cond uzca a su presencia .

    El lenguaje no ser la apertura del mu ndo, en

    el sentido de inicio, principio, sino la sede en

    la que e l m undo se m undaniza , la cosa de-

    viene cosa.

    El lenguaje en Heidegg er no se de ja por

    tanto reducir a expresin o instrum ento de

    com unicacin, y aparece a su vez com o fun-

    dado en un lenguaje m s or iginal, lenguaje

    que no se art icula sin m s en palabras. Cabe

    hablar por tanto de un pensam iento herme-

    nut ico, pensamiento que t rabaja sobre y en

    el lenguaje, s in l imitarse a expresar. De

    ah que la hermenu t ica haya de leerse no

    slo com o arte de interpretacin del discurso

    sino com o su potenciacin en efectivo discu-

    rrir . Lo atraviesa no tanto a la bsqueda de

    un sen tido or iginal que espera ser l iberado

    por l a gen ia l idad s ino cuyo a lcance v iene

    dado por e l m ovimiento m ismo de l i r Aus-

    legung).

    La palabra no se reduce a signo .

    Com prender no e s ya , com o en D i lthey ,

    conocer por s ignos sensibles que m anifies-

    tan, sino algo previo, que abre direcciones,

    existenciario. En el comprender

    Vers-

    tehen) reside existenciariamente la form a de

    ser del Dasein com o poder ser Sein und

    Zeit),

    aqul cuy o propio ser consiste en ser

    posible . Este abrir previam ente condicio-

    nes de po sibilidad le otorga un a estructura

    de proyeccin Entwurj).

    Este es el ver d el

    Dasein,

    un a brir la significatividad del m un-

    do po r el comp render . De ah que incluso el

    ver del puro p ercibir sea ya interpretat ivo,

    com prende r en el que ya es t la es tructura

    del cm o. Desde este punto de v ista, la inter-

    pretacin

    Auslegung)

    es el despliegue de las

    posibil idades proyectadas en el com prender,

    despliegue que es sin embargo un recorte de lo

    ya tom ado en el tener previo y visto gin el

    ver previo ; recorte que por la interpretacin

    posibil ita el concebir. Sin esta p recomp ren-

    sin (Gadam er) no hay interpretacin.

    No hay sentido al margen del ser del Da-

    sein,

    de tal modo que lo que es comprend ido

    en rigor es no ya el sentido sino el ser de los

    entes . El sentido juega as com o sobre el

    fondo de qu, no siendo una peculiar idad

    de los entes sino del Dasein. De ah que to-

    da interpretacin que haya d e acarrear com-

    prensin, t iene que haber com prendido ya lo

    que trata de interpretar

    Sein und Zeit).

    Es

    en este crculo en el que se muestra que es el

    intrprete el que recorta una posibilidad de

    interpretacin d esde un ver previo, en el

    seno de u n tener previo, dec id indose a

    enfrentarse a lo po r interpretar desde un as

    determ inadas concepciones fundadas en un

    concebir previo Sein und Zeit). Por tanto,

    para He idegger, es en la interpretacin do n-

    de se comprende expresamente aus-

    drcklich)

    lo com prend ido : e l com prender

    abre el sentido.

    La ar t iculabil idad d e la com prensin que

    posibi l i ta un desarrol lo Ausbildung) del

    com prender com o interpretacin ser el ha-

    bla (Rete), todo de significacin que pue de

    con ver t i rse en s ignif icacion es; habla que

    com o estado de expresada es e l lenguaje

    Sprache), que en esa m edida ha de rem itirse

    a aqul.

    El autoc onstituirse, inventarse, decidirse,

    ocuparse, se muestra ahora como un enten-

    derse en la cosa a la que indefectiblemen te

    el quehacer hermenu tico insta. Decir com o

    habla es as im ismo o r. La com prens in

    es

    s iemp re una apropiacin en la que como re-

    corte y decisin nos configuramos en el con-

    f igura r s iem pre de a lgo com o a lgo . La

    herm enutica por tanto no se limita a inter-

    pretar lo que es, sino a ha cer que sea, dado

    que slo dentro de una totalidad de sentido

    previamente proyectada, algo se abre com o

    algo.

    d) Hermenutica, tradicin y actualidad

    El comp render debe pensarse menos co-

    mo una accin de la subje t iv idad que como

    un desplazarse uno m ismo hacia un aconte-

    cer de la t radic in en el que el pasado y el

    presente se hal lan en continua m ediacin

    (Gadamer, Verdad y mtodo). Esto pasa por

    la asuncin de los prejuicios leg timo s y el

    reconocimiento del mom ento de una tradi-

    cin que habr de ser recorrida y rebland eci-

    da.

    Co n ello se afronta la mov ilidad histrica

    del comprend er que no queda sujeto a m eras

    ocurren cias sino que est abierta o lo otro:

    estar dispuesto a dejarse dec ir a lgo . El

    sentido es por tanto un proceso abierto, dado

    [1459]

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    Hermenetica

    que nuevas fuentes de com prens in hacen

    patentes re lac iones de sent ido insospecha-

    das.

    N o se trata por ello de quedar satisfecho en

    las respuestas, sino de acced er y p ersistir en

    las preguntas , por lo que G adam er nos re-

    cuerda que poner en suspenso los p rop ios

    prejuicios tiene la estructura lgica de la

    pregunta cuya esenc ia es abr i r y m antener

    abiertas p osibilidades. Hacerse consciente de

    la situacin herm enutica ser as tanto co-

    m o elaborarla, es decir , obtener el horizonte

    correcto para las cuestiones que se nos

    plantean cara a la t radicin. Ho rizonte s in

    em bargo pa ra desplazarse, esto es, traerse a

    s mismo a esa otra tradicin (G adam er), ac-

    ceder a ella sin quedar fijado en lo c ercano.

    Com prender es s iem pre es te proceso de fu-

    sin de horizontes en el dom inio de la tradi-

    cin, a fin de que en la actualidad de lo pre-

    sente se hagan patentes las cond iciones que

    lo constituyen como tal.

    e) Todo es texto

    Decir que la herme nutica es t pres idida

    por una doble perspectiva de extraeza-

    dis tancia y confianza-proxim idad respecto

    de la tradicin es tanto como reconocer

    que se ha l la m ovida por una dob le mot iva-

    c in, voluntad de sospecha y voluntad de

    escucha, voluntad de desmitificacin y

    voluntad de restauracin. Ricoeur, De

    1 interprtat ion).

    Si la herm enutica se lee com o un d ecir

    algo de algo, el hecho de que no slo no se

    agote dicho algo en ese decir sino que tal de-

    cir no se reduzca a lo dicho , da a toda inter-

    pretacin el corte de texto. El discurso discu-

    rre con su secreto abso lutamente sup erficial

    (Foucaul t , Nie tzsche, Freud, M arx), pero e l

    dificil acceso a esa epidermis imp ide ignorar

    no slo que hay s iempre a lgo no dicho

    (un-

    gesagtes:

    H eidegger) latente en esa superfi-

    cie, sino que da que pen sar insistentem ente

    en tanto el texto es ledo con repeticin

    Wiederholung heidegge riana). Esto implica

    asumir lo comprendido en el texto reco-

    rrerlo desd e el nivel presente y recrearlo en

    el reoriginar desde l nuevas p osibil idades

    de sentido y com prensin

    (Sein und Zeit).

    Sin interpretacin no hay p or tanto com-

    prensin. La dicotom a de sta con la expli-

    cacin queda superada en el reconocim iento

    de que toda interpretacin se so st iene en el

    inters por la autoconservac in que afronta

    en primer lugar qu se entiende por vida

    (Habermas, Conocimiento e inters). La

    hermenutica no alcanza su autntica dimen-

    s in s ino com o expres in de la autorrefle-

    xin en la que un conocim iento coincide con

    el inters por la em ancipacin, inters que no

    puede ser definido de m anera independiente

    de las condicion es culturales de trabajo, len-

    guaje y dom inacin y que constituye al texto

    com o te j ido en e l que e l campo de juego es

    as mismo campo de bata l la (H ercli to , He-

    gel, Marx y N ietzsche).

    De ah que s i b ien n o caben ignorarse las

    preocupaciones hermenut icas de cor te m e-

    todolgico (vase, p. e. , E. Be tti) , tal queha-

    cer encuentra su dim ensin m etdica, como

    m odo de p roceder, en la constitucin y arti-

    culacin y discurso hum ano. En este terreno

    se plantean hoy las cuestiones ms fecundas

    respecto del tema que n os ocup a. Si el texto

    no es un objeto m udo que espera ser ledo

    sino ya lectura, la propia verdad queda co m -

    promet ida no ya com o concordancia s ino

    com o exam en de las condiciones en que t ie-

    ne lugar la com prensin, que es tanto como

    reconocer la inadecuacin de cualquiera de

    las figuras o exp resiones del espritu (Hegel)

    aisladamente considerada, a l margen de su

    textura. Q u son las cosas y bajo qu condi-

    ciones se dan, no son do s mu ndos. El princi-

    pio de interpretacin no es ahora algo radi-

    calme nte distinto del intrprete (Nietzsche).

    En este sentido, la interpretacin no se pued e

    acabar jam s . Es to qu ie re deci r s im ple -

    m ente que no hay nada que interpretar . N o

    hay nad a absolutamente primario para inter-

    pretar, porque en el fondo ya tod o es inter-

    pretacin, cada s igno es en s mismo no la

    cosa que se ofrece a la interpretacin, sino la

    interpretacin de otros signos (F oucault).

    BIBLIOGRAFA

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  • 8/10/2019 Diccionario Crtico de Ciencias Sociales_Hermenutica

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    N G E L G A B I L O N D O

    HIPERTROFIA PARADIGMTICA Y PA-

    TOGRAFA SOCIAL 1988)

    Sin caer ahora en el extrem o de que socio-

    loga eres t (recurdese el m odo de inser-

    cin so cial del aspirante a cientf ico social

    y la m anera ms o m enos abd icayec toria

    externamente determinada o subjet iva, eso

    da igual con que se abraza mu chas veces un

    paradigm a sociolgico, y no otro, para desa-

    rrollarse en l), s conv iene reparar en el si-

    guiente epgrafe de Louis Pauwels (1984):

    A part ir de hoy, e l m undo d eber ser pen-

    sado an tes de 1789 y despus de 2010 . Es

    decir , antes de la R evolucin francesa y des-

    pus del (ahora cada vez inminen te) Terror

    del futuro.

    Supone una d es truccin au tn t icam ente

    nuclear: e l m undo deber ser pensado slo

    antes y despu s del per iodo que asis t i a la

    fundacin de la sociologa, a su entusiasm a-

    do d esarrollo cr t ico y, por f in, a la profunda

    crisis de su leit-motiv mismo funcional: esa

    idea de progreso subida a la i lus in de un a

    obje t iv idad ep i s tm ica . Todo , l a p resun ta

    transform acin de u na c ierta f i losofa social

    vaga, valorativa preparadigmtica en un

    r iguroso saber b ien fundad o , s i s tem at iza -

    do.. ., en sum a, cientfico (a los au spicios de

    algn potentado parad igma) , y e l pos

    erior

    hallazgo : que se trataba, en efecto, de un a

    presuncin; todo eso se precipita por el des-

    fi ladero de e se par de s iglos . No es que se

    vaya el presumible avance de sucesivos pa-

    Hipertrofia paradigmtica y patografa social

    radigmas que acudie ran a hacer f ren te de

    aquellas anom alas de sus colegas; es que

    se va tamb in e l desenmascaramien to de l

    proceso: el alto el juego de paradigm as que,

    so pretexto de m utuos ataques de hipertrofia,

    pug nan en realidad po r acaparar (qutate-t-

    para-ponerm e-yo) todo el saber disciplinario;

    (esto es, com o si ante la evidencia de que las

    creencias, etc. no constituyen sino nu estro

    saber narrativo [Ly otard, 1979] se estuviese

    interesado nicam ente en hacer

    best-seller

    de la nueva narracin que se prop one). Y al

    fondo, com o reduc to , quedar a tan slo la

    intensa ertica (contra)inherente al vaco o la

    srdida fascinacin p or la hipertrofia de la

    hipertrofia.

    Lo que Pauwels parece estar ofrecindon os

    es el tomar do s tazas de la tan en boga dis-

    continuidad. Ejem plifica nuestra identidad

    del mu ndo dividida; una que, para ser pensa-

    da, necesitara ocup ar el pasado y el futuro,

    pero a la vez , en una im posible contencin

    m utua. Una identidad que para reconocerse

    dem andara imp osiblemente, en definitiva, la

    habitacin simultnea de an tes y despus del

    periodo (como el contenido de un parntesis

    pujand o con tod as fuerzas por salir a la vez

    hacia ambos extremos: necesita hallar la

    continuida d de la frase para entenderse a s

    m ismo, pero corre con ello un altsimo ries-

    go de su propia extincin). La frustracin de

    aquel desplazamiento necesario provoca ese

    peculiar sntoma del pathos

    posmodem o: los

    famosos retornos h acia delante , nostalgia

    del futuro (Lozano), etc. , y deja constancia

    de la abdicacin (terica) en que c onsiste el

    tan cacareado present ismo (prct ico) ac-

    tual.

    El resu l tado es una esc i s in b loqueada .

    Un a identidad, en sum a, esquizofrnica, que

    conferim os desde este agujero cronolgico a

    nues tro m undo (por atemporal) im pensable.

    sta , por e jem plo, que seala tan grf ica-

    me nte Nicols Casullo en La razn silencia-

    da

    1985): Es como si una sociedad de

    siervos estuviera viendo en televisin la gue-

    rra de las galaxias. O sa que se englob a

    con precis in en algun as figuras del poeta

    argentino H ctor Libertella: Un trogladicto:

    un troglodita agachado en su cuev a y respiran-

    do ansiosamente en un balde de Resistol

    5.000... o la imagen definitiva de un cavern-

    cola que est atrapando a su presa, pero ahora

    con un finsimo rayo lser en la mano.

    Tam bin el saber sociolgico tiene su co-

    rrelato en esa imaginera. No m e refiero slo