Diccionario Crítico de Ciencias Sociales_Hermenéutica
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8/10/2019 Diccionario Crtico de Ciencias Sociales_Hermenutica
1/6
PLAZA Y VALDES
EDITORES
DICCIONARIO CRTICO
DE CIENCIAS SOCIALES
Romn Reyes dir.)
CONSEJO EDITORIAL
El Grupo de Investigacin de la Universidad Complutense de Madrid
940052 Theoria. Proyecto Crtico de Ciencias Sociales,
bajo la presidencia de Luis Gonzlez Seara UCM),
asume las funciones inherentes a este Consejo.
COORDINACIN
1.rea de Economa y Sociedad: Juan Muoz (UCM )
2. rea de Poltica y Estado: Jorge Verstrynge (U CM )
3. rea de
Comunicacin y Conocimiento:
Blanca M uoz (U niv. Carlos III de
Madrid)
4. rea de
Religin, Arte y Literatura: Narciso Pizarro (UCM)
5. rea de
Filosofia y Ciencia:
Quint n R acionero (UN ED)
Asesores E speciales
Francisco Aldecoa (UCM , Unin Europea)
K laus Meschk at (Universitt Hannov er, Am rica Latina)
H ildegard M aria Nickel (Hum boldt-Universiti i t zu Berlin, Fem inismo y G nero)
Isidoro Reguera (Universidad de Extremadura, Pensamiento Europeo
Contemporneo)
Keith Ro berts-Sampso n Bristol (GISED Fo undation M alta, Polticas
EuroMediterrneas)
Secretaria de Edicin
Milagros
Caballero C arbonell (Sociloga,
Madrid)
I I I S T I T U L e D E N E S T I G A C I O I E 2
SOCIAL
BIBLIOTEC
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8/10/2019 Diccionario Crtico de Ciencias Sociales_Hermenutica
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vs del l ibro y de los m edios audiovisuales
sea d iferente , lo que provoca que m uchas
nov elas se adapten al cine o al teatro es que
dicha obra l i teraria se conozca. Por ejemplo,
Los gozos y las sombras, de Torrente Ba-
l lester , que sin ser una gran no vela, por el
hecho d e adaptarse a la televisin, empez a
ser leda.
Por otra parte , e l gran pblico slo se
queda con la adaptacin cinematogrf ica y
se coriforma co n ello, sin decidirse a leer la
novela.
A vec es hay cierta armon a, pero el pbli-
co, en g enera l , hace poca d is tinc in entre
m edios audio visuales y la li teratura. De al-
guna m anera , los medios audiovisuales ha-
cen posible que se conozcan las novelas
adaptadas al teatro y sobre todo al cine
aunque despu s a los espectadores no les
interese la lectura de dicha ob ra.
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G A B R I E L B U R E B A
HERMENUTICA 1988)
Si bien pod ra definirse com o teor a de la
interpretacin del s ignif icado (B leicher) ,
Hermenetica
dicha definicin, com o tal , pronto habra de
ser abandon ada. No seria suficiente con re-
cordar que la teora, en cuanto
theorei,
es no
slo praxis s ino su m xima expres in y que
en esa m edida la herm enut ica nos remite a
una tcnica, a un quehacer y a un saber co-
nocido d esde la ant igedad. No ser a sufi-
ciente con subrayar su u bicacin en la filoso-
fa de las c iencias so ciales , el ar te , el len-
gua je y la crtica literaria. N o seria suficien-
te... para liberar esta actividad herm enutica
de la identif icacin dem asiado habitual con
una mera explicacin o comprensin de
textos . Ello nos o bl iga a una c onsideracin
ajustada y cautelosa de estos trm inos. Cau-
te la que cobra his tr icamente una especia l
relevancia, fundam entalmente a part ir de los
estudios de autores com o Schleierm acher ,
Dilthey, Heidegger, Gadam er, Ricoeur, Fou-
cault..., sin olvidar a Betti , Apel o H abermas.
Au tores que en defini t iva vienen n o slo a
dar cuenta de la mo dern idad s ino a consu-
marla al destacar la hermenutica como
m odo d e proceder interpretativo, constitutivo
de todo lo que es. Se configura por tanto
com o e l seno de un deba te que permanece
abierto.
Se ha l legado incluso a sealar que, en de-
finitiva, la hermen utica replantea los fun-
dam entos del conocim iento , presentndose
frente a una epis temologa , abandonad a ya
com o bsqueda de es tructuras inm utables ,
pero no pretendiendo l lenar el espacio cultu-
ral dejado, sino expresando la esperanz a de
que no l legu e a l lenarse. Frente a la suposi-
cin de que todas las aportaciones a un dis-
curso determinado son conm ensurables y de
que la esencia del hom bre (esencia de vidrio)
es precisamente descubrir esencias, as com o
reflejar con exac titud el universo que nos ro-
dea, formado d e cosas claras y distintam ente
cogn oscibles, se propo ne (Ro rty) la idea de
la cul tura como u na conversacin m s que
com o una estructura levantada sobre unos
fund am en tos . Nos encam inamos aho ra en
es ta direccin al margen de una persecu-
cin de tal quehacer desde la antigedad
pero en d istinto sentido. No se trata de sus-
tentar otra forma de conocer la compren-
sin en o posicin a la exp licacin (predicti-
va) sino de o tra forma de arreglrselas.
M odo de proceder en el que nos redescribi -
m os a nosotros mism os, nos autoconst itu i-
m os (Hegel) , nos inventam os (Nietzsche) ,
nos decidimos (Heidegger) , nos ocupam os
(Foucault).
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Hermenetica
a) Hermenutica y modernidad
Con sum ar la modernidad ser as imismo
consum irla . La hermenu tica no se limita a
leer el pensar sino a su vez lo configura y es-
cribe, com o nico remedio p ara su existen-
cia. Rem edio que ser tamb in veneno (Pla-
tn,
Carta Vil;
Derrida,
La diseminacin).
La hermen ut ica surge por e l lo fundamen-
ta lm ente con e l res tablecimiento del m bito
m ism o de l pensamien to com o m b i to de l
quehacer terico, que ser con D escartes un
reconocim iento del a lcance del pensar y de
sus l mites. Tal hecho de p ensar, que es aho -
ra esencialmente escrpulo, no adm itir ya
nada en tanto no sea puesto de mod o seguro
y c ier to . Todo
ego cogito es ya
cogito me
cogitare
(Heidegg er, N ietzsche) . Todo re-
presen ta r hum ano es u n represen ta rse , un
ponerse ante s , con lo que aquello que es re-
presentado no t iene neces idad de un m ovi-
m iento expl cito que lo vuelva o devu elva
hacia aqul que se lo representa. La repre-
sentacin y el que se representa estn repre-
sentados conjuntamen te en el ac to hum ano
de representar. En D escar tes no se adm ite
por tanto como con ocimiento s ino aquello
que est d ispuesto hacia el sujeto como in-
dudable , m ediante e l ac to de representar y
que puesto as es en todo mo m ento recalcu-
lable. Lo verdadero p asa a ser este estar ase-
gurado . Y con e l lo , e l m undo cobra e l a s -
pecto de imagen cuando yo lo dispongo ha-
cia m (H eidegger ,
La poca de la imagen
del mundo).
As, ni la conciencia se lim ita a
reprodu cir significados, ya que los g enera, ni
el s ignificado cabe ya ser pensado s in m s
com o referencia a un ob jeto, sino que habr
de entenderse com o la forma en que el sujeto
finito que comprende las cosas desde un
pun to de vis ta part icular , analiza algo, o el
mo do com o desglosa algo para su propio uso
(Simon,
La verdad como libertad). La her-
menutica no h abr de considerarse por tanto
ni com o el acceso a una supuesta pura obje-
t iv idad ni com o una presunta neutra l idad,
que en el no as is t ir del sujeto, im pedira la
presenc ia de lo rea l como presente . Desde
este punto de v is ta , decir hermen ut ica es
decir modernidad.. . hasta su consum acin.
b) La hermenutica como escisin
Aun que la propia voz purivda sugil te en
principio una suerte de escisin m etodolgi-
ca entre un pensam iento y su expresin, alu-
diendo m s bien a sta , e l restablecimiento
que la m odernidad s ignif ica imp edir una
lectura segn la cual interpretar seria un ac to
poster ior , dado que todo p ensamiento es ya
consti tutivam ente interpretativo. En esta di-
reccin proseguimo s.
La hermen utica encuentra su mbito ade-
cuado en un contexto f i losf ico de la m ano
de F . Sch le ie rm acher , qu ien ap l ica a es ta
problemtica la p alabra uti lizada en estudios
teolgicos
(Hermeneutik,
en W erke, 1/7) con
un sab or prctico referido a la tcnica co-
r rec ta de in terpre tac in de un tex to , com o
el arte de com prender. Se subraya as que
dicha interpretacin n o es algo exterior sino
que se trata de reconstruir un discurso dad o,
en e l seno de un contexto de vida . Aspecto
este que habra de ser posteriormente asum i-
do y cu estionado.
Esta insistencia en la necesidad de acceder
previamente a los datos de la realidad que se
pretende cono cer es leda por W . Dilthey en
Schleierm acher . En obras ta les com o Ein-
leitung in die Geisteswissenschaften (1883)
o Aufbau der geschichtlichen welt
(1910 ) se
formula la ya c lsica d istincin entre c ien-
cias de la naturaleza, que aclaran y explican,
y ciencias del espri tu que com prenden y en-
t ienden las objetivacione s de la vida. Sin la
vivencia de s tas no cab e in te lecc in . Se
trata de acceder a estas viven cias originarias
de las que los signos no son sino expresin.
La rem isin del texto al contexto o contextos
quedar sin em bargo superada m ediante una
adecuada relectura de aqul (Ricoeur) . De
ah que la escisin entre com prensin (pro-
ceso por el que conocem os algo psquico con
la ayuda de signos sensibles que son su m a-
nifestacin) e interpretacin (d erivada de la
com prensin, ar te apl icado a m anifestacio-
nes fijadas de una forma durable, de las
cuales la escritura es su carcter distintivo),
escisin que se sost iene en
Die Entstehung
der Hermeneutik de 1900 sea posterior-
m ente recuestionada po r otros autores, me-
diante una concepcin m enos antinmica de
sus relaciones y una ms adecuada conside-
racin de lo que es un texto (Ricoeu r). Habr
de verse que lo que llega a la escritura es el
discurso en tanto que intencin de decir; es
ya un a inscripcin directa de esta intencin.
En la hermenutica se mostrar que, en
efecto, la con stitucin de s y de sentido son
contemporneas.
c)
Hermenutica ontolgica
La lnea propuesta por Dilthey ser conve-
nientemente a tendida y ree laborada por M .
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Hermenetica
Heidegg er , quien no con sidera adecuada la
reducc in de la hermenut ica a m todo de
las ciencias del espr i tu , aunqu e valora la
vinculacin de sta a las vivencias or igina-
rias, a pesar de su carcter desorientado e in-
suficiente. Es el propio conocim iento el que,
en cuanto parte de una precom prensin del
ser , es s iempre interpretacin. El mo do de
proceder y e l modo de pensar , lo dicho y e l
decir , no son do s m undos. Las cosas no es-
peran, m s l l de la interpretacin, que la
hermenut ica nos cond uzca a su presencia .
El lenguaje no ser la apertura del mu ndo, en
el sentido de inicio, principio, sino la sede en
la que e l m undo se m undaniza , la cosa de-
viene cosa.
El lenguaje en Heidegg er no se de ja por
tanto reducir a expresin o instrum ento de
com unicacin, y aparece a su vez com o fun-
dado en un lenguaje m s or iginal, lenguaje
que no se art icula sin m s en palabras. Cabe
hablar por tanto de un pensam iento herme-
nut ico, pensamiento que t rabaja sobre y en
el lenguaje, s in l imitarse a expresar. De
ah que la hermenu t ica haya de leerse no
slo com o arte de interpretacin del discurso
sino com o su potenciacin en efectivo discu-
rrir . Lo atraviesa no tanto a la bsqueda de
un sen tido or iginal que espera ser l iberado
por l a gen ia l idad s ino cuyo a lcance v iene
dado por e l m ovimiento m ismo de l i r Aus-
legung).
La palabra no se reduce a signo .
Com prender no e s ya , com o en D i lthey ,
conocer por s ignos sensibles que m anifies-
tan, sino algo previo, que abre direcciones,
existenciario. En el comprender
Vers-
tehen) reside existenciariamente la form a de
ser del Dasein com o poder ser Sein und
Zeit),
aqul cuy o propio ser consiste en ser
posible . Este abrir previam ente condicio-
nes de po sibilidad le otorga un a estructura
de proyeccin Entwurj).
Este es el ver d el
Dasein,
un a brir la significatividad del m un-
do po r el comp render . De ah que incluso el
ver del puro p ercibir sea ya interpretat ivo,
com prende r en el que ya es t la es tructura
del cm o. Desde este punto de v ista, la inter-
pretacin
Auslegung)
es el despliegue de las
posibil idades proyectadas en el com prender,
despliegue que es sin embargo un recorte de lo
ya tom ado en el tener previo y visto gin el
ver previo ; recorte que por la interpretacin
posibil ita el concebir. Sin esta p recomp ren-
sin (Gadam er) no hay interpretacin.
No hay sentido al margen del ser del Da-
sein,
de tal modo que lo que es comprend ido
en rigor es no ya el sentido sino el ser de los
entes . El sentido juega as com o sobre el
fondo de qu, no siendo una peculiar idad
de los entes sino del Dasein. De ah que to-
da interpretacin que haya d e acarrear com-
prensin, t iene que haber com prendido ya lo
que trata de interpretar
Sein und Zeit).
Es
en este crculo en el que se muestra que es el
intrprete el que recorta una posibilidad de
interpretacin d esde un ver previo, en el
seno de u n tener previo, dec id indose a
enfrentarse a lo po r interpretar desde un as
determ inadas concepciones fundadas en un
concebir previo Sein und Zeit). Por tanto,
para He idegger, es en la interpretacin do n-
de se comprende expresamente aus-
drcklich)
lo com prend ido : e l com prender
abre el sentido.
La ar t iculabil idad d e la com prensin que
posibi l i ta un desarrol lo Ausbildung) del
com prender com o interpretacin ser el ha-
bla (Rete), todo de significacin que pue de
con ver t i rse en s ignif icacion es; habla que
com o estado de expresada es e l lenguaje
Sprache), que en esa m edida ha de rem itirse
a aqul.
El autoc onstituirse, inventarse, decidirse,
ocuparse, se muestra ahora como un enten-
derse en la cosa a la que indefectiblemen te
el quehacer hermenu tico insta. Decir com o
habla es as im ismo o r. La com prens in
es
s iemp re una apropiacin en la que como re-
corte y decisin nos configuramos en el con-
f igura r s iem pre de a lgo com o a lgo . La
herm enutica por tanto no se limita a inter-
pretar lo que es, sino a ha cer que sea, dado
que slo dentro de una totalidad de sentido
previamente proyectada, algo se abre com o
algo.
d) Hermenutica, tradicin y actualidad
El comp render debe pensarse menos co-
mo una accin de la subje t iv idad que como
un desplazarse uno m ismo hacia un aconte-
cer de la t radic in en el que el pasado y el
presente se hal lan en continua m ediacin
(Gadamer, Verdad y mtodo). Esto pasa por
la asuncin de los prejuicios leg timo s y el
reconocimiento del mom ento de una tradi-
cin que habr de ser recorrida y rebland eci-
da.
Co n ello se afronta la mov ilidad histrica
del comprend er que no queda sujeto a m eras
ocurren cias sino que est abierta o lo otro:
estar dispuesto a dejarse dec ir a lgo . El
sentido es por tanto un proceso abierto, dado
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Hermenetica
que nuevas fuentes de com prens in hacen
patentes re lac iones de sent ido insospecha-
das.
N o se trata por ello de quedar satisfecho en
las respuestas, sino de acced er y p ersistir en
las preguntas , por lo que G adam er nos re-
cuerda que poner en suspenso los p rop ios
prejuicios tiene la estructura lgica de la
pregunta cuya esenc ia es abr i r y m antener
abiertas p osibilidades. Hacerse consciente de
la situacin herm enutica ser as tanto co-
m o elaborarla, es decir , obtener el horizonte
correcto para las cuestiones que se nos
plantean cara a la t radicin. Ho rizonte s in
em bargo pa ra desplazarse, esto es, traerse a
s mismo a esa otra tradicin (G adam er), ac-
ceder a ella sin quedar fijado en lo c ercano.
Com prender es s iem pre es te proceso de fu-
sin de horizontes en el dom inio de la tradi-
cin, a fin de que en la actualidad de lo pre-
sente se hagan patentes las cond iciones que
lo constituyen como tal.
e) Todo es texto
Decir que la herme nutica es t pres idida
por una doble perspectiva de extraeza-
dis tancia y confianza-proxim idad respecto
de la tradicin es tanto como reconocer
que se ha l la m ovida por una dob le mot iva-
c in, voluntad de sospecha y voluntad de
escucha, voluntad de desmitificacin y
voluntad de restauracin. Ricoeur, De
1 interprtat ion).
Si la herm enutica se lee com o un d ecir
algo de algo, el hecho de que no slo no se
agote dicho algo en ese decir sino que tal de-
cir no se reduzca a lo dicho , da a toda inter-
pretacin el corte de texto. El discurso discu-
rre con su secreto abso lutamente sup erficial
(Foucaul t , Nie tzsche, Freud, M arx), pero e l
dificil acceso a esa epidermis imp ide ignorar
no slo que hay s iempre a lgo no dicho
(un-
gesagtes:
H eidegger) latente en esa superfi-
cie, sino que da que pen sar insistentem ente
en tanto el texto es ledo con repeticin
Wiederholung heidegge riana). Esto implica
asumir lo comprendido en el texto reco-
rrerlo desd e el nivel presente y recrearlo en
el reoriginar desde l nuevas p osibil idades
de sentido y com prensin
(Sein und Zeit).
Sin interpretacin no hay p or tanto com-
prensin. La dicotom a de sta con la expli-
cacin queda superada en el reconocim iento
de que toda interpretacin se so st iene en el
inters por la autoconservac in que afronta
en primer lugar qu se entiende por vida
(Habermas, Conocimiento e inters). La
hermenutica no alcanza su autntica dimen-
s in s ino com o expres in de la autorrefle-
xin en la que un conocim iento coincide con
el inters por la em ancipacin, inters que no
puede ser definido de m anera independiente
de las condicion es culturales de trabajo, len-
guaje y dom inacin y que constituye al texto
com o te j ido en e l que e l campo de juego es
as mismo campo de bata l la (H ercli to , He-
gel, Marx y N ietzsche).
De ah que s i b ien n o caben ignorarse las
preocupaciones hermenut icas de cor te m e-
todolgico (vase, p. e. , E. Be tti) , tal queha-
cer encuentra su dim ensin m etdica, como
m odo de p roceder, en la constitucin y arti-
culacin y discurso hum ano. En este terreno
se plantean hoy las cuestiones ms fecundas
respecto del tema que n os ocup a. Si el texto
no es un objeto m udo que espera ser ledo
sino ya lectura, la propia verdad queda co m -
promet ida no ya com o concordancia s ino
com o exam en de las condiciones en que t ie-
ne lugar la com prensin, que es tanto como
reconocer la inadecuacin de cualquiera de
las figuras o exp resiones del espritu (Hegel)
aisladamente considerada, a l margen de su
textura. Q u son las cosas y bajo qu condi-
ciones se dan, no son do s mu ndos. El princi-
pio de interpretacin no es ahora algo radi-
calme nte distinto del intrprete (Nietzsche).
En este sentido, la interpretacin no se pued e
acabar jam s . Es to qu ie re deci r s im ple -
m ente que no hay nada que interpretar . N o
hay nad a absolutamente primario para inter-
pretar, porque en el fondo ya tod o es inter-
pretacin, cada s igno es en s mismo no la
cosa que se ofrece a la interpretacin, sino la
interpretacin de otros signos (F oucault).
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N G E L G A B I L O N D O
HIPERTROFIA PARADIGMTICA Y PA-
TOGRAFA SOCIAL 1988)
Sin caer ahora en el extrem o de que socio-
loga eres t (recurdese el m odo de inser-
cin so cial del aspirante a cientf ico social
y la m anera ms o m enos abd icayec toria
externamente determinada o subjet iva, eso
da igual con que se abraza mu chas veces un
paradigm a sociolgico, y no otro, para desa-
rrollarse en l), s conv iene reparar en el si-
guiente epgrafe de Louis Pauwels (1984):
A part ir de hoy, e l m undo d eber ser pen-
sado an tes de 1789 y despus de 2010 . Es
decir , antes de la R evolucin francesa y des-
pus del (ahora cada vez inminen te) Terror
del futuro.
Supone una d es truccin au tn t icam ente
nuclear: e l m undo deber ser pensado slo
antes y despu s del per iodo que asis t i a la
fundacin de la sociologa, a su entusiasm a-
do d esarrollo cr t ico y, por f in, a la profunda
crisis de su leit-motiv mismo funcional: esa
idea de progreso subida a la i lus in de un a
obje t iv idad ep i s tm ica . Todo , l a p resun ta
transform acin de u na c ierta f i losofa social
vaga, valorativa preparadigmtica en un
r iguroso saber b ien fundad o , s i s tem at iza -
do.. ., en sum a, cientfico (a los au spicios de
algn potentado parad igma) , y e l pos
erior
hallazgo : que se trataba, en efecto, de un a
presuncin; todo eso se precipita por el des-
fi ladero de e se par de s iglos . No es que se
vaya el presumible avance de sucesivos pa-
Hipertrofia paradigmtica y patografa social
radigmas que acudie ran a hacer f ren te de
aquellas anom alas de sus colegas; es que
se va tamb in e l desenmascaramien to de l
proceso: el alto el juego de paradigm as que,
so pretexto de m utuos ataques de hipertrofia,
pug nan en realidad po r acaparar (qutate-t-
para-ponerm e-yo) todo el saber disciplinario;
(esto es, com o si ante la evidencia de que las
creencias, etc. no constituyen sino nu estro
saber narrativo [Ly otard, 1979] se estuviese
interesado nicam ente en hacer
best-seller
de la nueva narracin que se prop one). Y al
fondo, com o reduc to , quedar a tan slo la
intensa ertica (contra)inherente al vaco o la
srdida fascinacin p or la hipertrofia de la
hipertrofia.
Lo que Pauwels parece estar ofrecindon os
es el tomar do s tazas de la tan en boga dis-
continuidad. Ejem plifica nuestra identidad
del mu ndo dividida; una que, para ser pensa-
da, necesitara ocup ar el pasado y el futuro,
pero a la vez , en una im posible contencin
m utua. Una identidad que para reconocerse
dem andara imp osiblemente, en definitiva, la
habitacin simultnea de an tes y despus del
periodo (como el contenido de un parntesis
pujand o con tod as fuerzas por salir a la vez
hacia ambos extremos: necesita hallar la
continuida d de la frase para entenderse a s
m ismo, pero corre con ello un altsimo ries-
go de su propia extincin). La frustracin de
aquel desplazamiento necesario provoca ese
peculiar sntoma del pathos
posmodem o: los
famosos retornos h acia delante , nostalgia
del futuro (Lozano), etc. , y deja constancia
de la abdicacin (terica) en que c onsiste el
tan cacareado present ismo (prct ico) ac-
tual.
El resu l tado es una esc i s in b loqueada .
Un a identidad, en sum a, esquizofrnica, que
conferim os desde este agujero cronolgico a
nues tro m undo (por atemporal) im pensable.
sta , por e jem plo, que seala tan grf ica-
me nte Nicols Casullo en La razn silencia-
da
1985): Es como si una sociedad de
siervos estuviera viendo en televisin la gue-
rra de las galaxias. O sa que se englob a
con precis in en algun as figuras del poeta
argentino H ctor Libertella: Un trogladicto:
un troglodita agachado en su cuev a y respiran-
do ansiosamente en un balde de Resistol
5.000... o la imagen definitiva de un cavern-
cola que est atrapando a su presa, pero ahora
con un finsimo rayo lser en la mano.
Tam bin el saber sociolgico tiene su co-
rrelato en esa imaginera. No m e refiero slo