Diccionario de nombres geográficos : cabeceras...
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Diccionario de
Nombres Geográficos
Cabeceras Municipales de
Baja California
INEGI
INSTITUTO NACIONAL DE ESTADISTICA, GEOGRAFIA E INFORMATICA
Diccionario de
Nombres Geográficos
Cabeceras Municipales de
Baja California
INEGI
INSTITUTO NACIONAL DE ESTADISTICA, GEOGRAFIA E INFORMATICA
DR © 1993, Instituto Nacional de Estadística,
Geografía e Informática
Edificio Sede
Av. Héroe de Nacozari Núm. 2301 Sur
Fracc. Jardines del Parque, CP 20270
Aguascaiientes, Ags.
Diccionario de Nombres Geográficos
Cabeceras Municipales de Baja California
Impreso en México
ISBN 968-892-446-6
Introducción
Adivinada antes que conocida. La mítica tierra californiana ha sido
sueño de los conquistadores, refugio de los piratas, anhelo de los
invasores, pero sobre todo principio de México.
La vida de Baja California transcurrió en un mundo aparte: sepa-
rada del macizo continental por el río Colorado y el Mar de Cortés,
atravesada por escarpadas serranías, afectada por un suelo árido y
un clima seco, la península se aisló del resto del país provocando una
tardía colonización.
Conquistada más por la cruz que por la espada, poco a poco la
península se comenzó a poblar. En busca de tesoros llegaron los
hombres que, finalmente, se convertirían en la riqueza de esta tierra;
lentamente comenzaron a formarse los nombres que hoy identifican
a sus cabeceras: Ensenada, Tijuana, Tecate y Mexican, son sím-
bolos de un nacionalismo surgido de las luchas por la defensa de la
patria, y que actualmente nos hablan de trabajo y progreso.
El recorrer los nombres geográficos de las cabeceras municipales
de Baja California es recordar la bravura de aquellos pioneros que
lucharon con la tierra para arrancarle sus frutos; es internarse en el sol,
en la arena y en el mar.
El estudio de la toponimia bajacaliforniana es un esfuerzo del
instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática por
rescatar la invaluable riqueza que encierra el significado, la historia y
la regulación de los nombres geográficos.
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Contenido
Ensenada 1
Mexicali 7
Tecate 13
Tijuana 17
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ENSENADA
Ensenada: topónimo que identifica a la localidad y puerto del estado de Baja California, con categoría política de ciudad y cabecera del municipio del mismo nombre. Su clave geoestadística es 02 001 0001 y cuenta con una población de 259 979 habitantes1. La ciudad se sitúa al noroeste de la península, sobre la bahía de Todos Santos, con coordenadas 310 51' 49" de latitud norte y 116* 36' 39" de longitud oeste y 20 m de altura con respecto al nivel del mar. Su clima por lo general va de templado a seco, con una precipitación pluvial promedio de 281.7 mm3 anuales; y en cuanto a la vegetación de sus alrededores, ésta se caracteriza por el predominio de diversos matorrales y árboles tales como: álamo, sauce, jojoba y mezquites; al igual que de pinos y encinos.
Económicamente hablando, una de sus principales actividades es la pesquera, se extrae sardina, abulón, langosta y diversas especies de escamas, siendo sus empacadoras de mariscos de las más importantes del país. Turísticamente, Ensenada ofrece una infraestruc- tura altamente desarrollada, capaz de albergar a un número considerable de visitantes. Dentro de los puntos atractivos de la ciudad se citan sus monumentos históri- cos, como el caso del de don Miguel Hidalgo y Costilla, el de los Niños Héroes y los de la Plaza Cívica, ubicada ésta última, sobre la bahía, donde se ven los bustos de Benito Juárez, Miguel Hidalgo y Venustiano Carranza. En la misma bahía se encuentra el centro social Riviera, antiguo y famoso casino al cual acudía gran cantidad de apostadores. Cerca de él, está el ya conocido «mercado negro», donde varios pescadores se agruparon para vender al público los productos del mar a precios módi- cos. Otro atractivo turístico, que al igual que los anterio- res, han ayudado a difundir y arraigar el topónimo, es el espectáculo natural de la Bu fado ra en Punta Banda. Cuando las mareas son altas entra la resaca por una hendidura de la costa y al forzarse al final de ésta, se produce un salto de agua que a veces alcanza una altura de 20 m. Más limitada, pero no menos importante, es su actividad agrícola y ganadera, cultivándose trigo, arroz, maíz, frijol, vid y olivo; y se cría ganado porcino y vacuno. Ensenada posee también importantes vías de comunicación, como la carretera No.1 transpeninsular, que parte de Tijuana y se conecta con Ensenada, prolongándose hasta el extremo sur de la península; la carretera No. 3, Ensenada-Tecate, de carácter federal, que se une con la No. 2, Tijuana-Mexicali; así como la de Ensenada-EI Chinero, que comunica a la localidad con la costa noroeste del Golfo de California. Por su impor- tancia como elemento referencia!, el nombre geográfico
1 Censo de Población y Vivienda, 1990.
Ensenada aparece consignado en la cartografía del INEGI, en sus cartas topográficas H11-B12, escala 1:50 000 y H11 -2, escala 1:250 000; así como en la carta turística «México-Noroeste» del mismo Instituto y en el Mapa de Carreteras de la Secretaría de
Asentamientos Humanos y Obras Públicas, escala 1:800 000, edición 1980.
Los antecedentes históricos que existen sobre el lugar que hoy ocupa Ensenada y en general para la parte norte del territorio bajacaliforniano, indican que fue habi- tado por tribus nómadas de escaso desarrollo. Una de ellas, la de los ccchimí, hablantes de la lengua del mismo nombre, perteneciente al tronco lingüístico hokano, fue la más representativa. Vivían de la recolección de semi- llas raíces y frutos silvestres; al igual que de la caza de aves y mamíferos, utilizando para ello arpones, arcos y flechas. De su forma de vestir, se suele decir que las mujeres iban "honestamente cubiertas pero los hombres desnudos todos"2. Para protegerse del sol y de la lluvia, se guarnecieron bajo los árboles o en cuevas. Es muy probable que estos grupos hayan dado algún nombre al lugar de Ensenada, sin embargo, su carácter nómada y
la consecuente falta de suficientes rasgos o elementos, ha dificultado descifrar no sólo esta incógnita, sino mu- chas otras de su forma de vida y cultura.
El descubrimiento y arribo de los primeros europeos
a la península de Baja California se da como resultado de ias fantásticas historias que se contaban acerca de una supuesta isla poblada de amazonas y llena de riquezas. Hernán Cortés, fue el primero en mostrar un interés
especial por explorar y conquistar la "Isla del Mar del Sur", nombre con el cual se le conoció. Ese interés se
hace constar en la mención que de ella da Cortés en su cuarta Carta de Relación, fechada en 1524:
« Y asimismo me trujo relación de los señores de la provincia de Ciguatan, que se afirman mucho haber una isla toda poblada de mujeres sin varón ninguno
y que esta isla esta diez jornadas desta provin- cia y que muchos dellos han ido allá y la han visto. Dícenme asimismo que es muy rica de perlas y oro:
yo trabajaré, en teniendo aparejo, de saberla ver- dad y hacer dello larga relación a vuestra majestad»3.
* Celso Aguirre Bemal. Historia Compediada de Tijuana. 2a. ed.,aumentada con el mito del Centenario de Tijuana. México, Ediciones Quinto Sol, 1989, p. 40.
1 Hernán Cortés. Cartas de Relaciones. Edición anotada por el Dr. Julio Le Riverend. México, Ed. Concepto, 1989, p. 355.
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En 1529, el monarca Carlos V lo nombra Capitán
General de la Nueva España y de la Mar del Sur,
otorgándole al mismo tiempo los derechos para la exploración, conquista y colonización de la «isla». En su
propósito, Cortés habría de enviar cuatro expediciones,
mismas que se limitarían a la exploración e intento de colonización de la zona sur de la península. Pese al
haber fracasado en ellas, las expediciones arrojaron
importantes logros, como su descubrimiento en los
primeros meses de 1534, al arribar Fortún Jiménez a la
bahía y puerto hoy conocidos como de La Paz; lugar
donde también el propio Cortés establece en 1535 la
primer colonia, que en su honor se le conociera como
«Puerto del Marqués», pero que fuera abandonada por falta de víveres o por su dificultad de obtenerlos.
Otra importante aportación sería el reconocimiento
costero oriental y occidental, que realiza Francisco de Ulloaen la última de las expediciones financiadas por
el conquistador de México en el año de 1539.
En 1540, el primer virrey de la Nueva España, Don
Antonio de Mendoza, toma por su cuenta el
financiamiento de nuevas expediciones hacia la pe-
nínsula, logrando reconocer gran parte de la costa
occidental del territorio que hoy ocupa el estado de
Baja California, tocando y dando nombre a muchos de
sus puntos, incluido, desde luego, el de Ensenada y su
bahía. Dos primeras expediciones enviadas al frente de
Francisco Vázquez de Coronado y Fernando de Alarcón reconocerían la costa oriental de la península.
El segundo de ellos daría los primeros informes de que
California no era isla, sino península. La expedición que
logra llegar a Ensenada es puesta en manos del marino portugués Juan Rodríguez Cabrillo. Zarpa del puerto
de Navidad (Jalisco) el 27 de junio de 1542, recorre la
costa occidental bajacalifomiaña y arriba al puerto de
Ensenada el 17 de septiembre, bautizándolo con el nombre de San Mateo,en honor del santo que se festeja
este día; costumbre ésta, muy arraigada entre los
europeos:
«Domingo a 17 diaz del dicho mes (septiembre) andubieron nabegando para seguir su biaje y
obra de seis leguas del cabo de cruz, aliaron un
puerto bueno y cerrado y para llegar alia paxaron por una ysleta que está cerca de la tierra firme,
eneste puerto tomaron agua en una lagunilla de
agua llobediza y ay arboledas como de ceybas
exepto que es madera rrezia. Hallaron maderas gruesas e grandes que traya la mar, llamase este
puerto San Mateo (...). Esta en 33 grados y tercio»4.
Una vez que desembarcaron, se abastecieron de agua dulce en una «lagunilla» y tomaron posesión de
la tierra; descansaron por varios días y partieron con
rumbo norte hasta llegar al paralelo 44, punto que también Cabrillo bautizó con el nombre de Cabo
Mendocino en honor del virrey novohispano, nombre con el cual aún hoy se le conoce. Después de esa
primera denominación, habría de pasar un largo tiempo
para que Ensenada fuera nuevamente visitada, hecho
4 Angela Moyano de Guevara Visión histórica de Ensenada. México, Centro de Investigaciones Históricas UNAM-UABC, 1982. p. 9.
2
que influyó para que el nombre no trascendiera. El abandono temporal del gobierno español hacía la pe- nínsula o «isla», trajo como consecuencia que ésta se convirtiera en el refugio ocasional de piratas, sobre todo de nacionalidad inglesa, entre los que figuraron Francis Drake, que llegó en 1577, y Thomas Cavendish, quien en 1587 asaltara una nave proveniente de las Filipinas, apoderándose de un cuantioso botín y tomando como refugio un puerto cercano al Cabo San Lucas. La frecuencia con que se venían dando los ataques de piratería en las aguas del mar del sur (Oceáno Pacífico) provocó seria preocupación al monarca español Felipe n, mismo que giró instrucciones al entonces virrey de la Nueva España, Luis de Velasco, indicándole la necesi- dad de no abandonar las exploraciones hacia Califor- nia. Ante ello, el virrey concedió una propuesta que con anterioridad había hecho el marino español Sebastián Vizcaíno, en la que se le otorgaba el permiso
para la pesca de perla, joya codiciada en el nuevo y viejo mundo, comprometiéndose en pago a establecer una población al sur de California y promover la evangelización de los indígenas. Población que, argu- mentaba Vizcaíno, podría en un futuro utilizarse como
punto de apoyo a posteriores exploraciones y como auxilio para los galeones procedentes de las Filipinas. Sebastián Vizcaíno realizaría dos viajes de explora- ción, uno en julio de 1596, con los objetivos ya señala-
dos, y el otro, en mayo de 1602, con el fin específico de dirigirse inmediatamente hacia el Pacífico para recono- cer y demarcar con precisión las bahías, puertos y
ensenadas, desde el Cabo San Lucas hasta el Cabo Mendocino, advirtiéndosele que no debería penetrar en el Golfo de California, ni realizar incursiones tierra adentro. Ambas expediciones arrojarían resultados de gran importancia para el conocimiento geográfico de Baja California, dado que, durante su recorrido, Vizcaíno dió nombres a muchos lugares costeros con los cuales aún hoy se les identifica; tal es el caso de «Islas de Todos Santos», nombre que diera en su segundo viaje:
«a 5 de noviembre descubrimos dos islas peque- ñas a la boca de una ensenada grande, yendo entrando por ella, anocheció, y escaseo el viento y el piloto mayor dijo al General no le parecía convenir de noche se entrase en la dicha ensena-
da y así se viró para afuera dejándola para otro día, y al amanecer nos hallamos en la boca de la dicha ensenada, yendo entrando por ella vino un poco de viento leste que lo impidió y el General dijo al Almirante y a los capitanes y alféreces entrete- nidos y a los pilotos qué se haría, y todos fueron de parecer de que fuese adelante y no se perdiese esté viento que era en nuestro favor, y así segui- mos nuestro viaje, pusosele por nombre a esta bahía Islas de Todos Santos»8.
Pese a que el documento anterior señala claramente que el nombre dado a la bahía fue «Islas de Todos
Santos», en la práctica, la forma común de referirse al elemento geográfico fue «bahía de Todos Santos», «ensenada de Todos Santos» o «bahía de Todos los
Santos», omitiendo por completo el término de «islas»,
tal y como se puede constatar en la cartografía de la
época:
* Documento citado por: Angela Moyano de Guevara. Op. dt., p. 13.
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- «B. de Todos los Santos», en el mapa de la Audiencia
de Guadalajara con Nuevo México y California,
Nicholas Sansón, fechado en 1656*.
- «Bahía de Todos Santos», en el mapa Teatro de los
trabajos apostólicos de la Compañía de Jesús en la América Septentrional, elaborado en 1696
por Eusebio Francisco Kino7; y en el «Plano de la
Costa del Sur corregido hasta el canal de Santa
Bárbara», realizado en el año de 1769 ".
- «Ensenada de Todos Santos«, en el mapa Califor-
nias: Antigua y Nueva; las misiones franciscanas;
obra de Francisco Palou de el año de 1787 *.
Para el caso particular del nombre que nos ocupa,
también es importante aquí señalar la forma indistinta
de utilizar los términos de bah ía y ensenada, ambigüedad
que aún préveleceen nuestros tiempos, al no existir una
definición precisa que permita distinguirlos, ya que al
parecer el origen del problema es cuestión de regiona-
lismos.
De ahí, que también al parecer, el regionalismo
común para referirse a las entradas de mar en la costa en esta área fuera el de ensenada, al menos en esa
época, dado que con el nombre de Ensenada de Todos Santos, también se le identificará al lugar o ciudad del
presente estudio; más aún, cuando a la postre, por uso
tradicional de los habitantes, el término Ensenada, sea el único que refiera a la localidad, tal y como lo veremos
más adelante.
En cuanto al nombre de «Islas de Todos Santos»,
dado a la bahía o ensenada, Vizcaíno en él relaciona
dos circunstancias:
a) Islas: por la existencia de dos islas que hay en ella;
y...
b) Todos Santos: por la fecha de llegada a la bahía, 5 de
noviembre, fecha cercana al día en que anualmente
la iglesia católica y la tradición popular recuerda a los fieles difuntos, primero de noviembre festividad
denominada como día de «Todos Santos».
Posterior al viaje de Vizcaíno vendrían otros más
hacia la península, éstos, enviados por los subsiguien-
tes virreyes de la Nueva España, tratando infructuosa-
mente la colonización de California: Nicolás Cardona
en 1615, Francisco de Ortega en 1632, Francisco de
Vergara en 1639, Pedro Porter de Casan ate 1649,
Bernardo Bern al de Piñadero1664y Francisco Lucenilla
1668. Pese a los fracasos, estos viajes trajeron consigo
significativos avances en la demarcación correcta de
las costas, y con ella, la implantación de numerosa
toponimia. A este respecto, es notorio el poco intercam-
6 Miguel León-Portilla. Cartografía y Crónicos de la Antigua California. México, Universidad Nacional Autónoma de México Fundación de Investigaciones Sociales, 1989, lám. XXVII.
7 Ibid., fig. 60, p. 111. 8 Ibid., fig. 88, p. 158. 9 Ibid., fig. 93, p. 162
bio de información existente entre los exploradores, al
observarse la repetición de nombres a lugares ya
bautizados por su antecesor.
La cartografía peninsular del siglo XVII,
toponímicamente se caracteriza por ese hecho, dos o más nombres para un mismo rasgo geográfico.
La primera expedición que logra aportar datos sobre
el interior de Baja California es la realizada por Isidro
de Atondo y Antillón en 1682, en ella, viajaba también
el jesuíta Eusebio Francisco Kino en calidad de
cosmógrafo real y encargado de levantar las cartas
geográficas. Ambos realizan exploraciones por espa- cio de dos años, principalmente en la región de La Paz,
aprendiendo algo de la lengua de los aborígenes y de
su forma de vida; experiencia que les permitió vislumbrar la posibilidad de una colonización y
evangelización pacífica.
Paralelamente a las exploraciones de Atondo y Kino,
la corona española implementaba una política de expansión territorial con el fin de asegurar las nuevas
tierras ganadas en toda la zona norte de la Nueva
España, incluyendo en ella, la península de California.
Dicha política consistía o se basaba en la fundación de misiones, centros religiosos a cuyo alrededor se establecerían las casas de los indígenas y girarían,
además, las actividades económicas y sociales. Con
ello se centralizaba toda la población indígena disemi-
nada por el vasto territorio septentrional para su mejor y más rápido sometimiento y evangelización. En loque
respecta a Baja California, los jesuítas fueron los
primeros en establecer sus misiones. Estos hicieron
su arribo el 25 de octubre de 1697, dedicando a la virgen
de Loretosu primer establecimiento misional y con él, de
hecho se inicia la etapa real de colonización. A partir
de entonces sucederían nuevas fundaciones a lo largo y
ancho del territorio peninsular; empresa que posterior
a la expulsión de los jesuítas de toda la Nueva España,
proseguiría en manos de franciscanos y dominicos,
dividiéndose la Alta o Nueva California para los primeros
y la Baja o Vieja California para los segundos.
Por ese entonces, a finales del siglo xviii, Ensenada
era sólo una atractiva área de pastizaje concesionada
a las misiones dominicas de San Miguel y Santo
Tomás, fundadas en 1784 y 1791 respectivamente, y
conocida bajo la denominación de «paraje de la ensenada de Todos Santos»; es decir, se utilizaba en
esta denominación la referencia de la bahía o ensena-
da situada junto o frente al paraje y el nombre dado por
Vizcaíno a ese elemento geográfico.
A principios del siglo XIX, atraído por la buena cali-
dad de los pastos y como pago a sus servicios, el paraje
de la Ensenada de Todos Santos es solicitado en concesión al entonces gobernador José Joaquín de
Arrillaga, por el alférez de caballería de la Compañía
del Real de Loreto y comandante de la Frontera de la
Baja California, don José Manuel Ruíz. Para no afectar
los intereses de las misiones se mandó interrogar a los padres Mariano Yoldi y Juan Rivas, de San Miguel y Santo Tomás respectivamente. Estos contestaron, el
29 de mayo de 1804, su conformidad por la concesión
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del paraje al citado alférez de caballería10. No exis- tiendo oposición, el gobernador ordenó al sargento
Estanislao Salgado que acompañado por dos testigos procediera a realizar los trámites para el otorgamiento
del paraje, debiendo estar presentes representantes de
ambas misiones. El acto de otorgamiento se realizó el 15 de julio de 1805; el sargento, acompañado délos
soldados Ramón Agúndez y Miguel Meza como
testigos, y los indios, Tomás, Xavier y Nicolás de la misión de San Miguel, y Melchor, Atanacio y Juan
Evangelista de Santo Tomás, como representantes,
procedieron a realizar el señalamiento y medición de
dos sitios de ganado mayor, fijándose los límites de la
siguiente manera:
«Del lado Sur diez mil varas que llegan hasta el
paraje llamado El Maneadero, de la parte Norte,
cinco mil varas hasta el Arroyo del Carmen, y a la
parte Oriente, hacia la Sierra Madre, cinco mil varas»11.
Este hecho en particular viene a ser de gran
significación, ya que a partir de esta fecha queda
señalado el sitio donde se levantaría la hoy ciudad y
puerto de Ensenada. José Manuel Ruíz traspasa el
paraje el 9 de octubre de 1824 a su yerno Francisco
Xavier Gastélum, quien a su vez lo heredó a su hijo
Pedro Gastélum Ruíz, construyendo éste una casa en
él, misma que daría renombre a Ensenada de Todos
Santos, al suscitarse en ella un sonoro acontecimiento que permitió, por primera vez, se hablara extensamen-
te del lugar. Posterior a la firma del tratado de paz
Guadalupe-Hidalgo, ocurrida en 1848 y donde México no sólo perdió la Alta California, sino más de la mitad de
todo el territorio, Willian Walker, de nacionalidad esta-
dounidense, con propósito de apoderarse de Baja
California y Sonora, invade el puerto de La Paz el 3 de
noviembre de 1856. Finge ser comerciante y toma por
sorpresa al jefe político, coronel Rafael Espinoza, y las
oficinas públicas; declarando más tarde a Baja Califor-
nia como república libre, soberana e independiente,
renunciando para siempre a su alianza con México y
designándose él mismo, su presidente. Impuso el có-
digo de Lousiana, equivalente a un estado esclavista,
e izó una bandera que ostentaba dos barras lon-
gitudinales rojas con una blanca enmedio conteniendo
dos estrellas, éstas últimas, símbolos de los dos esta-
dos de su república. Pasados tres días, después de un
enfrentamiento con las fuerzas locales, llegó al puerto
de La Pazun barco que traía abordo, coincidentemente, al nuevo jefe político, el también coronel Juan Climaco, que al desconocer la situación que se vivía es tomado inmediatamente como rehén. Walker decide trasladar- se a Cabo San Lucas, lugar a donde llega el 8 de noviembre. Pretendiendo establecer su gobierno, se entera que un barco de guerra mexicano estaba en aguas cercanas, por fo que al sentirse en peligro abandona este sitio en busca de un nuevo puerto, escogiendo ahora el de la Ensenada de Todos Santos. Llega el 29 del mismo mes y toma como cuartel general la casa de Pedro Gastélum, denominándola «Fuerte
10 Angela Moyano de Guevara. Op. cit., p. 51 . 11 Ibidem
4
Mckibbin» en honor de uno de sus guerrilleros muerto. Acto seguido, habría de repetir lo realizado en La Paz. El 4 de diciembre, el coronel Francisco Del Castillo Negrete, subjefe político del Partido Norte, al frente de cincuenta y nueve hombres realizó un ataque en
contra de los invasores, causándoles serias bajas. A este ataque le siguieron otros más, prolongándose los enfrenamientos por espacio de dos meses, tiempo que aprovechó Walker para reforzar su ejército con la llegada continua de pequeños grupos al puerto, hasta reunir un total de seiscientos hombres.
Para finales de enero de 1854, por falta de provisio- nes y por la escasa disciplina, la tropa de Walker comenzó a desertar poco a poco. Paralelamente, por
gestiones del gobierno mexicano arribó a la Ensenada de Todos Santos el barco americano «Porstmonth» con instrucciones de persuadir al invasor para que abandonara el territorio ocupado. Lo obligaron a partir y dirigirse hacia el poblado de San Vicente, arribando a éste, en febrero. Un mes después marcha rumbo a Sonora, atacado constatemente en el trayecto por Antonio Meléndez, oficial de Del Castillo. La deserción de más de su gente y la pérdida de ganado vinieron a agravar su situación, lo que lo obligó a huir hacia el norte, cruzar la frontera el 17 de mayo y a entregarse a las autoridades norteamericanas, dando con ello fin a este episodio que puso prácticamente en el mapa al topónimo de la localidad de Ensenada de Todos
Santos.
La descripción detallada que realiza el subprefecto del Partido Norte, José Matías Moreno, en el año de 1861 y en relación a los poblados y ranchos que lo conforman, es también testimonio de la utilización de esa forma común para referirse al lugar:
«Ensenada de Todos Santos .Concedida por el gobernador de California Don Joaquín de ArriHaga al Alférez Manuel Ruiz, en la extensión de dos sitios de ganado mayor cuyo terreno comprende
la costa que forma la Bahía de Todos Santos,
tiene agua y pastos para la cría de ganado, y alguna capacidad para la agricultura.. Hay dos
vetas minerales de cobre, que fueron explotadas en los años 1846 y 1847. En 31 de diciembre de 1859 expidió una patente el E. S. Presidente de la República Ciudadano Benito Juárez en favor de la señora Doña María del Amparo Ruiz de Burton, concediéndole 5 sitios de ganado mayor en estos terrenos»12.
Nuevos asentamientos surgen lentamente en el ran-
cho, pero aún diseminados, sin formar un núcleo que
le diera importancia. Las actividades se limitaban a la
cría de ganado, modesta cosecha agrícola y a la
explotación del cobre en minas de poca relevancia. El
proceso de crecimiento notable se da hasta el
descubrimiento de ricos yacimientos de oro en el Real
del Castillo, entonces cabecera del Partido Norte. El
11 José Matías Moreno. «Descripción del Partido Norte de la Baja California 1861». Introd. y notas de David Pinera y Ramírez y Jorge Martínez, en: Fuentes Documentales para la historia de Baja California. Centro de Investigaciones* Históricas UNAM- UABC. Vol. 1, No. 2, 1984, p. 25.
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puerto y localidad de Ensenada de Todos Santos
rápido se convierte en punto de vital importancia al ser
centro de abastecimiento de víveres, materiales y
herramientas para los gambusinos. La necesidad de su
servicio fue tal, que al poco tiempo hubo de equipar el
puerto con mayor y mejor infraestructura. Para ello, el
18 de octubre de 1877, el jefe político y comandante
militar Andrés L. Tapia, abre un renovado puerto al
comercio en mayor escala, pronosticando al mismo
tiempo que Ensenada de Todos Santos promovería el
desarrollo de la región y facilitaría el contacto directo
con los puertos de San Francisco (E.E.U.U.), los de las
islas occidentales y los de las costas de Jalisco y Co-
lima. El mismo Andrés L. Tapia describe el puerto de
la siguiente manera:
«Esta Ensenada dista 10 leguas del Real del
Castillo cabecera del Partido; se encuentra a los
32° de latitud norte y tiene la forma de una
herradura, habiendo a la entrada 3 pequeñas
islas (sic.) sin agua. Se determinan los extremos
de la Ensenada por dos sierras. Hay dos puntos
principales de desembarco propio para el puerto.
Uno casi al norte que puede contener los buques
de alto bordo, bien abrigado por los vientos del
noroeste, con una playa suave sin grandes rom-
pientes. Este es conocido por la Ensenada y es
donde está en la actualidad el antiguo rancho de
este nombre. El otro está situado al sur y es
conocido por Punta Banda, y se haya como a más
de dos leguas»13.
Gracias al auge comercial e importancia portuaria
que alcanzó la localidad, el subprefecto del Partido
Norte, Zeferino Castañeda, solicita con fecha 12 de
febrero de 1882, al entonces jefe político, José María
Rangel, que la cabecera del Partido fuera situada en la
Ensenada deTodos Santos,agregando además,que
esta medida traería como ventaja o beneficio, que las
autoridades locales pudieran tener una comunicación
más directa con las de la capital del país. José María
Rangel a su vez, el 22 de marzo siguiente, canaliza la
petición ante la Secretaría de Gobernación y, el 13 de
abril, el presidente de México, General Manuel González,
decreta que la cabecera del Partido Norte de la Baja
California se trasladara de Real del Castillo a la Ense-
nada de Todos Santos.
La orden del traslado llegó a las autoridades c Real
del Castillo el 15 de mayo de 1882, fecha que el
historiador Jorge Martínez Zepeda considera como la
de la fundación moderna de Ensenada, con base en
una conclusión a la que se llegó después de varias
reuniones entre diversos colegas para ese fin.
13 Adalberto Walther Meade "El Partido Norte de Baja California» Universidad Autónoma de Baja California, 1983, p. 114.
Con el traslado de la sede político-administrativa, se
dió también el establecimiento de una aduana marí-
tima para la revisión de la mercancía que entrara a
territorio nacional y la consecuente llegada de emplea-
dos federales y estatales.
Cuando llegaron junto con sus familias a Ensenada
de Todos Santos, surge ya un núcleo habitacional,
pero aún carente de los servicios necesarios mínimos de bienestar. Afortunadamente, un año después se
promulga la Ley de Colonización, mediante la cual el
gobierno mexicano otorgaba a diferentes compañías la concesión de grandes extensiones de terreno para su
urbanización.
Por lo que toca a esta localidad, se sabe que estuvo
operando una empresa de capital americano denomi- nada Huller, que invirtió en la construcción de colonias
habitacionales. En julio de 1886dieron inicio los trabajos
de planeación y, al año siguiente, se realiza la traza de la hoy ciudad de Ensenada. Paralelamente, la empre-
sa desplegó una amplia campaña publicitaria para la
venta de los lotes; campaña que trajo consigo el arribo de nuevos pobladores procedentes de los Estados
Unidos. Pronto aparecieron las tiendas de mercancía en general, casas de ropa, fábricas de muebles, he-
rrerías, etc.; se construyeron nuevos caminos y en el
puerto se dispuso de pangas, botes y remolcador,
además llegaron a operar cuatro barcos de vapor, de
los cuales, dos de ellos salían diariamente hacia San
Diego y San José de Guatemala. Ensenada de Todos Santos para entonces alcanzó la cifra de 300 habitantes.
La empresa colonizadora, sin embargo, no pudo sos- tener la inversión y se vió obligada a traspasar sus
derechos a una compañía de capital inglés, la Mexican
Land and Colonization Co. ( Compañía Mexicana de Terrenos y Colonización), que vino a darle un nuevo
impulso al desarrollo de la localidad, dotándola de
depósitos de agua, servicio eléctrico, telegráfico y
promoviendo la agricultura, impulso que incrementó la
población a 375 moradores.
En enero de 1888el territorio bajacaliforniano queda-
ba dividido y conformado por dos distritos indepen-
dientes, con ello, a la sede político-administrativa del
Distrito Norte - Ensenada de Todos Santos en lo
sucesivo se le llamaría municipalidad, la única con este carácter en esta región del país. También por
este tiempo se da un hecho que influye en forma determinante para la denominación actual de la ciudad,
siendo éste, la confusión que existía para identificar y asociar el nombre entre las localidades de Ensenada
de Todos Santos y la población de Todos Santos,
ubicada ésta última, al sur del puerto de La Paz, en el
hoy estado de Baja California Sur. Dicha confusión se
vió reflejada en el continuo problema de recibir corres-
pondencia equivocada en ambos lugares, situación
que orilló a las autoridades a decretar un 29 de febrero
de 1889, queen lo sucesivo la localidad de «Ensenada
de Todos Santos» se llamará únicamente «Ensenada»,
omitiendo las palabras «de Todos Santos». Con este
decreto, la segunda parte del nombre se perdía
relativamente, dado que, con el topónimo «Todos
Santos», la gente conoce y designa a la bahía e islas
situadas al poniente de la ciudad.
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Por otro lado, la fiebre colonizadora que se había
desatado en Ensenada comenzó a decaer cuando en
marzo de 1889 se descubrió una veta de oro en el lugar
denominado El Alamo y, tres años más tarde por la
escasez de lluvia en la región, llegándose a perder en
su totalidad las cosechas; gran cantidad de vecinos abandonaron la población, unos hacia los centros
mineros y otros, inclusive, emigrando del territorio.
Circunstancias tan adversas convirtieron al poblado
de Ensenada para finales del siglo XIX, en una es- tación de tránsito, paso obligado para la gente que se
dirigía hacia las minas. Esta situación de estancamien-
to prevaleció hasta inicios del presente siglo, pese a la promesa de la compañía colonizadora, dada al
revalidársele los derechos, de fomentar el desarrollo
mediante el establecimiento de colonias agrícolas formadas con familias mexicanas. La compañía no
cumplió los compromisos contraídos con el gobierno, por lo que, en 1917, el presidente Venustiano Carranza
canceló la concesión otorgada y le confiscó sus bienes
en garantía a los adeudos.
Reflejo de esa precaria situación es el hecho de que
Ensenada registrara en el periodo de 1910 a 1921, tan sólo un incremento en su población de 8 personas, y de
que en 1914, al asumir el poder el nuevo gobernador, coronel Esteban Cantú, decide trasladar la sede de
Gobierno del Distrito Norte, de Ensenada a Mexicali, ya
que ésta última prometía mejores ingresos al erario
federal. Es hasta la gestión del gobernador Abelardo
Rodríguez, que Ensenada renueva su interrumpido
desarrollo económico, político y social. A partir de ese
periodo y en los subsecuentes, se fomentóla industria
pesquera, hoy una de las más importantes; se constru-
yó el hospital civil y otros edificios de servicios públicos;
en 1925 se inauguró el primer museo de Baja California;
continuó siendo su puerto punto principal de llegada
para barcos de vapor nacionales y extranjeros, éstos,
últimos, sobre todo de nacionalidad norteamericana,
los cuales traían gran número de visitantes para disfru- tar del buen clima, la pesca y la caza. En 1929 se
construye el hotel Playa, posteriormente llamado
«Riviera-Pacífico», famoso por su salón-casino, centro
de gran atracción y fuente, para algunos, de la hoy
consolidada industria turística. A través de los años
este hotel sufrió varios fracasos económicos que
terminarían en su confiscación por parte del gobierno
federal para convertirse hoy en el Centro Social, Cívico
y Cultural de la localidad.
Las últimas décadas han sido de fortalecimiento.
Sus principales calles fueron pavimentadas, se inicia- ron las obras del rompeolas de la bahía, se instaló un
astillero y un gran número de obras de infraestructura
vial y de servicios, así como de equipamiento urbano,
mismas que han coadyuvado a un crecimiento progre-
sivo y estable, hasta llegara convertirse en una délas
principales ciudades de nuestro país. Paralelamente la
localidad de Ensenada, nuevamente adquiere el rango
de cabecera municipal y cambia de categoría política de pueblo a ciudad al promulgarse la Constitución
Política de Baja California en 1953, permitiendo con
todo ello una plena asociación nombre-lugar difícil de desarraigar, por lo que su inclusión y consignación en
la cartografía contemporánea del territorio nacional es
imprescindible y de gran ayuda para el ordenamiento
del espacio representado en ella.
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MEXICALI
Mexican: nombre geográfico que identifica a la loca-
lidad que funge como cabecera del municipio del mismo nombre y ciudad capital del estado de Baja
California, conclave geoestadística020020001. Está
situada en la parte noroeste de la península
bajacaliforniana, coordenadas geográficas 32° 39' 48"
de latitud norte, 115° 28' 4" de longitud oeste y una altura de 3 metros respecto al nivel del mar. La ciudad
se encuentra asentada sobre el famoso valle del
mismo nombre, posee clima desértico - subtropical, con temperaturas elevadas durante el verano y una
precipitación pluvial promedio de 132 mm3, anuales.
Su población, constituida por 438 377 habitantes1, se
dedica principalmente a las actividades agrícolas y
ganaderas; se cultiva trigo, cebada, algodón, alfalfa,
avena y diversas hortalizas, además de la sandía,
melón, maíz, vid y frijol. Se trabaja en especies
pecuarias, como bovinos de engorda y lecheros, al
igual que en porcinos y aves de corral. Importante
también es la actividad industrial, sobre todo la relativa
al procesamiento de alimentos y lamaquilación, yaque en Mexicali se localiza la máxima concentración fabril
del Estado. Turísticamente, la ciudad posee la infraes- tructura suficiente para recibir visitantes de todos los
niveles, es decir, tiene hoteles, restaurantes y centros
recreativos de diversos tipos.
La ciudad presenta un trazo regular con excelentes
edificios públicos, como el Palacio de Gobierno, el
Museo del Estado, la rectoría de la Universidad Autó-
noma de Baja California, el antiguo Palacio de Gobier-
no, etc.; en la Plaza Cívica de la localidad destaca
también el monumento dedicado a los pioneros, que
simboliza el esfuerzo y perseverancia de los
californianos.
Fundamentalmente sus vías de comunicación son la
carretera federal No. 2, que parte de la ciudad de
Tijuana y llega a Mexicali, continuando hacia San Luis
Río Colorado, Sonora; y la carretera No. 5, Mexicali- San Felipe. Cuenta además con servicio de ferrocarril
y aeropuerto internacional. Sus principales corrientes
acuíferas están constituidas por el río Hardy, el río
Nuevo y el río Colorado, siendo éste último, fuente de
abastecimiento de agua para el riego. Como elemento
referencial, el topónimo Mexicali aparece consignado
en la cartografía que elabora el INEGI, en las cartas
topográficas I11-D65 escala 1: 50 000,111-12 escala
1:250 000, y en la carta turística «México-Noroeste»,
' Censo de Población y Vivienda, 1990.
escala 1:1000 000; así como en el Mapa de Carre-
teras de la Secretaría de Asentamientos Humanos y
Obras Públicas, escala 1:800 000, del año de 1980; y
en la carta Baja California, escala 1:200 000, de la
Dirección General de Geografía y Meteorología de la
Secretaría de Agricultura y Ganadería, edición 1972.
La ciudad de Mexicali es la más joven de las cuatro
cabeceras municipales de la entidad, ya que nació a
principios del presente siglo al iniciarse las obras de
regadío del bajo delta del río Colorado.
El topónimo Mexicali, al igual que el de la vecina
población de Caléxico, en Estados Unidos, surgió de la
combinación de las palabras México y California. No
obstante, y pese a su origen reciente, aún se ignora
quién o quienes propusieron y originaron el nombre; no
faltando, sin embargo, las versiones que tratan de
esclarecer y justificar el hecho. Se dice que el nombre
nace porque es donde comienza México y termina
California y que lo impuso en marzo de 1902 el entonces
jefe político del Distrito Norte de la Baja California,
coronel Agustín Sanginés, cuando realizó una visita de
inspección en el lugar2. Otra versión es dada por el
coronel Esteban Cantú, quien afirma que Mexicali se
funda al igual que Caléxico en 1901; y agrega, que para
asignarles los nombres a ambos poblados se formó una
comisión entre los habitantes, siendo designado por
nuestro país Manuel Vizcarra, comisario de policía de
la sección municipal délos Algodones3, población ésta,
pionera de las que hoy se asientan en el valle de
Mexicali. El escritor estadounidense Otis B. Tout
publicó en 1931 su obra titulada «Treinta años del Valle
Imperial», en la cual afirma que Mexicali surge parale-
lamente con Caléxico en 1901 yquelaideadel nombre
fue de Leroy E. Holt, agente de publicidad de la
California Development Co.4. De igual forma, existe el
1 José Rogelio Alvarez (Director). Enciclopedia de México. 4a. edición. México, Editorial Enciclopedia de México, 1978, tomo 1, p. 574.
3 Adalberto Walther Meade. Origen de Mexicali. Mexicali, Uni- versidad Autónoma de Baja California, 1983, p. 149.
3 Celso Aguirre Bernal Compendio Histórico Biográfico de Mexicali. Ed. Litográfico Educativa, 1966, p.18.
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antecedente de que el presidente de la sociedad de
irrigación y terrenos, Hiram W. Blaisell, escribió el 20
de diciembre de 1902 al entonces jefe político de
Ensenada, coronel Abraham Arroniz, informando que
su representada había trazado la construcción de un
poblado que se denominaría Mexicali, en un lugar
contiguo y frente al que con el nombre de Caléxico se
había comenzado a construir6. Para el profesor Celso
Aguirre Bernal y otros historiadores, la versión general-
mente más aceptada y la que tiene más visos de
verdad, es la que el nombre de Mexicali fue dado por
el coronel Agustín Sanginés, en marzo de 1902, al
visitar el lugar con objeto de revisar las obras de
irrigación que se estaban realizando6.
Hasta el presente se desconoce si este lugar recibie-
ra algún otro nombre anterior al surgimiento de los pri-
meros caseríos o durante el tiempo en que fue habitado
por tribus indígenas. Existen estudios que señalan que
una de esas tribus fue la de los cochimí, grupos bár-
baros que transitaron no sólo la región de Mexicali, sino
que en general toda la parte norte de la península.
Desconocieron la agricultura y no se asentaron en lugar
fijo ni dejaron rastro o huella de su existencia en el
territorio.
«En toda aquella península no se halló una casa
ni vestigio de ella, ni vasija de barro o un instru-
mento de metal. Sus habitantes se sustentaban
con aquellos frutos que se producen espontánea-
mente ó con los animales que cazaban o pescaban,
sin tomarse el trabajo de cultivarla tierra o criar los
animales»7.
Misma situación se tiene durante la época de la
colonia, ya que el lugar se mantuvo apartado como
escenario délos intentos de colonización que se ges-
taron en la península. La característica principal de este
periodo, en cuanto a toponimia se refiere, correspon-
dió, inicial mente, al dar nombres a los elementos costeros
e islas en general: Cabo San Lucas, isla de Cedros,
bahía de Todos Santos, etc.; y posteriormente - siglos
XVII y XVIII - a los establecimientos misionales de los
jesuítas, franciscanos y dominicos. Estas misiones a la
postre se constituirían en la base de la colonización en
California, muchos de los centros urbanos actuales
tuvieron como origen algún centro misional, sin embar-
go, y como ya se mencionó, Mexicali no fue el caso.
Las obras de irrigación a que se refieren los histo-
riadores al hablar sobre el origen de la población y del
5 Adalberto Walther Meade. Op. c/f., p. 155. 8 Celso Aguirre Bernal. Op. c/f.. p. 118. 7 Francisco Xavier Clavijero. Historia de la Antigua California o
BajaCalifornia. Vida de Fr. Junípero Sierra y Misiones de la California Septentrional. (Colección «Sepan Cuantos» No. 143). Estudios preliminares por Miguel León-Portilla. México, Ed. Porrúa.1975. p. 53.
8
topónimo, nos ubican a finales del siglo pasado, cuando
el gobierno mexicano dió apertura a una política
colonizadora en el territorio norte de nuestro país con
el objeto de incrementar la población y fomentar el
desarrollo agrícola de las regiones aparentemente
abandonadas. Esta política se llevó a cabo sobre todo
en los actuales estados de Sonora y Baja California,
otorgándose concesiones a diferentes personas o
compañías particulares, especialmente de origen ex-
tranjero, las cuales, al firmar los contratos correspon-
dientes se comprometían a la ejecución de trabajos
topográficos para deslindar, ocupar y explotar las tie-
rras baldías. Estas concesiones fueron otorgadas con
grandes facilidades de pago, por el hecho de que
también se obligaban a ocupar las tierras con cierto
número de colonos en un plazo determinado; pero en
realidad, lo que caracterizó a las compañías fue la
planeación de grandes poblados que les permitiera
especular con la venta de terrenos.
Por lo que toca a la región donde hoy se levanta
Mexicali, el inicio de las obras se remonta al año de
1878, año en que Guillermo Andrade, naviero de
profesión y de origen sonorense, firma los contratos
que lo comprometen a colonizar las dos márgenes del
río Colorado, estableciendo por ello la colonia Lerdo,
que con el tiempo pasó a ser la población de Los
Algodones. La extehsión del latifundio de Andrade
llegó a comprender un total de 300 000 hectáreas.
Paralelamente, en los Estados Unidos se iniciaron
también los trabajos de irrigación del río Colorado con
la intención de hacer llegar el agua hacia el llamado
Valle Imperial. Los principales accionistas de estas
obras entraron en contacto con Andrade, mismo que les
traspasó sus derechos de colonización, transacción
con la cual se forma a principios de este siglo «The
Colorado River Land Co.».
Es as í como las aguas del Colorado cruzan el desier-
to y llegan a los terrenos del Valle Imperial. Las
actividades agrícolas se inician en 1901, año en que
nacen, primero Caléxico y, poco después Mexicali.
Durante los inicios de esta última, se establecieron
incipientes caseríos cerca de la línea divisoria interna-
cional, logrando alinear los primeros trazos de los lotes
para las futuras casas entre mezquites y quelites,
vegetación abundante en el lugar; los primeros albergues
fueron simples enramadas que protegían a los colonos
del sol, apareciendo posteriormente las construcciones de
adobe y madera techadas con lonas".
Para ese entonces, la naciente Mexicali quedó sujeta
administrativamente a la sección municipal de Los
Algodones, pero su favoreciente ubicación y consecuen-
te crecimiento demográfico provocó que en 1902 la
Adalberto Walther Meade. Op. c/f., p. 57.
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misma sección se dividiera en dos: Mexicali y Los
Algodones. Este mismo año, uno de los principales
promotores y accionistas de las obras de irrigación,
Antonio H. Heber, adquirió los terrenos donde se
levantaba la aún poco conocida Mexicali, que compren-
día una extensión de 187.36 hectáreas.
Realizó sobre ella el trazo de una población que
contemplaba características de modernidad y funcio-
nalidad e inició a principios de 1904 la venta de lotes.
Un año antes (1903), el nombre Mexicali había empe-
zado a difundirse en la región, dado que se recibieron
las primeras correspondencias oficiales que lo consig-
naban, sobre todo la proveniente de la localidad de
Ensenada, usando como intermediaria la de Los Algo-
dones, lugar donde residía el juez de paz Maximiliano
Márquez.
El 14 de marzo de 1903 se significaría como una
fecha trascedental para la localidad, dado que en ella,
Mexicali tiene su primer autoridad pública al nombrarse
como juez auxiliar a don Manuel Vizcarra. La fecha de
este acontecimiento es considerada además, como la
de la fundación oficial de la población, según el
veredicto final que se dio como resultado de un simpo-
sium celebrado en 1968 y organizado precisamente
con el propósito de establecer la fecha de fundación
para la ciudad capital del estado de Baja California. En
este simposium, el criterio manejado para determinar la
fecha, fue elegir aquella en la que se hubiera dado el
nombramiento oficial más antiguo de algún funcionario
público de la localidad; recayendo ésta, en la de el
nombramiento de don Manuel Vizcarra como juez
auxiliar de Mexicali.
Para 1904 asume el poder político del Distrito Norte
el coronel Celso Vega y en abril de este año realiza una
visita a las localidades del área, encontrando en Mexicali
un próspero poblado que para entonces ya contaba
con una escuela, a cargo de Mercedes Carrillo, y la
cantidad de 397 habitantes. Entre los pioneros de la
población figuraban los nombres de Francisco Ba-
rrios, Ramón Zumaya y María de Jesús Arias, entre
otros. La visita del gobernador trajo nuevos beneficios
para Mexicali, ya que éste solicitó a la Secretaría de
Gobernación y a la de Comunicaciones, la instalación
de una aduana y de una agencia de correos. Al año
siguiente, 1905, la importancia que iba adquiriendo
Mexicali le hizo posible ser designada como
subprefectura política, mismo rango que tenía enton-
ces Tijuana, nombrándose para ejercer el cargo de
subprefecto a Gustavo Terrazas.
Acontecimientos adversos a la población también
contribuyeron a la difusión y arraigo del topónimo, como
es el caso de una inundación que sufrió junto con la vecina población de Caléxico en el año de 1906, resul-
tado de una fuerte avenida de las aguas del río Colora-
do, al intentarse regar mayores extensiones de tierra.
Este suceso provocó, aparte de los grandes daños a la
agricultura, que ambas poblaciones estuvieran a punto
de desaparecer.
En 1910 se inicia en nuestro país la lucha de la
Revolución y pese a que este movimiento armado no
tuvo ninguna repercusión activa en Baja California, sí se presentó en la región norte de la península un
levantamiento anárqi 'ico que inquietó a sus habitantes,
éste, bajo el emblema del Partido Liberal Mexicano,
dirigido desde Los Angeles por los hermanos Ricardo
y Enrique Flores Magón, quienes estaban en contra
de la dictadura del general Porfirio Díaz pretendían una mejor distribución de la tierra y la toma de los medios
de producción para los trabajadores. En el levanta-
miento, la joven Mexicali jugó un papel importante al
convertirse en centro de operación de los revoluciona-
rios. Dos miembros del partido, José María Leyva y Simón Berthold, llegaron a la localidad el 28 de enero
de 1911 al frente de 14 hombres para liberar de la cárcel
a dos militantes, uniéndoseles a ellos los demás
presos, con los cuales y en pocas horas, se formó un
contingente de 40 hombres y se tomó la plaza; dos días después, la tropa estaba constituida ya por 150 simpa-
tizantes. Al tener conocimiento de los hechos que
perturbaban la tranquilidad de la región, el jefe político
y militar, coronel Celso Vega, partió de Ensenada el 30
de ese mes y arribó a Mexicali el 15 de febrero,
desarrollándose una contienda en la cual salen
derrotadas las tropas del gobierno. Por su parte, los
magonistas permanecen en Mexicali planeando la es-
trategia a seguir. A principios de marzo abandonan
Mexicali, meses después y pasados algunos
enfrentamientos, el movimiento sucumbe y retórnala
tranquilidad a la región.
Poco a poco el uso del nombre geográfico se fue
haciendo habitual en el territorio, sin embargo, el hecho
de elevar el rango de la localidad, al ser elegida como
sede de la nueva municipalidad creada, y que ésta,
llevara también el nombre de Mexicali, y más tarde,
como sede de los poderes del Distrito Norte, ayudó en gran medida a traspasar fronteras y consolidar su uso.
Lo anterior nace durante la gestión del mayor Baltazar
Aviles, jefe político que decretó el 4 de noviembre de 1914 la creación de la municipalidad de Mexicali, dejan-
do de ser subprefectura; poco después, a finales de ese
mismo año y ya nombrado como nuevo jefe político el
coronel Esteban Cantú, éste, en una de sus primeras
disposiciones, cambia la sede de la cabecera del Distri-
to Norte, de la población de Ensenada a Mexicali,
argumentando, que esta última prometía producir me-
jores entradas al erario federal. El primer ayuntamiento municipal entró en funciones el primero de enero de
1915, y en cuanto a su designación como sede de los
poderes del entonces Distrito Norte, Mexicali aún con-
serva tal jerarquía, ya que continúa como sede de los poderes de la hoy entidad federativa.
Cabe recordar, que la primer división territorial de
California surge cuando arriban en el siglo XVIII,
posterior a la fecha de expulsión de los jesuítas, las
órdenes religiosas de los franciscanos y dominicos, con
el objetivo de continuar la acción colonizadora y
evangelizados, los primeros en la parte Alta y los
segundos en la Baja. En este mismo siglo, el gobierno virreinal, ante la necesidad de ordenar la región norte
de la Nueva España, expide el 22 de agosto de 1776 la
Real Cédula que crea la «Comandancia General de las
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Provincias Internas», entre ellas, las Californias,
distinguiéndolas con los nombres de Antigua o Baja y
Nueva o Alta. Esta comandancia perduró hasta que en
1785 el conde José de Gálvez divide el mismo territorio
norte en tres comandancias; la primera comprendía las
provincias de Coahuila, Texas, Nuevo León, Santander y los distritos de Parras y Saltillo; la segunda integrada
por la Nueva Vizcaya y Nuevo México; y la tercera por
Sonora, Sinaloa y las Californias. Dicha organización
duró sólo dos años, puesto que el virrey Don Antonio
Flores las redujo a dos: La Comandancia de Provincias Internas de Oriente y la Comandancia de Provincias
Internas de Occidente; quedando dentro de ésta última,
las Californias. Nuevamente, el 23 de noviembre de 1792, se modifica la división, denominándose en forma
genérica «Comandancia de Provincias Internas», pero
quedando fuera de la misma las Californias ya que
éstas pasarían al dominio directo del virrey de la Nueva
España.
Para el año de 1804, mediante Real Cédula, el
territorio de las Californias queda separado en dos
provincias, llamadas Alta y Baja California, disponién-
dose que la línea divisoria entre ellas sería a partir del 5
leguas al sur de la misión de San Diego, hoy San Diego, California. Esta división prevalece cuando Méxi-
co se convierte en país independiente, ratificada por la
Constitución Política de 1824. En esta Constitución, la
península formó parte del territorio de las Californias,
designándose un gobernador en la Alta y un
subgobernador en la Baja. Tiempo después, Estados
Unidos inicia un ataque político-militar con el fin de
apoderarse de la parte norte del territorio nacional,
objetivo que alcanza al dar término la guerra con la
firma del tratado de paz denominado Guadalupe-Hidal-
go en 1848. En él, México perdió más de la mitad de
territorio, incluyendo la Alta California. En lo que
respecta al establecimiento del límite en la península,
éste se redactó de la siguiente manera:
«Y para evitar toda dificultad, al trazar sobre la
tierra el límite que separa la Alta de la Baja Califor-
nia, queda convenido que dicho límite consistirá
en una línea recta tirada desde la mitad del río Gila
en el punto donde se une con el Colorado, hasta un
punto en la costa del mar Pacífico distante de una
legua marina al sur del punto más meridional del
puerto de San Diego»9.
Reducido el territorio de las Californias a tan sólo la
Baja California, el 12 de abril de 1849 un nuevo decreto
la divide en dos partidos, denominados Norte y Sur,
división que subsiste hasta 1873 cuando de nueva
cuenta se modifica y queda conformada por tres parti-
dos, llamados: La Paz (Sur), la Magdalena (Centro) y
Norte; éste último con sede en Real del Castillo.
Nuevamente el territorio bajacaliforniano es modifi-
cado mediante decreto presidencial del 1 ° de enero de
1888, donde la Baja California se divide en dos distritos
con gobierno propio cada uno: Distrito Sur y Distrito
Norte; siendo la sede del segundo Ensenada de Todos
Santos y teniendo como límite entre ambos el paralelo
28. Como suceso importante cabe aquí señalar, el
hecho de que la cabecera del Distrito Norte por primera
vez se le denomina municipalidad, misma que traslada
a Mexicali el Coronel Cantú al tomar posesión de su
cargo.
Paralelamente a la jerarquía administrativa adquiri-
da por Mexicali, el proceso de desarrollo de la localidad
continuaba su marcha ascendente, lo que le valió para
que el 6 de julio de 1921 obtuviera el cambio de
categoría política, elevándola de Sección Municipal a
Pueblo, asignándole una superficie de 389 hectáreas
como fundo legal. Por esas fechas se inaugura el
palacio de gobierno y nacen diferentes diarios.
Al margen de ese auge de la población, se presentaba
el problema deque la compañía colonizadora Colorado
River Land, mediante la firma de diversos contratos se
había convertido en la propietaria de casi todo el Valle
de Mexicali, estableciendo un sistema arrendatario
que se caracterizó por la usura y el fraude, ya que
entregaba al cliente un terreno sin desmontar y, una
vez que la tierra se limpiaba y trabajaba, el precio
aumentaba diez veces la renta inicial. Aunado a ello, los
terrenos de cultivo eran trabajados en su mayoría por
colonos de origen extranjero, problema que, pese a la
dotación de ejidos para algunos mexicanos, prevaleció
hasta la década de los años treinta, en la cual el
presidente de México, General Lázaro Cárdenas, dió a
conocer un proyecto que incluía la necesidad de
desarrollar en los territorios de Quintana Roo, el Norte
y Sur de Baja California, obras concretas respecto a la
agricultura, comercio, industria, etc. En el caso particu-
lar del territorio que nos ocupa, el proyecto se cristalizó
con la compra de 12 208 hectáreas a la Colorado River
Land, pero logrando beneficiar a tan sólo doscientos
catorce colonos. Nuevas demandas de solicitud de
ejidos surgieron por parte de los campesinos, mismas
que al no tener respuesta del gobierno local, sus
dirigentes realizaron lo que se llamó «El asalto a las
tierras», acción llevada a cabo el 27 de enero de 1937,
ocupando diversos terrenos de la compañía y plantan-
do la bandera nacional. Se enviaron mensajes a las
autoridades de Mexicali y de la Ciudad de México,
manifestando la resolución de mantener el estado de
las cosas, hasta que sus peticiones fueran oídas10. Toda
esta problemática vendría a terminar hasta después de
numerosas pláticas y acuerdos tomados entre comisio-
nados y autoridades, finalizando con la compra de
terrenos a la compañía por parte del gobierno federal,
• Pablo L. Martínez. Historia de Baja California. 2a. ed. México, Ed. Baia California, 1956, p. 383.
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10 Pablo l. Martínez. Op. cit., p 556.
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fungiendo como intermediaría la Nacional Financiera
S. A. y dando origen a su vez, a la Compañía Mexicana
de Terrenos del Río Colorado S. A., misma que se
encargó a final de cuentas, de vender las tierras a los
antiguos arrendatarios.
Por su parte, la población de Mexicali siguió crecien-
do cuantitativa y cualitativamente, conformándose en
una traza más ordenada, con casas sólidas y moder-
nas; se construyeron numerosos edificios públicos, se
realizaron mejoras en la prestación de servicios de
agua potable, drenaje, electrificación y vialidad, y se
amplió el equipamiento urbano en cuanto a educación,
salud, abasto y recreación. Crecimiento importante que logró influir, para que más tarde, 16 de enero de 1952,
bajo el régimen e instancias del presidente Miguel
Alemán, el territorio de Baja California se erigiera en
Estado Libre y Soberano «por razón de su población y
de su capacidad económica para subsistir, pues satis-
face las condiciones exigidas por la fracción segunda
del artículo 73 de la Constitución General de la Repú-
blica»11. Al año siguiente, 16 de agosto de 1953, al
promulgarse la Constitución local, Mexicali eleva su
categoría al rango de Ciudad, ratificándosele al mismo
tiempo su jerarquía de Capital de la entidad.
La aplicación tradicional del nombre y el arraigo
logrado, se ve también reflejado en la obra cartográfica
representativa de la península y del estado, editada o
publicada desde el surgimiento de la localidad hasta nuestro tiempo, como es el caso, además de la citada
en un inicio: El mapa de la porción del Valle del Río
Colorado en la parte noroeste del distrito, elaborado
por Thomas H. Silsbu en 1904, escala 1:100 000; El
mapa del Distrito Norte de Baja California, obra de D. Goldbaur en 1915, escala 1:800 000; y la Carta de la
Comisión Intersecretarial Coordinadora del levan-
tamiento de la carta Geográfica de la República
Mexicana, clave 11 S-vin, escala 1:500 000, editada
en 1957. Por último, es importante también hacer
mención respecto a la aparente confusión que existe
en el uso y la pronunciación de la «X» en el español de
México. Obvio es, que la pronunciación tradicional del
nombre geográfico Mexicali no corresponde a su grafía
tradicional. Esto es por el origen del mismo, que como se dijo, proviene de la combinación de las palabras
México y California, en la primer raíz, que es donde está
la «x» ésta se conserva, aunque se deberá pronunciar
como «jota», por su uso y arraigo social a través del
tiempo. El uso y la pronunciación de la «x» en el
español actual, según el lingüista Ignacio Guzmán
Betancourt, está sujeto a tres condiciones, mismas que explican precisamente la mencionada confusión:
10 La x se cambió por j sólo cuando el sonido eshe evolucionó hacia el de «jota»» (esto sucedía
principalmente cuando la x estaba en posición
inicial de palabra o entre vocales): Xalapa-Jalapa,
Xalisco-Jalisco, Xitomate-Jitomate, Guaxolote-
Guajolote, Texocote -Tejocote, etc.
2o No se cambia la x cuando representa sonidos
diferentes del de «jota»: Xochimilco- Sochimílko, Oaxtepec - Wastepék, Ixtapa - Istápa, Xoco-
Shoko... etc.
3o La x se conserva, aunque se pronuncie como
jota, en los casos en que así lo han decidido los
defensores de la tradición local: México, Mexicali,
Texas, Oaxaca, etc.12.
En donde se ve y se explica específicamente, que el
topónimo que nos ocupa, así como de el que deriva,
deben conservar su grafía con x, aunque se pronuncie
como jota, porque así lo han decidido los defensores de
la tradición local.
17 Ignacio Guzmán Betancourt. «Usos y Pronunciaciones de laXen Español», en México - Secretaría de Educación Pública. El Es-
11 Fernando Zertuche Muñoz (dir). El territorio mexicano. México, pañol hablado en México (Colección nuestro idioma No. 4). Instituto Mexicano del Seguro Social, 1982, tomo II, p 45. (s.l ), Comisión para la Defensa del Idioma Español, 1982, p.65.
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TECATE
Tecate. nombre que identifica a la localidad que funge
además como cabecera del municipio del mismo nombre,
perteneciente al estado de Baja California, con categoría
política deciudad yclavegeoestadística020030001 .Tecate
está situada junto a la línea divisoria internacional con
el vecino país del norte, Estados Unidos, ubicada a 140
kilómetros al oeste de Mexicali, capital del estado; a 54
al este de Tijuana ya 161 al norte de Ensenada.
Geográficamente se halla a los 32° 34' 20" de latitud
norte y 116° 38' 25" de longitud oeste, con una altura de
540 m sobre el nivel del mar. Su precipitación pluvial promedio es de 200 a 300 mm3 anuales y posee una
temperatura media que oscila entre los 12°C y 18°C,
características de un clima que corresponde a una región generalmente seca, semicálida, del tipo medite-
rráneo, que favorece en gran forma a los plantíos de olivo y a los viñedos, cultivos de gran importancia para
la elaboración de vinos en la región. La ciudad de
Tecate cuenta con una población de 40 240 habitan-
tes1, asentada sobre una superficie de 1 056 hectá-
reas, jestando su mancha urbana ubicada a lo largo de
las carreteras estatales No. 2 y No. 3, manifestando una
tendencia a crecer hacia el sur, rumbo a Ensenada, y al
oeste, hacia Tijuana. Dicha población está conformada por el 50.5% de personas originarias del estado, el
resto provienen de las entidades de Michoacáp, Jalisco,
Sonora, Zacatecas y del Distrito Federal. Dentro de la
localidad, por su diseño arquitectónico, sobresalen el
edificio de la estación de ferrocarril, construido a principios de siglo, el Palacio Municipal y la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe; asimismo, destaca la Plaza Principal, ubicada ésta, a un lado del palacio, lugar que alberga los bustos de Benito Juárez, Miguel Hidalgo y Lázaro Cárdenas.
El principal río de esta área lleva también el nombre
de Tecate, cruza precisamente la ciudad dividiéndola en dos secciones; tiene su origen en territorio america-
no, pero con el nombre de río Campo, entra a nuestro país y vuelve a internarse a los Estados Unidos.
Existen otros de menorsignificación.como El Rosa de Castilla, El Calabaza y El Cosío. En las inmediaciones de la localidad existen también varios cerros, entre los que destacan el Pedregoso y los Alisos, con una altura de 1500 m. El tipo de suelo predominante en la región se caracteriza por ser muy accidentado, manifestándo- se en una gran cantidad de valles, mesetas y cañadas.
En relación a las actividades económicas, su pobla-
ción se dedica al cultivo de alfalfa, trigo, maíz, vid, olivo,
1 Censo de Población y Vivienda, 1990.
algunas hortalizas y cebada; ésta última, de singular
importancia, ya que gran porcentaje de su cosecha
esta destinada como materia prima para la planta
productora de la cerveza que lleva el mismo nombre de
la ciudad, la cual, debido a su amplia distribución
nacional y de exportación, ha ayudado a la difusión del
topónimo y dado a conocer el lugar. En cuanto a
ganadería, se crían las especies de ganado vacuno,
porcino, lanar y caballar, destinadas para el consumo
interno. La industria hotelera tiende a desarrollarse,
dado que se estudia la localización de terrenos para el
establecimiento de campos turísticos; comercialmente, existe una diferencia con respecto a las otras tres
cabeceras del estado, ya que en Tecate hay un escaso
desarrollo de ésta actividad, limitada a la compra y
venta de artículos de consumo básico.
Dada su importancia, el nombre geográfico Tecate
aparece consignado en la cartografía que elabora el
INEGI.enlas cartas topográficas I11-D62, escala 1:50000;
en la 111-11, escala 1:250 000; y en el MapadeMéxico,
escala 1:4 000 000, edición 1983. De igual forma, en
el Mapa Turístico de Carreteras, de la Secretaría de
Asentamientos Humanos y Obras Públicas, del año de
1991, escala 1:3 500 000; y en la carta Baja California,
de ta Secretaría de Turismo del Estado.
Las primeras noticias que se tienen de la península
de Baja California se remontan hacia algo más de 400
años, tiempo en que llegan por primera vez a la capital
de la Nueva España vagos informes de la existencia de
una tierra situada al occidente, lejos de la costa. Se decía que estaba habitada por amazonas y que en ella
abundaban las riquezas. Tal perspectiva dió inicio a
un constante peregrinar de expediciones que intenta- ron explorar, conquistar y colonizar la entonces
llamada «Isla del Mar del Sur», pero invariablemente
fracasaron en sus propósitos. Estas expediciones
comenzaron en el año de 1532 a instancias de Hernán
Cortés y continuadas posteriormente por el gobierno
virreinal, prolongándose hasta mediados del siglo XVII.
Es hasta la llegaba de los misioneros jesuítas, 1697,
cuando finalmente se dan los primeros asentamientos
de población permanentes. Cabe recordar, que los
grupos aborígenes que habitaron las diferentes regio-
nes de la península, en su totalidad fueron nómadas;
formaban tribus de costumbres similares, con un
número de miembros considerable y se Agrupaban en
lugares en los que se les facilitara la obtención de agua
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y la recolección de frutos y raíces silvestres. El
contacto con los europeos o novohispanos, en los
nacientes centros misionales, fue para ellos de des-
confianza y recelo, actitud que sin embargo cambió con
el tiempo, atraídos por la curiosidad y gracias a los
novedosos obsequios que recibían de los padres. En
la misión - centro de reunión que se caracterizó por la
sencillez de su construcción - además de la enseñanza
religiosa, los aborígenes aprendieron el castellano y lo
relativo a trabajos artesanales y agrícolas; actividades
que desarraigaron por completo sus costumbres primi-
tivas y los atrajo a la vida sedentaria.
Posterior a la expulsión de los jesuítas de todo el
territorio de la Nueva España, al cual ya se había
incorporado el de California, llegaron los padres
franciscanos y dominicos para continuar los trabajos
de evangelización y colonización. Con ese propósito,
cerca de Tecate fueron construidas dos misiones, la de
Guadalupe y la de San Diego de Alcalá (San Diego,
California). La primera de ellas fue fundada por los
dominicos en 1784, y hoy en día podemos admirar sus
vestigios a 76 km., sobre la carretera que lleva a
Ensenada, en terrenos del valle de Guadalupe, productor
de algunos de los mejores vinos mexicanos. La
segunda, de particular importancia para nuestro estu-
dio, fue fundada por el franciscano fray Junípero Serra
en 1769, poseedora de una extensión considerable de
terreno, teniendo precisamente dentro de él, el área que
hoy ocupa la ciudad de Tecate. Lo importante es que
en esta misión aparece incluido por primera vez el
nombre de Tecate, escrito éste, en las relaciones délos
libros de registro de rancherías y tierras de pastoreo.
Su consignación ya en estos tiempos ha dado lugar
al surgimiento de algunas hipótesis que pretenden
otorgar un origen indígena al topónimo, y de que éste,
fue dado por sus primeros habitantes y rescatado
posteriormente por los nuevos pobladores de la región.
Sin embargo, hasta el presente se desconoce el ver-
dadero origen y significado del mismo, pese a las
diferentes versiones que pretenden explicarlo:
- Se cree que el nombre proviene de la palabra
indígena Ish-tacat y que quiere decir palo caído
o palo cortado, según una versión recogida por
Jaime F. Peñalosa. No obstante, éste mismo
señala, que un indígena de la tribu de los
cochimíes aseveró que la palabra no era
autóctona2.
- Silvestre Silva Gutiérrez, nacido en Tecate en
1887 y conocedor de algunos vocablos de los
dialectos de las tribus Pai Pai y Quilihuas, habi-
' Jaime F Peñalosa. Tecate. Su historia y hombres que la han forjado. Tecate, (s e ), 1985, p. 11.
14
tantes de la zona, aseveraba que el nombre se
deformó de la palabra «Tecata», nombre indíge-.
na de la corteza del encino, árbol predominante
en la región, la cual arrancaban y utilizaban
como leña, puesto que ardía fácilmente. Agrega-
ba además, que al llegar los primeros pobla-
dores españoles la deformaron, al sustituir la
última letra, «A» por «E», quedando como
«Tecate» 3. Esta versión fue reiterada por otro
nativo llamado Antonio Piliguijí allá por el año de
1904, confirmándola en repetidas ocasiones4.
- Un indígena llamado José Lorenzo, explicó, que
su abuelo paterno al mencionarle los nombres de
algunos lugares afirmaba que Tecate provenía
del dialecto Pai-Pai, que significaba «agua lim-
pia» y que se ledió por los manantiales que había
en la región6.
- Fray Junípero Serra, en su viaje hacia la misión
de San Diego de Alcalá, al pasar por este lugar
vió que había gran cantidad de zacate y le
denominó «Valle de Zacate», nombre que les
extrañó a los indígenas y que posteriormente
deformaron en Tecate6.
Todas estas versiones no dejan de ser meras espe-
culaciones, cayendo inclusive, algunas de ellas, en el
ámbito de la leyenda. Los trabajos de investigación de
tipo histórico y lingüístico que se vienen realizando
sobre esta región, posiblemente en un futuro puedan
dar respuesta al porqué del nombre y a su significado;
por el momento, es importante saber que la localidad
nació y creció con el nombre de Tecate y que éste ha
sido el único que ha ostentado a través del tiempo.
Para finales del siglo XVIII y principios XIX, Tecate
fue tan sólo una estación o lugar de descanso para los
viajeros que recorrían los diversos puntos de la región.
Sus primeros pobladores estables surgen hasta des-
pués de concluida la Guerra de Independencia y ser
electo presidente de México don Guadalupe Victoria.
Por ese tiempo, el mandatario nacional designó como
comandante y jefe político de las Californias al teniente
José María Echeandía, éste, a su llegada al territorio
peninsular y en una de sus primeras acciones, decide
otorgar concesiones de tierra a quienes estuvieran en
posibilidad de solicitarlas. De ahí que, el lugar deno-
minado por ese entonces «Cañada de Tecate», fuera
solicitado por Juan Bandini, de origen peruano, con el
fin de establecer un rancho ganadero. En diciembre de
3 Versión recogida por: Adalberto Walther Meade Tecate, 4o
Municipio. Mexicali, Universidad Autónoma de Baja California, 1985, p 22
4 Ibidem. s Ibidem. 6 Jaime F Peñalosa. Op. cit., p. 11.
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1833, la solicitud de Bandini fue aceptada y se le otorgó una superficie de 4 439 acres, aproximadamente
1 600 hectáreas; con ello, Bandini, junto con un grupo
de vaqueros que lo acompañaron, se convertían en los
primeros habitantes del rancho que a la postre sería
la ciudad de Tecate. De esta naciente etapa, se dice
que fue construida una casa y que el «rancho comenzó a progresar con un pie de cría de ganado que solicitó
Bandini a la misión de San Diego. Se sabe que la casa
estaba situada en una pequeña eminencia y que tenía
dos pisos, construida con muros de manipostería de piedra, como si fuera una pequeña fortaleza. Fueron plantados árboles frutales y se construyeron corrales y cercados»7. En la actualidad, se ha podido determinar
que el sitio donde se encuentra el edificio de la aduana
mexicana estuvo ubicada la casa de Juan Bandini.
El crecimiento progresivo del rancho de Tecate fue
interrumpido en 1887, año en que fue víctima de un ataque por parte de los indígenas de Jacúmé, ranchería
cercana al lugar, quedando la casa en ruinas y sufrien-
do la pérdida de todo el ganado. Su propietario, que no estuvo presente en el incidente, al saberlo armó un grupo de personas para la defensa y logró provocar la huida de los atacantes. El hecho quizás influyó en el ánimo de Bandini, debido a que tiempo después decidió marcharse hacia San Diego en busca de otras propie- dades, dejando con ello abandonado el rancho.
Largo tiempo pasó para que su propietario se volvie- ra a interesar por Tecate. Tras la pérdida de todo el territorio de la Alta California que sufrió nuestro país a manos de los Estados Unidos, Juan Bandini optó por recuperar la ciudadanía mexicana para con ello poder mantener la posesión del rancho. Poco después de obtenerla intentó venderlo, pero falleció en 1859, sin dejar alguna disposición acerca del futuro de la propie- dad, misma que con el transcurso délos años pasaría por distintos dueños. Así por ejemplo, tenemos que
años después manifiesta ser dueño del rancho Francisco Arguello, norteamericano que lo tenía regis-
trado en Santo Tomás, cabecera del Partido Norte de la Baja California; y en el año de 1872, el licenciado Eduardo Rivas, juez de La Paz, envió al juez de Santo Tomás el expediente sobre la solicitud de Luis G. Sosa
sobre el terreno llamado Tecate.
Dos años después de la muerte de Bandini -1861 - el nombre de Tecate lo volvemos a ver consignado en el informe que envía a su superior el subprefecto del Partido Norte de la Baja California, José Matías More-
no, referente a las localidades que conforman dicho partido, describiendo el rancho de la siguiente manera:
«RANCHO DE TECATE» Concedido por el jefe político de ambas Californias don José María Echeandía, a José Bandini (espa-
ñol), en la extensión de un sitio de ganado mayor.
Este terreno, se compone de dos hermosas caña- das que tienen aguas, pastos, maderas y tierras
de cultivo y componen un área de cuatro leguas »
7 Adalberto Walther Meade. Op. clt., p. 16. 8 Informe citado por: José Matías Moreno «Descripción del Partido
Norte de la Baja California. 1861» Fuentes documentales para la historia de Bala California. Introducción y notas de David Pinera Ramírez y Jorge Martínez Zepeda. Mexicali, Centro de Investigacio- nes Históricas U.NAM.-U.A.B.C., 1984, Vol. 1, No. 2, p. 27.
Ante la aparente confusión que pudiera suscitarse por este informe en relación al nombre de la persona
a quien es concedido el rancho, la obra Panorama Histórico de Baja California señala que:
«José Bandini llegó a San Diego en1820 acompaña- do de su hijo Juan Lorenzo Bruno Bandini (Juan Bandini) primer propietario de la ranchería de Tecate»»9.
De acuerdo con la ley del 14 de marzo de 1861, refe- rente a la ocupación de los terrenos baldíos, situación en que quedó el rancho a la muerte de Juan Bandini, se logró formar la colonia agrícola de Tecate, dividiéndose la propiedad en pequeños predios que fueron adjudica- dos a los colonos que con anterioridad se habían establecido en las superficies donde era posible la agricultura y la cría de ganado, situadas éstas, siguien- do la línea del camino que comunicaba con Ensenada
y Tijuana, a cierta distancia de la también línea divisoria internacional con Estados Unidos.
La colonia agrícola de Tecate quedó sujeta administrativamente al Partido Norte de la Baja Califor- nia y dependía de la jefatura política establecida en La Paz. El primero de enero de 1888, quedaba segregada de esta jurisdicción, al transformarse en Distrito Norte, con cabecera en la Ensenada de Todos Santos y nombrarse como gobernador al general Luis E. Torres. Al asumir éste el poder, la organización político-
administrativa existente estaba constituida por una municipalidad -la de Ensenada-, de la cual dependían las comisarías municipales de Real del Castillo, Santo Tomás, San Telmo, Tijuana, El Rosario y Tecate. Para
el siguiente primero de febrero, el gobernador dió inicio ala gestión para la expedición de nombramiento como sección municipal el 2 de abril de 1888, fecha en la cual también el general Luis E. Torres funda oficialmente
este poblado y son reconocidos formalmente los posesionarlos de los predios que constituyen la actual ciudad de Tecate.
Con objeto de llevar a cabo la elección de regidores
en la región, en 1892 se dió inicio a la conformación del
padrón electoral, al proceder el levantamiento del censo de población, Tecate arrojó un total de 229 habitantes entre niños y adultos; y en octubre del mismo año, se elaboró el primer mapa de la colonia
agrícola, señalándose que ésta se asentaba en una superficie de 35 hectáreas en forma rectangular.
Tecate y su población siguieron subsistiendo en aparente calma, hasta que se suscita un aconteci- miento que inquieta a todo el Distrito Norte y fija en los ojos de la nación los nombres geográficos de varias de sus poblaciones, siendo éste, el movimiento anarquista del Partido Liberal Mexicano, encabezado por Ricardo Flores Magón, pretendiendo incitar al pueblo a rebelar- se contra el gobierno porfirista. El 28 de enero de 1911 toman la plaza de Mexicali y de este punto parten a diferentes sitios. Su arribo al poblado de Tecate lo realizan a mediados del mes de marzo, en él, después de un enfrentamlento y tomar también la plaza, perma- necen por varios días. Posterior a su estadía en
Tecate, los revolucionarios siguieron hacia Tijuana,
' José Matías Moreno, Op. Cit., p.27
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lugar donde es aniquilado el movimiento al caer frente
a las tropas del gobierno.
Un nuevo y vigoroso impulso en su desarrollo recibi-
ría la población al iniciar Estados Unidos las obras para
alcanzar por medio del ferrocarril las ciudades de San
Diego, California, y Yuma, Arizona. Las grandes dificul-
tades que ofreció el terreno americano en algunos
tramos de su curso, obligó a tender las vías sobre
terreno mexicano; con ello, Tecate paso a ser un punto
intermedio al construirse en 1914 la estación, dando los
servicios de carga, de correo y de pasajeros. De igual
forma, con la aparición de los vehículos automotrices
y las necesarias obras de mejoramiento a las vías de comunicación y construcción de nuevos caminos que
se hicieron a instancias del entonces jefe político
coronel Esteban Cantú, la localidad incrementó
significativamente las relaciones de intercambio con las
demás poblaciones de la región. Dos caminos fueron de
gran importancia, Tecate-Mexicali y Tecate-Ensenada,
mediante los cuales se integró con toda la zona norte
del Distrito. Paralelamente a los trabajos de construc- ción de carreteras, también se logró salvar uno de los
fuertes problemas que aquejaban a la población: el de
las constantes inundaciones que sufrían por parte del
río Tecate y el de los encharcamientos de agua insalu-
bre que estas dejaban; el relleno paulatino de calles y
avenidas erradicó el problema.
Por otro lado, el mismo gobernador Esteban Cantú
favorecería en gran medida a la localidad cuando en
1917 decide realizar algunas reformas político-adminis-
trativas. Inicialmente -al asumir su gobierno- cambia la
sede del Distrito de Ensenada a Mexicali y, poco des-
pués, adiciona a la organización dos municipios más: Tijuana y Tecate; considerando oportuna su creación por el desarrollo alcanzado. Al mismo tiempo le fue
otorgado a Tecate el rango de cabecera municipal. Todo lo anterior quedó asentado en el decreto expedido
el 8 de marzo de ese año, el cual fue redactado de la
siguiente manera:
«Esteban Cantú, Gobernador y Comandante Militar del Distrito Norte de la Baja California,
a sus habitantes sabed: Considerando: que las
Secciones Municipales de Tecate y de Tijuana están ya en condiciones de tener vida propia e
independiente del Municipio de Ensenada, y que
al desarrollo de aquellos lugares, conviene esta-
blecer cuanto antes esa independencia, he
tenido a bien decretar lo siguiente: Con el título
de Municipio de Tecate y con Cabecera en la población de Tecate queda erigida en Municipali-
dad la Sección Municipal de ese nombre..,
Es dado en Ensenada, Baja California, a los ocho días del mes de marzo de 1917»
Al año siguiente, 27 de noviembre de 1918, se esta-
blece el fundo legal de Tecate con una superficie de 32 hectáreas, adquiridas por el ayuntamiento repre- sentado por Pedro Estrada, y vendidas por Ramón Salazar y Lucía S. de Garbani, dando con ello inicio a un asentamiento habitacional más ordenado. En 1919
se realiza el primer plano urbano de Tecate, conformando
la población un polígono que limitaba al norte con la línea fronteriza norteamericana e incluía veintiún man- zanas.
El coronel Esteban Cantú se mantuvo al frente del gobierno del Distrito hasta 1920, posteriormente asu- mió el mando el general José Inocente Lugo, fechas por las que en el interior del país se desarrollaba una pugna política en la que varios personajes se disputa- ban el poder. El divisionismo también afloró en la
península generando algunos problemas. En Tecate surgió la desunión de su regidores y los recursos
económicos destinados por el gobierno eran precarios, por lo que el general Lugo determinó expedir un decreto con fecha 2 de enero de 1923 que suprimía este municipio, anexándolo con carácter de delegación municipal al de Mexicali.
Pese a la disposición administrativa, la localidad de Tecate continuó con un desarrollo progresivo. En 1925 se establece la primer industria -un molino harinero-, cuatro años más tarde Alberto V. Aid re te asienta la
fábrica de Malta, después una fábrica de aceites y, en 1943, la de sobra conocida cerveceríaTecate. Industria
que trajo consigo mayor dotación de servicios para la población en general y una traza más ordenada, antecedente ésta última, de la población que hoy conocemos.
En el informe presidencial de 1951, el Lic. Miguel Alemán hizo notar la importancia que había adquirido en
su desarrollo económico el territorio de Baja California y mencionó que se encontraba en condiciones de ser
erigido en un estado más de la federación. Las gestiones a éste respecto fueron enviadas al Congreso de la Unión con fecha 31 de diciembre y el 16 de enero de
1952 se decreta en respuesta, la creación del Estado Libre y Soberano de Baja California. Al promulgarse la Constitución Política del Estado, 16 de agosto de 1953, Tecate vuelve a figurar como municipio y como cabecera municipal, elevando su categoría política de
pueblo a ciudad. El 13 de julio de 1957 se crea un nuevo fundo legal con superficie de 676 hectáreas, reflejo de un desarrollo ascendente y una importancia consolidada, características que también han influido para que el nombre geográfico sea un elemento indis- pensable de la cartografía contemporánea.
10 Adalberto Walther Meade. Op. cit., p. 82-83.
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TIJUANA
Tijuana: nombre geográfico que identifica la localidad
cabecera del municipio del mismo nombre en el estado
de Baja California, con categoría política de ciudad, y
clave geoestadística 02 004 0001.
Tijuana está situada en el extremo noroeste de la
península bajacaliforniana, en las márgenes del río
denominado también Tijuana y en las inmediaciones de
la línea internacional México - Estados Unidos de Amé-
rica, a 8 kilómetros de la costa del Océano Pacífico y a
189 kilómetros al oeste de Mexicali, capital del estado.
Localizada a los 117°02' 37" longitud oeste y 32° 32' 5"
latitud norte y altura promedio de 20 m sobre el nivel del
mar. Su clima es de tipo mediterráneo, es decir,
templado semi-seco con temperatura media anual de
18.9°C y precipitación pluvial de 196.2 mm3 anuales.
La parte territorial donde se sitúa la ciudad se caracte-
riza por ser una porción de terreno sinuoso, escarpado
y rocoso, con una serie de elevaciones que forman
pequeñas mesetas y lomas; predominan en la región
los arbustos, matorrales y árboles de distintas clases,
como el sauce y el álamo.
Se comunica al sur mediante la carretera
transpeninsular No.1, de carácter federal, y hacia el
este con Tecate y Mexicali, a través de la troncal No. 2.
Cuenta con servicio aéreo de categoría internacional. Tijuana, ciudad fronteriza con 698752 habitantes1, posee
una infraestructura moderna con gran movilidad comer-
cial y turística, dado que cuenta con numerosas tiendas
que expenden artículos de manufacturas nacional e
importada; grandes avenidas, en la que destaca la Revolución, donde se hallan hoteles y restaurantes.
También tiene plaza de toros, balneáreos, campo de
golf y el galgódromo e hipódromo de Agua Caliente, centro de diversión turística construido desde el año de
1916. Igualmente, su conocido palacio de frontón Jai-
Alai, monumentos históricos, artísticos y arquitectóni-
cos, como las torres gemelas de Agua Caliente,
ubicadas sobre el boulevard del mismo nombre, el
Centro Cultural Tijuana, el monumento a la Patria, a los
héroes nacionales y una escultura que simboliza el libro
de texto.
En cuanto a la actividad agrícola y ganadera, pode-
mos decir que ésta se caracteriza por ser un poco
limitada, basándose en el cultivo de trigo, avena,
1 Censo de Población y Vivienda, 1990.
cebada y algunas hortalizas; se cría ganado bovino,
porcino y aves de corral. Dentro del sector industrial, la
maquila es la actividad más relevante, siguiéndola la
de los alimentos y bebidas.
Dada su importancia como elemento de referencia,
el topónimo Tijuana aparece consignado en la
cartografía elaborada en el INEGI, en las cartas
topográficas 111-C69, escala 1:50 000, y 111-11, escala
1:250 000; así como en la carta turística México - No-
roeste escala 1:1000 000; en el Mapa de Carreteras de
la Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras
Públicas, escala 1:800 000, elaborado en 1980; y en la
carta Baja California, de la Dirección General de Geo-
grafía y Meteorología de la Secretaría de Agricultura y
Ganadería, escala 1: 2 000 000, editada en 1972.
Las primeras noticias que se tienen del lugar datan
de 1769, año en que el franciscano Junípero Serra
realiza un recorrido por tierra, partiendo el 15 de mayo
de la misión de San Vicente de Alcalá (hoy San Diego,
California), sitio al que llega el 10 de julio del mismo
año. En su trayecto pasa por el hoy valle de Tijuana y
lo describe de la siguiente manera:
«Salimos de mañana y a poco de subidas y
bajadas, se nos descubrió un larguísimo trecho de
llanura de la playa que habíamos de seguir (...),
dejando a nuestra derecha el camino trillado y a
como distancia de una hora hallamos que sobre
ser la tierra de bello pasto, corría un hermoso
arroyo de agua buena y allá paramos sin llegar a
la ranchería siguiente. Es grandísima llanura y
dista del mar, como una legua más o menos, por
lo que me parece»2.
Es muy probable que los grupos étnicos que habita-
ron la región hayan dado nombre a los distintos lu-
gares, sin embargo, al momento de realizar Junípero
Serra este viaje y hasta finales del siglo XVIII, no se
sabía si existía algún topónimo que identificara esa
«grandísima llanura». Es hasta principios del siguiente
2 David Pinera Ramírez (Coord,). Historia de Tijuana. Semblanza General. Tijuana, Centro de Investigaciones Históricas U.N.A.M.- U.A.B.C., 1985, p. 21.
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siglo, cuando se sabe acerca de la existencia en esa
llanura de una ranchería con el nombre de la Tía Juana,
nombre que en un futuro, por concentración, daría luz al
de Tijuana. Lo anterior consta en el archivo de bautizos
de la misión de San Diego de Alcalá, en donde aparece
que el padre José Sánchez realizó una ceremonia de
bautizo el día 20 de febrero de 1809 a nombre de
«Antonio Maltas de la ranchería de la Tía Juana»3.
En lo relativo a la consignación de la ranchería con el
nombrede «LaTía Juana», se piensa que el padre que
realizó el asiento probablemente haya castellanizado
un vocablo indígena que no entendió bien. Este mismo
nombre, después de 1809 se repite en innumerables
bautizos4.
Más tarde, consumado el movimiento de indepen-
dencia y establecida la República Federal en 1824, las
Californias quedaban en condición de Territorio, y se
nombraba como gobernador del mismo al teniente
José María Echeandía. Durante la gestión de este
funcionario surgen nuevas noticias sobre el nombre y la
ranchería de Tía Juana. José María Echeandía dió
apertura a una política colonizadora en las Californias,
la cual permitía obtener terrenos con gran facilidad a
personas que estuvieran en posibilidad de solicitarlas,
política que quedó reglamentada en base a la ley de
colonización expedida por el gobierno el 18 de agosto
de 1824. Con base a lo establecido por dicha ley, un
solicitante de nombre Santiago Arguello recibe del
gobernador una concesión de seis sitios de ganado
mayor (10 573 hectáreas aproximadamente) en el año
de 1829, sobre el terreno denominado «Rancho de Tía
Juana» s, siendo sus linderos: al norte, las mesas del
arroyo de la Cruz; al sur, el aguaje de La Nopalera, al
este, con el Datilar; y al oeste, con la poza de los
Adobes.
Es importante destacar, que dentro del área de estos
límites, nació la hoy ciudad de Tijuana. El nombre
completo del primer propietario del rancho fue Santiago
Argüello Moraga; se casó con María Pilar Salvadora
Ortega, con quien procreó quince hijos, ocho hombres
y siete mujeres. Estos últimos, ya como herederos,
fueron los que dieron origen al surgimiento de la
población de Tijuana.
Argüello en un principio no habitó el rancho, limitan-
do su uso a la cría de ganado y pastoreo, pero si mandó
construir una casa que ubicó al sur del río que hoy
también lleva el nombre de Tijuana, según un mapa
que elaboró uno de sus hijos, Santiago Edmigio, en
3 W. Michel Mathes. «Algunas observaciones sobre el topónimo Tijuana» en: Calafia. Revista de la Universidad Autónoma de Baja California, Vol. V., No. 4, diciembre de 1984, p. 11.
* David Pinera Ramírez (Coord.) Op. cit., p. 25. 5 Celso Agui rre Bernal Historia Compendiada de Tijuana. 2a ed
México, (S E ), 1989, p. 61.
18
1833. A este respecto, al concluir la guerra entre
México y Estados Unidos, en la cual se perdió más de
la mitad del territorio nacional y delimitarse la nueva
línea fronteriza, el agrimensor, José Salazar Ilarregui,
cuando estuvo en este lugar, realizó un mapa en 1850,
en el que también aparece la casa al sur del río,
coincidiendo con el mapa de 1833. Por diferentes
cálculos basados en los monumentos de la línea diviso-
ria, se ha podido precisar el lugar de la casa, siendo
éste, el que se encuentra cerca del antiguo cementerio
del rancho, en una mesa que se sitúa atrás de la
penitenciaria del estado.
Es en 1846, cuando el entonces gobernador del
Departamento de las Californias, Pío Pico, reconoce y
revalida a Santiago Argüello los derechos de posesión
del rancho de «Tía Juana»;
«PIO PICO GOBERNADOR CONSTITUCIONAL
DEL DEPARTAMENTO DE CALIFORNIAS.- Por
cuanto D. Santiago Argüello, Mexicano por naci-
miento, ha pretendido para su beneficio personal
y el de su familia, el terreno conocido con el
nombre de Tía Juana, colindante al norte con la
Mesa de arroyo de la Cruz, al S. con el Aguaje de
la Nopalera que confina con la cañada conocida
con el nombre de la Olla, al E. con el datilar y al O.
con la posa de los Adobes, cuyo terreno ha poseí-
do por JUSTO TITULO QUE LE FUE LIBRADO
POR EL JEFE POLITICO JOSE MARIA
ECHEANDIA desde el año de 1829, según lo ha
acreditado satisfactoriamente y que ahora se le
revalida de aquél, ratificándole su misma propie-
dad; practicadas nuevamente las diligencias y
averiguaciones correspondientes, concernientes
según lo dispuesto de conformidad con la ley del
18 de agosto de 1824 y el reglamento de 21 de
noviembre de 1828 he venido, en uso de las
facultades que me están conferidas a NOMBRE
DE LA NACION MEXICANA AL HACER ESTA
REVALIDACION, EN CONCEDERLE EL EX-
PRESO TERRENO....
Dado en la ciudad de Los Angeles, en este papel
común por absoluta falta de sellado el cuatro de
mayo de mil ochocientos cuarenta y seis.
Pió Pico»s.
La parte que conservó México del territorio de las
Californias al concluir la guerra con los Estados Unidos
en 1848, fue la Baja California; territorio que al año
siguiente fue dividido en dos partidos, denominados
del Norte y del Sur, quedando el rancho de Tía Juana
dentro de la jurisdicción del primero. Para 1861, el
entonces subprefecto del Partido Norte, José Matías
Moreno, al realizar la descripción detallada de los
poblados que lo conforman, le denomina «Rancho de la
Tía Juana o Ti Juan» y lo describe de la siguiente
manera:
6 Ibid , p. 62,
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«RANCHO DE LA TIA JUANA O TIJUAN.
Rancho concedido por el gobernador de ta Alta
California Don Pío Pico, a Santiago Argüello, hoy
ciudadano naturalizado de los Estados Unidos de
la América del Norte, en la extensión de seis sitios
de ganado mayor. El referido terreno está situado en la línea divisoria. Tiene agua y pastos y su
dueño, no lo tiene poblado, ni cultivado porque no
tiene ningunos bienes y porque no tiene ninguna
industria»7.
Ese mismo año -primero de junio de 1861- el presi-
dente de México, Lic. Benito Juárez, confirma el título
de propiedad sobre los seis sitios de ganado mayor a favor de Santiago Argüello, siendo éste, último docu-
mento que recibió, dado que el 9 de noviembre de 1862
ocurre su deceso, dejando como heredera a su viuda, Pilar Ortega, misma que posteriormente también reci-
biría otro título de propiedad. Por este tiempo y como lo deja entrever la anterior descripción del subprefecto, el
nombre del rancho aún era impreciso, corroborando la
idea que se tiene sobre su origen: posible corrupción
fonética de algún vocablo indígena. Por otro lado y
pese a que también en la descripción se cita que el
rancho «no lo tiene poblado», se dice que por el año de la muerte de su propietario, existía una pequeña
comunidad formada por la propia familia Argüello y otra de apellido Bandini; más aún, para el 2 de enero de
1864 y dada la importancia que empezaban a tomar los
poblados de esta región norte, el presidente del Ayun- tamiento de la Frontera, Sr. Cecilio Zerega, designa a
los jueces de paz de las comunidades, nombrando
para este cargo en Tía Juana, a don José María Bandini. Este primer reconocimiento político hacia la
localidad, corrobora la existencia de un asentamiento
formal en el rancho. El acontecimiento también es
resaltado por el profesor Celso Aguirre Bernal, quien
considera la fecha del mismo, como el día que se debe
de conmemorar la fundación de la ciudad de Tijuana,
debido a que en él, la congregación nace a la vida política
e institucional'.
Una nueva descripción del rancho, realizada en el
año de 1872, como parte del informe oficial que rinde
el subjefe político del Partido Norte, Lic. Manuel Clemente
Rojo, refiere por vez primera el nombre con el cual hoy
la identificamos: Tijuana.
«Cañada de Tijuana, esta cañada se halla casi en la línea divisoria. El rancho de la Tijuana es el
último de nuestra costa del Pacífico, contienen
como cien acres de tierras labrantías con agua
suficiente para regarlas y se siembran en invierno
y verano.... Esta poblado por ¡a familia del finado don Santiago Argüello, que se compone de 4
hombres, 3 mujeres, 6 niños y 7 niñas, tiene 900
reses y 500 bestias caballares, los títulos fueron
confirmados por el Supremo Gobierno»'.
7 José Matías Moreno, «Descripción del Partido Norte de la Baja California», en: Fuentes Documentales para la Historia de Baja California. Centro de Investigaciones Históricas. UNAM- UABC, vol. 1, No. 2,1984, p. 29.
* Celso Aguirre Bernal. Op. cit., p. 99. ' David Riñera Ramírez (Coord.) Op. cit„ p. 62
El motivo por el cual lo consignó así el informante se
desconoce, no obstante, pensamos que muy posible-
mente sea también, a su vez, una corrupción o contrac-
ción del vocablo Tía Juana, nombre éste que aún era
el de mayor uso para referirse al rancho.
Aún sin uniform izarse el nombre pero predominando
el de Tía Juana, la población siguió creciendo. Una de
las primeras oficinas públicas que se establecieron fue
una sección aduanera, ya que por esa época son
descubiertos en la región los minerales de Real del
Castillo y el Alamo, trayendo consigo un constante
peregrinar de personas en busca de los beneficios de la
actividad minera y la entrada de mercancías y herra-
mientas de diversa índole. Aunado a ello, en diciembre
de 1873, el jefe político de la Baja California, General
Bibiano Cávalos, envió un informe a la capital del país
en el cual reportaba que el gobierno norteamericano al
comunicar las ciudades de San Francisco California
con San Luis Missouri, mediante un camino para
diligencias o carretas, éste, en algunos puntos, se
internaba en territorio mexicano por las mejores condi-
ciones topográficas que ofrecía; y agregaba, que por él
transitaban tropas y carros particulares que llevaban
mercancías para el consumo de las poblaciones por las
que pasaba, efectuándose de esta manera la introduc-
ción clandestina de muchos productos. Como solución
al problema, el mismo Cávalos, solicitaba al gobierno el
establecimiento de una sección aduanal en el rancho de
Tía Juana y otra en el Pozo de los Algodones, población
que empezaba a formarse. Con los ingresos que
generaran, argumentaba, se podrían pagar fácilmente
los salarios de los empleados y los gastos de la aduana.
La respuesta a dicha petición fue dada cuando el
gobierno mexicano autorizó por decreto el estableci-
miento de la aduana el 6 de agosto de 1874. Para esas
fechas, la viuda de Argüello había vendido a su hijo
Ignacio la mitad de sus derechos sobre el rancho -tres
sitios de ganado mayor- y éste, a su vez, traspasó una
tercera parte al Lic. Agustín Olvera. En 1878 los
Argüello vieron afectados sus intereses debido a que el
nuevo comisionado de terrenos baldíos, Cayetano
Treviño, declaró caducos los derechos de posesión,
argumentando el incumplimiento de la obligación de
poblar y cultivar el rancho. Ante esta situación Ignacio
Argüello solicitó a la Secretaría de Fomento, Coloniza-
ción, Industria y Comercio, les fueran reconocidas y
ratificadas las tierras que habían conservado por mu- chos años10
En respuesta, el presidente de México, Porfirio Díaz,
expidió un nuevo título de propiedad a favor de Pilar
Ortega, viuda de Argüello, el 6 de agosto de 1879, que
a pie de letra dice:
10 Baja California-Gobierno del Estado. Historia de Tijuana 1889• 1989. Edición conmemorativa del centenario de su fundación. Tijuana, Universidad Autónoma de Baja California, 1989, Tomo II, p. 85.
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«Porfirio Díaz, Presidente Constitucional de Los
Estados Unidos Mexicanos, a los que el presente vieren sabed:
Que estando declarado por varias leyes de la República y especialmente por la del 22 de julio
de 1862, que los terrenos baldíos son de propie-
dad nacional y en atención a que la Sra. Pilar Ortega por si y por los demás coherederos e
interesados al Rancho nombrado «La Tía Juana»,
denunció éste ante la comisión de Baldíos de la
Baja California, el cual mide un área de diez mil
quinientos treinta y tres hectáreas sesenta y seis
áreas, teniendo por colindantes a los C. C. Lino
López, Jesús Ma. Machado y Joaquín Machado,
según consta en el plano y expediente que obran
en la Secretaría de Fomento.
Considerando las ventajas que resultan a la
población y en general a la industria, de que los
terrenos baldíos se reduzcan a propiedad particu-
lar y los derechos que ha adquirido el interesado
por su denuncia, ha tenido a bien concederle la
propiedad del expresado terreno, sin perjuicio de
tercero que mejor derecho represente con arreglo
a la ley de 14 de diciembre de 1874.
Por tanto, mando a las Autoridades (del Estado) de
la Baja California y a las demás de la República no
pongan obstáculo alguno a la mencionada Sra.
Pilar Ortega y coherederos del finado Sr. Argüe lio,
en la propiedad que se la ha concedido, sino antes
bien la mantengan en el libre uso, aprovechamien-
to, dominio y posesión que le corresponde con la
obligación, por su parte de sujetarse a lo que
proviene el art. 10 de la ley general de 22 de julio
de 1863 sobre enajenación de Baldíos.
Dado en el Palacio del Gobierno Federal en
México a seis de agosto de mil ochocientos
setenta y nueve».
Este documento fue el último que oficialmente ampa-
raba a un sólo dueño la posesión del terreno, dado que
años más tarde, se dió inicio a un litigio judicial entre
varias personas para definir los derechos sobre él. El
terreno del rancho de Tía Juana se empezó a fraccionar
para la venta de lotes y la creación del poblado propia-
mente dicho, a raíz de una campaña publicitaria que se
llevó a cabo en los Estados Unidos por el año de 1882.
En ella se promovieron las tierras del oeste y sobre las
cuales se proyectaban edificar y fundar diversas pobla-
ciones. Como era de esperarse, la campaña despertó
gran interés entre un sinnúmero de personas que
emigraron hacia tierras californianas con la ilusión de
obtener un pedazo de tierra. Este fenómeno causó eco
también en la familia Argüello, al percatarse de las
magníficas ganancias que podría arrojar el fraccionar
sus tierras. Para poder llevar a cabo tal medida primero
debieron de terminar con el litigio que desde tiempo
20
atrás venían sosteniendo sobre los derechos del terre-
no. El pleito judicial se había iniciado después de la
muerte de la Sra. Pilar Ortega y su hijo Ignacio, ocurrida
la de éste último, el 14 de mayo de 1883. Una parte de
los herederos desconocieron el traspaso que hiciera la
viuda a su hijo Ignacio, comenzando la contienda en
contra délos herederos de éste. El litigio concluyó con
el convenio que firmaron ambas partes el 30 de enero
de 1889 y aprobado después por decreto judicial, el 6 de julio en Ensenada y el 11 en Tijuana En ese
convenio se reconoció la venta realizada por Pilar Ortega
a su hijo y laque éste, a su vez, había vendido al Sr. Agustín OI ve ra, quedando dividido el rancho en dos
partes entre los dos grupos de herederos, separándose
además, una extensión del mismo para albergar al
poblado que se estaba formando y otra para el que se
proyectaba fraccionar. Este último acontecimiento,
para algunos, también es considerado como el de la
fundación y nacimiento de Tijuana, virtud de que al
firmarse el convenio se pactó separar una extensión del
rancho con objeto de asentar ahi la población a formar-
se; anexándose asimismo, un plano que en base a él
se dió inicio al crecimiento urbano de la actual ciudad,
misma que para aquel entonces fue designada Tijuana
de Zaragoza, como consta en el «Mapa del pueblo de Zaragoza», elaborado por Ricardo Orozco 12,
nombre que, sin embargo, no fue aceptado. Ante las
diversas opiniones que surgieron para adoptar la fecha
oficial de la fundación de Tijuana, el Ayuntamiento
organizó dos simposiums o reuniones públicas -1975 y 1976- en donde después de, analizar y estudiar las
propuestas, el dictamen final al respecto consideró que
el punto de partida del asentamiento urbano fue
precisamente el 11 de julio de 1889, fecha del decreto
judicial aprobado en el aún rancho de Tijuana y en el
cual se asignaba la superficie para el asentamiento de
la actual ciudad.
Mientras se gestaba el nacimiento urbano de Tijua-
na, el Partido Norte de la Baja California había dejado
de depender administrativamente de la jurisdicción de
La Paz. A partir del primero de enero de 1888 la sede
asignada para el Partido Norte fue la localidad de la
Ensenada de Todos Santos, única municipalidad que existía dentro de él y de la cual dependían los poblados
de Real del Castillo, Santo Tomás, San Telmo, Tecate, El Rosario y, desde luego, Tijuana; todos ellos con
carácter de comisarías. Al realizarse el cambio de
sede, asumió el gobierno el General Luis E. Torres, quien al iniciar su gestión decide normalizar la organiza-
ción de la municipalidad. Para ello, transformó las
mencionadas comisarías en secciones municipales y convocó a los poblados involucrados a que emitieran
las bases para la asignación de jueces de paz y
suplentes, de acuerdo a la Ley de Organización de
Tribunales del Distrito Federal y Territorio de Baja
California.
11 Ibfd.p 87. ,J Guadalupe de la Torre Villalpando - Jacinto Barrera Bassols.
Monumentos Históricos. Baja California. Instituto Nacional de Antropología e Historia - Gobierno del Estado de Baja California, México, 1988, p 61.
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Los procesos administrativos correspondientes se
llevaron a cabo entre los meses de febrero y abril de
1888. Para el caso particular de Tijuana, el 6 de abril
se creó la sección municipal y se nombró como juez
propietario a Ignacio Palacio y como suplentes Jesús
Vizcarra y Pánfilo Almaraz, Para ese entonces, con la
venta de los lotes y el establecimiento de las primeras
casas y oficinas públicas, Tijuana se había desarrolla-
do en forma tranquila a la largo de la vera del río del
mismo nombre, sin embargo, el 28 de febrero de 1891,
el río tuvo una de las más fuertes avenidas que se han
registrado, abandonando la corriente su lecho y arra-
sando con todo el poblado. Sus vecinos, ante esta
alarmante situación, se vieron obligados a buscar
mejor sitio para reinstalarse, escogiendo uno que se
encontraba poco más retirado del río y que es el mismo
donde hoy se localiza la zona centro de la localidad.
Un fenómeno importante se da a partir del traslado
de la población. El nombre de Tijuana se había
generalizado para referirse a ella, los documentos que
se emitieron posterior al cambio, así lo confirman,
quedando en desuso el nombre de Tía Juana. Saber
el origen y significado del topónimo ha sido motivo de
estudio para varios investigadores, que en su mayoría,
coinciden en que deriva de un vocablo indígena, propio
del lugar que, por corrupción fonética o gramatical,
evolucionó a su forma actual. Los significados
etimológicos que se han intentado atribuir al posible
vocablo indígena, van desde «junto al mar», «acerca
del mar», «lugar de escasos alimentos», «lugar de
tortugas»13; no obstante, ellos no dejan de ser meras
especulaciones, pese a que estas versiones se apegan
a las características que por lo general motivaron a los
grupos indígenas a dar tal o cual nombre a un lugar. Lo
que se puede afirmar, es que desde su fundación y
hasta nuestros días la denominación ha sido Tijuana;
nombre que fue adquiriendo arraigo paralelamente al
crecimiento e importancia de su población.
Tijuana en sus inicios tuvo un desarrollo lento, el cual
se fue acelerando conforme pasaba el tiempo. Hacia
1900 estaba conformada ya por casas y comercios
construidos a base de madera, convirtiéndose a la vez
en la primer subprefectura del municipio, siendo su
jurisdicción: al norte, la línea divisoria internacional; al
este, la población de Tecate; al sur, el límite con la
sección de Ensenada; y al oeste, el Océano Pacífico.
El 11 de abril del mismo año se crea la primer notaría y
paulatinamente se instala el alumbrado público, líneas
telefónicas, etc; de igual forma, los eventos organiza-
dos, como corridas de toros y carreras de galgos, em-
piezan a convertirse en foco de atracción turística de la
región.
13 W. Michel Mathes «Algunas observaciones sobre el topónimo Tijuana- en: Calafia, Op. eft., p. II
Al estallar en nuestro país el movimiento revolucio-
nario, Tijuana se convierte también en escenario de
una lucha armada con fines de mejoras sociales para
los bajacalifornianos. La lucha fue generada por el
Partido Liberal Mexicano y dirigido éste desde Los
Angeles, California, por Ricardo Flores Magón. Esta se
inició el 29 de febrero de 1911, cuando José María
Leyvay Simón Berthold toman la plaza deMexicali; al
percatarse del incidente, el coronel Celso Vega, jefe
político y militar del Distrito Norte, se enfrenta a ellos en
los límites de la población y es derrotado por los
revolucionarios. Pese a la victoria, Leyva renuncia al
mando y se marcha al interior de la República para
unirseal movimiento maderista. Berthold, por su parte,
muere después de una escaramuza el 4 de abril,
asumiendo el poder Jack Mosby, desertor de la marina
norteamericana. Al darse cuenta de la pugna existente
en las tropas revolucionarias, compuesta por norte-
americanos y mexicanos, antepone intereses persona-
les y se dirige hacia Tecate. En este lugar, Mosby es
herido y toma el mando Sam Wood, a quien se le une
un galés llamado Caryl Rhys Pryce con setenta y cinco
hombres, marchando ambos hacia Tijuana, lugar al
cual llegan el 9 de mayo y donde se enfrascan en un
combate que duró dieciseis horas, a cuyo término
toman la plaza que había sido defendida por el
subprefecto José Larroque y el subteniente Miguel
Guerrero. El primero úp junio, Pryce desaparece mis-
teriosamente de Tijuana, y al día siguiente, hace su
aparición Dick Ferris, payaso y actor de profesión, que
aprovechándose de la inestable situación, proclama en
Tijuana una nueva república y se designa él mismo
como su presidente, dando a conocer además, su
bandera. Todos estos episodios distorsionaron por
completo el manifiesto y la imagen del Partido Liberal
Mexicano, mismo que pretendiendo restablecer el or-
den entre sus militantes, envía una comisión el 5 de
junio. Por ella, Dick Ferris es declarado persona no
grata y su bandera quemada, ordenándole regresar a
su país; designa al mismo tiempo, como comandante
de las fuerzas, nuevamente a Jack Mosby. Mientras
tanto, el coronel Celso Vega había preparado un
contingente para atacar Tijuana; el 22 de junio los
revolucionarios, ciento cincuenta y cinco extranjeros y
setenta y cinco mexicanos, sucumbieron ante las fuerzas
del gobierno, compuesto éste por quinientos sesenta
hombres, orillando a Mosby a cruzar con los sobrevi-
vientes la frontera y entregarse a las autoridades ame-
ricanas. Por su parte, Ricardo Flores Magón fue
arrestado y encarcelado en Los Angeles, California.
Posterior a la lucha armada, asume el Gobierno del
Distrito Norte el coronel Esteban Cantú, distinguiéndose
su gestión por la forma casi autónoma e independiente
del resto del territorio nacional. Cantú pretendió elevar
la categoría o rango de sección municipal que poseía
Tijuana, ya que la población había adquirido un fuerte
movimiento turístico que generaba considerables in-
gresos al Ayuntamiento. Con despacho provisional en
Ensenada, expidió el decreto del 8 de marzo de 1917,
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mediante el cual se creaban las municipalidades de Tijuana y Tecate: estableciendo además, que se con-
vocaría a elecciones el 31 de marzo siguiente. Sin
embargo, el cambio por ahora no se llevó a cabo dado
que el 13 de abril y posterior a los comicios, el mismo
gobernante decretó «nulas las elecciones celebradas el
31 de marzo último para la formación del primer
ayuntamiento de la municipalidad de Tijuana»14.
Paralelo a los últimos acontecimientos político-
administrativos, en el país vecino se gestaba una polí-
tica que influiría en forma determinante para el proceso
evolutivo de Tijuana. En Estados Unidos surgió un
movimiento moralista que cobró fuerza rápidamente,
sus fines se encaminaron a erradicar todo tipo de
vicios, prohibiendo el establecimiento de locales donde
se expendiera bebidas alcohólicas, existieran los juegos
de azar y las carreras de caballos, movimiento que se
conociera bajo el nombre de Ley Seca. La política tuvo
inmediata repercusión en Tijuana, debido a que nego-
ciantes norteamericanos comenzaron a instalar canti-
nas y centros nocturnos en las principales calles de la
localidad, con la intención de atender la demanda de los
no pocos adeptos a éste tipo de diversión. Su
privilegiada ubicación fronteriza, las buenas vías de comunicación terrestre con localidades de Estados
Unidos y lo distante de los escenarios de la lucha
revolucionaria que vivía nuestro país, hacían de
Tijuana una buena plaza para invertir en ella; aunado
a ello, la invasión de los vehículos automotrices en California, coadyuvó el incremento turístico hacia la
ciudad, desarrollándose en consecuencia la industria
hotelera y de servicios en general.
Por otro lado, la lucha por la autonomía municipal de
lo tijuanenses no dejó de existir; su aportación econó-
mica a la municipalidad había crecido y la ayuda que recibía Tijuana de ella era insuficiente. El equipamiento
y servicios de la localidad, ya no podían satisfacer la
creciente demanda de los habitantes. El problema
culminó el 15 de octubre de 1925, cuando el presidente
Plutarco Elias Calles expide el decreto que erige en
municipalidad el poblado de Tijuana, asignándole ade-
más un nuevo nombre: Zaragoza, éste en honor del
general Ignacio Zaragoza, liberal mexicano que alcan-
zó sonora victoria en Puebla, al rechazar a las tropas invasoras francesas el 5 de mayo de 1862; coincidiendo
curiosamente con el nombre propuesto también en el mapa de 1889.
«Plutarco Elias Calles, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos a sus habitan-
tes sabed: El Congreso de Los Estados Unidos
Mexicanos decreta:
Artículo 1o. Se erige en pueblo la congregación de
Tijuana, Municipalidad de Ensenada, correspon-
diente al Distrito Norte de la Baja California, el que
será conocido en lo sucesivo con la denominación
de Zaragoza.
Artículo 2o. Se declara de utilidad pública Ja
adquisición de la superficie necesaria para cons-
truir el fundo legal del nuevo pueblo de Zaragoza.
Artículo 5o. Con la denominación de Tijuana, se
erige en municipalidad la actual Sección Munici-
pal de Tijuana»15.
Además de la creación de la municipalidad y el
otorgamiento de un nuevo nombre, Tijuana obtuvo
también la categoría de pueblo; sin embargo, las tres
medidas decretadas no tuvieron aceptación por igual.
Una de ellas, el cambio de nombre, fue rechazada por
los habitantes, dado que éstos, se identificaban con el
que venía ostentando por tradición. Ante ello, un nuevo
decreto del 15 de noviembre de 1929, devolvió al
poblado y sus habitantes, el nombre que realmente
estaba arraigado: Tijuana. De igual forma, la anhelada
municipalidad tampoco surtió efecto, ya que el goberna-
dor Abelardo Rodríguez, argumentó que por falta de
tiempo era imposible que empezara sus funciones el
nuevo ayuntamiento, estableciendo poco después una
Delegación Municipal. Pese a la medida tomada, el
mismo gobernador contribuiría de alguna forma en un
nuevo impulso turístico de Tijuana. Rodríguez había
comprado de los Arguello una fracción del antiguo
rancho de «Tía Juana», donde estaban ubicados unos
manantiales de agua caliente, obteniendo poco después
el gobierno la concesión para su explotación. La
fracción fue cedida a un grupo de inversionistas ame-
ricanos, sobre la cual y posteriormente construyeron
el famoso complejo turístico denominado «Compañía
Mexicana de Agua Caliente»», inaugurado el 23 de junio
de 1928 y que se significó como el más célebre y lujoso
de la época.
Este desarrollo turístico trajo el consecuente benefi-
cio a la población, ya que con los ingresos fiscales el
gobierno pavimentó calles, amplió el sistema de agua
potable y se construyeron varias escuelas.
Durante el régimen presidencial del general Lázaro
Cárdenas, el pueblo de Tijuana tuvo una etapa de cierto
retroceso en su acelerado desarrollo. Implementó una
política que trajera consigo la integración de Baja
California con el resto del país y redujera al mismo
tiempo su dependencia económica de las ciudades
fronterizas norteamericanas. Las primeras acciones se
decretaron en 1937, al expropiar el casino de Agua
Caliente en Tijuana y realizar el reparto agrario de las
tierras que poseía la Colorado River Land en el Valle
de Mexicali. También por esas fechas, en Tijuana se
cerraron numerosas cantinas y centros nocturnos al
sufrir los efectos del fenómeno emigratorio que se dió
en la región, producto del programa de braceros que
implantó Estados Unidos para suplirá los trabajadores
%* Decreto citado por: Celso Aguirre Bernal, Op. cit., p. 179.
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15 Ibfd , p 201
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agrícolas que se habían desplazado a los frentes de la
Segundo Guerra Mundial. Por otro lado, el mismo
presidente Cárdenas, decretó el 26 de abril de 1940,
el fundo legal del pueblo de Tijuana para permitir un
mejor crecimiento y dotarlo de los servicios públicos
que la población requería, que para ese entonces
estaba constituida por 16 486 habitantes,
Bajo el régimen del presidente Miguel Alemán Valdés
y con fecha 16 de enero de 1952, el territorio de Baja
California se convierte en Estado Libre y Soberano,
promulgándose poco después, 16 de agosto de 1953,
la Constitución Política de la entidad, mediante la cual
y por fin, Tijuana se erige en sede de la municipalidad
del mismo nombre, además de elevar su categoría
política de pueblo a ciudad.
A partir de la segunda mitad de este siglo y hasta
nuestros días, uno de los principales problemas que
afronta Tijuana a consecuencia de su desarrollo, es el
establecimiento desmedido de nuevas colonias y
fraccionamientos, así como, paradójicamente, la de-
manda habitacional de un número considerable de
deportados que residían en los Estados Unidos, mis-
mos que, por falta de documentos, se vieron obligados
a regresar hacia Tijuana y localidades de la frontera de
nuestro país. Como solución al problema, en Tijuana,
el gobierno de la entidad expidió la Ley de Pla-
neación Urbanística en 1957, que otorga una su-
perficie de 9,476 hectáreas, 53 áreas y 87 centiáreas,
considerada suficiente para albergar a la futura población.
Por último, cabe señalar, que a pesar deque el origen
de la población como tal es relativamente reciente, la
importancia alcanzada en ese espacio de tiempo y la
consecuente aplicación o uso del nombre, han permi-
tido el arraigo y la consolidación de la asociación
nombre-lugar para hacer del topónimo un elemento
indispensable dentro de la documentación en general y
de la cartografía en particular, para referir e identificar
ese espacio geográfico de nuestro país.
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Esta publicación consta de 350 ejemplares y se terminó de
imprimir en el mes de mayo de 1993 en los talleres del
Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática
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Adivinada antes que conocida. La mítica tierra californiana ha sido sueño de los
conquistadores, refugio de los piratas, anhelo de los invasores, pero sobre todo
principio de México.
La vida de Baja California transcurrió en un mundo aparte: separada del
macizo continental por el río Colorado y el Mar de Cortés, atravesada por
escarpadas serranías, afectada por un suelo árido y un clima seco, la península
se aisló del resto del país provocando una tardía colonización.
Conquistada más por la cruz que por la espada, poco a poco la península se
comenzó a poblar. En busca de tesoros llegaron los hombres que, finalmente, se
convertirían en la riqueza de esta tierra; lentamente comenzaron a formarse los
nombres que hoy identifican a sus cabeceras: Ensenada, Tijuana, Tecate y
Mexicali, son símbolos de un nacionalismo surgido de las luchas por la defensa
de la patria, y que actualmente nos hablan de trabajo y progreso.
El recorrer los nombres geográficos de las cabeceras municipales de Baja
California es recordar la bravura de aquellos pioneros que lucharon con la tierra
para arrancarle sus frutos; es internarse en el sol, en la arena y en el mar.
El estudio de la toponimia bajacaliforniana es un esfuerzo del Instituto
Nacional de Estadística, Geografía e Informática por rescatar la invaluable
riqueza que encierra el significado, la historia y la regulación de los nombres
geográficos.
INSTITUTO NACIONAL DE ESTADISTICA, GEOGRAFIA E INFORMATICA MEXICO
ISBN 968-892-446-6
No. de Cat. 221549