Diezmos en La Iglesia

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DIEZMOS en la IGLESIA Melquisedec, Abraham y Cristo ¿Debemos los cristianos diezmar porque Abraham dio diezmos a Melquisedec? Hebreos 7:1-10; Génesis 14:17 -20 Carta del hermano Fernando. “Estimado hermano en Cristo Jesús: He leído su estudio sobre los diezmos. Quería comentarle que en carne propia he sufrido, y mi familia también, los atropellos de esta falsa doctrina. Particularmente aborrezco el escuchar predicar la LEY DEL DIEZMO. En el sentido de que en muchos lugares se enseña que está antes que pagar deudas atrasadas, impuestos, ayudar a algún necesitado, o muchos se sienten en pecado porque justo antes de fin de mes, antes de cobrar su sueldo se les enferma un hijo, acuden al médico, este les receta un medicamento; y se siente mal si ese mes no pueden diezmar porque no les alcanzó para cubrir esos gatos que no estaban previstos. Me alegra que hermanos puestos en autoridad anuncien estos temas. Yo conocí a Cristo en una iglesia llamada Pentecostal , llena de doctrinas de hombres. En mi ciudad no hay iglesias para elegir. A través de la oración de muchos hermanos, que entendían lo que sucedía, las cosas empezaron a cambiar. Hoy en día ya no se habla de pentecostalismo , pero quedó, todavía, lo de la Ley del Diezmo. Amo a mi Pastor, así que oro para que pueda entender, así como entendió otras, que el cristiano no está bajo el paquete de la Ley. Le comento esto porque aunque quizás confundido es un hombre de Dios, que cuando se da cuenta de su error pide perdón en público y sigue adelante. Algo que quería compartir con usted, si me lo permite, es que sin embargo creo que hay una bendición bíblica en el diezmo (siempre y cuando no haga de esto una ley para mi prosperidad personal, o forma de vida). Pero me gustaría citarle lo siguiente (con todo respeto, y sin querer entrar en ningún tipo de contienda): "Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas" (Hebreos 7: 6). Se fijó que dice bendijo al que ya tenía las promesas. ¿Se puede interpretar que Cristo bendice con bendiciones "adicionales" a los que ofrecen los diezmos? La

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DIEZMOS en la IGLESIA

Melquisedec, Abraham y Cristo

¿Debemos los cristianos diezmar porque Abraham dio diezmos a Melquisedec?

Hebreos 7:1-10; Génesis 14:17 -20

 

Carta del hermano Fernando.

“Estimado hermano en Cristo Jesús:

He leído su estudio sobre los diezmos. Quería comentarle que en carne propia he sufrido, y mi familia también, los atropellos de esta falsa doctrina. Particularmente aborrezco el escuchar predicar la LEY DEL DIEZMO. En el sentido de que en muchos lugares se enseña que está antes que pagar deudas atrasadas, impuestos, ayudar a algún necesitado, o muchos se sienten en pecado porque justo antes de fin de mes, antes de cobrar su sueldo se les enferma un hijo, acuden al médico, este les receta un medicamento; y se siente mal si ese mes no pueden diezmar porque no les alcanzó para cubrir esos gatos que no estaban previstos. Me alegra que hermanos puestos en autoridad anuncien estos temas. Yo conocí a Cristo en una iglesia llamada Pentecostal , llena de doctrinas de hombres. En mi ciudad no hay iglesias para elegir. A través de la oración de muchos hermanos, que entendían lo que sucedía, las cosas empezaron a cambiar. Hoy en día ya no se habla de pentecostalismo , pero quedó, todavía, lo de la Ley del Diezmo. Amo a mi Pastor, así que oro para que pueda entender, así como entendió otras, que el cristiano no está bajo el paquete de la Ley. Le comento esto porque aunque quizás confundido es un hombre de Dios, que cuando se da cuenta de su error pide perdón en público y sigue adelante.

Algo que quería compartir con usted, si me lo permite, es que sin embargo creo que hay una bendición bíblica en el diezmo (siempre y cuando no haga de esto una ley para mi prosperidad personal, o forma de vida). Pero me gustaría citarle lo siguiente (con todo respeto, y sin querer entrar en ningún tipo de contienda): "Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas" (Hebreos 7: 6). Se fijó que dice bendijo al que ya tenía las promesas. ¿Se puede interpretar que Cristo bendice con bendiciones "adicionales" a los que ofrecen los diezmos? La paternidad de la epístola de los Hebreos normalmente, he sabido que se la atribuyen a Pablo. ¿Puede ser que, en caso de que sea una revelación, que él trasmitiera a los hebreos que Cristo recibía los diezmos, y no a los gentiles por miedo de que a través de esto le infiltraran las enseñanzas de la LEY?

Me gustaría que me conteste. Lo saluda, deseándole las más ricas bendiciones.

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Fernando. Argentina.”

 

Comentarios y explicaciones

Estimado hermano Fernando:

      Gustosamente responde este servidor a planteamientos sobre los diezmos expresados con delicadeza y lógica.

      En primera instancia, aclaro que personalmente no miro mal a ningún cristiano que decida dar voluntariamente el diezmo de sus ingresos o bienes, haciéndolo no para guardar el Antiguo Testamento ni esperando que Dios “lo multiplique diez veces” sino por generosidad desinteresada. Al contrario, admiro a tal dador desprendido, por su amor hacia Dios y la iglesia.

      Referente a Hebreos 7:6 escribe usted: “Se fijó que dice bendijo al que ya tenía las promesas. ¿Se puede interpretar que Cristo bendice con bendiciones "adicionales" a los que ofrecen los diezmos?” Examinemos Hebreos 7:1-10 para nuestra mutua edificación.

Hebreos 7:1-10 y Génesis 14:17-20

      Hebreos 7:1-4 dice: “Porque este Melquisedec , rey de Salem , sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem , esto es, Rey de paz... permanece sacerdote para siempre. Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien aun Abraham el patriarca dio diezmos del botín”. Según algunos maestros de la Biblia, este texto se presta para formular el siguiente argumento a favor de diezmos en la iglesia:

A.  Melquisedec era tipo de Cristo, siendo “hecho semejante al Hijo de Dios” (7:3). Cristo “fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec ” ( Hebreos 5:10 ).

B.  Abraham “dio diezmos del botín” a Melquisedec (7:4)

C.  “Los que son de fe (los cristianos), éstos son hijos de Abraham” ( Gálatas 3:7).

D.  Por lo tanto, los cristianos debemos dar diezmos a los siervos de Cristo en la tierra .

¿Es válido este argumento?

      Consideremos algunos hechos y circunstancias que quizás invaliden el argumento.

1.  Melquisedec era un “sacerdote de Dios” que vivía en la tierra cuando “tomó de Abraham los diezmos” (7:6).

a)  Cristo, del linaje sacerdotal de Melquisedec , vivió en la tierra, pero ni siquiera durante el tiempo de su ministerio muy activo y sacrificado exigió diezmos de sus discípulos , no insinuando nunca que se los pagaran.

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b)  En la actualidad, Cristo es sumo sacerdote de su pueblo espiritual, la iglesia, pero él se encuentra en el cielo, no estando presente corporalmente en la tierra para recibir diezmos .

-Se replica que sus siervos sí están en la tierra para recibirlos. Pero, observamos que la comparación hecha en Hebreos , el capítulo siete, es entre Cristo y Melquisedec , y no entre “los siervos” de Cristo y “los siervos” de Melquisedec . De hecho, en los pasajes de la Biblia que tratan de Melquisedec no hay indicación alguna de que hubiese “otros sacerdotes” que sirvieran bajo su mando con derechos de recibir diezmos.

c)  Melquisedec no es tipo de los “pastores” o “evangelistas” de las iglesias sino del sumo sacerdote Cristo. Por lo tanto, ni “pastores” ni “evangelistas” tienen derecho de apelar al ejemplo de él en particular, reclamando diezmos porque él los recibió. No están en la misma categoría con él.

2.  Curiosa y significativamente, ¡el Espíritu Santo no hace el argumento que estamos analizando! Si los cristianos estamos en el deber de diezmar porque Abraham dio diezmos a Melquisedec ¡perfecta y magnífica oportunidad perdió el Espíritu Santo para declarárnoslo inequívocamente en Hebreos, el capítulo siete, en el contexto de sacerdotes y diezmos! Lejos de aprovechar el tema para imponer diezmos a la iglesia, el autor de Hebreos sigue adjudicándoselos a los sacerdotes levitas .

a)  “Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley” (7:5).

(1)  “Reciben… tienen” : verbos del tiempo presente; “tiempo presente”, que conste, para el tiempo cuando se compuso el libro de Hebreos, a saber, en el primer siglo de la Era Cristiana antes de la destrucción del templo judío en Jerusalén por los romanos en el año 70 d.C. Aún existía aquel templo cuando fue escrito Hebreos; aún oficiaban en él los sacerdotes levíticos; ¡ aún recibían diezmos de los judíos que seguían bajo el Antiguo Testamento , rechazando a Cristo como el Mesías! “Reciben… diezmos según la ley.” ¿Cuál ley? La antigua de Moisés que autorizaba el sacerdocio levítico y los diezmos para su sostenimiento.

(2)  De estar diezmando religiosamente todos los cristianos del primer siglo ¿por qué no relacionar la IGLESIA con Melquisedec en lugar de relacionar con él a Leví y sus hijos? Entonces, el versículo cinco leería: “Ciertamente los pastores y evangelistas tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la nueva ley, es decir, de sus hermanos, aunque éstos también sean hijos espirituales de Abraham” . La ausencia de tal enlace en el texto constituye una evidencia circunstancial fuerte de que los cristianos del

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primer siglo no diezmaban, ¿no le parece? El texto enfoca a Leví y sus hijos, y no a la IGLESIA , énfasis inexplicable de estar dando diezmos toda la iglesia de aquellos tiempos.

b)  “Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales ” (7:8). ¿Cuáles hombres? ¡Cuán excelente ocasión para declarar: “Y aquí ciertamente reciben los diezmos los apóstoles, profetas, pastores y evangelistas de la iglesia” ! Pero bien se entiende que a ellos no se alude sino a los sacerdotes levíticos que seguían oficiando en el templo judío, confirmándolo el 7:9 que dice: “Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví , que recibe los diezmos” , es decir, que sigue recibiéndolos. En el asunto de “diezmos”, de nuevo están en primera plana los sacerdotes levíticos del primer siglo , ¡y NO la IGLESIA del Señor ! ¿Por qué? La única conclusión razonable es que LA IGLESIA de los tiempos apostólicos NO DIEZMABA, no recibiendo diezmos de la iglesia los apóstoles, profetas, pastores o evangelistas .

c)  ¿Por qué no se vale el Espíritu Santo del tema para enseñar, directamente o por implicación, diezmos en la IGLESIA? Sin duda, porque el paradigma de “sacerdotes sostenidos por diezmos” fue clavado en la cruz, no renovándose en el Nuevo Testamento. “Porque cambiado el sacerdocio , necesario es que haya también cambio de ley” ( Hebreos 7:12 ). ¿Componen los pastores, profetas y evangelistas de la iglesia un nuevo sacerdocio con derechos a diezmos? Al parecer, eso mismo es lo que pretenden muchos. Sin embargo, el que conoce bien “la ley de Cristo” ( 1 Corintios 9:27 ) sabe que TODOS los MIEMBROS fieles de la IGLESIA somos el nuevo “SACERDOCIO SANTO, para ofrecer sacrificios espirituales” ; TODOS somos el nuevo “REAL SACERDOCIO” ( 1 Pedro 2:4-9 ). En la iglesia verdadera regida por el Nuevo Testamento ¡no existe una nueva clase sacerdotal de líderes! El sacerdocio levítico no tiene su contraparte en la iglesia del Nuevo Testamento. Al escudriñar todo el Nuevo Testamento, queda muy evidente que los apóstoles, profetas, pastores y evangelistas del primer siglo no se concebían oficiales espirituales con derechos implícitos a diezmos. ¿Quién de ellos pide o impone diezmos? ¡Ninguno! Se afirma su “derecho” de vivir del evangelio ( 1 Corintios 9:1-15 ), o de recibir “salario” ( 2 Corintios 11:8 ), pero nunca apelan a “diezmos”, circunstancia sumamente extraña de contar ellos con la autoridad de imponer el diezmo en la iglesia.

     (7:6)  “Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas.”

A.  Quienes abogan diezmos en la IGLESIA suelen aseverar que la práctica de diezmar antecede la Ley de Moisés ya que Abraham vivió centenares de años antes de que fuese dado el Antiguo Testamento en el monte Sinaí y Abraham diezmó. Se deduce que los cristianos también debemos diezmar.

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-La misma línea de argumentación nos obligaría a levantar altares de piedra y sacrificar animales, pues Abraham lo hizo siglos antes de la Ley Mosaica y nosotros los cristianos, siendo “linaje de Abraham” ( Gálatas 3:29), debemos imitar su ejemplo. Pero ningún cristiano en sus cabales trae o apoya este argumento. Entonces, ¿con qué lógica sostenerlo a favor de diezmos pero no en pro de altares y el sacrificio de animales? Cae por su propio peso.

-No por ser nosotros los cristianos hijos espirituales de Abraham tengamos que imitar literalmente todas las acciones de aquel patriarca que señalaban hacia Cristo, por ejemplo, edificar un altar y sacrificar un carnero en lugar de un hijo (Génesis 22). De cierto, Abraham “tenía las promesas” , pero por tenerlas él ¿estamos los cristianos en el deber de diezmar? Tal enlace entre “promesas” y “diezmos” no se forja en la Biblia.

B.  ¿Cuántas veces diezmó Abraham? ¿Cada semana, cada mes, cada año o cada tres años como en el caso del pueblo de Israel? ¿Daba Abraham continuamente el diezmo? No hay constancia de semejante práctica en su vida, siendo el diezmo dado a Melquisedec el único registrado en la historia del ilustre patriarca.

-Pero, supongamos que Abraham siguiera diezmando: ¿a quién o a quiénes hubiese entregado sus diezmos? ¿Siempre volvería a Salem (Jerusalén) llevando sus diezmos a Melquisedec ? ¿O mandaría algún siervo que se los llevara? ¿Acaso había otros sacerdotes de Dios en Canaán que recibieran los diezmos de Abraham?

C.  ¿ De qué dio Abraham diezmos a Melquisedec ? “De todo” dice Génesis 14:20 ; “del botín” aclara Hebreos 7:4 . No de todos los bienes en su haber sino solo “del botín” de guerra, “de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban” ( Génesis 14:17 ). Por lo tanto, ¿basta con que los cristianos demos diezmos una sola vez y eso no de todos nuestros bienes o ingresos sino solo de algún negocio o inversión particular?

D.  ¿ Ordenó Dios a Abraham a entregar a Melquisedec los diezmos “del botín” ? No hay evidencia alguna a favor de semejante deducción. Abraham lo hace voluntariamente, y si algún hijo espiritual de él del tiempo presente quiere diezmar voluntariamente, pues ¿quién se lo prohíbe? Con todo, a tal “hijo” (cristiano) le convendría determinar sabiamente a quién entregar sus diezmos, a no ser que se los dé a un obrero fraudulento o a un pastor que enseñe doctrinas contrarias a “la doctrina de Cristo” ( Hebreos 6:1 ).

E.  ¿ Pidió Melquisedec a Abraham los diezmos “del botín” ? ¿ Ordenó a Abraham a dárselos ? ¡En ningún momento! Sin embargo, los pastores, profetas y evangelistas de muchas iglesias y concilios actuales no se cansan de pedir diezmos, de exigirlos a pena de excomunicación, de pronunciar anatemas sobre quienes no los dan, de llamar a los tales “ladrones” y aun “blasfemos” o de condenarlos al

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infierno. Entre los temas más comunes en los púlpitos de no pocas iglesias figura el de “diezmar”.

F.  ¿Dio Abraham diezmos a Melquisedec motivado por la esperanza de recibir a cambio muchas bendiciones ? Según el relato de Génesis 14:18-20 , ¡ Melquisedec bendice a Abraham ANTES de darle este los diezmos “del botín” ! ¡ANTES! “Entonces Melquisedec , rey de Salem , y sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo.” ¿Cuándo? ¡Después de la bendición! No con miras a recibirla, sino habiéndola recibido ya. Y la recibió con “pan y vino” (14:18). ¿Por qué no siguen los pastores del presente el ejemplo de Melquisedec , dándole a los diezmadores “pan y vino” juntamente con “la bendición” que pronuncian sobre ellos? ¿Quién duda de que en cualquier momento algunos implementen la práctica con tal de recaudar más diezmos? A estas alturas, el amor a los diezmos es ya una obsesión con no pocos pastores y evangelistas.

G.  ¿Bendijo Melquisedec a Abraham porque este le dio los diezmos “del botín” ? Ya lo hemos resaltado: Melquisedec pronunció la bendición antes de recibir los diezmos. La bendición se pronuncia no por los diezmos recibidos sino porque Abraham fue el instrumento usado por Dios para derrotar a sus “enemigos” . No alteremos los hechos o el enfoque del encuentro y de la bendición. “Bendito sea Abram … y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano” ( Génesis 14:19-20 ). Melquisedec no dice “Bendito sea Abram por los diezmos del botín que él me ha dado”. La bendición no está ligada a los diezmos sino a la victoria de Abraham sobre los enemigos. Algunos amadores o defensores de diezmos vinculan las “bendiciones” al cumplimiento de la supuesta “ley del diezmo”. No lo hizo Melquisedec , ni lo hace el Espíritu Santo en el Nuevo Testamento.

- Hebreos 7:6 dice que Melquisedec “tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas”. Que conste: el texto no dice “ Melquisedec tomó de Abraham los diezmos, y como recompensa para los diezmos recibidos bendijo al que tenía las promesas” . Mas bien, identifica dos acciones distintas, no siendo la segunda ( “bendijo” ) consecuencia o fruto de la primera ( “tomó… diezmos” ). Certeramente, se nos enseña en Génesis 14:19-20 que la bendición pronunciada por Melquisedec no se condicionó en los diezmos.

 

Sobre promesas, diezmos, las ofrendas voluntarias y bendiciones.

      Sin tener este servidor el propósito de profundizar mucho en el tema, aprendemos en Gálatas que las bendiciones prometidas a través de Abraham las recibimos por la fe y no en virtud de diezmar . La promesa fue: “En ti serán benditas todas las naciones” , y en Gálatas 3:8-9 el cumplimiento se

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define mediante la explicación “De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham”, añadiéndose en el 3:14: “para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu ” .

      En el Nuevo Testamento se anuncian abundantes bendiciones para el cristiano generoso . “El que siembra generosamente, generosamente también segará” ( 2 Corintios 9:6 ). “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra” (9:8). “Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad” (9:10-11).

-Ni la fraseología ni el contexto justifican interpretar estas bendiciones solo dentro del marco de lo material.

-Tomemos nota: ¡ estas grandiosas bendiciones no se pronuncian para el diezmador que se considera obligado a diezmar “indefectiblemente” sino para los cristianos que se identifican en 2 Corintios 9:7 . “Cada uno dé como propuso en su corazón; no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.” ¿Se da cuenta? El apóstol Pablo no escribe: “Cada uno dé el diezmo” sino “Cada uno dé como propuso en su corazón” . El que propone en su corazón dar el diezmo, que lo dé “no con tristeza, ni por necesidad” sino voluntariamente, no imponiendo su criterio a ningún otro miembro de la iglesia. El que propone en su corazón dar más del diez por ciento, que lo dé alegremente, sin hacer sentir mal a los menos afortunados. El que por su humilde condición no puede dar tanto, que dé lo que pueda, sin añadir aflicción o culpabilidad a su espíritu por no poder dar más, pues no está obligado a diezmar. Otros textos del Nuevo Testamento respaldan estas enseñanzas.

- 2 Corintios 8:12 . “Porque si primero hay la voluntad dispuesta , será acepta según lo que uno tiene, y no según lo que no tiene .”

- 1 Corintios 16:1-2 . “En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia . Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado , guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.”

Preguntas contestadas

      Estimado hermano Fernando, usted pregunta: “¿Se puede interpretar que Cristo bendice con bendiciones "adicionales" a los que ofrecen los diezmos?” A la luz del análisis de Hebreos 7:1-10 y Génesis 14:17-10 no discernimos ninguna relación particular entre “diezmos” y “bendiciones” en el caso de Abraham y Melquisedec . Por ende, demás es hacernos alguna aplicación en el tiempo presente, y menos todavía dado que ninguna ordenanza sobre diezmar se encuentra en el código doctrinal del Nuevo Testamento.

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      También pregunta: “¿Puede ser que, en caso de que sea una revelación, que él (Pablo) trasmitiera a los hebreos que Cristo recibía los diezmos, y no a los gentiles por miedo de que a través de esto le infiltraran las enseñanzas de la LEY?”

-A la verdad, hasta donde sepamos Cristo nunca recibía él mismo los diezmos de nadie, ni se los pedía a nadie ni mandó, bien sea por ordenanza o alguna inferencia necesaria, que los cristianos de cualquier categoría los dieran.

-Los apóstoles y gran parte de los pastores, profetas y evangelistas de la iglesia primitiva eran hebreos. Sin embargo, no hay evidencia concreta alguna de que siquiera uno de ellos reclamara, exigiera, enseñara o recibiera diezmos. Hebreos 7:1-10 no constituye tal evidencia. Al contrario, algunas circunstancias ya señaladas en referido pasaje nos llevan a la conclusión de que la iglesia del primer siglo no diezmaba, ni la parte hebrea ni la parte gentil. Tengamos presente que Melquisedec no pedía ni exigía diezmos. Tampoco Cristo. Que Melquisedec los recibiera como una aportación voluntaria de Abraham no significa que Cristo autorice a los pastores, profetas o evangelistas de la iglesia a pedirlos o demandarlos.

 

      Amado, de encontrar usted fallos en este estudio le ruego me los señale ya que mi ferviente deseo es el de siempre enseñar la pura verdad del Señor.

La Ley, el Diezmo y las Ofrendas

Para el Nuevo Testamento es claro que los creyentes no están bajo la ley. No obstante ¿Qué significa ese hecho? ¿Significa, acaso, que los creyentes están exentos de guardar los mandamientos de la ley?

Rubén Chacón

¿Podría alguno de nosotros decir que los creyentes, por ejemplo, no están obligados a amar a Dios con todo el corazón, con toda la mente, con toda el alma y con todas las fuerzas? Seguramente, nadie diría eso. Pero el hecho objetivo es que este es el principal mandamiento de la ley mosaica. Por otra parte, con el mismo argumento de que no estamos bajo la ley, algunos abiertamente sí eliminan la responsabilidad de cumplir ciertos mandamientos –como por ejemplo: el diezmo. Por lo tanto, es legítima la pregunta planteada: ¿cómo interpretamos el hecho innegable de que no estamos bajo la ley?

En primer lugar, no estamos bajo la ley en el sentido que estemos bajo la obligación de guardar los mandamientos de Dios en nuestras fuerzas. Los creyentes estamos bajo la gracia y no bajo la ley (Rom. 6:14). Y ¿Qué significa estar bajo la gracia? Significa que ya no intentamos agradar a Dios en la fuerza de nuestra carne, sino en el Espíritu. En palabras de Pablo: “...estamos libres de la ley...de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra” (Rom. 7:6). Por lo tanto, la ley, como sistema de vida para los creyentes, está abolida. Nosotros no andamos en la carne, sino en el Espíritu (Rom. 8:1).

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No obstante lo anterior, permanece una pregunta: ¿La gracia o el Espíritu contradicen el contenido de la ley? ¿No es acaso la ley la expresión de la voluntad de Dios? ¿Cómo podría entonces haber contradicción entre una cosa y la otra? La verdad es que no la hay. Pablo dice claramente que Dios enviando a su Hijo, condenó al pecado en la carne, para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu (Rom. 8:4). ¿Te das cuenta? En aquel que anda conforme al Espíritu se cumple la justicia de la ley. El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas, dijo Pablo, no hay ley (Gál. 5:22-23). En otras palabras, en el fruto del Espíritu no hay nada de la ley quebrantado; ella no tiene de qué acusar ni culpar; está perfectamente satisfecha.

Y cómo no habría de ser así, toda vez que la gracia puede mucho más que la ley. En efecto, la gracia es capaz de responder perfectamente, no sólo a la revelación todavía incompleta de la voluntad de Dios, expresada en la ley de Moisés, sino también es capaz de responder a la perfecta voluntad de Dios tal como la reveló el Señor Jesucristo. Veamos algunos ejemplos: Jesucristo dijo: “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mt. 5:27-28). Claramente aquí Jesucristo hace una profundización de la ley: La voluntad de Dios se cumple no en los actos externos solamente, sino especialmente en el corazón. Por lo tanto, la gracia del Señor Jesucristo –que transforma el corazón- sobrepasa largamente la exigencia de la ley. La ley quedaba satisfecha con la ausencia del acto físico del adulterio; la gracia, con la pureza del corazón.

En segundo lugar, no estamos bajo la ley, porque ahora en Cristo nos rige, no el “oísteis que fue dicho”, sino el “Pero yo os digo”. El primero es de Moisés; el segundo es de Cristo. Y como ya vimos, el “pero yo os digo” de Cristo –si bien no ignora, ni contradice, sino cumple perfectamente lo de Moisés- no obstante, lo sobrepasa largamente: En gracia y en exigencia. Es como lo explicaba un pastor: Si la ley exigía tirar con mis fuerzas diez vagones de un tren, la gracia le agregó 90 vagones más; pero ¿Qué importa si Dios le puso una poderosa locomotora (la gracia) a los 100 vagones?

Por lo tanto, hay un cambio hermenéutico importante aquí. La voluntad de Dios expresada en la ley de Moisés, debe pasar necesariamente al Nuevo Testamento a través de Cristo, en quien sufre un perfeccionamiento completo. Por lo tanto, no deberíamos encontrar en el Nuevo Testamento una mera repetición de los mandamientos mosaicos, sino más bien, una norma de vida mucho más alta. Y esto es lo que efectivamente encontramos. Los mandamientos del Señor Jesucristo y de sus apóstoles recogen y sobrepasan los mandamientos mosaicos. Los sobrepasan en exigencia por la gracia superior que está a nuestra disposición. No hay, pues, ningún mandamiento de la ley de Moisés que no esté contenido en los mandamientos del Nuevo Testamento. Los sacrificios levíticos están –como tipos- perfectamente contenidos en el sacrificio perfecto y eterno de Cristo. Pero todavía más. También están contenidos como mandamientos a cumplir por los hombres:

“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Rom. 12:1).

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“...sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo” (1P. 2:5). “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios” (Hb. 13:15-16).

“Así que celebremos la fiesta (la Pascua), no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad” (1Cor. 5:8).

“Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros” (Flp. 2:17).

“Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios” (Flp. 4:18).

En este contexto deben entenderse entonces las palabras de nuestro Señor Jesucristo, cuando dijo: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido”. Y remató con esto: “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mt. 5:17, 18,20).

Veamos otro ejemplo. En la ley de Moisés fue dicho: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo, seis días trabajarás, y harás todas tus obras; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tu, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas la cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santifico” (Ex. 20:8-11). Es más, en Ex. 35:2 se ratifica la gravedad de infringir dicho mandamiento diciendo que: “…cualquiera que en él hiciere trabajo alguno, morirá.”

¿Pero qué pasó con nuestro Señor Jesucristo, que en día de reposo confundió a los entendidos de la época? Los discípulos, en día de reposo y en presencia de él, recogen espigas. Sana a un hombre que tenía su mano seca, (Mt. 12:1-14); Sana al paralítico de Betesda (Jn. 5:1-18).

Jesús mismo aclara entonces el por qué del día de reposo Mr. 2:27-28: “… El día de reposo fue hecho por causa del hombre…”. Él se descubre como Señor del reposo, él es el reposo perfecto, concebido por Dios desde la eternidad. En una de las muchas discusiones fuertes acerca del día de reposo con los doctores de la Ley, el Señor hace una tremenda afirmación “… mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo” (Jn. 5:17).

En el antiguo pacto seis días eran para trabajar en lo de uno y solo un día (día de reposo) era para guardarlo y santificarlo a Dios. En el nuevo pacto andamos en las obras que él hizo para que anduviésemos en ellas, no tenemos obra ni trabajo propio. Él es Señor del reposo (He. 4).

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La Ley, el Diezmo y las Ofrendas (2)

Apliquemos ahora todo lo dicho anteriormente al tema particular del diezmo. Primero que todo debemos decir que en el caso del diezmo ocurre algo especial.

Rubén Chacón

El diezmo no nace con la ley; es anterior a la ley en unos 430 años (Gál. 3:17). El diezmo como tal, esto es, como la décima parte de un todo, nace con Abram. Génesis 14 es la primera mención bíblica acerca del diezmo. Se dice que la primera mención bíblica de una verdad tiene la importancia de constituir el modelo de esa verdad. Y este parece ser el caso con respecto al diezmo. En efecto, esta Escritura no sólo es importante por ser la primera mención acerca del diezmo, sino también por ser la primera y única mención acerca de Melquisedec en el Antiguo Testamento. Además, es también la primera vez que son mencionados en la Biblia los elementos de la santa cena: Pan y vino.

Ahora bien, Abram y todas las cosas relacionadas con él –como el diezmo, Melquisedec, el pan y el vino, el pacto, las promesas, etc- no pertenece al Antiguo Testamento o Antiguo Pacto. En efecto, Melquisedec representa el tipo de sacerdocio que Jesucristo lleva a cabo en el Nuevo Pacto. El sacerdocio Aarónico pasó. El de Jesucristo, que no pasa, es según el orden de Melquisedec. El pan y el vino no son del Antiguo Pacto: Son los elementos de la Cena del Nuevo Pacto. Abraham, de la misma manera. El Nuevo Testamento dice que Abraham es padre de todos los creyentes (Rom. 4:16-17; Gál. 3:7,29). ¿Cómo es esto? Pablo dice que a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. Esta simiente es Cristo. Cuando esta simiente a quien fue hecha la promesa llegase, en ella serían bendecidas todas las familias de la tierra. Para este fin Cristo nos redimió de la maldición de la ley, para que en él la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu (Gál. 3:13-18).

Entre Abraham y la llegada de la simiente, Dios añadió o introdujo la ley –como una especie de paréntesis (Gál. 3:19; Rom. 5:20)- hasta que viniese la simiente. Por supuesto, Dios tenía una poderosa razón para introducirla: “De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo” (Gál. 3:24-25). En otras palabras, venida la fe, los creyentes enganchamos directamente con Abraham y heredamos sus promesas. La ley jamás tuvo el propósito de substituir la promesa; por el contrario, nos condujo a ella. La ley era provisoria (hasta que); la promesa en Cristo era lo definitivo.

Pero continuemos con el diezmo. Decir, entonces, que el diezmo es solamente de la ley es falso. Es antes de la ley. No obstante, si hubiese tenido su origen en la ley, de todas maneras –por lo planteado arriba- ese hecho por si solo no lo abrogaría. Recordemos lo dicho anteriormente: Todo mandamiento de la ley mosaica está de alguna manera contenido –y sobrepasado- en los mandamientos del Nuevo Pacto. En todo caso, el hecho primero es que el diezmo es pre-mosaico y, por tanto, neotestamentario. Consideremos en primer lugar este hecho. Los creyentes diezman, pues, a la manera de Abraham y no a la manera de la ley.

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¿Cómo diezmó Abraham? Volvamos al relato de Génesis 14.

Una confederación de cuatro reyes declaró la guerra a otra confederación compuesta de cinco reyes. Entre estos últimos se encontraba el rey de Sodoma, lugar donde vivía Lot, el sobrino de Abraham. La coalición de cuatro reyes venció a la de cinco reyes. Las ciudades, entre las que se encontraba Sodoma, fueron saqueadas y los habitantes llevados cautivos. También Lot. Cuando Abraham se enteró de la noticia del cautiverio de su sobrino, armó a sus 318 criados y fue al rescate de Lot y de su familia. Milagrosamente un puñado de hombres derrotó al ejército de una confederación de cuatro reinos. Abraham recobró así todos los bienes de Sodoma, a Lot y demás gente. Mientras Abraham volvía orgulloso y lleno de júbilo por la tremenda victoria alcanzada, el rey de Sodoma lo esperaba con un clamoroso recibimiento en el valle de Save, que es el Valle del Rey. Seguramente que en este evento Abraham se llenaría de gloria y fama. El acontecimiento constituiría toda una tentación para él. Por ello, antes que Abraham fuese recibido por el rey de Sodoma, sorpresivamente le salió al encuentro el rey de Salem (Jerusalén). Este rey, de nombre Melquisedec, era sacerdote del Dios Altísimo. Este recibimiento es, en comparación con el del rey de Sodoma, absolutamente modesto y sobrio. De hecho, el ágape contiene sólo pan y vino. Pero, es modesto únicamente a los ojos humanos, ya que es de una grandeza espiritual extraordinaria. En efecto, Melquisedec en su calidad de sacerdote de Dios, bendice a Abraham con una doble bendición: La primera está dirigida a Abraham del Dios Altísimo y, la segunda, está dirigida al Dios Altísimo de Abraham. Por el impacto que causó esta bendición sobre Abraham, como veremos enseguida, entendemos que ella significó toda una revelación para él. La primera bendición le reveló a Abraham que él pertenecía al Dios Altísimo, esto es, pertenecía al Creador de los cielos y de la tierra. Abraham era de Dios; era de su propiedad, era su siervo. La segunda bendición, aunque dirigida a Dios, le revela a Abraham que el Altísimo fue el que entregó los enemigos de Abraham en su mano. Esto terminó por quebrar tan profundamente a Abraham que produjo en él un reconocimiento de Dios que hasta aquí nunca antes se había manifestado: Le dio Abram los diezmos de todo. ¿Qué hecho causó que Abraham voluntaria y espontáneamente diezmara, sin mediar ninguna obligación, ley o mandato? Fue el hecho de entender que toda victoria, logro, éxito y riqueza es mérito de Dios. Nada es mérito nuestro. Él, da semilla al que siembra y pan al que come (2Cor. 9:10). Por eso, los ancianos del Apocalipsis echan sus coronas delante del trono de Dios, diciendo: “Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” (Ap. 4:10-11).

Abraham, Melquisedec, el pan y el vino, pertenecen al Nuevo Pacto. Y esta forma de diezmar también. En el Nuevo Pacto se diezma a la manera de Abraham. No fue un mandamiento ni una obligación lo que provocó el diezmo; no fue la ley, sino el Espíritu. El diezmo del Nuevo Testamento no es el de la ley, sino el de Abraham. La acción de Abraham fue de tanto agrado para Dios que éste, posteriormente, habría de hacerla mandamiento en la ley de Moisés. Y aquí es conveniente que volvamos a recordar lo dicho anteriormente. El hecho de que el diezmo fuese puesto por Dios en la ley de Moisés significa, en primer lugar, que es parte de su voluntad revelada hasta ese momento. En segundo lugar, significa que el diezmo, como parte de la voluntad revelada de Dios, no cambia; permanece en el tiempo. A lo más, podría ser contenido en una verdad mayor, cosa que ocurre con casi todos los mandamientos de la ley en el Nuevo Testamento. En tercer lugar, fue insertado en la ley para, al igual que todos los demás

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mandamientos, mostrara la incapacidad por parte del hombre de cumplirla con sus fuerzas. De todas maneras, Dios aprovechó de dar un paso más al colocar el diezmo en la ley de Moisés. La ley cómo ninguna otra instancia va a demostrar el uso que Dios determinó para los diezmos: “Porque a los levitas he dado por heredad los diezmos de los hijos de Israel, que ofrecerán a Jehová en ofrenda; por lo cual les he dicho: Entre los hijos de Israel no poseerán heredad” (Nm. 18:24). En definitiva, no sólo queda establecido el cómo se diezma (a la manera de Abraham), sino también el qué se hace con ellos (sustentar a los levitas).

Y así llegamos al Nuevo Testamento. Y ¿Qué encontramos? Que asombrosamente para nosotros la palabra diezmo casi no aparece. Este hecho que requiere indudablemente una explicación no significa, en todo caso, que la verdad del diezmo esté ignorada. Algunos explican la ausencia del término diezmo de una manera que –aunque la afirmación sea cierta- si no es bien entendida y bien aplicada, resulta en un absurdo: El diezmo es Cristo, dicen algunos, al igual que las primicias, las ofrendas, los sacrificios, el sábado, las fiestas, etc. Esta interpretación que es absolutamente correcta no exime, sin embargo, de modo alguno, el cumplimiento práctico de esas verdades por parte de los creyentes. Si todo el Antiguo Testamento fuese solamente Cristo, entonces, el Nuevo Testamento consistiría únicamente en la revelación de Jesucristo y no debiera incluir ningún aspecto práctico para los creyentes. Pero ¿Es eso lo que encontramos en él? De ningún modo. Recordemos lo dicho anteriormente: Los sacrificios, por ejemplo, tipológicamente, representan el sacrificio de Cristo. No obstante, en cuanto demandas de Dios para el hombre, permanecen vigentes en su significado espiritual a los creyentes del Nuevo Testamento. En otras palabras, los creyentes del Nuevo Pacto presentan en Cristo los mismos sacrificios del Antiguo Pacto, pero en su significado espiritual. Por ejemplo, Pablo dijo que los panes de la pascua que nosotros celebramos deben ser sin levadura, esto es, sin malicia y sin maldad. Nuestros panes hoy son la sinceridad y la verdad. ¿Te das cuenta? Nuestra Pascua –que es Cristo- sigue presente; los panes también.

Veamos entonces si la verdad acerca del diezmo sigue presente en el Nuevo Pacto. El Señor Jesucristo hizo algunas pocas, pero importantes, alusiones a los diezmos. En su discurso a los escribas y fariseos, él les reprochó lo siguiente: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: La justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello” (Mt. 23:23). En primer lugar, Jesús no está aquí reprochando el acto de diezmar, sino el hecho de haber descuidado lo más importante de la ley. En segundo lugar, al decir “sin dejar de hacer aquello” está confirmando la práctica del diezmo como algo vigente.

En la parábola del fariseo y el publicano, Jesucristo puso otro elemento importante acerca de los diezmos. En efecto, mientras el fariseo oraba y desplegaba su auto justicia, dijo: “...doy diezmos de todo lo que gano”. Resalto la palabra todo, pues, Jesús no pondría aquí un elemento inexistente en la práctica de los fariseos. Dicho de otro modo: Los fariseos diezmaban de todas las cosas. En el texto anterior, quedó claro que diezmaban hasta la menta, el eneldo y el comino. También aquí cabe decir que Jesús no estaba, en esta parábola, atacando el acto del diezmo, sino la auto confianza y el menosprecio (Lc. 18: 9-14). Lo importante de estos textos es la ratificación que, de alguna manera, hace Jesucristo de los diezmos; cosa que no ocurre, por ejemplo, con el divorcio (Mt. 5: 31-32).

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Escuchemos a continuación al apóstol Pablo: “O sólo yo y Bernabé no tenemos derecho de no trabajar? 7¿Quién fue jamás soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta viña y no come de su fruto? ¿O quién apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño? 8¿Digo esto sólo como hombre? ¿No dice esto también la ley? 9Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, 10o lo dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros se escribió; porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto. 11Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material? 12Si otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿cuánto más nosotros? Pero no hemos usado de este derecho, sino que lo soportamos todo, por no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo. 13¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan? 14Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.

En primer lugar, Pablo está hablando de segar lo material de los corintios. En segundo lugar, pone ejemplos de la vida común: ¿Quién fue jamás soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta viña y no come de su fruto? ¿O quién apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño? En tercer lugar, lo más importante: ¿No dice esto también la ley? ¡Pablo invoca la ley! ¿Cómo? ¿Pablo invocando la ley? ¿Seguramente está evangelizando a los judíos? No. Está hablando a la iglesia. A creyentes que no están bajo la ley. Espero que la razón ya esté clara. Entonces dice: “No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan? Aquí claramente está refiriéndose a los diezmos mosaicos (Lv. 6:16,26; Nm. 18:8,31; Dt. 18:1-3). Y entonces traspasa la verdad del diezmo al Nuevo Pacto de la siguiente manera: “Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio” Los que anuncian el evangelio equivalen ahora a los antiguos sacerdotes y levitas. Como tal, ordenó el Señor que vivan del evangelio. ¿Cómo harían esto en la práctica? La frase “así también” perfectamente podría entenderse como “de la misma manera”. En el contexto serían los diezmos.

En su primera carta a Timoteo, Pablo agrega, ahora con respecto a los ancianos, lo siguiente: “Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario (5:17-18). Primero, la frase “dignos de doble honor” se refiere a reconocimiento económico. Segundo, cita como referente de autoridad la Escritura. ¿Cuál Escritura? Por una parte, ¡La ley! aunque traspasada a la realidad neotestamentaria y, por otra, los evangelios (Mt. 10:10; Lc. 10:7).

Por lo tanto, el esquema veterotestamentario en su aspecto fundamental se mantiene en el nuevo: Algunos de entre los hijos de Dios, los apóstoles y los ancianos, a la manera de los sacerdotes y levitas de la ley, trabajan en predicar y en enseñar, y son sustentados por los ministrados. ¿Cómo? No dice explícitamente: Con los diezmos. ¿Por qué? Puede ser porque es obvio. Está implícito al citar la ley. Pablo, por último, escribiendo a los gálatas, lo dijo así: “El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye” (6:6). La

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“Biblia al día” lo dice así: “Los que estudian la Palabra de Dios deben ayudar económicamente a sus maestros”.La Ley, el Diezmo y las Ofrendas 3 (Las Ofrendas)

Una segunda razón –y quizás la más importante- de por qué no aparece más explícitamente la palabra “diezmo” en el Nuevo Testamento es la siguiente: El diezmo –entendido como la décima parte de un todo- está superado por la gracia de Jesucristo, al igual que todos los mandamientos de la ley.

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Por lo tanto, la palabra “diezmo” ya no corresponde con la nueva realidad. Ahora, tendríamos que hablar de “un quinto” o “un cuarto” o “un medio”, etc. Y aun así, no podemos usar un solo término, porque Pablo dijo: “Cada uno dé como propuso en su corazón...” (2Cor. 9:7). En una oportunidad le preguntaron a Watchman Nee: “¿De qué manera un cristiano debe ofrendar?” Él le dijo: “No deberíamos adoptar la manera del Antiguo Testamento pagando los diezmos, sino que deberíamos seguir lo que está dicho en 2 Corintios 9:7, es decir, que cada persona dé conforme a lo que Dios le ordena; puede ser la mitad, o un tercio o una décima o una vigésima parte”. La única parte de la respuesta que no comparto es la referencia a la “vigésima parte” (5%), porque me parece que la gracia en ningún caso debiera producir algo menor que la ley. El diezmo de la ley es ahora el mínimo y no el techo.

Pero ¿Cuál es entonces el término escritural que reemplaza la palabra “diezmo”? Las palabras: Ofrendar y ofrendas. Las ofrendas claramente sustentan –en el Nuevo Testamento- a los apóstoles y a los ancianos, como ya vimos (También se usan para ayudar a los santos). Pablo dijo a los filipenses en el capítulo cuatro.

“En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad. No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Sin embargo, bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación. Y sabéis también vosotros, oh filipenses, que al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros solos; pues aun a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis necesidades. No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta. Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios. Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.

A los corintios por su parte les escribió: “He despojado a otras iglesias, recibiendo salario para serviros a vosotros.Y cuando estaba entre vosotros y tuve necesidad, a ninguno fui carga, pues lo que me faltaba, lo suplieron los hermanos que vinieron de Macedonia, y en todo me guardé y me guardaré de seros gravoso. (2 Cor. 11:8-9).

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En definitiva, los sacerdotes y levitas han dado paso a los apóstoles y ancianos; y el término “diezmos” ha dado lugar a la palabra “ofrendas”. ¿Por qué? Porque la décima parte de un todo es apenas el mínimo y en el nuevo pacto la cantidad está abierta a la acción de la gracia de Dios. Ahora, puede ser un 20%, un 40%, un 80% y como mínimo un 10%Pero antes de terminar esta parte, sería conveniente decir algunas palabras tocante al otro uso de las ofrendas en el Nuevo Testamento, esto es, la ayuda para los santos. Si vamos a ser escriturales en nuestra enseñanza y práctica, entonces, debemos reconocer que las ofrendas se usaban tanto para el sostenimiento de obreros y de ancianos, como para ayuda de los santos. En este último caso, las Escrituras que hablan de ello contienen hermosos principios que iluminan más perfectamente la verdad neotestamentaria de dar. Pablo escribiendo a los corintios en su primera carta, dice:

“En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas. Y cuando haya llegado, a quienes hubiereis designado por carta, a éstos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén. Y si fuere propio que yo también vaya, irán conmigo.

Esta es claramente una ofrenda para los santos. El principio fundamental que es presentado aquí, es que la ofrenda de cada uno debe ser hecha “según haya prosperado”. Esto ratifica que la gracia supera la ley: La ofrenda es proporcional a la prosperidad recibida. ¡Nótese que se da por sentado que todos prosperan!

En la segunda carta a los corintios, Pablo dedica nada menos que dos capítulos (8-9) a la ofrenda para los santos. En una de sus partes dice:

“Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra; como está escrito: Repartió, dio a los pobres; Su justicia permanece para siempre. Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios. Porque la ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios; pues por la experiencia de esta ministración glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al evangelio de Cristo, y por la liberalidad de vuestra contribución para ellos y para todos; asimismo en la oración de ellos por vosotros, a quienes aman a causa de la

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superabundante gracia de Dios en vosotros. ¡Gracias a Dios por su don inefable!

Al principio fundamental de que “cada uno dé como propuso en su corazón”, Pablo agrega de manera solemne que la cosecha será proporcional a la siembra. También afirma que Dios ama al dador alegre y que es poderoso para prosperarlo a fin de que esté enriquecido en todo, para toda liberalidad.

En resumen: 1) La ofrenda debe ser proporcional a la prosperidad alcanzada. 2) Ofrendar es una siembra. 3) La cosecha es proporcional a la siembra. 4) Dios prosperará al dador alegre. 5) La prosperidad permite ser más generosos todavía. Se desata así un círculo virtuoso.

Amén.