Diálogo y amistad social Por una nueva cultura del...

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IBERO 40 ay una cultura del éxito indi- vidual que está socavando los fundamentos de toda sociedad, es decir, aquellos símbolos o ritos comunes necesarios para vivir juntos y que regulan el comportamiento de las perso- nas. Es una cultura fomentada por discursos que brindan “seguridad” a una sociedad temerosa de quedar fuera, que se aferra a adquirir poder Diálogo y amistad social Por una nueva cultura del encuentro para ser importante y termina cerrándose a los otros. Ante esta realidad, el Papa Francisco presenta su Carta Encíclica Fratelli tui y apuesta a construir localidades abiertas a lo diferente por medio del diálogo y la amistad social. Estamos viviendo una época de polarizaciones sociales, donde se construyen enemigos para generar el sentido de pertenencia a un líder, y se utilizan las redes sociales para atizar las diferencias personales, que incrementan la violencia social. De manera sutil se aceptan y se rechazan ciertas ideas que terminan H JORGE ATILANO GONZÁLEZ CANDIA, S. J. Asistente del Sector Social del Gobierno de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús. Coordinador del libro Reconstrucción del tejido social: Una apuesta por la paz. Llegó la hora de decir que esa alegre superficialidad nos ha servido de poco. La destruc- ción de todo fundamento de la vida social termina enfrentándonos unos con otros para preservar los propios intereses… Cada sociedad necesita asegurar que los valores se transmitan, porque si esto no sucede se difunde el egoísmo, la violencia, la corrupción en sus diversas formas, la indiferencia y, en definitiva, una vida cerrada a toda trascenden- cia y clausurada en intereses individuales. (Francisco, Fratelli tutti §113.) FRATELLI TUTTI | EL PAPA FRANCISCO Y UN NUEVO ORDEN MUNDIAL | EXAMEN | 202. La falta de diálogo implica que ninguno, en los distintos sectores, está preocupado por el bien común, sino por la adquisición de los beneficios que otorga el poder, o en el mejor de los casos, por imponer su forma de pensar. Así las conversaciones se convertirán en meras negociaciones para que cada uno pueda rasguñar todo el poder y los mayores beneficios posibles, no en una búsqueda conjunta que genere bien común. Los héroes del futuro serán los que sepan romper esa lógica enfermiza y decidan sostener con respeto una palabra cargada de verdad, más allá de las conveniencias personales. Dios quiera que esos héroes se estén gestando silenciosamente en el corazón de nuestra sociedad. Papa Francisco, Carta Encíclica Fratelli tui, sobre la fraternidad y la amistad social, 2020.

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ay una cultura del éxito indi-vidual que está socavando los fundamentos de toda sociedad, es decir, aquellos símbolos o ritos comunes necesarios para vivir juntos y que regulan el comportamiento de las perso-nas. Es una cultura fomentada

por discursos que brindan “seguridad” a una sociedad temerosa de quedar fuera, que se aferra a adquirir poder

Diálogo y amistad social Por una nueva cultura del encuentro

para ser importante y termina cerrándose a los otros. Ante esta realidad, el Papa Francisco presenta su Carta Encíclica Fratelli tutti y apuesta a construir localidades abiertas a lo diferente por medio del diálogo y la amistad social.

Estamos viviendo una época de polarizaciones sociales, donde se construyen enemigos para generar el sentido de pertenencia a un líder, y se utilizan las redes sociales para atizar las diferencias personales, que incrementan la violencia social. De manera sutil se aceptan y se rechazan ciertas ideas que terminan

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JORGE ATILANO GONZÁLEZ CANDIA, S. J.

Asistente del Sector Social del Gobierno de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús. Coordinador del libro

Reconstrucción del tejido social: Una apuesta por la paz.

Llegó la hora de decir que esa alegre superficialidad nos ha servido de poco. La destruc-ción de todo fundamento de la vida social termina enfrentándonos unos con otros para

preservar los propios intereses… Cada sociedad necesita asegurar que los valores se transmitan, porque si esto no sucede se difunde el egoísmo, la violencia, la corrupción en sus diversas formas, la indiferencia y, en definitiva, una vida cerrada a toda trascenden-

cia y clausurada en intereses individuales. (Francisco, Fratelli tutti §113.)

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202. La falta de diálogo implica que ninguno, en los distintos sectores, está preocupado por el bien común, sino por la adquisición de los beneficios que otorga el poder, o en el mejor de los casos, por imponer su forma de pensar. Así las conversaciones se convertirán en meras negociaciones para que cada uno pueda rasguñar todo el poder y los mayores beneficios posibles, no en una búsqueda conjunta que genere bien común. Los héroes del futuro serán los que sepan romper esa lógica enfermiza y decidan sostener con respeto una palabra cargada de verdad, más allá de las conveniencias personales. Dios quiera que esos héroes se estén gestando silenciosamente en el corazón de nuestra sociedad.

Papa Francisco, Carta Encíclica Fratelli tutti, sobre la fraternidad y la amistad social, 2020.

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manipulando a la sociedad hacia un modo de proceder ante el otro: cerrarse al distinto. Tal parece que se nos educa para mirar la diferencia y desdibujar todo lo común que se puede tener y construir junto con otros. Con los discursos de tolerancia y la comprensión se aprende a cerrarnos a la novedad del distinto.

Hay una cultura que hace sobrevalorar mi percepción individual ante la realidad, dando demasiado valor a lo que siento ante ciertos estímulos: si es algo que me gusta o no me gusta; si me da tristeza o alegría. Esto termina dejando de lado la propia realidad o situación a la que me enfrento. Los medios de comunicación están enseñando a dejarnos llevar por los instintos que se suscitan ante imágenes o ciertas experiencias, sin importar la ruta de esos sentimientos. Tal parece que el objetivo es crear hombres o mujeres libres para consumir, pero sin un proyecto de vida, utilizando los discursos de igualdad, desarrollo, dignidad o derecho.

Una sociedad dividida se hace más egoísta; las per-sonas están más pendientes de lo que sienten ante el desprecio del otro y terminan ensimismándose. El desa-rrollo del individualismo va a la par de la fragmentación social y debilita la dimensión comunitaria de la vida. De igual manera, tanto insistir en lo mal que estamos como país o como mundo genera enojo, apatía, indiferencia y desesperanza para emprender cambios sociales. “La mejor manera de dominar y de avanzar sin límites es sembrar la desesperanza y suscitar la desconfianza constante, aun disfrazada detrás de la defensa de algunos valores” (§15), afirma Francisco en Fratelli tutti (FT).

Se ha puesto como modelo de vida el de los países desarrollados económicamente y esto ha generado un desprecio a la cultura local que lastima la autoestima de las comunidades y termina generando identidades difusas. Tener comunidades con baja estima permite dominarlas con mayor facilidad; así permean como algo natural las

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208. Hay que acostumbrarse a desenmascarar las diversas maneras de manoseo, desfiguración y oculta-miento de la verdad en los ámbitos públicos y privados. Lo que llamamos “verdad” no es sólo la difusión de hechos que realiza el periodismo. Es ante todo la búsqueda de los fundamentos más sólidos que están detrás de nuestras opciones y también de nuestras leyes. Esto supone aceptar que la inteligencia humana puede ir más allá de las conveniencias del momento y captar algunas verdades que no cambian, que eran verdad antes de nosotros y lo serán siempre. Indagando la naturaleza humana, la razón descubre valores que son universales, porque derivan de ella.

Papa Francisco, Carta Encíclica Fratelli tutti, sobre la fraternidad y la amistad social, 2020.

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ideologías de libertad, igualdad, derecho, tolerancia, democracia o desarrollo. Son los discursos de las so-ciedades “desarrolladas, valiosas e importantes” que desprecian los recursos locales. La mayor alienación que puede existir es la no pertenencia a ningún te-rritorio o cultura.

Ante esta realidad, el Papa Francisco, en su encí-clica Fratelli tutti, propone la cultura del encuentro a partir del principio de que el hombre sólo se realiza en el encuentro con los demás y que, en la medida en que va sanando sus relaciones con el otro se van abriendo y fortaleciendo el vínculo con el distinto. Es así como se acoge al diferente o al “enemigo”: lo contrario a las separaciones que genera la polarización social de “buenos” y “malos”. En esta cultura del encuentro se abona a la hospitalidad, la amabilidad y el buen trato.

Ante la facilidad con que se manipulan los mensajes en las redes sociales es fundamental el encuentro desde la realidad, sobre todo de las periferias, de las encruci-jadas de la historia, ahí donde no se sabe qué hacer o donde otros no quieren estar. Es la realidad concreta que hará surgir la sabiduría en el diálogo con el otro, por eso es importante aprender a dejarse interpelar por la realidad, convencidos de que ahí “Dios” tiene una palabra novedosa para nosotros que nos dará la pauta de los pasos convenientes a realizar. Es clave aprender a ubicar la dirección de los sentimientos y el impacto que esto tiene sobre la realidad.

En este sentido, para abonar a esta cultura del encuentro y la amistad social, es necesario que la universidad genere habilidades en los estudiantes para propiciar conocimiento desde el encuentro con la rea-lidad, en diálogos donde se compartan las reacciones que me provoca la realidad de las periferias y el propio compartir del otro. En la realidad de los márgenes se tejen las palabras para hacer surgir la sabiduría que hoy necesita nuestro país. Esto implica de otra gran

habilidad: el silencio. Ante la confusión que provocan los mensajes es fundamental el silencio, donde se comprenda lo que las palabras del otro me provocan.

Estando en una sociedad económica que apuesta a manipularnos por medio de los sentidos es fundamental el silencio para tomar conciencia de los movimientos internos que provocan las diferentes realidades. En un mundo que acentúa la etapa placentera de las personas, estancados en una adolescencia, el gran aporte de San Ignacio de Loyola es el desarrollo de la conciencia. To-mar conciencia de lo que las imágenes, las palabras, las realidades me provocan y hacia dónde me dirigen esos movimientos. Ahí es donde se toma responsabilidad para dejarse llevar por aquello que me hace crecer en fe, esperanza y caridad, y poner correctivos a lo que me hace disminuir en fe, esperanza y caridad.

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211. En una sociedad pluralista, el diálogo es el camino más adecuado para llegar a reconocer aquello que debe ser siempre afirmado y respetado, y que está más allá del consenso circunstancial. Hablamos de un diálogo que necesita ser enriquecido e iluminado por razones, por argumentos racionales, por variedad de perspecti-vas, por aportes de diversos saberes y puntos de vista, y que no excluye la convicción de que es posible llegar a algunas verdades elementales que deben y deberán ser siempre sostenidas. Aceptar que hay algunos valores permanentes, aunque no siempre sea fácil reconocerlos, otorga solidez y estabilidad a una ética social. Aun cuando los hayamos reconocido y asumido gracias al diálogo y al consenso, vemos que esos valores básicos están más allá de todo consenso, los reconocemos como valores trascendentes a nuestros contextos y nunca negociables. Podrá crecer nuestra comprensión de su significado y alcance –y en ese sentido el consenso es algo dinámico–, pero en sí mismos son apreciados como estables por su sentido intrínseco.

Papa Francisco, Carta Encíclica Fratelli tutti, sobre la fraternidad y la amistad social, 2020.

El Papa Francisco con Bartolomé I, Patriarca Ecuménico de la Iglesia Ortodoxa. Fotografía de Vatican News, tomada del sitio Religión Digital.

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El Papa Francisco con Bartolomé I, Patriarca Ecuménico de la Iglesia Ortodoxa. Fotografía de Vatican News, tomada del sitio Religión Digital.

Un elemento fundamental para los encuentros es el diálogo, que no es el intercambio de palabras, sino la escucha atenta para comprender la palabra del otro y estar atento a lo que esta palabra provoca en mi persona. “La falta de diálogo implica que ninguno, en los distintos sectores, está preocupado por el bien común, sino por la adquisición de los beneficios que otorga el poder, o en el mejor de los casos, por imponer su forma de pensar. Así las conversaciones se convertirán en meras negocia-ciones para que cada uno pueda rasguñar todo el poder y los mayores beneficios posibles, no en una búsqueda conjunta que genere bien común.” (FT §202.)

El consenso será posible cuando exista la convicción de que el otro tiene una palabra valiosa que hará completar mis ideas y cuando exista la capacidad de ceder en mis posturas para sacar adelante el bien común. El sistema de la democracia occidental, en el que el gobierno y las acciones se deciden por mayoría de votos, ha limitado la cultura del consenso. Las decisiones que surgen por los consensos son más duraderas, son asumidas por el grupo y tienen más arraigo. Ahí se fortalece la cultura del diálogo

y se construye el sentido de pertenencia a un cuerpo.El diálogo entre los diversos actores de un territorio

determinado es fundamental para la recuperación o construcción de elementos comunes necesarios para ser pueblo. Se trata de procesos donde se permite a cada persona desarrollar sus capacidades en beneficio de los demás. Nuestra utopía es desarrollar procesos educa-tivos donde la misma sociedad sea capaz de construir su propio destino. “Los héroes del futuro serán los que sepan romper esa lógica enfermiza y decidan sostener con respeto una palabra cargada de verdad, más allá de las conveniencias personales. Dios quiera que esos héroes se estén gestando silenciosamente en el corazón de nuestra sociedad.” (FT §202.)

Con esta cultura del encuentro se apuesta a cons-truir localidades abiertas a lo diferente que hagan sos-tenible el buen convivir por su capacidad de inclusión y construcción de lo común. Ahí se reconstruyen los fundamentos morales de toda sociedad para regular los comportamientos, la amabilidad y el buen trato, y así hacer posible la paz.

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220. Por ejemplo, los pueblos originarios no están en contra del progreso, si bien tienen una idea de pro-greso diferente, muchas veces más humanista que la de la cultura moderna de los desarrollados. No es una cultura orientada al beneficio de los que tienen poder, de los que necesitan crear una especie de paraíso eterno en la tierra. La intolerancia y el desprecio ante las culturas populares indígenas es una verdadera forma de violencia, propia de los “eticistas” sin bondad que viven juzgando a los demás. Pero ningún cam-bio auténtico, profundo y estable es posible si no se realiza a partir de las diversas culturas, principalmente de los pobres. Un pacto cultural supone renunciar a entender la identidad de un lugar de manera monolíti-ca, y exige respetar la diversidad ofreciéndole caminos de promoción y de integración social.

Papa Francisco, Carta Encíclica Fratelli tutti, sobre la fraternidad y la amistad social, 2020.