Discurso

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Nelson Quillichao López / trabajador subcontratista de la minera estatal de cobre CODELCO / murió asesinado por la policía chilena el 24 de julio de 2015, uniéndose así a una larga lista de luchadores sociales asesinados por las fuerzas represivas del Estado chileno. No cabe pensar que esto fue un hecho aislado, o la iniciativa personal de algunos agentes de la policía / Por el contrario, sabemos de sobra que la indiferencia y la violencia son las únicas respuestas que todos los últimos gobiernos han sabido dar a las aspiraciones de justicia y cambio social. En 1990 fueron muchos los que en Chile y el mundo esperaron que el fin de la dictadura de Pinochet traería también el fin de la violencia de Estado / Se equivocaron / Nelson Quichillao, Rodrigo Cisternas, Manuel Gutiérrez, Matías Catrileo, Alex Lemún, Claudia López / son sólo algunos de los nombres de las más de 70 personas asesinadas en democracia por el Estado / A ellos se suman centenares de torturados, en buses y cuarteles policiales / En la gran mayoría de los casos, un manto de impunidad envuelve a los culpables hasta el día de hoy. Esto no nos debe sorprender. La continuidad de la violencia no es producto de la porfía de algunos exaltados que visten uniformes, sino la expresión de políticas institucionales de quienes detentan el monopolio de las armas, los que siguen operando, con la complicidad de las élites políticas, bajo la lógica del enemigo interno. / Así, todo ciudadano, todo poblador, todo estudiante, comunero mapuche o trabajador, que levanta su voz de descontento y resistencia, es considerado un sospechoso, un peligro que debe ser vigilado, intimidado y reprimido.

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Nelson Quillichao López / trabajador subcontratista de la minera estatal de cobre

CODELCO / murió asesinado por la policía chilena el 24 de julio de 2015, uniéndose así a

una larga lista de luchadores sociales asesinados por las fuerzas represivas del Estado

chileno.

No cabe pensar que esto fue un hecho aislado, o la iniciativa personal de algunos agentes

de la policía / Por el contrario, sabemos de sobra que la indiferencia y la violencia son las

únicas respuestas que todos los últimos gobiernos han sabido dar a las aspiraciones de

justicia y cambio social.

En 1990 fueron muchos los que en Chile y el mundo esperaron que el fin de la dictadura

de Pinochet traería también el fin de la violencia de Estado / Se equivocaron / Nelson

Quichillao, Rodrigo Cisternas, Manuel Gutiérrez, Matías Catrileo, Alex Lemún, Claudia

López / son sólo algunos de los nombres de las más de 70 personas asesinadas en

democracia por el Estado / A ellos se suman centenares de torturados, en buses y

cuarteles policiales / En la gran mayoría de los casos, un manto de impunidad envuelve a

los culpables hasta el día de hoy.

Esto no nos debe sorprender. La continuidad de la violencia no es producto de la porfía

de algunos exaltados que visten uniformes, sino la expresión de políticas institucionales

de quienes detentan el monopolio de las armas, los que siguen operando, con la

complicidad de las élites políticas, bajo la lógica del enemigo interno. / Así, todo

ciudadano, todo poblador, todo estudiante, comunero mapuche o trabajador, que levanta

su voz de descontento y resistencia, es considerado un sospechoso, un peligro que debe

ser vigilado, intimidado y reprimido.

Esto tampoco nos debe sorprender. / Esas políticas institucionales no son simples

resabios de la dictadura, sino parte integral de un régimen de defensa del capitalismo

neoliberal que sitúa los privilegios del capital, de la riqueza, por sobre cualquier otra

consideración. / Por sobre la democracia, por sobre la justicia, por sobre la naturaleza,

por sobre el bienestar y los derechos de los pueblos, y en definitiva, por sobre la vida

humana.

La misma historia se escribe en muchos países. Aquí, en el Reino Unido, la brutalidad

policíaca fue protagonista de la implantación del neoliberalismo en los años de la Sra.

Thatcher. / En Chile, esas políticas neoliberales sólo pudieron encontrar su camino por

medio de la brutalidad genocida de la dictadura. Y tal como años más tarde, la rosa mustia

del laborismo inglés del Sr. Blair se transformó en la guardiana del legado de Thatcher, en

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Chile, los demócratas de ayer, los que alguna vez habían jurado lealtad a los principios del

socialismo o el comunitarismo, los que en 1990 recibieron el mandato del pueblo de Chile

para esclarecer las violaciones a los derechos humanos, para revertir las privatizaciones

corruptas, para reducir las escandalosas desigualdades de ingresos, para garantizar el

acceso a los derechos más esenciales como salud, educación o pensiones dignas ¡Esos! se

transformaron en los guardianes del legado de la dictadura y nos dijeron que los cambios

se harían en la medida de lo posible. Pero nada es posible cuando la oportunidad de

acomodarse en la riqueza y el poder ahogan toda voluntad de cambio.

Hoy, más de veinte años más tarde, esos mismos oportunistas agrupados en un segundo

gobierno de Michelle Bachelet, varios de los cuales están aquí hoy día, recibieron un

segundo mandato del pueblo de Chile, para comenzar a construir una real democracia

desde una asamblea constituyente, para acabar con los privilegios en la educación, para

reducir las desigualdades, para fortalecer el sindicalismo. Y nuevamente, después de

prometer que esta vez sí cumplirían con su palabra, que esta vez las cosas no se harían

igual que antes / pocos meses después de aquellas promesas, le han dicho al pueblo de

Chile que los cambios tendrán que esperar, que las condiciones económicas obligan al

realismo, para lo cual incluso acuñaron una simpática frase / realismo sin renuncia, han

dicho / Venimos a decirles que entendemos, que les creemos, que sabemos que jamás

renunciarán a sus privilegios, que no renunciarán al neoliberalismo, que no renunciarán a

su lealtad al capital por sobre todas las cosas y que no renunciarán a la represión de los

trabajadores, de los estudiantes, de los comuneros y de todo aquel que los desafíe.

Hoy se reúnen en este lugar autoridades y empresarios, de Chile y el Reino Unido, para

fomentar las inversiones. Nos dirán que están comprometidos con generar empleo, con

generar desarrollo / pero sabemos que su único compromiso es con el capitalismo más

salvaje, con las inversiones que devastan los recursos naturales y con generar empleos

que garantizan precariedad y abuso.

¡Por eso, también venimos a decirles que en nosotros tampoco hay renuncia! Que

mientras continúen reprimiendo, resistiremos, que mientras defiendan al capital y el

privilegio, nosotros forjaremos solidaridad y organización, que mientras continúen

vendiendo ilusiones, nosotros construiremos puentes para el encuentro de todas las

luchas y para el encuentro de todos los que creen que otro mundo es posible.

(Falta una arenga final. No se me ocurre)