Dispara a la luna: Premio Azorín 2016 - Leer Libros...

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  • ndice

    PORTADAMENCIN ESPECIALDEDICATORIACITA PRLOGO

    Captulo 1Captulo 2Captulo 3Captulo 4Captulo 5Captulo 6Captulo 7

    I. LA EXCUSACaptulo 1Captulo 2Captulo 3Captulo 4

    II. EL CAZADORCaptulo 1Captulo 2Captulo 3Captulo 4Captulo 5

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  • Captulo 6Captulo 7Captulo 8Captulo 9Captulo 10Captulo 11Captulo 12

    III. LA PRESACaptulo 1

    IV. LA BATIDACaptulo 1Captulo 2Captulo 3Captulo 4Captulo 5Captulo 6Captulo 7Captulo 8Captulo 9Captulo 10Captulo 11Captulo 12Captulo 13Captulo 14Captulo 15Captulo 16Captulo 17Captulo 18Captulo 19Captulo 20Captulo 21Captulo 22Captulo 23

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  • Captulo 24Captulo 25Captulo 26Captulo 27Captulo 28Captulo 29Captulo 30Captulo 31Captulo 32Captulo 33Captulo 34Captulo 35Captulo 36Captulo 37Captulo 38Captulo 39Captulo 40Captulo 41Captulo 42Captulo 43Captulo 44Captulo 45Captulo 46Captulo 47Captulo 48Captulo 49Captulo 50

    V. EL RESCATECaptulo 1Captulo 2Captulo 3Captulo 4Captulo 5Captulo 6

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  • Captulo 7Captulo 8Captulo 9Captulo 10Captulo 11Captulo 12Captulo 13Captulo 14Captulo 15Captulo 16Captulo 17Captulo 18Captulo 19Captulo 20Captulo 21Captulo 22Captulo 23Captulo 24Captulo 25Captulo 26Captulo 27Captulo 28Captulo 29Captulo 30Captulo 31Captulo 32Captulo 33

    EPLOGOAGRADECIMIENTOSNOTASCRDITOS

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  • Esta novela obtuvo el Premio Azorn 2016,

    concedido por el siguiente jurado:Almudena de Arteaga, Juan Eslava Galn,

    Carlos Ferrer, Beln Lpez Celada, Jos Pay Bernab,Nativel Preciado,

    Csar Augusto Asencio, que actu como presidentedel jurado, y Mara Jos Argudo

    Poyatos, que actu como secretaria sin voto.

    La Diputacin Provincial de Alicante y Editorial Planetaconvocan y organizan el Premio Azorn de Novela.

    Editorial Planeta edita y comercializa la obra ganadora.

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  • A Juan, que tras practicar durante treinta aos,entiende lo que no digo y lee lo que no he escrito

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  • No hay nada ms bello que lo que nunca he tenido,nada ms amado que lo que perd.

    JOAN MANUEL SERRAT

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  • PRLOGO

    Comisara de Bron, regin de Rdano-Alpes,Francia. 10 de diciembre

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  • 1

    Si formularan las preguntas oportunas, me vera obligada a responderlas. Por suerte, losagentes de la gendarmera francesa se empecinan en hacerme revelar datos que ignoro.Quieren saber qu relacin tena con el hombre cuyo cuerpo acaban de localizar en elnmero 30 de la calle de LHumanit, junto a la chimenea. Ni siquiera tengo que mentir:la verdad absoluta es que no s quin es. En mi deficiente francs, expongo que ni tengoni nunca he tenido relacin alguna con el difunto, de quien, por desconocer, desconozcohasta el nombre.

    Estoy esposada con ambas manos a la espalda, en pie en medio de la sala, a dospasos del cadver, al que, a la espera de la llegada del furgn del anatmico forense,alguien ha cubierto con una sbana. Estoy inquieta y enojada, y la mejilla me arde trasel golpe recibido; sin embargo, esos sentimientos no me impiden captar el gestomalicioso de dos de los agentes, que intercambian miradas obscenas, y aado:

    Quiero que quede constancia de lo que voy a declarar: no era amante, ni enemiga,ni esposa, ni colega del occiso. S que, dadas las circunstancias, resulta difcil decreer, pero les aseguro que lo que digo es radicalmente cierto: el muerto era para m unperfecto desconocido. Lo he visto por primera vez esta madrugada al acceder a estavivienda. Estaba tendido en el suelo, con un charco de sangre ya oscura bordendole lacabeza. Y con los calcetines... Bueno, creo que eso no hace falta mencionarlo: ustedesmismos han podido comprobarlo.

    Oigo las risitas de los agentes, y, como tengo buen odo, cuando stas sedesvanecen, oigo tambin cmo mascullan sus conclusiones al odo del comisario:

    Est claro, seor, estamos ante un crimen pasional. Dos hombres discuten por unamujer y acaban matndose entre s refiere uno de ellos.

    Otro, mayor y ms bajito, aade:La verdad es que no se entiende. La pelirroja no vale una bala. Salvo que sea ella

    la que haya disparado. Si quiere mi opinin, no me extraara. Le ha visto los labios?

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  • La muy puta se los acaba de pintar. Quin, salvo una asesina de amantes, se pinta anteun cadver? Vieja Mata Hari! Seguro que si le pasamos el algodn por los dedos, dapositivo en plvora.

    El comisario se gira y me enfoca con sus ojos saltones. Yo le miro a l tambin.Nota que les he entendido, pero no dice nada. Yo tampoco. Se recrea unos segundos,pocos, y luego, con un gesto, ordena que localicen la cartera del muerto. La lleva en elbolsillo trasero del pantaln, apostado ms o menos a la altura de las rodillas. Sin dejarde mirarme, pide que proporcionen en voz alta datos sobre su identidad.

    Segn su carn, comisario, es un varn. Tena cuarenta y cinco aos y es denacionalidad espaola. Responde al nombre de Kepa Otano y reside en la localidad deOlaza... Olazagutia, en la Comunidad Foral de Navarra.

    Le cuesta pronunciar el nombre. Pero yo no me detengo en su dificultad, cuanto enla aclaracin sobre el gnero del occiso. Y no puedo evitar que se me escape una risita.No hace falta un carn para saber que el muerto era varn. Aunque en Francia son tanmodernos, que vaya usted a saber. A raz de mi gesto espontneo, me vuelven ainterrogar. Me preguntan por qu la muerte de ese compatriota y vecino me producehilaridad. Y declaro de nuevo, muy seria esta vez, que es la primera vez que oigo sunombre y veo su cuerpo. Pero que, por lo que dicen, l es navarro y yo soy vasca: cosastan distintas como parisino y lions.

    Ante ese comentario, todos vuelven sus ojos hacia m, como si, por esa aclaracin,me hubieran pillado en un renuncio. E insisten. Las mismas preguntas, una y otra vez.No les culpo. Les comprendo. Pero mi respuesta no puede ser otra: les repito que no leconoca. Lo hago con todo el convencimiento del que soy capaz. No necesito muchoporque es la pura verdad, y es una suerte porque miento bastante mal. De hecho, mismentiras llevan siempre tics incorporados. Involuntariamente, se me encoge la nariz, meatuso el cabello y me paso los dedos por la comisura de los labios. Esta vez no meocurre. No podra suceder aunque quisiera: con las manos esposadas, no hay tics quevalgan. Aunque mi angustia subsiste.

    El comisario tambin est empezando a ponerse nervioso. Se llama RolandMathieu. Es un hombre grande, o ms bien grueso, con un poblado mostacho canoso conlas puntas enceradas. Se las enreda, con ambas manos, cada pocos minutos. se pareceser su tic. Haca tiempo que no vea un bigote as. En l no desentona. En realidad, lepega. Calculo que estar prximo a la jubilacin. Manda mucho, pero su voz de pitoimpone poco; al menos, a m no ha logrado acobardarme. Aunque soy capaz de ponermeen su lugar.

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  • Tras recibir una llamada annima y personarse en la vivienda, l y su equipo dejvenes agentes no slo se han topado con un cadver maltrecho en posicin ms biendesagradable, y con un inspector con placa de la Interpol en estado crtico. Tambin heaparecido yo, que soy una seora pelirroja de mediana edad (digmoslo as) conpasaporte espaol. Me llamo Lola MacHor y no estoy muerta ni herida, pero mi traje dechaqueta est manchado de sangre y vmitos, y he tenido la sangre fra de pintarme loslabios para recibirles.

    Qu ha ocurrido al verme de esa guisa? Pues lo previsto. Los agentes han hechoexactamente lo que se espera que hagan los agentes de provincias en una situacin comola presente: me han dado el alto a voz en cuello y han extrado torpemente sus armas delas fundas. De inmediato, he levantado los brazos lo ms alto que he podido. He pasadoun mal rato. A uno de los agentes le temblaba tanto la mano que por un momento hecredo que iba a dispararme. He rezado para que me diera en una pierna, y no en lacabeza, aunque a tenor del sesmo que le asolaba, era posible que se disparara a smismo. Gracias al cielo, no ha usado el arma. En lo dems, no he tenido tanta suerte: nimi condicin femenina, ni mi edad, ni mi elegante traje de chaqueta negro ni mistacones de aguja han impedido que me tumbaran boca abajo, me aplastaran contra elsuelo con las manos a la espalda y me colocaran las esposas. Del golpe, se me estamoratando la mejilla. Me arde.

    Nada ms levantarme, el ms joven de los agentes, el del pulso tembln, ha tenidola desfachatez de cachearme. Le ha quedado pellizcarme el trasero, aunque, claro, lehubiera servido de poco. Con lo que llevo puesto, hubiera necesitado alicates. Encuanto ha comenzado a tentarme las axilas, he exigido que viniera una mujer. Es miderecho. He protestado lo suficientemente alto, en mi propio idioma y en el suyo, paraque el comisario me oyera. Ni uno ni otro me han hecho el menor caso. En otrascircunstancias, hubiera montado un pitote. Es una de esas causas que me tientan. Pero hepreferido contenerme. No est el horno para bollos.

    Crimen pasional, comisario: est muy claro porfan.El comisario esconde la cara entre las manos y permanece as unos instantes. Luego,

    se yergue, se vuelve hacia el corrillo de agentes que tiene a su espalda y les increpa:Crimen pasional, seris cazurros! Os habis fijado en el hombre herido?Todos asienten.Y qu habis visto?Que le han pegado dos tiros, comisario responde el ms temerario.Me alegra que hayas reparado en los agujeros de bala, Richard, por otro lado,

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  • evidentes. Mis nietos tambin lo hubieran hecho. Lo que no me agrada tanto es que nomires ms all. Lo que yo veo es a un hombre al servicio de la Interpol, nada menos queun inspector, residente en Lyon, a quien, antes de dispararle, le han propinado una buenapaliza. A tenor de la postilla del corte de la ceja derecha, las lesiones no son recientes.El forense lo confirmar, pero yo dira que esas heridas se causaron al menos hace doso tres das. Algo ms?

    El agente baja la vista.Fijmonos en su ropa. Desde luego, la que viste no le pertenece, le queda

    enorme, lo menos es cuatro tallas superior. Y no lleva zapatos. Como sus calcetines noestn manchados de barro, debemos concluir que no ha salido de la casa, de modo quealguien le ha arrebatado el calzado. El porqu es una incgnita. Y nos queda mencionarsu estado general. Se halla notablemente delgado y, segn lo que ha comentado elmdico de la ambulancia, padece una deshidratacin grave. Nada de esto cuadra con uncrimen pasional, verdad, querida seora? Aunque se ha esforzado mucho en hacerloparecer.

    Trago saliva y permanezco callada. Contina.Sabis a qu me huele esta escena, queridos linces de la investigacin criminal?

    A m me huele a un secuestro... Dgame, seora MacHor, de qu conoca usted a esoshombres?

    Levanto los ojos y mantengo la mirada.Ver, comisario, cuando llegu, la habitacin estaba mal iluminada. En el finado,

    me fij lo justo para saber que era un varn aado con cierta sorna al que no habavisto antes, y resultaba evidente que no tena esperanza alguna: estaba muerto. Por eso,corr a socorrer al hombre herido de muerte que se hallaba a pocos metros del cadver.A l s lo conozco. El inspector Iturri y yo somos amigos desde hace muchos aos. Alotro, reitero, no le haba visto en mi vida.

    Lo guardo para m, pero debo admitir que al contemplar el cadver del tal KepaOtano un vago regusto familiar me ha rodo la memoria, lo que no deja de ser extraodado el estado en que encontr el cuerpo.

    Comisario, no se lo va a creer! He tecleado el nombre del muerto en elordenador y mire lo que ha salido le dicen.

    Mathieu se coloca las gafas que lleva colgadas del cuello, observa la pantalla deliPad de su subordinado y asiente varias veces con la cabeza.

    De modo que es el candidato! refiere en voz alta.En ese preciso momento, se deshace el entuerto y ato cabos. La cara del muerto (lo

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  • que queda de ella) me sonaba por haberla visto en los carteles electorales. En realidad,caigo en lo que me result familiar de su rostro: el curioso mechn blanco que le nacaen la parte derecha.

    No hay carteles electorales en el pueblo donde me encuentro, que dicho sea de pasono s cmo se llama. Los he visto al otro lado de la frontera, creo que en Bilbao, elltimo sitio que he visitado antes de que todo esto empezara. No recuerdo el eslogan nilas siglas, imagino que contendran los mensajes corrientemente difundidos por lospartidos radicales vascos, pero s la fotografa del finado, con aspecto triunfante y elpuo en alto.

    No s cmo de importante era en vida; desde la morgue, estoy segura de que suvalor ascender. No hay como morirse y que alguien cincele tu nombre en la lpida delcementerio para que se olviden tus desaciertos y pases a ocupar portadas de peridicosen calidad de hroe. Aunque, una vez muerto, creo que no debe de servir de mucho. Eneste caso, me temo, concurren todas las circunstancias para que la mxima se verifique.S, supongo que las hazaas y la muerte de este activista vasco, el candidato, como loha llamado el comisario, sern objeto de tertulias. En ellas denunciarn que las causasde su muerte no estn suficientemente aclaradas. Y por una vez estarn en lo cierto: loque cuenten ser un refrito de mentiras e inexactitudes. En pocas palabras, un montaje.

    Yo conozco la verdad. No toda, desde luego, pero s un buen pellizco. La he vistocon mis propios ojos; la he palpado, olido, sentido y casi gustado... Por descontado queno tengo inters alguno de compartir esos datos con nadie, mucho menos con losgendarmes franceses que me retienen esposada, que me cachean sin atenerse alprotocolo y que no cesan de preguntarme detalles que no puedo explicar. Adems,quin iba a creerme? El Gobierno espaol lo negar, el Gobierno francs lo negar ylas centrales de la Guardia Civil y la gendarmera guardarn el silencio del loboagazapado ante su presa. Del resto, qu puedo decir? Imagino que el tal Kepa Otano (osea, el muerto o el hroe, como prefieran) anda en otras guerras sobre la mesa metlicadel anatmico abierto en canal, y mi pobre amigo el inspector Juan Iturri, la verdaderavctima de esta tragedia, que como digo apareci en la misma habitacin malherido, sedebate entre la vida y la muerte en un hospital parisino.

    Otro agente baja a trompicones la escalera blanca que conduce a los pisossuperiores y se planta en medio de la sala. Tropieza con una esquina de la moqueta quela alfombra y casi se cae. Se sobrepone y, sin siquiera recuperar el resuello, grita:

    Comisario, venga a ver esto! Tena usted razn, hay un zulo, pero no estaba bajotierra, sino en la buhardilla. Pobre hombre, qu mal trago! El lugar es pequeo hasta

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  • para un nio. Hay sangre, orines y, en el descansillo, una silla ensangrentada concuerdas anudadas... Va a tener razn, a ese inspector lo han tenido secuestrado, lo hantorturado e interrogado. Extrao, no?

    Viglela, que no se mueva de aqu! ordena el comisario mientras asciende alpiso superior. Su mandato es gratuito. Adnde podra ir, esposada y con tacones dediez centmetros?

    Cierro los ojos e imagino el lugar. Y los sufrimientos. Lo intento, pero no logrocontenerme y rompo a llorar. No te mueras, querido amigo: resiste! Qu sera de mivida sin ti? No te mueras, Iturri, por favor! Unos minutos despus, Mathieu baja conel gesto demudado y, al verme llorando, ordena que me suelten y me metan en su coche.Para gozo de mis muecas, me retiran las esposas. Y, sin mediar palabra, me conducena la prefectura, un edificio viejo como los celos, y el comisario desaparece dejndomeencerrada en una habitacin pequea y sin ventanas, con un mobiliario tan rancio comoel edificio. Me palpo la mejilla: se inflama deprisa.

    No estoy mucho tiempo sola. Enseguida, se produce el relevo. Esta vez es el fiscalquien me interroga. Monsieur Nol es un joven bajito y grueso, con cara de luna llena ycalvicie incipiente, que, en cuanto ha visto la coleccin de carns que llevo en lacartera, se ha dado cuenta de que no soy un varn (perdn por la socarronera) y hacorrido a presentarse. Por los granos que pueblan su frente, abundantes como estrellasen una noche clara, y la inquieta manera de frotarse las manos, se me antoja primerizo.Suda con profusin, de modo que la pechera de su camisa parece un pao de secarvajilla, otro claro signo de nerviosismo. Sin embargo, me doy cuenta de que su libretade notas est muy andada (ste no es su primer caso) y de que sus pequeas gafasredondas de montura dorada celan unos ojos extremadamente vivos.

    Y no slo vivos.Pese a ser algo anmalo (o quiz no) en un hombre obeso y con un porte

    absolutamente desprovisto de glamur, descubro en l algo calladamente femenino, algofelino, cierto perfume. Nada sexual (francamente, en este momento, eso no me interesalo ms mnimo), slo femenino. No me refiero a una aureola de afectacin, hablo dealgo mucho ms sutil, de un modo de pensar lo accidental, de fijarse en los pliegues, debordear los hechos fuera de los rodeos necesarios, formas que poco o nada tienen demasculino. No pretendo caer en tpicos manoseados. Tampoco las mujeres son siemprefemeninas. Muchas (en la judicatura no son excepcin, ni minora) resultan tan directas,tan lineales, tan barbudas que hay que comprobar la silueta (incluso las partespudendas) para distinguirlas. Tampoco todos los hombres son masculinos. Muchos,

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  • quiz la mayora, nacen lineales, objetivos, proactivos, pero otros, una minora, sonlanzados al mundo con una psique facultada y predispuesta para percibir lo inmaterial,lo escondido o lo pequeo, de la misma manera que algunos nacen morenos y otrosrubios, sin que por ello deban cambiarse de acera o salir de vaya usted a saber quarmario.

    Con los hombres que entienden a las mujeres hay que andarse con cuidado. Sonpeligrosos: te calan a la primera. Menos mal que este fiscal es francs y no bilbano.De haber sido compatriota, hubiera salido corriendo. En todo caso, me parece losuficientemente femenino como para tentarme la ropa. Procedo por ello a amasar mimirada, a embalsarla en la pequea medida de lo posible.

    Pero l no est dispuesto a ceder tan fcilmente. Con el fin de ganarse mi confianza,no escatima en sonrisas ni en gestos de amabilidad. Me trata con deferencia y formulasiempre preguntas sencillas. De hecho, demasiado sencillas. Eso es peligroso: temoestar ante un depredador, una especie de inspector de Hacienda pero en fiscal. Mecuidar de hablar de ms. Conozco el prototipo: en cuanto me despiste, se lanzarcontra mi yugular.

    Lo comprendo, Lola. Me permite llamarla as? Es un bonito nombre: muyespaol.

    Naturalmente. Mientras no me espose ni intente cachearme, puede usted llamarmecomo quiera.

    Se azora. Tanto que cara y cuello se le tien de rojo por igual. Carraspea.Pues muy agradecido, Lola. Como le deca, yo hubiera hecho lo mismo: intentar

    salvar lo salvable. El muerto ya estaba muerto y nada poda hacerse por l. Por esodigo que la comprendo, pero me gustara que tambin usted me entendiera a m. Ver,no estamos en Pars. ste es un sitio tranquilo; fro, pero tranquilo me explica Nol,con voz melosa.

    Su frase, pronunciada en ese perfecto francs de toque parisino, me sabe a YvesMontand. Y me recuerda que este pueblo (a la menor oportunidad, pregunto cmo sellama) est tomado por bandadas de hojas muertas, que recorren las calles en la msabsoluta impunidad. En el corto perodo en que he estado fuera, me he puesto loszapatos perdidos. Pero eso no es lo peor. Lluvia, niebla, temperaturas bajo cero. Desdeque toqu Lyon, no he visto el sol... Por la maana, siembran los campos de escarcha y,por la noche, los abonan con hielo. Una verdadera tortura. El representante delMinisterio Pblico parece leerme los pensamientos porque de inmediato aade:

    El fro es habitual por aqu; el viento, excepcional. Completamente excepcional.

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  • Los bomberos no dan abasto con tantos avisos de ramas de rboles y tejasdesprendidas, grietas e inundaciones.

    Pongo cara de inters y me explica que media Francia est en alerta por unaciclognesis explosiva potentsima. Tose al darse cuenta de que de nuevo he logradodesviarle del argumento. Insiste en que Bron es un pueblecito tranquilo, con uncementerio pequeito. Sus habitantes son longevos, y la gente se muere por causasnaturales.

    Comprender que todos estemos algo alterados con lo ocurrido. Es muy fuerte,no cree?

    Comprendo lo que dice, seor fiscal. En Espaa nos ocurre lo mismo: loscadveres, los justos.

    De modo que Bron! Es un buen nombre para un pueblo. Corto, contundente, fcil derecordar... Como el apellido de James Bon, pero con erre intercalada. Me gusta. En estemomento, caigo en la cuenta de algo.

    Monsieur Nol, me ha parecido or a uno de los jvenes agentes que el lugar deautos est sito en una calle llamada LHumanit, estoy en lo cierto? El fiscal asiente. Pues vaya irona, no le parece?

    Lo es, desde luego. Muerte y torturas en la calle de la humanidad. Pero usteddebe de saber ya todo eso: estaba en ese emplazamiento cuando nosotros llegamos.

    Si no recordaba cmo se llamaba el pueblo, mucho menos iba a retener el nombrede la calle. Simplemente, el teniente coronel Villegas y su gente de la unidad deinformacin antiterrorista me subieron a un coche y me trasladaron hasta all. Porsupuesto, la callada por respuesta. El fiscal no lo entendera. Adorno el silencio conuna de mis sonrisas de domingo. Una abierta, grande, tanto que deja ver mi colmillosaliente, ese que nunca me decido a arreglar. De ser por m, los dentistas moriran deinanicin. No s, es algo visceral. Odio a ese gremio casi tanto como a los ratones, casitanto como a los que mienten en sede judicial. Claro que los primeros no tienen culpaalguna, pero yo lo veo en primera persona. Todos me hacen perder la paz.

    Golpean la puerta con los nudillos y un chichisbeo hace salir al fiscal. Nol sedisculpa con una frase hecha y una breve inclinacin de cabeza. Le sonro de nuevo y lesigo con la mirada.

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  • 2

    No va lejos: entra en el despacho contiguo, y conversa con el comisario Mathieu, elhombre de mostachos encerados, en cuyo vehculo me han conducido hasta aqu.Reconocera su garganta vocinglera, de sordo primitivo, hasta metida en un enjambre deabejas. Me entero de lo que dicen porque chillan y tambin porque las paredes de esteedificio, simples placas de yeso laminado, no saben guardar secretos. Nol y Mathieuhablan en francs. Como deca, es un idioma que chapurreo. No entiendo todo lo quedicen, pero comprendo que ambos estn preocupados. Lo estn por el muerto, por elinspector herido, por el zulo y por las circunstancias. Pero soy yo, sobre todo, elmotivo de su preocupacin. Por mis carns saben que soy juez y que soy vasca, y pormis afirmaciones saben que soy amiga del secuestrado... Es completamente lgico queno sepan qu deben hacer conmigo.

    Nel: esto es un secuestro perpetrado por la banda terrorista que, por lo que sea,ha salido mal. Te lo digo yo que llevo mil aos de comisario!

    Y yo no quiero llevarte la contraria, comisario. Pero, de tratarse de un secuestro,todo el pueblo estara tomado por la polica, la nuestra y la suya. Y no hay ni un alma. Yla ambulancia ha llegado al minuto de avisar. Cuando hemos alertado a la DireccinGeneral de Seguridad Interior, se han limitado a enviarnos a un equipo forense y adecirnos que no hagamos nada. Es muy muy raro. Cuando he hablado con ellos, no meha parecido que se sorprendieran. Como si esto ocurriera todos los das o como si ya losupieran. Adems, he mirado en las noticias, y en ningn sitio se dice que el inspectorIturri hubiera desaparecido. Y luego est el muerto: era el candidato a la presidenciadel Gobierno vasco por el partido radical. Un tipo importante. Y de la seora jueza,qu me dices? En suma, comisario, que me temo que esto no va a resultar tan sencillocomo crees.

    Tras unos minutos ms de debate, finalmente deciden esperar instrucciones dearriba, sea quien sea el que ocupe esa silla.

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  • De pronto, oigo un portazo, y a la conversacin que est teniendo lugar en laestancia aledaa, se suma una tercera persona: otro caballero. Por su tono y la maneraentrecortada de hablar (se detiene de vez en cuando para tomar profundas bocanas deaire), deduzco que ha llegado corriendo y que est bastante alterado. Dira que no esjoven. Los tres deben de conocerse porque se tratan con gran familiaridad, tanta que,cuando en el comisario menciona al tipo de Pars (momento en que despliego toda miatencin), la conversacin sube de tono y oigo bastantes palabrotas. Algo que, denuevo, me hace recordar que estoy en Francia.

    Deberan or cmo suenan les gros mots en francs. Te estn insultando, te ponenverde, se acuerdan de todos tus muertos, y si no conoces bien el idioma, puedes creerque te estn echando un piropo. A ese tipo de Pars, que tanto parece fastidiarles, lotildan de connard, btard y trou du cul. En castellano, le hubiramos escupidogilipollas, cabrn e hijo de puta... No hay color.

    Aguzo el odo para ver si logro enterarme de a quin han enviado de Pars y por qules fastidia tanto. Gracias a Dios, el recin llegado tambin grita y enseguida acierto acomprender la razn de los exabruptos. Sin duda, Pierre, que as se llama el tercero endiscordia (no he alcanzado a or su apellido), es el forense de plantilla, el que se hapersonado en el lugar de los hechos junto con el comisario y el juez. Sin embargo,desde la capital, y alegando que en un pueblecito tan encantador, tan minsculo ypacfico, con un nombre tan corts, el forense local no est preparado para un caso tanpeculiar, han enviado a otro experto para cerciorarse de que todo se realiza segn elprocedimiento. El susodicho acaba de hacerles llegar va email su informe preliminar.

    Por los gritos, al tal Pierre no parece gustarle lo que lee. Dira que en este momentoest subindose por las paredes.

    Pero ese to est loco? Una de dos: o le habis enseado un cadver distinto alque he visto yo o es tonto de culo... Se detiene un instante. Aunque, claro, siemprecabe la posibilidad de que sea un mentiroso al servicio de la puetera Repblica. S,eso debe de ser. Con Sarkozy estas cosas no hubieran pasado. Aqul tena huevos; ste,ni eso...

    La cosa se pone interesante. Cruzo la pierna.Me conocis hace aos. Es cierto que, gracias al cielo, llevo tiempo sin hacer

    autopsias y que puedo estar algo desentrenado, pero esto es como andar en bicicleta:nunca se olvida. En fin, puedo aseguraros que estoy perfectamente capacitado para estetrabajo. Es ese tipo de Pars el que no tiene ni idea! Por las mismsimas tripas deldemonio: acabis de leer su informe!: A expensas de los datos de la autopsia, todo

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  • apunta al suicidio como la causa ms probable del deceso. El occiso dispar contra elinspector Iturri y luego volvi el arma contra s mismo con resultado de muerte.Suicidio? Por favor, si le han descerrajado cinco tiros! Qu hizo, se suicid cincoveces seguidas?! Por no hablar de que apenas ha permanecido una hora en la morgue: niSuperman hace autopsias tan rpidas...

    Superman vuela, pero no hace autopsias, Pierre...Mientras ellos se enzarzan en una discusin estpida sobre los poderes del de

    Kripton, yo me quedo con la palabra. Suicidio. La he odo con nitidez: suicidio. Nopuedo evitar echarme a rer. El tal Pierre tiene razn. Supongo que el experto parisinose referir a un suicidio asistido; sin autorizacin del muerto, vamos. Porque el forenseest en lo cierto: yo tambin cont cinco agujeros de bala. Por no hablar de loscalcetines... Tras la pared, lo que se oyen son las blasfemias que vomita el forense.stas ya no suenan tan francesas ni tan educadas. No le justifico, pero comprendo suactitud.

    Como les deca, me anticip a todos ellos. Llegu al lugar antes que los de lasplacas reglamentarias, antes que el forense oficial y muchsimo antes que el mentirosoenviado desde Pars. Estuve un largo rato all. Vomit all. Llor all... En fin, lo quequiero decir es que no necesito informes tcnicos. Tengo suficiente experiencia en lamateria para poder forjar mi propio juicio. Pero, aunque careciera de tablas, aunque eldel tal Kepa Otano fuera mi primer cadver, nunca podra estar de acuerdo con undiagnstico de suicidio. Les narro lo que vi, tal y como lo recuerdo. Ustedes vern aqu bando desean sumarse.

    La zona estaba tranquila, y la vivienda, que se halla apartada, a las afueras delpueblo, direccin norte, pareca desierta. Cuando descendimos del coche y nosacercamos al lugar, encontramos la puerta principal abierta. Entramos con precaucin.Villegas y su gente delante, pistola en mano; yo, dos pasos por detrs, sin pistola, perocon bolso. La casa es pequea. No cuenta con recibidor, se accede directamente alsaln comedor. El muerto estaba justo delante de la chimenea y tena muy mala pinta...Para estar muerto, vamos. En fin, lo que quiero decir es que no tena aspecto de muertotpico... A ver cmo digo esto, que me estoy embarullando yo sola. Estaba muerto y nopor causas naturales. No le haba fallado el corazn o se haba atragantado con unhuesecillo de pollo; tampoco haba almorzado un guiso con almendras siendo alrgico yel shock anafilctico le haba enviado al otro barrio. No. Nada de eso. Pareca quealguien hubiera jugado a un videojuego violento y l fuera el malvado que acaba bajotierra: lo que hall fue un cuerpo maltrecho, con la cabeza rodeada por una bolsa de

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  • plstico agujerada por las balas, y sangre, salpicaduras de materia gris, orines y hecespor doquier.

    Si tuviera que especular, dira que el candidato muri por el disparo ms limpio:el realizado a bocajarro en medio de la frente. El proyectil debi de entrar por la zonafrontal y salir por la occipital, llevndose por el camino los centros vitales enceflicos.Por las marcas de la plvora alrededor del orificio y los destrozos ocasionados, nocreo que haya dudas: le acercaron el can a la frente y apretaron el gatillo. Hubierapodido infligirse ese dao l mismo? Naturalmente. Pero entonces la cosa habraacabado ah, y no fue eso lo que ocurri. Hubo ms plomo, mucho ms plomo: nadamenos que otros cuatro disparos. Los dos que le saltaron los ojos, el que le destroz laboca y el ltimo, que le atraves el corazn. stos debieron de hacerse a mayordistancia (probablemente cuando ya se encontraba en el suelo) y fueron gratuitos. Estoysegura de que haba muerto cuando los recibi. Se trat, por tanto, de alguna suerte devenganza, un ajuste de cuentas terminal, poco compatible con un suicidio. Ojos, boca,corazn... Si estuviramos en Sicilia, y el fallecido contara con pasaporte italiano,apostara todo a esa carta. Pero es (era) un poltico radical vasco y pisamos suelofrancs...

    Lo cierto es que me alegro... No me malinterpreten. Lo que quiero decir es que mealegro de que estuviera ya muerto cuando le cosieron con plomo: en otro caso, lohubiera pasado verdaderamente mal. Vomit al ver las cuencas de sus ojos (lo quequedaba de ellas) rellenas de ese material blancuzco y sanguinolento, mezcla de sangrey cerebro, de dolor y lgrimas. sta ha sido la primera ocasin en que he vomitado anteun cadver, y les aseguro que, para mi desgracia (esas imgenes pueblan mis noches),he visto unos cuantos.

    Cuando empec a ejercer como juez de instruccin, mis peores pesadillas secebaban con la posibilidad de que apareciera un cadver o restos humanos(especialmente me inquietaba encontrar una mano o una cabeza) en mi circunscripcin,y me tocara acudir al lugar, junto con el forense y el secretario judicial. Ahora, el juezde guardia lo tiene un poco ms fcil: lo puede delegar. Entonces, no era as. Los juecesdebamos personarnos en la escena del crimen para practicar la dichosa diligencia dellevantamiento.

    Por aquel entonces, me senta incapaz de enfrentarme a un cuerpo sin vida. Slo depensarlo, me pona enferma. Me aterraba toparme con el muerto y con lo que le rodea,que suele estar plagado de restos desagradables. Cochinadas de todo tipo. La muerte noes natural, ya me entienden, y asusta. Todo el cuerpo se resiente, los orificios se abren,

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  • los esfnteres se sueltan... Pero en mi caso haba algo ms, una especie de obsesinparticular, algo visceral.

    Al imaginar una muerte violenta, casi nunca pensaba en el muerto, sino en losbichos. Odio los bichos. No me refiero a esas pequeas larvas blancas, que, con lavelocidad de la mala hierba, colonizan las heridas tras el deceso. Me refiero a las ratasy a los ratones, a los pjaros y a las pequeas alimaas que acuden a apropiarse de suparte del festn. Me refiero sobre todo a las moscas. Moscas encima de los ojos deocciso, moscas alimentndose de sus fluidos, moscas negras y gordas contonendosepor la herida sangrante como chicas en un bar de striptease.

    En este caso, como digo, al hombre le haban hecho saltar las cuencas de los ojos yborrado definitivamente la sonrisa. Estaba hecho un cromo. Pero si vaci de formaindebida mi estmago fue porque, para evitar contemplar el estropicio, me volv y metop con la segunda parte de la escena. Fue entonces cuando vi asomar aquel trozo decalcetn por el ano. La prenda se mostraba rebozada en heces (imagino que el tipo sehaba soltado al ver el arma). El lquido, espeso, grumoso, especialmente maloliente,entre marrn y verdoso, bordeaba la parte trasera del cadver formando un crculo casiperfecto del que salan dos pares de huellas, ambas de tamao mediano, que enfilabanhacia la salida. Quien fuera, se lo haba cargado y luego se haba tomado la molestia debajarle los pantalones y, digmoslo as, aprovechar el espacio... Imagino que en elproceso se habra tenido que poner perdido, aunque eso no puedo saberlo. Quizllevara guantes y una pinza en la nariz... Lo que s puedo contar es que el calcetn habasido tomado por unas enormes cucarachas negras (o especie similar). Los bichosbrotaban del interior, salan y entraban del conducto de lo ms satisfechas. Esa imagenfue la que me hizo vomitar. Una estupidez, lo reconozco. Pero ya se sabe cmo son losactos reflejos... Esperaba sangre, vsceras, orines, y hasta moscas, pero no cucarachasaprovechadas. Ni calcetines en el culo.

    Lo lgico es que fueran del propio afectado. Estamos a 10 de diciembre. Cuandollegamos a Lyon, estaba helando. La temperatura no superaba los dos grados. En elinterior de la vivienda, no se estaba mucho mejor. No haba calefaccin y la chimenease encontraba apagada. Sin embargo, los pies del muerto estaban desnudos. El cadverno llevaba calcetines, y los zapatos estaban tirados a unos metros del cuerpo. Blanco ymigado, sopas de leche. Lo que quiero decir es que lo lgico es que los llevara dondese suelen llevar, es decir, en los pies, pero que, al toparse con su asesino, cambiaran deubicacin.

    Yo slo alcanc a ver la esquinita de uno, pero apostara la toga a que aparecieron

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  • los dos, uno junto al otro, en el mismo conducto. Eran de esos que se han puesto demoda ltimamente entre los ejecutivos britnicos: rayas moradas, amarillas y verdes.Una bofetada para el buen gusto.

    Amn de dejar mi ADN, amn de que todo el que analizara el jugo en cuestin seenterara de que la noche anterior me haba puesto morada de chocolate negro, amn deque el teniente coronel Villegas soltara ms de un par de improperios, mi vmito notuvo mayores consecuencias. S las tuvo, sin embargo, mi decisin. Por eso estoy aqu,retenida en este viejo edificio, con el fiscal Nol al acecho. Me pregunto por qu noser el comisario del mostacho canoso el que me interrogue. Sera lo normal.

    Aunque, pensndolo mejor, esto es Francia. En fin, estaba hablando de lo que pasdespus, cuando no me qued nada en el estmago de lo que deshacerme.

    Mierda, Lola: la caballera est a punto de llegar! Tenemos que salir de aqucagando leches. Y por lo que ms quieras, no pises el vmito o dejars tus jodidashuellas por todas partes! Podras haberte puesto un zapato normal. No s. Esos taconesno pasan desapercibidos me ri Villegas.

    Obviamente, me negu a obedecerle.No te metas con mis zapatos y yo no me meter con los tuyos. Y respecto a lo

    dems, lo siento pero es imposible. No voy a dejar a Iturri as. Ni hablar. Es... Lagarganta se me obtur. Tuve que agachar la cabeza para que el teniente coronel de laGuardia Civil no viera cmo las lgrimas tomaban mis mejillas. No puedesentenderlo, pero el inspector Iturri es mi amigo del alma, mi nico amigo del alma. Sifuera Miguel Hernndez, dira que se me agrupa tanto dolor en el pecho que por dolerme duele hasta el aliento.

    Pero Villegas no lee poesa.Le he tomado el pulso y parece estar estable. No ha perdido mucha sangre. La

    ambulancia est al llegar y el hospital est avisado. Nos hemos ocupado de todo, Lola.Siempre lo hacemos, y lo hacemos bien. Ms tratndose de un compaero. Que estsaqu no mejorar su estado.

    Si hay algo que he aprendido ordenando levantar cadveres, es que no somosslo cuerpo y alma, tambin psique. Y sa cuenta tanto como los latidos del corazn.No s cmo ocurrir, pero tengo la certeza de que Iturri sabr que estoy a su lado, sabrque no est solo y eso le dar fuerzas para seguir. En sus circunstancias, a m megustara que l se quedara a mi lado. A ti no?

    Mira, Lola, no s qu tipo de lo te traes con Iturri. Nunca te lo he preguntado nivoy a hacerlo ahora, pero s un poco sensata, por favor. Acaso tengo que recordarte

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  • quin eres y qu puesto ocupas? Mis colegas franceses han avisado a la fiscala dePars, que ya se ha puesto en marcha. Y stos van a avisar a la gendarmera de la zona.Cuando aparezcan y te encuentren en medio de este fregado, cmo vas a explicar tupresencia?

    No tengo ni idea. De hecho, no creo poder hacerlo. Pero tengo por seguro quepuedes inventarte algo. Venga, Villegas, improvisa, los de tu gremio sois genteimaginativa!

    Ja, sta s que es buena, ahora vienes con cumplidos! Has sido como un granoen culo desde que llegaste, y encima...! Mira, Lola, si los de Pars llegan primero, anpodemos salvar los trastos con una llamada. Pero como se les anticipen los de lagendarmera, estamos aviados. Son de pueblo, entiendes? No saben nada de poltica.Te metern en una celda y tirarn la llave y entonces...

    Le interrump.A ver cmo te suena esto, teniente coronel Villegas: una bilbana con

    conocimientos rudimentarios de euskera, magistrada del Tribunal Supremo espaol,sala penal (o sea, yo), es hallada en suelo francs cerca de un cadver asesinado consaa y junto a un inspector malherido en la misma reyerta, que curiosamente est asueldo de la Interpol y que tiene sntomas inequvocos de haber soportado un cruelsecuestro...

    No me lo creo! La muy...! Ests tratando de chantajearme!Si no quieres que a la vicepresidenta de nuestro Gobierno, y ya sabes el carcter

    que tiene, le d un patats, aguza la imaginacin. Y encuentra esa explicacin. Anda,Villegas, s bueno! Prometo firmemente que si a ti te ocurre lo que a Iturri, me quedara tu lado hasta que llegue tu mujer.

    Eres una cabrona, lo sabes, verdad?!Gracias, Villegas. Yo tambin te quiero.Respir hondo un par de veces, y volvi a la carga.Que no puede ser, Lola. No me toques los cojones. Vmonos, Iturri estar bien.No puedo, Villegas. De veras que lo siento. Fjate cmo est: lo han machacado!

    Debo quedarme. Es mi... amigo.Finalmente, mi ngel de la guarda (quiz debera decir de la Guardia) se

    convenci de que hablaba en serio y me permiti quedarme. Y mientras l se evaporabajunto con sus colegas franceses (tambin invisibles), yo permanec de rodillas junto alcuerpo de Iturri, rezando para que aguantara y para que la ambulancia llegara pronto. Y,por qu voy a negarlo, rezando para que, cuando apareciera la caballera, fuera de

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  • Pars y no local. Y fuera cual fuese, yo mantuviera el tipo. Estaba nerviossima.A los dos minutos de haberse marchado, Villegas regres.Lola. Vendr personalmente a rescatarte, te lo prometo, pero me llevar unas

    horas. No digas ni una palabra, vale? Ni Pamplona. No te salgas del guion. A ver, paraque quede claro: no sabes nada, no has visto nada, no conoces a nadie... Si teencuentras en un apuro, di que no entiendes francs. Y comprtate como si fueras idiotaperdida. No te ser muy difcil...

    No te pases, Villegas.Sonri.Llevas pintalabios, pestaas postizas o cosas de ese tipo en ese bolso tuyo tan

    mono? Siempre vas como un cromo...Se me escap la risa. Cmo se nota que es hombre!Supongo que s, por qu?No vendra mal que te retocaras un poco el maquillaje.Le mir sin comprender.Tan mal estoy? respond, al tiempo que trataba de recolocarme el pelo con los

    dedos. Con la humedad, la cabeza se me haba llenado de rizos. Pensndolo mejor,qu ms dar cmo est?

    Ests estupenda para tu longeva edad, no te me cabrees. Lo que quera decir esque si los que llegan son los de la gendarmera y te pillan toda pintarrajeada, con esetraje y esos tacones, pensarn una de dos, o que eres culpable, o que eres idiota.Empezarn por lo primero (por cierto, que para esa hiptesis nos vendra bien que tedesabrochases un botn o dos, pese al riesgo de cogerte una neumona) y creern que setrata de un crimen pasional. A ti lo del crimen pasional te pega una barbaridad. Dostipos, un polica y un terrorista, matndose por la gran Lola, que para eso es de Bilbao.En cuanto escarben mnimamente, cambiarn de opinin y concluirn que eres idiota.Ambas cosas les distraern y daremos tiempo a que lleguen los de Pars. Ellos tepondrn a buen recaudo.

    Perdona que te diga que es un plan total y completamente estpido.Lo es, pero puede funcionar. Hazme ese favor, vale?De acuerdo, lo har.Me sujet por los brazos.Estoy a tu lado, Lola; lo sabes, verdad?Asent.Regresar te ha salido desde las mismas tripas, Villegas: eres un gran tipo.

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  • No me jodas, Lola, no me jodas...Eso fue lo ltimo que el gran guardia dijo. Sonriendo, eso s. Villegas siempre

    sonre. Y luego hace lo que le da la gana. Ms o menos como yo.

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  • 3

    En cuanto Villegas sali, abandon la intil tarea de contener el llanto. Me cuid, esos, de tener a mano pauelos de papel. Con el vmito, haba suficiente ADN paraclonarme como a la oveja Dolly. Bueno, de clonarme, preferira ser una cabra. Tienenmal carcter, lo s, pero siempre me han resultado simpticas, a todas horas por ah,trepando por riscos imposibles. Deben de ser los genes irlandeses...

    Lo del llanto no es gentico. Me hubiera deshecho en lgrimas aun siendomalaguea. Por Iturri hubiera hecho cualquier cosa. Y seguira hacindolo. No siempreha sido as. Yo comenc odiando a Iturri, pero ahora... Dios, tena tan mal aspecto!Nunca le haba visto tan delgado, tan destrozado. Y sus ojos... parecan perdidos,extraviados...

    Un momento. El forense Pierre abandona por un instante los exabruptos y compartecon sus dos acompaantes algunos detalles que desconozco. Aguzar el odo: me haparecido or la palabra calcetines... Miren: yo tena razn! Estaban juntos y en buenaarmona en el intestino del muerto. Dios santo, no me extraa que est tan enfadado conla gente de la central! Si les digo que habla de una dilatacin anal de unos trescentmetros compatible con la introduccin, posiblemente post mortem, de un objetocontundente, amn de los calcetines, me permitirn ahorrarme los detalles?

    El fiscal Nol dice que no comprende por qu su asesino o asesinos le rellenaroncomo si fuera un pavo. Yo creo entender la simbologa. Tiene su lgica. Una lgicacriminal, terrible, espeluznante, que, sin embargo, no deja de ser lgica: ojos, boca,corazn, calcetines britnicos... A qu les suena?

    No creo que Villegas y su gente de la unidad de informacin antiterrorista sepanesto. O quiz s: el teniente coronel Villegas es como el ojo de Dios, que todo lo ve ytodo lo sabe. Aunque dudo que le interesen los detalles. Ni a l ni a sus homlogosfranceses. Sea o no exacto, me temo que esto nunca habr ocurrido.

    Ya han escuchado el contenido del informe preliminar del experto de la capital, el

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  • mandado a quien le ha tocado hacer el trabajo sucio: el muerto se ha suicidado cincoveces seguidas, ha defecado en algn momento indefinido entre el primer disparo y elltimo, se ha quitado los calcetines y se los ha introducido por el ano, pero no hastadilatarlo lo suficiente con un palo o similar, no fuera que no cupiesen. En fin, as seescribe la historia. Caso cerrado. Eso s, con el permiso del fiscal Nol, del forensePierre, del comisario sordo y del juez de guardia, que de momento no ha aparecido poraqu.

    Me hierve la sangre. Intento borrarlo de mi mente y concentrarme en laconversacin que est teniendo lugar al otro lado de la pared. Pero ya no logro ornada. O susurran o es que la reunin se ha disuelto.

    En la habitacin donde estoy hay un televisor minsculo, ms o menos de la pocaen que Carla Bruni sala con Eric Clapton. Me acerco y sintonizo el canal local. Seguroque ya se han hecho eco del suceso y muestran imgenes. Para estas cosas, losperiodistas son como las aves de rapia. Como los gusanos. Poca gente lo sabe, pero lapalabra cadver, que, cmo no, procede del latn, caro data vernibus, significa carnedada a los gusanos. Cuando expones cuerpos muertos al aire libre, se llenan demiradas de gusanos. Del mismo modo, cuando muestras una noticia fresca y sangranteal aire de un pueblo pequeo, se llena de curiosos.

    Para mi sorpresa, la presentadora del programa de televisin slo habla de losestragos causados por la dichosa ciclognesis explosiva. Cuesta creer que no dediquena Iturri y al tal Kepa Otano ni un minuto. La noticia debera haber abierto ediciones ycopado tertulias radiofnicas. Comprendo que a la gente lo que de verdad le gusta es eltiempo, y una tormenta con un nombre tan sugerente desplaza otros asuntos. Sinembargo, en esta ocasin, me extraa: un asesinato en medio de su pueblo y no dan lanoticia? Que el caballero fuera un poltico radical vasco, si acaso, aade gravedad alasunto; en el peor de los casos, ni quita ni pone, pero sea como sea se trata de unasesinato, con mltiples agravantes. La mano de Pars debe de ser muy larga. Apago.Quiz sea mejor as. A m, desde luego, me beneficia.

    Vuelvo a sentarme. Unos segundos, que se me hacen eternos, y se abre la puerta. Esel fiscal. Nol trae el rostro sonriente, como si nada ocurriera, pero contina sudando.Me da cierta lstima. No parece tonto, ni tampoco cnico, pero esto superara al msexperimentado. Todava sonriendo, se sienta frente a m.

    Qu tal se encuentra, seora? Necesita alguna cosa? No dude en pedir lo quepueda necesitar.

    Llmeme Lola, por favor. Aunque de distinta nacionalidad, somos medio colegas.

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  • Lo intentar, pero no puedo asegurar el xito. Es la costumbre...Como quiera. De todas formas, le agradezco el ofrecimiento. Es usted muy

    amable, pero no necesito nada. Respiro un par de veces, incmoda, y aado:Alguna noticia de mi embajada?

    Todava no, pero no creo que se demoren. Se personarn enseguida. Debe teneren cuenta que estn en Pars, y hay un trecho. Aunque usted lo sabe de sobra. Podemosocupar el rato charlando, si le parece...

    No, ni hablar, no quiero hablar con l! Seguro que meto la pata. Pero si me niegoser peor.

    No debe molestarse por m, querido fiscal. No quiero hacerle perder el tiempo.Seguro que tiene mil y una ocupaciones.

    Pues a decir verdad, en este momento, en mi cartera hay tres importantes...asuntos, s, creo que podemos llamarlos as. El primero es la desaparicin de Missouri,el gato pardo de madame Rodain. El segundo es el robo y posterior quema delautomvil del secretario del Ayuntamiento y sacristn de Saint Denis, una bonita iglesiacatlica de la ciudad. Lo sustrajeron hace unos das de la plaza Baptiste Curial, muycerca de aqu, donde lo tena aparcado. Ya lo han encontrado, pero en muy mal estado.De hecho, inservible. El tercer asunto lo componen Kepa Otano, el inspector Iturri yusted. Respecto a Missouri, su dama est segura de que lo han raptado para emplearloen un rito de brujera. Ya sabe, mujeres desnudas bailando alrededor de una hoguera...

    Ah, tienen de eso por aqu?Se refiere a mujeres mayores a las que las pierde la imaginacin?Me echo a rer.Lo cierto es que no me imagino a nadie bailando desnudo a la intemperie con

    estas temperaturas. Adems, por lo que s, las brujas se hacen acompaar siempre degatos negros...

    Missouri aparecer, lo hace siempre. No me preocupa. Respecto a los otros dosasuntos, quiere que le confiese algo? Estoy convencido de que... Me permite lalicencia de especular?

    Naturalmente. No se corte: especule.Pues ver, para m que la aparicin de ese cadver y el secuestro de su amigo

    Iturri y la quema del automvil del sacristn estn relacionados. S, estoy del todoconvencido. Ver, el hermano de mi mujer trabaja en la Direccin de Seguridad Interioren Pars. l me ha instruido en tcnicas policiales. Ya sabe... Si alguien roba un coche yluego lo quema, es que lo ha utilizado para perpetrar un delito y quiere borrar sus

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  • huellas. Puede que el delito sea un secuestro...Estoy atnita. Si seguimos as, adivinar la talla de mi sostn. Pongo cara de tonta,

    como me aconseja Villegas.Ah, pues si est convencido, seguro que tiene razn! Yo no puedo ayudar en eso,

    tampoco conozco al sacristn.El fiscal se cruza de brazos y me mira durante unos instantes.Querra hacerle una pregunta si me lo permite.Pregunte lo que quiera, aunque dudo poder responderla. No entiendo nada de

    felinos. Bueno, ni de felinos ni de ningn otro animal. No me gustan los animales.Usted tiene gato, querido fiscal?

    Vuelve a sonrer.Empieza a recordarme peligrosamente a mi suegra, Lola...Por su tono, deduzco que la tiene en gran aprecio respondo con cinismo.Deduccin correcta. Ver, slo quera saber si el vmito encontrado en la escena

    del crimen, exactamente junto al cadver, le pertenece. Si es as, evitaremos ir en otradireccin.

    Todo mo, seor fiscal. Vomit al ver el luctuoso estado del cadver. Lo lamentomuchsimo.

    No se disculpe, es comprensible. Supongo que una jueza de su categora no estaracostumbrada a contemplar este tipo de escenas.

    Me encojo de hombros.Como imaginar, no he comenzado en el Tribunal Supremo. Como juez de

    instruccin, me he tenido que enfrentar a la peor condicin humana en otras ocasiones.Y suele vomitar?Voy a mentir, pero me parece que no merece la pena. Y desoigo las advertencias de

    Villegas.Pues lo cierto es que no. Es la primera vez que vomito...Y qu tena esta ocasin de especial? Quiz le conoca?Sonro maliciosamente y clavo mis ojos en los suyos.Monsieur Nol, no estar intentando liarme, verdad? Acaso no recuerda que he

    declarado no conocer al muerto en cuestin?Es cierto, perdone mi despiste.Despiste? Puedo aceptar un pulpo como animal de compaa pero llamar a eso

    despiste...Comprndalo, tena que intentarlo. Le prometo que no volver a suceder. Me

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  • estaba usted explicando por qu vomit...Cierto. Fue por el calcetn...Comprendo, muy desagradable, la verdad. Y curioso, muy curioso.Y helador. A dos grados de temperatura, quin se quita los calcetines?Haba termmetro en la casa?Pues no lo s, pero eso era lo que deca el termmetro del salpicadero... del

    coche del taxista.El fiscal sacude la cabeza mientras se coloca nuevamente el flequillo, que se le cae

    una y otra vez sobre los ojos. Suda sin mesura. Yo tambin debera empezar a sudar:acabo de meter la pata hasta la garganta.

    Y dice que el termmetro del taxi marcaba dos grados? Es una temperatura baja,pero aqu estamos acostumbrados a cosas peores...

    Pues vaya mala suerte. En todo caso, esta maana eran dos grados.Se acuerda de eso, pero no de cmo era el taxista...Por supuesto! Era un tipo corriente: moreno, de mediana edad. Le vi

    principalmente el cogote; la cara, durante apenas unos segundos, cuando descend...Es cierto. Segn ha declarado, usted recibi una llamada de su amigo el inspector

    Iturri diciendo que le haban herido, detuvo un taxi en plena calle en Pars, dondeestaba de vacaciones, y le pidi que la trajera hasta aqu. Supongo que la carrera lecostara una cantidad enorme; quiz hasta desproporcionada. A veces, los taxistas seaprovechan de los estados de necesidad. Siento curiosidad, cunto le cobr?

    Enmudezco. De nuevo, me ha pillado con las manos en la masa. Cuando convine lahistoria con Villegas, no se me ocurri preguntar cunto poda costar un taxi desdePars. Dudo durante unos instantes. Como no s qu hacer, saco la cartera y vacontegramente su contenido sobre la mesa. No soy lo que se dice una persona ordenada.Por si eso no fuera suficiente, tengo la mana de guardar absolutamente todo. No megusta tirar nada. Por eso rompo las carteras con tanta facilidad. Empiezo a pasarpapeles delante del fiscal, no antes de leer despacio lo que dicen.

    Anda, un vale de cinco euros del supermercado de El Corte Ingls!... Son comolas galeras Lafayette, pero espaolas. Ahora han bajado un poco los precios. Hay quehacer compras por cincuenta euros o ms, pero, en ocasiones, sale rentable... Porras,caduc la semana pasada! Siempre me ocurre lo mismo... Veamos: tampoco. ste es unrecibo de la gasolinera. Tengo coche oficial, pero me gusta hacer mi vida, ya sabe...Uso un utilitario muy pequeo, ideal para el trfico de Madrid... Ah, mire, una entradade cine!: El gran hotel Budapest. La ha visto, seor Nol? Niega con la cabeza.

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  • Pues se la recomiendo vivamente. Anderson es un director de culto, y la cinta estbasada en una obra de Stefan Zweig. Una maravilla. Aunque ahora ustedes hacen muybuen cine. Intocable, por ejemplo. La he visto tres veces. Una en el cine, y dos entelevisin...

    Me detiene.Puede explicarme qu es lo que hace, Lola?Intento responder a su pregunta con voz pausada.Es posible que el taxista me diera un recibo. Lo cierto es que no lo recuerdo,

    pero si fue as, estar aqu. No obstante, como ve, tardar un rato en averiguarlo...De acuerdo, la dejo sola, para que busque tranquila. Quiz encuentre un vale de

    pan integral... comenta con acidez.Pues mire, no me vendra mal. La fibra es absolutamente necesaria en cualquier

    dieta saludable.Espero que no piense que estoy haciendo alusin a su gordura.Por cierto, Lola, sabe que los calcetines no pertenecan al occiso?Cmo dice, que no pertenecan al muerto?No. Demasiado pequeos. No me mire as: yo tampoco lo entiendo.

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  • 4

    De cierto mal humor, en todo momento contenido, el representante del MinisterioPblico regresa a su vecina guarida. En ese momento, sus colegas hablan de Iturri...Avivo el odo. Comentan la mala puntera del tirador, que, disparando dos veces, nomat al inspector. A tenor de la distancia, debera haber muerto en el acto.

    Al or el apellido de mi amigo, mi alma entra en ebullicin. Tengo que haceresfuerzos para no levantarme y salir de all sin dar explicaciones. Si quieren acusarmede algo, que lo hagan. De lo contrario, me voy al hospital: quiero estar a su lado.

    Frente a m, un poco esquinada hacia la izquierda, han dejado aparcada a unafuncionaria, una mujer morena de unos treinta aos (con mi poca aficin a los clculos,puede que tenga cuarenta o slo veinte; si es as, desde luego lo lleva fatal). Me hanasegurado que es una intrprete venida de Pars: francs-espaol, espaol-francs.Tiene de intrprete lo que yo de sevillana: el nombre. Se sienta en la esquina de la sillacon la espalda recta, las manos sobre el regazo y las piernas juntas y tiesas. No hacefalta ms que ver su falda azul marino, cortada como la de una novicia de conventomoderno, para saber que nunca ha estado demasiado cerca de un exceso. De vez encuando, sin mediar palabra, se levanta y abandona la habitacin. Con la primeraescapada pens que se mova para no convertirse en piedra. Pero me equivocaba.Pasados unos minutos, regres con un vaso de plstico blanco con agua del tiempo.Tengo ya tres sobre la mesa. No he tocado ninguno.

    Salvo eso, no acusa ms actividad. Los nicos objetos que llaman su atencin sonlos malditos vasos de agua. Quiz emane de ellos alguna magia. O quiz los hayaenvenenado. S, es muy posible que comparta genes con la madrastra de Blancanieves.

    Decido averiguar si la relamida intrprete es muda de nacimiento o slo deprofesin y le pregunto en espaol si hay noticias del hospital donde estn interviniendoa mi amigo el inspector Iturri. Debe de ser muda, pero no sorda, porque se levanta yabandona la habitacin dejndome sola. Regresa al cabo de un minuto, acompaada del

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  • fiscal Nol. Lleva ste en la mano un pauelo arrugado y no muy limpio, con el que selimpia recurrentemente la frente. No me extraa lo del acn. Prefiero no mencionar elestado de su camisa blanca, sobre la que se sostiene en equilibrio inestable una corbatade seda azul. Pese a todo, viene con ganas de pelea. Empiezo a darme cuenta de locargado de razn que estaba Villegas: no me va a resultar fcil salir de sta.

    Rezo para que contine preguntando por las luces y no por el refrito de sombras. Ome ver obligada a sacar a colacin la ciclognesis explosiva, o como quiera que sellame ese enfurecido vendaval. A ratos, parece que quisiera arrancar las ventanas decuajo.

    Nol me observa unos instantes, como si anduviera cazando en su memoria lasescurridizas frases, y luego me cuenta que la nica informacin que posee sobre elestado de salud del inspector Juan Iturri es que acaba de entrar en quirfano. Laintervencin se prev larga.

    An no he localizado el recibo, lo siento explico.Tranquila, seora, tenemos tiempo. Slo vengo a decirle que no debe

    preocuparse excesivamente por su amigo el inspector: los mdicos franceses sonexcelentes. No podra estar en mejores manos.

    Seora.Ha vuelto a llamarme seora. Esta vez, se ha detenido en el trmino como si la

    palabreja se le atravesara en la garganta. Yo me he dado cuenta. Y l tambin.Permanecemos unos instantes en silencio, observados a corta distancia por la intrpretede falda azul. Por fin, carraspea y se lanza a preguntar lo que lleva tanto rato mascando.

    Seora, entre usted y yo, puede decirme qu hace aqu? Le estara eternamenteagradecido si me lo explicara. Tenemos un cadver en el anatmico, un inspector en elquirfano y una jueza en ejercicio retenida en la gendarmera y, mira por dnde, todosson vascos....

    Le interrumpo.Dos navarros y una vasca, querido fiscal. Son cosas muy distintas. Como un

    parisino...Es cierto: como un parisino y un lions. De acuerdo. Lo que quera decir es que

    no alcanzo a comprender por qu estn en mi pas, por qu estn en mi pueblo. Noconsigo explicarme por qu se hospeda usted en un hotel como una turista cualquiera yluego mete las narices en investigaciones policiales como si fuera una cerda buscadorade trufas...

    Levanto las palmas de las manos. El gesto es suficientemente expresivo para que las

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  • palabras sobren.Ah, disclpeme, por favor! Me doy cuenta de que es un mal ejemplo. Psimo.

    Pero no crea que lo he dicho con acritud. Nada de eso. Lo que ocurre es que a m megustan mucho las trufas, y el ejemplo me ha venido enseguida a la boca. Este ao,hemos tenido una buena cosecha, sabe? La mejor en los ltimos aos, puede que en laltima dcada... Carraspea de nuevo, al darse cuenta de que debe volver al origen.Pero con trufas o sin ellas, no puede negar que estaba usted precisamente en la casadonde se ha encontrado ese cadver, domicilio que, dicho sea de paso, est a ms detrescientos kilmetros del hotel de Pars donde se hospeda, y cuyo nombre, vayacasualidad, no recuerda. No me dir que estaba haciendo turismo, verdad?

    Pues ahora que lo menciona, debo decir que Lyon es una ciudad preciosa suelto para picarle y calibrar cmo de magras son sus carnes.

    Lejos de enfadarse, la voz del fiscal se vuelve an ms melosa.Pngase en mi lugar, querida jueza: si pudiera entender a qu ha venido, mi da

    sera mucho ms agradable. Si hablramos de esto ahora que lo tiene fresco en sumemoria, todo sera ms fcil.

    Fresco?, pienso: ni que se tratara de una lechuga de la huerta! Me acerco uno delos vasos a los labios y bebo un sorbito de agua. Una marca color cereza oscuro tie elborde. Me gusta ms el rojo. Pero es demasiado llamativo, y lo sustituyo por unsucedneo. La funcionaria enarca levemente las cejas. Espero que no est intentandoemponzoarme la sangre con algn suero de la verdad. De hecho, no tengo sed. Slopretendo romper el momento y que mi voz, preocupada, suene creble. Me inclinoostensiblemente hacia delante y reitero al fiscal, que ha acercado la silla hasta miposicin y se ha sentado frente a m, que no conozco al muerto y que a Iturri lo conozcodemasiado bien.

    No estoy en Francia como juez, seor fiscal. Esto no tiene nada que ver con mitrabajo. Supongo que para usted ste no es sino otro expediente al que adjuntar uncdigo y un dosier cosido con cuerdas. Lo comprendo, de veras, slo hace su trabajo.Quiere resolver lo que haya que resolver, completar el puzle y archivarlo cuanto antes,para encontrar al gato perdido; cmo se llamaba?

    Missouri.Exactamente, Missouri. Ver, para usted, el muerto ya est muerto, que Dios le

    tenga en su gloria. Y a la desafortunada vctima, a la persona que se debate entre la viday la muerte en un quirfano de un hospital de Lyon, no la conoce ms que de fotografa ynmero de placa. Para m, sin embargo, no es un cualquiera: es alguien a quien estimo

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  • desde hace veinte aos. Hemos trabajado juntos. Ha sido como... como una ventosapegada al corazn. Como una garrapata, ya sabe cmo son los policas judicialescuando quieren...

    Sonre. Esta vez con ganas. No es tan novato como pareca. Contino.Puedo meterme en su piel, seor Nol. En la misma situacin, estara tan perpleja

    como usted. Lo nico que puedo decirle es que no me vea como una juez, sino como loque soy: una familiar.

    El discurso es convincente y emotivo. Debera bastar. Sin embargo, el representantedel Ministerio Pblico tuerce el gesto y se acerca de un saltito otro paso a la silla.

    Se apellida usted MacHor, verdad, seora? Un apellido ingls, quiz?Irlands, seor Nol. Y el suyo, de dnde procede? Es muy... navideo.Si me provocaran de esa manera, lo menos que hara sera soltar un bufido. Sin

    embargo, l se limita a esbozar una sonrisa. Es duro. Empieza a caerme bien.Procede de Verdn, cerca de Nancy, el lugar de la famosa batalla. Lo conoce?

    Niego con la cabeza. Pues en Navidad es precioso. Iturri, sin embargo, suenadistinto. Ni irlands ni francs...

    Es cierto. El inspector Iturri y yo no compartimos genes ni apellidos, pero leaseguro que es de la familia. No como un primo lejano o un sobrino con quien secoincide en bautizos o entierros, ms bien como el cabecero de mi cama, que van paratreinta los aos que me guarda las espaldas, o como la sombra del pino de mi jardn, unpionero frondoso cuya copa impide que la hierba nazca a sus pies. Es mejor el smilde la sombra. Iturri es hbil segando la hierba bajo tus pies. Pero es mi sombra y sonmis pies. Dios, necesito ir al hospital y saber cmo est! Puede comprenderlo?

    Se me rompe la voz. Nol se pone de pie y sale de nuevo a paso ligero. Es curioso.Posee un cuerpo con forma de peonza panzuda, y, sin embargo, es extremadamente gil,casi felino, en sus movimientos.

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  • 5

    l se va y yo me quedo, con mis tres vasos de agua del tiempo, la desagradableintrprete y esta dichosa mesa de formica, que huele a derrota. Se parece a las delcomedor del primer colegio de monjas al que asist. All las fregaban con leja. El olorpermaneca en el aire como la luna en el cielo: a veces llena, a veces menguante, peroeternamente presente. No me gustaba el colegio, ni las monjas ni las mesas de formica.Y me disgusta estar aqu. Llevo demasiado tiempo en Francia. Quiero volver a casa,con mis cdigos, mis galletas, mi almohada, mi marido y mi viejo ordenador. Quierorecuperar mi vida, la corriente y montona, la que controlo. Temo que este vientoimpenitente se lleve mis deseos. Salvo que la vicepresidenta en persona levante eltelfono, y dudo que eso ocurra pronto, estos tipos no me dejarn marchar. MalditoVillegas! A saber dnde estar en este momento. Es lo que ocurre con la gente de launidad de Informacin. Absorben datos como agua las esponjas, pero luego, cuando losnecesitas, no sueltan prenda.

    En el despacho contiguo, suena el telfono. Lo coge el comisario Mathieu, el delbigote, el sordo. Alcanzo a or la palabra zulo. Estn comentando la ubicacin de labuhardilla: un armario de dos metros por uno y pico. La intrprete parece haberlo odotambin, porque saca su sosa falda azul de la habitacin a toda prisa. Te pill: ni conesa falda azul podras engaarme!

    Iturri, mi querido amigo, qu mal lo has tenido que pasar!Digo esto en voz alta, no s bien por qu. Creo que, simplemente, la emocin se me

    desborda. Sin embargo, me doy cuenta de un detalle importante: si yo puedoescucharles a ellos, ellos podrn escucharme a m. Decido empezar a hablar. Elevo eltono de voz.

    Mi amigo se llama Juan, Juan Iturri Goicoechea, con ch no con tx. Es polica...Desde cundo? No sabra decirlo con exactitud. Creo que desde que lo destetaron. Nolo conoca entonces, pero puedo imaginar a un retaco con flequillo indagando en el

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  • patio del colegio la autora del robo del bocata de mortadela. Polica, pues. Peculiarcomo todo buen polica. Y puedo dar fe de que, como criminalista, es un artista. Haygente que cree que el arte es lo que se exhibe en los museos. Patraas. Arte es todoaquello que logra emocionar, conmover. Les aseguro que las obras de Iturri, algunasmaestras, han emocionado a muchas personas, entre las que me encuentro. La Interpoltiene colgadas algunas de ellas en las paredes invisibles de su memoria. Ustedes lo hanvisto cubierto de sangre, pero es alto y bien plantado. La barba corta es reciente; elverde efervescente de los ojos no. Es una especie de adonis de andar por casa.

    Navarro, sin duda. Iturri es tan foral como la chistorra o los sanfermines. Ycallado. Callado como los felinos y como ellos sagaz. Ah! Olvidaba su niebla gris, merefiero a la que sale permanentemente de su pipa. Aunque l no es gris. Sloinexpugnable. Para casi todos, aunque no del todo para m. Y eso que en estos das quellevo en Pars me he dado cuenta de la cantidad de datos que desconoca.

    Garca. Dicen que lo apodan as por lo corriente que parece y las veces quecambia de perfil. Imaginaba que tendra algn mote, porque todos los de su gremiotienen al menos uno, pero hubiera apostado por algo ms... artstico: el gato, o algo as.Es lo mismo. Yo siempre le llamo Iturri. Y l a m Lola. A veces, en pblico, sobretodo ante determinadas personas, emplea un fro y respetuoso seora. Slo en un parde ocasiones me ha llamado Lolilla, y en ambas me he enfadado. se es mi nombreprivado. Pero de eso no quiero hablar.

    Madame, vous avez besoin de quelque chose. Un peau plus deau?Ya est aqu la ta esta! Ha entrado sigilosamente y me ha dado un susto de muerte.Y encima est delgada como un esprrago. Toda ella es un esprrago. Su cara

    alargada y de ojos planos parece una yema de esprrago. No es que sea fea, slo esrelamida, sosa, y un coazo. Los ojos los tiene bonitos, negros como el betn y grandescomo las muecas de Famosa. Pero lo que ms me fastidia es lo delgada que est. Nose lo creern, pero yo llevo puesta otra vez la faja...

    No, gracias. Todo bien. Pero quiero irme ya: debo acudir al hospital. Con elinspector.

    Como si oyera llover. Vuelve a sentarse.Ahora que menciono la maldita faja, an me aprieta ms. Me la compr hace unos

    das para lograr entrar en el traje que pensaba ponerme en la recepcin del da de laConstitucin... Cun lejos parece hoy ese acto! Han transcurrido cuatro das escasos, ytengo la sensacin de haber vivido un siglo completo... Pero estaba hablando de la faja.Cog dos tallas menos. Imagin que cuanto menos talla, mejor me sentara. Gran

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  • equivocacin: me sienta igual de mal y adems se me clava en la cintura y en losmuslos como si fuera un parsito. Y encima me cuesta respirar: cuando me d unaangina, no me sentir peor.

    Aquel acto dur apenas un par de horas. Hoy la luzco desde que Villegas y su genteabandonaron la casa. La llevaba en el bolso. Ya saben, por si tena que enfrentarme alembajador, o algo as. El caso es que, cuando Villegas me dijo que me arreglara,busqu el bao de la casa, me pint los labios, me cubr las pecas con un poco decolorete y me puse la faja. No s por qu lo hice. No creo que Villegas la incluyera ensu lista de requerimientos. Orgullo, supongo. Soy magistrada presidente de sala en elTribunal Supremo espaol. Y, sobre todo, soy bilbana. Y me llamo Lola. De metermeen un lo en suelo francs, quera estar presentable. El razonamiento me pareci lgicopor la maana. Ahora me parece completamente estpido. Podra ir al servicio,desprenderme de la maldita faja y recordar el proceso de inspiracin/espiracin. Peros que no lo har. No quiero que esa funcionaria, intrprete, espa o como sea que sellame lo que hace, me mire el trasero y se sonra maliciosamente.

    Villegas, por qu tardas tanto?En el despacho contiguo siguen hablando del zulo. Pobre Iturri! S fuerte: saldrs

    de sta! Hemos salido de cosas peores... bueno, peores no, pero hemos salido de unascuantas.

    Se abre la puerta de nuevo. Esto parece una obra de teatro. El fiscal. Van a tenerque pagarle horas extras. Se quita las gafas. Su corbata est tan ladeada como la lenguade un galgo que persigue a una liebre.

    Se encuentra bien? me pregunta.Tengo los zapatos mojados, las piernas entumecidas y llevo en pie toda la noche.

    Y quiero ir ya al hospital. Por lo dems, me encuentro estupendamente. Omito elasunto de la faja. No lo entendera.

    Comprendo. Usted lo que necesita es un vasito de agua. Sera tan amable?... dice mientras desva la mirada hacia el esprrago de falda azul. Me echo a rer. Pero,mira por dnde, l habla en serio. Deja la frase colgada, mientras clava la mirada en laintrprete. sta, a su vez, dirige la vista hacia los tres vasos de agua, llenos hasta labandera, que descansan sobre la mesa de formica.

    S, eso es: a la jueza MacHor le vendra bien un poco ms de agua.La intrprete se pone en pie, se acerca hasta mi posicin, examina el contenido de

    los vasos como un mdico examina a un paciente tuberculoso, y luego tamborilea conlos dedos sobre la mesa. Decido apoyar al fiscal. No s qu pretende decirme, si es que

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  • quiere decirme algo, pero me doy cuenta de que esa mujer se lo impide. Forma parte demi carcter llevar la contraria al que se pone gallito. Ni corta ni perezosa, sonro a laseora esprrago, sujeto el primer vaso de agua y lo vaco de un tirn. Sabe a cloro.Contino con el segundo recipiente, y luego acabo con el contenido del tercero. La faja,que empieza a crujir, amenaza con una catstrofe inminente.

    Tiene razn, seor Nol, me vendra bien un poco ms de agua. Podraasegurarse, querida seora, de que est fra? La del ltimo vaso pareca sacada dealgn manantial de aguas termales. Se lo agradezco mucho.

    La mujer abandona la habitacin estirndose la falda en silencio, con la espaldarecta y la barbilla alta. Y hecha un basilisco francs.

    Seguro que la parisina es una gran profesional, Lola, pero no soporto su encantome explica el fiscal cuando cierra la puerta. Seora, vamos a lo nuestro. MadameRottenmeier no tardar. Ver: s que antes o despus un coche oficial (supongo que delos suyos) se acercar a este edificio y se la llevarn. Luego, alguien telefonear desdePars (esta vez, los nuestros) para decir que, siendo lamentable, un suicidio es unsuicidio y que no estamos para perder el tiempo con la cantidad de delitos que secometen diariamente en la regin: el extravo del gato Missouri, por ejemplo. Porsupuesto, haremos lo que nos dicen y archivaremos el caso en el fondo del cajn de loscasos que no estudiamos jams de los jamases, amn. Pero yo soy un fiscal tozudo,persistente. El comisario Mathieu es de la vieja escuela, y nuestro forense (an no loconoce, se lo presentar enseguida) es de una escuela an ms vieja. En fin, s que noscomprende porque usted tiene pinta de compartir con nosotros ese rasgo de carcter. Eldel tesn, por no decir que es usted tozuda como una mula. Acierto? Asiento. Esonos haba parecido. Por ello, quiero hacerle una proposicin. Una peticin, para serms preciso. Cuntemelo! Necesito conocer qu pas en ese zulo. Necesito saber quinha disparado y secuestrado a su amigo en nuestro pueblo y quin ha suicidado cincoveces a ese poltico de su tierra.

    Le miro con extraeza, como si no supiera absolutamente nada del asunto.Seora: este pueblo tiene menos de cuarenta mil habitantes, pero le aseguro que

    no nos chupamos el dedo! Ese tal Otano tiene de suicida lo que yo de col de Bruselas...Y, por cierto, tengo algo para usted.

    Se pone de pie y hurga en los bolsillos hasta dar con lo que busca. Cuando veo mibarra de labios en una bolsita de pruebas, se me congela hasta la vejiga, a punto deestallar.

    Es suya?

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  • Mi cabeza se mueve muy lentamente arriba y abajo. Estoy estupefacta, tanto que nise me ocurre mentir.

    Lo imaginaba. Es su color dice Nol mientras seala mis labios. Me contempladurante un instante, que se me hace eterno. Luego, sonre y contina con voz meliflua:Se la dej olvidada usted en el aseo de la planta baja de la vivienda donde encontramosal occiso. Otra nueva pausa, que alarga el momento. La admiro, seora: tieneusted narices. En su pas creo que lo llaman cojines...

    Le doy las gracias, tomo la barra, abro el bolso, colgado en la silla, y la guardodentro, con bolsa y todo. No tengo conciencia de habrmela olvidado, pero est claroque as ha sido. No es eso lo que me importa, sino el hecho en s mismo. Que una mujerque tiene a sus pies un cadver y un hombre herido de muerte se tome la molestia debuscar un espejo y pintarse los labios antes de que la polica se persone en la viviendahuele a drama de tercera. Si supiera que, adems, me enfund la faja, me detiene! Esmuy probable que no fuera eso lo que Villegas pretendiera, pero yo, en este momento,me siento ridcula. He hecho el ridculo muchas veces en mi vida y se lo he visto hacera mucha gente. Creo, sin embargo, que si hubiera estadsticas, me situara en la partems alta de la tabla. Porque ahora me doy cuenta de que ste es de los peores.

    No lo decimos exactamente as, seor fiscal replico, pero le aseguro que noes mi caso. Lo mo es pura coquetera...

    No insiste, pero sigue avanzando, despacio pero con contundencia, como un tanquealemn.

    Ya... Dgame una cosa, seora: todo empez con el rob de un Citron de colorverde, verdad?

    Aunque no despego los labios, que an conservan restos de carmn, soy incapaz dedisimular el gesto, que revela mi desconcierto. Mi oponente capta de inmediato labrecha en mi actitud preventiva y estalla en jbilo.

    Lo saba! Saba que esto estaba relacionado con el robo y posterior quema delcoche del sacristn! Ahora todo encaja... Tenamos razn: esto es un secuestro de labanda terrorista. Un secuestro, con todas las letras.

    Cmo ha averiguado...?Cuando me muerdo la lengua, es demasiado tarde. Mi trayectoria ha sido bastante

    buena hasta este momento. Seguramente, en parte, puedo achacar el error al cansancio.O a la hipoxia. Tras los vasos de agua, slo puedo permitirme leves jadeos.

    Qu propone?Que nos lo cuente todo, extraoficialmente. Slo para nosotros. Para que podamos

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  • dormir, ya me entiende. Prometemos no hacer uso de nada de lo que nos diga. De todosmodos, aunque quisiramos, no nos dejaran...

    Supongo que sabr que estas paredes oyen.Soy consciente de ello. De hecho, mis colegas estn siguiendo esta conversacin

    en la habitacin de al lado. Pero van a dar las doce. En algn momento tendremos quealmorzar, no? Conozco un buen sitio, a unos kilmetros de aqu. Tiene un pequeoreservado, con puerta corredera. Lo regenta mi primo Einstein. Por cierto, su filetmignon no tiene precio.

    Se llama Einstein?En realidad, lo bautizaron como Jean Claude, pero todos lo llamamos Einstein.

    Es un gran inventor. Ha ganado muchos premios importantes.De fsica?De fsica? Se echa a rer. No, no! De fsica, no, de coctelera. Es un

    inventor nato, ya lo ver.No puedo creer lo que oigo. El teniente coronel Villegas me matar y, cuando

    acabe, me rematar.Le agradezco mucho la oferta, monsieur. Desgraciadamente, aunque ese filet

    mignon suena muy apetecible, tengo que declinar el ofrecimiento: he de ir al hospital.Necesito saber cmo est mi amigo.

    Les acabo de telefonear. He dejado la orden de que me avisen si hay cualquiernovedad. De verdad es su amigo?

    Eso no me lo esperaba.De los del alma! Acaso lo dudaba? Una juez espaola se cortara la lengua

    antes de cometer delito de impostura ante un fiscal francs.Se echa a rer.Almorzar con nosotros? Solos usted y nosotros.Esta vez soy yo la que me echo a rer.Y eso, cuntas personas suma?Me mira extraado. Y, sin perder la sonrisa, se lo explico.En euskera, no decimos t y yo, sino t y nosotros. Zue eta bio. Al decir usted y

    nosotros me lo ha recordado.Empalidece.No me diga que conoce ese idioma! Por favor, Lola, promtame que no

    pertenece usted a la ETA.No hablo euskera: es un idioma muy difcil, pero soy bilbana y he pasado mi

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  • infancia all. Conozco algunas expresiones. Por lo dems, estese tranquilo.Suelta el aire de los pulmones.Qu alivio! Mucho mejor as. Entonces, vamos? Solos usted y nosotros tres.

    Pero sin mala intencin, que todos estamos casados...Le sonro desde lo ms profundo del alma, pero sigo en mis trece, y eso que, cuando

    pienso en comida, me suenan las tripas: estoy hambrienta. Casi saboreo el queso queseguro que nos sirven. Y los postres: los franceses son buenos reposteros.

    En esta ocasin, he de decir que me resulta un poco ms fcil. El placer es tanbreve como la fama, y, como a sta, enseguida lo echo de menos: mi cuidadora regresa.

    El agua que la funcionaria porta est, al menos, a treinta y siete grados. No meimporta. Suelo tomar el caf caliente como el infierno. Me la bebo de un tirn sinapartar los ojos de ella, que, impertrrita, con los brazos cruzados sobre el pecho, mecontempla burlona. Las costuras de la faja empiezan a ceder. No cabe ni una gota ms.

    Necesito ir al servicio le informo.La acompao se ofrece.Usted tambin tiene que ir?Me mira confusa. Pero enseguida se sobrepone.No, pero usted no sabe dnde est.Y usted s? pregunto. Nol acaba de referirse a ella como la parisina. Eso

    significa que, como yo, acaba de llegar. Doy en el clavo.No, pero me entero enseguida.Pues se lo agradezco. Espero aqu sus indicaciones. Luego, ir sola. No debe

    preocuparse por eso porque, si bien mi coeficiente intelectual no es demasiado alto, sealoja ms o menos en la media. Con unas sencillas indicaciones, ya sabe, la segunda ala derecha o algo as, me apao. Por cierto, dgame una cosa: cmo llaman en Franciaa las fajas?

    Cmo dice?Faja, ya sabe, esa prenda interior que te atrapa como si fuera un virus, y, una vez

    te ha enganchado, se te pega a la cintura, a la tripa y a los muslos hasta quitarte larespiracin...

    Comprendo, usted se refiere a la prenda teraputica. La llamamos gaine.Prenda teraputica, la muy cabrona! Dios santo. Llevo en pie desde ayer, mi amigo

    Iturri est malherido y yo me estoy jugando la carrera, y esta seora esprrago tiene lamala uva de hablarme de prendas teraputicas.

    Gaine... Ah, interesante! Pues, sabe qu? digo mientras me recoloco el

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  • sujetador, que mis poitrines son completamente naturales.Ella, poitrine, lo que se dice poitrine, no tiene. Pero tampoco tiene nada de lo

    dems: ni cadera ni culo ni celulitis ni arrugas. La muy esprrago, mira que traermeagua caliente!

    Pero es tan francesa que no me comprende. O si lo hace, no se ofende. Sale de lahabitacin.

    Me voy a hacer pis encima por pura chulera. Dios, no puedo aguantar ms! Seabre la puerta. Bien, ha tardado poco!

    Primera a la izquierda.Oh, bendito el que ide un artilugio tan til! Ni la rueda me parece mejor

    descubrimiento en este momento. Ni la olla exprs!Entro en el cuarto de bao y me desprendo de la maldita coraza. Mis clulas sienten

    el inmediato alivio; yo no: me noto los kilos de ms. Y encima no hay papel higinico...Yo soy un poco asquerosilla. No apoyo mis posaderas en ningn sitio extrao. Omantengo el equilibrio (ya saben, ese equilibrio inestable, que se acerca pero no toca,como si se tratara de algn tipo de ejercicio para fortalecer los glteos) o empapelo lataza. Como esta segunda opcin no es factible, me toca intentar acertar, aunque se tratade un bao francs. Los franceses tienen costumbre de hacer excusados liliputienses,donde casi no sirve ni el equilibrio inestable. Es ms, colocan el papel hacia arribapara que no te lo claves al acercarte... En fin. Perdn por el exabrupto.

    En la salida, sin embargo, me espera emboscada mi ngel guardin.Ah, qu amable! No hubiera hecho falta, seora. Si desde la prisin era la

    primera a la izquierda, la vuelta ser primera a la derecha. Aunque, quiz, en Franciafuncionen de otra manera.

    No me sonre. Slo me conduce como a una oveja descarriada hasta la habitacin.All recuerdo el filet mignon y me pongo de un humor de perros.

    Ya sin faja y con la vejiga vaca disfruto de la respiracin. Me han vuelto a confinaren la dichosa sala. El fiscal se ha esfumado. La mujer esprrago ha regresado con otrovaso de agua tibia y se ha sentado frente a m. No hace nada. Y yo tampoco. Mientrasaguardo acontecimientos, juego a imaginrmela disfrazada de espa. Necesitaraprtesis de silicona. O un sujetador con relleno XL. Y un saco de sal. Ni por sas. Serams fcil hacerla pasar por la abeja Maya. Nel no regresa. Ha debido de enfadarseconmigo. No le culpo: no es para menos. Sigue pasando el tiempo. Villegas no viene.La embajada no manda a nadie. La esprrago dormita. Me suenan las tripas.

    Empiezo a adormecerme cuando la puerta se abre con brusquedad, y aparece el

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  • comisario Mathieu. Lleva puesto el abrigo. Se cubre cuello y manos con bufanda yguantes. Se dirige a la mujer de Pars y le avisa de que un coche la espera. Ella ponecara de extraeza.

    Sus jefes quieren que vaya a la escena del crimen. Perdn, del suicidio. Haaparecido un polvo blanco sospechoso. Quieren que est presente mientras loinvestigan.

    Rauda, se levanta y sale a toda prisa.Mathieu me mira muy serio. Un polvo blanco, qu podr ser? Estoy pensando en

    ello cuando entra el fiscal Nol acompaado por otro caballero, al que no conozco. Losdos llevan abrigo; el fiscal Nol, gorro. El pobre est horrendo con ese tocado de lananegro calado hasta las cejas. Los tres prorrumpen en risas. Siguen con la juerga duranteun rato. Mathieu se tiene que sentar, se est poniendo malo.

    Polvo blanco! Tienes una imaginacin calenturienta, comisario dice Nol.Puedo saber qu ocurre? pregunto.Oh, nada, querida seora! Necesitbamos hablar con usted sin la lenguadina

    cerca. De modo que la hemos enviado fuera.O sea, que no hay polvo blanco.Los tres vuelven a rer.Claro que lo hay! He pedido al agente Suine que compre un kilo de harina y lo

    amontone en una esquina de la habitacin. La parisina tardar un rato en analizarlo. Yas nosotros podremos charlar con tranquilidad. Aunque, con la hora que es, sera mejorque hablramos mientras almorzamos. Nol tiene razn. Einstein es una magnficaopcin. De hecho, ya hemos reservado una mesa.

    Un almuerzo, pura cortesa profesional me recuerda el fiscal.Niego con la cabeza.Me encantara saludar a su primo Einstein, la verdad, pero temo que va a ser

    imposible...En ese momento, el hombre desconocido da un paso al frente.

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  • 6

    No lo he visto antes, pero no tengo duda de quin es. Se presenta y me estrecha la mano.Pierre Combeau, mdico forense. A sus pies, seora.Enchante respondo muy educada. Y de reojo miro en torno por si el fantasma

    de la mujer esprrago sigue rondndonos. Parece que se ha esfumado. Espero que noregrese.

    El forense Combeau no es joven pero tampoco tan mayor como haba supuesto.Tiene el pelo muy negro y la cara muy blanca, con un ligero matiz azulado. Sobre ellabio superior, trazado con tiralneas, descuella un gracioso bigotillo fino. A primerasangre, me recuerda a David Suchet interpretando al gran Hrcules Poirot, pero con lafrente menos despejada y la mitad de tamao.

    En realidad, no se parece tanto. Su cara es su pequeo bigote estrecho y rectilneo yun pelo muy negro pegado a un crneo redondo. El pegamento no es como la cola decontacto que empleo cuando se me despegan las tapas de los zapatos. Si me descuido yme toca los dedos, se queda tanto tiempo como nuestro amigo Eduardo, recindivorciado y ms solo que la una (su mujer, que se ha apaado a un viudo talludito yfeo, con ms dinero que pesa, no nos visita). El pegamento que Pierre emplea es depeor calidad. De hecho, su postizo se mueve por su cabeza con la soltura de un raberico por Marbella. Y huele raro, ms a ungento que a pegamento. En su rostro de unblanco deslucido destaca una sonrisa pequea bajo unos ojos pcaros y un alto grado dedelgadez. Parece frgil. Es frgil. Demasiado. Debe de estar enfermo, enfermedadavanzada, pero su voz todava no se ha enterado y se mantiene fuerte, castrense.

    Pierre Combeau, mdico forense, y a su servicio, seora reitera.Ah, encantada! Siempre es un placer conocer a un mdico forense expongo,

    estrechndole la mano tendida. En realidad, no miento. Todos los y las mdicosforenses que conozco son deliciosos, con gran sentido del humor e inmensahonorabilidad. Lo primero tiene lgica: ante tanto hoyo, o piensas en el bollo o te

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  • aplicas personalmente el escarpelo. No s qu relacin existir entre las autopsias y lahonorabilidad. Puede que sea simple casualidad. Yo slo puedo hablar de miexperiencia y los resultados de mi estadstica particular son del todo innegables.

    S, querida seora, soy forense. Pese a lo que puedan pensar los iletrados, entrelos que usted no se halla, mi oficio es un bonito oficio. Soy escriba de cuerpos: doy fede que el seor Garcs, tan educado, tan reputado, siempre tan comedido, descargasistemticamente sus frustraciones en su seora, que, esposa a la antigua, trata decubrirle maquillndose ms de la cuenta; levanto acta de la vagancia antipatritica delseor Moran, albail, a quien nuestra amada Repblica sufraga un largo historial debajas laborales cuando no padece enfermedad alguna relacionada con el ladrillo,cuanto con su huerto y su establo, a los que mima con el empeo de una madreprimeriza. Yo soy...

    Pierre, la seora es jueza: conoce de sobra la naturaleza de tu trabajo le cortaMathieu. El comisario lleva un par de restos blancos inidentificables colgando delbigote, junto a la nariz. Intento desviar la vista, pero mi mirada no puede sustraerse a suinflujo. Me digo que pueden ser miguitas del ltimo sndwich de queso que hayacomido, o algunas briznas desprendidas de un pauelo de papel o, definitivamente,secreciones fastidiosas. se es uno de los inconvenientes de los bigotes: lo recogentodo, sin excepcin. Quiero pensar que se ha comido un sndwich grande y blandito. S,debe de ser eso. Sin embargo, lo mire con el cario que lo mire, tengo que reconocerque se trata de simples y acuosos mocos.

    A sus pies, seora concluye el