DOLLY AMPARO CAGUASANGO VILLOTA
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DOLLY AMPARO CAGUASANGO VILLOTA
Magistrada ponente
SL080-2021
Radicación n.° 77118
Acta 01
Estudiado, discutido y aprobado en Sala Virtual
Bogotá, D. C., diecinueve (19) de enero de dos mil
veintiuno (2021).
La Corte decide el recurso de casación interpuesto por
FANNY NARANJO DE ACEVEDO contra la sentencia
proferida por la Sala Laboral del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Manizales, el 1º de diciembre de 2016, en
el proceso ordinario laboral que instauró la recurrente contra
el INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES, hoy
COLPENSIONES y AÍDA CORREA CORREA.
I. ANTECEDENTES
Fanny Naranjo de Acevedo llamó a juicio al Instituto de
Seguros Sociales para que se le condene a reconocer en su
favor la pensión de sobrevivientes con ocasión del
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fallecimiento de su cónyuge, Germán Acevedo Pizarro, a
partir del 11 de diciembre de 1998; la indexación de las
condenas, lo ultra y extra petita.
Igualmente, pidió que se declare que Aída Correa
Correa, quien invoca la condición de compañera permanente
de su esposo, no tiene derecho a obtener la prestación de
sobrevivientes aquí reclamada, al no cumplir con los
presupuestos legales para ello.
Para fundamentar sus peticiones, informó que el 20 de
abril de 1970 contrajo matrimonio con Germán Acevedo
Pizarro; que tuvieron dos hijos, los cuales eran mayores de
edad al momento de presentación de la demanda; que en el
año 1988 viajó a Estados Unidos a fin de buscar nuevas
oportunidades laborales; que al año siguiente obtuvo título
de residencia y que en 1992, tanto su esposo como sus hijos,
fueron a visitarla en época de vacaciones pues, durante el
tiempo en el que ella estaba trabajando en el exterior, su
compañero estaba pendiente del hogar en Colombia. Agregó
que el 11 de diciembre de 1998, su cónyuge falleció cuando
se encontraba en la ciudad de Queens en el Estado de Nueva
York, por lo que no lograron cumplir el proyecto de regresarse
a Colombia en el año 2000.
Precisó que su esposo, tuvo dos hijos
extramatrimoniales con Aída Correa Correa: Sebastián y
Alejandro Acevedo Correa; que aquella el 9 de marzo de 1999
presentó solicitud pensional ante el ISS, invocando su
condición de compañera permanente y madre de los hijos
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menores de edad del afiliado fallecido, prestación que les fue
reconocida mediante Resolución 000369 del 25 de febrero de
2000. No obstante, adujo que Aída Correa Correa nunca
fungió como compañera permanente de su esposo; que no
vivieron y que ella, en el año 2005, solicitó la pensión de
sobrevivientes por el fallecimiento del afiliado–ya que antes
estaba adelantando un tratamiento médico por fuera del
país- y que agotó reclamación administrativa.
El Instituto de Seguros Sociales, al dar respuesta a la
demanda, se opuso a la prosperidad de las pretensiones en
ella contenidas. Frente a los hechos, dijo atenerse a lo
probado en el proceso, pero en todo caso, admitió la calidad
de cónyuge de la demandante, el fallecimiento de Germán
Acevedo Pizarro; la existencia de dos hijos menores de edad
y el reconocimiento pensional otorgado a éstos y a quien
adujo ser compañera permanente del causante.
En su defensa, propuso las excepciones de falta de
certeza de cuál de las peticionarias tiene el derecho a acceder
a la pensión de sobrevivientes y prescripción.
Por su parte, el curador ad litem designado en favor de
Aída Correa Correa, dijo que los hechos se presumían ciertos
y atenerse a lo demostrado en el proceso. Se abstuvo de
invocar excepción o aportar alguna prueba.
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II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA
El Juzgado Primero Laboral Adjunto del Circuito de
Manizales, mediante fallo del 28 de septiembre de 2012,
resolvió:
PRIMERO: DECLARAR PROBADA PARCIALMENTE la excepción de prescripción.
SEGUNDO: CONDENAR al INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES a reconocer y pagar a la señora FANNY NARANJO DE ACEVEDO, la sustitución pensional en forma vitalicia por el
fallecimiento de su cónyuge Germán Acevedo Pizarro desde el 27 de abril de 2002, con sus mesadas adicionales e incrementos de
ley, en un porcentaje del 50% que se incrementará al 100% cuando los señores Sebastián y Alejandro Acevedo Correa pierdan su derecho pensional.
TERCERO: ORDENAR al INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES que al momento de cancelar las mesadas adeudadas, las ajuste
conforme al porcentaje de pérdida de poder adquisitivo de la moneda colombiana que para esos momentos certifique el Banco
de la República o el DANE, desde el día en que cada una de ellas se causó.
CUARTO: ABSOLVER al INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES de las demás pretensiones incoadas en su contra por FANNY
NARANJO DE ACEVEDO. QUINTO: CONDENAR en costas procesales a la señora AYDA
CORREA CORREA a favor de la señora FANNY NARANJO DE ACEVEDO, en un porcentaje del 100% teniendo en cuenta que las agencias en derecho fueron fijadas en la suma de $300.000.
SEXTO: ABSOLVER a la entidad demandada INSTITUTO DE
SEGUROS SOCIALES de las demás pretensiones incoadas en su contra por las señoras FANNY NARANJO DE ACEVEDO y AYDA CORREA CORREA.
Aunque en este proceso, la parte demandante adelantó
proceso ejecutivo laboral en contra de Colpensiones, el cual
culminó por pago de la obligación mediante auto del 6 de julio
de 2015, emitido por el Juzgado Tercero Laboral del Circuito
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de Manizales, la Sala de Casación Laboral de la Corte
Suprema de Justicia, mediante fallo del 27 de abril de 2016,
con ocasión de la acción de tutela instaurada por Aída Correa
Correa, en sede de impugnación, dejó sin efecto las
actuaciones posteriores a la sentencia de primera instancia
proferida el 28 de abril de 2012, por el Juzgado Primero
Laboral Adjunto del Circuito de Manizales, tales como: el
auto que decretó la ejecutoria de dicha providencia; el que
liquidó y aprobó las costas de primera instancia y la totalidad
del proceso ejecutivo que terminó por pago, ordenándose
levantar las medidas cautelares decretadas. Igualmente,
ordenó que se remitiera el expediente a la Sala Laboral del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Manizales, con el
fin de que se surtiera el grado jurisdiccional de consulta.
III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA
En virtud de la consulta concedida en favor del ISS y de
Aída Correa Correa, la Sala Laboral del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Manizales, en decisión del 1º de
diciembre de 2016, resolvió:
PRIMERO: REVOCAR la sentencia consultada, proferida por el
Juzgado Primero Laboral Adjunto del Circuito el día 28 de septiembre de 2012, dentro del proceso ordinario de la seguridad social de primera instancia promovido por la señora FANNY
NARANJO DE ACEVEDO en contra del INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES hoy ADMINISTRADORA COLOMBIANA DE
PENSIONES –COLPENSIONES y de la señora AÍDA CORREA CORREA, para en su lugar:
SEGUNDO: DECLARAR que la señora AÍDA CORREA CORREA tiene derecho a seguir percibiendo la pensión de sobrevivientes por el fallecimiento de su compañero permanente Germán
Acevedo Pizarro, que le fue reconocida por el INSTITUTO DE
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SEGUROS SOCIALES, hoy COLPENSIONES mediante la Resolución del 25 de febrero de 2000, a partir de la fecha en que
le fue suspendido su pago.
TERCERO: ABSOLVER a la ADMINISTRADORA COLOMBIANA DE PENSIONES COLPENSIONES de todas las pretensiones incoadas en su contra por la señora FANNY NARANJO DE
ACEVEDO. CUARTO: CONDENAR EN COSTAS de primera instancia a la
señora FANNY NARANJO DE ACEVEDO en favor de la ADMINISTRADORA COLOMBIANA DE PENSIONES –
COLPENSIONES, QUINTO: Sin COSTAS en esta segunda instancia.
En lo que interesa al recurso extraordinario, el Tribunal
indicó que el problema jurídico que debía resolver consistía
en establecer si a Fanny Naranjo de Acevedo y a Aída Correa
Correa, en condición de cónyuge y compañera permanente,
respectivamente, les asistía el derecho al reconocimiento de
la pensión de sobrevivientes con ocasión de la muerte de
Germán Acevedo Pizarro.
Precisó que los preceptos aplicables al presente asunto
eran los artículos 46 y 47 de la Ley 100 de 1993, en su
versión original, teniendo en cuenta que el afiliado falleció el
11 de diciembre de 1998, de acuerdo con los cuales, se
requiere que éste último hubiera cotizado un total de 26
semanas dentro del año inmediatamente anterior a su
deceso, requisito que, tal como lo advirtió el mismo ISS, se
encontraba acreditado en el presente evento.
Ahora, frente al presupuesto de la convivencia, advirtió
que tanto la cónyuge como la compañera permanente debían
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acreditar que convivieron con el causante por lo menos dos
años continuos con anterioridad a su fallecimiento.
Respecto de la cónyuge explicó que, según el registro
obrante a folio 11 del plenario, era posible inferir que el 20
de abril de 1970 contrajeron matrimonio Fanny Naranjo
Franco y Germán Acevedo Pizarro; que conforme a los
testimonios rendidos por Luis Gonzalo López Pareja y José
Luis Molina, dicha pareja vivió junta hasta cuando la actora
tuvo que mudarse a Estados Unidos, pero que siguieron
manteniendo su relación y el causante se quedó a cargo de
los hijos y que, finalmente, todo el núcleo familiar se radicó
en dicho país.
Consideró, sin embargo, que esas declaraciones no eran
de todo creíbles, pues no podían dar cuenta, con certeza, de
que los cónyuges sí convivieron durante los últimos dos años
anteriores al fallecimiento de uno de ellos, toda vez que, lo
que se sabe, es que el causante alternaba su vida en ambos
países, sin que los testigos pudieran dar cuenta de la vida en
común de la pareja en Estados Unidos, pues sus
manifestaciones son simples suposiciones «de que los viajes
realizados por el de cujus tuvieran como finalidad la de
compartir con su pareja, pues se sabe que sus hijos también
estaban radicados en dicho país, de ahí que sus visitas
puedan tener otras motivaciones diferentes» (f.º 21, cuaderno
del Tribunal). Agregó que igual situación ocurría frente a las
declaraciones extrajudiciales rendidas por los testigos
mencionados, las que no ofrecían claridad de la convivencia
entre los cónyuges.
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Calificó de extraño que, aunque el deceso de Germán
Acevedo Pizarro ocurrió en el año 1998 y la pensión se
hubiera concedido a la compañera permanente en el año
2000, la cónyuge demandante sólo hubiera acudido en el
2004 a reclamar sus derechos, supuestamente porque hasta
ese momento tuvo conocimiento de la concesión
prestacional, lo que, en criterio del Tribunal «desdice de su
condición de cónyuge que supuestamente compartiera con su
marido techo, lecho y mesa, pues más bien apuntan a un
abandono total de dicha condición» (f.º 22).
Añadió que los cónyuges no procrearon hijos en los dos
últimos años de vida del causante, pues para el año 2005,
aquellos ya eran mayores de edad.
Frente a la compañera permanente, Aída Correa Correa,
indicó que, aunque es cierto que a la luz de la versión original
de la Ley 100 de 1993, el derecho de la cónyuge excluiría el
de aquella, lo cierto es que aquí se había establecido que
Naranjo de Acevedo no probó un mejor derecho a aquel
reconocido por el ISS a la compañera permanente, lo que
confirmaba su calidad de beneficiaria.
Advirtió que, además, el supuesto de la convivencia se
entendía satisfecho al haberse admitido expresamente en la
contestación de la demanda y en sede administrativa, por
parte del ISS. Como apoyo de sus conclusiones, citó extractos
del fallo CSJ SL831 -2015.
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IV. RECURSO DE CASACIÓN
El recurso fue interpuesto por Fanny Naranjo de
Acevedo, concedido por el Tribunal y admitido por la Corte,
por lo que se procede a resolver.
V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN
La actora pretende que la Corte case totalmente la
sentencia recurrida, para que, en sede de instancia, confirme
la decisión de primer grado.
Con tal propósito propone tres cargos, por la causal
primera de casación, los cuales fueron replicados por
Colpensiones y por Aída Correa Correa. Tales acusaciones
serán analizadas de forma conjunta pues, aunque se
formulan por sendas distintas, su resolución permite una
continuidad argumentativa que hace coherente el discurso,
aparte de que denuncian idéntico elenco normativo.
VI. PRIMER CARGO
Denuncia el fallo de ser violatorio de la ley sustancial,
por la vía indirecta, en la modalidad de aplicación indebida
de los artículos 13, 29, 48, 53, 83, 90 y 373 de la
Constitución Política, en relación con los artículos 167 y 176
del CGP.
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Estima que el Tribunal incurrió en los siguientes errores
de hecho:
No dar por demostrado, estándolo, que la demandante tenía
derecho a la pensión de sobrevivientes en su calidad de cónyuge supérstite del causante, por haber cumplido con los requisitos de ley.
Dar por demostrado, sin estarlo, que la codemandada AÍDA
CORREA CORREA tenía derecho a la pensión de sobrevivientes en su condición de compañera permanente del causante.
No dar por demostrado, estándolo, que la recurrente siempre brindó apoyo moral, espiritual y económico a su esposo GERMÁN ACEVEDO hasta la fecha de su deceso.
Dar por demostrado, sin estarlo, que la codemandada AÍDA
CORREA CORREA acreditó el tiempo de convivencia necesario para acceder a la pensión de sobrevivientes como compañera permanente.
Refiere que los anteriores yerros se cometieron por la
apreciación indebida de las declaraciones extrajudiciales
obrantes a folios 30 y 31 del expediente; los testimonios de
Luis Gonzalo López Pareja y José Luis Molina Amariles (f.º
447 a 448 y 454 a 455) y los documentos de folios 369 a 436,
debidamente traducidos al español.
Señala que en este evento no existe duda de que el 20
de abril de 1970, contrajo matrimonio católico con Germán
Acevedo Pizarro. Su inconformidad, radica en que el Tribunal
hubiera concluido que en este caso no se había acreditado el
presupuesto de convivencia dentro de los dos años previos al
fallecimiento del causante, en lo que se refiere a ella como
cónyuge, pues los documentos obrantes a folios 369 a 436
evidencian actos de ayuda mutua y económica que se
proporcionó la pareja de esposo y el acompañamiento hasta
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que el afiliado murió. Lo anterior, dice, lo corroboran los
testimonios rendidos por López Pareja y Molina Amariles,
quienes informaron que Germán Acevedo Pizarro viajó a
Estados Unidos, aproximadamente, entre 1993 y 1994.
Dice que, con la documental relacionada, es posible
advertir que, antes del año 1993, el servicio de hacienda e
impuestos de los Estados Unidos le remitía correspondencia
a la dirección 40 66 Calle Ithaca únicamente a su nombre,
luego de lo cual, ella comenzó los trámites para obtener la
visa de residencia tanto de sus hijos como de su esposo,
momento en el que Germán Acevedo fijó como nueva
residencia la misma que ella relacionaba, contando incluso
con su apoyo económico.
Agrega que a folios 377 a 380 se demuestra que los
gastos de hospitalización, tratamientos y procedimientos
médicos que requirió su cónyuge, le fueron cobrados a ella,
quien debió asumirlos a través de su agencia de seguros.
Añade que los folios 369, 377, 378 a 380, 392 a 395, 410,
16, 420 y 422 no fueron apreciados por el juez de segundo
grado, de la cual se infiere, como lo manifestaron los testigos,
que Germán Acevedo Pizarro sí se fue a vivir a Estados
Unidos.
Considera que, aunque el ISS reconoció la prestación de
sobrevivientes a la compañera Aída Correa Correa, esa
circunstancia no era determinante al momento de analizar a
cuál de ellas le asistía el derecho pensional, pues era claro
que existía un conflicto entre beneficiarias y era en el
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transcurso del proceso laboral donde debía establecerse la
verdad, advirtiendo que Correa Correa no demostró la
convivencia con el causante.
Refiere que los testigos mencionados fueron claros al
admitir que entre la pareja de esposos existió vida marital,
desde el momento en que se casaron hasta cuando ocurrió el
deceso de Germán Acevedo Pizarro; que siempre vivieron
juntos hasta que ella viajó a Estados Unidos; que el padre se
quedó encargado de los hijos menores de edad; que ella les
seguía enviando dinero y que, cuando llevaba cinco años de
residir en ese país, viajaron todos a Norteamérica. Advierte
que, según la jurisprudencia, cuando la separación de la
pareja ocurre por circunstancias ajenas a su voluntad, no se
rompe el elemento de convivencia, para lo cual cita apartes
del fallo CSJ SL, 10 may. 2007, rad. 30141.
Por último, en relación con la prueba testimonial, indica
lo siguiente:
Ahora bien, le resta credibilidad la Sala Laboral del Tribunal
Superior de Manizales a las deponencias rendidas por los testigos, manifestando que dichas personas no pueden afirmar
con certeza que la señora Fanny Naranjo y el señor Germán Acevedo hacían vida en común en Norteamérica, toda vez que ninguno pudo corroborar con sus propios medios que así
ocurriera, así como también, que el señor Germán Acevedo alternaba su estadía en ambos países, esto es, Estados Unidos y Colombia. Considera este apoderado que al tener los señores
LUIS GONZALO LÓPEZ PAREJA y JOSÉ LUIS MOLINA AMARILES una relación directa, de confianza, habitual y
permanente con el fallecido Germán Acevedo, no se le puede restar credibilidad a sus manifestaciones por el simple hecho de no tener la oportunidad de realizar un viaje al país
norteamericano para darle credibilidad a la convivencia entre la pareja durante sus últimos dos años, más aún cuando son claros
y asertivos en confirmar lo que se resalta de la prueba
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documental planteada anteriormente y donde se observa el acompañamiento espiritual, económico y la ayuda mutua que
existió entre los cónyuges hasta el día del fallecimiento del señor ACEVEDO (f.º 30).
VII. RÉPLICA
Aída Correa Correa estima que el cargo no cumple con
las exigencias técnicas que exige su formulación, toda vez
que los errores de hecho deben ser manifiestos y provenir de
alguna de las pruebas aptas en casación, lo que no ocurre en
este evento. Advierte que, si bien la censura hace alusión a
una documentación traducida al idioma castellano, lo cierto
es que tales elementos no dan cuenta de la ayuda mutua y
económica que invoca la demandante, prodigaba a su esposo,
de ahí que su falta de valoración no tenga incidencia en el
sentido del fallo atacado.
Agrega que, en todo caso, la prueba testimonial fue
valorada en debida forma, pues a ninguno de los declarantes
le consta las circunstancias en las que la pareja de cónyuges
habría convivido, por lo que no se demuestra ningún error
relevante y manifiesto que desvirtúe la presunción de
legalidad del fallo atacado.
Por su parte, Colpensiones considera que el cargo
adolece de defectos de técnica, ya que mezcla dos
modalidades respecto de un mismo conjunto de normas y se
funda en pruebas no aptas en casación. Agrega que, como el
derecho estaba en discusión, su pago debió suspenderse, por
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lo que la entidad se atiene a lo que resuelva la justicia
ordinaria.
VIII. SEGUNDO CARGO
Acusa la sentencia de ser violatoria de la ley sustancial,
por la senda directa, en la modalidad de interpretación
errónea de los artículos 47 de la Ley 100 de 1993; 7 y 9 del
Decreto 1889 de 1994, en relación con los artículos 11, 48,
50, 141 y 289 de la Ley 100 de 1993; 51 del Decreto 2651 de
1991 (llevado a legislación permanente por el artículo 162 de
la Ley 446 de 1998).
Dice que acepta las conclusiones fácticas del Tribunal y
que su cuestionamiento tiene que ver con la intelección que
les dio a las normas denunciadas. Al respecto, explica que
esta Sala de Casación ha precisado que, en relación con el
literal a) del artículo 47 de la Ley 100 de 1993, modificado
por el artículo 13 de la Ley 797 de 2003, la cónyuge
supérstite puede demostrar cinco años de convivencia con el
causante en cualquier tiempo, siempre y cuando se
mantengan los lazos espirituales, económicos y de ayuda
mutua hasta el momento del deceso.
Así, el fin esencial de lo previsto en el artículo 47 de la
Ley 100 de 1993 es radicar el derecho pensional en aquella
persona que mantuvo los lazos familiares y de ayuda
pensional y material con el pensionado o asegurado fallecido
hasta el momento del deceso. En ese sentido, estima que no
era acertado exigir los requisitos previstos en el texto original
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de la Ley 100 de 1993 para la cónyuge que, aunque no
hubiera convivido dentro de los dos años anteriores al
fallecimiento del afiliado, hubiera conservado el vínculo
familiar a través de actos de apoyo mutuo, espiritual y
económico, aunque hubiera mediado una separación de
hecho.
Solicita que se modifique la jurisprudencia de esta Sala,
de manera que pueda aplicarse, en aquellos casos que deban
resolverse a la luz del artículo 47 de la Ley 100 de 1993, en
su versión original, las exigencias incluidas con la Ley 797
de 2003, relacionadas con la acreditación de cinco años de
convivencia, en cualquier tiempo, y se mantenga incólume la
vocación de familia, así exista una separación de hecho.
Así las cosas, estima que el Tribunal incurrió en un
yerro al no dar por demostrado que hizo vida marital con
Germán Acevedo Pizarro durante más de cinco años,
brindándose apoyo espiritual, económico y moral mutuos
hasta el día en que falleció este último, por lo que no es
posible que se niegue el derecho pensional reclamado,
entendiendo que no se acreditó la convivencia durante los
últimos dos años. Ello, estima, constituye una intelección
indebida de las normas denunciadas, dejando desprotegida
la institución de la familia y el fin de la pensión de
sobrevivientes.
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IX. RÉPLICA
Aída Correa Correa considera que este asunto no puede
ser analizado a la luz de una normativa distinta a la que le
es aplicable, concretamente, el artículo 46 de la Ley 100 de
1993, en su versión original, teniendo en cuenta la fecha de
fallecimiento del afiliado. Por eso, al no acreditarse los dos
años de convivencia previos al deceso, la demandante no
tiene derecho a la prestación reclamada.
Agrega que, en todo caso, no está demostrado que la
pareja de esposos hubiera mantenido vivo y actuante su
vínculo mediante el auxilio mutuo, entendido como
acompañamiento permanente, apoyo económico, aún en
casos de separación y rompimiento de la convivencia, ya que,
al ser el ataque formulado por la senda directa, permanecen
incólumes las conclusiones fácticas en las que,
precisamente, se descartó la comprobación de esa exigencia.
Colpensiones considera que, aunque en los cargos
segundo y tercero se formula una discusión de orden
jurídico, se hace relación a elementos de prueba a fin de
demostrar la presunta convivencia entre los cónyuges,
olvidando que la senda directa, es ajena a discusiones de tipo
fáctico. Agrega que se atiene a lo que resuelvan las
autoridades judiciales competentes.
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X. TERCER CARGO
Denuncia la sentencia de ser violatoria de la ley
sustancial, por la vía directa, en la modalidad de
interpretación errónea de los artículos 42 de la Constitución
Política; 46 y 47 de la Ley 100 de 1993; 7 y 9 del Decreto
1889 de 1994, en relación con los artículos 11, 48, 50, 141 y
289 de la Ley 100 de 1993; 51 del Decreto 2651 de 1991
(llevado a legislación permanente por el artículo 162 de la Ley
446 de 1998).
Señala que el Tribunal interpretó indebidamente las
normas denunciadas, toda vez que, como el causante murió
el 11 de diciembre de 1998, esto es, en vigencia de la Ley 100
de 1993, en su versión original, debió darse preferencia al
derecho pensional de la cónyuge, por encima de la
compañera permanente, por así disponerlo esa normativa.
Así, aduce que, como quiera que ella conservó su
condición de cónyuge con sociedad vigente hasta el momento
del fallecimiento y, además, se mantuvo el vínculo espiritual,
sentimental y económico, es ella quien tiene total y pleno
derecho a reclamar la pensión de sobrevivientes y no, Aída
Correa Correa, quien fungió como compañera permanente,
calidad que, además, considera que no se demostró en este
proceso. Cita apartes de la decisión CSJ SL, 2 sep. 208, rad.
33771.
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XI. RÉPLICA
Aída Correa Correa considera que el cargo no cumple
con las exigencias de técnica requeridas, ya que no está
debidamente sustentado, pues lo único que se refiere es un
aparte jurisprudencial; además que, al formularse por la vía
directa, se aceptan todos los supuestos fácticos que el
Tribunal tuvo por demostrados.
Colpensiones argumenta que, aunque en los cargos
segundo y tercero se formula una discusión de orden
jurídico, se relacionan elementos de prueba a fin de
demostrar la presunta convivencia, olvidando que la senda
directa, es ajena a discusiones de tipo fáctico. Agrega que se
atiene a lo que resuelva las autoridades judiciales
competentes.
XII. CONSIDERACIONES
Aunque los cargos son formulados por vías distintas, la
Sala advierte que en todos ellos se plantea la posibilidad de
que la demandante acceda a la pensión de sobrevivientes
originada como consecuencia del deceso de su cónyuge,
Germán Acevedo Pizarro y, para hacerlo, invoca la supuesta
acreditación del elemento de convivencia mediante los
elementos de prueba obrantes en el plenario –ataque fáctico-
al igual que sugiere la indebida intelección de las normas
constitutivas de la proposición jurídica, que comprenden
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tanto la versión original de la Ley 100 de 1993 –norma
vigente al momento del fallecimiento del afiliado- como de las
modificaciones incorporadas con la Ley 797 de 2003,
respecto de las cuales reclama su aplicación por
favorabilidad. Como quiera que todos estos asuntos
encuentran un hilo conductor común, la Corte decide
abordarlos de manera conjunta, aunque distinguiendo cada
una de las temáticas planteadas.
Previo a resolver el asunto, resulta oportuno ilustrar
sobre los siguientes supuestos fácticos que no fueron
cuestionados por las partes: i) Fanny Naranjo de Acevedo y
Germán Acevedo Pizarro contrajeron matrimonio el 20 de
abril de 1970 (f.º 11); ii) Germán Acevedo falleció el 11 de
diciembre de 1998; iii) Mediante Resolución 000369 de 2000,
el ISS concedió pensión de sobrevivientes en favor de Aída
Correa Correa y los menores de edad, Sebastián y Alejandro
Acevedo Correa, en calidad de compañera permanente e hijos
del causante, respectivamente.
(i) Del principio de favorabilidad
Ahora bien, el primer tema que la Corte procede a
analizar, consiste en el reproche jurídico que le hace la
censura al Tribunal, al no haber aplicado, en virtud del
principio de favorabilidad, lo dispuesto en el artículo 13 de la
Ley 797 de 2003. Ello, en tanto esa discusión permitirá fijar
el marco jurídico con base en el cual debe resolverse el
presente caso, especialmente en lo que concierne su ámbito
temporal; precisión a partir de la cual se podrá advertir si, a
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la luz de las disposiciones vigentes al asunto, la demandante
cumple o no los presupuestos para obtener la pensión
reclamada.
Para ello, resulta oportuno recordar que, en materia de
pensión de sobrevivientes, la norma aplicable es justamente
aquella que se encontraba vigente al momento en que ocurrió
el riesgo amparado, en este caso, la muerte del afiliado o
pensionado que, para el caso, no es otra que los artículos 46
y 47 de la Ley 100 de 1993, en su versión original, dado que
el deceso se produjo el 11 de diciembre de 1998. Sobre ello
ha insistido la Sala en múltiples oportunidades, delimitando
con ello el ámbito temporo-espacial de las normas que debe
tener en cuenta el funcionario judicial cuando se enfrenta
ante un caso como el presente. Así, en CSJ SL5640 -2015, la
Corte precisó:
En materia de pensión de sobrevivencia, tiene definido la Corte,
como principio general, que la norma aplicable es la vigente al momento del fallecimiento del pensionado o afiliado, de manera que por este aspecto el Tribunal no incurrió en yerro jurídico
alguno.
Ahora, si la pensión de invalidez y la muerte del fallecido
acontecieron en vigencia de la Ley 100 de 1993, son las disposiciones de esta ley las que deben aplicarse en su integridad
sin tener que acudir a otras normatividades anteriores, en tanto en esa materia no se consagró un régimen de transición, como sí ocurrió con la pensión de vejez. El artículo 16 del Código
Sustantivo del Trabajo dispone que las normas sobre trabajo, por su condición de orden público, producen efecto general inmediato y se aplican a las relaciones que estén en curso sin que tengan
efecto retroactivo y sin afectar situaciones consumadas o definidas conforme a leyes anteriores. En el asunto bajo examen, la
situación de los cónyuges en punto a la pensión de sobrevivientes, no implicaba una situación consumada o definida por leyes anteriores a la Ley 100 de 1993, pues el causante no estaba
pensionado, de manera que las condiciones que trajo la nueva ley
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en la materia referida, quedaban cobijadas con la nueva normatividad que empezó a regir el 1 de abril de 1994.
Ahora bien, no es posible otorgar la prestación
reclamada con fundamento en los requisitos dispuestos para
la pensión de sobrevivientes en la Ley 797 de 2003 pues, en
primer lugar, la jurisprudencia ha afirmado que es
improcedente hacer una búsqueda de legislaciones a fin de
determinar cuál se ajusta a las condiciones particulares del
causante o cuál resulta ser más favorable, pues con ello se
desconoce que las leyes sociales son de aplicación inmediata
y, en principio, rigen hacia futuro. Esa ha sido la postura de
la Sala expuesta en recientes providencias, entre otras, CSJ
SL9762-2016, CSJ SL9763-2016, CSJ SL9764-2016, CSJ
SL15612-2016, CSJ SL15617-2016, CSJ SL1689-2017, CSJ
SL1090-2017, CSJ SL2147-2017, CSJ SL3867-2017, CSJ
SL3868-2017, CSJ SL2111-2018, CSJ SL1595-2018 y CSJ
SL1983-2018.
En segundo lugar, porque la posibilidad de analizar el
asunto a la luz del principio de la condición más beneficiosa
para acceder a la pensión de sobrevivientes, como excepción,
implica la aplicación de la disposición inmediatamente
anterior a la vigente al momento del fallecimiento; mientras
que en esta oportunidad, lo que pretende la censura no es
que se consideren legislaciones anteriores para analizar el
derecho pensional, sino que se aplique la Ley 797 de 2003, a
un supuesto de hecho que se consolidó previo a su
expedición, lo que no es posible por disposición
constitucional, concretamente, el artículo 29 superior. En la
sentencia SL1884-2020, la Sala expresó:
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En el caso de la prestación de sobrevivientes, la institución de la
condición más beneficiosa protege las expectativas legítimas de los beneficiarios de un afiliado al sistema general de pensiones que
fallece, siempre que haya cotizado la densidad de semanas establecidas en la ley anterior para cubrir tal contingencia, pero cuyo hecho generador -la muerte- ocurre en vigencia de la
normativa posterior. Ha de tenerse presente que la aplicación del principio en referencia
tiene, además, las siguientes características: (i) no es absoluta ni atemporal; (ii) procede en caso de cambio normativo, y (iii) permite
la aplicación de la disposición inmediatamente anterior a la vigente al momento del fallecimiento, si el afiliado aportó la densidad de semanas requeridas para el reconocimiento del
derecho pensional.
La característica relativa a que no es absoluto e ilimitado en el tiempo, significa que no puede utilizarse para garantizar la perpetuidad de un régimen que en un tiempo pretérito estuvo
vigente y le era aplicable a un sujeto o a un grupo de personas, dado que, bien comprendido, su ámbito de aplicación se orienta a conservar un régimen normativo anterior, cuando quiera que el
titular haya cumplido una condición relevante del mismo que, si bien no es definitiva para adquirir el derecho, juega un rol
fundamental en su consolidación. (…) De ahí, que el delimitar la aplicación del principio de la
condición más beneficiosa a la norma inmediatamente anterior sirve a varios propósitos:
(i) Si la potestad de configuración de un sistema pensional permite al legislador introducir cambios a fin de garantizar los principios
y objetivos del sistema, no tiene sentido mantener en el tiempo disposiciones anteriores, puesto que ello haría nugatorios todos
los propósitos económicos y sociales que pretenden lograrse con una reforma. (ii) Si los regímenes de transición, en esencia, siempre son temporales, no hay razón alguna que justifique que la aplicación
del principio de condición más beneficiosa deba mantenerse indefinidamente en el tiempo, así bajo su vigencia se haya dado inicio o se hayan efectuado cotizaciones para obtener el amparo
que se pretende. (iii) Tal restricción contribuye a la preservación de otro valor
fundamental: la seguridad jurídica, que ofrece certeza a los ciudadanos sobre las reglas jurídicas que emplearán los jueces en
la solución de las controversias que se sometan a su consideración, sin que les sea posible acudir a una búsqueda histórica para determinar la norma que más convenga a una
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situación particular; la aplicación del principio amplia e ilimitadamente genera incertidumbre en los actores del sistema
pensional y en los ciudadanos en general, respecto de las reglas que definen el acceso a un derecho pensional.
En conclusión, si la finalidad del principio de la condición más beneficiosa es proteger expectativas legítimas que puede cambiar
el legislador con apego a los parámetros constitucionales, no tiene sentido que su aplicación permita acudir a cualquier normativa anterior o, en otros términos, resulte indefinida en todos los
tránsitos legislativos que puedan generarse en la configuración del sistema pensional, de por sí, de larga duración –La Sala resalta-.
Y, finalmente, tampoco es posible considerar los
requisitos para la pensión de sobrevivientes a la luz del
artículo 13 de la Ley 797 de 2003, ni siquiera bajo el
argumento de acudir al principio de favorabilidad
contemplado en el artículo 53 de la Constitución Política,
porque su mandato parte de la existencia de duda en la
aplicación o interpretación de normas vigentes, lo que no
ocurre en el sub lite.
En ese orden de ideas, debe advertirse que el juez de
segundo grado no incurrió en el yerro jurídico que se le
endilga respecto de esta temática, pues el derecho a la
pensión de sobrevivientes debía dirimirse bajo la norma
vigente al momento del deceso del asegurado, que en el caso
concreto no es otra que los artículos 46 y 47 de la Ley 100 de
1993, en su versión original, en tanto el fallecimiento ocurrió
el 11 de diciembre de 1998, cuyos requisitos –según el ad
quem- no cumplió la demandante recurrente, ya que no logró
demostrar que convivió con su cónyuge dentro de los dos
años anteriores al deceso.
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ii) De la prueba de la convivencia de la cónyuge
Esta Sala de la Corte ha sido consistente en precisar
que, en el marco del artículo 47 de la Ley 100 de 1993, en su
redacción original, cuya aplicación a este asunto es
indiscutible, el parámetro esencial para determinar quién es
el legítimo beneficiario de la pensión de sobrevivientes es la
convivencia efectiva, real y material entre la pareja, y no tanto
la naturaleza jurídica del vínculo que se tenga. En ese
sentido, la Corte ha establecido que tanto al cónyuge como
al compañero (a) permanente les es exigible el presupuesto
de la cohabitación, por el término establecido en la ley, por
lo que no basta con la sola demostración del vínculo
matrimonial, para tener la condición de beneficiario (CSJ SL,
10 may. 2005, rad. 24445, reiterada en CSJ SL, 22 nov.
2011, rad. 42792, CSJ SL460-2013 y CSJ SL13544-2014 y
CSJ SL, 2235 –2019).
Al respecto, en CSJ SL5640 -2015 se indicó:
El artículo 47 de la Ley 100 de 1993, en su redacción original,
antes de la inexequibilidad parcial que le decretó la sentencia
C-1176 de 2001, establecía que el cónyuge o la compañera o
compañero supérstite, para tener derecho a la pensión de
sobrevivientes por muerte del pensionado, debía acreditar «que
estuvo haciendo vida marital con el causante, por lo menos
desde el momento en que éste cumplió con los requisitos para
tener derecho a una pensión de vejez o invalidez, y hasta su
muerte, y haya convivido con el fallecido no menos de dos (2)
años continuos con anterioridad a su muerte, salvo que haya
procreado uno o más hijos con el pensionado». Es decir, que
como presupuesto esencial para su causación, señaló el
requisito de la convivencia efectiva, real y material entre la
pareja (…)
Lo anterior no obsta para señalar que la Sala también
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ha sostenido que la cónyuge sí tiene un derecho preferencial
a recibir la pensión de sobrevivientes, en aplicación del
artículo 47 de la Ley 100 de 1993, en su versión original,
cuando demuestra la convivencia por el término legal y se
enfrenta a una hipótesis de convivencia simultánea con una
compañera permanente hasta el momento de la muerte.
Hechas estas aclaraciones, la casacionista pretende
demostrar que sí acreditó, con las pruebas obrantes en el
plenario, que convivió con Germán Acevedo Pizarro en los dos
años anteriores a su fallecimiento, de modo que sí cumple
con las exigencias previstas en el artículo 47 de la Ley 100
de 1993, en su versión original. Para ello, denuncia varios
elementos de juicio que, considera, prueban esa
circunstancia, aparte de que evidencian que Aída Correa
Correa -a quien el Tribunal reconoció la pensión de
sobrevivientes solicitada en este trámite, en condición de
compañera permanente- no satisfizo las exigencias legales
que supone el reconocimiento de dicha prestación y a cuyo
análisis procede la Sala.
Pruebas no valoradas
Documentos folios 369 a 436
De entrada, la Sala advierte que se trata de medios de
prueba no aptos en casación, pues consisten en
documentación expedida por terceros, como lo son entidades
bancarias extranjeras y hospitalarias, corredores de bienes
raíces que, por ende, para el presente asunto, no tienen la
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entidad de configurar un yerro en sede de casación.
Por lo demás, lo que allí se cuenta es que la demandante
habría asumido los gastos hospitalarios que antecedieron a
la muerte de su esposo, al igual que ilustran temas
relacionados con deudas de impuestos, esto es, asuntos
administrativos que en modo alguno, tendrían la virtualidad
de demostrar las condiciones concretas de su presunta
convivencia como pareja, máxime si el Tribunal advirtió que
el viaje a Estados Unidos del afiliado fallecido, no implicaba
necesariamente una comunidad de vida, sino con motivo de
una visita a los hijos que tenían en común, y que los testigos
no eran coincidentes en sus afirmaciones al respecto.
Debe resaltarse que, incluso, en una declaración de
impuestos hecha por la demandante, en la que hace mención
a su esposo, Germán Acevedo Pizarro, indicó como dirección
de residencia, la Calle 48D No. 20 -101 de la ciudad de
Manizales, en Colombia (f.º 393); la apertura de cuentas a
nombre del causante tampoco evidencian su convivencia
durante el tiempo previsto por la ley relacionada y, si bien
existen dos declaraciones de impuestos en las que registran
los nombres de Fanny Naranjo y Germán Acevedo, ello
ocurrió en el año 1996, de modo que es insuficiente para
evidenciar la convivencia hasta el año 1998, que fue el
momento en que ocurrió su deceso.
Por lo demás, aunque la actora dijo que se fue a vivir a
los Estados Unidos en 1988, en el documento de folio 392,
declaró que ello ocurrió en 1981, por lo que se trata de
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elementos carentes de la contundencia y claridad que exige
esta sede a fin de dar al traste con la decisión de segundo
grado.
Pruebas indebidamente apreciadas
Declaraciones extrajudiciales y testimonios de Luis
Gonzalo López Pareja y José Luis Molina Amariles
Se trata de declaraciones que, por su naturaleza, no son
idóneas para soportar la existencia de yerros fácticos en esta
sede, por lo que no es posible abordar su estudio, al menos
no sin que previamente se acredite error de hecho alguno con
cualquiera de las tres pruebas calificadas en casación, esto
es, el documento auténtico, la confesión judicial y la
inspección judicial, conforme a la restricción legal contenida
en el artículo 7° de la Ley 16 de 1969, lo que no ocurre en
este caso.
En consecuencia, la Sala descarta un yerro fáctico
derivado de la valoración de los medios denunciados por la
censura.
iii) Del derecho preferente de la cónyuge a la luz de
la Ley 100 de 1993
Teniendo en cuenta las circunstancias vistas en
precedencia, es claro que la discusión que plantea la
recurrente en el cargo tercero, carece de transcendencia,
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dado que, al mantenerse incólumes las conclusiones
probatorias del fallo, en las que se determinó que la cónyuge
no había demostrado el elemento de convivencia dentro de
los dos años anteriores al fallecimiento del afiliado, carece de
finalidad alguna, entrar a discutir si ante la supuesta
convivencia simultánea de esposa y compañera permanente
con el causante, hay algún derecho que se prefiera en los
términos de la Ley 100 de 1993, en su versión original pues,
en realidad, en el fallo cuestionado no están dadas esas
circunstancias fácticas y tampoco pudieron acreditarse en
esta sede.
Entonces, aunque como se vio, la cónyuge sí tiene
legalmente un derecho preferencial a recibir la pensión de
sobrevivientes, en aplicación del artículo 47 de la Ley 100 de
1993, en su versión original, ello sólo opera ante una
hipótesis de convivencia simultánea con una compañera
permanente hasta el momento de la muerte, lo que no ocurre
en este evento, en el que la cónyuge no pudo demostrar que
el Tribunal se equivocó al concluir que no había vivido con el
causante dentro de los dos años previos a su muerte.
Por último, aunque la cónyuge demandante discute el
derecho de Aída Correa Correa, alegando que no demostró la
convivencia con el causante, lo cierto es que no refirió ningún
argumento tendiente a demostrar su tesis probatoria, aparte
de que, tal como lo dijo el juez de segundo grado, al haberse
aceptado en sede administrativa, por parte de la entidad
demandada, la convivencia entre el afiliado y la compañera
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permanente para efectos de reconocerle a ésta la pensión de
sobrevivientes, se trataba de una circunstancia pacífica y no
discutible, y cuya certeza se mantiene al no haberse derruido
en sede casacional por la parte recurrente.
Por todo lo anterior, los cargos no prosperan.
Las costas en el recurso extraordinario estarán a cargo
de la parte actora. Se fija como agencias en derecho, la suma
de $4.240.000, que se incluirá en la liquidación que se
practique conforme a lo dispuesto en el artículo 366 del
Código General del Proceso.
XIII. DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,
Sala de Casación Laboral, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la ley, NO CASA la
sentencia proferida por la Sala Laboral del Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Manizales, el 1º de diciembre de 2016,
en el proceso ordinario laboral que instauró FANNY
NARANJO DE ACEVEDO, contra el INSTITUTO DE
SEGUROS SOCIALES, hoy COLPENSIONES y AÍDA
CORREA CORREA.
Costas como se indicó en precedencia.
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Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el
expediente al tribunal de origen.