Domingo 15 de Febrero de 2015

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Domingo 15 de febrero de 2015 Sexto domingo del tiempo ordinario Levítico 13,1-2.44-46 El leproso tendrá su morada fuera del campamento El Señor dijo a Moisés y a Aarón: "Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca la lepra, será llevado ante Aarón, el sacerdote, o cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata de un hombre con lepra: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de le- pra en la cabeza. El que haya sido declarado enfermo de le- pra andará harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: "¡Impuro, impuro!" Mientras le dure la afección, seguirá impuro; vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento." Salmo responsorial: 31 Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación. Dichoso el que está absuelto de su culpa, / a quien le han se- pultado su pecado; / dichoso el hombre a quien el Señor / no le apunta el delito. R. Había pecado, lo reconocí, / no te encubrí mi delito; / propu- se: "Confesaré al Señor mi culpa" / y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R. Alegraos, justos, y gozad con el Señor; / aclamadlo, los de corazón sincero. R.

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  • Domingo 15 de febrero de 2015 Sexto domingo del tiempo ordinario

    Levtico 13,1-2.44-46

    El leproso tendr su morada fuera del campamento

    El Seor dijo a Moiss y a Aarn: "Cuando alguno tenga una inflamacin, una erupcin o una mancha en la piel, y se le produzca la lepra, ser llevado ante Aarn, el sacerdote, o cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata de un hombre con lepra: es impuro. El sacerdote lo declarar impuro de le-pra en la cabeza. El que haya sido declarado enfermo de le-pra andar harapiento y despeinado, con la barba tapada y gritando: "Impuro, impuro!" Mientras le dure la afeccin, seguir impuro; vivir solo y tendr su morada fuera del campamento."

    Salmo responsorial: 31

    T eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberacin.

    Dichoso el que est absuelto de su culpa, / a quien le han se-pultado su pecado; / dichoso el hombre a quien el Seor / no le apunta el delito. R.

    Haba pecado, lo reconoc, / no te encubr mi delito; / propu-se: "Confesar al Seor mi culpa" / y t perdonaste mi culpa y mi pecado. R.

    Alegraos, justos, y gozad con el Seor; / aclamadlo, los de corazn sincero. R.

  • 1Corintios 10,31-11,1

    Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo

    Hermanos: Cuando comis o bebis o hagis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios. No deis motivo de escndalo a los judos, ni a los griegos, ni a la Iglesia de Dios, como yo, por mi parte, procuro contentar en todo a to-dos, no buscando mi propio bien, sino el de la mayora, para que se salven. Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cris-to.

    Marcos 1,40-45

    La lepra se le quit, y qued limpio

    En aquel tiempo, se acerc a Jess un leproso, suplicndole de rodillas: "Si quieres, puedes limpiarme." Sintiendo lsti-ma, extendi la mano y lo toc, diciendo: "Quiero: queda limpio." La lepra se le quit inmediatamente, y qued lim-pio. l lo despidi, encargndole severamente: "No se lo di-gas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacer-dote y ofrece por tu purificacin lo que mand Moiss." Pe-ro, cuando se fue, empez a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jess ya no poda entrar abier-tamente en ningn pueblo; se quedaba fuera, en descampa-do; y aun as acudan a l de todas partes.

  • En el evangelio de Marcos que hoy leemos, Jess se en-cuentra con un leproso arriesgado que se atreve a romper una norma que lo obligaba a permanecer alejado de la ciu-dad. Esta norma es la que nos recuerda la primera lectura, del Levtico.

    En la tradicin juda (primera lectura) la enfermedad era in-terpretada como una maldicin divina, un castigo, una con-secuencia del pecado de la persona enferma o de su fa-milia!. Porque entonces se la consideraba contagiosa, la lepra comn estaba regulada por una rgida normativa que exclua a la persona afectada de la vida social. (Ha durado muchos siglos la falsa creencia de que la lepra fuese tan fcilmente contagiable). El enfermo de lepra era un muerto en vida, y lo peor era que la enfermedad era considerada normalmente incurable. Los sacerdotes tenan la funcin de examinar las llagas del enfermo, y en caso de diagnosticar-las efectivamente como sntomas de la presencia de lepra, la persona era declarada impura, con lo que resultaba condenada a salir de la poblacin, a comenzar a vivir en so-ledad, a malvivir indignamente, gritando por los caminos impuro, impuro!, para evitar encontrarse con personas sanas a las que poder contagiar. En realidad, todo el siste-ma normativo religioso generaba una permanente exclu-sin de personas por motivos de sexo, salud, condicin so-cial, edad, religin, nacionalidad.

    Este hombre, seguramente cansado de su condicin, se acerca a Jess y se arrodilla, poniendo en l toda su con-

  • fianza: si quieres, puedes limpiarme. Jess, se compadece y le toca, rompiendo no slo una costumbre, sino una nor-ma religiosa sumamente rgida. Jess se salta la ley que margina y que excluye a la persona. Jess pone a la persona por encima de la ley, incluso de la ley religiosa. La religin de Jess no est contra la vida, sino, al contrario: pone en el centro la vida de las personas. La vida y las personas por encima de la ley, no al revs.

    Jess le pide silencio (es el conocido tema del secreto me-sinico, que todava hoy resulta un tanto misterioso), y le enva al sacerdote como signo de su re inclusin en la dinmica social, para que sirva de testimonio de que Dios desea y puede actuar aun por encima de las normas, recu-perando la vida y la dignidad de sus hijos e hijas. Pero este hombre no hace caso de tal secreto, rompe el silencio, y se pone a pregonar con entusiasmo su experiencia de libera-cin. No parece servirse de la mediacin del sacerdote o de la institucin del templo, sino que se auto-incluye y toma la decisin autnoma de divulgar la Buena Noticia. Esto hace que Jess no pueda ya presentarse en pblico en las ciuda-des sino en los lugares apartados, pues al asumir la causa de los excluidos, Jess se convierte en un excluido ms. Sin embargo, all a las afueras, est brotando la nueva vida y quienes logran descubrirlo van tambin all a buscar a Jess.

    Es una pgina recurrente en los evangelios: Jess cura, sana a los enfermos. No slo predica, sino que cura (no es lo

  • mismo predicar que dar trigo, dice el refrn). Palabra y hechos. Decir y hacer. Anuncio y construccin. Teora y praxis. Liberacin integral: espiritual y corporal. Y sa es su religin: el amor, el amor liberador, por encima de toda ley que aliene. La ley consiste precisamente en amar y liberar, por encima de todo.

    La segunda lectura, que sigue, como siempre, un camino independiente frente a la relacin entre la primera y la ter-cera, es un bello texto de Pablo que habla de la integralidad de la espiritualidad. La espiritualidad no es tan espiritual; de alguna manera es tambin material. Hay que recordar que la palabra espiritualidad es una palabra desafortu-nada. Tenemos que seguir utilizndola por lo muy consa-grada que est, pero necesitamos recordar que no pode-mos aceptar para su sentido etimolgico. No queremos ser espirituales si ello significara quedarnos con el espritu y despreciar el cuerpo o la materia.

    Pablo est en esa lnea: ya sea que comis o que bebis o que hagis cualquier otra cosa.... No slo las actividades tradicionalmente tenidas como religiosas, o espirituales, tienen que ver con la espiritualidad, sino tambin activida-des muy materiales, preocupaciones muy humanas, como el comer y beber, o cualquier otra actividad de nuestra vi-da, pueden, deben ser integradas en el campo de nuestra espiritualidad (que ya no resultar pues solamente espiri-tual). Nuestra vida de fe puede y debe santificar toda nuestra vida humana, en todas sus preocupaciones y traba-

  • jos, no slo cuando tenemos la suerte de poder dedicar nuestro tiempo a actividades estrictamente religiosas, como podran ser la oracin o el culto.

    todos estamos llamados a la santidad No hay unos pro-fesionales de la santidad, algunos que estaran en un su-puesto estado de perfeccin, mientras los dems tendr-an que atender a preocupaciones muy humanas...

    No. Todos estamos llamados elevar nuestros trabajos, tare-as, preocupaciones humanas... nuestra propia existencia a la categora de culto agradable a Dios (como dir Pablo en Rom 12,1-2). Podemos ser muy espirituales (con re-servas para esta palabra de resabios greco-platnicos) y santificarnos aun en lo ms material de nuestra vida.