Domingo Cultural 2015/04/12

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12 de abril de 2015 Cultural Nunca renunció y cobró salario durante cinco años. PÁGINAS 10 A 16 La trampa de ® Octavio Paz

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12 de abril de 2015

Cultural

nunca renunció y cobró salario durante cinco años. PÁGInaS 10 a 16

La trampa de

12 de abril de 2015

Cultural ®

nunca renunció y cobró salario durante cinco años.

La trampa de

Octavio Paz

Domingo es un magazine semanal. Impreso en los talleres de Editora DEMAR, S.A. de C.V., ubicados en la calle Matías Canales No. 504, Código Postal No. 88620, Col. Ribereña, Apartado Postal No. 14, Cd. Reynosa, Tam. [email protected]

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2Domingo \ el mañana \ 12 de abril de 2015 psicología

por raimón samsó

Conflictos, nadie los quiere, pero todo el mundo los tiene en algún momento de la vida. No hemos sido educados para su gestión, a pesar de que for-marán parte de nuestra vida y trabajo con seguridad. Tal vez afrontar crisis no sea lo acerta-do, sino aprender a prevenir-las y “gestionar soluciones”. Todos nosotros, a nivel perso-nal, tenemos desencuentros de alguna clase en nuestras relaciones, pero aplicar cier-

tas pautas de autocontrol puede abrir vías de acuerdo. Un conflicto es un desacuerdo persistente entre perso-nas o entre colectivos humanos. Es un choque de egos y de intereses. La forma puede adoptar diferentes

¿Busca problemasA veces los conflictos se limitan a una lucha de egos que no permiten el acuerdo. Medir los costos, actuar rápido y cambiar el vocabulario son buenas

formas de empezar

o prefiere encontrar soluciones?

apariencias: mala comunicación, intereses opuestos, opiniones encon-tradas, incompatibilidades, discusio-nes, peleas… pero en el fondo todo eso es reflejo de la necesidad oculta de “tener la razón”. La intensidad y cantidad de confrontaciones de una persona o colectivo es proporcional al nivel de autocontrol. Cualquier persona debería preferir tener paz a tener razón.Para simplificarlo, el origen de nues-tras dificultades está en el ego, auto-concepto o autoimagen construida, que asumimos como identidad real. Y cuando un ego cuestiona a otro, se percibe como un ataque a la identi-dad propia, y la explosión está ser-vida. No es exagerado afirmar que el mundo no tiene problemas; lo que sí tiene es personas con el ego infla-do que confunden su identidad real

“El hombre no conoce al hombre; de ahí los conflictos que desgarran

al mundo”. AMIEL-LAPAYRE

312 de abril de 2015 / el mañana / Domingopsicología

para saber másw Libros Cuaderno de ejercicios de gestión de los conflictos Patrice Ras (Terapias Verdes)w Las 12 leyes de la negociación Alfred Font (Conecta)w Película Gandhi Richard Attenborough

“El motivo por el que se producen las disputas rara vez es tan grave

como el malestar que generan”.

y esencial con su ego fabricado.Todo desacuerdo implica una serie de emociones: un deseo o voluntad no satisfecha que genera frustración, decepción, enfado, ira, agresión, vio-lencia. Estas tres primeras emocio-nes –que forman parte del ámbito interno– cristalizan en aquellos tres siguientes comportamientos en el ámbito externo.Pero la frustración no es un problema real, simplemente es la no aceptación de una realidad. Las personas inma-duras emocionalmente son incapa-ces de aceptar lo que no está en su mano cambiar. Niegan la realidad en sus mentes y cuando ven que el mundo no se aviene a sus exigencias, se encolerizan. Exigen una repara-ción y el desasosiego que crean es proporcional a su necesidad de ser reparados.Así nacen los conflictos: un abismo que se abre entre lo que es y lo que debería ser. Y aún peor, se procrean, crean réplicas y reacciones que empeoran el problema. Un conflic-to es la “representación mental” de unos acontecimientos o situación, una cosa son los hechos y otra las interpretaciones. Y es la interpreta-ción de los hechos lo que enemista a las personas. De hecho, muchas crisis empiezan desde la pura nada: un silencio, una omisión, una pre-suposición, un olvido, una creencia, una petición no expresada, un dere-cho imaginario… En realidad nada ha ocurrido salvo la fabricación de un desacuerdo.Todo problema tiene una o más solu-ciones, y ninguno carece de ella. Más bien las partes encontradas son las que necesitan solucionar sus posicio-nes mentales antes de poder negociar una salida justa y digna para todos. La realidad es que siempre hay una opción de acuerdo, lo que ocurre es que no gusta. Por alguna razón creemos que las soluciones deben ser agradables y fáciles y, sobre todo, que impliquen un beneficio a costa del perjuicio del otro. Pero no todas las alternativas son fáciles, la paz tam-bién tiene un precio. El problema, el único, es que las partes no quieren pagarlo: desean una salida gratis, sin concesiones. No es realista.No hay conflictos en el mundo, pero sí mentes conflictivas que creen fir-

memente en ellos. Como aceptar-lo es muy duro, lo fácil es señalar hacia los demás. La pregunta que debemos formularnos es: ¿cómo es que mis problemas son los demás? Si entendemos el desacuerdo como una posesión mental, ¿cómo puede estar en el mundo algo que ocurre en la mente?Cada elección que tomamos es en el fondo una elección entre la paz o el conflicto. (La pregunta que hay que formularse es: ¿esta elección que voy a tomar aporta más paz o menos a mi vida?). Porque, más allá de lo que ocurra y de lo que hagan los demás, siempre podemos encontrar la paz en lugar de lo que vemos.¿Qué hacer y cómo reaccionar en un desacuerdo? Cuanto antes se actúe, mucho mejor, porque cuando los áni-mos se caldean, hace falta mucha agua para enfriarlos de nuevo. Cuando el problema empieza a hacerse visible, es el mejor momento para atajarlo; después ya puede ser tarde. Para entenderlo valen los símiles de una enfermedad o un incendio: actuar rápido es la mejor opción.El proceso es predecible y todos lo hemos experimentado en algu-na ocasión: aparece un desacuerdo que puede ser menor o mayor y que actúa como desencadenante, en una escalada de confrontaciones que aca-ban o bien en la resolución, o en un punto de no retorno que conduce a la explosión. Como el problema no ha sido resuelto, sino solamente sofo-cado por la fuerza, uno nuevo surgirá tarde o temprano como consecuen-cia del anterior.La crisis retroalimenta una espiral difícil de atajar. En su propia dinámica ascendente, cuanto más lejos se llega, más rápidos son los acontecimientos que genera hasta que se alcanza un punto en el que la explosión es casi inevitable. Y cuanto más se avanza, menos controlable es evitar el punto en el que no se puede volver atrás.Finalmente, ganar una confrontación es una victoria provisional. Puede tener beneficios, pero seguro que tiene también costes. Estos no siem-pre son evidentes. Para prevenirlos, todas las partes deberían evaluarlos, tal vez descubrieran que son superio-res a las ventajas que se pretenden conseguir.

Por ejemplo, la ganancia de mantener un conflicto personal con un compa-ñero de trabajo podría ser: sensación de control, manipulación, reforzar la autoimagen, ganar las luchas de poder, un desahogo, reconocimiento ajeno, tener razón y decir la última palabra… Todo lo que podríamos lla-mar jugar a los juegos superficiales del ego.Y algunos ejemplos de los costes: poca colaboración y empeoramiento de la calidad del trabajo, dificultades en el sueño y problemas de salud, pér-didas de tiempo y energía, pérdida de la amistad, empeoramiento de la comunicación, pérdida de la alegría, de la felicidad y paz interior… En fin, desatender las necesidades profun-das del espíritu.Finalmente, para resolver un conflic-to podemos probar con estrategias como:Dejar de hacerlo más grande. Empeorar las cosas no es parte de la solución, sino del problema. Centrarse en reducir las diferencias es más útil que aumentarlas.Cuando lo de siempre no funciona, toca hacer otra cosa. Las crisis autén-ticas lo son de falta de imaginación y creatividad.Dejar de alimentarse de viejas creen-cias. Cuando no se es capaz de pensar en nada diferente no se encuentran salidas diferentes.Actuar más y no perderse en las explicaciones. Teorizar en las expli-caciones para entender no significa que sirva para llegar a un acuerdo; mejor actuar.Buscar puntos de acuerdo y no de desacuerdo. Dedicar casi toda la sesión de negociación a lo que se está de acuerdo facilita después resolver los puntos de desencuen-tro. Pasar del detalle a lo global. La perspectiva amplía el punto de mira y permite ver detalles que antes no se consideraban.Cambiar el vocabulario. Hay expre-siones y palabras negativas que no ayudan a resolver y otras positivas que sí.Dejar de juntarse con los que tiran balones fuera. Es obvio que no cono-cen cómo resolver conflictos, mejor frecuentar gente responsable.Hacerse buenas preguntas. ¿Cuándo aparece y cuándo desaparece?,

¿dónde, con qué frecuencia y con quién aparece?, ¿qué hace que vaya a mejor y a peor?, ¿de qué sirve?, ¿qué hace que no vaya peor?…Una vez se conoce el patrón, es fácil romperlo con un hábito nuevo, un nuevo comportamiento, con nuevas creencias o simplemente con acep-tación.

por antonio muñoz molina

En el Metropolitan Museum me acuerdo siempre de Baudelaire y de su declaración de amor por las imágenes: “Glorificar el culto de las imágenes (mi grande, mi única, mi primitiva pasión)”. Y me acuerdo también, inevitablemente, estos días de esos vídeos donde feroces isla-mistas destruyen con saña escultu-ras asirias de hace casi tres mil años, con la misma furia con que decapi-tan a seres humanos, con el mismo esfuerzo físico estéril que hizo falta para destruir aquellos Budas gigantes tallados en una montaña de Afganistán. El amor de Baudelaire por las imágenes no es una solitaria

por antonio muñoz molina

Gloria a las imágenes

elección cultural: es un rasgo innato en nuestra especie, que no ha parado de fabricarlas y de adorarlas desde el origen mismo de aquella revolución cognitiva que hará cuarenta mil años nos hizo lo que todavía somos ahora.Baudelaire escribió esas palabras en la crónica de su visita al Salón de 1959 en París, en uno de aque-llos recorridos visuales que hasta hace muy poco han sido el eje de la experiencia moderna en la contem-plación del arte. Sin más armas que su inteligencia y la agudeza de su

mirada, esa mirada dolorosamente atenta que se ve en las fotografías de Nadar, Baudelaire recorría las salas de una exposición de pintura y sabía no sólo distinguir lo nuevo y valioso de lo académico y lo trivial, sino sobre todo apreciar la forma de belleza que se correspondía con su propio tiempo y lo expresaba. Y entre los pintores del pasado reconocía a aquellos que estaban en la raíz del arte moderno: por eso le gustaban tanto Rembrandt y Goya. Pero ade-más de las imágenes reverenciadas

de la pintura antigua amaba las estampas modernas, los grabados de las revistas ilustradas, los figuri-nes de moda, incluso la fotografía, a pesar de que le despertara tanto recelo. Amaba las imágenes del arte porque alimentaban su pasión por el espectáculo de vida en la ciudad, el mundo nuevo que él vio nacer, los bulevares inundados de tráfico, la velocidad y el ruido y el humo de los trenes, los faroles de gas, los escaparates iluminados en la noche.Mi grande, mi única, mi primiti-va pasión. Nada más entrar en el vestíbulo del Metropolitan uno se encuentra con una escultura gigante en basalto negro del faraón Ramsés II. Y a partir de ahí, en cada sala,

El amor de Baudelaire por las imágenes no es una solitaria elección cultural: es un rasgo innato en nuestra especie.

4Domingo \ el mañana \ 12 de abril de 2015 actUalidad

imágenesferoces isLamistas destruyen con saña escuLturas asirias de

hace casi tres miL años, con La misma furia con que decapitan

512 de abril de 2015 / el mañana / DomingoactUalidad

Los que no reverenciamos a ningún dios, visible ni invisible, disfrutamos ecuménicamente con las representaciones de

lo divino y de lo humano.

Varios hombres derriban algunas estatuas en el museo de la civilización de mosul.

eL estado isLámico arrasa con nimrud y sus tesoros asirios.

en cada piso, al final de escalinatas solemnes o de corredores en los que uno de pronto se encuentra solo, el museo es una enciclopedia de todas o casi todas las imágenes posibles que han inventado los seres humanos: pinturas al óleo, mosaicos bizanti-nos, santos y monstruos de capiteles románicos, vírgenes góticas, cabezas casi abstractas de las islas Cícladas, relieves funerarios griegos, másca-ras de Japón o de Bali o de África, demonios y dioses de la mitología tibetana, campesinos de Brueghel, crueles retratos romanos en bronce, reyes barbados asirios, sacerdotes o escribas mesopotámicos tallados en basalto… Muchas veces voy al Metropolitan sin ningún propósito, sólo dejándome llevar por el culto de las imágenes, o la idolatría, en el sentido literal de la palabra, y nunca disfruto más que cuando me encuen-tro perdido en una sala donde no hay nadie y a donde no llega el rumor de los visitantes, donde me encuentro tan solo, tan estimulado, tan sobreco-gido, como en un santuario: el santua-rio secular de los que no reverencia-mos a ningún dios, visible ni invisible, pero disfrutamos ecuménicamente con todas las representaciones de lo divino y de lo humano, y de lo animal y lo fantástico, igual que disfrutamos con todas las historias y con la parte rara y poética que hay en todas las mitologías.Todo lo bien hecho nos subyuga. Y además tenemos la ventaja de algo que le oí decir una vez a Antonio López, mientras apreciaba muy de cerca una cabeza egipcia: el artista antiguo no se equivoca nunca. Amar las imágenes es asombrarse de las variaciones infinitas en la expresión de lo humano: pares de ojos igual de penetrantes y de ensimismados nos miran desde las distancias diferentes del tiempo, cada uno con su revela-ción y con su enigma, reconocibles y a la vez impenetrables. Unas salas más allá de un Cristo románico poli-cromado hay un Buda en meditación

con los ojos entornados y un princi-pio de sonrisa en la boca. Un casco etrusco de bronce es igual de terri-ble que un morrión calado alemán del siglo XVI o que el tocado y la máscara de un samurái de dos siglos más tarde. Segregamos y admiramos imágenes igual que contamos y escu-chamos historias. El ejemplo más antiguo de arte figurativo que existe es una espléndida figura humana con cabeza de león, de treinta centíme-tros de altura, tallada en un colmillo de mamut, que quedó enterrada en una cueva alemana hace unos cua-renta mil años. Puede ser un dios o un chamán con una cabeza de ani-mal o un chamán convirtiéndose en león. “La imaginación es la reina de lo verdadero y lo posible es una de las provincias de lo verdadero”, dice también Baudelaire.La saña contra las imágenes es una negación de lo quimérico y de lo posible, de la pluralidad en las bús-quedas de lo verdadero. Una vez establecida la verdad única y sagra-da, como recordó aquí hace unos días Santos Juliá, hay que proceder cuanto antes al exterminio del infiel o el hereje y a la destrucción de todo lo que no se sujete a la ortodoxia, de todo rastro de un pasado anterior al advenimiento del nuevo mundo. La pureza exige demolición tan peren-toriamente como exige anatema y degüello. Una sola historia verda-dera y total vuelve superfluas todas las historias parciales, caprichosas, individuales, paganas, privadas. En el Antiguo Testamento los guerreros hebreos ponen tanto celo en derribar las estatuas de los dioses extranjeros como en eliminar a sus adoradores. Bandas de fanáticos religiosos arma-dos con martillos y sierras, con antor-chas, luego con explosivos y latas de gasolina, atraviesan los siglos desde el principio de la historia dejando atrás un rastro de estatuas despeda-zadas, cuadros y libros quemados, víctimas sin sepultura. Siglos antes de la conquista cristiana, funda-

mentalistas almohades y almorá-vides incendiaban las bibliotecas del Al Ándalus omeya, demasiado tibio en su ortodoxia islámica. Los iconoclastas bizantinos pusieron la misma furia en la destrucción de las imágenes que los primeros invaso-res musulmanes. Destruir estatuas milenarias fue una tarea emprendida en China por los guardias rojos de la Revolución Cultural con el mismo celo entusiasta con que quemaban libros o humillaban a golpes no ya a disidentes políticos, sino a personas que llevaran gafas.Como ahora todos vivimos con una secreta alarma, yo me pregunto a

veces, paseando por el Metropolitan, qué pensará un islamista que visite el museo, qué ofensa imperdonable contra su dios y su profeta verá en toda esta proliferación de imágenes. No sé si le parecerá más grave que la presencia de mujeres solas que van a lo suyo con la cabeza descu-bierta, o que un gesto de ternura de un hombre hacia otro, o un crucifijo en el cuello de alguien. Quizás uno ama tanto las imágenes por la misma razón por la que esta gente las odia. Y por eso es más urgente que nunca celebrarlas y defenderlas, glorificar su culto con el descaro apasionado de Baudelaire.

6Domingo \ el mañana \ 12 de abril de 2015 cUltUra

por Winston manrique sabogal

“Los invisibles átomos del aire / en derredor se agitan y abrillantan (No, “en derredor palpitan y se inflaman,”) / el cielo se deshace en rayos de oro, / la tierra al respirar arroja llamas (No, “la tierra se estremece alborozada”) / Oigo flotando en mares de armo-nía”. (No, “Oigo flotando en olas de armonía”. No, “Oigo vibrar en olas de armonía”. No, “Oigo flotando en olas de armonías”).Silencio. Es Bécquer, domando las palabras. Vuelve para aclarar su ver-dadera vida envuelta en mitología romántica y malentendidos que lo ungieron en escritor maldito, para susurrar sus rimas en el orden en que él las quería pero que sus amigos cambiaron creando la idea falsa que se ha popularizado, y para contar lo que esconden sus leyendas en prosa con las cuales abrió una ruta para la literatura contemporánea.Gustavo Adolfo Domínguez Bastida Bécquer (17 de febrero de 1836-22 de diciembre de 1870) es el gran poeta del tardorromanticismo español e iniciador de la modernidad que desde muy pequeño tiene de su parte la leyenda de artista malogrado (con su hermano Valeriano quedan huér-fanos de padre a los 6 años y de madre a los 11). Pero ya de joven sueña con el éxito literario. Y lo que hace, en realidad, es ser un buen periodista que siembra su gloria en los recreos

que le dejan su oficio, sus dibujos y sus embelecos políticos.Así aparece en Rimas. Leyendas y relatos orientales, un volumen críti-co bajo la edición de María del Pilar Palomo y Jesús Rubio Jiménez, que publicará la Fundación José Manuel Lara. Aquí se desmonta la imagen de creador atormentado, al ser un compendio de diversos estudios y biografías que aspira a ser la edición canónica sobre el escritor sevillano.Deja claro qué es vida-verdad y qué es literatura-mito en los 34 años, 10 meses y 5 días que vivió. Un tercio del tomo son estudios preliminares que esclarecen ese fin. Le siguen las 79 rimas con pie de página que rastrean cada una de sus variantes e incluso, algunas, dan cuenta del soplo de inspiración:“Rumor de besos y batir de alas… (No, “rumor de besos y batir de alas;”) Mis párpados se cierran… —‘¿Qué suce-de? ¿Dime?’... —‘¡Silencio! ¡Es el amor que pasa!”.Eso exclama Bécquer en la rima 46, que condensa su concepción de la vida y de la literatura, y una de las que sirvió para alentar su mito de autor bohemio, pobre, infeliz y en desencuentro con la existencia, la suerte y los sentimientos.Una imagen que no lo refleja ni como escritor ni como hombre, según Ignacio F. Garmendia, editor del libro. Lo fundamental es que “con él empieza la modernidad. Juan Ramón

Bécquer se deshace de su leyenda

La vida y La obra deL escritor seviLLano, un periodista que soñó con La gLoria

Esta edición crítica recupera el orden que el poeta dio a sus rimas donde no hay un ciclo biográfico

como una historia de amor.

7cUltUra 12 de abril de 2015 / el mañana / Domingo

amor Es la palaBra NEcEsaria

Permaneciendo obedientes al Señor,amándonos los unos a los otros,

trae consigo abundante bendicióny lluvias de Agua Viva para todos.

Amor es la palabra necesaria,manantial de fluidez inagotable;

obsequio del Señor quien, por su gracia,redimidos nos lleva con el Padre.

Amor es una entrega irreprimible,ministerio de dar a cada instante;

orando estoy porque el amor te brinderosas mil que vendrán a engalanarte.

Amarás, porque así es todo en la vida;mañana habrá una luz cuya blancura

obstaculizará tus negativasrescatándote al fin de entre la bruma.

Esto hacen los faros con los barcosque no pueden hallar amor de puerto

y antes de caer en el naufragio,su salvadora luz les lanza un beso.

Vas a encontrar el puerto que te abrace,al final de las olas más severas

y no precisamente el que soñaste,pero si el que te ame y te proteja.

Flavio Hinojosa Gutié[email protected]

‘Rimas. Leyendas y relatos orientales’, es una edición de María del Pilar Palomo y Jesús Rubio Jiménez.

desmitificación y modernidad

El libro de Bécquer de la Fundación José Manuel Lara se basa en documentación administrativa para fijar con precisión los datos, y en la correspondencia, que ofrece aportaciones de los últimos años. Por ejemplo ayudan, según Jesús Rubio, uno de los autores, a aclarar cuál fue su relación con Julia Espín, “más allá de suposiciones imaginativas. Se añade la mención del último hallazgo becqueriano: su trabajo como libretista junto con Luis García Luna en la zarzuela inacabada El talismán,que ofrece la particularidad de que el músico fue el padre de Julia Espín, Joaquín Espín”.Si las Rimas recuperan el orden concebido por Bécquer, para las Leyendas se ha procurado tener a la vista todas las que salieron en prensa de la época y alguna que no se ha tenido en cuenta, 15 más tres relatos orientales. El libro proporciona claves de lectura que inciden en la modernidad del autor sevillano: “Que radica en su carác-ter fantástico y en el diálogo que establece con las artes. Escribe como un pintor, cuidando la plasticidad y la musi-calidad. Prosa que se acerca al poema, que es más del dominio de la lírica”, dice Rubio. La tarea pendiente sobre Bécquer, dice Pilar Palomo, es su faceta de periodista.

dejó claro que Bécquer es el iniciador entre nosotros de la poesía contem-poránea, y Cernuda destacó su papel como creador del poema en prosa”.Ese gran salto en pos del sueño de gloria lo da en otoño de 1854, cuando viaja de Sevilla a Madrid. Tiene 20 años. Allí se casará con Casta Esteban en 1861, tendrá dos hijos, se separará y trabajará en diferentes periódi-cos. Esa es su vida. “Un periodis-ta respetado en medios como El Contemporáneo y La Ilustración de Madrid que cuando es nom-brado censor de novelas consigue un trabajo bien pagado y de cierta importancia política que le permi-te moverse entre la clase de buenas condiciones”, cuenta Rubio Jiménez, catedrático de Literatura Española en la Universidad de Zaragoza y autor de La fama póstuma de Gustavo Adolfo y Valeriano Bécquer.Algo de su sueño atisba en vida con la publicación de varias rimas y leyendas en diarios, pero lo cier-to es que no logra recopilar en un volumen toda su obra, recuerda Pilar Palomo (una de las mayores expertas en Bécquer y quien fuera decana de la Facultad de Filosofía y Letras de Málaga y directora del Departamento de Filología Española III de la Facultad de Ciencias de la Información y docente en esta misma facultad). Bécquer lo intenta en 1868 con Libro de los Gorriones, que entrega al ministro Luis González Bravo; con la mala suerte de que se pierde cuando la casa de su protec-tor es asaltada en los disturbios que derrocan a Isabel II.Quedan dos años para que nazca la leyenda. En su entierro, sus amigos deciden cumplir su deseo de publicar su obra. Lo hacen en 1871 alterando el orden de las rimas. Las reordenan en un ciclo biográfico que confunde vida y literatura al crear una historia artificial de teoría, amor, desengaño y muerte.Es la versión que se populariza y contribuye a la falsificación y ange-lización de Bécquer. La fuerza del mito es tal que no importa que en 1914 Franz Schneider diera a conocer Libro de los Gorriones, del cual Pilar Palomo hace una de sus ediciones en 1977. En este volumen ella insiste en

presentar las rimas como Bécquer las concibió. Una sucesión que refleja el pulso natural de la vida, “los avatares sin un orden preestablecido”.Para él, como para los grandes, el poeta es el amante y la poesía la amada, afirma Palomo: “Siempre es una amada imposible. Si Bécquer, Petrarca o Dante no la tienen, se la inventan, porque necesitan apresar ese amor”. Ahí está para desmontar parte de esa leyenda el celebérrimo:“¿Qué es poesía? Dices mientras cla-vas en mi pupila tu pupila azul; ¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo pregun-tas? Poesía… eres tú”.La gente cree que es inspirado en alguien pero es una metapoesía, explica Palomo. Nadie dice que él no fuera proclive a enamorarse, pero

esos primeros poemas son metali-terarios, de lo contrario no sería el creador de la poesía moderna, en la línea de los simbolistas franceses, asegura la experta. Recuerda que “lo primero que tiene que hacer el poeta es sentir la poesía, y quien la escribe tener una mente lúcida porque es un problema del lenguaje. Se escribe con la razón”. Bécquer lo dice en Cartas literarias a una mujer: “Yo cuando siento no escribo”. Y cuando lo hace se libera de prejuicios:“¡Llora! No te avergüences de confesar que me has querido un poco. ¡Llora! Nadie nos mira. Ya ves; yo soy un hombre… y también lloro”.Dos años después de los disturbios de 1868, con el libro soñado perdi-

do, en medio de vaivenes políti-cos y económicos y ya divorciado, muere su hermano en septiembre de 1870. Desolación. Llega el otoño, y Bécquer ejerce de reportero con la ruta de tranvías tirados por caballos que pone a Madrid en el futuro, y a él, camino de la muerte. Es un día polar. Va a la Puerta del Sol, toma un tranvía y se sienta en la terraza descubierta de uno de los coches rumbo a su casa, en la calle de Claudio Coello. Madrid moderno. Modelo de los coches del tranvía que ha de cruzar la población, titula un artículo el 12 de noviembre. Cae enfermo de una bronquitis, él, que padeció de tuberculosis y refor-zaba sus pulmones en los mares del Cantábrico. El 20 de diciembre quema su correspondencia. Dos días después hay un eclipse total de sol. Hacia la una de la tarde, dicen que sus últimas palabras fueron: “Todo mortal”. Nace la leyenda.

8Domingo \ el mañana \ 12 de abril de 2015 gEología

por daniel mediavilla

Robert Oppenheimer, padre de la bomba atómica, quedó sobrecogi-do al ver el estallido de su creación. Poco después de la prueba, en un esfuerzo por poner sus declaracio-nes al nivel del momento histórico, aseguró que el fogonazo nuclear le trajo a la memoria una frase del dios Visnú en el Bhágavad-guitá, el libro sagrado del hinduismo: “Ahora, me he convertido en la muerte, des-tructora de mundos”. Pese a las

Un asteroide dos veces mayor que el que mató a los dinosaurios

ENCUENTRAN EN AUSTRALIA LOS RESTOS DE DOS CRÁTERES QUE SUMAN 400 KILÓMETROS DE DIÁMETRO. LOS INVESTIGADORES BUSCAN EVIDENCIAS

DE LAS EXTINCIONES QUE PUDO PROVOCAR EL IMPACTO

dimensiones del logro, algunos años después, otros científicos identifica-ron en la Península de Yucatán, en México, los restos de un cataclismo más digno de una divinidad. Hace 65 millones de años, una roca de más de 10 kilómetros de diámetro, del tamaño de Deimos, la luna de Marte, chocó contra la Tierra y la convirtió en un infierno. La energía atesorada en la velocidad extrema con que aterrizó el asteroide, a 20 kilómetros por segundo, 20 veces más rápido que una bala, se liberó

en forma de 100 teratones de TNT, mil millones de veces más que las bombas de Hiroshima y Nagasaki. Aquel impacto acabó con la era de los dinosaurios.Esta semana, se ha anunciado el descubrimiento de otro suceso que puede hacer palidecer aquel choque descomunal. Un equipo liderado por Andrew Glikson, de la Universidad Nacional Australiana, cuenta en la revista Tectonophysics que han encontrado los restos de un cráter de 400 kilómetros de diámetro en la

cuenca de Warburton, en el centro de Australia. Aquel socavón inmen-so habría sido provocado por un pedrusco que se partió en dos poco antes de llegar al suelo. Cada uno de aquellos fragmentos tenía un tamaño similar al que golpeó México.Después de millones de años, la ero-sión y los procesos geológicos de una Tierra viva borraron el cráter, pero los investigadores han logrado identificar las cicatrices de aquella antigua herida. Perforando hasta dos kilómetros de profundidad como

recreaciÓn de un asteroide como el que pudo golpear australia.

eL autor PrinciPaL del hallazgo, andrew glikson.

912 de abril de 2015 / el mañana / DomingogEología

parte de una investigación sobre geo-térmica, observaron restos de roca que se había convertido en cristal, un fenómeno que podría tener su explicación en la inmensa tempe-ratura y presión que produce un asteroide justo antes del impacto, y una anomalía magnética en profun-didad. Además, según ha explicado Glikson, han encontrado enterradas dos “grandes bóvedas en la corteza, formadas como fruto del rebote de esa corteza después de dos grandes impactos”.Aquella hecatombe, en la que se des-encadenó la energía de cientos de millones de bombas atómicas, pudo tener consecuencias importantes para la evolución de la vida en la Tierra, como el suceso de Yucatán, pero aún queda mucho por estu-diar. Glikson reconoce que, pese a haberlo buscado, no han encontra-do ninguna extinción que coincida con las colisiones. Sobre este punto, Jesús Martínez-Frías, investigador

del Instituto de Geociencias, IGEO (CSIC-UCM), considera que “antes de hablar de una extinción es nece-sario que se determine con exactitud la edad del impacto”. Glikson afirma que podría haber sucedido hace más de 300 millones de años y que las rocas que rodean el lugar que habría ocupado el cráter llegan hasta los 600 millones de años de edad.A falta de conocer el momento del choque, el análisis de otros casos anteriores sugiere que los asteroides no suelen ser los únicos culpables de grandes extinciones. “Muchas veces el impacto desencadena algo que luego tiene unos efectos a escala planetaria o acaban algo que ya había comenzado”, señala Martínez-Frías. En el caso de los dinosaurios, por ejemplo, durante el millón de años previo al cataclismo, se produjeron prolongadas olas de frío con conse-cuencias desastrosas para los anima-les adaptados a un mundo tan calien-te como el del Cretácico. El asteroide

fue el último empujón para muchas especies que ya estaban al borde del precipicio.El estudio de estos impactos, como en el caso del descubierto por Glikson y su equipo, resulta complicado, pero es relevante para conocer el papel que desempeñaron en la evolución de la vida sobre el planeta. La des-aparición de los dinosaurios pudo facilitar el desarrollo de los mamí-feros que, finalmente, acabaron por permitir la existencia humana. Otros científicos han asociado otros cráteres con momentos clave de la evolución. En 2010, un equipo de la universidad australiana de Adelaida relacionó otro cráter de su país, el de Acraman, con un periodo de gla-ciación que prácticamente cubrió de hielo toda la Tierra. La sacudida que provocó aquella roca fue, según los investigadores, uno de lo factores que permitió la aparición de la fauna Ediacara, unas extrañas formas de vida que son los organismos plurice-

lulares más antiguos que se conocen.Ampliando el foco, conocer la fecha de impactos como el anunciado esta semana puede servir para relacionar-los con otros eventos a mayor escala. Investigadores de la Universidad de Lund (Suecia) han encontrado una relación entre un periodo en el que la vida en los océanos floreció, hace unos 470 millones de años, con una etapa en la que una gran cantidad de rocas se desgajó del cinturón de asteroides que orbitan entre Marte y Júpiter. Al golpear la Tierra a gran velocidad, estos objetos gigantescos provocaron tsunamis, terremotos y nubes de polvo que ayudaron a cam-biar el clima planetario.El equipo de Glikson seguirá ana-lizando la escena de aquel crimen en busca de indicios que permitan reconstruirlo. Hacerlo servirá para conocer mejor el papel de los mayo-res episodios de destrucción vistos sobre la Tierra en la formación de la vida que conocemos.

10Domingo \ el mañana \ 12 de abril de 2015 política

por Jacinto rodríguez munguía

Pocos días antes de abandonar el poder, el presidente Díaz Ordaz hizo que le preguntaran sobre la renuncia del escritor. “¡Ése qué va a renun-ciar!”, respondió despectivamente.Y no, Paz no renunció. Hizo uso de un recurso que en la jerga diplo-mática se llama disponibilidad. No renunció y no podía hacerlo por-que la ley se lo impedía, se argu-mentó desde entonces y durante las siguientes décadas.No, no renunció, aunque la ley sí se lo permitía. No, no renunció y siguió cobrando su sueldo mensual desde 1968 hasta 1973, cuando alcanzó los 30 años de servicio en las filas diplo-máticas.Este fragmento que adelanta emee-quis es parte del capítulo sobre Octavio Paz de un libro en prepa-ración sobre intelectuales y poder en México. En él se confirma lo que intelectuales cercanos al escritor han considerado siempre una infa-

La renuncia que nunca fueeL 4 de octubre de 1968, cuando apenas habían pasado 48 horas de La matanza de estudiantes, eL poeta octavio paz renun-ció aL cargo de embajador de méxico en india. no podía ser cómpLice de un gobierno autoritario que nuevamente utiLizaba a tLateLoLco como piedra de sacrificio, ahora para

asesinar a sus jóvenes.La decisión de renunciar aL cargo dipLomático fue apenas un desteLLo en eL país: eL único inteLectuaL de ese niveL y en un cargo púbLico que dijo “no” aL poder, a un presidente represor como gustavo díaz ordaz; eL escritor que protagonizó eL “acto moraL más audaz”, eL más

vaLiente.

mia: que Paz recurrió a una trampa para no renunciar y seguir cobrando.Díaz Ordaz, en este caso, tenía razón.

“A veces la intuición de los poetas es la más certera”. ¿Cuántas veces se habrá acordado Octavio Paz de esa frase, de la frase que Gustavo Díaz

Ordaz pronunció semanas antes de la matanza del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco?Nadie lo sabrá nunca. Lo que sí sabe-mos es que esa frase, la de Díaz Ordaz, nació después de leer las reflexio-nes que Octavio Paz hacía en los días tempranos de septiembre de 1968. El

poeta tomaba entonces distancia de las metáforas y la contemplación para analizar y reflexionar sobre la realidad que estallaba en las calles de París, Praga, San Francisco, Berlín, la Ciudad de México.La tarde del 22 de julio de 1968, una vulgar pelea, creada o espontánea,

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entre dos grupos de porros marcó el inicio del movimiento social que partiría la historia de la protesta en México.A diferencia de los movimientos que irrumpían en otras grandes metró-polis del mundo, donde las reivindi-caciones políticas se hallaban en el centro de todo, el de México partía de un aparente absurdo.El camino se hizo largo y se enfiló hacia el 2 de octubre, el punto final de otra historia recurrente en México: el de la violencia.

* * *El 9 de septiembre de 1968 Octavio Paz deja a un lado la inspiración poética para mirar desde la razón los hechos que desgarran al mundo, a su país tan distante y tan cercano a él.A una distancia de 14 mil 673 kiló-metros, la que existe entre México e India, y 49 días después del 22 de julio, se asoma el otro Paz, el del ensayo, el antropólogo, el sociólogo.Octavio Paz escribía lo que podría ser el prólogo y epitafio de sí mismo con la mirada puesta sobre el mundo y así se lo contaba a su amigo, su jefe, el secretario de Relaciones Exteriores, Antonio Carrillo Flores:La segunda parte de mi informe contiene apreciaciones personales sobre la situación mexicana por-que no pude ni quise contenerme. Desde hace 10 años el problema me preocupa y me angustia. No es un conflicto estudiantil únicamente —aunque tiene características espe-cíficamente estudiantiles— sino general que mañana puede expre-sarse de otra manera y por medio de otros grupos sociales, como ocurrió al final del periodo del Presidente Ruiz Cortines y también en deter-minados momentos de la gestión del Presidente López Mateos (…).Así, aunque a veces la fraseología de los estudiantes y estos grupos recuerde a la de los jóvenes herma-nos, norteamericanos y alemanes, el problema es absolutamente distinto. No se trata de una revolución social -aunque muchos se digan ser unos revolucionarios radicales— sino de realizar una reforma (subrayado de OP) en nuestro sistema político.Si no se comienza ahora, la próxima década de México será violenta…

Esas letras habrían arrancado de Gustavo Díaz Ordaz aquellas pala-bras: “A veces la intuición de los poetas es la más certera”.Concluyó el escritor su carta, manus-crita y en tinta azul, con una soli-citud:Iré a México, si usted me da permi-so, a fines de octubre para dar de nuevo las conferencias citadas en El Colegio Nacional.Octavio Paz ya no vendría a México como lo había planeado, ni dictaría esas conferencias. Se atravesó en su vida el 2 de octubre. El año de 1968 sería para el poeta lo que para Pablo de Tarso el camino de Damasco.Al dejar la embajada de México en Nueva Delhi, India, Paz se asumió como un mártir inconsciente, un Cristo que cargaría la cruz de la moral de toda una generación de intelectuales.El acto más práctico y concreto fue dejar la embajada de México en la India. Aunque el término oficial-administrativo fue disponibilidad, no renuncia.Pero, entonces, cuando su ruta a la canonización intelectual se iba construyendo, el presidente al que le había renunciado colocó los peo-res clavos que se pueden dejar en el cuerpo de los mártires: la duda y la sospecha.“¡Ése qué va a renunciar!”.

* * *En el otoño de 1968 fueron asesinados decenas de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco. El poeta Octavio Paz deja entonces la embajada mexicana en India en protesta por esa masacre.Escribe en su carta elaborada a máquina —en el extremo superior derecho, el propio Paz colocó estas palabras: “Confidencial y perso-nal”— lo siguiente:Ante los acontecimientos últimos, he tenido que preguntarme si podía seguir sirviendo con lealtad y sin reservas mentales al gobierno. Mi respuesta es la petición que ahora hago: le ruego que se sirva ponerme en disponibilidad, tal como señala la Ley del Servicio Exterior Mexicano. Procuraré evitar toda declaración pública mientras permanezca en territorio indio. No quisiera decir

aquí, en donde he representado a mi país por más de seis años, lo que no tendré empacho en decir en México: no estoy de acuerdo en absoluto con los métodos empleados para resolver (en realidad: reprimir) las demandas y problemas que ha planteado nues-tra juventud.Esa decisión, dice el historiador Enrique Krauze, representó para Octavio Paz “su hora mejor, un gesto sin precedentes en la historia mexi-cana. Ese acto de libertad tendría repercusiones extraordinarias en la vida política y cultural de México y, hasta cierto punto también, en América Latina”.“En comunión con la revuelta estu-diantil, Paz se iba a su revolución en el acto de romper con una revolu-ción petrificada. Con un poema y una renuncia, Octavio Paz comenzó a convertirse en protagonista de su propia ‘Canción mexicana’ ”.Por supuesto, Krauze no sería el único intelectual que defendería la integridad moral y política de su mentor.Muchos años antes, Carlos Fuentes, el entonces gran amigo de Paz, escri-bió en 1972:“La ruptura más clara y digna de la inteligencia con el poder repre-sivo la protagonizó Octavio Paz al renunciar al cargo de embajador de México en la India a raíz de la matanza de Tlatelolco. La natura-leza de la represión contra quienes se atrevían a soldar la inteligencia y acción la comprobaron en carne viva, al ser privados de la libertad, José Revueltas, Heberto Castillo, Eli de Gortari”.Guillermo Sheridan, escritor cerca-no a los afectos de Paz y sin duda el mejor biógrafo del poeta, ha escrito mucho sobre esos días:“Paz decide que se halla en inca-pacidad ‘para servir con lealtad y sin reservas mentales al gobierno’ a raíz de la masacre. Esta decisión lo inclina a solicitar ser puesto en disponibilidad precisamente por-que el conflicto no obedece a que él rechace una orden directa de la SRE, sino a que considera al gobier-no responsable de actos que chocan con el imperativo ético de su emba-jador; no se enfrenta a un mandato que podría haber hallado carente de

validez intrínseca o contrario a los intereses del país, sino a un dilema de conciencia:“Representar a un gobierno que, a sus ojos, ha perdido su legitimidad moral. Ponía así su calidad esencial de ciudadano por encima de su natu-raleza circunstancial del funciona-rio. Curiosamente, esto no lo exenta-ba de tener que expresar su decisión como funcionario, puesto que aún lo era en ese momento y lo seguiría siendo hasta recibir la notificación de hallarse en disponibilidad”.Christopher Domínguez, otro de los escritores que se forjaron intelectual y profesionalmente al amparo del premio Nobel, ha agregado su pro-pia valoración sobre el tema en su reciente libro Octavio Paz en su siglo:“De los miles y miles de funcionarios que el Estado mexicano tenía el 2 de octubre nadie, salvo Paz, renunció a su puesto. Ningún otro”. Y se hace eco de lo que Sheridan, Krauze y otros argumentaron por años sobre la salida de Paz de la embajada de la India. Dice que el muro legal de los funcionarios del servicio exterior se llamaba disponibilidad:“La palabra disponibilidad (cursi-vas del original de Domínguez) fue utilizada maliciosamente no sólo por los gacetilleros gubernamenta-les. Al día siguiente de abandonar la Presidencia, el 2 de diciembre de 1970, lo primero que hizo Díaz Ordaz fue denigrar a Paz insistiendo, en unas declaraciones ante la televi-sión, en que no había sido renuncia sino un despido”.

EsE 2 dE octUBrE: El ritUal dE la mUErtE

Dice el boletín B-123 difundido por el gobierno mexicano: “18 de octubre de 1968. La SRE, por acuer-do superior, ha resuelto conceder al embajador Paz su separación del Servicio Exterior Mexicano”.Guillermo Sheridan escribía en octubre de 1998, a propósito del 30 aniversario de Tlatelolco:“Lo que Octavio Paz hizo ese 4 de octubre fue precisamente eso: decir NO. Un NO que hoy, a 30 años de los acontecimientos de Tlatelolco, esta-mos obligados a escuchar en toda su resonancia, y ante el cual estamos

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eL 4 de octubre de 1968, cuando apenas habían pasado 48 horas de la matan-za de estudiantes, el poeta octavio paz renunció al cargo de embajador de méxico en india.

obligados a asumir nuestra propias responsabilidades (…)”.Dice en su texto, publicado en la revista Proceso:“No ha sido infrecuente en estos días leer y escuchar cómo continúa operando la calumnia que contra Octavio Paz, después de su renuncia como embajador de la India, el 4 de octubre de 1968, a raíz de la masacre, fraguó el gobierno de Díaz Ordaz.“Esta calumnia consistió entonces en sostener que Paz ‘no renuncio a su cargo, sino que se puso en disponi-bilidad’, a lo que no ha faltado quien agregue hoy en día que, por si fuera poco, ‘siguió cobrando su sueldo en Relaciones Exteriores’. Me parece importante hablar del asunto en estos días en los que estamos empeñados en la verdad”.Explica Sheridan, como lo hicieron muchos por mucho tiempo, que la

Ley Orgánica del Servicio Exterior Mexicano vigente en 1968 no contem-plaba el concepto de renuncia entre sus artículos.Escribe Sheridan en respuesta 30 años después a la diatriba de Díaz Ordaz en contra del Nobel:“Díaz Ordaz, dice Sheridan, se apro-vechó de su semántica ambigua para procurar descalificar a Paz, insi-nuando que ‘disponibilidad’ no era lo mismo que ‘renuncia’ y que solici-tarla suponía una actitud interesada en conservar beneficios. Lo logró en la misma medida en la que, a 30 años de distancia, algunas personas que nunca le creyeron una sola palabra a Díaz Ordaz, hacen una excepción cuando se trata de calumniar a Paz.“La campaña de desprestigio del gobierno se inició con la versión de que Paz no había renunciado, sino que había sido ‘relevado de su cargo’ (todo

esto se encuentra en su expediente en el Archivo Histórico de la SRE)”.Al comparar la actitud de Paz con la que asumió Salvador Novo en ese mismo periodo, Sheridan escribe en su libro Señales debidas: “Pesa la indig-nidad del comportamiento de Novo durante 1968, una crisis que Paz vivió a fondo y con un sentido de la responsa-bilidad moral y política que abundaba en él tanto como escaseaba en el otro”.La salida de Octavio Paz de la embaja-da de India representaría el acto más importante del mundo intelectual frente al poder político mexicano y su máximo representante: el presidente de la República.Esa renuncia representaba, como apuntan Krauze, Fuentes, Sheridan y otros, el No de muchos intelectuales al poder, al gobierno, al Presidente, al Estado, al gobierno que en esos años ejercía el PRI sin contrapeso alguno.La renuncia quedaría por tanto como una de las luces más intensas en medio de una época de sombras, no sólo por-que realzaba la figura de Octavio Paz, sino porque representaba la reivindi-cación del papel del pensamiento crítico frente al poder.

* * *Tiene razón Guillermo Sheridan. Toda la información del expedien-te de Octavio Paz se encuentra disponible en el archivo histórico Matías Romero de la Secretaria de Relaciones Exteriores.En él se guarda el original enviado por Paz al canciller Antonio Carrillo Flores. La carta de retiro de la emba-jada y el servicio diplomático no es un mero documento protocolario, burocrático. Es un largo escrito de tres cuartillas (unas 100 líneas apre-tadas). Es una carta meditada.Y en el segundo párrafo de ella, el escritor comparte sus sentimientos con su superior:Anoche, por la BBC de Londres me enteré de que la violencia había esta-llado de nuevo. La prensa india de hoy confirma y amplía la noticia de la radio; las fuerza armadas dispara-ron contra una multitud compuesta en su mayoría por estudiantes. El resultado: más de 25 muertos, varios centenares de heridos y un millar de personas en la cárcel. No describiré a usted mi estado de ánimo. Me ima-

gino que es el de la mayoría de los mexicanos: tristeza y cólera.Entre la colección de documentos que por sí mismos cuentan otras his-torias, las no accesibles a los ojos de los ciudadanos, se encuentran también las cartas que siguieron a la decisión de Paz de dejar la embajada.Paz no sólo prepara maletas para abandonar Nueva Delhi, elabora reportes, revisa documentación, deja sugerencias. No es la actitud del servidor público resentido, doli-do y enojado que avienta las cosas y trata de obstruir el curso de las tareas administrativas y públicas del que sería su sucesor en la embajada.Al tiempo que cruzaba cartas perso-nales, redacta con cuidado y pacien-cia los correspondientes reportes finales. Reportes propios de quien no se está despidiendo para siempre. Hay un poco de un hasta siempre, más que un hasta nunca.Uno de ellos es el texto de nueve páginas que envió a Antonio Carrillo Flores con fecha 11 de octubre de 1968.En él hace un análisis histórico de las relaciones de México con la India, los problemas culturales, sociales y económicos de esa región. Sugiere mecanismos para mejorar los víncu-los entre ambas naciones, reflexiona sobre las relaciones diplomáticas y da cuenta de las características del personal que había tenido a su cargo.Un informe serio y cuidado. Y sólo el último párrafo lo dedica a las expre-siones personales:Querido amigo: he terminado. Ahora no me queda sino decirle: sentiría muchísimo que mi decisión lo haya lastimado. A usted sólo le debo atenciones, simpatía e inteligente comprensión. No olvidaré nada de eso ni lo olvidaré a usted: créamelo. También me duele dejar a varios ami-gos que siempre me han distinguido con su afecto: en primer término el licenciado Alfonso Rosenweig Díaz y, en seguida, al subsecretario García Robles, al licenciado Gallástegui y a otros muchas más. Ya les escribiré a todos, cuando recobre la calma.Una vez más, recibe el saludo cordial de su amigo.Y esa firma, suave y titubeante, letra de dedos infantiles con la que rubricaba sus cartas. En este caso,

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Pocos días antes de abandonar el poder, el presidente díaz ordaz hizo que le preguntaran sobre la renuncia del escritor. “¡ése qué va a renunciar!”, respondió despectivamente.

la última que dejaba en documentos oficiales: Octavio Paz. Era, como diría Enrique Krauze, uno de sus herede-ros intelectuales directos, “su mejor hora”.

rENUNcia, Esa maldita palaBra

Una tarde comencé a revisar los varios tomos del expediente Octavio Paz. Y algo que llamó mi atención fueron los puntuales registros administrativos de cada movimiento de los servidores públicos, en este caso, de los diplo-máticos:Las peticiones de vacaciones por adelantado, los permisos para asistir a conferencias o para avanzar en la escritura de algún libro, presentacio-nes, invitaciones especiales a univer-sidades, cursos, etcétera.Todo está propiamente anotado: los cambios de una representación diplomática a otra. La logística y los recursos que invierte la SRE para el traslado de familiares y de los fun-cionarios. Los cuidados y atención de salud para los familiares.En el caso de Octavio Paz, es intere-sante apreciar cómo en todo momen-to la SRE lo apoyó a él y a su familia, sobre todo a su esposa Elena Garro y su hija Helena.Cuando se produjo el largo y tor-tuoso proceso de separación de Paz y Elena Garro, la cancillería puso a disposición del escritor todo el apoyo administrativo.Por ahí merodean cientos de docu-mentos de Paz. Sus cartas, sus reflexiones, las elucubraciones de quien no perdía su genialidad de ensa-yista ni siquiera en documentos que, de algún modo, tenían un lector del mundo institucional, oficial.Esas son las entrañas del ogro buro-crático, de documentos de flojera, aburridos. Es un lenguaje sin grandes declaraciones, sin nada qué decir para la Historia.Y de entre esos papeles de lenguaje llano y sin “vida”, surgió una primera alerta.Las cartas que cruzaron Octavio Paz y Carrillo Flores en diciembre de 1964, al arribo de Gustavo Díaz Ordaz a la Presidencia de la República.Al asumir un nuevo presidente, es costumbre y ley que los servidores públicos presenten su “renuncia” de

manera voluntaria para que la nueva administración decida si continúan o no en el puesto.Este fue el caso de Octavio Paz, de acuerdo con la siguiente carta, fecha-da el 22 de diciembre de 1964.

Sr. Octavio PazEmbajador de MéxicoNueva Delhi, India.

Muy querido amigo:

Quiero ante todo agradecer la felici-tación contenida en su carta del día 3. Ojalá que sus buenos augurios los confirme el tiempo y esa resultan-te de esfuerzo y destino que tantas veces rige nuestra vida.Recibí también su renuncia como Embajador de México. Di cuenta de ella al señor Presidente Díaz Ordaz y me complace decirle que él tuvo a bien resolver que siga usted cola-borando con el Servicio Exterior Mexicano al cual usted prestigia tanto por lo que hace como por lo que es.

Creo que puede usted contar con que permanecerá en la India, al menos mientras yo sea el responsable de esta Cancillería, por el tiempo en que se sienta usted a gusto e interesado con su trabajo.Leo casi todo lo que usted publica. Me gustaría de cuando en cuando recibir, para mi disfrute personal, cosas suyas que todavía no llegan a la imprenta o que se aparezcan en publicaciones que no sea de acceso fácil a los no especialistas.Le llegará éste tal vez después de Navidad pero espero que antes del inicio de un año en que le deseo toda suerte de aventuras.

Ahí estaba la supuestamente inexis-tente palabra “renuncia”.Otro de esos fríos e insensibles docu-mentos que habitan el mismo archivo personal de Octavio Paz da cuenta de la existencia de la renuncia como una posibilidad de dejar el servicio exterior mexicano.El acuerdo 5-A 1067 del 11 de abril de

1958 dice textualmente:C. Director General del Servicio Diplomático

Expídase nombramiento por un mes a partir del 16 de los corrientes, en favor del C. Octavio Paz, actualmente Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario Supernumerario, como Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de base, para el desempeño de una comisión oficial en los Estados Unidos de América.En consecuencia, durante el periodo de tiempo mencionado el interesa-do causará baja en la plaza SE-02-01-148 y ocupará la plaza SE-02-01-3 (3), actualmente vacante por la renuncia que con fecha 1 de febrero de 1958 pre-sentó el Lic. Anselmo Mena Barbosa.

Firma: Lic. Luis Padilla Nervo.

En la constancia de nombramiento expedida el 16 de abril se reafirma que Anselmo Barbosa Mena habría

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La tarde deL 22 de juLio de 1968, una vulgar pelea, creada o espontánea, entre dos grupos de porros marcó el inicio del movimiento social que partiría la historia de la protesta en méxico.

causado baja por renuncia. Es decir, el mismo Paz sustituía a alguien que había renunciado a su puesto.Si la renuncia sí era una posibilidad, ¿por qué la solicitud de disponibi-lidad?El acuerdo 5-A 356 con fecha 17 de octubre de 1968 da cuenta de mane-ra oficial y en sólo seis líneas del cambio de la situación laboral de Octavio Paz:

A solicitud del interesado, póngase en disponibilidad a partir de esta fecha, al C. Embajador Octavio Paz.Proporciónese al interesado y a su esposa pasajes de regreso de Nueva Delhi, India, a esta capital. Notifíquese y cúmplase.

El secretario. Antonio Carrillo Flores.

El término exacto es “disponibili-dad”, con una extraña primera frase: “A solicitud del interesado”.Al día siguiente, el 18 de octubre, la SRE emite un boletín oficial:“El embajador de México en la India,

señor Octavio Paz, con base en las versiones que la radio y la prensa extranjeras dieron de los recientes sucesos de la ciudad de México, ha solicitado ser puesto en disponibi-lidad.“En virtud de que es muy grave que un embajador de México, dando crédito a versiones inexactas, difundidas por ciertos órganos de información extranjeros, juzgue al país o al Gobierno que repre-senta, la Secretaría de Relaciones Exteriores, por acuerdo superior, ha resuelto conceder al Embajador Paz su separación del servicio Exterior Mexicano”.

paZ, las rEVUEltas dE la Historia

- ¿Qué opina usted, señor Presidente, del libro escrito por Octavio Paz y que trata sobre los consabidos suce-sos de Tlatelolco?- Pues oiga usted, no lo conozco, honradamente. Si no me equivoco, en la época de lo que usted llama “consabidos sucesos de Tlatelolco”

el señor don Octavio Paz era nuestro embajador en la India.- ¡Ah! ¿Entonces fue cuando renun-ció?- ¡Ése qué va a renunciar! Fíjese usted, muy cómodamente, pidió que se le pusiera en disponibilidad. Es decir, acudió al expediente burocrático de asegurar la chamba y prácticamente está con licencia indefinida. Eso es todo.Veo una y otra vez la entrevista que el periodista Ernesto Sodi Pallares hizo a Díaz Ordaz hacia el final de su sexenio, y es muy evidente el perfil y la personalidad del presidente. Todo su cuerpo dice lo que con sus pala-bras no se atreve a enunciar.Cuando escucha el nombre de Octavio Paz, algo estalla en las entra-ñas, contiene la erupción, se tam-balea. Pero el enojo, una furia que apenas puede contener, lo empuja hacia al frente. Trata de domar las palabras. Lo logrará en las primeras que emite: “No lo conozco (el libro) honradamente”.Pero no, no es momento de dejar pasar la oportunidad, ésta que es

quizá la última para dejar un clavo podrido en la historia personal de Octavio Paz, ese poeta que le dejó la embajada de la India en protesta por la masacre de Tlatelolco. “¡Ése qué va a renunciar!”.Estaba hecho. La duda quedaba sem-brada. Con toda la intención, con ganas de dañar la imagen del inte-lectual. Dejarle una mancha indele-ble en su nombre. No dejarlo en paz.La entrevista tiene fecha del 17 de noviembre de 1970, lo que indica que le quedaban solamente 13 días en el poder. Para el 1 de diciembre estaría entregando todo el “imperio” sexenal a Luis Echeverría Álvarez. Y lo que dijera luego ya no sería igual, ya sería la palabra del expresidente.Nadie sabe si Díaz Ordaz habría leído Postdata, el libro que Octavio Paz escribió durante su estancia en la Universidad de Texas en Austin, en lo que sería una de las paradas últimas del poeta antes de regresar a su patria.Al reflexionar sobre lo acontecido en 1968 Paz escribe en Postdata:•Toda dictadura, sea de un hombre

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o de un partido, desemboca en las dos formas predilectas de la esqui-zofrenia: el monólogo y el mausoleo. México y Moscú están llenos de gente con mordaza y de monumentos a la Revolución.

•Una reacción exagerada o excesiva delata, en cualquier organismo vivo, miedo e inseguridad; y la esclerosis no sólo es signo de vejez sino de inca-pacidad para cambiar. El régimen mostró que no podía ni quería hacer un examen de conciencia; ahora bien, sin crítica y, sobre todo, sin autocrí-tica, no hay posibilidad de cambio.

•Esta debilidad mental y moral lo con-dujo a la violencia física. Como esos neuróticos que al enfrentarse a situa-ciones nuevas y difíciles retroceden, pasan del miedo a la cólera, cometen acciones insensatas y así regresan a conductas instintivas, infantiles o ani-males, el gobierno regresó a periodos anteriores de la historia de México: agresión es sinónimo de regresión.

•Mis palabras irritarán a muchos; no importa, el pensamiento indepen-diente es casi siempre impopular.

•Lo que ocurrió el 2 de octubre de 1968 fue simultáneamente, la nega-ción de aquello que hemos querido ser desde la Revolución y la afirma-ción de aquello que somos desde la Conquista y aún antes.

•El tlatoani representa la continui-dad impersonal de la dominación; una casta de sacerdotes y jerarcas ejerce el poder a través de una de sus momentáneas encarnaciones: el Señor Presidente es el PRI durante seis años pero al cabo de ese térmi-no surge otro presidente que es una encarnación distinta del PRI.

* * *El peregrinar de Octavio Paz acaba en 1971, ya sin Díaz Ordaz en la Presidencia. A su regreso, el 29 de marzo, el escritor concedió una entre-vista al programa 24 Horas del canal 2 que conducía Jacobo Zabludovsky.Habló de intelectuales y de aquella entrevista de Díaz Ordaz con Sodi Pallares.-Usted ha afirmado que el escritor

debe estar al margen del Estado y de las democracias políticas, pero hay gente como Rosario Castellanos, que es embajadora de México en Israel, y Pablo Neruda, que acaba de acep-tar un cargo del presidente Allende también como embajador. ¿Qué opina usted de esto?- Bueno, yo también he sido funcio-nario, he sido embajador y no me voy a convertir ahora en lo que más abo-rrezco: en juez de los otros. Creo, sin embargo, que los escritores aunque quieran ser útiles dentro del Estado, su verdadero gesto es fuera del Estado como conciencia crítica de su pueblo o por lo menos como expresión críti-ca de su propio yo individual.Tampoco soy partidario de que los intelectuales, sobre todo los escrito-res, los poetas, los artistas, formen parte de partidos políticos. Con esto no quiero decir que los escritores no deban tener opiniones políticas; al contrario, un escritor, puesto que es un ser social, debe tener opinio-nes y convicciones políticas, pero si tuviera una organización política, hay el peligro de que incluso, sin darse cuenta, ponga su arte o su pensamien-to al servicio de las necesidades del momento.- En una entrevista que le hicieron al licenciado Díaz Ordaz, habló de usted. ¿Esas declaraciones lo han perjudicado o lo han beneficiado?- Mis libros se venden mucho más desde esa época.

El Folio 153

Y entonces, dentro de la montaña de documentos, surge una hoja de gara-batos burocráticos.Folio 153. Expediente III-2944-1 (III). Expediente personal de Octavio Paz Lozano.Una inofensiva forma de papelería le dará la vuelta a una parte de la historia intelectual del país. Apenas un inofensivo formulario con una inofensiva leyenda: “Aviso de cambio de situación de per-sonal federal”.Y seguiría siendo un inofensivo papel si no fuera porque la persona a la que se refiere ese aviso de cambio de situación de personal es Octavio Paz. E incluso ahí podría quedar todo.Pero no. Lo que explota de golpe a

la mirada son las fechas y una frase que antes ya había aparecido en otros documentos del mismo expediente: “Renuncia a la disponibilidad”. Y la fecha: “1 de Sept. 1971”. La frase y la fecha, subrayado con verde.Pero existe otra fecha subrayada con verde que no coincide con los tiem-pos que refiere la leyenda “renun-cia a la disponibilidad”. Antes de la firma de Raúl Nájera Esquivel, entonces director General de Cuenta y Administración, otra leyenda y la fecha:“Se hace constar que en los términos indicados, cambia la situación de la persona a quien se refiere el presente aviso: Tlatelolco, D.F., a 27 de marzo de 1973”.No hay duda de que es un documento oficial.

Baja. (Opción marcada)Nombre del empleado: Octavio Paz Lozano.Núm. Reg. Filiación: PALO-140331Empleo: Embajador.Adscripción:Embajada de México en Nueva Delhi, India.Oficina pagadora actual:Dirección General de Pagos.Cambio radicación sueldos a:Departamento de Control de Pagos.Nueva adscripción:

Clave: 5-1107-11.70/SE-01-01-55Sueldo: $4,521.00

Al centro del documento, pequeños recuadros con los siguientes requi-sitos y datos.Fecha: Día, Mes, Año: 1º. de sept. 1971.

Motivo: RENUNCIA A LA DISPONIBILIDAD. (La leyenda toda en mayúsculas y tipografía de las máquinas mecánicas de escribir).

Varios dEtallEs más:

1.- Alguna máquina con reloj marcó la hora en que este documento fue recibido en la Dirección General del Servicio Diplomático: “73 Mar 28 13.04”.

2.- En otra oficina a la que llegó este documento, alguien anotó con tinta verde y en diagonal, exactamente

abajo del sello oficial impreso del águila devorando la serpiente: 29-III-73.Lo que esto significa es que en 1973 fue el año en que se autorizó su renuncia a la disponibilidad. En 1973 cumplía 30 años en el servicio públi-co, los años que, de acuerdo con la Ley del Servicio Exterior Mexicano, se requerían para alcanzar los bene-ficios de la jubilación.

Nota. El salario que se menciona es el oficial. En la versión pública del expediente de la DFS sobre Octavio Paz que se encuentra en el Archivo General de la Nación, los ingresos reportados son otros:

Sueldo: $4,521.00Sobresueldo: $678.15Compensación: $3,164.70Total: $8,363. 85.

Es decir, la diferencia entre una y otra cifra era casi del doble.

* * *El hallazgo de este documento ocu-rrió el miércoles 18 de agosto del 2010. La marca de la fecha quedó en la imagen digital.¿Qué significaba ese documento? ¿Octavio Paz mintió o nadie leyó con cuidado sus palabras cuando dijo que renunciaba a la embajada, al gobierno de Díaz Ordaz, pero no al sistema, no al Estado?Ese documento pasó por varias manos y miradas. Una de ellas fue la de Gilberto Adame, quien compartió su hallazgo en la edición de febrero de 2015 de la revista El Mundo del Abogado.Dice Adame en entrevista: “Basta hacer un análisis de las leyes, y si bien no era en la ley, en el reglamento estaba perfectamente especificado cómo podía una persona renunciar al servicio exterior, así como los efec-tos de la renuncia, que eran de tipo económico.“Eso me lleva a desestimar los argu-mentos de que Octavio Paz no tenía otra salida.“El deseo de querer dejar el servicio público lo viene anunciando en tex-tos, cartas a amigos, algunas públicas, otras que forman parte de archivos por abrirse. De tal modo que cuando

16Domingo \ el mañana \ 12 de abril de 2015 política

¿octaVio PaZ mintió o nadie leyó con cuidado sus palabras cuando dijo que renunciaba a la embajada, al gobierno de díaz ordaz, pero no al sistema, no al estado?

ocurre lo del 68, las reacción es de Paz es de indignación. En el 68 cul-mina lo que ya había empezado.- ¿Qué significaba concretamente la solicitud de disponibilidad?-De acuerdo con la ley y el reglamen-to, implicaba tomarse una licencia de tres años, seguir perteneciendo al servicio exterior y regresar cuando así lo deseara; conservar seguridad social, gastos, pasajes, etcétera. De hecho, cuando regresa a México en 1971, seguía perteneciendo al servi-cio exterior.- ¿No renuncio?- Con el análisis de los documentos, sin ninguna interpretación ni políti-ca ni ideológica, sino estrictamente legal, Octavio Paz no renunció. Se acogió a un derecho que tenía… un tipo de licencia.- ¿Gustavo Díaz Ordaz tenía razón?- Tenía razón.Lo dicho por Octavio Paz sobre su salida de la embajada de India tiene el sabor de la mentira. ¿Por qué no fue explícito? ¿Por qué tenía que cargar con eso?Cuando Julio Scherer lo entrevista en 1977, el periodista es el que usa nuevamente la palabra “renuncia”, no el poeta.- Se ha dicho (en Plural, octubre de 1972) que tu renuncia a la embajada en la India fue un acto moral que des-pertó expectativas políticas, imposi-bles de cumplirse pues no querías ni podías regresar a México para con-vertirte en cabeza de la oposición. ¿Qué opinas al respecto?- El comentario de mi amigo José Emilio Pacheco se basa, a mi juicio, en una confusión. No creo que se deba separar, en este caso, la moral de la política. Incluso podría afirmar-se que la eficacia política de mi acti-tud consistió en que fue la expresión de una decisión moral.Dejé la embajada de la India para expresar mi inconformidad moral con una política gubernamental (negritas del autor).¿Cuándo usó la palabra renuncia? Más allá de la formalidad legal, ¿por qué casi nunca se atrevió a usar la palabra renuncia? Estar en dispo-nibilidad implicaba, de acuerdo con Adame, que el escritor seguía cobrando su salario y que lo hizo al menos hasta 1971.

El abogado Adame halló la que puede ser la única declaración publicada en la que Paz usa de manera explícita la palabra renuncia.El texto es un cable de la agencia AP publicado en la edición del 19 de octu-bre de 1968 del diario Excélsior.La agencia asegura que Paz habría dicho que renunció al cargo a causa de las diferencias con el gobierno mexi-cano. “No hice ninguna observación en la India, pero no estaba satisfecho con la acusación del gobierno mexi-cano durante los disturbios estu-diantiles… sería difícil representar un gobierno así”, juzgó Paz en ese momento.Juan Villoro, en el texto de presen-tación de la obra de Christopher Domínguez, propone otro tipo de acercamiento con Paz:“Lo peculiar, en el caso de Paz, es que encomió siempre la distancia del poeta con el Príncipe y, psicológica-mente, se vio a sí mismo como un out-sider, como un disidente. Se atrevió a ser impopular, inaugurando arries-gadas formas de pensar. Eso basta y sobra. Me parece una desmesura pedirle la virtud del santo o el héroe cívico”. En efecto, sería un despropó-sito exigir que fuera un santo, pero bien podría haber dicho con todas sus letras que no había renunciado y que siguió cobrando. La renuncia hizo

enfurecer a Díaz Ordaz. Hoy sabe-mos detalles de su reacción. En una larga carta (París, 5 de noviembre de 1968), Carlos Fuentes le cuenta a Paz algunas de las reacciones que le han hecho los amigos sobre la renuncia. Un párrafo narra el instante en qué se enteró Díaz Ordaz.… Por su parte, José Luis Martínez tuvo que admitir, antenoche, que a su parecer el ejército es el que le da órde-nes a Díaz Ordaz. También me dijo que GDO estalló en cólera cuando renunciaste y dictó un cese violento e injurioso que Carrillo Flores trató de “endulzar”. Ya sabemos que para los aztecas los corazones humanos hacen las veces de postre.El entonces presidente se guardó la furia, Luego, cobraría “vengan-za” con una sola frase: “Ése qué va a renunciar”. Esa frase provocaría una reacción similar en el poeta. El 24 de noviembre (siete días después de la entrevista Sodi-Ordaz) Octavio Paz agrega tres párrafos a una carta dirigida y escrita desde Cambridge a Carlos Fuentes, que había dejado inconclusa:Hasta aquí había llegado mi carta —suspendida por un corto viaje a Londres: conferencia y comida con Lévi-Strauss—, cuando ayer en la noche tuve la inmensa alegría de oírte y oír a Leonora, Fernando, Ramón y

Víctor. Agradezco a Díaz Ordaz su mezquina alusión: me dio ocasión de oírlos a Uds. y reconocerme en su amistad. Eres maravilloso Carlos. La amistad de Uds. me compensa con creces de la mezquindad de ese hom-bre atrabiliario y dispéptico. ¡Nuestra vida, nuestra honra y nuestra libertad a merced de los jugos gástricos y de los tubos digestivos del antiguo ama-nuense del novillero y chulo pobla-no Ávila Camacho: Lo que a mí me tiene aterrado no son los desahogos de nuestro presidente (su reinado ter-mina dentro de una semana) sino las condenas recientes. Son monstruosas y tiene un objeto simultáneamente real y simbólico: con ellas se nos quie-re aterrorizar…Todavía agregó palabras manuscritas. Tres párrafos y una pregunta que dejó pendiente para siempre:¿Crees que vale la pena que, a mi regreso, ponga los puntos sobre las íes en relación a la alusión de Díaz Ordaz?No lo hizo.

* Este texto forma parte de la inves-tigación del autor sobre la relación entre intelectuales y poder en México, realizada en parte gracias al apoyo del Lozano Long Institute of Latin American Studies (LLILAS), de la Universidad de Texas en Austin.

Octavio Paz