DON EZEQUIEL URICOECHEA

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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. COLOMBIANOS DE AYER 1 DON EZEQUIEL URICOECHEA Escribe: VICTOR SANCHEZ MONTENEGRO -Il- El general Tomás Cipriano de Mosquera h abía sido e lecto pre sidente por cuarta vez para el período presidencial de 1866 a 1868, según la reforma de la Constitución de Rionegro. La opos ición se desencadenó casi al instan- te de la inauguración de su gobierno. En "El Mensajero" lo combatían sin tregua don Santiago Pérez, Tomás Cuenca y F e lipe Zapata. El presidente presentía el desastre que cu lmin ó el 23 de mayo de 1867, cuando adversarios lo destituyeron del poder y colocaron en su l ugar al vicepresi- dente general Santos Acosta.. P ero tenía aún buenos y nobles amigos, como el doctor Eezequiel Uricoechea, quien fue nombrado por el Gran general, director de Instrucción Pública, cargo que no qui so aceptar porque estaba decepcionado de la política, a pesar de que por muchos aspectos su espíritu se acercaba al del caudillo. No fue, pues, lo que dicen algunos historiadores, como don Joaquín Ospina, que ese nombramiento se le hizo en 1861 (7). En 1868 salía el señor Uricoechea para Europa con el fin de perfeccionarse en sus estudios lingüístico s, filológicos y de cie ncia s naturales, que le embargaban s us s al ta s aspiraciones. Su domicilio principal fue París, pero de a lli orientaba sus pasos por diferentes nacione s, como insigne r ebuscador de la ciencia. En la ciudad Luz , se dedicó al estudio de otras lenguas y sirvespecialmente a don Rufino, de correspon s al si n seg undo para todas s us elucub1·aciones filoló- gicas y de negoci os en general; "ejer ció el oficio de comisionista, ora para vender piedra s preciosa s y joyas qu e le enviaba su amigo de Bogotá, Y que se trasmutaban como cosa de alquimia en viejos y nu evos mamotretos, ora para conseguir el corcho (con diametral minuciosidad) destinado a las botellas de cervecería" , seg ún escribe Fernando Antonio 1\lartínez (8) . La actividad científíca del señor Uricoechea en Europa fue verdadera- mente extraordinaria y coronada con el éxito. En diferentes ciudades del viejo Continente principió a publicar muchas de s us obras, empezando por "Antigüedades Neo-granadinas" en Be rlín en el año de 1854 (9). Hay dos ediciones más. L:l tercera co rr esponde a la Selección Samper Ortega; (10) "Mapoteca Colombiana" en en In editorial de Trubner, en 1860; - 53

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COLOMBIANOS DE AYER

1

DON EZEQUIEL URICOECHEA

Escribe: VICTOR SANCHEZ MONTENEGRO

-Il-El general Tomás Cipriano de Mosquera había sido e lecto presidente

por cuarta vez para el período presidencial de 1866 a 1868, según la reforma de la Constitución de Rionegro. La oposición se desencadenó casi al instan­te de la inauguración de su gobierno. En "El Mensajero" lo combatían sin tregua don Santiago Pérez, Tomás Cuenca y F elipe Zapata. El presidente presentía el desastre que cu lminó el 23 de mayo de 1867, cuando su~ adversarios lo destituyeron del poder y colocaron en su lugar al vicepresi­dente general Santos Acosta.. P ero tenía aún buenos y nobles amigos, como el doctor Eezequiel Uricoechea, quien fue nombrado por el Gran general, director de Instrucción Pública, cargo que no quiso aceptar porque estaba decepcionado de la política, a pesar de que por muchos aspectos s u espíritu se acercaba al del caudillo. No fue, pues, lo que dicen algunos historiadores, como don Joaquín Ospina, que ese nombramiento se le hizo en 1861 (7). En 1868 salía el señor Uricoechea para Europa con el fin de perfeccionarse en sus estudios lingüísticos, filológicos y de c iencias naturales, que le embargaban s us más altas aspiraciones.

Su domicilio principal fue París, pero de a lli orientaba sus pasos por diferentes naciones, como insigne r ebuscador de la ciencia. En la ciudad Luz, se dedicó al estudio de otras lenguas y sirvió especialmente a don Rufino, de corresponsal sin segundo para todas sus elucub1·aciones filoló­gicas y de negocios en general; "ejer ció el oficio de comisionista, ora para vender piedras preciosas y joyas que le enviaba su amigo de Bogotá, Y que se trasmutaban como cosa de alquimia en viejos y nuevos mamotretos, ora para conseguir el corcho (con diametral minuciosidad) destinado a las botellas de cervecería", según escribe Fernando Antonio 1\lartínez (8) .

La actividad científíca del señor Uricoechea en Europa fue verdadera­mente extraordinaria y coronada con e l éxito. En diferentes ciudades del viejo Continente principió a publicar muchas de sus obras , empezando por "Antigüedades Neo-granadinas" en Berlín en el año de 1854 (9). Hay dos ediciones más. L:l tercera corresponde a la Selección Samper Ortega; (10) "Mapoteca Colombiana" en Lonclre~ en In editorial de Trubner, en 1860;

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"Vocabulario Pñez-Castellano, catecismo, nociones de gramática i dos plá­ticas conforme a lo que escribió el señor Eugenio del Castillo y Orozco, con adiciones, correcciones i un vocabulario castellano-páez", en París en la editorial Maisoneuve (1877); "Miscelanca. Contribución a las ciencias i las artes ... ", en la imprenta de El Mosaico y luego en Londres, Editorial Trubner; "Gramática, vocabulario, catecismo y confesionario de la lengua Chibcha, según antiguos manuscritos anónimos e inéditos, aumentados i corregidos por Eezequiel Uricoechea", en la misma editorial parisiense; "Gramática, catecismo, vocabulario de la lengua goajira" por el obispo rafael Celedón con intrudicción y apéndice del señor Uricoechea, editada en París; "Alfabeto fonético de la lengua castellana", editada en Madrid, en la Librería de Cuesta en 1872, que prácticamente es una carta sobre dicho tema, dedicada a don Eugenio de Hartzembusch.

En Bruselas publicó la traducción de la "Gramática Arabe", del pro­fesor C. P. Caspari, y salió precisamente en el año de su muerte, en 1880. Pretendía el señor Uricoechea continuar publicando sus estudios árabes divididos en tres partes: Gramática, crestomatía y una nueva gramática según el método de Ollnedorf, además de otra del árabe vulgar. En los dos primeros volúmenes de "Cartas de su Archivo", de don Rufino José Cuervo se encuentran muchas que los dos filólogos se cruzaron desde París y Bogotá, e influyó indudablemente para que el último se trasladara a París en donde podría mejor proseguir sus famosos estudios gramaticales y filológicos, como en efecto lo hizo. Esa corerspondencia es digna de ser comentada ampliamente porque en esos renglones casi familiares está la sicología serio-burlesca, irónica a veces del señor Uricoechea, pero siempre noble y digna, como imagen de su espíritu superior de amigo y compañero de esos nobles estudios.

Los dos genios nuestt:os, se comunicaban frecuentemente sus conoci­mientos y proyectos científicos. El mismo doctor Fernando Antonio Mar­tínez en el Estudio preliminar que escribió en el primer tomo de las Obras del señor Cuervo, hace ver con seguro análisis que al recibir Uricoechea en París, la muestra del diccionario elaborado por Cuervo en compañía de González Manrique, le escribe: "Una cosa desearía ver en el diccionario de Uds., es el réjimen (i significado consiguiente a la preposición que le acompaña) de cada verbo: no conozco trabajo alguno sobre la materia en nuestra lengua. . . La carta es de 1872 del 4 de febrero y sería de mucho interés decidir si esas palabras determinaron la iniciación del Diccionario de Construcción y Régimen". (11).

La amistad de estos grandes ingenios marca época y rumbo en los anales del corazón y de la ciencia. Según cuenta en las cartas de su archivo (9), Cuervo recibió de su amigo insigne las primeras lecciones de la lengua alemana y con especial empeño lo instó para que abandonara a Bogotá Y se trasladara a París, pero el señor Cuervo se le adelantó tal vez en el conocimiento de la lengua árabe según se desprende de algunas de sus cartas; pero es el caso que el señor Uricoechea llegó a ser una verdadera autoridad en esta lengua, y por e llo mereció los honores de ser profesor de dicho idioma en la Universidad de Bruselas y para e llo le tocó leer su admirable discurso sobre e l particular.

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Su biógrafo señor Lleras Codazzi refiere en su estudio citado (12) que el gobierno belga abrió un concurso para la cátedra de árabe entre los más preclaros catedráticos de esa difícil lengua. Concu rrie ron los mejores orien­talistas de Europa y la ganó nuestro sabio con e l más alto elogio de los profesores de la gran Univers idad. El señor Uricoechea dice que adoptó el método de "repetición". Con gracia bogotana comenta su actuación cuando dice que de los "rivales al puesto, ninguno ha chistado", y añade en carta a l señor Cuervo que está haciendo copiar el texto íntegro de su obra de árabe vulgar de más ele 780 páginas . Lo cierto es que emprendió en esa época la traducción de la gramática árabe de Casparri, ya citada. Sus discípulos se adapta ron fácilmente a s u sü;tema pedagógico con tan buena suerte que "a los dos meses empezaron a traducir las Mil y una noches", y que de s u obra sobre "Crestomanía át·abe ya lleva escritas sesenta pá­ginas de texto con el corerspondiente vocabulario".

Como una ligera muestra de s u intensidad de trabajo, de su dedicación s in tregua a sus arduas labores después de haber trabajado en sus estu­dios árabes le dice al señor Cuervo: "Sí amigo mío. Salí de la impresión de la gramática árabe. Qué descanso! Días había de dieciseis horas de trabajo, dos de lecciones, y para completar las veinticuatro, seis de insom­nio. No saben los señores lectores lo que cuesta de trabajo un libro que no sea novela" ... Y vuelve a las recomendaciones para que su amigo abandone a Bogotá porque el medio es muy pequeño para é l, sobre todo, "quién se escapa de las garras de nuestros políticos ladrones? ( 13).

Pero lo más interesante, sobre todo puestas las palabras en boca del señor Uricoech ea es la diatriba no por sutil, muy fuerte contra el diccio­nario y los que lo confeccionan. En una de esas admiradas cartas le dice que faltan much as palabras en el diccionario, pues las que usa el pueblo, muchas no tienen aún su casilla, siendo viables en todo sentido. "Esa f alta proviene de que en la academia no hay un solo hombre que sepa lo que son las artes y ciencias de visu. De oídas harán disertaciones magnífica s pero no saben e l tecnicismo ni d modus operandi". Esa parte sc la recomi<'n­do a usted muy especialmente porque falta en absoluto".

Con respecto a la obr a sobre el Diccionario Biográfico Americano. que ya se comentó, es una verdadera lástima que se haya perdido. pues s in duda alguna sí lo hizo o por lo menos trabajó intensamente en él, por mucho tiempo, pues asi se desprende de otra carta a l señor Cuervo. en donde le dice que necesita ciertos datos para sus apuntes sobre dicha obra, que desde 1855 estoy haciéndolo" (14). También se sabe por propin confesión en otra misiva a su amigo, que está escribiendo una gramática Y vocabulario sobre la lengua tunE:ba, "para publicarla en m i cuar to tomo". Prosigue trabajando desde París en S\1 obra preferida: sobre mineralogía. "que es la niña de mis ojos", que urge publicar pnra desterrar In maldita nomenclatura francesa. . . y por último, cuenta que está declicndo a eln­borar el diccionario de voces de historin natural, ~egún lo dice <>n carta de cinco de mayo de 1879 (15).

Los pocos biógrafos de nuestro personnje se lamentan el<> que se hnn perdido muchas cartas de estos grandes amigos, que habrían s ido un ver­dadero tesoro para <'OilO<'C'r más d<> c~rca In nnturalczn de <'~tos nstros.

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En la intimidad dc·~cubt ió todos los tesoros de su alma y, como dice el doctor Fernando Antonio Martínez, <'1 señor Uricoechea "con su genio picarezco -carta s suyas hny escritas en PI lenguaje de Quevedo- y su inagotable compresión ele las cosas ... obró sohre Cuero en forma más di­recta y efectiva" (16). Entre ellos se establecía un suave juego de pullas discretas y nmistcsas. Mientras que Cuervo le comentaba que su amigo aún conservaba residuos de "rojería", el otro, aceptándolo de Suena ley, le expresaba que una de sus parientas muy cercanas "era una medio monja en casa".

Sería muy interesante, si fuere posible recoger todo cuanto se ha escrito en el exterio1· sobre la obra de nuestro compatriota, pues hemos leído conceptos elogiosos en extremo, de Fouché Delbosc, de Morel Fatio, de Dozy, de Pidal, de su intimo amigo Hartzenbusch, y sobre todo, del ilustre sabio italiano, señor T eza. Todos ellos hablan de manera especial de sus obras filológicas, ele su tratado de fonética que fue novedad en s u tiempo, por los adelantados conceptos ele esa ciencia que empezaba a ele­varse del nivel común ele los c•speculativos estudios. Su anhelo de sabidur ía lo llevó en junio de 1880 a conocer mejor la lengua de los árabes en sus propios orígenes. Llegó a Alejandda, prosiguió s u camino a Damasco; su anhelo era vivir algún tiempo en compañía cordial con alguna de esas tribus autóctonas en el propio desierto, pues para él, las dificultades de aquella vida nómada no le eran Clbstáculo ante el deseo ferviente de cono­cer mejor aquella !:mgua. Una de las últimas cartas que el señor Uricoe­chea escribió fue para su entrañable amigo bogotano, y con un sentíd(J de premonición misteriosa decía le entre otras cosas: "En febrero volveré, si vuelvo . .. ! ) En Da masco enfermó de cuidado y los médicos le recomen­daron que se fuera a las montañas del Líbano en donde la frescura del clima podría mejorarlo, pero la enfermedad acechaba esa noble vida, se. traslado difícilmente a Beyrouth y allí rindió su vida de estudio constante, el 28 de julio de ese mismo año.

El doctor Alvaro Uricoechea en el artículo que escribió en el Boletín de Historia y Antigüedades, que es el mismo que apareció en la Revista del Rosario (17), dice entre otros comentarios que se ha guardado un discreto silencio en torno al señor Uricoechea "como si nuestra democracia mirara despectivamente a los condenados a ceñir sobre la frente el símbolo· de su virtud y saber " ( 18) . El doctor Alfredo D. Batteman Quijano en la Revista ''Cromos" en un estudio sobre el señor Uricoechea, y dedicado al doctor Ricardo Lleras Codazzi , como homenaje a aquel sabio, en el primer centenario de su nacimiento, termina así: "Su vida aunque corta, fue muy fecunda , alejado de la política y de las epopeyas militares, supo con su talento honrar a Colombia, con su ciencia servir al progreso de la huma­nidad y con s us virtudes servir de modelo a la juventud" (19).

Manuelita Manzanares, ya citada escribe en la Revista de las Indias, un hermoso paralelo entre Ca1·o y Uricoechea . Ambos fueron amigos desde la niñez, juntos vivieron en Bogotá y juntos continuaron su amitad en Europa. La correspondencia de los dos pe rsonajes es de lo más interesante de sus epistolarios (20) . "Senderos", la famosa revista del más grande de los directores de la Biblioteca Nacional, don Daniel Samper Ortega, hizo un

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bello elogio del sabio bogotano y se queja eso s í de que descontando algu­nos pocos artículos que generalmente se copian unos a otros, no se lo ha sabido valorar en :;u venladero precio y que sus obras son hitos de la mayor prestancia para las ciencias naturales y la lingüística de Colombia. Termina su comentario diciendo que la muerte del señor Uricoechea fue muy comentada en las mejores revistas y periódicos científicos de Europa, y señala textualmente que "en su patria hemos podido encontrar la noti­cia con unas pocas frases más amables para su fami lia que para él. Su biografía, si se descuentan los apuntes que le ha consagrado otro apóstol de la ciencia colombiana, el doctor Ricardo Lleras Codazzi, todavía no se han escrito. Sin embargo, algún día volveremos los ojos al pasado glorioso en que supimos inte resarnos por la natura leza y pm· la lengua, y entonces vendrán quienes digan todo lo mucho que valía e l modesto sabio colombiano, C\tyo centenario pasó inadvet·tido en su patria" (21).

El filólogo insigne doctor Viñnza decía de él que es uno de los ame­ricanos más ilustres de este siglo por su variada y general cultura, y sobre todo, por su gran competencia y saber lingüístico. El profesor Pott, ver­dadero creador o apóstol de las Gramáticas Comparadas, en su revista Gottingische gelehrte Anzeig-en, lo mismo que el genial Morel Fatio, el admirador hispanista, en "Romanía" consagraron fraternales y elogiosos artículos necrológicos al sabet· su muerte, y el gobierno belga costeó esplén­didamente los gastos de su entierro. " La Gaceta Internacional" de Bruse­las fue la más encomiástica en las diferentes apreciaciones, sobre la vida, obras y circuns tancias de su muerte. Recordaba el éxito de la obra de nuestro sabio sobre la gramática árabe y su profesorado, ya que se desta­caba el hecho de que él fue el primer hispanoamericano que había gozado de tan grandes honores.

Uno de los genios de la fi lología, el profesor R. Dozy, en carta dirigida al señor Cuervo, hizo el elogio del doctor Uricoechea con términos de fer­viente admiración. No podrían faltar la s palabras elocuentes y dolorosas de s u amigo incomparable al saher la fatal noticia. En los apéndices al prólogo de sus "Apuntaciones Críticas al Lenguaje Bogotano", recuerda que el señor Uricocchea fue quien hizo conocer "las Muestras" del Diccio­nario y la obra que acabo de citnr, en toda Europa. y mezcla ese nombre f raterno al del seiior Hartzenbusch. quien le había escrito desde Avila en 1874 una carta. En la página citada de l setior Cuervo hace memoria de lo!< dos personajes, que cuando fueron trazadas por s u mano, ya habían muer­to. Con respecto al compañero compatriota dice: "¿Qué amistosa conme­moración cabrá hacct· aquí del ilustre bogotano, del incansable investigador científico y literario, que mereció el singu lar honor de profesar la lengua árabe en una ele la s pri1~cipnl e!' univers idades eu ropeas, del sabio que no halló placer mayor que estimular y encaminar a los estudiosos, en fin, del amigo sin igual. cuya lea ltad y solicitud jamás conocieron límites ? Nuestras fuerza~ 110 llegan a nues tros rlescos. y ya que no podemos mús. siem pre nos gloda t·cmos de que dos nombres tan ilustres autoricen las humildes páginas ele este libro" (22).

Después de los escritores citados a través de este pequetio tmbajo que pronto ampliaré, se han escrito otros estudios, como el del doctor Luis

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Augusto Cuervo, pero que no llega al sentido exacto de la biografía. El doctor Ricardo Lleras Codazzi tantas veces citado y uno de los pocos que habrían podido emprender con éxito en la obra esperada dice en la Revis tn ele! Rosario en la sección "Galería de hijos" de ese colegio, en nota al pie de su pequeilo artículo: "Este escrito es el prólogo a un libro que publicará en breve el sei\or Lleras con el titulo de "Res tauración de la Colección Uricoechea". Pero la realidad es que la estamos esperando todavia.

Creo que sería relativamente fácil emprender en el estudio biográfico completo de uno de nuestros más ilust res sabios que pusieron en severa cumbre el nombre de la patria; pero no basta la relación más o menos completa de su vida y sus obras sino e l anális is de estas, a la luz de los conocimientos actuales, pues a pesar de los profundos de nuestro autor, hay varias de sus obras que podrían ser objeto de algunas rectüicaciones opor­tunas pero que no restarían ningún mérito a lo r ealizado por é l en su tiempo. Es natural que en materia de fonética, pongamos por ejemplo, la ciencia moderna ha revalorizado viejos conceptos y ha explicado mejor aun desde el punto de vista físico y filológico la formación de las palabras y el valor de cada letra. En el vocabulario páez-castellano, podrían hacerse algunas anotaciones porque es posible hallar intrusiones de la lengua que­chua en ella y no s implemente chibcha; en las antigüedades neo-granadinas, también podrían hacerse algunas rectificaciones, y a sí en otros p untos lu­minosos tratados por él sobre los cuales bien habría podido caer un poco de sombra que es necesario despejar. Y así quedaría aún más alto e l nombre del bogotano ilustre que como el doctor J osé María T orres Caí­cedo, pudo llevar en s u pecho las más altas condecor aciones con que Europa haya honrado a los hijos del Nuevo Mundo, ya que aquel ostentaba <tdemás de s us títulos univers itarios, los de miembro honorario de Geogra­fía y E stadística, de México, socio principal de la Geológica, de Berlín y de la de París , de la de Zoología y de la de Botánica, de Viena, de la de Ciencias Naturales, de Erlangeni, de la Imperial de Instituto Geológico, ue Aus tria, y de muchas otras <:uropeas y americanas, todo lo cual indica que su nombre hay que sacarlo del olvido y que la patria estú en mora de hacerlo.

NOTAS

ti 1 Uiccionnrio Uiog roifico y Bibliográfico tic Colombia. P o r Joaquln Ospino, a t o mos. T.,mo lll M-Z. ;I!ClltXXXlX. Bo¡cotñ. E<litu r ia l i\¡cuiln. P. 839-840. Es t.c boceto biogrMico es •·x nc tumcn lc i¡:unl 11 un c~ t u•li o sobre el mi~mo J•ersonnjl', escrito I>Or el Sl'ñor Al~·nro Url­Ctl eehcn.

181 Rufinu J usc Cu~n·o. Obrn~ T . l. E~tutliu pt·eliminar por 1-' l'rnnntlo Antonio Murll­'" ~· lln!~olf\ 1!!54 . F.tlltoriu l J.ih rcrht Volunlntl. Ps. LXXXVIII-XCV.

1\11 1\<!('m:ÍS ti(' la Nlicio> n berl inesa ('Xi•lc lu rle la Colección Sumrl'r Ortega. F.dit u rinl Minc t·,·n. llo"ot a . 199 Jl:tiC~. Biltlio t eca i\ltll'unll de Culombia, N 9 45.

t l OJ lbid. HuCi n u J.,,,¡ Cuervo. Obru~. Op. c- it .

r 111 !bid. O p. ci t .

112) Rev. tlel R nsnrio. c~httlio •le H. LL. C. Qp. c it. tVcr no ta 61.

113 ) Cnrtn• •le • u nrchl\•o. Or. cit.

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(14 ) Revista del Rosario. DogotA abril de 1!117, " Ezequiel U r icoechea y Ru!ino José Cuervo", p or Alvaro Uricoechea. Eat.c articulo es idéntico al que el mismo autor publicó en el Boletln de Historia y Antigüedades. Tomo XI, en el miKmo a ñ o. Págs. 628-636.

(15) Cart.na de s u archivo. Op. c itada.

(16) R . J. C. Obrns. Op. citada.

(17) Boletln de H. A . Escrito de A. U. Op. cit .

(18) Ibídem.

(19) "Cromos" N9 1110. XXXVIII. Abril 'i de 1934. Don E~equiel Uricoechea, por por Alfredo Datteman Quijano. Dedicado al Rmi~to y maestro doctor Ricardo Lleras Co­da~~i. Primer centenario del noc:imient.o del doctor E~equiel Uricoechea.

(20) Ver la nota N9 4.

(21 ¡ Sendero~. Revista de lu Dibliotecn Nucional. Di rec tor Daniel Sampcr O r tega, N9 4. Bogotá mayo de 1934. ENte admirable estudio aunque de pocos dimensiones es obrn del director de In revista y ea el mismo que figura como prólogo de la obra del señor Uricoechea: " Antiglledades N eo-granadinas", edición colombiana ya citada.

(22) Rufino J. Cuervo. Obras Completas. Op. cit. p. 83.

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