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1 El hombre-lobo y la diferencia sexual Dr. Juan Carlos Jorge Catedrático, Departamento de Anatomía y Neurobiología Oficial de Diversidad e Inclusión, Escuela de Medicina - UPR Resumen Tres historias del hombre-lobo un cuento infantil, un caso Freudiano, y un caso médico-legalme permite examinar tres representaciones sobre la diferencia sexual. En la cuarta y quinta parte de este trabajo planteo el equívoco de las asociaciones norteamericanas de psiquiatría y de psicología de avalar el cambio de “desorden de identidad de género” por “disforia de género” en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales 5 ta Edición. Estas categorías diagnósticas asumen una “embriología del género” que carece de evidencia científica según trabajo teórico y de investigación que hemos hecho en Puerto Rico. Al fin de cuentas, la disforia de génerocomo categoría diagnóstica no es más que la respuesta clínica a un miedo infantil. Introducción Sexo -aprendemos desde los cuentos de hadas- se expresa en una de dos formas: varón o hembra. Aquello que no logramos entender lo extraditamos a las fronteras entre lo humano y lo no-humano (Izzi 2000); esa ha sido la estrategia para que no se nos venga abajo un axioma básico que sostiene nuestras identidades validadas en, y por, el orden social. Los mitos, el folclore, los bestiarios, los cuentos de hadas, y los sueños rebasan los límites del tiempo y del espacio según intentan explicar los casos en donde se rompe esta premisa básica de la existencia humana. El/la hermafrodita, el/la intersexual, la persona con desorden de desarrollo sexual según la nomenclatura clínica más reciente (Lee et al 2008), son injustamente reducidos en el imaginario sociocultural a monstruos sexuales. Pero esta impronta sociocultural se repite una y

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El hombre-lobo y la diferencia sexual

Dr. Juan Carlos Jorge

Catedrático, Departamento de Anatomía y Neurobiología

Oficial de Diversidad e Inclusión, Escuela de Medicina - UPR

Resumen

Tres historias del hombre-lobo –un cuento infantil, un caso Freudiano, y un caso

médico-legal– me permite examinar tres representaciones sobre la diferencia sexual.

En la cuarta y quinta parte de este trabajo planteo el equívoco de las asociaciones

norteamericanas de psiquiatría y de psicología de avalar el cambio de “desorden de

identidad de género” por “disforia de género” en el Manual Diagnóstico y Estadístico de

los Trastornos Mentales 5ta Edición. Estas categorías diagnósticas asumen una

“embriología del género” que carece de evidencia científica según trabajo teórico y de

investigación que hemos hecho en Puerto Rico. Al fin de cuentas, la “disforia de

género” como categoría diagnóstica no es más que la respuesta clínica a un miedo

infantil.

Introducción

Sexo -aprendemos desde los cuentos de hadas- se expresa en una de dos formas:

varón o hembra. Aquello que no logramos entender lo extraditamos a las fronteras

entre lo humano y lo no-humano (Izzi 2000); esa ha sido la estrategia para que no se

nos venga abajo un axioma básico que sostiene nuestras identidades validadas en, y

por, el orden social. Los mitos, el folclore, los bestiarios, los cuentos de hadas, y los

sueños rebasan los límites del tiempo y del espacio según intentan explicar los casos

en donde se rompe esta premisa básica de la existencia humana. El/la hermafrodita,

el/la intersexual, la persona con desorden de desarrollo sexual según la nomenclatura

clínica más reciente (Lee et al 2008), son injustamente reducidos en el imaginario

sociocultural a monstruos sexuales. Pero esta impronta sociocultural se repite una y

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otra vez cada vez que un ser enfrenta el devenir en humano. El tránsito más

escabroso en ese devenir se trata precisamente de entender y posicionarse

psíquicamente ante el descubrimiento de la diferencia sexual.

La noción médica de que el cuerpo sexo-diverso es una monstruosidad data desde los

inicios de la práctica médica como la conocemos hoy. En un texto médico del siglo 16,

Des monstres et prodiges, 1579 (De monstruos y prodigios), Ambroise Paré [1509-

1590] enlista a l*s “hermafroditas” en su catálogo de monstruosidades (Paré 1579).

Otro texto médico importante del mismo siglo, De re anatomica, 1559 (De cuestiones

anatómicas), contiene en su último liber (libro o capitulo) el texto “De iis qvae raro in

anatome reperivntvr, LIBER XV” (De esas cosas raramente ocurren en la naturaleza).

Su autor, Realdo Colombo [1515 (?)-1559], claramente narra sus encuentros con cinco

“hermafroditas” desde su panóptica de medicus-anatomista. Gracias a este texto

médico en particular he llegado a concluir que:

“…..Colombo, armado con su bisturí en la mesa de disección anatómica, aporta significativamente al libro de la naturaleza para des-entrañar lo que es y no es normal. Desde ese entonces quedamos atrapados los hombres, las mujeres, y tod*s aquell*s que cuestionamos el absurdo del razonamiento médico que nos define por la categoría de “sexo” desde el nacimiento mismo de eso que llamamos modernidad” (Jorge 2011).

Colombo, dirigiéndose a un amigo y colega, se refiere a los casos de variantes

genitales que tuvo la oportunidad de estudiar como un asunto raro y monstruoso.

“Sin embargo, mi Boni, o mejor, queridísimo Jacopo, entre todas las cosas sorprendentes y raras que yo he observado en diferentes momentos en cuanto a la estructura del cuerpo humano, yo considero que no hay cosa más sorprendente, nada más raro, que lo que yo he investigado diligentemente sobre la naturaleza de lo que no es ni varón ni hembra. […] Pero antes de que termine este tratado, me gustaría hacer un relato sobre una cosa monstruosa que noté en una mujer. Ella era una mujer cuya vulva no tenía nada especial o diferente de la vulva de otras hembras; una porción de la vagina era extendida, o algo similar a una vagina, pero en el abdomen no había útero, vasos seminales, u ovarios, y cuantas veces ella cohabitara con un hombre -y ella cohabitaba frecuentemente- ella se quejaba de una manera impresionante”. [Para cita completa refiérase a Jorge (2011). Texto original de Colombo (1559) traducido por JC Jorge basado en la traducción al inglés de Moes y O’Malley (1960)].

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En este capítulo analizaremos tres historias sobre la diferencia sexual. El arquetipo en

común de estas tres historias es la figura del hombre-lobo según un cuento infantil, un

caso de Freud, y un caso médico-legal. Examinaremos además la ambivalencia y la

inconsistencia teórica de la psicología y la psiquiatría estadounidense de no aplicar la

categoría diagnóstica “desorden de identidad de género” pero aplicar la categoría

diagnóstica “disforia de género” (DSM-IV-TR versus DSM-V, respectivamente) a

personas cuya apariencia genital al momento de nacer superan la dicotomía varón-

hembra.

1. El hombre-lobo se come a La Caperucita Roja

Una de las producciones culturales de mayor alcance a nivel mundial sobre el arquetipo

del hombre-lobo es, sin lugar a dudas, el cuento de La Caperucita Roja (Charles

Perrault [1628-1703]; Jacob (1785-1863) y Wilhelm Grimm [1786-1859]). Este cuento

popular, para lo cual hay varias versiones con fuertes tradiciones germánicas a través

de varios países europeos, es parte del sistema de clasificación Aame-Thompson para

cuentos populares con el número 333. La publicación del cuento por Perrault data del

1697, pero los elementos básicos del cuento pueden rastrearse a historias de siglos

anteriores. Por ejemplo, el dios griego Cronos devora a sus propios hijos aunque éstos

salen del vientre de su padre y son sustituidos por unas piedras. En Fecunda ratis, una

historia corta en latín del 1023 por Egberto de Lieja (Egbert von Lüttich), una niña

vestida de rojo es acompañada por lobos.

Aquí un resumen del cuento según la versión de Perrault (1697): la abuela confeccionó

una caperucita roja para su nieta. Un día, su madre le encargó a la niña llevarle comida

a su abuela, quien se encontraba enferma. Su madre le advirtió que no debía

apartarse del camino según atravesara el bosque. De camino a la casa de la abuela, la

niña se encontró con un lobo. La Figura 1 [INSERTAR AQUÍ] muestra una de las

muchas versiones de la ilustración del infame lobo. El lobo deseaba comérsela pero

éste no lo hizo de inmediato porque temía ser atrapado por unos leñadores que

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también estaban en el bosque, y por ende, podían matarlo. El lobo le pregunta a la

niña hacia dónde se dirigía y la niña le responde que a la casa de la abuela. El lobo le

dice que él también quiere visitar a su abuela y se marcha a toda prisa hacia la casa de

ésta mientras la niña se entretiene y se distrae recogiendo flores por el camino. El lobo

llega a la casa de la abuela fingiendo ser la niña, se come a la abuela, y se mete en su

cama. Cuando llega la niña, el lobo finge nuevamente ser la abuela y le pide que se

meta en la cama. La niña se desnuda y se mete en la cama con el lobo. La niña se

sorprende de ver a su “abuela” sin ropas, y es aquí donde ocurre el famoso diálogo

entre estos dos personajes fantásticos:

- ¡Abuelita, qué brazos más grandes tienes!

- Para abrazarte mejor.

De aquí la niña continúa preguntando sobre los pies, las orejas y los ojos, hasta llegar a

la pregunta mortal; los dientes de la “abuela”. A lo que el lobo responde:

- ¡Para comerte mejor!

El lobo se arroja sobre la niña y se la come. La versión del cuento según Perrault

termina con un poema aleccionador a las muchachas para que no le hagan caso al

primero que se les acerque.

Lo que está en juego en el cuento de La Caperucita Roja es la amenaza a la niña de

ser devorada. La clave del cuento, sin embargo, está en la elección de la niña por

entretenerse y distraerse en el camino rumbo a la casa de la abuela luego de haber

conversado con el lobo. La niña compra tiempo; quiere deshacerse de su

abuela/madre para tomar el camino del placer (Bettelheim 1977). Pero la niña no logra

por completo su propósito a pesar de que el lobo se come a la abuela/madre. Pues la

verdadera amenaza de la niña es su sexualidad incipiente; sexualidad para la cual no

está preparada en tanto ni tan siquiera comprende la diferencia sexual entre el varón y

la hembra. En efecto, la Caperucita Roja es devorada en el momento que descubre la

diferencia entre los sexos.

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El padre de la niña no es mencionado directamente en este cuento sino más bien que

se desdobla en dos personajes. Desde el psicoanálisis, se puede argumentar que la

figura del padre está representada precisamente por el lobo y también por otro

personaje que aparece a final del cuento sin muchas explicaciones: el cazador. El

primero personifica el peligro de los conflictos edipales mientras que el segundo

personifica al protector. En el cuento, el cazador practica una especie de cesárea al

lobo y extrae de su vientre a la abuela y a la niña salvando a ambas. En la lógica

infantil, es razonable pensar que el feto haya llegado al útero porque en algún momento

la madre se lo habría tragado en vez de ser producto del acto sexual entre los padres.

La niña le llena el vientre al lobo con piedras; y éste se cae, revienta y muere. Con la

muerte del lobo triunfa la psiquis de la niña, ahora instaurada aceptablemente en el

orden socio-sexual. De modo que la Caperucita Roja sobrevive su vuelta simbólica al

útero materno (Bettelheim 1977).

2. El hombre-lobo se acuesta en el diván

Una demostración clara del uso de la hipnoterapia para el tratamiento de algunos

trastornos mentales fue proporcionada por Josef Breuer (1842-1925) y su paciente más

famosa, Anna O. El joven Sigmund Freud (1856-1939) trabajó con Breuer tras

estudiar hipnosis en las escuelas de la Salpetriere y Nancy. Ellos publicaron un

influyente compendio de estudios de caso sobre el tema (Breuer y Freud 1895). Pero

Freud eventualmente departió de "la cura del habla" como la concibió Breuer, en gran

medida porque las teorías de Freud pusieron énfasis en las etapas del desarrollo

psicosexual como eje de estructuración del Yo. Otro paciente famoso, "El caso del

hombre-lobo", surge a partir del análisis de un recuerdo de infancia de una pesadilla de

un paciente de Freud sobre un grupo de lobos (Freud 1914/1918). Este caso es único

en la historia de la psicología porque el paciente, S.P., fue tratado por dos analistas;

por el mismo Freud y por Ruth Mack Brunswick (1897-1946). Ambos terapistas

escribieron su propio análisis del caso. Por otra parte, S.P. escribió su auto-biografía

que incluye sus recuerdos sobre Freud (The wolf-man, 1971). Por lo tanto, tenemos la

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oportunidad de conocer la historia de vida de S.P. desde su infancia hasta su vejez,

según escrita en sus memorias a la edad de ochenta y tres años.

Uno de los casos más influyentes en la historia del psicoanálisis que muestra su marco

teórico y uso clínico es precisamente este caso (Freud 1914/1918). El paciente, S.P.,

produjo el dibujo a petición de Freud (vea Figura 2). [INSERTAR AQUÍ] Según S.P.,

él soñó que un grupo de seis o siete lobos blancos con la cola peluda estaban mirando

hacia él, inmóvil, desde un árbol frente a la ventana abierta de su dormitorio. Recordó

la pesadilla cuando, a lo sumo, el debió tener entre tres a cinco años de edad. Freud

argumentó en su análisis del caso que esta pesadilla de S.P. a sus cuatro años había

reactivado una memoria cuando él apenas tenía un año y medio de edad. Desde esta

pesadilla y hasta los once o doce años, S.P. sufrió de un miedo extremo a imágenes de

hombres-lobo parados en sus patas traseras; como las que generalmente se ilustran en

el cuento de "Caperucita Roja". Freud utiliza "el caso del hombre-lobo" para refinar sus

ideas sobre los mecanismos simbólicos del inconsciente. La Tabla 1 [INSERTAR

AQUÍ] muestra algunos de los elementos centrales en la interpretación de Freud sobre

las representaciones simbólicas del inconsciente que se revelan en la pesadilla. Fue a

través de este caso que Freud introdujo el importante concepto de "escena primaria"

para referirse a la memoria imaginaria o fáctica del/* niñ* sobre las relaciones sexuales

entre sus padres.

Con respecto a su paciente, Freud señaló que "... (S.P.) se vio obligado a darse cuenta

que su infección gonorreal constituye una lesión grave a su cuerpo. El golpe a su

narcisismo fue demasiado para él y se hizo a pedazos" (Freud 1914/1918). Este

concepto fue desarrollado por Freud más adelante y se refiere en la teoría

psicoanalítica como "cicatriz narcisista" (Freud 1922, Fenichel 1946/1999). De hecho,

otro concepto clave en el psicoanálisis con vertiente lacaniana,"el estadío del espejo

narcisista", es una etapa en el desarrollo de la identidad yoica durante la infancia y se

basa en gran medida en estas ideas originales de Freud a partir de este caso.

S.P. sufrió la pérdida de tres relaciones cercanas durante su vida; todos cometieron

suicidio. Su padre, diagnosticado como maníaco depresivo y quien pasó largas

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temporadas en sanatorios durante la niñez y adolescencia de S.P., fue encontrado

muerto probablemente debido a una sobredosis auto-infligida con veronal; un

medicamento que se utilizaba en la época como somnífero. La esposa de S.P.,

Therese, también cometió suicidio después de perder a su propia hija debido a la

tuberculosis. Pero la primera en cometer suicidio fue la hermana de S.P., Anna. En

sus memorias, S.P. reflexiona acerca de su suicidio.

"Se podría decir que la tragedia de Anna, a pesar de sus dotes intelectuales, consistió en su intento de suprimir su naturaleza femenina y que falló en ese intento. Por supuesto, me estoy refiriendo no a actos conscientes sino a un mecanismo totalmente oculto a su mente consciente." S.P. en El hombre-lobo, 1971 (traducido por JC Jorge).

S.P. reflexionó sobre los comportamientos genéricos de ambos.

"En su primera infancia, Anna se comportó de niña pequeña más bien como un niño travieso. Nunca jugaba con muñecas, lo cual me sorprendió mucho. Se me ocurrió la idea de que si yo hubiese sido una chica me hubiera gustado jugar con muñecas. [Pero] como chico me daba vergüenza hacerlo. Más tarde, mi juego favorito fue con soldaditos de plomo, tal vez un sustituto de las muñecas." S.P. en El hombre-lobo, 1971 (traducido por JC Jorge).

Según S.P., Anna no se identificaba con su cuerpo.

"Cuando estaba creciendo, el rasgo femenino de Anna comenzó a aparecer. Al parecer, ella no podía ocuparse de éstos y se convirtieron en complejos de inferioridad patológicos." S.P. en El hombre-lobo, 1971 (traducido por JC Jorge).

Ante todas estas circunstancias, Anna optó por concluir su vida. S.P. nos muestra

algunos mecanismos del inconsciente que nos permite representarnos a nosotros

mismos ante el descubrimiento de la diferencia sexual.

3. El hombre-lobo vuelve a asesinar

Manuel explica en corte,

"La primera vez que me transformé, fue en las montañas de Couso. Me encontré con dos lobos de aspecto feroz. De repente caí al suelo y comencé a sentir

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convulsiones, me revolqué tres veces, y unos segundos más tarde, yo también era un lobo. Salí a merodear con los otros dos por cinco días, hasta que regresé a mi cuerpo, el que usted ve ante sí hoy en día, su Señoría. Los otros dos lobos vinieron conmigo, los que yo también pensaba que eran lobos, pero se cambiaron a forma humana. Ellos eran de Valencia. Uno de ellos se llamaba Antonio y el otro Don Genaro. Ellos también fueron hechizados... atacamos y nos comimos a varias personas porque teníamos hambre." (Adaptación de lenguaje por JC Jorge, texto original AH.P. Ourense, Caja 8938 (Judicial, Legajo 1852).

Este caso alcanzó tal notoriedad en la España de la primera mitad del siglo 19 que la

misma Reina Isabel II intervino en el caso judicial. Por Decreto Real en el 1854, la

Reina Isabel II perdonó la condena a muerte de Manuel y le impuso la pena de

condena a prisión por el resto de sus días.

En la mitología, licantropía se refiere a la presunta capacidad de un ser humano a

transformarse en un lobo, o en términos más amplios, de transformarse a una forma

animal. Licantropía clínica es el término aplicado a casos donde la persona se

comporta como, o piensa que se puede transformar en, un animal (Moselhy, 1999). El

juicio de Manuel tuvo lugar durante un periodo histórico en el que el hipnotismo fue

cobrando impulso en la práctica médica. Joseph-Pierre Durand de Gros (1826-1900)

fue una fuerza importante detrás del movimiento que finalmente llevó a la incorporación

del "Braidismo" (basado en las teorías y trabajo clínico de James Braid; 1795-1860)

como una herramienta médica para el tratamiento de algunas entidades clínicas. Una

biografía completa de la familia Durand de Gros (Cosson 1993) y la escritura original

por Durand de Gros haciendo referencia a "L'Anthropophage Galicien" (de Durand

Gross 1855), lleva a la conclusión que fue precisamente Durand de Gros quien escribió

al ministro español de Gracia y Justicia argumentando que Manuel padecía de una

forma de monomanía y, por lo tanto, que no debería ser ejecutado por sus crímenes

(Simón Lorda 2013). "El Sr. Phillips", según la carta dirigida al Ministro, también

argumentó que la enfermedad mental de Manuel podría responder al tratamiento

hipnótico. Fue precisamente el argumento que Manuel padecía de una enfermedad

mental que condujo a la reina Isabel II a conmutar se pena de muerte. Aunque los

médicos de Allariz que fueron consultados en el caso no eran especialistas de la

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mente, ellos no encontraron evidencia médica de que Manuel sufriera de licantropía o

cualquier otra aflicción mental.

Copias digitales de dos registros parroquiales de Santa Eulalia de Esgos han sido

publicados por Domínguez-González (2008). En el primero, la criatura aparece

registrada como "Manuela", pero a sus quince años de edad, la adolescente recibió su

confirmación en la fe católica como "Manuel". Esto levanta la posibilidad de que, en

acuerdo entre los padres biológicos de Manuel/a y autoridades religiosas, se haya

decidido en ese momento que Manuela era, en efectos prácticos, Manuel. De hecho,

durante el juicio en su contra, Manuel fue conocido como un fiel seguidor de las

tradiciones del catolicismo por los pobladores de Allariz.

Un meta-análisis de reportes clínicos de intersexualidad apuntan que es precisamente

durante la adolescencia cuando la persona intersexual adopta un posicionamiento

sobre su identidad sociosexual para representarse ante l*s demás (Jorge 2007). Tras

la proposición original por Mariño-Ferro (2007) de que Manuel fue una hembra al nacer,

Serrulla-Rech y colaboradores proponen que Manuel fue un "pseudo hermafrodita

femenino" o un individuo con un desorden de desarrollo sexual (Pontevedra 2012,

Serrulla-Rech y Sanín-Matías 2012).

Aparte de la discrepancia entre los registros parroquiales en relación con el nombre

del/* niñ*, la última propuesta desde la medicina forense sobre "el hombre lobo de

Allariz" se basa en las medidas antropométricas y relatos sobre los comportamientos

de género de Manuel obtenidos de la documentación del caso judicial que contiene la

cantidad impresionante de 1,667 folios (AH.P Ouruense 1852). Según varios relatos de

corte, Manuel era pequeño de estatura y piernas gruesas (entre 1,37 m [4'6 ''] y 1,49 m

[4'11] de altura). Su estatura para un hombre adulto es uno de los argumentos por

Serrulla-Rech y Sanin-Matías (2012) para proponer que Manuel fue una hembra con

hiperplasia adrenal congénita (HAC; Hargitai et al., 2001; Krone et al 2012; Muthusamy

et al. 2010). Se han hecho dos reconstrucciones de cara de cómo podría haber sido

Manuel en la España del siglo 19 (vea Figura 3). [INSERTAR AQUÍ] El Panel A

muestra una interpretación artística de la apariencia de Manuel publicado por primera

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vez en Madrid en el 1854. El dibujo que se muestra en el Panel B es un bosquejo

dibujado por un policía retirado en el 1987 basado en medidas antropométricas

registradas en las actas de Ourense del 1852. El panel C muestra un dibujo siguiendo

un modelo tridimensional hecho con alambre de cobre y rellenado de barro siguiendo

las mismas medidas y publicado por Serrulla-Rech y Sanín-Matías (2012). Las

proporciones de la cara de Manuel fueron estudiadas por los médicos que fueron

consultados en el caso durante su juicio, ya que alguna de sus declaraciones se

basaba en la frenología para proporcionar un análisis de la personalidad de Manuel.

Pero estas reconstrucciones de cara en nada aportan a conocer la identidad (sexual)

de Manuel.

Manuel tenía muchos oficios antes de su sentencia a cadena perpetua. Él trabajó como

sastre, vendedor ambulante, guía para viajeros, pastor, fabricante y vendedor de

tejidos, agricultor, cocinero, sirviente doméstico, y tejedor, entre otros oficios.

Teniendo en cuenta estos oficios, Manuel fue considerado "afeminado" según los

estándares masculinos de su comunidad. La mayoría de los crímenes fueron

cometidos mientras Manuel viajaba de un pueblo a otro como guía para mujeres no-

casadas y sus hijos. Por ejemplo, ese fue el destino de Manuela García, 47 y su hija

Petra, 15, Benita García-Blanco, 34 años y su hijo Francisco, 10, Antonia Land, 37 y su

hijo José Pazos, 21. La propuesta de que Manuel era una hembra con hiperplasia

adrenal congénita también se utiliza como una posible explicación de sus conductas

criminales. La noción equívoca es que la sobreproducción de andrógenos en una

hembra puede llevar a conductas violentas (Serrulla-Rech y Sanin-Matías 2012).

Manuel sabía leer y escribir, habilidades atípicas en la España rural de mediados del

siglo 19. Esto sugiere que Manuel nació en una familia educada (Serrulla-Rech y

Sanin-Matías 2012). Como un criminal astuto, Manuel escribió cartas engañosas a las

familias de sus víctimas notificándoles que sus seres queridos se habían asentado en

pueblos cercanos. Por lo tanto, sus crímenes pasaron desapercibidos durante varios

años porque los familiares de sus víctimas no tenían razón para sospechar que sus

parientes habían sido asesinados. Pero esta estrategia criminal llegó a su fin cuando,

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con los años, los aldeanos comenzaron a sospechar que algunos de los artículos de

ropa que Manuel ofrecía en venta solían pertenecer a mujeres y niños desaparecidos.

Lo cierto es que la evidencia irrefutable que vinculó a Manuel con sus víctimas fue

proporcionada por Manuel mismo cuando él condujo a oficiales de la policía a lugares

específicos donde él había cometido algunos de sus crímenes. Manuel fue quien

proporcionó evidencia de restos de huesos humanos a los fiscales. Según una

descripción forense de un hueso de la cadera derecha, se determinó que una de las

víctimas fue una hembra de aproximadamente cuatro pies y siete pulgadas de alto y

cerca de veintitrés años de edad.

En la corte, Manuel también fue acusado de contrabando. Se argumentaba que el

jabón de alta calidad que Manuel vendía era fabricado con grasa humana y que Manuel

proporcionaba grasa humana a farmacéuticos portugueses. Estos rumores condujeron

a la creencia de que Manuel hervía a sus víctimas para extraer su contenido de grasa

corporal. Los hermanos Castro-Vicente encontraron evidencia en libros de alquimia de

mediados del siglo 19 que argumentaban a favor de los efectos terapéuticos de la

grasa humana para tratar la epilepsia y la alopecia. Esto plantea la posibilidad de que

Manuel estaba al tanto de estas creencias sobre las propiedades curativas de la grasa

humana (Cástor Castro-Vicente, comunicación personal). Pero el análisis forense de la

cadera de la hembra no apoyó esta acusación en particular porque, de acuerdo a los

informes proporcionados en el juicio, los tejidos blandos de la víctima probablemente

decayeron a consecuencia de la exposición prolongada a los elementos ambientales.

A pesar de esto, Manuel continúa siendo una figura icónica en la cultura española

contemporánea también conocido como "El hombre del sebo". Manuel por lo tanto, ha

sido inmortalizado en la cultura española como un monstruo (sexual).

4. El cuento de la disforia de género

Nacemos en rosas y en azules. Nos precede un nombre. Nos atraviesan los deseos

de aquell*s que de alguna manera u otra se hicieron el compromiso de inaugurarnos en

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el orden humano. Pero, ¿cómo y desde cuando nos comenzamos a adaptar a una

categoría sexual? ¿Cómo se juegan esos procesos mentales si la configuración

anatómica de los genitales reta la inteligibilidad de “sexo” al momento de nacer? Ese

es el drama social y médico que se repite una y otra vez cada vez que nace una

criatura con una variante genital.

Inter-sexual, literalmente, entre los dos sexos. En países industrializados, el

nacimiento de una criatura intersexual provoca la activación de protocolos médicos

para ajustarla a una categoría sociosexual. Dichos protocolos pueden incluir

intervenciones quirúrgicas para reconfigurar la apariencia genital; intervenciones

quirúrgicas que editan los cuerpos intersexuales para satisfacer a papá y mamá, y para

satisfacer a l*s demás. Pero esta es una promesa clínica Frankenstiana que no se

cumple. Porque la persona intersexual quirúrgicamente editada durante su infancia se

siente engañad* por quien manejó el bisturí sobre su carne; cuando apenas se formaba

su identidad yoica. Hay pistas de tal engaño; cada vez que una persona intersexual no

logra satisfacer el mandato clínico de vivir su “género” de acuerdo a su “sexo” (Jorge

2007). Es que los protocolos médicos vigentes validan solo dos formas sexuales:

macho o hembra, niño o niña, muchacho o muchacha, hombre o mujer. Porque para

efectos biomédicos, la díada sexo-género es infalible; perfecta.

Amparados en una visión humanística de la medicina, un grupo de expertos se reunió

en la ciudad de Chicago de los Estados Unidos y lograron re-nombrar y re-significar la

intersexualidad humana como “desorden de desarrollo sexual” (DDS; Lee et al 2006).

Con este peligroso juego de palabras, el Consenso de Chicago realmente logró

cimentar la idea -de una vez por todas- que los cuerpos sexualmente diversos son

errores de la naturaleza, determinados por la genética, mutantes sexuales anclados por

su anatomía, desde el momento mismo de la concepción. Atrapados en su propia bio-

lógica, el Consenso de Chicago equívocamente asume que debe haber una

“embriología del género” (Jorge 2010 a,b), aunque todavía no logremos encontrarla en

los sustratos materiales de la carne. Lo cierto es que tal embriología no existe; aquí

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otra promesa clínica no cumplida con el llamado “movimiento de identidad de género”

iniciado desde varias sub-especialidades médicas (Pauly and Edgerton, 1986).

La noción de que una persona que nace con una varianza genital debe comportarse

como un varón típico o una hembra típica de acuerdo a la asignación clínica de sexo

ignora los procesos mentales que encausan la identificación genérica. Es necesario

investigar con mayor profundidad las ideas científicas hegemónicas que asumen

relaciones lineales entre la diferenciación sexual de los genitales vis ā vis la

diferenciación psicosexual. He aquí un asunto profundamente humano que las ciencias

no logran explicar; ha sido difícil establecer referentes teóricos y de investigación

razonables sobre los procesos inherentes a la auto-realización de la diferencia sexual.

Hasta ese entonces, los protocolos clínicos actuales para el manejo clínico de la

intersexualidad humana carecen de fundamento (Jorge y Agramonte-Machado 2013).

De hecho, el constructo teórico de "la herida narcisista" que Freud introduce con el

caso de S.P., lo conlleva a proponer que lo femenino proviene de la auto-realización de

la carencia del pene. En términos biomédicos, "hembra" suele definirse como la

ausencia del cromosoma de Y; como la ausencia de varón.

¿Fue la auto-identificación Manuel como un hombre lobo un intento fallido para dar

sentido a su cuerpo presumiblemente atípico? Según el Manual de diagnóstico y

estadístico para la cuarta edición de texto revisado de los trastornos mentales (DSM-IV-

TR) de la Asociación Americana de Psiquiátrica de los Estados Unidos, uno de los

criterios para aplicar la categoría de diagnóstico "trastorno de identidad de género"

(GID) era:

"La perturbación no es concurrente con una condición intersexual física". DSM-IV-TR 2000.

Sin embargo, este no es el caso en la edición vigente del DSM-V (2013). La nueva

categoría de diagnóstico, "disforia de género", es aplicable a los casos "con un

trastorno del desarrollo sexual" o "sin un trastorno del desarrollo sexual". Este cambio

considerable en los criterios de diagnóstico en relación a género es consistente con la

re-conceptualización de la intersexualidad como un trastorno enraizado en los procesos

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embriológicos que regulan la diferenciación sexual de los genitales y por lo tanto, la

diferenciación sexual del comportamiento y las identidades. Pero los enlaces

embriológicos entre el sexo y el género no se están establecidos (Jorge 2010 a, b).

Esta “embriología de la psiquis” asume que de alguna manera los mal llamados

cromosomas “sexuales”, hormonas “sexuales” y gónadas intervienen en la formación

de la identidad de género según concebida en el ámbito clínico.

5. Trabajo teórico y de investigación sobre intersexualidad humana en Puerto

Rico

La díada sexo-género según la lógica médica no es infalible; así lo demostramos con la

publicación de un caso de hiperplasia adrenal congénita en Puerto Rico (Jorge et al

2008a). Este caso en particular se trata de una persona que, acorde con criterios

médicos, debiera ser una hembra: su cariotipo es 46, XX, tiene útero y trompas de

Falopio en su cavidad pélvica, y por lo tanto, potencialmente pudiese reproducirse

como mujer. Pero “Ana” nunca se auto-identificó como niña y al momento en que le

conocimos en su adultez persiste en auto-nombrarse “Juan”. La hiperplasia adrenal

congénita se caracteriza por la sobreproducción de andrógenos de fuente adrenal

durante el periodo embrionario/fetal. Si los tejidos en desarrollo expresan un cariotipo

46,XX, y dependiendo de los niveles de sobreproducción androgénica así como el inicio

y duración de dicha exposición, el falo en desarrollo se hipertrofia y las labias majora y

minora pueden adquirir apariencia de bolsas escrotales sin testículos. En algunos

casos, el introito vaginal no es fácilmente detectable e incluso, la parte inferior del canal

vaginal no se desarrolla de manera que el útero no queda conectado a la vagina. Por

lo tanto, un clítoris grande, unas labias de apariencia escrotal, y el empequeñecimiento

o no formación del introito vaginal crean dudas sobre “el sexo verdadero” del / de la

neonato en la sala de parto. Protocolos médicos vigentes dictaminan que neonatos

con hiperplasia adrenal congénita de cariotipo 46, XX sean invariablemente asignadas

al sexo de hembra, que se suprima mediante medicamento la sobreproducción de

andrógenos de fuente adrenal, y que se les sugiera a los padres una serie de cirugías

15

genitales para adecuar a la criatura al sexo de hembra. La justificación clínica para las

cirugías genitales es triple: (1) para que la niña no tenga duda de que es una niña en

vez de un niño, (2) para que los padres pueden identificarse con su bebé de manera

que le críen en el sexo asignado sin tener dudas al respecto, (3) para potenciar la

posibilidad de que la criatura se reproduzca cuando madure sexualmente si así lo

desease. Por lo tanto, la idea clínica es reducir el tamaño del clítoris y reconfigurar la

apariencia genital durante la infancia como si ese fuera EL significante de género. Pero

a pesar de estas intervenciones, “Ana” en Puerto Rico continúa identificándose como

“varón” (Jorge et al 2008a). Aunque nuestra propuesta de que cesen las cirugías

genitales en estos casos no fue favorecida en el ámbito médico (Meyer-Bahlburgh

2008), nos mantenemos en nuestra posición (Jorge et al 2008b). Una de las críticas

importantes fue que basábamos nuestra propuesta en al análisis de un solo caso. Para

atender este asunto, en colaboración con la investigadora Adriana Agramonte de la

Unidad de Endocrinología del Hospital de la Habana en Cuba logramos analizar el

desarrollo de 10 de estos casos en Cuba y en Puerto Rico desde la niñez hasta la

adolescencia o adultez y concluimos que la identificación de género de estas personas

puede ser femenina, masculina, o un gradiente entre estos dos polos (Jorge y

Agramonte-Machado, 2013). Entonces, al igual que la preferencia sexual de acuerdo a

la Escala de Kinsey, la identificación genérica es más bien un gradiente. Como parte

de nuestro trabajo propusimos un algoritmo de intervención psicológica para atender

estos casos en el ámbito hospitalario y propusimos además, la creación de protocolos

médicos ajustados al Caribe (Jorge y Agramonte-Machado 2013).

Otra variante en la apariencia genital se puede producir cuando la apertura del meato

uretral no se encuentra en la corona del glande del pene pero en cualquier otra

posición anatómica que puede variar desde una posición sub-coronal hasta cualquier

punto a lo largo del cuerpo del pene e incluso hasta las bolsas escrotales o el perineo.

A esta variante genital se le conoce en la medicina como “hipospadias” (“hypospadias”

en inglés). Hemos encontrado que los casos de hipospadias en Puerto Rico se

conglomeran geo-espacialmente en la isla de Puerto Rico (Avilés et al 2014). Esto

16

levanta la posibilidad de que algún día entendamos las relaciones no-lineales entre

geo-espacio y apariencia genital.

Basados en nuestro trabajo experimental, hemos propuesto el constructo teórico

“embriología del género” como un concepto paradójico en tanto la medicina y la

psicología estadounidense asume que existe un sustrato biológico del género, pero la

realidad es que no hay evidencia científica que sustente tal supuesto (Jorge 2010a).

Este trabajo teórico ha tenido resonancia entre algunos expert*s latinoamerican*s en

sexualidad humana por lo que se nos solicitó traducir el trabajo al idioma español

(Jorge 2010b). Es importante subrayar aquí la importancia de que investigador*s en

sexualidad humana nos dediquemos a generar conocimiento en el tema desde

nuestras latitudes porque la geopolítica del conocimiento validado por las grandes

asociaciones profesionales toman como válido aquel conocimiento que proviene de las

potencias mundiales (Jorge 2010c). Este fue el caso cuando en el 2008 se re-nombró

la intersexualidad humana como “desorden de desarrollo sexual”; en tal discusión de 50

expert*s tan solo participó una colega latinoamericana; de Brasil (Jorge 2011). Pero

asociaciones médicas iberoamericanas influyentes, tales como la Federación

Latinoamericana de Sociedades de Sexología y Educación Sexual (FLASSES), la

Asociación Mundial de Sexología Médica (AMSM), y la Academia Internacional de

Sexología Médica (AISM) están asumiendo posiciones críticas y de profundidad teórica

referente a la sexo-género diversidad. Luego de varias reuniones en la ciudad de

Caracas, y como parte del Comité Operativo del Manual Diagnóstico de Sexología-

Tercera Edición (MDS 2012), logramos avalar la idea de que una persona intersexual

que no se identifique con el sexo asignado al nacer no indica una condición mental sino

más bien, que la disonancia de género puede ser producida por error médico. A esto

se le conoce como un efecto iatrogénico de la asignación clínica de sexo. Al momento,

este posicionamiento clínico es único a nivel mundial pero confiamos en que

eventualmente otras asociaciones de profesionales de la salud coincidan con nosotros.

Finalmente, cuando hacemos un análisis de las categorías diagnósticas referentes a

género según el DSM desde la lógica de la nosología psiquiátrica encontramos que la

17

categoría “disforia de género” no cumple con los criterios básicos de la nosografía

médica, y por lo tanto, predecimos que la categoría está destinada al olvido (Jorge

2015). Al fin de cuentas, la intervención clínica ante la diversidad sexual no es más

que una respuesta irracional disfrazada de saber experto ante un miedo infantil.

Conclusión

Manuel, en un mundo de a dos, se auto-identifica como un hombre-lobo. S.P., a través

de su pesadilla con los lobos, supera un nódulo psíquico causado por los síntomas

referentes a su sexualidad. Para muchos otros, como para la hermana de S.P., el

suicidio se presenta como única alternativa ante el drama humano de asumirse en el

orden sexual. Pero ojalá que Caperucita ya no tenga que ir de paseo por el bosque en

el próximo milenio porque el tema de la diferencia sexual se haya tornado irrelevante

para nuestra especie. Yo, mientras tanto, continuaré coqueteando a la luz de la luna

llena.

Agradecimiento: El autor agradece a la Dra. Lissette Rolón, Universidad de Puerto

Rico- Recinto Universitario de Mayagüez, por traerle a su atención al caso de Manuel/a

Blanco Romasanta.

18

Referencias:

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Leyendas para figuras:

Figura 1. “Le Petit Chaperon rouge” (La Caperucita Roja) por Charles Perault. A. Representación artística del encuentro fatal entre la niña y el hombro-lobo según el ilustrador inglés Walter Crane (1845–1915). B. Texto original del diálogo entre la niña y el hombre-lobo por Charles Perault.

21

Figura 2. Los lobos de S.P. Dibujo de S.P. sobre el recuerdo de una pesadilla infantil

sobre lobos y narrativa de S.P. sobre su pesadilla durante una sesión con Freud (texto

en inglés tomado de The Wolf-man, 1971).

Figura 3. Manuel Blanco Romasanta. A. Manuel Blanco Romasanta, litografía. Publicada en: La Ilustración, Periódico Universal (26 June 1854, Madrid). B. Reconstrucción de la cara de Manuel por García-Mañá (2008). C. Reconstrucción de la cara de Manuel por Serrulla-Rech & Sanín-Matías (2012).

Tabla 1. La interpretación de Freud de la pesadilla de S.P.

La pesadilla

Interpretación de Freud

“De repente, la ventana se abre…” Transposición de sujeto-objeto; ventana= los ojos del sujeto; el infante abre sus ojos

“… algunos lobos blancos estaban sentados en un árbol de nueces…

Árbol= El árbol de Navidad 1 Blanco= sábanas de la cama, ropa interior, muerte Lobos= Regalos de navidad; el padre de S.P.

“Habían seis o siete de ellos. “ Referencia al cuento infantil ‘El lobo y las siete cabritas’; historia folclórica de origen germánico

documentada por los hermanos Grimm 2

“Los lobos estaban inmóviles…” Antítesis, escena de gran movimiento; coito entre los padres de S.P.

“…ellos tenían rabos grandes como las zorras…” Referencia al pene

“…y ellos tenían las orejas paradas como los perros cuando le están prestando atención a algo.”

Inversión, S.P. observa la escena primaria con

atención 3

“Con gran terror, de ser comido por los lobos, grité y me desperté.”

Fantasía sexual con el padre

1 S.P. estaba convencido de que él había nacido en la Noche de Navidad pero él nació el 6 de enero de

1887. Esta corrección fue anotada por Muriel Gardiner en El Hombre-Lobo, 1971. 2 En el cuento, seis de los siete niños son extraídos del abdomen del lobo como si éste hubiese estado preñado. Refiérase al caso para un análisis detallado de Freud sobre la discrepancia entre el número de lobos en la pesadilla y el dibujo de S.P.

3

Freud acuña el término “escena primaria” para referirse a la memoria fáctica o imagnaria sobre al acto coital entre los padres como un intento de entender la diferencia sexual entre los padres y la identidad propia en relación a los padres.

"Grandmother dear!" she exclaimed, "what big

arms you have!"

"The better to embrace you, my child!"

"Grandmother dear, what big legs you have!"

"The better to run with, my child!"

"Grandmother dear, what big ears you have!"

"The better to hear with, my child!"

"Grandmother dear, what big eyes you have!"

"The better to see with, my child!"

"Grandmother dear, what big teeth you have!"

"The better to eat you with!“

Charles Perrault in Little Red Riding Hood,

“I dreamt that it was night and that I was lying in my

bed. (My bed stood with its foot towards the window;

in front of the window there was a row of old walnut

trees. I know it was winter when I had the dream, and

night-time. Suddenly the window opened of its own

accord, and I was terrified to see that some white

wolves were sitting on the big walnut tree in front of the

window. There were six or seven of them. The wolves

were quite white, and looked more like foxes or sheep-

dogs, for they had big tails like foxes and they had their

ears pricked like dogs when they pay attention to

something. In great terror, evidently of being eaten up

by the wolves, I screamed and woke up.”

B. C. A.