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guardada en su billetera, pero no en un cambio de vida aún cuando tuvo una segunda relación y con gemelas de por medio. Hugo recuerda que el papá de su pareja le compartió de Cristo y le invitó a la iglesia. “Sentí que la predica de ese día era para mí”, asegura entre sonrisas. Ese día él aceptó a Cristo, aunque no iba regularmente sintió la necesidad de leer la Biblia y aprender más. “No entendía el plan de Dios sino hasta después que me entere que mis hijas no eran mías”, dice él. Esto le devasto por completo ya que sintió que cosechó todo lo que sembró, pero algo cambio y en lugar de optar por el alcohol; fue a los pies de Dios para recibir sanidad y consuelo. Siete años han pasado desde que su vida fue tocada por Jesús. “Papito fue misericordioso conmigo”, agrega este sembrador que después de haber vivido todo aquello, sabe en su corazón que otras personas necesitan la misma misericordia. Por esta razón, él predica en el sur de Quito donde las pandillas son comunes debido al fenómeno migratorio de familias del campo a las grandes ciudades en busca de algo mejor. También está plantando una iglesia en la cárcel de Quito y traduce el amor de Dios hacía esas personas en actos de cuidado. Sus manos se mueven enfatizando la emotividad de sus palabras, aunque su rostro es tranquilo y amigable cuando saluda, Hugo Muñoz adopta un tono más pausado cuando comparte su vida anterior. Este pastor de 33 años está casado, tiene dos hijos y un hogar estable; pero asegura que no siempre fue así. A sus 16 años se dio cuenta que tenía problemas con manejo de la ira después de agredir a su novia. Desorientado buscó refugio y protección en pandillas. Pronto se convirtió en el más popular entre estos grupos debido a su carácter violento. Drogas y promiscuidad se convirtieron en algo “normal” para él. Tuvo su primera hija a los 18 años, pero él recuerda que en lugar de ser más responsable, los vicios y las peleas continuaron. Su esposa, también adolescente, cansada del maltrato decidió dejarlo. Su escape a la depresión fueron el alcohol y amigos. Confiesa que su fe siempre se limitó a una imagen de la Virgen DE LA IRA A LA MISERICORDIA Hugo Muñoz | Ecuador

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'De la Ira a la Misericordia'

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guardada en su billetera, pero no en un cambio de vida aún cuando tuvo una segunda relación y con gemelas de por medio.

Hugo recuerda que el papá de su pareja le compartió de Cristo y le invitó a la iglesia. “Sentí que la predica de ese día era para mí”, asegura entre sonrisas. Ese día él aceptó a Cristo, aunque no iba regularmente sintió la necesidad de leer la Biblia y aprender más.

“No entendía el plan de Dios sino hasta después que me entere que mis hijas no eran mías”, dice él. Esto le devasto por completo ya que sintió que cosechó todo lo que sembró, pero algo cambio y en lugar de optar por el alcohol; fue a los pies de Dios para recibir sanidad y consuelo.

Siete años han pasado desde que su vida fue tocada por Jesús. “Papito fue misericordioso conmigo”,

agrega este sembrador que después de haber vivido todo aquello, sabe en su corazón que otras personas necesitan la misma misericordia.

Por esta razón, él predica en el sur de Quito donde las pandillas son comunes debido al fenómeno migratorio de familias del campo a las grandes ciudades en busca de algo mejor. También está plantando una iglesia en la cárcel de Quito y traduce el amor de Dios hacía esas personas en actos de cuidado.

Sus manos se mueven enfatizando la

emotividad de sus palabras, aunque su rostro es tranquilo y amigable cuando saluda, Hugo Muñoz adopta un tono más pausado cuando comparte su vida anterior. Este pastor de 33 años está casado, tiene dos hijos y un hogar estable; pero asegura que no siempre fue así.

A sus 16 años se dio cuenta que tenía problemas con manejo de la ira después de agredir a su novia. Desorientado buscó refugio y

protección en pandillas. Pronto se convirtió en el más popular entre estos grupos debido a su carácter violento. Drogas y promiscuidad se convirtieron en algo “normal” para él.

Tuvo su primera hija a los 18 años, pero él recuerda que en lugar de ser más responsable, los vicios y las peleas continuaron. Su esposa, también adolescente, cansada del maltrato decidió dejarlo. Su escape a la depresión fueron el alcohol y amigos. Confiesa que su fe siempre se limitó a una imagen de la Virgen

DE LA IRA A LA MISERICORDIAHugo Muñoz | Ecuador