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PEDAL 143

HUGO ECHEGARAY

LA PRACTICA DE JESS

EDICIONES SIGEME - SALAMANCA 1982

CONTENIDO Presentacin, IntroduccinLA PERSONA DE JESS EN LA HISTORIA DE LA SALVACIN

Gustavo Gutirrez

9 2937

Cubierta

Flix Lpez

1 Cristologa e historia 2 Praxis 3 Hacia el enfoque histrico de la trayectoria de JessE L CAMINO DE JESS EN LA SOCIEDAD JUDIA DEL SIGI O PRIMERO

43 49 5664

1 2 3 4 5

Palestina bajo la ocupacin romana Un modo de produccin no-capitalista La contradiccin El templo Jess vivi en el corazn de esas tensiones

65 68 71 79 8189

JESS EN LA CORRELACIN DE LOS GRUPOS JUDOS DE SU TIEMPO

1 La clase rica 2 Escribas y fariseos a) Los escribas o doctores de la ley b) Los fariseos 3 Jess y la comunidad de la alianza 4 Los zelotasEL PROYECTO DE JESS

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> H npiovcchado del pueblo. Su gesto implica una auto-crtica pero vale tambin como acusacin indirecta. Entraa no slo una mocin del corazn sino ms todava un juicio tico sobre el modo habitual, tolerado por el sistema, de desempeo de la funcin de recaudacin de impuestos. El carcter conflictivo de su decisin indica la seriedad y consecuencia de la entrada del pobre en su propia vida. Y con el pobre es la salvacin la que se hace presente en su casa. El rico, por consiguiente, no est excluido de la llamada al reino, pero no participar en l sino incorporando a los pobres en su proyecto de vida, ms an, para lograr esto, tendr que hacer suya la perspectiva del explotado. Zaqueo se descubre, en efecto, excluido del reino cuando comprende que su riqueza est vinculada a la opresin que se ejerce en el pas. Slo as se comprende la exigencia formulada al notable rico en Lucas 18, 18s, cuando ste pregunta por la forma de alcanzar la perfeccin. La va sealada por la ley no basta. Hay que superarla dejando que los pobres se introduzcan efectivamente en nuestra vida y la cuestionen. En este caso, el rico no ha descuidado ningn aspecto de la ley, pero ha olvidado a los pobres y, si es as, no ha alcanzado la perfeccin del evangelio. En cierto sentido, la posicin de Jess es ms dura que la de Juan Bautista; exige ms en la medida en que pone ante la alternativa de abandonarlo todo para seguir su camino, para adoptar su propia prctica. Pero tambin ofrece ms porque ese renunciamiento es slo el reverso de una comunin con el pobre capaz de colmar la existencia entera puesto que desemboca misteriosamente en Dios. Fue esta predicacin desde el pobre, fueron sus gestos de solidaridad y compasin eficaz por los pobres, lo que hizo pensar a los grandes de Jerusaln que su propio poder se tam102

baleaba peligrosamente por causa de Jess, y lo que provoc as el edicto de condenacin. Por eso tambin, el esfuerzo por dar al proceso de Jess un contenido religioso no es falso. La religin de Jess tena en el pobre su criterio de realidad. La religin del sacerdocio y del templo se basaba en la simple atribucin de deudas y expiaciones establecidas ritualmente, segn prescripciones concienzudas sobre la pureza e impureza legal. Ahora bien esta atribucin se haca sin referencia a la justicia y al amor entendidos en su sentido concreto y colectivo, como se ve por contraste en la parbola del buen samaritano o en la del juicio final (Mt 25). La oposicin entre Jess y el sacerdocio se basa en este desacuerdo absoluto sobre el eje por el que deba pasar prioritariamente el comportamiento de fe ". El rito aislado de toda referencia histrica ahoga para J e s s ^ lo ms fundamental: el igualitarismo y la reciprocidad exigidos por la profeca y por la ley. 2. Escribas y fariseos Ms que una clase social bien definida, los escribas y fariseos constituyen dos grupos organizados, que por su composicin atraviesan las diversas capas sociales del mundo judo. Los presentaremos por separado, pese a que no siempre es fcil distinguir ambos grupos, como lo atestigua el propio evangelio de Mateo que habla indistintamente de unos y otros. Haba, en efecto, escribas que pertenecan al grupo de los fariseos, pero tambin los haba entre los saduceos y otros eran independientes.17. Chr. Duquoc, o. c, 67s. Jess opera un desplazamiento del centro de gravedad de la religin. Como lo hemos visto en la parbola del samaritano, el camino para llegar a Dios no pasa necesariamente por la obediencia ortodoxa de la ley. 103

i) l.o\ escribas o doctores de la ley Ks un grupo ms heterogneo, socialmente hablando, que el de los fariseos. En sus filas se cuentan miembros desiacados de la nobleza sacerdotal, integrantes del bajo clero y finalmente gente de toda condicin, especialmente miembros reclutados en los sectores pobres. Estos ltimos constituan la mayora 18. Forman un medio intelectual ms que un grupo muy cohesionado. Una minora haba sido formada en centros de estudio: los batt hamidrash, funcionando dispersos en el pas bajo la direccin de un doctor reconocido por su saber. Podra considerrseles como maestros cercanos al pueblo por condicin o por opcin de vida y ejerciendo sobre l una considerable influencia: el solo saber representa el poder de los escribas ". De ello eran fuertemente auto-conscientes. As por ejemplo, la tosefta, que es una recopilacin de comentarios o adiciones aadidos a la ley por las escuelas rabnicas, contiene esta plegaria del rab Juda-ben-Ilay, expresiva de la conciencia de su grupo: Alabado, que no me hiciste inculto: pues el inculto no teme al pecado 20 . El que posee el conocimiento de la ley se siente en cierto modo resguardado, a salvo del pecado. El trato asiduo con la ley concede segn eso un prestigio intelectual y moral que nadie discute. El texto citado corresponde al juicio de valor que sobre s mismo se haca el grupo de los escribas.

18. JJ, 315s. Diez Macho, o. c, 103-104. 19. JJ, 318. 20. Citado por MNT, 191. La fecha de redaccin final de la tosefta se calcula entre el 105-135 d. C. pero las primeras colecciones que le dieron origen fueron hechas entre el 50 y el 70, es decir, antes de la guerra contra Roma, por los escribas Hillel y Shammay, contemporneos de Jess. 104

Estos, por su instruccin, accedieron a responsabilidades de importancia en el Sanedrn as como al interior de la hermandad farisea. El pueblo los veneraba por considerarlos detentadores y maestros de la ciencia sagrada. Su autoridad se apoyaba en el sincero respeto que se les tributaba, as como en la condicin de expertos que se atribuan respecto a una materia considerada por ellos, y espontneamente por el pueblo, como esotrica, comenzando porque la lengua hebrea original de los textos requera para su comprensin la traduccin al lenguaje arameo que era el hablado corrientemente. El influjo de los escribas se ejerci, de hecho, a travs de la lectura comentada de la Biblia en las sinagogas 21. Ser llamado rabb era recibir un ttulo honorfico que no requera de un perodo fijo de formacin para ser otorgado. Jess es un ejemplo de ello. Parte de la autoridad moral de los doctores de la ley provena igualmente de la sencillez de su estilo de vida. Muchos, en efecto, eran artesanos o se dedicaban al comercio en pequea escala. As el talmud que recoge el conjunto de las tradiciones judas, menciona a ms de cien que ejercan una profesin para subvenir a sus necesidades. Pablo fue escriba y fabricante de tiendas (Hech 18, 3). Hillel, que adquiri notoriedad a comienzos de nuestra era como fundador de escuela, fue jornalero al menos durante el perodo de sus estudios. Esa fue probablemente la condicin ms frecuente de los doctores de la ley en tiempos de Jess. Sin embargo, se discuta tambin la compatibilidad de la misin del escriba con el ejercicio de una profesin. Segn Joachim Jeremas, quien sigue en este punto la opinin de Delitzsch, los escribas vivan sobre todo de la ayuda pecuniaria recibida de sus discpulos, del diezmo para los pobres y de las limosnas del templo. Era considerado como un21. Diez Macho, o. c, 108. 105

honor y un mrito recibir en su casa a un doctor de la ley n. En tiempos de Jess la mayora de ellos debi vivir en condiciones de verdadera pobreza. Sobre este punto convergen los documentos existentes. La pobreza pecuniaria haba forzado incluso a algunos a abrazar el celibato como forma de vida. La insistencia de las mismas fuentes en cuanto a la obligacin de los discpulos de subvenir a las necesidades de sus maestros sugiere que la regla no era fielmente observada23. Slo los doctores especialmente designados podan transmitir y recrear las tradiciones orales concernientes a la ley. Slo ellos estaban habilitados para interpretarla legtimamente. Esto es lo que se llamaba el poder de atar y deatar, es decir, el poder de dirimir en un litigio en conformidad con lo prescrito por la ley, y de pronunciar en consecuencia, un veredicto obligatorio para las partes en conflicto. Quien haba recibido instruccin de escriba poda as asegurarse un puesto en la enseanza y en la administracin judicial. En tanto que expertos en la ley, los escribas ejercieron de hecho una influencia estimable en el Sanedrn, en la direccin de las sinagogas y en los tribunales. Jess adopt, radicalizndolo, el estilo de vida de los doctores de la ley. Como tal fue considerado por quienes acudan a escuchar sus palabras. Sorprenda, sin embargo, la libertad y autoridad con que comentaba las Escrituras, tanto ms que no ostentaba el ttulo oficialmente reconocido de doctor. As en Le 20, 1 le salen al paso los sumos sacerdotes, escribas y jefes del pueblo para reprochrselo: con qu autoridad haces esto? quin te ha dado tal22. Sobre este punto hay abundante informacin en JJ, 163s. 23. Lucas es el nico evangelista que menciona la ayuda econmica recibida por Jess y el grupo de discpulos de algunas de las mujeres de la corte de Herodes (Le 8, 3). 206

autoridad? (cf. Mt 21, 23; Me 11, 28). Por otra part e> segn el propio evangelio de Lucas, Cristo no acept desenv penar la funcin de juez que en alguna ocasin se le propuso (Le 12, 14). En cambio asumi la pobreza y la predicacin itinerante como opcin de vida y como norma para sus primeros discpulos; ello era posible en un contexto social y cultural como el de aquella poca, caracterizado por la difusin en el pueblo de prcticas de hospitalidad. El captulo 10 de san Lucas contiene una serie de recomendaciones destinadas a los misioneros itinerantes, que corresponden al estilo de vida sencillo adoptado por Jess: no vayis de casa en casa (se sobre-entiende pidiendo limosna). En cualquied ciudad adonde entris y os acojan, comed lo que os sirvan (Le 10, 7b-8). Tambin el captulo 12, 22-31 describe un desprendimiento material que es signo de confianza en Dios, pero tambin condicin de anuncio del reino. El sentido de estos textos es no supeditar la misin sino al mnimo material requerido para cumplirla con eficacia. Ello implica en cada caso el discernimiento de lo que se debe hacer, pero siempre la renuncia a buscar en primer lugar la seguridad propia o a exigir un trato privilegiado 24. El tipo de vida practicado por Jess se asemej al de algunos escribas, pero encontraba su causa fundamental en un radicalismo del reino polarizante de toda la actividad personal, y al mismo tiempo en la conciencia de ser servidor intil (Le 17, 10). Estilo que se convierte as en una censura tcita de la pretensin de los escribas a obtener reconocimiento y muestras de deferencia pblica por lo que ellos consideraban como meritorio. Por eso, aunque en la polmica evanglica contra los escribas se han yuxtapuesto sin lugar a dudas elementos procedentes de la spera con24 Comparar a este respecto Le 10, 4 con Le 22, 35-36.

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frontacin ulterior de la comunidad con el judaismo, las intuiciones ms hondas que crean diferencias de inspiracin al interior de una convergencia exterior de estilos deben ser atribuidas no tanto a la comunidad como al genio religioso original de Jess. Jess, en efecto, pone en guardia a sus discpulos contra posibles desviaciones. Ellos no deben ser como los escribas que Jess ridiculiza por su afn de obtener los mejores puestos en los banquetes o en las sinagogas, por su tendencia a imitar la ampulosidad vestimentaria de los sacerdotes, o por su manifiesta voracidad con respecto a los bienes de sus benefactores (Me 12, 38-40; Le 20, 45-47) 25 . Pero la crtica de Cristo no slo es punzante sino que va hasta la raz de las cosas: ay de vosotros, legistas, que os habis apoderado de la llave de la ciencia: vosotros mismos no habis entrado y a los que queran entrar, se lo habis impedido (Le 11, 52) 26 . Esta sentencia de Jess encierra una doble acusacin. Los escribas monopolizan la ciencia y, al mismo tiempo, la han hecho incomprensible. Y esto ltimo por causa de lo primero. Jess se refiere aqu al prurito de esoterismo. Hacer de la Escritura un discurso25. MNT, 291. 26. Privilegiamos el texto de Lucas sobre el de Mateo por ser la versin verosmilmente ms afn a la versin primitiva. Sobre las tendencias al esoterismo entre los escribas, cf. JJ, 320s. Jeremas cita all el siguiente texto el Talmud de Jerusaln: no hay que explicar pblicamente las leyes sobre el incesto delante de tres oyentes, ni la historia de la creacin del mundo delante de dos. ni la visin del carruaje ante uno solo, a menos que sea sabio y de juicio sensato. La enseanza esotrica tena por objeto la revelacin de los secretos ms recnditos de Dios. En el domino de los escritos esotricos se desarroll la abundante apocalptica juda. La sentencia de Jess: no hay nada secreto que no se manifieste en pleno da, ni nada oculto que no deba ser conocido en plena luz (Le 8, 17) podra ser una toma de posicin contra esta tendencia al misterio seguida por los doctores de la ley (cf. Le 12, 2; Mt 10, 26).IOS

hermtico, obscuro para el pueblo, es desconocer su finalidad esencial, la de ser palabras de vida dirigidas precisamente a un pueblo pobre y analfabeto. La palabra de Dios es palabra salvfica; por lo tanto debe ser proclamada en pleno da, pero no puede ser ahogada por una complicada casustica escolar que termina por oscurecer y debilitar su sentido original. Pretender, por eso, que slo pueden leer las Escrituras quienes dominan un conjunto de reglas tcnicas previamente definidas bajo control institucional, es desconocer la naturaleza, la destinacin y el carcter interpelante de esos mismos textos. Por el contrario, Jess libera el texto, en muchos casos, de sus ataduras institucionales revelando aspectos olvidados y obteniendo con ello resonancias insospechadas. El hace funcionar algo as como un principio de lectura extremadamente libre, apoyado en su sola autoridad carismtica. Jess opone su lectura a la lectura de los que por entonces se consideraban expertos en la Escritura. Pero va ms lejos al cuestionar su capacidad para entrar en la verdadera significacin de la misma. Lo que subyace a la objecin de Jess es el motivo aducido por los doctores para privilegiar su propia versin de la palabra de Dios. Para ellos el pueblo ignorante no puede captar autnticamente el sentido del texto. Un desprecio apenas disimulado nace de la conviccin de que el pueblo es maldito porque no conoce la ley (Jn 7, 49) y esto lo inhabilita, a los ojos de los escribas, para interpretarla adecuadamente, de modo que slo el iniciado en la ciencia puede hacerlo. Para Jess, en cambio, vale una regla de interpretacin sorprendentemente diferente: para entender las Escrituras es preciso respetar y amar, tal como es, a la masa ignorante de los pobres. Jess habla un lenguaje que el pueblo entiende. Cuando segn san Juan los sumos sacerdotes envan a algunos guardias del templo para detener a Jess (Jn 7, 32), estos tienen ocasin de escucharlo?

lo y vuelven habindolo dejado en libertad. El motivo que, segn Jn 7, 46, dan a sus superiores es el siguiente: jams un hombre ha hablado como habla ese hombre. A lo cual replican con indignacin sus interlocutores: acaso ha credo en l algn magistrado o algn fariseo?. Slo quien no conoce, dicen ellos sin saber que se estn condenando a s mismos, se deja convencer por jess. Jesucristo pone la palabra de Dios al alcance de todos; simplificando, va a lo esencial. Habla sencillamente porque lo hace para los ms pequeos y usa su lenguaje porque a travs de l revela la proximidad misma de Dios 27 . Por su ausencia de sentido del pobre los doctores de la ley haban despojado la Escritura de aristas profticas. En la literatura proftica, en efecto, la revelacin de Dios vincula al profeta y a sus oyentes al destino del pobre, los llama a solidarizarse con l, a tomar partido por l. Conocer a Dios es involucrarse en una prctica con sentido y efecto liberador, cuyo beneficiario siempre es el pobre, simbolizado muchas veces por el ms marginal: el extranjero, el hurfano, la viuda 28 . Por ello no es posible entender el mensaje de Dios sino uniendo su vida a la del pobre y oprimido. Yahv es desde el comienzo de la historia de Israel27. El lenguaje de Jess se caracteriza por una simplificacin y, a primera vista, por un empobrecimiento en relacin a las formulaciones de las Escrituras o de los doctores. J. Giblet, La rvlation de Dieu dans le nouveau testament, en J. Coppens (ed.), La notion biblique de Dieu. Le Dieu de la Bible et le Dieu des philosophes, Louvain 1976, 233-234. La claridad de Jess proviene de su regla hermenutica: hablar para los pobres y desde ellos or el mensaje del antiguo testamento. 28. G. Gutirrez, Revelacin y anuncio de Dios en la historia: Pginas 2/1 (marzo 1976). H. Echegaray, Conocer a Dios es practicar la justicia, 1 Juan 2, 29: Pginas 2/3 (julio 1976), y tambin Derecho del pobrz, derecho de Dios: Pginas 3/11-12 (sep. 1977). J. Gonzlez-Ruiz, El atesmo en la Biblia, en J. Girardi, El atesmo contemporneo IV, Madrid 1971, 23-38. 110

aquel que prefiere y por eso eleva a los humildes, desde la revelacin de la vocacin de Moiss en Ex 3 hasta el canto de Mara en Le 1. Su manifestacin y encuentro con el hombre en la historia se da precisamente a travs de esa forma de elevacin que condena a la sociedad opresora. Pero para el rabinato ya no hay ms profetas; la profeca sa haba extinguido con Malaquas y ellos eran quienes haban ocupado el vaco dejado por los profetas. La etapa actual de la historia slo permita segn ellos el comentario de la ley, en el cual pretendieron encerrar la totalidad de la revelacin como palabra viva de Dios 29 . No habiendo lugar a priori para un nuevo profetismo en la lectura de la ley, es normal que tampoco se reconozca al pobre como objeto y portador de la revelacin de Dios. Y por eso tampoco los escribas pueden reconocer a Jess, quien se lo echa indirectamente en cara: ay de vosotros que edificis la tumba de los profetas, despus de que vuestros padres los asesinaron... (Le 11, 47-51). La frase alude aqu a la construccin de mausoleos ordenada por Herodes el Grande en conmemoracin de los patriarcas y de los profetas. La acusacin es grave porque supone una solidaridad en cuanto a la sangre derramada; el crimen cometido por los padres contra los profetas se prolonga en cierto modo en la generacin actual. El ataque de Jess es29. Los rabinos desarrollaron la teora de la inactividad del Espritu en Israel, desde la aparicin de los ltimos profetas del canon, en MNT, 294. Para ellos el comentario de la ley sustitua y cumpla la misma funcin que el antiguo profetismo. Por otra parte, los rabinos estrecharon cada vez ms el crculo de los intrpretes vlidos de la Biblia. Al lmite, slo quedaba el Sanedrn como ltima instancia para definir el sentido de la ley. Cf. J Giblet, /sus, Messie et Sauveur d'aprs les vangiles synoptiques: Lumire et Vie 15 (mayo 1954) 53. Sobre la oposicin entre Jess y los escribas, ver U. Wilckens, La comprensin de la revelacin en la historia del cristianismo primitivo, en W. Pannenberg y otros, La revelacin como historia, Salamanca 1977, 66-67. 111

dursimo. Se rinde homenaje a los profetas cuando estn muertos, es decir, se los reconoce slo cuando no pueden molestar ms. Pero en vida se les persigue y se les mata. El profeta que osara actuar en el presente sera juzgado subversivo y se le aniquilara, aunque ms tarde se le construya un monumento. El ataque de Jess constituye una denuncia de la complicidad de los escribas. Ellos tratan la palabra proftica arqueolgicamente, no admitiendo su incidencia actual y su vigor crtico e interpelante para el aqu y ahora. Con ello renuncian a ponerse a la escucha de la palabra de Dios como profeca, es decir, como desenmascaramiento del mal presente y como promesa de un mundo liberado de ese mal. As es domesticada la palabra, y reducida a algo que pertenece puramente al pasado. Su actualizacin no es acogida con entusiasmo, como viniendo de Dios. Por eso, quien intente devolver a la palabra su fuerza proftica ser combatido y perseguido. Ese es justamente el caso de Jess. Sintindose los nicos acreditados oficialmente para hacer la lectura de la ley, los escribas se protegan contra la irrupcin peligrosa de una lectura que fuese algo ms que un exhumar textos eruditamente. La predicacin de Jess sobresalta e irrita. Junto con la autoridad del doctor de la ley es cuestionado el mundo que fija estrechos lmites de tolerancia al contenido del mensaje. Pero no pueden imponerse diques a la palabra de Dios. Nada de extrao tiene, dentro de este contexto, la desvalorizacin del tema del reino en la enseanza de los escribas: para ellos el reino se convierte en un smbolo de orden moral y ahistrico; someterse al reino de Dios significa para ellos simplemente cumplir con la ley 30 . Muy otra, como30. Tomar sobre s el yugo de la tora, ser para ellos someterse al reino de los cielos. Cf. G. Klein, Das Reich Gottes ais biblischer Zentralbegriff, en W. Pannenberg (ed.), Gottesreich und Menscbenrekh, Regensburg 1971. 112

veremos, es la perspectiva del anuncio del reino por Jess. Entre las dos versiones del reino media toda la distancia que separa al profetismo consecuentemente asumido del profetismo sofisticadamente eliminado. b) Los fariseos31 El nmero de fariseos recensados en tiempos de Herodes el Grande permite hacerse una idea del considerable desarrollo alcanzado por el movimiento as como de su presumible gravitacin en la vida social de entonces. Algunos cuentan 6.000 miembros de la secta en el conjunto del reino de Herodes 32. Los fariseos constituan un movimiento de fuerte orientacin laica y en cierto modo anti-sacerdotal. El grupo estaba dirigido por escribas no-sacerdotales. Sus miembros se reclutaban en todas las capas sociales de la poblacin, pero sobre todo en ciertos sectores populares. La gran mayora no eran escribas por lo que se puede suponer que a la diferencia de instruccin se aada el distinto origen social de los jefes del grupo respecto de sus bases. Numerosos levitas, es decir, sacerdotes de rango inferior, se hicieron fariseos, atrados tal vez por las estrictas y meticulosas reglas sobre la pureza observadas por el grupo. Segn Jeremas, si se juzga por los textos fariseos, habra que concluir que la mayor parte eran pequeos comerciantes, artesanos y campesinos, en suma, gente del pueblo sin mayor forma-

31. Sobre este tema ver MNT, 238s; JJ, 331s. 32. Jeremas cita a Flavio Josefo para estas cifras. Ver JJ, 338. MNT da una poblacin global para Jerusaln de 55.000 habitantes, pudiendo llegar a concentrarse en la ciudad hasta 120.000 personas, durante las fiestas de pascua, por ejemplo, p. 199. Estas cifras parecen a otros autores un tanto abultadas. 1138

cin, llevados por un deseo sincero de fidelidad y entrega a las exigencias de la ley 33 . Vivan en comunidades cerradas. Su propia denominacin significaba segregados. La separacin del resto del pueblo era para ellos la consecuencia externa de la santidad garantizada por las reglas de pureza del grupo. Por ello se consideraban a s mismos como el verdadero Israel. El ingreso en la comunidad se llevaba a cabo mediante una cuidadosa seleccin de los candidatos. El tiempo de prueba, antes de pertenecer formalmente a la comunidad, duraba de uno a dos aos. As se determinaba quines se haban mostrado aptos para sobrellevar las prcticas de la comunidad. Su prctica intentaba ser una devocin a la ley, entendida sta globalmente como palabra de Dios, llevada con mxima y rigurosa fidelidad. La obediencia escrupulosa de la ley defina para ellos la pertenencia autntica al pueblo de Dios; slo que esa obediencia se pona en ntima dependencia de su propia interpretacin de la ley. No seguir esta interpretacin en la conducta diaria equivala no slo a marginarse de la comunidad farisea, sino, segn ellos, del autntico Israel. En ello se fund una especie de hostilidad despreciativa del grupo frente a la masa del pueblo, pueblo ajeno a concepciones que admiraba sin abrazarlas l mismo. La auto-segregacin del grupo corresponda as a un sentimiento de superioridad respecto de quienes ellos llamaban despectivamente el am-haarets o gente del pueblo. En uno de los tratados de los escritos fariseos {Pirq Abot 2, 5) encontramos, por ejemplo, la mxima siguiente: ningn am-haarets es piadoso. Para la comunidad era evidente que la situacin presente de Israel tena como causa el estado inevitable de pecado de un pueblo que no conoca suficientemente la ley y que tampoco la observaba en todas 33. JJ, 344s. Diez Macho, o. c, 102.114

sus exigencias. Los fariseos piensan que el castigo slo ha venido al mundo por culpa del am-haarets (TB baba Batra 8a), ya que por ignorante el pueblo es negligente con la ley. Las consecuencias de esta conviccin eran brutales: el pueblo estaba, por causa de su situacin negativa respecto de la ley, inhabilitado para realizar una accin efectivamente buena. Algunos textos llegaban incluso hasta afirmaciones como sta: de quien no tiene conocimiento alguno no hay que compadecerse (Midr. a Sam. 9). El pueblo pobre quedaba excluido, de este modo, de participar en el en futuro, la futura era salvfica M. Dentro de la secta la obediencia a la ley implicaba obligaciones iguales para todos, es decir, la abolicin de privilegios y jerarquas. En este rasgo se manifiesta un punto crtico respecto de la estratificacin sacerdotal en ms de 20 rdenes diferentes. La historia del distanciamiento de los fariseos respecto al sacerdocio era ya larga en tiempos de Jess; los fariseos no reconocan los privilegios invocados por el sacerdocio y menos todava el supuesto de que la santidad pudiese estar adscrita objetivamente a la funcin sacerdotal. Pese a este distanciamiento nunca llegaron a una ruptura tajante con el grupo constituido por los sacerdotes 35.34. Textos citados por MNT, 277-298. 35. Otro punto litigioso que opona a saduceos y fariseos era la cuestin de la resurreccin. Le 20, 39 presenta a algunos escribas, probablemente fariseos, felicitando a Jess por haber dejado en ridculo a un grupo de saduceos, justamente a propsito de una discusin sobre este tema. Los fariseos contaban mrtires entre sus filas. Una cierta teologa de la resurreccin estuvo, en la etapa anterior a Jess, vinculada a la cuestin de la retribucin personal. Si el justo mora catastrficamente por causa de su fidelidad, en una persecucin, por ejemplo y los fariseos haban pasado por esta experiencia un siglo atrs, se planteaba el problema de la justicia divina, con la cual ellos vean solamente compatible una compensacin del justo en la otra vida. Aqu la resurreccin no

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No obstante, su oposicin relativa al grupo sacerdotal, su composicin social ms popular y un prestigio de ortodoxia por encima de toda sospecha cultivado por ellos mismos en el seno del pueblo, hizo que el grupo suscitara simpata entre las masas. Pese a lo cual, su elevada concepcin de ellos mismos y su prolija y abundante tradicin propia de obediencia de la ley, erigi una barrera entre ellos y el pueblo y contrarrest tambin, en parte, su influencia espiritual. Mantener y destacar lo que los distingua fue para muchos fariseos una cuestin de honor. La parbola del fariseo y el publicano (Le 18, 9-14a: Dios mo, te doy gracias por no ser como los dems hombres...) no representaba ninguna exageracin. El ejemplo tomado en este caso por Jess se diriga, en efecto, contra los que estaban seguros de ser justos y despreciaban a los dems (v. 9). Tal seguridad tena su expresin en el principio: hay que poner un valladar en torno a la tora {Pirq abot 1, 1). Esto era lo que ellos intentaban traducir en concreto. La finalidad del valladar era impedir que la ley fuera violada por ignorancia. Para ello se creyeron en la obligacin de elaborar 613 preceptos complementarios de la ley (248 mandamientos y 365 prohibiciones) con los que pensabanes tanto el punto central, sino ms bien la cuestin del mrito ligado al martirio. Schubert cita un elocuente texto de la mtshn farisea que va en este sentido polmico: todo Israel participa en el mundo futuro... Slo no toman parte en el mundo venidero: aquel que dice que todava no se puede encontrar en la tora la doctrina de la resurreccin de los muertos, el que dice que la tora no pertenece al cielo, y el negador de Dios (Sanh X, 1), o. c, 15. Este texto muestra una teologa ms elaborada de la resurreccin. Una evolucin doctrinal al respecto no tendra nada extraordinario, dado que el farisesmo entr en agria polmica con el cristianismo muy rpidamente, pero sobre todo despus de las guerras judas contra Roma; es perfectamente factible que tal polmica permitiera una cierta influencia mutua de las creencias respectivas.116

poder venir en auxilio del judo devoto, tardo en cumplir la ley. As se pensaba proteger tambin la ley contra eventuales transgresiones. En el fondo el valladar se compona de una infinidad de detalles casusticos que suponan una laboriosa asimilacin3. Los fariseos, adems de las obras comunes impuestas por la ley, rezaban varias veces por da, ayunaban dos veces por semana y practicaban obras de caridad. La santidad se defina para ellos en el orden del mrito objetivo y de la responsabilidad personal. Su adhesin casi fantica a la ley, segn expresin de Flavio Josefo (Ant. XVIII, I, 3, 12), les vali, como hemos dicho, una gran autoridad moral sobre el pueblo, respaldada igualmente por su actitud de expresa reserva respecto de los herodianos y del sacerdocio. Herodes no pudo destruirlos, ni los sacerdotes controlar su creciente influencia hasta las guerras judas. Prcticamente los fariseos obligaron a los saduceos a adoptar ciertas de sus exigencias para poder legitimarse ante el pueblo 37 . Subyacente a la competicin religiosa entre los dos grupos, se hallaba su oposicin social. La nobleza conservadora se opona al grupo fariseo por su creciente ascendiente sobre el pueblo. Por otra parte, los saduceos tuvieron que resignarse a contar con los fariseos para el gobierno, pues encarnaban de algn modo la presin popular. Los fariseos lo saban y estaban dispuestos a desempear una funcin de arbitraje entre las masas y las autoridades. Esta situacin la revestan ellos de un aura espiritual, que es clave para comprenderlos. Manteniendo vivo un ideal de intransigencia y de pureza, los fariseos contribuan a alimentar el sentimiento de la identidad tnica y una larvada y tensa expectativa de autonoma36 MNT, p. 285-286. 37. Al menos Josefo presenta las cosas de este modo. Ver JJ, 354s. 117

nacional. Los fariseos representaron una de las formas que tom la resistencia espiritual frente al invasor. En sntesis, podra definirse a los fariseos como un grupo de presin, en el nivel poltico y en el religioso, que fundaba su legitimidad en la defensa de la ley contra la intervencin extranjera. En la perspectiva farisea, para los otros pueblos privados de la ley no haba esperanza alguna. Slo los justos de Israel participaran del en futuro 38. En momentos lgidos constituan, de hecho, el grupo mejor organizado para intervenir en los asuntos pblicos. Fue as como participaron en la insurreccin zelota contra Roma, el ao 66. Lucas refiere una serie de contactos positivos entre Jess y los fariseos. En Le 13, 31 vemos a un grupo de ellos viniendo a informar a Jess de los proyectos de Herodes para hacerlo morir 39 . Tambin en el tercer evangelio, Jess es recibido en casas de fariseos, entablando con ellos conversaciones doctas y razonables o compartiendo la mesa

38. MNT, 289. La eleccin de Israel era considerada por ellos no slo como un acto de gracia, sino tambin como un mrito. Entre todos los pueblos, slo Israel haba aceptado la ley. Segn los fariseos, Dios tena dos medidas para medir al mundo: la de la bondad y misericordia, y la de la retribucin y el castigo; Israel se asignaba la primera y reservaba a los otros pueblos la segunda. MNT, 292. 39. Este gesto poda ser fruto de una cierta simpata hacia Jess. Algunos lo ven, sin embargo, como un acto ambiguo: Herodes sera el pretexto para alejar a Jess del pas. As A. Denaux, L'hypocnsie des pharisiens et le dessein de Dieti, en Memorial Cerfaux, 245-285, minimiza el gesto de los fariseos considerndolo pura hipocresa. Los argumentos que da para apoyar esta conclusin pareceran, no obstante, demasiado forzados y conjeturales. La hipocresa de los fariseos es, por otra parte, un aspecto subrayado por los evangelios en su polmica ulterior contra el rabinismo. Recordemos sin embargo que un cierto nmero de fariseos se incorporaron a la primera comunidad: Hecb 15, 5.US

(Le 7, 36s; 14, 1-6. 12-14, etc.) 40 . Como seala Duquoc comentando Lucas 11, 37s: Jess no teme frecuentarlos, pero considera nula su autoridad 41 . En todo caso, guarda respecto a ellos una neta independencia, reservndose tambin la posibilidad de fustigarlos con su crtica. El punto clave para explicar la distancia expresada por Jess en relacin a los fariseos, es el de su clara discrepancia en cuanto al valor y significacin atribuibles a las tradiciones que ellos consideraban indispensables para un cabal cumplimiento de la ley. Para Jess la observancia material no basta, tampoco la repeticin de gestos estereotipados garantiza la fidelidad al Padre. El verdadero conocimiento de la ley reside en un dinamismo fundamental que no es codificable y que consiste en una prctica concreta organizndose segn las exigencias de amor y de justicia, cuya traduccin precisa vara ilimitadamente segn las circunstancias. Lo importante es amar a Dios y amar al prjimo, pero no se puede fijar un lmite a este amor, ni refugiarse en la seguridad de un cdigo que definira a priori adecuadamente todas sus implicaciones. Todo lo dems es subordinado y relativo. Por esta concentracin del mensaje en el lazo existente entre el primer y segundo mandamiento como criterio de la fe, Jess realiza una lectura proftica de la ley que a la vez que en cierto modo la simplifica, la radicaliza al obligar al creyente a optar en todo momento libre y responsablemente en funcin de ese criterio primordial. Por eso no es posible honrar a Dios y tratar con seguro desprecio al hermano considerado por el fariseo como pecador, y por Jess como el ms necesitado de entrar en una relacin fraterna. La justicia segn Dios no es separable de la actitud ante el hermano beneficiario de la alianza, justamente cuan40. W. Trilling, El verdadero Inrel, Madrid 1974. 132. 41 Chr. Duquoc, o. c, 29. 119

do l es el ms dbil comunitariamente hablando 42 . Dicha justicia revoca ms bien las reglas de juego de una sociedad habituada a elevar a unos pocos y a aplastar a las mayoras material y moralmente. Con respecto a la minuciosidad esclavizante y segregacionista de los fariseos, Jess se conduce por el contrario con total libertad. Jess no vive obsesionado por la letra de la ley, ni ahogado en una tradicin cada vez ms laberntica. Su interpretacin de la ley es flexible y realista, inspirada por el criterio del amor y la justicia. El pasaje sobre las espigas arrancadas en sbado muestra la profunda diferencia en la comprensin de la ley por Jess y por los fariseos (Me 2, 23-27; Mt 12, 1-4; Le 6, 1-4). Los fariseos protestan porque los discpulos se permiten arrancar espigas en sbado. Si seguimos el texto de Lucas la advertencia es doble: arrancar espigas es para los fariseos un gesto equivalente a cosechar y como tal, un trabajo no lcito pues atenta contra la santidad del sbado, segn su lectura del Ex 34, 21. Pero adems, para Lucas, los fariseos aplican tambin Lv 23, 14 que prohibe comer el grano de la nueva cosecha cuando el tiempo de cosechar est pronto. La respuesta de Jess ampla el derecho reconocido a los pobres de alimentarse con las espigas cadas a la vera de los campos, pero no de arrancar las espigas directamente del tallo. Pero, en segundo lugar, acaso no dieron los sacerdotes las ofrendas reservadas para ellos a David y42. Ibid., 33, 101-102. La parbola del fariseo y el cobrador de impuestos de Lucas 18 desenmascara as la falsa justicia del fariseo que se declara no ser igual a los dems hombres. Recordamos el aforismo conocido: no son los que tienen buena salud los que necesitan mdico, sino los enfermos (Me 2, 17). Sobre la concentracin de Jess en el mandamiento del amor, ver J. Giblet, La rvlation de Dieu dans le nouveau testament, en J. Coppens (ed.), La notion biblique de Dieu. Le DKU de la Bible et le Dieu des philosophes. 120

sus compaeros hambrientos? (1 Sam 21, 1-7; 2 Sam 8, 17). Este es el punto clave de ruptura con la interpretacin farisea: Jess considera que una necesidad humana bsica puede revocar la prescripcin de la ley. Dos lecturas se oponen aqu. Los fariseos conocen la ley y la aplican automticamente, segn su buen saber y entender. Jess, por su parte, conoce la ley pero tiene en cuenta prioritariamente una necesidad humana material elemental: el hambre de los pobres. Los fariseos no perciben el hambre, Jess s. Y este criterio zanja entre la lectura de unos y otros: los discpulos comen las espigas porque el hombre concreto tiene prioridad sobre la ley. Lo inusitado del procedimiento de Jess consiste en su relativizacin de la ley a partir de la respuesta que hay que dar con hechos al hermano agobiado por una necesidad elemental: comer. Pero lo que resulta tambin excesivo para su tiempo es su manera de leer la palabra de Dios, al oponer bruscamente un texto, el de Samuel, a otro texto, el del xodo, que es el que invocan los fariseos. Jess se refiere a la Escritura sin tratar de ocultar la posibilidad de una contradiccin y se opone as al proceder de una lectura entonces predominantemente armonizante. Pero si, como Jess lo pone en evidencia, puede haber conflicto entre textos, es porque hay situaciones que llevan a una opcin motivada por contradicciones reales que hacen que al interior del pueblo de Dios haya gente saciada y gente con hambre. Esa opcin es resueltamente dirimida por Jess en la lnea de superar la contradiccin histrica real, en funcin de la cual se concretiza la regla del amor como criterio de la fe y por lo tanto como norma de interpretacin de la Escritura. La discrepancia de la lectura de Jess con respecto a la lectura realizada por los fariseos proviene de este diferente principio de interpretacin. La tradicin de los fariseos no lee la ley desde el pobre, mientras que Jess s. Y,121

en consecuencia, la lectura de Jess viene a trastocar junto con el sistema de lectura corriente, admitido por todos, el sistema mismo que se escuda tras una lectura en el fondo reductora y minimizante de la ley. Los fariseos no podan aceptar esto. Para ellos referirse de este modo a la Escritura corresponda a una pretensin exorbitante, propiamente mesinica de Jess 43 . De nada sirve hacer proliferar al infinito los mandamientos de la ley si se ignora su verdadero eje. La lectura de la ley hecha por los fariseos es una lectura ciega, sin centro de gravedad. Por lo tanto, para Jess, ellos no constituyen en relacin a la versin que ofrece el sacerdocio, una verdadera alternativa para el pueblo. Los fariseos extreman precauciones para no transgredir la ley. Pagan incluso el diezmo de las hierbas silvestres que brotan en el jardn, pero descuidan el corazn de la ley: la justicia y el amor de Dios (Mt 23, 23; Le 11, 42). Desde ah hay que escuchar el reproche amargo de Jess: si vosotros hubieseis comprendido lo que es "deseo misericordia y no sacrificio" (Os 6, 6) no habrais condenado a gente que no tiene falta (Mt 12, 7). Jess ataca aqu globalmente una concepcin de la fe que establece sus contenidos independientemente del amor al prjimo e interpone barreras formales entre un grupo de elegidos y la masa de los pobres; y l la rechaza desde una lectura basada en la equivalencia entre el primero y el segundo mandamiento (Mt 22, 37-38; Me 12, 29-31). Libertad asombrosa, prcticamente impa, para los fariseos**. Para Jess, en43. M. Clvenot, Lectura materialista de la Biblia, Salamanca 1978. Cf. LM, 157-158. Giblet, o. c, 54. 44. Los fariseos se espantaron muchas veces por la liberalidad tanto de Jess como de sus discpulos. El caso de las espigas arrancadas en sbado no es un caso aislado. Ver la cuestin de las abluciones rituales (Mt 7, 1-5 y par.}, del ayuno (Le 5, 33), etctera. 122

cambio, slo el amor sabe corresponder a la voluntad de justicia contenida en la ley. Un amor no atado por convencionalismos, que debe discernir en cada caso, pero que no abandona jams el criterio central. Lo que en la perspectiva abierta por Jess descalifica a los fariseos es su falta de gratuidad que les impide actuar libremente 45 . La prdida del sentido de la gratuidad inter-humana significa para Jess la prdida del sentido de Dios. No es de extraar as que en la prctica farisea cuente escasamente la esperanza en la venida del Reino, profundamente marcado por la gratuidad y por el don de s4*.45. En este sentido hay que comprender la escena de Jess y la pecadora en casa del fariseo Simn: Le 7, 36-48. 46. Schubert. o. c, 45. La primera comunidad presenta algunas caractersticas que la asemejan a las confraternidades fariseas. Ella se nombra comunidad de los santos, designacin que comporta la idea de separacin o eleccin en vista de una misin particular; en todo caso, esta nocin implica una diferenciacin aceptada como esencial aunque provisoria al interior de Israel. Pablo mismo emplea este apelativo para hablar de la comunidad de Jerusaln, hacindolo extensivo ulteriormente a otras iglesias (1 Cor 1, 2; 26, 1; 2 Cor 8, 4; 9, 1-12; Rom 1, 7; 15, 25-30; Hech 9, 1332. 41). Cf. L. Cerfaux, La thologie de l'glise suivant st. Paul, Paris 1965, 2, 101-121. Schubert, o. c, 52s. Al igual que los fariseos la primera comunidad se percibe a s misma como el verdadero Israel, resto del pueblo llamado por Dios en Jesucristo a ponerse en marcha en vista a la conversin de todo el pueblo (Hech 4, 27-30); Trilling, o. c, 138-139: hay que preguntarse si los elementos principales de esta concepcin histrico-salvfica no haban sido desarrollados ya en la comunidad primitiva, de la que Mateo parece ser ampliamente deudor precisamente en lo ms propio suyo. En la comunidad cristiana, la identidad propia se expresa necesariamente en obras, signo concreto y consecuencia de la incorporacin a la nueva fraternidad otorgada por Dios en Jesucristo. Entre ella y el movimiento fariseo pueden enumerarse otras analogas: algunas similitudes en la organizacin, la prctica de comidas comunitarias y de asambleas, el precepto de buscar resolver las disensiones entre sus miembros en instancias propias de la comunidad y no al exterior, etctera. Hech 15, 5 habla de la presencia en la iglesia de fieles salidos del farisesmo y les atribuye un papel poco feliz en el concilio de Jerusaln. 123

3. Jess y la comunidad de la alianza''1 La comunidad de la aMataz, llamada tambin de los esenios, es un grupo religioso judo, separado desde fines del siglo II a. C. del sacerdocio del templo. En tiempos de Jess desplegaba una gran actividad, haciendo sentir sobre la poblacin un fuerte influjo espiritual 48 . Los hallazgos realizados en el desierto, en la orilla occidental del mar Muerto, en la zona de Qumrn, han permitido hacerse en pocos aos una idea bastante rica de sus fines, espiritualidad, organizacin y teologa. La comunidad haba adoptado, respecto al sacerdocio oficial, una actitud de mayor beligerancia que los fariseos, y no siempre por razones que hoy seran juzgadas como fundamentales. En esa discrepancia con el sacerdocio del templo contaba por ejemplo su concepcin del sbado como da de estricta santificacin, de tal modo que ellos se negaban a hacer coincidir cualquier festividad del calendario religioso con el da sbado, pues, en su visin de las cosas, ello empaara la trascendencia nica de ese da de la semana. La importancia que otorgan a este punto consistente en poner al sbado por encima de todo era tal, que en uno de los textos de la comunidad se lee lo siguiente: si el da sbado un hombre con vida cae en una cisterna o en cualquier otro hueco, no debe retirrsele de all, ni con una escalera, ni con una cuerda, ni con ningn otro instrumento (CD 11, 6-1)49.

47. H. Braun, La comunidad de Qumrn, en Schultz, Jess y su tiempo, 129; MNT, 249; Schubert, o. C, lis. 48. Esenios significaba: varones del consejo de Dios, hijos de la complacencia de Dios (1 QH IV, 32s, II, 8s), cit., por MNT, 265. 49. MNT, 270.224

De hecho, fariseos y qumranitas provenan de un tronco comn: los asideos, que se haban caracterizado por su resistencia al mundo helenstico. Pero la comunidad de la alianza llev su radicalidad ms lejos que los fariseos. Considerndose a s mismos primicias del verdadero Israel, aplicaban rigurosamente el principio de segregacin con respecto al resto del pueblo, por ello llevaron una vida de tipo monstico en el desierto, en donde su laboriosidad consigui operar importantes transformaciones fsicas. Se dedicaron a la ganadera y alfarera, comerciando luego los productos derivados de estas actividades. En la comunidad no haba propiedad privada de bienes. Quien se haca esenio entregaba todos sus bienes a la administracin comn. Los restos arqueolgicos descubiertos en Qumrn muestran instalaciones que denotan un cierto bienestar econmico del grupo en su conjunto, que contrapesa el cuadro asctico que dieron a su vida cotidiana. La existencia de la comunidad estaba fuertemente centrada en el estudio de la ley, en la oracin y en la prctica de abluciones purificatorias. Se lea la Biblia y se oraba en comn. El deseo de una fidelidad plena a la alianza llev a un proceo de seleccin estricta de los candidatos a pertenecer a la secta. Para ello no slo contaban las dotes morales sino tambin otros requisitos que muestran la importancia otorgada a las reglas de pureza legal. Correlativamente, el rgimen de disciplina era al parecer bastante severo. De hecho, por su espiritualidad militante, impregnada de elementos apocalpticos, la comunidad adquiri frente a los que ella consideraba como falsos jefes de Israel y frente al ocupante, un carcter de foco de resistencia anti-imperial. Participaron militantemente en la lucha contra Roma al estallar la guerra. A consecuencia de esto Qumrn fue definitivamente destruida el ao 68 d. C.125

Ello no debe sorprendernos pues la vida cotidiana del monasterio era vivida como una preparacin espiritual continua, por la austeridad y el ascetismo, al combate escatolgico que los miembros haban de librar contra los hijos de las tinieblas. El qumranita deba estar listo para dirigir la guerra santa y el castigo final de los impos. De hecho, era una obligacin para todos los miembros de la orden amar a todos los hijos de la luz, a cada uno segn su suerte en la comunidad de Dios, y odiar a todos los hijos de las tinieblas, a cada uno segn su culpa en la venganza de Dios (1QSI, 9-11, 13S.)50. Vivan animados por la esperanza de restaurar en el futuro el sacerdocio del templo. Mientras tanto, la comunidad se consideraba a s misma como el templo vivo, reemplazo del templo de piedra de Jerusaln. Y de no ser por su proliferante actividad ritual y purificatoria (como bautismos, baos y abluciones practicados diariamente), habra que reconocer en ese modo de concebir el culto un germen de autntica espiritualizacin. Pero la realidad fue mucho menos audaz que la intuicin teolgica presente en los textos de la comunidad, en lo que se refiere al culto en espritu y en verdad. Qumrn estuvo marcado ms todava que el movimiento fariseo por un particularismo ritual y legalista de carcter sectario. Y, sin embargo, los esenios llegaron a desarrollar una espiritualidad fuertemente teologal. F. M. Braun que ha estudiado los puntos de contacto entre la teologa de Qumrn y el cuarto evangelio seala, en esta perspectiva, la existencia de una esperanza transterrena fuertemente espiritualizada y radicalmente opuesta a la teologa saducea de la retribucin. En varios textos esenios hallamos, en efecto, 50. Braun, o. c, 140. Cf. tambin MNT, 272. 126

la frmula que aparece en Jn 17, 3: la vida eterna es que te conozcan a ti, el solo verdadero Dios 5l. La instalacin en el desierto es algo poderosamente evocador en la tradicin de Israel, aunque aqu adquiere un carcter simblico y escatolgico: es un signo que manifiesta a la vez el rechazo por parte de la comunidad del Israel perecedero, desviante con respecto a su vocacin original, y la bsqueda de condiciones ideales en orden a una autntica obediencia de la ley para prepararse as al tiempo definitivo de juicio y salvacin. El gesto de aislarse tiene significacin poltica y religiosa: expresa la esperanza de la revocacin de la situacin actual, y, por ende, de la liberacin prometida (4 QS c); expresa igualmente la irreductible oposicin que separa a los elegidos de los hijos de este mundo mentiroso y perverso. Por eso, el manual de la secta prescribe que ninguno de los miembros de la comunidad entre en relacin con los del mundo exterior tenebroso, en ningn plano (1QS 8, 13; 9, 8, 20-22). Entre tanto la historia se desarrolla en un clima de antagonismo insuperable entre unos y otros. Dos aspectos cuya articulacin no es muy clara estn asociados entre s en esta expectativa escatolgica: por una parte, el intento de restaurar militantemente el verdadero Israel; por otra parte, la preparacin para el combate final que terminara con la victoria de los hijos de la luz sobre los hijos de las tinieblas, con la aniquilacin definitiva del mal y la restauracin del mundo. La comunidad est persuadida de vivir en el perodo final de la historia. All debe dar los ltimos y decisivos combates, as como recibir la enseanza de los verdaderos maestros. En el desierto pre51. CDC III, 20; 1QS 9, 3-4; 2-3; F. M. Braun, L'arrire fond juddique du quatrieme vangile et la communaut de l'alliance: Revue Biblique 62 (1955) 5-44. 127

paran, como el Bautista, los caminos del Seor, cuyo cumplimiento es inminente. Esta espera esforzada los hara dignos de convertirse en testigos de la verdad en el juicio escatolgico (1QS). El grupo presenta rasgos de una incipiente piedad eucarstica. Se toma una comida comunitaria diaria. Se atribuye al jefe de la comunidad una virtud de expiacin vicaria por los pecados del pueblo (4QALA), aunque tambin todos los miembros pueden tomar parte en esa expiacin. As se obtendra benevolencia en el juicio. Esto no les impide sostener, sin conciencia de contradiccin, que la comunidad es el instrumento elegido para la futura venganza divina (1QS 9, 4). Entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas slo cabe una relacin de hostilidad. Los unos son guiados por el espritu de verdad, los otros se dejan conducir por la mentira. De este modo los esenios, con su intransigencia, dejan corto el sentimiento de superioridad de los fariseos. Reelaboran as el dualismo caracterstico de la literatura apocalptica juda, acentuando el destino singular de este pueblo con respecto a los dems. En efecto, si en su perspectiva haba alguna esperanza de salvacin para los de fuera, sta slo poda alcanzarlos por intermedio de un Israel enteramente restaurado y ejerciendo su hegemona sobre los otros pueblos. Los evangelios, y en particular el evangelio de Juan, presentan una serie de semejanzas y de contrastes con el esenismo, que iluminan el ministerio de Jess, entre otros la llamada a la penitencia y conversin. El evangelio de Lucas presenta contrastes que simultneamente acercan y distinguen a Juan Bautista de los miembros de la secta, atribuyndole una pastoral adaptada a la situacin particular de cada cual, haciendo compatible la vida cotidiana en el mundo con la llamada a la conversin y con la real proximidad128

del reino escatolgico (Le 3, 1-18; Mt 3, 1-17; Me 1, 1-8). No slo Juan reconoce, caso por caso, implcitamente, la posibilidad de ser fiel sin romper todo lazo con el mundo presente, sino que ofrece una postrera posibilidad de conversin que muestra que no hay que condenar prematuramente y en forma inapelable a su generacin, contrariamente al uso de los esenios. Por otro lado, para Juan el bautismo es nico, mientras que las abluciones purificatorias de Qumrn son interminables, etctera. Mt 18, 15-17 contiene refirindola a la comunidad cristiana una regla esenia de disciplina eclesistica, la cual establece una gradacin que comprende: a) un reproche a solas si tu hermano cometiese un pecado; b} en caso de pertinacia del pecador, se har comparecer en una nueva amonestacin a dos testigos; c) si esto no diera resultados, se tomar a toda la comunidad como testigo, y finalmente, se proceder a excluir de la comunidad al reincidente. La santidad de la comunidad es el origen de esta severidad disciplinaria. Sin embargo, para el cristianismo primitivo no es cuestin en ningn caso, de excluir de la comunidad por motivo de defecto corporal como suceda en Qumrn: nadie afectado por una impureza humana puede entrar a la asamblea de Dios. Aquel que ha sido golpeado en su carne, inmovilizado de pies o de manos, paraltico, o ciego o sordo o mudo, aquel que lleva en su carne una mancha visible, el anciano dbil incapaz de mantenerse de pie en la asamblea, no pueden entrar para ocupar un puesto en el seno de la comunidad de los hombres del Nombre, pues en su centro se encuentran ngeles santos (lQSa 2, 3-9). El ejemplo de Jess, que aborda sin reservas a los lisiados, invlidos y enfermos, seala la norma a seguir de no excluir a nadie por esta razn y constituye una frontera clara con el movimiento esenio. No es la convencin social o el de725 y

fecto exterior sino el mal que brota del corazn del hombre lo que hace efectivamente impuro (Me 7, 18-23 y par.). Sin embargo, la oposicin mayor con los esenios se desprende de los aspectos fundamentales del ministerio de Jess: su preocupacin por la masa a quien anuncia la liberacin prxima y su conciencia confiada en la potencia del reino, tan opuesta al pesimismo csmico de Qumrn que slo ve en el presente los ndices de un acrecentamiento inexorable de las fuerzas del mal. Contrariamente a la auto-segregacin esenia, Jess se mezcla con su pueblo. No teme rodearse de pecadores, de enfermos e impuros, pues lo impulsa el amor del Padre. La salvacin consiste no en condenar al pecador, no en increparlo desde lejos, sino en salir a su encuentro 52 . El optimismo de Jess proviene de su sentido de Dios como Padre, y no como ejecutor de la venganza de Israel. La luz luce en medio de las tinieblas. El Verbo ha puesto su tienda entre los hombres, recuerda el prlogo de Juan. Ms decisivo que el pecado, que entraa una ruptura con Dios, con el prjimo y con la comunidad, es el ofrecimiento positivo de la gracia, de una va de conversin y de amor. Jess sale al encuentro del pecador no para estigmatizarlo, tampoco para banalizar su pecado sino, al contrario, para tomar en serio su situacin ante el Padre, y ofrecerle la salida creadora que consiste en tratar de construir una nueva relacin humana all donde el pecado hubiese destruido toda fraternidad. El reino es anunciado a pobres y pecadores porque es el reino del Padre. Y Jess lo anuncia en franco intercambio con unos y otros. Por eso, no se retirar al desierto sino para orar. La salvacin y la santidad no son bienes que se puedan retener celosamente atribuyendo 52. Braun, o. c, 138. La parbola del hijo prdigo es la ms clara de esta posicin de Jess.130

su usufructo a una lite de elegidos. Deben, al contrario, irradiar sobre el mundo. Por eso tambin, Jess no vive pendiente del clculo de los ltimos das. El tiempo presente no es slo el del aumento multiforme del mal. Es sobre todo el del misterioso avance del reino de Dios. En el mensaje de Jess no hay lugar para el dualismo apocalptico de Qumrn. La liberacin est prxima. Ella funda una esperanza que ilumina la etapa presente de la historia. La posibilidad de que el pecador se convierta depende de esta fuerza que ha comenzado a cambiar objetivamente todas las cosas. Ms que orientar a sus discpulos hacia una ansiosa espera del futuro,.Jess los llama a tomar y a reafirmar la decisin de entregarse ya, de optar ahora por el reino de Dios que ya despunta en el mundo, conforme a la orientacin constante del profetismo 53. Esto lo acerca al ltimo grupo que nos queda por ver, antes de presentar el medio social de donde provena Jess. 4. Los zelotas M Los zelotas estuvieron vinculados a una serie de movimientos de insurreccin armada, serie que tuvo sus primeras manifestaciones hacia el ao 4 a. C. en que muere Herodes el Grande y se plantean dificultades para establecer53. W. Trilling, Jess y los problemas de su historicidad, Barcelona 31978. Citando a Kmmel, este autor afirma: la investigacin reciente permite admitir como resultado cierto, que el mensaje de Jess no se orienta de manera judeo-apocalptica, sino profticoescatolgica. 54. Sobre este tema: M. Hengel, Jess y la violencia revolucionaria, Salamanca 1973; J. Giblet, Un mouvement de rsistance au temps de Jsus?: Revue Thologique de Louvain 4 (1974) 409426. MNT, 299s; G. Gutirrez, Jess y el mundo poltico: Perspectivas de Dilogo 7 (mayo 1972) 77-81. 131

su sucesin entre los miembros de su familia. Varias veces fueron reprimidos y el movimiento dispersado, pero esto no fue un obstculo que hiciese disminuir la influencia innegable aunque difusa que tuvieron sobre el pueblo. Por lo dems, estaban dadas las condiciones para que tras cada sofocacin el movimiento se regenerase ms tarde o ms temprano. Por lo que acabamos de decir, se puede sacar la conclusin de que, durante el largo perodo que termina con la destruccin de Jerusaln en 70 d. C , los zelotas no llegaron a formar un movimiento nico ni en cuanto a continuidad en la organizacin, ni tampoco probablemente en cuanto a su vertebracin ideolgica 55. Hemos mencionado anteriormente su origen campesino en Galilea. Este territorio estaba objetivamente ms desarrollado que Judea, aventajndole en la agricultura y en el comercio, sobre todo a causa de su diferente geografa y clima, y porque tambin era una ruta obligada entre el puerto de Cesrea y Damasco. Los pescadores de Genesaret estaban organizados y constituan una rama econmica importante de la regin. Herodes Antipas construy all mismo la ciudad helenizante de Tiberades, la cual qued como un enclave pagano aislado pues los judos se resistieron a habitarla. Este dato tiene el inters de mostrar el grado de fervor religioso que animaba a los galileos, pese a constituir una poblacin juda de implantacin reciente en esa zona del pas 5. Fue de all que parti el movimiento zelota. Hech 5, 37 menciona el levantamiento de Judas preci55. Giblet insiste sobre esta carencia de unidad y trata de reconstruir su evolucin ideolgica. Es poco, sin embargo, lo que se sabe. Las noticias que tenemos de ellos, nos las legaron adems sus vencedores. 56. Cf. sobre Galilea: B. Recke, Galilea y Judea en H. J. Schultz, Jess y su tiempo, 60s. 132

smente llamado el Galileo, a quien Flavio Josefo atribuye la fundacin del zelotismo. Con l comenzaba algo que las sucesivas maniobras represivas no pudieron ahogar hasta la guerra del 66. De hecho, el legado de Siria, Quintilio Varo, liquid salvajemente la tentativa de los primeros zelotas pero no suprimi sus causas estructurales, de ah que el apoyo campesino que en tentativas similares ulteriores recibi el movimiento insurreccional permaneci sobre bases intactas. Sin embargo, despus de esa primera derrota, el movimiento tard, al parecer, mucho tiempo en reorganizarse. Mientras tanto las condiciones impuestas por el ocupante permitiran su lenta maduracin. Quienes se integraban a sus filas eran, sin duda, los propios campesinos descontentos a quienes se sumaron otros miembros de las clases m bajas de la sociedad. Entre ellos debi haber discpulos de los fariseos y esenios, as como gente de la escuela de Shammai caracterizada por una interpretacin ms estricta de la ley que la dada por la escuela del rab Hillel 57 . Josefo ha sobre-estimado, tal vez, la relacin entre fariseos y zelotas. Pero es ms probable que fuesen los esenios quienes mayor influencia tuvieran sobre ellos. Con todo, es posible reconocer una impronta zelota suficientemente diferenciada, e incluso admitir la existencia de una tradicin propia, caracterstica de este grupo 58. Pero incluso si dicha influencia hubiese tenido efectivamente lugar, observamos en los zelotas la presencia de una perspectiva escatolgica que no es del todo la de los esenios. Los zelotas persiguen en la historia la inminente realizacin del reino de Dios. Su anuncio coincide con el de Jess: el reino de Dios est prximo. Ellos retoman as el tema slmico y proftico del reino, cancelatorio de toda57. MNT, 299-300. 58. Giblet, o. c, 413s. 133

otra dominacin terrena. Para Israel Dios es el nico rey; su soberana est por encima de cualquier pretensin humana a la soberana. Israel no puede, por lo tanto, tener otro rey fuera de Dios, salvo que renuncie a su condicin de pueblo elegido. La oposicin al Csar como monarca absoluto surge de este modo de lo ms central de la teologa tradicional, del antiguo monotesmo prctico de Israel (la expresin es de Rolland de Vaux) 59 . La insurreccin zelota arraiga as en una tradicin religiosa profundamente espiritual: Dios es soberano sobre Israel y sobre el conjunto de la historia. El ha entregado como signo de eleccin a su pueblo, la tierra en que habita y morar por siempre. Por consiguiente, no le asiste al Estado romano ningn derecho para arrogarse la propiedad de esa tierra ni para distribuirla segn su arbitrio. La tierra santa haba sido entregada por Dios a ttulo inalienable. Muy pronto, sin embargo, la reivindicacin de la tierra se integr a un programa ms vasto de liberacin60. En todo caso, cometeramos un error asimilando simplemente los zelotas a un partido poltico, en el sentido moderno que ha adquirido el trmino. Los zelotas fueron un conjunto de grupos que representaban intereses sociales precisos, inspi-

59. R. de Vaux, Historia antigua de Israel I I I , Madrid 1975Israel debe reconocer que Yahv es para l el nico existente y salvador. No es una definicin dogmtica de un monotesmo abstracto, sino el imperativo de un monotesmo prctico. 60. Significativo es el incendio provocado por los zelotas, de los archivos de Jerusaln, cuando tomaron el control de la ciudad en el 66 d.C. As destruan los documentos en que constaban las obligaciones bancadas, condenando de facto todas las deudas. En este sentido se expresa Ravio Josefa, De bell. Jud 2, 427. Dos aos despus ,Simn Bargiora decretaba la libertad de todos los esclavos judos. Pese a esto, parece que no lleg a haber nunca una unidad muy grande entre todas las fracciones del zelotkmo. Cf. Hengel, o c, 25. 134

rados por una tradicin espiritual-proftica ya secular en Israel. Como hemos visto, en poca de Jess no existe ninguna agrupacin que no se defina en trminos religiosos y que deje de poseer significacin poltica. Los zelotas no son un caso especial. Lo que los distingue es su voluntad de librar de manera inmediata a Israel de la dominacin romana y de sustituir y acabar con el gobierno de sus representantes de las altas esferas judas. Este reflejo de fundada impaciencia pudo haberse desarrollado al abrigo de la predicacin esenia. Pero sin descartar esta posible contribucin teolgica, los zelotas representaron en su tiempo la sed infinita de libertad que anida en casi cada pgina del antiguo testamento. Sed de libertad proveniente del ms estricto monotesmo, cuya lgica consecuencia era una reivindicacin de autonoma nacional y de justicia social. No podemos por eso aceptar la versin romana segn la cual los zelotas eran tan slo tropas de simples bandidos y sediciosos, escondidos en las montaas y viviendo del pillaje. Ms bien su esperanza invencible en el pronto advenimiento del reino los llev a jugarse por entero, dando as un desconcertante testimonio de ortodoxia prctica. De all su nombre: celosos, ardorosos, fervientes de grado o fuerza de la ley y del templo que pretendan restaurar en su autntico esplendor, fervorosos sobre todo de la causa de la nacin. En la poca de la manifestacin en pblico de Jess, las aspiraciones que ellos encarnaran probablemente se haban desarrollado ya en el corazn de las masas, pero slo mucho despus de su muerte ello conseguir movilizarlas contra Roma. De hecho, durante la poca en que Jess desempe su ministerio pblico no hay signos seguros de que, como tal, el movimiento estuviese suficientemente organizado, o fuera sujeto de acciones abiertas. S se viva,235

en cambio, en un estado de efervescencia y sobresalto continuos, en espera de la sbita aparicin de un liberador (Jn 1, 41). La influencia zelota se haca sentir de manera difusa a travs de las aspiraciones formuladas a medias de las capas ms desfavorecidas de la poblacin. El temor de las autoridades ante una nueva sublevacin como la de Judas o la de Teudas, constituye un testimonio que confirma lo dicho. Por la misma razn, las autoridades judas fueron sumamente circunspectas ante los primeros brotes pblicos de la comunidad cristiana, como se puede apreciar a travs de Hech 5, 17-40 61. La enseanza y la vida de Jess presentan rasgos zelotas irrecusables, escribe Cullmann62. Hemos sealado ya, al respecto, el rasgo comn ms importante: Jess retoma el anuncio zelota de la inminencia del reino de Dios. Los exegetas estn todos de acuerdo para sealar ste como el rasgo ms decisivo para caracterizar su ministerio. Los zelotas no anunciaban otra cosa, aunque sacaron consecuencias inmediatas que no sac Jess. Cullmann enumera una serie de otros puntos que acercan a Jess a los zelotas: su conviccin de tener que desempear un papel determinante61. Giblet divide el movimiento zelota en dos corrientes independientes entre s. Una definida en trminos religiosos, la de los fanticos defensores del templo, y otra influida por Judas el Galileo, de extraccin helenstica, preocupada por lograr la autonoma poltica. Los argumentos histricos en que se basa son ms bien demasiado conjeturales. Pero sobre todo es esta rgida dicotoma la que J resulta ms difcil de aceptar, al menos si se piensa que los zelotas trataron de actualizar literalmente la tradicin de los profetas. Klein, o. c, 23-24, insiste al contrario sobre el carcter eminentemente religioso y, slo como consecuencia, militar y poltico, de los zelotas. Por su parte Cullmann considera tambin que la resistencia zelota era simultneamente religiosa y poltica. 62. O. Cullmann, Jsus et les rvolutionnaires de son temps, Pars 1971, 17-20 (ed. cast.: Jess y los revolucionarios de su tiempo, Barcelona 1980). 136

en el advenimiento del reino; su actitud crtica frente a Herodes calificado como animal depredador de gallineros, contrariamente al uso idiomtico que hace del enemigo un len (cf. Le 13, 32; 1 Pe 5, 8); la crtica abierta dirigida por l contra los poderosos, su condenacin del poder en el imperio romano y de la injusticia, de las diferencias entre ricos y pobres como contrarias a la voluntad de Dios, etctera. Al lado de estos temas, otros ndices se suman: en el grupo de los doce encontramos a Simn el Zelota (Le 6, 15; Hech 1, 13; Me 3, 19; Mt 10, 4: estos ltimos lo llaman cananeo que es la palabra griega para decir zelota). La apelacin de Pedro, Simn Bariona, indicara segn algunos la filiacin zelota de Pedro, la expresin significara rebelde, insurrecto. Judas el Iscariote podra deber tambin su sobrenombre a una variacin de la designacin de zelota. Iscariote vendra de sicario, es decir, portador de sica, cuchillo pequeo con el que los zelotas se deshacan de sus adversarios en las concentraciones de multitudes, lo que era perfectamente posible con ocasin de la celebracin de una fiesta importante 63 . El carcter fogoso de los discpulos galileos de Jess es posible que estuviese asociado a una actitud espiritual de tipo zelota. As, Juan y Santiago quieren hacer llover fuego del cielo, como Elias, sobre un pueblo samaritano que no haba querido acogerlos (Le 9, 54). Ms all de todos estos contactos de por s significativos podemos admitir bsicamente dos cosas: a) que el diagnstico hecho por Jess sobre los jefes polticos del pueblo era convergente con el punto de vista zelota; por ello, tanto Jess como los zelotas adoptan la actitud de desenmascararlos como falsos pastores; b) en ambos casos63. Schubert desestima este argumento. Segn l, Iscariote significara hombre de Kariot, o. c, 114. 137

constatamos un arraigo popular y una cierta elaboracin, que da cauce a las confusas expectativas mesinicas del pueblo, en torno al tema clave del cumplimiento inminente del reino. Desgraciadamente no poseemos informacin ms detallada del modo como los zelotas interpretaron este tema. El motivo religioso y sus consecuencias en el plano poltico no son pues aspectos independientes entre s, en ninguno de los dos casos. No obstante, la existencia de todos estos factores no autoriza a establecer una relacin an ms estrecha entre Jess y el grupo zelota64. Lo que no disminuye el hecho de que entre Jess y la corriente zelota hay, a pesar de todo, una innegable cercana espiritual, aunque tambin es claro que no existe una correspondencia plena entre el modelo zelota y el comportamiento seguido por Jess. Por lo dems, podra Jess haber estado cerca de los zelotas en un momento en que el grupo no parece haberse manifestado abiertamente como tal? En efecto, casi nada se sabe de la actividad zelota durante los tres ltimos aos de su vida. Ms bien no es imposible pensar que Jess haya recogido en cierto modo la esperanza que ellos haban sembrado en el pueblo. Su mensaje, como el de los zelotas, responda a las expectativas del reino, vivamente presentes en las masas, y que los zelotas haban atizado. La conducta y palabra de Jess corresponden tambin a la indignacin y al entusiasmo zelota: he venido a traer fuego sobre la tierra y cunto deseara que estuviese ya encendido (Le 12, 49). Este temperamento fogoso cont sin duda en la atraccin

64. Vet la posicin matizada de Cullmann, o. c, 62: todo lo sealado deba hacer a Jess simptico para los zelotas y explica que stos hayan sido atrados por l y que, incluso, hayan podido llegar a ser sus discpulos. Y, no obstante, l no se aliaba con ellos, pues su meta y sus mtodos no eran los mismos. 138

personal que ejerci sobre sus primeros discpulos: hemos encontrado al Mesas (Jn 1, 41-45). La irritacin de Jess es un rasgo registrado por el evangelio de Marcos, al cual hicimos ya alusin, y que expresa su viva sensibilidad ante la suerte del pobre y la incuria de los grandes de este mundo. Tanto su reaccin espontnea como los signos de poder que fueron sus milagros explican que desde un comienzo, el pueblo viera en su persona a un liberador. Ello aclara tambin la pregunta dirigida a l por la embajada enviada por Juan Bautista: eres t el que debe venir o tenemos que esperar a otro? (Le 7, 19). Esta interrogacin expresa un incipiente reconocimiento mesinico suscitado por el comportamiento de Jess y por lo tanto una llamada apremiante para que entre en accin, y al mismo tiempo una cierta perplejidad provocada por su estilo peculiar. Los mensajeros enviados por Juan parecen querer exhortar a Jess a pasar a la accin de un modo ms decidido. Paralelamente el pueblo acude tambin a l como a un maestro, pero simultneamente lo percibe como alguien con mayor autoridad que los escribas (Me 1, 22). La persona de Jess despierta admiracin y esperanza, en los trminos en que el pueblo poda formularla. Pese a lo cual, Jess no se hizo zelota en el sentido en que lo haba sido Judas el Galileo y en que lo sern ms tarde los jefes de esta corriente. Ello no pudo haber sucedido slo por accidente. Y es que el proyecto de Jess se diferencia y supera al proyecto zelota en varios puntos capitales. Su gesto de purificacin del templo, interpretado por las autoridades como un ataque directo de corte zelota (Mt 21, 12-17; Me 11, 15-19; Le 19, 45-48), tiene simultneamente un sentido de protesta social y de actualizacin proftica. Jess marca la prioridad del culto rendido139

con el corazn sobre el culto mercantilizado por el sacerdocio, en la lnea del profeta Jeremas (Jer 7, 11). En la versin fijada por los evangelios, el episodio ha podido ser magnificado en un contexto de polmica de la primera comunidad con el judaismo oficial. Pero la unanimidad del testimonio evanglico sobre los hechos que presentan a Jess enfrentndose violentamente a los cambistas y funcionarios del templo, nos impide dudar de su autenticidad 65. Mediante esa accin, Jess denunciaba el aprovechamiento del culto por la aristocracia sacerdotal, y por eso pudo ser vista como un gesto zelota por sus contemporneos. Pero lo que termina de dar relieve al hecho son las palabras de Jess: la casa del Padre (versin de Juan) no puede convertirse en sede de traficantes. Esto va contra su finalidad misma que es ser casa de oracin. Pese a todo lo cual Jess no vive pendiente del templo en tanto smbolo nacional. Le preocupa ms bien la cuestin del culto verdadero, como hemos visto) en los prrafos sobre su conflicto con el sacerdocio y sobre su reserva frente a las leyes de pureza. En esto se alinea con la tradicin proftica. El templo no es un absoluto (Me 13, 2: no quedar piedra sobre piedra). Tampoco parece Jess estar movido por la idea zelota-esenia de reformar el sacerdocio. Esta distancia desaprensiva respecto del destino de esas instituciones de Israel, sobre todo del templo, pudo ser invocada como pieza de acusacin contra l (Me 14, 57-58; Mt 26, 61;

iJn 2, 19, aqu una vez ms la versin de Juan debe reflejar mejor la situacin primitiva) 66 . El fondo de esta actitud slo se puede entender desde la perspectiva global en que se inscribe la prctica de Tess. Punto en verdad un tanto delicado porque supone reconstruir en cierto modo lo que fue su proyecto personal. Apoyndonos en resultados exegticos slidos podemos afirmar que Jess inicia su misin pensando sobre todo en Israel, conforme a la concepcin de los profetas, segn la cual Dios exigira en primer lugar frutos de conversin a Israel en tanto que pueblo elegido y predestinado desde sus orgenes a una particular alianza con Dios. Pero la enconada resistencia del judaismo oficial y la desconfianza manifiesta de los otros sectores organizados, hizo muy pronto perceptible la resistencia a las perspectivas profticas con que Jess relea y actualizaba toda la tradicin. Ello fue transformando el sentido de su misin y sobre todo fue amplindola a otros destinatarios y no slo a los miembros del pueblo judo. Por su profetismo Jess romper los cuadros estrictamente nacionales en que haba situado inicialmente su propio ministerio. Jess ofrece el reino a los pobres, pero stos son no slo el campesinado de Galilea y de Judea, ni los enfermos o mendigos connacionales, sino el pobre del imperio romano, en toda su extensin, sin consideracin de raza o de cultura. Jess participa en el mundo de los pobres que no conoce fronteras nacionales. Fraterniza con ellos por ser pobres y en ello es fiel a la universalidad del amor del Padre que termina con particularismos tnicos y exclusivismos religiosos. Este hecho resulta demasiado novedoso para la primera comunidad, la que slo despus de la experiencia de pascua, y muy penosamente, comprender todo el alcance de esta ptica universalista. A ello66. Cullmann, o. c, 31s. /^S>/

65. Aunque fuera del lugar que ms lgicamente le correspondera, el evangelio de Juan tambin consigna el episodio. Segn este evangelio, los discpulos comprendieron el gesto como los sacerdotes: en la perspectiva del ardor zelota por la ley. Cf. Jn 2. 13-21 D. E. Strauss, Bultmann, Henschen, E. Schweizer coinciden en reconocer una base histrica al relato. Cf. Hengel, o. c, 28740

2N.

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la ayudar la incorporacin de discpulos helenizantes y no-judos que muy probablemente haban escuchado directamente a Jess durante su predicacin itinerante incluso hasta las costas del pas 67 . Jess supera as el particularismo nacionalista que haca de los zelotas un grupo restringido nicamente al horizonte de Israel. El horizonte de Jess es ms vasto No est aprisionado por el particularismo de la ley, el nacionalismo del templo, o a cuestin del legtimo sacerdocio. La adhesin de Jess es al Padre y no nicamente al Dios de los judos. En su mensaje, el reino sale al encuentro del hombre, sin restricciones que le marquen fronteras nacionales infranqueables. Desde nuestro punto de vista, tampoco es ajena a este universalismo la cuestin de su diferente diagnstico poltico de la situacin. Los zelotas, vistos desde la prctica de Jess, quieren forzar la historia desde Israel, como un pueblo dotado de un destino singular. Jess vive esa misma impaciencia histrica pero la ve ligada a un proceso de mucha mayor envergadura: la levadura del Reino debe fermentar toda la masa, y sta es desmesuradamente mayor que un pueblo determinado. Ningn privilegio es concedido a Israel slo por ser Israel (Mt 12, 41-42; Le 11, 31-32). Y, al revs, todo es entregado al pobre por ser pobre, no por ser miembro del pueblo judo. Los pequeos para quienes Jess anunci el reino son los pobres del mundo conocido en aquella poca. Si es as, la accin en favor de ellos debe medirse en relacin a las dimensiones de ese mundo: la mies es mucha, pero los operarios pocos.67. A. Vogtle, Rflexions exgtiques sur la psychologie de Jess, en Le message de Jsus et l'interprtation moderne, Pars 1970, 51; A. George, De la iglesia a jess, en La iglesia de maana, Barcelona 1970, 79; J. Jeremas, La promesa de Jess para los paganos, Madrid 1974.242

Y fue esta combinacin de universalidad y radicalismo la que le cost a Jess ser condenado tanto por los jefes judos como por el representante del imperio, quienes detectaron en l un elemento cuestionador y subversivo de la fe y del sistema. Por eso recibi la sentencia reservada a los zelotas, a los esclavos de Roma y a los heterodoxos del judaismo, malditos por la ley 68.

68. Chr. Duquoc, Thologie Breve de la mort du Christ: LV 101 (1971) 115s. En el mismo nmero de esta revista: A. George, Comment Jsus a-t-il pereu sa propre mort?, especialmente 94s; G. Crespy, Recherche sur la signification politique de la mort du Christ, 89-109; G. Gutirrez, Teologa de la liberacin, Salamanca '1980, 303: Jess muere en manos del poder poltico. Sobre la cruz el ttulo... indica una culpabilidad de tipo poltico: rey de los judos... El gran Sanedrn tiene razones de orden religioso para condenar a un hombre que pretende ser hijo de Dios. Pero tiene, tambin, razones de orden poltico: la enseanza de Jess y su ascendiente sobre el pueblo ponen en cuestin la situacin de privilegio y de poder en que se hallaban los grandes del pueblo judo. 143

El proyecto de Jess

1. La clase de donde provena Jess 1 El medio social de Jess es el grupo social ms extenso y heterogneo por su composicin de la Palestina de entonces. Negativamente, pertenecen a esta clase los excluidos del poder, los privados de riquezas y privilegios, los iletrados considerados sobre todo como ignorantes en materia religiosa. A todo esto acompaa normalmente su pobreza, aunque haya que distinguir todava, dentro del grupo, diferentes situaciones sociales. Ms en positivo, los miembros de esta clase se encuentran en la base de la pirmide social, ligados a actividades productivas precisas. As como sucede con los otros grupos ya presentados, hay que esperar encontrar tambin aqu la existencia de una cierta personalidad religiosa propia que trataremos de establecer en sus rasgos ms definidos. No es ste el hijo del carpintero? De dnde le viene esta sabidura? (Mt 13, 54-55). Esta pregunta, que los evangelios sinpticos sitan durante la actividad de Jess en Galilea, identifica a Jess por su vinculacin a una profesin 2 . Jess es hijo de carpintero y por tanto carpintero l mismo, si seguimos la versin de Marcos y nos atenemos a los usos de la poca por los cuales la misma profesin se transmita de padres a hijos. Jess, pues, es incluido sin vacilaciones por sus oyentes dentro del grupo de los artesanos. El desempeo de una habilidad profesional de este tipo era algo apreciado positivamente en la poca, por lo1. Numerosos datos sobre esta clase social se encuentran dispersos a todo lo largo de J. Jeremas, Jerusaltt en tiempos de Jess, Madrid 1977 (abreviado JJ). Cf. tambin Gonzlez-Faus, La humanidad nueva, Madrid 1975, 87. 2. Me 6, ls; Le 4, 16s. Juan inserta la pregunta durante una intervencin de Jess en el templo, conservando slo el aspecto que ms conviene al cuadro de su evangelio: l conoce bien las letras, pero cmo si no ha estudiado? (Jn 7, 15).10

No buscamos en este captulo imaginar el contenido de la conciencia psicolgica de Jess pues no damos al trmino de proyecto un sentido puramente subjetivo. Es cierto que ningn proyecto adquirir articulacin y consistencia sino a partir de y en referencia a un centro personal, pero este ltimo es inaccesible a una captacin directa. Por ello, hablar del proyecto de Jess, aunque eso nos remite al misterio ltimo de su ser personal, es posible si tenemos en cuenta la expresin objetiva que l mismo le dio en hechos y palabras, los cuales adems fueron recibidos por la comunidad y contribuyeron a estructurarla objetivamente. Tampoco pretendemos ser exhaustivos. En los dos captulos anteriores se ha ido ya delineando la prctica de Jess mediante correlaciones y contrastes con su medio social y cultural. Tratamos ahora de ver su arquitectura unitaria en la cual descubrimos la presencia de un sujeto en su originalidad irreductible, a la vez que el sentido englobante y ordenador con el cual se configur su vida. Esto nos permitir hablar con mayor precisin de la prctica del sujeto histrico que fue Jess y de lo que l aport a sus discpulos y a travs de ellos al proceso del mundo. Pero, para llegar a ello, necesitamos primero situar el proyecto de Jess en el medio social dentro del cual se estructur.

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que hay que ver en la pregunta dirigida a Jess un signo de reconocimiento social, y no slo una constatacin objetiva. De hecho, por entonces la mayor parte de escribas ejercan un oficio, distribuyendo su tiempo entre la enseanza gratuita y la vida profesional. Por Hech 18, 3 y 22, 3 sabemos, por ejemplo, que Pablo era fabricante de tiendas. Trabajar como artesano no era visto siempre como algo incompatible con la condicin de maestro en la ley. La sorpresa que acompaa en este caso la interrogacin sobre la condicin de Jess muestra ms bien otro aspecto del problema: la gente se admira porque alguien sin mayor formacin hable como un doctor de la ley. Y es que Jess enseaba con autoridad sin haberse sometido previamente a un proceso regular de formacin. Las preguntas que sobre l se hace la gente revelan la ambivalencia que proyecta la sociedad sobre los de su clase. Se aprecia su habilidad profesional pero se le desprecia por la ignorancia que automticamente se atribuye a los de su condicin. Segn esta perspectiva, un artesano que no ha recibido la instruccin de un doctor est descalificado de antemano para interpretar la ley. Pero es justamente eso lo que hace Jess y, por tanto, trastoca los moldes convencionales que niegan a un hombre del pueblo capacidad para explicar las Escrituras. Los gestos de autoridad de Jess slo podan ser vistos como fruto desconcertante de una reprobable temeridad. La clase a la que perteneci Jess se compona en primer lugar del grupo de trabajadores calificados, de baja extraccin social, no instruidos en la ley, quienes, a causa de esto, eran mirados con recelo por los diversos representantes del Israel puro. Fuera de Qumrn, los artesanos no estn organizados en unidades colectivas de produccin. Los pescadores del lago de Genesaret, en Galilea, 146

parecen constituir otra excepcin pues se tiene elementos para pensar que haban formado una especie de cooperativa 3. Pero en general se trata de trabajadores individuales o de pequeas empresas familiares que poseen sus propios instrumentos de trabajo y entregan sus productos directamente al consumidor. El inventario que se puede hacer de este grupo cubre una amplia gama de oficios y ocupaciones. Hay que contar, entre otros, a zapateros, carpinteros, albailes, orfebres, perfumistas, tejedores, sastres, panaderos, carniceros, fabricantes de sellos, copistas, peluqueros, lavanderas, etc. Tambin a los pequeos comerciantes, quienes se beneficiaban con el continuo flujo de viajeros que atravesaban el pas en peregrinacin hacia Jerusaln. A ellos se suman los hoteleros que se hacen retribuir slo los gastos de manutencin, pues no es permitido alquilar el suelo de Israel a otro miembro del pueblo judo. De hecho, en su mayora, viven del trueque y el comercio de pieles: se quedan con la piel de las vctimas ofrecidas en el templo por sus huspedes. Otro sector de este grupo social lo constituan todos los funcionarios subalternos y servidores del templo, algunos de ellos artesanos especializados: ebanistas, conservadores y fabricantes de mosaicos, levitas, msicos, guardias, etctera. Al sector compuesto por los artesanos hay que aadir una masa ingente de personas desocupadas, mendigos, enfermos (coincidiendo ambas categoras con frecuencia), as como los jornaleros sin calificacin especial cuyo nmero va en aumento y supera, al parecer, en importancia al de los esclavos domsticos o pblicos. Una nueva caracterstica adquiere esta clase social con la inclusin en ella de profesiones impuras de las cuales se3. B. Reicke, Galilea y Judea, en H. J. Schultz, Jess y su tiempo, Salamanca 1968, 61-62.

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han conservado algunas listas 4 . Quienes las ejercen son objeto de una serie de prohibiciones rituales, pudiendo llegar incluso a la prdida de ciertos derechos cvicos. Se trata de profesiones que acarrean una exclusin social porque son consideradas como impedimento legal para acceder a ciertos cargos pblicos. Unas porque se ve en ellas ocasin frecuente de deshonestidad; as, por ejemplo, las que se cree que incitan al robo. En esta categora estn las vinculadas al transporte, a las labores de pastoreo, a los juegos de azar. En tiempos de Jess circulaba la siguiente expresin caracterstica: es difcil a un cobrador de impuestos, a un publicano o a un pastor, hacer penitencia. En los tres casos citados hay algo en comn, el de ser considerados como injustos, pecadores y culpables. Los mdicos son a veces tambin incluidos en esta clasificacin, no slo por poder contraer alguna impureza a raz de su contacto con enfermos o cadveres, sino tambin, se aduce, porque no atienden al pobre y explotan al rico 5 . Otras profesiones son consideradas sin ms como repugnantes. As, por ejemplo, la de los lavanderos, basureros, carniceros, los dedicados al curtido de pieles 6 . Y aunque la inclusin ms precisa dentro de estas listas de una determinada profesin haya podido dar lugar a controversias y a juicios diversos de valor, nada cambia al hecho de que ciertas ocupaciones fuesen4. JJ, 399s. 5. JJ, 402. 6. Hech 9, 43 refiere intencionadamente que Pedro se aloj en Jope en casa de Simn el curtidor. En esta ocasin, Pedro tuvo una visin que permiti interpretar el hecho escandaloso para el judaismo: lo que Dios ha hecho puro, t no vas a declararlo impuro (Hech 10, 15). La abolicin de las normas de pureza ritual fue un problema difcil de resolver en la primera comunidad. Y ello, pese a la posicin de Jess, relativamente libre como hemos visto respecto de esas prescripciones: cf Le 11, 39; Mt 23, 5; Me 7, 14-15; Mt 5, 10-11. US

consideradas como despreciables aunque necesarias, y fun cionaran como causa de impureza alejando de quien las ejerca todo signo de bendicin 7. Por otra parte, los grados de impureza podan variar. La impureza ms grave se contraa por el ejercicio de actividades directamente transgresoras de la ley o sospechosas de inmoralidad: los mercaderes de productos del ao sabtico responden al primer caso, los que atienden un establecimiento de baos, los que comercian en ultramarinos, los propios marineros, entran dentro del segundo caso. Los cobradores de impuestos caan bajo la sancin de impureza grave, lo que ciertamente jug un papel en el sentimiento de rechazo dirigido contra ellos. Los jefes-recaudadores como Zaqueo arrendaban, adems, el cargo a subordinados por lo que puede suponerse que la solidaridad entre ambos escalones jerrquicos no fuese sin fallas8. As, al criterio de clase social inferior, la sociedad juda superpona criterios de pureza legal y otros de orden ms bien moral que justificaban ideolgicamente, rigidizndola, la jerarquizacin de la sociedad. Se es pobre no slo por encontrarse en una situacin material desfavorable, sino que esta situacin traduce externamente un estado de inferioridad espiritual y de deuda moral. Los vocablos de pobre y pecador designan con frecuencia a los mismos sujetos. De este modo, la ideologa dominante responsabilizaba al pueblo desvalido de su propia situacin y de la situacin del pas entero. En cierto modo ser pobre era en este contexto algo a la vez social y moral, lo moral adscrito a la condicin material objetiva. Ser pobre equivala para muchos a ser culpable: el castigo slo ha venido al mundo por culpa

7. JJ, 404. 8. JJ, 409s. 149

de la gente del pueblo 9 . Las calamidades materiales estn sujetas por ello a un enjuiciamiento moral de parte del judaismo ortodoxo. En varias ocasiones Jess tiene que combat