Economía del bien común por christian felber

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«El bien común que Felber preconiza se basa en losvalores de las relaciones humanas en su forma más sa-ludable (la confianza, la cooperación, el aprecio, la co-de-terminación, la solidaridad y la voluntad de compartir),los valores que, juntos, nos hacen mejores y más felices.El paradigma, el modelo mental económico-social, cam-bia desde la lucha feroz y el egoísmo avaricioso a la co-operación y el altruismo generoso, del finalismo del be-neficio financiero (el fin justifica los medios) a la con-tribución al bien común (el viaje es el destino). ChristianFelber convierte el balance financiero, siendo importante,en secundario; el balance del bien común, que es el es-encial, mide intangibles valiosísimas como la dignidadhumana, la responsabilidad social, la sostenibilidad ecoló-gica, la participación democrática y la solidaridad con to-dos los grupos involucrados en la actividad de laempresa. El capital es el medio, no el fin, para lograr lafelicidad de todos. Y esto es más importante que nunca,porque la desigualdad ha alcanzado en nuestro entornoniveles alarmantes. Christian Felber propone desde eltexto que te dispones a leer que los mejores balancesempresariales del bien común (los mejores no por surentabilidad económico-financiera, sino por sus rendimi-entos sociales, ecológicos, democráticos y distributivos)obtengan ventajas legales y fiscales. Propone crear losllamados bancos democráticos. Propone impulsar lademocracia directa (además de la democracia represent-ativa, que ya conocemos y no nos parece suficiente).Propone educar desde la escuela en valores como ‘emo-cionología’ (la ciencia de las emociones), ética, comunic-ación, educación democrática y experiencia de la nat-uraleza. Propone favorecer competencias de gestión

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como la amabilidad, la empatía, atender al bien de tod@sy de la comunidad ecológica. Un planteamiento revolu-cionario que deviene más que necesario» (del prólogo deJuan Carlos Cubeiro).

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Christian Felber

La economía del biencomún

ePub r1.3Mowgli 27.8.15

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Título original: Die Gemeinwohl-ÖkonomieChristian Felber, 2012Traducción: Silvia Yusta

Editor digital: MowgliCorrección de erratas: jjmolina4 y Catharsius (¡gracias!)ePub base r1.2

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¡Por el bien común!

Nuevo brindis

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Buscar el bien común paraadentrarnos en la nueva era

— Prólogo de Juan Carlos Cubeiro —

El capitalismo, que ha dominado la escena social, económica ypolítica durante medio milenio, se nutrió de la idea de la predes-tinación luterana y calvinista (como nos explicó mejor que nadieMax Weber en La ética protestante y el espíritu del capitalismo)y de una teoría económica que, partiendo de los fisiócratasfranceses, culminó en el gran Adam Smith en La riqueza de lasnaciones. La nueva era (conceptual, conductual y de la generosid-ad) que algunos hemos llamado «talentismo» y que se está ini-ciando ahora (el 21 de diciembre de 2012, el fin del calendarioMaya, probablemente quedará como su inicio) necesita tambiénde una nueva teoría económica que, en mi modesto entender,cuenta con dos pilares a ambas orillas del Atlántico.

En Estados Unidos, el Premio Nobel George Ackerloff y elcatedrático de Yale Robert Schiller (padre del concepto de «ex-uberancia irracional») publicaron en su día Animal Spirits. Cómola psicología humana dirige la economía. El término es de Keynes,de 1936: es el espíritu animal el que conduce el comportamientode las personas. Y dieron lugar al movimiento del Behaviorialeconomics (Economía conductual), con autores tan reputados,además de Akerloff y Shiller, como George Loewenstein, Dan Ari-ely, Daniel Kahneman o Amos Tversky. Analiza los fenómenoseconómicos de las personas no como seres racionales sino como

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personas integrales, en las que lo emocional, lo instintivo y lo so-cial juegan un papel mucho más destacado que la pura intelectu-alidad. Cuanto más se desarrollan las neurociencias, más nos con-vencemos de que el homo economicus tiene un noventa por cientode irracional (es más homo ludens que homo rationalis) y que suspensamientos son conscientes en apenas un dos por ciento.

El otro pilar del talentismo desde la teoría económica es, pre-cisamente, el que nos ocupa, porque es europeo y porque estácentrado en el libro que te aprestas a leer, querido lector. La eco-nomía del bien común (Gemeinwohl-Ökonomie, en alemán) partede este texto de Christian Felber, publicado originariamente nohace mucho tiempo por una editorial vienesa. Sus fundamentos semostraban en una obra anterior de Felber, Los valores de lanueva economía, de 2008. ¿Pura teoría? En absoluto. Hay cen-tenares de empresas que están implantando este modelo, que su-pera la dicotomía entre el capitalismo y el comunismo, entre elpoder absoluto del mercado (la mano invisible, tan alabada en sudía y hoy tan denostada) y la economía planificada (que acabacorrompiéndose).

El bien común que Felber preconiza se basa en los valores delas relaciones humanas en su forma más saludable (la confianza,la cooperación, el aprecio, la co-determinación, la solidaridad y lavoluntad de compartir), los valores que, juntos, nos hacen me-jores y más felices. El paradigma, el modelo mental económico-social, cambia desde la lucha feroz y el egoísmo avaricioso a la co-operación y el altruismo generoso, del finalismo del beneficio fin-anciero (el fin justifica los medios) a la contribución al biencomún (el viaje es el destino). Christian Felber convierte el bal-ance financiero, siendo importante, en secundario; el balance delbien común, que es el esencial, mide intangibles valiosísimascomo la dignidad humana, la responsabilidad social, la sostenibil-idad ecológica, la participación democrática y la solidaridad con

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todos los grupos involucrados en la actividad de la empresa. Elcapital es el medio, no el fin, para lograr la felicidad de todos. Yesto es más importante que nunca, porque la desigualdad ha al-canzado en nuestro entorno niveles alarmantes. Desde la eco-nomía del bien común, Felber y sus seguidores entienden que ladiferencia de renta percibida entre los ejecutivos mejor pagados ylos operarios no puede superar las veinte veces; y sin embargo, enEstados Unidos la diferencia era de 24 a 1 en 1965; de 71 a 1 en1989; de 262 a 1 en 2005 y de 325 a 1 en 2011. ¿No es una ver-güenza para la humanidad? Sin embargo, la desigualdad es lo quehoy, desgraciadamente, genera crecimiento. En la situación actu-al, según el economista del Fondo Monetario Internacional FuadHassanov, por cada punto de desviación típica en desigualdad(medido por el índice de Gini) se genera un 0’6 por ciento decrecimiento del Producto Interior Bruto. El capitalismo está lla-mado a reinventarse, porque la situación no es sostenible.

Christian Felber propone desde el texto que te dispones a leerque los mejores balances empresariales del bien común (los me-jores no por su rentabilidad económico-financiera, sino por susrendimientos sociales, ecológicos, democráticos y distributivos)obtengan ventajas legales y fiscales. Propone crear los llamadosbancos democráticos. Propone impulsar la democracia directa(además de la democracia representativa, que ya conocemos y nonos parece suficiente). Propone educar desde la escuela en valorescomo ‘emocionología’ (la ciencia de las emociones), ética, comu-nicación, educación democrática y experiencia de la naturaleza.Propone favorecer competencias de gestión como la amabilidad,la empatía, atender al bien de tod@s y de la comunidad ecológica.Un planteamiento revolucionario que deviene más que necesario.

Economía conductual, de Shiller, Akerloff y compañía, yEconomía del bien común, cuyo padre intelectual es ChristianFelber. Ambas doctrinas económicas coinciden en la importancia

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de la Generosidad como competencia distintiva del ser humano,como cualidad determinante en lo social. El altruismo es la marcade los ganadores; la solidaridad, y sólo la generosidad, genera sos-tenibilidad. «El hombre es un lobo para el hombre», insistía unfilósofo tan tétrico como Hobbes. Una creencia suicida. Ladesconfianza, la necesidad de control, el miedo como emociónpredominante, nos han llevado a un callejón sin salida. Hay otramanera de pensar, de sentir y de crecer, la que conecta con la ar-monía confuciana, con el desarrollo aristotélico, con la serenidadsenequista, con la ética kantiana, con el «espíritu de losmosqueteros».

Lo que hoy parece ciencia-ficción, en medio de esta voráginecatastrofista, mañana será sentido común, la salida natural desdelo mejor del ser humano. Christian Felber, en este libro pionero,nos muestra el camino. Bienvenido a los nuevos tiempos.

Juan Carlos Cubeiro,socio-director de IDEO

y presidente de honor de AECOP

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Prólogo a la nueva edición

Siempre hay una alternativa.There is always an alternative.

Para Margartet Tatchery Angela Merkel

El 6 de octubre de 2010 en Viena, empezó un proceso de cambio:la economía del bien común dio su primer paso de idea a movimi-ento. En sólo un año, cuatrocientas empresas y setenta organiza-ciones que apoyaban el modelo y sesenta empresas pioneraselaboraron por primera vez y voluntariamente la esencia del mod-elo, el balance del bien común. Se formaron «campos de energía»en Austria, Alemania, el norte de Italia y en Suiza, y cerca de diezgrupos activos con distintas funciones iniciaron el cambio. Hastala fecha de publicación de esta edición diez nuevos campos de en-ergía se han consolidado en España y Latinoamérica.

El libro, que fue desarrollado junto con asociados del movimi-ento Attac de Austria, aterrizó con gran precisión. En la misma se-mana de agosto de 2010 en que apareció la primera edición, la ed-itorial Bertelsmann publicó una encuesta cuyos resultados in-dicaban que un 88 por ciento de los alemanes preguntados de-seaban un «nuevo orden económico». En Austria era un 90 porciento de los encuestados. Vamos a deleitarnos: nueve de cadadiez personas querían un modelo económico diferente al actual.

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¿Ha habido algún fenómeno similar a lo largo de la historia? Losresultados de la encuesta coinciden con mi experiencia de quinceaños como conferenciante internacional: cada vez más personasson conscientes de que actualmente no vivimos una crisis econ-ómica o financiera aislada, sino que las burbujas económicas es-peculativas, el desempleo, el reparto desigual, el cambio cli-mático, la crisis energética, las hambrunas, el consumismo, lacrisis de identidad, la crisis de valores y, en lo más profundo, lacrisis de la democracia, están relacionados y son síntomas de unacrisis general del sistema. El capitalismo como sistema económicoestá en declive.

Pero los representantes de la población sostienen que «no hayninguna alternativa». Esa frase de Margaret Thatcher ha sido fo-mentada por las élites que están en el poder y que bloquean loscambios. Sin embargo, en una democracia, siempre hay altern-ativas. Este libro va a demostrar en concreto, que hay alternativasal sistema económico actual.

La pregunta decisiva es la siguiente: ¿en qué dirección quere-mos ir? ¿Debe la economía ser más ecológica y sostenible, unaeconomía de decrecimiento? ¿Debe ser regional, subsidiaria y res-istente ante las crisis? ¿Debe ser más social y justa en el reparto?¿Debe el foco de la competencia inclinarse hacia la cooperación,hacia una economía solidaria? ¿Debe la dignidad de los hombresocupar un lugar central y cada persona tener derecho de decisión?

La economía del bien común responde. Puede y debe ser, ysobre todo más que hoy. Y el mejor concepto que agrupa esosvalores y fines es el bien común. No ha sido inventado por noso-tros, goza de una larga tradición. En la Constitución alemana seindica que «la propiedad obliga. Su uso debe servir por igual albienestar de la mayoría». La más clara en este aspecto es la Con-stitución bávara: «Toda la actividad económica sirve al biencomún». Ya Aristóteles describía como «contra natura» una

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economía que tuviese como único fin la proliferación del dinero,

ya que su propósito es «el bien equitativo»[1]. Cicerón pensaba:

«El bienestar del pueblo debe ser ley suprema»[2]. El concepto«bien común» fue acuñado por Tomás de Aquino en el siglo XIII,«bonum commune», y se extendió como la pólvora a través de ladoctrina social de la Iglesia Católica y otras escuelas filosóficas.

Todos los «grandes» conceptos tienen en común que estánmuy solicitados. Diferentes regímenes se los han apropiado paraintereses y fines propios. Tanto Hitler como las dictaduras deleste de Europa han abusado del término «bien común». Sin em-bargo, eso no debería servir como argumento en contra de con-tinuar haciendo uso de este armonioso y excelente concepto. Notachamos de nuestro vocabulario palabras como «libertad»,«veracidad» o «amor» únicamente porque a menudo se hanusado de manera impropia. Los mejores conceptos sucumbenante las mayores amenazas de apropiación. Y cuanto mayor es suvalor, más intenso se vuelve el debate en torno a su interpreta-ción. Esto tan sólo nos debe volver cuidadosos, pero no por ellotenemos que rechazar los conceptos.

Evolución abierta del proceso departicipación

Dos preguntas son decisivas. ¿Qué significa «bien común» yquién lo determina? El concepto del bien común no tiene a prioriningún significado definido excepto que el bienestar de todas las

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personas y su entorno natural son igual de importantes. La suertede un número lo más grande posible de personas, tal y comoconocemos de los utilitaristas, se queda escaso, porque todas laspersonas provistas de dignidad tienen el mismo valor. El únicosignificado inmanente por tanto, del concepto bien común es queel bienestar es válido para todos. Más allá de este significado gen-eral, se trata de un concepto global que abarca los valores más im-portantes de la comunidad democrática. Lo que significan loscomponentes individualmente sólo es posible determinarlo demo-cráticamente. Ni leyes naturales ni providencias divinas ayudanen este punto. De nuevo esto implica dos cuestiones:

1. Todos los puntos de referencia en cuanto al contenidode la economía del bien común son debatidos por múl-tiples personas en una amplia asamblea participativa,para que, a partir de un momento dado y un cierto niv-el de madurez, desemboquen en un proceso demo-crático limpio. En el fondo se trata de un nuevo sis-tema democrático de la economía. El presente esbozode una economía del bien común no es por con-siguiente un modelo cerrado, sino un punto departida.

2. Si el proceso democrático se desarrolla según nuestraconcepción ideal, en cinco años una convención econ-ómica elegida directamente elaborará parte de unaconstitución económica, que la población refrendaríamediante un innovador sistema de votación. Como esnatural, incluso entonces, el modelo debería permane-cer abierto, precisamente porque el corazón del biencomún es el permanente proceso democrático denuestras guías éticas, de las que hablaré más adelante.La esencia del bien común es la democracia porque

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permite la participación conjunta de todas las perso-nas y eso, expresa el mismo valor para todos y todas:la dignidad humana.

Una alternativa de muchos

La economía del bien común no dice que sea el único modelo eco-nómico imaginable para el futuro ni que el resto de las altern-ativas no sirvan, sino que reseña elementos importantes de un sis-tema económico, tales como los mercados, el trabajo remunerado,la medición del éxito, el dinero, los sistemas financieros, lapropiedad y otros. No está ni completa ni cerrada. Al contrario,pretende ser combinada con modelos o estructuras alternativos, ya través de éstos enriquecerse y también enriquecerlos. Los «ami-gos» clásicos de la economía del bien común son la economíasolidaria, el bien comunal («commons»), la democracia económ-ica, la subsidiariedad económica, la economía del don (o eco-nomía del regalo) o la economía de decrecimiento, por sólo nom-brar algunos. No tendría ningún sentido que se impusiese unmodelo sobre los demás. Lo deseable es que los «componentes»más atractivos y aptos para ser consensuados en las distintas al-ternativas construyeran un sistema económico democrático através de un proceso de búsqueda participativo.

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Tres accesos al contenido

La economía del bien común se sustenta en tres núcleos:1. Quiere resolver la contradicción de valores entre eco-

nomía y sociedad, incentivando y premiando en laprimera los mismos comportamientos y valores quetienen éxito en las relaciones humanas: honestidad,empatía, confianza, estima, cooperación, solidaridad,voluntad de compartir.

2. El espíritu, los valores y los objetivos de nuestras con-stituciones deben implantarse en economía de formaconsecuente. El sistema económico real actual vulnerael espíritu de las constituciones.

3. El éxito económico deja de ser un indicador de valoresde cambio para convertirse en un indicador de utilidadsocial. El fin de todas las economías no es la provisiónde estos valores, sino de utilidades. El ser humano sólovive de éstas. Los valores de cambio son indirecta-mente útiles, pero no para sí mismos: uno de ellos nopuede ni alimentarme ni calentarme. Aquí termina unproceso de búsqueda evolucionista basado en laprueba-error. Al principio de los sistemas económicosmonetarios resultaba práctico traducir utilidades porvalores de cambio. Hoy en día se ha convertido la util-idad en sí misma en fin, el servidor en dirigente. Medi-mos el medio (valor de cambio) en vez de la meta (util-idad social). Aproximadamente sería tan ingeniosocomo medir el éxito de un granjero por el número demáquinas que guarda en el garaje. Con este error, seconvierte la economía en algo altamente ineficaz. No

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porque empleemos el dinero como medida de cambio,sino porque medimos el éxito económico con indic-adores de valores de cambio. La economía del biencomún quiere medir sólo aquello que cuenta. Lo que elser humano necesita primordialmente, aquello que lehace sentirse satisfecho y feliz. El producto del biencomún de una economía nacional y el balance del biencomún de una empresa traspasan el PIB y los benefi-cios financieros.

Unificar cuerpo y alma

La medición unilateral del rendimiento mediante indicadoresmonetarios es una causa importante para la ausencia de vida de laeconomía científica. El economista checo Tomás Sedlácek ha in-ventado la que en mi opinión, es hasta el momento la mejor metá-fora para describir lo que está pasando en la ciencia económica.«Cuando a un organismo se le arranca el alma, lo que queda es unzombi.» La ciencia económica clásica está desprovista de alma.Es, por tanto, una gran amenaza para la sociedad futura. Tenemosque volver a dotarla de alma. El principio de este proceso decuración es incluir de nuevo la economía dentro del sistema devalores sociales. En la economía tienen que ser válidos los mismosvalores y normas que en la sociedad. La ciencia económica se sep-aró hace doscientos cincuenta años de la filosofía moral dejandotras de sí su alma. Tal vez sea una parte de la curación que la

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economía vuelva a ser parte de la filosofía y de la ética. De todosmodos es imperiosamente necesario que las ciencias económicasse liberen de las garras del socialdarwinismo en las que todavía sehalla presa la corriente principal.

En los últimos años han aparecido cada vez más estudios so-ciales y científicos que refutan empíricamente la idea capitalistadel ser humano, que opinaba que el egoísmo y la competencia es-tán anclados en el genoma humano, y lo describen como un sersocial con tendencia a la cooperación, que no sólo es por nat-uraleza empático y solícito, sino que también posee un marcadosentido de la justicia y reacciona con agresividad ante la vulnera-ción de normas conjuntamente establecidas. Los neurobiólogosJoachim Bauer y Gerald Hüther, entre otros, han realizadovaliosos trabajos pioneros y explicativos al respecto. Los experi-mentos que describo en el capítulo 4 confirman de forma impact-ante sus resultados.

Normas para empresas, no parapersonas

Algunas personas pueden tener la impresión de que la economíadel bien común pretende regular los actos de los individuos y, portanto, restringir radicalmente la libertad del ser humano. Esto noes más que un tosco malentendido. Las propuestas de regulariza-ción de la economía del bien común se refieren a personas«jurídicas», no «naturales»; a empresas, no a personas. Las

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empresas son construcciones, criaturas de una comunidad demo-crática de derecho; solamente pueden existir bajo el prisma deuna normativa legal. Por este motivo, la economía del bien comúndice que tanto los objetivos como los propósitos que tengan lasentidades jurídicas deben ser aquellos que haya creado y determ-inado la propia sociedad. Ya hoy en día es así, aunque pasamospor alto las normas que nos han dado y ni tan siquiera nos damoscuenta. ¿No es un imperativo legal rígido y simplista, provocadopor la dinámica del sistema que actúa sobre las necesidades hu-manas básicas, el hecho de que las empresas tengan que elaborarbalances financieros, que tengan que conseguir beneficios econ-ómicos frente a sus competidores?

La economía del bien común ni suprime los balances financi-eros ni prohíbe que las empresas privadas persigan beneficios. Ladiferencia con el capitalismo es que el beneficio financiero ya noes la finalidad del afán empresarial sino un medio para elpropósito verdadero: prestar la aportación más grande posible albienestar. Esto posiblemente se solapa con la concepción de símismos que tienen actualmente numerosos empresarios. Pero elsistema económico legal por sí sólo no apoya esta concepción,más bien promueve la maximización del beneficio, un crecimientoilimitado y que las empresas se devoren unas a otras.

El objetivo es que mediante la nueva organización legal de lasempresas aumente la libertad del individuo, porque:

• La concentración de poder en la economía se conver-tirá en una retroalimentación negativa (que la frena yparaliza).

• No todos los aspectos vitales dependerán de laeconomía.

• Habrá más tiempo para dedicarlo a otros contenidosdistintos del trabajo remunerado.

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• Se dejará atrás el terror promocional de las empresasorientadas al beneficio.

• Nuestros hijos no tendrán una educación exclusiva-mente orientada hacia el consumo.

• La economía no destruirá nuestras basesfundamentales.

• Aprenderemos a actuar, no los unos contra los otros,sino juntos.

• Disminuirán en política la corrupción y los lobbies.• La democracia podrá volver a respirar.• No se volverán a crear normas para la economía

basándose en dogmas no probados, sino que éstas seelaborarán democráticamente.

Marcha colectiva

Un año después del comienzo del proceso general de la economíadel bien común, aparecieron en escena algunas empresas pioner-as en siete ciudades del norte de Italia, en el sur de Alemania y enAustria. Participaron en ruedas de prensa regionales autoorganiz-adas, presentando la iniciativa y enseñando sus primeros balancespropios del bien común. La atención pública en consecuenciaaumentó. Tanto, que a la asociación creada en el verano de 2011para el fomento del bien común le costó caro construir lo sufi-cientemente rápido toda la infraestructura necesaria. Sin un planmaestro, casi con sus propios medios exclusivamente, crearon

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diversos campos de actividad: consultores, auditores, redactores,conferenciantes y muchos otros. En los llamados «talleres» laspersonas elaboran temas como las comunidades del bien común,la educación o el desarrollo de la organización. Las propiasempresas han creado una plataforma de cooperación y un grupode voluntarios ha puesto en marcha una plataforma interna decomunicación. Un año después habían surgido en Alemania, Aus-tria, Italia, Liechtenstein, Suiza y España más de veinte grupos re-gionales de apoyo denominados «campos de energía» compuestosde cooperantes que ejercen diferentes papeles. En ellas están in-scritas las empresas pioneras locales. La energía ya fluye más alláde las fronteras; el libro se tradujo al francés en 2011, en el año2012 le siguen el español y el italiano y tal vez otras lenguas.

En el ámbito de la política también han comenzado a oírseecos de la iniciativa del bien común. Especialmente los municipi-os y las regiones preguntan cuál puede ser su aportación al cam-bio. Con los índices municipales del bien común, las convencionesmunicipales económicas y los grupos de empresas locales pioner-as ya hay tres instrumentos de participación concretos para losmunicipios. Además, las comunidades pueden elaborar ellas mis-mas el balance del bien común y formar —entre varias— una «re-gión del bien común». Estamos desarrollando la figura de la«Comunidad del Bien Común».

Los próximos años estarán marcados por la participación, eldesarrollo y la interconexión. Por un lado el balance se hará máspreciso con ayuda de un sistema participativo cada vez más amp-lio. Esperamos la cooperación de miles de personas entre empres-as, particulares y organizaciones. Por otro lado, se desarrollaránen amplios procesos de debate los veinte puntos de referencia quese resumen al final de este libro. De nuevo, este libro no es másque un punto de partida.

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Esperamos que en 2012 o en 2013 se lleven a cabo las primer-as convenciones económicas municipales y que vayan cobrandocarácter nacional en Alemania, Austria, Italia, España y otrospaíses. Hay infinitas posibilidades de desarrollar el paso hacia unnuevo orden económico. ¡Participe usted también!

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Prólogo a la primera edición[3]

La actual forma de la economía, la economía de mercado capit-alista, ha creado un peligroso escenario de crisis: burbujas econ-ómicas, desempleo, repartos desiguales, crisis climáticas y de en-ergía, hambruna, crisis de consumo, de identidad y de lademocracia.

Todas estas crisis están relacionadas entre sí, tienen una raízcomún, que no es otra que el incentivo central de nuestro sistemaeconómico: la ambición por el beneficio y la competencia. Estamotivación esencial potencia un comportamiento egoísta y desap-rensivo, permite que las relaciones entre las personas fracasen ypone en peligro la paz espiritual, social y ecológica.

Sin embargo, se trata de que todo sea más humano y máseficaz. La economía del bien común incentiva y premia cualidadesy valores del comportamiento que contribuyan al éxito de las rela-ciones humanas y ecológicas: confianza, estima, cooperación,solidaridad y voluntad de compartir. Según investigacionescientíficas las personas se encuentran más motivadas dentro deun marco de incentivos que a través de la competencia y elegoísmo. Las hipótesis antropológicas en las que se basa la eco-nomía de mercado son refutadas científicamente tanto en su con-sistencia como en su trascendencia. En mi libro Neue Werte fürdie Wirtschaft («Nuevos valores para la economía») elaboré lasbases fundamentales del bien común, que ahora presento de man-era más desarrollada y depurada en esencia.

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En la difusión han colaborado alrededor de dos docenas deempresas del movimiento Attac. Cerca de setenta empresas danapoyo a este proyecto, al que se han unido tomando parte activaen su difusión. Con esto pretendemos mostrar que muchasempresas desean otro sistema de orden para la economía. No ob-stante, sería muy ingenuo por nuestra parte actuar como si estopudiera salir a escena sin un cambio en las relaciones de poder ac-tuales. Por lo mismo, se hace una llamada de atención sobre lascuestiones de la propiedad y la democracia, los puntos ciegos de lallamada economía de libre mercado. Con la economía del biencomún nadie será nunca más desmesuradamente rico ni poder-oso, pero sí será posible un estado de bienestar material inclusolujoso. Los beneficios son: más igualdad de oportunidades, calid-ad de vida y democracia, una situación en la que todos ganan, per-der resulta imposible. Por este motivo ya se han unido al movimi-ento muchas empresas y gente adinerada.

Tanto si la economía del bien común se hace posible como sino, la economía va a experimentar en los próximos años, en lapróxima década, una transformación radical, puede que inclusoviolenta. El punto álgido está cerca, tal vez incluso ya lo hemospasado. El petróleo, cada vez más escaso, conduce inevitable-mente hacia un cambio en la producción y en los hábitos de con-sumo como sólo las guerras y las catástrofes naturales son capacesde ocasionar. Podemos esperar este trauma sin hacer nada o bienprepararnos para suavizar el proceso de cambio. La economía delbien común se construye sobre una cooperación sistemática, tam-bién con la naturaleza. Se basa en estructuras con capacidad desupervivencia que, en vez de provocar impactos ecológicos, ay-udan solidariamente a amortiguarlos. La elección es nuestra. Ynos necesitamos los unos a los otros. Con feroz competencia lamayoría de las personas no lo va a conseguir. Pero teniendo encuenta la solidaridad de todos, la cooperación y orientación al

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bien común resultantes, experimentaremos más libertad que en lahipercompetitiva sociedad capitalista.

La economía del bien común también podría ser un marcopróspero para un enfoque múltiple a nivel mundial de la eco-nomía solidaria. En el entorno capitalista, los negocios solidariosy orientados al bien común lo tienen difícil. Se necesita un nuevoorden económico que encaje.

La economía del bien común tampoco es un modelo cerrado,es más, los detalles se deben determinar en un proceso demo-crático. Todos los números concretos se deben por tanto sólo en-tender como valores iniciales de un amplio debate. En absoluto esel final de la historia. Es una atractiva alternativa posible y sin in-termediarios al destructivo sistema económico en el que nos en-contramos atrapados en la actualidad. El viaje de la humanidad,nuestra fantasía y capacidad de evolución seguro que no terminanen las próximas ciento cincuenta páginas. Éstas son, ojalá, sólo elpaso siguiente.

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IAnálisis breve

«Cooperar, ayudar a otros, que gobierne la equidad,son motivaciones básicas

que se encuentran de forma globaly ancladas biológicamente en el ser humano.

Este modelo aparece a lo largo de todas las culturas»[4].

Joachim Bauer

Valores humanos-valores de laeconomía

Curiosamente, aunque los valores debieran ser la orientación es-encial, las guías de nuestra vida, hoy en día en economía primanotros valores completamente diferentes a aquellos que son válidosen nuestras relaciones diarias con otras personas. En nuestras

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relaciones diarias o de amistad nos va bien cuando ponemos enpráctica valores tales como la confianza, la sinceridad, el aprecio,el respeto, escuchar a los demás, la empatía, la cooperación, la ay-uda mutua y la voluntad de compartir. La economía de libre mer-cado se basa en un sistema con normas que potencian labúsqueda de beneficios y la competencia. Estas pautas incentivanel egoísmo, la codicia, la avaricia, la envidia, la falta de considera-ción y de responsabilidad. Esta contradicción no es sólo un falloestético en un mundo complejo o multivalente, sino una catástro-fe cultural, nos divide en lo más profundo, como individuos ycomo sociedad.

Valores y guías

La contradicción es por tanto catastrófica, ya que los valores sonel fundamento de la convivencia. A partir de ellos establecemosnuestras metas vitales, orientamos nuestros actos y los proveemosde sentido. En español la palabra «sentido» determina tanto «sig-nificado» como «dirección». Los valores son como una guía queindica a nuestra vida una dirección. Pero cuando nuestra guía di-aria señala hacia una dirección ética —confianza, cooperación,voluntad de compartir— y de repente en una parte de nuestras vi-das, la economía de mercado, una segunda guía nos marca uncamino justo en dirección contraria —egoísmo, competencia, co-dicia— nos provoca una desesperante contradicción. ¿Debemosser solidarios y cooperativos, ayudar a los demás y estar

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constantemente pendientes del bien de todos? ¿O debemos tenersiempre en cuenta primero nuestro propio beneficio y al resto,como competidores, atarles en corto? Lo incomprensible de estadiscrepancia es que el legislador prefiere la guía falsa. La confirmay con ello incentiva valores que todos sufrimos. Esto no escategóricamente obvio porque ninguna ley dice que tengas que seregoísta, codicioso, avaricioso, desaprensivo o irresponsable. Peroen la ley está vigente que en economía debemos tender a aument-ar el beneficio (el propio beneficio) y ser competitivos con los de-más. Esto aparece en numerosas leyes, normativas y tratadosnacionales, de la Unión Europea y de la OMC, la OrganizaciónMundial del Comercio. La consecuencia es la aparición epidémicade comportamientos asociales en la economía.

¿Del egoísmo surge el bien común?

El imperativo de que debemos ser competitivos con los demás yaspirar a conseguir el mayor beneficio financiero personal posible(comportarnos de manera egoísta) nos aleja de la esperanza, pro-fundamente paradójica, de que el bien de todos se obtendría delcomportamiento egoísta del individuo. Adam Smith, el primereconomista científico, justificó esta teoría hace doscientos cin-cuenta años. Smith dijo literalmente: «No por la benevolencia delcarnicero, del panadero o del cervecero contamos con nuestra

cena, sino por su propio interés»[5].

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No estoy tratando de acusar a Smith. Una frase como ésta escomprensible en aquellos días, el concepto de que el «individuo»persiguiera su propio interés era nuevo. Las «empresas» eranmayormente diminutas y carentes de poder, además estaban aso-ciadas a nivel local y eran individualmente responsables. Losfundadores de las empresas, los dueños, los empleadores y los tra-bajadores formaban en muchos casos una unión personal. Nohabía sociedades anónimas y globales, no había un movimientolibre de capital ni billonarios fondos de inversión.

Adam Smith esperaba que una «mano invisible» condujera elegoísmo individual hacia el bienestar del mayor número de perso-nas posible. Desde un punto de vista metafísico, Smith era un teó-logo de la Moral, puede que se refiera a la mano de Dios. Perocontemplado desde un punto de vista económico, no puedetratarse de otra cosa sino de la competencia. Porque, ¿qué otrosistema que no sea la competencia es responsable de que lasempresas incrementen su egoísmo en exceso a costa de otros? Tanpronto como se cobran altos precios o se ofrece una calidad inferi-or, se reemplaza a los otros: competencia. Hasta la fecha se basala legitimación básica del sistema capitalista en que el egoísmo delindividuo a través de la competencia conduciría hacia el bienestardel mayor número posible de personas. Desde mi punto de vistaesta hipótesis es un mito y además fundamentalmente falsa. Lacompetencia estimula sin duda el rendimiento de las empresas(este punto lo veremos en detalle más abajo), pero ocasiona dañosextremadamente altos a la sociedad y a las relaciones entre laspersonas. Si las personas persiguen su propio beneficio como ún-ica meta y actúan unas contra otras, aprenden a ser más astutasque los demás y creer que ésta es la forma correcta y normal deactuar. Si con todo engañamos a los demás, entonces no nos es-tamos comportando como seres equivalentes. Estamos perdiendonuestra dignidad.

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La dignidad es el mayor de losvalores

Cuando en mis clases en la Facultad de Economía pregunto a losuniversitarios qué entienden por «dignidad humana» obtengo unperplejo y cerrado silencio generalizado. A lo largo de sus estudioso no han aprendido o no han oído nada al respecto. Esto asustatanto o más que el hecho de que la dignidad sea el mayor de losvalores. Es el primer valor que se menciona en la DeclaraciónUniversal de los Derechos Humanos. Dignidad quiere decir «valoren igualdad, sin condiciones e inalienable» que poseen todos losseres humanos. La dignidad no requiere de ninguna acción, tansólo de existencia. Del mismo valor de todos los hombresproviene nuestra igualdad en el sentido de que en una democra-cia todas las personas deben disfrutar de la misma libertad,derechos y oportunidades. Y sólo entonces, cuando realmente to-dos disfrutan de las mismas libertades, se da la condición ne-cesaria para que sean realmente libres. La dignidad humana es lapremisa para la libertad. Immanuel Kant decía que la dignidadsólo puede preservarse en el roce diario entre las personassiempre y cuando nos veamos unos a otros y nos tratemos comopersonas equivalentes. Debemos tomar las necesidades, los senti-mientos y las opiniones de los demás tan en serio como los propi-os como expresión de la igualdad del valor. No debemos nunca in-strumentalizar a las otras personas ni utilizarlas como medio paraalcanzar los fines propios. De otro modo, acabaríamos con la dig-nidad. Como efecto secundario pueden también originarse benefi-cios de los encuentros en igualdad dignos. Según Kant y el sentidocomún, esto pasa de manera completamente automática cuandotodos se desean unos a otros lo mejor, construyen una base deconfianza, se toman en serio, se escuchan y se valoran. Sin

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embargo, conseguir beneficios no debe ser la finalidad de los en-cuentros dignos.

En el libre mercado es, no obstante, legal y usual que instru-mentalicemos a los demás y con ello vulneremos su dignidad. Noes nuestra meta preservar su dignidad. Nuestra meta es lograr elprovecho propio. Y éste es en muchos casos más fácil de conseguircuando me aprovecho del que tengo más cerca y daño así su dig-nidad. Decisivas son mi actitud y mi prioridad. ¿Se trata del bien-estar del mayor número posible de personas y de proteger la dig-nidad de todos, de lo que automáticamente yo mismo me veoafectado y me aprovecho? ¿O se trata de priorizar mi propio bien-estar y provecho, que a su vez puede, aunque no tiene por qué, at-raer también el provecho de otros?

Si perseguimos nuestro propio beneficio como fin supremo,entonces se convierte en práctica común utilizar a los demáscomo medios para nuestros fines. En tal caso, la tergiversación dela teoría de Smith acerca de la finalidad y los efectos secundariosconduce a la difusión de la vulneración de la dignidad humana y auna sistemática restricción de la libertad de muchos sereshumanos.

¿«Libre» mercado?

El «libre mercado» sería un mercado libre si todos los queparticipan activamente pudieran retirarse indemnes de cualquiertransacción comercial. Pero eso sólo pasa en una parte de las

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transacciones del mercado. Hay una parte relevante en la que al-gunos no pueden renunciar tan fácilmente a las transaccionescomo otros porque son en gran medida dependientes. Muchaspersonas no pueden decidir si se quieren comprar alimentos hoy ono, o si quieren alquilar una casa. Muchas empresas no puedendecidir si quieren aceptar un crédito hoy o no. Si no lo hacen,puede que mañana sean insolventes. Innumerables granjeros nopueden decidir libremente a quién suministrar sus productos. Amenudo sólo tienen o uno o un puñado de compradores comoelección que los tratan igual de mal. Las típicas transacciones sonlas siguientes:

• La media de los empleadores puede más fácilmenteque la media de los trabajadores retroceder ante uncontrato de trabajo para fijar sus términos.

• La media de entidades crediticias puede más cómoda-mente que la media de los prestatarios paralizar uncontrato de crédito para estipular sus cláusulas.

• La media de las gestoras inmobiliarias puede más fá-cilmente que la media de los inquilinos tomar distan-cia antes de la firma del contrato de arrendamiento ycon ello establecer los requisitos de éste.

• La media de las corporaciones globales puede más fá-cilmente que la media de los proveedores prescindirde alguno de sus miles de colaboradores y de esa man-era determinar las condiciones del contrato.

Una desigualdad de poder en las relaciones comerciales priva-das no sería el menor de los problemas si se enfrentasen unos conotros con respeto y con el propósito de proteger la dignidad. En-tonces, la persona más fuerte se encontraría al mismo nivel y a lamisma altura que la menos fuerte, y se tomaría sus deseos y senti-mientos tan en serio como los propios. Sólo estarían satisfechos

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con el resultado, cuando ambos pudieran vivir bien. Pero en laeconomía capitalista directamente se incentiva a los más poder-osos para hacer de esta desigualdad una ventaja. El resultado deperseguir el beneficio propio y la competencia resultante es la es-pecial eficacia del libre mercado.

Cuando en una comunidad de seres humanos no se preservapor sistema la dignidad de cada individuo, tampoco se protege lalibertad. La defensa de la dignidad —la convención de las perso-nas como iguales— es la premisa para la libertad de esa comunid-ad. Cuando todos tienen en el punto de mira el beneficio propio,dejan de tratar a los demás como iguales para hacerlo como in-strumentos y con esto, peligra la libertad de todos. Por estemotivo, no se puede denominar una economía de mercado basadaen el esfuerzo en favor del beneficio y la competencia como eco-nomía «libre». Sería una contradicción en sí misma. Honesta-mente, cada economía de mercado que persiga el beneficio y lacompetencia debería cambiar su nombre, al destrozar la libertad,por economía de mercado desaprensivo, inhumano y finalmenteno liberal.

La confianza más importante que laeficacia

Una cosa más. Cuando en el mercado tenemos que temer con-stantemente que los demás se aprovechen de nosotros tan prontotengan la más mínima posibilidad, sistemáticamente se pierde

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algo esencial: la confianza. El economista dice: no pasa nada, enla economía se trata de eficacia. Eso es una perversión. La confi-anza es el mayor bien social y cultural que conocemos. La confi-anza es aquello que mantiene unida a la sociedad en lo más pro-fundo, no la eficacia. Imagínese una sociedad en la que pudieraconfiar plenamente. ¿No sería la sociedad con el mayor nivel decalidad de vida? Y al revés, una sociedad en la que tuvieran quedesconfiar de cada persona. ¿No sería ésta la sociedad con la peorcalidad de vida?

El balance provisional es radical: mientras en la economía demercado se promueva el beneficio y la competencia y se apoye laextralimitación de unos contra otros que provoca, no será com-patible ni con la dignidad humana ni con la libertad. Se destruyesistemáticamente la confianza social con la esperanza de queaumente la eficacia más que en cualquier otro sistema económico.

Ante estas circunstancias la corriente económica dominanteseñala a menudo tres conocidos tipos de reacción:

1. Es de sobra conocido que no hay ninguna alternativa ala economía de mercado y, por eso, la discusión sobra.

2. El que no se da por enterado, quiere catapultar la eco-nomía de vuelta a la pobreza del siglo XIX o directa-mente al comunismo, y todos conocemos cómo acabaeso.

3. La economía de mercado es el sistema económico másproductivo que hay, y así lo ha decidido la historia. Lacompetitividad incita a producir de forma incompar-able, además de que es una característica propia de lanaturaleza del ser humano y por lo tanto inevitable.

Vamos a ver más de cerca estos últimos mitos básicos de laeconomía de mercado. «La competencia es el método más eficazque conocemos», escribe el Nobel de Economía Friedrich August

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von Hayek[6]. Cuando un premio Nobel dice algo así, tiene que ser

verdad. (No existe el Premio Nobel de Economía)[7]. He intentadoencontrar los estudios empíricos a través de los cuales Hayek llegaa esta conclusión. Para mi asombro, no los he encontrado. Hebuscado entre los trabajos de otros economistas ya que es usualque los colegas de la comunidad económica se citen unos a otros.Tampoco aquí he tenido éxito. Ninguno de los economistas coron-ados con el Premio Nobel ha demostrado jamás que la competen-cia sea el mejor método que conocemos. Una de las piedras angu-lares fundamentales de las ciencias económicas es sólo una afir-mación que cree la mayoría de los economistas. Y sobre esta afir-mación se sustentan el capitalismo y la economía de mercado, queson los modelos económicos dominantes en el mundo desde hacedoscientos cincuenta años.

Referente a la pregunta concreta de si la competencia motivamás que el resto de los métodos, encontramos gran cantidad deestudios de numerosas disciplinas como la psicología social, lateoría de juegos o la neurobiología. 369 fueron analizados en unmetaestudio. Y de aquéllos a los que se llegó a un resultado claro,la contundente mayoría de un 87 por ciento llega a la sorpren-dente conclusión de que la competencia no es el método más

eficaz que conocemos[8]. Lo es la cooperación. La razón es que lacooperación motiva de manera distinta a la competencia. Que lacompetencia motiva no lo discute nadie. Esto lo ha probado de so-bra la capitalista economía de mercado, pero lo hace de maneramás débil. La cooperación motiva sobre las relaciones satisfact-orias, el reconocimiento, la valoración y la fijación y consecuciónde objetivos comunes. Esto es una definición de cooperación. Porel contrario, la definición de competencia es «el logro del éxito deuno o de otro». Sólo puedo tener éxito si el otro no lo tiene. Lacompetencia motiva en primer lugar sobre la base del miedo. Por

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este motivo, el miedo es un fenómeno muy extendido en las eco-nomías capitalistas de mercado: se teme perder el trabajo, los in-gresos, el estatus, el reconocimiento social y la pertenencia. En lacompetición por escasos bienes hay en general muchos perde-dores, y la mayoría tienen miedo de resultar afectados. Pero haymás componentes de la motivación dentro de la competencia. Mi-entras que el miedo empuja por detrás, desde delante arrastrauna especie de deseo placentero. Pero ¿qué deseo? Se trata deldeseo de triunfar, de ser mejor que todos los demás. Esto, desdeun punto de vista psicológico, es un motor problemático. La final-idad de nuestras acciones no debería sobresalir por encima de losdemás, sino ocuparnos bien de nuestros propios asuntos, quepara nosotros son coherentes y nos gusta realizarlos. En estepunto deberíamos referirnos a la autoestima. Aquél que relacionasu propio valor con ser mejor que los demás depende completa-mente de que los demás sean peores. Desde un punto de vistapsicológico se trata de un narcisismo patológico. Sentirse mejorporque los demás son peores es simplemente enfermizo. Lo sanosería nutrir nuestra autoestima de acciones que nos gustara real-izar, elegidas libremente y por tanto dotadas de sentido. Si nosconcentrásemos en ser nosotros mismos en vez de en ser mejores,nadie saldría perjudicado ni habría necesidad alguna de la exist-encia de perdedores.

Se trata de la fijación de objetivos. Si como efecto secundario ysin ser mi objetivo resulta que soy mejor que otro en una activid-ad, no hay ningún problema. No le voy a dar ninguna importanciaal ser mejor ni tampoco lo voy a valorar como una «victoria». Elproblema surge cuando mi meta es ser mejor que otro y fuerzouna situación de derrota-victoria hablando en términos de com-petición (o feroz competencia). Si mi meta es hacer bien las cosasy me da igual cómo hagan las cosas los demás, entonces no es ne-cesaria la competencia, que es justo el fundamento del mito: sin

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competencia los hombres no se sentirían incentivados para sereficientes, no sentirían motivación para ocuparse bien de susasuntos. Sin embargo, los estudios psicológicos indican que noscomportamos justo al revés. La motivación es mayor cuando esinterna (motivación intrínseca) que cuando proviene de fuera(motivación extrínseca), como por ejemplo en la competencia. Losmejores rendimientos no se llevan a cabo por la existencia de uncompetidor, sino porque la gente se fascina por algo concreto, sellena de energía, colma sus esperanzas en realizarlo y se entregapor la causa. No necesita competencia.

Si los economistas honrados realmente quisieran construir laeconomía de mercado con el método más eficaz que conocemos,deberían hacerlo sobre la cooperación estructural y la motivaciónintrínseca, al menos si tuvieran en cuenta los resultados actualesde las investigaciones científicas interdisciplinarias. El hecho deque no lo hagan es muestra de que no se trata ni de ciencia ni deconocimientos, sino de la protección ideológica de estructuras depoder. De todos modos, a los poderosos la competencia les sirvemuy bien. Si nosotros, las personas, no aprendemos a cooperar ya ser solidarios, no pondremos en tela de juicio las relaciones depoder ni las cambiaremos mediante la fuerza unida. Más bien in-tentaremos luchar a nuestra manera, sin piedad, en el ámbito delpoder y de las élites sociales. Sin embargo, de este modo la may-oría se queda por el camino. El clima social se enrarece progre-sivamente porque en nuestra persecución del beneficio propio nosaprovechamos permanentemente los unos de los otros, nos util-izamos, nos degradamos. Y con esto, debilitamos o inclusodestrozamos la confianza social y la autoestima de la mayoría delas personas.

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Las consecuencias de la búsqueda debeneficios y la competencia: las diez

crisis del capitalismo

La persecución del «interés propio» (Smith) como fin supremo encompetencia recíproca conduce, en contra de todo pronóstico ypromesas de la teoría de la economía de mercado, hacia:

1. Concentración y abuso de poder. A causa de la obliga-ción de crecimiento inmanente al sistema (la meta esser más grande, más poderoso, en definitiva, un globalplayer) se han creado corporaciones gigantescas queabusan del poder del mercado, cierran mercados, blo-quean la innovación y devoran o expulsan del mercadoa sus competidores. «Conquista de cuota de mer-cado», rebosantes «fondos de financiación», adquisi-ciones «hostiles»: el lenguaje económico desenmas-cara de qué trata en definitiva la búsqueda del benefi-cio propio.

2. Interrupción de la competencia y formación de cár-teles. Si todavía quedan algunos pocos, la lucha de un-os contra otros puede tornarse en cooperación relám-pago, entendida como táctica y no como un principio.La meta es la misma: el beneficio máximo. Si el poderpermite crear cárteles y oligopolios, entonces el cam-ino ya está perfilado en tanto que es más efectivo quela competencia. En un ámbito de competencia hayperdedores, con la cooperación ganan todos. Por estemotivo cooperan asociaciones de empresas en la me-dida de lo posible. (Lo que es muy a pesar suyo una

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muestra fea para la supremacía de la cooperación. Fea,porque la cooperación en estas circunstancias no es lameta sino un medio para un falso objetivo:aprovecharse de los demás.) En el rescate de los ban-cos hoy en día se ha podido ver que no se trata de com-petencia y economía de mercado, sino de la seguridad(nacional) de beneficio y poder. Para este fin cooperanlas élites económicas y políticas dejando a un lado lacompetencia, que evidentemente no es la meta.

3. Localización de la competencia. Los países intentan at-raer a las empresas y mejorar sistemáticamente lascondiciones para obtener beneficios: dumping salarial,social, en materia de impuestos y de medio ambiente,que favorecen a los grupos internacionales en detri-mento de las pymes locales y a favor de atractivas ofer-tas especiales tales como la confidencialidad bancariao la renuncia a supervisar y regular la banca, porqueesto se contempla como «ventajas locales». Cuando elegoísmo de las empresas se extiende al Estado floreceel nacionalismo en medio de la supuesta«globalización».

4. Política de precios ineficaz. Los precios a menudo noson el resultado racional de los que participan en losmercados, sino que expresan las relaciones de poder.El poder de oferta y el de demanda están repartidos demanera desigual. Por eso, los precios reflejan los inter-eses de los poderosos y no los costes o necesidadesreales. Por ejemplo, a menudo el valioso cuidado deniños, enfermos, mayores o jardines, no logra ningúnprecio, mientras que el cuidado de los fondos de

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inversión de alto riesgo (hedge funds) alcanza preciosastronómicos, aunque su utilidad social sea negativa.

5. Polarización y miedo sociales. La economía de mer-cado es una economía de poder. Cuanto más grande—global— es la «libre competencia», más grandes sonlos desniveles de poder entre los participantes y conello las desigualdades y la brecha entre ricos y pobres.En los Estados Unidos el ejecutivo mejor pagado gana

350.000 veces el salario mínimo legal[9]. Esto nadatiene que ver ni con una «política de precios racional»,ni con la eficacia, ni con la justicia. Tiene que ver ex-clusivamente con el poder. Como consecuencia dis-minuye la confianza de la sociedad y aumenta elmiedo. En Estados Unidos la confianza ha disminuidode un 60 por ciento en 1980 a un 40 por ciento en

2004[10]. Por el contrario, el nivel de miedo en el estede Alemania ha aumentado del 24 por ciento en 1991

al 45 por ciento en los últimos años[11].6. No satisfacción de necesidades básicas y hambruna. La

explosión de las cifras de hambruna muestra la pocadisposición de la globalización capitalista de la eco-nomía de mercado para satisfacer las necesidadesbásicas y con ello proteger los derechos de los sereshumanos. El número de personas que sufrían ham-bruna a mediados de los noventa era inferior a los 800millones, en 2009, según la Organización de las Na-ciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura la

cifra era de 1.023 millones[12]. La satisfacción de lasnecesidades básicas no es la meta del capitalismo, sí loes aumentar el capital. En muchos casos esto conduce

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a que las necesidades básicas que no están relacion-adas con ningún poder adquisitivo simplemente no seatiendan (alimentación, suministro de medicinas,vivienda o educación). Y para las que sí tienen directarelación con el poder adquisitivo, pero que ya nocubren una necesidad básica, se inventan nuevas ne-cesidades (por ejemplo, comida adictiva, Gameboys,cirugía plástica o todoterrenos para la ciudad). En elcapitalismo, creatividad e inversión están sistemática-mente mal administrados.

7. Destrucción ecológica. Como el capitalismo tienecomo meta suprema la ampliación de capital finan-ciero (y no el bien común), el resto de los objetivos,como el medio ambiente, bajan de posición en su listade prioridades. La ONU en su Millennium SynthesisReport establece que entre 1950 y 2000 ha empeoradola salud de casi todos los ecosistemas del planeta(mares, prados, ríos, montañas, bosques). Se acercanal límite y tarde o temprano van a colapsarse. Los efec-tos vitales de estos ecosistemas para las personas es-tán en peligro: la estabilidad del clima, la regulaciónde la humedad y de la temperatura, el control de en-fermedades y plagas, la fertilidad y la capacidad de ab-sorbencia del suelo. Persiguiendo ciegamente elaumento del capital financiero y no el bienestar de to-dos, el capitalismo destruye los fundamentos vitalesdel ser humano y de la economía.

8. Pérdida de sentido. La acumulación de valores mater-iales es el fin del capitalismo y pronto lleva más allá loque sería un efecto secundario razonable, satisfacer lasnecesidades básicas, y doblega otros valores tales

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como la calidad de las relaciones y del medio ambi-ente, tiempo de bienestar, creatividad, autonomía. Elhorario laboral remunerado en la Unión Europea

entre 1995 y 2005 aumentó un 8 por ciento[13], el im-pulso consumista se ha convertido en adicción a com-prar. Cada vez más personas son incapaces de encon-trar sentido a otra cosa que no sea ganar dinero y con-sumir porque cada vez son más ajenas a sus deseosreales, a sus ideales.

9. Deterioro de los valores. Hoy en día en economía as-cienden especialmente las personas antisociales. Si setrata de optimizar objetivos cifrados, las personas«más capaces» de esconder el resto de los objetivos—humanos, sociales, ecológicos— son las que resultanculturalmente «seleccionadas». En la actualidad losegoístas pueden tener especialmente éxito. Si en laeconomía se recompensa sistemáticamente el egoísmoy las actitudes competitivas, si se tiene por personasexitosas a aquellas que progresan a base de emplearesta dinámica de incentivos, entonces se deterioran losvalores en todos los ámbitos sociales. Empezando porla política y los medios, y terminando por las rela-ciones entre las personas. «El carácter capitalista con-figura el carácter de la sociedad», enunció ya Erich

Fromm[14].10. Supresión de la democracia. Si la obsesión por el bene-

ficio y la persecución del beneficio en interés propio esel objetivo principal, entonces, los implicados activa-mente en la economía de manera consecuente ponenen marcha toda la maquinaría posible para alcanzar

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esa meta. No sólo las relaciones humanas, los talentospersonales o los recursos naturales son usados comoinstrumentos, evidentemente, también la democraciase convierte en medio. La ética del «interés propio»desde Smith ya decía al respecto que el bienestaraparece —o eso se espera— como efecto secundario. Larealidad sin embargo parece diferente. Mult-inacionales, bancos y fondos de inversión se han hechotremendamente poderosos a través de grupos depresión, la posesión de grupos mediáticos, la fin-anciación de partidos políticos, o influencia en parla-mentos y gobiernos, para lograr tener éxito en realizarsus propios intereses y no el bien común. La democra-cia se convierte así en la última y más prominente víc-tima del «mercado libre».

Ya he publicado un análisis detallado en otro trabajo[15], porello, es momento de correr el telón y dejar espacio en el escenariopara algo nuevo.

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IILa economía del bien común - idea principal

«Toda actividad económica sirve al bien común».

Constitución del Estado Libre de Baviera, artículo 151

Inversión de la polaridad en elmarco de incentivos

La alternativa que aquí se presenta y que permite a nuestras rela-ciones tener éxito se basa en la corrección del desastroso pro-grama cultural al haber fomentado valores en la economía con-trarios a los que rigen la sociedad. En el futuro deben recom-pensarse e incentivarse los valores humanos fundamentales quehan permitido que la existencia humana y social tenga éxito tam-bién en las relaciones económicas. Para ello tendríamos que de-satar las falsas guías éticas —búsqueda de beneficio y

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competencia— del marco de incentivos legítimo y añadir las guíasque sí sirven a la mayoría: confianza, cooperación, solidaridad yvoluntad de compartir. El marco de incentivos para los individuosactivos en la economía tiene que cambiar radicalmente de labúsqueda de beneficios y la competencia a la búsqueda del biencomún y la cooperación. El nuevo objetivo de las empresas es pro-ducir el mayor aporte posible al bienestar general. La meta indi-vidual de cada actor económico será determinada en los objetivosconstitucionales consensuados. En un segundo paso, producir elmayor aporte posible para el bienestar se convierte en el nuevosignificado en el marco del éxito empresarial.

Redefinir el éxito económico

Hoy en día el éxito económico se mide con dos parámetros clave:el producto interior bruto dentro de la macroeconomía y el bene-ficio financiero (individual) de las empresas en el ámbito microe-conómico. Ambos indicadores de éxito tienen en común que sonindicadores «monetarios», es decir, que se miden en dinero. Eldinero tiene algunas ventajas atractivas, pero también posee unadesventaja decisiva e insalvable: el dinero puede mostrar valoresde cambio pero no utilidades sociales. Y los seres humanos lo quenecesitan al fin y al cabo son utilidades. Un valor de cambio nopuede ni calentarme ni alimentarme ni abrazarme. Lo que ne-cesito es alimento, vestimenta, alojamiento, relaciones, ecos-istemas intactos: utilidades. El PIB y los beneficios financieros no

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informan de forma fiable acerca de la disponibilidad de las utilid-ades. La economía del bien común pretende cambiar la medicióneconómica del éxito. En vez de contabilizar los valores de cambio,que se contabilicen las utilidades sociales. Cambiar los testimoni-almente débiles indicadores monetarios por testimonialmentefuertes indicadores no monetarios.

Vamos a ver más en detalle este asunto examinando los dos in-dicadores de éxito actuales. ¿Acaso indica algo fiable el yaasentado PIB acerca de:

• si un país está en guerra o en paz;• si se trata de una dictadura o una democracia;• si el consumo de recursos medioambientales crece, se

reduce o se estanca;• si el reparto es justo o si por el contrario una parte

nada en la abundancia y los otros padecen hambre;• si las personas están estresadas o disfrutan de sufi-

ciente tiempo libre;• si las mujeres disfrutan de igualdad o son discrimin-

adas; o• si lo que crece en esa sociedad es la confianza o el

miedo?Da igual la utilidad social por la que preguntemos. Un PIB en

ascenso no nos va a decir nada fiable acerca del desarrollo de nin-guna de ellas. No existe ninguna correlación fiable entre un PIBque crece y el aumento de ni una sola de esas utilidades. El PIB noes capaz de medir aquello que realmente cuenta.

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Medir lo que cuenta: la meta y no enel medio

Esto es conocido desde hace tiempo, ya que en los años setentaempezó la búsqueda de un indicador del bienestar. En mi opiniónquien más lejos ha llegado es el Reino de Bután con su «felicidadnacional bruta». En este pequeño reino no trabajan con ningúncomplejo modelo matemático, sino que preguntan directamente asus cuatrocientos mil hogares a través de un cuestionario desetenta preguntas como por ejemplo:

• ¿Cómo ve su futuro y el de sus hijos?• ¿Confía en su vecino?• ¿Dispone diariamente de tiempo para hacer un des-

canso/meditar/rezar?Los economistas sostienen que «la felicidad no se puede

medir». Pero con setenta preguntas inteligentes (que apuntan a lapsicología, la medicina, la sociología, la ecología, la política y lasrelaciones entre hombres y mujeres) es posible aproximarsemucho a la «felicidad». En cualquier caso más que con el PIB. Enmi opinión, bastarían entre quince y veinticinco indicadores paracomponer el «producto del bien común» de una economíanacional. Todavía está por realizarse el desarrollo de este nuevoindicador, podría ser un proyecto central del movimiento de laeconomía del bien común a elaborarse en «parlamentos cívicos» anivel comunal.

La misma maniobra podría repetirse, a nivel microeconómico,con cada una de las empresas. ¿Nos informa un alto beneficio fin-anciero de forma fiable acerca de si:

• la empresa crea o destruye empleo;

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• la calidad de los puestos de trabajo aumenta odisminuye;

• los beneficios se reparten de manera justa;• se trata y remunera igual a las mujeres y a los

hombres;• la empresa cuida o explota el medio ambiente;• produce armas o alimentos ecológicos locales?

No lo hace. Un beneficio financiero elevado no dice nada fiableacerca del desarrollo de cualquiera de las utilidades sociales, ex-actamente igual que un PIB al alza. Por eso me pregunto por quéseguimos confundiendo el «éxito» de una empresa con su benefi-cio financiero.

El beneficio de una empresa sólo ofrece información de cómose sirve a sí mismo, pero no de cómo sirve a la sociedad. Y ése esjusto el problema. El supuesto automatismo de Adam Smith,según el cual todos se verían provistos cuando cada cual provey-era para sí, no existe. Como está acordado que la economía, comoun todo, debe preocuparse del bienestar, deberíamos dirigir fun-damentalmente el esfuerzo de las empresas para que cumplieraneste deseo no como un inseguro efecto secundario, sino que aspir-aran a él como una meta. Puede existir un nexo entre el beneficioy el bien común, la esperanza de Adam Smith no procede de lanada, pero no tiene por qué. Un beneficio financiero elevadopuede ir acompañado igualmente de destrucción de puestos detrabajo y de seguridad social, de discriminación sexual, de la fab-ricación de productos peligrosos, de la destrucción del medio am-biente, de evasión de impuestos o de la financiación de partidospolíticos. Deberíamos medir directamente en las empresasaquello que anhelamos en vez de desviarnos a través del beneficiofinanciero que dice realmente muy poco de la auténtica finalidad.

Hoy en día, la gestión de proyectos se elabora en varios pasosque todo el mundo aprende. En primer lugar, es necesario definir

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una meta; en segundo lugar, medir la obtención de la misma; ypor último comprobar si nos hemos aproximado a ella y si el in-dicador para medir la obtención de la meta es válido. En eco-nomía es diferente. Se mide la acumulación de medios en vez dela consecución del fin. Es como medir el éxito de una granja por lacantidad de herramientas guardadas en el garaje y no por la can-tidad y calidad de sus productos, la fertilidad del suelo, el cuidadodel medioambiente, las condiciones laborales o la red de consum-idores vinculada.

Medir el bien común

Para medir el éxito empresarial según este nuevo significado ne-cesitamos un indicador diferente al balance financiero. En estecampo ya se ha hecho un amplio trabajo previo. Muchas empres-as, en especial las empresas globales y las firmas de marca queprotegen su reputación, han tomado en cuenta las críticas a suunilateral y desmedido afán por el beneficio y han reaccionado.Mediante etiquetas en sus productos (agricultura ecológica,comercio justo), sistemas de gestión ambiental (EMAS, ISO), sis-temas de gestión de calidad (EFQM, el Cuadro de Mando Integ-ral), códigos de conducta e informes de sostenibilidad (GRI)quieren mostrar que también se preocupan por el bien común yactúan de forma socialmente responsable. El problema es que to-

dos estos instrumentos de Responsabilidad Social Corporativa[16]

no son obligatorios ni se controlan desde ninguna autoridad legal.

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El efecto naturalmente es que tan pronto como entran en contra-dicción con el balance general y el balance financiero, dejan de servaliosos. Esto atacaría los nervios de los empresarios y dañaría ladinámica del sistema actual: aquél que reduzca el balance en favorde un balance paralelo no obligatorio se catapulta a sí mismofuera de la carrera, comete un suicidio empresarial. Por eso, lasasociaciones insisten en que estos balances paralelos no sean ob-ligatorios, y éste es también el motivo de que permanezcan sinefecto.

El sentido común y el de la justicia deberían en consecuenciaintercambiarse: el que actúe de manera social, ecológica, demo-crática y solidaria, debería tenerlo más fácil que el asocial ydesconsiderado. Debería, según la comprensión actual, disfrutarde una ventaja competitiva.

El balance del bien común

Eso es exactamente lo que crea el balance del bien común. Comoése es el nuevo objetivo de todas las empresas del bien común,consecuentemente tiene que ser medido e incluido dentro del bal-ance. El balance financiero se convierte en un balance paralelo ointermedio. Traza cómo la empresa cubre sus gastos, inversionesy provisiones, pero ya no refleja el «éxito» empresarial. Evidente-mente las empresas no tienen que tener pérdidas por estar en elcamino del bien común, pero tampoco deben desear beneficiossobre el beneficio. El beneficio sólo es un medio para fines

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claramente definidos: aumentar el bien común. Se va a poner fin aaquello que hoy en día ha sobrepasado al capitalismo, a los ex-cesos desmedidos y a la avaricia. Más adelante volveremos al bal-ance financiero en detalle.

El balance del bien común mide cómo los puntos centralesconsensuados que lo componen son experimentados por lasempresas. Los cinco puntos que se miden en el balance, y merepito, no son nada nuevo porque ya se encuentran en la mayoríade las constituciones y de leyes fundamentales: dignidad humana,solidaridad, justicia, sostenibilidad medioambiental y democra-

cia[17].El balance del bien común mide cómo los «grupos de afecta-

dos» de las empresas viven esos valores básicos. Los afectados, eninglés stakeholders, son aquellos grupos de personas a quienespueden afectar las actividades de una empresa: proveedores, in-versores, empleados, clientes, competidores, asociaciones locales,generaciones futuras y el medio ambiente. Para hacer más evid-ente el balance del bien común hemos creado la «matriz del biencomún», que abarca en el eje horizontal los cinco valores funda-mentales, y en el vertical los diferentes grupos de afectados. Enlas intersecciones se miden actualmente dieciocho indicadores delbien común. Por ejemplo:

• Cómo de útiles son los productos/servicios.• Cómo son las condiciones laborales.• Cómo de ecológicamente se produce.• Cómo se trata a los clientes.• Cómo de solidaria se comporta la empresa con otras

empresas.• Cómo se reparten los ingresos.• Si se trata y remunera igual a las mujeres.• Cómo de democráticamente se toman las decisiones.

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A menudo la gente reacciona: Algunos de estos factores sontan débiles que no se pueden medir. Además, ¿cuál sería la in-stancia que pudiera definir con precisión lo que significa el biencomún? Hay respuesta para las dos cuestiones. 1. Gran parte delos indicadores evidentes ya han sido elaborados en otros es-tándares e instrumentos de Responsabilidad Social Corporativa.Todos convergen esencialmente en los mismos valores y objet-ivos: la responsabilidad global en el comportamiento de laempresa. Si produce de manera ecológicamente sostenible yademás fomenta este comportamiento, cómo de justo es el re-parto, la calidad en los puestos de trabajo, cómo se participa en lagestión, si se percibe la responsabilidad política (corporate cit-izenship). Cuanto más enfocada dirija una sociedad democráticasu atención a la búsqueda de estos factores, más exacto y precisoserá encontrarlos, de la misma manera que los instrumentos demedición física son cada vez más precisos porque desde hacetiempo hay suficientes personas que trabajan meticulosamente enmejorarlos.

El equipo de redacción del balance del bien común ha determ-inado diecisiete indicadores medibles claramente en puntos. Encada indicador se pueden alcanzar cuatro niveles: primeros pasos,avanzado, experimentado, ejemplar. Para cada indicador hay unahoja informativa de una o dos páginas que presenta la idea, unadescripción, la medición y fuentes para cada uno de los indic-adores. Se está desarrollando un manual complementario queprofundiza y presenta ejemplos específicos para cada apartado.Toda la documentación está en curso y es de libre acceso desde lapágina web de la organización.

Y llegamos a la pregunta de quién define el bien común. Losinicios los llevó a cabo en 2009 un pequeño grupo de cerca deveinte empresas del movimiento Attac. Se desarrolló una primeraversión publicada en agosto de 2010. Durante el pistoletazo de

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salida del movimiento el 6 de octubre de 2010, se presentó estaprimera versión al cerca del centenar de personas que asistieron.Dos docenas de empresas de manera espontánea se declararonpreparadas para elaborar voluntariamente el balance 2011 y paraseguir desarrollándolo. Ese grupo de voluntarios creció hasta finalde año a cincuenta. Con la ayuda de un equipo de redacción decuatro personas se diseñó el balance 2.0, que era completamentediferente a la versión original. Pero incluso esta segunda versiónestaba bastante lejos de resultar práctica. Así que pedimos a estascincuenta empresas que completaran esta segunda versión enbruto, para crear el primer balance utilizable con sus sugerencias:surge la versión 3.0, que, terminada a finales de julio, fue la ver-sión válida para el balance 2011 del bien común.

De los primeros casi cincuenta indicadores han permanecidodiecisiete; los pioneros deseaban sobre todo que primara la visib-ilidad y la viabilidad. No se ha perdido contenido porque muchascosas se podían resumir y precisar. La versión 3.0 es el primerbalance oficial del bien común, elaborado en 2011 por cerca desesenta empresas. En los próximos años, empezando en 2012, elequipo de redacción hará un desarrollo anual del balanceteniendo como base todas las peticiones y sugerencias que se re-cojan. El equipo de redacción crece con el movimiento. Las pautasprincipales las dará un redactor responsable que coordinará uncírculo de expertos e interesados, que a su vez organizarán todoslos comentarios según los criterios individuales. Hasta el mo-mento se han implicado cientos, pero contamos con miles deempresas, particulares y organizaciones que nos transmiten susexperiencias y conocimientos por internet, en encuentros con laredacción, en actos públicos o como pioneros. Así va a madurar elbalance los próximos años. En la siguiente página doble se ve laversión 4.0 que es válida para el año 2012.

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Todavía no ha sido democráticamente legitimado. Cuandodesde nuestro punto de vista esté maduro, es decir, sea represent-ativo, preciso y fácil de utilizar, entonces pediremos la elección deuna asamblea económica que, teniendo en cuenta a otros super-visores, debe formular una normativa. El proceso debe ser de-cidido por soberanía democrática, y al aprobarlo, se recogerá en laconstitución. Raras veces se crea una ley o un artículo constitu-cional de forma tan limpia. El balance del bien común se puedeactualizar y ajustar en cualquier momento. La soberanía siemprelo empezará y acabará.

Una vez más la idea principal. Una sociedad democrática debeestar en posición de formular y exigir o respaldar a las empresasde diez a treinta expectativas centrales, y fomentarlas mediantelos mecanismos de incentivación propuestos. Si no lo hiciese, sóloquedaría el camino de los requerimientos y prohibiciones legales,una regulación rígida. La actual forma de regulación a menudo nose percibe como tal. Sin embargo, la «orientación al beneficio», laobligatoriedad de efectuar un «balance financiero» así como la«competencia» y la «quiebra» son en combinación con las leyesfiscales una regulación legal altamente efectiva para las entidadesjurídicas, que incentivan e incluso fuerzan determinados com-portamientos. Los antiestéticos resultados —patrones de com-portamiento asocial que destrozan la confianza y dañan las rela-ciones— todavía no se atribuyen más que raras veces a este malencauzado marco legal, sino que se vinculan a la naturaleza hu-mana. El balance del bien común intenta corregir la alteración deestas condiciones en la economía para encaminarla hacia una ar-monía con los valores de las relaciones, la sociedad y laConstitución.

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Requisitos de un balance universal

Nuestro objetivo más importante no es que el «balance social» oel «balance universal» de las empresas se denomine «balance delbien común», el nombre es secundario. Lo importante es que elbalance, mediante el cual las empresas presentan su informe decuentas a la sociedad en la que ha sido creado, cumpla con ochocriterios requeridos:

1. Compromiso. Que la voluntariedad no conduce al finlo han probado innumerables instrumentos de la re-sponsabilidad social corporativa.

2. Totalidad. Sería muy poco medir sólo los aspectosecológicos o sólo la calidad de los puestos de trabajo.

3. Capacidad de medición. Los resultados deben sermedibles, es decir, objetivamente valorados.

4. Comparabilidad. Todas las empresas deberíanpresentar un informe de cuentas con los mismos ob-jetivos/indicadores. De otra manera no se podría re-compensar a aquellos que tuvieran éxito.

5. Claridad. El balance no sólo debe ser comprensiblepara los consultores de las empresas o los auditoresdel bien común. Debe ser perceptible para todos, cli-entes, empleados y el público en general.

6. De carácter público. El balance del bien común debeser visible para todos y estar disponible por internet.

7. Auditoría externa. Para evitar que las empresas sevaloren a sí mismas, como pasa con algunos instru-mentos de responsabilidad social corporativa.

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8. Consecuencias jurídicas. Quien más haga por la so-ciedad debe, según el principio del beneficio justo, serrecompensado por ello.

Construir un mercado transparente

Cada empresa, independientemente de que sea unipersonal, unaasociación no gubernamental, una empresa pública o una so-ciedad anónima, puede conseguir como máximo mil puntos. Elresultado del balance del bien común debe figurar en todos losproductos y servicios. Se puede etiquetar en cinco niveles de difer-entes colores. Por ejemplo:

• De 0 a 200 puntos, nivel 1, rojo.• De 201 a 400 puntos, nivel 2, naranja.• De 401 a 600 puntos, nivel 3, amarillo.• De 601 a 800 puntos, nivel 4, verde claro.• De 801 a 1.000 puntos, nivel 5, verde.

Los consumidores obtendrían de un solo vistazo una informa-ción compacta acerca del resultado en relación con el bien comúnde la empresa cuyo producto están considerando adquirir. El col-or del bien común se podría poner sobre o junto al código de bar-ras. Cuando se acerca el móvil al código de barras, aparece el bal-ance del bien común completo online en la pantalla. El balancedel bien común es obligatoriamente público. Así los consumidorespueden no sólo comprobar in situ si un producto ha sido fabric-ado con métodos sostenibles o si es de procedencia local, sino

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también si las mujeres de dicha empresa que desempeñan elmismo trabajo que los hombres perciben el mismo sueldo o si sondiscriminadas. Por primera vez cumpliría el mercado un poco delo que la teoría científica promete: información «simétrica» y«completa». La información con el balance del bien común nosería ni completa ni completamente simétrica, pero de lejos máscompleta y simétrica que hoy en día, cuando conocemos muypoco del contenido de los productos, cuya procedencia se tiende asilenciar. Es más, en muchos casos a través de una publicidadagresiva y superficial estamos desinformados acerca de su reper-cusión, contenido u origen de los productos. El balance del comúnacercaría un poco la realidad del mercado económico a sus pre-tensiones teóricas.

Premiar la búsqueda del bien común

Ahora sigue el paso decisivo. Cuantos más puntos del bien comúnconsiga una empresa, de más ventajas legales debe disfrutar. Enun sentido completamente conservador de justo rendimiento,quien más haga por la sociedad debe ser recompensado por ésta.Ya existen actualmente incentivos apropiados (disponibles), tansólo se tienen que aprovechar consecuentemente para el rendimi-ento del bien común, por ejemplo:

• Disminución del impuesto sobre el valor añadido (de 0a 100 por ciento).

• Aranceles más bajos (de 0 a 1000 por ciento).

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• Créditos bancarios con condiciones más favorables.• Prioridad en la compra pública y la adjudicación de

contratos (una quinta parte del rendimientoeconómico).

• Cooperaciones con universidades públicas eninvestigación.

• Ayudas directas.Hoy en día se consiente que todas las empresas tengan las

mismas condiciones en el mercado, independientemente de quea) paguen sueldos justos, ofrezcan altos beneficios sociales,cuiden el medio ambiente, paguen impuestos justos y tengan enconsideración los aspectos sociales, o b) pisoteen los derechos hu-manos, empleen mano de obra infantil, destrocen el medio ambi-ente, desvíen sus beneficios a paraísos fiscales o presionen medi-ante lobbies para promover leyes que vayan en su propio benefi-cio. El «trato igualitario» conduce a que por norma los desaprens-ivos e irresponsables se impongan en el mercado, porque puedenofrecer sus productos más baratos. El que se comporta de manerano ética es recompensado. Éste es el impacto de la falsa guía de laeconomía.

En la economía del bien común se tratará a los «iguales» porigual, y a los desiguales de manera desigual. Los altos rendimien-tos se premiarán. La consecuencia sería que los productos fabrica-dos y tratados de manera ética y justa serían más baratos que losefímeros productos desechables confeccionados con métodos noéticos e injustos, pues esto supondría una sobrecarga.

Estas ventajas justas ayudan a los orientados hacia el biencomún a cubrir sus altos gastos (del bien común), ya que una re-sponsabilidad social mayor, unas condiciones de trabajo dignas,el cuidado de la naturaleza y ser más solidarios y participativosacarrea gastos más elevados. Si la recompensa resultara tan gen-erosa que una empresa lograra beneficios, éstos sólo podrían

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destinarse a usos beneficiosos para el bien común, si no, se le re-tirarían: no tendría sentido actuar social y ecológicamente sólopara conseguir beneficio.

Por el contrario, «maximizar» los puntos del bienestar traeconsigo que cuanto mayor sea el balance del bien común, mayoresserán las posibilidades de sobrevivir de una empresa. Al contrarioque hoy en día, ya no decide en primer lugar el balance financiero,sino el balance del bien común.

El efecto se multiplica exponencialmente. El balance del biencomún de una empresa es mejor cuanto mejor es el balance delbien común de sus proveedores, sus instituciones crediticias y delas empresas con las que colabora.

Mediante la repercusión conjunta de las decisiones de los con-sumidores, las ventajas jurídicas, la preferencia de «exitosos»proveedores e inversores así como la comprobación del biencomún por parte de los bancos para conceder créditos, se forjauna poderosa espiral de incentivos y movimientos en dirección albien común. Por fin la sociedad alcanza sus objetivos en laeconomía.

Auditoría del bien común

Una de las preguntas más frecuentes era quién debería controlarel balance. Si las empresas pueden confeccionar ellas mismas elbalance, entonces cada empresa puede valorarse a sí misma. ¿No

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se necesitaría un Estado-Leviatán que siga y controle a las empre-sas a cada paso?

No se necesita. No se necesita al Estado para casi nada. Elmercado realmente se regulará en este caso a sí mismo. Para ilus-trar esto vamos a compararlo con el camino que sigue actual-mente el balance financiero. Se produce internamente en lasempresas, se verifica de manera interna (controlling, control degestión interno) y después pasa ya de manera externa a auditoresfinancieros. Con el certificado de los auditores —una profesiónautónoma— el balance es «válido». De ahí pasa al Estado que re-cauda los impuestos correspondientes. El Ministerio Fiscal poneel punto y final.

Con el balance del bien común es parecido e incluso más fácil.Lo compilan las empresas y lo controlan en primer lugar interna-mente (mediante responsables del bien común) y después, demanera externa, los auditores del bien común. Después concluye.Con el certificado del auditor del bien común el balance es válidoy la empresa es clasificada inmediatamente en un nivel impositivoy arancelario y se le adjudica unas condiciones de crédito. ElEstado no hace nada. Excepto en lo que atañe a las compras y ad-judicaciones públicas. Ahí se echa el primer vistazo al balance delbien común, y después al precio.

Junto con el certificado legal y el seguro de calidad de los aud-itores del bien común, el Estado sólo tiene que efectuar unaprueba más de control, al azar entre las empresas. En el caso deque una empresa falsee el balance del bien común y soborne a unauditor que certifique el falso balance, tiene que haber un procesode supervisión y opciones de sanción contra el auditor corrupto.Si con la primera falta se impone una multa económica y con lasegunda la retirada de la licencia profesional, seguro que los aud-itores se van a pensar mejor el cometer una infracción. Al

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contrario que el balance financiero, el balance del bien comúnofrece numerosas ventajas, que también conciernen a lafalsificación.

• Es público y accesible para todo el mundo.• Es comprensible para todos, porque los criterios son

simples y humanos.• Muchos grupos de afectados tienen un interés tangible

en la corrección del balance, y es por esto que un in-tento de falsearlo saldría rápido a la luz. Viene a dis-cusión la peer evaluation o revisión por pares. Todaslas personas relacionadas con la empresa pueden par-ticipar en la valoración para procurar a los auditoresuna base de información más amplia sobre su trabajo.

Las empresas tienen un interés intrínseco en conseguir la me-jor puntuación posible dentro del bien común, porque con ello at-raen ventajas. No obstante, la implementación de cada uno de loscriterios es voluntaria, por lo que no se necesita de ninguna autor-idad controladora ni de burocracia («Ministerio del BienComún»). El balance del bien común dirige el comportamiento delas empresas sin desencadenar una orgía de normativas y controlestatal.

De forma análoga a la separación en el balance financieroentre las tareas de los consultores y las acciones de control, tam-bién se deberían en la auditoría del bien común por norma sep-arar asesoramiento y auditoría. Para asegurar la calidad se neces-ita probablemente, una base normativa para la certificación de losauditores del bien común.

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Beneficio como medio

Hasta aquí el balance del bien común. ¿Y qué pasa con el balancefinanciero? Por lo pronto se va a seguir realizando por todas lasempresas, ya que la economía del bien común es una forma deeconomía de mercado (aunque cooperativa y no capitalista) en laque hay empresas privadas, dinero y precios construidos sobremercados (aunque evidentemente con otras condiciones y requisi-tos a los actuales). Pero como el verdadero problema lo genera laorientación al beneficio como objetivo, el balance financiero sedebe transformar en un balance paralelo, o mejor, en un balanceintermedio. Análogo al dinero, que realmente debiera ser un in-strumento comercial y no un objetivo —el objetivo de la economíaes la satisfacción de necesidades—, el balance financiero cumpleun requisito central, pero no es realmente el objeto de la actividadempresarial. La finalidad del esfuerzo de las empresas, su com-promiso social, se reproduce en el balance del bien común. El be-neficio pasa de ser finalidad a convertirse en medio.

¿Qué significa eso exactamente? En este punto clave hemossido muy precisos. La propuesta es que, puesto que los beneficiospueden ser útiles y dañinos, se deben diferenciar por el uso que sehaga de ellos, y en algunos casos poner límites para reconducirpor un camino más coherente los excesos del capitalismo, el quer-er acumular y acumular. Los usos de superávits que conduzcan aadquisiciones devoradoras, demostraciones de poder, explota-ción, destrucción del medio ambiente y crisis, deben ser frenados,mientras que superávits que se empleen para conseguir valoressociales y medioambientales añadidos, investigaciones conveni-entes y cooperación, en una idea, para el incremento del biencomún, seguirán sin cambios deseables. Este tipo de distincionesson omnipresentes: con un cuchillo de cocina puedo cortar

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verduras pero no apuñalar a una persona. Las leyes regulan losusos (no) permitidos de los instrumentos. El superávit de lasempresas no debería comportarse de manera diferente, porqueéste, y en general el dinero, en la economía del bien común es sóloun instrumento y no un fin en sí mismo. Si no, podría convertirseen un instrumento mortal.

Usos permitidos de los superávits

1. Inversiones. El grueso de las inversiones de la eco-nomía nacional se financia con superávits (beneficiosde las empresas). Esto puede permanecer igual en elfuturo ya que las inversiones pueden impactar comoalgo valioso, orientado al bien común y que eleven lacalidad de vida. De todas formas, se debe diferenciarde nuevo entre instrumento y fin, ya que las inver-siones pueden ser empleadas de maneras diferentes,como un cuchillo. Por ejemplo para a) obtener ener-gías renovables, producir alimentos biológicos u ofre-cer servicios educativos y médicos; o bien para b) talarselvas, establecer granjas masivas de animales, fabri-car todoterrenos de veinte litros de consumo o armasnucleares. En el futuro sólo se deben realizar aquellasinversiones que proporcionen un valor social y ecoló-gico añadido. Para ello se debería establecer un cálculodel bien común para cada inversión (importante),

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igual que se hace hoy en día con el cálculo de gastosfinancieros. Se emplearía un nuevo instrumento delbien común, junto a la medición del rendimiento glob-al de la empresa, para la decisión de inversiones. Conesto se evitarán condiciones indignas de trabajo, no seproducirán daños en el medio ambiente ni se desarrol-larán tecnologías de riesgo. El núcleo estructural deeste pensamiento se introdujo hace tiempo en la polít-ica. Diferentes agrupaciones sociales proponen somet-er las leyes a controles de tolerancia social, sostenibil-idad y no discriminación, por ejemplo. Exactamente lomismo debe suceder para las inversiones de lasempresas. Así como las leyes determinan la direcciónde desarrollo de una comunidad democrática, deber-ían las decisiones de cómo invertir determinar la tend-encia de desarrollo de una empresa y de una economíanacional de la manera más cautelosa posible. En cu-alquier caso sobre una valoración básica más complejaque la que casi exclusivamente se emplea actualmente:la habilidad de crear beneficio. Para la incorporaciónde capital externo, y por añadidura para el control in-terno de los planes de inversión del bien común, exi-stiría un control externo por parte del banco. La bancademocrática, que ha ido tomando forma en Austriadesde la primera edición del libro, examinará no sólola solvencia de aquellos que solicitan un crédito, sino

también el valor añadido para el bien común[18]. Elplan de negocio del futuro tendrá una apariencia difer-ente a la actual.

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2. Provisiones para pérdidas. En una economía de mer-cado monetaria ninguna empresa puede hacer cadaaño un balance con resultado cero, a veces va mejor yotras peor. Por eso ya existen actualmente instru-mentos como la cuenta de pérdidas (para hacer el bal-ance y la declaración de impuestos) así como las provi-siones para futuras pérdidas. Ambos instrumentos sepueden continuar usando en el futuro para dejar a lasempresas un poco de margen. No obstante, las provi-siones deben estar vinculadas a dos condiciones deci-sivas. Primero, deben estar limitadas, por ejemplo, acinco años y a un pequeño porcentaje de la factu-ración. Y segundo, no se deben emplear para inver-siones financieras, comúnmente especulaciones. Si seemplean como activos circulantes, deben ser deposita-dos en un banco orientado al bien común como elbanco democrático.

3. Aumento del capital propio. El tercer uso permitido delos superávits del balance es el pago completo de cap-ital externo, de créditos bancarios. A la vista de la me-dia de las cuotas de capital propio de las pequeñas ymedianas empresas es presumible que este uso del su-perávit no traería grandes cambios a la situación actu-al. La mayoría de las empresas están fuerte o muyfuertemente endeudadas, y no obtienen beneficios losuficientemente grandes como para pagar sus deudas.Para esas empresas no cambia técnicamente el bal-ance, las deudas permanecen. En cualquier caso, el en-deudamiento de las empresas pierde en la economíadel bien común dos de sus aspectos negativos: ni sepueden efectuar inversiones dañinas como

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consecuencia del control del bien común de todos loscréditos, ni se crea una significativa presión de creci-miento a través de intereses, ya que éstos se conver-tirían en comisiones más reducidas que sólo cubriríanlos costes operacionales de los bancos.

4. Reparto a los colaboradores. Cuando un año ha sidomás satisfactorio de lo que se esperaba, todos los quehan colaborado deberían poder aumentar sus in-gresos. Pero los ingresos están limitados a un númerode veces concretas del salario mínimo, también paralos propietarios que colaboran. Dónde debe estar ellímite, debe ser desarrollado por convención económ-ica y ratificado por el pueblo soberano.

5. Préstamos a socios. El que quiera ayudar a otrasempresas, clientes o proveedores, puede concederlespréstamos sin intereses. Ya que la cooperación se in-centiva constantemente, se potencia esta forma (finan-ciera) directa de solidaridad. Los flujos de dinero ser-ían más económicos y las empresas se ahorrarían elcamino al banco.

Usos no permitidos del superávit

Lo explicado hasta aquí era posible y estaba permitido. Decisivosson los usos que ya no se permitirán.

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1. Reparto de beneficio entre propietarios que no trabajan enla empresa. El núcleo del capitalismo se basa en que unos —losdueños del capital, los poderosos— se apropian legalmente de laplusvalía de los otros, los que no son dueños de capital, los que notienen poder. La pregunta es cómo se ha llegado a que muy pocostengan mucho capital y muchos muy poco, y qué se puede hacersistemáticamente contra esta situación. El punto delicado del de-bate es que hay muchos caminos diferentes para alcanzar un grancapital. Algunos de ellos son acordes con todos los valores básicosde la sociedad (trabajo personal teniendo en cuenta al mismotiempo a todo el mundo, sentido de la responsabilidad); otros, sinembargo, entran en llamativa contradicción (desaprensivabúsqueda de riqueza y poder, trampas, suerte o herencia degrandes fortunas sin mover un solo dedo). La posibilidad de re-partir los beneficios de las empresas entre personas que no hanañadido valor al trabajo anima en muchos casos no al comprom-iso personal y a la responsabilidad, sino a tendencias peligrosas.

2. Disociación de poder y responsabilidad. Al separar a lospropietarios con capacidad de decisión de los trabajadores en lasempresas, se produce una pérdida de responsabilidad y de es-crúpulos, por ejemplo con el cierre de empresas lucrativas, la de-strucción de miles de puestos de trabajo o la omisión de inver-siones a largo plazo.

3. Reparto injusto hasta la explotación. El anonimato impulsala desigualdad y la desmesura. En las últimas décadas, la tasa debeneficios de la economía nacional ha experimentado una alza acosta de la cuota de los salarios. En 2010 siete de las treintaempresas DAX repartieron más dinero entre sus accionistas quelos beneficios obtenidos el año anterior. Nos encontramos en latransición de los dividendos hacia la expropiación. Al mismo

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tiempo, las grandes empresas pagan menos impuestos o inclusoobtienen desgravaciones fiscales.

4. Motivo absurdo. El lucro puede ser un motivo para fundaruna empresa que no aporte ningún interés personal ni creativo.

5. Concentración de poder y retroalimentación positiva. Siquiero tener una empresa en la que yo no trabaje, puedo tenercientos de empresas y ser cada vez más rico y poderoso (laposesión y el incremento de poder vinculado se convierten en ob-jetivo, no en medio, un sinsentido). El reparto desigual de losbienes en las empresas es una fuente central de desigualdad tantoen ingresos como en bienes.

Sería más responsable y enfocado al rendimiento si sólo el tra-bajo fuera una fuente de ingresos y el poder de decisión permane-ciera en mayor grado en la empresa. Por eso:

• El capital sólo tiene que ser un medio, pero su amp-liación no debe ser el fin o la fundamentación de laempresa.

• Ese medio debe ser repartido lo más igualitariamenteposible, especialmente al principio, al comenzar lavida laboral (igualdad de oportunidades).

• La adquisición de capital debe conectarse básicamenteal rendimiento y responsabilidad personales.

• Los réditos de capital deben beneficiar a aquellos quelos han hecho posibles con su trabajo.

Por estos motivos, sólo las personas que trabajan en laempresa deben participar en los beneficios que ésta genera. En laeconomía del bien común hay un salario mínimo y máximo paracada hora de trabajo. Por ejemplo, se puede establecer que lo per-cibido como máximo por una hora trabajada sea diez veces lofijado para el mínimo. El que trabaja más horas, puede tambiénganar más, pero para cada hora, salvo tareas nocturnas o

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especiales, es válido el factor multiplicador máximo de diez. (Éstees un valor inicial pensado para ser sometido a amplio debate. Amí no me parece ni ideal ni válido para siempre. Se trata simple-mente de empezar la siempre postergada discusión democráticasobre la desigualdad máxima. Decisiva en cualquier caso será lasoberanía democrática.)

El objetivo principal de este escenario de repartos es secar unafuente de desigualdad y concentración de poder. Si el capital delas empresas se puede sacar de éstas, entonces crece el alicientede los propietarios para efectuarlo en contra de los intereses delas empresas y de las personas que trabajan en ellas. Sólo unospocos toman decisiones y cosechan los frutos, y encima sin habertrabajado.

Para la mayoría de las empresas no va a cambiar nada, porqueno sacan ningún beneficio de las personas de otras empresas. Yaquí aparece casi siempre un malentendido. Muchas pequeñasempresas se tienen por orientadas al beneficio e interpretan quesus ingresos proceden del beneficio del superávit comercial. Esopuede y debe ser igual en el futuro, con la salvedad de que ese be-neficio será percibido como salarios de las personas que trabajanen las empresas. (El problema descrito no es tanto el repartoentre los fundadores de las empresas, sino entre personas que notrabajan en las empresas.) En la mayoría de las sociedades per-sonalistas se obtiene un beneficio tan bajo que los ingresos de losempresarios están hasta diez veces por debajo del salario mínimolegal. No se verían afectados por las limitaciones de beneficio.

Las afectadas son principalmente las sociedades anónimas.Según los fundamentos ya mencionados, en el futuro no deben ex-istir los dividendos. Algunos datos de las sociedades anónimasson menos conocidos: a) las acciones cada vez contribuyen menosa la financiación de las empresas: en Estados Unidos la bolsa ab-sorbió en la década de los noventa más dinero que las sociedades

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anónimas, que a su vez bombearon dinero a la bolsa; en Francia el

saldo es de cero[19]. b) Las innovadoras start-ups sólo consumencapital de la bolsa en contadas excepciones, en general ayuda la

afinidad[20]. c) La relación entre propiedad y responsabilidad enla mayoría de las sociedades anónimas se ha perdido.

Originariamente se tenía a las sociedades anónimas porempresas de alto riesgo. Los propietarios respondían con su pro-pio patrimonio por las empresas. En 1856 en Estados Unidos selimitó la responsabilidad personal a la medida de la participación

en la empresa[21]. Hoy en día, cada vez más a menudo los con-tribuyentes responden por los accionistas. Por ejemplo, en los res-cates de bancos o empresas automovilísticas arruinadas. En vezde exigir una contribución adicional a los propietarios, los con-tribuyentes les recompensan por su mala gestión económica yfalta de responsabilidad. Esto motiva la tendencia de las so-ciedades anónimas hacia una especial crueldad, falta de re-sponsabilidad y menoscabo de la democracia.

En este punto se plantea habitualmente la pregunta de por quélos hombres ponen su capital a disposición de las empresas si nopueden obtener más réditos. ¿Quién debería asumir el riesgo delos inversores? Respondiendo sistemáticamente, en la economíadel bien común las empresas pueden recibir capital (financiero)externo a través de cuatro caminos diferentes:

• Capital ajeno, prestado por bancos orientados al biencomún. Como los bancos no distribuyen ningún bene-ficio ni pagan intereses por los ahorros, los créditosserían de media evidentemente más favorables. Losgastos y las comisiones por créditos deberían tan sólocubrir los gastos del banco. Además, si se cierra elcasino financiero global, se amontonarían en los

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bancos los bienes de la gente y estarían ampliamente asu disposición.

• Capital social. Las personas pueden involucrarse enlas empresas. La diferencia radica en que por ello nose obtendrán réditos financieros ni tampoco podránvender parte de la empresa a los mercados (participaren bolsa). A cambio, conservan tres ventajas: 1. Sonpropietarios de una empresa coherente, con sentido. 2.Por su patrimonio, tienen derecho a hablar y puedeninfluenciar a aquellas empresas que les sean afines. 3.Recuperan su dinero en caso de que sea necesario; nose trata de un regalo. Desde el punto de vista de laempresa se trata de un capital sin costes (no arrastraintereses ni dividendos) y, por lo tanto, más baratoque los créditos bancarios. Las empresas obtienen asíun gran incentivo para poner capital social. Para ellotienen que volverse muy atractivas. Pero como el at-ractivo ya no podrá ser el dinero, habrá que emplearuna alternativa diferente: ¡tiene sentido! Las empresasmás coherentes obtendrán dinero suficiente. Y el in-strumento que las va a ayudar a conseguirlo es el bal-ance del bien común. De repente, todo el sistema fun-ciona en la dirección correcta. Como la capacidad fin-anciera en proporción a la economía se incrementa ex-ponencialmente, en el futuro se desplazará una partecada vez más grande del capital hacia la búsqueda desentido. En otras palabras, es suficiente con que unaparte del patrimonio privado de las empresas estédisponible como capital social sin coste, porquesiempre va a haber más capital financiero.

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• Capital propio aportado por jóvenes colaboradores,que traen consigo su «dote democrática» a las empres-as y amplían el capital propio. La reforma del derechode herencia (capítulo 4) posibilita que aporten no sólosu mano de obra sino también cierta cantidad al capit-al a las empresas.

• Capital ajeno sin costes. Las empresas pueden hacersepréstamos —sin intereses— las unas a las otras. Se lasrecompensará por ello mediante el balance del biencomún. Además, su beneficio es la experiencia de lasolidaridad y la mejora del balance de la economíacomún. En la economía del bien común el dinerodesempeña un papel diferente al actual. Como valor decambio y como capital en la empresa propia, per-manece como un bien privado; como un crédito o cap-ital en otras empresas, se convierte en un bien público.

1. Adquisición y fusión de empresas. El segundo uso nopermitido del superávit de las empresas es la adquisi-ción de otras empresas en contra de su voluntad. Gra-cias a la nueva orientación de las empresas desapareceel motivo más habitual para las adquisiciones. Si lasempresas ya no están orientadas al beneficio, se pierdecasi por sí sola la orientación al crecimiento como fi-nalidad. Ya no es necesario conseguir ser tan grandecomo sea posible para a) obtener altos beneficios, b)devorar a la competencia, c) que la competencia no tedevore.

2. En general ya no será finalidad el crecimiento monet-ario en el ámbito económico, porque el crecimientosólo se empleará como medio para alcanzar una nuevameta: la mayor aportación posible para el bienestar

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general, que será medida a través de los nuevos indic-adores de éxito económico. Si inversiones, incremen-tos del volumen de negocio o adquisiciones amistosassirven para este fin, entonces, bienvenidos sean. Encualquier caso, en la adquisición de empresas, se debealcanzar una mayoría específica favorable a la fusiónentre los empleados, gerentes y propietarios de ambasempresas. No se podrá adquirir de manera hostil nin-guna empresa, tal y como se acostumbra a hacer hoyen día, en la dictadura de los capitales más fuertes, y elconsiguiente canibalismo económico sistemático.

3. Inversiones financieras. Las empresas deben obtenersus ingresos solamente a través de los productos quefabrican o los servicios que prestan, no a través de op-eraciones financieras. Un peluquero está ahí para cor-tar el pelo o aplicar un tratamiento facial, no parahacer más y más dinero; un granjero debe producir al-imentos saludables y mantener el ecosistema estable ydiverso, no enriquecerse sin parar. Un banco está ahípara convertir los ahorros en créditos baratos, no parahacer del dinero más dinero. Hoy en día las grandesempresas han pasado de ser simples deudores aacreedores, porque obtienen su dinero no a través dela producción, sino a través de apuestas en el casino,del comercio de acciones o de negociar con intereses.De algunas corporaciones de la industria se dice queson «grandes bancos con pequeños bancos de tra-bajo». La empresa farmacéutica Roche fue denomin-ada como «un gran banco conectado a una pequeña

farmacia»[22]. En la economía del bien común el

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dinero es sólo un medio para producir, no para sacarbeneficio. No habrá más casinos financieros. Los act-ivos financieros, si no se guardan en las cajas fuertesde las empresas, deben depositarse en bancos no ori-entados al beneficio, para que éstos pongan el dineroal servicio del bien común, de tal manera que se puedadistribuir rápida y favorablemente entre aquellos quelo necesiten en ese momento. El efectivo en la eco-nomía del bien común es también parte de la estruc-tura pública y no sólo un bien privado.

4. Donaciones a partidos políticos. La financiación departidos políticos a través de empresas está prohibida.Sólo las personas físicas pueden efectuarfinanciaciones.

A cambio, se suprime el impuesto sobre el beneficio para lasempresas. El Estado no debería tener interés en generar grandesbeneficios. Además, no tiene mucho sentido poner un impuestosobre un «medio».

Fin de la obligación de crecimiento

Esta diferenciación en el uso del superávit del balance financierova a desviar la ambición de éxito empresarial. Alcanzar la maxim-ización del beneficio no es ni deseable ni factible. Ya no habrá másexcesos en el beneficio. Se pondrán límites mínimos y máximos,

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se prohibirán las adquisiciones hostiles, se medirá el éxito medi-ante el balance del bien común.

A través de la suma de estas medidas expira la obligación decrecimiento en la economía. Esta obligación era el resultado de lacombinación de medir el éxito mediante indicadores monetarios(orientación al beneficio financiero) y la competencia. Si estoy encompetencia con otras empresas, tengo obligatoriamente que con-seguir un mayor beneficio financiero que ellas porque si no micalificación de crédito empeora, se encarece mi financiación o dir-ectamente mi empresa es absorbida. A menudo se subestima lodecisivo que es el beneficio financiero para la supervivencia de lasempresas. Hay un conjunto de factores influyentes para el éxitode una empresa: calidad, innovación, eficacia, humanidad, faltade consideración, tamaño, flexibilidad… Pero hay una única con-dición decisiva: el beneficio financiero. Al final del día, el benefi-cio decide sobre vivir o morir, independientemente de la calidad,la fuerza innovadora, el tamaño, la popularidad, la responsabilid-ad civil o del resto de factores.

El crecimiento sirve para tener un beneficio mayor que la com-petencia, defenderse de adquisiciones hostiles o incluso adquirirotras empresas. El crecimiento es inmanente al sistema, ya queéste está programado para perseguir el beneficio y lacompetencia.

De ahí la «desprogramación»: cuando el «éxito» no seequipare al balance financiero ni se pueda devorar, las empresaspodrán por fin, de manera apacible y despreocupada, determinary pretender un tamaño coherente y «óptimo». Caducará ladinámica capitalista del sistema: todos se verán libres de la ob-ligación generalizada de crecer y llevar a cabo adquisiciones.

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Tamaño óptimo

«El que piensa en un crecimiento exponencial e infinito en unmundo con fronteras o es un loco o un economista», formuló elreconocido economista estadounidense Kenneth Boulding. Paramuchos de sus colegas eso todavía no es aceptable. Erich Stre-issler, longevo profesor de economía nacional de la Universidadde Economía de Viena, afirmó que «es correcto que el desarrollosostenible es lo mismo que el mayor crecimiento posible a largo

plazo»[23]. Pero la intuición más valiosa respecto al crecimiento,desde mi punto de vista, la aporta Leopold Kohr: el crecimiento

en la naturaleza es un medio para alcanzar el tamaño óptimo[24].Eso es justo lo que debería suceder en economía, ambicionar eltamaño óptimo de la empresa. Actualmente el crecimiento es unfin en sí mismo; mañana, sólo será un medio. Si algo es demasi-ado pequeño, querría ser mayor. Si una empresa se ha vueltohipertrófica, por ejemplo un banco sistémico, el crecimiento quelleva al tamaño óptimo es negativo. En la economía del biencomún esto no sería ningún problema, porque se trata del creci-miento de utilidades sociales, para el bien común. Sin embargo enel orden económico dominante esto es un desastre absoluto. Laretracción monetaria significa recesión y depresión.

En el cuerpo humano, al igual que en el resto de los seresvivos, se reconoce fácilmente qué papel podría desempeñar deforma coherente el crecimiento: hasta alcanzar el «tamaño óp-timo», crecemos de manera material. Pero en un punto determ-inado finaliza, y después se traslada el desarrollo a un plano nomaterial: maduramos en lo emocional, social, intelectual y espir-itual. Los seres humanos no son menos «exitosos» por ello,porque no miden su éxito en la vida según el tamaño de su masacorporal.

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Cooperación estructural

Tal vez el ejercicio de reflexión más difícil de la economía del biencomún es la visualización de que las empresas no deben actuarunas contra otras, sino unas con otras, y, al hacerlo, serán recom-pensadas por ello.

Esta reflexión va a costar esfuerzo a algunos lectores, porquehoy en día es «normal» que los competidores se afanen endañarse e incluso eliminarse unos a otros. Deberíamos tal vez sermás concretos y hablar de «contrapetencia». El término «compe-tir» proviene del latín, «competĕre», que en origen no significaba«rivalizar unos con otros» sino «buscar juntos», significado esteque se aproxima a lo que hoy en día entendemos por «coopera-ción». ¿No resulta obvio que «rivalizar» no puede ser eficaz? Lainteligencia de grupo es mayor que la inteligencia aislada de unindividuo. Casi todos los grandes desarrollos técnicos son frutodel aporte de muchos, de una «búsqueda común», no de una solapersona. La ciencia es una cooperación histórica de innumerablespensadores e investigadores.

En la economía del bien común no se elimina la competencia.La economía del bien común no deja de ser una economía de mer-cado, y como tal, se fundamenta en algunos de sus pilares:empresa privada (mercado) y dinero. En tanto que existan elderecho de fundar libremente empresas y la posibilidad de quequiebren, inevitablemente coexistirá la opción de competencia. Sise mantiene e incentiva, la economía se convierten en un campode batalla. Si por el contrario el comportamiento «contrapetitivo»se convierte en una desventaja dentro del marco de incentivos,pasará casi inadvertida.

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En la economía del bien común es por tanto posible la competen-cia. Sin embargo, cuanto más se abran paso las empresas acodazos, cuanto más agresivas se comporten frente a las demás,más empeorarán sus balances del bien común y se incrementaráel riesgo de que quiebren. Por el contrario, cuanto más cooperen yse ayuden unas a otras, mejores serán sus resultados en el balancedel bien común y más real será la posibilidad de que sobrevivan.En cualquier caso, no a costa de las demás, sino con su colabora-ción. Del actual sistema ganar-perder (win-lose), pasamos a unoen el que ganan todos (win-win).

¿Cómo pueden las empresas ayudarse unas a otras? Como losvecinos o amigos, de maneras muy diversas. Como, por ejemplo:

• compartiendo conocimientos;• traspasando pedidos;• cediendo mano de obra;• ofreciendo préstamos sin intereses o procurándose

mutuamente compensaciones de liquidez.También evitando comportamientos agresivos como, por

ejemplo:• estableciendo un sistema de información de sus pro-

ductos igualitarios en vez de emplear publicidadmasiva;

• evitando el dumping en los precios para conquistar yacaparar mercado;

• no apropiándose de patentes sólo para bloquearlas;• no absorbiéndose unas a otras.

Si las empresas son recompensadas por ayudarse unas a otras,entonces, el enfrentamiento estructural y la actual competenciapor eliminarse o adquirirse mutuamente se tornarán en coexist-encia amistosa en el peor de los casos y, en el mejor (debido a las

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ventajas legales), en cooperación activa. El que piense que esto esuna invitación para la formación de cárteles continúa con la men-talidad capitalista actual. Hoy en día los cárteles no son la finalid-ad en sí, sino un medio para aumentar el beneficio. Si los benefi-cios no se pueden incrementar (los superávits sólo se emplean enel bien común), la formación de cárteles pierde sentido. La co-operación por el contrario es un instrumento eficaz para con-seguir el objetivo de las empresas, el mayor aporte posible al bien-estar general, en un éxito. De repente, la cooperación y la eco-nomía ya no entran en contradicción, se corresponden.

Lo que va a aumentar la disposición de muchas empresashacia la cooperación es aspirar a un tamaño óptimo y terminarcon el crecimiento como una finalidad. Una empresa que ha al-canzado su tamaño óptimo lo tendrá más fácil a la hora de poner adisposición colectiva sus conocimientos y tecnologías (know-how)o de traspasar pedidos, porque no lo interpretará como una des-ventaja (pérdida de tamaño y de cuota de mercado), si no comouna relajación (trabajo en equipo, sin estrés, y a la vez solidariocon otras empresas).

Quiebra

Junto al dinero y a la propiedad privada (productiva), la posibilid-ad de quiebra es el tercer criterio para que la economía del biencomún sea una forma de economía de mercado. En cualquier caso

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y en comparación con la economía capitalista competitiva, laquiebra es improbable en la economía del bien común, porque:

• la tendencia es construir empresas con sentido, ya queel beneficio como motivo para la formación de empre-sas más o menos desaparece;

• en las empresas democráticas todos prefieren tirar dela misma cuerda; así, con acercamientos comunes,pueden evitar de forma más eficaz la bancarrota;

• tercero y más importante, las empresas son recom-pensadas por cooperar unas con otras y penalizadascuando compiten.

Las empresas que rehúsan la cooperación y sólo cumplen unosestándares mínimos están predispuestas a tener las peores cartas.Estas empresas son las primeras en quebrar porque, a causa desus colores poco atractivos, ni logran la confianza de los consum-idores ni consiguen ventajas legales. Más bien lo que consiguenson desventajas frente a las empresas cooperativas y respons-ables, un reflejo invertido de lo que sucede en la actualidad,donde los que presionan escrupulosamente con los salarios ensu-cian el medio ambiente y evaden impuestos obtienen ventajaseconómicas, y con ello, la capacidad de ser más competitivos. Hoyen día se antepone a menudo poder y tamaño frente a calidad, yen contra del carácter humanitario.

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Gestión cooperativa del mercado

La economía del bien común es una economía de mercado, nouna economía dirigida. Por eso, también en el futuro existiránfluctuaciones de mercado. Puede suceder que la demanda en unsector de repente se interrumpa, o que la oferta se incrementerápidamente por la entrada de una nueva empresa en el mercado.(El crecimiento de la demanda y la reducción de la oferta presum-iblemente no serían ningún problema para las empresas.) Pero¿qué pasa en la economía del bien común cuando por una dismi-nución de la demanda o por una innovación tecnológica ya nosean necesarias tantas empresas o, en todo caso, tantas horas detrabajo como hasta ahora?

Para empezar, la clásica reacción hoy en día sería: en los futur-os mercados «más pequeños» se recrudecería la (feroz) compet-encia y todos los participantes rebajarían sus precios hasta queuno o varios —todos a la vez en el peor de los casos— se den porvencidos, se declaren en quiebra o sean adquiridos. La competi-ción del mercado actual es un sistema win-lose, o se gana o sepierde.

En la economía del bien común, todas las empresas prepara-das para cooperar de un sector afectado podrían convocar un«comité de crisis o de cooperación» para discutir conjuntamentesi lo mejor para el bienestar es:

1. disminuir todos los horarios laboralesproporcionalmente;

2. reducir todos los puestos de trabajo y organizar cursosde formación ocupacional;

3. reducir significativamente un negocio o mediante es-fuerzo común procurar su especialización en nuevastareas;

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4. cerrar un negocio y encontrar puestos de trabajo al-ternativos para los afectados;

5. fusionar voluntariamente dos negocios en uno, con lacondición de que ese negocio no sea muy grande (paraello tiene que haber criterios «objetivos», es decir, so-ciales y legales, y «subjetivos», es decir, democráticose internos del negocio).

O simplemente encontrar otros caminos. El parlamento econ-ómico local evidentemente también se podría implicar en labúsqueda de soluciones alternativas. Tal vez se necesite urgente-mente en otros sectores mano de obra o se hayan organizado es-cuelas de formación ocupacional.

No se puede descartar por completo que una empresa sequede fuera. También en la economía del bien común se puedenabortar proyectos ya que permanece cierto grado de «riesgo». Mi-entras que hoy en día es eliminada la empresa con el peor balancefinanciero —independientemente de la calidad, el cuidado del me-dio ambiente o la responsabilidad social—, en la economía del bi-en común se disuelve aquella empresa que tenga el peor balancedel bien común, es decir, aquella que la sociedad no quiere quepermanezca, que no coopere con las demás y que tampoco se dejeayudar.

La diferencia decisiva respecto a la situación actual sería portanto que las empresas se comportarían de manera más solidariae intentarían permanecer todas a bordo, mientras que ahora loque intentan es tirar a otras por la borda o devorarlas. Las empre-sas, en vez de actuar bajo el lema «comer o ser comidos», loharían siguiendo el eslogan «vive y deja vivir».

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Seguridad social y años sabáticos

Mientras exista la posibilidad de quiebra, puede suceder que hayapersonas que pierdan su trabajo remunerado y por tanto su fuentede ingresos. Éste es uno de los motivos por los que en el sistemade la economía del bien común todas las personas se tomarán unaño por década en su vida laboral para dedicarse a otras cosas. Encuarenta años, serían cuatro años por persona. Desde el punto devista de las circunstancias actuales, se liberaría alrededor del 10por ciento de puestos del mercado laboral. Sólo con esta medidase resolvería la cuestión del paro laboral en la Unión Europea; losque estén haciendo una pausa, estarían de año sabático. Duranteeste año sabático percibirían el salario mínimo legal o bien unsueldo fijado de manera democrática. El hecho de que todas laspersonas disfrutarían por igual de esta «carencia de trabajo remu-nerado» no deja lugar a un debate envidioso. Todos son tratadospor igual, nadie financia a nadie. Esta opción vital no sólo subiríala autoestima de muchas personas que actualmente están en paro,sino que también incrementaría la sensación de libertad, porquelos años se pueden emplear para ampliar la formación, ocuparsede la familia, el arte, el ocio, la naturaleza o cualquier otra pasión.Disminuiría el valor de los puestos de trabajo productivos y remu-nerados mientras que se revalorizarían otros contenidos vitales.

Confío en que estos cuatro años de carencia sean suficientescomo seguro social, porque el número de personas que se hanquedado fuera del sistema disminuirá. En la economía del biencomún las empresas no tienden a destruir empleo para aumentarel beneficio, más bien al revés; en caso de paro crearán puestos deempleo para mejorar el balance del bien común. La dinámica delsistema se invertirá, de la supremacía del «coger» a la preeminen-cia del «dar»; así se produce sistemáticamente no escasez, sino

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abundancia. En tercer lugar, aumentará fuertemente la motiva-ción de la mayoría de la población activa en comparación con laactualidad, porque participando en la gestión y organización estáninvolucrados tanto en la configuración como en el éxito de lasempresas. En cuarto lugar, la motivación por participar en el pro-ceso de producción será más alta porque el horario y el clima detrabajo serán en general más humanos. Gracias al cambio de estascircunstancias, me parece contrario al sistema que sigan siendonecesarias prestaciones tales como ayudas por desempleo, a los

más necesitados, de carácter social o el Hartz IV[25].

Ingresos solidarios

No obstante, se debe considerar para casos de emergencia unosingresos solidarios, por ejemplo de dos tercios del salario mínimo,como último recurso de ayuda. En la práctica, la economía del bi-en común nos mostrará si es necesario o no.

En cualquier caso sí tiene que haber siempre que sea necesariauna remuneración solidaria para personas con discapacidades onecesidades especiales y que no puedan trabajar o sólo puedanhacerlo parcialmente. La cantidad puede ser, por ejemplo, lafijada para el salario mínimo o, en caso de que sea necesario, unamás elevada.

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Pensiones aseguradas

El emparejar las pensiones a los mercados financieros ha sido unode los fallos políticos más grandes de la era neoliberal. Porque,con la esperanza de amplias clases sociales de obtener provechode los beneficios del capital —incluso siendo insignificantes encomparación con los de los realmente ricos—, desaparece uno delos conflictos esenciales de intereses en la sociedad capitalista: elque existe entre la minoría que acapara la mayor parte de los be-neficios obtenidos del capital y la mayoría, que son los que hangenerado y pagado dichos beneficios mediante su trabajo.

La privatización de las pensiones no las ha vuelto ni más se-guras, ni más sociales, ni más baratas; ha entrado en contradic-ción con estos tres criterios. Lo he investigado y descrito detalla-

damente[26].La alternativa más obvia es ésta: en la economía del bien

común se rehabilitará el desacreditado contrato intergeneracionaly se reforzará el sistema de distribución de fondos de la SeguridadSocial. Que esto es posible, en contra de la creencia generalizadapor culpa del lavado de cerebro propagandístico, ya lo he ex-puesto con total claridad y detalle. La capacidad de financiaciónde las pensiones con fondos por parte de la Seguridad Social de-pende de aproximadamente una decena de factores. El cambiodemográfico, tenido como problema irresoluble por los procedi-mientos de cobertura de capital, puede absorberse a la perfecciónen un proceso de distribución adoptando determinados ajustes.Desde hace un siglo, la población envejece rápidamente. Y esto noha sido un problema financiero para las pensiones hasta que elmercado asegurador privado ha instaurado la mayor patraña pos-ible a nivel internacional para sacar provecho. En la economía delbien común ya no van a existir ni bancos ni aseguradoras

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enfocadas al beneficio, el sistema financiero se va a convertir enun bien público. Las pensiones, y por ende su reparto, no van aser por ello menos seguras.

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III

La banca democrática[27]

La economía del bien común necesita un sistema financiero com-pletamente distinto al que existe actualmente. Desde el punto devista de su utilidad para la sociedad y para el bien común, la liber-alización y la globalización de los mercados financieros han vueltoa los bancos totalmente ineficientes. Los ha alejado de su tarea es-encial, la transformación de los ahorros (capital financiero) encréditos accesibles para las empresas y hogares locales. Las in-stituciones bancarias internacionales orientadas a la obtención debeneficio por una parte ya no cumplen esas tareas esenciales y,por otra, no lo hacen de manera satisfactoria.

• No pueden garantizar las cuentas de ahorro.• Ofrecen préstamos caros o directamente no los con-

ceden («restricción crediticia»).• Encarecen los costes de mantenimiento de las cuentas

y en algunos países incluso se llegan a cerrar lascuentas corrientes cuando los clientes se niegan a ad-quirir acciones o fondos (por ejemplo, en GranBretaña).

• Menguan las cadenas de sucursales y la atenciónbásica mediante asesoramiento personal.

En lugar de eso, se dedican a negocios tales como:• poner en peligro la estabilidad del sistema financiero:

banca de inversión, emisión de derivados financieros,

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comercio con títulos crediticios, especulaciónmonetaria;

• redistribuir de la multitud a los ricos: fondos de altorendimiento, bonus y dividendos desmesurados, ase-soramiento en la evasión de impuestos;

• perjudicar al Estado cuando se dejan rescatar condinero que proviene de impuestos, en vez de exigir re-sponsabilidades a los propietarios (accionistas).

Examinados con detenimiento, los «mercados financierosglobales» son una contradicción en sí mismos. En el mercado lib-eralizado, los bancos tienden a esforzarse por conseguir untamaño que los haga competitivos. Ése incluso es el objetivo explí-cito del mercado único europeo y del mercado mundial para losservicios financieros dentro del marco de la Organización Mundi-

al del Comercio (OMC)[28]. De ese modo se vuelven obligatoria-mente «sistémicos» e invalidan muchas reglas fundamentales delmercado: 1) la quiebra: los bancos sistémicos están condenados ala vida eterna; 2) con ello se acaba la competencia justa. El «mer-cado» tampoco existe por los siguientes motivos:

• Los ahorros están garantizados por el Estado.• La refinanciación de los bancos se efectúa mediante el

Banco Central estatal.• También papá Estado procura la estabilidad del

sistema.• No son los accionistas los que responden cuando ban-

cos sistémicos se vuelven insolventes («responsabilid-ad de los propietarios») sino los contribuyentes.

Y para colmo, el poder de estas corporaciones internacionalesse ha vuelto tan grande que se oponen con éxito a fragmenta-ciones, regulaciones e imposiciones. No quieren ni mercado nidemocracia. Dañan más que sirven a la comunidad y a la

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economía. No son sólo económicamente sistémicos, sino sobre to-do políticamente, y, por eso, representan la muerte de la demo-cracia: «toobigtojail».

La economía del bien común, por todo lo explicado, se basaráen otro sistema financiero completamente diferente. El dinero enforma de crédito debe ser un bien público y los mercados financi-eros deben ser cerrados.

• Gestión de activos. No va a haber más fondos. Las per-sonas depositarán sus activos financieros en la bancademocrática, bancos cooperativos o cajas de ahorros,que sólo negociarán con depósitos y créditos. Las per-sonas viven de los salarios, no de los rendimientos delcapital. Con esto, sus activos monetarios permanecer-án seguros y estables, se garantizarán independiente-mente de su tamaño.

• Bolsa. No habrá mercados en los que se comercie conempresas. Tampoco dividendos. La sociedad anónimadel futuro será una sociedad con participaciones deciudadanos a nivel regional (por ejemplo, en el sectorde la alimentación y la energía) o global (por ejemplo,en software o alta tecnología).

• Deuda pública. Si es que todavía existiera, no secomerciaría con ella, tan sólo se contendría, y el inter-és se fijaría democráticamente. Básicamente, el BancoCentral se ocuparía de la financiación del Estado, sin

intereses[29].• Bancos de inversión. No debe haber en el futuro ni de-

rivados, ni títulos de crédito, pero tampoco ofertaspúblicas de venta (OPV) y ni fusiones y adquisicionesde empresas (M&A).

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• Mercados de futuros y de materias primas. Los pre-cios de las materias primas se fijarán democrática-mente en una asamblea, en la que productores y con-sumidores acordarán conjuntamente precios razon-ables para ambas partes.

• Mercados de divisas. El «globo» o «terra» se estable-cerá como la moneda de la economía internacional, ylos tipos de cambio de todas las monedas nacionalesserán «fijados flexiblemente» como monedas de cam-bio (según propuesta de John Maynard Keynes). Labanca democrática cambia las divisas según un tipounitario.

Con esto, se cierran las principales mesas de juego de los casi-nos financieros, de los mercados financieros globales. Las fun-ciones básicas de los mercados financieros serán gestionadas porla banca democrática.

Objetivos y servicios

La banca democrática está obligatoriamente orientada hacia el bi-en común, no hacia el beneficio. Sus valores y objetivos son los dela economía del bien común. Debe fomentar en particular los cir-cuitos económicos regionales y las inversiones sostenibles desdeun punto de vista social y ecológico. La banca democrática ofrecelos siguientes servicios básicos:

1. Garantía ilimitada para los depósitos de ahorros.

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2. Cuentas corrientes gratuitas para todos los residentes.3. Créditos razonables para particulares y empresas bajo

las condiciones de a) solvencia económica y b)creación de valor ecológico y social añadido mediantela inversión.

4. Red de sucursales en todo el territorio con asesorami-ento personal, en sinergia con un sistema democráticode correos, de transportes, de acceso público ainternet.

5. Créditos baratos para el Estado (complementarios alos del Banco Central Europeo) y distribución dedeuda pública (si fuera necesario).

6. Cambio de divisas.Estos objetivos y servicios se podrían fijar en la Constitución y

ser cambiados sólo por los propietarios mediante el principio desoberanía popular democrática. El gobierno y el Parlamento notienen acceso a la banca democrática. Las normas y reglas (de laUnión Europea o de la Organización Mundial del Comercio) queestén en contra de la dirección democrática de la banca deben sersuprimidas.

Transparencia y seguridad

Todas las operaciones de la banca democrática aparecerán en subalance; la creación de filiales en paraísos fiscales está prohibida.La banca democrática no puede acuñar dinero (véase

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«Vollgeld»[30] de Joseph Huber y James Robertson)[31]. Su fun-ción se limita a la de mediadora monetaria entre ahorradores y to-madores de créditos. La banca debe acatar el reglamento pertin-ente relativo al propio capital. No obstante, puede trabajar segúnel acreditado principio de confianza del sistema de los bancos depostguerra y realizar una política de créditos anticíclica en épocasde crisis. Cuando en tiempos de crisis la situación se complicapara las empresas, la banca democrática se muestra más compre-siva. Para esto, tiene capital propio suficiente.

Financiación, refinanciación,quiebra

La banca se financia mediante tasas crediticias. Cubre sus gastos(incluida la morosidad de los créditos, que de media es inferior al1 por ciento de los créditos concedidos). Las personas que traba-jan en la banca democrática gozan de una alta seguridad social yde amplios derechos de co-determinación. Obtienen unos in-gresos dignos, como en todo «bien comunal democrático». Lasdiferencias salariales dentro de la banca no deben superar la pro-porción de 1:3.

La banca concede créditos de los depósitos de particulares, deempresas y del Estado. Como ese patrimonio financiero se incre-menta continuamente, en relación con el PIB en la economía real,tendrá suficiente dinero disponible para créditos (refinanciación).

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Si en un municipio o región no es suficiente con el dineroproveniente de los depósitos para cubrir todos los créditos deaquellos que los quieren usar con fines sociales o ecológicos, se lofacilitarán otros bancos cuyos depósitos de ahorros excedan susnecesidades. La responsabilidad sobre el riesgo de este repartoserá asumida por el Banco Central. Oficia como «última entidadde crédito». La posibilidad de quiebra de una sucursal de la bancademocrática es altamente improbable, por las siguientes razones:

1. El banco no buscará maximizar sus beneficios y portanto su tendencia al riesgo es débil.

2. Los negocios se limitarán al método clásico de crédi-tos; no trabajarán con valores y derivados.

3. Serán válidas normas de seguridad en la concesión decréditos.

4. Los miembros de las juntas directivas personalmenteserán responsables cuando no se siga la normativa.

5. De igual manera, una comisión directa y democrática-mente elegida se encargará de controlar las activid-ades de los directivos.

6. Los directivos distribuirán adicionalmente el informede cuentas y podrán ser cesados en cualquiermomento.

Aun así, puede haber algún caso aislado de quiebra si almismo tiempo se da un número elevado de impagos de créditos.En ese caso, el Banco Central evita la quiebra mediante la recapit-alización. La banca democrática es demasiado importante parafallar, como los colegios, las universidades, el transporte ferrovi-ario o los hospitales. Hoy en día estos servicios tampoco puedendeclararse en quiebra.

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Intereses e inflación

No habrá intereses ni en créditos ni en depósitos de ahorro en elsentido convencional. Los tomadores de un crédito pagarán unastasas crediticias calculadas para que el banco pueda cubrir susgastos, incluidos los costes de créditos morosos, las inversiones ylos aportes a fondos para fines sociales. A diferencia de hoy, loscostes de los créditos no proporcionarán beneficios ni al banco nia los depositarios.

La banca democrática «real» que se está construyendo actual-mente en Austria ofrece intereses a sus clientes según valor demercado sólo al principio. En cualquier caso, les invita desde elprincipio a renunciar a ellos en pro de la realización de valiososproyectos sociales y ecológicos, lo que a la vez hace que baje elprecio de los créditos con que se financian éstos. También ilustrade manera activa sobre las repercusiones del sistema de intereses.

He enunciado en varias ocasiones, y por tres motivos import-antes, por qué estoy a favor de la completa abolición de intereses.

1. Alrededor del 90 por ciento de la población sale perdiendoen un sistema de intereses, porque pagan más por los interesescrediticios de lo que reciben de los depósitos de ahorros. Esto nolo conoce la mayoría, porque los bancos no son muy claros al re-specto. En el «Día Mundial del Ahorro» sólo se nos habla de losintereses que percibimos mediante las cuentas de ahorro. Quetambién los tenemos que pagar en las compras diarias, en las queya están calculados los intereses de aquellos que tienen créditos,es algo que los bancos silencian. Es algo parecido a que de las doscaras del balance nos enseñen sólo una. La banca democrática vaa actuar de manera diferente, porque mostrará las dos caras delbalance en el marco de la economía nacional.

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2. Las rentas del capital de cualquier clase, no sólo los queprovienen de los intereses de los ahorros, provocan una presiónhacia el crecimiento, porque los tomadores de créditos tienen quedevolver más dinero que el que se les ha prestado. La capacidadde carga de la Tierra ya se ha sobrepasado. La «huella ecológica»de la humanidad es mayor de lo que puede soportar el planeta alargo plazo.

3. Un tipo de interés igual a la inflación no es posible en todoslos depósitos de ahorro a largo plazo juntos. Cada año que crezcael patrimonio en relación con los resultados reales de la economía—y eso pasa cada año que la tasa de ahorro sobrepasa la tasa decrecimiento—, se necesitaría una gran parte de los rendimientosanuales de la economía para proporcionar intereses al patrimonioen un nivel constante. Por ejemplo, si los activos fueran un díacien veces mayores que el rendimiento real de la economía, se ne-cesitaría todo el PIB para poder dar un 1 por ciento de intereses.Con una inflación de 1,5 por ciento ni tan siquiera sería posiblemantener el valor de los activos. Matemáticamente, a partir deuna determinada proporción entre activos monetarios y PIB, lareivindicación de intereses no es factible.

La banca democrática aclara qué consecuencias tienen los in-tereses en particular en los títulos de rédito y en general en el sis-tema y en la economía nacional, y prepara a la sociedad para el finde los beneficios «desempleados». En vez de elevar una cortina dehumo entre los ahorradores y los depósitos con eslóganes como«deje trabajar a su dinero por usted», la banca democrática ali-enta con un «mire lo que pasa con su dinero».

Como en la economía del bien común ya no domina la presiónpor el crecimiento, existe la posibilidad de que la inflación se ex-tinga. Con esto también se resolvería el «problema» de la de-valuación de las fortunas financieras y los créditos serían más

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baratos porque hasta los últimos depósitos de ahorro ya no«rivindicaría» intereses para igualarlos a la inflación.

Control social y ecológico de loscréditos

En la concesión de créditos debe tenerse en cuenta el conocimi-ento de la situación local y de los agentes económicos, nada decalificaciones de crédito anónimas. Ya no se comprobará sólo larentabilidad económica de los que busquen crédito, sino tambiénel valor añadido social y ecológico que aporten. Para este «controldel bien común» existirán igualmente una serie de pautas, comopara los controles de solvencia económica. La base del control delbien común será uno de los procesos de valoración empleado en elbalance del común. Los proyectos de inversiones con un valor so-cial y ecológico especialmente alto obtendrán créditos sin inter-eses o incluso con un «interés negativo», es decir, que no tendríaque devolver la totalidad de la cantidad prestada. Por el contrario,los tomadores de créditos cuyos proyectos sólo cumplan los re-quisitos mínimos legales abonarán unas tasas respectivamentemás altas. Los proyectos que generen un valor negativo de tiposocial o ecológico —por ejemplo un solo establo para diez mil ani-males o una central nuclear— no consiguen ningún crédito, in-cluso aunque desde un punto de vista comercial pudieran ser alta-mente rentables. Con esto, por fin el mercado financiero será uninstrumento de gestión hacia un desarrollo social y ecológico

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sostenible. Las «inversiones éticas» se convierten en un estándarlegal.

Créditos y capital de riesgoecosociales

Se ha vinculado a las bolsas y a otros segmentos del mercado decapital de riesgo la esperanza de que obtengan financiaciónproyectos cuya rentabilidad es desconocida. No se tienen encuenta ni los aspectos sociales ni los ecológicos. El departamentode riesgos de la banca democrática asume por fin esa función enlos proyectos con plusvalía social y ecológica. Cada banco demo-crático puede destinar un pequeño porcentaje de sus depósitoscomo capital de riesgo ecosocial. Una comisión ética democrática-mente elegida puede decidir qué proyectos se ponen en marcha.

Una segunda posibilidad, más cercana al mercado, sería quelas empresas que obtengan créditos de riesgo ecosociales en casode tener éxito paguen comisiones más altas y con eso ayuden afinanciar los proyectos sin éxito. Pero también tienen que pasar laprueba de control del bien común.

En tercer lugar, las empresas podrían solicitar directamente laparticipación de los ciudadanos (locales) para alcanzar el capitalnecesario. Los financieros en este caso no obtendrían dividendos,porque el fin de la inversión no es el dinero sino tener sentido yparticipar.

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Subsidiariedad, democracia,control, transparencia

La banca democrática es creada subsidiariamente. La mayoría delos créditos se conceden en un nivel municipal. Los bancos demo-cráticos deciden de manera autónoma. En un nivel municipal seelige directa y democráticamente tanto al director como al consejode administración («junta bancaria democrática»), que le contro-lará. La junta bancaria democrática se compone de representantesde empleados, consumidores, deudores, pequeñas y medianasempresas así como de una representante de la comisión por laigualdad entre hombres y mujeres y de un «abogado». Todos losgremios se componen del mismo número de hombres que demujeres.

Para grandes inversiones y créditos estatales existen losniveles de las comunidades y el nivel estatal, que a su vez se finan-ciarán parcialmente con los niveles locales. Los excedentes de losdepósitos de ahorros se remitirán al nivel superior siempre ycuando sean necesarios. Los representantes de los bancos localesvotan y eligen entre ellos a los directivos y al consejo de adminis-tración del nivel regional, y con éstos, a los del nivel estatal. Ni elplano regional ni el estatal tienen una relación de superioridadjerárquica frente al nivel municipal; todos son elementos equival-entes y autónomos de la asociación que forma la banca democrát-ica. Todos los representantes son responsables del informe decuentas y pueden ser cesados en cualquier momento. Todos losgremios de la banca económica tendrán sesiones públicas.

La transparencia es, junto con la participación, una de las ca-racterísticas centrales de la banca democrática. A través de latransparencia se genera confianza. El balance así como todas las

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operaciones crediticias son —quitando alguna excepción con-creta— públicos y accesibles.

Las cuentas particulares y las transferencias están por el con-trario sujetas a la protección de datos. Sólo los datos fiscales rel-evantes se transmitirán directamente al Ministerio de Hacienda(como pasa hoy con los ingresos laborales). Esta normativa tieneque ser válida para todos los bancos, para que la banca democrát-ica no esté en desventaja respecto a la competencia.

En comparación con los bancosprivados

Para no dejar ni el más mínimo resquicio a la competencia in-justa, los bancos privados sólo podrán existir en formas jurídicasno orientadas al beneficio como las asociaciones cooperativas olas cajas de ahorros. No habrá más banca de inversión. En unaprimera fase de transición, las garantías y ventajas estatales másimportantes de los bancos (garantizar los depósitos, refin-anciación a través del Banco Central, negocios con el Estado, re-capitalización en caso de insolvencia) sólo se les otorgaría a losbancos orientados al bien común, mientras que los bancos ori-entados al beneficio serían derivados al libre mercado, donde sehan derrumbado todos estos beneficios y asistencias estatales. Enla segunda fase de transición se pueden acentuar los requerimien-tos y sólo obtendrían el apoyo del Estado los bancos

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democráticos, las cajas de ahorro y las cooperativas bancarias quetrabajasen rigurosamente según los principios del bien común:

• sin reparto de beneficios a los propietarios;• sin intereses;• con controles del bien común de todos sus proyectos

de inversión;• con limitado capital de riesgo ecosocial;• con estándares democráticos más elevados.

Banco Central y cooperación global

El Banco Central se reorganizará de manera transparente y demo-crática. Es parte del sistema de banca democrática en propiedaddel pueblo soberano. El comité ejecutivo se compone de repres-entantes de todas las clases sociales. El Banco Central conserva elmonopolio de la creación de dinero y pone a disposición delEstado una cantidad de dinero limitada, tan limitada que no dalugar a una aceleración de la inflación. La banca democrática fin-ancia al Estado de dos maneras:

1. crédito sin interés de hasta el 50 por ciento del PIB;2. conforme a la ampliación de la cantidad de dinero

como «regalo monetario» para el presupuesto nacion-al (por ejemplo, un 2 por ciento del PIB).

Con esto, los Estados se ahorran los intereses correspondi-entes a la deuda pública; en suma, al año, Alemania se ahorraríaalrededor de 120.000 millones de euros y España 29.000

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millones de euros. Sólo poniendo en práctica esta medida —cam-bio del Estado a su propio banco— se sanearían los presupuestos

de los Estados[32].El departamento para cooperación global del sistema de banca

democrática concede créditos, a precios razonables o incluso acoste cero, en el ámbito de la cooperación al desarrollo. Los costesse cubren con los impuestos generales o de la creación limitada dedinero. El departamento para la cooperación global asume tam-bién el riesgo de morosidad en las exportaciones arriesgadas queprocuren plusvalía social y ecológica, sean provechosas desde unpunto de vista de desarrollo sostenible así como que hayan super-ado el respectivo control. La financiación para ello tambiénproviene de los impuestos generales.

La unión monetaria mundial y«globo»

El Banco Central toma parte en una cooperación monetaria inter-

nacional según la idea de John Maynard Keynes[33]. Los elemen-tos más importantes de esta cooperación monetaria son lossiguientes:

— Creación de una moneda complementaria para el comerciointernacional: moneda de reserva mundial o moneda de comerciointernacional (por ejemplo «globo» o «terra»).

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— Esta se basa en una amplia cesta de monedas y/o materiasprimas.

— Las monedas nacionales permanecen. Su tipo de cambiocon la moneda de comercio internacional se fija en una asambleaglobal de todos los Bancos Centrales, y, si es preciso, se defiendede la especulación.

— En función de los cambios en los datos fundamentales de laeconomía real (inflación, productividad, balance de rendimiento),se aprecian o devalúan las monedas nacionales en relación con lamoneda de comercio internacional, de tal manera que la paridadde poder adquisitivo se preserva (mediante la devaluación, la«tragedia griega» se podría haber evitado y el desequilibrioEstados Unidos-China no hubiese surgido).

— El que se oponga a apreciaciones/devaluaciones tendrá quepagar intereses de penalización por la desviación respecto a unbalance comercial equilibrado —más altos cuanto mayor yduradera sea la desviación.

— El desarrollo de las transacciones monetarias transfronter-izas tiene lugar por fin en una cámara de compensación públicagestionada por los Bancos Centrales. Con esto se impide de man-era efectiva la evasión de impuestos.

El grupo de expertos de las Naciones Unidas para solventar lacrisis financiera y económica presidido por Joseph Stiglitz apoyala propuesta de Keynes como «idea a la que ha llegado su

hora»[34].

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Moneda local

El «globo» sería una «moneda complementaria» en un planosuprarregional o internacional. También de forma local puede ex-istir una moneda complementaria (local currency) para fomentarla economía regional e incrementar la resistencia de las regionesen época de crisis. Los bancos democráticos podrían emitir estasmonedas complementarias.

Mediante la fijación política de los tipos de interés, de las ma-terias primas y de los intereses (mediante los precios de los crédi-tos), ya no hay más mercados financieros, el casino financieromundial se ha cerrado, la creación de burbujas se ha terminado.Las bolsas pertenecen igualmente al pasado, el capital propiofluye con la participación de los ciudadanos en empresas razon-ables, la banca democrática proporciona capital de riesgo (ecoso-cial). El dinero es relegado a un papel meramente funcional, sevuelve barato y sirve al bien común. Nadie puede ser rico sólo conposesiones, los ingresos se generan con el trabajo; los salariosbastan, por tanto, para que todo el mundo viva bien.

¡A por la fundación!

En abril de 2010 la asamblea de activistas del movimiento Attacde Austria redactó el contenido estratégico del borrador del

proyecto de la banca democrática[35]. En él, se esboza la idea deun banco legal de ámbito nacional. Como en la forma actual de la

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democracia no parece que su implantación se pueda esperar en unfuturo cercano, el movimiento Attac propuso a la sociedad civilaustriaca su fundación, por ejemplo, como un banco cooperativode carácter privado. La propuesta fue escuchada. Ya en junio 2010comenzó el «proyecto Banca Democrática», al que en octubre2010, el verdadero inicio, se habían unido alrededor de ciento cin-cuenta personas. Hasta el final de la redacción de este nuevo textose avanzó a buen ritmo con los preparativos. La solicitud de la li-cencia bancaria al organismo de regulación financiera está prev-ista para el verano de 2012. Si todo sale según lo planeado, en2013 la banca democrática entrará en funcionamiento.

El «proyecto Banca Democrática» ha llevado a cabo de formaindependiente su proceso de visión. El resultado no coincide entodos los puntos con la forma ideal aquí presentada. Tampoco esnecesario. Lo importante es que las personas que desean otro tipode bancos los puedan crear según sus propias ideas.

Toda la información sobre el «proyecto Banca Democrática» lapueden encontrar en www.demokratischebank.at.

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IVPropiedad

«La nación española, deseando (…)promover el bien de cuantos la integran (…)

proclama su voluntad de:garantizar la convivencia democrática (…)

conforme al orden económico y social justo».

Constitución española. Preámbulo.

Ni las mejores reglas ayudan cuando las relaciones de poder exist-entes se oponen. La posición absoluta del derecho a la propiedadse ha convertido hoy en día en la mayor amenaza para la demo-cracia. Gracias a la no limitación del derecho a la propiedad, al-gunas personas y empresas se han vuelto tan poderosas que con-trolan los medios y dirigen los procesos políticos hacia sus propi-os intereses. Esto contradice el principio democrático fundament-al según el cual todos disfrutan de los mismos derechos, opor-tunidades y posibilidades de participación. Igualmente está encontra del principio liberal original que enuncia que la libertad deuno termina donde empieza la del otro. Ambos principios implic-an que el poder en el Estado, en la sociedad y también en la eco-nomía, no puede ser repartido de forma excesivamente desigualpara que no se produzca un abuso del mismo.

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Retroalimentación negativa

El principio de la separación de poderes en esencia indica que elpoder en el Estado debe estar separado (por ejemplo, en legislat-ivo, ejecutivo y judicial) para que ninguna instancia pueda sermás poderosa que otra. Actualmente es muy necesario trasladareste principio a la economía, donde el poder se concentra hasta talpunto que la desmedida libertad (de ser propietario) de unosamenaza la libertad de todos de forma masiva. Para la separaciónde poderes, propongo la «retroalimentación negativa». Es untérmino que proviene de la dinámica de sistemas y que alude aque una tendencia dentro de un sistema —por ejemplo calentami-ento— mediante una señal opuesta a la señal actual —enfriami-ento— se invierte. Si éste no fuera el caso, el sistema se sobrecal-entaría y explotaría o se colapsaría. Las retroalimentaciones neg-ativas mantienen estables sistemas vivos complejos. La «retroali-mentación positiva» indica que las tendencias se refuerzan unas aotras. Por ejemplo, que el deshielo de la capa de hielo del Árticopuede provocar una superficie más oscura y, con ello, que con-tinúe el calentamiento de la Tierra; el cambio climático se acelera.El capitalismo es un sistema de retroalimentación positiva porquecon el progresivo enriquecimiento y crecimiento tanto de indi-viduos como de empresas es más fácil enriquecerse y crecer. Elprimer millón es el más difícil. Con el segundo millón es todo másfácil. Ya en el millón 101 no sabe uno qué ha hecho para con-seguirlo. Y ya el que tiene mil millones, teniendo en cuenta la me-dia de los tipos de interés de los últimos años, debe gastarse

220.000 euros de media al día para no volverse más rico[36]. Laretroalimentación negativa habría significado que el primermillón es el más fácil de lograr y por tanto el que más asequible espara la gran mayoría, mientras que ser aún más rico o crecer más

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se vuelve cada vez más difícil hasta llegar a un punto que se haceimposible. Las siguientes «retroalimentaciones» provocan:

• la limitación relativa de la desigualdad de ingresos;• la limitación del derecho de apropiación de los bienes

privados;• la limitación del tamaño de los bienes de las empresas

en la propiedad privada exclusiva;• la limitación del derecho de herencia.

Limitación relativa de ladesigualdad de ingresos

Si a una audiencia lo más diversa posible le pregunto cuál es laproporción en la que un hombre puede producir en relación conotro, se dirá casi siempre que el doble, el quíntuple e incluso aveces diez veces más; si alguien propone veinte veces más, el restogeneralmente no está tan de acuerdo. Y a la pregunta de cuál es laproporción en la que un hombre puede como máximo ser remu-nerado en relación con otro que hace el mismo trabajo, lospresentes proponen con la misma frecuencia que tres, cinco, siete,diez y veinte veces más. Algunos reivindican cien o mil veces más.Por otra parte, otros dicen que el doble o lo mismo: igual salario aigual trabajo en el mismo tiempo. A día de hoy, el directivo mejorpagado de Estados Unidos gana trescientas cincuenta mil veces loestipulado en el salario mínimo interprofesional: 5.000 millonesde dólares anuales. En Alemania, el presidente y director

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ejecutivo de Porsche Wendelin Wiedeking cobra seis mil veces elsalario mínimo interprofesional de mil euros mensuales. De cier-tos estudios sobre el tema se deduce que estas desigualdadesextremas:

—no incentivan ni el rendimiento ni la responsabilidad;—no hacen que los ricos sean felices, sino envidiados y

avariciosos;—hacen que los pobres se sientan despreciados (en todos los

sentidos);—favorecen el malestar general, el estrés, las enfermedades y

la tasa de mortalidad;—conducen al aumento de la desconfianza, las agresiones y la

criminalidad[37].

A partir de un determinado umbral la desigualdad deja de serútil a la sociedad, comienza a dañarla. Que la temperatura ambi-ente se doble de 13 a 26 es agradable, pero que siga subiendohasta 39 grados ya no lo es; cada grado que siga subiendo impactadesagradablemente. El calentamiento no es un fin en sí mismo,sino que resulta agradable sólo hasta que alcanza su nivel óptimo(de bienestar, de calidad de vida). En la desigualdad económica,sin embargo, no hay ningún nivel óptimo «natural», pero las per-sonas cuentan con un sentido de la justicia intuitivo, y es obvioque éste sale dañado cuando observan que un salario puede sertrescientos cincuenta mil veces mayor por la misma jornadalaboral. El 81 por ciento de los miembros de la CDU (UniónDemócrata Cristiana) perciben los salarios de los directivos como

muy elevados[38].La propuesta de la economía del bien común: una convención

económica democrática debe elaborar cuantas más barreras pos-ibles contra la desigualdad de los salarios, por ejemplo los que son

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siete, diez, doce o veinte veces mayores; y la población debe votar

sobre ello con el método del consenso sistemático[39]. Si los másambiciosos quieren ganar más, si es posible, entonces solamentetendría que incrementarse el salario mínimo: los ricos y pobresestarían fatalmente encadenados entre sí. Un comentario import-ante: el salario mínimo debe garantizar una vida digna. Podría es-tar referenciado a una cesta de buena vida y establecerse en 1.250euros mensuales como valor orientativo.

Como en la economía del bien común ya no hay rendimientosdel capital, deja de existir el problema de la suma de los ingresosdel trabajo y del capital. Las rentas del alquiler y las donaciones seincluyen dentro de los ingresos personales, y estos pueden sercomo máximo, diez veces el salario mínimo. Las empresaspodrían teóricamente pagar más a sus empleados, pero a partir dediez veces el salario mínimo el tipo impositivo sube un ciento porciento. Ocultar ingresos o patrimonio al Ministerio de Haciendaya no será posible, porque los bancos orientados hacia el biencomún notificarían automáticamente todos los ingresos a las del-egaciones de Hacienda. Las transacciones internacionales de cap-ital están bajo la supervisión y el control de la banca democrática.Por lo tanto, sólo existiría la posibilidad de retirar los millones enefectivo y esconderlos bajo el colchón. Evidentemente no apare-cerían en el balance. Y el colchón pronto sería tan grande que ocu-paría toda la habitación.

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Limitación del patrimonio privado

¿Ha intentado alguna vez gastarse mil millones de dólares? Ne-cesitaría de todo un equipo de ayudantes para poder tan siquieraabordar una tarea tan monstruosa. Tendría que emplear parte desu tiempo diario y vital para «administrar» su patrimonio, se con-vertiría en cierta medida en empleado de su propio patrimonio: elque posee en exceso, acaba poseído. De investigaciones sobre lafelicidad se deduce que la riqueza material sólo incrementa la sat-isfacción vital hasta un límite relativamente bajo, puesto que unosingresos mayores no aumentan la felicidad. Pero éste no es elproblema principal (porque también en una sociedad libre sepuede ser infeliz por culpa propia). El problema principal es quelas personas que atesoran fortunas multimillonarias acumulanuna cantidad enorme de poder y, con ello, tienen en sus manos lacapacidad de influir en la sociedad (y por tanto de disminuir la fe-licidad de los demás). De qué son capaces los multimillonarios esalgo que se puede ver por ejemplo en Silvio Berlusconi (dueño deun oligopolio mediático) o en George W. Bush (imperio del pet-róleo). Si se prolonga la libertad de patrimonio de los individuos,sufre la libertad de la mayoría —o incluso se pierde completa-mente porque en una sociedad con desigualdades extremas crecela desconfianza, el miedo, la violencia, la criminalidad y la corrup-ción—. Los epidemiólogos Kate Pickett y Richard Wilkinson hanelaborado numerosos trabajos al respecto. Una de sus conclu-siones finales: «Si Estados Unidos redujera las desigualdades deingresos existentes en su territorio en la medida en que se con-stata en los países industrializados con las mayores tasas deigualdad —Japón, Noruega, Suecia y Finlandia—, entonces lacuota de estadounidenses que creen que pueden confiar en los de-más aumentaría en un 75 por ciento. Los índices de personas con

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trastornos psicológicos o sobrepeso podrían reducirse en dos ter-ceras partes respectivamente, el número de embarazos de adoles-centes bajaría a la mitad, el número de internos en prisiones caer-ía un 40 por ciento, las personas vivirían más y tendrían que tra-

bajar cada año lo equivalente a dos meses menos»[40]. Por lo ex-plicado, se debe debatir en la economía del bien común sobre untope máximo que limite la propiedad privada, por ejemplo, diezmillones de euros (aquí se consultaría de nuevo a la convención).Diez millones es tanto que cualquiera se podría permitir casi cu-alquier lujo, aunque es demasiado poco para comprar al gobiernoo manipular a la sociedad según los propios deseos. El derecho ala propiedad sería un derecho liberal.

Democratización de las grandesempresas

Cuando alguien critica el poder de la propiedad privada, larespuesta profundamente enraizada —o magistralmente ensay-ada— es echarle en cara que quiere eliminarla. Esto es tan con-cluyente como reprochar a las personas que defienden los des-cansos durante el trabajo que quieran acabar con el trabajo, o re-prochar a los investigadores de movilidad que están a favor de loslímites de velocidad que tengan algo en contra del movimiento.

Un carpintero, un artesano, un camarero, un programador desoftware, un arquitecto o un florista son empresarios que tienenpropiedad privada, pero ésta no pone en peligro la libertad de

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nadie, porque no tiene poder político para ello. Por este motivo,podrían en el futuro permanecer las pequeñas empresas en sutotalidad como propiedad privada. Pequeñas y medianas empres-as componen el grueso del sector empresarial. En Austria el 99,6por ciento de las empresas tienen menos de quinientos traba-jadores. Con las grandes empresas pasa justo lo contrario. Losgrupos internacionales son actualmente más poderosos quemuchos gobiernos. Sus decisiones pueden afectar a miles y milesde personas y tienen una influencia desproporcionada en medios,partidos políticos, ciencia y justicia. Es profundamente antidemo-crático que unos pocos individuos puedan decidir el curso de es-tos colosos, mientras que todos los demás afectados —tanto den-tro como fuera de las empresas— no tengan ni voz ni voto. Estasituación es incompatible con el mayor valor de la sociedad occi-dental, la democracia. Por esto, las grandes empresas deberían amedida que se hacen más grandes ser democratizadas e implantarla cogestión de la sociedad. Podría, por ejemplo, ser de lasiguiente manera:

• a partir de doscientos cincuenta empleados, el person-al y la sociedad obtienen el 25 por ciento del derechode voto;

• a partir de quinientos empleados, el 50 por ciento delderecho de voto;

• a partir de 1.000 empleados, dos tercios del derechode voto;

• a partir de cinco mil empleados, el derecho de voto sereparte equitativamente entre propietarios, emplea-dos, clientes, representantes de la comisión por laigualdad entre hombres y mujeres y representantes delmedio ambiente.

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En las grandes empresas ya hay actualmente participación delos empleados, pero ésta se reforzaría. El reto mayor es la parti-cipación de la sociedad, aunque ésta también ya existe: el estadofederado de Baja Sajonia retiene un minoritario 20 por ciento concapacidad de veto en Volkswagen, seguro que no para dañar a laempresa. Pero la propiedad estatal administrada por el gobiernogenera, y con razón, el malestar de muchas personas. Depen-diendo del gobierno, la empresa se conduciría a veces en una dir-ección y a veces en otra y, en el peor de los casos, se le daría unuso inapropiado.

Mejor sería por tanto que un organismo social independientedel gobierno guiara a las empresas. Se podría concebir un parla-mento económico regional que, actuando como representante delpueblo soberano, participara en el consejo de administración detodas las grandes empresas de una región. Los «consejeros delpueblo» tendrían que reunir altos requisitos de cualificación tantoen dirección de empresas como en ética y servicio al bien común.Tendrían que presentar informes periódicos de cómo usan su ca-pacidad de voto para el bien de todos. Con esto se consigue un sis-tema público político-económico que no se ocupa de la cotizaciónde las acciones, sino de la satisfacción de las necesidades y delcontrol de inversiones.

Si el sistema público y los empleados se responsabilizan enfunción del tamaño de la empresa progresivamente de la toma dedecisiones, también sería justo que en caso de pérdidas tambiénse hicieran cargo. Libertad y responsabilidad deberían ir unidas.En la crisis bancaria y económica de 2008, los propietarios priva-dos tomaron las decisiones y el pueblo soberano sufrió las pérdi-das. Esto es igual de erróneo que una situación inversa. Por eso, elsector público tiene que asumir responsabilidad económica en lamisma medida en que participa en las decisiones. Si no quiere,puede reducir la empresa de nuevo y así «privatizarla

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completamente». Los propietarios individuales conservan lamisma libertad: si quieren ser los únicos que toman decisiones,entonces tienen que mantener la empresa con un tamaño adecua-damente pequeño. En Austria una de cada mil empresas tienemás de quinientos empleados. Con los límites propuestos, 999 demil empresas seguirían en poder discrecional privado y propiedadprivada en su mayoría.

Participación de los empleados

Un objetivo a largo plazo de la economía del bien común es que elmayor número posible de personas se conviertan en socios de laempresa y que la dirijan compartiendo responsabilidades incluidoel riesgo de pérdidas. La democracia no sólo significa que todospuedan opinar, sino también que todos asuman responsabilidad yel riesgo común. Las empresas más pequeñas deberían ser recom-pensadas —pero no obligadas— cuando hagan participar a aquel-los empleados que quieran asumir responsabilidad y riesgos. Amenudo se argumenta que no todos quieren; tampoco tienen laobligación. Pero nadie puede afirmar que no haya absolutamenteningún empleado que no quiera tener participaciones en lapropiedad ni asumir responsabilidad financiera. Se les puedeofrecer la posibilidad de que aproximadamente año tras año un 1por ciento o menos del patrimonio de la empresa se transfiera aun fondo de colaboradores, sobre el que los empleados comopropietarios con plenos poderes puedan tomar todas las

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decisiones. Si las empresas hacen algo así, obtienen puntos adi-cionales en el balance del bien común.

Vinculación de los beneficios a laempresa

Según el derecho actual, los propietarios de las empresas sepueden apropiar del beneficio total que ha sido producido por to-dos los colaboradores. Esto se justifica —junto al concepto depropiedad privada— mediante la inyección de capital efectuadapor los empresarios y, con ello, el riesgo asociado de pérdida decapital. A menudo el empresario aporta más rendimiento que losempleados, a veces menos.

Indiscutiblemente, en empresas cuyo tamaño crece aumenta elaporte de los no fundadores al rendimiento. Por eso, el beneficiono debería fluir eternamente hacia los fundadores en exclusiva, yaque ellos sólo son responsables de una (tímida) parte del éxito,sino que debe reducirse en la misma medida en que aumentan losaportes de otras personas al éxito de la empresa. Podría ser porejemplo así:

• a partir de diez empleados baja la parte del beneficioque se puede quedar el fundador en un 1 por ciento alaño;

• a partir de veinte empleados, en un 2 por ciento;• a partir de treinta empleados, en un 3 por ciento;• a partir de cincuenta empleados, en un 4 por ciento;

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• a partir de cien empleados, en un 5 por ciento al año.Después de veinte años, el fundador de una empresa con cien

empleados no tendría, matemáticamente, ningún acceso al bene-ficio. Una diferenciación importante: se trata del beneficio delbalance, no de la remuneración como empleado de su empresa.No cambia que el fundador se pueda asignar un sueldo/salariocomo trabajador, por ejemplo de diez veces el salario mínimo. Laidea desarrollada aquí no tendrá ningún impacto en la aplastantemayoría de pequeñas empresas, se trata sólo de evitar que lospropietarios de las grandes empresas efectúen una despropor-cionada retirada de beneficios para su enriquecimiento personal.Me refiero en especial a los de herederos que no han construido laempresa pero ahora la dirigen y que junto a su salario también seapropian de parte del beneficio. Muchos negocios familiares in-cluso hoy en día no reparten, por principio, los beneficios. Ponenen práctica voluntariamente el nivel más alto de lo que se estáproponiendo aquí. Viven manifiestamente el valor de que a) losbeneficios permanecen en la empresa y b) todos los que trabajandeben percibir por ello (sólo) un salario, incluidos los fundadoresde la empresa.

Por otra parte, hay personas que fundan una empresa con elobjetivo de que se convierta en un plan de pensiones. De formacomplementaria se podría formular una excepción a la norma de«ningún rendimiento del capital». Los fundadores de unaempresa, cuando llegan a la edad de jubilación, pueden percibiruna renta —limitada— de los ingresos de la empresa que fundarondurante más o menos los mismos años que estuvieron en ella. Porejemplo, quien ha estado veinticinco años en una empresa que hafundado disfruta durante otros veinticinco años de una «renta defundador». Ésta se sumaría a la pensión legal, que por sí sola de-bería bastar para vivir una vejez digna, y a los ahorros obtenidosdurante la constitución de la empresa. La cuantía de la renta de

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los fundadores debe ser calculada teniendo en cuenta cuántodinero el fundador ha obtenido ya de la empresa en la fase con-stitutiva. Ése es el quid de la cuestión: el que no ha tomado nadade la empresa durante su estancia en ella debe obtener una rentamás alta que aquel que desde el principio ha sido generoso con-sigo mismo y ha podido acumular ahorros mayores y, por tanto,está mejor preparado para mantenerse en la vejez.

Limitación del derecho de herencia,fondos intergeneracionales, «dote

democrática» o impuesto desucesión negativo

««El impuesto de sucesión sirve tambiéncomo medio de evitar la acumulación de patrimonios in-

gentes en una sola persona».

Constitución del Estado Libre de Baviera, artículo 123.

El (ilimitado) derecho de herencia anula la única retroacciónnegativa «natural» del capitalismo: que el patrimonio constituidoy concentrado de nuevo se desconcentre y se reparta. Tal vez éstesea el mayor obstáculo en el camino hacia una sociedad demo-crática, igualitaria y con las mismas oportunidades para todos.

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El desmedido derecho de herencia conduce a que algunos denosotros entremos en la vida laboral con un capital inicial demuchos miles de millones de euros, y otros sin nada (y además encondiciones traumáticas y con una devaluada autoestima). Hastael año 2001 sólo un 15 por ciento de adultos en Alemania dis-

frutaban de una donación o herencia[41]. Un 85 por ciento segúnlos datos está excluido de los derechos de herencia. Ya que el pat-rimonio, en una concentración elevada, representa un factor depoder, la desigualdad económica favorece a la política: comparelas posibilidades de participar en la política del descendiente de lareforma Hartz IV con las de los hijos e hijas de Rupert Murdoch,Silvio Berlusconi, Ferdinand Porsche o Amancio Ortega. ¿Quiénva a llegar más lejos en la vida? Las investigaciones sobre élitesmuestran que, por regla general, los directivos de mañana son loshijos e hijas de los directivos de hoy, y no los más capacitados. Un80 por ciento de los directivos de las cien mayores empresas deAlemania provienen como mucho de un 3 por ciento de la pobla-ción. En 2003, sólo uno de los directores de las treinta empresasdel DAX procedía de la clase obrera. De ahí la afirmación, comoen época feudal, del investigador de élites Michael Hartmann:

«Para directivo se nace»[42].¿No sería más justo y productivo que todos pudieran empezar

partiendo de las mismas condiciones? Visto con sobriedad, haydos posturas extremas en relación con el derecho de herencia:

1. La postura feudal. La cuna decide por sí sola quién y cuántohereda alguien, y quién nada. La capacidad, el rendimiento o laigualdad de oportunidades no cuentan. Éste es actualmente elderecho de herencia —ilimitado— en Alemania, Austria o España.

2. La postura liberal. Todos empiezan con las mismas condi-ciones, y el rendimiento decide quién consigue un patrimoniogrande y quién no. Esta postura expone la impecable abolición del

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derecho de herencia o, dicho de otra manera, el reparto igualitarioentre todos de la herencia.

La economía del bien común evita los extremos. Ni conserva elprincipio feudal ilimitado, ni elimina completamente el derechode herencia. La solución puede estar a mitad de camino: El hechode herencia se mantiene hasta ciertos límites. Los activos hereda-dos que excedan ese límite se traspasan a un «fondo intergenera-cional» público, cuyo contenido se repartirá de manera equitativa,como una «dote democrática», entre los descendientes de lasiguiente generación. El límite mínimo se podría poner en las her-encias monetarias y de inmuebles, por ejemplo, en 500.000 o700.000 euros por persona (cuantías que se acordarían por laconvención).

El patrimonio heredado alcanza anualmente en Alemania

entre 130.000 y 200.000 millones de euros[43], aproximadamenteuna quincuagésima parte de los activos totales de 8,1 billones de

euros[44]. Si se repartiese equitativamente entre todos los que seinician en la vida laboral, cada uno percibiría unos 200.000euros, una buena cantidad para empezar.

Evidentemente la cuantía se reduce, porque las herencias dehasta 500.000 o 700.000 euros no se repartirían. La «dote demo-crática» se rige por el reparto: cuanto más concentrados los act-ivos estén, menos pero más grandes patrimonios se «descon-centran» y se reparten; quien herede por ejemplo 15.000 eurosobtiene sólo la diferencia hasta la media de la «dote democrática»como un «impuesto de transmisión negativo» (parecido a uncomplemento al sueldo para llegar al salario mínimo). Cada añoque aumenten los activos de la economía nacional aumenta tam-bién la media de la cuantía de la «dote democrática». Por el con-trario, si se mantuvieran los derechos de herencia ilimitados, lascondiciones para empezar, y con ello las relaciones de poder,

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serían cada vez más injustas. Pronto habría herederos multimil-lonarios y una infinitud de desposeídos: el fin de la libertad.

Inmuebles

La particularidad de que se estime que dos tercios de los activosnacionales sean inmuebles es el único y difícil motivo paramantener el derecho de herencia de los bienes privados hasta uncierto límite. Si no, se podría abolir completamente el derecho deherencia para proporcionar a todo el mundo una «dote democrát-ica» idéntica y crear, como mínimo, unas condiciones financierasiguales para empezar. Evidentemente esto no tendría sentido conlos inmuebles, porque se tendrían que entregar casas habitadas;no parece muy humano. Con un importe exento de 500.000 eurosel problema estaría virtualmente resuelto: según el Banco Nacion-al Austriaco a) sólo el 50 por ciento de la población posee un in-mueble y b) sólo el 5 por ciento de la población tiene una casa

cuyo valor supere los 450.000 euros[45]. Esto significa que sólo elcinco por ciento de la población se vería afectado por la limitacióndel derecho de herencia y estarían ante la disyuntiva de o bien re-partir la casa heredada que vale más de 500.000 euros con otrosherederos (que también tienen derecho a heredar) —por ejemplo,una casa valorada en 850.000 euros podría dejarse en herencia ados hijos— o si una sola persona quisiera quedarse con esaenorme casa tendría que abonar a la mayoría la cantidad que ex-ceda de 500.000 euros del valor de la casa: a los fondos

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intergeneracionales. Hoy en día esto pasa a menudo: un inmuebleque se lega por partes iguales a varios hijos suele pasar a un soloheredero, que tiene que abonar a los demás sus cuotashereditarias.

Transmisión hereditaria deempresas

Y ahora el mayor reto: la herencia de empresas. En la actualidad,las empresas —también las grandes multinacionales sin importarel tamaño que tengan— pueden ser heredadas por los descendi-entes totalmente libres de impuestos. No se tienen en cuenta ni laformación, ni la capacidad personal, ni el rendimiento, ni la re-sponsabilidad social. Es extremo.

Prominentes críticos como el multimillonario estadounidenseWarren Buffet nos ponen sobre aviso: «¿Encuentran eficiente quelos miembros de la selección nacional de fútbol de mañana seanlos hijos de los jugadores de hoy en día? ¿Lo encuentran justo?»Hoy por hoy, el derecho de herencia lamentablemente funcionaasí. El ilimitado derecho de herencia conduce a que la mayoría delas empresas creadas hoy por empresarios sean mañana dirigidaspor personas que sólo están «cualificadas» para ello por ser el hijoo hija del propietario. Además, éste no tiene ni tan siquiera porqué ser el fundador de la empresa, pues la puede haber compradoo heredado. En una sociedad de rendimiento justo en la que cadauno debería poder conseguir su patrimonio a través de su propia

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fuerza e ingresos tiene tan poco sentido como en una sociedaddemocrática en la que todos deben encontrar iguales condicioneseconómicas de inicio y las mismas posibilidades de participar.

En la economía del bien común la meta es que la propiedad delas empresas se conserve repartida entre el mayor número posiblede personas. Por ello, se incentivan estructuras empresarialesdemocráticas, y se cree de hecho que el número de cooperativas ode formas jurídicas empresariales similares va a crecer cada vezmás. En estos casos se suprime la problemática de la herencia.Las partes de una cooperativa son por lo general muy pequeñas.

Con las sociedades anónimas tampoco habría ningún prob-lema, porque se les puede otorgar un valor, excepto, claro, el con-junto de acciones que supere el límite establecido en el derecho deherencia. El exceso iría al fondo intergeneracional. Otro caso es-pecial es el de las sociedades anónimas creadas por los propiospadres.

El asunto se plantea realmente complicado sólo con las empre-sas familiares. Como un compromiso entre la postura liberal(igualdad de condiciones) y la tradición familiar (feudalismo bur-gués) se podría confeccionar un derecho de herencia según el cuallos miembros de la familia podrían heredar partes de la empresapor un valor máximo de diez millones de euros (valor inicial). Loque exceda de esta cantidad se reparte de la siguiente manera:

1. Al patrimonio colectivo de los empleados quesustentan la empresa y en parte también han ayudadoa constituirla (a diferencia de algunos propietarios);esta solución da puntos del bien común.

2. A personas elegidas que no formen parte de la familia,que estén preparadas para asumir la responsabilidadde la empresa. Aquí de nuevo se tiene en cuenta el

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límite del medio millón de euros y se trataría comouna «dote democrática».

3. Al fondo intergeneracional, y de éste, en forma de«dote democrática», a personas que quieran trabajaren esa empresa y que pasarían a tener una pequeñaparte de ella.

4. Para el patrimonio agrícola es válida una normativaespecial de la que hablaremos más tarde, la «nat-uraleza en propiedad».

Un negocio familiar dirigido por cinco miembros de una famil-ia podría dejarse en herencia «libre de impuestos» hasta el valorde cincuenta millones de euros. Pese a este compromiso en ellímite, esta propuesta despierta (todavía hoy) fuertes reaccionesemocionales. A menudo se contraargumenta con que los padresya no tendrían ningún incentivo para crear una empresa si ésta nopuede ser legada en su totalidad a sus hijos. Si esto fuera real-mente así, entonces se demostraría que los seres humanos no secomportan de manera esencialmente egoísta, como se suponepermanentemente, sino que se esfuerzan sólo por los demás, porsus hijos. Las personas sin hijos, según esta lógica, no tendríanningún incentivo para ser productivos. Esto es una contradiccióndiametralmente opuesta a la ideología capitalista de los últimosdoscientos años: cada uno se esfuerza por sus propias necesidadesy beneficios; y justo de ahí esperamos la mayor eficacia delsistema.

No es nuevo que los empresarios no tengan hijos o que sus hi-jos no quieran continuar con la dirección de la empresa. No pocasveces se rompe una familia entera e incluso todo el clan por lasucesión de una empresa. En estos casos, la empresa se podríatransmitir a aquellos que quieran trabajar en la empresa y asumirla responsabilidad de la misma (dado el caso, también las

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deudas); si hubiera hijos pero éstos no entrasen a formar parte dela empresa heredada, tendrían derecho a recibir la «dote demo-crática» completa. Se podría impedir la especulación de heredar einmediatamente vender la empresa (a particulares) si sólo puedeheredar una parte de la empresa aquel que lleve trabajando defacto y como mínimo tres años en el negocio. Las empresas no sonjuguetes, deben ser dirigidas por aquellos que, con su trabajo y suenergía vital, proporcionan un valor añadido.

¿Cuál es el objetivo de estas propuestas? Un reparto justo delpatrimonio de las empresas; una relación más estrecha entrerendimiento por un lado y responsabilidad y propiedad por elotro; y la democratización de las empresas y, con ello y por úl-timo, el cambio de las relaciones capitalistas por estructuras másdemocráticas. La libertad del individuo, en suma, no se restringe,se aumenta. La «pérdida de libertad» de un heredero que nopueda heredar en solitario la empresa de papá, ni pueda dirigirlaindependientemente de que esté cualificado o no, representa porel contrario la «ganancia de libertad» de innumerables personasque hoy por hoy no tienen ni herencia ni medios para entrar en lavida laboral activa (aunque sus padres hayan estado durantedécadas aportando su trabajo al rendimiento de otras empresas).A lo mejor, estas personas trabajan para estos herederos deempresas que no han aportado nada a la constitución de la mismapero que debido al derecho de transmisión ahora poseen, aprop-iándose además del trabajo de aquellos que no han heredadonada, y que por eso tienen que trabajar para los demás: esclavitudestructural. En la actualidad, la única alternativa que tienenaquellas personas sin herencia para no vender su propio trabajoes fundar ellos mismos una empresa, y que ésta tenga éxito. Perono todas las personas, por motivos muy diferentes, están en dis-posición de poder hacerlo. Muchos se ven forzados a trabajar paraotros y entregarles la plusvalía de su trabajo; el capitalismo por

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esto es sistemáticamente una estructura no libre y explotadora.Que todos tuvieran opción de convertirse en empresarios y que,por lo tanto, aquellos que renunciasen a esa opción consecuente yvoluntariamente trabajaran para otros es un posible inconveni-ente completamente ajeno a la realidad, porque no todas las per-sonas poseen las características necesarias para fundar unaempresa. No hay igualdad de condiciones porque las personastienen una salud, capacidad, educación y medios diferentes: todasellas diferencias de las que no tienen la culpa. El argumento «to-dos podrían», si se piensa bien, no es lógico. Porque, si realmentetodos pudieran asumir el riesgo empresarial que se pretendesiempre que sea una decisión voluntaria, no habría «trabajadorespor cuenta ajena». Nadie podría ni tan siquiera contratar a un tra-bajador o un aprendiz; la división de puestos de trabajo de la eco-nomía de mercado no funcionaría. El aporte de los «trabajadorespor cuenta ajena» al producto de la economía es por tanto tanvalioso e irrenunciable como el de los autónomos y empresarios, ydebería en consecuencia valorarse y recompensarse de la mismamanera o, incluso mejor, organizarse de otra manera. Conderecho a voto y a propiedad para todos, en vez de que sea unaminoría la que pueda tomar todas las decisiones y apropiarse dela plusvalía de los demás con el argumento general —a veces acer-tado y otras veces falso— de que ellos rinden más, que asumenmás riesgos y responsabilidad. Sería sistemáticamente más lógicoy justo que:

a) como mínimo, las decisiones fueran tomadas por todos lostrabajadores o inversores de forma conjunta;

b) el beneficio se repartiera entre todos los trabajadores yaquellos que aporten valor añadido;

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c) el máximo número posible de personas tuviera participa-ciones en los activos y con ello también compartieran el riesgoempresarial.

A menudo se argumenta de forma refleja contra unas empres-as más democráticas que «muchos no quieren asumir ningún tipode responsabilidad» y que «no todos están en condiciones de diri-gir». Tampoco tienen por qué. Tan sólo deben poder participar enla elección de la persona que debe dirigir la empresa. Una dir-ectiva esencialmente democrática no supone ningún problema enuna típica pequeña empresa de cinco trabajadores. En grandesempresas de trescientos empleados, seguro que surge alguno que«sólo» quiera cumplir con su trabajo. Y no hay ningún inconveni-ente en ello, pero incluso así deben tener derecho a participarjunto a aquellos que toman las decisiones. Entonces, gobiernanlas personas y no el capital.

Volviendo a las empresas familiares. Que las empresas no setransmitan exclusivamente a los hijos sino a una asociacióndemocrática de propietarios no quiere decir en absoluto que loshijos no puedan (co)dirigir la empresa. Tan sólo que no obtienenun derecho automático —como la sucesión dinástica al trono—,sino que tienen que probar que son dignos de la responsabilidaddel puesto, presentar su candidatura y convencer a los empleadosde que son los más apropiados para las tareas directivas. Estoquiere decir que en la economía del bien común también los hijospueden hacerse cargo de las empresas fundadas por sus padres (oabuelos), siempre y cuando sean los mejores para ello, véase aWarren Buffet. Cuando otros son mejores, el derecho de herenciaya no da lugar a la transmisión de la posesión ni a que nadieasuma automáticamente la dirección. En definitiva, se trata de unpaso pendiente desde la época feudal que hasta ahora —debido aun adoctrinamiento intensivo— no hemos conseguido superar.

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Con las medidas propuestas, uno de los problemas centralesde la actualidad —el reparto desigual del capital y, con ello, lagran concentración de poder en grandes corporaciones y particu-lares— se descentralizaría y se retroalimentaría negativamente dedos maneras: mediante la democratización interna de las empres-as y la socialización progresiva de los medios de producción con eltamaño creciente de las empresas. El resultado sería una eco-nomía más democrática y equitativa: más personas podrían parti-cipar y contribuir, se tendría en cuenta la opinión y capacidad demás gente, se apreciaría el valor de más personas que hasta ahora—no sólo con una palmada en la espalda sino también conderechos legales de propiedad y participación.

Donaciones

Algunos pueden objetar que los límites propuestos para elderecho de sucesión se pueden esquivar fácilmente, por ejemplo,si los padres en vida regalan a sus hijos varios millones. Estos in-tentos de fraude se pueden evitar también fácilmente si, de man-era análoga al derecho de transmisión, se instaura un límite decuantía hasta el que las donaciones estén exentas. Se deja a cri-terio de los padres regalar 500.000 euros a sus hijos. Pero estosregalos serán computables a la herencia. Aparte de esto, podríadarse el caso de que los padres dieran trabajo a los hijos en lasempresas propias y les asignaran unos salarios desorbitados. Sin

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embargo, este fraude me parece realmente poco probable, porquetropieza con varios impedimentos y barreras:

a) por ejemplo, con la barrera legal de tener un sueldo con unacuantía máxima de diez veces el salario mínimo;

b) tener una propiedad privada máxima de, por ejemplo, diezmillones de euros;

c) los padres deben someter los salarios extremos a los ór-ganos ejecutivos y administrativos para su aprobación, lo queparece cada vez más difícil e improbable con la democratizaciónprogresiva;

d) las participaciones en empresas no se pueden sin más con-vertir en «efectivo». Se tendría que vender la empresa, lo que, denuevo, es cada vez más improbable debido a la democratización.

Naturalmente, al introducir un nuevo orden social y econ-ómico, debemos reflexionar acerca de cómo se pueden sancionarlas transgresiones de este sistema. Hemos comprobado que nohay ningún ámbito en el que estemos tan dispuestos a hacerlocomo en el de la propiedad privada. El que actualmente quiera«eludir» el tutelaje del patrimonio privado tiene que contar confuertes multas, persecución de la justicia y cárcel. Consecuente-mente en la economía del bien común ya no habrá más norm-ativas y leyes de la propiedad, sino que habrá otras diferentes. (Laparticipación mínima de todos se cuidará de una forma tan cuida-dosa como se hace hoy en día con la ilimitada propiedad privada.)

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Bien comunal democrático

Junto a una mayoría de las pequeñas empresas privadas y a unpequeño número de las grandes empresas de propiedad mixta,tiene que haber en la economía del bien común una tercera cat-egoría de propiedad: propiedad común pública. Pero no en laforma habitual. En la época de posguerra, el Estado construía ygestionaba carreteras, ferrocarriles, redes eléctricas, suministrosde agua y de gas, universidades, colegios, hospitales, servicios decorreos, líneas telefónicas («servicios de interés general» o «servi-cios públicos»). Desde la década de los ochenta este sector públicose ha liberalizado y privatizado progresivamente. Es un procesoque actualmente se encuentra en su punto más álgido y frente alcual se están llevando a cabo protestas y desarrollando tendencias

contrarias[46]. Mi propuesta no es regresar a un sistema de servi-cios públicos tal y como los conocíamos, sino que la poblacióncontrole y dirija directamente los sectores esenciales de la eco-nomía. Para esa idea he aportado a la discusión el término «biencomunal moderno». En inglés se utiliza a nivel internacional el

término «commons»[47]. Un bien comunal —como un«common»— es tradicionalmente un bien colectivo que pertenecea todos. En la Edad Media consistía característicamente en unaparte de un bosque o de una pradera, de libre disposición para to-dos los habitantes de la aldea. De ahí podrían sacar su inspiraciónlos «modernos» o «democráticos bienes comunales» de trenes ocorreos, universidades, servicios públicos, guarderías e incluso losbancos. Los propietarios soberanos ejercerían responsabilidad enestos negocios tomando las riendas de la dirección de estasempresas ellos mismos. Cómo podría funcionar se puede estudiaren algunos ejemplos internacionales con éxito. En Sacramento, lacapital del estado de California, la compañía suministradora de

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energía SMUD abastece a 1,5 millones de personas con electricid-ad; el consejo directivo de la compañía eléctrica se elige demo-cráticamente. Éste tiene por tanto que regirse según las priorid-ades de la población, lo que logra de manera excelente. SMUD es-tá constantemente a la cabeza de Estados Unidos y bastante porencima de los estándares mínimos legales en California en lostemas que importan a la población, como el cuidado del medioambiente y servicios de calidad. En las cuestiones importantes, lospropietarios pueden decidir por sí mismos: en 1989 SMUD pre-guntó a los ciudadanos-propietarios si la única central nuclearpropia debía seguir o si, por el contrario, se debería plantear bus-car un nuevo camino hacia energías alternativas. La mayoría delos proveedores se decantó por cerrar la central nuclear en favordel uso masivo de otras fuentes de energía ecológicas. El éxito deesta decisión «soberana» se aprecia hoy en día con claridad.

Los suizos obtuvieron vía democracia directa un éxito similaren medio ambiente. En los años ochenta el gobierno quería redu-cir la red ferroviaria y privatizarla, como en Alemania. Pero enSuiza el pueblo soberano ejerció su derecho de veto. El pre-supuesto previsto de miles de millones para la construcción decarreteras se desvió para la construcción de vías ferroviarias.Suiza cuenta hoy por hoy con el mejor y más valorado sistema fer-roviario del mundo.

Un tercer ejemplo. En la ciudad brasileña de Porto Alegre seelabora el presupuesto comunal con la intervención de la pobla-ción («presupuesto participativo»), y el servicio de suministro deagua se ha organizado como una «Public Popular Partnership»(asociación pública popular). En esta alternativa PPP trabajanconjuntamente la administración municipal y la población. El res-ultado es igual de sensacional que en California: un 99 por cientode la población está conectado a la red de agua potable, el índicede acometidas del canal ha alcanzado un 70 por ciento. Gracias a

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que los ricos que riegan sus campos de golf o llenan sus piscinastienen que pagar fuertes tarifas que aumentan progresivamente,no sólo los pobres son abastecidos con agua potable con tarifas re-ducidas, sino que además la empresa popular no necesita ayudasdel presupuesto comunal: sin un céntimo del dinero de losimpuestos.

En relación con la organización del «bien comunal demo-crático» me planteo un organismo directivo directamente elegidode entre los representantes de las autoridades («Estado»), de losempleados y de los usuarios así como una delegada de la comisiónpor la igualdad entre hombres y mujeres y un consejero. Las«clásicas empresas estatales», controladas por el gobierno o porlos alcaldes, no deben existir en la economía del bien común. Unaasamblea democrática para los servicios públicos podría definirlos ámbitos de negocio que pertenecen al sector público del biene-star y fijaría las reglas de gestión para su organización.

Naturaleza en propiedad

El hombre no ha creado la naturaleza, ni los bosques, ni los ani-males, ni las plantas. Puede usarla, pero cuando no pone cuidadodestroza sus bases fundamentales de sustento y a sí mismo. Sólosi cumplimos ciertos requisitos —empatía ecológica— se nospermite ser invitados de la tierra. Este respeto se podría expresarno permitiendo que ninguna persona tenga naturaleza en

propiedad, sobre todo suelo[48]. Evidentemente, quien necesite o

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explote terrenos para necesidades concretas podría usar una su-perficie limitada y sin coste. Esta conducta hacia la propiedadpuede impactar en especial a los granjeros, que están habituadosa ser dueños de su parcelita de tierra. Pueden pensar que ya no sevalora su fructífero trabajo. Pero la «posesión» permanece, lo quevuelve a la naturaleza es la «propiedad». Para ellos no cambianada, es más, se vuelve más barato, porque no tienen que pagarimpuestos sobre la tierra. Ésta es la expresión máxima de cómo lasociedad aprecia su valioso trabajo. A cambio, la superficie que sele asigne a una persona para su explotación estará limitada. Deforma más concisa, podría ser así:

1. a) Los municipios regulan el reparto de superficiesdestinadas a la explotación.

2. b) Todas las personas tienen derecho a una superficiedestinada a vivienda hasta el límite máximo, por ejem-plo, de 10.000 metros cuadrados. El uso de dicha su-perficie se puede adquirir por una tasa fija por metrocuadrado. Estas superficies se pueden intercambiarpor otras superficies dentro de las limitaciones detamaño, pero siempre con el fin último de serhabitadas.

3. c) Los negocios agrícolas tienen derecho a terrenohasta un tamaño determinado y sin costes, con la con-dición de que sea explotado cuidadosamente. Tambiénaquí podría tener impacto el balance de la economíadel bien común, por ejemplo sobre el tamaño del ter-reno cedido para la explotación: otro efecto de controldel balance del bien común.

4. d) Empresas de otros sectores —de la misma maneraque los particulares— pueden adquirir la superficieque necesiten para sus oficinas y lugares de

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producción pagando unas tasas de explotación. A cam-bio se pueden suprimir los impuestos sobre bienesinmuebles.

Los efectos de estas medidas serían:1. 1. Se incentiva valorar la naturaleza. Bolivia es el

primer país del mundo que, en su Constitución de2009, se ha pronunciado a favor de dar un valor pro-

pio a la naturaleza[49]. Algo que tiene «valor propio»no puede ser propiedad de otro.

2. 2. Se reduce la extrema desigualdad en el reparto de lapropiedad inmueble: actualmente un 10 por ciento dela población austriaca posee dos tercios de la totalidadde bienes inmuebles. La mitad de los austriacos noposee ningún bien inmueble.

3. 3. La transmisión hereditaria de las granjas se simpli-fica porque ya no existe la propiedad de la tierra, sinoque el reparto va unido a la explotación y no hay queabonar las cuotas de los coherederos. Además, sesuprimen los impuestos sobre bienes inmuebles.

Libertad e igualdad

En el capitalismo neoliberal se contempla la propiedad privadacomo una de las mayores libertades, y por eso se presenta comoabsoluta. Pero la igualdad —en el sentido de derechos

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equivalentes para todos los hombres en lo que concierne a la vida,las oportunidades y la libertad— es un valor superior a la libertad,porque una libertad demasiado grande puede poner en riesgo lalibertad de otro. Si corro muy de prisa («libertad de movimi-ento»), ofendo a los demás («libertad de opinión»), daño («liber-tad para enfadarme»), abuso de una mujer («libertad del in-stinto») o reclamo mucho espacio y bienes («libertad deposesión»), entonces estoy limitando la libertad de los demás, eincluso amenazando sus vidas. La igualdad es por lo tanto unprincipio absoluto; la libertad, uno relativo. Existe un principio delimitación para la libertad, pero no para la igualdad. Respecto a lapropiedad, esto significa que todas las personas deberían tener elmismo derecho a una propiedad limitada (en lo necesario paravivir bien), pero nadie debería tener derecho a una propiedadilimitada. Todos estarían de acuerdo con este razonamiento comomuy tarde una vez alcanzada una desigualdad extrema: cuandouna única persona sea dueña del mundo entero y no quede nadapara los demás. La libertad es importante, pero más importantees que el derecho de todos a la libertad sea el mismo. Por esto, elderecho a la propiedad tiene que estar relativamente limitado.

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VMotivación y sentido

Motivación

Una de las reservas más habituales cuando se oye hablar porprimera vez de la economía del bien común es la preocupación deque se estanque la motivación en la economía si las empresas yano pueden aspirar a un ilimitado beneficio financiero y las perso-nas no pueden priorizar sus propios intereses; si se elimina la«competencia», ¿de dónde van a salir los incentivos del rendimi-ento, la innovación y el bienestar?

Estos recelos nacen de la imagen capitalista (socialdarwinista)del ser humano según la cual éste se motiva principalmente medi-ante el egoísmo y la competencia. Si nadie supone una amenazacompetitiva, entonces las personas trabajan a medio gas o estánmano sobre mano; no saben qué hacer con su vida si no se puedenmedir y comparar con alguien; si no son empujados por el miedoa perder su estatus o desean prestigio y superioridad. En esta im-agen del ser humano no existen, o casi, la motivación intrínseca,la curiosidad infantil, la inspiración, la creatividad espontánea o

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la preocupación por el bien de los demás. Antes de entrar en estosrecelos científicamente no consistentes, y sin entrar en contradic-ción con que muchos de nosotros conozcamos personalmente aalguien que sea un «capitalista tipo» y se comporte como tal(porque no ha aprendido a hacerlo de otra manera), empecemospor ser totalmente pragmáticos:

1. El motivo básico y más habitual en una economía delbien común para entrar a formar parte de unaempresa o fundarla no es otro que el hecho de que laspersonas necesitan invariablemente ingresos monet-arios. La obligación de trabajar no desaparece, aunquese debilita, puesto que a la «dote democrática» y a lareducción de la jornada laboral también se sumancuatro años sabáticos. Los ingresos solidarios son sufi-cientes para llevar una vida digna, pero no una «buenavida». El que desee tener una buena vida tiene quehacer algo al respecto. En cualquier caso, el escenariopara encontrar un trabajo remunerado será completa-mente diferente y mucho más favorable que ahora. Laspersonas en la economía del bien común a) podráncontribuir y codecidir más, porque se difuminan lospapeles de «empresario» y «empleado»; b) encuen-tran más sentido en el trabajo remunerado gracias a lanueva meta principal de todas las empresas; c) estánmenos estresadas y presionadas; y d) las empresas noentran en competencia feroz unas con otras ni tienenque perseguir tener un mayor beneficio que las demás,con lo que no tienen que destruir puestos de trabajo.Al revés, en caso de desempleo estructural, el balancedel bien común se ajusta de tal manera que las

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empresas se verán más fuertemente recompensadas sicrean puestos de trabajo adicionales.

2. Se siguen consiguiendo ingresos a través de las empre-sas privadas hasta un múltiplo concreto del salariomínimo interprofesional, según la cuantía acordadapor el pueblo soberano. Por lo tanto, para aquellos quele dan mucha importancia al dinero se mantiene in-variable el incentivo necesario para conseguir un tra-bajo o fundar una empresa. Como el salario mínimo secuantificará de manera que sea suficiente para teneruna vida digna —por ejemplo 1.250 euros men-suales—, alguien que desee más dinero tiene la posibil-idad de ganar hasta, por ejemplo, diez veces más de loque es necesario para vivir bien. Al limitar el derechode herencia y puesto que ya no se premia la posesiónsino sólo el trabajo, los ingresos sólo se obtienen conrendimiento real. Para tener unos ingresos más altos,se debe rendir realmente más. La propiedad en sí yano sirve.

3. Investigaciones sobre la felicidad han demostrado quea partir de un determinado nivel, unos ingresos eleva-dos no hacen más feliz a la gente, por lo que no puedenser una motivación coherente. Según algunos estudiosinternacionales, el umbral está en unos ingresosanuales de 20.000 dólares estadounidenses, que nollega ni al doble del aceptado salario mínimo interpro-

fesional de 1.250 euros al mes[50]. El umbral más altoque conozco es de 290.000 dólares estadounidenses al

año[51], veinte veces el salario mínimo propuesto. Losingresos que excedan ese límite no aportan un

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aumento demostrable de la felicidad vital. Tampocoincrementan el rendimiento. La media de lo que co-bran los 45 directivos de Toyota mejor pagados es de

320.000 euros[52]. ¿Puede alguien suponer que loscoches serían mejores si ganaran 3,2 millones, o in-cluso billones, de euros?

4. No sólo las investigaciones sobre la felicidad sino tam-bién las realizadas en el ámbito psicosocial y neurobio-lógico concluyen que las personas se motivan más in-tensamente con otros factores distintos del dinero.Entre otros, la autonomía, la identidad, la competen-cia, la aportación, la comunidad y las relaciones.

a) Autonomía. Las personas anhelan liber-tad en el sentido de poder considerar y articularlibremente sus sentimientos, necesidades ypensamientos. Nadie desea que se restrinjansus características básicas como ser humano. El«dinero» no es una característica propia de lanaturaleza humana; el dinero no es ni un senti-miento ni una necesidad básica ni un pensami-ento creativo del individuo.

b) Identidad. Todos los seres humanos sonúnicos. Un posible sentido de la vida es encon-trar esa singularidad y desarrollarla. No se tratade ser mejor en lo mismo, sino diferente en lopersonal. No se trata de ser mejor en lo mismo,sino diferente en lo desigual.

c) Competencia. Es una necesidad básica re-conocer las capacidades que se esconden ennosotros mismos, para incentivarlas y

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desarrollarlas. Esto debería motivarnos. Estofunciona igual de bien —o incluso mejor— enestructuras cooperativas en estructurascompetitivas.

d) Aportación. Cada persona puede aportaralgo a un todo, y cada persona quiere aportaralgo. A través de la aportación de cada uno secrea sentido, y a través de las aportaciones detodos se crean colectividades y abundancia.

e) Comunidad. Los seres humanos son seressociables. Prefieren morir a tener que preocu-

parse por sobrevivir aislados de los demás[53].Nuestro cerebro está programado sobre una redsocial. La comunidad satisface necesidadesbásicas como la sensación de protección, la se-guridad, la sensación de ser apreciado, el re-conocimiento, que nos escuchen.

f) Relaciones. «Las relaciones con éxito sonel objetivo desconocido tras el que se hallan to-dos los esfuerzos humanos», escribió Joachim

Bauer[54].

Éste es el resultado de las investigaciones neurobi-ológicas actuales. Yo compruebo estas deduccionesuna y otra vez en las conferencias e intento que lospresentes reflexionen para sí mismos e identifiquen lasituación en la que han sido más felices hasta la fecha.Continuamente se mencionan momentos de afecto yexperiencias de cuatro tipos referentes a relacionesexitosas:

1. Relaciones exitosas consigo mismos

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2. Relaciones exitosas con otras personas3. Relaciones exitosas con la naturaleza4. Relaciones exitosas con un todo

Las palabras clave que salen más a menudo —juntocon experiencias intensas relacionadas con la nat-uraleza como playas, puestas de sol, cimas demontañas o jardinería— son «nacimiento», «amigos»y «relación de pareja», es decir, relaciones interper-sonales exitosas. Estas experiencias también sepueden definir como un objetivo en la economía, servaloradas y recompensadas con ventajas legales. Nosería muy inteligente por nuestra parte no aplicar en laeconomía la experiencia colectiva que ya hemos identi-ficado científicamente con felicidad y comunidad ex-itosa. En la economía del bien común, el éxito en lasrelaciones interpersonales y ecológicas daría un nuevosignificado al rendimiento y al éxito económico. En-tonces, por fin, nos esforzaríamos no sólo por con-seguir un fin con sentido, sino también, como se hacomprobado, estaríamos más motivados que con la es-tructura actual de unos contra otros y la búsqueda delbeneficio propio a costa de los demás. La democratiza-ción de las empresas incrementará no sólo la motiva-ción de todos los implicados, sino también el biene-star. El epidemiólogo e investigador de la desigualdadRichard Wilkinson ha descubierto a raíz de innumer-ables estudios que «cuando una compañía se trans-forma en una colectividad mediante una participación

grande, se incrementa la productividad»[55].El camino es ir más allá todavía. En la actualidad,

los que poseen capital aún gozan de un amplio y altoprestigio, porque se les achaca que están preparados

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para asumir un riesgo personal y, con ello, generar nu-merosos puestos de trabajo y bienestar económico.¿Cómo se ve esto en la economía del bien común? Paraempezar, cada vez más personas tendrían la posibilid-ad de fundar empresas, porque contarían con un res-petable capital inicial en el comienzo de su vida labor-al. Inmediatamente podrían participar en unaempresa o bien fundar una ellos mismos. Si muchaspersonas juntan sus «dotes democráticas», rápida-mente se consigue una cantidad millonaria parafundar una empresa. Como los fundadores rara vez ne-cesitarían un crédito, su riesgo empresarial se redu-ciría significativamente.

Además, se proponen las siguientes medidas:◦ participación progresiva de los colabor-

adores en la propiedad de la empresa;◦ inmunización progresiva del beneficio con-

tra el reparto injusto del mismo;◦ participación obligatoria de los traba-

jadores en las decisiones de las grandesempresas.

El reparto más justo del capital y del derecho devoto hace que la disposición frente al riesgo se repartamás equitativamente entre la población. La comunid-ad gira menos en torno a unas personalidades bril-lantes estilizadas como triunfadoras emergentes,aunque su patrimonio sea en parte simplementeheredado y no fruto de su trabajo, o que lo hayan ob-tenido a costa de los demás mediante el efecto de ret-roalimentación positivo. En casi todos los casos, de-penden totalmente de las invisibles actividades so-ciales de las mujeres, cuyo esencial rendimiento de

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generar la vida y cuidar las relaciones que son basepara la felicidad, apenas es visible, mucho menos val-orado o recompensado. La suspensión latente de la«responsabilidad en solitario» —sobre todo— de loshombres en las empresas disolvería lentamente unaaún operativa estructura social patriarcal, o mejor, lasataduras de la sociedad patriarcal.

Sentido

Uno de los puntos fuertes de la economía del biencomún sería que ganar dinero ya no es el fin cuyosefectos secundarios —la satisfacción de necesidades, elbienestar y una existencia con sentido— se podían darpero no tenían obligatoriamente que darse. Al con-trario, en la economía del bien común el objetivo es lasatisfacción de necesidades, el bienestar y una activid-ad coherente; la fundación y la dirección de las empre-sas —y el uso del capital financiero— son el medio paraconseguirlo. Si participar en el proceso de producción,optar a un trabajo remunerado, se vuelve sistemática-mente más sencillo (tanto para los fundadores de lasempresas como para los trabajadores por cuentaajena); si la posibilidad de acumular una fortuna ma-terial se limita; y si el clima de toda la sociedadfavorece el éxito de las relaciones, entonces se justificala esperanza de que más personas elijan, o al menospuedan proyectar, su puesto de trabajo de acuerdo con

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su potencial. El sentido es una potente fuente de moti-vación, tal vez incluso la más potente: motiva intrínse-camente. La motivación intrínseca proviene del interi-or y actúa de manera más intensa que la motivaciónextrínseca, que se mueve mediante estímulos, recom-pensas y sanciones externos. Si, libremente, me he de-cidido por algo, porque me parece que tiene sentido,entonces por regla general lo realizo con ganas, mededico a ello con todas mis fuerzas y atención, me en-trego por completo. Estoy intrínsecamente motivado yme sumerjo en una actividad, sin que se me llegue aocurrir la idea de mirar de soslayo a derecha oizquierda para ver dónde se han quedado mis «com-petidores». Esto sólo me distraería, rompería mi con-centración y con ello se debilitaría mi capacidad deproducción. (Excepto que sea una persona que pormiedo se estimula para llevar a cabo los más altosrendimientos o cuya autoestima dependa de superar alos demás.) Quien se motiva externamente, dependede un relativo estado impuesto por la competencia. Lamotivación disminuye en el mismo momento en queesa persona está por encima de sus competidores; alfin y al cabo no es la actividad en sí la que le ha mo-tivado. O, para alguien que pierda a menudo y deforma crónica, la motivación igualmente se diluye. Laspersonas se apartan humilladas de la competición yaterrizan destrozadas en el desempleo, se quedan sinhogar, caen presas de la depresión y la pobreza másabsoluta. En las grandes ciudades alemanas hoy porhoy, un 25 por ciento de los niños pertenecen a hogar-es acogidos al programa Hartz IV; en Leipzig es un 35

por ciento; en Berlín, un 37 por ciento[56]. En

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diecisiete de los veintisiete miembros de la UniónEuropea se ha incrementado el paro juvenil por en-cima del 20 por ciento. La economía de mercado capit-alista, atendiendo a la pretensión de crear puestos detrabajo «humanos» dotados de sentido para todos, noes más que un sistema en igual medida deshumano eineficaz. Entonces, ¿cuál es el porqué de esa creenciaprofundamente enraizada en los beneficiosos efectosde la competencia y por qué se cuestiona tan poco?

Desde mi punto de vista llega ahora la más de-sagradable parte del análisis que nos permita com-prender por qué la competencia está tan firmementeasentada en el trono de nuestro sistema de valores.Muchos, posiblemente la mayoría de nosotros, no sesienten (o muy poco) intrínsecamente motivados,porque no se conocen bien y nada de lo que experi-mentan aporta ni el más mínimo sentido que les im-pulse a perseguir altos rendimientos por sí mismos,sin la intervención de la competencia. Su interior estávacío y sólo encuentran sentido en relación con el ex-terior. Y si el mundo exterior grita sin parar: dinero,carrera, éxito y poder son los «valores» que llevan a lameta; entonces muchos de nosotros «interiorizamos»esos valores, incluso cuando no han conseguido to-davía hacer feliz a ningún ser humano. Pero, comotantos insisten, y los medios una y otra vez retratan ydestacan a ese tipo de individuos, un gran número depersonas, incapaces de encontrarse a sí mismas, lestermina imitando. En la raíz del problema se encuen-tran esas personas de pobre vida interior, incapaces dedotar de sentido propio a su vida; les falta autoestima,

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reconocerse como las últimas y únicas responsables desu vida y de sus decisiones.

La pregunta crucial es la siguiente: ¿de dónde vieneese vacío interior? ¿Por qué hay tantas personas inca-paces de encontrar sentido y felicidad sincera en susvidas? Según mi experiencia, la clave está en la educa-ción. A la mayoría de nosotros no se nos ha reconocidoobjetivamente ni se nos ha querido incondicional-mente, lo que nos hubiera permitido encontrarnuestro propio yo, aceptarnos con cariño y, a la vez,desarrollar profundamente la capacidad de apreciar alos demás. Por el contrario, la mayoría de nosotros, almenos la generación de adultos, fuimos educadoshacia la obediencia y el rendimiento. Cuando los pro-genitores tienen una imagen determinada, un con-cepto concreto, de cómo debemos ser, pierden de vistacómo somos realmente. Los niños no se reconocen enser otro, porque sus padres no facilitan esa individual-ización sirviéndose de «espejo», o todavía peor,cuando han intentado ser ellos mismos, han sido casti-gados. Para no perder el amor de sus padres, la may-oría de los niños se decanta por obedecer, y la primera«orden» de muchos padres es el rendimiento (y conello, la negación de sí mismos). Así aprenden los niñosa una edad tan temprana a reprimir sus propios senti-mientos, necesidades y pensamientos, y a cambio,aprenden a sentir, pensar y querer lo que deben.Evidentemente, esto no pasa de manera extrema. Nosucede que los niños o bien experimenten una vidaplena, intrínsecamente motivados, y permanezcan in-dependientes a modas y convenciones, o, por el con-trario, suplanten su propia vida interior con valores

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ajenos, después, vivan y permanezcan atrapados en lailusión de que estos valores ajenos «interiorizados» lesvan a conducir hacia la felicidad. Pero la tendencia so-cial va en esa dirección. Y esto sólo ya es más que sufi-ciente; que una civilización haya traspasado de gen-eración en generación valores «extrínsecos» como lacompetencia, la ambición por el beneficio o la ob-sesión por hacer carrera, y que aún hoy en día la may-oría crea que el ser humano es así por naturaleza, sim-plemente porque la mayoría de sus colegas genera-cionales con los que se ha educado se comportan así.

Los niños que no han aprendido a tener en cuentasus propios sentimientos, necesidades y pensamien-tos, sino que han sido recompensados con «amor» porobedecer y ser productivos, pasarán el resto de su vidaintentando exigir el amor de los demás a través delrendimiento. No se cuestionarán, o lo harán con pocoentusiasmo, qué están haciendo realmente, y prontoaceptarán dinero —en vez del amor de los padres— porsu rendimiento, hasta que hagan casi todo a cambio deuna recompensa material. Así obtiene el hombre convida interior más pobre el mayor bien: una primeraexplicación importante de por qué muchos hombresricos tienen una vida interior especialmente pobre.

Otra consecuencia. Quien no se encuentra a símismo tampoco siente a los demás, ni al medio ambi-ente. La empatía por los demás presupone un auto-conocimiento. Ésta es una de las razones por el que loshombres y mujeres que triunfan, a menudo, muestranpocos escrúpulos a la hora de obtener un «éxito» eco-nómico a costa de causar daños sociales y ecológicos.El vacío interior nos vuelve insensibles y duros. Los

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valores inherentes al sistema capitalista les transformaen ejecutores de los objetivos del propio sistema:aumentar el capital al coste que sea. No tienen nin-guna otra guía que los números, se tienen que re-stringir a lo calculable. Estudios medicosocialesmuestran que los que ocupan los puestos directivosmás elevados en el ámbito económico, en número sig-nificativamente superior a la media de la población,sufren sociopatías, son incapaces de sentir empatíapor los demás y tienen una personalidad adicta y nar-

cisista[57]; un efecto selectivo fatal de nuestro sistemaeconómico actual, cada vez más estudiado y recono-cido. «En veinte años como director ejecutivo heaprendido que los mercados no tienen alma», recono-ció el antiguo presidente de Deutsche Post y evasor

fiscal Klaus Zumwinkel[58]. Una de las pocas altas ejec-utivas de Austria, Brigitte Ederer, informa acerca delos efectos de su trabajo: «Uno se vuelve duro, frente a

los demás y frente a sí mismo»[59]. ¿No es esto unacatástrofe?

Para dar la vuelta a este efecto selectivo, no sólo esnecesaria una transformación de los estímulos delmercado —reconocimiento, mesura y remuneración decomportamientos más solidarios, cooperativos, em-páticos, responsables y generosos—, sino también unacondición básica: que los padres quieran a sus hijos in-condicionalmente, que los acepten y valoren comoson. Esto no significa permitirles todo, o dejarles cre-cer sin una guía, o darles siempre la razón; significaque, en lo que respecta a sus sentimientos, necesid-ades y pensamientos, a) los reconozcan, b) los tomen

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en serio, y c) los refuercen y les enseñen a que ellosmismos lo hagan. Justo entonces se plantea la pre-gunta sobre cuáles son los sentimientos, necesidades yopiniones de los padres, y éstos a menudo son com-pletamente diferentes. Gracias a una comunicaciónmás respetuosa y nada violenta se puede aprender quelas diferentes y a veces contradictorias necesidades uopiniones no tienen por qué representar una barrerainsuperable para la convivencia y las relaciones. Todossomos únicos y por consiguiente diferentes; por lotanto, es inconcebible una relación en la que cadamiembro de la pareja no tenga al menos una opinión ouna necesidad diferente. Por esto, deberíamos partirsiempre de la base de que nuestros compañeros, pare-jas, amigos —e hijos— tienen otras necesidades, otrossentimientos y otras opiniones diferentes a lasnuestras, y después debemos aspirar a tomarlas enserio y valorarlas, en vez de intentar imponer a los de-más nuestras propias opiniones, necesidades e inter-eses. Aquí estamos de nuevo al comienzo del libro: es-tar todos a la misma altura, bajo la guía de la dignidadhumana en vez de bajo la obsesión prioritaria deperseguir el beneficio propio. Esta base interpersonales tan fundamental que forzosamente tiene que tenercabida en nuestro sistema educativo.

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Educación y formación

Uno de los requisitos más importantes y condiciónprevia para el florecimiento de la economía del biencomún es la intervención de nuevos valores, la sensib-ilización de la conciencia del ser humano incluyendo elpropio cuerpo, la práctica de competencias sociales ycomunicativas y el aprecio por la naturaleza. Por eso,propongo seis contenidos básicos aptos para cualquiercurso escolar y que a mí me parecen todos ellos sin ex-cepción más importantes que la mayoría de las asigna-turas que se imparten hoy en día de forma obligatoria:educación emocional, educación ética, educacióncomunicacional, educación para la democracia, educa-ción para descubrir la naturaleza y conocimiento delcuerpo.

1. Educación emocional. Aquí los niñosaprenden a reconocer los sentimientos, atomarlos en consideración, a no aver-gonzarse por ello y a hablar sobre ellos. Lacomunicación no violenta ha demostradoque una cantidad ingente de conflictos enlas relaciones no se resuelven porque laspersonas no consiguen hablar sobre sussentimientos y necesidades, ya que no hanaprendido nunca a hacerlo. En vez de eso,se dedican a dirigir reproches contra aquel-los que no han satisfecho sus necesidades yles han hecho daño. Con esto se alejan desus propios sentimientos y necesidades,que era de lo que se trataba, y encima

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dañan a la otra persona. Se forma una es-piral dañina interminable, mientras el ori-gen del problema permanece, sin ninguna

opción de que se resuelva[60].2. Educación ética. Aquí no sólo se van a en-

señar los distintos enfoques de los valores ya discutir sobre ellos para formar una in-teligencia crítica, sino que sobre todo sevan a dar a conocer aspectos de los valoresinconscientes. Por ejemplo, los niñosaprenden que se puede competir, y losefectos que eso tiene; pero también quepueden cooperar y cómo impacta compor-tarse así. También aprenden los principioséticos básicos de las distintas corrientesfilosóficas y religiosas en una visióngeneral.

3. Educación comunicacional. Aquí los niñosaprenden sobre todo una cosa: a escuchar.A prestar atención. A tomar en serio. A dis-cutir objetivamente, sin ofensas personaleso valoraciones. Puede parecer banal, peroestamos a años luz todavía de una culturaque valore y sepa mantener una discusiónabierta y sin violencia. Líderes de opinión ypersonalidades se atacan entre síperdiendo los papeles. El movimiento At-tac y yo, por ejemplo, hemos sido denom-inados por el eminente investigador deopinión Peter A. Ulram como

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«izquierdistas trasnochados»; por el anti-guo redactor jefe de Die Presse AndreasUnterberger como «adolescente tardío»;por el jefe de la sección de cultura de DiePresse Norbert Mayer como una «carga decaballería estrepitosa y demente»; por eldirector de la sección de economía de DerStandard Erich Frey como «marcial» y«comunista»; por el columnista de DiePresse y de Wiener Zeitung Christian Ort-ner como «populista vomitivo»; por el re-dactor jefe suplente de Neues VolksblattManfred Maurer como «padre adoptivo es-piritual del terrorismo». El redactor jefedel periódico de calidad Die Presse MichaelFleischhacker empleó tres editoriales parallamarme una vez «anarcomarxista», otravez «héroe fantoche del anticapitalismo» yotra «católicomarxista eufórico de la ex-propiación». Según Fleischhacker, lo quehasta aquí han hecho las cerca de cuatro-cientas empresas adheridas a la economíadel bien común ha sido «por miedo a lacelda acolchada de la economía del bien

común»[61]. Evidentemente no toleran quealguien tenga una opinión diferente a lasuya y reaccionan con insultos personales.Pero una democrática cultura de la dis-cusión se caracteriza porque yo trato a losque piensan diferente con respeto, en

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definitiva, porque expongo mis argu-mentos con claridad y calma. En la educa-ción comunicacional los niños aprendentambién —gracias a la socialización— queexiste una forma de comunicación quediferencia hombres de mujeres, para re-conocer los papeles aprendidos y podercorregirlos. También aprenderán que losmalentendidos son la regla general, y quese necesita de algo de esfuerzo para alcan-

zar una mutua comprensión[62].4. Educación para la democracia. La demo-

cracia es el concepto occidental másvalioso. Pero cómo ese valor se llena devida o se mantiene vivo —interfiriendo,opinando, decidiendo y co-diseñando todoslos aspectos de la vida pública— no esnunca, o casi nunca, objeto de estudio en elcolegio. La democracia se enseña como un—histórico— factor seguro, y no como unfrágil y vulnerable progreso que en cu-alquier momento se puede volver a perder.Y de hecho se ha vuelto a perder, porque lamayoría de las personas no encuentranposibilidad de participar, no se involucran,se apartan de la «polis» y del «ágora» conrepulsa y frustración; porque se nos im-ponen otros contenidos vitales —consumo,diversión, drogas— a través de una indus-tria mediática enemiga de la democracia y

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asesina del espíritu. Se podrían enseñar lossiguientes elementos de la educación parala democracia: a) cómo muchos interesesse transforman en uno; b) cómo se tomanlas decisiones, para que con ellas todo elmundo pueda vivir bien (por ejemplo, através del consenso sistemático); c) que untrato respetuoso a las diferentes necesid-ades es la premisa básica para confeccionarla voluntad satisfactoria de una mayoríaamplia; d) que se pide el compromiso at-ento de todos para evitar que se instaurenintereses particulares; e) que no se puededelegar la responsabilidad democrática,sino sólo la puesta en práctica (Rousseau:«En el instante en que un pueblo nombrerepresentantes, ya no es libre; deja de exi-

stir»)[63]. Y sobre todo, se debe enseñar es-to: que la democracia acaba de empezar.Hemos degustado aproximadamente unadécima parte de las posibilidades de lademocracia; la gran experiencia de la«democracia real» —eslogan del movimi-ento Occupy— aún está pendiente. Vere-mos más sobre el tema en el siguientecapítulo.

5. Educación para descubrir la naturaleza.Una economía que apuesta por el perpetuocrecimiento del dinero, de los ingresos, delpatrimonio y de los bienes materiales está

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enferma en el sentido de que se ha roto elequilibrio de relaciones. Es «absoluta»,desligada del resto de valores y de su basenatural: el ecosistema planetario. La esen-cia de esta enfermedad es la falta de unióny la escasa capacidad de establecer rela-ciones que tienen muchas personas hacia símismas, hacia los demás, hacia su entornonatural y hacia un todo. La cura podríaconsistir en retomar esas relaciones, encuidar y equilibrar aquello que es un cam-ino seguro hacia la felicidad. Innumerablespersonas de todas las culturas han inform-ado que una relación intensiva y valiosacon el medio ambiente, los seres vivos, losríos, las montañas y el cielo es capaz decurar a los hombres. Si nos regalamos unashoras intensivas en la naturaleza, muy pos-iblemente el día transcurre feliz hasta el fi-nal. En esta asignatura, los niños aprendenno sólo a conocer las plantas, los animales,el agua en sus distintas formas y laspiedras. También experimentan el impactocurativo de la naturaleza en cuerpo y almapropios: viento y lluvia, nubes y agua, lasestrellas, las flores, las montañas, el silen-cio. Para aquel que experimenta una uniónprofunda con la naturaleza pierden atract-ivo los centros comerciales, la bolsa y talvez hasta los coches. En cualquier caso,puede que un año de menos consumo

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material traiga un plus de calidad e inten-sidad de vida, incluso cuando desde elpunto de vista clásico de los economistasde mercado esto significa una traición a laeconomía, la destrucción de la competit-ividad de la economía nacional y recesión.

6. Conocimiento del cuerpo. «La solidaridades la ternura de los pueblos», decía CheGuevara. Pero ¿cómo se van a comportarlos Estados afectuosos unos con otros, si ninosotros conseguimos ser cariñosos connosotros mismos? Muchos de nosotros nosalimentamos mal, nos movemos poco, nosabrazamos y acariciamos todavía menos,casi nunca nos damos masajes, ni se losdamos a otros, ni tampoco los recibimos.Aunque hasta el momento es uno de loscaminos hacia la felicidad de los hombresmás rápidos que he conocido. Si compara-mos el tiempo que gastamos en ir de com-pras, ver la televisión, ganar dinero y dar orecibir masajes, saldría a la luz la tristesubordinación del cariño y las caricias. Elcuerpo humano es un organismo infinita-mente sensible con un fino sistema sen-sorial. Todos estamos en disposición depercibir sutilmente que cada paso, cadaroce con algo, se puede convertir en unaprofunda experiencia sensorial y un masajedel alma. La intensidad y calidad de vidaaumentaría tanto que no quedaría tiempo

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para experiencias no sensoriales. Cuantomás débil sea la sensación, la percepciónfísica propia, más intensamente tendremosque compensar esa frustración con dinero,comida, alcohol y drogas. Por esto, se de-bería apoyar que los niños desde una tem-prana edad desarrollen una sutil, atenta yvaliosa relación con su cuerpo que incent-ive la creatividad y la autenticidad, y sobreesta base, hacia el cuerpo de las otras per-sonas y seres vivos. Se puede empezar conjuegos, baile y acrobacias en grupo; y mástarde, tras la pubertad, se puede completarcon trabajo corporal, masajes, terapias deenergía, yoga y meditación.

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VIDesarrollo de la democracia

«Tomando la palabra en su rigurosa acepción,no ha existido nunca verdadera democracia y no existirá

jamás».

Jean-Jacques Rousseau

Aunque formalmente vivimos en una democracia, cada vez menospersonas sienten que pueden realmente participar en la vida so-cial. Cada vez más a menudo los gobiernos toman decisiones quevan en contra de las necesidades y los intereses de la mayoría dela población: la desregulación de los mercados financieros; la nodesmembración de bancos sistémicos; la privatización de servi-cios públicos como los suministros de agua o de energía, la redferroviaria, el servicio de correos o los bancos; la patada a la com-petencia local (pymes y comercios locales) mediante tratados delibre comercio; la liberalización de la circulación de capital hastaen el último paraíso fiscal; la tolerancia de la desigualdad salarialhasta en una proporción de trescientas cincuenta mil veces; la im-plantación de manipulación genética en la agricultura; la legaliza-ción de patentes de seres vivos; el tratado EURATOM; la obliga-ción de rearme según el Tratado de Lisboa; la brutal represión de

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los manifestantes en la cumbre del clima de Copenhague, las tor-turas de Guantánamo, o el ataque contrario a las leyes inter-nacionales en Iraq. Con un proceso democrático directo, en lamayoría de los países seguramente ninguna de estas decisioneshabría obtenido una mayoría absoluta. Aun así, se decidieronformalmente por gobiernos y parlamentos democráticamente le-gitimados. Las causas de la creciente distancia entre ciudadanos ysus representantes son varias:

1. Quien sólo puede votar una vez cada cuatro ocinco años el programa de un partido políticoen realidad no tiene nada. Las promesas elector-ales son tan inflacionarias como no vinculantes.Cuando el gobierno no cumple sus promesas, losvotantes se vuelven en gran medida impotentes.Tenemos que esperar hasta las siguientes elecciones, yentonces podremos «castigar» al gobierno por haberincumplido lo que consideramos una promesa espe-cialmente importante. Pero ¿cómo? ¿Tenemos quecambiar de partido político? ¿Hay algún partido cuyoprograma en general me guste más? ¿Y qué pasa si nohay absolutamente ningún partido de los que sepresentan cuyo programa contenga los temas para mímás importantes? ¿Qué pasa si el partido «castigado»no entiende por qué ha sido castigado, porque no esposible castigar por una única decisión, sino sólo porla totalidad de la legislatura?

2. Las élites económicas se funden cada vez máscon las élites políticas. A menudo colocan altosejecutivos o grandes empresas directamente en elgobierno, y ponen a ministros y cancilleres en los

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grupos de presión[64]. Una pequeña muestra: TheoWaigel en el Texas Pacific Group; Rudolf Scharping enCerberus; el antiguo jefe de la Agencia para el EmpleoFlorian Gerstner en Fortress; Ron Sommer (que sacóDeutsche Telekom a bolsa) en Blackstone (fondos decapital privado); Gerhard Schröder en Gazprom;Wölfgang Schlüssel en RWE; Brigitte Ederer enSiemens; el ex presidente José María Aznar es conse-jero de Murdoch; el ex presidente Felipe González esconsejero de Carlos Slim (primera fortuna del mundosegún Forbes) y el ex ministro de economía Pedro Sol-bes es presidente de Barclays España. Y al revés, enAlemania ocupan directamente altos cargos de la ad-ministración pública unos trescientos funcionarios

«prestados» de grandes corporaciones[65]. Los ban-queros más poderosos redactan la normativa de res-cate de los bancos, y los parlamentos la ratifican. Elproblema de esta intimidad social entre política y eco-nomía se vuelve más candente cuanto más ricas y po-derosas se vuelven las élites. Esto muestra que las él-ites económicas son el problema en sí mismo, y en-durece la reivindicación de la limitación de lasdesigualdades. Las élites materiales están en contra-dicción con una sociedad democrática en la que todaslas personas deberían tener los mismos derechos, lasmismas oportunidades y las mismas posibilidades departicipación.

3. Estas élites también tienen una influencia despropor-cionada sobre los medios más relevantes: a travésde contactos personales con directivos de los medios

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que buscan y cuidan ese contacto para asegurarse unafuente de información; compartiendo los mismosvalores con las élites mediáticas (los poderosos,cuando se trata de obtener poder, son altamente co-operativos); a través de la inserción de publicidad deaquellas entidades de las que dependen económica-mente los medios; y en forma de control directo sobrela propiedad (muchos periódicos y cadenas de tele-visión pertenecen a bancos, inversores financieros eincluso corporaciones armamentísticas). Esto no de-bería ser posible.

4. También la principal corriente científica sigue enmuchas ocasiones la opinión de los poderosos. A decirverdad, las universidades públicas ofrecen siempre si-tio a enfoques alternativos, pero la «corriente princip-al» fluye paralela al concepto del mundo de los poder-osos, porque a) muchos intelectuales provienen debuena familia y toman partido para los de su propia«clase»; b) como consecuencia de la liberalización, alas universidades se les asignan cada vez más fondosde terceros provenientes de la economía; y c) algunosgrupos de presión privados no sólo provocan la es-casez de dinero público, sino que se aprovechan de ellopara colocar a personas afines a su ideología en lasplazas destinadas a profesores invitados de lasuniversidades.

5. 5. Los think tanks trabajan para aquellos que les pa-gan. Por norma general con círculos económicos in-fluyentes cuyas necesidades poco tienen que ver conlas necesidades de la mayoría de la población. Porejemplo, la Iniciativa Nueva Economía de Mercado

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Social[66], una institución que tiene poco de círculo deintelectuales vinculados a la educación o de cocinapara pobres, y parece más una campaña de las poder-osas asociaciones del sector industrial para la descom-posición del Estado de bienestar solidario.

6. Los partidos políticos son financiados por empres-as, con los resultados correspondientes: en EstadosUnidos los lobbies financian directamente a los parla-mentarios. Dos ejemplos: los diputados del congresoque aprobaron la normativa de los derivados financi-eros recibieron la cantidad de 940.000 dólares es-tadounidenses, mientras que aquellos que votaron encontra obtuvieron veintisiete millones de dólares. Lospartidarios del control de la Reserva Federal recibi-eron 40.000 dólares; los detractores, diez millones de

dólares. La ley desapareció sin pena ni gloria[67].A causa de estas condiciones y desarrollos, la democracia se

encuentra en una seria crisis. Si permitimos que queden intactaslas desigualdades económicas, los lobbies y la concentración demedios, y reducimos la «democracia» a un voto para un partidopolítico cada cuatro o cinco años, entonces ésta se suprime a símisma. Para conseguir una democracia viva, se tiene que empezarpor desligar la política de la economía, así como limitar lasdesigualdades. Y finalmente llegar hasta una consolidaciónhistórica de los derechos de participación y control democráticosen la que el mayor número posible de personas tiene que poderdebatir, decidir y participar en el mayor número de planos pos-ibles, incluso en los períodos entre las elecciones y en aspectosdemocráticos de la vida socioeconómica.

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¡Nosotros somos soberanos!

El primer requisito previo al renacimiento de la democracia es eldesarrollo de una conciencia soberana. «Soberanos» proviene dellatín «superanus» y significa «estar sobre todo». Mientras quecon el absolutismo el rey era el soberano y estaba por encima detodo, desde la Ilustración y las revoluciones burguesas, es la po-blación la que debería estarlo; así está expuesto en muchas con-stituciones. Sin embargo, esta reivindicación teórica casi no se daen la realidad. El único derecho soberano a disposición de la po-blación son la elección de los partidos políticos y la última palabraen las reformas importantes de la Constitución. Esto es demasi-ado poco para una soberanía real. Ésta tendría que abarcar tam-bién que el soberano pueda:

1. elegir un gobierno concreto;2. deselegir al gobierno;3. corregir al Parlamento en un anteproyecto de ley;4. él mismo proponer leyes a votación;5. modificar la Constitución por iniciativa propia;6. votar directamente una asamblea constitucional;7. controlar y dirigir los servicios públicos básicos más

importantes.La conciencia soberana está tan débilmente acentuada que la

mayoría de nosotros no nos damos cuenta ni una sola vez de queésta és la herramienta que nos falta para ser realmente soberanos.En los colegios no se aprende. En las conferencias, a menudo pre-gunto qué instrumento tendría que ser el primero que tuviera enla mano un «soberano» que estuviera «por encima de todo». Casisiempre sigue un amplio y contenido silencio. De vez en cuando semenciona «votar». Y sólo a veces sale por fin un tímido:«¿Aprobar una ley?».

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Si el soberano realmente «está sobre todo», y el único fin de lademocracia es la realización de su voluntad —de la voluntadcomún—, entonces el soberano debería poder en todo momento ycon su propia fuerza introducir una ley y aprobarla. Actualmente,esto no sucede ni en la Unión Europea ni en Estados Unidos,porque el monopolio está en nuestros representantes: en los Esta-dos nacionales en el gobierno y el Parlamento, en Estados Unidosen el Congreso, el Senado y la Cámara de Representantes. El com-plemento indirecto (representativo) a la democracia directa seríapor lo tanto una implantación consecuente del principio de la sep-aración de poderes. Poderes separados de forma más evidenteaportarían un plus tangible a la democracia y una confianza may-or en esa forma de organización estatal.

Consolidación de la separación depoderes

Rara vez un principio básico no se discute. El principio demo-crático de la separación de poderes es uno de esos casos fortuitos.Cuanto más elemental nos resulta hoy en día la separación de lospoderes del Estado entre Parlamento, gobierno y justicia, y sucontrol recíproco, menos reflexionamos y nos cuestionamos quépensamiento fundamental se encuentra realmente detrás de dichaseparación: ¿cuál es el objetivo esencial de este principio? Se tratade que el poder no debe estar muy concentrado para que no se ab-use de él. Ninguna instancia debería ser demasiado poderosa en

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relación con las demás, porque se acabaría la libertad, y en estecaso, la libertad colectiva: la democracia. Hay tanto en juego queel principio de la separación de poderes bien merece una reflexiónmás intensa y un desarrollo consecuente.

Ya hemos empezado a debatir de hecho el primer paso de estedesarrollo: la separación de poderes más eficiente entre pueblosoberano y sus representantes. En realidad, ¿por qué elige elpueblo soberano representantes? Porque en la mayoría de paísesvive tanta gente que no pueden participar todos de forma coher-ente en todas las elecciones. La democracia básica encuentra sulimitación en el número de personas que participen en ella.Detrás de la elección de gobierno y Parlamento se esconde unaseparación de tareas; no se trata de crear un nuevo órgano per semás importante que el pueblo soberano. Gobierno y Parlamentoson sólo sus agentes (representativos), cuyo objetivo consiste ex-clusivamente en ejecutar la voluntad del pueblo soberano. Quesea realmente esto lo que hace el gobierno no está garantizado pornada. La tentación de abusar del poder que ostentan temporal-mente es mayor cuantos menos derechos de control tiene elpueblo y más poderosos son los grupos de interés que inundan elgobierno. «No hay nada más peligroso que la influencia de gruposde interés privados en los asuntos públicos», escribió Jean-

Jacques Rousseau ya en 1762[68]. Sería funesto que el clientesoberano tuviera las manos atadas hasta el siguiente pedido (elec-ción) y sólo le restara esperar, sin amparo, que el gobiernocumpla su voluntad. Entonces sucede justo lo que cada vez se estáconvirtiendo en más habitual: gobierno y Parlamento se convier-ten en una «dictadura temporal», porque se someten a los lobbiesmás insistentes o incluso han sido impuestos por ellos. El ignor-ado pueblo soberano puede protestar y manifestarse, pero ¿quélogra con eso, si no tiene ningún derecho? ¿No tiene más sentidoque el mandante soberano corrija en cualquier momento al

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mandatario cuando éste no hace lo que él quiere? Rousseau opin-aba que el pueblo soberano debía «limitar, modificar y retirar elpoder que había depositado en el gobierno, siempre que quisi-

era»[69].

Democracia directa en tres pasos

Concretamente, esto significa por un lado que el pueblo soberanopueda rechazar una ley que le desagrade. Y, por el otro, que puedaproponer y aprobar por sí mismo una ley que no esté incluida enla «oferta» del gobierno. Para ambos casos se puede emplear elmismo procedimiento: la democracia directa en tres pasos, de-mandada por un número cada vez mayor de organizaciones, por

lo menos en Alemania y Austria[70].• Primer paso: Cada ciudadano o grupo de ciudadanos

puede reunir argumentos que apoyen una ley deseada.• Segundo paso: Si esta propuesta de ley encuentra sufi-

cientes seguidores, por ejemplo la mitad de un 1 porciento de la población con derecho a voto, se efectúauna petición de referéndum a nivel nacional.

• Tercer paso: Si esta petición de referéndum —recogidade firmas en los centros electorales de todo el país—supera este obstáculo ampliamente, por ejemplo un 3por ciento, se somete a un referéndum nacional oblig-atorio, cuyo resultado pasa a ser un decreto leyvinculante.

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Este «tercer paso» existe a nivel federal por el momento sóloen Suiza. Allí los ciudadanos son el auténtico soberano. En Ale-mania, Austria, Italia y la mayoría del resto de los países, el Parla-mento tiene la última palabra. Y de esta manera y en contra de lavoluntad del pueblo, se construyen centrales nucleares, se abrenvías de escape hacia paraísos fiscales para el capital, legalizan pat-entes sobre seres vivos o se participa en ataques que van contralas leyes internacionales.

La democracia directa está avanzando a nivel mundial: desde1951 hasta 1960 hubo tan sólo cincuenta y dos referéndums,desde 1991 hasta 2000 ya fueron doscientos, y durante la primera

década del tercer milenio llegarán a los mil[71]. En Alemania, enlos últimos cinco años, se implantó el plebiscito como instru-mento en la mayoría de los Estados federados y también a nivelmunicipal. En Baviera existen desde 1995 los referéndums; enTirol del Sur hay una primera forma de democracia —aunque to-

davía no satisfactoria— desde 2008[72].Pese a esta tendencia común hacia una mayor democracia, se

siguen manteniendo generalizados y en parte irritantes reparos ymiedos contra la democracia directa. Se podría introducir la penade muerte; la derecha populista podría acosar a las minorías; lapoblación en general no es tan ilustrada y juiciosa como un gobi-erno electo. Con la votación en Suiza para prohibir los alminaresparece que se han confirmado estos temores. Por este motivo,quiero hacer un pequeño inciso acerca de las reservas actualescontra la democracia directa y aclarar los derechos fundamentalesen relación con la prohibición suiza de los alminares.

Mito 1:Ya tenemos una democracia representativa.El truco es viejo. Cuando alguien reclama pausas o días libres enel trabajo, a veces surge el argumento en contra: «Pero ¡si el

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trabajo no es nada malo!» La democracia directa no quiere reem-plazar a la democracia, sino completarla, de la misma manera quelas pausas y las vacaciones no cuestionan el trabajo, sino que lohacen más productivo. El Parlamento puede conservar el poderlegislativo central, pero, si se acuerda algo que vaya en contra dela voluntad del pueblo soberano, éste tiene que tener la posibilid-ad de corregir a sus representantes. O, si todos los partidos quepresentan su candidatura al Parlamento han prescindido de algoen su programa electoral que sin embargo es importante para elpueblo soberano, éste debe poder por sí mismo iniciar la ley. O, siel electorado vota por mayoría a un gobierno concreto pero, sinembargo, en una cosa concreta quiere algo diferente, se debenpoder tener ambas: su gobierno favorito y las leyes de su elección.Lo decisivo: la última palabra tiene que ser del pueblo soberano.

Mito 2:El pueblo sí puede deselegir el gobierno.En el peor de los casos, como muy pronto a los cinco años. A losgobiernos les gusta tomar decisiones impopulares justo despuésde las elecciones, para repartir más azúcar en las proximidades dela fecha electoral. Hasta entonces, muchas cosas se olvidan. Y amenudo no sería en interés de los decepcionados votantes novolver a elegir un gobierno que ha hecho muchas cosas buenaspor culpa de una simple decisión errónea. Las elecciones parla-mentarias por lo general son «ineficientes», porque sólo se puedeelegir entre grandes paquetes de promesas electorales, sin queninguna de ellas se garantice de manera vinculante. La democra-cia directa permite al pueblo soberano seleccionar cuestiones in-dividuales y decidir por sí mismos. La democracia se vuelvemucho más eficiente y satisfactoria cuando el pueblo, entre losprocesos electorales, puede participar activamente en vez de estartutelado y desposeído de poder.

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Mito 3:El pueblo no tiene la suficiente formación.Las decisiones fundamentales, en general, son decisiones éticas. Yen esto todas las personas son igual de competentes, independi-entemente de su grado de formación. No hay ningún indicio deque las élites de la sociedad cuenten con una sensibilidad por en-cima de la media. Un potente intelecto no es garantía de nada. Yun intelecto fuerte no garantiza nada. Austria ha tenido dos refer-éndum: la central nuclear de Zwentendorf y la entrada en la Un-ión Europea. Allí donde el gobierno y el pueblo tenían opinionesdiferentes, en la cuestión de la energía nuclear, el pueblo sober-ano fue más inteligente, aunque en aquel entonces uno de los ar-gumentos más agresivos fue que la población «no entendía nada»de la complicada física nuclear. El problema de una expertocraciacorrupta se ha agudizado en los últimos años. Ministros y diputa-dos prefieren escuchar a los lobbies que a los expertos íntegros.¿Por qué participaron trece países de la Unión Europea en laguerra de Iraq? El argumento de la «sabiduría» no hiere.

Mito 4:Las decisiones son demasiado complicadas.Este argumento se inventó en el Tratado de Lisboa. En primerlugar, los gobiernos —en vez de formular una breve y comprens-ible Constitución— de manera totalmente consciente crearon unmonstruo de quinientas páginas, para dejar fuera de la cogestiónal pueblo soberano con el argumento de la «complejidad». En se-gundo lugar, las encuestas demostraron que la mayoría de los rep-resentantes del Parlamento nacional no tenían (ni tienen) la másmínima idea acerca del contenido del Tratado de Lisboa, y poreste motivo no estaban en absoluto más cualificados que la pobla-

ción para votar[73]. El ejemplo de Francia enseña todavía más que

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un referéndum conduce a cierto nivel informativo de la población:antes del referéndum, los libros sobre el Tratado de la UniónEuropea estuvieron en las listas de los más vendidos durantemeses, se vendieron más de un millón de ejemplares. En innu-merables discusiones públicas se debatían apasionadamente losartículos uno a uno hasta altas horas de la noche. Cuando elpueblo puede participar, no siente en absoluto el desencanto gen-eralizado por la política que gustosamente los «dictadores tem-porales» le atribuirían.

Mito 5:Después vienen los populistas.Esto no es ninguna peculiaridad de la democracia directa. Lospopulistas también presentan su candidatura en las eleccionesparlamentarias, de vez en cuando con tanto éxito que llegan algobierno. ¿No sería éste un argumento contundente contra lademocracia indirecta? Para convertirse en amo y señor del popu-lismo, se necesitan caminos diferentes a la inhibición de la demo-cracia directa. Un dato importante: si un gobierno y un parla-mento realmente quieren hacer algo contra el fortalecimiento dela extrema derecha, deberían hacer algo de una vez por todas con-tra la creciente desigualdad y la escisión social, no impedir lademocracia directa.

Mito 6:El diario Die Kronenzeitung se convertiría en el gobi-erno de facto.El argumento fulminante en Austria. En cualquier caso, éste no esun argumento contra la democracia directa (mundial), sino a fa-vor de una ley mediática austriaca que evite la concentración depoder. Haciendo caso omiso de esto: ¿acaso Die Kronenzeitungno posee influencia decisiva sobre la democracia representativa?

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Aquí también vale: no es la democracia representativa la que debeser eliminada, sino el poder de Die Kronenzeitung.

Mito 7:Después viene la pena de muerte.El argumento definitivo de la pena de muerte contra la democra-cia directa. Pero el que tema que se pudieran anular los derechoshumanos a través de un camino democrático debería en con-secuencia estar en contra de todos los procesos democráticos queen teoría poseen esta facultad, por lo tanto, también de la demo-cracia indirecta. Porque, ¿quién nos mantiene a salvo de un gobi-erno electo que reinstaure la pena de muerte o la tortura?¡Guantánamo no es el resultado de un referéndum! ¡Las restric-ciones más recientes de los derechos de los ciudadanos, hasta lasguerras, provienen de los parlamentos, no de los ciudadanos!Dado el caso, entonces nos protege la Constitución o el ConvenioEuropeo de Derechos Humanos (CEDH) de la vulneración de losderechos humanos. La consecuencia lógica es que este últimoguardián de los derechos fundamentales también fuera válido enla democracia directa (al igual que para la indirecta).

Mi argumento es que la democracia, directa o indirecta, sóloes un medio. La igualdad de todos los seres humanos, su valorigualitario —la dignidad— es el objetivo. Al equivalente valor detodas las personas le siguen los mismos derechos fundamentalesde todos, y uno de ellos es el mismo derecho de intervención paratodos. Y el medio, comprensiblemente, no debería jamás anular elfin. Todas las iniciativas modernas de la democracia directareivindican que no se puedan poner en tela de juicio a través de lademocracia directa (como tampoco a través de la democracia in-directa) ni los ya existentes derechos fundamentales, humanos yde las minorías, ni la democracia misma. Teóricamente se podríapensar en un referéndum acerca de la disolución del Parlamento y

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la entronización de un rey, pero debería ser igual de intolerablecomo que el Parlamento ponga a un dictador. Las minorías nopueden ser oprimidas ni por el Parlamento ni por el pueblo. Losderechos fundamentales o son válidos para todos, o para nadie osólo para algunos, y entonces ya no es una democracia porque laspersonas dejan de ser iguales, con lo que cualquier proceso demo-crático está de más. La Constitución tiene que proteger losderechos fundamentales.

Veamos el problema suizo de los alminares. En Suiza haydemocracia directa desde 1848; la entrada al Convenio Europeode Derechos Humanos, contra la que atenta por duplicado la pro-hibición de los alminares (contra las prohibiciones de discrim-inación y de libertad de religión), tuvo lugar en 1974. Los suizosdeberían por tanto aclarar si para ellos es más importante per-manecer en el Convenio Europeo de Derechos Humanos o conser-var el cuestionable derecho de recortar los derechos de las perso-nas o de las minorías mediante la democracia directa. Estoy se-guro de que la decisión terminaría a favor de los derechoshumanos.

Es más, Suiza abolió la pena de muerte por democracia dir-ecta. En un repaso general, hay innumerables ejemplos quemuestran que el pueblo soberano, cuando pudo decidir por símismo, fue «más listo» que el gobierno. El mejor tren del mundoen Suiza, el abandono de la energía nuclear de Austria e Italia, elno a la privatización de los servicios públicos en Leipzig, la de-cisión del cantón de Zúrich de anular los privilegios fiscales a losextranjeros ricos, acortar el servicio militar obligatorio en Suiza yla objeción de conciencia voluntaria: todos ellos son méritos de lademocracia directa. Por esto, las personas en Suiza están más sat-isfechas con el sistema político que en Alemania o en Austria,donde un 82 por ciento son de la opinión de que «el gobierno notoma en consideración los intereses del pueblo». Sólo el 5 por

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ciento cree poder participar «en gran medida» mediante el voto.La mitad de los alemanes piensa que no se puede participar «ab-

solutamente nada» a través de las elecciones[74]. En épocas en lasque los gobiernos son cada vez más acaparados por las élites eco-

nómicas («posdemocracia»)[75], lo que aconseja la situación es lademocracia directa. Que el pueblo soberano lo desea debería sermotivo suficiente: el 75 por ciento de los partidarios de lacoalición CSU/CDU y el 81 por ciento de los que apoyan al SPDestán a favor de la democracia directa. En la Francia absolutista,Luis XIV dijo: «¡El estado soy yo!» Hoy actúan gobiernos y parla-mentos con el eslogan: «El pueblo soberano somos nosotros». Sigobierno y Parlamento saben que en un futuro la última palabrala tendrá el pueblo soberano, entonces lo tomarán más en serio. Ylos ciudadanos soberanos podrán transformar la desidia por lapolítica y la falta de poder en iniciativa democrática. «La demo-

cracia directa significa abandonar la actitud de espectador»[76],sostiene Gerard Häfner, cofundador de la ONG Mehr Demokratie.

Separación de poder constituyenteoriginario y poder derivado

El siguiente paso es separar el poder que redactó la Constituciónde aquel por el que se modifica. En ciencias políticas se intentaseparar el «poder constituyente» (pueblo soberano) del «poderderivado» (Parlamento, gobierno). La reflexión que se encuentra

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detrás indica que cuando las instituciones democráticas puedenestablecer las reglas de juego del gobierno le conceden al pueblo elmenor número posible de derechos para conservar el máximopoder en sus manos. En cambio, si el pueblo soberano redacta laConstitución, probablemente se reserve la última palabra y amp-lios derechos de participación y control.

Este punto es especialmente relevante ante el desarrollo de laUnión Europea. Hasta ese momento los tratados fundamentaleseran redactados siempre por el gobierno. La población estabaapartada del proceso de desarrollo de los nuevos tratados y sóloraras veces podía votar acerca del resultado final. Esta práctica sevuelve problemática en la medida en que la Unión Europea cadavez recibe más competencias transferidas y asume un papel simil-ar al del Estado. Como muy tarde con la llamada «Constitucióneuropea», los gobiernos tendrían que dejar el timón a los pueblossoberanos. El término «Constitución» señala hacia la fundaciónde un Estado soberano, y el poder soberano en un Estado tieneque estar en manos de la población, no en las del gobierno o delParlamento. De hecho, el «Tratado Constitucional» era inclusomás que una constitución. Era una constitución más tratadospolíticos, juntos en un monstruoso legado de quinientas páginas:una repulsiva maniobra contra la democracia. Después de que dosde los cuatro pueblos soberanos rechazaran el tratado monstru-oso, los gobiernos acordaron quitar el «maquillaje de la Constitu-ción» dejando sólo el texto («leyes», ministros de Asuntos Exteri-ores, banderas, himnos), para poder hacerlo pasar por un tratado«habitual». Evidentemente a la vez hicieron hincapié en que se

había «salvado» el 95 por ciento del contenido[77], y así se impusoun texto casi idéntico sin la más mínima participación del pueblosoberano. Solamente un soberano, el pueblo irlandés, votó, yporque así lo prescribe su constitución. También los irlandesesdijeron que no. Pero como desde el punto de vista de sus

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representantes habían votado «erróneamente», tuvieron que «re-petir» la votación: de nuevo un grave abuso de la democracia dir-ecta. ¡Ésta debe ser un instrumento del pueblo soberano para cor-regir a los gobiernos, y no del gobierno para corregir al pueblo!

¿Cómo podría llevarse a cabo un tratado europeo de manerademocrática? Diecisiete organizaciones europeas del movimientoAttac han elevado una propuesta concreta. Para que las personastengan confianza en la Unión Europea, tienen que implicarse enla construcción de la «Casa europea». Si otra persona construye lacasa y fija las reglas, para muchos no va a ser un hogar tan con-fortable como si los habitantes mismos hubieran podido acondi-cionarlo. La propuesta del movimiento Attac dice: se debe elegiruna asamblea democrática del grueso de la población, compuestade representantes de todos los países y como mínimo de un 50por ciento de mujeres, que debe redactar el nuevo tratado funda-

mental, se llame «Constitución» o no[78].Generalmente se llama convención a una asamblea de este

tipo. El Tratado Constitucional también fue redactado por unaconvención, tan sólo que esa convención no fue establecida por elpueblo soberano sino por el gobierno. La convención tampocotenía un reglamento interno democrático, porque la última de-cisión la tenían los trece miembros del presídium y no el pleno: laconvención fue una farsa. El primer ministro luxemburgués Jean-Claude Juncker dijo: «No he estado jamás en una cámara oscura

tan negra como la convención»[79]. No es extraño que el productofinal de este cuarto de sombras haya sido rechazado por tres delos cinco pueblos preguntados.

Según la propuesta de Attac, sólo los pueblos soberanos deber-ían decidir sobre el resultado de la convención democrática. Laprobabilidad de que las personas acepten un tratado a) que searedactado por personas de confianza directamente por ellos elegi-das, b) con las que dialogan activamente mientras se redacta el

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texto, y c) sobre el que finalmente los soberanos deciden es muyalta. Estoy convencido de que todos los Estados miembros acept-arían. La principal línea conflictiva política no transcurre precis-amente entre «Estados nación» o entre las variadas «culturas»europeas, en todos los países transcurre entre las élites sociales yla mayoría de la población.

Que el producto de una convención democrática de verdadprobablemente se acepte se puede verificar en otros lugares.Entre 1999 y 2005, tuvo lugar en el cantón de Zúrich el procesodescrito: la elección directa de una convención para reescribir laConstitución, interacción intensiva con la población, votación delpueblo soberano, aprobación por una clara mayoría del 64,8 por

ciento[80].En Islandia, en 2010 el pueblo soberano votó en un primer

paso en un referéndum para no pagar la deuda externa, con unamayoría del 93 por ciento; en un segundo paso, eligió una conven-ción de 25 personas —de 522 candidatos— que no formaban partede ningún partido político, pero que contaban con, por lo menos,30 firmas de apoyo para redactar una nueva constitución. La re-dacción se efectuó por internet, y todo el mundo podía contribuir.El 27 de julio de 2011 se aprobó unánimemente por el parlamentode Islandia, «Althingi». Según el artículo 66 de la nueva Constitu-ción —compuesta sólo por 25 páginas—, el dos por ciento de lapoblación con derecho a voto puede presentar un proyecto de leyen el parlamento, que a su vez puede presentar una alternativa ala propuesta popular. Pero, será el pueblo soberano quien final-mente decida.

Un tratado fundamental redactado democráticamente no sóloreforzaría la dolorosa y añorada confianza de los ciudadanos en laUnión Europea, sino que además aportaría al proyecto de la in-tegración europea otro rumbo en cuanto al contenido. Mi apuesta:en vez de la supremacía de la libertad económica, la competencia

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local, el tráfico ciego de capital, el ilimitado derecho sobre lapropiedad, el imperativo de armarse y los déficits democráticosinstitucionales, haría crecer una Unión Europea más democrática,más sostenible y más pacífica. Los ciudadanos no añadirían jamásde los jamases muchas de las cosas que se encuentran en lostratados actuales. En su lugar, los derechos fundamentales ocu-parían el puesto más alto, y se crearía un marco próspero para lapaz interior y exterior y, de forma especial, para una economía delbien común.

Convención para la economía

Las convenciones pueden tener como objetivo no sólo reescribir laConstitución, sino también redactar de nuevo elementos indi-viduales básicos como la Carta de Derechos Fundamentales o in-cluso un marco de valores y objetivos para la economía. Como yahe explicado, el actual orden económico que se basa en las dos re-glas principales de «orientación al beneficio» y de la «competen-cia» no encaja con las metas y los valores constitucionales. Esmás, los valores de la «economía real» no sólo discrepan un pocode nuestros valores humanos fundamentales, sino que son dia-metralmente opuestos. La concepción real de la economía daña elespíritu de las constituciones. Según la Constitución alemana, «eluso de la propiedad tiene que servir equitativamente al bienestarde la mayoría» (artículo 14); según la Constitución de Baviera,«toda actividad económica sirve al bien común». La constitución

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española indica que la meta de la nación es «promover el bien dequienes la integran» (preámbulo). Incluso, la «justicia» es elprimer valor mencionado en la Constitución. En la economía noes posible identificar casi nada de todo esto; los valores constitu-cionales, dignidad humana, solidaridad, justicia y democracia, enla economía o no se exigen o se exigen muy poco. La ambición porel beneficio y la competencia no son normas apropiadas para real-izar estos valores básicos.

La convención democrática para la economía que propongotraduciría los objetivos y valores de la Constitución en reglas dejuego que, mediante incentivos eficaces, conduzcan hacia la real-ización de esos valores y objetivos. Las propuestas son: definir laorientación hacia el bien común como objetivo de los agentes eco-nómicos; medir los objetivos alcanzados con el producto del biencomún; medir los objetivos alcanzados por la economía nacionalcon el producto del bien común; recompensar la cooperaciónentre empresas; y limitar y condicionar el derecho de propiedad.

Bastaría con diez o quince de estas reglas de juego. La parte dela Constitución relativa a la economía ocuparía aproximadamenteentre una y dos hojas. Por primera vez en un sistema democráticose fijarían las reglas para la economía. Este lujo nos lo podríamospermitir para el centenario del fin de las monarquías en Alemaniay Austria, en 2018/19. En España, «La Pepa», primera Constitu-ción liberal, cumple 200 años en 2012, año en que se publica estelibro: un momento adecuado para iniciar el proceso hacia la Con-stitución Soberana.

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Convención para la educación

Otra convención más podría estar orientada al tema de la educa-ción. La enseñanza condiciona a los seres humanos que van aformar la sociedad del mañana. ¿Han aprendido a escucharse un-os a otros, a cooperar, a apreciar la opinión de los demás? ¿O hanaprendido a querer ser mejores que los demás, a dar codazos, a notener en cuenta a los demás cuando se trata de su propio «éxito»?¿Aprenden lo que significa dar forma a una democracia o se ven así mismos sólo como «particulares»? ¿Perciben el nexo más pro-fundo que mantiene unido al mundo, o están llenos de incoher-entes conocimientos específicos?

No hay ningún otro sector en el que la frustración se acentúepor todas partes como en la educación. Los alumnos se sienten tu-telados y desbordados; los profesores se sienten también presion-ados, como chivos expiatorios sentados en el banquillo; las uni-versidades usan métodos de colegio y financieramente se muerende hambre, se tienen que comportar continuamente como empre-sas y tomar fondos de empresas privadas orientadas al beneficio;los métodos externos de evaluación crean un clima de vigilancia ycontrol. Los niños y los jóvenes se adaptan a las necesidades delmercado y de la globalizada economía, en vez de poder desarrol-larse como seres humanos libres y críticos.

¿Se corresponde esta evolución con el ideal de la libre en-señanza? ¿Por qué no pueden padres y alumnos participar en laelaboración de los planes de estudio? ¿Por qué los elabora el gobi-erno solo? ¿Acaso los contenidos de la enseñanza no afectan a to-dos? ¿Acaso la suma de todas las personas relacionadas con la en-señanza en una sociedad no son más inteligentes que un gobiernopresionado por los grupos de interés?

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Una salida sería una convención educativa en la que todos losafectados del sector educativo —alumnos, universitarios, profe-sores, padres— eligieran personas de su confianza que estable-ciesen los objetivos y los contenidos centrales del sistema educat-ivo así como el derecho a participar de los afectados. Me apuestolo que sea a que se elegirían otros contenidos y otras asignaturasdiferentes a las que en el año 2009 el presidente en funciones delÖVP, Partido Popular Austriaco, y vicecanciller Joseph Pröllpropuso en su discurso de apertura «Proyecto Austria» en elpunto álgido de la crisis financiera: la «educación financiera» de-bería convertirse en «una parte integral de toda formación escol-

ar»[81]. Después de que los bancos se hayan convertido en sucurs-ales de «casinos» globales, ahora todas las personas deben apren-der cómo lograr el mayor éxito en un casino. Y el colmo de los col-mos es que el único representante de Austria en el grupo de tra-bajo de la Unión Europea con el mismo nombre («Financial Edu-cation») sea el director gerente de la gestora de hedge funds Su-perfund que promete a sus clientes unos réditos financierosanuales del 70 por ciento. (Los dos integrantes alemanesprovenían uno de un grupo bancario y el otro de una asociación

de aseguradoras)[82]. Estoy seguro de que una representación deprofesores, padres y alumnos nunca habría llegado a la idea deque la «educación financiera» debía ser una asignatura obligator-ia ni habría pedido consejo a un directivo de hedge funds paraello; habrían impulsado prioridades diferentes a un gobierno quese fusiona cada vez más con las élites financieras y representa susintereses de lucro.

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Convención para los servicios deinterés general

Una tercera convención podría definir el ámbito económico de losservicios básicos, o «servicios de interés general». ¿Qué sectoresde la economía tienen un significado tan básico (y en muchoscasos preferiblemente organizados como una actividad individu-al) que deben estar completamente bajo el control del soberano?Según las encuestas, una amplia mayoría de la población se de-canta por un servicio de correos, una red ferroviaria, pensiones yseguridad social, así como guarderías y universidades de carácterpúblico. Estos servicios públicos básicos podrían seguir desar-rollándose, a través de la convención para los servicios de interésgeneral, hacia un «bien comunal democrático». (Allí donde la po-blación pudo votar, se pronunció a favor de mantener el controlpúblico sobre las infraestructuras básicas.)

Convención para los medios

Otra convención podría trabajar sobre el tema de los medios decomunicación para desconcentrar el poder mediático, económicoy político, y cultivar un paisaje mediático democrático. La diver-sidad y desconcentración del poder se pueden lograr mediante unproceso de retroalimentación negativa:

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• Ninguna compañía puede tener en propiedad más deuna empresa mediática.

• Ningún medio puede depender en más de un 0,5 porciento de un solo anunciante.

• Los nuevos medios sólo pueden ser fundados comomínimo por cinco periodistas acreditados y diez propi-etarios equivalentes.

Hoy, en la época de la postdemocracia, ningún gobierno seplantearía tan siquiera una redistribución del poder mediático yde la propiedad. El único que puede emprender y poner enpráctica esta medida de rescate para la democracia es el pueblosoberano. Pero para ello necesita la democracia directa.

Convención para la democracia

La más importante de las convenciones tendría por tanto la tareade reescribir las reglas del juego. Desde la crisis de 2008 y la (no)reacción de los gobiernos, cada vez más personas tienen claro queel actual modelo de democracia es un callejón sin salida para lapropia democracia. Muchas iniciativas de la sociedad civil —desdeMehr Demokratie e.V. («Más Democracia»), pasando por protest-as estudiantiles y el movimiento Occupy, hasta Attac y las eco-aldeas y comunas de ciudadanos— reflexionan acerca de un nuevomodelo de democracia. En mi opinión, una de las tareas más im-portantes de los próximos años es que todas las fuerzas que quier-en más democracia elaboren juntas un innovador y moderno

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modelo de democracia y que, después, lo conviertan en unareivindicación conjunta de una amplia alianza de la sociedad civil,más aún: un histórico movimiento por los derechos de laciudadanía.

El camino hacia la realización puede ser una iniciativa popu-lar, la exigencia de una convención para la democracia o, en estecaso, incluso un partido político. Personalmente pienso que lospartidos políticos son un callejón sin salida para la democracia«real», porque destacan lo particular, no lo común. Lo que ungrupo parlamentario propone lo rechazan a menudo los demáspor principios, no por el contenido. La democracia de partidospromueve la competencia, pero la democracia debería basarse enun proceso cooperativo. No puedo ofrecer todavía una soluciónmadura para esto. Pero presiento que pronto se encontrarán cam-inos y procesos para que una comunidad consiga tomar de-cisiones sostenibles sin tener que fragmentarse o aniquilarse.

El partido democrático, si es que alguna vez existe, tendría unsolo objetivo: implantar el nuevo modelo democrático. No es-cribiría ningún «contenido» en su programa —tampoco ningunocapaz de alcanzar una mayoría—, porque éste se apartaría de-masiado de la reescritura de las normas de decisión. Además, des-pués de la implementación de las nuevas normas, los contenidossusceptibles de ser respaldados por la mayoría se pueden conver-tir en ley sin problema a través de los ciudadanos, también sinpartidos políticos.

La búsqueda de un modelo mejor de democracia ha empezado.Creo que es el proyecto político más importante de los próximosaños.

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Democracia de tres pilares

En suma, se continuarían desarrollando las medidas propuestasdel actual modelo unidimensional de la democracia (sólo demo-cracia representativa) hacia una democracia tridimensional:democracia indirecta (representativa), directa y participativa.

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Tampoco sería aún una «democracia real», querido Jean-JacquesRousseau, pero al menos es el siguiente paso hacia ella.

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VIIEjemplos y modelos

Motivación

La economía del bien común no es una utopía. Las empresassiempre han perseguido otros objetivos diferentes al beneficio fin-anciero. Y la cooperación es un principio básico de la evolu-

ción[83]. Incluso hoy, en medio del capitalismo global, hay nu-merosas empresas que hace tiempo que viven uno o más aspectosde la economía del bien común. Los siguientes ejemplos ejercensobre muchas personas una estimulante y motivadora influencia.No hay ningún motivo sensato para no construir un paisajeempresarial nacional inspirado en su modelo común.

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1. Mondragón: la mayor cooperativaa nivel mundial (País Vasco)

La vasca Mondragón Corporación Cooperativa (MCC) es a día dehoy la mayor cooperativa del mundo. En 1943, tras la guerra civilespañola, el joven sacerdote José María Arizmendiarreta creó unaEscuela Profesional Politécnica. En 1956, cinco graduados con-stituyeron la primera cooperativa. En la actualidad, el grupo estápresente en diecinueve países y cuenta con 256 empresas dis-tribuidas en los sectores de construcción de maquinaria, automo-ción, industria de la construcción, electrodomésticos, venta al pormenor, finanzas y seguros. También tienen un banco, la cooper-ativa Caja Laboral Popular.

Un 83 por ciento de los cerca de 95.000 empleados son co-operativistas. La idea es que este porcentaje aumente hasta alcan-zar el 90 por ciento. La cooperativa se basa en la igualdad básicade todos los cooperativistas que trabajan en ella. La organizacióndemocrática de la empresa es evidente en a) la soberanía de laasamblea general, que se compone de la totalidad de cooperativis-tas y que funciona según el modelo «una persona, un voto»; b) elvoto democrático del órgano directivo, especialmente del consejode administración, que tiene que responder ante la asamblea gen-eral; y c) el trabajo conjunto con los órganos ejecutivos, que estánencargados de dirigir la cooperativa por delegación de la totalidadde cooperativistas.

De los beneficios, una pequeña parte se reparte entre los tra-bajadores, y la mayor parte se reinvierte; otra parte pasa al«Fondo Central de Intercooperación», que crea nuevos proyectosy puestos de trabajo. Si una empresa se encuentra en dificultadesfinancieras, puede ser rescatada a través de una reducción desalarios, con autorización previa de los trabajadores. En

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momentos de grandes problemas financieros o de picos de pe-didos, los empleados pueden trabajar temporalmente en otras co-operativas. Hasta un 10 por ciento del beneficio neto pasa a la co-operativa y a los proyectos de formación, clasificados de muy im-portantes; al fin y al cabo, todo empezó con esta intención. Entotal, la Corporación Mondragón factura entre cinco mil y diez milmillones de euros, los recursos propios ascienden a cinco mil mil-lones de euros. El grado de globalización es alto: tiene sucursalesdesde Portugal hasta Tailandia, de Brasil a Polonia y de México aHong Kong. En Alemania, Mondragón tiene en activo plantas deproducción en Limburg an der Lahn, Herborn y Stockach.

Según la propia empresa, el secreto (público) de su éxito se en-cuentra en los siguientes factores:

• En el centro están las personas, no el capital. Unamuestra de esto son la propiedad y gestión conjunta detodos. El 45 por ciento de los empleados son mujeres.

• La reinversión prácticamente de todos los beneficiosobtenidos. (No hay accionistas.)

• La creación de instrumentos de cooperación eficaces:en la Corporación Mondragón no se despide a nadieen tiempos de crisis. Se usan los beneficios reservadosen los fondos solidarios para reforzar las empresasmás débiles. Además, el banco de la cooperativa con-cede a las entidades económicamente prósperas, créd-itos con intereses más altos y a las que se encuentranen una situación problemática, créditos con interesesmuy bajos o incluso sin ellos.

El último punto muestra cómo podría funcionar la coopera-ción sistemática entre empresas: este principio básico de la eco-nomía del bien común es en la Corporación Mondragón una real-idad viva. El profesor de filosofía David Schweickart se inspiró en

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la Corporación Mondragón para crear un modelo económico al-

ternativo, la «democracia económica»[84]. Ya lo afirmaba KarlMarx: «El ser social determina la conciencia».

2. Sekem: agricultura biodinámicaen el desierto (Egipto)

Sekem es una cooperativa egipcia de comercio justo localizada a60 kilómetros al sur de El Cairo. Fundada en 1977, en la actualid-

ad se compone por siete empresas y 1.850 empleados[85]. Sekemhizo florecer el desierto con agricultura biodinámica y produce,junto a alimentos ecológicos, productos para la salud y textilescon modelos de producción ecológicos. Sekem significa «vitalidaddel sol». Su fundador, Ibrahim Abouleish, fue galardonado en2003 con el Premio Nobel Alternativo, por un «modelo de nego-cio del siglo XXI en el que están integrados el éxito empresarial yel desarrollo social y cultural de la sociedad a través de una eco-nomía de afecto».

Entre las siete empresas se encuentra la fitofarmacéutica Atos,que produce medicamentos naturales contra el cáncer, problemasde la circulación, enfermedades dermatológicas y reúma, entreotras; la productora de alimentos ecológicos Isis, que elabora cer-eales, arroz, verduras, pasta, miel, mermelada, dátiles, especias,hierbas aromáticas, tés y zumos de frutas; la empresa de cultivobiodinámico Libra, que ha extendido por todo Egipto a través decooperativas los procedimientos agrícolas biodinámicos para el

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cultivo de algodón, plantas oleaginosas y cereales; Lotus, que secahierbas aromáticas; Hator, que comercializa fruta fresca; Mizan,que reproduce semillas para cultivar verduras; y Conytex-Nature-tex, que fabrica ropa y textiles ecológicos. La investigación paratodas las empresas se realiza en la Academia Sekem de artes yciencias aplicadas.

Otro foco importante junto a la agricultura biodinámica resideen el comercio justo. En sus inicios se limitaba el principio decomercio justo al comercio con países industrializados. En-tretanto, Sekem intenta establecer el sistema también en el mer-cado interior egipcio. Un tercer punto esencial es el bienestar delos 1.850 empleados. Con los beneficios se financian guarderías,centros educativos Waldorf y clínicas. Una universidad públicaabrió sus puertas en septiembre de 2009.

Cada mañana se reúnen los empleados de todas las empresaspara honrar todos juntos el día anterior y comenzar el siguiente.Los valores centrales de la dignidad humana, igualdad y democra-cia, también se cuidan en la cooperativa Sekem. La tendencia edu-cativa es incentivar el «pensamiento libre y claro» así como la«expresión artística». Y los centros de salud trabajan con medi-cina psicosomática y natural.

La fundación Abouleish gestiona el capital de Sekem, y el con-sejo de la fundación vela por la visión de la cooperativa. En feb-rero 2007, el GLS Gemeinschaftsbank de Fráncfort y el TriodosBank entraron a formar parte del grupo Sekem con casi un 20 porciento.

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3. Göttin des Glücks y Craft Aid:textiles ecojustos (Mauricio/Austria)

«Göttin des Glücks» (GDG, «Diosa de la Felicidad») es la primeramarca textil de corte ecológico y de comercio justo de Austria. Fuefundada en 2005 por cuatro artistas de Bulgaria, Croacia y Aus-

tria[86]. El objetivo de esta empresa de moda es armonizar empre-sas productoras, clientes, empresarios y la propia Tierra. La ropaes fabricada en Mauricio por Craft Aid (CA), socio comercial deEZA Fairer Handel. Como socio cooperativo asentado de EZA,GDG tiene acceso a una cadena de producción íntegra, certificada,ecológica y justa: una situación win-win para todos. CA es una or-ganización sin ánimo de lucro con certificación de comercio justofundada en 1982 para integrar a personas con discapacidad en lasociedad a través del trabajo. CA tiene a día de hoy ciento ochentaempleados en las secciones de azúcar, flores y ropa; la mitad sonpersonas «con necesidades especiales». Todas las mañanas se re-coge a los trabajadores en sus casas y se les vuelve a llevar cuandofinaliza el trabajo. La jornada laboral de nueve horas se inter-rumpe con tres pausas que todos cumplen. No hay horas extras, yen la fábrica textil se cobra 1,5 veces sobre el salario mínimo deMauricio. Todos los colaboradores tienen seguro de salud y acci-dentes y, además, se les abre una cartilla de ahorro en el banco enla que van ahorrando para la pensión. Todos los lunes va unmédico a la empresa, al que todos pueden acudir de forma gratu-ita. Los empleados tienen, junto a la posibilidad de expresar libre-mente su opinión, la oportunidad de proponer mejoras.

Los beneficios se destinan a obras benéficas y a proyectos deexpansión. Un motivo de orgullo especial es haber conseguido en2010 a través del apoyo de EZA el certificado GOTS (Global

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Organic Textile Standard), hasta el momento la norma inter-nacional más conocida para la fabricación ecológica de tejidos.

4. Comercio Justo: la valoración delas personas que están tras los

productos (58 países productores)

El comercio justo se asienta como un contrapunto al «librecomercio» y al principio de «la oferta más barata». En Austria,EZA Fairer Handel GmbH empezó hace ya treinta y cinco años adar a los perdedores del sistema una oportunidad en el mercadomundial: a los pequeños granjeros, artesanos y trabajadores delsector textil. Una retribución apropiada por sus productos y rela-ciones comerciales fiables y en la medida de lo posible directas,refuerzan su posición en el mercado frente a las grandes corpora-ciones, y representan una base importante para mejorar su capa-cidad de supervivencia. El cumplimiento de criterios sociales yecológicos representa un papel central en el cultivo y en las condi-ciones laborales.

En Europa, las tiendas de comercio justo han influido en la ex-pansión de este concepto de comercio. Son, además de estableci-mientos comerciales, puntos de información, de toma de concien-cia y de encuentro con personas de los países de origen. Muchastiendas de comercio justo trabajan con apoyos voluntarios; si el

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ser humano «por naturaleza» fuera interesado y sólo se motivaramediante la competencia, entonces estas tiendas podrían cerrar.

Con la creación del sello FAIRTRADE o de Comercio Justo(fundado en Holanda en 1988), también se hizo posible para losintegrantes del mercado comercial, como los supermercados, elacceso controlado a la idea del comercio justo. La facturaciónmundial de productos con certificado de comercio justo en el año2009 fue de 3.400 millones de euros.

En la economía del bien común se antepondrían los productosde comercio justo frente a los de comercio «injusto», hasta quedespués de un período de transición de varios años sólo hubieraproductos de comercio justo en los estantes. Esto se podría con-seguir, por ejemplo, con un aumento de los aranceles en un 10 porciento anual sobre los productos de comercio injusto; pronto losproductos de comercio justo serían más baratos. La OrganizaciónMundial del Comercio (OMC), que tiene como meta la «ferozcompetencia» y los productos de bajo coste, podría tachar de ileg-al la «discriminación» de productos injustos y declarar que estosupone una infracción a la ley del libre comercio: un motivo máspara disolverla y en su lugar poner a través de la ONU equitativas

leyes de comercio justo[87]. La Unión Europea puede dar el primerpaso y establecer un Área de Comercio Justo o un área del BienComún en la que la producción y el comercio éticos sean vincu-lantes. El respeto de los derechos humanos y laborales, así comoel respeto al medio ambiente, no pueden estar sujetos al principiode la voluntariedad.

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5. Buschberghof: el uso de laeconomía sostenible libre de

presiones económicas

La granja con sello de calidad Demeter Buschberghof se considerala célula fundamental de las granjas comunitarias en Ale-

mania[88]. Desde 1987, la granja busca implantar un circuito eco-nómico lo más cerrado posible que vaya más allá del negocio agrí-cola para implicar en la producción a los usuarios. El concepto de«agricultura sostenida por la comunidad» (Community Suppor-ted Agriculture, CSA) es tan simple como genial: una granjaabastece a su entorno con alimentos, y el entorno suministra a lagranja con los medios financieros necesarios para que se puedasostener económicamente. Los usuarios asumen la responsabilid-ad de la producción de alimentos biológicos, garantizando sucompra durante seis meses o un año. A cambio, tienen acceso einfluencia sobre la producción. Forman parte de la estructura delnegocio. El concepto se basa en la idea de que la naturaleza, den-tro de un circuito sano, produce suficientes excedentes para ali-

mentar a las personas de la región[89]. Según el principio de re-sponsabilidad recíproca entre usuarios y granjeros, se han creadodesde los años sesenta granjas comunitarias independientes entre

sí en diversas partes del mundo[90]. Ejemplos son la Buschberg-hof, la Kattendorfer Hof, la CSA Hof Pente (Alemania) o la Och-senhertz Gärtnerhof (Austria), que colabora con doscientas perso-nas que participan en la cosecha. Con el concepto CSA, apoyan laproducción y venta locales. El principio de la responsabilidadrecíproca en relación con la producción biológica y regional-esta-cional también se implanta en cooperativas de alimentos

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(«foodcoops»). Un ejemplo es la asociación vienesa Bioparade-

is[91].

6. Regionalwert AG: capital social enla región

En 2006 se fundó cerca de Friburgo de Brisgovia la sociedad an-

ónima de ciudadanos «Regionalwert AG»[92]. Alrededor de quini-entos accionistas hacen posible la financiación de una agriculturaregional sostenible. Hasta el momento, se han aportado 1,97 mil-lones de euros. Regionalwert AG emplea el dinero suministradopara adquirir negocios agrícolas o que tengan actividades rela-cionadas con la agricultura, que se arriendan de nuevo a empres-arios de escaso poder financiero. También se realizan inversionesfinancieras para crear empresas a lo largo de toda la cadena devalor: formación, cultivo de plantas, producción agrícola (agricul-tura, ganadería, horticultura, silvicultura), elaboración de produc-tos (lecherías, queserías, panaderías…) y la distribución (minoris-tas, catering, gastronomía…). Los accionistas reciben como bene-ficio extrafinanciero adicional al resultado ordinario un indicadorpor medio del cual pueden determinar un «bienestar multidimen-sional» así como el «valor añadido socioecológico» y la seguridadde abastecimiento para la región. El fundador es el antiguo agri-cultor de verduras biológicas con calidad Demeter Christian Hiß,galardonado en 2009 con el premio Social Entrepreneur derNachhaltigkeit («Empresario social de la sostenibilidad»).

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7. GLS Bank, FreieGemeinschaftsbank, Alternative

Bank Schweiz, Sparda-BankMünchen, banca ética, Oikocredit(Alemania, Suiza, Italia, Holanda,

Austria)

No todos los bancos son iguales. En la actualidad ya se han com-prometido algunos bancos con el servicio al bien común. La co-operativa de crédito alemana Gemeinschaftsbank für Leihen und

Schenken (GLS, «banco cooperativo para el prestar y el dar»[93])fue creada en 1974 por antroposóficos. Es el primer banco univer-sal de Alemania que trabaja según principios socioecológicos fun-damentales. Financia más de 6.500 empresas y proyectos en losámbitos de guarderías y escuelas gratuitas, energías renovables,instalaciones para minusválidos, vivienda, construcción sosten-ible y calidad de vida para los mayores. Están excluidos del nego-cio bancario, entre otros, el alcohol, la energía atómica, la invest-igación con embriones, la modificación genética en plantas, la in-dustria armamentística, el tabaco, la mano de obra infantil y losexperimentos con animales. Todos los créditos concedidos a lasempresas se publican en el boletín para clientes Bankspiegel. Loscréditos básicamente no se revenden, de la misma manera que lasoperaciones especulativas tampoco pertenecen a su modelo de ne-gocio. Los depósitos bancarios de los clientes ascendieron en2009 a 1.350 millones de euros. Además, al banco pertenece GLSTreuhand, que gestiona las fundaciones y asigna fondos a proyec-tos de utilidad pública. Junto a la central en Bochum, el bancotiene seis sucursales más en Múnich, Hamburgo, Fráncfort,

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Stuttgart, Friburgo y Berlín, en las que trabajan en total 254personas.

El primer banco alternativo en Suiza es Freie Gemeinschafts-

bank[94]. También fue fundado por grupos antroposóficos en 1984en Dornach y en 1999 se trasladó a Basilea. Su objetivo es pro-mover iniciativas de utilidad pública o, en general, útiles para lacomunidad a través de la concesión de créditos según criterios éti-cos. Campos clave son los negocios agrícolas con certificación bio-lógica; colegios, guarderías y centros de formación públicos, ped-agogía curativa y terapia social, consultorios médicos, clínicas,medicamentos, industria, comercio, restaurantes, proyectos eco-lógicos, energías renovables, escuelas de arte, iniciativas artístic-as, centros de encuentro, residencias de la tercera edad y vivien-das comunitarias. La suma del balance ascendió a cerca de dos-cientos millones de francos, el capital propio aproximadamente aocho millones de francos. Los certificados de participación de lacooperativa no se devuelven ni tampoco generan intereses.

Otro banco ético en Suiza es Alternative Bank Schweiz, consede en Olten, fundado en 1990 por 2.600 personas y empresas, yque actualmente muestra una hoja de balance de cerca de mil mil-

lones de euros[95]. También ABS concede créditos focalizados enproyectos alternativos. Un sello distintivo de ABS es su transpar-encia: publica el nombre de sus prestatarios y el propósito de loscréditos. Democracia e igualdad de oportunidades entre mujeres yhombres desempeñan un papel muy importante internamente. Elbanco cuenta con 24.000 clientes y se apoya en 4.400 accionistas.

En Sparda-Bank, en Alemania y en Austria, las cuentas corri-entes son gratuitas. Al mismo tiempo, todos los clientes concuenta son cooperativistas, y por lo tanto propietarios conderecho a voto. Sparda-Bank de Múnich, un modelo dentro del

grupo Sparda, cuenta con 224.000 propietarios[96]. Éstos eligen

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más de doscientos representantes, y éstos a su vez, eligen un con-sejo de administración y una junta directiva. Los representantestambién deciden sobre el reparto de beneficios. En los últimosaños había unos dividendos reales de entre el 5 y el 6 por cientosobre el capital aportado a la cooperativa. La diferencia de salari-os entre la junta directiva y la media de ingresos corresponde auna proporción de 6:1. Para los seiscientos sesenta empleados haymás de ciento veinte modelos de jornada laboral; según el con-venio colectivo, la jornada laboral es de 37,75 horas semanales.Los padres con hijos entre uno y tres años reciben una asignaciónpor hijo de 150 euros. En 2010, Sparda obtuvo por cuarta vez lacalificación de «mejor empleador de Alemania» en la categoría debancos. En el Kundenmonitor Deutschland, el grupo bancarioSparda consiguió por decimoséptima vez el primer puesto. En-tretanto, el balance total asciende a 5.000 millones de euros.

Sparda-Bank de Linz (veinticinco mil integrantes) no repartebeneficios y no realiza operaciones especulativas. Hasta el mo-mento no ha vendido cartera de crédito ni ha subastado ningúninmueble. Las adquisiciones y fusiones están totalmente exclui-das. La mitad de las dieciséis filiales están dirigidas por mujeres.

En Tirol del Sur, veintitrés Cajas Raiffeisen y tres bancossuprarregionales operan en el negocio de la banca ética, que per-sigue objetivos similares a los ya descritos bancos éticos y nobusca el beneficio, sino que trabaja según el principio de cubrircostes. Los intereses de los créditos oscilan entre el 0,5 y el 2 porciento, y los de las cuentas de ahorro entre 0 y como máximo un 2

por ciento[97].Oikocredit es una organización de crédito internacional

fundada en 1975, que se ha especializado en microcréditos y crédi-tos para iniciativas de cooperación al desarrollo. A nivel mundialse han facilitado 797 créditos para proyectos en 71 países. El cap-ital, que en total ha favorecido a 17,5 millones de personas, fue

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aportado por 34.000 inversores y organizaciones de quincepaíses. La sede de la organización está en Holanda, en 1990 secreó la Asociación de Apoyo Oikocredit en Austria. El aporte delos más de 1.950 inversores austriacos hasta el momento es de

veinte millones de euros[98].

8. Wagner & Co Solartechnik(Alemania)

Nueve miembros del movimiento ecológico de los años setenta,que en parte surgió como consecuencia del impacto del petróleo,fundaron en 1977 en Cölbe bei Marburg (Hesse) la empresa de en-ergía alternativa Wagner Solar, que en la actualidad es una de lasempresas del sector líder en Europa. La empresa fabricacolectores solares en plantas de producción energéticamenteautosuficientes, entre ellos, el colector plano más eficaz de Ale-mania. Junto a los colectores también encontramos en el surtidode productos, acumuladores, reguladores, instalaciones fotovolta-icas y calderas de pellets. En los treinta años transcurridos desdesu fundación, su cifra de negocio ascendió una media anual de un40 por ciento. En la actualidad trabajan trescientas cincuenta per-sonas en la empresa de la que a la vez son propietarios. En el per-fil de la empresa, una de las cinco categorías es «democracia ypropiedad». Sólo los colaboradores pueden ser propietarios, y lasdecisiones se toman democráticamente. También los beneficiosobtenidos favorecen exclusivamente a los trabajadores. El alto

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grado de identificación de los empleados con la empresa refuerzael compromiso y la disposición para asumir responsabilidad. Lasamplias posibilidades de participación en las condiciones de tra-bajo y en los desarrollos favorecen una atmósfera de trabajoabierta y constructiva. El modelo de empresa de Wagner & Comuestra que la democracia y la economía no crean una contradic-ción irreconciliable, y también que las empresas con éxito, bajolas condiciones actuales, pueden poner en práctica el modelo de

participación y cogestión de una propiedad común[99].

9. GEA, gugler, Sonnentor, Thoma,Zotter: pioneras en distintos

sectores (Austria)

GEA, con el legendario zapato de la fábrica «Waldviertler», es unejemplo de que en los tiempos de la globalización, de deslocaliza-ciones y de producciones de bajo coste, también los bienes de con-sumo locales se pueden fabricar con recursos y mano de obra loc-ales, mientras la producción y la distribución se ajusten. En laempresa Waldviertler GmbH y en GEA Heinrich Staudinger Gm-bH, 125 personas producen y venden zapatos y muebles. El salariomínimo es de 1.000 euros netos, la proporción salarial es de 2:1.Se busca el consenso en la toma de decisiones. Desde otoño de2010 las fábricas en la región de Waldviertel producen medianteplantas solares más energía de la que necesitan.

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Mödling, socio de GEA, busca ahora la transformación en co-operativa. El objetivo es la equitativa participación de cuatro em-pleados y el reparto del beneficio conjuntamente obtenido, o delas pérdidas, así como la misma retribución por tiempo trabajado.Actualmente la diferencia de salarios está todavía en una propor-ción de 1:1,5.

El proveedor de servicios de comunicación gugler* en Melk, enel estado de Baja Austria, tiene una visión: hacer productos de im-presión completamente compostables. El modelo para esto es elprincipio Cradle-to-Cradle® (de la cuna a la cuna), que podríaconvertirse en uno de los objetivos estrella del balance de la eco-

nomía del bien común[100]. Desde hace más de veinte años, el ne-gocio familiar (95 empleados) da nuevos pasos para hacer másecológicos los medios de producción. Premios como el NÖHolzbaupreis 2000, Trigos 2004, WWF Panda Award 2006 y elAustrian Sustainability Reporting Award 2008 por el primer in-forme de sostenibilidad en el sector confirman su amplio com-promiso. Esto también está fijado en la estrategia a largo plazo dela empresa: «una economía atenta al bienestar de los hombres yde la Tierra».

La empresa procesadora de hierbas aromáticas biológicas

Sonnentor[101], fundada en 1988 en la Baja Austria, busca igual-mente caminos hacia la sostenibilidad ecológica y social. Puede,como la «empresa vecina» del sudoeste de la Baja Austria, remitira una larga lista de relevantes premios y reconocimientos. Los 153empleados procesan productos naturales de ciento cincuentagranjas de la región, y exportan a casi cincuenta países. Entre susproductos cuenta con tés, hierbas aromáticas, sal, café y otros. Laempresa utiliza material de embalaje ciento por ciento reciclable oapto para hacer compost, y emplea sólo energía ecológica, y deésta, una décima parte la cubren con una instalación fotovoltaicapropia. En la propia fábrica no se produce ninguna emisión

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contaminante directa. Junto con las otras tres ya mencionadas yalgunas empresas más, como Rogner Bad Blumau o la almazaraFandler, Sonnentor ha firmado el manifiesto de Bad Blumau, que

promueve la responsabilidad empresarial y la sostenibilidad[102].En Goldegg, en el Estado federal de Salzburgo, el amante de la

madera Erwin Thoma ha creado una empresa que fabrica casas demadera que no llevan ni pegamento ni metal. Las denominadas«casas ciento por ciento de madera» ya están en veinticincopaíses del mundo. La madera que usa la empresa es la primeraque tiene una certificación de oro Cradle-to-Cradle.

En Riegersburg, en el estado austríaco de Estiria, está situadala única fábrica de chocolate artesanal biojusta de Europa queprocesa al año 250 toneladas de cacao de Nicaragua, Perú,República Dominicana, Ecuador, Costa Rica, Panamá, Bolivia yBrasil. Alrededor del fundador Joseph Zotter, cien empleadosrealizan todos los pasos de la producción «from bean to bar»,desde la semilla hasta la tableta, en el mismo sitio, desde tostarlas semillas, pasando por la laminación, hasta los procesos deconcheado. Desde 2004 sólo emplean semillas y azúcar proveni-entes del comercio justo, y desde 2006 todos los ingredientes sonbiológicos. El chocolate no tiene por qué significar trabajo infantil

ni cría de animales a gran escala[103].

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10. Cecosesola: multicooperativa(Venezuela)

En la venezolana ciudad de Barquisimeto, los empleados se hici-eron cargo de una empresa funeraria y una de autobuses tras lainsolvencia de éstas, y las transformaron en una cooperativa, de laque suprimieron todo tipo de jerarquías. Todas las decisiones dela cooperativa se toman por consenso. El corazón de la cooper-ativa lo componen cuatro supermercados que abren de viernes adomingo y, a la vez, sirven de punto de encuentro y centros cul-turales. Ganan prestigio con productos frescos y de alta calidad,numerosos granjeros y jardineros distribuyen directamente a lacooperativa. Los salarios están un 50 por ciento por encima delsalario mínimo (relativamente altos para Latinoamérica), y losprecios son ajustados para los consumidores. Un 99 por ciento deltrabajo se realiza en rotaciones. Junto a los supermercados hay uncentro de salud para el que se han aportado más de dos millonesde dólares estadounidenses provenientes de medios propios,donaciones y eventos solidarios. Los edificios están terminados,tan sólo falta el caro instrumental médico. El gobierno se ha ofre-cido a pagarlo, pero la cooperativa lo ha rehusado para mantenersu independencia. También está en construcción un banco colect-ivo, que colaborará en la financiación del centro de salud. Ce-cosesola tiene alrededor de dos mil colaboradores directos y cin-cuenta mil integrantes. Los supermercados son los más grandesde la ciudad, la funeraria realiza mensualmente cerca de noventaentierros.

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11. SEMCO: «Industria

democratizada»[104]

La empresa fundada en la década de los cincuenta producía ori-ginalmente centrifugadoras para la industria del aceite vegetal.Actualmente SEMCO trabaja a nivel mundial ofreciendo serviciosa empresas: asesoramiento medioambiental, administración depropiedades, consultoría inmobiliaria, servicios de inventario yvolantes de dirección. En el sector de equipamiento industrial yadministración de correo y documentos, la empresa ocupa unaposición líder en el mercado y ofrece más de tres mil puestos detrabajo.

Lo reseñable de SEMCO es que se trata de un modelo de or-ganización alternativo. Las jerarquías y organigramas de empresaprefabricados no existen en su forma habitual: no se da ningúnvalor a las formalidades, pero en cambio sí se valoran el respetomutuo, la participación y la cogestión. Todas las personas inde-pendientemente de su actividad —de directivos o de traba-jadores— son tratadas por igual. De esta manera, cada trabajotiene su significado y todos trabajan más motivados y satisfechos.

Cuando Ricardo Semler, el hijo del fundador Antonio CurtSemler, asumió la dirección de la empresa en los años ochenta,pasó en un primer momento por dificultades económicas. Se de-cidió por llevar a cabo una reestructuración integral. El antiguoobjetivo, aumentar el índice de rendimiento y producción, se cam-bió por factores sociales tales como lograr el bienestar y la moti-vación de los empleados. El convencimiento fundamental comúnse basa en un modelo de interacción. La participación de los col-aboradores impacta positivamente en su motivación y ésta a suvez aumenta la participación.

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Con este enfoque, las «personas» en SEMCO desarrollaron unnuevo plan de organización: las jornadas laborales en todos lospuestos de trabajo se flexibilizaron considerablemente. El modelode rotación por las diferentes actividades laborales proporcionadiversificación y permite reemplazar a las personas que faltan.Los trabajadores deciden sus propias vacaciones, lo mismo quelos ingresos, que son tratados de manera transparente ydescentralizada.

En el «Manual de Sobrevivência» están anotadas importantesnormas básicas para la convivencia y el trabajo en SEMCO. A cadapersona que entra en SEMCO se le anima a participar, a reflexion-ar, a ser creativo.

Para asumir un puesto directivo, según su cultura empresarial,una persona tiene que ser aceptada por los trabajadores «diri-gidos». Que un jefe presione, amenace o genere estrés se ve comoun déficit de sus capacidades directivas. Palabras como «em-pleado» o «trabajador» se evitan. En vez de eso, en la empresa seemplea «persona» como término general para denominar a todoslos que trabajan en SEMCO. El respeto mutuo sustituye las form-alidades. Existe un clima abierto para expresar opiniones, ideas ycríticas. Las diferencias de opinión se consideran necesarias ysanas.

Esta forma de «industria democratizada» aumenta la re-sponsabilidad personal de todos los integrantes. Los beneficios yresultados de cada unidad de trabajo son transparentes y acces-ibles para todos. Un 15 por ciento del beneficio va a parar a todoslos empleados. A través de un curso sobre el balance se permite atodos los asistentes tomar parte en la discusión de cómo se debenemplear los beneficios.

El «modelo SEMCO» ha dado buenos resultados. La organiza-ción que estaba a las puertas de la quiebra es hoy en día un grupoempresarial lucrativo con doce ramas de negocio. SEMCO cuenta

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con los mejores puestos de trabajo en Brasil y con la excelenciaempresarial en recursos humanos.

Ricardo Semler fue elegido en 1990 por The Wall StreetJournal como el hombre de negocios latinoamericano del año. En1990 y 1992 también fue el hombre de negocios brasileño del año.Su primer libro Radical: el éxito de una empresa sorprendente(Gestión 2000), uno de los libros de no ficción más vendidos en la

historia de Brasil, se ha traducido a veintitrés lenguas[105].

12. Economía solidaria (Brasil)

En Brasil está creciendo un sector económico alternativo: la eco-nomía solidaria. Se trata de una respuesta a la crisis del capital-ismo de los años ochenta, en la que por primera vez reinó eldesempleo masivo y la pobreza extrema amenazó a muchas perso-nas. Como el libre mercado era incapaz de ayudarles, lo in-tentaron con la ayuda mutua y la solidaridad. Se crearon numero-sas cooperativas y consorcios, hoy en día hay más de veinte milempresas con más de dos millones de empleados. El espectro deactividades va desde fábricas de azúcar y calzado, pasando por co-operativas textiles, hasta redes de comercio justo. Las empresasson en parte empresas de producción autogestionadas, en partecooperativas agrarias y en parte iniciativas informales en los bar-rios pobres y comunidades indígenas. Quinientas organizacionesy ochenta ciudades apoyan la construcción del sector de economíasolidaria. El secretario de Estado Paul Singer opina que la

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economía solidaria moldea el carácter igual que el capitalismo.Mientras que el último conduce al egoísmo y a la codicia, la eco-nomía solidaria incentiva la solidaridad y la orientación hacia elbien común. Añade que los universitarios que completan susprácticas en empresas solidarias querrían sí o sí quedarse en esesector. La ayuda recíproca es la columna vertebral de este frágilsector. Los primeros beneficios de una fábrica de azúcar autoges-tionada por parte de los empleados no acabaron en la cartera deanónimos accionistas, sino que se destinaron a la formación delos trabajadores para combatir el analfabetismo.

13. Código abierto-global

La economía del bien común confía en la transmisión de conoci-mientos, no en la exclusión para el aprovechamiento personal ycomercial. Que esto no es un crimen contra la naturaleza humanano sólo se puede ver en la historia de la ciencia, que es una co-operación sistémica: lo que uno descubre y publica al momentoestá disponible para que todos continúen con la investigación. Enel ámbito de la alta tecnología hay una completa rama de activid-ad industrial moderna que sigue este principio: las corrientes decódigo abierto y el software libre. Los activistas han acordado queel software, las aplicaciones informáticas y los sistemas operativosno deberían ser patentados por empresas privadas, sino que de-berían desarrollarse de manera abierta y cooperativa. De este es-píritu sale una larga lista de productos de alta tecnología: desde el

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sistema operativo Linux, pasando por el navegador Firefox y elgestor de correo electrónico Thunderbird, hasta la enciclopedia enlínea Wikipedia. El que descubre algo tiene el honor de que suaportación sea incluida en un todo; una necesidad humanabásica: desear formar parte de algo con sentido. Renuncian gus-tosamente por esto al dinero y a los beneficios.

14. «Organizaciones sin ánimo delucro»: 170.000 puestos de trabajo

en empresas no orientadas albeneficio (Austria)

Incluso hoy en día, en tiempos de fiebre bursátil, omnipresenciade publicaciones como Gewinn, Money y Alles Fonds y con rendi-mientos del capital de un veinticinco por ciento que se considerannormales, las empresas no orientadas al beneficio están a la ordendel día. Según datos de la Universidad Johns Hopkins, que desdehace quince años analiza el sector de las organizaciones sin ánimode lucro en los cuarenta países más grandes del mundo, estas in-stituciones emplean por todo el mundo a 31 millones de personas,de las cuales 20 millones son remuneradas, y facturan 1,3 billonesde dólares estadounidenses, la mitad del producto interior bruto

de Alemania[106]. En Austria se produce casi el 2 por ciento deplusvalía, alrededor de 5.000 millones de euros, en entidades noorientadas al beneficio. El sector de las organizaciones sin ánimo

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de lucro es por tanto mayor que, por ejemplo, sectores como laagricultura, la silvicultura, la pesca, la industria alimentaria, lasbebidas, el tabaco, el papel y el cartón, las imprentas y las editor-iales o la industria del automóvil. El 40 por ciento de los 171.000puestos de trabajo son remunerados y de jornada completa. Estosnumerosos ejemplos contradicen el prejuicio extendido de que lasempresas que no están orientadas al beneficio no tienen sentido yno podrían funcionar.

15. Satisfacción de necesidades sincoste y trabajo honorífico (en

cualquier momento y en cualquierlugar)

Una plusvalía coherente funciona no sólo sin ambicionar el bene-ficio, sino también incluso sin dinero. Muchas necesidades esen-ciales se satisfacen en medio del capitalismo y aparte de las rela-ciones mercantiles y monetarias. Cuando se define la economíacomo instrumento para satisfacer necesidades humanas, entoncesaparecen elementos esenciales de la economía que escapan almercado. Es más, en el «libre» mercado se ignoran muchas de lasnecesidades básicas (mil millones de personas se mueren dehambre, aunque haya alimentos suficientes disponibles en elmundo); al mismo tiempo, cada vez se satisfacen más necesidadescreadas artificialmente e incluso adicciones.

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La economía capitalista se apoya evidentemente en rendimi-ento no remunerado y voluntario, sobre todo de mujeres que real-izan trabajos sociales de gran valor. Frente a ellas, suena bastantecínico cuando los hombres sostienen que sin competencia ni be-neficios no se podría obtener ningún rendimiento. Aquí vamos arecordar algunos de estos trabajos «invisibles»:

• Casi nunca se tiene en cuenta la lactancia materna, tanpoco como el embarazo o el cuidado durante años delos hijos.

• El cuidado de los enfermos; cuando (por ejemplo) losaltos directivos son cuidados por sus mujeres, parejaso parientes, no pagan nada.

• El cuidado y la atención a las personas mayores esasumido también principalmente por las mujeres, ymuy a menudo sin remuneración.

• La atención a personas agonizantes (en hospicios) serealiza casi siempre por voluntarios.

• El cuidado de los sin techo y los drogodependientes oel reparto de comida a los necesitados: sólo en las«mesas» alemanas se apuntaron cuarenta milvoluntarios.

• En total, un 34 por ciento de los alemanes ejercen unaactividad voluntaria y realizan en total 4.600 millonesde horas de trabajo al año, tanto como 3,2 millones de

trabajadores a tiempo completo[107].• Si una persona con ingresos elevados sufre un acci-

dente de tráfico, en muchas ocasiones será trasladadoal hospital por personal de salvamento voluntario. Siha perdido mucha sangre, probablemente un completodesconocido le done la suya. No sólo la leche, la sangretambién es gratuita.

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• Si se incendia su residencia de fin de semana en elcampo, acuden los bomberos voluntarios y apagan elfuego. Tan fácil como eso.

• Si tiene que investigar algo rápidamente para un in-forme, a lo mejor consulta Wikipedia, una enciclope-dia, que le han regalado muchas personas de todo elmundo. Y posiblemente use para ello el buscador gra-tuito Firefox. No se puede tampoco descartar que suempresa se haya pasado al sistema operativo gratuitoLinux. Incluso la alta tecnología es hoy en día gratuita.

El principio del «regalo» y de la «benevolencia» (Adam Smith)es universal e imposible de erradicar incluso dentro las so-ciedades capitalistas. El enfoque de la «economía del regalo» pro-

pone extender este principio a toda la economía[108]. Esto, tal vez,es el paso subsiguiente. El siguiente es que ganar dinero no seconvierta en el fin último de la economía y del trabajo, ni se de-sprenda de motivos como el sentido, la calidad de vida, la asisten-cia, la creatividad y el bien común.

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VIIIEstrategias para su ejecución

Simplemente empezamos. Damos un paso detrás del otro. Vamosa ver adónde nos lleva este viaje. Muchos ya nos acompañan. A di-ario se unen personas, empresas, organizaciones y comunidades.Crecemos orgánicamente.

Estructura del movimiento común

El «proceso íntegro» de la economía del bien común comenzó el 6de octubre de 2010. Las primeras quince empresas que comoempresarios del movimiento Attac habían elaborado conmigo ellibro en su primera edición organizaron en agosto de 2010 la jor-nada «Pensar de nuevo las empresas» en Viena. En vez de los cin-cuenta participantes que se esperaban vinieron el doble, hasta dostercios eran empresas, y una parte de ellas empezaron inmediata-mente. Numerosos grupos de trabajo se formaron alrededor de unnúcleo de pioneros, y en sólo un año el movimiento político econ-ómico se estructuró y tomó forma. Esta estructura es una parteimportante de la estrategia: personas de los más diferentes

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ámbitos de la sociedad aportan capacidades diversas y construyenla economía del bien común. Las empresas pioneras fueron lasprimeras que elaboraron voluntariamente el balance, los consejer-os dirigieron y moderaron una parte de ese proceso, los auditoresse ocuparon del balance, los redactores gestionan los comentariossobre el balance y los continuaron desarrollando, los conferenci-antes expanden la idea de la economía del bien común, los emba-jadores se sientan con asociaciones y partidos políticos para darlaa conocer, y los campos de trabajo (grupos de apoyo locales) pre-paran el terreno local para el cambio inminente. La «Asociaciónpara el Fomento de la Economía del Bien Común» se fundó en ju-lio de 2011. Doce miembros de la junta directiva de Italia, Ale-mania y Austria, como representantes de los diferentes agentes,intentan apoyar y coordinar el proceso completo. Todos los círcu-los de agentes han crecido por sí mismos sin un plan maestrocentral, y el ecosistema de la economía del bien común siguefloreciendo: en contenido, funcionalidad, regional e internacion-almente. A continuación se describen los círculos de agentes y susactividades y aportaciones al proceso.

1. Partidarios. En la página web de la economía del bi-en común pueden mostrar su apoyo —de momento—particulares, empresas, organizaciones y políticos.Tras un año ya eran cerca de cuatrocientas cincuentaempresas, setenta organizaciones, treinta políticos ycasi mil particulares. Hasta ese momento no habíatenido lugar ninguna solicitud activa, la mayoría de lossimpatizantes habían encontrado ellos mismos la ini-ciativa y se habían apuntado. Se han pensado más cat-egorías. Todos los partidarios reivindican con sunombre en la página web la implantación por ley de laeconomía del bien común. Para las empresas esto

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significa que su aporte político es totalmente diferenteal del apoyo a las iniciativas basadas en la responsabil-idad social corporativa libremente adoptadas. Tam-bién las empresas que por diversos motivos aún noelaboran el balance del bien común (por ejemplo, es-tán esperando un compromiso legal o porque se atre-ven con el nuevo desafío en pequeños pasos) puedenenviar así una primera y valiosa señal.

2. Pioneros. Un proceso central de la economía del biencomún son las empresas pioneras, que: a) elaboranvoluntariamente el balance de la economía del biencomún, antes de que sea legalmente vinculante; b) consu experiencia y conocimientos ayudan a desarrollar elbalance; c) cooperan unos con otros y aprenden; d)«siembran» la idea en las regiones y en el paisajeempresarial. En el primer año, alrededor de sesentaempresas realizaron la versión de prueba del balancede la economía del bien común y fueron auditadas. Através de eso, se obtuvieron valiosas experiencias,tanto en relación con el contenido del balance comotambién del proceso. El 5 de octubre de 2011, un añodespués del inicio del movimiento, grupos regionalesde empresas pioneras se presentaron a la vez alpúblico en siete ciudades de Italia, Alemania y Austria,y dieron a conocer la iniciativa y los resultados delprimer balance en «conferencias de prensa descentral-izadas sobre la economía del bien común». El ecomediático alcanzó a la cadena de televisión alemanaZDF, a Der Spiegel, Süddeutsche Zeitung, La Repub-blica y a muchos otros. Como se esperaba, esto en-caminó el siguiente empujón de desarrollo. Para el

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segundo año de balance en 2012 está pensado queentre diez y veinte empresas en cada caso se organicenlocalmente en «mesas redondas» y adopten conjunta-mente los conocimientos del balance. Cuando sea ne-cesario, un consultor moderará este proceso. Estasmesas redondas de pioneros pueden crearse en cu-alquier parte del mundo. Actualmente el epicentro delmovimiento está en Italia, Suiza, Austria, Alemania yEspaña.

3. Consultores. Una parte de los empresarios del movi-miento Attac eran consultores empresariales. No po-cos de ellos sufrían conflictos morales al ayudar a lasempresas a aventajar a las demás en una agresiva yegoísta competencia (feroz) o al maximizar el beneficiofinanciero para los propietarios a costa de los demás.La economía del bien común resuelve esta contradic-ción de valores y el conflicto moral. Los consejerospueden de aquí en adelante aconsejar a otras empresassobre cómo ayudar y servir al medio ambiente y a lasociedad. Este trabajo tiene más sentido y proporcionamás felicidad. Los consultores ofrecen diferentes servi-cios de apoyo para las empresas pioneras: a) elabora-ción del informe y del balance del bien común (desdelas primeras informaciones hasta la auditoría); b)or-ganización del proceso de desarrollo para convertirseen una empresa de la economía del bien común:búsqueda de una visión, desarrollo de la estrategia, de-sarrollo de la organización, apoyo en el proceso; c)asesoramiento técnico para criterios especiales como,por ejemplo, la sociocracia (indicador C5), cradleto-cradle (indicador E3) o el EMAS (Reglamento

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Comunitario de Ecogestión y Ecoauditoría) para todoel ámbito referente a la sostenibilidad ecológica; d)formación orientada al bien común de camposcomunes de asesoramiento como desarrollo de equi-pos, desarrollo personal, gestión de calidad. Los con-sultores fundan actualmente su propia asociación, enla cual se organiza la estructura interna y la formacióncontinua, se buscan los comportamientos comunes enel sentido de cooperación y de los valores de la eco-nomía del bien común y se fijan precios justos. En elprimer año del movimiento el apoyo se realizó volun-tariamente. Los consultores se han involucrado demúltiples maneras, han asesorado y acompañado a lasempresas de modo individual y en pequeños grupos.En general, el proceso de elaboración del informe y delbalance es posible sin asesores, no queremos crearningún tipo de dependencia. Toda la documentacióndel balance así como las aclaraciones sobre los indic-adores y la plantilla del balance de la economía del bi-en común están disponibles para todos sin coste al-guno. Las empresas pioneras que quieran elaborar elbalance del bien común pueden conectarse y aprenderunas de otras en grupos locales. Estos encuentrospueden organizarlos ellas mismas o bien ser apoyadospor consultores. Dependiendo de las necesidades ypreferencias es un proceso completo, autoorganizado ysin costes, o con apoyo remunerado. En el segundoaño, en 2012, recogeremos más experiencias.

4. Auditores. Las auditorías externas sirven para clari-ficar si la economía del bien común realmente va asobrevivir dentro de la práctica empresarial. Las

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auditorías garantizan la credibilidad de los datos res-ultantes del balance y sirven de base para la trans-formación de las empresas. El concepto demasiadopositivo o demasiado crítico que tengan las empresasde sí mismas se corregirá desde un punto de vista ex-terno valioso y objetivo. Las auditorías externasfavorecen la igualdad entre los distintos informes,porque, en un sentido positivo, se miden bajo elmismo rasero; las mismas realidades en la empresason valoradas con igualdad. En el año 2011, en el pro-ceso de prueba, debido a la limitación de recursos sólohubo una «auditoría light»: hasta 600 puntos alcanza-dos, bastaba con una auditoría por parte de otraempresa pionera («Peer Audit»); los informes y bal-ances de 35 empresas por encima de 600 puntos fuer-on auditados externamente. Los datos de los informesse compararon con las premisas de las aclaraciones dela matriz y se examinaron con crítica constructiva.Gracias a los comentarios y sugerencias recibidos, sepudieron aportar más tarde datos que faltaban y secompletó el informe del bien común. El primer auditor(en cada auditoría participan como mínimo dos aud-itores) fijó al final la puntuación de cada criterio yemitió un certificado según el formato —comprensibley empleado con fines didácticos— de la matriz. En elaño 2012, el umbral para llevar a cabo una auditoríaexterna obligatoria bajará a 500 puntos; en las «mesasredondas» las empresas estarán acompañadas por lomenos por un auditor. En la auditoría externa, segúnsu tamaño, los auditores acudirán cada tres años oanualmente a la empresa para hacerse una idea

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general en el terreno y hacer más visible la economíadel bien común dentro de la realidad interna de laempresa. Así la auditoría se convierte en un aconteci-miento conjunto o un ritual en las empresas. Tambiénlos auditores están creando una asociación y se organ-izan de tal manera que puedan ofrecer la mayor calid-ad posible por el precio más económico y justo posible.Habrá una escala social de precios para la auditoríasegún el tamaño de la empresa. Internamente, cadaauditor recibe el mismo salario por hora y tambiénaporta trabajo voluntario. Para minimizar los costes delas empresas para la consultoría y la auditoría, nos es-tamos ocupando —empezando por Alemania, Austria eItalia— de solicitar ayudas a través de los respectivosEstados federales y otros organismos. Afortunada-mente, ya existen los primeros compromisos pertin-entes. A largo plazo es deseable que el sector públicoasuma los costes completos de las auditorías —comouna contraprestación de la sociedad por las contribu-ciones de las empresas al bien común—, y con ello lasempresas puedan hacer visibles y someter a control losservicios que aportan a la sociedad. Los estándares decalidad y la certificación para la profesión de auditorpodrían tener un fundamento legal; es concebible unColegio de Auditores del bien común.

5. Redactores. El balance del bien común es el alma delmodelo: permite echar un vistazo al corazón de laempresa. Por eso, muy a menudo se pregunta quiéndecide, qué criterios deben estar incluidos, cómo sedefinen y cómo deben ser ponderados entre sí. Elequipo de redacción del balance del bien común se

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compone desde octubre de 2010 de cuatro personasque voluntariamente han aportado mucha energía yfuerza para integrar las sugerencias de las empresaspioneras, particulares y organizaciones en el balance yseguir desarrollándolo. Hasta julio de 2011 el balancese había reelaborado dos veces en base a los coment-arios y sugerencias de empresas pioneras y personascomprometidas. La versión desarrollada del balance3.0 fue la base para los balances de 2011. Fue elabor-ado de hecho por casi sesenta empresas y se publicóparcialmente. De ahora en adelante continúa con unacadencia anual: cada año va a haber una nueva ver-sión; versión 4.0 para 2012, versión 5.0 para 2013,versión 6.0 para 2014, etc., hasta que el balance desdenuestro punto vista sea «maduro»: preciso, represent-ativo, comprensible y de fácil aplicación. Sólo entoncessolicitaremos a los legisladores que redacten una leyque haga que el balance sea vinculante para todos.Hasta entonces, el equipo de redacción continuará sudesarrollo. Actualmente —principios de 2012— seamplía el equipo de redacción a un redactor respons-able de cada criterio, de manera que trabajarán con-juntamente diecisiete redactores. Alrededor de los re-dactores responsables se formarán pequeños gruposde especialistas, particulares interesados y represent-antes de organizaciones, que colaborarán al desarrolloindividual de los indicadores. Las dos tareas de estosminiequipos serán a) integrar los numerosos coment-arios y sugerencias y b) investigar activamente es-tándares e informes de sostenibilidad y c) seguir

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desarrollando creativamente los indicadores sobre labase de toda la información recopilada.

6. Conferenciantes. La demanda de la economía delbien común es enorme. A finales de 2011 llegaban dedos a tres peticiones de conferencias al día. A través detoda la sociedad: comunidades, universidades, organ-izaciones sindicales, asociaciones de empresas, organ-izaciones medioambientales, colegios, asociacionesculturales, instituciones públicas y asociaciones agrí-colas. Esta demanda sólo se puede cubrir con un amp-lio equipo de conferenciantes. En diciembre de 2011tuvo lugar una formación de conferenciantes enSalzburgo a la que acudieron 35 personas de trespaíses. Diseminarán la economía del bien común entodo el mundo, como si de una semillita de diente deleón —nuestro logotipo— se tratara.

7. Emisarios. Los conferenciantes serán reforzados porlos prominentes emisarios que promocionan la ideaante la opinión pública, asociaciones y partidos políti-cos. Los primeros embajadores son Helmut Lind, CEOde Sparda-Bank de Múnich; Lisa Muhr, cofundadorade la marca de moda ecojusta Göttin des Glücks; Er-win Stubenschrott, CEO de la productora de calenta-dores de biomasa de Estiria KWB; Karin Leeb, direct-ora y propietaria del hotel Hochschober en TurracherHöhe en Carintia; Bernhard Drumel, consejero de ini-ciativas de cambio empresariales y antiguo director dedesarrollo de Greenpeace International; ClemensÖllinger, estudiante, activista y, con dieciséis años, yademandado conferenciante internacional; así como elprimer español, Paco Álvarez, conocido por el

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programa de RNE «No le digas a mi madre que tra-bajo en Bolsa».

8. Campos de energía. En todas las regiones sepueden formar campos de energía. Son grupos deapoyo regionales que promocionan y promueven elproceso en un ámbito local. Los campos de energía secomponen de los más diversos actores: círculos deempresas pioneras, consultores, auditores, redactores,conferenciantes, embajadores, organizaciones deapoyo y particulares. Organizan eventos, se siguenformando, organizan actividades cooperativas y diri-gen «talleres», que son fábricas de creatividad paracontinuar el desarrollo y la conexión entre la economíadel bien común y numerosos campos vitales. Además,aspiran a que los municipios cercanos se conviertan en«comunidad del bien común». Después de un añohabía veinte campos de energía en proceso o ya forma-dos: en Alemania, Austria, Italia, Liechtenstein, Suizay España. Mientras se publica este libro, ya son más de50. En el núcleo de un campo de energía debería haberun par de empresas pioneras apoyadas por el mismocampo de energía. También es función de los camposde energía movilizar la energía suficiente para que lasempresas se transformen lentamente.

9. Comunidades. Las comunidades especialmentepodrían ser «portadores» prometedores del procesogeneral de la economía del bien común. Sufrensiempre más bajo los efectos de la globalización, lacompetencia local, la competición fiscal y el poder delos mercados financieros. Se identifican per se fuerte-mente con el bien común. Una comunidad puede por

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decisión comunal convertirse en una comunidad delbien común. Una comunidad podría realizar lassiguientes actividades en relación con la economía delbien común: a) apoya la iniciativa de la economía delbien común y se inscribe en la página web comocomunidad partidaria (comunidad del bien común); b)implementa el balance del bien común en su propiaadministración; c) invita a las empresas residentes yactivas a elaborar el balance del bien común, que haceaccesible en actas públicas y las prioriza en la con-tratación pública; o asume los costes de la auditoría yconsultoría; los procesos de soporte del balance sepueden integrar bien en otros procesos, por ejemploen la Agenda 21 local o en un proceso de desarrollo re-gional, y una vez al año las comunidades podrían hom-enajear a las empresas del bien común y hacer manifi-estas las acciones ejemplares para el bien común; d)las comunidades del bien común pueden desarrollar el«índice comunal del bien común» y redactar un índicede calidad de vida para las comunidades que se en-cuentren ubicadas en el «nivel mesoeconómico» entreel producto del bien común (economía nacional) y elbalance del bien común (empresas); los quince hastaveinticinco indicadores de calidad de vida podríanidentificarse en parte con encuestas a los hogares de lacomunidad, y en parte con soporte científico; e) lascomunidades del bien común «acogen» la celebraciónde una «convención comunal del bien común». En ellalos ciudadanos interesados determinan las diez (hastaveinte) normas más importantes que deben guiar laeconomía. El proceso operacional se desarrolla por el

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equipo para promover la economía del bien comúncon una amplia participación; f) finalmente, lasprimeras comunidades del bien común pueden ges-tionar la creación de una «región del bien común»—una demarcación política o un barrio (por ejemplo,Mühlviertel, Selva Negra, Grisones, Val Venosta,Apulia, Extremadura)— que tenga como objetivo con-vertir el mayor número posible de comunidades encomunidades del bien común que incentiven a lasempresas regionales a seguir los procesos del balance.Una región del bien común puede —junto concomunidades del bien común— animar al Estado cor-respondiente a convertirse en «Estado del biencomún»…

10. Consumidores. Un aporte muy sencillo que puedenhacer inmediatamente todas las personas consiste enpreguntar a las empresas en las que compran a diariosi ya elaboran el balance del bien común. Es más, estopodría ser un fundamento importante para la decisiónde compra. Esto ya lo han hecho algunos simpatiz-antes y ha dado algunos frutos. «El cliente siempretiene la razón» —aunque no todas las empresas lopongan en práctica— es uno de los muchos criteriospara el balance del bien común, y muchas empresas sítoman en serio los comentarios y sugerencias de susclientes (de toda la vida). Y es algo que realmente to-dos pueden hacer con los mínimos medios. El objetivoes que cada vez más empresas se adhieran al proceso yque en algún momento dado no haya ninguna empresaque pueda permitirse no elaborar el balance del biencomún. Lo ideal es que la pregunta sobre el balance

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del bien común no venga solamente del cliente, sinotambién del banco.

11. Bancos. La banca democrática, actualmente encreación en Austria, comprobará el impacto en el biencomún de todos los que soliciten un crédito, exigién-doles que presenten el balance del bien común tanpronto como lo tengan. Otros bancos podrían seguirlepronto. GLS y la Ethikbank en Alemania ya apoya laeconomía del bien común. Sparda-Bank de Múnich esel primer banco que ha redactado voluntariamente unbalance del bien común, pero no concede créditos aempresas. En una primera fase podrían adelantarsecada vez más bancos voluntariamente. Después, comoya se ha descrito, el balance del bien común no sóloserá vinculante, sino que también la prueba y el con-trol será obligatorio a través de los bancos, en unapróxima reelaboración de los Acuerdos de Basilea deregulación bancaria.

12. Retroalimentación positiva. Adicionales «retroali-mentaciones positivas» son posibles y coherentes: a)cuanto mejor sea el balance del bien común, másventajoso será el crédito que la empresa reciba delbanco; b) los bancos elaboran ellos mismos el balancedel bien común, y las empresas que elijan estos bancoscomo socios empresariales mejoran por ello su balancedel bien común; c) si elijo a mis proveedores según elbalance del bien común, mejoro mi balance del biencomún; d) si las empresas cuidan que sus productosdeben ser distribuidos por empresas que presenten unbuen balance del bien común, mejoran su propio bal-ance del bien común; e) si las empresas cooperan unas

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con otras, se mejora el balance del bien común de to-das ellas; f) los municipios prefieren a las empresascon buenos resultados en el balance para la contrata-ción pública; g) los consumidores preguntan a lasempresas en las que compran por su balance del biencomún; h) las revistas de economía, las publicacionesde consumidores y las asociaciones de calidad ponengran atención a los resultados del balance del biencomún o hacen que la filiación sea un requisito. Aquíse abre un mar de sinergias y matizaciones posibles.La tendencia es que crezca dentro de la economía demercado un grupo que ya participa —la zona del biencomún—, mientras que aquellos que se resisten cadavez más tengan que dar explicaciones y se quedenfuera.

13. Científicos. Una de las mayores oposiciones a la eco-nomía del bien común radica en la creencia profunda-mente asentada de la imagen capitalista del ser hu-mano. Muchos hombres desean formas de com-portamiento solidarias y cooperativas, pero creen quela mayoría no está dispuesta o no es capaz de ser así.Esto se ve a menudo en los debates de las conferen-cias. Pero las hipótesis de la imagen capitalista del serhumano son en gran medida refutadas científica-mente. Más bien parece ser el caso de que: a) las per-sonas por naturaleza tiendan a cooperar y a ayudarseunas a otras cuando no se les ha educado para compe-tir entre sí; b) las personas tienen la necesidad de serútiles para la sociedad y formar parte de ella; c) losgrupos en los que todos participan son más product-ivos que los equipos organizados jerárquicamente; d)

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los grupos en los que todos deciden sobre el reparto delos beneficios son más productivos que los equipos enlos que los jefes o los propietarios disponen cómo re-partir los beneficios. Los estudios empíricos sociales ycientíficos, sin excepción, no son tan conocidos comolos mitos socialdarwinistas, que —sin la menor basecientífica— están profundamente anclados en nuestrospensamientos. Los agentes del círculo «ciencia e in-vestigación» podrían recopilar los resultados de in-vestigaciones psicosociales, evolutivas y neurológicasde la teoría psicológica de los juegos, sistematizarlos ypreparar apetitosos bocaditos con la quintaesencia delos resultados y difundirlos. Cuando estas creencias ymitos sean reemplazados por conocimiento, la semillade la economía del bien común podrá brotar más lib-remente. También éste es un trabajo que puede serrealizado por muchas personas sin grandes gastos. Setrata de hacer fértil el terreno en el que se puedeplantar la semilla del bien común… Otra posible ocu-pación del círculo de científicos es el desarrollo delproducto del bien común, que hasta el momento sóloexiste como idea.

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Red estratégica

La economía del bien común resolvería algunos problemas, peronaturalmente no todos. Además, para algunos problemas haysoluciones desde diferentes enfoques que pueden fecundarse recí-procamente. Por eso, la economía del bien común busca la co-operación de enfoques alternativos similares para que se haganvisibles entre sí y aprendan unos de otros. Algunos ejemplos ya semencionaron en el prólogo: economía solidaria, bienes comunalesdemocráticos («commons»), democracia económica, economíadecreciente… es importante que a las personas que se apartencada vez más decepcionadas de la política y que cada vez descon-fíen más de los medios de comunicación no se les ofrezca sólo unaalternativa, sino un buen número de ellas. Entonces cada unopodrá participar según sus propios intereses, habilidades, forma-ción y preferencias en una u otra faceta del gran cambio. Véaseeste «mosaico del futuro» o también del cambio. Debería haberalgo ahí para todos.

«Mosaico del futuro»

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Gráfico: Julia Löw

Las numerosas iniciativas de la sociedad civil son conscientesdel gran número de alternativas ya germinadas y también de lanecesidad de conseguir una vista general de todas las facetas delmosaico, y una infraestructura conjunta para comunicarse, co-ordinarse, cooperar y tal vez tomar decisiones. Esto no será fácil,pero si cada vez más personas se concentran en esta tarea, sur-girán soluciones. Esto es una parte de la evolución.

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El camino a la convención

El proceso total de la economía del bien común, en su primeraniversario, se ha puesto de acuerdo en una estrategia para lospróximos cinco años. Al final se encuentra la elección de conven-ciones económicas en numerosos países. En las convenciones eco-nómicas se deben discutir democráticamente y negociar de diez aveinte normas más importantes con las que debe funcionar la eco-nomía, y finalmente ser presentadas al pueblo soberano para quedecida. Son posibles contenidos:

• el producto del bien común;• el balance del bien común;• limitación del uso del beneficio financiero;• limitación de la desigualdad de ingresos;• democratización de las grandes empresas;• fondos intergeneracionales y «dote democrática»;• reducción de la jornada laboral normalizada;• años sabáticos;• imperativos categóricos ecológicos.

Éstas son sólo propuestas. También los contenidos para losque se deben establecer normas deben ser fijados democrática-mente. El camino «arriba» hacia la convención empieza abajo: enlas comunidades. Esto ya se ha descrito. Actualmente el equipo deredacción trabaja en el «diseño del proceso» para una convencióneconómica comunal. De los «estrenos» a nivel municipal se con-seguirán, esperemos, valiosas experiencias para repetir el procesoa nivel estatal. A nivel municipal se podrían encontrar losciudadanos a lo largo de un año, por ejemplo, cada dos mesespara:

• conocer y presentar los objetivos;• determinar de diez a veinte planteamientos;

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• extractar las averiguaciones;• debatir con precisión;• votar (consensuar sistémicamente);• seguir y asesorar en los siguientes pasos (por ejemplo,

invitar a más comunidades).A través de este proceso esperamos numerosos efectos:

• Muchas personas se darán cuenta de que la economíano sigue ninguna ley natural, sino que se basa en re-glas confeccionadas.

• Muchas personas serán conscientes de que las reglasque actualmente dirigen la economía no coinciden nicon sus valores ni con sus objetivos fundamentales, in-cluso, entran en contradicción con ellos.

• Muchas personas desarrollan el anhelo de que la con-vención se repita en un nivel crítico.

• Muchas personas refuerzan su intención de que hayaconvenciones económicas a nivel estatal.

• La democracia experimenta un empuje vital.En la medida en que la idea de una convención económica es

conocida y comienzan las convenciones municipales, aumentatambién la presión política en los partidos y el Parlamento parapermitir una convención nacional y convocar elecciones de lamisma o para llegar a este fin por caminos alternativos como, porejemplo, la celebración de convenciones municipales por todo elpaís que luego elijan la convención nacional.

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¿Cómo puedo participar?

En los últimos años he conocido a innumerables personas quepercibían la injusticia en el mundo, pero no tenían ni idea decómo podían aportar personalmente a la solución de los prob-lemas. La economía del bien común ofrece un gran abanico deposibilidades de participación. Cada persona puede:

• fundar un campo de energía local o reforzarlo si yaexistiese;

• asumir una de las quince funciones de las que se com-ponen los campos de energía (coordinador, consultor,redactor, conferenciante, embajador…) o crear unanueva;

• preguntar a las empresas en las que compra por el bal-ance del bien común;

• gestionar la elaboración del balance del bien común enla propia empresa;

• invitar a la empresa a aprender dentro de unacomunidad de pioneros locales conjuntamente conotras diez hasta veinte empresas más;

• proponer a la comunidad en la que se reside que seconvierta en una comunidad del bien común, y a la re-gión en la que vive, en una región para el bien común;

• organizar en la comunidad en la que vive una «con-vención económica comunal» junto con otrossimpatizantes;

• conectar su alternativa preferida, en la que ya parti-cipaba, con la energía del bien común; buscar sinergi-as y construir un ambiente de cooperación.

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En el libro Kooperation statt Konkurrenz («Cooperación envez de competencia»), he descrito de forma general diez pasosque cada persona puede dar para hacer su aporte al gran cam-

bio[109].

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IXPreguntas frecuentes

¿No está en la naturaleza humana lacompetencia?

Como una posible opción de comportamiento, sí; como el com-portamiento necesario, no. La competencia es una posibilidad quenos permiten nuestros genes, pero no nos obligan. Así como quematarse unos a otros es una posibilidad, no una necesidad. Nohay ningún impulso asesino en los genes. Nuestros genes sólo«nos condenan» a la orientación hacia un objetivo. Pero nos dejantotal libertad de elección sobre la forma de conseguir nuestros ob-jetivos. Que muchas personas hoy en día realmente tienen uncomportamiento codicioso, interesado y competitivo sólo de-muestra que en Occidente aprendemos esos valores de pequeños.Ha habido y hay otras culturas en las que la cooperación es elcomportamiento habitual, lo que dice poco de la naturaleza hu-mana, pero mucho de los diferentes valores y normas de esasculturas.

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De esto se deduce que, así como en las últimas décadas y sigloshemos «aprendido» colectiva y culturalmente a competir y a in-teresarnos por nosotros mismos, podemos aprender sistemática-mente en el futuro a ser empáticos, cooperativos, solidarios y gen-erosos cuando a) se reproduzcan y transmitan estos valores comomodelos éticos o evidentes en los hogares y en los colegios, ynosotros b) por fin podamos ser recompensados por estas formasde comportamiento en la economía. Se trata de que, cuando nostomamos las —absolutamente razonables— molestias de dirigirnuestro comportamiento colectivo mediante leyes, deberíamosponer el mismo cuidado en que estas leyes nos lleven por la direc-ción correcta —de las virtudes humanas— y no promuevannuestros vicios y debilidades.

¿No es el deporte la prueba de que lacompetencia es divertida?

Eso parece a primera vista. Pero, si se mira con más detenimi-ento, cambia el panorama: el deporte nos divierte más, cuantomás está organizado como un juego; y nos divierte menos, cuandose transforma más en una competición. En el juego se trata de laorientación al proceso; los jugadores pueden identificarse com-pletamente con el(los) juego(s) y olvidarse, llegan a disfrutar la«fluidez» de la experiencia. En la competición se trata, por el con-trario, de la orientación al objetivo; y de la tensión llega el estrés.Cuanto más se trata de ganar y no de jugar, más fuerte aparece el

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miedo en vez de la diversión. Éste podría ser también el motivo deque en Estados Unidos entre el 80 y el 90 por ciento de los

quinceañeros abandonen los equipos deportivos[110]. No es ex-traño que cuando el ganador «se lo lleva todo» y los que pierdenson tachados de «perdedores» acabe no siendo divertido para lamayoría que se expone al estrés y al desprecio. Yo mismo he cam-biado el deporte por el baile, porque las competiciones iban acom-pañadas de ambición y malos sentimientos: se trataba más del ob-jetivo que del aspecto deportivo, que yo —como actividad— adoro.En el baile no funciona la competencia: intente alguna vez bailarcontra su pareja. Funciona todavía menos en el amor: ¿tendría al-gún sentido acostarse contra alguien? El primero que llegue al or-gasmo gana, y puede usar el tiempo para otra cosa. ¡La eficacia(del tiempo) puede ser atrozmente destructiva!

¿Existe una moral (global)?

Esto en definitiva no es necesario, ya que, para empezar, la eco-nomía del bien común está pensada para ser implantada en el es-pacio europeo. Y, no obstante: sí, los valores sociales aquí repres-entados son globalmente convergentes, ya que expresan y cuidanlas necesidades básicas del ser humano. Existe algo así como un

«ethos mundial» (no escrito)[111]. Todas las corrientes depensamiento y todas las religiones recomiendan: ¡ayudaos los un-os a los otros, cooperad, sed generosos y compartid! ¡No hagasnada que no quieras que te hagan a ti! Estas «reglas de oro» de la

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ética son universales. No conozco ninguna corriente de pensami-ento ni ninguna religión del mundo que nos quisiera educar en lacompetencia y el egoísmo. Tanto más sorprendente es que el sis-tema económico occidental esté basado en valores que no estánrespaldados por ninguna religión o ética. ¡El darwinismo social,sin la más mínima base científica, es la religión secreta de laeconomía!

¿No tiene cada persona valoresdiferentes?

En algunas preguntas, sí; pero esto no es una contradicción a losvalores colectivos que están fijados mediante leyes. Cada ley esuna elección colectiva de valores. El motivo último por el cual algoestá permitido/prohibido o se incentiva/discrimina es siempre unvalor más ético. Los límites de velocidad y las prohibiciones paraadelantar sirven para la seguridad —y en última instancia para laprotección de la vida— de las personas. El cuidado de lapropiedad privada y las mil prohibiciones, limitaciones y restric-ciones creadas al respecto se justifican finalmente con la libertadindividual (que como libertad sobre la propiedad, según mi teoría—liberal— también tiene que terminar allí donde empieza la liber-tad del otro). Hemos invadido todos los ámbitos de la vida con re-glas. Las leyes nos guían y nos orientan. Y en cada ley se expresala elección colectiva de valores que a todos los integrantes de unacomunidad —«sometidos a las normas»— imponen una voluntad

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común. La mayoría de las leyes nos resultan familiares y evid-entes, y por eso a menudo no somos en absoluto conscientes deque expresan decisiones conjuntas de valores y nos sancionan ynos privan de nuestra libertad si las incumplimos. El arte de lademocracia se basaría en maximizar la libertad en su totalidad ymantener las mínimas limitaciones posibles en la libertad de to-dos. He explicado que a través de la economía del bien común es-pero en suma más libertad para todas las personas, porque a) lasreglas de la economía las hacen todos; b) todas las personas parti-cipan en el bienestar económico y tienen para vivir una buenavida; c) pueden aportar su talento y sus habilidades; d) el trabajovuelve a proporcionar alegría y sentido; e) las relaciones interper-sonales también en la economía dan buen resultado; y f) el valorpropio de todos se conserva legítimo, porque la oposición estruc-tural caduca y nadie puede ser más poderoso en relación con losdemás.

La mayoría de las personas desean reglas que se basen envalores fundamentales consensuados: solidaridad, justicia, demo-cracia, libertad (para todos). Tanto más absurdo es que hayamosasentado leyes y obligaciones sobre valores no consensuados:competencia, codicia, avaricia, egoísmo. En el libre mercadotenemos que tender a negociar egoístamente y actuar los unoscontra los otros, si no, por norma, no tendremos éxito económicoy estaremos condenados a la pobreza y a la exclusión social. Laobligación de vivir con valores no realizables, que en el caso de laimplantación de la economía del bien común asusta a algunos,nos esclaviza ya ahora, en una economía capitalista de mercado.

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¿No supone el compromiso con elbien común hiperregulación y

coacción?

Como ya se ha mencionado, cada ley y cada forma de economíasupone regulación y obligación. Las leyes de la economía del biencomún regulan y obligan no más que las otras formas de eco-nomía y, especialmente, no más que las leyes del capitalismo queprevalecen en la actualidad. El punto es que el sistema actualjunto con sus imposiciones nos ha atravesado en carne y hueso detal modo que casi no nos damos cuenta conscientemente. Recono-ceremos haber ganado libertad tan sólo cuando las ataduras es-tructurales se desaten. Hoy en día nos vemos obligados a teneruna imagen deslumbrante de nosotros mismos, a ser mejores quelos demás, a aprovecharnos unos de los otros; el que no hayamostrado unas calificaciones excelentes, o no haya «revalorizado»su currículum medio inventándoselo, no tiene casi ninguna opor-tunidad en el mercado laboral; el que no haya logrado un benefi-cio financiero mayor que la competencia tiene que ponerse atemblar por su empresa; el que no tenga nada que ofrecer en losmercados globales tiene una mala mano. Esta coacción del sis-tema es inhumana, muchos se hunden por eso. Incluso en la eco-nomía del bien común habría una ligera presión en el sistema,pero si nos motivamos —en vez de con egoísmo y competencia—con humanidad y solidaridad, entonces no resulta osado suponerque la mayoría de las personas se vayan a sentir notablementemás cómodas bajo estas nuevas guías que en la actualidad con laimpuesta «ego-competencia».

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¿No es cada persona única y, por lotanto, el capitalismo el sistema

económico más justo?

Aquí hay un malentendido. La economía del bien común contem-pla las empresas privadas y las iniciativas empresariales indi-viduales, porque se trata de una forma de expresión de la libertad.En cualquier caso, están inmersos en un sistema de incentivosdiferente para que su esfuerzo aumente la libertad de todos y nola amenace.

La «singularidad» de la gente en el capitalismo es una muycuestionable, porque se desarrolla dentro de una estructura devalores determinada externamente (heterónoma): el que se es-fuerza especialmente en una carrera por dinero, poder y éxito eshoy en día «singular», pero no especialmente feliz, porque esosvalores están dados («valores extrínsecos») y no los ha elegido(«valores intrínsecos»); por eso, los que tienen éxito no se sienten

nunca realmente libres en el sistema actual[112]. También la eco-nomía del bien común es una estructura de valores concreta en laque los hombres, como ya se ha demostrado, se sienten mejor queen un sistema enfocado al egoísmo y a la competencia, y en la quemediante la relativa devaluación del dinero, el poder y la «ferozcompetencia» se revalorizan otras formas de autorrealización «in-trínseca»: las personas pueden vivir sus propios valores y desar-rollarse con autonomía. Esta singularidad expresará de formamás coherente el versátil potencial de desarrollo de los seres hu-manos que la homogénea «individualidad» del ganador en elcapitalismo.

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¿Quién controla el comportamientodel bien común en las empresas?

Los controles estatales no van a aumentar en comparación con losactuales. Ya hoy en día hay estándares mínimos en muchos cam-pos: médicos de la Seguridad Social, inspectores de trabajo, inter-ventores, inspectores de Hacienda y las agencias ambientalesverifican el cumplimiento de las leyes por parte de la empresa. Nose cambiaría nada de esto, con la diferencia de que se reduciría elestrés de las empresas que tendrían que aguantar estos controles,porque éstos ya no estarían en contra de su objetivo principal —elánimo de lucro—, sino que de ahora en adelante coincidirían conel objetivo principal: servir al bien común.

El balance del bien común es un instrumento político de in-centivos, no es controlado por el Estado. Las empresas van a as-pirar por voluntad propia a superar los estándares legales, porquecon ello consiguen ventajas y pueden sobrevivir. Las autoridadesno tienen que «venir» a controlar, sino que se trata de empresascon éxito que acuden al auditor del bien común para que éste con-firme su prestación adicional. De este modo, obtienen a) puntosdel bien común y derechos a incentivos legales; b) logran la confi-anza de los consumidores; c) otras empresas cooperan con ellas yles compran productos, porque esto trae ventajas: ¡por fin estánpuestos los puntos correctamente en el sistema!

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¿Qué pasa con las empresas que noparticipan?

Quiebran. Si una empresa mantiene la mano de obra infantil, con-tamina el medio ambiente, transfiere los beneficios a paraísosfiscales, ampara unas condiciones de trabajo miserables y unasdiferencias en los salarios extremas, empeora tanto el resultadode su balance del bien común que «sube» a los más altos nivelesde impuestos, aranceles e intereses, y ni sus productos ni sus ser-vicios pueden ya ser competitivos. Bajo este aspecto, la economíadel bien común es una auténtica economía de mercado.

¿No sería mejor que, en vez de en«incentivos», la economía del biencomún se basará en la motivación

intrínseca?

Sin lugar a dudas. Pero eso sólo puede ser un objetivo a largoplazo. En primer lugar, son todavía muy pocas las personas mo-tivadas principalmente de manera intrínseca; han aprendido aseguir incentivos y objetivos externos. Y relacionado con esto, elsegundo y más importante motivo: si dejáramos a día de hoy a lasempresas decidir libremente cómo se comportan, es cierto que al-gunas elegirían la orientación al bien común, pero otras no,

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porque muchos de nosotros hemos interiorizado valores asocialescomo el egoísmo y el comportamiento competitivo y losviviríamos. Y estos otros se impondrían, porque en la dinámicadel sistema actual la empresa con el mayor beneficio económicogana a la competencia. Es decir, se tendría que suprimir el actual-mente válido marco legal para la economía.

¿Ha llegado el momento para esto? Como ya dijo Aristóteles:«Si en la Tierra dominase el amor, todas las leyes serían in-necesarias». Permanece la visión invariable y válida. Pero, mien-tras que nosotros como humanidad estemos tan lejos, se necesit-an normas obligatorias. La economía del bien común se centra entres caminos: la concienciación, incentivos conformes al mercadoy leyes reguladoras. Todos los caminos juntos conducen a la meta.

Los colaboradores no quierenasumir ninguna responsabilidad

¿Esto no lo deberían decidir por sí mismos los colaboradores? Talvez realmente no quieran todos, pero ¿y una parte de ellos? Hayuna diferencia entre que no puedan asumir ninguna responsabil-idad y que se les deje a ellos tomar la decisión. El hecho de queactualmente una parte de las personas no quisieran asumir nin-guna responsabilidad no es un indicio de la naturaleza humana,sino sólo una muestra en un momento concreto y un síntoma deuna «cultura dual»: unos soportan la responsabilidad, asumenriesgos y crean puestos de trabajo; los otros «toman» esos puestos

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de trabajo, no asumen ninguna responsabilidad ni riesgo alguno.Aunque esto ya no sucede en muchos casos: altos ejecutivos que alo mejor llevan dos años en la empresa soportan poco riesgo y po-ca responsabilidad; trabajadores que han contribuido a constituirla empresa asumen por el contrario el riesgo de perder susustento vital, que individualmente puede pesar mucho más quela pérdida de capital invertido por un accionista. En la economíadel bien común la tendencia es que los empleados de una empresaa) compartan la responsabilidad, b) tomen las decisiones demo-cráticamente, c) soporten juntos los riesgos, y d) repartan justa-mente los frutos de su esfuerzo. No se obliga a las pequeñasempresas de, por ejemplo, menos de doscientos cincuenta em-pleados, pero se las recompensa si lo hacen. Según algunos estu-dios empíricos, los grupos que reparten los frutos del éxito porigual proporcionan los rendimientos más altos, porque la mismavaloración para todos es la motivación más fuerte para las perso-

nas[113]. Es de esperar, por tanto, que la economía sea más efi-ciente y productiva que en la actualidad. Como última consecuen-cia, esta nueva dirección conduce a que los papeles de «em-pleador» y «empleado» se desdibujen y desaparezcan. El inher-ente conflicto de intereses del capitalismo entre capital y trabajose superaría (con consecuencias radicales para la colaboración so-cial, los partidos políticos y la democracia); la brecha social entre«capital» y «trabajo» se cerraría.

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¿No existen ya hoy en díacooperación y competencia? ¿No se

trata más bien de encontrar unequilibrio?

Como ya se mencionó, toda la evolución se basa en el principio dela cooperación, y el sistema económico capitalista se basa tambiénen las estructuras cooperativas: familia, padres, amigos y mujeres.Las mujeres realizan el 70 por ciento del trabajo mundial, sin elcual ni los directivos ni los multimillonarios habrían sido educa-dos, amados, cuidados, incitados, inspirados o valorados. Éstasson cooperaciones fundamentales que se ven afectadas por las rí-gidas estructuras de competencia económica, de las que se ase-gura que se corresponden con la naturaleza y no pueden sersuprimidas.

En la propia economía de mercado se practica en gran medidala cooperación, la creación de equipos, el espíritu de equipo, peroestas estrategias sirven a un fin superior: la competitividad de laempresa, la creación de cárteles o el mantenimiento en el poderfrente a terceros. La cooperación es un medio para fines más el-evados que la «feroz competencia» y «contracooperación», ex-actamente la relación equivocada.

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¿No son una contradicción lasventajas legales para los másorientados al bien común y laanulación de la competición?

A primera vista, sí. Pero la economía del bien común no fomentala habitual feroz competencia del enfoque ganar-perder: los quetienen más éxito no son en último lugar por eso exitosos, porqueayudan a las otras empresas, al prescindir de la publicidad agre-siva, mediante la difusión de conocimientos, la cesión de traba-jadores y de pedidos o por ayuda financiera directa. Un buen bal-ance de la economía del bien común no es a expensas de las otrasempresas, sino para su beneficio. No hay ni «ganadores» ni «per-dedores» en esta cooperación estructural: se trata de un sistemade ganar-ganar, ésa es la meta.

Si no hubiera incentivos positivos para comportarse según elbien común, ¿qué llevaría entonces a las empresas a desarrollarseen la dirección que desea la sociedad? Sólo quedaría la motivaciónintrínseca, pero todavía el presente no está maduro. O los es-tándares mínimos legales deberían ser extremadamente altos yvinculantes para todos: una intervención reguladora masiva. Estotropezaría con la necesidad comprensible de un lento y conjuntovolver a aprender y «transformarse».

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¿No conduciría la recompensa de lacooperación a monopolios a costa de

los consumidores?

Una preocupación obvia dentro de la lógica actual del sistemacapitalista en el que la empresa preferiría acabar por completocon la competencia, para poder realmente exprimir a los clientes:los cárteles y pactos son un medio para aumentar los beneficios.Pero en la economía del bien común no se trata del beneficio.Éste, una vez que ha servido a todos los fines razonables, seríaeliminado. Por eso la aplicación de este medio estratégico no tienesentido. De aquí en adelante, la cooperación sólo tiene sentidopara mejorar el balance del bien común; y todos salen ganando.

¿Qué dice la economía del biencomún de la renta básica universal

(RB)?

Ésta es una de las preguntas que se plantean más a menudo. Poreso sigue ahora una respuesta muy específica:

1. Dentro del sistema económico actual debería haberuna renta básica incondicional por tiempo indefinidopendiente de aprobación, porque muchas personas

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son empujadas a los márgenes de la sociedad, cuyadignidad sólo podría preservarse con una RB.

2. En la economía del bien común se da la vuelta a ladinámica del sistema: de la prioridad de recibir a laprioridad de dar. Esto significa que en el «centro», enel mercado, no se plantean competencia y escasez,sino cooperación y riqueza: allí habrá suficiente paratodos: a) todos los que quieran contribuir con un tra-bajo significativo tendrán esa posibilidad. El que nopueda aportar nada, o no mucho de momento, recibeuna renta de solidaridad; b) en el caso de que hubieradesempleo, se minimizará, ya que las empresas seránrecompensadas por contratar a más gente. Todas lasempresas estarán involucradas en la solución de losproblemas económicos.

3. En la economía del bien común se reducen las horasnormales de trabajo al nivel que quiere la mayoría dela gente: aproximadamente, de 30 a 33 horas seman-ales. Esto deja más tiempo para los otros tres grandesaspectos del trabajo que a nosotros, las personas, noscompletan: el cuidado de las relaciones en el trabajo,trabajo propio y el trabajo comunitario (según FriggaHaug). Sólo con la eliminación de las horas extras latasa de desempleo en Austria se reduciría en dos ter-ceras partes, de trescientos mil a cien mildesempleados.

4. Por otra parte, está el año sabático: cada diez años tra-bajados la gente se puede tomar un año sabático yrealizar otros aspectos vitales importantes: sería unarenta básica universal por tiempo definido. A diferen-cia de la RB, en el año sabático no se corresponden las

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dos principales críticas de la RB (independientementede la exactitud de su contenido): la incapacidad parafinanciarlo y el argumento de la envidia. a) Si cadadiez años hay un año sabático, el mercado laboral sealivia en un 10 por ciento: la actual tasa de desempleoregistrada en la Unión Europea. Los presupuestos des-tinados al desempleo se podrían reasignar para la fin-anciación del año sabático, los costes adicionales ser-ían menores. b) En el debate a favor y en contra de laRB, mucha gente parte de que la gran mayoría de loscotizantes mantendría una minoría de perceptores.Independientemente de si este temor está justificado:no es necesario durante el año sabático, porque bene-ficia a todos sin distinción. El año sabático vence lasdos oposiciones principales de la RB. Con la experien-cia adquirida en el año sabático, tal vez se obtengannuevos conocimientos, y mayorías.

¿Sigue siendo todavía una economíade mercado?

Si se quisiera ordenar la economía del bien común en una de lascuatro categorías principales de los sistemas económicos —1) eco-nomía de subsistencia, 2) economía del regalo, 3) economía demercado, y 4) economía planificada—, lo más seguro es que se

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trate de una forma de economía de mercado; en cualquier caso,no una capitalista como el modelo actual, sino una «economía co-operativa de mercado». De hecho, hay empresas privadas y mer-cados «libres» en los cuales se fijan los precios, y el dinero existepara permitir el intercambio: una economía de mercado. Sin em-bargo, el «mercado» no está definido por una ley natural: es unlugar de encuentro entre las personas en el que establecen rela-ciones de negocios. Cómo se comportan y según qué normas étic-as y legales se organizan estas relaciones es tan libre como el es-píritu humano, y por lo tanto se dejan a la creatividad democrát-ica y la autodeterminación. La economía del bien común pone pa-tas arriba algunos de los fundamentos en los que se basa actual-mente la economía de mercado. O mejor, pone las cosas pies concabeza. El objetivo no es maximizar el interés propio, sino la max-imización del bien común; la prioridad de la confrontación dapaso a la prioridad de la cooperación.

En segundo lugar, la economía del bien común se consigue conlos bienes comunes (bienes comunales o «commons») tales comoempresas de suministros de energía, escuelas, redes ferroviarias,servicios de correos o bancos. Éstos no siguen la lógica del mer-cado, son bienes públicos, pero no son dirigidos por el Estado,sino directamente por la población. Es por eso por lo que losllamo «bienes comunales democráticos».

En tercer lugar, se promueve la subsistencia, por la reduccióna largo plazo de la jornada regular de trabajo en el orden de 30 a33 horas semanales, por la apreciación relativa de otras priorid-ades en la vida y otras áreas del trabajo, como por ejemplo lajardinería o la artesanía, y por un «año sabático» por cada diezaños trabajados. Por esto, la economía del bien común no es unaeconomía de subsistencia, pero elementos de subsistencia com-pletan las condiciones del mercado.

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Del mismo modo, se promueve el regalo general. En primerlugar, mediante la formación de valores: la generosidad y el com-partir se convierten en parámetros de conducta sociales. Si másgente produce para sí y elabora bienes de primera necesidad, tam-bién se los intercambiarán como regalo entre sí. Por otro lado, através de incentivos para las empresas conformes con el mercado:si se comportan generosamente y regalan a la sociedad o a otrasempresas recursos de todo tipo —desde tecnología y mano de obrahasta dinero—, serán recompensadas.

E incluso los elementos de planificación fluyen en la economíadel bien común: las empresas pueden superar solidaria y conjun-tamente las fluctuaciones de la oferta y de la demanda; el mer-cado se alivia, mediante la consensuada confluencia de oferta ydemanda. Esta forma de supervisión del mercado es, sin embargo,descentralizada y participativa, y es efectuada por empresas priva-das (y no por el Estado). Cualquiera que participe será recom-pensado. (No hay obligación, pero sí incentivos.) Esto reduce lacaracterística vulnerabilidad ante las crisis de la economía demercado capitalista.

Una economía planificada «real» que no requiere dinero niprecios de los productos porque sigue estrictamente el principiode orientación a las necesidades también podría organizarse demanera descentralizada, participativa y democrática, y muchomás fácilmente en la era de internet. Pero todavía no hemos lleg-ado a ese extremo. Se asocia todavía demasiado la «economíaplanificada» con una dirección centralizada y con dictaduras.Pero todo marxista se siente con razón ofendido cuando lo que sepracticaba en la antigua URSS se confunde con los ideales de KarlMarx: la democracia, la participación y la dignidad humana. Aquien esté interesado en conocer modelos más elaborados de laeconomía planificada descentralizada y democrática le remito alas obras Parecon de Michael Albert o Bedürfnisorientierte

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Versorgungswirtschaft («Economía orientada a las necesid-

ades») de Albert Fresin[114].En resumen, el modelo de la economía del bien común se ali-

menta de varios modelos y de todos los sistemas económicosconocidos. Evidentemente, ni todos son exclusivamente malos, nininguno es sólo bueno. Es decir, se combinan las virtudes y sesiguen desarrollando de manera creativa.

¿Es la economía del bien comúncompetitiva a nivel global?

A juzgar por sus indicadores de éxito (no monetarios), sí; según lomedido por los habituales indicadores de éxito (monetarios), no.El libre comercio sería una amenaza para una «individual» eco-nomía del bien común. Sin embargo, las fronteras abiertas paralos bienes y servicios —«libre comercio»— no son ni leyes nat-urales ni fines en sí mismos. Por el contrario, el libre comercioamenaza, incluso ahora, nuestros liberales valores constitu-cionales y los progresos democráticos construidos sobre ellos: losderechos humanos, las leyes laborales, la seguridad social, la pro-tección del medio ambiente, la equidad fiscal. Porque, si unosproductos que cumplen con la legislación laboral, las normas so-ciales, ambientales y fiscales entran en libre competencia conotros productos que fueron producidos transgrediendo todos es-tos estándares, estamos socavando nuestros valores constitu-cionales y logros democráticos. El libre comercio es una violación

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de la ley y de la Constitución, si los que comercian entre sí noreúnen las mismas condiciones y no pueden ponerse de acuerdosobre un marco común en el mercado. Justo esto es lo que pro-pone la economía del bien común: libre comercio entre iguales—países con las mismas normas— y protección contra el dumpingde los países con normas menos estrictas. Para proteger los logrosdemocráticos y los valores constitucionales.

Concretamente, las empresas con buenos balances del biencomún podrían comerciar, por ejemplo, con productos de comer-cio justo libre de aranceles; por el contrario, se aumentarán losaranceles cuanto peor sea el balance del bien común para que losproductos procedentes de producción y de comercio justos seanmás baratos para los consumidores.

La Unión Europea es el espacio económico más grande y po-deroso del mundo. Podría obligar sin problemas a cumplir estasreglas —alternativas— globales para el comercio. Pero también hasido la Unión Europea, en un esfuerzo conjunto con Estados Un-idos, la que ha instaurado el régimen de libre comercio actual queva contra los derechos humanos, es enemigo del desarrollo y no essostenible. Podría de la misma manera haber exigido e im-plantado otras reglas diferentes.

E incluso si no se unen todos los países, la Unión Europeapodría comenzar con un grupo de Estados partidarios del biencomún: con una zona del bien común. Ésta sería una zona decomercio justo que se pondría de acuerdo en unas normascomunes en el ámbito social, ambiental, ecológico y fiscal. Y quese protege de países en los que no se apliquen estas regulaciones.Ésta es una protección totalmente legítima: es la protección de laConstitución.

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¿Habrá crecimiento en la economíadel bien común?

Como ya se ha mencionado anteriormente, el crecimiento en laeconomía del bien común no es un fin en sí mismo; y, como eléxito de una empresa ya no se mide según el balance financiero, elcrecimiento de los valores monetarios ya no es un medio útil/co-herente para alcanzar esta meta. El dinero es sólo un medio paraaumentar el bien común, y, si es menos lo que se requiere para lo-grar un mayor bien común, no hay el menor problema. En con-secuencia, habrá —con suerte— un crecimiento duradero del biencomún, pero no necesariamente uno de dinero, y con seguridadningún aumento en el uso de la naturaleza ni de recursos mater-iales, porque parte del nuevo objetivo es usarlos de manera máseficiente y conservarlos. El resultado del balance del bien comúnes aún mejor:

• cuanto menor es el número de productos inútiles quegenera una empresa;

• cuanto menor es el uso de recursos que se requiere entoda la cadena de valor;

• cuanto menor sea el impacto medioambiental de losproductos de desecho;

• cuanto más completo sea el uso de los recursos utiliza-dos en el circuito económico.

Así se crea un impacto en la dirección hacia la eficiencia de losrecursos, el reciclaje, la reutilización, cero emisiones y ceroresiduos: «cradel to cradel». Este tornillo se mantendrá firme—estándares mínimos, puntos de bien común y el aumento de losincentivos legales— hasta que en la economía nacional el con-sumo de recursos económicos/emisiones contaminantes

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retrocedan completamente y se instalen en un nivel sostenible enel ámbito mundial o se reduzca por debajo de él.

Sin embargo, el balance del bien común no sustituye todos losdemás instrumentos de política medioambiental, sino que los re-fuerza. Se requiere además:

• una gestión política global de recursos que limite la ex-tracción de materias primas y organice su distribuciónde acuerdo a criterios de justicia y sostenibilidad;

• una ecologización radical del sistema fiscal;• si fuera necesario y las otras medidas no fueran sufi-

cientes, la medición de la huella ecológica individualde cada uno, con la asignación de un presupuesto

global de los recursos per cápita[115]. Éste es un puntode vista estrictamente liberal: los mismos derechos (deconsumo ecológico) para todos. En este sentido, se re-comienda la expansión del imperativo categórico a ladimensión ecológica: debemos elegir un estilo de vidaque pudiera ser elegido por todas las personas en laTierra, sin reducir las oportunidades de vida de lasotras personas o de las generaciones futuras. WolfgangPekny y Niko Paech realizan un importante trabajo pi-

onero en el espacio de habla alemana[116].Todos los estudios científicos sobre este tema revelan que un

menor uso de los recursos y del consumo material no tienen porqué significar una reducción en la calidad de vida o de comodid-ad, sino todo lo contrario: si los ríos, lagos, bosques y camposofrecen de nuevo un lugar de descanso; si las viviendas y las casasya no necesitan petróleo y gas debido a un buen aislamiento, aluso de materiales naturales y a un diseño inteligente (y los paísesya no emprenden guerras por el control de los recursos); si losmuebles huelen a madera natural y halagan a los ojos como los

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pies descalzos; si la comida alimenta y llena de energía; si se pudi-era llegar a pie a todos los sitios importantes a diario, o en untransporte público adecuado; si el ambiente de trabajo está librede estrés, es relajado y se aprecia; si la pobreza y la mendicidad enlas calles y lugares públicos desaparece, porque todos están integ-rados en la vida social y económica con igualdad de oportunid-ades y derechos; y si todos saben que su estilo de vida no priva ala gente en otros países alrededor del mundo ni a las generacionesfuturas de sus oportunidades de existencia y de desarrollo,entonces ¡se vive simple y llanamente mejor!

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IXNúmeros, datos y resumen

Comienzo delproceso:

6 de octubre de 2010

Empresas queapoyan elmodelo:

700 (quince países)

Organizacionesque apoyan elmodelo:

120

Empresaspioneras:

300 (6 países)

Campos deenergía:

45 en diez países (Austria, Alemania, Italia,Suiza, Liechtenstein, España, Argentina, Hon-duras, EE.UU. y Gran Bretaña)

Círculos deagentes:

• Empresas pioneras• Consultores• Auditores• Redactores• Conferenciantes• Embajadores• Equipo de IT• Ciencia e investigación

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Soporte: Asociación para el Fomento de la Economía delBien Común (fundada en julio de 2011)

Profesionales 2

Donacionesrecibidas en2011:

20.000 euros

Páginas web: • www.gemeinwohl-oekonomie.org• www.common-welfare-economy.org• www.economie-citoyenne.org• www.economia-del-bien-comun.org• www.economia-del-bene-

comune.org

Últimaactualización:

mayo de 2012

Resumen en veinte puntos básicos

1. La economía del bien común se basa en los mismosvalores fundamentales, con los que nuestras rela-ciones tienen éxito: confianza, aprecio, cooperación,solidaridad y voluntad de compartir. De acuerdo conlos últimos hallazgos científicos son las relaciones conéxito las que hacen más felices a las personas y más lasmotivan.

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2. En el marco legal de incentivos de la economía, labúsqueda de beneficio y la competencia se trans-forman en esfuerzo hacia el bien común y la co-operación. Se recompensa a las empresas que se ay-uden mutuamente. La feroz competencia es posible,pero acarrea inconvenientes.

3. El éxito económico ya no se mide con los indicadoresde valores de cambio (monetario), sino con indic-adores de utilidades (no monetarios). En el ámbitomacroeconómico (economía nacional), se sustituye elPIB como indicador de éxito por el producto del bi-en común; en el ámbito microeconómico (empresari-al) se cambia el balance financiero por el balance delbien común. Éste se convierte en el balance principalde todas las empresas. Cuanto más social, ecológico,democrático y solidario es el comportamiento y la or-ganización de las empresas, mejores los resultados quealcanzan en el balance. Cuanto mejores son los res-ultados del balance del bien común, mayor es el pro-ducto del bien común.

4. Las empresas con un buen balance del bien comúnconsiguen beneficios legales: impuestos más bajos,reducción de aranceles, crédito más barato, prioridaden la contratación pública y en los programas de in-vestigación, etc. La entrada en el mercado es más fácilpara las empresas responsables, y los productos y ser-vicios éticos, ecológicos y regionales son más baratosque los no éticos, no ecológicos y globales.

5. El balance financiero se convierte en un balancesecundario. El beneficio financiero pasa de fin amedio y sirve para lograr el nuevo objetivo de las

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empresas (la contribución al bien común). Los ex-cedentes del balance se pueden utilizar para: inver-siones (con plusvalía social y ambiental), la amortiza-ción de préstamos, ahorros en una medida limitada;reparto limitado entre los empleados, así comopréstamos sin intereses a otras empresas. No se debenusar los excedentes para: inversiones en los mercadosfinancieros (que ya no deben existir), adquisicioneshostiles de otras empresas, reparto a personas que notrabajan en la empresa, así como donaciones apartidos políticos. A cambio, se suprime el im-puesto sobre el beneficio de las sociedades.

6. Como el beneficio ya es sólo un medio pero no el ob-jetivo, las empresas pueden buscar su tamaño óp-timo. Ya no tienen que tener miedo de ser absorbidas,ni que crecer para ser más grandes, más fuertes o másrentables que las demás. Todas las empresas se liber-an de la obligación general de crecimiento y deadquirirse unas a otras.

7. A través de la posibilidad de obtener su tamaño óp-timo de manera relajada y sin miedo, habrá muchaspequeñas empresas en todos los sectores de actividad.Como ya no quieren crecer más, la cooperación ysolidaridad con otras empresas se vuelve más fá-cil. Pueden ayudarse con conocimientos, know-how,órdenes, mano de obra o préstamos sin intereses. Severán recompensadas por ello con un buen resultadodel balance del bien común, y no a expensas de otrasempresas, sino para su beneficio. Las empresas con-stituyen cada vez más una comunidad de aprendizaje

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solidaria, la economía tiene un diseño de ganar-ganar.

8. Las desigualdades de ingresos y riqueza sonlimitadas en un debate y por decisión democrática:los ingresos máximos, por ejemplo, a diez veces elsalario mínimo legal; los activos privados, por ejem-plo, a diez millones de euros; las donaciones y heren-cias, por ejemplo, a 500.000 euros por persona; en lasempresas familiares, por ejemplo, a diez millones deeuros por hijo. Los bienes heredados que excedan delo indicado se distribuirán a través de un fondo in-tergeneracional como una «dote democrática»entre todos los descendientes de la generaciónsiguiente: el mismo «capital inicial» significa másoportunidades de igualdad. Los límites exactos debenser determinados por una convención económicademocrática.

9. Las grandes empresas a partir de un determinadotamaño (por ejemplo, doscientos cincuenta emplea-dos), traspasan los derechos de voto y la propiedadparcial y gradualmente a los empleados y a lacomunidad en general. La comunidad podría estarrepresentada mediante un «parlamento econ-ómico regional» directamente elegido. El gobiernono debería tener acceso/derecho a voto en las empres-as públicas.

10. Esto también es válido para los «bienes comunalesdemocráticos», la tercera categoría de propiedadjunto a una mayoría de (pequeñas) empresas privadasy a las grandes empresas de propiedad mixta. Los«bienes comunales democráticos» (también

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«commons») son empresas públicas colectivas de sec-tores como la educación, la salud, los servicios so-ciales, la movilidad, la energía y la comunicación.

11. Un importante «bien comunal democrático» es labanca democrática. Sirve como todas las empresasal bien común y, como todos los «bienes comunalesdemocráticos», es controlada por el pueblo soberano,no por el Estado. Sus servicios básicos son garantizarlos activos de ahorros, las cuentas corrientes sin coste,los préstamos de bajo interés y los préstamos ecoso-ciales de riesgo. El Estado se financia en un primermomento a través de préstamos sin intereses delBanco Central. El Banco Central recibe el mono-polio de la creación de dinero y se ocupa de la cir-culación transfronteriza de capitales con el fin de pre-venir la evasión fiscal e impedir el contagio de burbu-jas especulativas. Los mercados financieros en suforma actual ya no existirán.

12. Siguiendo la propuesta de John Maynard Keynes seestablece una cooperación monetaria mundialcon una moneda global («globo», «terra») para el in-tercambio económico internacional. A nivel local, lasmonedas regionales pueden completar a la monedanacional. Para protegerse del comercio desleal, la Un-ión Europea debe poner en marcha una zona decomercio justo («zona del bien común»), en la quese aplican los mismos estándares o se orientan losaranceles según el balance del bien común de laempresa productora. El objetivo a largo plazo es unazona global del bien común como un tratado de laONU.

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13. A la naturaleza se le reconoce un valor propio, porlo que no puede ser propiedad privada. Aquel quenecesite una parcela de tierra con el propósito de hab-itarla, producir, o para destinarla a la agricultura y a lasilvicultura, puede usar una superficie delimitada deforma gratuita o por una cuota de uso a cambio de tas-as de explotación. Su traspaso está sujeto a requisitosecológicos y al uso específico. Con esto se termina conel acaparamiento de tierras, con las grandes pose-siones y la especulación inmobiliaria. A cambio, seeliminan los impuestos sobre bienes inmuebles.

14. El crecimiento económico ya no es un objetivo; sinembargo, sí lo es la reducción de la huella ecoló-gica de individuos, empresas y países a una cota sos-tenible a nivel mundial. El imperativo categóricose amplía para incluir la dimensión ecológica. Nuestralibertad para elegir cualquier estilo de vida acaba allídonde se restringe la libertad de los demás para elegirel mismo estilo de vida o, simplemente, para llevaruna vida digna. Los particulares y las empresas seránincitados a medir su huella ecológica y reducirla a unnivel mundial equitativo y sostenible.

15. La jornada laboral se reducirá gradualmente hastael nivel deseado por la mayoría de 30 a 33 horas sem-anales. Esto deja tiempo libre para otros tres aspectosprincipales del trabajo: el cuidado de otras personas(niños, enfermos, ancianos), el trabajo propio (desar-rollo personal, arte, jardinería, ocio), así como el tra-bajo político y comunitario. Debido a este reparto deltiempo, el estilo de vida sería menos consumista, mássuficiente y medioambientalmente sostenible.

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16. Cada diez años trabajados hay un año sabático fin-anciado por una renta básica temporal. La gente puedehacer durante el año sabático lo que quiera. Esta ac-ción alivia el mercado de trabajo en un 10 por ciento,la tasa de desempleo actual en la Unión Europea.

17. La democracia representativa se complementa con lademocracia directa y participativa. El pueblosoberano debe poder corregir a sus representantes, de-cidir por sí mismo las leyes, modificar la Constitucióny controlar los sectores estratégicos: la red de ferrocar-riles, el servicio de correos, los bancos. En una ver-dadera democracia los intereses del pueblo soberano yde sus representantes son idénticos; un requisito pre-vio para esto es que el pueblo soberano posea ampliosderechos de participación y control.

18. Los veinte puntos de la economía del bien comúndeben madurar en un amplio proceso básico a travésde un intenso debate, antes de que sean convertidos enley por una convención económica elegida porvoto directo. El resultado será votado por el pueblosoberano democráticamente. Lo que se apruebe se in-cluye en la Constitución y puede ser modificado —encualquier momento— sólo por el pueblo soberano.Para profundizar en la democracia, se pueden convo-car nuevas convenciones: convención para la edu-cación, los medios de comunicación, los servi-cios públicos, la democracia…

19. Para familiarizar a los niños desde una edad tempranacon los valores de la economía del bien común y pon-erlos en práctica, se debe construir sobre un sistemaeducativo orientado al bien común. Esto requiere una

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forma diferente de colegios así como otros contenidos,por ejemplo, educación emocional, ética, comu-nicacional, para la democracia, para descubrirla naturaleza y para el conocimiento delcuerpo.

20. En la economía de bien común el éxito empresarialtendrá un significado muy diferente al de hoy en día, yse demandarán otras cualidades de liderazgo. Yano se buscan los directivos más despiadados, egoístas,y «racionales con los números», sino las personas queactúan de forma competente y con responsabilidad so-cial, que son compasivos y empáticos, que vean en laparticipación una oportunidad y un beneficio, quepiensen en la sostenibilidad a largo plazo. Ellos seránlos nuevos modelos.

La economía del bien común no es el mejor de todos los mode-los económicos ni el final de la historia, sólo un posible pasomás hacia el futuro. Se trata de un proceso participativo y dedesarrollo abierto, que busca sinergias con enfoques simil-ares. A través del compromiso conjunto de muchas personas va-lientes y decididas se puede crear algo fundamentalmente nuevo.Su implementación requiere de la motivación intrínseca y de laresponsabilidad propia, de incentivos legales, de un marco regu-latorio y de concienciación. Todas las personas pueden participaren la reconstrucción del sistema económico en dirección a la eco-nomía del bien común.

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Stiglitz, Joseph, Die Chancen der Globalisierung, Siedler,Múnich, 2006. Versión castellana, Cómo hacer que funcionela globalización, Taurus, 2006.

Stiglitz, Joseph, et ál., Report of the Commission of Experts of thePresident of the United Nations General Assembly on Re-forms of the International Monetary and Financial System,

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informe provisional (primeros de junio 2009) para la confer-encia de la ONU de 24-26 de junio de 2009.

thewto_e/whatis_e/whatis_e.htm. Versión castellana, Entenderla OMC, 5.ª edición, 2011, disponible en http://www.wto.org/spanish/thewto_s/whatis_s/tif_s/understanding_s.pdf.

Ulrich, Peter, Zivilisierte Marktwirtschaft. Eine wirtschaftsethis-che Orientierung, Herder, Friburgo, 2005.

Vaughan, Genevieve, For-Giving. A Feminist Criticism of Ex-change, Plain View Press/Anomaly Press, Austin, 2002.

Von Lüpke, Geseko, Politik des Herzens. Nachhaltige Konzeptefür das 21. Jahrhundert. Gespräche mit den Weisen unsererZeit, Arun, Engerda, 2003.

Wilkinson, Richard G., Kranke Gesellschaften. SozialesGleichgewicht und Gesundheit, Springer, Viena/Nueva York,2001.

Wilkinson, Richard,/Pickett, Kate, Gleichheit ist Glück. Warumgerechte Gesellschaften für alle besser sind, Tolkemitt Verlag,Berlín, 2009. Versión castellana, Desigualdad. Un análisis dela (in)felicidad colectiva, Turner, Madrid, 2009.

Willke, Gerhard, Neoliberalismus, Campus, Fráncfort, 2003.Wolf, Winfried, «Treibmittel Öl & Milchmädchen-Logik. Zur

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Wuppertal Institut, Fair Future. Begrenzte Ressourcen und glob-ale Gerechtigkeit, C. H. Beck, Múnich, 2005.

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Agradecimientos

Quiero dar las gracias a…

… al equipo de attac.tv en torno a Antonio, Maria, Gonzalo,Brilli y Silvia quienes han hecho un vídeo de 13 minutos que des-encadenó una ola de bien común por toda España y Lat-inoamérica: http://vimeo.com/31051246.

… Ana Moreno, quien empezó a tejer la red de la economía delbien común en España y sigue coordinando con gran entusiasmoy profesionalidad.

… Francisco Álvarez, conocido blogueador («No le digas a mimadre que trabajo en bolsa») y realizador del espacio «La bolsa yla vida» en RNE. Paco promueve con compromiso y entrega laidea de la economía del bien común y consecuente y coherente-mente se ha hecho el primer «emisario» del movimiento enEspaña.

… a Juan Cascant, creador de Microviña, quien impulsó elprimer campo de energía de España, en Muro de Alcoy, y que yavive la economía del bien común en su tierra.

… las innumerables personas que con papeles muy distintos—particulares, empresarios, organizadores, científicos, periodis-tas, conferenciantes, acompañantes…— se comprometen con el«proceso total de la economía del bien común» para seguir desar-rollándolo, darlo a conocer y aplicar el modelo y construyen un«campo de energía» global cada vez más fuerte.

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… a los lectores y pensadores inspiradores, incluyendo a Chris-tian Apl, Jean Philippe Baum, Harro Colshorn, Christian Fischer,Andreas Giselbrecht, Ludmilla Groß, Günter Grzega, SophieGudenus, Astrid Hafner, Gisela Heindl, Christian Hiß, LutzKnakrügge, Jörg Knall, Franziska Kohler, Katharina Kronsteiner,Erwin Leitner, Christian Loy, Marita Matschke, Ana Moreno, LisaMuhr, Isabell Popescu, Alfred Racek, Emanuel Raviola, AndreaReitinger, Christian Rüther, Jorge Sánchez-Cabrera, Barbara Ste-fan, Eva Stilz, Subhash, Rahel Sophia Süß, Rita Trattnig, Jörg-Arolf Wittig Wilhelm Zwirner…

… al equipo muy profesional y hospitalario de la editorialDeusto formado por Roger Domingo, Paula Carrión, Sira Coll, Eu-genia Toledo y Marta González, así como a mi agente en EspañaIsabel Piedrahita y a la traductora Silvia Yusta que me ha dadouna extensa clase de castellano avanzado.

… a todas las personas que reflexionan sobre modos de eco-nomía solidaria, democrática y sostenible, para discutirlos o paraencarnarlos.

… a Gaia y Pachamama, las guardianas del bien común.

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CHRISTIAN FELBER (9 de diciembre de 1972, Salzburgo, Aus-tria) es un profesor universitario de economía, además de escritory divulgador de esa materia y de sociología. Estudió, en Viena y enMadrid, filología románica, español y ciencias políticas principal-mente, así como psicología y sociología. Es especialista en eco-nomía sostenible y alternativas para los mercados financieros. Hadesarrollado un nuevo modelo internacional económico denom-inado «Economía del bien común» (Gemeinwohl-Ökonomie; laimplantación práctica del modelo teórico se inició en octubre de2010 con un grupo de empresas que optaron por cumplir volun-tariamente los requisitos de la economía del bien común; el grupose ha convertido en un movimiento político que presiona al gobi-erno para que los principios teóricos se plasmen definitivamente

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en leyes). Es miembro fundador del movimiento de justicia global“Attac” en Austria e iniciador de la denominada Banca democrát-ica. Además, compagina toda esta actividad con la de bailarínprofesional.

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Notas

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[1] Aristóteles: Política, Libro I, cap. 8 y ss. y Libro III, cap. 12,1282b. <<

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[2] Cicerón: De legibus, III, 3, 8. <<

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[3] Agosto de 2010. <<

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[4] Bauer (2011), 39. <<

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[5] Smith, 17. <<

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[6] Hayek (2004), 22. <<

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[7] El Premio Nobel de Economía no existe. El «Premio del BancoCentral de Suecia en las Ciencias Económicas en memoria de Al-fred Nobel» sólo se otorga desde 1969 y no es nominado ni finan-ciado por el Comité del Premio Nobel de la Fundación Nobel. <<

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[8] Kohn, 205. <<

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[9] Elaboración propia utilizando datos del Departamento de Tra-bajo de Estados Unidos. El salario mínimo se incrementó el 24 dejulio de 2009 a 7,25 dólares estadounidenses por hora(www.dol.gov/whd/minimumwage.htm). El gestor de hedgefunds mejor pagado, John Paulson, ganó en 2010 cinco mil mil-lones de dólares estadounidenses: The Wall Street Journal, 28 deenero de 2011. <<

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[10] Wilkinson/Pickett, 68 y ss. <<

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[11] Índice alemán de pánico elaborado por R+V Versicherung. <<

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[12] www.fao.org/news/story/en/item/45210/icode/ <<

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[13] Jackson, 106. <<

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[14] Fromm, 129. <<

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[15] Felber (2006), (2008), (2009) y (2012). <<

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[16] CSR = Corporate Social Responsability = Responsabilidad So-cial Corporativa. Véase Felber (2008), 221-238. <<

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[17] En la Constitución de Austria no hay ninguna referencia a laprotección del medio ambiente, pero este valor ha sido durantemucho tiempo mayoritario y sería asumido con total seguridad enuna reforma constitucional en la lista de valores fundamentales.Un buen ejemplo de esta tendencia —global— es la Constituciónde Bolivia. En la nueva Constitución de 2003, se atribuyó a la Ti-erra un valor propio. <<

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[18] www.demokratische-bank.at <<

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[19] Lordon. <<

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Page 297: Economía del bien común por christian felber

[20] Redak/Weber, 47. <<

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[21] Bakan, 13. <<

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[22] Swissinfo, 7 de febrero de 2007. <<

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[23] Wiener Zeitung, 10 de junio de 2008. <<

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Page 301: Economía del bien común por christian felber

[24] Kohr, 43 y ss. <<

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[25] El Hartz IV es un programa que engloba una serie de re-comendaciones de reforma del mercado laboral alemán, que seempezó a poner en práctica en 2005 (n. del t.). <<

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[26] Felber (2006), 68-88 y 236-256, y Reimon/Felber (2003),135-165. <<

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[27] El modelo de la banca democrática fue elaborado en 2009/2010 por el movimiento Attac de Austria y empezó en junio de2010 como un proyecto independiente de la sociedad civil en Aus-tria. <<

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[28] Compárese con Felber (2012). <<

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[29] Compárese con Felber (2012), 73 y ss. <<

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[30] Idea referente a la reforma del «señoreaje» o a que el derechode acuñar dinero puede representar una fuente de ingresos parael emisor, incremento del dinero primario (n. del t.). <<

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[31] Huber/Robertson. <<

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[32] Más detallado en Felber (2012), 73 y ss. <<

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[33] Keynes. <<

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Page 311: Economía del bien común por christian felber

[34] Stiglitz, et al., 93. <<

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Page 312: Economía del bien común por christian felber

[35] ATTAC Austria (2010). <<

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[36] Los muy ricos han logrado en los últimos años unos rendimi-entos sobre el patrimonio constantes del 8 por ciento. <<

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Page 314: Economía del bien común por christian felber

[37] Wilkinson/Pickett. <<

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Page 315: Economía del bien común por christian felber

[38] Stern, n.° 48, 22 de noviembre de 2007. <<

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[39] Con el método de SK (consenso sistemático), se pueden con-sensuar conjuntamente muchas propuestas; no se mide elacuerdo, sino la oposición. La propuesta que obtiene la oposiciónmenor se aprueba. Para más información: www.sk-prinzip.net/<<

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Page 317: Economía del bien común por christian felber

[40] Wilkinson, 300. <<

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Page 318: Economía del bien común por christian felber

[41] Herrmann, 167. <<

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Page 319: Economía del bien común por christian felber

[42] Hartmann (2002) y «Zum Manager wird man geboren»(«Para directivo se nace»), entrevista con Michael Hartmann,Spiegel Online, 26 de marzo de 2003. <<

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Page 320: Economía del bien común por christian felber

[43] Philip Faigle: «Rettet die Erbschaftssteuer» («Salve el im-puesto de sucesión»), Zeit Online, 4 de diciembre de 2009; asícomo Postbank AG/BHW-Bausparkasse/26 de febrero de 2010.<<

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Page 321: Economía del bien común por christian felber

[44] Oficina Federal de Estadística y Banco Federal de Alemania:resultados de la cuenta capital de la contabilidad nacional de Ale-mania de 1991 a 2008, en la publicación especial estadística 4,Fráncfort del Meno, junio de 2009. <<

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Page 322: Economía del bien común por christian felber

[45] Pirmin Fessler/Peter Mooslechner/Martin Schürz/KarinWagner: «Das Immobilienvermögen privater Haushalte in Öster-reich» («Los inmuebles en propiedad privada de Austria»), en:Banco Nacional de Austria, Geldpolitik & Wirtschaft, Q2/09,113-135; Martin Schürz/Beat Weber: «Die soziale Hängematte derReichen» («Las hamacas sociales de los ricos»), MO#16/2009.<<

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Page 323: Economía del bien común por christian felber

[46] Raimon/Felber. <<

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Page 324: Economía del bien común por christian felber

[47] Felber (2006), 257 y ss., y Felber (2008), 304 y ss. <<

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Page 325: Economía del bien común por christian felber

[48] Según el derecho austriaco, sería posible otorgar a la nat-uraleza el estatus de sujeto. De lege referenda: artículo 285b delCódigo Civil austriaco. <<

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Page 326: Economía del bien común por christian felber

[49] Nueva Constitución Política del Estado, Constitución delEstado Plurinacional de Bolivia: artículos 255, 311, 403. <<

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Page 327: Economía del bien común por christian felber

[50] Layard, 46. <<

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Page 328: Economía del bien común por christian felber

[51] Carol Nickerson/Norbert Schwarz/Daniel Kahnemann(2003): «Zeroing in on the Dark Side of the American Dream: ACloser Look at the Negative Consequences of the Goal for Finan-cial Success», Psychological Science, vol. 14, n.° 6 (noviembre de2003), 531-536. <<

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Page 329: Economía del bien común por christian felber

[52] ORF Online, 4 de junio de 2010. <<

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Page 330: Economía del bien común por christian felber

[53] Bauer (2011), 31. <<

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Page 331: Economía del bien común por christian felber

[54] Bauer (2008), 61. <<

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Page 332: Economía del bien común por christian felber

[55] «Die Mittelklasse irrt» («La clase media se equivoca»); en-trevista en Die Zeit, n.° 13, 26 de marzo de 2010. <<

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Page 333: Economía del bien común por christian felber

[56] Die Zeit, 12 de febrero de 2009. <<

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Page 334: Economía del bien común por christian felber

[57] Haller (2006), Bakan (2005), Fromm (1992), 146. <<

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Page 335: Economía del bien común por christian felber

[58] Financial Times Deutschland, 7 de mayo de 2007. <<

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Page 336: Economía del bien común por christian felber

[59] Der Standard, 19 de septiembre de 2009. <<

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Page 337: Economía del bien común por christian felber

[60] Ilustrativo es aquí Gewaltfreie Kommunikation («Comunica-ción sin violencia»), véase Rosenberg. <<

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Page 338: Economía del bien común por christian felber

[61] em>Die Presse, 9 de junio de 2009 (Ulram); Wiener Zeitung,10 de octubre de 2008 (Unterberger); Die Presse, 12 de abril de2009 (Mayer); Der Standard, 21 de julio de 2001 (Frey); DiePresse, 17 de abril de 2009 (Ortner); Neues Volksblatt, 24 de juliode 2001 (Maurer); Die Presse, 4 de octubre de 2009, 13 denoviembre de 2010 y 22 de octubre de 2011 (Fleischhacker). <<

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Page 339: Economía del bien común por christian felber

[62] Gerhard Roth: Das Gehirn und seine Wirklichkeit. KognitiveNeurobiologie und ihre philosophischen Konsequenzen («Elcerebro y su realidad. Neurobiología cognitiva y sus consecuen-cias filosóficas»), Suhrkamp, Fráncfort del Meno, 1998. <<

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Page 340: Economía del bien común por christian felber

[63] Rousseau, 128 y 132. <<

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Page 341: Economía del bien común por christian felber

[64] www.lobbycontrol.de/blog <<

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Page 342: Economía del bien común por christian felber

[65] Müller. <<

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Page 343: Economía del bien común por christian felber

[66] www.insm.de. <<

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Page 344: Economía del bien común por christian felber

[67] http://maplight.org/us-congress/bill/111-hr-977/359058/totalcontributions; http://maplight.org/us-congress/bill/111-hr-1207/360297/total-contributions <<

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Page 345: Economía del bien común por christian felber

[68] Rousseau, 93. <<

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Page 346: Economía del bien común por christian felber

[69] Rousseau, 81. <<

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Page 347: Economía del bien común por christian felber

[70] www.mehr-demokratie.de, www.ig-eurovision.net,www.volksgesetzgebung-jetzt.at <<

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Page 348: Economía del bien común por christian felber

[71] Mehr Demokratie, 16. <<

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Page 349: Economía del bien común por christian felber

[72] www.dirdemdi.org/neu <<

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Page 350: Economía del bien común por christian felber

[73] ARD Panorama, 12 de mayo de 2005: http://daserste.ndr.de/panorama/media/euverfassung100.html <<

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Page 351: Economía del bien común por christian felber

[74] Forsa/Stern.de, 27 de diciembre de 2006. <<

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Page 352: Economía del bien común por christian felber

[75] Crouch. <<

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Page 353: Economía del bien común por christian felber

[76] Häfner. <<

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Page 354: Economía del bien común por christian felber

[77] La antigua Ministra de Asuntos Exteriores Ursula Plassnik enORF-Pressestunde (programa radiofónico de la Radio Nacional deAustria), 22 de octubre de 2007. <<

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Page 355: Economía del bien común por christian felber

[78] Attac: «10 Prinzipien für einen Demokratischen Vertrag» («10principios para un tratado democrático») http://www.attac.org/es/campa%C3%B1/otra-europa-es-possible/diez-principios-de-attac-para-un-tratado-democr%C3%A1tico <<

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Page 356: Economía del bien común por christian felber

[79] Der Spiegel, 35/2003. <<

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Page 357: Economía del bien común por christian felber

[80] Efler/Häfner/Vogel, 122. <<

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Page 358: Economía del bien común por christian felber

[81] Josef Pröll: «Projekt Österreich» («Proyecto Austria»), Dis-curso del Ministro de Finanzas, 14 de octubre de 2009, 27. <<

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Page 359: Economía del bien común por christian felber

[82] http://ec.europa.eu/internal_market/finservices-retail/docs/capability/members_en.pdf <<

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Page 360: Economía del bien común por christian felber

[83] Joachim Bauer: Das kooperative Gen. Abschied vom Darwin-ismus («El gen cooperativo. Despedida del darwinismo»), Hoff-mann y Campe, Hamburgo, 2008. <<

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Page 361: Economía del bien común por christian felber

[84] www.luc.edu/faculty/dschwei/ <<

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Page 362: Economía del bien común por christian felber

[85] www.sekem.com <<

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Page 363: Economía del bien común por christian felber

[86] www.goettindesglucks.com <<

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Page 364: Economía del bien común por christian felber

[87] Felber (2006), 165-184. <<

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Page 365: Economía del bien común por christian felber

[88] www.buschberghof.de <<

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Page 366: Economía del bien común por christian felber

[89] Katharina Kraiß/Thomas van Elsen: «Community SupportedAgriculture (CSA) in Deutschland» («Agricultura sostenida por lacomunidad en Alemania»), Lebendige Erden, 2/2008, 44-48. <<

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Page 367: Economía del bien común por christian felber

[90] Plataforma internacional para los movimientos CSA: www.ur-genci.net <<

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Page 368: Economía del bien común por christian felber

[91] www.bioparadeis.org <<

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Page 369: Economía del bien común por christian felber

[92] www.regionalwert-ag.de <<

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Page 370: Economía del bien común por christian felber

[93] www.gls.de <<

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Page 371: Economía del bien común por christian felber

[94] www.gemeinschaftsbank.ch <<

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Page 372: Economía del bien común por christian felber

[95] www.abs.ch <<

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Page 373: Economía del bien común por christian felber

[96] www.sparda-m.de <<

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Page 374: Economía del bien común por christian felber

[97] www.ethicalbanking.it <<

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Page 375: Economía del bien común por christian felber

[98] www.oikocredit.org/site/at <<

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Page 376: Economía del bien común por christian felber

[99] www.wagner-solar.com <<

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Page 377: Economía del bien común por christian felber

[100] www.gugler.at, www.vonderwiegezurwiege.at <<

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Page 378: Economía del bien común por christian felber

[101] www.sonnentor.com <<

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Page 379: Economía del bien común por christian felber

[102] www.badblumauermanifest.com <<

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Page 380: Economía del bien común por christian felber

[103] www.zotter.at <<

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Page 381: Economía del bien común por christian felber

[104] www.semco.com.br/en/ <<

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Page 382: Economía del bien común por christian felber

[105] http://de.wikipedia.org/wiki/Ricardo_Semler <<

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Page 383: Economía del bien común por christian felber

[106] www.ccss.jhu.edu/pdfs/CNP/CNP_At_a_glance.pdf <<

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Page 384: Economía del bien común por christian felber

[107] Prognos A. G., Spiegel Online, 19 de noviembre de 2008. <<

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Page 385: Economía del bien común por christian felber

[108] Vaughan. <<

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Page 386: Economía del bien común por christian felber

[109] Felber (2009), 134 y ss. <<

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Page 387: Economía del bien común por christian felber

[110] Kohn, 92. <<

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Page 388: Economía del bien común por christian felber

[111] Küng. <<

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Page 389: Economía del bien común por christian felber

[112] Kasser et al., 14. <<

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Page 390: Economía del bien común por christian felber

[113] Kohn, 49. <<

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Page 391: Economía del bien común por christian felber

[114] Albert, Fresin. <<

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Page 392: Economía del bien común por christian felber

[115] Compárese, por ejemplo, con Aubauer. <<

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Page 393: Economía del bien común por christian felber

[116] Compárese con Wolfgang Pekny: http://de.wikipedia.org/wiki/Wolfgang_Pekny así como con www.postwachstumsoeko-nomie.org/html/paech_grundzuge_einer_postwach.html <<

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