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Boletín Técnico Nº 34 LOS ECOSISTEMAS FORESTALES Y EL HOMBRE EN EL SUR DE CHILE Y ARGENTINA Pablo Laclau Julio de 1997 Fundación Vida Silvestre Argentina (FVSA) / Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF)

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Boletín Técnico Nº 34

LOS ECOSISTEMAS FORESTALES Y EL HOMBRE EN EL SUR DE CHILE Y ARGENTINA

Pablo Laclau

Julio de 1997 Fundación Vida Silvestre Argentina (FVSA) / Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF)

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INDICE

pág. PROLOGO........................................................................................................................ 5

INTRODUCCION........................................................................................................................ 7 1 - CARACTERIZACION DE LOS BOSQUES TEMPLADOS DEL SUR DE CHILE Y

ARGENTINA Diversidad Biológica ...................................................................................................................... 11 Amenazas a la Fauna y la Flora....................................................................................................... 16 Especies Exóticas Introducidas o Asilvestradas................................................................................ 24 Clasificación .................................................................................................................................. 27 Distribución.................................................................................................................................... 31

2 - LA PROTECCION DE LA NATURALEZA EN LOS BOSQUES TEMPLADOS DEL SUR DE CHILE Y ARGENTINA

El Sistema de Areas Protegidas....................................................................................................... 35 Areas Protegidas en los Bosques Andino Patagónicos de la Argentina.............................................. 39 Areas Protegidas en los Bosques del Sur de Chile............................................................................ 47 Problemas de Conservación en las Areas Protegidas........................................................................ 52

3 - LOS SISTEMAS BOSCOSOS EN AREAS NO PROTEGIDAS Impactos sobre los Bosques Templados .......................................................................................... 56 Las Economías Campesinas en los Bosques Templados................................................................... 62 Los Sistemas Silvopastoriles del Norte de la Patagonia. .................................................................. 67 Desarrollo Forestal en Chile y Argentina......................................................................................... 70 Aprovechamiento del Bosque Nativo............................................................................................... 73 El Marco Legal para el Aprovechamiento Forestal.......................................................................... 76 Las Plantaciones con Pinos y Eucaliptos......................................................................................... 80 Los Nuevos Inversores en Tierras Forestales de la Región............................................................... 82

4 - EL VALOR ECONOMICO DE LOS BOSQUES TEMPLADOS SUDAMERICANOS

El Valor Económico de los Ecosistemas Forestales.......................................................................... 85 Funciones Ambientales de los Bosques de la Región........................................................................ 87

5 - DISCUSION Simetrías y Diferencias entre Chile y Argentina en la Región........................................................... 94 Los Conflictos de la Conservación y el Aprovechamiento de los Bosques........................................ 98 Los Costos de Oportunidad de los Aprovechamientos Forestales y de la Conservación.....................102 La Reforestación con Especies Nativas como Alternativa Ecológica y Económica............................104

6 - CONCLUSIONES .......................................................................................................................107

Algunas Oportunidades para la Elaboración de Estrategias de Conservación Binacionales................110 Propuestas para Acciones de Conservación......................................................................................112

7 - BIBLIOGRAFIA .........................................................................................................................115

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ANEXOS ANEXO I : Especies de Vertebrados Autóctonos de los Bosques Templados del Sur de Chile y

Argentina, y su Estado de Conservación ............................................................... 120 ANEXO II : Familias de Plantas Vasculares de los Bosques Andino Patagónicos de Argentina

y de los Bosques Lluviosos del Sur de Chile ....................................................... 132 ANEXO III : Areas Protegidas en los Bosques Templados del Sur de Chile y Argentina ........... 135 ANEXO IV : Distribución de los Bosques Andino Patagonicos de la Argentina

por Tipos Forestales ............................................................................................ 139 ANEXO V : Referentes sobre Conservación y Manejo de los Bosques Templados

del Sur de Chile y Argentina ................................................................................ 140 ANEXO VI : Mapa de los Bosques Templados del Sur de Chile y Argentina ............................. 148 INDICE DE MAPAS, CUADROS Y GRAFICOS Mapa nº1.1: Población y Actividades Económicas por Jurisdicción .............................................. 15 Mapa nº1.2: Distribución de los Bosques Templados del Sur de Chile y Argentina........................ 34 Mapa nº2.1: Principales Núcleos de Protección............................................................................. 38 Gráfico nº1.1: Número de Especies del Bosque Templado Agrupadas Según Formas de Vida......... 18 Gráfico nº1.2: Diversidad Arbórea Según Latitud......................................................................... 18 Gráfico nº1.3: Número de Especies de Vertebrados en los Bosques Templados............................... 28 Gráfico nº1.4: Superficie de los Bosques Andino Patagónicos de la Argentina................................ 28 Gráfico nº2.1: Evolución de la Superficie de Areas Protegidas....................................................... 36 Gráfico nº2.2: Superficie de Bosques Nativos y de Areas Protegidas por Provincia (Arg.).............. 44 Gráfico nº2.3: Superficie de Bosques Nativos y de Areas Protegidas por Región (Chile)................. 44 Gráfico nº3.1: Demandas Sociales e Impactos sobre Laderas Boscosas........................................... 61 Gráfico nº3.2: Superficie de Explotaciones Rurales en Función de su Tamaño................................ 66 Gráfico nº3.3: Composición de las Exportaciones del Sector Forestal en Chile................................ 72 Gráfico nº3.4: Consumo de Madera en Trozas - Bosque Nativo e Implantado.................................. 72 Gráfico nº3.5: Extracción de Caña Colihue en Parques Nacionales - Provincia de Neuquén............. 75 Gráfico nº3.6: Ritmo Anual de Forestación en Chile....................................................................... 75 Cuadro nº1.1: Número de Especies de Algunos Grupos de Plantas según Region ........................... 13 Cuadro nº1.2: Número de Familias y Especies de las Diferentes Clases de Vertebrados................... 16 Cuadro nº1.3: Número de Especies de Vertebrados Amenazadas en los Bosques Templados............ 17 Cuadro nº1.4: Problemas de Conservación de Algunos Grupos de la Fauna y Flora Chilenas........... 19 Cuadro nº1.5: Especies Animales Introducidas en los Bosques Templados del Sur

de Chile y Argentina................................................................................................. 25 Cuadro nº1.6: Analogías entre Clasificaciones de Vegetación de los Bosques Templados

del Sur de Chile y Argentina..................................................................................... 29 Cuadro nº1.7: Caracterización de los Tipos Forestales de los Bosques

del Sur de Chile y Argentina..................................................................................... 30 Cuadro nº1.8: Distribución de los Bosques Andino Patagónicos de la Argentina

por Tipos Forestales y por Provincia ....................................................................... 31 Cuadro nº2.1: Caracterización de Areas Protegidas de los Bosques Andino Patagónicos (Arg)........ 45 Cuadro nº2.2: Caracterización de Areas Protegidas de los Bosques del Sur de Chile....................... 50 Cuadro nº3.1: Impactos Producidos por proyectos Económicos sobre Bosques Nativos................. 58 Cuadro nº3.3: Ocupación del Suelo y Tenencia del Bosque por Pequeños Productores en Chile..... 63 Cuadro nº3.4: Superficie de Explotaciones Rurales en Función de su Tamaño

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en Departamentos Cordilleranos con Bosques Nativos de Argentina....................... 64 Cuadro nº3.4: Aprovechamientos Forestales en los Bosques Andino Patagónicos

de Neuquén, Río Negro y Chubut .......................................................................... 74 Cuadro nº3.6: Superficie de los Bosques Nativos y Cultivados por Región Administrativa

en el Sur de Chile .................................................................................................. 80 Cuadro nº4.1: Valores que pueden atribuirse a Funciones Ambientales.......................................... 86 Cuadro nº4.2: Superficie de Areas Protegidas y Número de Visitantes .......................................... 91 Cuadro nº4.3: Principales Funciones Ambientales y Valores de los Bosques Templados................. 93 Comentario:

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PROLOGO Con el soporte financiero del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), la Fundación Vida Silvestre Argentina promueve el Proyecto de Conservación Binacional de los Bosques Subantárticos, o Bosques Templados del Sur de Chile y Argentina. Este Proyecto apunta a impulsar acciones que, conjunta o individualmente, permitan mejorar el estado de conservación de los bosques nativos de la región a través de proyectos específicos en el ámbito educativo, productivo o de conservación. La vastísima riqueza biológica y cultural de la región y el valor ambiental de una de las pocas reservas mundiales de bosques aún escasamente alterados por la utilización humana, justifica la aplicación de esfuerzos en un área donde los recursos naturales son abundantes, los impactos negativos del manejo o desmanejo de los bosques son aún subsanables, y por lo tanto permite abrigar esperanzas de materializar ese tan anhelado manejo sustentable de los ecosistemas. En efecto, pese a los severos impactos que han sufrido los bosques en la etapa de colonización por europeos o sus descendientes, las áreas protegidas creadas poco tiempo después permitieron preservar grandes superficies boscosas en parte intactas, otras alteradas pero con su estructura completa, y otras fuertemente impactadas pero con remanentes y bordes facilitadores de la restauración vegetal. Esta visión de los propulsores de la conservación a principios de siglo, sentó los pilares para que la Región de los Bosques Subantárticos sea hoy una de las más protegidas del mundo, conteniendo y lindando con sistemas naturales de enorme interés científico, recreativo y escénico, como son la estepa patagónica, los glaciares y campos de hielo, los cerros cordilleranos, el Océano Pacífico y las islas al sur del continente. En ese marco, este informe técnico constituye una primera fase de una tarea que aspira a facilitar y comprometer a la vez la participación de aquellas personas involucradas en la conservación de los bosques, tanto del ámbito público como de las organizaciones privadas; desde los emprendimientos de educación ambiental, hasta los de protección o de manejo sustentable. Para ello se ha reunido una cantidad de elementos de relevancia para el conocimiento de la problemática actual de conservación de los bosques templados del sur de ambos países. La región considerada en este estudio, comprende todas las áreas boscosas al sur del paralelo 36ºS, hasta los 56ºS aproximadamente; este rango de latitud se corresponde políticamente con las Regiones Administrativas VIII; IX; X; XI; XII, de Chile, y con el sector occidental de las Provincias argentinas de Neuquén; Río Negro; Chubut; Santa Cruz y Tierra del Fuego. La información volcada aquí tiene distintos orígenes. Para la caracterización de los sistemas y de los modos de uso del suelo y el bosque, se recurrió a bibliografía de ambos países. Ello ha facilitado bastante la búsqueda de información secundaria en otros ámbitos, particularmente en Chile. Podría decirse que prácticamente todo lo que es necesario conocer para tener una visión global del ambiente de los bosques y sus impactos, ha sido considerado en libros como los de Donoso (1995); Simonetti et al.(1995) Armesto et al. (1996); y en varios “Libros Rojos” publicados por CONAF. Por ello no se ha podido -ni intentado- evitar la cita recurrente a estos autores, a quienes se agradece esta (¿involuntaria?) colaboración, esperando haber interpretado correctamente sus apreciaciones. Se advierte en estos trabajos una preocupación por el tratamiento del conocimiento de los bosques en su conjunto, y una conclusión práctica, que se expresa en el planteo de problemas, sugerencias para un cambio del desarrollo hacia formas menos deteriorantes, y reclamos de mayor protección de los bosques. Al margen de estas fuentes, se han realizado varios viajes a Chile, para consulta a referentes de conservación, recopilación estadística, contacto con Organizaciones No Gubernamentales, investigadores universitarios, y a algunos productores y empresarios, mayormente forestales. Para la información de la Región de los Bosques Andino Patagónicos de la Argentina, el autor que ha tenido una visión más abarcativa, y por lo tanto más útil a los objetivos de este informe, fue el Ing. Milán J.Dimitri con sus colaboradores (La Región de los Bosques Andino Patagónicos, 1972). La información restante proviene de otras publicaciones, generalmente de estudios parcializados a un tema específico, o de trabajos de investigación locales. En todo caso, la mayor dificultad de presentar una visión generalizada de las características de los bosques, su distribución y clasificación, y los problemas de conservación y uso de los bosques ha sido la heterogeneidad de escalas, la sinonimia entre unidades de vegetación, nombres de especies, clasificación de amenazas, etcétera, que han presentado diferentes investigadores. Recorridas frecuentes y contactos con técnicos, productores y ciudadanos comunes de las áreas del norte de la región completan el resto de las fuentes. Además se ha participado en interesantes encuentros relacionados con la sustentabilidad, los procesos participativos en el

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desarrollo, y la conservación en la región. Ello ha permitido conformar una lista preliminar de referentes en temas relativos a los Bosques Subantárticos que facilite los contactos entre personas de diferentes países o instituciones. A los efectos de no sobreabundar en aquello que está escrito en bibliografía actualizada, se han sintetizado los principales aspectos relativos a la caracterización y uso de los bosques, de utilidad para la discusión planteada en el informe. De otro modo el trabajo sería inabarcable. Es posible sin embargo que se repitan algunos conceptos en diferentes partes de este trabajo, al haberse intentado dar a cada capítulo y a cada tema subtitulado una cierta independencia del trabajo completo, de modo de facilitar su lectura parcial. Se ha utilizado la nomenclatura usual para la denominación de los bosques; por lo que toda vez que se lea Bosques Andino Patagónicos, Bosques Templados del Sur de Chile y Argentina, o Bosques Subantárticos, se tratará de la misma región. No obstante ello, el nombre de Bosques Andino Patagónicos englobando a todos los bosques de la Patagonia Cordillerana tiene mayor significación en la Argentina, por lo que es utilizado más frecuentemente en referencia a este sector, si bien se aclara en cada caso . Los Anexos relativos a Fauna y a Flora de la región en ambos países intentan reflejar una riqueza compartida con particularidades propias de cada lado de los Andes. Por provenir de estudios diferentes, donde en los de Argentina ha resultado difícil la separación de grupos o especies propias de estepa patagónica, los elementos incluídos no permiten realizar comparaciones lineales entre ambos países más que a título de hipótesis. Deseo brindar mi especial agradecimiento a quienes en diferentes instancias, han colaborado en el aporte de información, opinión o dedicación de tiempo. Ellos son: Gustavo Iglesias; Alejandro Serret; Germán Palé; Claudio Bertonatti; Mariana Lomé; Cristina Abaca; Tomás Schlichter; Fernanda Izquierdo; Antonio Lara; Luis Pozo; Fabián Boyeras; Ernesto Andenmatten; Never Bonino; Patricia Möller; Marcia Villanueva; Ricardo Hlopec; Adriana Mandirola, Adriana Pereyra; Gustavo Matteazzi; Francisco Ulloa; Pedro Araya; Víctor Valverde; Iván Benoit, Sebastián Ludueña. Extiendo mi reconocimiento a la paciencia de mi familia: Cristina, Cecilia, Mercedes y Paula, con quienes también me disculpo por las numerosas horas no compartidas. Incluyo además a aquellas personas cuyos nombres no han sido registrados, porque hemos conversado sobre estos temas hace ya mucho tiempo, o porque han sido contactos ocasionales. Por último, no puede dejar de señalarse que las opiniones o interpretaciones vertidas son de responsabilidad del autor de este informe, y que sus desaciertos o sesgos responden a su particular experiencia y a su fragmentada visión de la realidad en estudio. Pueden ser útiles aún para el mayor de los disensos, y en tanto movilicen a la confrontación de ideas (no belicistas), este esfuerzo habrá cumplido con su objetivo. Como toda síntesis, no está exenta de la posibilidad de omisiones de importancia. No contiene información original, e intenta complementar el esfuerzo de algunos autores por observar la realidad ambiental hacia ambos lados de la Cordillera de los Andes simultáneamente, y también hacia ambos lados de las áreas protegidas. Aunque su elaboración pueda ser algo imprecisa -situación que apreciará cada lector- su finalidad es clara: promover la conservación -cuya acepción más actual es el manejo sustentable- de los bosques de la región, con inclusión del hombre y sus actividades, en este caso a partir de la información.

Comentario:

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INTRODUCCION Bajo el nombre de Bosques Subantárticos, Bosques Andino Patagónicos, Bosques Templados del Sur de Chile y Argentina, se agrupan diferentes tipos forestales dominados por fagáceas del género Nothofagus y coníferas de las familias Cupresaceae, Podocarpaceae o Araucariaceae (Rothkügel, 1916; Hueck,1978; Cabrera y Willink, 1980; Donoso,1995a). Se encuentran ubicados hacia ambos márgenes de la Cordillera de los Andes; desde el paralelo 35ºS hasta el paralelo 56ºS, aproximadamente. En el sector chileno estas formaciones se extienden hasta el Océano Pacífico, en tanto que en la vertiente Argentina los bosques se desarrollan hasta el límite con la estepa patagónica, en una franja estrecha inferior a los 80 km de ancho (Dimitri, 1972). Su extensión total aproximada entre ambos países es de 153.000 km2 (Dimitri, 1972; Parodi en: Dimitri, 1972; CODEFF, 1992; Donoso, 1995), incluyendo ecosistemas asociados de humedales, roquedales y pastizales. Si bien los bosques de la región difieren en condiciones climáticas tanto de norte a sur como desde las cumbres cordilleranas hacia ambas vertientes, la afinidad florística y faunística es muy estrecha. Constituyen además una de las últimas reservas mundiales de bosques templados con escasa alteración antrópica (CODEFF, 1992; Fuentes, 1994; Armesto et al., 1996) y albergan una importante cantidad de especies vegetales y animales. Su riqueza no esta dada tanto por el número de especies que contienen, sino por la cantidad de endemismos que albergan (Armesto et al., 1996). Algunos, como el Alerce (Fitzroya cupressoides) o la Araucaria (Araucaria araucana), son sobrevivientes de tiempos prehistóricos, y han resistido profundos cambios ambientales y procesos geomorfológicos -glaciaciones, movimientos tectónicos, vulcanismo-. Estas y otras especies actuales reconocen antecesores desde el Mezosoico inferior (Dimitri, 1972). Algunos grupos vegetales inferiores como los líquenes se encuentran ampliamente representados en los bosques lluviosos de la región, considerándose a estos ecosistemas como de los más ricos del mundo en esta flora (Armesto et al., 1996). Hay marcadas asimetrías ambientales entre los bosques de ambos países, particularmente en el norte de la región, que se manifiesta en diferencias en la composición florística, heterogenidad de ecosistemas y dinámica de las comunidades (Armesto et al., 1996). En líneas generales, el territorio chileno es más húmedo y con mayor regulación térmica, debido a su exposición oceánica y a la menor altura sobre el nivel del mar en los bosques de la Depresión Central y la Cordillera de la Costa (Armesto et al., 1996). En el sector argentino los bosques se encuentran confinados a laderas y valles de la cordillera andina y sierras subandinas, con menor pluviometría y más bajas temperaturas, acompañadas por una mayor variación estacional (Defina en: Dimitri, 1972; Donoso, 1995). Los bosques de la región están modelados en su estructura -incluyendo su composición florística- por perturbaciones o catástrofes de diferente escala e intensidad, como terremotos, erupciones volcánicas o incendios (estos últimos causados también por los habitantes originales de la región), y plagas. Debido a ello, la sucesión se interrumpe periódicamente y en consecuencia las especies que lo dominan son en su mayoría típicamente pioneras (heliófilas). Si bien en la Argentina no aparecen especies que las puedan reemplazar con el avance de la sucesión, sí

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existen en Chile (las esciófilas), aunque nunca llegan a dominar porque alguna perturbación reinicia la sucesión. Quizá una excepción a esta característica sean los bosques de Ciprés de la Cordillera (Austrocedrus chilensis) en el área de ecotono, donde la especie se comportaría como pionera y climáxica simultáneamente (Schlichter, com.pers.) Hay evidencias de ocupación humana en la región desde hace algo más de 10.000 años (Veblen y Lorenz, 1988; Donoso y Lara, en Armesto et al., 1996; Bondel, 1995), aunque no existen registros históricos de la población previos a la colonización española, iniciada en el siglo XVI. A partir del siglo XIX los bosques han sufrido importantes cambios como consecuencia del poblamiento y aprovechamiento realizados en la región (Veblen y Lorenz, 1988; CODEFF, 1992; Donoso y Lara, en Armesto et al., 1986). De la utilización indígena de los recursos -que incluía el uso del bosque como lugar de abrigo, de evocación religiosa y descanso de los muertos, de fuente de alimento y medicinas- en el período prehispánico hasta la instalación de asentamientos no indígenas y la redistribución de estas comunidades en la región, los bosques recibieron importantes impactos que afectaron su composición y estructura. Los incendios provocados, la explotación selectiva de madera para construcción y calefacción, los desmontes para agricultura y el trazado de caminos fueron los principales factores de sustitución de bosques, del reemplazo de especies o la degradación de sus funciones ecológicas (Rothkugel, 1916; Lebedeff, 1942; CODEFF, 1992; Donoso y Lara, en Armesto et al., 1986). La producción ganadera y los cultivos agrícolas han sido seguramente la principal causa de alteración de estos sistemas; las quemazones no controladas para el mismo propósito, han contribuído a destruír más de lo necesario. En tiempos recientes el modelo de desarrollo agropecuario se reorientó a la foresto-industria, particularmente en Chile (CODEFF, 1992). En este país, las tierras reforestadas con plantaciones de pinos sostenían originalmente bosques nativos, y aunque la mayor parte de ellas había sido previamente transformada por la agricultura, una importante superficie habría sufrido una sustitución directa (CODEFF, 1992; Armesto et al., 1996; Fuentes, 1995). Hoy existe una doble amenaza para sus bosques templados: por una parte está la necesidad de expandir el área de plantaciones para abastecer la industria forestal, que involucra a una gran superficie de bosques secundarios. Por otro lado, las economías campesinas que viven en el bosque sobreutilizan sus recursos como consecuencia de la desigual distribución de la riqueza que el actual modelo de desarrollo impone - muchas veces alentado por las empresas demandantes de madera o de tierras-. Pese a que la superficie de áreas protegidas en Chile es muy grande, la distribución de los parques o reservas no parece asegurar la persistencia e integridad de algunos tipos de bosques, especialmente en la Cordillera de la Costa, donde especies leñosas, como el Alerce, el Ruil (Nothofagus alesandrii) o el Queule (Geomorphoteca keule), se encuentran en peligro de desaparición como consecuencia de la fragmentación y disminución de su hábitat, en áreas de actividad de las empresas forestadoras (CODEFF, 1992; Armesto et al., 1996). Algunos tipos forestales estarían insuficientemente representados en las áreas protegidas (CONAF, s/f; Muñoz et al., 1996). En la Cordillera de los Andes, la protección se encuentra favorecida por las difíciles condiciones de accesibilidad de los bosques, aunque el insuficiente control facilitaría su explotación ilegal, aún en áreas protegidas (CODEFF, 1992). En la Argentina la situación es algo diferente, ya que se protege una gran superficie con los bosques de mayor valor biológico y paisajístico (Burkart et al., 1991). Estas áreas fueron creadas como parte de una estrategia de ocupación de sus áreas fronterizas y resguardo de las bellezas

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escénicas, que para el caso de la Región Andino Patagónica, significó la protección de más de un millón ochocientas mil hectáreas de tierras cordilleranas entre 1930 y 1940, incluyendo a sus principales tipos de bosques (Burkart et al., 1991) (Anexo III). A pesar de ello los bosques de áreas al norte de la región con precipitación anual inferior a 1000 mm, se encuentran en la actualidad prácticamente sin representación, y son además los más amenazados por actividades humanas. La mayor parte de los núcleos urbanos o rurales de la región se ubican en el área de transición entre los bosques y la estepa, y obran como centros difusores de impactos ambientales, a los que se opone la presencia de áreas protegidas y la difícil accesibilidad de una considerable extensión de sus bosques. La actual presión de población es baja si se considera la región en su totalidad, y la ganadería y las plantaciones de pinos se desarrollan en su mayor parte en tierras de la estepa subhúmeda adyacente. Sin embargo, en algunas zonas protegidas y no protegidas la actividad ganadera en el bosque produce fuertes impactos, y en algunos sectores crecen plantaciones de pinos en sitios originalmente ocupados por cipresales y ñirantales (Seibert, 1982). El ordenamiento actual de la población, el uso del bosque y el desarrollo basado en el manejo del suelo y del vuelo forestal, difiere significativamente entre ambas naciones. En el sur de Chile se asientan dos tercios de su población total, es decir, aproximadamente siete millones de habitantes. En la Patagonia argentina cordillerana y subandina la población total no supera los 300.000 habitantes, considerando los emplazamientos urbanos y rurales desde el norte de Neuquén hasta Tierra del Fuego (INDEC, 1991) (Mapa nº 1.1). En Chile el desarrollo forestal está basado en la forestación con pinos y eucaliptos en gran escala, estimándose que 1.200.000 de hectáreas de plantaciones forestales se extienden desde el paralelo 36ºS hacia el sur (CODEFF, 1992; INFOR, 1996). La mayor parte de estas plantaciones se realizó sobre tierras desmontadas previamente para la agricultura o directamente a tal fin. En la Patagonia argentina se han plantado hasta el presente 50.000 hás. de pinos (Laclau, datos sin publicar), aunque su mayor extensión se localiza en sitios de estepa o pastizales naturales. Se estima que aproximadamente entre un 30 y 40% de esta superficie se ha implantado sobre áreas que originalmente sostenían monte nativo de Ciprés (Austrocedrus chilensis) o Ñire (Nothofagus antarctica), aunque la mayor parte de estas formaciones se encontraba parcial o totalmente remplazada por pastizales o vegetación de estepa. Numerosas propuestas se han realizado en los últimos años en relación con la conservación de los ecosistemas boscosos de Chile (CODEFF, 1992; Lara, 1996; Lara y Sepúlveda, 1996; Muñoz et al., 1996)). El debate actual se establece entre la necesidad de mantener los bosques nativos para beneficio de toda la sociedad, con un diseño que contemple la protección de un porcentaje representativo de la biodiversidad regional y el manejo sustentable de los bosques no protegidos, o la intensificación del actual modelo de desarrollo foresto-industrial, que comprende la sustitución de los bosques secundarios y matorrales por forestaciones con pinos y eucaliptos, o bien su explotación destructiva. En el extremo sur de ambos países, un proyecto de explotación en gran escala de los bosques de Lenga (Nothofagus pumilio) en Tierra del Fuego, propuesto por una empresa norteamericana (Trillium Corporation en Chile; Lenga Patagonia S.A. en Argentina), suscitó amplia discusión entre las comunidades locales, las instituciones, las organizaciones ambientalistas y la propia empresa, extendiéndose a los poderes legislativos nacionales. Un ya viejo cuestionamiento subyace en estos conflictos de uso de los recursos: ¿Cómo satisfacer necesidades económicas públicas y privadas sin afectar aquellas funciones del

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paisaje que son necesarias para nuestra propia supervivencia y para nuestros descendientes? Los grandes emprendimientos (foresto-industriales en este caso) suelen ser atractivos para el crecimiento de las vapuleadas economías regionales, ya que facilitan la instalación de infraestructura social y ofrecen empleo, a la vez que -al menos en una primera etapa- inyectan dinero al circuito económico local y regional. Sin embargo rara vez se incorporan en los costos privados de producción los distintos daños ambientales que producen estos proyectos, y una legislación permisiva y la falta de control gubernamental diluyen en la sociedad todos aquellos impactos negativos, a los que se suma una desigual distribución de las riquezas generadas. La pobreza rural y urbana es en buena medida parte del modelo actual de desarrollo, y la presión financiera externa, la escasa representatividad de políticos e instituciones y la concentración de poder completan el círculo. Dentro de ese contexto, las Universidades y centros técnico-científicos, y las organizaciones no gubernamentales debieran jugar un importante papel en el aporte de respuestas para la gestión de los recursos naturales de la región. El conflicto sociedad - conservación - empresa privada no reconoce soluciones fáciles si no se “toma al toro por las astas”. Ello implica ampliar el debate sobre la función reguladora y social de los bosques nativos -incluyendo sus aspectos productivos-, e incorporar en la legislación medidas que limiten e internalicen en los proyectos de desarrollo los costos ambientales y sociales, con control efectivo de su cumplimiento. Para ello, es esencial que los sectores gubernamentales, empresarios y la ciudadanía en general, dispongan de elementos para conocer la riqueza que guardan los bosques y su contribución al sostenimiento de los procesos ecológicos, y las relaciones de complementariedad existentes entre su conservación y el desarrollo sustentable.

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1 - CARACTERIZACION DE LOS BOSQUES TEMPLADOS DEL SUR DE CHILE Y ARGENTINA

Diversidad Biológica Aunque la diversidad biológica total de los bosques sudamericanos al sur del paralelo 36º S no se conoce acabadamente, los estudios realizados hasta el presente permiten caracterizarlos como de relativamente baja cantidad de especies en relación con otros bosques de latitudes menores, aunque con una alta variación de hábitats, una alta proporción de endemismos a nivel de género y especie, y posiblemente un variado pool génico intraespecífico, derivado de la enorme extensión latitudinal, los gradientes de temperatura y humedad, y las barreras geográficas (Dimitri, 1972; Simonetti et al., 1995; Donoso, 1995a; Armesto et al., 1996). En su acepción más amplia “la biodiversidad también representa valores culturales o religiosos”(Simonetti et al., 1995). En ese sentido, los bosques del sur guardan estrecha relación con los albores del hombre en el continente Sudamericano (Bondel et al., 1995), y desde la Edad Moderna, con el devenir de la colonización blanca, especialmente los sistemas boscosos del litoral Atlántico Sur y Pacífico, y del interior del continente en la Selva Valdiviana (De Agostini, 1945). Desde el siglo pasado y con mayor intensidad que en cualquier otro momento anterior, los bosques constituyeron un obstáculo para la ocupación del territorio y el asentamiento permanente de colonos europeos, quienes para el establecimiento de cultivos y la cría de ganado desmontaron extensas superficies de bosques vírgenes - algunos milenarios- en el sur de Chile y Argentina (de Amador, 1948; Donoso, 1995a, Donoso y Lara en: Armesto et al., 1996). A una misma latitud, las condiciones más favorables de humedad y temperatura de Chile, permitirían el desarrollo de una mayor variabilidad florística específica . Muchas especies vegetales, particularmente las asociadas al bosque lluvioso, que en Chile se desarrollan en forma exhuberante, son ocasionales o de baja abundancia, o de menor porte en los bosques de la vertiente oriental de los Andes (Dimitri, 1972). Los Bosques Andino Patagónicos de Argentina serían menos extensos en sus áreas de bosque lluvioso que los del sur de Chile, predominando bosques simples, con baja diversidad arbórea y pocos estratos vegetacionales. Como contrapartida, abarcarían mayor superficie relativa de bosques mesomórficos con elementos de las provincias fitogeográficas colindantes: Alto Andina, Monte y Estepa Patagónica (Dimitri, 1972). Los bosques nativos del sur argentino se encuentran confinados a una estrecha franja longitudinal de valles y laderas cordilleranas, a altitudes generalmente superiores a los 800 m.s.n.m. en su parte norte, creciendo al nivel del mar en Tierra del Fuego (Dimitri, 1972). La mayor rigurosidad climática, caracterizada por una alta ocurrencia de heladas, nevazones invernales, altas temperaturas y sequía estival, favorecería el desarrollo de bosques con especies vegetales de ecotonía, como Ciprés de la Cordillera (Austrocedrus chilensis), Chacay (Chacaya trinervis), Laura (Schinus patagonicus), Ñire (Nothofagus antarctica), etc.- Por otra parte estas condiciones ambientales determinarían la existencia de poblaciones marginales (sensu Donoso, 1995) de aquellas especies del bosque húmedo, que aquí crecerían en los límites de su hábitat. Las características genéticas de estas poblaciones revisten singular valor. Investigaciones recientes en

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Ciprés de la Cordillera y en Raulí (Nothofagus alpina) indicarían la existencia de distintos ecotipos de estas especies en Argentina (Pastorino y Gallo; Marchelli y Gallo; Breitembücher y Gallo en: AUSMA, 1995). Para el Ciprés se habría determinado una mayor heterocigosis en aquellos tipos que crecen en el límite con la estepa patagónica, que en los que crecen asociados al Coihue (Nothofagus dombeyi) en bosques húmedos -insinuando una genocline longitudinal-. A su vez, los cipreses de la Argentina serían diferentes a los de Chile Central (Donoso, 1995). Las diferencias genéticas observadas en Raulí en cambio, arrojarían variaciones genotípicas en gradientes latitudinales (Gallo, com.pers.). Esto también se verificaría con Roble Pellín (Nothofagus obliqua) en Chile, por estudios realizados sobre variación en peso y tamaño de semillas, y número de estambres florales, en tanto que en Coihue y Raulí las diferencias en las mismas características seguirían un gradiente altitudinal (Donoso, 1995). El mismo autor estima que las poblaciones de la Cordillera de Nahuelbuta de Araucaria (Araucaria araucana) estarían formadas por ecotipos diferentes de los de la Cordillera de los Andes (Donoso, 1995) Simonetti et al.(1995) señalan en un detallado análisis de la diversidad biológica de Chile y su estado actual de conservación, la presencia de no menos de 30.000 taxa (especies, subespecies, variedades) en todo el país, que incluírían alrededor de 12.500 invertebrados conocidos; 1.767 vertebrados; 3.300 hongos; 1.074 líquenes; 668 musgos; 190 helechos; nueve gimnospermas; 1.102 angiospermas monocotiledóneas y 3.370 dicotiledóneas. Un alto porcentaje de estas especies se encuentran en los bosques del sur y en los ambientes asociados. En la consideración de estas y otras cifras debe señalarse que son aún muy poco conocidas las plantas no vasculares y muchos grupos de animales invertebrados, lo que también ocurriría en el sector argentino, ya que en ambos países son muy reducidos el número de especialistas, las colecciones, los bancos de datos, y los recursos aplicados a la investigación básica. (Simonetti et al., 1995; Henestrosa, 1997). En el Anexo I se enumeran las especies de vertebrados citados por diferentes autores para la Región de los Bosques Templados en ambos países. Las especies enumeradas para Chile se corresponden con datos publicados por la Corporación Nacional Forestal (CONAF) (Glade, 1993) y por otros especialistas (Simonetti et al., 1995; Christie, 1995; Murúa en: Armesto et al., 1996; Campos, 1996), y abarcarían elementos propios del bosque templado. El listado correspondiente a la Argentina (Ubeda y Grigera, 1995), agrega a las especies propias del bosque aquellas de la Patagonia que aparecen en forma accidental o casual, o que son propias del ecotono. Se incluye también el estado de conservación determinado en cada país. En el Anexo II se citan las familias botánicas de plantas vasculares de los Bosques Andino Patagónicos de Argentina (Dimitri, 1972) y de los Bosques Templados Lluviosos del Sur de Chile (Arroyo en: Armesto et al., 1996); enumerándose también los géneros y especies identificados. En el caso de Argentina, el alto número de géneros y especies respecto del chileno correspondería a la mayor presencia de elementos de otras provincias fitogeográficas. Dimitri (1977) señala al respecto que la flora de plantas vasculares de los Bosques Andino Patagónicos estaría compuesta por unos 365 géneros, veinte de ellos correspondientes a plantas arbóreas, con tres especies que aparecen en prácticamente todo el rango latitudinal de los bosques: Ñire (Nothofagus antarctica); Lenga (Nothofagus pumilio) y Notro (Embothrium coccineum).

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Arroyo (en: Simonetti et al , 1995; Armesto et al., 1996) destaca la importante riqueza en líquenes y angiospermas, y la baja presencia de gimnospermas. El grado de endemismos de dicotiledóneas sería uno de los más altos del mundo. Por otra parte, la mayor riqueza florística en líquenes y plantas vasculares se encontraría en Chile aproximadamente entre los paralelos 38ºS y 43ºS, es decir, entre las Regiones VIII y X (Armesto et al., 1996) -aunque más al sur habría una mayor diversidad de hepáticas (Armesto et al., 1996)-, y en la Argentina entre las Provincias de Neuquén y Chubut (Dimitri, 1972) (Cuadro nº1.1). Esta mayor biodiversidad vegetal en el norte de la Región de los Bosques Templados, se verificaría también con la mayor parte de los diferentes grupos de animales vertebrados (Simonetti et al., 1995). CUADRO Nº1.1 NUMERO DE ESPECIES DE ALGUNOS GRUPOS DE PLANTAS SEGUN REGION (datos de Simonetti et al., 1995)

REGION

LATITUD APROX.

LIQUENES HEPATICAS GIMNOSPERMAS

VIII 36º - 38º S 60 14 5 IX 38º - 39º30’S 135 4 6 X 39º30’- 44º S 281 114 8 XI 44º - 49º S 72 85 4 XII 49º - 56º S 132 207 3

La diversidad de formas de vida también sigue un gradiente latitudinal. Para tres tipos de bosque templado en Chile -Valdiviano, Nordpatagónico y Magallánico-, Arroyo et al. (en: Armesto et al., 1996) muestran como decrece el número de especies de árboles, arbustos, lianas, hemiparásitas y herbáceas (Gráfico nº1.1) . Por otra parte, Fuentes (1994) señala que la mayor riqueza en especies de árboles en Chile se asocia a los bosques esclerófilos (32ºS - 35ºS) y valdivianos (39º - 43ºS) (Gráfico nº1.2), y que esta alta diversidad se debería tanto a la zonación de las comunidades boscosas, como a la composición de cada una de ellas. Algunos grupos vegetales de los bosques templados tendrían un importante valor económico actual y potencial. Lazo (en: Simonetti et al., 1995) ha consignado 47 especies de hongos comestibles en Chile. Dimitri (1972) cita más de veinte especies de plantas superiores con hojas, frutos o raíces comestibles para los Bosques Andino Patagónicos de la Argentina, cifra que en Chile sería aún superior (Smith-Ramírez en: Armesto et al., 1986). Boelcke (en:Dimitri, 1972) cita 112 especies forrajeras para la región norpatagónica argentina, con una alta presencia de ellas en áreas con bosques nativos, incluyendo veinte especies leñosas arbóreas o subarbóreas. Los líquenes en el sur de Chile son aprovechados para uso indígena medicinal y tintóreo (Quilhot, en:Simonetti et al., 1995); además estas especies constituyen bioindicadores de contaminación atmosférica, ya que son muy sensibles a la presencia de lluvia ácida, de anhídridos sulfurosos y de metales pesados en el aire (Galloway en: Armesto et al., 1986). De las nueve especies de gimnospermas presentes en la región, siete de ellas se han aprovechado para aserrío. Algunas, con muy alto valor comercial como el Alerce (Fitzroya cupressoides) o la Araucaria (Araucaria araucana), han sido intensamente explotadas y hoy se encuentran amenazadas y bajo protección en ambos países (Benoit, 1989; Benoit y Smith-Ramírez, en Simonetti et al., 1995). En la Argentina, el aprovechamiento de hojas de helechos para ornamento de ramos florales constituye una alternativa económica para pequeños comerciantes

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en las Provincias de Chubut y Río Negro (Andenmatten, com.pers.). Por otra parte la Caña Colihue (Chusquea culeou) ha sido intensamente aprovechada para mueblería artesanal en las provincias mencionadas y en Neuquén, así como también en Chile (Martín y Dedek, 1985; IFONA, 1988; Dirección de Recursos Forestales Nativos, 1995). En síntesis, el alto valor de la diversidad biológica de los bosques templados del sur de Chile y Argentina, residiría en una alta proporción de relictos específicos; en la persistencia de numerosos géneros de angiospermas que evolucionaron y colonizaron el sur del continente americano en el período Cretácico y en el Terciario bajo la influencia de climas más cálidos; en la gran diversidad de formas de vida, resabios de bosques más cálidos, y en una mayor riqueza en géneros y especies leñosas que otros bosques templados en similares rangos de latitud en América del Norte (Dimitri, 1972; Armesto et al. 1996).

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MAPA 1.1

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Amenazas a la Fauna y la Flora En ambos países se ha trabajado intensamente en el estudio de la biodiversidad de los bosques templados. En Chile, Murúa (en Armesto et al., 1996) ha desarrollado un abarcativo estudio de distribución de los mamíferos de los bosques templados en relación con la latitud y los tipos forestales. Otros autores (Willson et al.; Bustamante, en: Armesto et al., 1996) describen mutualismos entre plantas y animales de la región, y distintos tipos de predación de semillas. Los aspectos relativos al estado de conocimiento actual de los diferentes taxa animales y vegetales, y sus problemas de conservación, son tratados por Simonetti et al. (1995). En la Argentina, la distribución y el estado de conservación de la fauna patagónica es monitoreado por el Consejo Asesor Regional Patagónico de la Fauna Silvestre (CARPFS), con la participación de destacados especialistas en diferentes grupos de vertebrados (Ubeda y Grigera, 1995). Por su parte Chébez (1994) publicó una obra relativa a las especies argentinas en peligro, donde se incluyen anfibios, reptiles, aves y mamíferos patagónicos. La Administración de Parques Nacionales con el Pudú (Pudu puda) y el Huillín (Lutra provocax) ha realizado estudios tendientes al conocimiento de estas especies y su conservación. La Fundación Vida Silvestre Argentina, desarrolla diferentes proyectos sobre dinámica y conservación de algunas especies de la fauna andino patagónica, como el Macá Tobiano (Podiceps gallardoi) -cuyo hábitat se encuentra fuera de los bosques- o el Huemul (Hippocamelus bisulcus). La abundante riqueza en animales vertebrados autóctonos de la región en su conjunto se distribuye entre ocho familias de peces; cuatro de anfibios; siete de reptiles; treinta y seis de aves y diecisiete de mamíferos (Anexo I). En el Cuadro nº1.2 y Gráfico nº1.3 se indica el número de especies de cada clase, destacándose la diversidad de aves y mamíferos. A este número de especies se añaden varios animales introducidos accidental o deliberadamente, que en no pocos casos, causan serios problemas de conservación a la fauna y flora autóctonas. CUADRO Nº1.2 NUMERO DE FAMILIAS Y ESPECIES DE LAS DIFERENTES CLASES DE VERTEBRADOS

CLASE FAMILIAS ESPECIES PECES 8 31 ANFIBIOS 4 35 REPTILES 7 64 AVES 36 171 MAMIFEROS 17 70 TOTALES 72 371 (Fuentes: ver Anexo I) Las especies de vertebrados amenazadas calificadas para Argentina y Chile según UICN (1996) incluyen tres carnívoros (Felis guigna, Lutra felina, Lutra provocax), dos cérvidos (Hippocamelus bisulcus, Pudu puda), dos aves (Rallus antarcticus, Asthenes anthoides), y dos anfibios (Atelognathus grandisonae, Atelognathus nitoi) de la región. Además, un ave (Coturnicops notatus) y un reptil (Liolaemus lemniscatus), también estarían amenazados (UICN, 1994), aunque no figuran en la última revisión. El Cuadro º1.3 (cuyo detalle se presenta en el Anexo I) indica el número de especies de vertebrados amenazadas (incluyendo las categorías ‘indeterminada’ o ‘inadecuadamente conocida’) en los Bosques Templados del Sur de Chile y Argentina, para cada uno de estos países y en ambos simultáneamente. Según el mismo, algo

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menos de la mitad se encontraría con algún grado de amenaza, incluyendo la totalidad de los peces de Chile y varios de la Argentina -aunque en este país sólo se contaría con una lista preliminar, recopilada por Chébez y Padilla (en: Chébez, 1994)- y porcentajes mayores que el promedio en anfibios y mamíferos. Entre las especies amenazadas en ambos países a la vez, habría catorce mamíferos, diez aves, cuatro anfibios, y probablemente muchos peces. La identificación de esta problemática común, y de las causas que llevan a tal situación, podrían facilitar la elaboración de una estrategia binacional para la protección de la fauna más vulnerable en la región. CUADRO Nº 1.3 NUMERO DE ESPECIES DE VERTEBRADOS AMENAZADAS DE LOS BOSQUES TEMPLADOS DEL SUR DE CHILE Y ARGENTINA*

CLASE CHILE ARGENTINA EN AMBOS PORCENTAJE

(bosques templados) (bosques templados PAISES DE ESPECIES

y región patagónica) AMENAZADAS**

PECES 26 6 5 84%

ANFIBIOS 19 10 4 71%

REPTILES 10 11 - 31%

AVES 28 24 10 25%

MAMIFEROS 26 31 14 81%

TOTALES 109 81 33 46%

Observaciones: * Se incluyen especies inadecuadamente conocidas, raras, indeterminadas, vulnerables, en peligro y amenazadas de extinción ** Al menos en uno de los dos países, sobre el total de especies citadas en Anexo I (Fuente: Ubeda y Grigera, 1995; Glade, 1987; Armesto et. al 1996; Christie, 1995; Chébez, 1994) Entre las principales causas de amenaza a la flora y fauna de la región figuran la destrucción o fragmentación del hábitat -por deforestación, incendios, explotación del bosque y reemplazo con plantaciones forestales-; la presencia de ganado doméstico o de animales silvestres introducidos; la caza y pesca no reguladas y la contaminación de suelos y aguas. En el Cuadro nº1.4 se señalan los principales problemas de conservación de algunos grupos de la fauna y flora chilena, señalados por especialistas en diferentes taxa, en Chile (Simonetti et al.,1995). Salvo para algunos grupos específicos, que han sufrido una persecución intensa por su alto valor comercial, la degradación y destrucción de los bosques en cualquiera de sus formas -rozado y quema; aprovechamiento maderero; reforestación con exóticas- es seguramente la causa primaria de amenaza sobre las diferentes especies animales o vegetales (Dimitri, 1972; Murúa; Rozzi et al., en: Armesto et al., 1996). Los impactos de estas formas de utilización de los bosques y sus consecuencias ecológicas se comentan en el capítulo siguiente.

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GRAFICOS 1.1 Y 1.2

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CUADRO Nº 1.4 PROBLEMAS DE CONSERVACION DE ALGUNOS GRUPOS DE LA FAUNA Y FLORA CHILENA

VEGETALES ANIMALES CONCEPTO HONGOS LIQUENES HELECHOS GIMNOSP. DICOTILED. ARAÑAS PECES ANFIBIOS REPTILES AVES MAMIFEROS

LEÑOSAS

Deforestacion bosque nativo X X X X X Contaminacion del aire X X Fragmentacion habitat X X X X Aprovechamiento maderero X Reemplazo de especies nativas X Herbivoria X Contaminacion por pesticidas X Efluentes urbano-industriales X X Caza / explotacion comercial X X X X Contagio enfermedades X Introduccion especies exoticas X X X

(Fuente: Simonetti et al, 1995) Las amenazas sobre la composición y estructura de las diferentes comunidades vegetales son numerosas (Cuadro nº1.4), y los procesos antrópicos que conducen a su vulnerabilidad son tratados en el Capítulo 3 de este informe. En razón del vacío existente sobre especies vegetales amenazadas en los listados de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales (UICN) para la Argentina, o de la Convención Internacional sobre el Tráfico de Especies en Peligro (CITES) -que incluyen solamente a Fitzroya cuppressoides y a Araucaria araucana-, Chébez (1994) propuso una categorización de especies amenazadas similar a la de UICN, para la clasificación preliminar de plantas vasculares de la Argentina. Para la Región de los Bosques Andino Patagónicos incluye 31 plantas leñosas y 5 enredaderas; entre otras: Olivillo (Aetoxicum punctatum); Pehuén (Araucaria araucana); Pilpil voqui (Campsidium valdivianum); Deu (Coriaria ruscifolia); Tineo (Weinmannia trichosperma); Tiaca (Caldcluvia paniculata); Ciprés de las Guaitecas (Pilgerodendron uviferum); Alerce (Fitzroya cuppressoides); Ulmo (Eucryphia cordifolia); Raulí (Nothofagus nervosa); numerosas mirtáceas; Lleuque (Podocarpus andinus); Maniú hembra (Saxegothaea conspicua). Es posible sin embargo, que se hayan considerado amenazadas a muchas plantas cuya distribución en la Argentina se encuentra restringida a la Selva Valdiviana, de baja representación en este país, ya que la mayor parte de las especies citadas crece en áreas protegidas -con categoría de parque o reserva natural estricta-, en los Parques Nacionales Nahuel Huapi , Lanín, Puelo y Los Alerces. En términos relativos, podría afirmarse que las poblaciones ecotonales de Ciprés de la Cordillera (Austrocedrus chilensis) -especie que no figura en este listado-, debido a su distribución coincidente con el área de mayores impactos ambientales y humanos, pasados y actuales, y con baja representatividad en las áreas protegidas en categorías más estrictas (como en el Parque Nacional Los Alerces), sufriría un mayor grado de amenaza que varias de las especies citadas como “en peligro” (ver recuadro).

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TIPO FORESTAL CIPRÉS DE LA CORDILLERA Este tipo forestal incluye bosques puros de la especie Austrocedrus chilensis, y asociaciones de esta conífera con plantas leñosas del género Nothofagus, especialmente N.dombeyi, aunque también crece con N.obliqua, N. alpina y N.antarctica. Su mayor desarrollo tiene lugar en la provincia argentina de Chubut (Dezzotti y Sancholuz, 1991, aunque se extiende en un amplio rango latitudinal. Las formaciones de ciprés tienen ocurrencia más oriental del bosque templado andino-patagónico, y en ambos países la especie es la conífera de mayor rango geográfico. Estos bosques constituyen un importante recurso económico para las poblaciones locales. Se aprovechan la madera, leña, forrajes y sus área de distribución es soporte de importantes asentamientos humanos y de actividades turísticas. En Chile estos bosques se ubican sobre la Cordillera de los Andes, entre los paralelos 32º39’y 44º lat.Sur formando grupos aislados; su mayor desarrollo tiene lugar en el sector argentino, donde se extiende desde los 36º30’ lat. Sur (nacientes del río Neuquén), hasta la cuenca del Corcovado, en Chubut, a los 43º35’ lat. Sur. En cuanto a altitud, el Ciprés crece entre los 250 m.s.n.m. en el sur de Río Negro y norte de Chubut, hasta los 1.100 m.s.n.m. en Paso Córdoba (Neuquén). En Chile, a menores latitudes, alcanza los 1.800 m.s.n.m.- Limita con los tipos forestales Roble-Hualo y Bosque Esclerófilo en Chile, y en la Argentina se extiende entre la estepa patagónica y los bosques más húmedos de Nothofagus sp. El rango de precipitaciones fluctúa entre los 700 mm de lluvia anuales y los 1.800 mm, aunque forma los bosques más puros entre los 900 y 1.600 mm (Dezzotti y Sancholuz, 1991). En la Argentina se calcula que actualmente los bosques de ciprés ocupan unas 159.000 has (Dezzotti y sancholuz, 1991), distribuídas en 31.000 has. de Bosques Marginales; 97.000 has. de Bosques Compactos y 31.000 has. de Bosques Mixtos. Estos bosques se encontraría limitados en su distribución por la sensibilidad de la especie a las bajas temperaturas y los daños a los renuevos provocados por la nieve. Hacia la estepa patagónica, la alta evapotranspiración sería limitante del desarrollo arbóreo. Por otra parte, la distribución oriental de la especie se encuentra altamente influída por la presión del pastoreo ovino y por la ocurrencia de incendios, que en la etapa del poblamiento europeo fueron muy frecuentes. Veblen y Lorenz (1988) estudiaron en la Argentina el avance reciente de la regeneración de bosques de ciprés en áreas de ecotono bosque-estepa como resultado de la disminución de la actividad ganadera ovina. La mayor extensión de bosques con ciprés ocurre en Chubut, con 55.000 has. de Bosques Compactos, de los cuales 25.000 se encontrarían protegidos en los Parques Nacionales Los Alerces y Puelo. Por otra parte, en los Parques Nacionales Lanín y Nahuel Huapi hay 22.000 has protegidas de Bosques Compactos, aunque la mayor parte se encuentra en áreas de reserva, es decir, con menor grado de protección que en los parques de Chubut. Los subtipos forestales descriptos por Dezzotti y Sancholuz (1991) son los siguientes: Bosques Marginales; Bosques Compactos y Bosques Mixtos. Los Bosques Marginales son aquellos que se desarrollan en áreas de estepa graminosa arbustiva, con precipitación media anual inferior a 900 mm; allí los cipreses crecen en bosques puros ralos y confinados a los sectores rocosos de colinas bajas, donde la especie encontraría micrositios aptos y sufriría menor presión de pastoreo. Los Bosques Compactos ocurren en la franja de precipitaciones que va de los 900 mm a los 1600 mm anuales. En este área el Ciprés tendría su mayor expresión, por la baja capacidad competitiva de otras especies arbóreas y por la disposición de humedad y temperatura adecuadas, abrigado de nevadas intensas. Forman masas puras, aunque en sus etapas de renuevo compite con otras leñosas como el Maqui (Aristotelia maqui); Ñire (Nothofagus antarctica); Radal (Lomatia hirsuta); Laura (Schinus patagonicus); Notro (Embothrium coccineum); Maitén (Maytenus boaria), etc.- Algunas de esta especies conforman el sotobosque del cipresal adulto. Donde las precipitaciones son mayores, el Ciprés se asocia con especies de Nothofagus para formar Bosques Mixtos. generalmente instala sobre micrositios de suelos someros o rocosos, donde la habilidad competitiva de los Nothofagus es menor. La edad máxima observada en la mayor parte de las parcelas estudiadas por Dezzotti y Sancholuz (1991) es de 96 +- 43 años. En general, la edad máxima coincide con la colonización europea del siglo pasado, época en que los incendios fueron muy frecuentes. Estos autores han encontrado alta variabilidad en la relación edad/diámetro, lo que indicaría la capacidad del Ciprés de persistir como árbol suprimido, es decir, de tolerar competencia. Por otra parte se observa que la tasa de acumulación de área basal a lo largo del ciclo de vida permanece constante para cada sitio en particular, dado que la relación entre la edad y el diámetro es lineal. El crecimiento en altura es mayor en general en las etapas juveniles. En Chile, Benoit (1989) publicó los resultados de un simposio sobre “Flora Nativa Arbórea y Arbustiva de Chile Amenazada de Extinción” , en el que participaron especialistas en el tema,

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clasificando desde la VIII a la XII Región, cinco especies en peligro -todas endémicas de este país-, diecinueve especies raras -13 endémicas-, y siete vulnerables -3 endémicas-. Las especies citadas como en peligro son: Queule (Gomortega keule); Ruil (Nothofagus alessandrii); Pitao (Pitavia punctata); Michay rojo (Berberidopsis corallina) y Valdivia (Valdivia gayana). Entra las especies raras y vulnerables, figuran: Guindo santo (Eucryphia glutinosa); Maitén del Chubut (Maytenus chubutensis); Lleuque (Prumnopytis andina); Laura (Schinus marchandii); Araucaria (Araucaria araucana); Ciprés de la Cordillera (Austrocedrus chilensis); Alerce (Fitzroya cuppressoides); Hualo (Nothofagus glauca); Huala (Nothofagus leonii). Varias de estas especies han sufrido un serio retroceso en su distribución en comunidades vegetales del norte de la región de los bosques templados, asociadas a un tipo forestal particular, el de Roble-Hualo (Donoso, 1995a) (ver recuadro). Ambas categorizaciones -argentina y chilena- coinciden en cuatro especies amenazadas: Araucaria araucana, Fitzroya cuppressoides; Podocarpus andinus (=Prumnoptys andina) y Schinus patagonicus (=Schinus marchandii ?). De estas especies, las dos primeras se encuentran legalmente protegidas por leyes nacionales o provinciales; Podocarpus andinus es una especie rara o de presencia no confirmada fehacientemente en la Argentina (Dimitri, 1972), y la Laura (Schinus sp) podría tratarse de una sinonimia o de especies diferentes.

Comentario:

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TIPO FORESTAL ROBLE-HUALO El tipo forestal Roble-Hualo, comprende asociaciones de plantas leñosas con presencia de Nothofagus obliqua o Nothofagus glauca, solas o con otras especies de Nothofagus: N.dombeyi, N.alpina, N.alessandrii, N.leoni; o Austrocedrus chilensis. Son las formaciones del bosque templado de desarrollo más septentrional tanto en Chile como en Argentina, constituyendo el límite latitudinal de distribución de las especies mencionadas y del género Nothofagus en Sudamérica, y de otras especies características de bosques higrófilos siempreverdes como el Lingue (Persea lingue); Tineo (Weinmannia trichosperma); Canelo (Drymis winteri) y Laurel (Laurelia sempervirens) (Donoso, 1995a). Debido a su dinámica natural y a la intensa presión que han sufrido por acción antropogénica, estos bosques se agrupan en subtipos que conforman bosquetes de variada composición y estructura, según su ubicación geográfica, su posición en el relieve y la exposición a la luz. Este tipo forestal reviste particular importancia por la alta biodiversidad genética, específica y ecosistémica, determinadas por las características climáticas (clima mediterráneo atenuado por el viento oceánico y las neblinas costeras), edáficos (suelos a partir de rocas del paleozoico modeladas por procesos periglaciales; suelos azonales de drenaje imperfecto), y topográficos (altitud 150 hasta 800 msnm; exposiciones de laderas variadas). En Chile estos bosques se ubican entre los paralelos 34º35’S y 37º20’S, con mayor desarrollo entre los 34ºS y 35ºS. Crecen tanto en la Cordillera de la Costa como en los Andes. El Roble Pellín tiene ocurrencia hasta cercanías de Santiago, en tanto que los Ríos Ñuble e Itata definen el límite sur de distribución del Hualo. Están sujetos a clima mediterráneo con fuerte sequía estival y lluvias invernales, a veces de tipo torrencial, y limitan con formaciones leñosas del bosque esclerófilo y con el tipo forestal Ciprés de la Cordillera. Donoso(1995) describe los subtipos: Bosquetes costeros de altura de Roble y Hualo; Bosquetes andinos de altura de Roble; Bosques de Hualo; Bosquetes de Ruil; y Bosquetes de Raulí y Roble. San Martín y Donoso (en: Armesto et al., 1996) describen en forma particular al Bosque Maulino, que se desarrolla en Chile Central entre el Valle Longitudinal y la Costa, e incluiría a los subtipos anteriores excepto los Bosques andinos de altura y los de Raulí y Roble, que crecen en la Cordillera de los Andes. El subtipo Costero de altura esta conformado por bosques relictuales de ambas especies. Su distribución tan septentrional tendría origen en el desplazamiento térmico ocurrido durante la última glaciación; posteriormente la aridización de la región habría contribuido a sectorizar su distribución a sitios más húmedos y frescos, por lo que hoy estos bosques crecen en la Costa entre los 800 y 2000 m.s.n.m.- La escasa regeneración observada en algunos estudios hacen pensar en una regresión de estos bosques, que serían paulatinamente sustituidos por especies esclerófilas. No obstante ello, también se ha observado un patrón de regeneración discontinua, que se correspondería con las características de límite de amplitud fisiológica de estos bosques. En los suelos de tipo azonal, con drenaje pobre o impedido crecen bosques de canelo y mirtáceas, o de Ñire (Nothofagus antarctica), estos últimos asociados a cursos de agua. Los mismos autores describen la evolución de estos bosques por efecto de la acción del hombre; en los casos de bosques con predominancia de Ruil o Hualo, según el tipo de uso o intensidad; estos bosques habrían sido sustituídos por plantaciones forestales; praderas o matorrales de especies asilvestradas (Lupinus sp; Ulex europaeus). Dentro de estas áreas los bosquetes de Ruil, especie vulnerable (Ormazábal y Benoit, en:Donoso, 1995) subsisten en 8 relictos con una superficie total de 825 has., bajo la forma de renovales de segundo crecimiento. Sus particulares exigencias de sitio y su escasa capacidad natural competitiva restringirían su desarrollo. Los sistemas foresto-industriales comprometerían aún más su permanencia. El Queule (Gomortega keule) es otra especie que se encuentra altamente amenazada por el crecimiento de las plantaciones en la región, debido a su baja presencia natural, la escasa capacidad germinativa y la predación de sus frutos por el hombre y roedores. El subtipo Andino de Altura se desarrolla entre los 600 y 2000 m.s.n.m. en la Cordillera de los Andes, en terrenos de exposiciones sur y sudeste. A partir de los 1000 metros s.n.m. formaría masas más o menos continuas de bosque. En quebradas húmedas de exposición sur, el Roble se combina con el Raulí. Todos estos bosques han sufrido una alteración intensa por floreo, tala rasa, sustitución por agricultura o incendios. En todo el área se ha desarrollado un sistema de agricultura de roza y quema; con abandono de campos y restablecimiento de una sucesión secundaria en algunos casos, a partir del rebrote del Roble o del Hualo, o con el reemplazo total del ecosistema por plantaciones de Pinus radiata o Eucalyptus globulus.

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Además de las especies citadas, el Ñire, el Coihue; el Notro (Embotrhium coccineum); el Tineo, el Maniú Hembra (Saxegothaea conspicua); el Fuinque (Lomatia ferruginea), Escallonia sp; Capsidium valdivianum; Pinguicula antarctica; etc. alcanzan también su límite de distribución norte en las latitudes mencionadas. Por último, los Bosquetes de Raulí -a veces asociado con roble- en la Cordillera Andina conforman una transición del tipo Roble-Hualo al tipo forestal Coihue-Raulí-Tepa, y cobran importancia hacia el sur del río Ñuble. El Bosque Maulino (Bosques de Hualo entre los ríos Maule y Ñuble) ha sido altamente afectado por estas actividades económicas. En el siglo pasado estos bosques fueron intensamente aprovechados para madera de construcción y en astilleros navales. Posteriormente, estos bosques han sido reaprovechados para elaboración de astillas, leña y carbón, como parte de un proceso de reconversión a la agricultura o a plantaciones de pinos. Sólo se encuentran protegidos dos sectores con presencia de Ruil, conformando la Reserva Nacional Los Ruiles, con 45 has en bosquetes discontinuos. Sin embargo, la distribución de la especie habría decrecido en un 60% entre los años 1983 y 1996; debido a la expansión de las plantaciones de pinos o eucaliptos (San Martín y Donoso, en: Armesto et al., 1996). Donoso (1995a), señala los siguientes valores exclusivos de estos bosques -que justificarían incrementar medidas para su conservación-: - Son los únicos bosques de Nothofagus bajo un clima mediterráneo típico; donde a la fragilidad de los bosques se

suma una alta exigencia climática - El Hualo es endémico de este área - La mayor cantidad de endemismos leñosos amenazados de extinción se encuentra en este sector: Gomortega keule;

Beilschmiedia berteroana; Pitavia punctata; Nothofagus alessandrii; Nothofagus glauca; Eucryphia glandulosa; Legrandia concinna

- Constituye un centro de variabilidad de Nothofagus (en híbridos y en ecotipos) - Tienen un alto valor escénico y recreativo, en una región densamente poblada - No hay prácticamente áreas protegidas, y el modelo foresto industrial con plantaciones de pinos y eucaliptos

constituye una fuerte amenaza para su permanencia - Protegen importantes cuencas que regulan la disponibilidad hídrica en una importante zona de agricultura

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Especies Exóticas Introducidas o Asilvestradas En cuanto a la presencia de vertebrados exóticos, Monjeau et al. (1994) mencionan trece especies de mamíferos para la Región Patagónica -incluyendo la estepa-. Vila y Bertonatti (1993), mencionan en la Región de los Bosques Andino Patagónicos, cuatro especies de peces, dos de aves y doce de mamíferos silvestres introducidos. Para los bosques templados chilenos, Murúa (en Armesto et al., 1996) menciona siete especies de mamíferos -incluyendo a los lagomorfos Lepus europaeus y Oryctolagus cunniculus-. La fauna introducida produce severos impactos sobre los animales silvestres. Entre los más significativos figuran la exclusión por competencia por alimento o territorio -Ciervo Colorado (Cervus elaphus); Truchas (Salmo spp); Jabalí (Sus scrofa), bovinos y ovinos domésticos-; la modificación del hábitat -Ciervo Colorado, Castor (Castor canadensis), ganado doméstico-; la predación de cérvidos nativos, roedores, aves o peces -Visón (Mustela vison); Truchas; Perro); la transmisión de enfermedades (Jabalí; ganado vacuno) y el aislamiento genético de poblaciones (ganado doméstico, Perro) (Dimitri, 1972; Veblen et al., 1989; Chébez, 1994; FVSA, 1995; Simonetti et al., 1995; Rozzi et al., en: Armesto et al., 1996; Serret, 1996a, 1996b; Serret y Borghiani, 1996; PRODESAR, 1997). El impacto del Ciervo Colorado sobre la vegetación ha sido observado por Dimitri (1972) en la Isla Victoria, Neuquén, y por Veblen et al.(1989). Estos estudios demuestran alteraciones en la cobertura herbácea y leñosa, con cambios en la composición específica de las comunidades vegetales. Las especies más afectadas por ramoneo fueron Maqui (Aristotelia maqui); Ciprés (Austrocedrus chilensis) y Laura (Schinus patagonicus); además de Caña Colihue (Chusquea culeou) y Ñire (Nothofagus antarctica). En el Cuadro nº1.5 se indican las principales de especies de animales silvestres introducidas en la región, y su distribución en la Argentina y Chile. Debe considerarse que además de las especies citadas en este cuadro, hay numerosas especies animales con poblaciones asilvestradas o en condiciones de semicautiverio, entre los que se incluyen la mayor parte de los mamíferos domésticos y otros cérvidos (Elaphurus davidianus; Odocoileus virginianus); varios bóvidos (Antilope cervicapra; Ammotragus lervia; Hemitragus jemlahicus; Capra ibex; Rupicapra rupicapra) (Ubeda y Grigera, 1995).

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CUADRO Nº 1.5 ESPECIES ANIMALES INTRODUCIDAS EN LA REGION DE LOS BOSQUES TEMPLADOS

NOMBRE COMUN NOMBRE INTRODUCCION DISTRIBUCION

CIENTIFICO EN ARGENTINA EN ARGENTINA EN CHILE

Peces Trucha marrón Salmo trutta Neuquén, Río Negro, VIII; IX, X, XI y XII Trucha arcoiris Salmo gairdeneri 1904-1910 Chubut, Santa Cruz Regiones Trucha de arroyo Salvelinus fontinalis Tierra del Fuego Trucha del lago Cristivomer namaycush Salmón Salmo salar sebago Aves Paloma doméstica Columba livia Gorrión Passer domesticus Codorniz californiana Lophortyxs californica Neuquén, Río Negro,

Chubut

Faisán Lophura nycthermera Isla Victoria (Neuquén) Mamíferos Zorro gris Dusicyon griseus Es introducido sólo en

(Pseudalopex griseus) Tierra del Fuego Castor Castor canadensis 1946 Tierra del Fuego Tierra del Fuego e islas

cercanas Rata negra Rattus rattus Rata noruega Rattus novegicus Ratón doméstico Mus musculus Rata almizclera Ziberia ondrata Liebre europea

Lepus europaeus 1888 Toda la región, salvo Tierra del Fuego

Toda la región, salvo Tierra del Fuego ?

Conejo Oryctolagus cuniculus 1936 Neuquén, Sta.Cruz, Tierra del Fuego

Toda la Región ?

Visón Mustela vison 1960 Neuquén, R.Negro, Chubut Sta.Cruz, T.del Fuego

X Región

Ciervo colorado Cervus elaphus 1911 Neuquén, Río Negro, Chubut, Isla de los Estados

X Región

Ciervo axis Axis axis Neuquén, Río Negro Ciervo dama Dama dama Neuquén (Isla Victoria) No habría prosperado Jabalí Sus scrofa 1917 Neuquén, Río Negro,

Chubut X Región (Panguipulli)

Muflón Ovis aries Neuquén Reno Rangifer tarandus 1948 T.del Fuego, Islas Georgias (Fuentes: Vila y Bertonatti, 1993; Chébez, 1994; Murúa en: Armesto et al., 1995; Bertonatti, com.pers.) Para el noroeste de la Patagonia argentina, se han hecho estimaciones sobre la cantidad de especies vegetales introducidas que crecen en estado silvestre. En la década de 1970, Dimitri (1977) indicaba que había unas 100 especies de plantas vasculares adventicias en los Bosques Andino Patagónicos. Años después, Rapoport (en: FVSA, 1996) recopiló información sobre un número de 300 especies; 145 de ellas (FVSA, 1996) crecerían en el Parque Nacional Nahuel Huapi, destacándose por su número las especies pertenecientes a las Compuestas, Gramíneas o Leguminosas. Entre las especies vegetales introducidas más comunes en los bosques al norte de la región, se encuentran la Rosa Mosqueta (Rosa eglanteria) en el sector argentino, y otra rosácea similar en Chile, la Zarza Mora, o Murra (Rubus sp), plantas con espinas de carácter heliófilo,

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que se instalan luego de incendios o desmontes, y son fácilmente propagables por animales domésticos o silvestres, que consumen sus frutos. El Lupino (Lupinus sp), planta ornamental escapada de cultivo, es abundante en muchos sectores abiertos de los Parques Nacionales Lanín, Nahuel Huapi, Puelo y Los Alerces. Por otra parte, son numerosas las herbáceas y leñosas que se cultivan con propósitos ornamentales o productivos. Entre las leñosas, Dimitri (1972) cita 43 coníferas -pináceas en su mayoría- y 14 especies latifoliadas. Al respecto este autor señala que “Llama la atención, sin embargo, que casi no se les de cabida a las especies autóctonas, que por una u otra causa se dejan de lado, no obstante existir numerosas hierbas, subarbustos, arbustos o árboles de gran valor ornamental”.

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Clasificación Se han propuesto clasificaciones para los Bosques Templados del Sur de Chile y Argentina siguiendo criterios florísticos, fisonómico-florísticos y biogeográficos. Las numerosas clasificaciones biogeográficas reconocen grandes diferencias, que recientemente han conducido a propuestas de sistematización a nivel global. En ese sentido, los bosques templados sudamericanos no han sido aún lo suficientemente investigados en su composición y estructura (Dimitri, 1972; Gligo, s/f) como para permitir una clasificación clara y definitiva de sus diferentes ambientes. Algunos mapas de unidades de vegetación aplicados a la región han sido realizados en diferentes escalas: a nivel de continente por Udvardy (1975); Hueck (1978); Cabrera y Willink (1980), entre otros; de país, por Schmithüsen (1953); Pisano (1954); Dimitri (1972); CONAF (1981); Quintanilla (1983); Gajardo (1995) y otros, y local, por Dimitri (1972); Mármol y De Jong (1981); Movia y López Cepero (1982); Seibert (1982); IFONA (1984); López Cepero (1991); Dezzotti y Sancholuz (1991); Tuhkanen (1992); Donoso (1995b), etcétera. Recientemente Donoso (1995a) y Armesto et al.(1996) han presentado publicaciones abarcativas de la región en toda su extensión geográfica. Por otra parte Gajardo (1995) ha registrado las analogías de clasificaciones de los bosques de Chile por diferentes autores, aspecto también tratado por Donoso (1995a) (Cuadro nº1.6). La clasificación legal de los bosques adoptada por la Corporación Nacional Forestal (CONAF) en Chile en 12 tipos forestales, permite una apreciación sencilla de la vegetación arbórea en la región, asimilable a ambos países. Los tipos forestales definidos para Chile son los siguientes: Alerce; Araucaria; Ciprés de la Cordillera; Ciprés de las Guaitecas; Coigüe de Magallanes; Coigüe-Raulí-Tepa; Esclerófilo; Lenga; Palma chilena; Roble-Hualo; Roble-Raulí-Coigüe y Siempreverde (Donoso y Lara en: Armesto et al., 1996; Donoso, 1995a; CODEFF, 1992). De estos tipos forestales, el Esclerófilo y Palma chilena no tienen prácticamente desarrollo al sur del Río Bío-Bío (aproximadamente 37ºS), límite norte del área en estudio. Esta clasificación sería asimilable a los Bosques Andino Patagónicos de la Argentina, con algunas restricciones, ya que por ejemplo, el Hualo (Nothofagus glauca), y muchos árboles siempreverdes se encuentran ausentes -particularmente las especies climáxicas del bosque lluvioso- o restringidas a sectores muy húmedos dentro del tipo forestal dominante. Por otra parte, el Ñire ocupa en la Argentina una importante superficie de bosques puros, generalmente bajos o achaparrados, que pueden considerarse como un tipo forestal aparte -en la clasificación chilena, constituyen un subtipo de los bosques de lenga (Donoso, 1995a). En el Cuadro nº1.7 se caracterizan los tipos forestales por su distribución, subtipos y asociaciones leñosas.

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GRAFICOS 1.3 Y 1.4

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CUADRO 1.6

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CUADRO 1.7

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Distribución Los Bosques Templados del Sur de Chile y Argentina se extienden en una superficie superior a los 15.000.000 de hectáreas, cifra que incluye otros ecosistemas como lagos, pastizales patagónicos y altoandinos; cumbres rocosas, glaciares y escoriales, y vegetación de estepa y semidesierto (Dimitri, 1972; Burkart et al., 1991; CODEFF, 1992). Estimaciones actuales indican que la superficie efectivamente ocupada por bosques en Chile entre la VIII y XII Región (paralelos 36ºS a 56ºS) oscila entre 8.170.000 has. (Ulloa, 1991) y 7.220.000 has. (CODEFF, 1992). Cifras similares a esta última proponen Donoso y Lara (en: Armesto et al., 1996), y el Instituto Forestal (INFOR, 1996) (Cuadro 3.4). En la Argentina, la superficie actual de los Bosques Andino Patagónicos comprende unas 2.600.000 has, distribuídas en diversos tipos forestales (Cuadro nº1.8; Anexo IV). En el Gráfico nº1.4 puede observarse la importancia relativa de cada tipo forestal. La presencia de formaciones de Lenga -en bosques puros o asociada con Coihue, Ñire o Guindo (Nothofagus betuloides)- sería también dominante en Chile (ver recuadro). CUADRO Nº1.8 DISTRIBUCION DE LOS BOSQUES ANDINO PATAGONICOS DE LA ARGENTINA POR TIPOS FORESTALES Y POR PROVINCIA

TIPO FORESTAL SUPERFICIE NEUQUEN RIO NEGRO CHUBUT SANTA CRUZ T. del FUEGO

Araucaria 114.000 114.000 Roble / Raulí 40.000 40.000 Coihue 165.185 80.000 53.560 31.625 Lenga 1.355.839 120.000 202.770 389.000 153.030 491.039 Ñire 725.553 58.000 35.100 345.750 98.920 187.783 Ciprés de la Cordillera 83.615 42.500 17.240 23.875 Matorrales, regeneración 131.970 125.530 6.440

SUPERFICIE TOTAL 2.616.162 454.500 434.200 796.690 251.950 678.822 Fuentes: Pre Carta Forestal de Río Negro, Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego; IFONA (1984); Mármol y De Jong (1981); Dezzotti y Sancholuz (1991); Dirección de Bosques de Tierra del Fuego. En el Mapa nº1.2 se indica la distribución aproximada de los tipos forestales dominantes en la región, elaborado en base a mapas en pequeña escala de Hueck (1978); Dimitri (1972), Pisano (1954); González Leiva et al. (1995); Donoso (1995a, 1995b). Las diferentes representaciones de áreas de distribución original (incluyendo áreas transformadas para agricultura, urbanización, sitios quemados, etc.), sumado a la zonación de las formaciones boscosas en pisos de vegetación obligan a la simplificación de las unidades cartográficas. En el Anexo VI se representan cartográficamente los bosques templados de la región en mayor escala, incluyendo la división política del territorio y las áreas protegidas de ambos países con bosques nativos. Este mapa se ha elaborado utilizando para la Argentina la Pre Carta Forestal de las provincias de Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego (IFONA, 1984); los mapas de distribución del Ciprés de la Cordillera (Dezzotti y Sancholuz, 1991); de distribución del Alerce (Donoso, 1995) y el mapa de superficies boscosas de Neuquén (Mármol y De Jong, 1981). Para Chile se utilizaron mapas de vegetación de Quintanilla (1983); Donoso (1995a) y Gajardo

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(1995). Los mapas utilizados para uno y otro país difieren en sus unidades cartográficas y en el nivel de detalle; los de Argentina representarían una distribución actual de los bosques (a la fecha de su elaboración), en tanto que los mapas de Chile representan áreas de desarrollo potencial de sus bosques, que incluirían superficies con cobertura no leñosa. Cabe señalar que a raíz del déficit de información confiable relativa a la superficie y distribución de los bosques, en Chile se está realizando un relevamiento catastral de los bosques de todo el país, cuyos resultados estarían disponibles a fines de 1997. Este proyecto impulsado por la Corporación Nacional Forestal (CONAF) y la Comisión Nacional de Medio Ambiente (CONAMA) lo realizan conjuntamente las tres principales universidades del país con una consultora privada, y tiene por objetivos específicos la representación cartográfica de la vegetación natural y las plantaciones forestales; la clasificación y superficie de los terrenos potencialmente forestables, y la implementación de una base de datos para el almacenamiento y procesamiento de información relativa a estos recursos (CONAF/CONAMA, 1994).

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TIPO FORESTAL LENGA Este tipo forestal es el de mayor distribución en la región, tanto en la vertiente chilena como en la argentina. En Chile crece sobre la Cordillera de los Andes y en la Cordillera de la Costa. En general conforma unidades discretas bien definidas y se extiende desde el paralelo 35º35’S hasta los 56ºS (Donoso, 1995a). Crece en masas puras y masas asociadas con Coihue en el norte de la región, o con Guindo en el sur, y con Ñire en ambos sectores. Su distribución se encuentra relacionada con factores rigurosos del ambiente, particularmente en lo que hace a bajas temperaturas, precipitación nívea, período con heladas o viento, fuertes pendientes con avalanchas de nieve o derrumbes, y erupciones volcánicas. Cuando las condiciones ambientales se atenúan, aparecen asociadas otras especies de coníferas o Nothofagus. En el norte de la región crece a más de 900 m.s.n.m. (p.e en Neuquén o en la VIII Región) y hasta los 2000 metros de altitud, encontrándose a nivel del mar en el extremo sur. Con las mayores alturas, las condiciones para el desarrollo de la especie se hacen más extremas; debido a ello la vegetación arbórea alcanza un límite altitudinal a partir del cual es reemplazada por lenga achaparrada y lenga “arrastrada” (krummholz) impenetrables. Sin embargo, los efectos de la acumulación de nieve le imprimen una configuración arqueada a los fustes de los árboles del piso superior o timberline. Los bosques de Lenga más septentrionales aparecen en la Argentina a la latitud de 36ºS en la Lagunas Epulaufquen. El límite oriental de distribución de esta especie se encuentra en la Isla de los Estados, aproximadamente a los 64º long. Oeste. En todo el norte de Neuquén forma bosquetes en cañadones o en faldeos de exposición sur asociada con Ñire. En Chile se han encontrado relictos de Lenga a los 35º35’lat.S, al sur de Talca, y se extiende hacia el extremo meridional insular de este país, aproximadamente 56ºS lat. Los bosques puros se extienden a lo largo de toda la Cordillera Andina hasta Tierra del Fuego, conformando el piso superior del bosque. En altas latitudes, la especie crece en forma pura en sitios más expuestos a la sequía, asociándose con guindo en los ambientes más húmedos. Por otra parte en latitudes medias (desde los 40º30’hacia el norte) y en altitudes que oscilan entre 900 y 1300 metros la Lenga crece asociada con Coihue, Araucaria, y en algunos casos con Roble Pellín. En la tipología forestal chilena se reconocen los siguientes subtipos (Donoso, 1995a): - Bosques achaparrados y krummholz de lenga - Bosques de lenga puro - Bosques mixtos de lenga y coihue El primer subtipo mencionado se desarrolla por encima del límite altitudinal del tipo arbóreo y su expresión se encuentra limitada a aquellos sitios donde la frecuencia de deslizamientos o la permanencia de la nieve permite su crecimiento. Los bosques puros de lenga son los “típicos” de este tipo forestal, con sotobosque con especies de alta fidelidad, como el Canelillo (Drymis winteri) o Berberis pearcei. Algunos parámetros ambientales que caracterizan la amplitud ecológica de este tipo forestal son los siguientes (Donoso, 1995a): Precipitación anual: desde 500 mm anuales a 2000 mm anuales Período sin lluvias : desde 0 a 6 meses al año Suelos: material volcánico grueso, cenizas volcánicas, alofanos, morrenas glaciarias Acumulación de nieve: desde 1 a 6 meses al año

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MAPA Nº1.2

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2- LA PROTECCION DE LA NATURALEZA EN LOS BOSQUES TEMPLADOS DEL SUR DE CHILE Y ARGENTINA

El Sistema de Areas Protegidas En ambos países existe una larga tradición respecto de la necesidad de conservación de los recursos naturales. Desde principios de siglo hasta el presente, la creación de áreas protegidas ha ido en aumento (Gráfico nº2.1), contándose en la actualidad con 15.700.000 de hectáreas protegidas en 96 unidades (Anexo III), que incluyen unas 3.000.000 de hectáreas de diferentes tipos forestales, es decir, algo más de un 30% del total de los Bosques Templados del Sur de Chile y Argentina (Burkart et al., 1991; CONAF, 1995; INFOR, 1995) En Chile, el Reglamento General de Corta de Bosques del año 1873 constituye la primera norma destinada a proteger los recursos madereros de la tala indiscriminada (Henríquez, 1996; Mardones y Henríquez, 1996; Donoso y Lara en: Armesto et al., 1996). A principios de este siglo se crearon las primeras reservas forestales, y en 1925 el Parque Nacional Vicuña Mackenna, luego desafectado. El Parque Nacional actual más antiguo es el Vicente Pérez Rosales, en el sur de Chile (Mardones y Henriquez, 1996). La Argentina sentó las bases de su sistema de áreas protegidas en esta y otras regiones del país a partir de la donación al estado nacional de Francisco P. Moreno, perito de la Comisión de Límites Argentino-Chilena, que en 1903 cedió su propiedad de 7.500 has. de bosques junto al Lago Nahuel Huapi para la conservación de la naturaleza (ver recuadro). La reserva de áreas con fines de protección del ambiente, de preservación de paisajes con bellezas únicas, y la conservación para legado a las generaciones venideras, formaron parte de una estrategia de ocupación del territorio nacional, conjuntamente con la creación de infraestructura ferroviaria, vial y los primeros asentamientos poblacionales. En 1922 se creó el Parque Nacional del Sur, que en 1934 se convirtió en el actual Parque Nacional Nahuel Huapi, con 750.000 has. (Burkart et al., 1991). En 1937 se crean los Parques Nacionales Lanín -en territorio del Neuquén, con 379.000 has de superficie de lagos, bosques, pastizales y cumbres montañosas; Los Glaciares y Perito Moreno -en Santa Cruz, con 600.000 has. y 115.000 has. respectivamente-. En años sucesivos, los Parques: Los Alerces, Tierra del Fuego y Puelo fueron conformando, junto con los restantes Parques Nacionales, los principales núcleos de protección de la región en el sector argentino. En ambos países existen debates internos por diferencias de criterio en torno a la superficie afectada a la protección de bosques en ambos países (Fuentes, 1994; FVSA, 1996; Muñoz et al., 1996; Lara et al. en: Armesto et al., 1996; Susaeta, en: Cortés, 1996). En general no se ha considerado la representatividad ecológica de las unidades creadas, priorizándose la belleza del paisaje a los criterios de conservación de la biodiversidad en sus tres variables: ecológica, económica, social. En muchos casos, la protección se ha sesgado con criterios biologistas, con escasa consideración de la conservación del patrimonio cultural pasado y actual -pueblos indígenas-, y sin tomar en cuenta las inquietudes y aspiraciones de las poblaciones locales, indígenas o de origen europeo, que se asientan en su periferia. Ello ha ocasionado no pocos conflictos referentes a la utilización de los recursos naturales, a los derechos históricos de las comunidades, y a las políticas de conservación y desarrollo promovidas por los gobiernos. Por

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ello es necesario encontrar puntos de equilibrio entre las propuestas de conservación estricta y el desarrollo de las poblaciones locales, contemplando además las restricciones políticas que impone el modelo de desarrollo adoptado en los últimos años en la región, que comprende la apertura de los mercados, la integración en un mercado libre con los países sudamericanos vecinos (MERCOSUR), la flexibilización laboral y la optimización de la producción en economías a escala. En el Mapa nº2.1 se indican los principales núcleos de áreas protegidas de ambos países, representándose con su contorno sólo aquellas unidades más extensas. En el Anexo III de este trabajo se enumeran aquellas áreas protegidas de ambos países en la región que incluyen bosques nativos; detallándose la categoría de protección, superficie, norma legal y ubicación de cada unidad. Se han excluído en este aquellas unidades de la misma región geográfica que no contienen bosques nativos. Por otra parte, para la Argentina se han agrupado las unidades según su dominio.

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Carta del Dr. Francisco P. Moreno al Ministro de Agricultura de la Nación, Dr. Wenceslao Escalante

Buenos Aires, Noviembre 6/ 1903

Señor Ministro, La Ley Nº 4.192 que he visto promulgada en el Boletín Oficial de la Nación del 22 de Agosto último, me acuerda como recompensa por servicios gratuitos prestados al país, con anterioridad a mi nombramiento como Perito Argentino en la demarcación de límites con Chile, una extensión de campos fiscales en el territorio del Neuquén o al Sur del Río Negro. Durante las excursiones que en aquellos años hice en el Sur con los propósitos que más tarde motivaron dicho nombramiento, admiré lugares excepcionalmente hermosos y más de una vez anuncié la conveniencia de que la Nación conservara la propiedad de algunos para el mejor provecho de las generaciones presentes y de las venideras, siguiendo el ejemplo de los Estados Unidos y de otras Naciones que poseen soberbios parques naturales. Hoy la ley citada me permite hacerme dueño de paisajes que, en días ya lejanos me hicieron entrever la grandeza futura de tierras entonces ignoradas que nos eran disputadas pero que su conocimiento ha hecho argentinas para siempre, y me es grato apresurarme a contribuir a la realización de ideales nacidos durante el desempeño de mis tareas en aquel medio y desarrolladas con la enseñanza de su observación. Vengo por eso, por la presente, invocando los términos de la ley, a solicitar la ubicación de una área de tres leguas cuadradas en la región situada en el límite de los territorios del Neuquén y Río Negro, en el extremo Oeste del fjord principal del lago Nahuel Huapi, con el fin de que sea conservado como parque público natural y al efecto, pido a V.E. que hecha esa ubicación se sirva aceptar la donación que hago a favor del país de esa área que comprende desde la Laguna Cántaro inclusive, al Norte, hasta el boquete Barros Arana al Sur, teniendo por límite occidental la línea fronteriza con Chile en los boquetes de los Raulíes y Pérez Rosales y oriental las serranías al este de la Ensenada de Puerto Blest y de la Laguna Fría, y contiene la reunión más interesante de bellezas naturales que he observado en Patagonia. Cada vez que he visitado esa región me he dicho que convertida en propiedad pública inenajenable llegaría a ser pronto centro de grandes actividades intelectuales y sociales, y, por lo tanto, excelente instrumento de progreso humano. Los fenómenos físico-naturales que allí se observan empiezan a atraer a los estudiosos, que se entregarían cómodos a sus investigaciones fructíferas, y los maravillosos escenarios de los lagos y torrentes, de las selvas gigantes, de la abrupta montaña y del hielo eterno que se desarrollan en una situación geográfica trascendental, desde que la cruza la vía más corta entre Australia, Nueva Zelandia y la Europa bañada por el Atlántico forman un conjunto único de circunstancias favorables a mí propósito presente, en ese hermoso pedazo de tierra Andina, donde el Monte Tronador asocia en su cumbre a dos naciones, cuya unión, impuesta por la Naturaleza, saludarán siempre las salvas del coloso. Chile posee tierras fiscales en la vecindad, y quizás les diera ese destino. Así en aquella magnificencia tranquila podrán encontrar sano y adecuado panorama, los habitantes de ambos lados de los Andes, y contribuir, reunidos en comunidad de ideas durante el descanso y el solaz, cada vez más necesario en la vida activa del día, a resolver problemas que no llegarán a solucionar nunca los documentos diplomáticos; y los visitantes del Mundo entero, entremezclando intereses y sentimientos en aquellla encrucijada internacional, beneficiarán más aún al progreso natural de la influencia que por sus condiciones geográficas conrresponde a este extremo de América en el hemisferio Austral. Al hacer esta donación emito el deseo de que la fisonomía actual del perímetro que abarca no sea alterada y que no se hagan más obras que aquellas que faciliten comodidades para la vida del visitante culto, cuya presencia en esos lugares será siempre beneficiosa a las regiones incorporadas definitivamente a nuestra soberanía y cuyo rápido y meditado aprovechamiento debe contribuír tanto a la buena orientación de los destinos de la Nacionalidad Argentina. Tengo el honor de saludar a V.E. con mi más alta consideración. Francisco P. Moreno.

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MAPA Nº2.1

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Areas Protegidas en los Bosques Andino Patagónicos de la Argentina En Argentina, bajo diferentes categorías se protegen actualmente algo más de 2.580.000 hectáreas de Bosques Andino Patagónicos y otros sistemas naturales (Anexo III); que al año 1991 representaban el:

29.7% de los Bosques Andino Patagónicos; 68% de los Glaciares y Campos de Hielo; 17% de las Estepas Altoandinas, y un 26% de los Pastizales Patagónicos Subandinos del país (Burkart et al.,

1991).

Considerando que desde 1990 hasta la fecha la superficie de áreas protegidas se ha incrementado en alrededor de 263.000 has. (Anexo III), incluyendo sectores con importantes superficies de bosques (Parques Provinciales Pirque y Río Turbio, en Chubut; Reserva Provincial Corazón de la Isla en Tierra del Fuego, etc.), cabe esperar que la representatividad de los bosques en las áreas protegidas de la región sea aún mayor. Esto aseguraría un alto grado de protección para los bosques nativos del sur argentino, aunque esta situación no sería similar en todas las provincias (Gráfico nº2.1). Burkart et al. (1997), analizando las distintas ecorregiones del país destacan que los Bosques Andino Patagónicos tendrían al presente una cobertura de protección satisfactoria (con un 32,6% protegido, la mayor proporción de todas las ecorregiones nacionales). Además, prácticamente un 75% de la superficie protegida pertenecería a las categorías más estrictas (I, II y III) . En 1996, Bucher et al. (en: Burkart et al., 1997) realizaron un estudio tendiente a establecer prioridades de conservación de ecorregiones (Dinerstein et al., 1995), basándose en criterios de protección (o desprotección); grado de amenaza futura y valor biológico. Sus resultados indican a los Bosques Andino Patagónicos como la ecorregión de más baja prioridad de la Argentina, dados su actual cobertura de protección y la baja posibilidad de sustitución futura. Las áreas protegidas actuales incluyen prácticamente a todos los grandes tipos forestales presentes (Anexo VI). No obstante ello, algunos subtipos, como las poblaciones más esteparias de Ciprés de la Cordillera, de Ñire o de Araucaria, se encontrarían insuficientemente representados en los parques y reservas . Al respecto cabe señalar que aquellas comunidades leñosas citadas por Dimitri (1972) propias del ecotono bosque-estepa, tendrían escasa representación en las áreas protegidas nacionales -que son las de mayor efectividad de protección-. Ellas serían: - Comunidades de Colletia spinossisima: en áreas de transición hacia la estepa - Comunidades de Empetrum rubrum y Baccharis magellanica - Comunidades de Fabiana imbricata - Comunidades de Nothofagus antarctica: particularmente escasos en relación con la superficie

total, en las provincias de Chubut y Tierra del Fuego - Comunidades de Austrocedrus chilensis El Sistema Nacional de Areas Protegidas de la Argentina reúne a las administraciones de áreas silvestres nacionales y provinciales, y algunas privadas. Por su fortaleza institucional, equipamiento, recursos humanos y significancia social se diferencian claramente las áreas

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protegidas dependientes de la Administración de Parques Nacionales, de propiedad y jurisdicción federal, de los parques y reservas creados y administrados por las provincias Burkart et al., 1997). Algunas características de las principales áreas protegidas de la región se vuelcan en el Cuadro nº2.1. Burkart et al. (1991) señalan que el desarrollo del sistema de áreas protegidas nacionales de la Argentina pasó por diferentes etapas. La primera, entre 1934 y 1946, caracterizada por la creación de numerosos parques como estrategia de ocupación de fronteras y de conservación de atractivos escénicos; y de instalación de infraestructura de servicios. Entre 1946 y 1960 las áreas protegidas adquieren un perfil de sitios de investigación, y son estudiados por diferentes misiones científicas, principalmente botánicas. Con posterioridad a 1960 se trabajó en el aumento de representatividad de las regiones naturales del país en el sistema, en la consolidación institucional y en educación ambiental. La última etapa, a partir de los años ‘80, atiende a la integración de representantes de administraciones provinciales en la dirección del sistema nacional, y en el reconocimiento explícito a los postergados pobladores (ver apartado). Esta política continúa hoy con la titularización de tierras de las comunidades indígenas, y la concesión de áreas de acampe y otros servicios al turismo. Al momento de la creación de los Parques Nacionales de la Región Andino Patagónica, los valles y sectores bajos se encontraban en general ocupados por pobladores criollos e indígenas, a quienes se les acordó un permiso precario de ocupación y pastaje. La principal actividad de estos pobladores era la ganadería, complementando sus necesidades de alimentación con cultivos hortícolas , frutales, y cereales. Las necesidades de elementos de calefacción, vivienda y utensilios domésticos se suplieron con el aprovechamiento de los bosques nativos. Esta ocupación ha sido desde entonces conflictiva entre las administraciones de los parques y los propios pobladores, dadas la divergencia de intereses entre una protección concebida con criterios de exclusión de uso antrópico y el aprovechamiento a veces exhaustivo del recurso leñoso y pastoril. En el Parque Nacional Lanín, de 379.000 has., se estima una población actual de aproximadamente 1.000 habitantes, agrupados en unas 230 familias, muchas de ellas conviviendo en comunidades indígenas (Osidala, com.pers.). Aproximadamente un 15-20% de la superficie de este parque se encontraría bajo aprovechamiento actual, forestal o agroganadero (Martín y Dedek, 1985; Laclau, 1992a, 1992b). En los valles y faldeos bajos con pastoreo continuo o semipermanente -invernadas- se evidencian signos de sobrepastoreo y aún de focos erosivos, con cargas animales que en muchos casos exceden hasta un 100% a 300% la oferta forrajera anual (Siffredi, 1991; Laclau, 1993a). Las tierras incluídas en los Parques Nacionales de la Argentina se han clasificado en diferentes categorías de protección, según se trate de áreas con asentamientos permanentes y utilización regulada -Reservas Naturales de Protección, correspondiente a la categoría VIII de UICN/CPPA, 1986- ó áreas de protección con un muy restringido o nulo aprovechamiento -Parques propiamente dichos, Reservas Naturales Estrictas, Monumentos Naturales, clasificados en las categorías I, II y III respectivamente- (Burkart at al., 1991; 1997).

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COMUNIDADES INDIGENAS Y PARQUES NACIONALES El poblamiento europeo de la región luego de la Campaña al Desierto conducida por el gobierno nacional en sucesivas etapas -finalizada hacia 1890- produjo movimientos de redistribución de las poblaciones indígenas sobrevivientes de origen mapuche y tehuelche hacia áreas más retiradas de la cordillera o a tierras de baja productividad natural. Actualmente algunas comunidades indígenas habitan la Región de los Bosques Templados, en jurisdicción provincial o de Parques Nacionales. En el sur de Neuquén, entre la Cordillera de los Andes y el río Limay viven 24 comunidades indígenas (COPADE, 1981; Administración de Parques Nacionales; Dirección de Tierras y Colonización del Neuquén), de las cuales seis se asientan en áreas de bosques en el Parque Nacional Lanín (agrupaciones mapuches: Curruhuinca; Cayún; Cañicul; Raquithué; Aigo); otras ocho (las agrupaciones Vera; Huala-Pereira; Linares; Saihueque; Painefilu; Currumil; Puel y Catalan) habitan en áreas próximas al Parque, con campos de pastizal y algunos bosques de Lenga, Ñire, Araucaria o Ciprés de la Cordillera, en tanto que las restantes se encuentran en la meseta patagónica, al este del río Aluminé. Los conflictos de intereses entre los objetivos de protección y las actividades de estas poblaciones; y las grandes brechas socioculturales se han materializado en impactos negativos sobre la calidad de vida de los pobladores indígenas y sobre los ecosistemas, con una inadecuada utilización de los recursos por sobrepastoreo, extracción de leña y erosión de los suelos. En años recientes, la Administración de Parques Nacionales ha regularizado la propiedad de la tierra de las agrupaciónes mapuches Curruhuinca -aproximadamente 10.000 has. de ecosistemas boscosos de Roble Pellín (Nothofagus obliqua), Raulí (Nothofagus nervosa) y Coihue (Nothofagus dombeyi)- y de la agrupación mapuche Cayún -1.600 has. de bosques similares, y pastizales- en el sur de Neuquén. La misma política de transferencia continuaría en la actualidad con otras poblaciones. Esta política tiene correlato con lo ocurrido en jurisdicción provincial en la provincia de Neuquén entre los años 1994-95, cuando se transfirieron en propiedad tierras ocupadas por asentamientos indígenas.

En los últimos años sin embargo, la preocupación general por el cuidado del ambiente ha llevado a los gobiernos locales a interesarse más fuertemente en la conservación ambiental. Las contribuciones de las organizaciones ambientales no gubernamentales en particular han sido efectivas en la concientización e información a la sociedad sobre las necesidades de protección. Por ello se advierte a partir de 1990 una mayor preocupación gubernamental por crear parques y reservas y mejorar su cuidado. Algunos esfuerzos privados, con apoyo de entidades ecologistas se han concretado en la creación de refugios privados de vida silvestre, por una restricción voluntaria al aprovechamiento por parte de sus propietarios, formalizada mediante convenios (Parera y Serret, 1995). Otros movimientos conservacionistas, como el Proyecto Lemú en Chubut, propician la creación de más áreas protegidas, con un sistema de vinculación norte-sur que asegure la continuidad de los ecosistemas boscosos entre Neuquén y Chubut, y aún más hacia el sur (Chiappe, 1996). Esta vinculación estaría establecida para el norte de la región de los bosques patagónicos a través de la Reserva Río Azul-Lago Escondido en el sur de la provincia de Río Negro, y del Parque Provincial Río Turbio en el norte de Chubut, ambos creados en 1994 (Paz Barreto, 1996; Dirección General de Bosques y Parques de Chubut, 1996). Con estas nuevas áreas protegidas quedarían vinculados los Parque Nacionales Puelo y Los Alerces, con una discontinuidad de pocos kilómetros hacia el núcleo conformado por los Parques Nacionales Lanín y Nahuel Huapi (Argentina), y Villarrica y Puyehue (Chile) (Mapa nº2.1; Anexo VI).

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Las áreas protegidas de jurisdicción provincial tienen menor antigüedad que las nacionales y se encuentran en general con menor grado de protección efectiva, con escasos recursos humanos y materiales asignados a su cuidado y con mayor fragilidad jurídica. A nivel nacional, el 60% de las áreas protegidas provinciales no tendría control alguno (Burkart et al., 1997), situación que se verificaría de similar forma en la Región Andino Patagónica. En Neuquén, el primer parque provincial -el Parque Provincial Copahue-Caviahue, fue creado en 1962 (Dirección General de Bosques, Fauna y Parques Provinciales de Neuquén, 1996). En otras provincias, como Río Negro y Chubut, la protección se estableció con la creación de diferentes reservas forestales (Loma del Medio en 1948 de la Administración Nacional de Bosques; Epuyén, en 1964). Si se considera el porcentaje del territorio con áreas protegidas, las provincias patagónicas de Neuquén y Río Negro , con un 10,2 % y el 9,2% respectivamente, tendrían mayor grado de protección (proporciones que reflejan la presencia de los grandes Parques Nacionales Nahuel Huapi y Lanín) (Burkart et al., 1997). Sin embargo, la superficie de jurisdicción provincial protegida con Bosques Andino Patagónicos se asemeja en las provincias de Tierra del Fuego, Santa Cruz y Chubut, variando entre 64.000 y 77.000 hectáreas; Río Negro tiene unas 130.000 hectáreas, y Neuquén algo más de 10.000 has. (Anexo III). En la actualidad los pueblos cordilleranos de la Argentina participan de un debate necesario de armonizar: las necesidades de recursos leñosos, pasturiles y recreativos de los bosques aledaños, y las restricciones normativas que impone la protección de estos ambientes. Por otra parte, el soporte físico y ecológico de los asentamientos humanos depende en gran medida de la efectividad de la conservación de los ecosistemas boscosos, en su papel de reguladores de cuencas, soporte de suelos, secuestro de carbono atmosférico y regulación microclimática. Muchos habitantes de pueblos y ciudades de la región cuyas actividades se encuentran ligadas al turismo, la ganadería o al aprovechamiento forestal, reclaman a su vez mayores derechos de utilización de tierras, lagos y bosques fiscales. Por ejemplo, desde el Municipio de Puelo, Chubut, se reclama a las autoridades provinciales, jurisdicción sobre las áreas protegidas aledañas (Parque Río Turbio) y también sobre reservas forestales nacionales (Lotes 13 y 15). Desde hace pocos años, algunas instituciones como el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), distintas organizaciones no gubernamentales, la Universidad Nacional del Comahue y la propia Administración de Parques Nacionales, trabajan en diversos proyectos de desarrollo con pequeños productores, tendientes a moderar la utilización pasturil de los bosques con propuestas de diversificación productiva (turismo, aprovechamiento forestal planificado) y manejo de las cargas animales en función de la oferta estacional de forraje. Algunos avances de importancia se han realizado en estos aspectos en los Parques Nacionales Lanín; Nahuel Huapi; Los Alerces y Los Glaciares (Burkart et al., 1997). Por otra parte el INTA, conjuntamente con el Servicio Forestal Andino de la Provincia de Río Negro, administra y regula planes de ordenación forestal en reservas forestales de la Provincia de Río Negro (Basil, com. pers.). Desde 1994, y a los efectos de conocer y regular los impactos de la instalación de infraestructura, de las concesiones turísticas o de proyectos de uso forestal, la Administración de Parques Nacionales exige la presentación de estudios de impacto ambiental de diferente nivel de exigencia según la magnitud de los proyectos a realizarse en sus áreas protegidas. Esta iniciativa permite ordenar las actividades públicas y privadas en los parques, a la vez que provee de herramientas para el

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monitoreo de los distintos emprendimientos. Otra iniciativa de alto valor para el planeamiento de las áreas protegidas de la Argentina ha sido la creación de una base de datos dinámica con información relativa a todas las unidades del país (Burkart et al., 1997)

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GRAFICOS 2.2 Y 2.3

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CUADRO Nº2.1

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CUADRO 2.1 (CONT)

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Areas Protegidas en los Bosques del Sur de Chile En la actualidad existen en Chile, desde el paralelo 36ºS hacia el sur, una superficie cercana a las 13.000.000 de hectáreas protegidas bajo categorías de Parques, Reservas, Monumentos Nacionales, y otras complementarias tales como los Santuarios de la Naturaleza, las Reservas de la Biosfera, Distritos de Conservación de los Suelos, Bosques y Aguas, etc. (Mardones y Henriquez, 1996) (Anexo III). Estas áreas conservan ecosistemas boscosos, pastizales, campos de hielo, roquedales y diferentes humedales. Incluyen entre 1.420.000 has. (CODEFF, 1992) y 1.500.000 has. (Ulloa, 1991) de bosques a nivel nacional. Datos de la Corporación Forestal Nacional (CONAF, s/f) contabilizan 1.410.000 has de bosques protegidos entre la VII y XII Región en los Parques Nacionales; otras 970.000 has. en Reservas Nacionales, y 3.000 has. más en Monumentos Naturales. Araya (en: Oltremari et al., 1994) señala que a nivel nacional se encuentran protegidos el 0.6% del Bosque Caducifolio; el 9.2% del Bosque Laurifolio; el 15.4% del Bosque Andino-Patagónico; el 54.2% del Bosque Siempreverde y Turberas, y el 0.6% del Matorral y Estepa Patagónica. La proporción entre superficie bajo protección y el territorio nacional es de aproximadamente un 19%, cifra que coloca a este país en tercer lugar entre los de América del Sur y noveno en el mundo (Henríquez, 1996). Esta relación es citada con frecuencia por quienes promueven una utilización económica plena de los recursos forestales no protegidos (Prado; Grass, en: Cortés, 1996). Si se añaden otras áreas complementarias del Sistema Nacional de Areas Silvestres Protegidas (SNASPE) y los predios privados de conservación, este porcentaje crece a más del 21%. A este valor de superficies protegidas realmente importante se opone una desigual distribución regional de los parques y reservas, con grandes unidades en las regiones XI y XII, al sur del paralelo 44ºS (Araya, en: Oltremari et al., 1994; CONAF, 1995), donde se encuentran solamente tres de los doce tipos forestales de Chile (Donoso, 1995a) (Gráfico nº2.3). Las áreas boscosas de mayor diversidad biológica y también de mayor valor económico y social tienen una menor superficie relativa protegida (Gráficos nº1.1 y nº1.2), (CODEFF, 1992; Lara et al., en: Armesto et al., 1996; Henríquez, 1996). En Chile se ha trabajado intensamente en conocer el grado de cobertura de las áreas silvestres protegidas, de las diferentes unidades de vegetación. Las mismas han sido clasificadas por Gajardo en 1983 agrupándose en 8 Regiones; 21 Subrregiones y 83 Formaciones Vegetales (Gajardo, 1995; CONAF, s/f). Unas 42 Formaciones Vegetales se encontrarían al sur del paralelo 36ºS, de las cuales no tendrían representación alguna en el sistema de áreas protegidas (SNASPE) las siguientes: - Matorral Espinoso del Secano Interior (VIII Región) - Bosque Esclerófilo de los Arenales (VIII Región) - Bosque Caducifolio de la Frontera (VIII y IX Región) - Bosque Patagónico con Coníferas (X Región) Se ha señalado que para proteger al menos un 5% de cada formación vegetal (sensu Gajardo, 1995) sería necesario anexar al SNASPE 1.700.000 has. adicionales (Henríquez, 1996). Teniendo en cuenta este déficit de protección, en 1993 se desarrolló un simposio de especialistas convocado por instituciones de gobierno, con el propósito de identificar y definir sitios clave para la conservación de la biodiversidad de Chile. Los resultados de este encuentro se publicaron en el

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“Libro Rojo de los Sistemas Prioritarios para la Conservación de la Diversidad Biológica de Chile”(Muñoz et al., 1996). Al momento de esa publicación, ya se habían incorporado al SNASPE 20.000 hás. en el sur de Chile, en distintos sitios propuestos en ese encuentro. A pesar que el Sistema Nacional de Areas Silvestres Protegidas se encuentra formalmente creado, falta aún implementar en su plenitud la ley nº18348 de 1984, en cuanto a la asignación de recursos para la constitución de la Corporación de Protección de Recursos Naturales Renovables, que funcionaría en el ámbito de la Corporación Nacional Forestal (CONAF), mandato que hoy este último organismo cumple de hecho (Henríquez, 1996; Mardones y Henríquez, 1996). Todo ello redunda en la carencia de elementos presupuestarios y de recursos humanos que den contención y operatividad al Sistema. En este sentido, CONAF administra las áreas protegidas con escasos medios y dependiendo en buena medida de la intangibilidad natural de los parques y reservas. Montes (en: Cortés, 1996) señala que aquello no sería casual, tratándose la CONAF de una dependencia del Ministerio de Agricultura, cuya función principal se orienta a las políticas de producción. Las iniciativas privadas para la conservación de la naturaleza son de reciente data. En 1991 se creó el Santuario El Cañi, en la IX Región, propiedad de la Fundación Lahuén, incorporando a la protección bosques de Coihue, Lenga y Araucaria (Henríquez, 1996). En el mismo año el Comité Pro Defensa de la Fauna y la Flora (CODEFF) adquiere 426 has. de tierras forestales que se incorporan a la Reserva Nacional Río Simpson (Serret, com.pers.). La misma institución administra la Reserva Huemul, en la VIII Región, de 4.000 has. con fines de protección de esta especie. La compra más reciente de tierras con fines de conservación realizada por el empresario norteamericano Douglas Tomkins, que adquirió unas 270.000 has. de bosques al sur de Puerto Montt, en Chile continental, desató una discusión sobre las formas de protección privadas que satisfagan las demandas de conservación y el control de los recursos naturales en grandes extensiones, sin vulnerar la capacidad del estado de implementar sus propias políticas de desarrollo. Estos bosques, que conforman el Parque Pumalín, incluyen formaciones de Lenga, Alerce y numerosas especies del tipo forestal siempreverde. Diferentes voces se han alzado contra este proyecto (Bowermaster, 1995), que aparece como la contracara del emprendimiento forestal iniciado por otra empresa norteamericana, Trillium Corporation, que reciententemente adquirió más de 300.000 has. en Tierra del Fuego -en ambos países-, con el objeto de aprovechar la madera de sus bosques. En distintos informes, funcionarios de CONAF y también organizaciones no gubernamentales han destacado aspectos de vulnerabilidad en el SNASPE (CODEFF, 1992; Araya en: Oltremari et al., 1994; Henríquez, 1996). La dotación de agentes de protección -guardavigilantes o guardaparques- es exigua en relación con el área asignada -aproximadamente 1 guardaparque cada 42.000 has- y el 56% de las áreas protegidas no dispone de un plan de manejo. Salvo en los principales parques no está lo suficientemente desarrollada la infraestructura de servicios al turismo que permita al visitante apreciar en toda su magnitud su paisaje, generando así una actitud ciudadana más comprometida con la conservación. Con excepción de los más atractivos desde el punto de vista turístico o biológico, la mayor parte de las áreas protegidas son insuficientemente conocidas por la comunidad científica o por los habitantes del país. En el Cuadro nº2.2 se presenta una sinopsis de las características de las principales áreas protegidas.

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CUADRO 2.2

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CUADRO 2.2 (CONT)

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Problemas de Conservación en las Areas Protegidas Los diferentes problemas de conservación que pueden apreciarse en las áreas protegidas de la Región de los Bosques Templados del Sur de Chile y Argentina, pueden clasificarse como:

- aquellos relativos a las restricciones institucionales; - aquellos relacionados con la ocurrencia de disturbios o catástrofes

naturales de los ecosistemas que se protegen, y - los derivados de impactos antrópicos.

Entre los primeros se encuentran los siguientes: * Marco legal sin aplicación efectiva. En Chile, la ley 18.362 de 1984 creó el Sistema Nacional

de Areas Protegidas (SNASPE), cuyo funcionamiento formal se encuentra aún supeditado a la entrada en vigencia de una ley anterior, la 18.348, que crea la Corporación Nacional Forestal y de Protección de Recursos Naturales Renovables (Araya, en: Oltremari et al., 1994). De este modo, la administración del sistema de áreas silvestres protegidas del estado la ejerce de hecho la Corporación Nacional Forestal (CONAF) a través de su Departamento de Patrimonio Silvestre, lo que impide la fijación de la planta de personal de la nueva entidad y una asignación presupuestaria más equitativa con respecto a las restantes actividades de CONAF (Henríquez, 1996). En la Argentina, por iniciativa de la Administración de Parques Nacionales se creó hace diez años la Red Nacional de Cooperación Técnica en Areas Protegidas. Esta es la única instancia -sin respaldo legal- de articulación y concertación en áreas protegidas entre las jurisdicciones nacional y provinciales, y las instituciones privadas (Burkart et al., 1997). La falta de continuidad de esta red, debido en buena medida a la falta de respaldo de algunas provincias, ha diluído un espacio de integración y armonización del sistema nacional de áreas protegidas.

* Escasa dotación de personal para administración y control de las áreas protegidas. En Chile,

para el cuidado de más de 13 millones de has., se disponía en 1994 de 410 personas en terreno, con una persona cada 34.000 has. en promedio; contando con protección y vigilancia permanente el 80% de las unidades del Sistema Nacional de Areas Protegidas, pero que abarcan tan sólo tres millones de hectáreas (Araya, en: Oltremari et al., 1994). En los parques nacionales de Argentina, la cantidad y de agentes de conservación sería más adecuada (ver Cuadro nº2.1) estimándose un grado de control aceptable tanto para las áreas con protección estricta (categorías I, II, y III), como no estricta (IV, V y VI) (Burkart et al., 1997). Sin embargo, en las áreas protegidas provinciales, la asignación de personal es extremadamente reducida, o nula en muchos casos. De once áreas protegidas provinciales caracterizadas por Burkart et al. (1997) en la región en estudio, solamente 4 disponían de personal para su control.

* Asignación presupuestaria insuficiente. El presupuesto anual asignado al SNASPE en Chile en

los últimos años representa aproximadamente un 10% del presupuesto total de la Corporación Nacional Forestal, y en 1994 ascendió a 2.5 millones de dólares, a los que se añadieron 600.000 dólares más en concepto de derechos de ingreso de visitantes y de concesión a permisionarios. El 65% de este monto está destinado a la remuneración del personal, el resto se destina a gastos operativos (Araya, en: Oltremari et al., 1994). Como consecuencia de ello

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el equipamiento es deficitario en medios de movilidad e infraestructura, situación que varía con cada unidad en particular. Estas asignaciones son muy bajas respecto de los ingresos generados por los visitantes a las áreas protegidas, cuyo aporte -estimado como costos de viaje y mantenimiento- alcanzarían unos 38 millones de dólares anuales (Araya, en: Oltremari et al., 1994). Los recursos financieros de los parques nacionales argentinos serían altamente superiores, y estarían afectados a la administración de una superficie mucho menor. En efecto, la Administración de Parques Nacionales habría contado con unos U$S 20.900.000 en 1994 para atender las áreas bajo su jurisdicción en el país -unas 3.000.000 de hectáreas, un 27% de la superficie del SNASPE en Chile-, cifra que se habría incrementado a U$S 24.800.000 en 1996. Teniendo en cuenta la superficie administrada, la situación presupuestaria sería aceptable; además, las remuneraciones al personal no alcanzarían el 60% del presupuesto, habiéndose mejorado sustancialmente en los últimos cuatro años el equipamiento de vehículos, viviendas, herramientas de control de incendio, y radiocomunicaciones con fondos externos destinados al fortalecimiento de la infraestructura de los Parques Nacionales patagónicos (Burkart et al., 1997). No obstante ello los mismos autores señalan como la principal amenaza institucional a la capacidad de financiación de la Administración, ya sea por asignación del presupuesto nacional o por generación de recursos propios. La situación es exactamente opuesta a nivel provincial. Los fuertes recortes presupuestarios sufridos por las administraciones provinciales en el marco de la ley de reforma del Estado aplicada en la Argentina ha debilitado sustancialmente la escasa capacidad desarrollada en la administración de áreas protegidas. Casos muy específicos, como el Parque Municipal Llao-Llao, o el Parque Provincial Copahue-Caviahue, contarían con una mejor asignación de recursos humanos y económicos (Barboza y Rigone, 1995), debido al interés turístico que despiertan.

* Falta de una política clara y contundente de educación y de difusión para la conservación del

ambiente. Salvo mensajes aislados, o el trabajo de algunos centros o departamentos de educación ambiental cuyo accionar está dirigido esencialmente al sector turístico, no hay una dotación de personal calificado suficiente, ni forma parte de las currículas educativas de los agentes de protección. Burkart et al.(1997) destacan la importancia de un sistema de difusión adecuado del accionar de las administraciones de áreas protegidas, para lograr o mantener la generación de recursos por cobro de derechos.

* Categorización ambigua de áreas protegidas. La Argentina ha homologado las categorías de

conservación de sus Parques Nacionales con la clasificación de UICN de 1978. No obstante ello, salvo en las categorías I, II y III, las restantes ofrecen confusión en cuanto a la interpretación de su grado de protección, particularmente aquellas áreas creadas por las provincias, o las reservas nacionales forestales, destinadas a fines diversos y con diferente grado de intervención (Burkart et al., 1997). En el Anexo III puede observarse la variedad de denominaciones dadas a diferentes áreas protegidas en los Bosques Andino Patagónicos en las diferentes jurisdicciones, situación que hace dudar a priori -y se constata en la realidad- que en dos parques con igual categoria de UICN, se conserven los recursos de la misma manera, más aún cuando no se implementan efectivamente las instancias de articulación entre las distintas administraciones.

Algunas catástrofes naturales, si bien forman parte de la dinámica de los ecosistemas de la región, producen efectos no deseados en las áreas protegidas, dado que interrumpen la sucesión

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vegetal, produciendo en muchos casos el reemplazo de las comunidades que se desean conservar. En el Capítulo siguiente (Nº3) se analizan brevemente sus consecuencias ecológicas y socioeconómicas en las áreas boscosas. Algunas de ellas son: * Incendios naturales * Erupciones volcánicas * Precipitaciones aperiódicas, con sequías o excesos hídricos Entre los diferentes problemas derivados de impactos antrópicos, pueden citarse: * Ocupación humana. En numerosos parques y reservas habitan poblaciones campesinas,

productores agropecuarios, comunidades indígenas, ocupantes ilegales, y personas relacionadas con los servicios de atención al visitante (concesionarios de hosterías, restaurantes, campings), de educación (maestros rurales) y de seguridad y control (personal de fuerzas de gendarmería argentina o carabineros chilenos, los propios asentamientos de guardaparques o personal auxiliar). De esta ocupación derivan impactos con consecuencias negativas para la protección de la flora o la fauna. En Chile, un total de 575 predios de propietarios -la mayor parte ocupantes o miembros de comunidades indígenas-, abarca un 5% de la superficie total de las áreas protegidas, es decir, alrededor de 687.000 has. (Araya, en: Oltremari et al., 1994), donde la mayor parte de las actividades se contrapone a los objetivos del Sistema de Areas Protegidas (Paredes, 1995). La adyacencia de núcleos urbanos en torno a las áreas protegidas genera una compleja problemática ambiental y dificultades de implementación de una conservación efectiva de los recursos, porque ‘casi todo lo que acontece dentro de la ciudad afecta directa o indirectamente al área protegida’ (Burkart et al., 1997). Algunas de las relaciones que se establecen entre las demandas sociales y los recursos del bosque son tratadas en el Capítulo siguiente.

* Depredación de la fauna y la flora. Las talas ilegales, aún de especies valiosas y

específicamente protegidas, como el Alerce o la Araucaria (Lara, com.pers.); la caza y pesca furtivas, los incendios de bosques, y los daños por visitantes son los principales factores de deterioro biológico. La carencia general de medios de protección sumado a las necesidades de las comunidades aledañas a los parques se combinan para aumentar su vulnerabilidad.

* Introducción de especies exóticas. La introducción de especies animales o vegetales (ver

Capítulo 1), se origina en buena medida en la actividad económica que se realiza en la periferia o en las propias áreas protegidas. Los animales liberados o escapados de cautiverio se han criado para la producción agropecuaria -como los bovinos cimarrones en el Parque Nacional Lanín (Vellido, com.pers.), los yeguarizos asilvestrados en Parque Nacional Los Glaciares (Serret y Borghiani, 1996)-; o para emprendimientos de granja o crianza intensiva -el Visón en Argentina y Chile; o el Conejo Europeo-. En otros casos -como con los jabalíes, codornices o varios cérvidos-, la introducción directa en los bosques de la región se realizó para “enriquecimiento” de la fauna cinegética, al igual que los salmónidos en ríos y lagos; finalmente otras motivaciones, -como la introducción del Castor en Tierra del Fuego, o del Ciervo Colorado en la Isla de los Estados- obedecen a razones aún más cuestionables. Las plantas asilvestradas (la mayoría originarias del Viejo Mundo), habrían escapado de cultivos de huerta, ornamentales o agrícolas (Dimitri, 1972). Algunas coníferas plantadas hace muchos

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años con fines experimentales o productivos, incluso por el propio Servicio de Parques Nacionales, persisten en los Parques Lanín, Nahuel Huapi o Los Alerces. También se autorizó a propietarios privados en áreas protegidas la plantación con estas especies hasta hace pocos años. Actualmente -salvo que se tratare de reposiciones de estas mismas forestaciones- la Administración de Parques Nacionales prohíbe nuevas plantaciones de exóticas, y se han ejecutado algunos planes de erradicación de coníferas exóticas en el Parque Nacional Nahuel Huapi. Debe señalarse que algunos de estos bosquetes, de más de 50 años, como los de la Isla Victoria, o los recientemente removidos en el área Huemul del Parque Nacional Nahuel Huapi, constituyen un patrimonio de gran utilidad técnica y científica para la Región Andino Patagónica; y en ellos se resume también la valiosa labor de varios técnicos europeos que sentaron las bases de la ordenación del recurso forestal en Argentina. Por ello, sería quizá más deseable mantenerlos, no ya como patrimonio silvestre sino científico y cultural, y en vez de su remoción, controlar su propagación natural. Es necesario en todo caso, en toda estrategia de control o prevención de especies exóticas, contemplar aquellos intereses sociales y culturales que pudieran entrar en juego.

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3 - LOS SISTEMAS BOSCOSOS EN AREAS NO PROTEGIDAS Impactos sobre los Bosques Templados Las actividades humanas son actualmente la principal fuente de impactos sobre la vegetación y la fauna de los bosques templados de la región (FVSA, 1995; Simonetti et al., 1996). Sus efectos ambientales pueden tener consecuencias locales o regionales, aún entre países, de acuerdo con el tipo de actividad y la intensidad de presión sobre los ecosistemas. La ganadería extensiva; la extracción de leña; el aprovechamiento industrial del bosque nativo; la reforestación con especies forestales de crecimiento rápido; el desarrollo urbano, industrial y carretero; el turismo y los emprendimientos hidroeléctricos, son algunas de las actividades actuales más significantes en la Región de los Bosques Templados o en su periferia. Estas actividades de desarrollo producen en mayor o menor medida, una serie de cambios físicos en los ecosistemas, que interrumpen el estado de sucesión en que se encuentran, produciendo cambios a su vez en la estructura, composición y dinámica de los mismos, con consecuencias socioeconómicas (negativas o positivas) adicionales a las de los proyectos que originaron tales cambios (Carpenter, 1983). Los principales proyectos en los bosques nativos de la región y las actividades que incluyen pueden agruparse de la siguiente manera: a) Explotación Forestal: corresponde a las tareas de aprovechamiento con fines de obtención de madera para leña o industria, e involucra a las actividades de establecimiento de los campamentos obrajeros; apertura de caminos y picadas; el volteo y trozado; al arrastre de trozas o ramas, y la carga y transporte de los productos. La utilización de maquinaria influye sobre la compactación y erosión de los suelos, en tanto que cuando se utilizan animales de trabajo, hay pisoteo de renovales y ramoneo. b) Establecimiento de Plantaciones Forestales: esta actividad realizada en áreas boscosas implica eliminar la vegetación mediante desmonte o quema, preparar el suelo mediante remoción o escarificación; el hoyado y plantación; el control de malezas con métodos químicos o mecánicos; y el riego o la fertilización en distintas modalidades. c) Manejo Silvícola: comprende al conjunto de tareas destinadas a conducir la masa principal hasta el momento de corta, o a las actividades destinadas a favorecer la regeneración del bosque. Las labores que se realizan involucran la poda de ramas, el volteo y eventual extracción de árboles (raleo), el anillado de plantas; la quema o sacado de residuos leñosos, y la aplicación de productos fertilizantes o pesticidas. d) Obras de Infraestructura e instalación de plantas industriales: si bien el conjunto de obras que se realizan es muy amplio y de diversas características, en general comprenden la eliminación total o parcial del bosque; excavaciones y movimientos de suelo; la modificación del drenaje natural y la construcción de nuevos drenajes; la construcción de edificios; la pavimentación de playas o caminos; el tendido de líneas energéticas, la instalación de ductos, sistemas de eliminación de efluentes, la producción de residuos, el consumo de agua, etcétera.

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e) Conversión de terrenos forestales: fuera del establecimiento de plantaciones, los suelos forestales son reconvertidos a uso urbano, industrial, agrícola, o recreativo. La explotación del bosque; los movimientos de suelo, su enmienda o reemplazo; la construcción de edificios, pavimento, sistemas de riego y drenaje; la inundación de terrenos, etc., son actividades inherentes a estos proyectos. f) Introducción de especies exóticas: aunque a veces se realiza deliberadamente, con fines cinegéticos, o por una equivocada política de ‘enriquecimiento’ de los sistemas naturales (como con el Castor en Tierra del Fuego, o el Ciervo en la Isla de los Estados), muchas introducciones son el resultado de la liberación (¿forzosa?) de animales en cautiverio luego de fracasados emprendimientos comerciales (PRODESAR, 1997). Los mecanismos de dispersión de algunas especies han facilitado la “exportación” de este impacto de un país al otro, como ocurrió con el Castor -introducido en la Argentina, en Tierra del Fuego, y diseminándose rápidamente en los bosques de la Isla-, o con el Conejo -que habría pasado a la Argentina desde Chile- (Serret, com.pers.). En pocos casos se trata de la introducción de parásitos o predadores naturales con fines de control de plagas forestales o agrícolas, desarrollado a través de centros de investigación tecnológica. Estas introducciones, generalmente de insectos, contemplan una etapa de adaptación y evolución de la especie en condiciones controladas, el estudio de sus posibles efectos perjudiciales sobre el ambiente y su aclimatamiento a campo. En el Cuadro Nº3.1 se indican los principales impactos potenciales que estos proyectos producen sobre los bosques, y ha sido adaptado del documento sobre “Impactos Potenciales en el Medio Ambiente Causados por Actividades Forestales o Actividades que Afectan los Recursos Forestales”(Anónimo). LOS INCENDIOS FORESTALES Los incendios forestales son la principal causa de pérdida de bosques nativos y cultivados en la región. En el siglo XVIII, numerosas erupciones volcánicas habrían provocado incendios de bosques.Desde la colonización española hasta el presente, la intensidad y frecuencia de quemazones produjo un importante retroceso de los bosques templados. Si bien las poblaciones aborígenes quemaban bosques y pastizales, los incendios de origen antrópico -favorecidos por condiciones ambientales- han tenido una gran significancia a partir de la colonización blanca, desde 1850 en adelante. En Chile pueden señalarse algunos hitos en la historia de los incendios forestales. Con la colonización de la Región de Los Lagos, en 1853 se quemaron más de 400.000 has. al sureste de Osorno, para asentamiento de poblaciones y agricultura. Entre 1880 y 1890 se perdieron grandes extensiones con Lenga, Ñire y Guindo en Tierra del Fuego, quemadas para ganadería lanar. Gran parte de estos bosques habían sido previamente explotados como combustible y puntales para minería. Como resultado de las acciones de ocupación del territorio y expansión de la frontera agrícola, Albert (en: Haltenhoff, 1993) en el Boletín de Bosques, Caza y Pesca de 1912 señala que se incendiaron en Chile 11.000.000 has. de bosques. En el presente siglo, los incendios continuaron, destacándose por su magnitud las quemazones en la década de 1940 en la región de Aisén, donde con estadísticas incompletas se documenta la pérdida de alrededor de 600.000 has. de bosques como producto de diferentes planes de colonización; y un total de 5.000.000 de has. incendiadas entre la XI y XII Región en lo que va del siglo (Haltenhoff, 1993). La legislación relativa a la colonización de tierras, ha obrado como incentivo a esta práctica; aunque en la actualidad diferentes normas limitan las quemas a fuegos prescriptos sobre terrenos no forestales. Según Haltenhoff (1993), como resultado de estas “quemas controladas”, en la década de 1980 se han incendiado 620.000 has. forestales con diferentes tipos de vegetación leñosa. Por otra parte, el Decreto Ley 701 de promoción forestal autoriza el rozado de vegetación leñosa sin valor comercial, con destino a reforestación. En Argentina, los incendios con fines de expansión agropecuaria habrían eliminado más de 300.000 has. de bosques en Río Negro y Neuquén a principios de este siglo. Los bosques de Santa Cruz habrían sido altamente afectados por el fuego entre los años 1925 y 1950, y según Rothkügel (1916), todos los ñirantales serían sucesiones secundarias a partir de incendios. En los últimos años ha habido incendios de magnitud en ambos países, favorecidos por la ocurrencia de fuertes sequías estacionales.

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CUADRO Nº3.1 IMPACTOS PRODUCIDOS POR PROYECTOS ECONOMICOS EN LOS BOSQUES NATIVOS

IMPACTOS POTENCIALES EXPLOTACION

FORESTAL

PLANTACION

FORESTAL

MANEJO

SILVICOLA

OBRAS DE

ESTRUCTURA

CONVERSION

DE BOSQUES

INTRODUCCION

DE EXOTICAS

AGUAS Aumento del escurrimiento superficial X X (inicial) X X Alteración del sistema de drenaje natural X X X X Reducción infiltración y recarga de agua subterranea X X X Mayor turbidez en aguas X X X Aumento de la carga de sedimentos X X X Aumento de la carga de residuos químicos X X X Mayor pérdida por transpiración X Degradación de la calidad y contaminación X X Consumo de grandes volúmenes (industria / represas) X Eutroficación por emisión de efluentes X Cambios en características físicas de cuerpos de agua X SUELOS Aumento riesgo de erosión X X (inicial) X Desestabilización de laderas y taludes X X X Aumento de temperatura del suelo X X Modificación de estructura del suelo X X X X Pérdida de nutrientes y materia orgánica X X X Compactación de suelos X X X Reducción de la velocidad de infiltración del agua X X Alteración de microflora y microfauna X X Recuperación de áreas erosionadas X Cambios en las propiedades químicas X X X Aumento del contenido orgánico del suelo X Aumento de la temperatura del suelo X (inicial) X Cambios profundos o esterilización por contaminantes X ATMOSFERA Disminución de la humedad relativa local o regional X Mejoramiento del microclima local X Contaminación del aires, lluvia ácida X Cambio profundo del microclima local X BOSQUES Cambio en la composición y estructura X X X X X Daño, reducción o estímulo de la regeneración X X X Daños al bosque residual X X X X Condiciones para el aumento de especies indeseables X X X Reducción de cantidad de madera comercial y biomasa X X X Aumento de cantidad de madera comercial y biomasa X Reducción de superficie boscosa X X X X Modificación de la tasa de crecimiento X X Producción de residuos X X X X Aumento del peligro de incendios X X X Condiciones favorables para plagas o enfermedades X X X X Establecer bosques en áreas degradadas o sin ellos X Aumento de la productividad X

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Aumento de materia prima industrial X

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CUADRO Nº3.1. (continuación) IMPACTOS PRODUCIDOS POR PROYECTOS ECONOMICOS EN LOS BOSQUES NATIVOS

IMPACTOS POTENCIALES EXPLOTACION

FORESTAL

PLANTACION

FORESTAL

MANEJO

SILVICOLA

OBRAS DE

ESTRUCTURA

CONVERSION

DE BOSQUES

INTRODUCCION

DE EXOTICAS

FLORA Y FAUNA SILVESTRES Modificación (positiva o negativa) de hábitats X X X X X X Cambios en la población de las especies X X X X Eliminación de fauna y flora X X X X X X PAISAJE NATURAL Alteración del escenario paisajístico X X X X X X Reducción en el valor estético o recreativo X X X X X Aumento del valor paisajístico en áreas sin bosques X SOCIAL Aumento de población X X Aumento de empleo X X X X X Reducción de enmigración rural X X X X X Cambios en la calificación de personal X X X Aumento de riesgos de trabajo X X X Cambios en standard de vida de la comunidad local X X X X Generación de ruidos molestos X X X Efectos adversos en la salud de las personas (industria) X Aumento de accesibilidad/ promoción de colonización X Cambios en el uso turístico X ECONOMICO Mejoría en la economía zonal X X X X X Mejoramiento de la infraestructura social zonal X X X X Daños en infraestructura X X Aumento de uso del sistema vial X X X Pérdida de valor turístico o recreativo X (X) X (X) X (X) Aumento de ingresos y cambios en la distribución X X X X Cambios zonales en el valor de la tierra X X X X X

Los asentamientos humanos en la zona, -urbanos o campesinos-, impactarían en forma radial sobre los recursos -forrajeros, forestales- aledaños (Martín y Dedek, 1985). La expansión de estos impactos se encuentra limitada en buena medida por la presencia de accidentes geográficos o a las dificultades de accesibilidad de los recursos. Laclau y Martín (1989) propusieron para San Martín de los Andes, Neuquén, el siguiente modelo de impactos sobre los sistemas forestales de las laderas adyacentes (Gráfico nº 3.2). Los recursos naturales renovables, y la utilización que hace el hombre de ellos conforman un sistema, que puede analizarse en tres componentes o subsistemas: uno natural, otro social, y otro socionatural. Los procesos de sucesión vegetal y la ocurrencia de perturbaciones ambientales periódicas y aperiódicas, como terremotos, envejecimiento de poblaciones leñosas (fase de desmoronamiento del bosques), fenómenos climáticos, captación de cuencas (por erosión retrocedente), tormentas eléctricas y vulcanismo, se representan en el diagrama como el Subsistema Natural. Los efectos inmediatos de estas perturbaciones serían el aumento en la carga y desestabilización de los suelos en pendiente a lo que se sumaría una pérdida en la fuerzas de cohesión debido a la mortandad de

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raíces. También ocurrirían cambios en el régimen hídrico y en la vegetación. La ruptura del equilibrio vegetación-suelo-agua facilitaría el deslizamiento de laderas y el aumento de la erosión hídrica, cuyas consecuencias se expresarían en el pedemonte (y también a distancia, a través del transporte y sedimentación de los ríos), y en un nuevo estado de equilibrio de la vegetación leñosa. Las demandas de la comunidad conforman el Subsistema Social. Para el caso de la localidad citada, las predominantes son de tierras -para urbanización, forestación, agricultura-, de flora y fauna del bosque para consumo alimentario, de madera para combustible y vivienda; de espacios y paisajes recreativos; de rutas o ductos y de protección a la naturaleza. Los grupos demandantes son diversos, y sus necesidades son a menudo contrapuestas -suelos para urbanizar versus protección de la naturaleza; áreas recreativas versus aprovechamiento maderero-, condicionadas por factores demográficos, políticos, económicos y culturales. La interacción entre ambos subsistemas mencionados se representa en el Subsistema Socio-Natural, en el que las diferentes demandas ejercerían una presión sobre los recursos cuya dinámica se representa en el recuadro, donde la compactación del suelo, el inicio de quemazones y la disminución de cobertura vegetal desencadenarían fenómenos torrenciales, deslizamientos individuales o masivos, incendios, cuya intensidad y recurrencia sería función del nivel de estas demandas, y de los sistemas de manejo empleados en el uso de los recursos. Estos procesos serían similares en otras localidades de montaña de los bosques templados. La comprensión de su dinámica y la cuantificación de estos impactos permitiría diseñar estrategias de utilización menos deteriorantes, e implementar medidas de mitigación o prevención para aquellos impactos ambientalmente negativos.

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GRAFICO Nº3.1 DEMANDAS SOCIALES E IMPACTOS SOBRE LADERAS BOSCOSAS Fuente: Laclau y Martín, 1988

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Las Economías Campesinas en los Bosques Templados Las economías campesinas -criollas e indígenas- ocupan un lugar destacado en el norte de la Región de los Bosques Templados, tanto en Chile como en la Argentina (INDEC, 1988; CODEFF, 1992; Laclau, 1992a; Benedetti, 1996). Muchas de estas poblaciones habitan en áreas protegidas, particularmente en la Argentina (Osidala, com.pers.) realizando actividades agropecuarias de subsistencia y ejerciendo fuerte presión sobre los bosques nativos. En Chile, la ocupación humana en las áreas protegidas sería cuantitativamente poco significante (Araya, en: Oltremari et al. 1994). Es común observar que el medio físico en que se desenvuelven las poblaciones campesinas, se encuentra restringido en su potencial productivo o habitacional debido a limitaciones ambientales para la agricultura, a problemas de sobrepastoreo y erosión de los suelos; a la inadecuada disponibilidad de tierras para cultivo o pastoreo, y aún a carencias de leña o madera de uso rural (Benedetti, 1996). En ambos países el sector campesino tiene una dinámica migratoria alta, que en algunos casos contribuye a alimentar la marginalidad urbana en pueblos cercanos, profundizando los problemas sociales, o, en otros casos, a densificar los escasos sitios aptos para desenvolverse dentro de las comunidades rurales. Benedetti (1996) analiza las formas de tenencia y la relación entre la población minifundista, su potencial forestal y los bosques en el Sur de Chile. Resulta interesante destacar algunas de sus conclusiones: * Los campesinos constituyen el sector más relevante del medio rural en Chile. Para el caso del

Sur de Chile, desde la VIII Región hacia el sur, representan el 22.6% de la población total (Mapa nº1.1), concentrándose en la VIII, IX y X Región (paralelos 36ºS a 44ºS, aproximadamente, es decir, el área de mayor riqueza biológica) (INE, 1992; Mapa nº1.1). En esas regiones ocupan 5.763.000 hectáreas, como propietarios, ocupantes o comunidades indígenas (Cuadro nº3.3).

* A pesar del deterioro y la fragilidad de las tierras ocupadas, el sector de Pequeños Propietarios

tiene importancia en el abastecimiento alimentario interno. * El desarrollo forestal a partir de forestaciones promovidas con incentivos económicos (Decreto

Ley 701 de Fomento Forestal) ha sido casi nulo para los pequeños productores chilenos (CODEFF, 1992; IER-DED en: Armesto et al., 1996) del total de las plantaciones del país. Sin embargo, este sector tendría entre la VIII y la XI Región, más de 3.000.000 de hectáreas potencialmente forestales.

* El desarrollo pleno de este potencial forestal por parte de este sector rural, tendría lugar si se

incentivaran formas de producción agroforestales, utilizando especies de uso múltiple, y con mecanismos de fomento apropiables por estos grupos sociales. El acceso al conocimiento, la asistencia técnica, la articulación de su producción a los mercados, y los recursos financieros serían instrumentos adecuados de una política de utilización plena de los recursos de estos productores y su inclusión en la economía formal del país.

Por otra parte los pequeños productores -especialmente los caracterizados como Campesinos Forestales, y algunas Comunidades Mapuches- ocupan considerables superficies boscosas de los

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tipos forestales Roble-Hualo; Araucaria; Roble-Raulí-Tepa, y Siempreverde. Al respecto cabe señalar la escasa representatividad de los tipos Roble-Hualo y Coihue-Raulí-Tepa dentro del sistema de áreas protegidas (Anexo VI), y la protección estricta a las especies Alerce y Araucaria. En la Argentina los pequeños productores de la región pueden clasificarse como propietarios, ocupantes con permiso; ocupantes de hecho o comunidades indígenas. Estas últimas son particularmente importantes en la Provincia del Neuquén, donde diez agrupaciones indígenas habitan en áreas con bosques, dentro y fuera de las áreas protegidas (COPADE, 1981). Al igual que en Chile, la mayor parte de tierras ocupadas por productores minifundistas se encuentra en el sector norte de la Región, es decir, en las Provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut (entre los paralelos 38ºS y 44ºS aproximadamente). Si se consideran los departamentos provinciales que contienen bosques nativos en las diferentes provincias del sur argentino1, puede observarse que la superficie total en manos de pequeños productores es poco significativa (Cuadro nº3.4 y Gráfico nº3.2). En efecto, algo menos de 200.000 has., sobre una superficie total considerada de 13.930.000 has. se encuentran distribuídas en explotaciones de tamaño menor a 1.000 has., y de ellas solamente 18.000 has. pertenecen a los predios menores a 100 has.- Teniendo en cuenta que aproximadamente un 30% de los Bosques Andino Patagónicos se encuentran en áreas protegidas (ver Parte 2) y que la mayor parte de las explotaciones incluye áreas de estepa, pastizales u otros sistemas no boscosos, la superficie neta de bosques habitada por minifundistas sería escasa. No obstante ello, en algunas zonas de concentración de minifundios, de agrupaciones indígenas, o en la periferia de los pueblos cordilleranos, el impacto de las actividades ganaderas y la extracción de leña son significativos. Tal es el caso de los bosques de altas cuencas al norte y centro de Neuquén, del Parque Nacional Lanín y su periferia; del entorno de San Carlos de Bariloche; de la Comarca Andina de El Bolsón, y de algunos parajes al centro y sur de Chubut. CUADRO Nº 3.3 OCUPACION DEL SUELO Y TENENCIA DEL BOSQUE NATIVO POR PEQUEÑOS PRODUCTORES EN CHILE

TIPO AGRARIO REGION HABITANTES CANTIDAD de SUPERFICIE SUPERFICIE TIPO FORESTAL

Nº EXPLOTAC. TOTAL - has FORESTAL- has DOMINANTE

PEQUEÑOS PROPIETARIOS VIII 267.900 44.650 800.000 400.000 ROBLE-HUALO; ESCLEROFILO

PEQUEÑOS PROPIETARIOS IX 167.745 33.549 810.000 324.000 COIHUE-RAULI-TEPA; ARAUCARIA

PEQUEÑOS PROPIETARIOS X 26.739 6.779 900.000 45.000 SIEMPREVERDE

PEQUEÑOS PROPIETARIOS XI 8.365 131 819.299 491.580 ALERCE, SIEMPREVERDE

CAMPESINOS FORESTALES IX, X 279.585 - 1.660.000 1.240.000 COIHUE- RAULI -TEPA

SIEMPREVERDE

COMUNIDADES MAPUCHES VIII, IX, X 82.884 - 773.806 329.523 ROBLE-HUALO

COIHUE-RAULI-TEPA

ARAUACARIA - SIEMPREVERDE

TOTALES 833.218 85.109 5.763.105 2.830.103

Fuente: Echenique y Rolando, 1989 en: Benedetti R., S.,1996. CUADRO Nº3.4

1 Se ha considerado la estructura agraria de los Departamentos de Aluminé, Huiliches, Lácar y Los Lagos, en Neuquén; Bariloche en Río Negro; Cushamen, Futaleufú; Languiñeo y Río Senguerr en Chubut; Corpen Aike; Lago Argentino, Magallanes y Río Chico en Santa Cruz; Río Grande y Ushuaia en Tierra del Fuego (INDEC, 1988).

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SUPERFICIE DE EXPLOTACIONES RURALES EN FUNCION DE SU TAMAÑO EN LOS DEPARTAMENTOS CORDILLERANOS CON BOSQUES NATIVOS DE LA ARGENTINA TAMAÑO EXPL. < 100

has. 100-500

has. 500-1.000

has. 1.000-5.000

has. 5.000-

10.000 has.10.000 -

20.000 has.>20.000

has. NEUQUEN 1.551 27.883 31.704 89.555 126.648 104.561 487.323

RIO NEGRO 6.735 10.557 30.668 - - -

CHUBUT 9.847 36.369 51.826 934.691 844.244 1.094.539 1.771.375

SANTA CRUZ - - 13.970 - 308.379 2.833.543 3.975.024

T.del FUEGO - 549 - 28.433 203.907 324.458 589.009

TOTALES 18.133 75.358 97.500 1.083.347 1.483.178 4.357.101 6.822.731

Fuente: INDEC, 1988

Algunas características de la estructura campesina y del modo de utilización de los recursos naturales son las siguientes: - Utilización extensiva del suelo, con la realización de actividades que combinan la satisfacción

de necesidades de consumo, con la posiblidad agroecológica de realizarlas. Básicamente se realizan actividades de huerta y granja en una pequeña área de explotación intensiva, junto a las viviendas de la población, donde la infraestructura de producción consta de algún galpón o cobertizo, uno o dos corrales, y herramientas de trabajo artesanales.

- Utilización habitual de maderas nativas. El uso de la madera se encuentra generalizado,

formando parte importante de la estructura y revestimiento de las construcciones; en los aperos de labranza (yugos, arados de palo, mangos de herramientas); en los corrales, y en los utensilios de cocina. La preparación de alimentos y calefacción se realiza con leña, de modo que en las cercanías de las poblaciones, este recurso suele encontrarse seriamente impactado. En general los campesinos son selectivos en el uso de leña, utilizándose aquellas maderas de mayor combustibilidad o poder calórico, de diámetros apropiados para su trozado, realizado con hacha o con motosierrra. La extracción de leña tiene un alto impacto en la modificación de la estructura, distribución y composición del bosque nativo, aunque gran parte de su utilización ocurre hacia afuera de las poblaciones del bosque, ya que grandes volúmenes abastecen el consumo de áreas urbanas, o de comunidades rurales alejadas de los bosques. Por ejemplo, distintos planes sociales para abastecimiento leñero a poblaciones de la estepa patagónica de Neuquén, Río Negro y Chubut, se realizan mediante compras a pequeños productores, o a su empleo temporario para la explotación de áreas fiscales o privadas con este fin. Un porcentaje significativo del volumen de leña citado en el Cuadro nº3.5 coresponde a este tipo de utilización.

- Cría ganadera de subsistencia. Según las áreas, los campesinos crían ovinos, caprinos o

vacunos en pequeños rebaños. La producción de carne, lana o leche es baja, debido a la insuficiente disponibilidad de campos de pastoreo, problemas climáticos, predadores naturales, dificultad de estacionar las pariciones por falta de potreros, y a veces insuficiente mano de obra familiar para el cuidado de los animales. Las necesidades de encierre diario para resguardo del ganado, producen focos de erosión en el área de la población y sobrepastoreo intenso de los campos más cercanos. También es propio de estas economías el mantenimiento de animales de trabajo, en general bueyes y yeguarizos. El consumo de forraje de estos animales mayores, que por razones de utilización se mantienen cerca de las poblaciones, es significativo, y a menudo

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se conservan animales no aptos para producción o trabajo, ocasionando mayor merma a los exiguos recursos forrajeros.

- Agricultura de subsistencia. Prácticamente todos los pobladores rurales producen hortalizas

para su consumo, en pequeñas huertas cuyas labores se realizan manualmente, a excepción de la preparación del terreno, que puede también hacerse con arado de tracción a sangre. Se utilizan aún numerosas semillas de variedades indígenas o comerciales en desuso por el sector agroindustrial. Por ello conservan in situ germoplasma de alto valor para el mejoramiento genético de numerosas especies útiles, que ha impulsado a algunos investigadores a trabajar conjuntamente con los pobladores rurales en el rescate de estos cultivares (Zappe, com.pers.). Si bien es poco habitual en la Argentina, los campesinos chilenos suelen sembrar anualmente pequeñas superficies de cereales con destino a molienda. Una práctica común para acelerar el proceso de descomposición de rastrojos, es quemar los campos; con frecuencia estas quemazones desembocan en incendios descontrolados que queman grandes superficies de bosques.

- Migración estacional o permanente de su fuerza de trabajo. Los minifundistas rurales de la

región suplen sólo parcialmente sus necesidades con la producción agropecuaria. Muchos jóvenes y jefes de familia deben buscar empleo en las ciudades cercanas o en proyectos de construcción a veces muy alejados de sus poblaciones. Es común que muchas mujeres jóvenes se empleen en trabajos domésticos en las ciudades, en tanto que los hombres trabajan en oficios de albañilería, carpintería o en faenas rurales. Debe señalarse que las plantaciones forestales se realizan manualmente, y en la mayoría de los casos, la mano de obra empleada tanto en plantación como en podas y raleos, proviene de estos sectores minifundistas. Hasta hace unos años, por motivos de ventajas cambiarias y escasez de mano de obra forestal, muchos forestadores de la Argentina contrataban campesinos de Chile por temporada, en trabajos de plantación, aprovechamiento del bosque nativo y en aserrraderos. Por lo común, se acordaba un permiso temporario de trabajo para un período máximo de trabajo de seis meses en la Argentina. Esta modalidad no continúa al presente -al menos en forma significativa- debido a que las condiciones laborales en la Argentina ya no son atractivas para los campesinos chilenos y a que, con el crecimiento de la forestación, muchos pobladores locales se han capacitado en esta actividad, y son quienes hoy llevan a cabo estas tareas. Algunas consecuencias de la migración -temporal o definitiva- de pobladores rurales son la fragmentación del núcleo familiar, el debilitamiento de la fuerza de trabajo predial, la incorporación temprana de los niños a las tareas rurales con abandono de la enseñanza escolar, y un rol protagónico de la mujer en el sostenimiento de estas economías. En muchos casos este hecho constituye el principal determinante de la precariedad de las economías campesinas (Laclau, 1992b).

- Pobreza estructural. La distribución desfavorable de los factores de producción, la dificultad

de acceso a mecanismos de crédito o incentivos a la producción, las distancias a los centros de consumo y abastecimiento, y la carencia relativa de servicios de educación pública y asistenciales, colocan a los pobladores rurales minifundistas en condiciones sumamente adversas para su desarrollo. Problemas de marginación social, tales como alcoholismo, malnutrición y bajos ingresos son comunes en estos tipos agrarios. El modelo de desarrollo global adoptado por estos países asigna a la población campesina un rol de abastecimiento de mano de obra sumamente dúctil y económica, para alimentar a los diversos proyectos agrícolas,

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urbanos o industriales, con un mínimo de cobertura por parte de los entes contratantes. La unidad familiar cumple el papel de subsidiar parcialmente aquellos proyectos, al hacerse cargo de una proporción de los gastos de mantenimiento del trabajador y su familia, y dar un cierto grado de contención a una situación de pobreza que, trasladada masivamente a las ciudades, produciría un colapso político y social de suma gravedad.

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Los Sistemas Silvopastoriles del Norte de la Patagonia. La Región de los Bosques Andino Patagónicos de la Argentina comprende varias comunidades florísticas (Dimitri, 1972), con numerosas especies vegetales palatables por el ganado (Boelcke, 1957 en: Dimitri, 1972). Más de 20 de ellas son leñosas e incluyen a todas las especies de gran porte presentes (Nothofagus spp, Austrocedrus chilensis y otras). Se ha verificado el ramoneo abundante de las siguientes especies por el ganado vacuno, ovino o caprino: Maitén (Maytenus boaria); Coihue (Nothofagus dombeyi); Ñire (Nothofagus antarctica); Lenga (Nothofagus pumilio); Roble Pellín (Nothofagus obliqua); Raulí (Nothofagus alpina); Radal (Lomatia hirsuta); Laura (Schinus patagonicus); Chinchín (Azara microphylla); Retamo (Diostea juncea), Caña colihue (Chusquea culeou); Salix spp; Berberis spp; Chacay (Chacaya trinervis); Maqui (Aristotelia maqui), etc.- La actividad ganadera se desenvolvió en la región desde hace ya más de 150 años, a partir de la diseminación del ganado europeo entre los aborígenes mapuches. Con la colonización criolla y europea iniciada a fines del siglo XIX, la producción agropecuaria se estabilizó en predios o áreas sometidas a manejo. Los sistemas de utilización pastoril del bosque se han desarrollado en función de la disponibilidad forrajera y de las condiciones climáticas de cada sitio, ambos aspectos muy influídos por la ubicación de los emplazamientos, ya que en la región se verifican fuertes gradientes topográficos, térmicos y pluviométricos. En apretada síntesis pueden señalarse que el hombre desarrolla actividades ganaderas parcialmente complementarias con la presencia de árboles en los siguientes sistemas geográficos: a- Estepa subhúmeda (altitud 500 a 700 m.s.n.m.): cría ovina o caprina en pastizales abiertos de coirones (Festuca pallescens, Stipa speciosa y otras gramíneas) alternando con pastoreo en praderas húmedas con montes abiertos de Chacay (Chacaya trinervis); Maitén (Maytenus boaria); Ñire (Nothofagus antarctica); Lenga (Nothofagus pumilio) y Salix spp. En estas áreas se practica la rotación veranada -invernada, permaneciendo los animales en la estepa durante 7 a 9 meses del año -estación fría-, para ser llevados a campos altos de la Cordillera con vegas de gramíneas y ciperáceas durante el verano. b- Ecotono bosque-estepa (altitud 700-1200 m.s.n.m.): cría ovina y vacuna con pastoreo permanente en el área sobre formaciones abiertas de Ciprés (Austrocedrus chilensis), a veces acompañado de Radal (Lomatia hirsuta); Pehuén (Araucaria araucana) con Lenga o Ñire, alternando con pastoreo en mallines y praderas con las especies mencionados para el área de estepa. En el sur de la provincia de Neuquén se practica ganadería en bosques de Roble Pellín, Coihue y Raulí con Caña Colihue (Chusquea sp). En estos sitios se realiza pastoreo permanente durante el año, aunque la utilización de mallines se concentra en el verano, con descarga parcial de las áreas con cobertura boscosa. c- Bosque húmedo (altitud 700 a 1500 m.s.n.m.): se realiza cría vacuna y ovina, con rotación invernada-veranada o pastoreo continuo en los sitios más bajos, donde se desarrollan bosques de Nothofagus spp, a veces consociados con Ciprés, con abundante Caña Colihue en el sotobosque; y bosques de Pehuén. En algunos lugares es posible el pastoreo en campos de altura durante 3 a 5 meses (veranada) , en praderas húmedas y matorrales de Ñire (Nothofagus antarctica), Berberis spp y otros.

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Las consecuencias ecológicas negativas del impacto de la ganadería sobre los bosques tendrían relación directa con un inadecuado manejo -o ausencia de manejo- del pastoreo, sin consideración por los ciclos de diseminación y regeneración del bosque. No obstante ello, algunas relaciones de complementariedad bosque-ganadería se verificarían en los siguientes aspectos: por una parte, el componente de autoconsumo de la producción ganadera es importante para la economía predominante de pequeños productores, lo que redunda en un mayor reciclado local de materia orgánica y nutrientes. Asímismo la actividad ganadera está fuertemente condicionada por el clima, que obliga al desalojo de los campos de altura por efecto de nevadas y bajas temperaturas otoño-invernales, con el consecuente descanso del pastizal; a la inversa, la mayor oferta forrajera en estos sitios durante el verano, permite la recuperación de los renovales arbóreos y de la Caña Colihue durante la temporada de crecimiento primavero-estival. Por otra parte, el control ambiental sobre las existencias ganaderas es fuerte y afecta particularmente a los pequeños productores (Laclau, 1992b), cuya economía es dominante en las áreas de bosque. Este control se materializa en mortalidad por efecto directo del clima -bajas temperaturas-, de la disponibilidad forrajera -anegamiento en invierno en los mallines, cobertura de nieve y hielo del pastizal en invierno, baja productividad periódica por sequía estival, etc.- y de predadores naturales -ataques de zorro o puma-. La presencia de Caña Colihue, arbustos y árboles contribuye al sostenimiento del ganado durante el invierno, época en que las herbáceas están escasamente disponibles, por alta humedad o acumulación de nieve; además la presencia de formaciones arbóreas atenúa el efecto desecante y refrescante de los vientos, disminuyendo la mortalidad perinatal de crías lanares (Bustos, 1995). El consumo forrajero en pastizales contiguos al bosque disminuye la carga de combustible herbáceo y subleñoso, atenuando el riesgo de incendios, una de las principales causas de desaparición de los bosques. Por último, las funciones ecológicas de los bosques de la región, particularmente las de control de la erosión y las de regulación hídrica, contribuyen a la protección y productividad del pastizal de áreas de borde y de mallines Pese a la complementariedad comentada anteriormente de la asociación árboles-ganadería , estos sistemas manifiestan una tendencia negativa , debido a causas socioeconómicos y ambientales. Las principales son: *Sobrecarga de áreas de invernada, por pastoreo permanente o por escasez de superficie por

productor, con subutilización de los sitios temporal o espacialmente menos accesibles. Esto sería menos frecuente en el caso de medianos a grandes productores, ya que disponen de mejor apotreramiento y mayor equilibrio entre la dotación ganadera y la disponibilidad de tierras de invernada y veranada.

*Deterioro del renoval arbóreo por ramoneo excesivo en áreas de ecotono, y aún en el bosque

húmedo. La ganadería ovina ha sido la principal causa de la regresión de los cipresales en las áreas de contacto bosque-estepa (Veblen y Lorenz, 1988) durante la primera mitad de este siglo. La sustitución de ovinos por vacunos y la descarga parcial de campos sobrepastoreados permitirían sin embargo una recuperación del bosque en estas áreas (Doll, com.pers.).

*La migración de pobladores rurales a las ciudades, el deterioro de los precios agropecuarios, la

mayor facilidad de acceso a alimentos elaborados, habrían estimulado a una disminución de las

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existencias ganaderas, particularmente entre los pequeños productores. Con ello se estaría perdiendo la tradición de traslado a campos altos de veranada -menos gente dispuesta a establecerse allí durante meses, rebaños más pequeños, etc.- que es necesaria en la mayor parte de los casos para la recuperación anual de los predios, acentuando su deterioro.

*El desencadenamiento de procesos erosivos, con desprendimientos en laderas; surcos de

erosión; quemazones de campos y montes, potenciados en una u otra forma por el sobrepastoreo, habrían fragilizado el ambiente afectando la resiliencia de los ecosistemas boscosos utilizados.

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Desarrollo Forestal en Chile y Argentina El desarrollo forestal en la región se remonta a la ocupación del territorio por colonos europeos, que desde 1880 ocuparon extensas áreas al sur del Río Bío-Bío (Lara et al., en: Armesto et al., 1995) en Chile, y pocos años más tarde en los bosques Cordilleranos de la Argentina. Para su emplazamiento, se explotaron los bosques con fines de abastecimiento de leña y carbón, y de madera para la construcción de vivendas y otras obras civiles. Sin embargo, la principal causa de destrucción de los bosques nativos habría sido el rozado para habilitación de terrenos agrícolas (Dimitri, 1972; Lara et al., en: Armesto et al., 1995). A partir de este siglo comienzan a implantarse forestaciones de Pinus radiata con fines industriales en Chile, inicialmente con el objeto de abastecer a las minas de Lota (VIII Región), y más tarde, a partir de 1930 con destino a aserrío (Lara et al., en: Armesto et al., 1995). Desde 1940 en adelante la forestación con Pinos y más tarde con Eucalyptus spp toman gran impulso, concentrándose en la Cordillera de la Costa, entre Arauco y Concepción. A partir de la promulgación del Decreto Ley 701 de promoción de la forestación (1974), las plantaciones de pino se extienden hacia la Cordillera de los Andes y hacia el sur del país, conformando la distribución actual de estos bosques y agregando un factor gravitante importante en la sustitución de bosques nativos degradados o en regeneración. El aprovechamiento del bosque nativo ha seguido técnicas de extracción y aserrío tradicionales, con pequeñas industrias locales de tecnología simple, y una producción principalmente destinada al mercado interno o a la exportación a países limítrofes. Desde mediados de los años ‘80, el desarrollo del mercado de astillas con destino a Japón, aumentó el interés de las grandes empresas en la explotación de los bosques nativos. Una evolución similar se habría registrado en la Selva Paranaense argentina (Laclau, 1994), donde al aprovechamiento intensivo de los bosques nativos y la expansión de la frontera agropecuaria, siguió el desarrollo de plantaciones de otras especies de pinos. En la Región Andino Patagónica, los esfuerzos iniciales de plantación fueron dedicados a la ornamentación en ciudades y paseos públicos, y a la creación de montes de protección en campos ganaderos. A partir de los años 1930/1940, el Srvicio de Parques Nacionales y la ex Administración Nacional de Bosques (luego Instituto Forestal Nacional), instalan estaciones forestales con viveros y plantaciones de coníferas exóticas -y también de especies autóctonas- de carácter experimental, en localidades cordilleranas al norte de la región, en San Martín de los Andes, Isla Victoria, El Bolsón y Trevelin. La forestación con fines industriales tuvo lugar recién a partir de 1970, favorecidas por las primeras leyes de promoción a la actividad específicamente destinadas a la creación de bosques implantados con fines industriales. Si bien ocurrieron sustituciones de bosques nativos, particularmente en el sur de Río Negro y Norte de Chubut, no ha sido esta acción una constante en el crecimiento de la superficie plantada. La forestación en forma más o menos intensiva se realiza en la región dese hace unos quince años, con fluctuaciones en la tasa anual -que actualmente oscilaría en las 3.500 has.- debidas en parte a ausencia de proyectos industriales de importancia y a inconvenientes en la percepción de las bonificaciones de los regímenes de promoción (Ley 21.695) previos al actualmente en vigencia. Para Chile la foresto-industria es uno de los pilares de su economía. Hacia 1995 contaba con una superficie total de plantaciones de 1.700.000 has., compuesta por un 76 % de Pinus radiata, 16 % de Eucalyptus spp, y 8 % de otras especies. Para sus planes anuales de forestación cuenta con un total de 314 viveros que producen 247.700.000 plantas. El 70% de las plantaciones crece entre la

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VIII y X Región (Cuadro nº3.6). La ocupación de mano de obra de la industria forestal en 1994 fue de 95.000 personas en todo el país (28.000 personas solamente en el sector forestal primario en las Regiones VIII a XI), discriminadas en un 39% en tareas de silvicultura y aprovechamiento; un 13% en el sector de servicios, y un 48% en industria (INFOR, 1996). La industria secundaria de manufacturas de la madera ocuparía además otras 70.000 personas. En cuanto a su importancia comercial, en el año 1995 Chile habría exportado productos forestales por valor de 2.369 millones de dólares, con alta participación de la celulosa (Gráfico nº 3.3), conformando el tercer rubro exportador, luego de la minería y la industria. El alto dinamismo del sector forestal chileno se aprecia en sus tendencias. Durante el período 1986-1995, la tasa de crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) forestal superó en promedio a la del PBI total, lo mismo habría ocurrido con el incremento del ritmo de exportaciones, que además, revelan una tendencia alcista frente a otros sectores estables o en retroceso (INFOR, 1996). El crecimiento exportador estaría acompañado por un alta diversificación de productos y países compradores. Hacia 1985 Chile exportaba 205 productos forestales a 61 países; diez años más tarde lo hacía a 86 naciones, con 462 productos. Este boom de crecimiento enfrenta en la actualidad importantes disyuntivas: por un lado, la inversión en investigación científica y tecnológica en el sector es baja respecto de la que se realiza en otros rubros de la producción y muy baja respecto de los países desarrollados. La competitividad internacional podría verse afectada si persiste este atraso en inversión en un aspecto clave para mantener e incrementar los mercados internacionales. Por otra parte se estima que la demanda de mano de obra crecería en los próximos cuatro a cinco años en un 60% si persisten las tendencias de expansión forestal. En las condiciones actuales de bajo nivel de desempleo y crecimiento global, esto significará una importante alza en los salarios, que no podrá ser afrontada por algunas empresas. Por ello, muchas de ellas han comenzado a incrementar su nivel de mecanización y automatización en el aprovechamiento y la industria (INFOR, 1996). En este contexto, el impacto sobre el ambiente en las faenas forestales podría verse incrementado.

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GRAFICOS 3.3 Y 3.4

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Aprovechamiento del Bosque Nativo Con la promulgación del Decreto-Ley 701 en Chile, en 1973, de subsidio a las forestaciones con fines industriales, el establecimiento de plantaciones en el mencionado país tomó un ritmo ascendente. Se estima que como consecuencia directa de esta política, se habrían eliminado entre 150.000 y 250.000 has. de bosques nativos en el sur del país (Zañartu, 1989 en: FVSA, 1995; Ramírez en: Cortés, 1996). La tasa de deforestación actual en Chile, estimada en 50.000 has. anuales no reflejaría suficientemente la amenaza que se cierne sobre alrededor de 500.000 has. de bosques de lenga, bajo el control de corporaciones forestales exportadoras de madera astillada (FVSA, 1995). En el Gráfico nº3.4 se observa la evolución del consumo de madera en trozas con destino a industria, y a leña. En este último caso, aproximadamente el 60% de las extracciones (más de 6.000.000 m3 en 1995) corresponde a maderas nativas (INFOR, 1996). En la Argentina, la explotación forestal de los bosques del sur del país reviste características tradicionales. Algunas especies, como la Lenga y el Ciprés en la Comarca Andina del paralelo 42ºS (Localidades de El Bolsón, Lago Puelo, Epuyén y otras), o el Raulí y la Araucaria en los departamentos de Aluminé, Huiliches y Lácar en Neuquén, han sido sometidas a una fuerte presión extractiva entre los años 1920 y 1970 (Lebedeff, 1942; PNEF, 1995a, 1995b). En Neuquén, única provincia Argentina con bosques de Araucaria araucana, esta especie fue intensamente explotada en el departamento Aluminé. En un período de 35 años, entre 1957 y 1992, se habrían extraído más de 220.000 m3 de madera rolliza, con destino a debobinado y a aserrado (Pozo, 1993). Otras especies nativas han sido aprovechadas en menor medida. La tendencia actual de extracción es descendente, debido a que por una parte, se encuentra protegida la Araucaria; se ha suspendido la corta de Ciprés de la Cordillera en el territorio neuquino -en jurisdicción de Parques Nacionales está permitida su corta en propiedad privada, sujeta a normas de ordenación forestal- Por otra parte, la industria maderera tradicional ha declinado por diferentes motivos, con relativamente baja actividad, destinada principalmente a abastecer la demanda local (PNEF, 1995a, 1995b). De acuerdo con informes publicados por el Plan Nacional de Extensión Forestal (1995a; 1995b; 1995c; 1995d; 1995e) las extracciones con fines industriales se han orientado a la obtención de trozas de aserrío procesada en pequeñas industrias locales . En el Cuadro nº3.5 puede observarse la producción en metros cúbicos de madera rolliza -en su mayor parte destinada a aserrío- y de leña, en las localidades cordilleranas al norte de la Región Andino Patagónica. Al respecto cabe señalar que, si bien las extracciones de madera de pinos son aún exiguas, su utilización va en aumento, acorde con la edad de las plantaciones - que en promedio no superan aún los 15 años-. Las trozas obtenidas de estas maderas provienen de raleos tempranos y de los escasos montes maduros. El aprovechamiento de especies nativas, si bien es relativamente bajo -el total de la producción de madera rolliza citada en el Cuadro nº3.3 podría abastecer a una mediana planta industrial- moviliza recursos locales y sostiene a una cantidad de pequeños aserraderos de tecnología tradicional y baja productividad. Las extracciones de leña superan ampliamente a las de madera industrial, a pesar que las mayores poblaciones de la zona tiene provisión de gas natural. Sin embargo, gran parte de la leña extraída abastece las necesidades de poblaciones de la estepa

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patagónica, donde la carencia de material combustible es muy alta, y se materializa en buena medida a través de planes gubernamentales de asistencia social. CUADRO Nº3.5 APROVECHAMIENTOS FORESTALES EN LOS BOSQUES ANDINO PATAGONICOS DE NEUQUEN, RIO NEGRO Y CHUBUT - Año 1994 AREA BOSQUES NATIVOS PLANTACIONES TOTALES

MADERA ROLLIZA LEÑA ROLLIZOS DE PINOS

Sur de Neuquén 9.694 s/d 3.169 12.863 S.C. de Bariloche 2.994 12.000 1.130 16.124 El Bolsón 12.197 20.495 2.606 35.298 Noroeste de Chubut 11.400 14.200 5.900 31.500 Chubut Centro 13.400 45.300 s/d 58.700

TOTALES 49.685 91.995 12.805 154.485

Unidades en metros cúbicos - Fuente: PNEF ( 1995a, 1995b, 1995c, 1995d, 1995e)

La Caña Colihue también ha sido aprovechada, particularmente en el norte de la Región, donde se han localizado obrajes en propiedades privadas y en concesiones provinciales o de Parques Nacionales (APN, 1985; Pozo, 1993). En la provincia de Neuquén, la producción anual de cañas habría oscilado en las 800.000 unidades anuales (Gráfico nº3.5), destinadas en su mayor parte a manufacturas artesanales de mueblería, en Buenos Aires y otras ciudades del país. En la actualidad, las extracciones de cañas tendrían menor relevancia, en parte debido al escaso desarrollo comercial que la actividad ha tenido -en general se ha tratado de un aprovechamiento primario, con canales de venta simples y escaso valor agregado a sus manufacturas- , y que no permitiría competir con similares productos importados, y también por cambios en la politica de concesiones forestales de la Administración de Parques Nacionales.

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GRAFICO 3.5 Y 3.6

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El Marco Legal para el Aprovechamiento Forestal En la Argentina, desde la promulgación de la Ley de Defensa de la Riqueza Forestal Nº13.273 en el año 1948, el aprovechamiento de los bosques nativos a estado sujeto a normas de conservación, en general utilizándose el criterio de rendimiento sostenido, es decir, el usufructo del crecimiento periódico del bosque (la “renta” natural) sin afectar al patrimonio forestal. Para aquellos años, las actuales provincias patagónicas eran Territorios Nacionales, de modo que esta ley -de adhesión voluntaria por las provincias argentinas- les alcanzaba en plenitud. Algunas exigencias de esta norma (recientemente actualizada) que demuestran el sentido de conservación de los bosques, en una época en que aún se consideraban a los recursos naturales como virtualmente inagotables, son los siguientes: * Obligatoriedad a la ciudadanía de combatir incendios forestales * Clasificación de los bosques según su aptitud dominante: bosques permanentes; protectores;

experimentales o productores. Los dos primeros tienen mayor valores ecológicos o sociales, por lo tanto no estarían sujetos a aprovechamiento, salvo de manera muy restringida, de modo que no se vea afectada su función.

* Determinación de cupos de extracción de frutos del bosque (semillas, cañas, etc.) * Aprovechamiento forestal sujeto a la ejecución de planes de ordenación forestal, que aseguren

su perpetuidad y rendimiento sostenido. La misma ley crea el organismo de administración de las políticas de Estado en materia forestal: la Administración Nacional de Bosques, más tarde transformada en el Instituto Forestal Nacional, que fue disuelto a principios de los años ‘90 con motivo de la reforma del Estado. Actualmente sus funciones a nivel nacional le competen a distintos organismos; por un lado las políticas relativas a los bosques nativos están a cargo de la Secretaría de Estado de Recursos Naturales y Ambiente Humano a través de su Direccción de Recursos Forestales Nativos (de la misma Secretaría depende la Administración de Parques Nacionales); por otra parte las relacionadas con los bosques implantados son ejecutados por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación (SAGPyA) en su Dirección de Producción Forestal. Finalmente, los aspectos relativos a la investigación y experimentación forestales son desarrollados por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), organismo descentralizado de la SAGPyA. Esta intrincada estructura de administración de los bosques adolece de un mecanismo claro de coordinación para la implementación de sus acciones. Además, cada provincia tiene una dependencia específica de administración de sus bosques, que incluye a los de sus áreas protegidas. Se trata de Direcciones de Bosques y Parques Provinciales -o denominaciones equivalentes- dependientes de un Ministerio o Secretaría de Gobierno. Las provincias patagónicas se han adherido a la Ley Nº 13.273 a través de leyes o decretos provinciales. Asímismo, sus leyes de bosques son similares a la nacional en cuanto a la voluntad de conservar el patrimonio forestal bajo un aprovechamiento técnicamente sustentable, tanto en bosques fiscales como en privados. En Neuquén, la Ley de Bosques vigente, Nº1.890/91 añade a las exigencias de protección y aprovechamiento de los bosques, que “en el manejo de bosques se contemplará la conservación de flora y fauna autóctona”(Art.10º); también que “Se promoverán actividades innovadoras que

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coadyuven a la defensa, protección y expansión de los bosques nativos e implantados y/o el aprovechamiento racional e integral de sus productos”(Art.11º). Por otra parte, en el Art.25º establece que los ejemplares aislados o agrupados de Araucaria araucana tendrán un tratamiento de bosques permanentes, quedando su corta prohibida, a menos que se trate de ejemplares muertos o dañados, y para su aprovechamiento obre un informe técnico fundamentado. Asímismo declara de interés las tareas de investigación y experimentación forestal, y el fomento de la creacion de consorcios para lucha contra incendios. La ley nº1.034, que regula la protección y aprovechamiento de la fauna silvestre en la misma provincia, fue promulgada en el año 1977. En ella se declara de interés provincial la protección, conservación y aprovechamiento racional de la fauna salvaje en la jurisdicción. Río Negro se adhirió a la legislación nacional con la Ley Nº757/72, reglamentada al año siguiente. Por otra parte, la provincia de Chubut lo hizo por medio de la Ley Nº124/59. Las normas de regulación de concesiones forestales en esta jurisdicción datan de 1976 (Ley Nº1.385), aunque con posterioridad, (Ley 3.748/92) suspende nuevas concesiones de bosques naturales. Corradini et al.(1993) encuentran que en el valor fijado para los aforos de maderas nativas no se refleja su verdadero valor, y por lo tanto -dados su crecimiento y turnos de corta- serían relativamente más baratas que las maderas de pinos. La Dirección de Bosques y Parques de esta Provincia, conjuntamente con el Consejo Federal de Inversiones (CFI), elaboró un estudio de “Normas para la Elaboración de Planes de Manejo y Ordenación Forestal., Bases para su Implementación” basado en experiencias de manejo forestal técnica y científicamente fundamentadas. En ellas se establecen pautas referidas a los tratamientos silvícolas más adecuados en función de factores estructurales y ambientales del bosque. Por Disposición de la DGBP (Nº 79/92) se exige para el aprovechamiento de bosques la presentación de planes de manejo avalados profesionalmente con la utilización de estas Normas como guía. La Provincia de Santa Cruz, con su Ley de Bosques Nº65/58, declara de interés público la defensa, mejoramiento y ampliación de los bosques espontáneos. Asímismo exige la presentación de estudios técnicos pertinentes para su aprovechamiento y establece la prohibición de aprovechar bosques de desarrollo incompleto -en regeneración-, a menos que ello responda a tratamientos silvícolas de liberación para favorecer su crecimiento. Por medio de la Ley Nº1.038/76 esta Provincia se adhirió a la Ley Nº13.273. En Tierra del Fuego, la Ley de Bosques Nº145 de 1994 y sus ampliaciones y reglamentación (Decreto Nº802/95; Decreto Nº1341/96 y Anexo, Ley Nº202/97) agregan a la norma nacional aspectos de interés para la conservación de los bosques, como los siguientes: * Se exigen planes de manejo forestal para aprovechamientos en áreas donde se efectúe uso

silvopastoril del recurso. * Se priorizan aquellos proyectos de aprovechamiento de bosques que generen un mayor valor

agregado local. * Se prohíbe el astillado de trozas que pudieran ser aptas para aserrío. * Se prohíbe el pastoreo en bosques degradados o en regeneración. * Se suspenden nuevas concesiones de bosques fiscales hasta tanto se complete el Inventario

Forestal Provincial, limitándose las concesiones actuales a una superficie máxima de 5.000

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hectáreas y un plazo de 20 años (anteriormente eran hasta 30.000 hectáreas y 30 años de concesión)

* Se exige la protección de franjas boscosas en riberas del mar, ríos o lagos; bordes de rutas y turbales o bosques con pendientes pronunciadas. También se determinan pendientes y anchos máximos para caminos forestales.

* Todos los planes de manejo forestales deben ajustarse a la ley de medio ambiente provincial, exigiéndose estudios de impacto ambiental a proyectos que involucren una superfice de bosques mayor a 500 has. Asímismo se determina una validez de cinco años para los planes, con una revisión obligatoria al 50% de su ejecución, y la instalación de parcelas experimentales para monitoreo.

Integrando estas leyes con las relativas a la conservación de la fauna nativa (Leyes Nº137/94; 101/93, etc.) se advierte una preocupación marcada del Estado Provincial en la protección del ambiente. Por su parte, la Administración de Parques Nacionales creó hace aproximadamente tres años un “Reglamento Forestal para los Monumentos Naturales, Parques y Reservas Nacionales de la Región Andino Patagónica”, en la cual establece normas -en general de carácter más estricto y preciso que las provinciales- de aprovechamientos forestales en tierras de su jurisdicción de dominio público y de particulares. Queda prohibida a partir del mismo la forestación en sus áreas protegidas con especies exóticas. La promoción a las forestaciones a través de regímenes nacionales o provinciales es uno de los pocos aspectos efectivamente aplicados de la Ley Nº13.273. Según Corradini et al. (1993) sus “resultados parecieran mediocres en comparación con otras realidades y muchas veces del todo contradictorios en relación al objetivo principal de la ley: la Defensa de la Riqueza Forestal”. El sistema de promoción nacional vigente, corresponde a la Resolución Nº778/92 de la Secretaria de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación y sucesivas actualizaciones, mediante la cual en la Región Andino Patagonica se promociona la forestación con coníferas a secano, estableciendo especies promocionadas, densidades y prendimiento esperado para optar a un subsidio efectivizable a los 18 meses de plantación. Estas normas constituyen un sustancial avance respecto de regímenes anteriores, en cuanto a la eliminación de estímulos al desmonte, la zonificación de áreas aptas para forestar y la promoción de sistemas de plantación de densidades medias, que permiten un manejo silvopastoril y conservan más características naturales del ecosistema intervenido. Cabe señalar que las forestaciones actuales se llevan a cabo casi en su totalidad en campos de estepa subhúmeda, en áreas subandinas de las Provincias de Neuquén, Río Negro y Chubut. Esta última provincia ha implementado paralelamente su propio régimen de promoción a la forestación con exóticas, en condiciones similares al nacional, y de opción alternativa. La Provincia de Santa Cruz también ha creado un plan provincial para la financiación de compra de plantas con destino a formación de cortinas forestales en áreas de riego (con Salicáceas) (DBPSC, 1995). Debe señalarse finalmente que el sistema de promoción forestal nacional actual, tiene una línea para financiamiento de forestaciones de pequeños productores, en la cual es aceptada la plantación de especies nativas en menor escala. En Chile, ya en 1873 el Reglamento General de Corta incorpora restricciones a la explotación de los bosques y se refiere a su conservación y fomento (Lara et al. en: Armesto et al., 1996). Pese a

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estos esfuerzos por controlar la destrucción de los bosques nativos con motivo de la colonización europea y la expansión agrícola del territorio, las pérdidas de bosques en las primeras décadas de este siglo fueron sustanciales, particularmente en el Valle Central, y la Precordillera. La Ley de Bosques de 1931 (Decreto nº 4363 del Ministerio de Tierras y Colonización), que regulaba las concesiones en Reservas Forestales del Estado, introdujo restricciones de manejo y de utilización del Fuego(Donoso y Lara en: Armesto et al., 1996). Los mismos autores señalan el escaso complimiento de estas normas. Tembién este decreto eximía de impuestos territoriales a los terrenos con plantaciones artificiales durante 30 años (CORMA, s/f). Las normas elaboradas con posterioridad atienden principalmente al fomento a la forestación, introduciendo facilidades tributarias, como el Decreto de Hacienda nº4790 de 1962, relativo a la revalorización de plantaciones. Ya en la década de 1970, a través de la Ley de Reforma Agraria, se establece la inexpropiabilidad de predios con plantaciones forestales; en el caso de terrenos con aptitud forestal se exige la aplicación de un programa de reforestación si están desarbolados, o de manejo bajo un plan de ordenación si tienen bosques nativos. Como mecanismos de incentivos a la forestación se instrumentan diversas herramientas, tales como préstamos con bajo interés y largos plazos, mecanismos de compra anticipada de madera por la Corporación de Fomento a la Producción (CORFO), o convenios entre el Servicio Agrícola y Ganadero y propietarios de tierras para el establecimiento de plantaciones (CORMA, s/f). En el año 1974 se promulgó el Decreto Ley 701, con el cual la forestación con Pinos y otras especies exóticas toma gran impulso. Esta norma, que continúa en vigencia, establecía bonificaciones no reintegrables a la plantación , subsidiando hasta un 70% del costo estimado de establecimiento de plantaciones. Indirectamente se transformó en una importante causa de pérdida de bosques nativos, ya que autorizaba el rozado de la vegetación leñosa autóctona para reforestar. CODEFF (1992) estima una pérdida por este desarrollo de 150.000 has. de bosques nativos aunque otras estimaciones consideran una cifra muy superior (FVSA, 1995; Lara et al., 1995). Por otra parte, la regulación de los aprovechamientos en estos bosques se ha realizado en base a la clasificación propuesta por Donoso en 1981 (utilizada parcialmente en este informe para la representación de los bosques de la región). Las especies Alerce y Araucaria han sido declaradas Monumento Natural y se encuentra prohibida su comercialización por la Convención Internacional de Especies Silvestres (CITES) Amenazadas. La administración estatal relativa a los recursos forestales nativos e implantados compete a la Corporación Nacional Forestal, con jurisdicción nacional. De este modo, las políticas de protección -ejecutadas por el Departamento de Areas Silvestres Protegidas de CONAF- y las de desarrollo se ejecutan desde una misma dependencia gubernamental. Sin embargo ello no resuelve los conflictos con las organizaciones defensoras de los bosques nativos y las corporaciones empresariales de la foresto-industria, ya que ambos sectores -particularmente el primero- encontrarían sesgada la postura estatal en lo forestal. En virtud del desbalance entre los mecanismos promocionales disponibles para la forestación con exóticas y la falta de medios para incentivar la producción y la recuperación de bosques nativos (que a su vez son afectados por el subsidio forestal vigente), desde 1992 se encuentra en tratamiento parlamentario un proyecto de ley de fomento y recuperación del bosque nativo. Algunas voces del sector empresarial, representados por la Corporación de la Madera (CORMA)

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se han levantado en contra del mismo, dado que impondría restricciones al uso de los bosques en propiedad privada. Schmidt, (en: Cortés, 1996) ha cuestionado este proyecto destacando que el mismo se centra en los incentivos al manejo, en desincentivos a la forestación con exóticas y restricciones a la sustitución de bosques nativos, sin tratar adecuadamente la globalidad del problema de los bosques nativos, que involucra también la agricultura de subsistencia, la ganadería en el bosque y la presión por leña. Por otro lado, se cuestiona también la efectividad del control necesario cuando la capacidad de CONAF en ese aspecto es muy limitada (Hartwig, en: Cortés, 1996). Las Plantaciones con Pinos y Eucaliptos Tanto en la Argentina como en Chile, el desarrollo forestal se ha orientado a la plantación de especies de rápido crecimiento, en general, coníferas del hemisferio norte y eucaliptos. A partir del floreo de bosques nativos, el desmonte con fines agrícolas y la vinculación vial de los bosques con los grandes centros urbano-industriales, ambos estados impulsaron la reforestación con maderas de fibra larga, en tanto se instalaban las primeras industrias de celulosa y papel. En la Argentina, el centro de desarrollo foresto-industrial se localizó en la provincia de Misiones a partir de los años ‘50 (Laclau, 1994), extendiéndose al Delta Paranaense y luego a Concordia. La Patagonia tenía desventajas ecológicas, de infraestructura vial e industrial, y su poblamiento era escaso y reciente. Sin embargo, algunas especies como la Araucaria y el Raulí, llegaron a ser intensamente explotados y comercializados en Buenos Aires. En Chile, los grandes centros industriales y las forestaciones se establecieron en los bosques templados al sur de Santiago, próximos a las ciudades de Chillán, Los Angeles y Concepción. Progresivamente se fue extendiendo el radio de plantaciones, ocupando tierras de la IX y X Región, con proyectos actuales de instalación de plantas celulósicas en cercanías de Valdivia y Osorno. La superficie total plantada en la actualidad en Chile es de aproximadamente 1.700.000 has. con amplia participación de forestaciones entre la VIII y X Región (Cuadro nº3.6). CUADRO 3.6 SUPERFICIE DE LOS BOSQUES NATIVOS Y CULTIVADOS POR REGION ADMINISTRATIVA EN EL SUR DE CHILE

REGION BOSQUES BOSQUES CULTIVADOS RELACION

ADMINIST. NATIVOS PINO RADIATA EUCALYPTUS TOTAL PLANTACION

./ B.NATIVO

VIII 401.700 642.593 107.712 750.305 1,87 IX 509.600 224.771 67.626 292.397 0,57 X 3.592.600 114.253 39.474 153.727 0,04 XI 1.686.000 - - 30.000* - XII 1.059.000 - - - -

TOTAL 7.248.900 981.617 214.812 1.226.429

Fuente: INFOR, 1995 * Corresponde a plantaciones de Pino Contorta, Pino Ponderosa y Pino Oregón en Coihaique

Puede apreciarse que la magnitud de forestación practicada en la VIII Región -a lo que se suma la intensa deforestación con fines de colonización en el siglo pasado, la agricultura campesina con

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quemas anuales, y la eliminación de bosques nativos degradados con fines de reforestación- ha sido tal que por cada hectárea de bosque nativo remanente habría 1.87 has. de plantaciones con Pinos y Eucalyptos. En el Gráfico nº3.7 puede observarse la evolución de la tasa anual de plantaciones de Pino Radiata y de otras especies (con predominancia de Eucalyptus spp) para todo el país en los últimos 20 años. El ritmo de forestación con Pinos ha oscilado en las 65.000 has. anuales, manteniéndose más o menos estable, en tanto que las plantaciones de Eucaliptos han cobrado un fuerte impulso a partir de los años ‘90, pasando de 12.000 has. en 1978, a 37.000 has. en 1995 (INFOR, 1996). Desde el punto de vista ambiental, esta tendencia a aumentar la superficie forestada con distintos Eucaliptos reviste suma importancia, ya que los modelos productivos basados en esta especie, utilizan una gran cantidad de productos químicos, en los viveros para control de enfermedades fúngicas, y en la plantación para eliminar la competencia de malezas. Con el mismo fin de control de malezas se aumenta el grado de intervención mecánica en el terreno. De este modo, las plantaciones se manejan prácticamente como cultivos agrícolas, afectando los procesos ecológicos de reciclado de nutrientes o de regulación hídrica, y contaminando aguas superficiales y subterráneas. Si bien el Decreto-Ley 701 promovió la forestación hacia un amplio espectro de beneficiarios, en la práctica el crédito forestal fue utilizado principalmente por grandes empresas forestadoras (Benedetti, 1996). Los productores tradicionales -fundos- han aprovechado parcialmente los beneficios de la promoción forestal, manteniendo actividades ganaderas o la explotación del monte nativo. Los pequeños productores no reunían las condiciones legales ni disponían de elementos suficientes como para superar las dificultades administrativas y financieras de la ejecución de tales proyectos. Como consecuencia de ello, en el sector forestal las corporaciones (muchas de ellas son asociaciones de capitales chilenos con neozelandeses, japoneses y norteamericanos) controlan la industria y la mayor parte de las plantaciones (una sola empresa, maneja aproximadamente unas 500.000 has. de forestaciones de pinos). Las grandes empresas compran tierras para plantación como estrategia de abastecimiento de sus industrias. Como los mejores suelos forestales se encuentran ocupados en la actualidad por bosques cultivados en producción o por bosques nativos empobrecidos, se compran tierras a pequeños productores, desalentados por sus magras posibilidades, ocurriendo un proceso de concentración de la propiedad. En algunos casos las empresas compran la tierra ya desmontada, pagando un valor superior al campo con bosque (Verscheure, com.pers.). De este modo se transfiere la responsabilidad por la corta a los campesinos, que en forma creciente migran a las ciudades cercanas.

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Los Nuevos Inversores en Tierras Forestales de la Región Con la globalización de los mercados y el incremento de participación de ambos países en el intercambio económico y social con otros países, una cantidad creciente de inversores extranjeros ha sido atraída a la compra de tierras con bosques nativos, o con potencial forestal. Las motivaciones en general se han centrado en la oportunidad de aprovechar bajos precios de la tierra -en valores relativos a otros lugares de similar productividad-, el desarrollo de una aceptable infraestructura de transporte y comunicaciones, la disponibilidad de grandes extensiones de campos o de bosques para emprendimientos agroindustriales o forestales, y una legislación favorable a la inversión externa, con mecanismos de flexibilización laboral, posibilidad de girar utilidades, mecanismos de promoción a la actividad forestal, etc.- Asímismo, las restricciones a la actividad forestal operadas en otros países, debido a la alta presión social en contra de la explotación de bosques tropicales, o al incremento de la protección de los bosques del noroeste de Estados Unidos con fines conservacionistas, han facilitado el ingreso de capitales para el desarrollo de proyectos forestales locales. También algunas personas se han interesado en los bosques del sur con la idea de adquirir propiedades en uno de los lugares más bellos y ambientalmente más saludables del mundo. La presencia de bosques escasamente alterados y la posibilidad de mantener áreas de conservación y de esparcimiento -a un precio aún accesible y con altas posibilidades de incrementarse significativamente- están produciendo un cambio en la propiedad de la tierra en ambos países, que no tiene antecedentes en este siglo. En la Argentina, algunas empresas familiares (primero alemanes; más tarde noruegos, suecos, norteamericanos) adquirieron desde fines de los años ‘70 algunas estancias medianas en áreas cordilleranas del sur de Neuquén. Además de contar con sitios de singular atractivo y con múltiples posibilidades recreativas -particularmente aptas para la caza del Ciervo Colorado y la pesca-, también se interesaron en forestar con coníferas, aprovechando parcialmente el régimen de subsidios forestales. En estas propiedades, que en conjunto superan las 25.000 has. en los alrededores de San Martín y Junín de los Andes, se ha instalado un núcleo de plantaciones de Pino Ponderosa y Pino Oregón de unas 8.000 has., que se suman a otros emprendimientos de estancias y empresas cercanas. En general, y por tratarse de personas interesadas en disponer de un sitio alternativo de descanso, los proyectos de forestación contemplan formas de manejo de bajo impacto ambiental, con disposición a conservar los bosques de protección -nativos e implantados- en sitios desfavorables, el mantenimiento de cobertura forestal protectora en los sitios a aprovechar, y una rotación lenta, a efectos de obtener madera de mayor diámetro y calidad. Varios de estos productores han manifestado su interés en reforestar con especies nativas -las especies más promisorias por su aptitud ecológica y calidad serían el Ciprés de la Cordillera y el Roble Pellín- si existieran los mismos incentivos y tecnología de producción que disponen hoy los proyectos con pinos. Merece destacarse en ese sentido, el caso de un productor en el Valle de Meliquina, que ha forestado hace trece años, aproximadamente 250 has de Araucaria araucana, con fines de restauración ambiental. Otros extranjeros han adquirido estancias en la estepa patagónica, en cercanías a San Carlos de Bariloche. Uno de ellos (Grupo Benetton) posee una de las mayores empresas textiles del mundo, y se ha volcado a la producción de lana de alta calidad. Varias estancias de la Patagonia (adquiridas a la ex Compañía General de Tierras Sudamericana) pertenecen a este Grupo, incluyendo áreas de bosques marginales de Nothofagus spp, Ciprés de la Cordillera, y montes en

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galería con otras comunidades leñosas del ecotono. En uno de estos campos -la Estancia Leleque, en el norte de Chubut- y favorecida por el Régimen Provincial de Promoción a la Forestación de la Provincia de Chubut, esta empresa foresta anualmente unas 500 has. de Pino Ponderosa, en suelos sobrepastoreados pero de buena aptitud forestal. Entre 1995 y 1996 también se han vendido tierras con bosques en cercanías a San Carlos de Bariloche, tanto dentro de áreas de Parques Nacionales, como en su periferia. En estos casos, se ha tratado de personas ligadas al mundo artístico, que habrían comprado propiedades medianas con fines de descanso y esparcimiento. En la Provincia argentina de Tierra del Fuego, el Proyecto Río Grande para el aprovechamiento industrial de bosques nativos, de la empresa de origen norteamericano Lenga Patagónica S.A. (Trillium - Bayside), adquirió recientemente 70.000 has. de tierras, con un 80% de bosques de Lenga, promoviendo una discusión sobre el uso y destino de los bosques nativos del sur que prácticamente no existía en la Argentina. Poco tiempo antes, Trillium Corporation1 había comprado aproximadamente 250.000 has. de tierras con bosques en el sector chileno de Tierra del Fuego, también con el objetivo de su aprovechamiento industrial (Proyecto Río Cóndor). La propuesta, formulada en forma independiente a autoridades y a la comunidad de ambos países incluye la radicación de una industria de avanzada para producción de madera de calidad con destino a exportación y con certificación ambiental; para ello propone a través de sendos estudios de impacto la implementación de diferentes medidas de protección y mitigación, que aseguren un manejo sustentable y financieramente rentable de los bosques. Numerosas voces se alzaron sin embargo en contra de este proyecto; por un lado porque se trata “de la más grande y última reserva maderable de los bosques de la Argentina”(Cozzo, 1997); por otra parte, porque el proyecto, para satisfacer el nivel de materia prima requerido, sometería a intervención una cantidad importante de bosques en cortas de aclareo en tres tiempos, en un lapso de treinta años, a razón de 1.000 has. anuales. Además, los conocimientos técnico-científicos acerca del manejo de estos bosques son aún preliminares, y no permitirían prever las consecuencias de un proyecto de tal magnitud. Según Harald Schmidt, especialista en silvicultura de la Universidad de Chile, el Proyecto Río Cóndor arroja dudas sobre los volúmenes a aprovechar (que estarían altamente sobreestimados en el proyecto), el manejo de los árboles remanentes en el bosque, y las medidas para asegurar la regeneración, donde la alta cantidad de guanacos en la isla, ejercería una considerable presión sobre los renovales (La Prensa Austral, 1996; La Maga, 1996). En los últimos dos años, tanto en Argentina, como en Chile, la discusión con instituciones defensoras del medio ambiente, representadas por ONG’s locales o nacionales, y las autoridades gubernamentales ha sido intensa. No obstante ello, ambos proyectos se encuentran en vías de aprobación, en diferentes instancias -a la fecha de este informe, el Proyecto Río Cóndor habría llegado a la Corte Suprema, creando un conflicto de poder con la Comisión Nacional de Medio Ambiente (CONAMA), quién rechazó el estudio de impacto ambiental presentado; en tanto que en la Argentina estaría en estudio por parte de las autoridades de la Provincia de Tierra del Fuego, quienes autorizarían su implementación, tras realizar consultas con científicos especialistas en estos bosques. 1 Trillium Corp. es una empresa originaria de Washington, EEUU, que inició sus negocios forestales en los años ‘80 (hasta entonces actuaba como empresa inmobiliaria). Sus antecedentes en el cuidado del ambiente no serían los mejores; segun la ONG Habitat Watch, debido al uso de 2-4-D y otros herbicidas se habría convertido en la empresa más violadora de normas de calidad de aguas, reponsable del deterioro de ictiofauna (La Maga, 1996).

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En 1993 el norteamericano Douglas Tomkins adquirió en Chile continental, en la X Región al sur de Puerto Montt, aproximadamente 270.000 has. de tierras con bosques lluviosos siempreverdes, convirtiéndose en el segundo propietario privado de tierras en Chile. Su propiedad une la Cordillera de los Andes con el Océano Pacífico. La finalidad de este emprendimiento es la creación de un área natural protegida privada - el Parque Pumalín-, donde se estima que crecen el 78% de los bosques primarios remanentes de Alerce (Bowermaster, 1995). Este emprendimiento ha sido objeto de una dura oposición por algunos sectores de la sociedad chilena, debido a que una propiedad de capital extranjero divide en dos partes al país, aspecto irritante para militares y políticos de perfil conservador; se apropia del dominio de un 20% de una región administrativa de Chile -que incluye a sus bosques nativos de mayor valor-, y se abrigan dudas acerca de la finalidad real de esta compra, que podría alentar posteriormente un proyecto de aprovechamiento forestal. Como aspecto saliente de las nuevas inversiones en la Región, puede señalarse que existen objetivos diferentes por parte de compradores de alto poder adquisitivo, que aprovechando diferentes circunstancias favorables adquieren tierras para: - Emprendimientos agropecuarios tradicionales - Forestación en tierras de ecotono o estepa, con especies exóticas - Aprovechamiento de bosques nativos remanentes - Turismo y esparcimiento, particularmente relacionados con la caza y la pesca. Por otra parte, no es posible prever las consecuencias inmediatas del cambio de propiedad de la tierra asociada a un perfil inversor diferente del productor agropecuario tradicional. En todo caso, puede esperarse un aumento del valor de la tierra en la región, que afectará en diferentes sentidos a los poseedores actuales de tierras y a las pequeñas y medianas economías agroganaderas. El “descubrimiento” de una región aún escasamente visitada producirá también un impacto en el flujo de turistas extranjeros, afirmando de algún modo la vocación escénica del área, donde las áreas protegidas y la capacidad de oferta de servicios turísticos serán esenciales para este tipo de desarrollo económico. Sin embargo, el cambio en los precios relativos que este crecimiento trae aparejado, podría traer impactos negativos en las pequeñas economías de subsistencia o en las pequeñas empresas familiares de baja tecnología asociadas a la producción agropecuaria y forestal. No existe aún en la región una planificación del turismo más integrada a otros componentes del desarrollo, que permita aprovechar sus ventajas compensando a la vez los desequilibrios que pueda crear, tanto ambientales como sociales.

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4 - EL VALOR ECONOMICO DE LOS BOSQUES El Valor Económico de los Ecosistemas Forestales Los problemas y amenazas que sufren los bosques templados de la región han movilizado a la discusión sobre cual o cuáles son los valores que la sociedad busca proteger. En los últimos veinte años, la sociedad reclamaría en forma creciente, una mayor protección de los bosques, por motivos éticos (Paredes, 1995). Este cambio en la percepción de la escasez relativa de los recursos naturales, las divergencias entre las decisiones privadas de manejo de los bosques y el óptimo social; las distintas presiones que ejercen algunas jurisdicciones provinciales sobre los parques nacionales en la Argentina, o las empresas en Chile para someter a los bosques fiscales, privados o de áreas protegidas a un mayor nivel de aprovechamiento, ponen de manifiesto la necesidad de una evaluación integral de los recursos y funciones que proveen los bosques de la región, de modo de evitar cinscunscribir el debate únicamente a los aspectos económico-financieros. Los numerosos bienes y servicios que brindan los bosques al hombre son susceptibles de ser valorados, aunque sin duda los de protección ambiental son difíciles de evaluar (Letourneau, 1996). En el análisis de costo-beneficio privado, la contribución que los bosques realizan a la protección del suelo, la regulación hídrica o la purificación del aire, no es considerada, y por lo tanto, no forma parte de las variables de decisión de las empresas forestales (CFI-IFONA, 1987 en: Letourneau, 1996). Entre los motivos de ello se encontrarían la falta de un mercado formal para estas funciones, y también en que la apropiación de los beneficios ambientales -o el efecto de los daños ambientales-, se distribuye en el conjunto de la sociedad (Paredes, 1995). Estas funciones de los ecosistemas -no solamente los forestales- serían de utilidad para las economías internas de las propias empresas o comunidades locales (por ejemplo, la generación de energía hidroeléctrica en pequeñas usinas; la provisión de agua de consumo sin costo alguno de potabilización), y también apoyarían a economías externas, tales como la generación de electricidad de grandes represas, -En la Argentina, las represas del sur de Neuquén; la de Futaleufú (Chubut) y otras participarían en la generación de más del 38% del total de energía de este tipo a nivel nacional (Iglesias, 1997). Por otra parte, la enorme industria celulósica desarrollada en el sur de Chile no sería viable sin la posibilidad de contar con grandes volúmenes de agua y repositorios naturales de residuos contaminantes. A nivel de áreas protegidas, salvo algunas estimaciones del valor de los recursos forestales, o la aplicación de ecuaciones para el cálculo de sanciones por daños al medio ambiente, no se han desarrollado aún estudios que emprendan la valoración de las áreas protegidas o cálculos de costo-beneficio de la conservación (Burkart et al., 1997). En la Argentina, en 1995 se dictó un taller destinado a docentes y estudiantes de grado en tecnología forestal de la Universidad Nacional del Comahue, destinado a validar la metodología de Valor Económico Total (Pearce y Turner, 1990) sobre los bienes y servicios producidos en el área Lacar, del Parque Nacional Lanín. Los resultados -no publicados- de este ejercicio indicarían para el área que el valor de las funciones ambientales de este sector del Parque sería diez veces mayor que el de los servicios turísticos producidos en el lapso de un año y este a su vez superaría en diez veces el valor bruto de la producción maderera. Actualmente se están iniciando proyectos destinados a este fin,

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particularmente por la importancia que revisten las áreas protegidas de los Bosques Andino Patagónicos en el desarrollo turístico regional (Burkart et al., 1997) La metodología conocida como Valoración Económica Total (Pearce 1993; Pearce y Turner, 1990, Constanza et al. 1989) clasifica las funciones ambientales y productivas de los ecosistemas ubicándolas en las siguientes categorías: "regulación", "transporte -soporte", "producción" e "información". A cada una de estas funciones se le asigna valores ecológicos, valores sociales y valores económicos. Los valores ecológicos se componen de un valor de conservación y un valor de existencia. A la vez, los valores económicos se componen de "valor de consumo", de un "valor de producción" y de la contribución al empleo (de Groot,1992) (Cuadro nº4.1). De este modo, el valor económico total de un ecosistema podría expresarse como (Pearce y Turner, 1990): VET= VA + VO + VE , donde VET:es el valor económico total del sistema VA: es el valor de uso actual, es decir, de todos aquellos productos (bienes y servicios) que brinda el sistema para consumo humano, transables en el mercado o no, por ejemplo madera rolliza leña, servicios para recreación o esparcimiento, frutas, etc. VO: es el valor de opción, es decir; el de los potenciales beneficios directos que puede ofrecer un ecosistema y que no pueden hacerse efectivos debido al insuficiente conocimiento actual de los recursos o de las tecnologías necesarias de aprovechamiento. Típicamente es el caso de numerosos principios medicinales en las plantas, cuya probabilidad de existencia está directamente relacionada con la biodiversidad del ecosistema. VE:es el valor de existencia, es decir, el que tiene un sistema per se, independientemente de cualquier otra contribución al bienestar. Este valor está dado por la voluntad de la gente en invertir recursos en la conservación de animales, plantas o áreas completas de la Tierra, sin aspirar a usufructuarlas en forma alguna. Es apreciado por el ser humano como un valor de No Uso. Las unidades utilizadas suelen ser monetarias, aunque algunos autores (Constanza et al, 1989) trabajan sobre balances energéticos, transformando la energía fijada en la biomasa en unidades monetarias. De este modo es posible integrar el análisis económico con el ecológico. En general los métodos aplicados para la valoración de los ecosistemas priorizan algunas variables de mayor importancia relativa seleccionadas en base a conocimientos previos del area de estudio. CUADRO nº 4.1: VALORES QUE PUEDEN ATRIBUIRSE A FUNCIONES AMBIENTALES (de Groot,1992) VALORES ECOLOGICOS

VALORES SOCIALES

VALORES ECONOMICOS

FUNCIONES AMBIENTALES

VALOR DE CONSERVACIO

N

VALOR DE EXISTENCI

A

SALUD VALOR DE OPCION

VALOR DE USO CONSUNTIVO

VALOR DE USO PRODUCTIVO

EMPLEO

REGULACION

TRANSPORTE - SOPORTE

PRODUCCION

INFORMACION

VALOR TOTAL

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DEL AREA

Funciones Ambientales de los Bosques de la Región En base a la matriz propuesta en el Cuadro nº4.1, es posible considerar el Valor Económico Total de los bosques templados de la región. Dentro de las principales funciones de regulación de estos bosques, se encuentran: la protección de los suelos y de las cuencas hídricas; la regulación del ciclo del agua, la conservación de su biodiversidad, y la regulación microclimática. Respecto de la protección de suelos, debe considerarse que en toda la región el relieve es quebrado, con pendientes moderadas a fuertes y los suelos desarrollados in situ son incipientes, formados a partir de material rocoso erosionado o meteorizado, acumulados en pedemontes o abanicos (Etchevehere, en: Dimitri, 1972). Los depósitos de material volcánico, que conforman los suelos dominantes en el norte de la región, y desarrollan bosques nativos, se han estratificado sobre las montañas y por meteorización formaron arcillas de tipo alofánico -andosoles-. Muchos de estos suelos no son profundos, y se encuentran interrumpidos por rocas basálticas; por otro lado, su estructuración es débil, y aunque la retención de humedad es alta, se encuentran susceptibles a erosión hídrica en el período de lluvias o deshielo. En ese sentido, la cobertura arbórea juega un papel fundamental en la atenuación del impacto de las precipitaciones a través de la intercepción de los árboles y del mantillo, como en la retención de los suelos por su intrincado sistema radicular. La facilidad de establecimiento de algunas especies como el Ciprés de la Cordillera en suelos muy someros o en la roca, aseguran la fijación rápida de sitios descubiertos. Similar papel cumplen el Coihue y otras especies heliófilas en el caso de sitios húmedos y suelos algo más profundos. En áreas de precordillera donde la combinación de suelos sueltos, lluvias abundantes y pendientes moderadas a fuertes, determina una alta posibilidad de erosíon hídirica, se ha estimado -utilizando la Ecuación Universal de Pérdidas de Suelo por Erosión (USLE), de FAO- que la presencia de bosques semidensos de Roble Pellín, Raulí y Coihue evitaría la pérdida anual de 145 toneladas de suelo por hectárea (erosión potencial, que ocurriría al eliminarse la cobertura vegetal actual), manteniendo un nivel de erosión moderado, de 6 toneladas anuales por hectárea, es decir, 24 veces menor (Laclau, 1988). En Chile, Otero et al.(1994) estudiaron los efectos del reemplazo de bosque nativo por Pinus radiata la IX Región en la regulación hídrica de cuatro cuencas. Esta investigación verifica un menor rendimiento en agua -caudal entregado a la cuenca- y una menor regulación hídrica en las plantaciones que en el bosque nativo. Este último entregaría caudales superiores en períodos de déficit de lluvia y menores en períodos de precipitación intensa. A la vez, los sedimentos en suspensión medidos son mayores en áreas con plantaciones. Las consecuencias económicas de los efectos de la protección de los bosques sobre el suelo y el agua se expresarían in situ, en la productividad biológica de estos sistemas, como en la capacidad de soporte ambiental para poblaciones, rutas o industrias. Fuera de los bosques, la actividad agropecuaria de las áreas bajas adyacentes, se encuentra condicionada en buena medida al sostenimiento de esa cobertura. Por otra parte, el total facturado de energía producida por las represas hidroeléctricas de la Patagonia argentina -cuya existencia se encuentra fuertemente ligada a la presencia de bosques en las altas cuencas-, fue de U$S 390.000.000 en el período de

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un año (julio 1994/ junio 95) (Iglesias y Pérez, 1996). Los valores relacionados con la pesca deportiva y excursiones turísticas lacustres, también permitirían obtener una estimación del precio sombra del papel de la regulación ambiental de los espejos de agua de la región. Para la localidad de San Carlos de Bariloche y su área de influencia, Iglesias y Pérez (1996) determinaron un ingreso en concepto de gastos de pesca deportiva de U$S 8.000.000.- y un monto similar en la recaudación de pasajes en excursiones lacustres en el Lago Nahuel Huapi. La funciones de regulación ambiental guardan estrecha relación con los valores de existencia y de conservación del bosque, produciendo externalidades positivas difícilmente apropiables por los agentes privados. Paredes (1995) señala que por ser virtualmente imposible la creación de mercados formales para la fauna silvestre, la calidad del paisaje, la diversidad genética u otros atributos y funciones de los sistemas naturales, el Estado debe reservarse el derecho de propiedad de ellos, generando normas de utilización que preserven tales funciones. A principios de 1997, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) convocó a un encuentro de referentes de distintas instituciones gubernamentales y ONG’s, en temas de conservación y ecología, para delinear un proyecto -actualmente en estado de formulación- de valoración de los bienes y servicios producidos por los bosques del Sur de Neuquén y de Río Negro. Participó de esta reunión una economista del CATIE, especialista en valoración de ecosistemas tropicales, quién brindó su asesoramiento. En este taller, y en función de los conocimientos de los participantes y la información secundaria disponible, se determinó que las funciones ambientales de mayor valor que proveen los bosques del área considerada -que incluye los Parques Nacionales Nahuel Huapi y Lanín, con la mayor diversidad biológica de toda la Región Andino Patagónica argentina- son por una parte la regulación de flujos hídricos y el mantenimiento de la calidad del agua, y por otro lado el secuestro de carbono, el control de la erosión y el ciclaje de nutrientes (Schlichter, 1997). Las funciones de transporte-soporte son aquellas relacionadas con la viabilidad del ambiente para el desarrollo de la actividad humana. La disponibilidad de tierras de llanura, el abastecimiento de agua dulce, la regulación climática y la oferta de recursos para consumo humano, tales como la madera, áridos, o frutos del bosque hacen posible el asentamiento de población en la región. También estas funciones involucran a la capacidad de los ecosistemas para el desplazamiento y comunicación, en este caso a través de lagos y ríos. La geomorfología de la región, estructurada en una secuencia de valles transversales a la Cordillera de los Andes permite la vinculación caminera y fluvial entre Argentina y Chile, facilitando la integración política y económica. Como puede observarse en el Anexo VI, las principales poblaciones se encuentran en áreas de borde de los bosques, en ecotonos naturales o creados por deforestación, conciliando con ello la necesidad de suelos para agricultura y la oferta ambiental del bosque. Se puede tener una percepción más clara del valor de estas funciones observando las diferencias de densidad de población entre áreas de Cordillera o Pastizales Subandinos en la Patagonia argentina y la meseta patagónica. Este último sector está virtualmente desierto, debido a que las condiciones climáticas, el abastecimiento de agua y la oferta de recursos bióticos -fauna, leña o forrajes en este caso- son limitados o adversos para el desarrollo humano. Algo similar ocurre entre la cantidad de población asentada en el Sur de Chile (dos tercios del total nacional) y el resto de la Región, que salvo en la Región Metropolitana y algunas ciudades costeras del Pacífico

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-en economías más relacionadas con la pesca, la minería o el comercio-, no estaría tan densamente poblada como su región austral. Las funciones de producción de los bosques templados, -al igual que las demás- son múltiples y tienen su expresión económica tanto en el uso directo de los recursos -madera, frutos, fauna silvestre, servicios turísticos- como en el aprovechamiento de sus funciones ambientales desde las áreas periféricas, para el desarrollo de actividades agropecuarias, forestales o turísticas. Tal es el caso de las ciudades cordilleranas desarrolladas junto a los bosques en la Argentina -San Carlos de Bariloche; San Martín de los Andes; Aluminé; El Bolsón; Esquel; Calafate; Ushuaia- como de numerosas localidades del Sur de Chile, que crecieron merced al aprovechamiento forestal, agropecuario o más recientemente turístico -Concepción; Temuco; Villarrica; Osorno; Puerto Montt, etc.- Estas ciudades además guardan una estrecha relación, que redunda en el usufructo económico, con las áreas protegidas aledañas mediatizando sus relaciones a través de numerosas organizaciones intermedias, o de autoridades administrativas (Burkart et al., 1997) Las áreas protegidas en las categorías menos estrictas de conservación, revisten un valor prioritario de producción, sujeto a restricciones de conservación, es decir, proponiendo sistemas de manejo compatibles con el mantenimiento de las funciones ecológicas primordiales. En ese sentido constituirían un instrumento complementario de la conservación estricta, en tanto generarían un ámbito propicio para la conciliación del dilema conservación-desarrollo, constituyendo a la vez, áreas buffer entre espacios de utilización intensiva -quizá necesariamente deteriorante-, y áreas con alto grado de protección (Burkart et al., 1997). Los valores económicos de la producción de los bosques en esta región se relacionan con el turismo; el aprovechamiento forestal con fines industriales; y el uso consuntivo de la madera, fauna, hierbas medicinales, hongos o forrajes por parte de los campesinos o propietarios de áreas con bosques. En el taller realizado por INTA en 1997 -ya mencionado- se priorizaron las funciones de uso directo de mayor valor para los bosques nativos de Neuquén y Río Negro. En primer término se agruparon los servicios turísticos y recreativos; la caza y pesca deportivas. La producción de madera industrial, la extracción de leña o de productos no maderables, tendrían una importancia menor. A similares latitudes en Chile, los frutos y plantas comestibles, los productos medicinales, los hongos, las plantas ornamentales y las artesanías de la madera tendrían mayor significancia que en la Argentina, dadas la cantidad de pequeños productores y comunidades indígenas que viven en los bosques (Smith-Ramírez en: Armesto et al., 1996). También se han hecho intentos de valorización del patrimonio forestal en Chile, mediante el uso de la metodología de Cuentas Nacionales Ambientales propuesta por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Hacia fines de 1995 fué difundido un estudio realizado por el Banco Central de este país, que cuantificaba los stocks de bosques en pie, incorporando incrementos por crecimiento de bosques correctamente manejados, y deduciendo pérdidas por deforestación, sustitución por plantaciones o incendios (Lara et al., 1995). El trabajo fue realizado en base a las estimaciones disponibles en ese momento y fue objeto de dura polémica al destacar en sus conclusiones la degradación de los bosques nativos debido a la política de desarrollo foresto-industrial aplicada desde la última década. Este estudio fue útil sin embargo para validar esta metodología en la valorización de stocks maderables de bosques en la región. No obstante ello, los resultados de su aplicación sólo arrojarían una estimación parcial del

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valor económico total de los bosques, ya que las Cuentas Nacionales Ambientales no incorporan el valor de las funciones ecológicas de los ecosistemas (Schlichter, com.pers.) Algunos aspectos relacionados con el valor de la producción de trozas para industria o la utilización campesina de algunos recursos, se han discutido en el Capítulo 3 de este informe. La capacidad de sustentabilidad de las actividades extractivas, sean de elementos de la flora o de la fauna, se encuentra determinada por el patrón de utilización del recurso, la intensidad y frecuencia del uso, y la dinámica del sistema intervenido. Pese a algunos ejemplos en contrario, la actividad maderera o agropecuaria habrían impactado negativamente en los bosques templados de la región, y algunas opiniones sostienen que este deterioro tendría más relación con la forma de uso que con el uso en sí mismo. La actividad menos discutida en cuanto a su conciliación con los objetivos de protección de la naturaleza es el turismo ecológico (Montes en: Cortés, 1996). Si bien tiene distintas modalidades -caza y pesca deportivas, turismo recreativo familiar, turismo de aventura, montañismo, etc.- y no todas ellas de igual impacto, se identifica a su conjunto con una vocación natural del paisaje de los bosques del Sur de Chile y Argentina. Algunos aspectos distintivos de la importancia económica que reviste el turismo en los bosques de la región merecen destacarse. Ello son: * El turismo aparece como un componente del desarrollo en ambos países directamente

relacionado con la presencia de áreas protegidas, y fuertemente dependiente de sus políticas de uso público. Cabe señalar que la mayor parte -si no todas- de las restantes actividades económicas de la región, encuentran en las áreas protegidas más un obstáculo a su desarrollo que un complemento. El crecimiento de la demanda turística dirigida a los principales parques de la región tanto de turistas alejados de estas áreas como de visitantes de localidades cercanas, se encuentra relacionado con el mejoramiento en la infraestructura caminera y los sistemas de comunicación, el marketing desarrollado por diferentes operadores turísticos, y también por una mejora en los servicios y construcciones de atención al visitante en los propios parques (Burkart et al., 1997).

* Las administraciones de las áreas protegidas perciben en forma creciente ingresos directos por

cobro de derechos de visitas. Esto ha mejorado -en el caso de los Parques Nacionales de la Argentina- su financiamiento, permitiendo una mayor asignación de recursos financieros a la administración y operación de estas áreas. Por estos conceptos y otros como el cobro de aforos a concesionarios turísticos, madereros, derechos a permisionarios, etc., la Administración de Parques Nacionales habría generado en el año 1996 un ingreso superior a los U$S 900.000.- (un 38% de su presupuesto anual), un 350% más de lo recaudado cuatro años antes (Burkart et al., 1997).

* En términos cuantitativos resulta difícil conocer la cantidad de visitantes a los Parques

Nacionales del Sur de Argentina, al menos en los casos de los Parques de mayor afluencia, como el Nahuel Huapi y Lanín. Ello se debe a la cantidad de accesos y rutas que poseen; no obstante, para áreas definidas dentro del Parque Nacional Lanín (área Huechulafquen y parte del área Lácar), se ha estimado que en la última temporada de verano 1996/1997, han visitado la zona más de 80.000 personas (Lainé, com.pers.). El Parque Nacional Nahuel Huapi recibiría anualmente más de 500.000 visitantes (Burkart et al., 1997) En Chile, el número de visitantes al Sistema Nacional de Areas Protegidas registrado, es también significativo. En el Cuadro

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nº4.2 se detalla el número de turistas visitantes de parques y reservas durante un año, discriminado por región administrativa. Puede observarse que casi un 80% de los turistas que visitan el sur de Chile, lo realizan a las áreas protegidas de la IX y X Región (Parques Villarrica; Vicente Pérez Rosales; Chiloé y otros)

CUADRO 4.2 SUPERFICIE DE AREAS PROTEGIDAS Y NUMERO DE VISITANTES ANUALES

REGION SNASPE TURISTAS ADMIN. [HECTAREAS] SNASPE

VIII 82.337 29.086 IX 408.817 151.979 X 585.996 272.176 XI 4.343.849 16.496 XII 7.581.908 80.445

TOTAL 13.002.907 550.182 Fuente: INFOR, 1995 Las funciones de informacion que sostienen los bosques templados de la región son abundantes y de diversa extracción. Por una parte, puede incluírse entre ellas a la información bioquímica y genética almacenada en su abundante biodiversidad. Esto constituye más un valor de opción que un valor de uso productivo, en tanto no se genere utilidad actual de estos recursos. Estos valores no serían reconocidos en los bosques templados en igual nivel que los de bosques tropicales por los organismos de cooperación o ONG’s internacionales involucradas en la conservación (Burkart et al., 1997). Estos autores señalan sin embargo que los ecosistemas que contienen poblaciones sometidas a stress ambientales o que son centros de dispersión de especies de utilidad humana, revisten particular significancia como reservorios de información de utilidad futura. En el caso de los bosques de la región, su desarrollo latitudinal, altitudinal, las barreras orográficas y su aislamiento geográfico, sugieren un alto valor en ese sentido. Por su evolución geológica y biológica, los bosques de la región encierran además un alto valor de uso directo en investigación científica y en educación. Respecto de la investigación realizada en áreas protegidas de la región en Argentina, la Delegación Técnica Regional Patagónica (Administración de Parques Nacionales, 1992) hace una interesante reseña de los proyectos llevados a cabo en los parques nacionales. Los temas más estudiados corresponden a flora y fauna, destacándose el Parque Nacional Nahuel Huapi como principal área elegida por los investigadores. Por otra parte se detectan importantes vacíos de información de interés de la Administración de Parques Nacionales relativos a temas de actividades humanas en áreas protegidas, particularmente las relacionadas con las que realizan pobladores minifundistas, y el turismo. Por otra parte, las evidencias que vinculan al continente sudamericano con otras áreas del mundo geográficamente distantes del Hemisferio Sur, el reconocimiento de paleofloras desde la Edad Primaria, y la pervivencia de especies relictuales de climas más cálidos, confieren un valor de información biológica único y de difícil ponderación. En los aspectos históricos y culturales, la región ha sido asiento de numerosas etnias desde hace ya más de 10.000 años, período breve para la historia del hombre sobre la Tierra, pero de singular significancia para la comprensión de los desplazamientos de la especie desde el Estrecho de Bering y de su capacidad de supervivencia en

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los climas extremos del Atlántico y Pacífico Sur. La construcción de una identidad nacional a lo largo de todo el proceso de colonización del territorio, vinculado en gran medida con lo geográfico y a las especies nativas, reviste singular valor para el desarrollo de los pueblos (Cortés, 1996) Como síntesis de las funciones ambientales de los Bosques Templados de la región, se indican en el Cuadro Nº4.3 (basado en el Cuadro Nº4.1) aquellas que se consideran más relevantes, señalando tentativamente los valores principales que reviste cada una.

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CUADRO Nº 4.3 PRINCIPALES FUNCIONES AMBIENTALES Y VALORES DE LOS BOSQUES TEMPLADOS VALORES ECOLOGICOS VALORES SOCIALES VALORES ECONOMICOS

FUNCIONES

AMBIENTALES

VALOR DE

CONSERVACIO

N

VALOR DE

EXISTENCIA

SALUD VALOR DE

OPCION

VALOR DE USO

CONSUNTIVO

VALOR DE USO

PRODUCTIVO

EMPLEO

1-Regulación

-CONTROL DE EROSION X

- REGULACION DE

FLUJOS HIDRICOS

X X

- MANTENIMIENTO

CALIDAD DE AGUAS

X X

- CONSERVACION DE

BIODIVERSIDAD

X X X

- REGULACION

MICROCLIMATICA

X

- SECUESTRO DE

CARBONO

X

- CICLAJE DE

NUTRIENTES

X

2-Transporte- Soporte

- SOPORTE POBLACION

Y ACTIVIDAD

ECONOMICA

X X

- VIAS NATURALES DE

COMUNICACION

X X

- CORREDORES

BIOLOGICOS

X

3- Producción

- SERVICIOS

TURISTICOS Y

RECREATIVOS

X X

- CAZA/ PESCA

DEPORTIVAS

X

- MADERA INDUSTRIAL X X

- LEÑA X

- HONGOS X X

- PRODUCTOS

MEDICINALES

X

- ARTESANIAS DE

MADERA

X X

- SEMILLAS Y FRUTOS X

- PLANTAS

COMESTIBLES Y

ORNAMENTALES

X

4- Información

- BIOLOGICA X

- HISTORICA X

- CULTURAL X X

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VALOR TOTAL DEL

AREA

5 - DISCUSION

Simetrías y Diferencias entre Chile y Argentina en la Región La caracterización de los bosques templados, de sus áreas protegidas y su problemática de conservación permite identificar aspectos comunes a ambos países, que pueden considerarse como fortalezas o debilidades para la gestión individual o conjunta del manejo de los sistemas naturales. En primer término, la caracterización biogeográfica indica que se comparten casi todos los ecosistemas boscosos definidos como tipos, subtipos forestales o asociaciones leñosas (Capítulo 1). Algunos de ellos, como el tipo Coihue-Raulí-Tepa, o Roble-Hualo, tienen expresión nula o muy restringida en la Argentina, lo que ocurriría inversamente con algunas comunidades vegetales propias del ecotono bosque-estepa. Si se considera el status de protección de los bosques y otros sistemas naturales, puede advertirse que también en ambos países existe una importante red de áreas protegidas en categorías similares (parques, reservas, monumentos naturales) que incluiría con representatividad variable a las comunidades leñosas que identifican a los bosques templados de la región, con pocas excepciones. Visto en una escala regional, algunos parques o reservas complementarían la escasez o falta de representatividad de otros ecosistemas en el país vecino. En cuanto a especies amenazadas y a la conservación en general se observa que, ya sea por la similitud de los ecosistemas, por una historia con un poblamiento y un patrón de explotación de los recursos semejante, o por haber sufrido las mismas condicionantes externas para su desarrollo, tanto Chile como la Argentina enfrentan similares consecuencias -ecológicas, económicas- en la región, de un manejo históricamente expoliativo de sus riquezas naturales, escasa o inadecuadamente planificado y con soluciones de contingencia ante los problemas ambientales generados por el desarrollo rural, urbano e industrial. Aunque los conocimientos sobre la biodiversidad, los procesos ecológicos o los sistemas de manejo de mínimo impacto ambiental son aún fragmentados, tanto en uno y otro país hay grupos de investigadores, técnicos o productores que estudian y desarrollan acciones alternativas al uso tradicional del bosque con una base mínima suficiente como para enfrentar los desafíos que plantea el desarrollo con conservación. Otra relación de simetría o suplementariedad es también la presencia de infraestructura urbana y carretera apta para el aprovechamiento de las maravilllas escénicas -exclusivas o compartidas- de de cada país de la región, que unido a la “vocación” y capacidad turística de los bosques templados permitiría constituir una base común interesante para planear coordinadamente el desarrollo económico regional y el fundamental rol de las áreas protegidas en este proceso. En otro orden, también son relativamente semejantes los modelos de desarrollo forestal, en cuanto a que estarían cimentados en la producción de especies no nativas y de rápido crecimiento

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con fuerte apoyo estatal en la forma de incentivos directos e indirectos, y en la funcionalidad de los sectores campesinos en este proceso. La sobreutilización de los bosques naturales y la débil presencia de alternativas menos agresivas al ambiente y más complementarias con las pequeñas o medianas economías que ocupan mayoritariamente los bosques, serían característicos de este modelo en Chile. En el sector privado, un mismo megaproyecto de aprovechamiento de los bosques de lenga ocurre simultáneamente en grandes extensiones de la isla de Tierra del Fuego, a ambos lados de la frontera -con algún mayor avance en Chile-, brindando a ambos países la oportunidad de ejercer su capacidad de control social, y a la(s) empresa(s) de materializar aquello que proponen en su proyecto: un manejo ecológica y económicamente sustentable, con beneficios sociales tangibles, respetando aspiraciones e intereses de las comunidades locales y de los países. En el ámbito técnico-científico, los esfuerzos de investigación conjunta o conservación aplicados a especies de la fauna nativa, como los trabajos sobre el Huillín (Administración de Parques Nacionales/ Corporación Nacional Forestal), sobre el Huemul (CODEFF/ FVSA/ CONAF/ APN), y algunos otros temas, demostrarían la percepción de problemáticas comunes, y la predisposición de aunar capacidades para resolverlas más allá de los límites geopolíticos. Sin embargo persisten actitudes de aislamiento corporativo y dificultades comunicacionales de estamentos técnicos- científicos, gubernamentales, productores o empresarios, con insuficientes nexos o formas de articulación intra e interinstitucional. Estas actitudes, relacionadas con rasgos culturales y condicionadas por el propio diseño de las estructuras institucionales, generan compartimientos estancos donde, muchas veces las posturas encontradas tiene más relación con las -malas- formas de comunicación que con los problemas concretos. En general hay cuellos de botella importantes en el flujo: -Generación de conocimientos / - Adaptación y experimentación / - Transferencia a los usuarios (extensión, educación capacitación); debido a que los actores tienen distinta formación y disposición a viabilizar ese camino. También los canales de comunicación horizontales entre quienes trabajan en temas diferenciados, como biología y conservación, producción relativa al bosque nativo, al bosque cultivado, o desarrollo rural, son limitados o inexistentes. Por otra parte, los bajos presupuestos destinados a la ciencia y tecnología, o a la gestión de las áreas silvestres protegidas, identifican también en forma semejante a los programas de conservación. La relativamente escasa conciencia o la indiferencia social acerca del valor de la conservación, y el escaso esfuerzo aplicado en revertirlas constituye también un déficit común.. Así como existen muchos puntos comunes que identifican a la región como algo más integrado que la simple suma de hectáreas de bosques contiguos, las asimetrías entre países son marcadas en determinados aspectos, particularmente sociales. Por una parte, existen grandes diferencias en la densidad y distribución de la población hacia ambas vertientes de la Cordillera de los Andes, situación apreciable en el Mapa nº1.1 y en el Anexo VI. En Chile, el norte de la Región de los Bosques Templados cumple un papel central en el desarrollo del país -Regiones VIII a X- ; junto con otras regiones administrativas más septentrionales. La aptitud agroecológica, la presencia de recursos mineros y forestales, determinaron una ocupación de la tierra y un crecimiento económico significativo en la etapa postcolonial. Actualmente, debido a la contaminación urbana e industrial en la Región Metropolitana, las ciudades del sur de Chile continúan creciendo aceleradamente, y las empresas

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forestales amplían y diversifican sus actividades adquiriendo tierras o bosques cada vez más al sur. En la Argentina, la Patagonia -considerando globalmente a bosques y estepa- tiene representatividad en la economía nacional casi exclusivamente por su aporte de hidrocarburos o de energía hidroeléctrica; la mayor parte de su territorio se encuentra deshabitado, y la población total de esta región no alcanza al 5% del total del país (INDEC, 1991) (Mapa nº1.1). Los grandes centros urbanos regionales se encuentran sobre el Océano Atlántico o sobre el Río Negro, fuera de los bosques, y la mayor parte de las ciudades o conglomerados cercanos a ellos se ubican en el ecotono. Las tierras altas cordilleranas forman parte de los Parques Nacionales o pertenecen al fisco provincial, prácticamente sin áreas limítrofes habitadas permanentemente -salvo estancias del extremo sur del país, algunos pequeños productores con permiso de ocupación, fuerzas de seguridad, docentes rurales y personal de migraciones para el control fronterizo-. Esta baja concentración de población es consecuencia de la historia de colonización de la Argentina, que incluyó el exterminio de las poblaciones indígenas y un desarrollo tardío de esta región, donde la estrategia de creación de áreas protegidas fue uno de los instrumentos de integración nacional de los territorios del sur (ver Capítulo 2). En cuanto al diseño de esta ocupación, puede observarse que en Chile, los asentamientos rurales y algunos pueblos que crecieron vinculados al aprovechamiento forestal, se extienden hasta la alta Cordillera, cerca de la frontera argentina, incluyendo una proporción significativa de pobladores mapuches. Otro tanto ocurre hacia el Pacífico con comunidades de pescadores, obreros forestales o campesinos rurales, encontrándose una de las mayores ciudades y principal puerto de Chile: Concepción, en la VIII Región. Fuera de ésta, las mayores ciudades y concentración de población se localizan en el Valle Central, entre la Costa y la Cordillera de los Andes, donde la cobertura original de bosques fue reducida a su mínima expresión, reemplazada por cultivos o forestaciones, y que actualmente se encuentra fuera de las categorías legales de tipos forestales (Meza, com.pers.). Otra diferencia relevante entre ambos países es la importancia del sector forestal para la economía nacional y regional. En la Patagonia argentina este desarrollo bajo sistemas empresariales es nuevo y aún existen muchas economías tradicionales de microempresas o empresas familiares, actualmente en transición hacia cambios más profundos (PNEF, 1995a, 1995b). Salvo a nivel local, la producción forestal de los Bosques Andino Patagónicos no reviste importancia en la economía nacional (Dirección de Recursos Forestales Nativos, 1995). Algunos de los nuevos inversores en tierras con bosques o aptas para forestación (ver Capítulo 3) conformarían ese estrato actual que se encuentra mucho más evolucionado en Chile. En efecto, el sector forestal aquí se encuentra asociado a la mediana y gran empresa, con capitales nacionales y extranacionales, conformando holdings de inversión que actualmente se encuentran en expansión, tanto en su país como en otras regiones de la Argentina. La alta significación en las exportaciones y en el empleo que tiene el sector forestal chileno (Capítulo 3), justifican plenamente el interés gubernamental y privado en el crecimiento foresto-industrial. En este marco, hasta hace pocos años el bosque nativo se encontraba ausente de consideración -o en todo caso, significaba un área de contención social, asiento de pequeñas economías consumidoras de leña; un obstáculo para la instalación de plantaciones, o un destino de área bajo protección que lo librara de las cortas a las especies declaradas monumentos naturales (Alerce, Araucaria)-. Con el “descubrimiento” de los chips para exportación a Japón y países del norte de Europa, el eje de valoración pasó de lo social a lo económico, acrecentando el interés en la explotación empresarial de los bosques nativos. El proyecto de Trillium Corp. plantea una alternativa aún más novedosa

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para la región, como es la de aprovechar las maderas nativas en forma integral y con certificación ambiental, a una escala de producción que arroja dudas sobre las respuestas ecológicas del bosque, los planes de corta adecuados, el cuidado del ambiente comprometido, y la capacidad de control social y gubernamental. También se diferencian ambos países por la distribución, administración y calidad de protección de sus áreas protegidas. Observando el Mapa nº2.1 y el Anexo VI se advierte que en el norte de la Región de los Bosques Templados predomina la superficie de áreas protegidas en el sector argentino; a la inversa de lo que ocurre más al sur, a partir del paralelo 43ºS. En Chile, la administración de las áreas protegidas se encuentra centralizada en un único organismo dependiente del Ministerio de Agricultura, la Corporación Nacional Forestal (CONAF), que administra el patrimonio silvestre en las áreas protegidas y también la ejecución de la política forestal, a veces con intereses diferenciados entre ambos objetivos (Montes, en: Cortés, 1996). Fuera de las unidades de protección nacionales, también hay áreas privadas, sujetas a restricciones y control propios. En la Argentina, la administración de las áreas públicas protegidas en la región se reparte entre tres jurisdicciones. Por una parte, el conjunto de Parques y Reservas Nacionales es administrado por la Administración de Parques Nacionales, organismo dependiente de la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente Humano de la Nación, con atribuciones en la gestión de los recursos autóctonos y los impactos al medio ambiente. El desarrollo forestal con bosques implantados competen a la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación. Es decir, la gestión de los intereses de estado en la conservación, se encuentran funcionalmente separados en diferentes dependencias del Poder Ejecutivo. Por otra parte, las diferentes administraciones provinciales mantienen áreas protegidas y monumentos naturales en tierras de su jurisdicción, tratándose en general de parques nuevos, muchas veces con propietarios de la tierra u ocupantes que realizan un manejo degradativo del ambiente, y con mínimos o nulos recursos humanos y materiales para su control (Paz Barreto, 1996). Asímismo las municipalidades de algunas localidades cordilleranas, en consonancia con la Nación y las provincias, han creado áreas de protección o recreación dentro de sus ejidos, como una forma combinada de proteger el ambiente y ordenar el crecimiento urbano. En estas áreas la efectividad de la conservación es variable, dependiendo esto tanto de su valor turístico o recreativo, como del interés local y los recursos asignados para su cuidado. En general las áreas protegidas nacionales de la región en Argentina tienen una mejor infraestructura de control y servicios que las del país vecino (Cuadros nº2.1 y 2.2). Los servicios al turista son comunes dentro de los parques -hosterías, cabañas, restaurantes- y son usufructuados por concesionarios privados, al igual que numerosos campings y proveedurías. Estos últimos son también comunes en Chile, aunque los servicios de hospedaje y comidas se proveen generalmente en los centros urbanos más cercanos a las áreas protegidas. Los guardaparques argentinos egresan al cabo de dos años de una Escuela dependiente de la Administración de Parques Nacionales, recibiendo capacitación en temas que incluyen la protección y vigilancia, fundamentos de ecología, botánica y zoología, turismo y recreación, etcétera, de modo que suma a su función de control, la atención al turista o la colaboración como ayudante en relevamientos e investigaciones científicas a campo. Los guardaparques de Chile tienen una menor capacitación y su función se restringe más hacia el control y vigilancia.

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Los Conflictos de la Conservación y el Aprovechamiento de los Bosques Dentro de este contexto de simetrías y diferencias se establecen políticas incoherentes y contraposición de intereses entre quienes trabajan para la conservación del patrimonio biológico y cultural de la región y aquellos que promueven la producción sin mucha consideración por los costos ambientales o sociales de los modelos aplicados. De algún modo subyacen otros aspectos, relacionados con el modelo de desarrollo que siguen ambas naciones. En efecto, la defensa de los bosques nativos y las diferentes propuestas de conservación pueden relacionarse con dos posicionamientos diferentes:

O bien con una propuesta “elitista”, que plantea casi una excentricidad, como es la de proteger animales o plantas virtualmente desconocidas fuera de estos países (excepto por Japón, cuya valoración parcial de la aptitud industrial de las astillas de Lenga, directa o indirectamente promovería su agotamiento), en tanto las necesidades de crecimiento económico, empleo y aumento del ingreso justificarían plenamente la utilización intensiva de “bosques pobres, de baja rentabilidad” o su sustitución por plantaciones, la gran solución del mediano plazo.

La otra actitud, particularmente observable en Chile, es la que asigna a los movimientos y políticas conservacionistas la nostalgia por un mundo que ha cambiado, donde las reivindicaciones político-sociales se asocian ahora a la conservación de los bosques, ya que habrían perdido terreno en el campo del desarrollo, donde la contundencia de las cifras de crecimiento en el producto bruto, las exportaciones u otros macroindicadores no dan lugar a espacios para discutir la cuestión de fondo: la persistencia en el tiempo de este modelo privado, desarrollista y concentrador, y su capacidad -hasta ahora negativa- de generar una amplia contención a sus poblaciones manteniendo a la vez la funcionalidad de los procesos vitales del planeta, que son soporte y materia prima de los múltiples productos industriales que sostienen a estas economías. Por otra parte, las gestión de las áreas protegidas, que en los últimos años ha evolucionado a una consideración más integral de la conservación, que incluiría al ambiente y el hombre conjuntamente, mantiene conflictos con los pequeños productores / pobladores -en su mayoría indígenas o criollos-; con los productores forestales o ganaderos, y con los habitantes de las localidades urbanas por el uso -predatorio, productivo o recreativo- que hacen de los parques. Algunos de estos conflictos se plantean en los siguientes temas: * Propiedad de la tierra. En los Parques Nacionales de la Argentina, con ocupación criolla e indígena al momento de su creación, aquellos que no tenían títulos de propiedad -y que eran habitantes originarios u ocupaban tierras quizás desde mediados a fines del siglo XIX- se les autorizó a mantener su población y un determinado número de ganado a través del otorgamiento de un “Permiso Precario de Ocupación y Pastaje”(PPOP), mecanismo que aún subsiste y que ha sido una de las causas de mantenimiento de la pobreza de muchos pobladores rurales, cuya motivación para cuidar el paisaje, mejorar su vivienda o pensar en un futuro de seguridad para sus descendientes era...nula (Laclau, 1992b). Los sucesivos administradores de Parques Nacionales no solucionaron nunca la precariedad existente, salvo algunos intentos de regular el

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crecimiento de las poblaciones con el fin de resguardar naturaleza sin gente, aunque esta gente -indígena- fuera parte de ella. En la actualidad, el cambio de paradigma hacia la divinización de la propiedad privada y la eliminación, o “puesta en valor”, de las estructuras estatales (entre ellas los Parques Nacionales) ha facilitado la transferencia de la propiedad -comunitaria- de la tierra para algunas agrupaciones indígenas (Plan Arraigo, en el Parque Nacional Lanín) y pobladores en la localidad de El Bolsón (en áreas provinciales y de la Reserva Loma del Medio) aspecto que, aunque asociado con una legítima aspiración, no contempla necesariamente una promoción hacia un uso más sustentable, con el necesario acompañamiento técnico y social. Dentro de este proceso, las áreas de Reserva de mayor potencial turístico-recreativo son licitadas a concesión para la instalación y administración de infraestructura de atención al visitante, y para generación de ingresos a la Administración de áreas protegidas. * Actividad ganadera y forestal. Dentro o fuera de las áreas protegidas, la ganadería fue una amenaza para la regeneración de los bosques, desde su introducción masiva con la colonización de la región. La incompatibilidad entre la conservación y la producción ganadera en forma extensiva es evidente, y ha sido, es y será una fuente de conflictos permanentes. Las bases de este conflicto subsistirán en tanto:

Haya ganadería y áreas protegidas donde debe haber una sola de estas cosas (en función de los beneficios sociales, económicos, y de los valores intangibles de las áreas consideradas), y no se planifique, resuelva y negocie la forma de exclusión de una u otra actividad;

Haya posibilidades de compatibilizar la conservación del ambiente y la producción animal y no se ajuste el manejo de los recursos para que tales objetivos se concreten (en áreas de reserva con asentamientos humanos); y donde exista incapacidad de funcionarios, de productores, de aceptar e implementar medidas de mitigación de impactos, restricciones de uso, manejos alternativos, que permitan intentar el camino hacia la sustentabilidad La forestación tendría similares consideraciones que lo señalado para la ganadería. Puede resultar incompatible con la conservación del bosque nativo cuando se instala sobre el propio bosque, o sobre un área desboscada con posibilidades ciertas de renovación natural. Sin embargo, y al menos en la Patagonia argentina -posiblemente también en sitios donde el bosque fue previamente arrasado, como en Aisén, Chile- esto no ha ocurrido en la mayoría de los casos. Debido a la buena adaptación climática del Pino Ponderosa y otros a los suelos y clima de la estepa subhúmeda, las plantaciones se instalaron en pastizales arbustivos, en general con signos de sobrepastoreo, erosión y degradación orgánica, debido a la sobreutilización del pastizal. En estos casos la forestación ha obrado como una actividad restauradora del ambiente fijando suelos, atenuando el efecto de los agentes erosivos, y creando microclimas más benignos para el hombre y el ganado. Las plantaciones en la estepa -con un diseño geográfico ordenado, compatibilizado con refugios de flora y fauna, corredores biológicos, etcétera- podrían ser altamente complementarias de la protección al bosque nativo adyacente, en tanto liberarían al mismo de la provisión de leña y madera para el sustento local y la economía externa. Cuando las actividades de aprovechamiento forestal o ganadero son llevadas a cabo por pequeños productores, aumenta la percepción del antagonismo producción-conservación, en buena medida por falta de información para un manejo predial menos deteriorante, y también por falta de conocimientos técnicos específicos para la utilización económica sostenible de los ecosistemas

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naturales y de las oportunidades de convivencia armónica con el bosque . Algunos proyectos con campesinos sin embargo, trabajan en el sentido de acompañar a los pobladores con asistencia técnica y desarrollo de experiencias de manejo del recurso. Tal es el caso del Proyecto de Conservación y Manejo Sustentable de Bosque Nativo, de CONAF junto con la Cooperación Alemana (GTZ-DED) con campesinos forestales del sur del país (Garrido, 1996), con acciones que incluyen la capacitación y la aplicación de pautas para un manejo sustentable de los renovales (Böttges, com.pers.; Marmillod, com.pers.). * Relación Parques- Pobladores. Las dificultades objetivas de armonización de la producción con la protección, sumado a que la problemática de los ocupantes de las áreas protegidas se origina en una situación no deseada y poco abordada, produce conflictos y diferencias en el tratamiento de la Administración de Parques Nacionales a los propietarios privados, a los concesionarios (turísticos, forestales) y a los ocupantes con permiso. En la práctica, la difícil separación entre el respeto a la propiedad privada, y las obligaciones de vigilancia que debe cumplir la Administración de Parques Nacionales en su jurisdicción, ha significado en no pocos casos la ausencia de contralor en estancias dentro de las áreas protegidas. Son numerosos los propietarios que han alambrado y clausurado acccesos a ríos y lagos lindantes, extendiendo de hecho su propiedad aún dentro del agua. El escaso control hace que no se puedan verificar extracciones de productos del bosque a menos que estos salgan de los campos. Por otra parte, algunos productores ganaderos utilizan campos altos de pastoreo lindantes fuera de la propiedad en áreas de Parque o Reserva. Los ocupantes con permiso en cambio son sometidos a controles esporádicos de existencias ganaderas, pagando un derecho anual de pastaje que contempla , sin sustento técnico alguno, el pago de un aforo diferencial por la tenencia de animales excedentes a los legalmente autorizados en la década de 1930. Esta política hacia el poblador, en su mayor parte de origen mapuche, con dotaciones ganaderas arbitrariamente fijadas hace 60 años, animales “excedentes” permitidos, restricciones a una reconversión a otras actividades menos deteriorantes -explícitas o por imposibilidad material de los pobladores-, solamente ha logrado aumentar los impactos sobre los bosques y los suelos. La retracción en el mercado laboral externo, produce en estos momentos una vuelta al campo de muchos productores o sus hijos que habían emigrado al trabajo urbano, industrial o vial. Ello produce, aunque en escala localizada, una concentración de la presión sobre los recursos suelo, pasto, leña, agua; haciendo cada vez menos posible la supervivencia de las personas -y del ambiente- en condiciones saludables. No puede dejar de señalarse que el poblador de las areas protegidas contribuye significativamente a la prevención y detección temprana de incendios; de la caza furtiva o de otros aprovechamientos ilegales, y aún al abastecimiento alimentario de guardaparques u otros agentes públicos (docentes, gendarmes). En un sistema de concertación, donde ambas partes pudieran reconocer la aptitud de la economía de los pobladores en favor de la conservación bajo un manejo predial técnicamente ajustado, la cría de ganado podría significar un control del material herbáceo en verano, atenuando el riesgo de fuego, el mayor peligro que anualmente sufren los parques. Los aprovechamientos de leña o Caña Colihue bajo planes de manejo, podrían cumplir igual función preventiva sin deteriorar excesivamente el medio ambiente. Para que ello pudiera concretarse es necesario que exista una fuerte disposición a realizar estudios técnicos y proyectos sostenidos en el tiempo. Algunas experiencias avanzan en ese sentido, como la utilización anual

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de campos de veranada en Tromen, Parque Nacional Lanín por comunidades mapuches adyacentes, que se practica mediante un convenio establecido entre la Provincia de Neuquén y la Administración de Parques Nacionales, con asistencia técnica del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Otros proyectos de ordenamiento de uso iniciados por la Administración de Parques Nacionales a principios de esta década (Proyecto Huechulafquen, etc.), han quedado interrumpidos. * Políticas sobre fauna exótica. Existe una controversia permanente respecto de la fauna introducida, con un planteo institucional que rechaza fuertemente a la fauna doméstica en los parques, pero a la vez brinda condiciones especiales a especies altamente impactantes sobre la vegetación o la fauna autóctonas, como el Ciervo Colorado -a través de la regulación de la caza en cotos y temporadas- y los salmónidos - con períodos de veda a la pesca, comercialización de permisos, protección a través de modalidades particulares de pesca, etc.- Se estima que actualmente habría unos 12.000 ciervos en el Parque Nacional Lanín, y los estancieros de la zona aseguran que la población se incrementa. Estos recursos -económicos-, cuyos impactos se comentan en el Capítulo 2 de este informe, son aceptados pues significan una fuente importante de ingresos presupuestarios. A la vez, gran parte del atractivo turístico-recreativo de esta región se sostiene en ellos. Esto añade externalidades económicas positivas, y ambientales variables, debido a que por una parte, la afluencia turística motiva a la reconversión de estancieros o permisionarios a actividades complementarias al turismo, tales como la provisión de albergue, campings, producción de alimentos y objetos artesanales, servicios de guías o cabalgatas, etc. Por otra parte, no todo tipo de turismo es de bajo impacto, y requiere del desarrollo de una estructura de servicios y también de orientación, educación y control, que aún no es posible proveer adecuadamente, en buena medida, por la falta de recursos y técnicos especializados en la temática dentro de las instituciones, y también por el explosivo crecimiento del turismo en los bosques templados de los últimos años. * Implementación efectiva de un sistema nacional de protección. Pese a que en los dos países existe un Sistema Nacional de Areas Protegidas, en un esfuerzo importante para dar cohesión y coherencia a las políticas nacionales de conservación, en ambos subyacen problemas. En un caso, por aspectos legales que obstruyen su implementación efectiva, y en el otro -el de Argentina-, por la escasa voluntad o capacidad de gobiernos provinciales de asignar recursos compatibles con los nacionales a la protección de sus áreas, por la creación de parques sin estudios previos de su factibilidad como áreas protegidas, o por la falta de ordenación territorial de estas áreas.

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Los Costos de Oportunidad de los Aprovechamientos Forestales y de la Conservación Las metodologías de valor económico total ponen en relieve aquellos aspectos que normalmente no son considerados en el análisis económico tradicional, tales como, las funciones ecológicas o los valores asociados a la cultura y expectativas de las poblaciones. Sin embargo, existen otros valores que tampoco son contabilizados en el análisis de proyectos de conservación, como aquellos costos explícitos e implícitos en que se incurre al restringir la actividad agroganadera o extractiva de un área. Norton-Griffiths y Southey (1995) con información secundaria, compararon los costos del no desarrollo agrícola y ganadero de las comunidades locales en Kenya -costos de oportunidad- con los beneficios directos de actividades de aprovechamiento forestal y turístico compatibles con la conservación de los bosques nativos. Estos autores llegan a la conclusión que, si la economía interna se estanca, la presión sobre los bosques aumentaría. Dicho de otra forma: a menos que las condiciones de vida de la población mejoren, la acciones de conservación deberán pagar costos elevados para que la protección sea efectiva. Es decir que, un modelo de protección efectiva del ambiente asume implícitamente el crecimiento económico. Estos conceptos también han sido discutidos en la región, particularmente en relación con el proyecto de ley de promoción al bosque nativo en Chile, que desde hace algunos años se encuentra en debate. Al respecto Raga (en: Cortés, 1996) objeta la ausencia de análisis de costo- beneficio entre las ventajas de aumentar la protección de los bosques sin analizar las restricciones al desarrollo forestal (por reemplazo con plantaciones exóticas) y lo que se dejaría de percibir como valor presente de flujos en dinero, por la inmovilización de estos recursos, incluyendo la pérdida del beneficio social de los empleos. Sin embargo otros puntos de vista (Araya y Donoso, en: Cortés, 1996) sostienen que este tipo de críticas al mencionado proyecto solamente apuntaría a preservar el derecho de los agentes privados a sustituir más bosques. En esta discusión subyacen otros aspectos insuficientemente clarificados: por una parte, que la conservación fuera de las áreas protegidas no implica la inmovilización de recursos, sino su utilización sustentable, incorporando a su cálculo aquellos beneficios derivados de sus funciones ecológicas. Por otro lado, lo que entra en juego es más bien un problema de distribución social y temporal de los ingresos, es decir; ¿quién se apropia de estos beneficios, que un agente privado no puede retener para ofrecerlos al mercado?, y ¿cuál es el monto de los beneficios financieros y el plazo para su realización?. En un análisis de la problemática de conservación y producción de los bosques nativos Paredes (1995) señala que los criterios comúnmente utilizados para la evaluación económica de la actividad forestal, como el valor presente neto (VPN, VAN) o la tasa interna de retorno (TIR) conducen a una asignación incorrecta de los recursos, en tanto otras herramientas menos utilizadas, como el valor potencial del suelo (VPS, fórmula de Faustmann) son más apropiadas, en tanto consideran un horizonte infinito de planificación, y por lo tanto, más acorde con el criterio de manejo sustentable. El mismo autor destaca que el mercado para la transacción de los bienes y servicios de los bosques tiene algunas características especiales: * Es estructuralmente incompleto, por cuanto las generaciones futuras -acreedoras de los valores de opción- no participan en las decisiones actuales. * La tasa de descuento (la que se utiliza para el cálculo del valor presente de un proyecto

forestal) inclina la balanza hacia la mayor rotación del capital (“time is money”!), y por lo tanto a una

menor superficie que los proyectos privados estén dispuestas a conservar para el futuro. Una

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tasa de descuento que contemple los valores de ecológicos y sociales del bosque deberá ser necesariamente menor que la del costo de oportunidad del capital financiero.

* Las consecuencias sociales y económicas del mantenimiento de las funciones ambientales, además de ser de difícil valuación no pueden ser retenidas por agentes privados para su comercialización.

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La Reforestación con Especies Nativas como Alternativa Ecológica y Económica La reforestación con árboles autóctonos constituye una de la alternativas más interesantes para conciliar la conservación de la biodiversidad y el mantenimiento de las funciones ecológicas de los bosques nativos con criterios de rendimiento económico. Las mayores críticas a las actuales plantaciones con Pinos o Eucaliptos se verían diluídas si se impulsaran planes de forestación con coníferas y latifoliadas de origen local, de este modo las plantaciones podrían constituir eficaces herramientas de restauración del patrimonio natural degradado. Sin embargo la posibilidad de forestación comercial con especies nativas presupone disponer de: 1) Conocimientos tecnológicos suficientes acerca de la instalación y manejo de plantaciones, con

especies nativas de reconocida aptitud industrial. 2) La existencia de infraestructura y tecnología industriales adecuada para el procesamiento de

estas especies, lo mismo que un mercado de consumo desarrollado que reconozca la mayor calidad (ambiental y del producto) que se ofrece con las maderas nativas, a un precio que compense la relativamente menor productividad -en términos de ritmo de crecimiento- y la mayor variabilidad de la producción, que las monoculturas de Pinos o Eucaliptos.

3) Un sistema de promoción e incentivos que aliente a los productores a utilizar especies autóctonas, compensando con equidad la alternativa tecnológica y económicamente más viable en la actualidad, como son las forestaciones con exóticas de rápido crecimiento.

4) Disposición de semillas y plantas de calidad reconocida para los objetivos deseados de producción.

5) Información y experiencias a campo que permitan que tanto productores como técnicos reconozcan la aptitud forestal de sus tierras para la plantación de especies nativas, con un conocimiento aceptable de los rendimientos esperables en la rotación.

Tanto en la Argentina como en Chile se han realizado ensayos de reforestación con especies nativas; en este último país algunos establecimientos realizan plantaciones en pequeña o mediana escala. Sin embargo, los conocimientos acumulados son aún fragmentados, con insuficiente experiencia en el manejo post-plantación. En la Argentina, los primeros ensayos de producción de plantas nativas en vivero -mediante siembra o aclimatación de plantines transplantados del bosque- comenzaron a fines de la década de 1930 en distintas estaciones forestales de la ex Administración Nacional de Bosques y también de Parques Nacionales. Las plantas producidas fueron destinadas a la creación de bosquetes o al enriquecimiento de colecciones in situ. En la actualidad se observan parcelas o individuos aislados de Roble Pellín plantados en los campos forestales General San Martín y Trevelin (Chubut), ambos administrados por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA); de Ciprés en la Isla Victoria (Neuquén), de Roble Pellín, Ciprés, Lenga, Raulí, Ñire en Pucará y de Araucaria en Lago Currhué (Parque Nacional Lanín) (Laclau, 1983; Martín y Dedek, 1985). Paralelamente a estos ensayos, muchas plantas de vivero se vendían para arbolado de calles y plazas de los pueblos de la región, y para ornamentación en cascos de estancias. Todas estas plantaciones constituyen hoy un patrimonio vivo de una información de alto valor relativa a variables como calidad de sitio, ritmos de crecimiento, orígenes de plantas; formas de fuste y copa, etc., insuficientemente aprovechada, salvo por algunos aislados estudios de caso (Laclau, 1983). Cabe señalar que con material similar, proveniente de especies de Nothofagus spp

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plantados en arboretum o en parques públicos desde fines del siglo pasado, se han desarrollado conocimientos en Gran Bretaña sobre el comportamiento de Ñire, Coihue, Roble Pellín y Raulí , relativos al manejo de semillas, la confección de curvas de rendimiento y a distintas variables dendrométricas (Tuley, 1980). Los emprendimientos de plantación más significativos llevados a cabo con especies nativas en la Región de los Bosques Andino Patagónicos de Argentina lo constituyen seguramente aquellas plantaciones con Araucaria araucana que ha realizado la Dirección de Bosques de Neuquén conjuntamente con comunidades indígenas del Departamento Aluminé (Rovelotti, com.pers.) durante los últimos quince años, con plantas producidas en el vivero provincial La Angostura, en el Lago Moquehue. En el sector privado, un propietario rural en el paraje Meliquina, forestó en 1983 más de 200.000 plantines de la misma especie, en sitios ralos con Ciprés de la Cordillera y matorrales abiertos. Actualmente estas plantas, que tuvieron un buen grado de prendimiento evidencian el inicio de crecimiento aéreo activo. Cabe señalar que la latitud del Paraje Meliquina coincide aproximadamente con el límite de distribución austral de la Araucaria en Argentina2. En Chile existe mayor experiencia en la producción y plantación de especies nativas. Las primeras plantaciones, realizadas con Raulí en el área de Panguipulli y de Villarrica, datan de 1958. En la década del ‘70 se realizaron plantaciones en el ex Complejo Forestal y Maderero de Panguipulli con Raulí y Coihue , estimándose que en esta empresa ya se han plantado unas 700 hectáreas (Donoso et al., 1995). Vita Alonso (1974), comenta algunos aspectos relativos a la regeneración, crecimiento y posibilidades de rotación en función del manejo del Raulí, en base a ensayos realizados en distintas zonas de la X Región. Por otra parte, la Universidad Austral de Chile se encuentra manejando plantaciones experimentales de Coihue, Ciprés de la Cordillera y Raulí de aproximadamente 15-20 años de edad (Cortés, 1995). También el Instituto Forestal (INFOR) conjuntamente con la Corporación de Fomento de la Producción han ejecutado un proyecto relativo al manejo silvícola de diferentes tipos de bosques nativos, estudiando la regeneración artificial del Raulí (Grosse y Bourke, 1987). Algunas observaciones de crecimiento de estas especies bajo cultivo, muestran valores de incrementos volumétricos comparables a las de las especies exóticas en condiciones subóptimas (Donoso, 1995b; Donoso et al., 1995) , que oscilan entre los 10 y 30 m3 anuales por hectárea, según se trate de plantaciones sin manejo, o con posterioridad a un primer raleo. Estos valores, sumado al precio de mercado de las maderas nativas, permiten vislumbrar un interesante futuro para plantaciones comerciales con Nothofagus spp. En cuanto a la producción de plantines, son numerosos los viveros que siembran especies nativas, en forma exclusiva, o subsidiariamente a la producción de Pinos. Los requerimientos nutritivos de las plantas, los tratamientos de la semilla y el manejo en vivero son aspectos adecuadamente conocidos en aquellos viveros que se han interesado en el tema (Basso, 1996). Los objetivos de estas producciones apuntan tanto a satisfacer necesidades de reforestación de bosques intervenidos, como a la oferta de plantas ornamentales. Algunas empresas forestales de Chile, como Forestal Millalemu; Forestal Arauco, Forestal Panguipulli, Mininco, Forestal 2 Los relictos más australes de Araucaria araucana en Argentina se encuentran en el Cerro Sábana (San Martín de los Andes); Laguna Las Cármenes (Al norte del Lago Hermoso) y en proximidades del Lago Meliquina. La presencia de escasos árboles longevos y el aislamiento geográfico del centro de dispersión de la especie en el país, sugiere la posibilidad de que se trate de dispersión ocasionada por indígenas (Coliqueo, Hoepke, com.pers.)

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Tornagaleones y otras desarrollan ensayos de producción y perfeccionamiento de técnicas silvícolas con plantas nativas, motivados por la necesidad de compensar la percepción social negativa hacia las forestaciones con Pinos o Eucaliptos, como alternativa de diversificación, y posiblemente como una forma de posicionarse hacia la plantación en mayor escala cuando se pongan en marcha mecanismos de promoción para las especies autóctonas. Por otra parte, el Proyecto Río Cóndor de Trillium Corporation en Tierra del Fuego (y también el Proyecto Río Grande en Argentina) ha iniciado la producción de plantas de Lenga destinadas a reposición en áreas aprovechadas donde la regeneración natural se vea impedida. También en la Argentina y en Chile se desarrollan sendos programas de investigación genética sobre especies de Nothofagus spp. El INTA en Argentina, conjuntamente con la Administración de Parques Nacionales ejecuta en la región un proyecto de conservación dinámica de Roble Pellín y Raulí, que incluye la determinación de variación genética en las especies mediante el uso de marcadores isoenzimáticos y ensayos de progenie. Recientemente, y a raíz del incendio que en 1996 afectara a bosques del Cerro Catedral en San Carlos de Bariloche (Bran et al., 1996), el INTA ha iniciado un ensayo de recuperación del área mediante un proyecto piloto de reforestación con Ciprés de la Cordillera. Esta experiencia se encuentra en etapa de vivero, utilizándose germoplasma obtenido de poblaciones aledañas al sector incendiado, de modo de evitar contaminación genética. En Chile, la Universidad Austral en conjunto con las principales empresas forestales, maneja un huerto clonal de Roble Pellín y Raulí en cercanías de Valdivia, donde actualmente se cosechan las primeras semillas, destinadas e ensayos en vivero. Todos estos avances registrados en el conocimiento de la biología de las especies y las tecnologías de producción y manejo silvícola, indican que ya existen elementos mínimos para la toma de decisiones privadas que alienten la forestación con plantas nativas. No obstante ello, así como la política de promoción a la producción de especies forestales convencionales es el principal determinante de la forestación actual con Pinos o Eucaliptos, los incentivos económicos a la plantación con autóctonas no pueden estar ausentes, y deberían ser aún más favorables que los anteriores si se pretende lograr una adopción importante de esta alternativa. Algunos viveros que producen plantas nativas en la región en escala variable con destino a experimentación, ornamentación o plantación comercial son los siguientes: En Chile, en la VIII Región (Concepción y proximidades) se encuentran Forestal Millalemu, Mininco y Forestal Arauco; en la IX y X Región, el Complejo Maderero y Forestal Panguipulli; Bosques y Maderas S.A.; Forestal Tornagaleones, Universidad Austral de Chile/ CONAF; en Tierra del Fuego, Trillium Corporation. En la Argentina, en la Provincia de Neuquén se encuentran el Vivero Provincial La Angostura; Vivero Van Heden; Fundación Península Raulí; Vivero Provincial Lote 69. En la Provincia de Río Negro el Vivero Provincial de Mallín Ahogado; el Vivero Ornamental del Sr.Germán Fritz; en la Provincia de Chubut, los Viveros Forestales General San Martín y Trevelin, de INTA; el Vivero del Centro de Investigaciones forestales de la Universidad Nacional de la Patagonia, y en Tierra del Fuego el Vivero que instalaría el emprendimiento Río Grande de Lenga Patagónica S.A.

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6 - CONCLUSIONES - Los bosques nativos de la región revisten un valor de paisaje y de biodiversidad singular,

derivado su evolución, riqueza específica, endemismos, variación genética, ambiental, aislamiento geográfico y ambiente físico. A la vez constituyen una de las escasas reservas mundiales de bosques templados sin alteraciones en grandes superficies.

- Una gran proporción de su superficie total se encuentra legalmente protegida en categorías

estrictas y no estrictas, bajo la forma de parques o reservas. Algunos cumplen acabadamente los objetivos de su creación: resguardo de la diversidad biológica y bellezas escénicas, conservación para las generaciones futuras, áreas de interés científico, educativo y recreativo. No obstante, varias áreas protegidas no cuentan aún con los recursos adecuados para su gestión, y su existencia depende más de un instrumento jurídico, que de la capacidad de los gobiernos de administrar su conservación.

- Las áreas protegidas presentan un grado variable de oposición entre sus objetivos de

protección y las actividades económicas desarrolladas. En términos regionales los problemas de uso de los recursos en las áreas protegidas no son demasiado significativos. Sin embargo, en un análisis más detallado, se advierten conflictos de uso en las áreas de mayor riqueza biológica o mayor valor paisajístico, particularmente en el sector norte de la región, en ambos países.

- Aunque la integración de una porción representativa de cada ecosistema natural al sistema de

áreas protegidas es una aspiración razonable de los países para resguardar sus recursos, la creación de nuevas áreas protegidas, debe ser motivo de un análisis cuidadoso y serio en cuanto a su pertinencia. Ello porque de un modo u otro implica desafectar o restringir la ocupación y el manejo de recursos actualmente bajo otros usos alternativos. También porque en términos cuantitativos, hay una gran superficie en toda la región, y porque dentro del sistema actual de áreas protegidas hay muchas hectáreas poco o mal protegidas, por insuficiente asignación de recursos. De modo que cada opción a este respecto no podrá evaluarse objetivamente si no se consideran tanto los beneficios de las nuevas incorporaciones como los costos del no desarrollo bajo las formas de utilización actual.

- Las áreas no protegidas sufren impactos de importancia derivados de la ocupación humana y

las actividades de uso intensivo y extensivo de los bosques. Los principales factores de degradación de las masas forestales nativas lo constituyen los incendios forestales, la ganadería, la explotación de leña, de maderas nativas con fines industriales, y la sustitución de bosques por plantaciones forestales. En toda esta problemática se evidencia la ausencia de una planificación y desarrollo regional integrados al ambiente.

- Las similitudes ecológicas, paisajísticas y culturales son grandes entre ambos países, con un

pasado común y un patrón de colonización relativamente parecido. No obstante, las magnitudes de los impactos, derivados de un poblamiento y un desarrollo industrial regional intenso, someten a los bosques de Chile a una mayor presión actual. Los cambios globales en la economía de los últimos años tienden a equiparar sin embargo a ambas naciones en lo

Comentario:

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relativo al crecimiento de las actividades industriales, y también en las externalidades negativas ecológicas y sociales.

- Los modelos adoptados a nivel nacional, promueven como una de sus principales vías de

desarrollo, el aumento de las exportaciones de materias primas con un grado variable de manufacturación. Para el logro de este objetivo se descuida al medio ambiente. Las políticas de conservación fuera de las áreas protegidas se encuentran virtualmente ausentes o reducidas a su mínima expresión, sostenidas más por las comunidades locales que por sus propios representantes de gobierno.

- Las bosques de áreas protegidas posiblemente vean fortalecido su grado de protección, dado

que de algún modo actúan como áreas compensatorias de un deterioro forestal global que es castigado severamente por la sociedad de muchos países compradores, y crecientemente por la ciudadanía local. No obstante ello, a nivel local, existen intereses políticos y económicos que presionan por la desafectación de algunas áreas o por un status de protección menos estricta.

- Las presiones de demanda de madera en trozas, chips o tablas por parte de los países

desarrollados; de leña, forraje o tierras agrícolas por las comunidades locales; junto con las necesidades de crecimiento económico al menor plazo posible, mantienen un conflicto entre los intereses de conservación o manejo sustentable de los bosques, y los del desarrollo foresto-industrial o de las economías de subsistencia. Estas demandas se encuentran condicionadas por las políticas gubernamentales, la presión de los centros financieros, y las necesidades reales de la población. En ese sentido, los bosques que actualmente no se encuentran protegidos o sujetos a restricciones que impidan su sustitución, y su explotación resulte técnica y económicamente viable, verán comprometida su persistencia en el corto plazo.

- Los bosques del sur de la Argentina tienen en ese aspecto una ventaja relativa respecto de los

de Chile porque, por una parte, el desarrollo de infraestructura social y foresto-industrial sería menor. Por otra parte, la legislación nacional y las provinciales presentan mayores restricciones a la explotación desmedida o a su quema. Algunas provincias, como Tierra del Fuego, haciéndose eco de reclamos sociales para la limitación de explotaciones forestales, han actualizado su legislación exigiendo un conjunto de medidas de control de impactos ambientales en proyectos en su jurisdicción. También debe considerarse que la región patagónica, salvo por su aporte de hidrocarburos o de energía hidroeléctrica, es períferica en el desarrollo nacional. Lo contrario ocurre en Chile, al menos en las Regiones VIII , IX y X.

- Las concepciones actuales sobre la conservación en un mundo que está sufriendo severas

consecuencias por el incorrecto uso de sus recursos naturales, sea por sobreexplotación o por acumulación de residuos, asumen que no pueden resguardarse las riquezas naturales bajo límites legales, sin una armonización con lo que ocurre en su entorno. Tampoco se considera al hombre fuera del proceso de conservación, sino que es su propia acción como ciudadano, visitante, productor o administrador, la que determina qué grado de protección efectiva tendrá un determinado ambiente. Las alternativas de un manejo más sustentable de los bosques nativos son parcialmente conocidas y ofrecen un camino que es necesario recorrer, subsanando las carencias de información durante su desarrollo. Si se tiene en cuenta que habrá cada vez mayor escasez de maderas nativas, tanto por la deforestación ocurrida como por las

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restricciones internacionales a su consumo, el planteo de iniciar un manejo reconocidamente sustentable constituye una oportunidad para posicionar a las industrias de ambos países bajo una perspectiva de mercado interesante. El reconocimiento de estas ventajas por parte del sector empresarial y de los gobiernos, permitiría gozar a los bosques nativos de opciones reales para su manejo silvícola o reforestación a través de mecanismos de promoción equiparables a los que actualmente gozan las plantaciones de exóticas.

- Estas últimas, realizadas con criterios de ordenamiento territorial, pueden transformarse en

alternativas absolutamente complementarias de la conservación de los bosques nativos. La condición es que no crezcan...sobre sus ruinas. En el sur de Argentina, esta complementariedad es parcialmente real, ya que la mayor parte de las forestaciones actualmente se llevan a cabo en la estepa subhúmeda sobre suelos degradados por sobrepastoreo, salvo en algunas áreas de bosques o ex-bosques con posibilidades de restauración -donde debería arribarse a soluciones de compromiso sobre la forma en que este desarrollo debe ocurrir, y si es efectivamente necesario que deba ocurrir-. Las forestaciones con especies exóticas pueden suplir parcialmente algunas funciones ambientales de los bosques nativos, mejorando la condiciones de áreas que hayan sido intensamente afectadas por el fuego, la ganadería o la erosión. Para que ello ocurra sin generar mayores costos ambientales deberían desarrollarse modelos de producción que no abusen de la monocultura y sus “paquetes tecnológicos”. El manejo del crédito, los sistemas de promoción, la utilización de tasas sociales de descuento, el desarrollo de mercados y otras medidas que pueden orientar los gobiernos, deben estar ampliamente cubiertos.

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Algunas Oportunidades para la Elaboración de Estrategias de Conservación Binacionales La conservación de los Bosques Templados del Sur de Chile y Argentina, merece la realización de esfuerzos conjuntos entre ambos países que garanticen un manejo sustentable de las áreas no protegidas y una protección efectiva de sus parques o reservas. Existen en ese sentido, una serie de oportunidades interesantes para la concertación de políticas, para la ejecución de proyectos o para aprovechar distintas formas de complementariedad, sin obstaculizar con ello las decisiones que competen exclusivamente a cada país. Algunas de estas situaciones propicias para el trabajo binacional son: *El mejoramiento del corredor vial entre la Región de Los Lagos (X Región) y el sur de la

Provincia de Neuquén, que mediante las obras de pavimentación de rutas encaradas en los años recientes en los circuitos que vinculan a sus principales parques, favorecería el desplazamiento e intercambio turístico y comercial. A esta integración vial se suman una cantidad de acciones conjuntas entre autoridades municipales, cámaras de comercio, etc., de localidades limítrofes (San Martín de los Andes-Panguipulli). Por otro lado, el tránsito turístico en verano por los pasos fronterizos Tromen-Mamuil Malal; Hua-hum o Cardenal Samoré (Puyehue), es intenso y se complementa con los circuitos que vinculan a los principales centros del norte de esta Región. Durante el invierno, los problemas de nieve en la Cordillera de los Andes entre Mendoza y Santiago, convierten al paso Cardenal Samoré en la principal vía de tránsito terrestre entre ambos países. La planificación conjunta de las medidas de control en las áreas protegidas involucradas es una forma posible de encauzar los impactos de estos movimientos, atraer recursos para la gestión de conservación, producir condiciones para que la oferta escénica y recreativa pueda ser disfrutada por todos, y a la vez concientizar a los visitantes acerca de la importancia de cuidar los bosques nativos.

*La Administración de Parques Nacionales (APN) y la Corporación Nacional Forestal (CONAF)

constituyen los principales referentes de gobierno en materia de conservación, y de sus políticas depende en buena medida la calidad de gestión ambiental en estos países. Existen ya antecedentes de trabajos técnicos conjuntos, principalmente de acciones de entrenamiento, capacitación o intercambio. Los temas relativos a las normas de protección en parques contiguos, la capacitación de los agentes de conservación, la investigación científica, o las políticas a seguir con la fauna introducida, son algunos puntos posibles de tratar y resolver conjuntamente. En forma simétrica, el sector de conservación no gubernamental, también reconoce antecedentes de trabajos exitosos llevados a cabo mancomunadamente. El aprovechamiento de los vínculos existentes entre estas organizaciones, como la Fundación Vida Silvestre Argentina (FVSA) y la Comisión para la Defensa de la Fauna y la Flora (CODEFF), permitiría potenciar los alcances de una propuesta global de conservación en la región. Estas cuatro instituciones ya han articulado esfuerzos para la conservación del Huemul, especie endémica amenazada en ambos países. Los avances logrados han permitido definir mejor el status de conservación de la especie con conocimiento fundado de las poblaciones remanentes

-muchas de ellas transfronterizas o compartidas-; proponer leyes de protección y su inclusión en convenciones internacionales; entrenar técnicos para el monitoreo de su evolución, y denunciar ilícitos de cacería (lamentablemente ligados a personas que inexplicablemente continúan vinculadas a la APN).

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*La instalación de empresas transnacionales para la explotación de estos bosques simultáneamente en ambos países -como los proyectos de explotación de Lenga en Tierra del Fuego-, ofrece también una interesante oportunidad para las que autoridades de ambos países y también la comunidad, articulen mecanismos de control legal y social para que estos proyectos privados se ajusten al marco del desarrollo establecido, absorbiendo los costos necesarios para evitar externalidades negativas. Sin lugar a dudas es también una oportunidad interesante para que el sector privado forestal pueda demostrar que es posible un aprovechamiento de los bosques que sea rentable y a la vez sustentable ecológica y socialmente, sujeto a las necesarias restricciones de conservación y mantenimiento de la calidad ambiental.

*La infraestructura y capacidad técnica instaladas en la región para el manejo o protección de los

bosques es muy importante en ambas naciones. Los organismos públicos como APN; CONAF; INTA y Universidades, disponen de sólidos conocimientos y herramientas seguramente complementarios. También hay amplias capacidades en las ONG’s de conservación y en organismos internacionales como la Cooperación Técnica Alemana (GTZ) que trabaja con los gobiernos en la región en desarrollo forestal, en Argentina con el Centro de Investigación y Extensión Forestal Andino Patagónica (CIEFAP), y en Chile en el Proyecto de Conservación y Manejo Sustentables del Bosque Nativo (CONAF/ GTZ-DED). Algunos ejemplos de complementación actuales son: la oferta de capacitación en carreras de postgrado forestal de la Universidad Austral de Chile, que es aprovechada en forma creciente por técnicos argentinos; la formulación de proyectos de investigación en manejo forestal binacionales, posibilidad sobre la que se estaría avanzando; el intercambio técnico-científico acerca del manejo de bosques, como la participación de un experto chileno en una reunión convocada por autoridades de la Provincia de Tierra del Fuego para analizar el Proyecto Río Grande en la Argentina; o la reunión para el Fortalecimiento de la Participación Suramericana en el Proceso de Montreal, organizada por UICN e INTA en San Carlos de Bariloche en abril de 1997, en el que participaron referentes de estos países en conservación de bosques nativos.

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Propuestas para Acciones de Conservación La necesidad de sugerencias concretas para la acción ha llevado a la formulación de numerosas propuestas para mejorar el conocimiento y la conservación de los bosques nativos de la región. Particularmente en Chile, las demandas y recomendaciones del sector científico, empresario, o de los movimientos ambientalistas han sido volcadas en numerosos documentos de reuniones técnicas, publicaciones, proyectos de ley, y reclamos públicos. Algunos de ellas son las de Lara, Donoso y Aravena (en: Armesto et al., 1996); CODEFF (1992); Lara y Sepúlveda (1996); el Proyecto de Ley de Promoción al Bosque Nativo; Paredes (1995); Raga , Grassi, Hartwig y otros (en: Cortés, 1996); Simonetti et al. (1995); Oltremari et al.(1994); Lara (1996); Glade (1993); Fuentes (1994); Haltenhoff (1993); Benoit (1989); CONAF/CONAMA (1994); Donoso (1995b); Benedetti (1996) y otros. En la Argentina se han materializado aportes en relación con las áreas protegidas y con el desarrollo forestal desde varios organismos. Posiblemente los principales hayan sido la propia Administración de Parques Nacionales; el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria; el Consejo Asesor Regional Patagónico de la Fauna Silvestre -comité interinstitucional-; la Dirección de Recursos Forestales Nativos; la Fundación Vida Silvestre Argentina, algunas dependencias técnicas provinciales y organizaciones locales de conservación. El espíritu de las recomendaciones de conservación de los bosques nativos puede sintetizarse en las siguientes propuestas: *Ampliar la representatividad de las formaciones vegetales naturales dentro de las áreas

protegidas para cubrir todos sus tipos con una superficie aceptable. *Consolidar las áreas protegidas dotándolas de mejor presupuesto, equipamiento y continuidad

en sus políticas. *Insertar efectivamente el sistema de áreas protegidas en el desarrollo regional, integrando su

oferta escénica con las comunidades y favoreciendo el turismo planificado como actividad más compatible con la conservación de los recursos naturales.

*Vincular áreas protegidas contiguas o cercanas, tanto a través de la homogeneización de su

gestión, como geográficamente por instrumentación de corredores biológicos, refugios de flora y fauna intermedios, etc.

*Promover una gestión ambiental concertando la protección de los bosques con la satisfacción de

necesidades y aspiraciones de las comunidades locales. *Intensificar el apoyo a economías que realicen un manejo sustentable de los recursos en las

categorías menos estrictas de protección, mejorando la atención al visitante, implementando áreas buffer efectivas, mejorando la articulación con el sector privado, las administraciones provinciales y las municipales.

*Promover la educación ambiental en sus diferentes niveles y modalidades, reforzando también

la difusión de las áreas protegidas y su papel protector.

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*Investigar el valor económico, ecológico y social de las funciones ambientales de regulación de

los bosques nativos, como un elemento de información para la planificación del desarrollo y la protección conjuntamente.

*Legislar y regular el acceso a los recursos genéticos de estos bosques, clarificando los derechos

de las comunidades locales y los mecanismos para su apropiación y utilización en consonancia con lo establecido por la Convención sobre Biodiversidad, a la que adhieren ambos países.

*Facilitar y promover la investigación dentro de las áreas protegidas, utilizando más plenamente

el caudal de información física, cultural y biológica que albergan. *Revisar y mejorar los listados de especies amenazadas, de modo de disponer elementos

objetivos para modificar su status de conservación y el de los ecosistemas involucrados *Apoyar y promover aquellos esfuerzos destinados a lograr una producción de recursos forestales

nativos, sea mediante el manejo silvícola o por instalación de plantaciones. *Aumentar los esfuerzos gubernamentales en el control de incendios, volcando esfuerzos hacia la

prevención y la difusión permanente de riesgos y logros en esta materia. *Implementar sistemas que exijan a los proyectos privados forestales estudios de impacto

ambiental y propuestas de mitigación o control. Fomentar la figura del garante público ambiental, con canales que permitan un amplio control social de los proyectos que puedan afectar a los bosques. Apelar también para ello a mecanismos de certificación internacional de sustentabilidad -desarrollando para ello los criterios nacionales más apropiados-, “score cards”

-sistema de calificación periódica de la conservación de bosques en áreas protegidas o de proyectos forestales-; etc.

La intensidad y recurrencia de impactos ambientalmente negativos vuelven más necesario que nunca una reflexión profunda de quienes habitan la región y de los poderes de decisión ligados a su desarrollo. El proceso para conducir a una utilización más equilibrada de los recursos naturales debería iniciarse en un trabajo de ordenación territorial, bajo una forma planificada y reflexiva, y con amplia participación de la comunidad. Para que este proceso pueda ocurrir es necesario conocer por una parte -o poner los conocimientos a disposición del público-, los umbrales ecológicos de las diferentes comunidades y especies autóctonas que garanticen su sanidad y persistencia, sea bajo formas de protección estricta o de utilización regulada. Por otra parte deben armonizarse con ellos las necesidades de las comunidades locales, de los países y los intereses de las futuras generaciones. No es posible sin embargo asegurar la sustentabilidad, en tanto es una acepción difícil de definir, con un camino que apenas se vislumbra. Sí existe sin embargo una muy vasta experiencia acerca de lo que no es sustentable. Que las propuestas de manejo de bosques establezcan un balance entre la oferta ambiental, las tasas de aprovechamiento y lo que la sociedad gana o deja de percibir por tales proyectos, sería ya un paso adelante.

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Las políticas globales y sectoriales configuran un marco que restringe ciertas posibilidades alternativas y orienta las decisiones hacia determinadas actividades de desarrollo. Por ello es preciso que los diferentes actores: comunidad; estamentos técnico-científicos; políticos; organizaciones intermedias y agencias de gobierno participen en la elaboración de propuestas superadoras de los modelos de producción inequitativos y deteriorantes del medio. Es decir, no sustentables. Como se ha planteado en otro informe, en estos espacios debe incluírse a la comunidad internacional, no ya como decisora de qué es lo que más conviene, sino como corresponsable de los negativos impactos en la distribución económica y en el ambiente. Es paradójico que tratándose de una de las regiones menos contaminadas del mundo, se reciba de lleno un problema cuyo origen se encuentra en el otro Hemisferio, como es la destrucción de la capa de ozono atmosférico.

San Martín de los Andes, Neuquén, julio de 1997

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