EDITORIAL Revista - Asobanca Asobanca... · 2017-10-05 · hemos realizado a varios bancos en...

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Julio José Prado, PhD Presidente Ejecutivo Asobanca ¿Contra quién compite tu banco? Ésta es la pregunta que hemos realizado a varios bancos en Ecuador y América Latina. La mayoría de respuestas son: otros bancos, coopera- tivas, bancos públicos, shadow banks, y hay que reconocer -aunque en un porcentaje minoritario- que algunos bancos han mencionado que su competencia son las Fintech. Sin embargo, con cada vez más frecuencia se oye decir que la banca no compite sólo con esos sospechosos usuales, sino con todos los proveedores de experiencias, y dentro de esa categoría entran los superpoderosos Google, Amazon, y Apple admirados por unos y temidos por otros. Son los famosos BigTechs. EDITORIAL Y es que la competencia ya no se piensa en forma vertical, sólo entre pares de la misma industria, sino con proveedo- res que buscan ganar una parte del ‘corazón del consumi- dor’, una parte de la experiencia del usuario. El consumidor, ya no se fija si es que el servicio lo presta un banco, un e-commerce o una empresa de tecnología, quiere una experiencia ágil, memorable, agradable y segura en cada punto de interacción con el banco o la empresa. Las barre- ras entre industrias que antes eran muy marcadas e infran- queables, ahora son casi invisibles, porque lo que importa ya no es el producto en sí mismo, sino la experiencia que obtiene el cliente; no sólo en el momento de obtener o Julio José Prado El reto de la Banca y la ‘Experiencia del Usuario’ INTERNACIONAL JURÍDICO EVENTOS Asamblea General Asobanca 2017 Congreso Latinoamericano de Derecho Bancario Patricia Peck Juan Carlos Mejía Innovación Tecnológica y desafíos de las nuevas reglamentaciones ENTREVISTA Dr. Pablo Fernández Burgueño Acceso y retos de nuevas monedas digitales y blockchain Smart Contracts como herramienta para disminuir los costos de transacción Revista Septiembre 78 El reto de la Banca y la ‘Experiencia del Usuario’

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Julio José Prado, PhDPresidente Ejecutivo Asobanca

¿Contra quién compite tu banco? Ésta es la pregunta que hemos realizado a varios bancos en Ecuador y América Latina. La mayoría de respuestas son: otros bancos, coopera-tivas, bancos públicos, shadow banks, y hay que reconocer -aunque en un porcentaje minoritario- que algunos bancos han mencionado que su competencia son las Fintech. Sin embargo, con cada vez más frecuencia se oye decir que la banca no compite sólo con esos sospechosos usuales, sino con todos los proveedores de experiencias, y dentro de esa categoría entran los superpoderosos Google, Amazon, y Apple admirados por unos y temidos por otros. Son los famosos BigTechs.

EDITORIAL

Y es que la competencia ya no se piensa en forma vertical, sólo entre pares de la misma industria, sino con proveedo-res que buscan ganar una parte del ‘corazón del consumi-dor’, una parte de la experiencia del usuario. El consumidor, ya no se fija si es que el servicio lo presta un banco, un e-commerce o una empresa de tecnología, quiere una experiencia ágil, memorable, agradable y segura en cada punto de interacción con el banco o la empresa. Las barre-ras entre industrias que antes eran muy marcadas e infran-queables, ahora son casi invisibles, porque lo que importa ya no es el producto en sí mismo, sino la experiencia que obtiene el cliente; no sólo en el momento de obtener o

consumir el servicio, sino en el momento previo y posterior. En el servicio y en la experiencia, todos compiten contra todos, porque el consumidor espera que su banco lo atienda con la misma facilidad que acaba de comprar un par de zapatos en Amazon, o cambiar un producto defectuoso en Apple, u obtener respuestas en Google.

Sin embargo, a pesar de lo apetecible que puede sonar que el servicio de un banco se parezca al de Amazon, en la prác-tica hay grandes diferencias entre la banca y los BigTech o Fintech, entre ellas, la seguridad, el compliance y la regula-ción. El reto de los bancos es ofrecer toda la agilidad y la experiencia que el consumidor espera, sin perder grados de seguridad, y cumpliendo toda la serie de normativas y el enmarañado de regulaciones que existen en los sistemas bancarios mundiales. Esto puede verse como una desventa-ja para los bancos, sin embargo bien canalizado y orientado, puede ser una fuente de ventaja competitiva enorme.

Eso es lo que ha pasado entre Venmo y Zelle. Venmo es una Fintech que ofrece una plataforma de pagos y transferen-cias de dinero en forma muy sencilla. Tiene poco más de tres años funcionando y ha sido tremendamente exitosa en Estados Unidos, tanto así que los jóvenes han creado una palabra “Venme some money” (préstame dinero o págame usando Venmo). Esta plataforma se ha convertido rápida-mente en estándar, desplazando a otras Fintech, y lo más interesante o intrigante, es que los bancos no habían reaccionado… hasta ahora. No habían reaccionado porque no encontraban la forma de sacar un producto que realmente pueda competir con el ultra exitoso Venmo. Pero hace muy pocos meses se lanzó Zelle, un esfuerzo colabora-tivo que une a más de 100 bancos e instituciones de Estados Unidos, entre ellos a 30 grandes como Citi, Chase, Bank of América, Morgan Stanley, Visa, Mastercard. ¿Qué fue lo que llevó a la decisión final de que Zelle podía entrar a competir y ofrecer un valor diferencial frente a Venmo? El problema fue que Venmo comenzó a tener una serie de casos de robos y fraudes, que se hicieron virales muy rápidamente, y ha perdido cierta credibilidad entre algunos usuarios. Quizás no es un problema demasiado grande, pero se abrió una ventana de oportunidad para que los bancos, expertos en compliance y seguridad, entren al mercado; el

Julio José Prado

El reto de la Banca y la ‘Experiencia del Usuario’

INTERNACIONAL

JURÍDICO

EVENTOS

Asamblea General Asobanca 2017

Congreso Latinoamericano de Derecho Bancario

Patricia Peck

Juan Carlos Mejía

Innovación Tecnológica y desafíos de las nuevas reglamentaciones

ENTREVISTA

Dr. Pablo Fernández Burgueño

Acceso y retos de nuevas monedas digitales y blockchain

Smart Contracts como herramienta para disminuir los costos de transacción

RevistaSeptiembre 78

El reto de la Banca y la ‘Experiencia del Usuario’

talón de Aquiles de la banca, cuando se mide la agilidad para competir con las Fintech, convertido en su mejor venta-ja competitiva.

El camino que tienen que recorrer los bancos para aplicar la experiencia del usuario y ponerlo en el centro del proceso de creación de nuevos productos y servicios es largo y com-plejo. Las estructuras físicas de muchos bancos y más aún las estructuras operativas y las propias estrategias, no están enfocadas hacia ese objetivo. Pero más allá de verlo como un obstáculo, se puede usar el ejemplo que acabamos de exponer para encontrar las oportunidades.

Los bancos deben ser las instituciones que mayores interac-ciones generan con las personas en el día a día, y a lo largo de toda su vida. Desde pequeños pagos, retiros en cajeros, créditos e inversiones. Es decir que existen un sinnúmero de oportunidades para encontrar momentos para satisfacer, sorprender y hasta enamorar a los clientes. Para ello, así como los bancos han comenzado a tener equipos interdisci-plinarios enfocados en la innovación, deben comenzar a tener dichos equipos enfocados en la experiencia de usuario (o quizás fusionarlos en uno sólo). Así como la innovación no es un trabajo que le compete sólo al área de tecnología como erradamente se piensa, la experiencia del usuario no le compete sólo al marketing.

Como lo decía un expositor en una conferencia internacio-nal hace poco, “Firms should stop focusing on creating more ‘stores’ but on creating ‘stories’”. Es decir, que las empresas deben dejar de crear tiendas y sucursales, sino enfocarse en crear historias. Apliquemos esto a la banca, por ejemplo, ¿qué historia cuenta cada sucursal? ¿Transmiten alguna historia, algún sentimiento las sucursales estandarizadas cortadas por el mismo molde, idénticas en todas partes del país, y pensadas desde la óptica de la producción en masa y no del servicio diferenciado? Seguro que la respuesta a esta pregunta dará suficiente trabajo como para pensar en cuál es la experiencia única que cada banco, cada sucursal, cada interacción quiere trasmitir a sus clientes.

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¿Contra quién compite tu banco? Ésta es la pregunta que hemos realizado a varios bancos en Ecuador y América Latina. La mayoría de respuestas son: otros bancos, coopera-tivas, bancos públicos, shadow banks, y hay que reconocer -aunque en un porcentaje minoritario- que algunos bancos han mencionado que su competencia son las Fintech. Sin embargo, con cada vez más frecuencia se oye decir que la banca no compite sólo con esos sospechosos usuales, sino con todos los proveedores de experiencias, y dentro de esa categoría entran los superpoderosos Google, Amazon, y Apple admirados por unos y temidos por otros. Son los famosos BigTechs.

Y es que la competencia ya no se piensa en forma vertical, sólo entre pares de la misma industria, sino con proveedo-res que buscan ganar una parte del ‘corazón del consumi-dor’, una parte de la experiencia del usuario. El consumidor, ya no se fija si es que el servicio lo presta un banco, un e-commerce o una empresa de tecnología, quiere una experiencia ágil, memorable, agradable y segura en cada punto de interacción con el banco o la empresa. Las barre-ras entre industrias que antes eran muy marcadas e infran-queables, ahora son casi invisibles, porque lo que importa ya no es el producto en sí mismo, sino la experiencia que obtiene el cliente; no sólo en el momento de obtener o

consumir el servicio, sino en el momento previo y posterior. En el servicio y en la experiencia, todos compiten contra todos, porque el consumidor espera que su banco lo atienda con la misma facilidad que acaba de comprar un par de zapatos en Amazon, o cambiar un producto defectuoso en Apple, u obtener respuestas en Google.

Sin embargo, a pesar de lo apetecible que puede sonar que el servicio de un banco se parezca al de Amazon, en la prác-tica hay grandes diferencias entre la banca y los BigTech o Fintech, entre ellas, la seguridad, el compliance y la regula-ción. El reto de los bancos es ofrecer toda la agilidad y la experiencia que el consumidor espera, sin perder grados de seguridad, y cumpliendo toda la serie de normativas y el enmarañado de regulaciones que existen en los sistemas bancarios mundiales. Esto puede verse como una desventa-ja para los bancos, sin embargo bien canalizado y orientado, puede ser una fuente de ventaja competitiva enorme.

Eso es lo que ha pasado entre Venmo y Zelle. Venmo es una Fintech que ofrece una plataforma de pagos y transferen-cias de dinero en forma muy sencilla. Tiene poco más de tres años funcionando y ha sido tremendamente exitosa en Estados Unidos, tanto así que los jóvenes han creado una palabra “Venme some money” (préstame dinero o págame usando Venmo). Esta plataforma se ha convertido rápida-mente en estándar, desplazando a otras Fintech, y lo más interesante o intrigante, es que los bancos no habían reaccionado… hasta ahora. No habían reaccionado porque no encontraban la forma de sacar un producto que realmente pueda competir con el ultra exitoso Venmo. Pero hace muy pocos meses se lanzó Zelle, un esfuerzo colabora-tivo que une a más de 100 bancos e instituciones de Estados Unidos, entre ellos a 30 grandes como Citi, Chase, Bank of América, Morgan Stanley, Visa, Mastercard. ¿Qué fue lo que llevó a la decisión final de que Zelle podía entrar a competir y ofrecer un valor diferencial frente a Venmo? El problema fue que Venmo comenzó a tener una serie de casos de robos y fraudes, que se hicieron virales muy rápidamente, y ha perdido cierta credibilidad entre algunos usuarios. Quizás no es un problema demasiado grande, pero se abrió una ventana de oportunidad para que los bancos, expertos en compliance y seguridad, entren al mercado; el

talón de Aquiles de la banca, cuando se mide la agilidad para competir con las Fintech, convertido en su mejor venta-ja competitiva.

El camino que tienen que recorrer los bancos para aplicar la experiencia del usuario y ponerlo en el centro del proceso de creación de nuevos productos y servicios es largo y com-plejo. Las estructuras físicas de muchos bancos y más aún las estructuras operativas y las propias estrategias, no están enfocadas hacia ese objetivo. Pero más allá de verlo como un obstáculo, se puede usar el ejemplo que acabamos de exponer para encontrar las oportunidades.

Los bancos deben ser las instituciones que mayores interac-ciones generan con las personas en el día a día, y a lo largo de toda su vida. Desde pequeños pagos, retiros en cajeros, créditos e inversiones. Es decir que existen un sinnúmero de oportunidades para encontrar momentos para satisfacer, sorprender y hasta enamorar a los clientes. Para ello, así como los bancos han comenzado a tener equipos interdisci-plinarios enfocados en la innovación, deben comenzar a tener dichos equipos enfocados en la experiencia de usuario (o quizás fusionarlos en uno sólo). Así como la innovación no es un trabajo que le compete sólo al área de tecnología como erradamente se piensa, la experiencia del usuario no le compete sólo al marketing.

Como lo decía un expositor en una conferencia internacio-nal hace poco, “Firms should stop focusing on creating more ‘stores’ but on creating ‘stories’”. Es decir, que las empresas deben dejar de crear tiendas y sucursales, sino enfocarse en crear historias. Apliquemos esto a la banca, por ejemplo, ¿qué historia cuenta cada sucursal? ¿Transmiten alguna historia, algún sentimiento las sucursales estandarizadas cortadas por el mismo molde, idénticas en todas partes del país, y pensadas desde la óptica de la producción en masa y no del servicio diferenciado? Seguro que la respuesta a esta pregunta dará suficiente trabajo como para pensar en cuál es la experiencia única que cada banco, cada sucursal, cada interacción quiere trasmitir a sus clientes.

El reto de los bancos es ofre-cer toda la agilidad y la expe-riencia que el consumidor espera, sin perder grados de seguridad, y cumpliendo toda la serie de normativas y el enmarañado de regulacio-nes que existen en los siste-mas bancarios mundiales.

El camino que tienen que recorrer los bancos para apli-car la experiencia del usuario y ponerlo en el centro del pro-ceso de creación de nuevos productos y servicios es largo y complejo.

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Estamos viviendo en un escenario de total desmaterialización de las relaciones sociales. El papel deja de ser el principal soporte para documentar obligaciones y responsabilidades entre las partes. Este cambio se ve en el comportamiento de diferentes clientes, que dejan las agencias físicas para realizar transacciones por medios digitales, entre ellos, el Smartphone.

Según la Federación Brasileña de Bancos, de 2014 a 2015, las operaciones hechas por mobile banking aumentaron 138%, pasando de R$4,7 billones a R$11,2 billones en Brasil. Sin embar-go, hoy la gran preocupación no es sólo prestar el servicio, sino la garantía de que el ambiente digital esté íntimamente vinculado al sistema bancario, asegurando la misma confianza. El cliente quiere acceder a sus datos desde una aplicación móvil sin notar diferencia ni preocuparse por la seguridad.

Las áreas de Crédito y de Cobro son las que pueden sacar mayor provecho del avance tecnológico para transformar completa-mente la forma en que realizan negocios. La gran interrogante actual es ¿qué puedo hacer con los datos? ¿Cuáles son los límites técnicos y legales del uso de los datos de clientes y no clientes?

Muchas instituciones ya hacen uso de algún servicio de análisis de datos para mejoría de la oferta de crédito, inclusive con herra-mientas de crawler que involucran la verificación de información en miles de sitios en internet y más recientemente en redes sociales.

Ciertamente lo que se busca con el crédito más digital es tener una remodelación del proceso de adquisición de tarjeta, especialmente por internet, así como generar una mayor agregación de informa-ciones que permitan analizar la propensión al crédito y discrimi-nar el riesgo, permitiendo un mejor ordenamiento del públi-co-objetivo y de las políticas a ser trabajadas.

Si el Big Data puede ayudar en el CRM en el momento de la contratación, es necesario hacer más digital la operación del cobro, pues si el canal de oferta fue más electrónico, si la identi-dad del cliente es su número de celular y email más que el propio CPF (Registro de Persona Física), en el momento en que hay un incumplimiento, también se hace necesario rever los procedimientos para permitir un cobro más digital. Hay muchas rupturas de paradigma, pues el área de cobro tiene aún una cultura basada en el papel y en la costumbre de buscar una localización física y presencial del cliente, incluso cuando el contacto fue en canal digital.

Al final del flujo, se envía una correspondencia impresa con AR para avisar de incumplimiento e iniciar la moratoria, lo que, en principio, sería contradictorio ya que la oferta del crédito fue hecha por canal digital. Contractualmente, los avisos podrían darse también por la dirección digital informada (email, celular, o WhatsApp).

Ciertamente hay varios aspectos a considerar para permitir no sólo que el crédito sea más digital, sino que el cobro también; entre ellos, el aspecto jurídico tiene gran impacto, como también

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los aspectos técnicos de seguridad de la información para garan-tizar autenticidad, integridad y disponibilidad de la operación y de su correlativa documentación electrónica.

En el sentido de la mejoría de la seguridad en la transacción de títulos digitales se ha visto el aumento de la aplicación del Block-chain – tecnología en la que se basa la moneda virtual Bitcoin. Según el Foro Económico Mundial, el Blockchain va a ocupar un lugar central en el sistema financiero global en los próximos años por ofrecer un nuevo medio de mover dinero y rastrear transac-ciones de modo más seguro, transparente y eficaz que el sistema actual. A diferencia de los libros contables y bases de datos usados por bancos y otras instituciones, el blockchain es actuali-zado y mantenido no por una única compañía o gobierno, sino por una red de usuarios.

Si en un contrato en papel todas las evidencias están en un único papel, en una contratación digital, hay 4 evidencias esenciales, de las cuales 1 está en un servidor de datos (texto del contrato leído en la pantalla) y las otras 3 están en servidores de logs (log de autenticación que determina la autoría, log de tiempo de cuándo fue firmado y log de geolocalización de dónde fue firmado).

Por tanto, a la hora de presentar la prueba al poder judicial se hace necesario la reunión de todas ellas, dentro de una cadena de custodia que garantice la preservación de la integridad. Por

consiguiente, necesitamos mejorar mucho aún nuestra metodología y nuestros procedi-mientos de almacenamiento de pruebas electrónicas para fines judiciales.

Hay un gran desarrollo de las llamadas Fintechs, pero, si por un lado el cielo es el límite en términos de revolución digital, por otro, el contrapeso de la balanza es la ética y la ley, el llamado compliance. El control del riesgo pasa por la conformi-

dad legal y por la aplicación de las mejores prácticas desarrolla-das para prevenir un colapso sistémico.

Por consiguiente, considerando el alcance de un equilibrio en lo referido a las leyes en Brasil, ya evolucionamos mucho para lograr permitir negocios cada vez más digitales. Corresponde ahora a las instituciones hacer sus deberes, para revisitar antiguos proce-dimientos y actualizar sus rutinas de modo que sean más compe-titivas. Y en eso, la agilidad de las Fintechs, con sus procesos simples y su cultura abocada a la innovación, ha sido una de las diferenciaciones a favor del crecimiento.

Sea por la disminución del uso del papel moneda, del cheque o incluso de la tarjeta, la cultura digital llegó para quedarse. Será el cliente quien escoja con quien quiere hacer negocios, ciertamen-te cada vez más digital, con una atención sencilla, ágil, inmediata, que responda a las necesidades de rapidez sin burocracia.

Cualquier posición extrema, sea en el empuje del riesgo, sea en la súper protección de las posiciones, también trae perjuicio y provoca crisis. Pero, ciertamente, crédito y cobro tienen todo lo necesario para ser cada vez más digitales.

¿Cómo ha cambiado el consumidor bancario en su adopción de nuevas tecnologías? Tradicionalmente, los bancos han definido sus productos y los han puesto a disposición del público, de manera que los usuarios los contrataban y disfrutaban de los mismos. Por lo general, el banco ha basado su oferta en un portafolio cerrado de productos para captar clientes, como quien echa una red al mar y espera la captura. El objetivo siempre ha sido lograr clientes cautivos por medio del encadenamiento de productos.

Sin embargo, el cliente ha cambiado. Ahora, el consumidor es capaz no sólo de migrar de proveedor, sino de crear por sí mismo soluciones financieras unidas al uso de las nuevas tecnologías. Por un lado, se enfatizan en el consumidor las facetas de autono-mía, libertad y movilidad. Por otro, es él mismo quien genera demandas nuevas no cubiertas por los servicios del banco; y crea productos financieros nuevos para llegar, donde los bancos no han sabido, o sustitutivos, más rápidos y eficientes que los del banco.

La rutina de contar con la tecnología para realizar las actividades cotidianas de manera más eficiente ha convertido el hábito en una costumbre. Rara es la ocasión en que un ciudadano olvida el móvil o celular en casa y no regresa a recogerlo. Para muchos, el pago mediante NFC es la manera natural de relacionarse con los comercios, y las transferencias de dinero entre particulares a través de apps de intermediarios financieros ha pasado a ser algo tan práctico como habitual.

El consumidor ya no es el mismo y; sin embargo, el banco sí lo es. Por este motivo surgen y se desarrollan con gran velocidad las startups Fintech con servicios nuevos, generando una demanda hasta ahora inexistente. Por este motivo, los usuarios confían su dinero a redes sociales, hacen transferencias con cambio de divisas a través de Fintechs con sistemas de intermediación P2P. La tecnología ya ha cambiado las vidas de los consumidores haciendo que demanden no sólo calidad y rapidez, sino solucio-nes diferentes a nuevos problemas inexistentes hasta la fecha.

¿Es necesario pagar la gasolina a través de una app o el pan con NFC? Quizá no. Obviamente, se podrían seguir cambiando estos recursos por trocitos de metal redondos acuñados por el Estado; pero no es lo que el consumidor desea. Tener que pagar con minerales es, ahora, un problema para muchos. ¿Se esfuerza el banco por adaptarse o surgen soluciones Fintech para cubrir las demandas que el banco no puede o no sabe atender?

Algo está claro: los bancos deberían compatibilizar la mejora de los servicios con la tarea de innovar y crear otros nuevos y mejo-res. Es posible que algunos de estos nuevos servicios no sean exitosos y otros sí lo sean. Sólo innovando se podrá alcanzar al cliente. El consumidor ya ha cambiado. El banco tiene la tarea de cambiar con él.

¿Cómo funcionan las criptomonedas y se realizan transacciones con éstas? Las criptomonedas son unidades de cuenta, creadas y gestiona-das en sistemas monetarios P2P soportados por tecnología Blockchain y certificados de clave asimétrica, con las que se pueden pagar, siempre que la normativa lo permita, por produc-tos o servicios.

Se entiende mejor con un ejemplo: Bitcoin es una criptomoneda. Funciona como dinero en efectivo en Internet con el que se puede pagar desde un café hasta una licencia para usar un programa de ordenador. Es creada por privados por medio de un proceso denominado minería. No está gestionada por ningún gobierno. No tiene un precio oficial, dado que la compra y venta de estas monedas se basa únicamente en un sistema de oferta y demanda entre interesados. Puede ser transferida de persona a persona de forma privada, anónima o pseudónima y sin necesi-dad de pasar por entidades financieras o bancarias. Y su fiabili-dad se basa en la llevanza de un libro de cuentas, denominado cadena de bloques o Blockchain y alojado de forma simultánea en decenas de miles de servidores no identificados alrededor del mundo, en el que se registran todas las transacciones realizadas.Sin duda, es un sistema monetario internacional de una enorme complejidad, aunque extraordinariamente eficiente.

¿Cuáles son los beneficios de esta moneda virtual, para negocios y para personas naturales?

El principal uso que se da a las monedas virtuales es el especula-tivo: se compran unidades o fracciones de criptomonedas a un precio y se tratan de vender a otro más elevado. Desde un punto de vista económico, el principal beneficio es la obtención de ganancias patrimoniales, si el inversor es avispado y perspicaz en sus transacciones.

Uno de los principales beneficios que se suele destacar es el de la posibilidad al usuario de ser su propio banco. Las monedas

Internacional

Patricia PeckAbogada especialista en Derecho Digital

Innovación Tecnológica y desafíos de las nuevas reglamentaciones

Si por un lado el cielo es el límite en términos de revolu-ción digital, por otro, el con-trapeso de la balanza es la ética y la ley, el llamado com-pliance

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virtuales ofrecen al usuario la capacidad de conservar por sí mismo estos derechos de apunte en la cadena de bloques, de manera que pueda venderlos más adelante o gastarlos pagando con ellos por productos o servicios.

Para los negocios, se pueden extraer multitud de beneficios, entre los que destacaría los siguientes: puede aceptar pagos en otras criptomonedas o divisas virtuales al igual que lo hace en relación con las divisas tradicionales o monedas extranjeras; abre la posibilidad de captar nueva clientela; puede crear sistemas de crowdfunding para nuevos proyectos por medio del despliegue de un smart contract en una de las cadenas de bloques existen-tes; puede generar una ICO para potenciar un negocio o impulsar uno nuevo; o puede desarrollar un sistema de tokens vinculando estos a derechos u obligaciones para los usuarios que los adquie-ran o a los que se vinculen.

Las monedas virtuales son de muy reciente creación, y esto es sólo el principio. El listado de beneficios va en aumento. La experimentación con la tecnología que da base a las monedas virtuales es objeto de interés por las principales instituciones financieras del mundo.

¿Para cuál de estos dos es más beneficioso?

Hoy en día, el usuario particular, persona natural, es el más bene-ficiado por el cariz especulativo de este vector. Sin embargo, a medio y largo plazo, se espera que los negocios adquieran un papel predominante gracias al uso de esta tecnología.

Lo interesante del Bitcoin no es el Bitcoin, sino la tecnología en la que basa su funcionamiento: Blockchain. No obstante, sería un error menospreciar el valor de la criptomoneda. La creación de sistemas de validación basados en Blockchain, la generación de DAOs, ICOs o la gestión de tokens basan su funcionamiento en su antecedente natural: las monedas virtuales. Las empresas que deseen crear un sistema de tokenización de activos por medio del despliegue de un smart contract no deberían olvidar que el bitcoin fue el primer token y que la transferencia de este fue el primer smart contract que se ejecutó sobre una Blockchain.

Aunque ya lo estamos viendo en fase beta o como prueba de concepto, dentro de muy poco (¿meses? ¿semanas?) veremos grandes instituciones con Blockchains privadas propias, sistemas de tokenización, smart contracts de identidad para empleados o alumnos universitarios, plataformas de creación de ICOs gestio-nadas por sociedades de inversión profesionales. Todos estos proyectos ya existen y muchos están en funcionamiento. No tardaremos en ver consolidados estos desarrollos en el sector monetario y financiero de la mayoría de los países.

¿Qué problema pueden enfrentar o tienen que resolver los gobiernos ante estas nuevas monedas?

Bitcoin surgió como concepto en 2008 y las primeras monedas se crearon en 2009. Apenas en 2013 se le dio importancia a este nuevo sistema monetario internacional. Fue en 2016 cuando se creó la primera DAO de entidad. 2017 es el año del boom de las ICO y la creación de sistemas de tokens. Esto no ha hecho más que empezar y nadie sabe aún cómo va a continuar.

La novedad de las criptomonedas pone a los estados en una situación compleja: deben dar respuesta rápida a las dudas legales que su uso implica para impulsar la innovación bajo un paraguas adecuado de seguridad jurídica.

Así pues, por un lado, tenemos la generación de nuevos produc-tos financieros y monetarios que, hasta 2008, se desconocía siquiera que pudieran llegar a existir. Resultaba difícil concebir un sistema monetario internacional gestionado por las personas, desvinculado de los gobiernos y gestionado a través del consenso y la criptografía. Los gobiernos se enfrentan al reto de compren-der los desarrollos que se realizan sobre esta base tecnológica al tiempo que estos tienen lugar, y no meses después, para facilitar su encaje legal, resolver las dudas de los ciudadanos, crear seguri-dad jurídica e incentivar la creatividad. En lugar de prohibir por defecto, deben saber adaptarse para resolver dudas sobre cómo tokenizar las acciones de una empresa de forma legal; cómo crear ICOs legales para financiar proyectos lícitos; cómo declarar de forma eficiente los incrementos patrimoniales derivados de la especulación en criptomonedas; o cómo usar Blockchain para alojar información personal o empresarial siguiendo las recomendaciones de las diferentes agencias de protección de datos o la normativa vigente al respecto.

Por otro lado, los gobiernos se enfrentan a la perspicacia de los denominados early adopters, es decir, de los usuarios iniciales de la tecnología. Estos ven en el anonimato propio de las monedas electrónicas una panacea para la obtención de beneficios econó-micos o ganancias patrimoniales sin declararlos debidamente o para destinar estas monedas a fines de difícil encaje legal. Se ven escudados en las complicadas fiscalizaciones de estas acciones, consecuencia de la escasa preparación y lenta adaptación de los gobiernos al cambio.

El mayor reto para los gobiernos está en entender la tecnología para responder a ella por medio de recomendaciones, incentivos y acciones eficientes de fiscalización. La vía correcta está en la permisión del uso de la tecnología para fines lícitos y el impulso de la creatividad y la innovación con base en el respeto de la legalidad y los intereses del Estado.

¿Cuáles son los riesgos para una persona de adquirir un Bitcoin?

El principal riesgo es el de perder toda su inversión, por tanto, la recomendación es invertir en Bitcoin todo aquello que uno esté dispuesto a perder, como máximo.

El segundo riesgo, vinculado con el primero, es el de perder la clave privada con la que se gestionan las monedas virtuales. Esta clave es o bien un archivo o bien una ristra de caracteres alfanu-méricos o bien una frase de recuperación. Puede que el usuario la pierda, que se la roben o que se la sustraigan. En cualquier caso, sin la clave perderá la posibilidad de controlar y gestionar los bitcoins que le pertenecen. La ciberseguridad se convierte, en estos casos, en un factor esencial para no perder este tipo de dinero privado.

El tercer riesgo para la persona que adquiere Bitcoins es el de estar realizando, a través de esta acción, un acto ilegal en su país. Existen países en los que la mera gestión de monedas electróni-cas no autorizadas por el gobierno se considera un acto ilícito, perseguible y sancionable. Por tanto, lo primero que debería hacer el usuario es informarse adecuadamente acerca de si en su país está o no permitido el movimiento de monedas electrónicas como el Bitcoin.

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¿Cómo ha cambiado el consumidor bancario en su adopción de nuevas tecnologías? Tradicionalmente, los bancos han definido sus productos y los han puesto a disposición del público, de manera que los usuarios los contrataban y disfrutaban de los mismos. Por lo general, el banco ha basado su oferta en un portafolio cerrado de productos para captar clientes, como quien echa una red al mar y espera la captura. El objetivo siempre ha sido lograr clientes cautivos por medio del encadenamiento de productos.

Sin embargo, el cliente ha cambiado. Ahora, el consumidor es capaz no sólo de migrar de proveedor, sino de crear por sí mismo soluciones financieras unidas al uso de las nuevas tecnologías. Por un lado, se enfatizan en el consumidor las facetas de autono-mía, libertad y movilidad. Por otro, es él mismo quien genera demandas nuevas no cubiertas por los servicios del banco; y crea productos financieros nuevos para llegar, donde los bancos no han sabido, o sustitutivos, más rápidos y eficientes que los del banco.

La rutina de contar con la tecnología para realizar las actividades cotidianas de manera más eficiente ha convertido el hábito en una costumbre. Rara es la ocasión en que un ciudadano olvida el móvil o celular en casa y no regresa a recogerlo. Para muchos, el pago mediante NFC es la manera natural de relacionarse con los comercios, y las transferencias de dinero entre particulares a través de apps de intermediarios financieros ha pasado a ser algo tan práctico como habitual.

El consumidor ya no es el mismo y; sin embargo, el banco sí lo es. Por este motivo surgen y se desarrollan con gran velocidad las startups Fintech con servicios nuevos, generando una demanda hasta ahora inexistente. Por este motivo, los usuarios confían su dinero a redes sociales, hacen transferencias con cambio de divisas a través de Fintechs con sistemas de intermediación P2P. La tecnología ya ha cambiado las vidas de los consumidores haciendo que demanden no sólo calidad y rapidez, sino solucio-nes diferentes a nuevos problemas inexistentes hasta la fecha.

¿Es necesario pagar la gasolina a través de una app o el pan con NFC? Quizá no. Obviamente, se podrían seguir cambiando estos recursos por trocitos de metal redondos acuñados por el Estado; pero no es lo que el consumidor desea. Tener que pagar con minerales es, ahora, un problema para muchos. ¿Se esfuerza el banco por adaptarse o surgen soluciones Fintech para cubrir las demandas que el banco no puede o no sabe atender?

Algo está claro: los bancos deberían compatibilizar la mejora de los servicios con la tarea de innovar y crear otros nuevos y mejo-res. Es posible que algunos de estos nuevos servicios no sean exitosos y otros sí lo sean. Sólo innovando se podrá alcanzar al cliente. El consumidor ya ha cambiado. El banco tiene la tarea de cambiar con él.

¿Cómo funcionan las criptomonedas y se realizan transacciones con éstas? Las criptomonedas son unidades de cuenta, creadas y gestiona-das en sistemas monetarios P2P soportados por tecnología Blockchain y certificados de clave asimétrica, con las que se pueden pagar, siempre que la normativa lo permita, por produc-tos o servicios.

Se entiende mejor con un ejemplo: Bitcoin es una criptomoneda. Funciona como dinero en efectivo en Internet con el que se puede pagar desde un café hasta una licencia para usar un programa de ordenador. Es creada por privados por medio de un proceso denominado minería. No está gestionada por ningún gobierno. No tiene un precio oficial, dado que la compra y venta de estas monedas se basa únicamente en un sistema de oferta y demanda entre interesados. Puede ser transferida de persona a persona de forma privada, anónima o pseudónima y sin necesi-dad de pasar por entidades financieras o bancarias. Y su fiabili-dad se basa en la llevanza de un libro de cuentas, denominado cadena de bloques o Blockchain y alojado de forma simultánea en decenas de miles de servidores no identificados alrededor del mundo, en el que se registran todas las transacciones realizadas.Sin duda, es un sistema monetario internacional de una enorme complejidad, aunque extraordinariamente eficiente.

¿Cuáles son los beneficios de esta moneda virtual, para negocios y para personas naturales?

El principal uso que se da a las monedas virtuales es el especula-tivo: se compran unidades o fracciones de criptomonedas a un precio y se tratan de vender a otro más elevado. Desde un punto de vista económico, el principal beneficio es la obtención de ganancias patrimoniales, si el inversor es avispado y perspicaz en sus transacciones.

Uno de los principales beneficios que se suele destacar es el de la posibilidad al usuario de ser su propio banco. Las monedas

Entrevista

En el contexto del Congreso Latinoamericano de Derecho Bancario -COLADE-, entrevistamos al experto español Dr. Pablo Fernández Burgueño, quien se refirió al

uso y acceso de las nuevas tecnologías, tales como las criptomonedas, el Blockchain y los impactos y retos de su uso en la banca. Pablo es abogado especializado en ciber-

seguridad, medios de pago y modelos de negocio basados en el uso de Blockchain, smart contracts y bitcoin. Fundó Abanlex, bufete especializado en Derecho Tecnológico,

una startup desde la que realiza investigaciones sobre big data contra la ciberdelincuen-cia. Actualmente trabaja en la digitalización de bancos y colabora con Europol en la lucha

contra el fraude electrónico mediante el uso de monedas virtuales.

Acceso y retos de nuevas monedas digitales y blockchain

Dr. Pablo Fernández Burgueño

virtuales ofrecen al usuario la capacidad de conservar por sí mismo estos derechos de apunte en la cadena de bloques, de manera que pueda venderlos más adelante o gastarlos pagando con ellos por productos o servicios.

Para los negocios, se pueden extraer multitud de beneficios, entre los que destacaría los siguientes: puede aceptar pagos en otras criptomonedas o divisas virtuales al igual que lo hace en relación con las divisas tradicionales o monedas extranjeras; abre la posibilidad de captar nueva clientela; puede crear sistemas de crowdfunding para nuevos proyectos por medio del despliegue de un smart contract en una de las cadenas de bloques existen-tes; puede generar una ICO para potenciar un negocio o impulsar uno nuevo; o puede desarrollar un sistema de tokens vinculando estos a derechos u obligaciones para los usuarios que los adquie-ran o a los que se vinculen.

Las monedas virtuales son de muy reciente creación, y esto es sólo el principio. El listado de beneficios va en aumento. La experimentación con la tecnología que da base a las monedas virtuales es objeto de interés por las principales instituciones financieras del mundo.

¿Para cuál de estos dos es más beneficioso?

Hoy en día, el usuario particular, persona natural, es el más bene-ficiado por el cariz especulativo de este vector. Sin embargo, a medio y largo plazo, se espera que los negocios adquieran un papel predominante gracias al uso de esta tecnología.

Lo interesante del Bitcoin no es el Bitcoin, sino la tecnología en la que basa su funcionamiento: Blockchain. No obstante, sería un error menospreciar el valor de la criptomoneda. La creación de sistemas de validación basados en Blockchain, la generación de DAOs, ICOs o la gestión de tokens basan su funcionamiento en su antecedente natural: las monedas virtuales. Las empresas que deseen crear un sistema de tokenización de activos por medio del despliegue de un smart contract no deberían olvidar que el bitcoin fue el primer token y que la transferencia de este fue el primer smart contract que se ejecutó sobre una Blockchain.

Aunque ya lo estamos viendo en fase beta o como prueba de concepto, dentro de muy poco (¿meses? ¿semanas?) veremos grandes instituciones con Blockchains privadas propias, sistemas de tokenización, smart contracts de identidad para empleados o alumnos universitarios, plataformas de creación de ICOs gestio-nadas por sociedades de inversión profesionales. Todos estos proyectos ya existen y muchos están en funcionamiento. No tardaremos en ver consolidados estos desarrollos en el sector monetario y financiero de la mayoría de los países.

¿Qué problema pueden enfrentar o tienen que resolver los gobiernos ante estas nuevas monedas?

Bitcoin surgió como concepto en 2008 y las primeras monedas se crearon en 2009. Apenas en 2013 se le dio importancia a este nuevo sistema monetario internacional. Fue en 2016 cuando se creó la primera DAO de entidad. 2017 es el año del boom de las ICO y la creación de sistemas de tokens. Esto no ha hecho más que empezar y nadie sabe aún cómo va a continuar.

La novedad de las criptomonedas pone a los estados en una situación compleja: deben dar respuesta rápida a las dudas legales que su uso implica para impulsar la innovación bajo un paraguas adecuado de seguridad jurídica.

Así pues, por un lado, tenemos la generación de nuevos produc-tos financieros y monetarios que, hasta 2008, se desconocía siquiera que pudieran llegar a existir. Resultaba difícil concebir un sistema monetario internacional gestionado por las personas, desvinculado de los gobiernos y gestionado a través del consenso y la criptografía. Los gobiernos se enfrentan al reto de compren-der los desarrollos que se realizan sobre esta base tecnológica al tiempo que estos tienen lugar, y no meses después, para facilitar su encaje legal, resolver las dudas de los ciudadanos, crear seguri-dad jurídica e incentivar la creatividad. En lugar de prohibir por defecto, deben saber adaptarse para resolver dudas sobre cómo tokenizar las acciones de una empresa de forma legal; cómo crear ICOs legales para financiar proyectos lícitos; cómo declarar de forma eficiente los incrementos patrimoniales derivados de la especulación en criptomonedas; o cómo usar Blockchain para alojar información personal o empresarial siguiendo las recomendaciones de las diferentes agencias de protección de datos o la normativa vigente al respecto.

Por otro lado, los gobiernos se enfrentan a la perspicacia de los denominados early adopters, es decir, de los usuarios iniciales de la tecnología. Estos ven en el anonimato propio de las monedas electrónicas una panacea para la obtención de beneficios econó-micos o ganancias patrimoniales sin declararlos debidamente o para destinar estas monedas a fines de difícil encaje legal. Se ven escudados en las complicadas fiscalizaciones de estas acciones, consecuencia de la escasa preparación y lenta adaptación de los gobiernos al cambio.

El mayor reto para los gobiernos está en entender la tecnología para responder a ella por medio de recomendaciones, incentivos y acciones eficientes de fiscalización. La vía correcta está en la permisión del uso de la tecnología para fines lícitos y el impulso de la creatividad y la innovación con base en el respeto de la legalidad y los intereses del Estado.

¿Cuáles son los riesgos para una persona de adquirir un Bitcoin?

El principal riesgo es el de perder toda su inversión, por tanto, la recomendación es invertir en Bitcoin todo aquello que uno esté dispuesto a perder, como máximo.

El segundo riesgo, vinculado con el primero, es el de perder la clave privada con la que se gestionan las monedas virtuales. Esta clave es o bien un archivo o bien una ristra de caracteres alfanu-méricos o bien una frase de recuperación. Puede que el usuario la pierda, que se la roben o que se la sustraigan. En cualquier caso, sin la clave perderá la posibilidad de controlar y gestionar los bitcoins que le pertenecen. La ciberseguridad se convierte, en estos casos, en un factor esencial para no perder este tipo de dinero privado.

El tercer riesgo para la persona que adquiere Bitcoins es el de estar realizando, a través de esta acción, un acto ilegal en su país. Existen países en los que la mera gestión de monedas electróni-cas no autorizadas por el gobierno se considera un acto ilícito, perseguible y sancionable. Por tanto, lo primero que debería hacer el usuario es informarse adecuadamente acerca de si en su país está o no permitido el movimiento de monedas electrónicas como el Bitcoin.

Page 5: EDITORIAL Revista - Asobanca Asobanca... · 2017-10-05 · hemos realizado a varios bancos en Ecuador y América Latina. La mayoría de respuestas son: otros bancos, coopera-tivas,

¿Cómo ha cambiado el consumidor bancario en su adopción de nuevas tecnologías? Tradicionalmente, los bancos han definido sus productos y los han puesto a disposición del público, de manera que los usuarios los contrataban y disfrutaban de los mismos. Por lo general, el banco ha basado su oferta en un portafolio cerrado de productos para captar clientes, como quien echa una red al mar y espera la captura. El objetivo siempre ha sido lograr clientes cautivos por medio del encadenamiento de productos.

Sin embargo, el cliente ha cambiado. Ahora, el consumidor es capaz no sólo de migrar de proveedor, sino de crear por sí mismo soluciones financieras unidas al uso de las nuevas tecnologías. Por un lado, se enfatizan en el consumidor las facetas de autono-mía, libertad y movilidad. Por otro, es él mismo quien genera demandas nuevas no cubiertas por los servicios del banco; y crea productos financieros nuevos para llegar, donde los bancos no han sabido, o sustitutivos, más rápidos y eficientes que los del banco.

La rutina de contar con la tecnología para realizar las actividades cotidianas de manera más eficiente ha convertido el hábito en una costumbre. Rara es la ocasión en que un ciudadano olvida el móvil o celular en casa y no regresa a recogerlo. Para muchos, el pago mediante NFC es la manera natural de relacionarse con los comercios, y las transferencias de dinero entre particulares a través de apps de intermediarios financieros ha pasado a ser algo tan práctico como habitual.

El consumidor ya no es el mismo y; sin embargo, el banco sí lo es. Por este motivo surgen y se desarrollan con gran velocidad las startups Fintech con servicios nuevos, generando una demanda hasta ahora inexistente. Por este motivo, los usuarios confían su dinero a redes sociales, hacen transferencias con cambio de divisas a través de Fintechs con sistemas de intermediación P2P. La tecnología ya ha cambiado las vidas de los consumidores haciendo que demanden no sólo calidad y rapidez, sino solucio-nes diferentes a nuevos problemas inexistentes hasta la fecha.

¿Es necesario pagar la gasolina a través de una app o el pan con NFC? Quizá no. Obviamente, se podrían seguir cambiando estos recursos por trocitos de metal redondos acuñados por el Estado; pero no es lo que el consumidor desea. Tener que pagar con minerales es, ahora, un problema para muchos. ¿Se esfuerza el banco por adaptarse o surgen soluciones Fintech para cubrir las demandas que el banco no puede o no sabe atender?

Algo está claro: los bancos deberían compatibilizar la mejora de los servicios con la tarea de innovar y crear otros nuevos y mejo-res. Es posible que algunos de estos nuevos servicios no sean exitosos y otros sí lo sean. Sólo innovando se podrá alcanzar al cliente. El consumidor ya ha cambiado. El banco tiene la tarea de cambiar con él.

¿Cómo funcionan las criptomonedas y se realizan transacciones con éstas? Las criptomonedas son unidades de cuenta, creadas y gestiona-das en sistemas monetarios P2P soportados por tecnología Blockchain y certificados de clave asimétrica, con las que se pueden pagar, siempre que la normativa lo permita, por produc-tos o servicios.

Se entiende mejor con un ejemplo: Bitcoin es una criptomoneda. Funciona como dinero en efectivo en Internet con el que se puede pagar desde un café hasta una licencia para usar un programa de ordenador. Es creada por privados por medio de un proceso denominado minería. No está gestionada por ningún gobierno. No tiene un precio oficial, dado que la compra y venta de estas monedas se basa únicamente en un sistema de oferta y demanda entre interesados. Puede ser transferida de persona a persona de forma privada, anónima o pseudónima y sin necesi-dad de pasar por entidades financieras o bancarias. Y su fiabili-dad se basa en la llevanza de un libro de cuentas, denominado cadena de bloques o Blockchain y alojado de forma simultánea en decenas de miles de servidores no identificados alrededor del mundo, en el que se registran todas las transacciones realizadas.Sin duda, es un sistema monetario internacional de una enorme complejidad, aunque extraordinariamente eficiente.

¿Cuáles son los beneficios de esta moneda virtual, para negocios y para personas naturales?

El principal uso que se da a las monedas virtuales es el especula-tivo: se compran unidades o fracciones de criptomonedas a un precio y se tratan de vender a otro más elevado. Desde un punto de vista económico, el principal beneficio es la obtención de ganancias patrimoniales, si el inversor es avispado y perspicaz en sus transacciones.

Uno de los principales beneficios que se suele destacar es el de la posibilidad al usuario de ser su propio banco. Las monedas

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Entrevista

FOTOvirtuales ofrecen al usuario la capacidad de conservar por sí mismo estos derechos de apunte en la cadena de bloques, de manera que pueda venderlos más adelante o gastarlos pagando con ellos por productos o servicios.

Para los negocios, se pueden extraer multitud de beneficios, entre los que destacaría los siguientes: puede aceptar pagos en otras criptomonedas o divisas virtuales al igual que lo hace en relación con las divisas tradicionales o monedas extranjeras; abre la posibilidad de captar nueva clientela; puede crear sistemas de crowdfunding para nuevos proyectos por medio del despliegue de un smart contract en una de las cadenas de bloques existen-tes; puede generar una ICO para potenciar un negocio o impulsar uno nuevo; o puede desarrollar un sistema de tokens vinculando estos a derechos u obligaciones para los usuarios que los adquie-ran o a los que se vinculen.

Las monedas virtuales son de muy reciente creación, y esto es sólo el principio. El listado de beneficios va en aumento. La experimentación con la tecnología que da base a las monedas virtuales es objeto de interés por las principales instituciones financieras del mundo.

¿Para cuál de estos dos es más beneficioso?

Hoy en día, el usuario particular, persona natural, es el más bene-ficiado por el cariz especulativo de este vector. Sin embargo, a medio y largo plazo, se espera que los negocios adquieran un papel predominante gracias al uso de esta tecnología.

Lo interesante del Bitcoin no es el Bitcoin, sino la tecnología en la que basa su funcionamiento: Blockchain. No obstante, sería un error menospreciar el valor de la criptomoneda. La creación de sistemas de validación basados en Blockchain, la generación de DAOs, ICOs o la gestión de tokens basan su funcionamiento en su antecedente natural: las monedas virtuales. Las empresas que deseen crear un sistema de tokenización de activos por medio del despliegue de un smart contract no deberían olvidar que el bitcoin fue el primer token y que la transferencia de este fue el primer smart contract que se ejecutó sobre una Blockchain.

Aunque ya lo estamos viendo en fase beta o como prueba de concepto, dentro de muy poco (¿meses? ¿semanas?) veremos grandes instituciones con Blockchains privadas propias, sistemas de tokenización, smart contracts de identidad para empleados o alumnos universitarios, plataformas de creación de ICOs gestio-nadas por sociedades de inversión profesionales. Todos estos proyectos ya existen y muchos están en funcionamiento. No tardaremos en ver consolidados estos desarrollos en el sector monetario y financiero de la mayoría de los países.

¿Qué problema pueden enfrentar o tienen que resolver los gobiernos ante estas nuevas monedas?

Bitcoin surgió como concepto en 2008 y las primeras monedas se crearon en 2009. Apenas en 2013 se le dio importancia a este nuevo sistema monetario internacional. Fue en 2016 cuando se creó la primera DAO de entidad. 2017 es el año del boom de las ICO y la creación de sistemas de tokens. Esto no ha hecho más que empezar y nadie sabe aún cómo va a continuar.

La novedad de las criptomonedas pone a los estados en una situación compleja: deben dar respuesta rápida a las dudas legales que su uso implica para impulsar la innovación bajo un paraguas adecuado de seguridad jurídica.

Así pues, por un lado, tenemos la generación de nuevos produc-tos financieros y monetarios que, hasta 2008, se desconocía siquiera que pudieran llegar a existir. Resultaba difícil concebir un sistema monetario internacional gestionado por las personas, desvinculado de los gobiernos y gestionado a través del consenso y la criptografía. Los gobiernos se enfrentan al reto de compren-der los desarrollos que se realizan sobre esta base tecnológica al tiempo que estos tienen lugar, y no meses después, para facilitar su encaje legal, resolver las dudas de los ciudadanos, crear seguri-dad jurídica e incentivar la creatividad. En lugar de prohibir por defecto, deben saber adaptarse para resolver dudas sobre cómo tokenizar las acciones de una empresa de forma legal; cómo crear ICOs legales para financiar proyectos lícitos; cómo declarar de forma eficiente los incrementos patrimoniales derivados de la especulación en criptomonedas; o cómo usar Blockchain para alojar información personal o empresarial siguiendo las recomendaciones de las diferentes agencias de protección de datos o la normativa vigente al respecto.

Por otro lado, los gobiernos se enfrentan a la perspicacia de los denominados early adopters, es decir, de los usuarios iniciales de la tecnología. Estos ven en el anonimato propio de las monedas electrónicas una panacea para la obtención de beneficios econó-micos o ganancias patrimoniales sin declararlos debidamente o para destinar estas monedas a fines de difícil encaje legal. Se ven escudados en las complicadas fiscalizaciones de estas acciones, consecuencia de la escasa preparación y lenta adaptación de los gobiernos al cambio.

El mayor reto para los gobiernos está en entender la tecnología para responder a ella por medio de recomendaciones, incentivos y acciones eficientes de fiscalización. La vía correcta está en la permisión del uso de la tecnología para fines lícitos y el impulso de la creatividad y la innovación con base en el respeto de la legalidad y los intereses del Estado.

¿Cuáles son los riesgos para una persona de adquirir un Bitcoin?

El principal riesgo es el de perder toda su inversión, por tanto, la recomendación es invertir en Bitcoin todo aquello que uno esté dispuesto a perder, como máximo.

El segundo riesgo, vinculado con el primero, es el de perder la clave privada con la que se gestionan las monedas virtuales. Esta clave es o bien un archivo o bien una ristra de caracteres alfanu-méricos o bien una frase de recuperación. Puede que el usuario la pierda, que se la roben o que se la sustraigan. En cualquier caso, sin la clave perderá la posibilidad de controlar y gestionar los bitcoins que le pertenecen. La ciberseguridad se convierte, en estos casos, en un factor esencial para no perder este tipo de dinero privado.

El tercer riesgo para la persona que adquiere Bitcoins es el de estar realizando, a través de esta acción, un acto ilegal en su país. Existen países en los que la mera gestión de monedas electróni-cas no autorizadas por el gobierno se considera un acto ilícito, perseguible y sancionable. Por tanto, lo primero que debería hacer el usuario es informarse adecuadamente acerca de si en su país está o no permitido el movimiento de monedas electrónicas como el Bitcoin.

El consumidor ya no es el mismo y; sin embargo, el banco sí lo es. Por este motivo surgen y se desarrollan con gran velocidad las startups Fintech con servicios nuevos, generando una

demanda hasta ahora inexistente.“ ”

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¿Cómo ha cambiado el consumidor bancario en su adopción de nuevas tecnologías? Tradicionalmente, los bancos han definido sus productos y los han puesto a disposición del público, de manera que los usuarios los contrataban y disfrutaban de los mismos. Por lo general, el banco ha basado su oferta en un portafolio cerrado de productos para captar clientes, como quien echa una red al mar y espera la captura. El objetivo siempre ha sido lograr clientes cautivos por medio del encadenamiento de productos.

Sin embargo, el cliente ha cambiado. Ahora, el consumidor es capaz no sólo de migrar de proveedor, sino de crear por sí mismo soluciones financieras unidas al uso de las nuevas tecnologías. Por un lado, se enfatizan en el consumidor las facetas de autono-mía, libertad y movilidad. Por otro, es él mismo quien genera demandas nuevas no cubiertas por los servicios del banco; y crea productos financieros nuevos para llegar, donde los bancos no han sabido, o sustitutivos, más rápidos y eficientes que los del banco.

La rutina de contar con la tecnología para realizar las actividades cotidianas de manera más eficiente ha convertido el hábito en una costumbre. Rara es la ocasión en que un ciudadano olvida el móvil o celular en casa y no regresa a recogerlo. Para muchos, el pago mediante NFC es la manera natural de relacionarse con los comercios, y las transferencias de dinero entre particulares a través de apps de intermediarios financieros ha pasado a ser algo tan práctico como habitual.

El consumidor ya no es el mismo y; sin embargo, el banco sí lo es. Por este motivo surgen y se desarrollan con gran velocidad las startups Fintech con servicios nuevos, generando una demanda hasta ahora inexistente. Por este motivo, los usuarios confían su dinero a redes sociales, hacen transferencias con cambio de divisas a través de Fintechs con sistemas de intermediación P2P. La tecnología ya ha cambiado las vidas de los consumidores haciendo que demanden no sólo calidad y rapidez, sino solucio-nes diferentes a nuevos problemas inexistentes hasta la fecha.

¿Es necesario pagar la gasolina a través de una app o el pan con NFC? Quizá no. Obviamente, se podrían seguir cambiando estos recursos por trocitos de metal redondos acuñados por el Estado; pero no es lo que el consumidor desea. Tener que pagar con minerales es, ahora, un problema para muchos. ¿Se esfuerza el banco por adaptarse o surgen soluciones Fintech para cubrir las demandas que el banco no puede o no sabe atender?

Algo está claro: los bancos deberían compatibilizar la mejora de los servicios con la tarea de innovar y crear otros nuevos y mejo-res. Es posible que algunos de estos nuevos servicios no sean exitosos y otros sí lo sean. Sólo innovando se podrá alcanzar al cliente. El consumidor ya ha cambiado. El banco tiene la tarea de cambiar con él.

¿Cómo funcionan las criptomonedas y se realizan transacciones con éstas? Las criptomonedas son unidades de cuenta, creadas y gestiona-das en sistemas monetarios P2P soportados por tecnología Blockchain y certificados de clave asimétrica, con las que se pueden pagar, siempre que la normativa lo permita, por produc-tos o servicios.

Se entiende mejor con un ejemplo: Bitcoin es una criptomoneda. Funciona como dinero en efectivo en Internet con el que se puede pagar desde un café hasta una licencia para usar un programa de ordenador. Es creada por privados por medio de un proceso denominado minería. No está gestionada por ningún gobierno. No tiene un precio oficial, dado que la compra y venta de estas monedas se basa únicamente en un sistema de oferta y demanda entre interesados. Puede ser transferida de persona a persona de forma privada, anónima o pseudónima y sin necesi-dad de pasar por entidades financieras o bancarias. Y su fiabili-dad se basa en la llevanza de un libro de cuentas, denominado cadena de bloques o Blockchain y alojado de forma simultánea en decenas de miles de servidores no identificados alrededor del mundo, en el que se registran todas las transacciones realizadas.Sin duda, es un sistema monetario internacional de una enorme complejidad, aunque extraordinariamente eficiente.

¿Cuáles son los beneficios de esta moneda virtual, para negocios y para personas naturales?

El principal uso que se da a las monedas virtuales es el especula-tivo: se compran unidades o fracciones de criptomonedas a un precio y se tratan de vender a otro más elevado. Desde un punto de vista económico, el principal beneficio es la obtención de ganancias patrimoniales, si el inversor es avispado y perspicaz en sus transacciones.

Uno de los principales beneficios que se suele destacar es el de la posibilidad al usuario de ser su propio banco. Las monedas

Juan Carlos Mejía

Los smart contracts son contratos escritos en código informático. Ese código informático es un conjunto de instrucciones que ejecuta automáticamente los acuerdos de las partes. El código informático se escribe en una plataforma denominada Block-chain que es una suerte de base de datos descentralizada, encriptada, autónoma que permite la trazabilidad de las transac-ciones ejecutadas.

Su aproximación contractual más gráfica es el fideicomiso. En el fideicomiso, unos bienes o derechos son transferidos a un patrimonio autónomo que es administrado por una fiduciaria. Las instrucciones de administración que las partes han acordado constan en un contrato que prevé el cumplimiento de ciertas condiciones. Cuando se cumplen esas condiciones (que pueden describirse mediante puntos de equilibrio legal, financiero y técnico), entonces se ordena la ejecución de algunas acciones, pague, compre, venda, ejecute. La fiduciaria ejecuta esas accio-nes, no las partes.

Lo propio ocurre en los smart contracts, dos personas acuerdan unas condiciones establecidas mediante instrucciones informáti-cas respecto del cumplimiento de un contrato bajo el presupues-to de cumplimiento de ciertas condiciones o puntos de equili-brio, cuando las condiciones se cumplen, el smart contract ejecu-ta las instrucciones que las partes dieron en el contrato inicial. No son las partes quienes ejecutan el contrato sino un tercero, una suerte de administrador autónomo, el smart contract.

Dicho de otro modo, los smart contracts son un conjunto de instrucciones construido sobre una plataforma digital que agrega y desagrega bloques de memoria. Ese conjunto de instrucciones (algoritmo) se construye sobre una matriz de bloques de memoria (Blockchain).

A diferencia del archivo de la computadora que se usa en el día a día, que es centralizado, único y sometido al dominio del propie-tario, los blockchains son cadenas de archivos cuya modificación está sometido a un control descentralizado, auditable, trazable y transparente por parte de varios sistemas informáticos, al mismo tiempo, en diversas partes del mundo y cuya principal función es garantizar el cumplimiento de la corrección del sistema. De allí que esta tecnología requiere capacidad de almacenamiento, de construcción de redes y encriptación y una potente capacidad de computación.

El nombre oficial de esta tecnología es DLT (Distributed Ledger Technology) cuyas funciones principales son:

Permitir subir un programa a una plataforma y permitir que esa programa ejecute instrucciones sin intervención humana.Mantener un archivo público y permanente de los estados anteriores del programa.Descentralización.Usar encriptación o llaves públicas para la encriptación de datos.Usar mecanismos de consenso para asegurar que la red mantiene el estado de la tecnología y la información.

Esta tecnología se encuentra protegida por hallarse descentrali-zada y por ser encriptada; de ese modo, no es posible que sea hackeada porque la información se almacena al mismo tiempo en todos los nodos y si se accede a uno, la información permane-ce intacta en todos los demás, incorrupta. Tampoco puede ser hackeada porque la encriptación que usa requiere el uso de tal cantidad de recursos que resulta ineficiente intentar desencrip-tarla.

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El resultado es una herramienta que permite que el internet sea una mecanismo por el cual puede circular valor. La web sufre una transición, de ser un sistema para transferencia de información, se convierte en uno para transferencia de valor, de allí que el Blockchain se use para enviar dinero a través de la web sin pasar por el proceso bancario.

El Blockchain funciona de este modo: se encriptan transacciones (registros) y se los fracciona en bloques de información más pequeños, a los que se denomina bloques. Esa transacción de bloques es enmarcada con sello de tiempo (timestamp) que se conecta con el bloque previo de la cadena de transacciones (de allí que se refiere a esta cadena como cadena de bloques o Block-chain). La verificación de esa continuidad requiere un proceso denominado minado a través del cual operadores se encargan de agregar y desagregar la información contenida en los bloques y reconstituirlo. Por esa tarea, los operadores (mineros) cobran un valor equivalente al uso de los recursos necesarios para agregar y desagregar información.

El cobro de esa operación se realiza en tokens, que se venden en el mercado: Ether, Litcoin, etc. Otros prefieren usar una moneda virtual como el Bitcoin.

Las aplicaciones que se han creado sobre esa tecnología, a las que se conoce como DAPPS, por aplicaciones descentralizadas, van desde el uso en un registro inmobiliario como en Suecia, hasta la creación en Rusia de un depósito de pagos sobre un archivo de datos descentralizado protegido por medidas de encriptación. El registro de los deudores está grabado en todos los archivos encadenados y en consecuencia, sus registros no pueden ser alterados, mientras que las entidades de control, pueden acceder fácilmente a verificar la validez de la base de datos y sus transacciones.

Las DAPPS permiten que cualquier persona interesada autoriza-da pueda ingresar al sistema a través de una clave pública, una vez dentro del sistema proporciona un hash y se produce un nuevo bloque de información que debe ser desminado. El intere-sado en verificar la información, paga un valor por esa operación de verificación. Una vez verificada la información, se activan las órdenes contenidas en el sistema.

En el smart contract las controversias tienden a minimizarse por cuanto todo el proceso es absolutamente transparente para las partes, puede ser auditado y verificado las veces que sean necesa-rias, incluso de parte del regulador, que podría verificar en tiempo real el cumplimiento de las operaciones autorizadas.

El objetivo de los smart contracts es minimizar los denominados costos de transacción, es decir, los riesgos emanados de conse-guir la información, cumplir los contratos o ejecutarlos forzosa-mente.

El regulador trabaja sobre todo en cinco áreas, la definición de las herramientas informáticas necesarias, normas sobre privacidad y protección de datos, lavado de dinero, transparencia, ciberseguri-dad, normas sobre el avance tecnológico y la no fragmentación de la tecnología debido a regulaciones nacionales. En cada una de ellas, el trabajo se ha hecho de forma conjunta entre el sector privado y el público con el fin de definir el alcance de las activida-des que requieran regulación, porque está claro que no toda actividad privada requiere una regulación del gobierno. En esos casos, el sector público y el privado, deciden qué actividades deben ser reguladas y qué actividades, no. En el escenario internacional los bancos han expresado públicamente su interés en el establecimiento de normas regulatorias al respecto.

Smart Contracts como herramienta para disminuir los costos de transacción

Jurídico

virtuales ofrecen al usuario la capacidad de conservar por sí mismo estos derechos de apunte en la cadena de bloques, de manera que pueda venderlos más adelante o gastarlos pagando con ellos por productos o servicios.

Para los negocios, se pueden extraer multitud de beneficios, entre los que destacaría los siguientes: puede aceptar pagos en otras criptomonedas o divisas virtuales al igual que lo hace en relación con las divisas tradicionales o monedas extranjeras; abre la posibilidad de captar nueva clientela; puede crear sistemas de crowdfunding para nuevos proyectos por medio del despliegue de un smart contract en una de las cadenas de bloques existen-tes; puede generar una ICO para potenciar un negocio o impulsar uno nuevo; o puede desarrollar un sistema de tokens vinculando estos a derechos u obligaciones para los usuarios que los adquie-ran o a los que se vinculen.

Las monedas virtuales son de muy reciente creación, y esto es sólo el principio. El listado de beneficios va en aumento. La experimentación con la tecnología que da base a las monedas virtuales es objeto de interés por las principales instituciones financieras del mundo.

¿Para cuál de estos dos es más beneficioso?

Hoy en día, el usuario particular, persona natural, es el más bene-ficiado por el cariz especulativo de este vector. Sin embargo, a medio y largo plazo, se espera que los negocios adquieran un papel predominante gracias al uso de esta tecnología.

Lo interesante del Bitcoin no es el Bitcoin, sino la tecnología en la que basa su funcionamiento: Blockchain. No obstante, sería un error menospreciar el valor de la criptomoneda. La creación de sistemas de validación basados en Blockchain, la generación de DAOs, ICOs o la gestión de tokens basan su funcionamiento en su antecedente natural: las monedas virtuales. Las empresas que deseen crear un sistema de tokenización de activos por medio del despliegue de un smart contract no deberían olvidar que el bitcoin fue el primer token y que la transferencia de este fue el primer smart contract que se ejecutó sobre una Blockchain.

Aunque ya lo estamos viendo en fase beta o como prueba de concepto, dentro de muy poco (¿meses? ¿semanas?) veremos grandes instituciones con Blockchains privadas propias, sistemas de tokenización, smart contracts de identidad para empleados o alumnos universitarios, plataformas de creación de ICOs gestio-nadas por sociedades de inversión profesionales. Todos estos proyectos ya existen y muchos están en funcionamiento. No tardaremos en ver consolidados estos desarrollos en el sector monetario y financiero de la mayoría de los países.

¿Qué problema pueden enfrentar o tienen que resolver los gobiernos ante estas nuevas monedas?

Bitcoin surgió como concepto en 2008 y las primeras monedas se crearon en 2009. Apenas en 2013 se le dio importancia a este nuevo sistema monetario internacional. Fue en 2016 cuando se creó la primera DAO de entidad. 2017 es el año del boom de las ICO y la creación de sistemas de tokens. Esto no ha hecho más que empezar y nadie sabe aún cómo va a continuar.

La novedad de las criptomonedas pone a los estados en una situación compleja: deben dar respuesta rápida a las dudas legales que su uso implica para impulsar la innovación bajo un paraguas adecuado de seguridad jurídica.

Así pues, por un lado, tenemos la generación de nuevos produc-tos financieros y monetarios que, hasta 2008, se desconocía siquiera que pudieran llegar a existir. Resultaba difícil concebir un sistema monetario internacional gestionado por las personas, desvinculado de los gobiernos y gestionado a través del consenso y la criptografía. Los gobiernos se enfrentan al reto de compren-der los desarrollos que se realizan sobre esta base tecnológica al tiempo que estos tienen lugar, y no meses después, para facilitar su encaje legal, resolver las dudas de los ciudadanos, crear seguri-dad jurídica e incentivar la creatividad. En lugar de prohibir por defecto, deben saber adaptarse para resolver dudas sobre cómo tokenizar las acciones de una empresa de forma legal; cómo crear ICOs legales para financiar proyectos lícitos; cómo declarar de forma eficiente los incrementos patrimoniales derivados de la especulación en criptomonedas; o cómo usar Blockchain para alojar información personal o empresarial siguiendo las recomendaciones de las diferentes agencias de protección de datos o la normativa vigente al respecto.

Por otro lado, los gobiernos se enfrentan a la perspicacia de los denominados early adopters, es decir, de los usuarios iniciales de la tecnología. Estos ven en el anonimato propio de las monedas electrónicas una panacea para la obtención de beneficios econó-micos o ganancias patrimoniales sin declararlos debidamente o para destinar estas monedas a fines de difícil encaje legal. Se ven escudados en las complicadas fiscalizaciones de estas acciones, consecuencia de la escasa preparación y lenta adaptación de los gobiernos al cambio.

El mayor reto para los gobiernos está en entender la tecnología para responder a ella por medio de recomendaciones, incentivos y acciones eficientes de fiscalización. La vía correcta está en la permisión del uso de la tecnología para fines lícitos y el impulso de la creatividad y la innovación con base en el respeto de la legalidad y los intereses del Estado.

¿Cuáles son los riesgos para una persona de adquirir un Bitcoin?

El principal riesgo es el de perder toda su inversión, por tanto, la recomendación es invertir en Bitcoin todo aquello que uno esté dispuesto a perder, como máximo.

El segundo riesgo, vinculado con el primero, es el de perder la clave privada con la que se gestionan las monedas virtuales. Esta clave es o bien un archivo o bien una ristra de caracteres alfanu-méricos o bien una frase de recuperación. Puede que el usuario la pierda, que se la roben o que se la sustraigan. En cualquier caso, sin la clave perderá la posibilidad de controlar y gestionar los bitcoins que le pertenecen. La ciberseguridad se convierte, en estos casos, en un factor esencial para no perder este tipo de dinero privado.

El tercer riesgo para la persona que adquiere Bitcoins es el de estar realizando, a través de esta acción, un acto ilegal en su país. Existen países en los que la mera gestión de monedas electróni-cas no autorizadas por el gobierno se considera un acto ilícito, perseguible y sancionable. Por tanto, lo primero que debería hacer el usuario es informarse adecuadamente acerca de si en su país está o no permitido el movimiento de monedas electrónicas como el Bitcoin.

Page 7: EDITORIAL Revista - Asobanca Asobanca... · 2017-10-05 · hemos realizado a varios bancos en Ecuador y América Latina. La mayoría de respuestas son: otros bancos, coopera-tivas,

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“Para competir en la nueva Era digital, la banca debe enamorar a sus clientes y centrarse en sus necesidades”. Esa fue la idea central de las conferencias dictadas en el marco de la Asamblea Anual de Asobanca. Para ello, la banca debe reinventar buena parte de sus procesos, su forma de hacer las cosas e incluso algunos de los paradigmas tradicionales, pero conservando al mismo tiempo la esencia y la razón de ser la banca que ha perdurado durante tantos siglos. Según Rigoberto Sáenz, director del centro de innovación de EY para América Latina, el mayor reto es aprender a pensar “fuera de la caja”, cosa que involucra a toda la institución, desde el CEO hasta los equipos de atención al cliente.

Sáenz explicó que si bien los cambios de paradigmas representan un reto para la banca de toda América Latina, existe también una gran oportunidad. Según él, hay que considerar que los países de la región son como un mosaico de varias culturas, estratos socioe-conómicos y necesidades dentro de un mismo país, y la banca debe tener la capacidad de llegar a todo este mosaico con productos financieros especializados y diferenciados. Ese el camino de la inclusión financiera, que para la banca de nuestros países, debe considerarse como una ventaja competitiva y la razón de ser de muchas instituciones.

En general, según Rigoberto Sáenz, se escucha mucho sobre la oportunidad que implica la inclusión financiera para la banca de América Latina, pero la realidad es que es difícil hacer un cambio verdadero con modelos de negocio que no están alineados con la inclusión. Se debe comenzar a pensar en nuevos procesos y nuevos esquemas de costos que permitan llegar con servicios financieros adecuados y pensados desde la óptica de los no bancarizados, y ahí es donde la innovación juega un rol funda-mental para cambiar los paradigmas y hasta reinventar modelos de negocios específicos.

Para lograr competir en esta nueva Era, los bancos deben enten-der que la competencia viene ya no sólo de los bancos, sino de cualquier industria, porque los bancos ya no sólo compiten verticalmente entre ellos por atraer y retener más clientes, sino que compiten horizontalmente con otras industrias de servicios por retener y enamorar a sus clientes. Esto es lo que sostiene Mauro Ávila, director regional de IZO, empresa especializada en diseño de la experiencia del consumidor. Según él, la banca debe dejar de hablar en función de productos, y reinventar su oferta en base a soluciones pensadas desde las necesidades del cliente.

Ávila sostiene que lo importante no es pensar en el cliente, sino pensar como el cliente. Todos, marketing, ventas, legal, cobranzas

deben pensar como el cliente. Ya no basta con atender al cliente de forma rápida y ágil y que se le resuelvan sus problemas al primer contacto, eso es lo mínimo que se espera; lo que hay que hacer es que el cliente se sorprenda, que tenga momentos memo-rables, no es suficiente hacer las cosas bien. Hay que enamorar a los clientes.

El banco tiene un contacto tan directo, tan repetido y tan amplio con los clientes a lo largo de su vida, que en realidad tiene muchí-simas oportunidades para sorprender y enamorar a los clientes, pero pocas veces lo hace. Por ejemplo, pensemos en el crédito inmobiliario. Una persona normalmente puede pasar hasta 15 años de su vida pagando cuotas mensuales al banco. En ese tiempo han pasado muchas cosas, te has casado, has terminado de estudiar; el crédito y el banco han sido parte de tu vida durante ese largo tiempo. Al final de este tiempo, el banco tiene la oportu-nidad de sorprenderte con una llamada de un alto gerente, una invitación, una carta personalizada, cualquier cosa que sorprenda al cliente y le permita compartir ese momento de felicidad. Si no se hace nada, el banco habrá perdido la oportunidad de convertir la experiencia dura y difícil de pagar un crédito en un momento memorable y perder la fidelidad del cliente.

Y es que para el banco, como dice Mauro Ávila, un crédito inmobi-liario puede representar una transacción más, mientras que para el cliente es un momento de gran emotividad e importancia. La memorabilidad permite al cliente volver al banco o recomendarlo a sus amigos y familiares. Un pequeño detalle puede cambiar mucho la percepción de cliente. Éste es sólo un ejemplo, imagine la cantidad de oportunidades que tiene la banca para sorprender y enamorar al cliente, pero muchas veces se dejan pasar por alto.

Esta visión, pensada y centrada en el consumidor, empata con lo mencionado por Rigoberto Sáenz de EY, desde la óptica de la innovación. Según él, innovar no es un objetivo en sí mismo, es una forma de vivir, es meterse en el ADN de las personas para ser capaces de resolver sus problemas de una manera diferente. Sin embargo, es muy difícil que las respuestas vengan sólo de la industria bancaria, por ello se deben buscar alianzas y colaborar.

Además se debe ver hacia otras industrias como fuente de inspira-ción, para encontrar respuestas a problemas comunes de los consumidores. Como lo comenta Mauro Ávila de IZO, buscar alianzas e inspiración para crear una nueva experiencia del consu-midor ya no es una alternativa, es una necesidad de subsistencia. Ahora, la industria bancaria compite no sólo con las Fintech sino con las Bigtech (Google, Facebook y Apple). Competir con estos nuevos actores requiere de nuevas habilidades; una de ellas -la más importante y la más difícil de adquirir- es tocar el corazón del consumidor.

Asobanca, en el marco de la Asamblea

bancaria 2017, invitó a dos expertos internacionales para

hablar sobre dos temas de actualidad: la experiencia del consumidor en la banca y las

tendencias de innovación bancaria en América

Latina.

“El reto de la banca es enamorar al cliente”

Page 8: EDITORIAL Revista - Asobanca Asobanca... · 2017-10-05 · hemos realizado a varios bancos en Ecuador y América Latina. La mayoría de respuestas son: otros bancos, coopera-tivas,

Regulación de nuevos modelos de negocio financiero y servicios digitales, un debate por resolver en Latinoamérica

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La regulación de los nuevos modelos de negocio financiero en un periodo de innovación y desarrollo tecnológico como el actual es un tema presente en la agenda de los países latinoamericanos, pero su resolución y aplicación aún es un tema pendiente. Esa fue una de las conclusiones del XXXVI Congreso Latinoamericano de Derecho Financiero (COLADE), organizado por Asobanca y Felaban, que se llevó a cabo en Quito este 11 y 12 de septiembre. Giorgio Trettenero, Secretario General de Felaban, señaló que una adecuada regulación siempre será positiva para el crecimiento del sistema financiero. Como ejemplo, citó el caso de las entida-des financieras de la región que a pesar de las crisis financieras globales de los últimos años, se han mostrado sólidos, capitaliza-dos, con liquidez y generando rentabilidad. “De esa rentabilidad pagamos impuestos, se reinvierte en más créditos, en tecnología y en innovación”. Trettenero advirtió además que la regulación debe ser simétrica para llevar adelante procesos como firmas electrónicas o ventas digitales para todos los sectores que mantie-nen actividades financieras. Ljubica Vodanovic, experta legal financiera de Perú, aseveró que la banca en América Latina está avanzando en su proceso de digita-lización, pero que todavía está distante de la realidad de países como Europa y Asia. Aseguró además que la clave de su aplica-ción es darle viabilidad legal a los nuevos servicios financieros con una regulación preparada e informada. Es decir, que las autorida-des de control del sistema bancario de cada país conozcan las normas de otras naciones para tomar las mejores experiencias y aplicarlas de acuerdo a la realidad de cada país.

Para Jorge Alvarado, Presidente del Comité Latinoamericano de Derecho Financiero, en temas regulatorios la región sí tiene avances. Citó el caso de Ecuador, que tiene una legislación desde 2002 que podría permitir que la suscripción de contratos de cuen-tas corrientes o de ahorros sean en la web. No obstante, el proble-ma es su aplicación por falta de conocimiento de las autoridades y de los propios usuarios y la falta de unificación con las normas secundarias.

Sobre regulación de los Fintech

Sobre la regulación de los nuevos modelos financieros como los Fintech, Vodanovic precisó que estos son modelos de negocio que lo emplean empresas no bancarias porque ven una necesidad en el mercado. Advirtió que sí requieren una reglamentación mínima y necesaria para cuidar especialmente el dinero del público.

En tanto, Alvarado aseguró que los Fintech ya son parte del nego-cio y que el desafío de la banca es responder a las necesidades de los clientes en el escenario actual. Señaló que en muchas legisla-ciones sí existen ciertas regulaciones para las empresas tecnológi-cas al tener que registrarse, pero que existen actividades fuera del sector financiero que pueden incidir en la banca al captar recur-sos de los usuarios, pero no tienen regulación. Coincidió además en que muchas Fintech tienen sinergias con los bancos porque les permiten concretar nuevos negocios. Vodanovic aseguró que en regiones como Europa las instituciones bancarias ya ven a estas empresas como un mecanismo para expandir sus servicios y llegar a mercados a los que antes no llegaban.

“Han sido días de aprendizaje y reflexiones necesarias sobre el futuro de la banca en Ecuador y en la región. COLADE 2017 ha incentivado al debate sobre las nuevas formas de prestar servicios bancarios y la necesidad de que los bancos y reguladores de embarcarse en el tren irreversible de la tecnología”, concluyó Marco Rodríguez, Director Técnico Legal de la Asobanca.

De izquierda a derecha: Marco Rodríguez - Asobanca, Christian Cruz - Superintendente de Bancos, Julio José Prado - Presidente Asobanca, Giorgio Trettenero - Secretario General FELABAN

Jorge Alvarado - Presidente del Comité Latinoamerica de Derecho Bancario