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, . exICO y O·L UMEN MEXICO, XII e NUMERO 2 OCTUBRE DE 1957 EJ EMP LAR $ 2.00 PUBLICADA POR LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO POESIA y PUEBLO El rapsoda, dibujo de Remedios Varo Por Ramón XIRAU L A pOEsíA es participación, COlTILl1)ión del poeta con ·el mundo, comu- nión del hombre con el poeta, co- munión de los hombres entre sí. El poe- ma, resultado de la creación interior, no es un objeto. Es un punto de referencia. En él se miran los mundos interiores del poeta, del lector, del pueblo. Porque en el poema reflejamos nuestras seme- janzas y nuestras diferencias, nuestra variable y diversa sensibilidad. Espejo transparente, cada quien ve en el poema sus propios sentimientos; viaje a través del espejo, los sentimientos de quien su- po escribirlo. Así la universalidad del poema es inversa a la universalidad de la lógica. La pri'mera tiene su raíz en la ambigüedad; la segunda, en la identidad. Una proposición lógica adquiere valor universal cuando quien la piensa coincide con otros que la hayan pensado o dicho. U na frase poética tiene valor un iversal por su forma múltiple de afectar a quie- nes la perciben. Los triángulos no dejan de ser triángulos por ser azules. El color, el matiz, la delicada variedad de reminis- cencias que el poema sugiere son parte de su textura comunicativa. Un poema, una obra de arte, tendrán más valor cuan- clo de más diversas maneras sus seme- janzas sean percibidas diferentemente. Los ejemplos abundan. La Divina cu- Inedia no es ni el poema didáctico que se proponía escribir ni es un resu- men imaginativo de la SUn1,111,a de Santo Tomás. Ni el Quiiote es una crítica de la novela de caballerias. El Quijote, además cle ser ya por lo menos doble para Cer- vantes, es el oe Unamuno, el de Ortega, el nuestro. Nos pertenece a todos. Y no sólo nos pertenece porque podemos iden- ti ficarlo con el mismo símbolo constante. Si así fuera todo el Quijole se reduciría a una proposición ele lógica simbólica. Nu :'l'ría difícil t0111<1r un simbolo para el su jeto Q 11 ¡jale y aplicarle un exacto pre- formal. El Quijote, Homero, Eliot Cézanne, Mozart, Ronsard o Grünewald admiten un número indefinido de predi- cados, un número indefinido de participa- ciones. Esta comunidad ele diferencias es precisamente aquello que acerca la obra de arte a la religión. Como ella nos ata, nos liga en una comunidad de seres vivos. Esta comunidad es lo que llamamos pueblo. SUMAR 1 O: Poesía 'y pueblo, por Ramón Xirau e Biblioteca Americana, por Ernesto Mejía Sánchez o Tres POe11WS de Luis Cernuda .e El hijo, por Tomás Mojarra o Guillaume Apollinaire por Jean Pierre Berthe e El muer/o, por Huberto Batis e. Uf! asper/o del anlagO!11.<JJ1o dr Unamuno y Ortega, por H,ugo Rodríguez Alcalá' e Carta de lnglaterra, por Irene Nicholson e Artes plást'.c3s, por JustillO p.- Música, por Jesús Bal y Gay e El cine, iJor Antonio Montaña e Teatro, por Juan Garcia POllce y José LUIS Ibanez \ugO y dilla, Artuf9 <;:¡¡ntú/ llonifaz Nuño/Eduardo Garcia Máynez c., César Rodríguez Chicharro y Juan C:om¡¡s e 1 UJos e e 111 eClOS ala y Juan Soria119

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, .exICO

y O·L U M E N

MEXICO,

XII e NUMERO 2

OCTUBRE DE 1957

EJ E M P LAR $ 2.00

PUBLICADA POR LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO

POESIA y PUEBLO

El rapsoda, dibujo de Remedios Varo

Por Ramón XIRAU

LA pOEsíA es participación, COlTILl1)ióndel poeta con ·el mundo, comu­nión del hombre con el poeta, co­

munión de los hombres entre sí. El poe­ma, resultado de la creación interior, noes un objeto. Es un punto de referencia.En él se miran los mundos interioresdel poeta, del lector, del pueblo. Porqueen el poema reflejamos nuestras seme­janzas y nuestras diferencias, nuestravariable y diversa sensibilidad. Espejotransparente, cada quien ve en el poemasus propios sentimientos; viaje a travésdel espejo, los sentimientos de quien su­po escribirlo. Así la universalidad delpoema es inversa a la universalidad dela lógica. La pri'mera tiene su raíz en laambigüedad; la segunda, en la identidad.Una proposición lógica adquiere valoruniversal cuando quien la piensa coincidecon otros que la hayan pensado o dicho.U na frase poética tiene valor un iversalpor su forma múltiple de afectar a quie­nes la perciben. Los triángulos no dejande ser triángulos por ser azules. El color,el matiz, la delicada variedad de reminis­cencias que el poema sugiere son partede su textura comunicativa. Un poema,una obra de arte, tendrán más valor cuan­clo de más diversas maneras sus seme­janzas sean percibidas diferentemente.Los ejemplos abundan. La Divina cu­Inedia no es ni el poema didáctico que seproponía escribir Dant~, ni es un resu­men imaginativo de la SUn1,111,a de SantoTomás. Ni el Quiiote es una crítica de lanovela de caballerias. El Quijote, ademáscle ser ya por lo menos doble para Cer­vantes, es el oe Unamuno, el de Ortega,el nuestro. Nos pertenece a todos. Y nosólo nos pertenece porque podemos iden­ti ficarlo con el mismo símbolo constante.Si así fuera todo el Quijole se reduciríaa una proposición ele lógica simbólica.Nu :'l'ría difícil t0111<1r un simbolo para elsu jeto Q 11 ¡jale y aplicarle un exacto pre­di~ado formal. El Quijote, Homero, EliotCézanne, Mozart, Ronsard o Grünewaldadmiten un número indefinido de predi­cados, un número indefinido de participa­ciones. Esta comunidad ele diferencias esprecisamente aquello que acerca la obrade arte a la religión. Como ella nos ata,nos liga en una comunidad de seres vivos.Esta comunidad es lo que llamamospueblo.

SUMAR 1O: Poesía 'y pueblo, por Ramón Xirau e Biblioteca Americana, por Ernesto Mejía Sánchez o Tres POe11WS de Luis Cernuda . e Elhijo, por Tomás Mojarra o Guillaume Apollinaire por Jean Pierre Berthe e El muer/o, por Huberto Batis e. Uf! asper/o del anlagO!11.<JJ1o drUnamuno y Ortega, por H,ugo Rodríguez Alcalá' e Carta de lnglaterra, por Irene Nicholson e Artes plást'.c3s, por JustillO FenI~tlclczp.­Música, por Jesús Bal y Gay e El cine, iJor Antonio Montaña e Teatro, por Juan Garcia POllce y José LUIS Ibanez D~b L!b,~o'\'lOI \ugOy ~\­dilla, Artuf9 <;:¡¡ntú/ Alb~rt() llonifaz Nuño/Eduardo Garcia Máynez c., César Rodríguez Chicharro y Juan C:om¡¡s e 1 UJos e e

111eClOS ala

y Juan Soria119

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2 UNIVERSIDAD DE MEXlCO

"REVISTA UNIVERSIDAD DE ME\ICO"

Toda correspondencia debe dirigirse a:

REVISTA UNIVERSIDAD DE MEXICO

PATROCINADORES

religiosas o profanas. Ligada a la religióny al rítual del pueblo, es una poesía en laque participan pueblo, sacerdotes y nobles.La lírica fue, como la épica, de raíz reli­giosa. En la poesía participaban todo ."Al valor literario "agrega" el de docu­mentos netamente populares" (Garibay).

Llegada la Conquista, México contó contres tradiciones épicas: la épica indígena,las crónicas -ya sea escrita de de elpunto de vista español, ya indígena- yla crónica vivida -HAmadises de Améri­ca" los ha llamado Ida Rodríguez Pram­polini- de los conquistadore y mi io­neros. La labor de los españoles fue doble:tratar de interpretar al pueblo que des­cubrían y participar, escribiendo en len­gua indígena o en lengua española, en laevangelización de los pueblos de la NuevaEspaña, mediante el uso del teatro. la po~­

sía o el díscurso. Un nuevo tipo de parti­cipación hacía entrar en relación al puebloy al escritor, al misionero y al converso.Pero esta literatura popular no fue másque una de las direcciones (sí, la másviva) de esta primera literatura, de esteprimer contacto. Los poetas, especialmenteellos, se separaron de! pueblo, y los variosintentos de épica hispano-mexicana, desdeN ue'l/O Mundo y Conquista hasta la eor­tesíada fracasaron sin dejar huellas vivas.México no tuvo una Araucana porqueno tuvo un Ercílla que, sabiamente, su­piera colocarse en el espíritu de los con­quistados.

Es verdad que muchos de los poetascultos de la Nueva España usan a vecesun vocabulario hecho de términos propia­mente indígenas. Ello no indica siempreuna compenetración con e! mundo indí­gena sino más bien una curiosidad algoexterior, sorpresa y pintoresquismo. Seha podido decir, en una inducción tal vezprecipitada, que la poesía mexicana de laColonia regresa a las tradiciones medie­vales. Es tan sólo verdad en parte. Lo espara aquellos poetas que, misioneros, quie­ren convertir al pueblo. No lo es para lalínea de poetas cultos que, de Terrazas aBalbuena, tiene presente el Renacimientoen su es.píritu. Ninguno de ellos lograacercarse definitivamente al pueblo deMéxico. Y ello es natural. México talcomo lo entendemos a partir de la Inde­pendencia, no está todavía formado. H as­ta que se amalgamen las diversas tenden­cias que tienen que formar la nacionalidadmexicana. y si exceptuamos a la poesíacatequística importante como obra socialy religiosa, los poetas cultos siguen en unatradición propiamente hispánica. Muchosde ellos parecen \'er a México casi tandistante como Descartes que, para expre­sar casi imposibles lejanías, mencionabaa "la China y México".

N o es posible analizar aquí todas lastendencias de la poesía mexicana. Deje­mos que nos ilustren algunos espírituque, en cuatro poemas. nos den una sín­tesis del tiempo en que vivieron: el Pri­mero suetio, de Sor Juana; Idilio salvaje.de Manuel José Othón; La suave patria.de López Velarde )' Muerte sin fin deJosé Gorostiza.

La obra de Sor Juana tiene múltipleintenciones, varias perspectivas dentro deun estilo que, en más o en menos. estásiempre \'inculado al culteranismo. U naparte de SllS obras está dirigida al pueblo.Consta, obre todo. de "illancicos y de unauto sacramental. Otra parte considerablede su creación, dirigida a un público máslimitado. la constituyen sus obra de cor­te: las dos comedias de enredo y no pocode sus poemas de oca ión escritos a Jo

$ 2.00

" 20.00

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Suscripción anual:

Torre de la Rectoría, 109 piso,

Ciudad Universitaria, Obregón, D. F.

La Revista no se hace responsable de losoriginales que no hayan sido solicitados.

En la literatura mexicana el proble­ma es delicado. Los pintores se han acer­cado al arte popular ya sea cuando tratande pintar para el pueblo ya cuando pintansiguiendo la sensibilidad del pueblo. Sil­yestre Revueltas, como Falla y Villalobos,mcorpora a su sabiduría técnica los rit­mos y las melodías populares. ¿Qué su­cede con la poesía? Hay que preguntarseprimero qué sucede en la literatura.

~e ha di~ho que la literatura indígenatema los mIsmos derechos para ser consi­derada como la raiz de la literatura me­xicana que la literatura latina. Si ello noes del todo exacto por lo que toca a lalengua que usamos, sí puede serlo en mu­chos casos como antecedente de Un espí­ritu, de un estado de alma aún vivo ylatente en las letras de Méxíco. La litera­tura indígena, tanto en su rama mesoame­ricana como en su rama mexicana -eltérmino es aquí vago e impreciso- fueuna literatura del pueblo. Como la primerapoesía griega, fue poesía cantada. Talvez como la poesia de todos los pueblosen el comienzo heroico de su desarrollo.En ella encontramos principios de teatrobailables ejecutados en ocasión de fiesta~

Coordinador:

H enrique González Casanova.

Rector:

Doctor Nabar Carrillo.

Jefe de redacción:

Juan Martín.

UNIVERSIDAD NACIONALDE MEXICO

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Jaime García Terrés.

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Doctor Efrén C. del Pozo.

ABBOT LABORATORIES DE MÉXICO, S. A.­

BANCO NACIONAL DE COMERCIO EXTERIOR,

S. A.-CALIDRA, S. A.-COMPAÑÍA HULE­

RA EUZKADI, S. A.-COMPAÑÍA MEXICANA

DE AVIACiÓN, S. A.-ELECTROMOTOR, S.

A.-FERROCARRILES NACIONALES DE MÉXI­

CO, S. A.-fINANCIERA NACIONAL AZUCA-

'RERA, S. A.-INGENIEROS CIVILES ASOCIA­

DOS, S. A. (lCA) .-INSTITUTO MEXICANO

DEL SEGURO SOCIAL.-LOTERÍA NACIONAL

PARA LA ASISTENCIA PÚBLICA.-NACIONAL

FINANCIEM, S. A,-PETRÓLE9S ,MEXICANOS.

"Los músicos han abierto el camino alos poetas", decía Croiset. y es probableque la poesía empezara por :,e.r pal~bracantada. Ya en tiempos de la eplca gnegala lírica era un hecho. "Durante un díaentero los hijos de los Aqueos cantaronpara hacerse propicios a los dioses" (Ilía­da). Y la épica misma la recitaban porlos confines de Grecia los rapsodas y losaedos. De esta comunidad entre la poesíay la voz, el himno y el canto, quedan aúnclaras reminiscencias en Safo, maestra enLesbos de música y de poesía y vagosrecuerdos en el Platón que, en La repú­blica hace de la música -armonía delalma:"- el complemento educativo naturalde la gimnasia - armonía del cuerpo.Canto de las estrellas o me!odía de losnúmeros Grecia nos revela que la poe­sía nació' de la íntima necesidad rítmica detoda alma que pretenda alcanzar el equí­librio. Toda alma. La poesía griega nofue más que en tiempos decadentes, pro­piedad de clase social cerrada. Fue laborcomún. La Ilíada, la Odisea son el cantoque el pueblo dirige al pueblo; Safo,toda "deseo y ardor", habla para las ml.l­jeres de Lesbos ("digo que e! porvelllrse acorda rá de nosotros"), habla para loshombres y las mujeres de hoy.

En los pueblos primitivos la poesía esuna forma vital de la expresión. En e!Oriente y especialmente en Japón y enChina, la poesía era un modo de vida,como podía serlo el arte del arquero ode! minucioso pintor de paisajes sin fondo.La poesía no estuvo separada del puebloy fue moral y fue cívica y fue religiosay sensual y contemplativa: imagen de!hombre. La intención catártica de la tra­gedia griega no es sino una imagen de estaprimitiva y primig-enia comunidad entrelos hombres. Ni Esquilo, ni Basho, niTirteo fueron especialistas. Ni lo fueronlos primeros rscritores épicos y líricos quepoblaban la Edad Media. Tan sólo en Ro­ma el poeta parece especializarse. Y lapoesía pierde su vigor porque se hace ra­zón y fin de sí misma. La nueva Roma quefue ia Francia de Boileau y de Malherbe-Roma empobrrcida- sabía distinguirclaramente entre el poeta, fabrícante deversos según receta. y el lector, el drama­turgo y el público. Para Boíleau, y másrecientemente para Valéry. la poesía essoledad porque no implica una verdaderae íntima participación. una real simpatíaconstruida sobrr las no menos reales di­ferencias. España e Inglaterra fueron,aun en sus tiempos más clásicos. muestraviva de la comunidad entre el poeta y elpueblo. Lope hablaba "en necio" y srdejaba "llevar de la vulgar corriente".También Góngora y Ben Johnson y Sha­kespeare y Cervantes. A veces literaturapara el pueblo, a veces literatura del pue­blo, a veces literatura que habla elelpueblo, en todo caso comunídad entre elartista y su público, entre el público y suartista.

En América rs sintomática de esta rela­ción pueblo-poeta la épica gauchesca. As­casubi, Estanislao del Campo, Hernández.son pruebas de prrsonalidad culta que sesomete al lenguaje del pueblo que, segúnexpresión del propio Hernández, se em­peña "en imitar". El Güiraldes intelec­tual es también el de Don S egulldo SOIN­

bra y el propio Borges, tan distante drlsabor popular en la mayor parte de susobras, no ha relegado al olvido el "fervorde Buenos Aires", los temas que tocande cerca al pueblo argentino, ciudadanoaquí más que campesino.

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"el paisaie concreto del campo mexicano"

UNIVERSIDAD DE MEXICO

"forma vital de la expresión"

grandes de la Colonia con diversos mo­tivos: cumpleaños, fiestas, matrimonios,nacimientos. Entre sus romances y sussonetos y sus liras más personales, algu­nas destacan como extremo de cultera­nismo. Pero el culteranismo de Sor Juanaplantea un problema, muy ligado al de supropia vida: su filosofía, difícil a vecesen la expresión, bastantes veces banal ensu contenido, vive de una constante pa­sión una recatada "llama de amor viva".Par~ Sor Juana el amor no fue ni unjuego' ni una ignorancia. Sólo quien hayasentido el amor puede hablar de él lapi­dariamente:

¿Hay celos'!: luego hay amor;¿hay amor'!: luego habrá celos.

Pero sabemos también que este amorsuyo fue ausencia. Muchas veces se repi­te la palabra en los títulos de sus poemas.Siente "el triste acento" de sus "esperan­zas en el viento". "Expresa sentimientosde ausente":

Si ves el ciervo heridoque baja por el monte acelerado,buscando, dolorido,alivio al mal en un arroyo helado,y sediento af cristal se precipitano en el alivio, en el dolor me imita.

Esta ausencia, cuyas raíces vitales ahorano nos importan, se proyecta a la tota­lidad del mundo de Sor Juana. El mundose le convierte en "engaño colorido" ylos artificios de la razón humana en "fal­sos silogismos de colores". Unicamenteel intelecto, ardiente y vivo, adquier~plenopoder. Y si hubo, como parece eVidente,amor de Dios, el amor de Sor Juana fueun "amor intelectual", como el de aquelapasionado y amoroso racionalista. quefue Espinoza. Expresar la renuncia almundo y, a la vez, asumir la fuerz~ delintelecto lógico, eran problemas vI.talespara Sor Juana, tan vitales que neceslta~:l

vivirlos interiormente, callarlos en pu­blico y decírselos a sí misma, y~ sea pen­sando sin cesar cuando le qUitaban loslibros en que leer, ya en "un papelillo quellaman el Sueño" si no su mejor obra,sí la más significativa. Suma de barroquis­mo el Primer sueño es también la sumade Ía obra -la vida- de Sor Juana.

Parecerá ocioso preguntar por qué fueSor Juana barroca, y culterana. La res­puesta es evidente: la época, las tenden­cias del tiempo, la lectura de Góngora yde Calderón. Esto explica, naturalmente.

el hecho de que hubiera poetas barrocostanto en España como en la Nueva Espa­ña. Pero no creo que acabe de explicarnoscuál es el sentido peculiar que el barrocoasume en Sor Juana. Decir que fue barro­ca es tan solo una parte, la más evidente,de la verdad. Señalar cómo utilizó el ba­rroco y qué motivos la llevaron a utilizarloes ya hablar de Juana de Asbaje y no deun poeta barroco, uno de tantos, entre losque vivieron en su siglo. Y es que SorJuana se encontró en la línea del barro­quismo. Fue su barroquismo y no podíadejar de serlo. El barroquismo, los cul­tismos, además de ofrecerle un poderosoinstrumento de creación, le proporciona­ban una forma de esconderse. 1 En sutrabar clus no oculta Sor Juana herejíasde orden religioso. Era católica y pro­fundamente creyente. Oculta, sin embar­go, su calidad de mujer y, lo que es másimportante, su calidad de mujer que piensacon una penetración y un saber que pocoshabían logrado en su tiempo. La here­jía de Sor Juana fue, simplemente, la deser una mujer especialmente dotada y sin­gularmente inteligente. Por su razón defe había sido perseguida Santa Teresa;por su intelecto amoroso era sospechosaSor Juana. Su poesía es, muchas veces,poesía de la soledad. El culteranismo leofrecía todos los medios para decir enpalabras secretas esta soledad a la que,precisamente por su cultura y sus dotes,no podía escapar.

En el SUe1tO huye Sor Juana del mun­do. Ello es ya evidente con tan sólo consi­derar el título del poema. Yen el "sueño"intelectual que aparece en el poema escapahacia su vida interior, su vida real. ElSuet"ío es una confesión de ausencia, unaautobiografía cincelada. Minerales, vege­tales, seres vivos, desaparecen en el mundode los' sueños. No es extraño que SorJuana compare el sueño a la muerte:

y con siempre igual vara(como, en efecto, imagen poderosode la muerte) Morfeoel sayal mide igual con el brocado.

Ricos y pobres, desventurados y pode-rosos, son iguales ante el sueño como lo

son ante la muerte. Soñar es monr unpoco.

En este sueño que es muerte de lossentidos, de la vida y la razón, se le apa­rece a Sor Juana la verdadera luz. o setrata de una noche oscura del alma quehaya de conducir a la visión beatífica dela divinidad. Lo que Sor Juana percibeen su sueño es la filosofía aristotélica, lascategorías, el Ser, y la "Sabia PoderosaMano" de Dios, motor inmóvil, "círculoque cierra -la Esfera con la tierra". Enlos últimos verso del poema nace el día.Pero no se trata del día real. Sería inge­nuo sospecharlo siquiera. "El Padre dela luz ardiente" no es únicamente el solque brilla en el firmamento. Es la verdadque alumbra el espíritu. 2 Es en su sueño,en su pensamiento, coto cerrado, paraísopropio de la inteligencia, donde 01' Juanaencuentra

l'l 11tundo iluminado, y )~o despierta.

El Sueño en más de un aspecto el an­tecedente in:llediato de M u.erte sin fin (laidentificación de "vaso" e "inteligencia"es común a ambos: "de objeto a tan pe­queño vaso"), no lo es en s~ contenidoideal. En Sor Juana predomllla el amordel saber y en ella está presente la feconcreta y viva en el intelecto. Ambospoemas nos dicen -habremos de verlo­algo que les es común: la de.sreali~ación

poética es señal de la ausencia y esta _elmás profundo sello de la soleda? .Suenoy muerte son para Sor Juana 111~ag~~esde un mismo proceso de desreahzaclOn.El escepticismo descarnado de J os.é, Go­rostiza habrá de hacernos ver tamblen enel sueño, también en la muerte, la irreali­dad del mundo. Para Sor Juana estairrealidad se colma de pensamiento. ParaGorostiza el pensamiento, colmado de sí,habrá de abandonarse en la soledad de suinútil persistencia. Sor Juana, vital, ale­gre, delicada y precisa, eT¡l,a1!10rada ?e !~ciencia de la vida, de su bien esquIvo ,

, f " d "de la "escarchada resca rosa, e unaspastillas de boca", de los, "jilgueril.los" yde la razón, se enclaustro en la Vida, se

(Pasa (1 la pág. 8)

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y8

POESIA(Viene d.e la pág. 3)

enclaustró en el sueño y en su trabarcerrado supo expresar -contrapartida desu maliciosa inocencia en la Carta a SorFilotea de la Cruz- la clásica palabra:en el interior del hombre habita la verdad.Para ello tuvo que ausentarse del mundoy acaso de su propia vida inmediata yencontrarse en la soledad radiante de unpensamiento puro y tenaz. La soledad deSor Juana no es aún desólación. Su con­vento, real y espiritual, le ofrece la pazde espíritu que, según Petrarca, distingueal "felix solitarius", al verdadero hombreque está a solas con su pensamiento.

Manuel José Othón, sin duda el mejorpoeta mexicano del siglo XIX, nos presen­ta otra vida interior, no menos significa­tiva que la de Sor Juana. Si para ésta elpaisaje se esquematiza en cifras simbóli­cas de lo real, para Othón el paisaje con­creto del campo mexicano encarna en elespíritu del poeta. Es su espejo y su luz.

Se ha dicj-lo muchas veces que Othónes un poeta del paisaje. La afirmaciónes exacta, parcial y baladí. Exacta porqueen Othón encontramos algunas de lasmás bellas descripciones poéticas escritasen México; parcial porque nos hace pen­sar en un poeta puramente descriptivocuando de hecho es un poeta que integrael paisaje en su alma; baladí porque redu­ce el todo a la parte y nada hay mássuperficial que encerrar a un poeta enun casilleFo y curarse en salud. El pai­sajismo de Othón es siempre paisajismointerpretativo:

... y, de la cima oriente por los flancos,ríos de luz descienden y chorreanhasta petrificarse en los barrancos.

Su tierra, su campo, su paisaje son,desde temprana hora, la más clara expre­sión de su religiosidad y su amor:

y alza a su Dios en rítmicos acentos,como grata oración del nuevo díahimnos la tierra . .. i el hombre

( pensamientos!

Tocio es ascenso y vuelo este espírituque "al cielo se levanta hasta perderseen ti ... j Dios mío !". ¿ Clásico? ¿ Román­tico? ¿ Modernista? Tampoco Baudelairecabe en los límites de una escuela. Lasimágenes neoclásicas de Othón -pastora­les, zampoñas, cayados- son más ocasio­nales· que esenciales para su obra. Su ro­manticismo se ciñe de exactitud métrica.rítmica y sentimental. Más allá de las es­cuelas, más allá de su juventud escribeel [dilio salvaje, amor hecho d~ pasión,de "último incienso" y de culpa. En lanostalgia de su amor perdido el poetaintegra el paisaje en su alma. Todo se le

"le ocupa la ternura de la patria"

PUEBLOvuelve símbolo de sus propios sentunten­tos. Idilio en gris, se pierde el poeta "enel mar amarguísimo y profundo de untriste amor, o de un inmenso llanto". Lainmensidad del mundo es el mar o de estesu íntimo "crepúsculo gris":'

Mira el paisaje: in11'¿ensidad abajo,in1nensidad, inl1U?nsidad arriba:en el hondo perfil, la sierra altivaal pie minada por horrendo tajo.

El poeta conoce, en su "llamada amar­guísima y salobre", la última pasión dondepaisaje, amor, amada, se sintetizan en unasüla imagen permanente, tensa y todocomprensiva:

las lianas de t:, cuerpo retorcidasen el torso viril que te subyuga,con una gran palpitación de vidas.

Pero el amor es olvido, es renuncia,es "desierto", soledad. Mira la espalda

"identificación con el sí11lbolo constante"

de la amada como "se mira -lo que huyey se aleja cternamente". Ya solo ("¡ Malhayan el recuerdo y el olvido !") se que­da el poeta en "el arenal inmenso". Pen­samientos de ausencia le hacen decir:

mc duele el pensamicnto cllando pienso.

El paisaje es el alma de Othón. N o sóloella. Es también su cuerpo. "Hueso demis huesos y carne de mi CJ me". Vidacompleta, sola y asolada por el campo dedentro y de fuera en quc vi ve, s:lbe. sinembargo, en su. religiosidad verdadera,que no todo se plercle. "Y oirás conmio'o-decía Otón- lo que dicen las cos~sen la noche". Dicen que "nada sucumbe"·dicen que "el esconclido germen", la "cri~

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sálida", la "célula", el "g-ranoH, "todos

duermen".

Religiosidad de grandes espacios abier­tos, d,e inmensidad y vasto continente,se~a, .asper.a, rugosa, como el paisaje, supaisaJe. Aislado del. mundo, alejado delas voces populares, Othón nos adentraen su mundo, su México, en un himnoa la tierra distante y salobre en que letocó nacer, que le tocó también, real yverdaderamente, ser.

También religioso, católico, sensible ysensual, López Velarde, "sacristán falli­do", penetra en la vida de México sin quesu poesía acabe, por ello, de ser poesíapopular. Está demasiado ligada a la clasemedia de la provincia mexicana para as­cender a la exacta visión aristocrática deSor Juana o a la visión solitaria, rítmicay heroica de Othón.

"Baudelaire es un rebelde y siente lafascinación de la nada, López Velardees un pecador y sufre la atracción de lacarne H (Octavio Paz, Las peras del olmo.88). Para él la ciudad que, según Paz,descubre, es el símbolo de este pecado.Más justos que las posiciones extremas-la de Villaurrutia que piensa en LópezVelarde como el descubridor de la pro­vincia, la de Paz que ve en él al descu­bridor de la ciudad- sería decir acasoque López Velarde descubre a la pro­vincia precisamente porque en contrapo­sición a ella descubre a la ciudad. La pro­vincia se le convierte poco a poco en unmundo nostálgico; la ciudad en violenta,atractiva y descarnada presencia. El len­guaje de López Velarde no es, como haobservado Paz acertadamente, ni el dela ciuelad ni el de la provincia. Que toquetemas populares no quiere decir que Ló­pez Velarde se exprese en el lenguajedel pueblo. El lenguaje de López Velardees "nuevo, creado por él, aunque tienesus necesarios antecedentes en Lugones yen Laforgue" (Octavio Paz, Las perasdel olmo, 91). El hecho es que LópczVelarde es también un solitario'. No estáni con los movimientos literarios de sutiempo, ni ya en su provincia ni aun,nunca, en la ciudad que le atrae. Llenohasta 10 más hondo de su espíritu de lavida mexicana, expresa el color, los sa­bores, los perfumes, del mundo que lerodea y le penetra. Irónico, burlón ;¡Igunavez, sentimental, casi siempre recuerda demanera constante los guijarros, las fru­tas, las muchachas de su Jerez, verda­dera "vida anterior". En la ciudad en­cuentra el símbolo fatal de la muerte:

SoFíé que la ciudad estaba dentrodel más bien. muerto de los mares 11Iuertos.

La mujer soñada, confundida C011 laciudad, es la "prisionera del valle de Mé­xico H

• Y López Velarde se refugia en su"suave patria", único poema cívico per­durable en la poesía mexicana. En su pa­tria encuentra López Velarde las cualida­des de la mujer que quiso amar. Patri;¡femenina a la que "El Niño Dios escri­turó un establo", es también tierra delucha, de guerra y sinsabor, tierra de "losveneros de petróleo". Al poeta 110 le preo­cupan principalmente los "problemasH so­ciales. Le ocupa la ternura ele su patria.La provincia ha sido su vida; su llluerte,la ciudad. Y si afirma que no teme a laIlluerte es que López Velarde la vive y.más allá de ella, vislumbra una posiblcimagen elel alllor:

Si soltera agonizas,irán a visitarte mis cenizas.

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Corrido del presidiario. Ilustración de Posada

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Sor Juana-"llama de amor viva"

Casto de intención y pecador, idealistay carnal, provinciano y ciudadano, LópezVelarde es otro solitario. Su obra no hatenido sucesores. No era posible que lostuviera. López Velarde no pudo llegara ser el hijo "negativo" que imaginaba"hec~o . de. rectitud, de angustia, de in­transIgencIa, de furor de gozar y de ab­negación". Entre su ideal y su vida es­taba su propia vida concreta ensoñadan.ostálgica, destrozada por t;n present~clUdadano y duro. "Suave patria" fue elú1tiI?o :e~ugio ideal de un hombre quehabla VIVIdo, solo, en un constante re­cuerdo idealizado de su adolescencia.

Con Muerte sin fin volvemos al mundointelectual que anunciaba Sor Juana. Perosi para ésta quedaba siempre firme lacreenci~ en la razón y en la inteligencia,Gorostlza no sólo duda de sí mismo delmundo, de Dios; duda de la palabra' conque se expresa, de la inteligencia -"va­so" como en Sor Juana- que quiere darforma a la corriente - "agua" de suvida. La inteligencia es un "rencor sa­ñudo", se mantiene "una, exquisita, consu dios estéril", sin poder expresar lavida concreta de las cosas. "El vaso nose. cumple". Tampoco la palabra. Suremo, como el de la inteligencia, es tansólo ilusión. "Ilusión nada más, gentilnarcótico". Ilusión y ficción. Pues la pa­labra quiere fingirse vida, ser "dolor desustancia adolorida" pero no alcanza adecirnos sino lo esencial de las cosas yoe las conciencias, lo idéntico, lo inútil.El poema acaba con el poema en unabellísima y agresiva "descarnada lecciónde poesía". Muerte sin fin es un frenesíde muerte que es frenesí de regreso. Des­preciativo, al final del poema, Gorostizacorta la solemnidad del verso diamantinoy puro y se dirige, cara a cara, a lamuerte:

Desde mis ojos insomnesla muerte me está acechando.M e acecha, sí, me enamoracon su ojo lánguido. 'Anda putilla del rubor heladovámonos al diablo. '

Hasta aquí. cuatro poetas significativos.Los hemos VIsto solitarios, aislados de su

mundo, desrealizando los datos de la ex­peri~ncia para ha.\erlos cuerpo de su pen­samIento, su paSIOn, su sensualidad o suangustiada duda. Ninguno de estos poe­tas se expresa en el lenguaje del pueblo.¿ Qué nos dice la voz de la poesía popular?

La poesía popular mexicana es muchomás vasta en sus temas, sus sentimientos,su .canto, que la poesía culta. El reper­tono que nos ofrece va desde el hecllohistórico, político, documental e ilustra­tiv.o .hasta la lírica, la copla, la fábula, laaclIvmanza y la versión popular de unsentir religioso profundo. Bástenos conseñalar, dentro del dominio del corridoa.lgunas obras que, por su intención, s~hgan a las ideas de los poetas que hemosanalizado.

~.os ~0.rridos ~onstituyen la épica d(!" laaltIplalllC1e mexIcana. Su intención, másallá de las distancias y los siglos, no esbásicamente distinta de la que llevó a losgriegos a cantar a sus héroes o a lospoetas del pueblo medieval a escribir lascanciones de gesta. Epica del pueblo con­tada por el pueblo para el pueblo, elcorrido no toca temas transitorios. A tra­vés de él se revela como ya en la Chan­son de Roland, el Cantar del mío Cido los Nibelungos, el espíritu de un pueblo.Como en estos poemas que el tiempo hadeclarado permanentes, el corrido popu-

López VeJarde a los 14 años

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lar es más que descriptivo, de orden mo­ral. Como la Ilíada y la Odisea es, segúnlo pensaba J aeger, una forma de la edu­cación que el cancionero lleva de puebloen pueblo, de rancho en rancho, de ado­be en adobe, hasta formarla mentalidadmexicana de hoy, mentalidad que, a suvez, ha servido para darles forma y sen­tido. Como en los poemas épicos aquí Sl:

nos presentan sentimientos populares cla­ramente delineados, sin que quepan es­tado~ intermedios: el bien y el mal, lafldeh.dad y l~ traición, la verdad y lamentlra. ESCritos por hombres de carney hueso, nos hablan de hombres de car­ne y hueso. N o son tan sólo anécdotas.Son la verdad de la anécdota que se en­cuentra en algunos, mínimos y valiosos,principios establecidos.. Una sola pa~abra, un epíteto definitivo,

sIrve para onentar al lector acerca delos graneles personajes épicos: Aquiles,el de los pies ligeros, Ulises astuto ypolítico, "Mio <;id que en buen' ora c;inxoespada", Martín Antolínez, "ardida lan­c;a", "Carlemagne qui est canuz e blanc","Alde la beBe" son próximos parientesdel general De la Vega "valiente comoaguerrido", de "aquel comandante Frías- que es valiente, y no de chanza", deZapata "el gran insurrecto", del "buenEmiliano", de Cavazos "astuto y matre­ro". W erner J aeger dice: "Sólo algunavez, en los últimos libros, entiende Ho­mero por areté las cualidades morales oespirituales. En general designa, de acuer­do con la modalidad de pensamiento delos tiempos primitivos, la fuerza y ladestreza de los guerreros o de los lucha­dores y ante todo el valor heroico" (Pai­deia). El honor, antes de ser honra. tam­bién designaba la probidad y la hombríadel guerrero. La hombría y, por deriva­ción, el bien, la sensibilidad, la fidelidad,la verdad, son el areté del hombre mexi­cano, de éste, uno y el mismo, que puedevariar de nombre, llamarse Zapata, Villa,Cavazos o Madero, pero que no deja deser el prototipo del hombre de México.La inconstancia, la desobediencia -típicadel corrido-, la deserción, la traición sonlos aspectos negativos de este hombre: sufalta de ser, de fructificar en hombre, sufalta de hombria y de honor. Fechados,localizados en el espacio y en el tiempolos corricIos -mejor decir el corrido­trascienelen sus propias fechas para dar­nos una idea del ieleal humano de México.

La muerte --sicut 7lita finis ita- es laforma definitiva ele la vida. En los co­rridos la muerte que viene del heroísmo

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Por Jean Pierre BERTHE

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o de la tralclOn, a veces del accidente,otras de la ingratitud, es siempre violen­ta. Pero aquí más que las causas, nosimporta el sentido de la muerte, este mo­mento de soledad que define al hombre.Su sentido profundo es el de una leccióny de un aprendizaje. Aprender a morires aprender a vivir. Para el pueblo dela altiplanicie de México la muerte estáen el presente. Si ha de morir, podríadecirse parafraseando al poeta, ya esmuerte. Y el símbolo que es para el pue­blo Venustíano Carranza, ya' historiatransformada en mito, percibe claramenteel·sentido profundo de este aprendizaje,su valor educativo y vi~al :

-si son valientes les digo afanoso:concedido, les doy mi permiso,para que así se enseíien a morir.

y "enseñarse" a morir es aprender quela muerte no tiene importancia. Hay algomás acá de ella -la miseria- o más alláde ella -el destino-, ambos muchas ve­ces uno y Jo mismo, que la hace necesa­ria, fatal presencia de la cual es imposiblealejarse o escapar. Felipe Angeles nos lodice con precisión no lograda por nin­gún otro personaje del corrido en México:

Yana soy de los cobardesque le temen a la 1nnerte.

Hasta aquí la frase podría ser la decualquier héroe tradicional. Pero los dosversos con que el autor anónimo la co­menta son definitivamente aclaratorios:

la muerte no mata a nadiela matadora es la suerte.

Es que morir es acabar con "la des­graciada fortuna" que envuelve a la vida,y el sentido de la muerte ante la cualcaben tanto la actitud heroica como laactitud resignada, es el de renunciar alas miserias. En ella se acaba la soledadque es desolación y muerte en vida.

La poesía popular mexicana, más va­riada, más rica en sus temas que la poesíaculta, trasciende a ésta. Toca tambiéntemas e ideas que SOn comunes a todala poesía cultivada y alejada de las vocespopulares. Entre ellos el de la muerte yel de la soledad. Los personajes de loscorridos hacen frente a la misma soledadque Sor Juana, Othón. López Velardeo Gorostiza. Las formas son distintas. Lavida, la misma. Yen ello no hay misterio.Los poetas que, en apariencia, se alejandel pueblo son parte de este mismo puebloy su alejarse al penetrar en sus propiasconciencias es una forma de la aproxima­ción. Vasos separados, una misma fuentelos llena.

Salvadas algunas excepciones, la rela­ción entre el poeta y el pueblo es, enMéxico, la de una comunidad sin con­tacto. "Y esta fábula -diría Esopo­muestra que siempre volvemos a aquelloque nos interesa."

NOTAS

l De esta huida ~ la que se ve forzada sontipicos los clásicos versos; "En perseguirme,Mundo, ¿qué interesas? I ¿ En que te ofendocuando sólo intento I poner bellezas en mi enten­dimiento / y no mi entendimiento en las be­llezas ?"

2 No es necesario pensar que esta ilumina­ción de El sueño -día que nace en el corazónde la noche- sea la fiel imagen del mito pla­tónico de la Caverna. Sin embargo es evidentela alcurnia neo-platónica de muchas de las me­táforas "luminosas" de Sor Juana. N o hay enello nada de verdaderamente extraño. Tambiénen Santo Tomás, que Sor Juana conocía, eseVIdente· Jil huella del pensamiento platónico.

GUILLAUME

GUILLAUME ApOLLINAIRE murió a los38 años: su muerte prematura

. sólo pareció cruel a sus amigos ."a un círculo muy restringido de lectores.Pero desde entonces no ha dejado deser actual, escapando incluso a ese lap­so de purgatorio que recae después dela muerte sobre tantos escritores famo­sos. Nunca se han ocupado tanto de él:se ha hecho de la Chanson du M al-Aiméun oratorio y un ballet, se ha puestomúsica a Les mamelles de Tirésias·. LaRbliotheque de la Pléiade publica susobras poéticas acompañadas de numero­sas piezas inéditas, los profesores de laSorbona disecan y comentan Alcools yel poeta alcanza esa inmortalidad queconfieren en Francia las antologías y loslibros para uso de las clases. Apol1inairese hubiera reído, con su famosa risa fe­liz, él tan seguro de su genio, como cuan­do el gran lingüista Ferdinand Brunotle hizo grabar en un disco, en 1914, lostres poemas de Alcools que nos conser­van su voz; sus antiguos amigos se in­quietan por esta popularidad: "el su­puesto Mal Amado es ahora DemasiadoAmado; el autor del Poeta Asesinado seva a convertir en el poeta petrificado"(Philippe Soupault).

Inquietudes sin objeto: mal o dema­siado amado, Apol1inaire sigue siendomal conocido. El hombre es uno de losmás llenos de vida que han existido, múl­tiple, contradictorio, encantador, peromuy secreto bajo una aparente exuberan­cia: ningún amigo, ningún biógrafo halogrado penetrar completamente su na­turaleza.

La obra no es m:'nos desconcertanteen su diversidad. La pasión de Apolli­naire por lo nuevo, su indolencia parallevar a término sus tentativas, su pro­digiosa facilidad, su plasticidad literaria,su gusto por la mistificación, embrollanlas pistas y condenan casi siempre alexégeta a las conjeturas; la lTIasa de losinéditos póstumos, en la que la muerte

ApolJinaire, por WJilminck

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APOLLINAIRE

impidió al poeta podar, deforma y hacepesado el conjunto de su obra. Pero in­cluso con sus imperfecciones, conservael estremecimiento y la complejidad dela vida; está lejos del embalsamamientode la gloria polvorienta del museo lite­rario, y pocos poetas nos son, despuésde cuarenta años, tan contemporáneos co­mo Apollinaire.

¿ Aventurero del pensamiento? Laaventura ocupa el primer lugar en suvida: sobre su nacimiento irregular, élse complació en dejar flotar un misteriohalagador; no era hijo de un preladoromano, pero sí -medio polaco, medioitaliano- ya un destino al margen. Suinfancia y su adolescencia vagabundasno lo marcaron menos: hace estudiosbrillantes y desordenados. e inmensaslecturas, siguiendo a una madre tiránicay fantasiosa, que recorre las ciudadestermales, de Italia a Bélgica, pidiendo alas mesas de juego, a los usureros, a lagalantería, los medios de satisfacer sugusto por el lujo. Cuando la familia porfin se radica en París, Guillaume notiene todavía veinte años; hay que vivir,y la vida le es dura. Se hace mecanócgrafo, "negre" 1 de un novelista de fo­lIetón, periodista incompetente en la bol­sa, autor de libros que se venden a es­condidas; cena a menudo un arenque,pero ya está en contacto con los mediosliterarios, escribiendo versos y prosa,tratando sin éxito de publicarlos, y ena­morado, aunque no siempre amado. Lavida, en suma, de un joven escritor am­bicioso y necesitado. Su estancia en Ale­mania, como preceptor. es mucho másfecunda: regresa en plena posesión desu maestría poética, y adolorido por unverdadero amor, para el mayor provechode sus poemas. Durante más de diez añoses en París la "belle saison" de Apoll;­naire. Sigue ligero de dinero, y reducidoaún a vivir de expedientes y de tra­bajos de librería; pero vive con unavida intensa, en un extraordinario cli­ma intelectual y sentimental, enamoradode Marie Laurencin, fundador y di­rector de revistas efímeras en las quebatalla en favor del Douanier Rousseau,de los fauves y de los cubistas. Sus ami­gos "sin los cuales no puede vivir" sonlos pintores y escritores de vanguardiade la época, todos como él pobres y apa­sionados, Picasso, Dufy, Delaunay, Rou­veyre, Max Jacob, André Salmón, An­dré Billy. Escribe o publica entonces lomejor y 10 más acabado de su obra,L'hérésiarque et Cie, L'enchanteur POUI'­

rissant, y los poemas recogidos en 1913en Alcools.

En julio de 1914, Apollinaire está enDeauvil1e, encargado de un reportaje;allí se entera de la movilización, y vuelvea Paris en coche con su amigo Rouveyre:

"Nous dimes adieu a toute une époque.

Nous cmnpri¡¡¿es 11'!On camarade ct 11/0;Que la petite auto MUS avait conduits

dans une époque 1l0uvellcEt bien qu'étant déja tous de ux des

hommes múrsN ous venions cependant de nattre." 2

(ealtigrammes. "La peti te auto.")