EL 25 DE JULIO DE 1997 Y LA DEFENSA CONTRA LAS FUERZAS DE HORACIO NELSON

2
RELACIÓN CIRCUNSTANCIADA DE LA DEFENSA QUE HIZO LA PLAZA DE SANTA CRUZ DE TENERIFE, I N V A D I D A POR UNA ESQUADRA INGLESA, AL MANDO DEL CONTRA-ALMIRANTE HORACIO NELSON, LA. MADRUGADA DEL 2 ? DE JULIO 1797* MADRID MDCGXCVín/ Portada de la primera edición de la «Relación Circunstanciada» Dos firmas autógrafas de Xelson, antes y después de haber perdido el brazo derecho en Tenerife Firmas de Horacio Nelson con la mano derecha y, con la izquierda, tras la herida recibida en el ata- que a Santa Cruz de Tenerife El 25 de julio de 1797 y las fuerzas de Hoi Según Troubridge, sus hombres —ya de retirada— « atención y urbanidac El cañón Tigre, con otros trofeos y reliquias, en el Museo Militar de Almeida A L amanecer del 22 de julio se apareció delan- te de la Plaza de Santa Cruz la Escuadra del Contra- Almirante Nelson, compuesta por tres navios de 74 cañones, tres fra- gatas de 32 a 33, un cúter de 14, una obusera y una cañonera, tra- yendo treinta y nueve lanchas en idos divisiones, la una de 23, con dirección al Valle de Bufadera, y la otra de 16 por nuestro frente. Hízose inmediatamente en la Plaza la señal de alarma, y al punto viraron ellas hacia los buques, y se mantuvieron encordonadas a sus popas y costados con las tropas de desembarco que tenían, hasta las diez de la mañana. Entonces las tres fragatas remolcadas por sus lanchas fondearon en las inmedia- ciones del Valle, ftiera de tiro de cañón, mientras los navios se man- tenían borneando, y desembarca- ron aquellas en la playa de Valle Seco con mil y doscientos hom- bres. Estos se apoderaron de la in- mediata colina, donde no era im- posible impedirlo, ni atacarlos; y sus movimientos indicaban, o que intentaban hacerse dueños del ce- rro que domina a Paso Alto, o pro- teger el desembarco de nuevas tro- pas durante la noche; ganar las al- turas y sendas que conducen a la Plaza por lo interior, y combinar así un ataque por nuestro frente y espalda. Para precaver lo primero se destacaron al punto varias par- tidas sueltas que con loable clari- dad y denuedo treparon por los ris- cos y ocuparon los pasos que po- dían convenir al enemigo. Una de estas partidas era de cuarenta fran- ceses, al mando de su Comandan- te, el Ciudadano Ponné, Capitán de Fragata, y el Ciudadano Faust, Te- niente de Navio; otra de igual nú- mero se formaba del Batallón de Infantería de Canarias, y la man- daba el Subteniente Don Juan Sán- chez; otra de sesenta Reclutas de las Banderas de la Havana y de Cuba, al mando de Don Pedro Castilla, segundo Teniente; otra de diez y síes Artilleros con el Tenien- te Don Josef Feo y el Subteniente Don Pedro Dugi, Oficiales del mismo Cuerpo; y otra en fin de veinte y cinco hombres, compuesta de los Cazadores libres de servi- cio de la Plaza, con los capitanes Don Felipe Viña y Don Luis Ro- mán; los Tenientes Don Antonio Carta, Don Antonio Monteverde; Don Laureano Arauz y Don Ma- teo Calzadilla; y los Subtenientes Don Vicente Espou, Don Carlos Buitrago y Don Tomás Velsaco; y el Ayudante Don Pasqual de Cas- tro. Estas tropas iban al mando del Teniente Coronel Marqués de la Fuente de Las Pahuas, Comandan- te de la división de Cazadores, quien solicitó hacer esta salida, y fiíe el primero que trepando por el cerro, pidió desde allí más gente, y alguna pieza de artillería, luego que echó de ver el crecido núme- ro de enemigos y advirtió que és- tos habían subido un cañón de a quatro a la altura. Nuestro General, así que llegó el parte, dio la orden para que se conduxesen quatro cañoncitos de a tres y quatro, y se reforzase el puesto con cincuenta hombres y un capitán del Batallón de Infantería de Canarias; causando justa admi- ración la extraña ligereza e intre- pidez con que treparon por aquel escarpado carro veinte Milicianos del Regimiento de La Laguna, lle- vando a sus hombros las quatro piezas de artillería con sus monta- ges, juegos de armas y municiones, animados de Floreció González, Cabo del mismo Cuerpo. Entretanto, correspondían las tropas nuestras al fuego pausado que los enemigos hacían con su fu- Bandera de la fragata «Emerald», capturada a las fuerzas de desembarco ¡HONOR Y GLORIA! A LOS MUERTOS EN DEFENSA DE LA INTEGRIDAD TERRITORIAL DE ESPAÑA COMBATIENDO EN SANTA CRUZ DE TENERIFE EL 25-vn-i79T T. CORONEL D.JUAN BAUTISTA DE CASTRO Y AYAL CADETE D.RAFAEL FERNANDEZ BIGNONI SOLDADO ANTONIO MIGUEL GONZÁLEZ SOLDADO MANUEL FERNANDEZ SOLDADO PEDRO AGUSTÍN SOLDADO Luis NUÑEZ CHAVES SOLDADO BERNARDO GARCÍA BALLADARES SOLDADO DIONISIO PERRERA SOLDADO DOMINGO LEÓN PADILLA SOLDADO ANTONIO DELGADO SOSA SOLDADO DIONISIO GONZÁLEZ FUENTES SOLDADO JUAN PACHECO ESCOBA* ARTILLERO VICENTE TALAYERA SOLDADO JOSÉ BENITO SOLDADO FELIPE GUERRA SOLDADO JUAN REGLA GONZÁLEZ SOLDADO JOSÉ PÉREZ PAISANO D. ANTONIO DE LA TORRE ESPINOSA PAISANO DOMINGO PÉREZ PERDOMO PAISANO AGUSTÍN QUEYEDO DE LA GUARDIA PAISANO J OM MARIA CALERO Y LUXAN PAISANO D. CARLOS ROONEY PAISANO JUAN AMARILIS Lápida dedicada a los muertos en los combates das sino, también, por venir ést al mando del contraalmirante N< son, que ya contaba con un bi< ganado prestigio en la Royal Nai y, princisamente por ello, más bi liante fue la victoria lograda p los que defendieron Santa Gnu Después de la Batalla del Cal San Vicente, una poderosa fuer; naval inglesa —al mando del alir rante Jervis— bloqueaba Cádiz s que, pese al número de unidade lograse impedir totalmente el tr fico costero ni, mucho menos, de altura. Ante la moral de sus d taciones —1797 fue el año de las si blevaciones en las flotas del Can de la Mancha y del Norte— el 2 mirante Jervis impuso una férr< disciplina en la flota y, para $ traer el ánimo de sus hombres, o denó el bombardeo de Cádiz. Casi al mismo tiempo, Jerv supo que la fragata española «Prí cipe de Asturias» —de la Comp nía de Filipinas— llegaría a San Cruz de Tenerife con un valió; cargamento de plata. Si bien oto informes indicaban a Jervis que s rían dos las fragatas esperadas .* el puerto tinerfeño, éste considei empresa fácil y de éxito cierto ataque a la ciudad en cuyo puer esperaba encontrar al menos ui de las citadas fragatas española Al mando de la fuerza nava Jervis puso al contraalmirante Nc son y, a sus órdenes, a marinos; respaldados por amplio y bien g silería y pieza de campaña, y como executasen alguna de ellas una sa- lida hacia una fuente que está en el Valle Seco, les mataron dos hombres las partidas de los fran- ceses, y de la Havana y Cuba, pe- reciendo otro sofocado en la subi- da de la cuesta. A este tiempo iba marchando por riscos, montañas, valles y lomas casi intransitables, el Teniente Coronel Don Juan Creagh, Capitán del Batallón de Infantería, con treinta hombres de su Cuerpo que había sacado de esta guarnición, y cincuenta Rozadores tomados de la ciudad de La La- guna». Así comenzaba la «Relación Cir- cunstanciada de la defensa que hizo la Plaza de Santa Cruz de Teneri- fe, invadida por una Esquadra in- glesa al mando del contra- almirante Horacio Nelson la ma- drugada del 25 de julio de 1797», obra editada en Madrid un año después de la batalla cuyo aniver- sario celebra hoy Santa Cruz de Tenerife. COMO SE PREPARO EL ATAQUE El ataque de Nelson a Santa Cruz tenía como precedientes los que Blake y Genings habían lleva- do a cabo en, respectivamente, 1657 y 1706. De tales ataques, el último resultó ser el más importan- te, no sólo por las fuerzas emplea-

description

Artículo de Juan Antonio Padrón Albornoz, periódico El Día, sección "Santa Cruz de ayer y hoy", 1990/07/22

Transcript of EL 25 DE JULIO DE 1997 Y LA DEFENSA CONTRA LAS FUERZAS DE HORACIO NELSON

Page 1: EL 25 DE JULIO DE 1997 Y LA DEFENSA CONTRA LAS FUERZAS DE HORACIO NELSON

RELACIÓN CIRCUNSTANCIADA

DE LA DEFENSA

QUE HIZO LA P L A Z A

DE S A N T A C R U Z

DE T E N E R I F E ,

I N V A D I D A

POR UNA ESQUADRA INGLESA,

A L M A N D O

DEL CONTRA-ALMIRANTE

HORACIO NELSON,

LA. MADRUGADA DEL 2 ? DE JULIO

DÉ 1797*

MADRID MDCGXCVín/

Portada de la primera edición de la «Relación Circunstanciada»

Dos firmas autógrafas de Xelson, antes y despuésde haber perdido el brazo derecho en Tenerife

Firmas de Horacio Nelson con la mano derecha y, con la izquierda, tras la herida recibida en el ata-que a Santa Cruz de Tenerife

El 25 de julio de 1797 ylas fuerzas de Hoi

Según Troubridge, sus hombres —ya de retirada— «atención y urbanidac

El cañón Tigre, con otros trofeos y reliquias, en el Museo Militar de Almeida

A L amanecer del 22 dejulio se apareció delan-te de la Plaza de Santa

Cruz la Escuadra del Contra-Almirante Nelson, compuesta portres navios de 74 cañones, tres fra-gatas de 32 a 33, un cúter de 14,una obusera y una cañonera, tra-yendo treinta y nueve lanchas enidos divisiones, la una de 23, condirección al Valle de Bufadera, yla otra de 16 por nuestro frente.

Hízose inmediatamente en laPlaza la señal de alarma, y al puntoviraron ellas hacia los buques, y semantuvieron encordonadas a suspopas y costados con las tropas dedesembarco que tenían, hasta lasdiez de la mañana. Entonces lastres fragatas remolcadas por suslanchas fondearon en las inmedia-ciones del Valle, ftiera de tiro decañón, mientras los navios se man-tenían borneando, y desembarca-ron aquellas en la playa de ValleSeco con mil y doscientos hom-bres. Estos se apoderaron de la in-mediata colina, donde no era im-posible impedirlo, ni atacarlos; ysus movimientos indicaban, o queintentaban hacerse dueños del ce-rro que domina a Paso Alto, o pro-teger el desembarco de nuevas tro-pas durante la noche; ganar las al-turas y sendas que conducen a laPlaza por lo interior, y combinarasí un ataque por nuestro frente yespalda. Para precaver lo primerose destacaron al punto varias par-tidas sueltas que con loable clari-dad y denuedo treparon por los ris-cos y ocuparon los pasos que po-dían convenir al enemigo. Una deestas partidas era de cuarenta fran-ceses, al mando de su Comandan-te, el Ciudadano Ponné, Capitán deFragata, y el Ciudadano Faust, Te-niente de Navio; otra de igual nú-mero se formaba del Batallón deInfantería de Canarias, y la man-daba el Subteniente Don Juan Sán-chez; otra de sesenta Reclutas delas Banderas de la Havana y deCuba, al mando de Don PedroCastilla, segundo Teniente; otra dediez y síes Artilleros con el Tenien-te Don Josef Feo y el SubtenienteDon Pedro Dugi, Oficiales delmismo Cuerpo; y otra en fin deveinte y cinco hombres, compuestade los Cazadores libres de servi-cio de la Plaza, con los capitanesDon Felipe Viña y Don Luis Ro-mán; los Tenientes Don AntonioCarta, Don Antonio Monteverde;Don Laureano Arauz y Don Ma-teo Calzadilla; y los SubtenientesDon Vicente Espou, Don CarlosBuitrago y Don Tomás Velsaco; yel Ayudante Don Pasqual de Cas-tro.

Estas tropas iban al mando delTeniente Coronel Marqués de laFuente de Las Pahuas, Comandan-te de la división de Cazadores,quien solicitó hacer esta salida, yfiíe el primero que trepando por elcerro, pidió desde allí más gente,y alguna pieza de artillería, luegoque echó de ver el crecido núme-ro de enemigos y advirtió que és-tos habían subido un cañón de aquatro a la altura.

Nuestro General, así que llegóel parte, dio la orden para que seconduxesen quatro cañoncitos dea tres y quatro, y se reforzase elpuesto con cincuenta hombres y uncapitán del Batallón de Infanteríade Canarias; causando justa admi-ración la extraña ligereza e intre-pidez con que treparon por aquelescarpado carro veinte Milicianosdel Regimiento de La Laguna, lle-vando a sus hombros las quatropiezas de artillería con sus monta-ges, juegos de armas y municiones,animados de Floreció González,Cabo del mismo Cuerpo.

Entretanto, correspondían lastropas nuestras al fuego pausadoque los enemigos hacían con su fu-

Bandera de la fragata «Emerald», capturada a las fuerzasde desembarco

¡HONOR Y GLORIA!A LOS MUERTOS EN D E F E N S A DE LA I N T E G R I D A D

T E R R I T O R I A L DE ESPAÑA COMBATIENDO

EN SANTA C R U Z DE TENERIFE EL 25-vn-i79T

T. CORONEL D.JUAN BAUTISTA DE CASTRO Y AYALCADETE D.RAFAEL FERNANDEZ BIGNONISOLDADO ANTONIO MIGUEL GONZÁLEZSOLDADO MANUEL FERNANDEZSOLDADO PEDRO AGUSTÍNSOLDADO Luis NUÑEZ CHAVESSOLDADO B E R N A R D O G A R C Í A B A L L A D A R E SSOLDADO DIONISIO P E R R E R ASOLDADO DOMINGO LEÓN PADILLASOLDADO ANTONIO DELGADO SOSASOLDADO DIONISIO GONZÁLEZ FUENTESSOLDADO JUAN PACHECO ESCOBA*ARTILLERO VICENTE TALAYERASOLDADO JOSÉ BENITOSOLDADO FELIPE GUERRASOLDADO J U A N REGLA GONZÁLEZSOLDADO JOSÉ PÉREZPAISANO D. ANTONIO DE LA TORRE ESPINOSAPAISANO DOMINGO PÉREZ PERDOMOPAISANO AGUSTÍN QUEYEDO DE LA G U A R D I AP A I S A N O JOM MARIA CALERO Y L U X A NPAISANO D. CARLOS ROONEYP A I S A N O JUAN AMARILIS

Lápida dedicada a los muertos en los combates

das sino, también, por venir éstal mando del contraalmirante N<son, que ya contaba con un bi<ganado prestigio en la Royal Naiy, princisamente por ello, más biliante fue la victoria lograda plos que defendieron Santa Gnu

Después de la Batalla del CalSan Vicente, una poderosa fuer;naval inglesa —al mando del alirrante Jervis— bloqueaba Cádiz sque, pese al número de unidadelograse impedir totalmente el trfico costero ni, mucho menos,de altura. Ante la moral de sus dtaciones —1797 fue el año de las siblevaciones en las flotas del Cande la Mancha y del Norte— el 2mirante Jervis impuso una férr<disciplina en la flota y, para $traer el ánimo de sus hombres, odenó el bombardeo de Cádiz.

Casi al mismo tiempo, Jervsupo que la fragata española «Prícipe de Asturias» —de la Compnía de Filipinas— llegaría a SanCruz de Tenerife con un valió;cargamento de plata. Si bien otoinformes indicaban a Jervis que srían dos las fragatas esperadas .*el puerto tinerfeño, éste consideiempresa fácil y de éxito ciertoataque a la ciudad en cuyo pueresperaba encontrar al menos uide las citadas fragatas española

Al mando de la fuerza navaJervis puso al contraalmirante Ncson y, a sus órdenes, a marinos;respaldados por amplio y bien g

silería y pieza de campaña, y comoexecutasen alguna de ellas una sa-lida hacia una fuente que está enel Valle Seco, les mataron doshombres las partidas de los fran-ceses, y de la Havana y Cuba, pe-reciendo otro sofocado en la subi-da de la cuesta. A este tiempo ibamarchando por riscos, montañas,valles y lomas casi intransitables,el Teniente Coronel Don JuanCreagh, Capitán del Batallón deInfantería, con treinta hombres desu Cuerpo que había sacado de estaguarnición, y cincuenta Rozadorestomados de la ciudad de La La-guna».

Así comenzaba la «Relación Cir-cunstanciada de la defensa que hizola Plaza de Santa Cruz de Teneri-fe, invadida por una Esquadra in-glesa al mando del contra-almirante Horacio Nelson la ma-drugada del 25 de julio de 1797»,obra editada en Madrid un añodespués de la batalla cuyo aniver-sario celebra hoy Santa Cruz deTenerife.

COMO SE PREPARO ELATAQUE

El ataque de Nelson a SantaCruz tenía como precedientes losque Blake y Genings habían lleva-do a cabo en, respectivamente,1657 y 1706. De tales ataques, elúltimo resultó ser el más importan-te, no sólo por las fuerzas emplea-

Page 2: EL 25 DE JULIO DE 1997 Y LA DEFENSA CONTRA LAS FUERZAS DE HORACIO NELSON

del domingo 25iDDDDaDDDDDDDDDDDDDDDODDDDDDDaDDDDDanDDODDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDaDDDOaDDODDDDDDDDaDDDODDDGDDDDDODDDDDDDDDDDDDDaDGDDDDDDDDDDDDDDaaDDDDDDDDDDDDDDDD

aQaoQOQQQaoaoQQaaaooaQaoQaooooaoaQOQOQQaogoaoaaoooQaaaQQQDaQaoQoaDDGQaQaaooaaa

¡a defensa contra•acio Nelsonfueron colmados con muestras de

nado prestigio —Troubridge, Free-mantlee, Bowen, Hood, etc.— yque se habían distinguido en otrasacciones.

La agrupación naval del con-traalmirante Nelson estaba com-puesta por los navios de 74 caño-nes «Theseus», «Culloden» y «Zea-lous», al mando de los comandan-tes Miller, Toubridge y Hood; lasfragatas «Sea Horse», «Esmerald»y «Terpsychore», de 38, 36 y 32 ca-ñones, que venían al mando deFreemantle, Waller y Bowen, res-pectivamente; el cúter «Fox», de 14cañones, estaba al mando del te-niente Gibson; una cañonera, apre-sada poco antes de que se hiciesea la vela dicha fuerza naval, esta-ba al mando del teniente Cromp-jton y artillada con una pieza ligera.

Ya los buques en mar, Jervis or-denó a la fragata «Leander» —artillada con 50 cañones y al man-do del comandante Thompson —que se uniese a la fuerza naval deNelson, lo cual hizo cuando ésteya se encontraba en aguas de San-ta Cruz de Tenerife.

Horacio Nelson, que al parecerconocía las dificultades que entra-ñaba la empresa, solicitó refuerzosantes de hacerse a la vela y, segúnel almirante francés Jurien de laGraviere en su obra «Guerres ma-ritimes sous la Révolution et CEm-pire», al carecer los marinos deuniformes, «Nelson dispuso que sevistiesen con los uniformes encar-nados que se pudiesen encontrar enla escuadra, figurando con tiras delienzo blanco el correaje o forni-turas que les faltaban».

En total, los buques de Nelsonmontaban 393 bocas de fuego, ar-tillería a la que las baterías de San-ta Cruz sólo podían oponer 96. Elentonces comandante general delArchipiélago, mariscal de campodon Juan Antonio Gutiérrez—«Aragonés anciano, pero de tem-ple de alma esforzada»— contabacon un total de 1.669 hombres,fuerza dividida de la siguiente ma-nera: 110 hombres pertenecientesa Cazadores privinciales; 247 alBatallón de Canarias; 330 a lasMilicias de La Laguna y La Oro-tava; 245 a Rozadores de La Lagu-na; 60 de la Bandera de Cuba; 387artilleros veteranos y milicianos;180 paisanos y 110 marineros fran-ceses.

Este último grupo pertenecía ala tripulación del bergantín «LaMutine» que, dos meses antes, ha-bía sido apresado por lanchas delas fragatas inglesas «Lively» y«Minerva», cuando se encontrabanal ancla en aguas de Santa Cruz.De ellos dice la «Relación circuns-tanciada» que «Estos Francesesapresados en la bahía de SantaCruz por dos fragatas inglesas, ha-bían sido cangeados y restituidosa la misma Plaza. No solamentemanifestaron mucha presencia deánimo en esta ocasión, sí tambiénel día 24, solicitando ser apostadosen las playas de la izquierda, y dePuerto Caballas, por concebir quelos enemigos atacarían por estospuntos; pero desengañados des-pués del día de que lo executaronpor el centro, marchaban haciaellos unos momentos antes que secapituló».

EL ATAQUE A SANTA CRUZ

Las fuerzas inglesas desembar-cadas en Valleseco, reembarcaronal anochecer. Desde la cresta delRomeral hicieron fuego de mane-ra esporádica, «mas habiendo des-cendido de la altura al amanecerdel día 23 para hacer la descubier-ta, se halló que los enemigos se ha-bían reembarcado favorecidos de laoscuridad de la noche, de la situa-ción del terreno y de la de sus fra-gatas, ventajas estas dos últimas

que aun del día les proporcionabanfácil la execución».

Tras tomar a su bordo las fuer-zas de desembarco, los barcos deNelson se mantuvieron voltejean-do a la vista de tierra. Al amane-cer del día 24, con la sola excep-ción del «Fox», todos los buquesse fondearon frente al Valle de Bu-fadero para, desde allí, fingir unnuevo ataque por el Norte. Labombarda se destacó del resto delas unidades y comenzó el fuegocontra el castillo de Paso Alto que,con el de San Miguel, contestó de-bidamente sin que los proyectilesingleses causasen daños de consi-deración.

Desde el castillo de San Cristó-bal, el general Gutiérrez preparóla defensa de la Plaza pues, pesea las precauciones de Nelson,pronto se transparentó su intenciónde atacar por el pequeño muelle ycentro de la ciudad.

Era medianoche cuando la fuer-za naval de Nelson destacó las tro-pas de desembarco y, de los naviosy fragatas, se abrieron los botescon 700 hombres, el «Fox» con 380y una embarcación del país que —apresada el día anterior— traía asu bordo otros 80.

El desembarco tenía que llevar-se a cabo en el muelle, desde don-de las tropas tendrían que abrirsecamino y penetrar en la ciudad altiempo que, por el Sur, Troubrid-ge llevaba a cabo otro ataque.

«Era aquella hora en que la Es-quadra enemiga ordenaba sus fuer-zas para executar el ataque. Mil yquinientos hombres (como despuéssupimos) perfectamente armadoscon fusiles, pistolas, chuzos, sa-bles, hachas y sierras, ocuparon laslanchas, conducidos por los prime-ros y más acreditados Oficiales, in-cluso el Contra-almirante Nelson.Acercáronse a las dos y quarto dela madrugada del 25, guardandotodos el más profundo silencio. Lafragata de la Compañía de Filipi-nas que se hallaba fondeada porfuera de los demás barcos de la Ba-hía, descubriendo a estas lanchasa su inmediación casi al mismotiempo que Paso Alto, dio aviso ala Batería de San Antonio, y quan-do los ingleses asaltaron nuestrofrente por distintos puntos de laplaya, con un arrojo e intrepidez,de que hay pocos exemplares,aquel Castillo, que alarmó la Pla-za con la actividad de sus tiros, elde San Miguel, el de San Pedro,el Principal de San Cristóbal, laBatería de Los Melones, la de SanAntonio, la del Muelle, la de laConcepción y la de San Telmo lehicieron un fuego tan terrible y tanbien dirigido que fueron derrota-das casi todas las lanchas, echan-do a pique el Cúter que conducíatrescientos ochenta y dos hombresde desembarco (como declararondespués unos Oficiales, o quatro-cientos cincuenta, como afirmaronotros) con su considerable repuestode armas y municiones: El Contra-almirante Nelson perdió el brazoderecho antes de poner el pie entierra, lo que le obligó a regresara su Navio Teseo con los demásoficiales que venían en su lancha,todos malheridos; el intrépido Ca-pitán Bouven, que mandaba la fra-gata Tersícore, y su Segundo, que-daron muertos con otros diez ynueve Ingleses a impulsos de uncañón de metralla que el goberna-dor de San Cristóbal Don JosefMonteverde había mandado colo-car aquella misma noche en unatronera que se hizo abrir por uncostado del baluarte con direccióna la inmediata playa que por aque-lla parte estaba indefensa».

Pese a todo, algunos grupos lo-graron desembarcar pero, segúnNelson en su parte a Jervis, «fuetan vivo y nutrido el mego de mos-

M.MS, "TERPSICHQRE" '~~ *

El general Gutiérrez, defensor de Tenerife La fragata H.M.S. «Terpsichore», una de las inte-grantes en la fuerza naval de Nelson

quetería y metralla que nos hicie-ron desde la inmediata ciudadela,ventanas y azoteas de las casas cir-cunvencinas, que nos fue imposi-ble avanzar un paso más, y el sue-lo estaba sembrado de cadáveresnuestros».

Posteriormente, Toubridge seunió a los otros grupos desembar-cados y, sin noticias de Nelson, en-vió al general Gutiérrez un ultimá-tum que, lógicamente, quedó sinrespuesta. Por fin pudo reunir cua-renta hombres y, con ellos, trató dealcanzar las cercanías del muelle,pero encontró todas las calles quea él conducían tomadas por bocasde artillería mientras, desde todoslos puntos, se les hacía un nutridofuego de fusilería.

Perdida la esperanza de recibirsocorros, Toubridge y sus hombresocuparon el convento de Santo Do-mingo —donde hoy se alza el Tea-tro Quimera— y allí se hicieronfuertes al tiempo que Hood era en-viado como parlamentario paratratar de pactar una capitulaciónhonrosa que, al fin, generosamentefue concedida por el general Gu-tiérrez.

Las condiciones fueron genero-sas, tal vez en demasía, pues nopodían esperar los ingleses ayudaalguna y, además, corrían el ries-go de quedar prisioneros.

«Ratificada, pues, la Capitula-ción, salieron las tropas inglesasdel Convento, marchando en for-mación de columna; descargaronal aire todos sus fusiles al llegar alPuente del barranquillo del Acey-te; y desde allí se dirigieron alMuelle con armas al hombro ytambor batiente, por frente denuestras tropas y de los Francesesauxiliares, que formaban un qua-drilongo en la Plaza del CastilloPrincipal; de cuyas azoteas vionuestro General esta marcha. Perocomo el Segundo Comandante In-glés Samuel Hood se sorprendie-se con el inopinado encuentro deaquellos Franceses sus enemigosinplacables, dexándose arrebatarde la ira, prorrumpió en algunasexclamaciones y aún proclamó unaproposición, por la qual hubieransido detenidas sus gentes a no ha-ber dado pronta satisfacción. Enefecto, no dudó confesar que se ha-bían excedido, y que pretextaba denuevo quería aguardar inviolable-mente la Capitulación pactada.

Habiendo llegado al Muelle lastropas Británicas, se trató de apres-tar las lanchas, y dos vergantines,

para conducirlas a la Esquadra.Mientras tanto, dispuso nuestroGeneral se les suministrase a todasun abundante refresco de pan yvino; generosidad que los dexó ató-nitos, no menos que el particularesmero con que notaron habíansido atendidos sus heridos en elHospital».

DESPUÉS DEL COMBATE

Según Troubridge, «fueron col-mados con muestras de atención yurbanidad» y, antes de que se hi-ciesen a la vela, el general Gutié-rrez convidó a comer en tierra a losoficiales, «excusando éstos porquehabiendo advertido que el vino ensus Soldados había hecho una fuer-te impresión, juzgaron su presen-cia necesaria, ofreciendo disfrutaraquel obsequio al día siguiente,como se verificó. Igualmente ofre-cieron ser los portadores de la no-ticia de nuestro vencimiento, con-duciendo a España los pliegos quese les confiasen; y nuestro Coman-dante General no dudo en entregar-les con afecto, baxo palabra de ho-nor, el parte para la Corte, en unostérminos tan sencillos, que ellosmismos pudieran haberse admira-do de tanta moderación».

Y fue así como, tras la batalla—tras haber quedado para siempreconvertido en el manco de SantaCruz de Tenerife— fue el mismoHoracio Nelson quien llevó a Es-paña la noticia de su derrota en laIsla del Teide.

Antes de hacerse a la vela, Ho-racio Nelson, informado de la ge-nerosidad que con sus hombres sehabía tenido en Santa Cruz de Te-nerife, dictó la siguiente carta que,luego, firmó con su mano iz-quierda:

«Navio "Theseus", frente a SantaCruz de Tenerife, 26 julio de 1797.

No puedo separarme de esta Islasin dar a V.E. las más sinceras gra-cias por su fina atención conmigo,por la humanidad que ha manifes-tado con los heridos nuestros queestuvieron en su poder, o bajo sucuidado, y por su generosidad paracon todos los que fueron desem-barcados, lo cual no dejaré de ha-cer presente a mi Soberano, y es-pero poder con el tiempo, asegu-rar a V.E., personalmente cuantosoy de V.E. el obediente y humil-de servidor —Horacio Nelson.

Suplico a V.E. me haga el ho-nor de admitir una barrica de cer-veza inglesa y un queso.

EN HOMENAJE

A LOS 110 MARINEROS M LA CORBETA

FRANCESA LA MUTINE QUE LUCHARONJUNTO A LOS ESPAÑOLES EN LA J O R N A D ADEL 25-VI1-1797.

M U R I E R O N EN EL COMBATEJ U A N CHIBEAUD

YPABLO DUAR

Señor Don Antonio Gutiérrez,comandante general de las IslasCanarias».

Y sigue la «Relación Circunstan-ciada»; «Recibida con el aprecioque era debido a esta memorablecarta, contestó a ella nuestro xefeen los siguientes términos:

«Muy Señor mío de mi mayoratención: con sumo gusto hemosrecibido la apreciable de V.S. efec-to de su generosidad y buen modode pensar; pues de mi parte con-sidero que ningún laudo merece elhombre que sólo cumple con loque la humildad le dicta y a estose reduce lo que yo he hecho paracon los heridos y para con los de-más que desembarcaron, a quienesdebo considerar como hermanosdesde el instante en que concluyóel combate. Si en el estado en queha conducido a V.S. la siempre in-cierta suerte de la Guerra pudieseyo, o cualquiera de los efectos queesta Isla produce, serle de algunautilidad o alivio, ésta sería para míuna verdadera complecencia, y es-pero admitirá V.S. un par de lime-tones de vino, que creo no sean delo peor que produce.

Seráme de.mucha satisfaccióntratar personalmente quando lascircunstancias lo permitan a un su-geto de tan dignas y recomendablesprendas como V.S. manifiesta; yentre tanto ruego a Dios guarde suvida por muchos y felices años.

Santa Cruz de Tenerife, 26 de ju-lio de 1797.— B.L.M. a V.S. su másseguro servidor atento, AntonioGutiérrez.

P.D. recibí y aprecio la cervezay queso con que V.S. se ha servi-do favorecerme. Recomiendo aV.S. la instancia de los Franceses,que le habrán hechos presente elcomandante Toubrigge a nombremío.

Señor Almirante Don HoracioNelson».

Días más tarde, y bajo banderade parlamento, los ingleses entre-garon en Cádiz los partes oficia-les del general Gutiérrez y, así,cumplieron con la palabra de co-municar a la Corte española la no-ticia de su derrota en aguas de San-ta Cruz de Tenerife. El teniente ge-neral don José de Mazarredo, en-tonces comandante general enCádiz, expresó su pesar al condede San Vicente, contestándole éstecon caballeresca cortesía.

Después del triunfo del 25 de ju-lio de 1797, se oficiaron solemnesTe Deum y, en La Laguna, dicho

acto tuvo lugar en la iglesia de laConcepción, con asistencia del cle-ro y comunidades religiosas.

«Tal ha sido el éxito de esta fun-ción, que será celebérrima en losFastos de las Islas Canarias. Quan-do se considera una victoria tancompleta, precedida de un vivísi-mo ataque en la obscuridad de lanoche, y en medio del laberinto delas calles del pueblo; quando sesabe que apenas entraron en acciónpor nuestra parte quinientos hom-bres con armas de fuego; que de-biendo hallarse servidos por qui-nientos treinta y seis Artilleros los67 cañones que se dispararon, nolo estuvieron sino por trescientosy veinte, de los quales solamentequarenta y tres eran Veteranos, yel resto Milicianos; que tomaronal enemigo un cañón de campaña,una bandera, dos tambores, por-ción de fusiles, chuzos, sables, pis-tolas, escalas de mano, municio-nes, etc.: que por nuestra partesólo tuvimos veinte y tres muertosy treinta y ocho heridos; mientrasla pérdida de los ingleses ascendióa veinte y dos Oficiales y quinien-tos sesenta y seis soldados muer-tos; o según otros cálculos más ve-rosímiles a más de ochocientos;quando se consideran pues estascircunstancias, no puede dexar dereputarse por maravillosa nuestradefensa, y por muy glorioso nues-tro triunfo».

De los trofeos logrados por lossantacruceros, la bandera perten-cía a la fragata «Emerald» —otratraían para izarla en el castillo deSan Cristóbal— pero, por su im-portancia, el más valioso de los ga-lardones, el que dio pergaminos delealtad y nobleza a Santa Cruz deTenerife, fue el honor de esculpiren su escudo de armas los títulosde Muy Noble, Leal e Invicta.

Y termina «la Relación Circuns-tanciada»: «La Plaza de SantaCruz, reconocida a la evidente pro-tección del Apóstol Santiago, Pa-trón de las Españas, pues en su díahabía quedado vencedora del ene-migo, le consagró el 30 del mis-mo mes una magnífica función, sa-cando en procesión por las callessu Imagen sobre los hombros de-quatro capitanes de diferentesCuerpos, y llevando otros seis Ofi-ciales la bandera tomada a los In-gleses, a que seguía un piquete delas tropas .de la guarnición y unpueblo numeroso».

En julio de 1797, tras los com-bates y sobre la buena tierra queacogía la semilla del pan, la terri-ble sementera de los cuerpos sinalma;, era la guerra que dejaba,como siempre, herencia terrible dedesesperación, un relámpago de ti-nieblas en un cielo de luz serena.

En julio de 1787, los santacruce-ros no se sometieron a la luz de losmachetes y sables enemigos y, desu buen y bien hacer, en el MuseoMilitar de Almeida quedan las re-liquias de su sencilla y gran gran-deza. Aquelas fechas dejaron ham-bre de recuerdo en el corazón de

"los hombres y, así, año tras año,a todos vuelve aquella visión degloria y grandeza.

Una vez más, Santa Cruz de Te-nerife sabrá conmemorar, comosiempre lo ha hecho y hará, el ani-versario del hecho de armas que levalió los títulos de Muy Noble,Leal e Invicta, aniversario que escomo un blasón heroico que armóde caballero y afirmó la nobleza ylealtad, de todo un pueblo, a todala Isla de Tenerife.

Juan A. PadrónAlbornoz

Santa Cruz no ha olvidado a los marinos franceses que lucharony murieron en su defensa

Falconeta que, con otras armas, fue capturado a los ingleses