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El 35 por ciento de los niñosmenores de cinco años padeceninsomnio, es decir, se resisten aacostarse y se despiertan variasveces cada noche. Ello puede tenergraves consecuencias. Los niños sevuelven irritables e inseguros y, amedio plazo, acaban teniendoproblemas para relacionarse con losdemás; en los padres, el inevitableagotamiento puede perjudicar suvida conyugal.

Este libro, rigurosamente científico,no sólo explica cómo enseñarles adormir bien desde el principio, sino

que revela cómo acabardefinitivamente con el problema delinsomnio infantil mediante unsencillo método que ha funcionadoen el 96 por ciento de los casos enlos que se ha aplicado.

Eduard Estivill & Sylvia deBéjar

Duérmete, niñoCómo solucionar el problema

del insomnio infantil

ePub r1.0eltioramix 24.09.14

Título original: Duérmete, niño. Cómosolucionar el problema del insomnioinfantilEduard Estivill & Sylvia de Béjar, 1995Ilustraciones: Purificación HernándezDiseño de cubierta: Lorman

Editor digital: eltioramixePub base r1.1

Prólogo

Para padres desesperados…

PREGUNTA: ¿Por qué hemos decreer que este libro nos va a arreglar lavida si hasta la fecha todos los consejosque nos han dado para que nuestro hijodurmiera no han servido de nada?

RESPUESTA: Porque este métodoha funcionado en el 96% de los casos enque se ha aplicado y, gracias a él, milesde pequeños ya duermen de un tirón… y

con ellos, sus padres.

… Y para padres de recién nacidos

PREGUNTA: ¿Por qué nos puedeinteresar este libro?

RESPUESTA: Porque todos lospadres sueñan con tener un bebé queduerma de un tirón y no dé problemas y,si le enseñáis desde un principio, lotendréis.

I

NUESTRO HIJO NO DUERME,NOSOTROS TAMPOCO

(sobre cómo nos afecta la falta desueño)

Cuando compramos unelectrodoméstico, pongamos por caso,un simple exprimidor de naranjas, unamable dependiente nos explica cómousarlo y, por si no bastara, nos entregaun manual de instrucciones parasolucionar cualquier duda que se nos

plantee. Aún hay más: eficiente como es,no se le ocurre entregarnos uno de lamarca Zumox, si lo que hemos compradoes uno de la casa Exprimex y, desdeluego, no nos da el que corresponde almodelo 1996, si lo que hemos adquiridoes una «megamaravilla» de lageneración 2010.

Pero cuando se trata de reciénnacidos, esas «cositas» tan frágiles yque tanto respeto nos suelen merecer,otro gallo nos canta: ni manual deinstrucciones ni historias, ¡y eso queexisten mucho antes que losexprimidores de naranjas! La crudarealidad es que cuando abandonamos la

clínica con nuestro pequeño de días enbrazos, nos vamos a casa sin másrecurso que nuestras buenas intencionesde hacerlo lo mejor posible. Y, no pocasveces, eso es menos que suficiente,sobre todo en lo que se refiere al sueñoinfantil. Veamos si no…

Los primeros días, todo suele irmanga por hombro, con ambos cónyugesagotados de no pegar ojo y de tantobailar al ritmo que marca el reciénllegado. Aun así, nadie se queja. Todosaceptamos con mayor o menor agrado,que uno de los cánones que se ha depagar por la feliz llegada de un hijo esel de dormir poco… al menos durante

unas semanas. «No pasa nada», nosdecimos sacando ánimo de donde hagafalta. «Dentro de un soplo, asuntoarreglado. Al fin y al cabo, los Pérezdicen que al tercer mes sus hijos yadormían de un tirón y esos sí quesaben», sentenciamos, aferrados a laidea de que sus siete vástagos son laprueba irrefutable de que todo seandará.

Pero ¡horror! ¿Qué pasa si no es así?Qué ocurre si a nuestra «nenita» le dapor dejar mal a los Pérez y pasa eltiempo, llega el anhelado segundotrimestre, y Martita sigue haciendo delas suyas: o sea, despertándose y

despertando a la familia, tres, cuatro,cinco y no se sabe cuántas veces másnoche tras noche.

El caso es que, en cuanto la oyengimotear, mamá y papá, juntos o porturnos, se levantan y, arrastrando suspies, como almas en pena, acuden a lacuna de la pequeña para confortarla. Laacarician, le dan agua, pecho o biberón,la toman en sus brazos, le hablan, lecantan, la mecen… y, al cabo de unosminutos, Martita vuelve a sucumbir alsueño. Pero el suspiro de alivio durapoco: pasa una hora, una hora y media,tal vez dos, y la escena vuelve arepetirse.

«¿Qué está pasando?», se preguntandesesperados los padres. «¿Qué hemoshecho mal?». «¿Estará enferma?». «¿Lamimamos demasiado?». «¿No se sientequerida?». «¿Será la angustia de laseparación (de madre e hijo, seentiende)?». Esto último suele decirlomamá —papá se limita a escucharlaalucinado—, que a estas alturas ya habráleído unos seis o siete libros del tipoCómo criar a un hijo perfecto en unmundo imperfecto, Triunfa como madreen treinta y siete lecciones yTendencias suicidas en padres de bebésllorones.

Pero, gracias al cielo, la siempre

dispuesta-para-lo-que-haga-falta vecinadel 4.º A vendrá en su ayuda: «A la del2.º B le pasó lo mismo. No ospreocupéis, dentro de nada dormirá deun tirón, seguro que tiene cólicos ohambre o cualquier cosa por el estilo».¡Lo que ha dicho! Los papás, por fin,ven la luz. ¡Aleluya!, Ya tenemosjustificación: «Es que la nena sufre decólicos. Seguro que, cuando se le pasen,dormirá como un lirón. Pobrecita mía, loque estarás sufriendo. ¡Ven a los brazosde mamá!», cuyas ojeras, por cierto, nose arreglan ni con cuatro capas decorrector y maquillaje, las de papátampoco, pero es que a él le importa

menos, o al menos, eso dice.Pero sigamos, porque aquí no acaba

la cosa. De pobre Martita, nada; siacaso, pobres padres ¡Serán ingenuos!Lo normal es que se acabe la excusa delos cólicos y les vengan con el cuento deque a la nena le están saliendo losdientes: «¿Cómo pretendéis que duermasi deben dolerle muchísimo?», lo que,por otra parte, aún está por demostrarse.A esa excusa le seguirá otra de las«números uno» de la lista de grandeséxitos: «Cuando empiece a andar,solucionado el problema. Ya verás,estará tan cansada de trotar todo el díaque caerá redonda». Pero no, ni por

ésas; la nena se hará sus vete-a-saber-cuántos kilómetros diarios, si hace faltaun maratón (nosotros detrás y agotados,claro), y a la hora de meterse en lacama, el drama de siempre: ella comonueva, sin ganas de irse a dormir, ynosotros… ¿para qué contar?

Y podríamos seguir, «excusándola»eternamente: cuando se acostumbre adormir sin chupete, cuando aprenda ahacerla sin pañal, cuando vaya a laguardería… y así «por los siglos de lossiglos». Bueno, es un decir, porque «note preocupes cariño, el día que se case,dormiremos tranquilos». «Eso, eso, ¡quela aguante su marido!». Pobre Martita,

apenas dos años y ya quieren darlepuerta.

Por si esta sucesión de «horrores»no bastara, suelen ir unidos a otrosfactores no menos desestabilizadores:los consejos, críticas y comentariosvarios de abuelos, hermanos, amigos,vecinos… ¿Por qué será que todos secreen con derecho a opinar mientras nosmiran como si fuéramos unos inútiles o,digámoslo claro de una vez, unos malospadres? Por ejemplo, ¿quién no ha oídoaquello de «Los padres de hoy ya noeducan como los de antes y, claro, miralo que pasa» y demás lindezas por elestilo? Y papá y mamá a callar, no vaya

a ser que la suegra —la vecina, latendera, el taxista o quien se tercie— senos rebote y acabemos estrangulándolede puro ataque de nervios. ¡Ojo!,abogados de prestigio nos haninformado que de poco nos valdríaalegar enajenación mental transitoria, osea que manos quietas. El caso es quelos pobres papás. —¿Por qué será quesiempre creemos que cualquiera sabemás que nosotros?— las aguantan detodos los colores mientras prueban loque sea en busca del tan esperadomilagro.

Les dicen: «Dadle hierbas» y ellos

se vuelven expertos en infusiones,brebajes y conjuros varios paragozo de la dueña de laherboristería y del sectoroscurantista de la familia.Les sermonean: «Lo que debéishacer es dejarla llorar hasta que seduerma» y ellos, ¡ea!, a quedarsesordos, para acabar cediendodespués de dos horas de histeria yuna denuncia del vecino.Les aconsejan: «Ponedle músicaclásica» y, prestos, corren acomprarse la última versión de Lascuatro estaciones de Vivaldi,cuando lo que les va es la salsa, la

rumba y el cha-cha-cha, faltaríamás, «que uno es padre, pero siguesiendo joven» (ni que tuviera quever).Les animan: «Sacadla a pasear encoche» y, venga, a dar vueltas conel pijama puesto y oyendo a los deal lado diciendo aquello de «¡Miraque salir con una criatura a estashoras! Hay personas a las que seles debería prohibir tener hijos…».Como para pasarle a Martita por laventanilla: «Pues mire por donde,se la regalamos.»

En conclusión, ¿resultados de tanto

experimento? Ninguno, claro está. Laniña sigue sin dormir de un tirón. Suspapás tampoco.

Esto, que contado así puederesultarnos hasta gracioso, no lo es: elmal dormir tiene consecuencias muynegativas tanto para Martita como parasus padres… ¡Y suerte que no hay máspequeños en la casa!

CONSECUENCIAS DEL MALSUEÑO DE LOS NIÑOS

En lactantes y niños pequeños

Llanto fácilIrritabilidad, mal humorFalta de atenciónDependencia de quien lo cuidaPosibles problemas decrecimiento

En niños en edad escolar

Fracaso escolarInseguridadTimidezMal carácter

En los padres

Inseguridad

Sentimientos de culpaMutuas acusaciones de mimarloFrustración ante la situaciónSensación de impotencia yfracasoCansancio

Sólo hace falta fijarse en cómoevoluciona un ser humano en susprimeros años de vida para darse cuentade los enormes cambios que realiza entan poco tiempo: un recién nacido tienepoco que ver con un bebé de 4 meses;éste tampoco se parece a un niño de 2

años, ni éste, a su vez, a uno de 4 o 5…Y si estos cambios son obvios desde elpunto de vista físico, no lo son menosdesde el punto de vista emocional eintelectual. En definitiva, de ser serestotalmente dependientes pasan a serpersonas con una vida propia y esevidente que para que todo esto seaposible, y lo sea en las mejorescondiciones, necesitarán invertir unmontón de energía; energía querecuperarán gracias a una buenaalimentación y a un mejor descanso.

Pero ¿qué ocurre si un crío noduerme bien? Donde más se dejan sentirlas secuelas es en su actitud vital.

Despertarse tantas veces por la nocheimpide que Martita descanse todo lo quenecesita. Esto provoca que esté másinquieta porque, a diferencia de losmayores, el cansancio en lugar deaplacarla, la excita. Es fácil entenderque en estas condiciones llore confrecuencia y sin motivo, se ponga de malhumor con suma facilidad, peque defalta de atención y, por culpa de todoello, dependa excesivamente de laspersonas que la tienen a su cuidado(mamá apenas puede respirar). A medioy largo plazo, esto puede convertirla enuna niña tímida e insegura, condificultades para relacionarse con los

demás e, incluso, provocar el tan temidofracaso escolar.

Aunque todavía no se sabe muchosobre los efectos de la falta de sueño enla salud infantil, es indudable que unniño «estresado» no tiene las mismasdefensas que otro que descansa bien, yuna de las consecuencias que sí se hanpodido comprobar es de las que hacentemblar a más de un padre: la hormonadel crecimiento (también denominadasomatotropa o GH) se segrega, sobretodo, durante las primeras horas despuésde iniciado el sueño. ¿Qué significaesto? Que como el sueño de Martita estádistorsionado, la secreción puede verse

alterada y, en consecuencia, perjudicarsu crecimiento. Los niños que duermenmal suelen pagarlo en centímetros ykilogramos de menos.

Y, ¿qué pasa con los padres deMartita? Como: podréis imaginar, lospadres de la criatura, o lo que queda deellos, viven bajo una tensióninsoportable. No han dormido ni unasola noche de un tirón en dos años (hayquien menos, pero hay quien más). ¡Sedice rápido! ¡Dos años! ¡104 semanas!¡730 días! Y alguien pretende que tenganpaciencia… ¿se puede saber qué es eso?Hay momentos en que se culpan el unoal otro «Esto pasa porque la malcrías»,

otros en que odian a la pequeña «¡Sillego a saberlo no tengo hijos! ¡No laaguanto más!», para automáticamentesentirse culpables: «¿Cómo puedo sercapaz de pensar eso, si la desgraciada lodebe estar pasando tan mal comonosotros?». Un verdadero infierno. Enpalabras de los afectados: «Hay quevivirlo para saberlo[1]».

¿Alguien da más? Desgraciadamentesí. Basta con escuchar a algunos papáspara darse cuenta.

«Es un drama, ¡qué digo! Undramón», asegura Ana, que tiene unbebé de 9 meses que nunca ha

dormido más de 2 horas seguidas.«Somos como zombis, no rendimosni como padres, ni como pareja, niprofesionalmente. Vivimos a untercio de nuestro potencial, porquenuestro agotamiento nos dejainservibles para casi cualquiercosa. Para colmo, estamos tanirritables que nuestra relación depareja va de mal en peor y, desdeluego, no tratas igual a una hijacuando te sientes relajada ycontenta, que cuando estás hechapolvo y con la moral por lossuelos.».Juan, su marido, se expresa en el

mismo sentido: «Yo antes me reíacuando alguien explicaba aquellode que hay parejas que se peleanpor culpa del tapón del tubo depasta dentífrica. Ahora no me haceni pizca de gracia; hasta esaestupidez provocaría unenfrentamiento entre nosotros. Lopeor es que vivo obsesionado. Porla mañana respiro aliviado, y es undecir, cuando pienso que aúnquedan muchas horas antes de quellegue el momento de meter a lacría en la cama. A medida quetranscurre el día y se va acercandola hora me voy tensando. Es más,

busco excusas para no tener quevolver a casa… Supongo que a mimujer le pasa lo mismo. ¡Así nohay quien viva!».Pepe, más optimista, porque su hijode 18 meses no padece insomniodesde hace uno, comenta:«Nosotros lo llevábamos bastantebien». «Nos turnábamos y, comoambos tenemos mucha paciencia,evitábamos estallar por cualquiercosa. Si he de ser sincero, para mílo que peor fue renunciar a teneruna vida sexual normal. ¿Alguiense puede imaginar lo que espasarse todo este tiempo sin poder

hacer el amor sin interrupciones?Diecisiete meses, casi nada. Nuncapudimos hacerlo sin oír un llanto ouna vocecilla llamando a mamá.Teníamos que parar y, bueno, mi enmujer solía decirme: “No temuevas, no hagas nada, mantentecomo estás, que ahora vuelvo”. Y,¡hala!, a esperar cinco minutos y aseguir, como si el “intermediopublicitario” fuera lo más naturaldel mundo».Rosa, cuya hija de 3 años acaba de«curarse», explica: «Es como si,durante todo este tiempo, mimarido y yo hubiéramos puesto el

botón de “pausa” a nuestrarelación. Si he de ser sincera, niexistía. Toda nuestra vida giraba entorno a la niña y la poca energíaque nos quedaba la utilizábamospara afrontar nuestra vidacotidiana. Cuando algún familiarnos echaba una mano, nos íbamos aun hotel, pero a dormir, porque,seamos sinceros, no nos quedabanfueras para otra cosa. Con decirque me quedé dormida en unexamen de mi máster. ¡Menudobochorno!».El marido de Rosa confirma suspalabras: «Es cierto. Ha sido

durísimo. Al principio, aguantascomo puedes, pero al cabo de pocotiempo, estás exhausto. Para colmo,como vas probando todo lo que sete ocurre, te aconsejan, lees, oyes,y la niña sigue sin dormir, te sientesinseguro, impotente, culpable… ¡Yno te pierdas la cara con que temiran los que tienen hijos queduermen! Te tratan como siestuvieras desvariando o fueras unauténtico desastre. En mi caso, lapalabra clave es fracasado: mesentía un fracaso como padre, ¡conlas ganas que tenía de tener familianumerosa! Rosa y yo hablábamos

de tener tres o cuatro críos, perocon este problemón se nos fueronlas ganas. Espero que ahora que yalo hemos solucionado volvamos aanimarnos.»

EL LÍMITE DE LOS CINCOAÑOS

Un niño que a los 5 años no hasuperado su problema de insomnio,tiene más posibilidades de padecertrastornos de sueño el resto de suvida que otro que (ya) duerma bien.La razón de que hablemos de los 5

años como una especie de fechalímite es porque a esta edad un niñosuele entender perfectamente lo quele dicen sus padres, y si éstos lepiden que no salga de su cuarto yque no dé la lata —amenazasincluidas—, lo probable es que lesobedezca, lo que no significa que yaduerma de un tirón. Si ha padecidoinsomnio, lo seguirá sufriendo, sóloque ahora pasará el mal trago solo.Lo normal es que entonces aparezcanproblemas de otro tipo: miedo a irsea la cama, pesadillas,sonambulismo… y, a partir de laadolescencia, insomnio de por vida.

No hace falta seguir, ¿verdad?Por suerte, no todas las parejas

tienen que pasar por este trance, pero,desde luego, el de Martita no es un casosingular. Ni mucho menos. Se calculaque el 35 por ciento de los niñosmenores de 5 años sufren problemas deinsomnio, es decir, tienen problemas a lahora de acostarse, momento que sueleconvertirse en un drama, y/o sedespiertan tres, cuatro, cinco y muchasveces más en una misma noche.

Los últimos estudios sobre el temaindican que esta cifra podría quedarsecorta, porque los padres tienen la

tendencia a considerar que es normalque un niño de más de 6 meses sedespierte varias veces por la nocherequiriendo su presencia en suhabitación (llanto, «Tengo sed»,«¡Mamááá!», etc). Pues bien, no lo es.Cumplido el primer medio año de vida,a lo sumo 7 meses, un pequeño ha de sercapaz de dormirse solo, en su propiocuarto y a oscuras, y hacerlo de un tirón(unas 11 o 12 horas seguidas).

Si vuestro hijo no lo hace ospreguntaréis por qué. ¿Qué es lo que haocurrido? ¿Qué le pasa? ¿En qué noshemos equivocado? Olvidaos de lo quehayáis leído u oído hasta ahora. La

causa no hay que buscarla ni en loscólicos, ni en el hambre, ni en la sed, nien el exceso de energía, ni en laadaptación a la guardería, ni… ¡Lostiros no van por ahí!

Lo que ocurre es mucho más simple:vuestro hijo aún no ha aprendido adormir. Suponemos que os estaréispreguntando: «Y eso, ¿qué quieredecir?». Lo descubriréis en breve, en elpróximo capítulo, y, si seguís al pie dela letra las «instrucciones», en menos deuna semana tendréis a un nuevodormilón en casa.

En primer lugar, será suficiente conque hagáis borrón y cuenta nueva y que

tengáis bien claro desde un principioque vuestro pequeño:

No padece una enfermedad.No tiene un problema psicológico.No es un mimado, aunque, a veces,os lo pretendan hacer creer.Y, sobre todo, lo que sucede no esculpa vuestra.

Sencillamente, aún no ha aprendidoel hábito de dormir.

Y esto es, precisamente, lo quepretendemos ayudaros a enseñarle eneste libro, que aspira a ser el manual deinstrucciones relacionado con el sueñoinfantil, que debieron daros al

entregaros a vuestro pequeño. Nuestroobjetivo es que logréis lo que finalmentelograron los padres de Martita: que laniña durmiera y, con ello, que todospudieran dormir. ¡Y vivir!, en paz. Comoexplican ellos mismos: «Después deestar dos años cayendo por un pozo sinfondo, hemos recuperado la ilusión, laalegría, las ganas de hacer cosas… ¡Escomo volver a nacer!».

II

NO LE DURMÁIS VOSOTROS, HADE LOGRARLO SOLO

(sobre cómo crear el hábito del sueño)

Pablo, 9 meses y medio. Su madreexplica:«Tenemos cuatro hijos. Los tresprimeros nunca han tenidoproblemas de insomnio, pero esteúltimo nos ha pasado factura portodos los anteriores. A Pablo jamásle ha gustado irse a dormir. Desde

que nació meterlo en la cuna hasido un calvario. Nada más“olerla” se le dispara la alarma yberrea como si estuviera en unmatadero. Una noche, en quellevábamos horas sin pegar ojo, senos ocurrió darle un paseo yfuncionó. Desde entonces, cada día,después del Telediario, mi maridoy yo cogemos al niño, lo sentamosen su cochecito y bajamos a lacalle. Bastan dos vueltas a lamanzana para que se quededormido. Entonces, volvemos acasa y, con todo el cuidado delmundo para que no se entere, lo

metemos en su cuna. Despuéscenamos y hacemos tiempo a laespera de que Pablo vuelva aespabilarse. Alrededor de lamedianoche, empieza a llorar y,con la mayor rapidez posible paraque no desvele a los demás críos,lo cogemos, lo volvemos a meteren su cochecito y otra vez a lacalle. Una vez dormido, loponemos en su cuna y nos metemosen cama. A eso de las tres de lamadrugada se vuelve a despertar ymi marido lo baja solo. Me gustaríaturnarme con él, pero a esas horasme da miedo. Alrededor de las

seis, Pablo llora de nuevo.Entonces, me toca a mí… Estamosagotados».

Ana, dos años. Habla su padre:«Mi hija duerme muy bien, peroahora mi mujer y yo queremos irnossolos de vacaciones unos días ytenemos un problema logístico.Verá, apenas tenía unos mesescuando nos dimos cuenta de que,para quedarse dormida, Ana teníaque ver la televisión. Lacolocábamos en el sofá del salón yella se quedaba “roque”. Cuando la

llevábamos a su cama, sedespertaba enseguida, por lo quedecidimos ponerle una tele en sucuarto y ¡de maravilla! La niñadormía sin problemas hasta eso delas dos o tres de la madrugada enque empezaba a llorar. ¡Natural! Aesa hora acaba la programación yel zumbido de la tele la despertaba.Se nos ocurrió otra idea: comprarleun vídeo de ocho horas. ¿Buena,eh? Antes de irnos a dormir, se loconectamos y arreglado elproblema: ¡La cría no da la latahasta el día siguiente! Como veráduerme de maravilla, pero, como le

dije, ahora tenemos un problema:mi suegra acepta cuidar de la niñamientras estemos fuera, pero seniega a utilizar el televisor y elvídeo. ¿Qué hacemos[2]?».

Todos sabemos que no es lo mismocomer que comer bien. También estamosde acuerdo en que comer bien es unhábito que se aprende. Pues lo mismo esválido para el sueño: evidentemente,todos los bebés duermen, pero no todossaben hacerlo bien. Hay pequeños quelo hacen de un tirón a partir del tercer ocuarto mes, mientras que para otros lahora de acostarse se convierte en una

tragedia y/o son incapaces de mantenerel sueño durante toda la noche,despertándose tres, cinco y muchasveces más para desespero de sus papás.

CARACTERÍSTICAS CLÍNICASDEL INSOMNIO INFANTIL

(Por hábitos incorrectos)

Dificultad para iniciar el sueñosolosMúltiples despertares

nocturnosSueño superficial (cualquierruido lo despierta)Duermen menos horas de lohabitual para su edad

SON NIÑOS TOTALMENTE NORMALESDESDE EL PUNTO DE VISTA PSÍQUICO

Y FÍSICO

¿Qué causa la diferencia entre unos yotros? Lo que han aprendido. Aunque ospueda parecer sorprendente, no nacemossabiendo dormir bien, sino queaprendemos a hacerlo. Lo que sucede esque este aprendizaje suele producirse de

una forma natural, sin que padres e hijosse den cuenta de ello De ahí que, salvoque nos topemos con un problema comoel de Pablo o Ana y nos lo explique unespecialista, no nos enteremos de queexiste algo denominado insomnioinfantil y que, en el 98 por ciento de loscasos, tiene su origen en un hábito maladquirido (el 2 por ciento restante espor causas psicológicas).

Teniendo en cuenta, pues, que dormirbien es algo que se aprende y que losniños aprenden de sus padres o de laspersonas que les cuidan, está en vuestramano lograr que vuestro hijo adquieraun buen hábito de sueño. La siguiente

pregunta es obvia: ¿Cómo? Enseñándolea conciliar el sueño solo. Es decir, porsus propios medios, sin vuestra ayuda nila de nadie.

Para entenderlo mejor, daremos unpequeño rodeo. ¡Los adultos tenemos unritmo biológico que se repite cada 24horas aproximadamente! Y que regulanuestro cuerpo, marcando nuestrospatrones de vigilia-sueño, los momentosen que tenemos hambre, la secreción dehormonas, nuestra temperatura corporal,etc. Para que nos sintamos bien, esnecesario que ese ciclo circadiano«cerca de un día» funcione a laperfección. En el momento en que nos

acostamos tarde o nos saltamos unacomida, por ejemplo, nuestro reloj sedesajusta y nuestro cuerpo y estado deanimo se resienten.

En el caso de los recién nacidosestos ciclos se repiten cada 3 o 4 horas,es decir, en ese período de tiempo elniño se-despierta-se-limpian-es-alimentado-se-duerme y así una vez yotra (el orden puede variar, ya que haypadres que prefieren cambiar al niñodespués de la comida). Esto sería lonormal; sin embargo, hay que advertirque algunos recién nacidos son tananárquicos algo que ni siquiera cumpleneste ritmo, sino que se despiertan y

duermen cuando quieren, sin seguirpatrón alguno.

Hacia el tercero o el cuarto mes devida, los pequeños suelen empezar acambiar su ritmo biológico. Es decir,progresivamente van abandonando suciclo de 3 o 4 horas de duración paraadaptarse al de los adultos, o sea, al

ritmo biológico de 24 horas. Es decir,poco a poco, el lactante va presentandoperíodos de sueño nocturno más largos.Si primero dormía 2 horas, con eltiempo va aumentando la duración de supausa nocturna a 3, 4, 6, 8, 10 y hasta 12horas seguidas. Atención, no hay reglasfijas, a unos les cuesta más que a otros.

Este cambio no se produce porquesí, sino porque en el cerebro humanoexiste un grupo de células (reciben elnombre de núcleo supraquiasmático delhipotálamo) que funcionan como un relojque ayuda a poner en hora las distintasnecesidades del niño (dormir, estardespierto, comer, etc.) de forma que se

adapten al ritmo biológico de 24 horas(ritmo solar).

Para que este reloj entre enfuncionamiento y lo haga correctamentenecesita unos estímulos externos:

Luz-oscuridadRuido-silencioHorario de comidasHábitos del sueño

Primero nos centraremos en aquelloscuya comprensión es más fácil: ladistinción entre luz-oscuridad y entreruido-silencio. Cuando metemos anuestro pequeño en la cuna por la noche,lo lógico es que la habitación esté aoscuras y no se oiga tanto ruido como dedía. Por el contrario, lo normal es quedurante la jornada lo dejemos dormircon algo de luz (solar) y no hagamosnada por evitar los ruidos que se

generan en casa o provienen de la calle.Todo ello le ayuda a reconocer lasdiferencias y distinguir, desde las pocassemanas, entre vigilia y sueño,distinción que es fundamental para quesu reloj haga el cambio a un ritmobiológico de 24 horas con un períodolargo de sueño nocturno.

¿Qué otros elementos externospodemos asociar al sueño nocturnoademás de la oscuridad y el silencio?Los horarios de las comidas. Desde quenace, el niño asocia comida y sueño:después de alimentarse toca dormir. Amedida que transcurren las semanas,pasa de alimentarse seis veces al día a

hacerlo cinco o cuatro veces (tambiéndisminuyen sus períodos de sueñodiurno), siendo la toma nocturna la demás peso para que pueda dormir máshoras seguidas.

Pero con esto no es suficiente. Paraque el reloj funcione correctamente aúnfalta algo, algo sin lo cual ni ninguno delos restantes estímulos sería suficientepara lograr que un bebé se adapte alciclo de 24 horas: el hábito del sueño,es decir, que el pequeño aprenda aconciliar el sueño por sí solo, sin laayuda de nadie.

Retomemos el ejemplo de la comida.A una edad determinada, colocamos al

bebé en una sillita, le ponemos unbabero, un bol con papilla y unacuchara. Es decir, utilizamos una seriede elementos externos (sillita, mesa,babero, bol, cuchara) que asociamos alacto de comer. Es más, desde esemomento siempre lo hacemos igual, seala hora de comer o la de cenar, seaalimentado en casa o en la guardería, ledé la comida mamá, papá, la canguro oel abuelo. Siempre lo hacemos igual, díatras día, semana tras semana, mes trasmes…

¿Y qué percibe nuestro hijo? ¿Quésucede en su cerebro? Bien sencillo: Vaasociando una serie de elementos

externos con un acto muy concreto: el decomer. Por eso, al cabo de un tiempo derepetir cada día el mismo ritual,notamos que cuando sentamos a nuestropequeño en la sillita y le ponemos elbabero, ya empieza a moverse excitadoa pesar de no ver la papilla: que vamosa alimentarlo de un momento a otro, esdecir, asociado esos elementos externos(los «objetos») con la hora de comer. Endefinitiva, ha captado el mensaje:«Cuando me ponen en la sillita, con elbabero y la cuchara significa que voy acomer».

Pero ahí no acaba el proceso.Cuando le enseñamos el hábito de

comer, el niño capta algo más, letransmitimos algo más: nuestra actitud.

Hay que tener en cuenta que en losprimeros meses de vida, los sereshumanos somos totalmente instintivos yestamos íntimamente unidos a nuestrasmadres (o cuidadores). Dependemos deellas para sobrevivir, tanto física comoemocional mente. Los terapeutas suelendecir que «Hemos sido nosotros antesde ser yo», y una de las consecuenciasde esta «simbiosis» es que los bebéssienten lo que sienten sus madres (ocuidadores), es decir, aprenden a sentiremociones a través de lo que lescomunican los adultos: no mediante las

palabras, que ni siquiera entienden, sinoa través de su actitud, su cariño, suscuidados…

Esto puede comprobarse fácilmente.Si cogemos a un bebé de seis meses, losentamos en nuestro regazo y con toda ladulzura del mundo le decimos: «Gordo,feúcho, no te quiero nada», lo másprobable es que sonría encantado,porque lo que le estamos transmitiendoes cariño. Él no comprende lo quesignifican las palabras que haescuchado, pero sí entiende lo que letransmitimos a través del tono de nuestravoz. Si, por el contrario, cogemos anuestro pequeñín y le decimos con tono

despectivo «Guapo, precioso, te quieromucho», lo lógico es que rompa a llorar,porque, en este caso, lo que capta esnuestra agresividad.

¿Qué actitud transmitimos al niñocuando le enseñamos el acto de comer?Papá y mamá están muy seguros de quelo están haciendo bien. Papá tiene muyclaro que la papilla se come concuchara, y mamá que la leche se bebe deun vaso o de un biberón. Ambos estánconvencidos de que las cosas se hacenasí y ni por un instante se les ocurredudarlo. Pues bien, esa seguridad quetienen es la que percibe su hijo y es laque hace que su pequeño también se

sienta seguro en su hábito de comer.Dicho de otro modo, como Juanito notaque sus padres están seguros, él tambiénse siente seguro y tanto aprende consuma facilidad.

Imaginemos la situación contraria,¿qué pasaría si dudáramos? Supongamosque el primer día colocamos a Juanitoen la sillita; el segundo, lo sentamos enel orinal; el tercero, probamos labañera, y el siguiente, en lugar de unbol, le damos la comida en una olla apresión y en lugar de un vaso usamos unflorero… (Os parece ridículo, ¿no? Puesno olvidéis el ejemplo, porque en breveveréis lo que sucede cuando hablamos

de dormir).Está claro que al cabo de unos días

de tantos cambios, el pobre Juanito nosmirará con cara de espanto y pensaráalgo así como: «A ver qué se les ocurrehoy a los locos de mis papás». Normal.Si cada vez que le damos de comer, lecambiamos los elementos que vanunidos al acto, provocaremos que sesienta inseguro: ¡no sabe a qué atenerse!Y no sólo porque se producen tantoscambios, sino porque, como nosotrosdudamos, le transmitimos nuestrainseguridad. No olvidéis que elloscaptan lo que los adultos les transmiteny a esta edad, además de amor, lo que

más necesitan es seguridad.Un último detalle importantísimo

que se ha de tener en cuenta antes deaplicar toda esta explicación a la teoríadel sueño: cuando escogemos elementosexternos para dárselos al niño con elobjetivo de construir un hábito, lo queno podemos hacer es retirárselosmientras esté aprendiéndolo. Dicho deotro modo, si decidimos utilizar unacuchara para enseñarle a comer, lo queno podemos permitir es que, en mitad dela comida, llegue papá y diga «fuera lacuchara, dáselo con palillos porque elverano que viene nos vamos a Japón».Bromas aparte, lo que ha de quedar

claro es que no debemos darle nada queluego hayamos de quitarle. Recordad, lohemos de hacer siempre igual.

Si estamos de acuerdo en que dormirbien, al igual que comer bien, es unhábito que se adquiere. ¿Qué haremospara enseñárselo a nuestro hijo?Apoyarnos, al igual que en la comida,

en:

Una actitud adecuada (por parte delos padres o cuidadores).Unos elementos externos.

Actitud de los padres

Unas líneas atrás, nos parecióridículo imaginarnos a Juanito comiendoun día en una sillita, otro en un orinal, alsiguiente en la bañera y por últimohaciéndolo de una olla a presión ybebiendo de un florero. Sin embargo,eso que nos pareció tan absurdo esexactamente lo que hacen muchos padres

cuando han de inculcarle el hábito delsueño a sus hijos y no lo logran a laprimera.

Veamos un ejemplo.

El pequeño Alberto, de 10 meses,protesta a la que le acuestan.Lógicamente, prefiere estar con suspapás a quedarse solo en su cuna.Mamá, cansada pero muy comprensiva,lo mece pacientemente en sus brazoshasta que se duerme. Cuando lo logra,lo deja en la cuna con el cuidado dequien maneja una bomba de relojería.No sirve de nada. Nada más rozar lassábanas, el granujilla empieza a

gimotear. Mamá, algo inquieta y nomenos molesta, lo toma nuevamente enbrazos hasta que vuelve a quedarseroque. Esta vez lo acuesta sinproblemas, «¡Por fin!», Y se va delcuarto dispuesta a sentarse un ratitocon su marido. No pasa una hora yAlberto está otra vez en danza.Entonces, papá, harto de tantas nochesen vela, prueba suerte con un biberón.«¡A ver si te callas de una vez!», leespeta sin poder reprimirse. Albertochupetea un poco y cae en brazos deMorfeo. Pero aún es pronto paracantar victoria, porque pasa otro ratitoy vuelve a comenzar la bronca. «¿Y si

lo paseáramos en el cochecito por lacasa?», se le ocurre a mamá. Coge alniño, «Por favor, mi vida, quenecesitamos descansar, y empieza atrazar surcos en la moqueta. Otra vezcae rendido y otra vez a la cuna. Pasaotra hora y Alberto vuelve adespertarse. “¡Aua!”, grita, y lospadres interpretan agua, que prestos sesirven a darle[3]. Pero el niño no secalma. A estas alturas, papá y mamáestán absolutamente agotados,desesperados, furiosos… Total, que selo llevan a su cama. Cuando se duerme,lo “facturan” a su cuna. Al cabo de unrato. ¡¡¡BUAAAAÁ!!!».

Ya sabemos que, en general, lospadres tienen muy claro cómo enseñarlea comer a su hijo y, desde el primer día,le enseñan el hábito siempre de lamisma manera. Sin embargo, no pasa lomismo cuando se trata del hábito delsueño. Cuando un niño duerme biendesde un principio, todo es miel sobrehojuelas, pero cuando no es así, lohabitual es que sus papás no tengan lamenor idea de cómo comportarse, dequé hacer, y en busca de algo quefuncione: si esto no sale bien, intentanaquello, si también falla, prueban lo demás allá… A la par que le van«experimentando» su inseguridad va en

aumento poco y dejándose notar. Acabandesquiciados: se sienten culpables,fracasados como padres, frustrados,enfadados…

Y, ¿qué pasa con Alberto? Pues muysencillo, que se siente tan inseguro omás que ellos: sus papás le cambian los«elementos externos» cada dos por tresy, para colmo, les nota nerviosos, si nohistéricos, tremendamente inseguros,puede que hasta malhumorados…Alberto, que todavía no domina ellenguaje y que por tanto, no entiende esode «Cariño, haz el favor de dormirte,que es muy tarde», advierte, sinembargo, porque es un radar sumamente

sensible, que sus padres están comoestán.

Y, como siente lo que sienten ellos,se siente sumamente inseguro, y nopodemos pretender que un niño aprendael hábito del sueño si no somos capacesde transmitirle la seguridad que necesitapara entender que quedarse en la cunitasolo y conciliar el sueño por sí mismoes lo más natural del mundo.

Elementos externos

Igual que hicimos con el acto decomer, hemos de asociar el acto dedormir con una serie de elementosexternos que no podremos cambiar ni

retirar en tanto el pequeño estéaprendiendo el hábito. Imaginemos, porejemplo, que dormimos a Juanitomeciéndolo en brazos ¿Qué elementoexterno asociará a su sueno? Ese vaivén,elemento que en el momento en quedejemos de mecerlo habremos«retirado». ¿Qué ocurrirá cuando sedespierte en medio de la noche?Reclamará aquello que asocia con susueño para poder volver a dormirse, esdecir, necesitará que lo acunen paraconciliar el sueño… y eso requiere unpapá o una mamá dispuesto a hacerlo.

Antes de seguir, es importante quetengáis en cuenta que cada noche todos

experimentamos una serie de pequeñosdespertares nocturnos que interrumpenel sueño. Tanto en los niños como en losadultos no superan los 30 segundos deduración (en los ancianos pueden llegara los 3 o 4 minutos). Durante este tiempoes cuando reconocemos si la situaciónambiental es la misma, nos tapamos sihace falta y, normalmente, cambiamos deposición. Estos despertares no sonrecordados al día siguiente a no ser quese hayan prolongado por algún motivo.

Si aplicamos esto al sueño infantil,nos encontramos con que, en una solanoche, un lactante (o un niño pequeño)puede despertarse entre 5 y 8 veces (sipadece insomnio infantil, se despertaráaún más). Cuando lo hace, espera que lasituación siga siendo la misma en que sehallaba cuando se quedó dormido, lamisma en que se sentía seguro. Es decir,

si asoció dormir con ir de paseo encochecito, espera seguir estándolo; si sedurmió mamando, buscará el pecho; sise quedó roque cogido de la mano depapá, la echará de menos… y como lonormal es que no os paséis la nochepaseándole, dándole de mamar osujetando su manita, cuando sedespierte, ¿qué esperáis que le ocurra?¡Se llevará un gran susto! Y lo que espeor, no sabrá conciliar el sueño si no«recupera» aquella situación, es decir,los «elementos externos» que asocia alsueño.

Por si aún no lo veis claro, osproponemos un sencillo ejercicio de

imaginación: suponed que, como cadanoche, os metéis en vuestra cama y osquedáis dormidos. Al cabo de un tiempoal experimentar uno de los típicosdespertares nocturnos os dais cuenta deque estáis en el sofá del salón. ¿No osasustaríais? ¿No os desvelaríais? ¿Noos preguntaríais espantados qué hapasado? Pues lo mismo le sucede avuestro hijo.

LO QUE NO DEBEMOS HACERPARA DORMIRLO

CantarleMecerlo en la cunaMecerlo en brazosDarle la manoPasearlo en cochecitoDarle una vuelta en cocheTocarlo o dejar que nos toqueel cabelloDarle palmaditas o acariciarloDarle un biberón oamamantarloPonerlo en nuestra camaDejarle trotar hasta que caigarendidoDarle agua

A estas alturas, ya os habréis dadocuenta de que todos los «elementosexternos» de los que hemos habladohasta ahora tienen algo en común: paraque se den necesitan la ayuda de alguien,es decir, implican la intervención de unadulto. Un niño no puede pasearse encochecito solo, ni se levanta aprepararse un biberón, ni se desdobla endos para acariciarse la espalda, porcitar algunos ejemplos[4].

Si el objetivo que perseguimos esque el niño duerma «de un tirón» y nonos despierte, ¿cuáles son los elementosque deberíamos asociar a su sueño? Estáclaro que ha de ser algo que no

tengamos que quitarle (retirar). Por lotanto, algo que no necesite de un adulto.Recordemos que el niño llora porque lasituación con que se encuentra cuando sedespierta en medio de la noche no es lamisma que existía cuando se durmió.Eso significa que hemos de propiciarunas condiciones que puedanpermanecer iguales durante toda lanoche.

De entrada, hay algo fundamental: sucuna. Nada de dormirlo en el sofá, envuestros brazos, en el cochecito, envuestra cama, porque luego se lostendréis que «arrebatar». ¿Qué más?Que cuando lo acostéis, no le deis algo

que requiera vuestra presencia ni osquedéis junto a él hasta que se duerma,porque esperará veros allí cada vez quetenga un despertar nocturno. Cumplidasestas dos condiciones, podéis darlecualquier cosa que queráis siempre ycuando no se la vayáis a quitar: suchupete si es que lo usa, su osito si esque lo tiene, su mantita… Es decir,elementos que, a diferencia demamá/papá, sí pueden seguir a su lado,permanecer junto a él, durante toda lanoche.

En definitiva, no debéis ayudar avuestro hijo a dormirse, es decir, nodebéis tomar parte activa para lograr

que concilie el sueño. Ha de aprender ahacerlo solo, y cuando tiene menos de 6meses[5] se le puede enseñar a hacerlode cualquier manera. Se conformará conque las cosas estén tal como estabancuando se durmió: su cuna, su mantita,su muñeco, su chupete… Cuando sedespierte, y ya sabéis que lo hará variasveces, notará que todo está comosiempre («mi osito está aquí, mi chupetetambién, todo sigue igual, quétranquilidad») y volverá a conciliar elsueño sin más problemas. Y vosotros,por supuesto, a dormir tan ricamente.

III

DESPACITO Y BUENA LETRA(cómo enseñarle a dormir bien desde el

principio)

Un recién nacido no duerme igualque un pequeño de 4 meses u otro de unaño y medio. El sueño infantilevoluciona con el tiempo. En estecapítulo os explicamos cómo vacambiando y qué podéis esperar y haceren cada momento. Si os preocupáis deeducarlo desde un principio, vuestro

hijo dormirá sin problemas.

RECIÉN NACIDO

Las primeras leccionesLo primero que hay que aprender

sobre el sueño de un recién nacido esque duerme la cantidad que necesita, nimás ni menos, y que lo hace «a sumanera», es decir, que no distingue entreel día y la noche y «cae» donde sea,cuando sea e independientemente de lascircunstancias que le rodean. Enrealidad su estado natural es el delsueño: en promedio, un recién nacidoduerme unas 16 horas diarias, aunque

algunos puedan llegar a las 20 y otros nosuperar las 14[6].

Ya sabemos que en estas primerassemanas, lo habitual es que su ritmobiológico se repita cada 3 o 4 horas,período de tiempo en que el pequeño sedespierta es limpiado-alimentado y sevuelve a dormir. Sin embargo, no ospreocupéis si vuestro hijo no se rige porpatrón alguno. El hecho de que el sueñode un recién nacido sea totalmenteanárquico no significa necesariamenteque vaya a padecer insomnio infantil,sobre todo teniendo en cuenta que vais aeducarlo en un buen hábito desde elprincipio.

En esta fase, sueño y comida vanestrechamente ligados, por lo que losbebés suelen despertarse por hambre.Sin embargo, es indispensable que nodemos por válida la creenciageneralizada de que los recién nacidossólo lloran porque tienen ganas de pechoo biberón. No necesariamente ha de serasí, y lo acostumbraríamos mal si cadavez que llorara lo «cebáramos». En sólouna semana, acabaría asociando llanto ycomida y no callaría hasta que lediéramos su «dosis», tuviera o notuviera hambre.

Por lo tanto, cuando vuestro hijollore no corráis a alimentarlo. Descartar,

antes, otros posibles motivos: que tengafrío o calor, un pañal sucio, que necesitecontacto humano y mimos… Y si veisque se calma, no le deis de comer. Paravuestra tranquilidad, sabed que estácientíficamente demostrado que un bebéque ingiere la cantidad que lecorresponde en cada toma puede estarde dos horas y media a tres sinalimentarse. De hecho, existe un métodomuy sencillo para comprobar que todova bien: controlar su curva de peso. Siaún no lo ha hecho, vuestro pediatra osexplicará cómo.

Este punto es de suma importanciaporque, como ya sabéis, el ritmo de las

comidas está muy ligado al ritmo delsueño. Ambos están controlados por elmismo grupo de células cerebrales, elnúcleo supraquiasmático delhipotálamo, y si no ayudamos a estereloj a ponerse en hora, si yaempezamos a marearlo, saldremosperdiendo.

Aunque todavía es demasiado prontopara imposiciones, es aconsejable quedesde un principio ayudéis a vuestrohijo a diferenciar entre el estado devigilia y el de sueño. Esto significa quelos pocos momentos en que no estédurmiendo no debéis dejarlo en la cuna,sino cogerlo y dedicarle vuestra

atención para que se despeje porcompleto. Hablarle, mimarlo, jugar conél… así empezará a distinguir entre loque es estar dormido y estar despierto,algo que a vosotros os puede parecertotalmente obvio, pero que es nuevopara un recién llegado al mundo. Y, porsi esto no bastara, existe otra buenarazón para hacerlo: asociará que cuna esigual a hora de dormir, lo quebeneficiará que, a la corta, adopte unbuen hábito de sueño.

Lo mismo vale para el día y lanoche: es conveniente ayudarle adiferenciarlos. Para ello existe una seriede trucos:

Luz diurna frente a oscuridadnocturna. Cuando duerma de día, nobajéis del todo las persianas de sudormitorio y, si disponéis de uncuco, no lo dejéis en su cuarto;llevároslo al salón o dondequieraque estéis en ese momento para quevaya captando que a su alrededorocurren cosas. No os preocupéis,no necesita estar a oscuras paradescansar, ya sabéis que por ahora«cae» donde sea y en lascircunstancias que sean. De noche,por el contrario, dejadle a oscuras.Ni siquiera utilicéis esos pequeñosenchufes de luz que gozan de tanta

fama entre algunos padresprimerizos. Vuestro hijo ha deaprender a dormir en la oscuridaddesde un principio pues, de locontrario, luego tendréisdificultades para hacer que sesienta cómodo y seguro sin luz.Ruido frente a silencio. No dejéisde pasar la aspiradora, manteneruna conversación animada oescuchar la radio porque el niñoesté durmiendo si son las once dela mañana. De noche, lo normal esque haya menos ruido, perotampoco os paséis. Por ejemplo, norenunciéis a ver la televisión,

bastará con que el volumen no estémuy alto. Si nuestro objetivo esayudar a poner su reloj en hora,¿cómo lo vamos a lograr si de díareina un silencio sepulcral máspropio del ambiente nocturno?Acabará confundido y, en el peorde los casos, sin poder dormirsalvo en el más absoluto de lossilencios.Estableced la hora del baño por lanoche, es decir, del que a la largaserá su sueño nocturno. Aunque esmuy pequeñito, cuanto antes seestablezca una rutina, mejor.Cuidad que de noche esté

especialmente cómodo. Dadletiempo para que eructe, cambiadleel pañal, aseguraos de que sucamita no esté fría cuando leacostéis y que la habitaciónpermanezca a una temperaturaadecuada (entre 20 y 23.º C). Sidurante el día se despierta porcualquiera de estos motivos, notiene mayor importancia; de noche,en cambio, iría en contra denuestras pretensiones de establecerunas pautas adecuadas de sueño.

Y llegamos así al quid de lacuestión: por pequeño que sea, es

imprescindible que vuestro hijo aprendaa dormir solo. ¿Qué significa esto en unrecién nacido? Que intentéis queconcilie el sueño por sus propiosmedios, no en vuestros brazos ni envuestra compañía. Al principio, esbastante común que se queden roquesmientras están tomándose el biberón omamando. En la medida de lo posible,evitarlo. ¿Cómo? Haciendo ruido,soplándole o dándole un toquecillo en lanariz, cosquilleando sus pies,cambiándole el pañal… Sin embargo, sino lo lográis, por favor, no os angustiéis,porque aún es muy pronto parapreocuparse.

¿DÓNDE DEBE DORMIR?

La llegada de un recién nacidoequivale a pocas horas de sueño ymucho cansancio. Lo habitual es queacabemos haciendo cualquier cosacon tal de que el pequeño duerma ynos deje descansar un poco. Sinembargo, una decisión mal tomadapuede provocar futuros problemas.Lo primero que hay que plantearse,incluso antes del parto, es dónde vaa dormir el pequeño.

En vuestra cama.

Las primeras semanas suelen seragotadoras, por lo que muchasmadres acaban metiendo el bebé ensu propia cama para facilitar lastomas nocturnas y atenderlo conrapidez. No es la mejor elección,aunque los padres que opten por ellano deben sentirse culpables. Tener albebé junto a vosotros puede estarbien mientras sea un recién nacido,pero al cabo de unas pocas semanaspuede convertirse en una costumbredifícil de erradicar: se habráconvertido en un elemento asociadoal sueño.

En vuestra habitación, pero ensu cuco.

Mejor que la opción anterior, esinstalar al bebé en la mismahabitación de los padres, aunque ensu propio cuco. En éste, en razón desus pequeñas dimensiones, el niñose siente casi tan seguro como en elinterior del claustro materno ypodremos atenderlo con la mismaceleridad que si estuviera en nuestrapropia cama. Sin embargo, no esbueno que prolonguéis su estancia envuestra habitación. Como mucho, altercer mes debería estar instalado en

su habitación.

En su propio dormitorio.

Si no queréis renunciar a vuestroespacio propio o cualquier ruiditoque haga (gorjeo, ronquido, etc.) ossobresalta impidiendo vuestrodescanso, nada os impide instalarloen su propia habitación, siempre ycuando podáis oírlo.

De la cuna a la cama.

El momento en que se debe pasaral niño de la cuna a la cama sueleindicarlo el propio tamaño del niño:

apenas cabe, se da golpes, sientefrustración por estar enrejado, trepapor encima de la barandilla con elconsiguiente peligro… El trasladose ha de hacer en una época en queel niño esté tranquilo, es decir, nodebe coincidir con el comienzo de laguardería, la llegada de unhermanito, un cambio de domicilio,etc. Suele dar buenos resultadosconvertir la «mudanza» en algoespecial: un regalo, una fiesta consus muñecos, una felicitación opalabras de aliento del tipo «¡Yaeres mayorcita!», o «¡qué suerte, quécama más bonita tienes!». Y, sobre

todo, es fundamental que tenga elhábito de dormir bien aprendido yrespetéis su rutina habitual.

YA TIENE TRES MESES

Empieza la cuenta atrás

Aunque algunos niños lo logranantes, lo normal es que sea a partir deltercero o el cuarto mes cuando un bebéempiece a hacer el cambio del ritmobiológico de 3 o 4 horas al de 24 horasy vaya alargando sus períodos de sueñonocturno. Si hasta ahora podíais

mostraros más laxos, desde estemomento deberéis tomaros más en seriola tarea de inculcarle un buen hábito delsueño.

Para lograrlo, recordad que sonnecesarios dos requisitos:

1. Que vuestra actitud denoteseguridad. Vuestro pequeño sientelo que sentís vosotros y, si percibeque estáis tranquilos, él lo estará yle costará menos entender que elhecho de quedarse en la cunita soloy conciliar el sueño por sí mismoes lo más natural del mundo.

2. Que propiciéis que vuestro hijo

asocie la hora de dormir a unaserie de elementos externos quepermanecerán con él durante todala noche: cuna, osito, chupete…

La mejor receta para superar estaprueba consiste en crear una rutinaprevia al momento de acostarse por lanoche, de forma que cada día suceda lomismo. No olvidéis que para un bebérepetición es igual a seguridad.

Lo primero que habréis de decidir esa qué hora queréis que se vaya a dormirvuestro hijo y ceñiros al mismo horariocada noche. Lo recomendable sería quelo hiciera entre las 20.00 y las 20.30 en

invierno y entre las 20.30 y las 21.00 enverano, porque está demostrado que ésaes la hora en que el sueño aparece conmayor facilidad. El retraso de mediahora en verano se debe al cambiohorario.

A partir de ahí, elegid los pasos quehabréis de seguir. Lo habitual esempezar por el baño, algo que ledivierte y lo relaja al mismo tiempo ysirve de línea divisoria entre el día y lanoche. Si no es muy amante del agua, nolo alarguéis demasiado y, una vezacabado el baño, dedicar un tiempo amostrarle algún juguete, cantarle ohablarle dulcemente, por ejemplo, para

que se calme. Lo mismo vale si elchapoteo le ha excitado.

Si el bebé ha de ser alimentado, noes aconsejable hacerlo en su habitación:debemos separar sus hábitos de comer ydormir, porque nuestro propósito es quedistinga claramente entre uno y otro, deforma que no haga asociacioneserróneas. Salvo que exista algunacircunstancia que pueda excitarle, nadaos impide alimentarle en la cocina o enel comedor con el resto de la familia, sios apetece.

Hecho esto, lo ideal es que paséis unrato agradable juntos fuera de lahabitación o, por lo menos, manteniendo

al bebé fuera de la cuna. Esto significa,por ejemplo, que lo mezáis mientras lehabláis o cantáis, siempre con elpropósito de apaciguarlo. Este ratitopuede hacerse más complejo a medidaque crezca, y lo que antes era una nanaconvertirse en la lectura de un cuento,por ejemplo. El objetivo es que el niñose sienta querido, no satisfecho y, sobretodo, que perciba —y, por lo tanto,sienta— la seguridad que tanto necesitapara relajarse y conciliar el sueño.

Tras ese agradable rato juntos —bastarán entre cinco y diez minutos—, lometéis en su cunita, con su osito, suchupete y los elementos externos que no

se moverán de su lado en toda la noche,y os despedís de él hasta el díasiguiente. Acostumbraos a usar una seriede palabras que al pequeño le vayanresultando familiares: «Buenas noches»,«Dulces sueños», «A dormir», etc.Hecho esto, salís de la habitaciónmientras vuestro pequeñito aún estédespierto.

Si la rutina es la correcta, elpequeño afrontará con alegría elmomento de irse a la cuna y encontraráfácil separarse de sus padres; lo másprobable es que sus patrones de sueñose vayan pareciendo cada vez más a losvuestros y que en poco tiempo se haya

ajustado al ciclo día-noche y duerma deun tirón. Si no es así, no os pongáisnerviosos, todavía no puede decirse quepadezca un trastorno, no antes del sextoo séptimo mes. Simplemente, habréis deseguir ayudándole. Comprobar si existealguna causa que le impida conciliar elsueño y/o lo despierte por las noches:

¿Está enfermo?¿Siente calor o frío?¿Está incómodo porque su pañalestá sucio?Tal vez la última toma no seasuficiente para saciar su hambre.En este caso deberéis modificar las

cantidades con ayuda del pediatra.Si ha sufrido cólicos, aunque ahorano los tenga, es posible que nologre dormirse por la falta decostumbre. Mecedlo en brazos unpoco y volved a acostarlo.

Un último consejo para esta etapa:aunque es cierto que en las primerassemanas un bebé sólo llora cuandonecesita algo y es lógico que acudáisprestos a atenderlo, enseguidadistinguiréis si es un llanto de protesta,de esos que se acaban rápidamente, ohay algo más. Por ello, desde el tercermes no os levantéis a cogerlo ante el

primer gemido. Dadle la oportunidad deque se vuelva a dormir solito, ¡puedeque os sorprenda!

DE SEIS MESES EN ADELANTE

La hora de la verdad

A partir de los 6 meses, un bebé hade dormir menos horas durante el día[7]

y tener un período más o menos largo desueño nocturno. De hecho, a los sietemeses, su ritmo de comida y de sueño hade estar bien establecido, lo quesignifica cuatro tomas al día y 11 o 12horas de sueño nocturno sininterrupciones.

Si estas condiciones no se cumplenen el caso de vuestro hijo, es decir, sitiene dificultades para conciliar el sueñosolo y se despierta más de dos veces porla noche, deberéis reeducar su hábitodel sueño[8].

¿QUÉ ES LO NORMAL EN UNNIÑO A LOS 6-7 MESES?

Ritmo de comida y sueño bienestablecido4 comidas durante el día y 11-12 horas de sueño nocturno

Debe acostarse sin llanto,contento y despedirse de lospadres con alegría

Que todo vaya bien no significa quepodáis bajar la guardia, ya que acechannuevos peligros capaces de acabar conel buen hábito de sueño de vuestropequeño. Entre el sexto y el noveno mes,a medida que madure, el bebé ya no sedormirá sin poder evitarlo, sino que serácapaz de mantenerse despierto, sea porla excitación, las ganas de estar con suspapás, para no perderse lo que acontecealrededor… De hecho, no será extraño

que no pueda dormirse de tan cansadoque está y lo normal es que no quierairse a la cama[9].

Por eso debéis ser más firmes quenunca en lo que se refiere a la rutinaprevia a la hora de dormir y a la normade que vuestro hijo concilie el sueño porsus propios medios.

Una advertencia con respecto a larutina: mucho cuidado con ir alargandoese ratito agradable que pasáis juntosjusto antes de acostarlo. Es de esperarque y vuestro hijo, que no tiene un pelode tonto, haga lo posible por eternizarlo.A medida que vaya creciendo y, sobretodo dominando el lenguaje, sus

habilidades para aplazar la despedidaserán mayores: «Tengo sed», «Unbesito», «Te quiero mucho», «Otrolibro, sólo uno más»… No es raro quelos 5 minutos acaben convirtiéndose enmedia hora o incluso más. No sería laprimera vez que un padre se pasa 2horas leyendo cuentos a su hijo. Un buentruco para evitarlo es hacer algo pocoexcitante: si ese ratito es un momento delo más animado, jamás querrá que seacabe; si, por el contrario, es agradable,pero sin permitir que el crío se exalte,será más fácil ponerle punto final. Comocomprenderéis, no le causará el mismoefecto que le contemos el cuento Los

tres cerditos cantando a voz en grito«¿quién teme al lobo feroz?», que se loleamos tranquilamente.

A partir del año todavía necesitarádormir bastante, pero lo haráprincipalmente por la noche. Por reglageneral, el niño que haya sido muydormilón, lo seguirá siendo, y viceversa,o sea que no os hagáis ilusiones si no loha sido hasta ahora. Al principio todavíanecesitará dos siestas, una matutina yotra por la tarde, pero hacia los 15meses los críos suelen atravesar un algodifícil, que no lo es menos para lospapás. En este momento, dos siestaspueden ser demasiadas, pero una es

insuficiente. Esto se traduce en que elpequeño no querrá irse a dormir por lamañana, pero, al no hacerlo, caerárendido justo antes de comer. Estoprovocará que coma tarde, vuelva anegarse a dormir la siesta y, por culpadel cansancio, se ponga caprichoso yquejoso hasta la noche, cenaproblemática incluida. Esto sueleresolverse de forma espontánea en 1 o 2meses: entonces, le bastará con una solasiesta después de comer.

Uno de los peligros de las siestas esque muchas veces se alargan demasiado,lo que es contraproducente, porquerompen el ritmo del sueño del crío: por

más que nos apetezca, no podemospretender que un niño que ha dormidomucho durante el día, también lo hagapor la noche. Por ello, en ocasiones notendremos más remedio que despertar anuestro hijo. Tened en cuenta que cadavez que un niño se despierta de unasiesta, por mucho y bien que hayadescansado, le cuesta ponerse enmarcha. Hay que tener paciencia y darlede 15 a 30 minutos de cariño yconversación suave para que recuperetodas sus facultades antes de volver a suactividad normal. Ni se os ocurralavarle o cambiarle antes, salvo quequeráis arriesgaros a liar una buena.

Moraleja: si alguna vez tenéis que salir,calcular de antemano el tiempo quenecesitaréis para que recupere su buenhumor.

La siesta de después de comer suelesuprimirse a los 3 años o 3 años ymedio sobre todo por necesidadesescolares. Esto puede resultarperjudicial, ya que cuando los críos«cogen la cama», lo hacen con tantosueño que duermen mucho másprofundamente propiciando losepisodios de sonambulismo y terroresnocturnos[10]. Por ello, es recomendableque esta siesta se mantenga por lo menoshasta los 4 años, y si es posible más.

SIESTA

ENTRE EL AÑO Y EL AÑOY MEDIO: Suprimen la siestadespués del desayuno sobretodo si asisten a la guarderíaALREDEDOR DE LOS 3AÑOS Y 3 1/2: Suprimen lasiesta del mediodía sobre todopor necesidades escolares

LO MÁS RECOMENDABLE ES NOSUPRIMIR LA SIESTA DESPUÉS DECOMER HASTA LOS 4 AÑOS

¿Cuándo puede considerar que unniño ha adquirido un buen hábito desueño? Sintiéndolo mucho, no podemoshablar de fechas, porque por mucho queun niño tenga un buen hábito de sueño,no debéis fiaros: es importante que nodejéis de practicar el ritual previo a lahora de acostarse (¡tampoco es pedirdemasiado!), sobre todo si está teniendoproblemas (pesadillas, miedos propiosde la edad) o en circunstanciasespeciales (cambio de domicilio,llegada de un hermanito, etc).

No queremos poner fin a estecapítulo sin pedir que hagáis una

pequeña reflexión. Muchas veces, lospadres pecamos de tener expectativaspoco realistas con respecto al sueño denuestros hijos. No es raro ver cómoparejas que suelen acostar a su pequeñoa las ocho de la tarde lo mantienen enpie hasta las once en vísperas de un díafestivo, esperando que así tarde más endespertarse al día siguiente, lo que, porcierto, no suelen conseguir. Tampoco eslógico que pretendamos que duermanlarguísimas siestas, para que nosotrospodamos «descansar un rato», y luego sevayan a dormir «a su hora». Tres cuartosde lo mismo para aquellos papás queesperan que sus hijos se metan en cama

a las ocho de la noche y no se levantenhasta la diez de la mañana. ¡Se estánpasando!

Aunque reconozcamos que no estaríamal que de vez en cuando pudiéramosapretar el botón de «pausa» y el críodurmiera mucho, muchísimo, para poderdarnos un respiro, eso es pedir unimposible. Lo realista es aceptar que elniño tiene unas horas y que leenseñemos a dormir con unas pautas quele permitan adquirir un buen hábito delsueño. Es lo mejor que podemos hacerpor ellos. Ya sabéis que un niño que alos 5 años no ha establecido unas buenaspautas de sueño, arrastrará el problema

de por vida.

EL PIJAMA IDEAL

En invierno, le habremos deabrigar lo suficiente para que notenga necesidad de ser tapado conuna manta. Cuando duermen, lospequeños dan vueltas sobre símismos y les molesta sentirseatrapados. Además, si se destapan yno están suficientemente abrigados,el frío puede despertarlos (y, desdeluego, perjudicar su salud). Paraevitarlo la mejor solución consiste

en controlar la temperatura de lahabitación y ponerle un pijama-manta: podrá moverse a sus anchas ysiempre estará abrigado. En verano,bastará con una camiseta y el pañal,sin taparlo con la sábana.

IV

VOLVER A EMPEZAR(sobre cómo reeducar el hábito del

sueño)

¿Qué es normal y qué no?¿Cuándo se ha de hablar de insomnio

infantil?Hay padres de criaturas de un año y

medio que consideran normal levantarsetres y cuatro veces por noche paraacudir al cuarto de su hijo, que llora ogrita pidiendo agua o «bibe». No lo es;

hace tiempo que debería dormir de untirón. Como tampoco es normal que uncrío de 8 meses tenga la costumbre deestar despierto hasta la medianoche ynunca parezca tener sueño o que otrogrite cuando, tras arroparlo y desearlelas buenas noches, su madre sale de lahabitación.

A partir de los 6-7 meses, todos losniños deberían ser capaces de:

Acostarse sin llorar y con alegría.Conciliar el sueño por sí mismos.Dormir entre 11 y 12 horas de untirón[11].Hacerlo en su cuna y sin luz.

Salvo que padezca algún trastornoorgánico capaz de distorsionar su sueño—cólicos, reflujo, intolerancia a laleche, infecciones de las víasrespiratorias altas, etcétera—, si unbebé de 6 o 7 meses no cumple loscuatro requisitos anteriores, puedepadecer un problema de insomnio.

¿Las causas? Hay dos:

Por hábitos erróneos (el 98 porciento de los casos).Por problemas psicológicos (el 2por ciento restante; nos ocuparemosde ello al final de este capítulo).

El insomnio por hábitos incorrectos

es, pues, el trastorno más frecuente y secaracteriza por:

Dificultad para que el niño seduerma solo.Frecuentes despertares nocturnos.Suelen hacerlo entre 3 a 15 veces yles es imposible volver a conciliarel sueño de forma espontánea y sinayuda[12].Sueño muy superficial. Alobservarlos se tiene la sensaciónde que están «vigilando»continuamente, cualquier pequeñoruido los despierta.Menos horas de sueño de lo que es

habitual a su edad.

Cuando esto sucede, los padresempiezan a utilizar las técnicas que lesparecen más lógicas para dormirlo comodarle agua, mecerlo, cantarle, cogerlo dela mano, mesarle el cabello, acariciarlela espalda… cualquier cosa con tal deque el niño concilie el sueño (comohemos visto, no es raro que se les acabedejando dormir delante del televisor oque se le pasee en coche si hace falta).Nada de esto suele bastar: aunque elniño caiga en brazos de Morfeo, al cabode poco tiempo se despierta otra vez —la paz dura como mucho tres horas— y

el drama vuelve a comenzar.No vamos a insistir más sobre este

punto, porque si habéis llegado hastaaquí debe ser por algo. Desde estemomento, lo que vamos a hacer es poneren práctica todo lo que hemos aprendidohasta ahora. Sin embargo, antes deempezar, debéis tener en cuenta que paraque esta técnica dé resultado sólopodéis hacer lo que os expliquemos, esdecir, cuando os asalte una duda, ceñíosa lo que hayáis leído, no hagáis nada queno se os haya explicado.

¿QUÉ CAUSA EL INSOMNIO

INFANTIL?

DEFICIENTE ADQUISICIÓN DELHÁBITO DEL SUEÑO

Ya sabéis que a dormir bien seaprende y que para adquirir un buenhábito del sueño hace falta que secumplan una serie de requisitos:

1. Los padres han de mostrarsetranquilos y seguros de lo quehacen y siempre hacer lo mismo.

2. El niño ha de asociar el sueño conuna serie de elementos externos quepermanezcan a su lado durante toda

la noche: cuna, osito, etc.

Y como eso es exactamente lo quenecesitamos para reeducar el hábito delsueño de vuestro hijo, vamos aolvidarnos del pasado: imaginaremosque vuestro pequeño ha nacido hoy y lovamos a tratar como a un recién nacido,independientemente de si tiene 6 meses,un año y medio o 5 años. En otraspalabras, volveremos a empezar… sóloque a partir de ahora, mamá y papánunca van a dudar de cómo dormir aJuanito. Aunque a veces hablemos dechupetes y de situaciones propias debebés, esta técnica vale para niños hasta

los 5 años, por lo que si es el caso devuestro hijo, debéis aplicarla igual,obviando los detalles propios de losmás pequeñines.

Dicho así parece fácil, peroseguramente vuestra seguridad esté bajomínimos, lo que no es de extrañardespués de tantas recetas fallidas. Noimporta. Desde este momento y durantetodo el proceso de «reeducación»habréis de actuar como si tuvierais lasideas muy claras, al menos en lo que serefiere al sueño infantil (y no dudéis deque vuestro «corazoncito» flaquearácuando oigáis llorar a vuestro hijo).Recordad que lo importante no es lo que

le decís a vuestro pequeño, sino laactitud que le transmitís. Si lo quepercibe es vuestra seguridad, que estáisconvencidos de que esto se hace así ysólo así, vuestro hijo aprenderá con másfacilidad[13].

Ahora hemos de elegir los elementosexternos que el bebé asociará con susueño, sin olvidar que han depermanecer a su lado durante toda lanoche. De entrada, necesitaremosalgunos nuevos, porque el pequeño yaconoce todo lo que hay en su habitación.Lo que haremos es crearlos. Para ello,mientras Juanito esté cenando, papá lehará un dibujo, dejando que el crío

participe de la alegría del procesocreativo: «Mira lo que hago. Voy a usarel color naranja. Vamos a pintarlo…».Como es natural, si el niño ya es capaz,puede participar de una forma másactiva. Bastará con un sencillo sol,aunque si el papá es un buen dibujantepuede complicarlo un poco más —unpajarito, un arbolito—, pero siempreteniendo en cuenta a quién va dirigido.

Mamá, por su parte, puedeconstruirle un móvil. Tampoco ha de seralgo del otro mundo; bastará con unsimple hilo del que cuelgue una bola depapel de plata arrugada. Si no es tanbebé como para aceptar semejante

ganga, ¿quién no sabe dibujar y recortarun avión, un barco o una muñeca? Nohace falta que sea una obra de arte, loimportante es que el crío tenga algonuevo en la habitación, algo que no hayatenido nunca.

En el capítulo anterior explicamos laimportancia de crear un ritual alrededorde la acción de acostarse.

Para reeducar a vuestro hijoseguiremos los mismos pasos: primeroun baño relajante, después la cena,seguida de 5 a 10 minutos haciendo algoagradable juntos (una nana, un juegorelajado, un cuento) y, finalmente, darlelas buenas noches y salir de la

habitación mientras el niño está aúndespierto.

Como creemos que la cuestión de larutina ya ha quedado clara (páginas 56-57), ahora sólo queremos haceros unaadvertencia sobre la hora de la cena:para reajustar el reloj de vuestro hijo y,por tanto, reeducar su hábito del sueñoes importante fijar unos horarios decomida. Por ello, vuestro hijo deberátomar su desayuno a las ocho de lamañana, la comida a las doce delmediodía, la merienda a las cuatro de latarde y la cena a las ocho de la noche.La elección de este horario, en el quehemos de ser bastante estrictos, tiene

que ver con que el cerebro de los niñosestá preparado para acostarse entre lasocho y las ocho y media de la noche, yaque el sueño aparece con mayorfacilidad a esa hora. En verano, cuandose produce el cambio horario, tendremosque acostarlo entre las ocho y media ylas nueve de la noche.

Imaginemos, pues, que son las 20.30horas y que Juanito, después del baño yla cena, está listo para irse a dormir.Papá y mamá entran en la habitación conel pequeño y comparten unos minutoscon él (si es posible, hacerlo en el salónu otro lugar que no sea su dormitorio).Tras este rato agradable, cualquiera deellos le explica a Juanito que el dibujoque han hecho durante la cena es unpóster y que lo van a colgar en la pared,al igual que el móvil. Es imprescindibleque el tono de vuestra voz denotetranquilidad. Si os mostráis seguros,vuestro hijo, aunque tarde unos días,también acabará por sentirse seguro[14].

Si aún duerme con chupete deberéiscomprarle varios, los que creáisnecesarios, y colocárselos donde seacueste. ¿Por qué? Pura lógica: cuandose despierte en medio de la noche ybusque su chupete debe encontrarloporque, si no, tendrá que llamaros paraque se lo deis vosotros y no nos interesaque eso ocurra.

Hecho esto, uno de los dos escogeun muñeco de los que ya tiene vuestrohijo y le pone un nombre, digamosPepito. Se lo presenta al crío y lecomunica que «a partir de hoy, tu amigoPepito siempre dormirá contigo». Esimportante que el muñeco lo elijamos

nosotros, es parte de nuestra estrategiapara demostrarle y demostrarnos nuestraseguridad: no podemos permitir que seael niño quien nos diga cómo se hacen lascosas, somos los papás quienes leenseñamos el hábito de dormir. Sivuestro hijo es mayorcito, no caigáis enla tentación de dejarle escoger a él.Tenga la edad que tenga, recordad quepara nosotros ha nacido hoy y vamos atratarle como a un recién nacido incapazde valerse por sí mismo.

Las demandas que el niño haceen el momento de acostarse

pueden originar distorsiones enlos hábitos del sueño.No es el niño el que le «dice» asus padres cómo o qué necesitapara dormir. Son los padres losque enseñan el hábito de dormira su hijo.

Como veréis, todos los elementosque hemos escogido no requieren unadulto. Recordad que nuestro objetivoes que nunca más ni papá, ni mamá, ni elbiberón, ni nada que tengamos quequitarle sea un elemento que el pequeñoasocie a su sueño. Todo lo que hemos

elegido (el dibujo, el móvil, el muñeco ylos chupetes) estará allí cuando sedespierte. Puede que de entrada le hagaascos al pobre Pepito, pero cuando sedespierte a las tres de la madrugada, su«fiel» amigo seguirá allí y, aunque nosea lo mismo que mamá o papá, que sehan ido, o el biberón, que hadesaparecido, estará a su lado y no loabandonará en ninguna circunstancia.

Ya podemos dar el siguiente paso.Son las 20.35 horas del «primer día dela vida de vuestro hijo». El póster estácolocado, el móvil y los chupetestambién, y Pepito y Juanito han sidoformalmente presentados. Si no lo

hemos hecho aún, hemos de acostar alpequeño. Existen dos posibilidades,según el lugar donde duerma:

Cuna: lo colocáis en ella y, si seresiste a tumbarse, basta condejarlo sentado. Si se levanta, nose lo impidáis. Tras dejarlo,separaos de la cuna a una distanciaque impida que el niño os puedacoger (sin exagerar, bastará con unmetro más o menos) y actuad comosi no ocurriera nada fuera de lohabitual. Para él lo será y mucho,por lo que no os extrañe queempiece a llorar. No olvidéis que

debéis mostraros muy convencidosde lo que hacéis.Cama: lo raro sería que seacostara como si no sucedieranada. Juanito no tiene un pelo detonto y sabe que le estáis dandogato por liebre. Lo normal será queal intentar meterlo en su cama, selevante nervioso y enseguidaempiece a llorar. No intentéisacostarlo otra vez. Cogedle de lamano, sentadlo en vuestro regazo siqueréis y, sobre todo, mantened lacalma.

Entonces, uno de vosotros se dirigeal pequeño y le dice algo así como:«Amor mío, papá y mamá te van aenseñar a dormir solito. A partir de hoydormirás aquí, en tu cuna con el póster,el móvil, Pepito» y todo aquello quehayáis escogido, es decir las cosas queestán alrededor y que permaneceránjunto a él durante toda la noche. El«discurso» ha de durar unos 30segundos, por lo que es posible quedebáis mencionarle hasta las cortinas yel corre pasillos (su triciclo, si esmayorcito). No importa. Entienda o nolo que oye, lo primordial es el tono… y

eso es un decir, porque lo más probablees que en ese momento esté llorando amoco tendido para lograr que las cosasvuelvan a ser como hasta ahora (comoese pasado que para nosotros ya noexiste). Ni caso. Seguid hablando comosi nada. Un truco para lograrlo consisteen estar atentos a lo que decimos, esdecir, concentrarnos en cada palabra quepronunciamos mientras le explicamoscómo van a ser sus nuevas noches.

Es ahora cuando papá y mamá hande mostrar su verdadera fortaleza. Nodeberán pensar en Juanito, que alza susbracitos con cara de morirse de pena o,si es más mayor, grita desesperado

porque quiere dormir en el sofá delsalón viendo la película de la noche.Está claro que el niño no renunciaráfácilmente a sus «privilegios». Lológico es que llore, grite, vomite,patalee, diga «sed», «hambre», «pupa»,«no te quiero»… lo que sea con tal deconseguir que os dobleguéis, pero ni osinmutéis. Recordad: el niño no ha dedecirnos cómo se hacen las cosas,somos nosotros los que hemos deenseñarle a él. Y si os cuesta mucho,pensad que lo estáis haciendo por susalud y la de toda la familia y que, siseguís al pie de la letra lasinstrucciones, en siete días, como

mucho, estaréis durmiendo todos de untirón.

Cuando hayan pasado los 30segundos, uno de los dos volverá acolocar a Juanito en la cuna o en lacama, como crea que estará máscómodo, pero sólo una vez. Leacercaréis los chupetes de forma quepueda alcanzarlos y le diréis: «Buenasnoches, amor mío, hasta mañana». Actoseguido, apagaréis la luz y saldréis de lahabitación, dejando la puerta cuatrodedos abierta. Si estáis oyendo música oviendo la televisión, podéis bajar unpoco el volumen, pero sin convertir lacasa en un cementerio, porque es Juanito

quien se ha de adaptar a vosotros y novosotros a él.

Insistimos, da igual la edad quetenga vuestro hijo, para vosotros es unrecién nacido. La técnica parareeducarlo es exactamente la mismapara niños de 6 meses a 5 años; lo únicoque cambia es que cuanto más mayor seael crío, más capacidad tendrá parautilizar dos «armas» muy peligrosas envuestra contra:

La palabra. A medida que el niñova creciendo y adquiriendovocabulario, las cosas secomplican, ya que es capaz de

manipular a sus padres mediante ellenguaje. No es extraño que lamayoría de los niños insomneshablen a edad temprana: pocospapás se resisten a «socorrer» a unhijo que grita «sed», «pupa» o«miedo», sin caer en la cuenta deque su pequeño es más listo que elhambre y que se ha dado cuenta deque si dice eso logra que le hagancaso (es el principio de acción-reacción del que hablaremos enbreve). Si hiciera falta aprendería adecir «Nabucodonosor». ¿Cómocombatir estos envites? Bien fácil:haciendo caso omiso de ellos.

Vuestro hijo es un recién nacido ypara vosotros no sabe hablar.La agilidad física. Le permitirá,por ejemplo, saltar de la cuna o dela cama y salir del dormitorio enbusca de papá y mamá. No podéispasaras la noche devolviéndolo asu lecho. ¿Solución? Una vallacolocada en la entrada de lahabitación. Así evitaréis tener quecerrar la puerta, lo queaterrorizaría al pequeño, perocumple la misma función, porque elniño no podrá salir de su cuarto.Da igual si se levanta, como si sequiere quedar dormido en el suelo.

Los niños no son tontos y es raroque eso suceda, pero si ocurrebastará con que, una vez dormido,lo metamos en su cama. Loimportante es que esté en su cuartoy cuando concilie el sueño lo hagaallí y por sí mismo.

Hasta aquí os hemos explicado lahistoria desde vuestro lado de labarrera. Pero ¿qué pasa con Juanito?

Los niños se comunican con losadultos mediante el principio de acción-reacción. El pequeño realiza una acciónporque espera conseguir una reacciónpor parte del adulto. Por ejemplo, si a

un bebé de seis o siete meses lo dejamosen la cuna, le decimos buenas noches ynos vamos, es posible que le dé por darpalmaditas y cantar «a-a-a». ¿Quéreacción obtendrá como respuesta a esaacción? No mucho. Lo probable es quesus papás comenten entre ellos «Miraqué mono» y no hagan nada más. Pero¿qué pasaría si gritara de una formaespantosa? Correrían a su cuarto paraatenderlo justo la reacción que busca elbebé. ¿Qué acción hará la próxima vezque quiera «hacer formar» a papá ymamá? Está claro que no cantará ni darápalmaditas, preferirá el «heavy metal».Si un bebé de medio año es capaz de

hacer esto, que no será capaz de hacer alaño o más, cuando además ya sepahablar y moverse con cierta o totalsoltura.

Después de todo lo dicho, no noscabe la menor duda de que Juanito es unser inteligente, muy inteligente, y no va adoblegarse a nuestra voluntad a laprimera de cambio. Si el niño ve que lodejan en su cuna/cama y no le dan eltratamiento de siempre, ¿qué hará pararecuperar sus privilegios? Ir probandoen busca de aquello que provoque lareacción que quiere de sus padres.

Volvamos al momento en que papá omamá le está soltando el discursito de

buenas noches. Es posible que, apenasempiece, Juanito coja a Pepito y lomande a freír espárragos y, acto seguido,la emprenda con los chupetes y salgantodos volando por los aires. Si se losrecogéis, él crío volverá a tirarlos, y silos recogéis otra vez, acabaránnuevamente en el suelo. ¿Quién gana?Está claro que Juanito, porque él harealizado una acción y vosotros habéispicado: ha logrado que reaccionarais,que es exactamente lo que buscaba.

¿Qué hay que hacer? Pongámonos ensituación: uno de vosotros está hablandocon el niño y éste tira las cosas paracaptar vuestra atención mientras llora

amargamente. El «portavoz» siguehablando como si no pasara nada, y, unavez terminado el discurso, las recogetodas, se las coloca en la cuna como elque no quiere la cosa, le da las buenasnoches, se gira y se va (si estáis los dos,os vais los dos). Lo más probable es queJuanito las vuelva a tirar, pero vosotrosya estaréis saliendo de la habitación yno volveréis a recogerlas. ¿Quién haganado?

Lo mismo vale si lo acostamos en lacama y él se levanta y volvemos aacostarlo. ¿Qué hará? Volver alevantarse. No querréis estar así toda lanoche, ¿verdad? Juanito seguramente sí,

porque eso significaría que estaríaisjunto a él. Por lo tanto, para no dejarosvencer, debéis colocar a Juanito comocreáis mejor y, después, que haga lo quele venga en gana; nosotros, ni caso.

¿Qué otros trucos utilizará? Apartede pedir agua, decir pupa… trucos delos que ya os hemos hablado, puede quevomite. No os asustéis, no le pasa nada:los niños saben provocarse el vómitocon suma facilidad. ¿Qué haréis?Sulfuraos por dentro, pero manteneosimpasibles por fuera; limpiad eldesaguisado, cambiadle las sábanas y supijama. Si hace falta y continuar con el«programa de actos» como si nada

hubiera sucedido.¿Qué más puede hacer Juanito?

Llorar. Y no sólo llorará, sino que lohará mirándonos con la cara más penosaque pueda poner. Es su arma másefectiva y lo sabe, al fin y al cabo, es elprimer lenguaje mediante el cual se hahecho entender. Él sabe que cuandollora, uno de los dos (papá o mamá) lesuele responder primero y es a ése aquien dirigirá su mirada (su llanto), a laespera de que pique. Está usando sulloriqueo como una forma de acción.Pero los papás, a estas alturas, ya sabendistinguir cuando llora por dolor o paraconseguir algo; por lo tanto, ya saben

que Juanito no está «tan grave», por loque deberán mostrarse tranquilos yseguir con su discurso. Una vezacabado, aunque llore, y ellos lloren pordentro, se van.

CÓMO REEDUCAR EL HÁBITODEL SUEÑO

1. Crear un rito alrededor de laacción de acostarse (cantar unacanción, explicar un cuento).

2. No se crea esta situación paraque el niño se duerma sino sólo

para que la asocie con unmomento agradable antes deiniciar el sueño solo.

3. Los papás deben salir de lahabitación antes de que el niñose duerma.

4. Si el niño llora, los padresdeben entrar con pequeñosintervalos de tiempo para darleconfianza, sin hacer nada paraque se duerma o calle, hastaque el niño concilie el sueñosolo.

Evidentemente, la «gran batalla» no

ha hecho sino comenzar. Lo lógico esque en cuanto abandonéis el cuartoJuanito eleve el volumen de su serenatay sus llantos se dejen oír claramente portoda la casa (puede que en elvecindario). Lo que no podemos haceres marcharnos y dejar a Juanito llorandohasta que caiga de puro agotamiento (loque, sin duda, os habrán recomendadoerróneamente alguna vez). ¿Por qué no?Porque estamos reeducándolo, nocastigándolo. Si nos vamos pensando«ya se cansará y caerá rendido», lo quele transmitimos al niño es que estásiendo castigado o abandonado. Sinembargo, tampoco podemos entrar en su

habitación a consolarle hasta que hayatranscurrido un tiempo prudencial.

¿Cuánto? De entrada, sólo 1 minuto,pasado el cual, uno de los dos acudirá asu llamada para que Juanito lo vea.

Nuestro objetivo no es que se calle,ni que se calme, ni que se duerma: sólolo hacemos para que note, para que sepaque no lo hemos abandonado. Por lotanto, quien entre en su habitación sequedará a una distancia prudencial de lacuna (para que no se le agarre) o lovolverá a meter en ella o en la cama, sies que ha salido, y le hablará otra vez,durante unos 10 segundos, paraexplicarle tranquilamente lo que ya se le

dijo antes: «Amor mío, mamá y papá tequieren mucho y te están enseñando adormir. Tú duermes aquí con Pepito, elpóster, los chupetes… Así que hastamañana». Tras estas palabras, si habíatirado las cosas, se las colocanuevamente en su cuna o en su cama y sevuelve a marchar. Da igual si Juanitoestá gritando, llorando o ha vuelto asalir de la cama/cuna.

Y otra vez a aguantar… y a sufrir.Esta vez esperaremos 3 minutos. Si

transcurrido este tiempo Juanito siguellorando, uno de los dos entraránuevamente en su dormitorio (podéisturnaros) y hará exactamente lo mismoque hizo la vez anterior. El siguientetiempo de espera es de 5 minutos, traslos cuales, se repetirá la misma escena.A partir de este momento, se esperan 5minutos entre visita y visita, aunque sivuestro sufrimiento impide esperar«tanto» podéis hacerlo cada 3 minutos.

Es fundamental que vayáis entrandoen la habitación del pequeño para queno se sienta abandonado. Ni se os ocurradejarlo esperar más de 5 minutos, que esel tiempo máximo que puede estar solo

durante el primer día de su«reeducación». Hacerlo sería unacrueldad: lo que más teme un pequeñoes que sus padres no lo quieran, loabandonen y éste es el mensaje quecaptaría si no cumplierais con vuestrasvisitas. Si, por el contrario, vais a verloy le habláis con cariño, sin gritar, nienfadaros y mostrando una grantranquilidad, Juanito acabaráentendiendo que papá y mamá no lo handejado solo, que lo quieren muchísimo,pero que por mucho que llore y monteuna escena no van a quedarse y que nopasa nada por estar solo a la hora dedormir. Todo ello lo tranquilizará, le

dará la seguridad que tanto necesita y,finalmente, logrará conciliar el sueño.Nos parece oír vuestra pregunta:«¿Cuánto tardará en dormirse?». Aalgunos niños les cuesta más que a otroscaptar el mensaje, pero lo habitual esque como máximo tarden 2 horas.

El caso es que Juanito se dormirá,pero como es un reloj que aún no hasido ajustado, al cabo de 1, 2 o 3 horasvolverá a despertarse. ¿Y qué hará?Llorar y/o gritar «sed», «hambre» o«miedo», por citar algunos ejemplos. ¿Yqué haremos nosotros? Volveremos aenseñarle a dormir repitiendo todo elproceso, respetando la tabla de tiempos.

Como es el primer día, la primera vezaguantaremos un minuto antes de entraren su cuarto y echarle el discursito:«Amor mío, mamá y papá entienden queestás muy enfadado, porque teenseñamos a dormir, pero tú duermesaquí con tu amigo Pepito, el póster…Buenas noches, hasta mañana». Y otravez fuera. La segunda vez se esperan 3minutos antes de entrar y, a partir de latercera, 5 minutos y así hasta que vuelvaa dormirse.

Hay que hacer estoindependientemente de la hora que sea,porque el niño no entiende de horarios.Pero mucho cuidado: cuando os

despierte a las tres, cuatro o cinco de lamadrugada, lo más probable es queestéis agotados y, por eso, será más fácilque caigáis en cualquiera de los trucosque utilice para doblegaros. Bastará conque una sola vez hagáis lo que el niño ospida —agua, una canción, darle la mano«un momento», brazos…— para queperdáis la partida: todo lo que hayáislogrado se habrá esfumado, habréisperdido el tiempo, porque se dará cuentade que allí tiene una rendija por la cualcolarse, y será como volver a empezar.Si, por el contrario, seguís a rajatablaesta técnica, os sorprenderán la rapidezy la efectividad de este método.

Cuando el problema es psicológico

Al principio de este capítulo osdijimos que sólo el 2 por ciento de lostrastornos de insomnio tienen causaspsicológicas. En estos casos, la técnicadescrita no necesariamente daráresultado ya que la causa no es un hábitomal adquirido, sino algún problema detipo emocional. En primer lugar, debéistener en cuenta que los acontecimientosque alteran a los padres también afectana los pequeños, porque si los padresestán ansiosos, los niños lo perciben ytambién lo están, con lo que sus mayoresno pueden transmitirles la suficiente

confianza y tranquilidad de ánimo paraque concilien el sueño.

Por otra parte, el crecimiento en síproduce acontecimientos nuevos quepueden afectar mucho al niño, esto setraducirá en una mayor ansiedad durantela noche. Situaciones como el trasladode la habitación de los padres a lapropia, el nacimiento de un hermano, elinicio de la guardería, la visión deescenas violentas por televisión…pueden angustiar a vuestro hijo yrepercutir sobre su sueño.

En estos casos, la solución pasa poraveriguar la causa que provoca laansiedad y solventarla. A veces hará

falta que el niño reciba tratamientopsicológico y si es así, lo normal es quelos padres también (separaciones, malostratos…).

Importante: En el capítulo VIII«Preguntas y respuestas» encontraréisexplicaciones a algunas de lascuestiones que probablemente ossurgirán sobre la aplicación de estemétodo.

V

¿Y QUÉ PASA CON LA SIESTA?(sobre cómo ha de ser su sueño diurno)

Las ojeras de Paula lo dicen todo.Hace poco que su hijo David empezó aandar y, salvo las horas en que duerme,el pequeño se pasa todo el día de acápara allá en busca de nuevos mundos.«Sólo de mirarle me canso», explicaresignada.

Probablemente, la mayoría de lospadres con hijos de corta edad estarán

de acuerdo con ella. Y no les falta razón,porque los pequeños suelen desarrollaruna actividad frenética; a su escala,¡pero frenética! Para ellos, el mundo esun gran campo de juego, mejor aún, uninmenso laboratorio dondeexperimentar. Todo les llama la atencióny quieren estar en todo, tocarlo todo,probarlo todo. Y, bromas aparte, hay quetomarse su ímpetu en serio, ya quegracias a esa curiosidad y a ese no pararse desarrollan física, intelectual yemocionalmente, ya un ritmo al que nolo volverán a hacer en la vida.

Para que esta evolución se realice enlas mejores condiciones posibles

necesitan una gran cantidad de energíaque básicamente obtienen mediante unaalimentación equilibrada y un buendescanso. De ahí la importancia de lasiesta. No basta con que duerman bienpor la noche, también necesitan de unalto en el camino durante el día parapoder recargar pilas. Este tiempo dedescanso diurno varía con la edad:desde la interminable siesta que es lavida del recién nacido a ese cortodescanso que se hace en la mayoría delas guarderías y que, por desgracia,acaba perdiéndose cuando los niñosempiezan a asistir a la escuela.

Dada su trascendencia, vamos a

dedicar este capítulo a la siesta. Primeronos ocuparemos de cómo ha de ser elsueño diurno de nuestros hijos enfunción de su edad. Después, de lo quehay que hacer si tienen problemas paradormir la siesta, ya que muchos padresque aseguran haber reeducado el sueñode sus hijos por la noche se quejan de lodifícil que les resulta solucionar elproblema de día. Por algún motivo,estos papás caen en la trampa de hacerdistinciones entre el sueño nocturno y eldiurno, cuando en realidad han deafrontarse de la misma forma. Esindispensable que entendáis que:enseñar a dormir debe hacerse igual

tanto si es de día como si es de noche.

LOS TRES PRIMEROS MESES

Aunque el sueño diurno ocupa granparte de la vida de los recién nacidos,aún no se puede hablar de la siestapropiamente dicha, porque ni siquieradistinguen entre el día y la noche y, enestos momentos, su estado natural es elde reposo, independientemente de lahora que sea.

Al principio tienen un ritmobiológico de unas 3-4 horas, período detiempo en el que son limpiados-alimentados-y-se-vuelven-a-dormir, ynecesitarán de unos meses para

adaptarse al nuestro, de 24 horas[15].Aunque no podéis hacer mucho paraacelerar este proceso, sí podéis ayudar aque se desarrolle en las condiciones másadecuadas. Como ya hemos hablado deello en el capítulo III («Despacito ybuena letra»), os invitamos a releerlo silo creéis necesario. Aquí sólo queremosinsistir en aquellos puntos queconsideramos de mayor importancia yque provocan más dudas entre lospapás:

Hay que mantener un horario decomidas

Desde el nacimiento, las tomas hande seguir un horario lo más estableposible. Para ello recomendamos que sefijen cada 3-4 horas, con una pauta que,si vuestro pediatra está de acuerdo,podría ser la siguiente: ocho de lamañana (8.00), mediodía (12.00), cuatrode la tarde (16.00), ocho de la noche(20.00), medianoche (24.00) y cuatro dela madrugada (4.00). Creemos que esimportante mantener este ritmo, con unmargen de desfase de quince minutos,para conseguir que el reloj biológico delpequeño se vaya organizando desde lasprimeras semanas. Esto implica que:

HORARIO RECOMENDADO DETOMAS

(desde el nacimiento hasta los 3-4meses)

8 mañana: desayuno12 mediodía: comida4 de la tarde: merienda8 de la noche: cena12 de la noche: primercomplemento nocturno4 de la madrugada: segundocomplemento nocturno

Lo despertéis si a la hora de sutoma está durmiendo. Si laretrasáis, favoreceréis que laanarquía se apodere de su relojinterno.Si vuestro pequeño se despiertaantes de hora y empieza a llorar, nolo alimentéis. ¡Ojo!, recordad quellanto no siempre equivale ahambre. A veces se debe a sunecesidad de compañía y cariño,entonces bastará con que le acunéiso le cantéis un poco, por ejemplo.En otras ocasiones, las causasserán menos emotivas, como quetenga frío o calor o haya manchado

su pañal y se sienta incómodo. Porlo tanto, si se despierta antes de lahora de su toma y llora, no corráisa ofrecerle el pecho[16] o elbiberón. Aprovechar paracambiarlo, mecerlo, hablar conél… Así, no se sentirá abandonado,sino que le transmitiréis vuestrocariño, le daréis seguridad, y,además, esperará sin quejas hastasu hora de comer.

Otra recomendación: las tomas delas ocho de la mañana, del mediodía yde las cuatro de la tarde haced las conluz natural y ruido ambiental y, en

cambio, las nocturnas, en un entorno másrelajado. Así empezará a distinguir entreel día y la noche, lo que seráfundamental para que se adapte a unciclo de 24 horas.

Ha de conciliar el sueño solo

Aunque aún es muy chiquitín, hayque intentar que no se duerma durante latoma. Si no, asociará sueño y comida ycada vez que deseéis que lo concilietendréis que alimentarle. Paramantenerlo despierto, habladle,acariciadle la oreja o jugad con suspies.

Si, por el contrario, después de

haberse alimentado aún no tiene sueño,dedicadle vuestra atención. Mantenerleun rato bien despejado le ayudará adiferenciar el estado de vigilia y el desueño, paso indispensable paradistinguir el día (estar despierto) de lanoche (dormir).

Cuando le toque descansar,acostadle en su cuna y dejadle solo paraque concilie el sueño por sus propiosmedios. En ningún caso podéisconvertiros en algo que necesite paraquedarse dormido. Si tenéis dudas sobrelos elementos externos que podéisasociar con su sueño, os recomendamosreleer las páginas 41 a 45.

DE LOS CUATRO A LOS SEISMESES

A partir de los cuatro meses esprobable que vuestro bebé tienda aalargar la última toma y que a menudoos veáis obligados a despertarle paraalimentarle a medianoche. Coincidiendocon esto, el pediatra os anunciará que avuestro hijo ya le basta con cincoingestas diarias y os explicará qué tipode comida debéis darle y en quécantidad. Cuando esto suceda,recomendamos que las tomas se fijen alas ocho de la mañana, al mediodía, alas cuatro de la tarde, a las ocho de la

noche y a las dos de la madrugada.

HORARIO RECOMENDADO DETOMAS

(desde los 3-4 meses a los 6 meses)

8 mañana: desayuno12 mediodía: comida4 de la tarde: merienda8 de la noche: cena2 de la madrugada:complemento único nocturno

No olvidéis que durante el día hayque amamantarle o darle el biberón enun lugar donde haya luz, preferiblementecon música o sonidos ambientales, y quequien se encargue de hacerlo recuerdehablar con el pequeño o estimularle deforma que permanezca despierto.Repetimos: es imprescindible que elniño asocie la comida con estardespierto. Sin embargo, cuando lealimentéis a las dos de la madrugadahacedlo con poca luz y en silencio, parano despejarlo mucho, porque esta tomase eliminará muy pronto y no nosinteresa que el niño se acostumbre adespertarse a estas horas. Si lo

alimentamos con biberón, no estaría demás dejarlo preparado, para que bastecon calentarlo, a fin de que papá o mamátambién permanezcan el menor tiempoposible despiertos.

En cuanto a las siestas, aún seguirádurmiéndolas tras cada comida. Despuésde la toma de las ocho de la mañana (sudesayuno), es probable que descanseentre las nueve y las once. Si duermealgo más o menos, no os preocupéis. Dehecho, a algunos bebés les basta con unahora. Cuando se despierte, si queréis,podéis aprovechar para darle un paseo.

Después de la toma del mediodía (sucomida), la siesta debe ser consistente,

es decir, durar entre dos y tres horas.Repetimos: algunos niños necesitaránmás tiempo, otros menos, por lo tanto,no alarmaros innecesariamente sivuestro hijo no repite exactamente loque decimos.

Tras la merienda, a las cuatro de latarde, es posible que duerma algomenos. Algunos bebés sólo descansanuna hora, otros pueden llegar a tres.Cuando se despierte, podéis darle otropaseo y, después, el baño y la cena(ocho de la noche).

La duración de las siestas se iráacortando poco a poco, pero esimprescindible que mantengáis los

horarios de las tomas, siempre con unmargen de flexibilidad de quinceminutos.

Queremos detenernos un momento enla cuestión del paseo. Es un errorconvertirlo en un método para dormir alpequeño. A los niños no se les ha desacar a pasear para que se quedenroques, sino para que les dé el sol,despertar sus sentidos y que vayanaprendiendo cosas. De nada sirve que elpaseo dure una hora, si vuestro bebé sepasa todo el rato durmiendo en elcochecito. Para evitar que esto sucedaes preferible que escojáis un parquecercano, de forma que lleguéis

enseguida, y una vez allí saquéis al bebédel cochecito, bien tapado si hace frío, yle mantengáis despierto, habléis con él,le hagáis mirar a su alrededor para quereciba el máximo de estímulosambientales (y, por supuesto, afectivos).

Indispensable: No olvidéis que paraque aprenda un buen hábito de sueño,debéis dejarle solo en su cuna para queconcilie el sueño por sí mismo.

DE LOS 6 HASTA LOS 18 MESES

A partir de los 6 o los 7 meses, lamayoría de los bebés tienen un ritmobiológico de vigilia-sueño bienestructurado y sus tomas se han reducido

a cuatro, que recomendamos se realicena las ocho de la mañana (desayuno),mediodía (comida), cuatro de la tarde(merienda) y ocho de la noche (cena).

HORARIO RECOMENDADO DETOMAS

(a partir de los 6 meses)

8 mañana: desayuno12 mediodía: comida4 de la tarde: merienda8 de la noche: cena

Después del desayuno, dormirá suprimera siesta, cuya duración se iráacortando hasta desaparecerdefinitivamente a partir de los 15 meses.La de después de la comida seguirásiendo larga, hasta de tres horas.Insistimos: algunos niños dormirán más,otros menos.

La siesta de después de la merienda(cuatro de la tarde) es la primera que sepierde. Es posible que a partir de los 7-8 meses el niño ya no precise dormirla.Entonces dispondréis de más tiempopara estar con él, jugar y enseñarlecosas, y, sobre todo, comunicarlevuestro afecto.

DESDE EL AÑO Y MEDIO A LOSCINCO AÑOS

Lo habitual es que a los 18 meseslos pequeños sólo duerman una siesta aldía, la de después de comer (mediodía).Fácilmente, durará tres horas, aunque sies más corta o más larga no temáis. Dehecho, si el pequeño se muestra vital yel pediatra le ve bien, ¿a qué vienepreocuparse?

Esta siesta debería considerarse«sagrada», pero, desgraciadamente, sesuele suprimir por necesidadesescolares. Es un error y de los grandes,porque numerosas investigaciones han

demostrado que la necesidad dedescansar, entre la una y las cuatro de latarde, persiste durante toda la vida.

A cualquier padre le resultará fácilcomprobar que cuando se les suprime lasiesta, los niños llegan a casa agotadoso se muestran muy irritables, otro signoevidente de que están cansados.Asimismo, no es extraño que se duermanantes de cenar e incluso algunos senieguen a comer, lo que evidentementeno beneficia su desarrollo.

Otro problema que se ha estudiado ycomprobado es que a los niños que seles suprime la siesta demasiado prontotienen más probabilidades de sufrir

episodios de sonambulismo y/o terroresnocturnos, ya que al irse a dormir tancansados lo hacen más profundamente,lo que propicia su aparición (véasecapítulo VII, «Otros problemas»).

En definitiva, resulta paradójico queaplaudamos cuando los especialistasrecomiendan que, de poder, los adultosdescansen de diez a veinte minutosdespués de comer, y que no nosquejemos cuando los niños dejan dehacerlo por estar en clase. Por ello,defendemos que, hasta por lo menos loscinco años, se permita que los niñoshagan una siesta, como mínimo, de unahora después de comer, estén o no en el

colegio.

CÓMO REEDUCAR EL HÁBITODEL SUEÑO DURANTE LA SIESTA

No importa si estamos lidiando conun bebé o con un niño más mayor, aestas edades no dominan las cuestioneshorarias y si lo hacen (hay muchossabelotodos de tres años) hemos detener claro que quien sabe cómo sehacen las cosas somos nosotros. ¡Y siaún dudáis, memorizar, el capítulo II!

En realidad, la forma de enseñar anuestros hijos a dormir es siempre lamisma, se trate de sueño diurno o

nocturno. Como el ejemplo de la comidaes el más efectivo, vamos a retomarlo. Alos niños, tengan la edad que tengan ysea la hora que sea, les enseñamos acomer siempre de la misma manera. Noimporta si se trata del desayuno, lacomida, la merienda o la cena, cuandoles damos un yogur siempre utilizamosuna cuchara y la misma técnica. Yfunciona, porque al cabo de poco tiemposaben cómo hacerlo por sí mismos. Siesto resulta para la comida, otro tantosucede con el sueño. A nuestros hijoshemos de enseñarles a dormir de lamisma forma, independientemente delmomento del día en que lo hagamos. Por

lo tanto, la técnica para reeducar suhábito de sueño diurno ha de ser lamisma que usamos para reeducar suhábito de sueño nocturno.

Así pues, cuando sea su hora de lasiesta, llevaréis a vuestro pequeño a sucuna o cama, donde le dejaréis estandodespierto, con los elementos que lepodrán acompañar durante el sueño: sumuñeco, los chupetes si los usa, elpóster y el móvil. Entonces, al igual quehacéis por la noche, os dirigiréis a élcon mucha dulzura para decirle algo asícomo: «Mamá y papá te quieren mucho yte van a enseñar a dormir solito. A partirde hoy dormirás aquí, en tu cuna (cama),

con el póster, el móvil, Pepito (o elnombre que le hayamos puesto almuñeco) …». Recordad: Sólo podéisestar unos segundos (treinta comomucho) y después saldréis de lahabitación para que el pequeño concilieel sueño estando solo.

Como veréis, el método es el mismoque utilizáis por la noche, sólo que condos variantes:

1. Los tiempos de espera. Parareeducar su hábito del sueñodurante la siesta esperaréis menosminutos antes de entrar en lahabitación para consolarle si está

llorando (véase gráfico en páginasiguiente).

2. El tiempo que vais a dedicar aenseñarle a dormir. Esto es de vitalimportancia: Si pasadas dos horasel niño aún no se ha dormido,deberéis sacarlo de la cuna yesperar hasta la próxima siesta.Cuidado, no dejéis que se duermadespués, cuando no le toca, porqueesto modificaría sus horarios.

Como a partir de los 6 meses, lassiestas de después del desayuno y de lamerienda suelen hacerse más cortas,sólo habréis de aplicar la tabla detiempos durante una hora. Si pasada esta

hora no se ha dormido, ya sabéis,levantadlo y esperad a la próximasiesta… ¡manteniéndolo despierto!

En cualquier caso, si el pequeñoconcilia el sueño y se despierta despuésde unos treinta minutos o más debéisvolverlo a intentar, pero como muchodurante una hora. Ahora bien, si creéisque ha dormido lo suficiente, porque loveis contento y de buen humor, no haráfalta que lo intentéis otra vez.

¿DÓNDE DEBE DORMIR LASIESTA?

Mientras le estéis enseñando elhábito de dormir, acostadlo siempre en

el mismo sitio, mejor si es su cuna o sucama, y con los mismos elementos(póster, móvil, muñeco, etc.). Como esde día, no hace falta que duerma en lamás absoluta oscuridad, salvo queprefiráis bajarle totalmente laspersianas. En cuanto al ruido ambiental,aplicad los mismos criterios que para elsueño nocturno: no es necesario queconvirtáis la casa en un cementerio.

Cuando ya duerma bien, seréis libresde cambiarle de lugar si es necesario;por ejemplo, acostarle en su cunaportátil si se queda en casa de losabuelos el fin de semana.

¿CÓMO SABEMOS SI HADORMIDO BASTANTE SIESTA?

La única forma de averiguar si elniño ha dormido lo suficiente esobservar cómo se encuentra después dela siesta. Si no da signos de inquietud,está contento, puede estar un ratito soloy es capaz de esperar hasta la siguientetoma con ese buen estado de ánimo esque ha dormido bastante. Si, en cambio,suele mostrarse inquieto, de mal humor,«tonto» y «quejica» es que necesita mássueño.

Cada niño es diferente. Mientras quealgunos con sólo tres años apenas hacen

la siesta, otros necesitan dormir unmínimo de dos horas hasta cumplir loscinco. En ambos casos, se trata de niñoscompletamente normales.

VI

CUESTIONES HORARIAS(sobre cómo ganarle la batalla al reloj)

A estas alturas, si ya habéis puestoen práctica lo aprendido, vuestro hijodebe ser un experto en sueño nocturno.Pero tal vez tengáis dudas sobre cuántotiempo ha de pasar durmiendo, queráiscambiar su hora de irse a la cama y/osuspiréis porque os despierte un pocomás tarde por las mañanas. Seguidleyendo.

¿Cuántas horas debe dormir?

Al igual que sucede con los adultos,unos niños necesitan más horas de sueñoy otros menos. Dicho esto, sirvan lassiguientes líneas a modo de orientación.

Los recién nacidos suelen dormir16-17 horas diarias repartidas enperíodos que pueden variar de 2 a 6horas. Lo habitual es que alrededor deltercer mes, y con un poco de ayuda,empiecen a adoptar el ciclo día-noche,lo que significa que durante el díaduerman 3 o 4 siestas y su sueñonocturno empiece a ser el más largo:entre 5 y 9 horas.

A los 6 meses duermen unas 14horas diarias en total. Las siestas se hanreducido a dos y su sueño nocturno seprolonga entre 10 y 12 horas. A estasalturas, si ha adquirido un buen hábitodel sueño, será capaz de dormir toda lanoche de un tirón.

Entre los 12 y 24 meses su sueñonocturno disminuirá algo (13 horas) ypoco después del primer cumpleaños, lasiesta se reducirá a una diaria,generalmente después de comer. A partirde entonces, sus necesidades de sueñoirán en descenso.

Para comprobar si duerme losuficiente podéis fijaros en el gráfico

inferior, pero ¡ojo!, tened en cuenta queestos valores son un promedio, es decir,si vuestro hijo duerme entre 2 horas másy 2 horas menos de las que os indicamosaquí no significa que tenga un problema.

EL DESCANSO DEL PEQUEÑOGUERRERO

1 semana: 16-17 horas3 meses: 15 horas6 meses: 14 horas12 meses: 13 3/4 horas18 meses: 13 1/2 horas2 años: 13 horas

3 años: 12 horas4 años: 11 1/2 horas5 años: 11 horas

Sin embargo, si aún duerme menos,observad su conducta para comprobar sipresenta síntomas de falta de sueño:¿está irritable?, ¿adormilado?,¿absorto?, ¿es incapaz de mantener laatención? Entonces deberéis controlarsus horarios y hábitos nocturnos paraver si podéis aumentar las horas queduerme.

Si, por el contrario, duerme más,comprobad que su crecimiento sea

normal y que cuando está despierto semuestre atento y activo. Si es así, no ospreocupéis; lo único que sucede es queos ha tocado en suerte un dormilón.

¿Podemos lograr que se adapte aun nuevo horario?

Puede que vuestro hijo haga elperíodo de sueño más largo durante eldía o que se duerma muy temprano y sedespierte de madrugada sin el menorinterés por volver a caer en brazos deMorfeo. No es el fin del mundo, podéisreorganizar su sueño de una forma muysencilla.

Para cambiarle el horario[17], podéisir retrasando su hora de dormir a razónde 30 minutos por semana, sin forzar alpequeño, de forma que se vayaadaptando poco a poco. Dependiendo dela magnitud del cambio, tardará más omenos tiempo en lograrlo, pero podéisacostumbrarlo a lo que creáis másconveniente, siempre que utilicéis elsentido común y no forcéis a vuestrohijo. Ante todo, no debéis quebrar suseguridad.

Una última advertencia al respecto:es posible que el pequeño duerma muypoco durante la noche porque sus siestassean muy largas. Para solucionarlo,

bastará con que limitéis sus horas desueño diurno.

¿Hay algún truco para que nosdeje dormir un poco más?

Un bebé no sabe qué hora es, ni leimporta. Cuando se despierta por lamañana es porque ya ha dormido losuficiente, y lo más normal es que, paranuestro desespero, lo haga muytemprano. Si os llama, grita o llora, denada sirve hacer ver que no os enteráis.En este caso, más vale acudir deinmediato, aunque no por ello debáissacarlo de su cuna. Si, por el contrario,sólo gorjea y no protesta, no os mováis.

Poco a poco, se acostumbrará a estar unrato sin la compañía de un adulto.

A menos que tenga hambre o algunaotra molestia, se quedará muy contentoen la cuna si tiene con qué entretenerse.Cuando son muy pequeñitos se puedendistraer mirando su móvil o concualquier otro juguete propio de suedad. Además, tened en cuenta que sipropiciáis que el bebé se sienta cómodo—cambiándole el pañal o dándole elbiberón—, es posible que ganéis unahora de sueño.

Cuando es algo mayor, y una vezdescartados posibles causantes deldespertar —ruidos de tráfico, luz, frío o

calor—, podéis probar a dejarle unasorpresa al pie de la cuna: un día, unoslibros; al siguiente, una caja de colorescon un cuadernillo; después, juguetesvarios… También podéis poner unbiberón o vaso de agua y un trozo de pano galletas al alcance de su mano.

A partir de los 3 años, cuando veáisque el niño ya es capaz de entenderos yde colaborar con vosotros, podéisutilizar un «truco» para lograr que osdeje dormir un poco más. Imaginemos,por ejemplo, que vuestro hijo sedespierta normalmente a las ocho de lamañana y queréis que os deje dormirhasta las diez[18]. ¿Qué haréis?

En primer lugar, deberéis comprarun reloj al que se le pueda quitar elcristal y ponerle una pegatina dondemarca las diez. Después,confeccionaréis un calendario. Como elniño todavía no es suficientementemaduro para distinguir qué día de lasemana es, colocaréis una tira de papelen la pared en la que previamentehabréis dibujado siete cuadratines, unopor cada día de la semana. Loscorrespondientes al sábado y al domingoserán de otro color para que el niñopueda diferenciarlos. Cada noche,marcaréis con vuestro hijo el día de lasemana en que estáis: el lunes, el primer

cuadratín; el martes, el segundo, y asísucesivamente, indicándole «Hoy eslunes», «Hoy es martes», etc. El viernespor la tarde, cuando vuelva del colegio,le haréis saber que al día siguiente serásábado y, por lo tanto, un día especialpara él. ¿Por qué? Porque será elencargado de despertar a los papás. ¡Nohay nada más efectivo que darle a uncrío el papel protagonista!

¿Y cómo sabrá él cuando os ha dedespertar? Para eso está el reloj:«Cuando la aguja gorda señale(esconda, toque, pise, apunte, tape…) lapegatina, vienes a despertarnos ynosotros te daremos una sorpresa

(haremos una fiesta, te daremos unregalo…)». ¿En qué consistirá? Pues encualquier cosa que se os ocurra. Podéis,por ejemplo, esconder globos debajo dela cama, jugar a peleas, tirarleserpentinas, un pequeño regalito… Nohace falta que sea muy especial, bastarácon que no se lo espere. Eso sí, lo queno podéis hacer bajo ningún concepto esdecirle algo así como «Espera un pocomás, ahora iremos» o «Acuéstate connosotros un rato». Él ha cumplido suparte del trato, vosotros debéis hacer lomismo.

¿Cómo vais a conseguir que aguanteesas 2 horas —¡casi nada!— que median

entre las ocho y las diez? Preparando elescenario. La tarde anterior, cuandosalga del cole, los dos o al menos unode vosotros, iréis con el pequeño acomprar el desayuno de la mañanasiguiente. Es importante que lo hagáisjuntos para que el niño sienta queparticipa. Elegís algo que le gustemucho: un batido de chocolate entetrabrik, un cruasán, magdalenas, lo quesea… Una vez en casa, lo colocaremosen una mesita al lado de su cama, paraque a la mañana siguiente lo tenga todo asu alcance.

Otra buena idea es comprarle unjuego «especial», uno que sólo se puede

sacar los sábados y domingos por lamañana. Es decir, le damos un elementonuevo que le ayude a pasar el rato yesperar todo ese tiempo.

¿Qué ocurrirá? El primer día selevantará a las ocho, se tomará eldesayuno y a las ocho y cinco ya estaráen vuestra habitación gritando:«¡Fiesta!». Es lógico, porque aún no haaprendido. ¿Qué haréis? Lo mismo quehacéis por la noche, ir a su cuarto,enseñarle el reloj, explicarle quetodavía no es la hora, que no pasa naday que «Tú te quedas aquí, jugando contus juguetes y cuando la aguja gordaseñale la pegatina nos despiertas y te

daremos una sorpresa»… y empezáisotra vez con lo de la tabla de tiempos,sólo que esta vez no lo haréis para quese duerma, sino para que juegue yaprenda a estar solito un rato.

Como el reloj no lleva cristal,podéis trucarlo. Por ejemplo, si sedespierta a las ocho y queréis que osllame a las diez, adelantárselo una hora,de forma que cuando se despiertemarque las nueve y sólo haya de esperarsesenta minutos para presentarse envuestro cuarto. Él no entiende dehorarios y sólo se fijará en la pegatina yen la aguja gorda. Una vez logrado elobjetivo, podéis ir adaptando el reloj

hasta que el niño sea capaz de esperarlas dos horas. ¡Buena suerte!

VII

OTROS PROBLEMAS(sobre cómo afrontar las pesadillas y

demás parasomnias)

Bajo el nombre de parasomnias seagrupan todos los fenómenos que seproducen durante el sueño,interrumpiéndolo o no, y que son unamezcolanza de estados de sueño yvigilia parcial: sonambulismo, terroresnocturnos, pesadillas, bruxismo,somniloquia y movimientos de

automecimiento[19]. Por regla general ydurante la infancia, las parasomnias noson graves, aunque hay que reconocerque pueden perturbar la vida familiar.La edad en la que tienen mayorincidencia es entre los 3 y los 6 años.

PARASOMNIAS

ALTERACIONES DEL SUEÑOY SU FRECUENCIA EN LOSNIÑOS

Sonambulismo (10-15%)Terrores nocturnos (8-13%)

Pesadillas (45%)Bruxismo (4%) (rechinar dedientes)Somniloquia (21%) (hablardurmiendo)Movimientos automáticos demecimiento (3%)

SONAMBULISMO

Un caso típico sería el de un niño de4 o 5 años, que se levanta de la cama,enciende la luz y, andando torpemente ycon los ojos abiertos, se dirige al lavabo

a hacer pipí, pero en lugar de hacerlo enla taza, lo hace en la bañera o en unzapato (que no os sorprenda, ¡no sería laprimera vez que ocurre!). Acto seguido,vuelve a su cuarto, apaga la luz, se meteen cama y sigue durmiendo. A la mañanasiguiente no se acuerda de nada.

Este fenómeno suele producirsedurante las 3 o 4 primeras horas desueño y se trata de la repeticiónautomática de conductas aprendidasdurante el día, pero estandoprofundamente dormido, lo que explicaque el sonámbulo actúe de una formatorpe e incongruente. La causa de estosepisodios se desconoce y no existe un

tratamiento para evitarlos. Suele ser másfrecuente en las familias conantecedentes de sonambulismo ynormalmente desaparece durante laadolescencia.

Dicho esto, es bueno que sepáis quese trata de una alteración benigna y,sobre todo, que no es tan peligrosa comosuele creerse. Un sonámbulo nunca setira por la ventana, en todo caso seconfunde y sale por la ventana creyendoque es una puerta. Por ello, si vuestrohijo lo es, deberéis adoptar medidas deseguridad para evitar cualquieraccidente fortuito.

¿Qué más hay que hacer? Salvo

intentar reconducirlo a la cama, nada.No debéis despertarlo. Aunque no esverdad que pueda morirse del susto,como se cree erróneamente, leaturdiríais: él está durmiendoprofundamente y no entendería quésucede. Lo mejor, pues, es hablarle muydespacio y utilizando frases sencillas:«Vamos a la cama», «Ven conmigo…».No le hagáis preguntas ni intentéisconversar con él. Una vez acostado,dejadlo tranquilo.

SONAMBULISMO

Ejemplo

Paciente de 4 años y 6 mesesDesde hace 5 meses, con unafrecuencia aproximada de 3-4veces al mes y después dehaber dormido 2-3 horas, salede la cama, va hacia el lavaboy orina en el sueloNormalmente no habla ni grita,tampoco suele encender la luz yno recuerda nada al díasiguienteNormalidad absoluta física ypsíquica

Su papá solía hacer cosasparecidasLos episodios desaparecieronprogresivamente de formaespontánea

PESADILLAS

Siempre se producen en la segundamitad de la noche[20], normalmente alamanecer, y son sueños que generanansiedad en el niño, que por culpa deellos se despierta angustiado, gritando yasegurando tener miedo. La ventaja de

las pesadillas es que el niño es capaz deexplicarlas: «Jorge me ha pegado», «Elperro me muerde», «El lobo me quierecomer». Esto permite que sus padrespuedan asegurarle, por ejemplo, queJorge o el lobo no están y que «éste es tucuarto y duermes con Pepito y tus cosas,Papá y mamá están cerca y no tienes porqué tener miedo», de forma que el niñose quede tranquilo.

Por regla general, los episodiosduran unas semanas y están relacionadoscon algún fenómeno externo que hacausado inquietud en el pequeño. Si elniño está traumatizado por algo enconcreto, se vuelven repetitivos. Por

ejemplo, si lo obligáis a comer y cadacomida se convierte en un drama, si sesiente acosado de alguna manera… laspesadillas reflejan esa angustia. Amedida que disminuye la ansiedaddiurna, los episodios también decrecenen intensidad y frecuencia.

Si vuestro hijo tiene pesadillas, nohace falta que consultéis con un médico;basta con que le ayudéis atranquilizarse: dándole seguridad,vuestro hijo se calmará y lo superará. Loque no es aconsejable es que llevéis alniño a vuestra cama, porqueestropearíais el buen hábito del sueño.

PESADILLAS

Ejemplo

Paciente de 5 añosBruscamente se despiertagritando y llama a su madre. Leexplica que la habitación estállena de «bichos» y que se loquieren comer. Se escondendebajo la cama y tienen unosdientes muy largosOcurre normalmente en lamadrugada con una frecuencia

de 5-6 veces por semana. Esmás evidente en períodoscoincidentes con el inicio de laescuela

TERRORES NOCTURNOS

Se producen en la primera mitad dela noche, es decir, asociados a un sueñomuy profundo, y se caracterizan porqueel niño se despierta bruscamente yempieza a gritar como si estuvierasufriendo de una forma sobrehumana.Cuando los padres acuden en su ayuda,

lo que ven es a un niño pálido, consudor frío, aterrorizado y que es incapazde contactar con la realidad. Por muchoque le digan, el niño no les reconoce ylos padres, si no saben qué son losterrores nocturnos, creen que pocomenos se va a morir. Sin embargo, nopasa nada: el niño no reacciona, no esconsciente de lo que ocurre, porque estáprofundamente dormido, y no hay más.

Este «horror» suele durar entre 2 y10 minutos; si os ocurre, no intentéisdespertar a vuestro hijo, porque esprácticamente imposible que lo logréis—está profundamente dormido— y, deconseguirlo, sólo empeoraríais las

cosas. Al día siguiente, a diferencia delas pesadillas, no se acordará de nada.

¿Qué hacer? Quedaos junto a él paravigilar que no se caiga si se mueve, peronada más. No tenéis más remedio queesperar a que se le pase intentandomantener la calma. Al igual que laspesadillas, los terrores nocturnos suelenaparecer alrededor de los 2-3 años yceden espontáneamente al llegar a laadolescencia.

Una advertencia: si acudís y deja dellorar, no se trata de un terror nocturno,sino que está utilizando esa acción paralograr una reacción por vuestra parte.Hay que reeducar su hábito del sueño.

TERROR NOCTURNO

Ejemplo

Paciente de 3 años y 2 mesesBruscamente se despiertagritando muy asustada, conmirada de angustia, sudoraciónfría, ligero temblor y llantointensoLos padres viven la situacióncon gran angustia, porque noconsiguen calmar a la niña. Noles responde ni atiende a ningún

estímulo que se le proponeNo pueden contactar con ella yaque no contacta con ellosDura entre 2 y 10 minutos y aldía siguiente no recuerda nada

BRUXISMO

El bruxismo, también conocidocomo rechinar de dientes se produce acausa de la tensión acumulada en la zonade la mandíbula que, durante el sueño,produce una descarga de ésta,provocando ese ruido que tanto

preocupa a los padres. Sólo habréis deactuar si la contractura es tan importanteque provoca daños en los dientes. Paraevitarlo, debéis pedir a vuestro dentistaque le haga una prótesis dentaria ycolocársela a vuestro hijo cada noche.Si no es el caso, no hace falta que hagáisnada: a medida que crezca, el bruxismodesaparecerá.

SOMNILOQUIA

Puede que vuestro hijo grite, llore,ría o hable en sueños, preferentementedurante la madrugada. Lo habitual es quediga palabras sueltas, inteligibles o no,o frases muy cortas, que al día siguiente

ni recordará. No hay que hacerle casoporque está durmiendo. ¿Posiblesproblemas? Que si comparte habitacióncon alguien, no lo deje dormir, o que sigrita, se despierte a sí mismo, aunque eneste caso debería ser capaz de volver aconciliar el sueño solo.

MOVIMIENTOS DEAUTOMECIMIENTO

Los más frecuentes son los golpes dela cabeza sobre la almohada y elbalanceo de todo el cuerpo estando elpequeño boca abajo. Al parecer se tratade una conducta aprendida pararelajarse y conciliar el sueño. Este

balanceo, que puede acompañarse desonidos guturales, suele iniciarse hacialos 9 meses y raramente se prolonga másallá de los 2 años.

Los padres suelen asustarse por laespectacularidad de estos movimientos,que pueden provocar mucho ruido eincluso desplazar la cuna. Sin embargo,no han de preocuparse, salvo que el niñose haga daño. Si se lastima, hay queadoptar medidas para evitarlo. Porejemplo, si golpea la cabecera de lacuna, «acolchársela» con almohadones,de forma que al golpearse no se hagadaño. Si eso le basta, perfecto, pero siya no logra tranquilizarse o decide darse

en los barrotes, consultad con unpsicólogo para descartar una posiblepsicopatología. Otra señal de alarma:que durante el día también se balanceeconstantemente.

RONQUIDOS

Aunque no se trata de unaparasomnia, no queremos finalizar estecapítulo sin unas palabras sobre elronquido, ya que del 7 al 10 por cientode los niños son roncadores habituales.Si es el caso de vuestro hijo, tened encuenta que es conveniente que consultéiscon un especialista si lo hace de formapersistente y, sobre todo, si notáis que

durante el sueño respira con la bocaabierta y con cierta dificultad.

VIII

PREGUNTAS Y RESPUESTAS(sobre cómo solventar las dudas más

comunes)

¿Cuál es el momento ideal parareeducar su hábito del sueño?

¡Ya! Siempre y cuando ambos padresestéis de acuerdo en llevar a cabo eltratamiento, entendáis muy bien por quéestáis haciendo «cada cosa» y tengáismuy en claro cómo reaccionar en cadamomento. Si alguno de los dos no está

totalmente convencido, es mejor noempezar, porque debéis estar muytranquilos y seguros para hacerlo bien.Recordad que el niño capta lo quevosotros le transmitís y, si estáisnerviosos o ansiosos, eso es lo quepercibirá y no logrará la tranquilidad yseguridad que necesita para aprender.

Es básico que escojáis una épocaque no coincida con traslados dedomicilio ni salidas de fin de semana, almenos durante 10 días, para no cambiarel entorno del niño. También esimportante que no haya influenciasexternas, por lo que si tenéis a unfamiliar o amigo pasando unos días con

vosotros, posponed el tratamiento hastaque volváis a estar solos. No hay nadapeor que aguantar comentarios del tipo:«¿Estáis seguros de lo que vais ahacer?», o «¡Pobrecito niño!, en nuestraépoca aguantábamos y ya está. Hoy endía la juventud no resiste nada».

Un último consejo en relación conesos vecinos poco comprensivos que ala que oyen llorar al niño golpean lapared, amenazan con avisar a la policíao nos sueltan alguna que otra sandez:«Ya le oímos llorar, ya. ¿No lo estaránmaltratando, verdad?». Para mantenerlosa raya, nada mejor que lo que hizo unamamá que se fue directamente a casa de

la vecina más «pelma» y le dijo:«Perdone que la moleste, pero elpediatra me ha dicho que mi hijo tieneotitis y que el oído le duele mucho, porlo que quiero disculparme de antemanopor si lo oyen llorar. ¡Es terrible!, si nose soluciona en los próximos díastendrán que operarle». La madre inicióel tratamiento esa misma noche y, a lamañana siguiente, se encontró a lavecina en el rellano: «Lo oímos llorar,pobrecillo, ¡cómo debe dolerle!». Enmenos de una semana, el niño ya dormíay a la vecina se le comunicó que la otitisde Pedrito había desaparecidomilagrosamente.

¿Quién debe enseñarle: mamá,papá, la canguro…?

No importa, siempre y cuando hayaleído las instrucciones y sepa cómohacerlo. En realidad, tanto mamá, comopapá y la canguro deben saber cómoactuar para que cualquiera de ellospueda ocuparse de la reeducación de lacriatura. Dicho de otro modo, si lacanguro es quien pone al niño a dormirla siesta, es ella quien se encargará enese momento de reeducarlo; si mamá esla que lo acuesta por la noche, será ellala maestra, y si papá aprovecha los finesde semana para estar más con el niño,

entonces le tocará a él. En definitiva, noimporta quién lo haga, importa cómo sehaga.

De todos modos, si es posible elegir,es preferible que inicien el tratamientolos papás, sobre todo el más tranquilode los dos. Ahora bien, como lo másprobable es que tengáis que entrarmuchas veces en su dormitorio para«enseñarle a dormir solo», os podéisturnar para que vea que ambos leenseñáis de la misma manera. Recordad,no importa quién le dé la papilla, sitodos se la dais con cuchara o, lo que eslo mismo, no importa quién le enseñe adormir, si todos lo hacéis de la misma

forma.

¿Puede dormir en casa de losabuelos?

Los abuelos están hechos paramimar a sus nietos; los papás paraeducar a sus hijos. Esto significa queantes de pedirles que se queden con elniño una noche deberán haber pasado almenos 10 días desde que se inició eltratamiento y el niño ya debe estardurmiendo mejor, si es que no lo hace yasin problemas.

Una advertencia: no pretendáisexplicarles lo que nosotros os hemosexpuesto aquí, ni intentéis que hagan lo

mismo que hacéis vosotros en casa. Dehecho, lo normal es que los abuelos nohagan casi nada de lo que lespropongáis. Es lógico, ya sabéis: supapel es otro.

Bastará con que intentéis hacerlesentender, superficialmente las normasmás básicas: horarios en que han deacostar al niño, que no han de hacernada para dormirlo, que no olviden sumuñeco ni los chupetes si los usa…Ellos harán lo que mejor les parezca,por lo que no os preocupéis ni osenfadéis.

El niño, como es un ser inteligente,se dará cuenta enseguida de que en casa

de los abuelitos rigen normas distintas alas que imperan en la suya. No temáis,esto no tiene por qué hacer peligrar sureeducación, siempre y cuando alregresar a vuestro hogar retornéis «lalección» donde la habíais dejado y, contoda la tranquilidad del mundo, sigáisenseñándole tal y como estabaishaciendo.

Sin embargo, si los abuelitos cuidanal niño cada día deberán seguirestrictamente las mismas instruccionesque vosotros, porque, ya lo sabéis, elniño no puede recibir distintas consignasdurante su aprendizaje. Todos los que leenseñan a diario deben hacerlo de la

misma forma (al igual que todos laspersonas que le dan la papilla se la dancon cuchara).

¿Qué hacemos si queremos irnosde fin de semana?

No hace falta que alquiléis uncamión para llevaros a Pepito, el móvil,el póster, la cama, la cortina… Lo únicoverdaderamente importante es que noolvidéis su muñeco (Pepito), ni loschupetes si los usa, y que le expliquéisque dormirá en un sitio distinto.

Cuando lleguéis a vuestro destino,hablad con él, diciéndole siempre laverdad. Explicadle que dormirá en un

sitio diferente al habitual, aprovechandolos elementos externos que hay en lahabitación: cama nueva, cortina, cuadrosen la pared, lámparas…

En definitiva, se trata de adaptar loque solemos decirle en casa a la nuevasituación. Por ejemplo: «Éste es el sitiodonde dormirás hoy, con Pepito, tuschupetes (si los usa) y con todas lascosas que haya tu alrededor y quedormirán contigo».

No intentéis mentirle o hacer ver queno pasa nada. Recordad, es un serinteligente y se sentirá más seguro sivosotros le comunicáis seguridad, lo quesólo conseguiréis si le decís la verdad

con toda la calma del mundo.

¿Qué hacemos si el niño vomita,hace pipí o caca cuando le estamosenseñando a dormir?

Es frecuente que un niño, en mediode su llanto y a fin de lograr una«reacción» de los adultos, vomite. Losniños saben (aprenden) a provocarse elvómito y, aunque no lo haya hechonunca, puede que lo haga cuando leestéis enseñando a dormir. Por lo tanto,no os preocupéis.

Ya sabéis que estáis reeducando elhábito del sueño de vuestro hijo, nocastigándolo. Por lo tanto, cuando

vomite, acudid a su habitación y, aunqueél grite desaforadamente, habladle condulzura a fin de transmitirletranquilidad: «Ves, amor mío, comoestás tan enfadado, porque te estamosenseñando a dormir, ahora te hasencontrado mal y has vomitado. Pero nopasa nada, los papás te quieren mucho yte cambian el pijama y las sábanas, yahora que ya estás limpio tú duermesaquí con Pepito, el póster y el móvil».Es decir, solucionamos la situaciónanómala —vómito—, pero nocambiamos la forma de enseñarle adormir.

Ya sabéis que cuando vomita

(acción), vuestro hijo espera conseguiruna reacción: que lo cojáis en brazos, ledeis un poquito de agua, lo acunéis yestéis con él hasta que se duerma. Sinembargo, vosotros no podéis hacer nadade lo que él espera: tenéis que cuidarlo(cambiarle la ropa), pero no debéismodificar vuestra manera de enseñarle adormir. Y, como es muy listo, prontoaprenderá que su acción no sirve paranada y dejará de hacerla.

Podéis actuar de la misma forma sise hace caca o pipí. Si el niño se hacecaca como forma de llamar la atención,habéis de actuar igual que si fuera unvómito. Si el niño os indica que se ha

hecho pipí, no le hagáis casoinmediatamente. De forma que él no sedé cuenta, averiguad si es cierto yentonces, al cabo de unos minutos, lecambiáis los pañales, actuando igual quesi se tratara de un vómito. ¿Por qué hayque esperar un poquito? Si le hacéiscaso enseguida, encadenará un pipí trasotro, para teneros constantemente a suvera. Si os lo tomáis con calma,percibirá que no puede controlaros yacabará por desistir de usar su orinacomo forma de haceros reaccionar.

Si está enfermo, ¿podemosempezar el tratamiento? ¿Qué ocurre

si se pone malo en pleno proceso dereeducación?

Es preferible que no iniciéis eltratamiento si está enfermo. En estoscasos, es mejor esperar a que estérecuperado y entonces iniciar el procesode reeducación de su sueño.

Si se pone enfermo durante eltratamiento, habréis de actuar de formaalgo distinta. Lo más probable es quetenga fiebre; entonces cada vez que lloredeberéis acudir a su lado, ponerle eltermómetro y darle la medicación que lecorresponda. Si colocáis la punta devuestro dedo en la boca del niño y os

dais cuenta de que está seca, dadle unpoco de agua. Pero ¡ojo!, agua porquetiene fiebre, no para que duerma.

Una vez hayáis hecho todo loposible para mejorar el malestar que leprovoca la enfermedad, lo dejaréis con«Pepito, el póster, los chupetes y elmóvil» y os iréis. Esto no impide que, siel niño está muy excitado, paséis 1 o 2minutos a su lado hablándolesuavemente. Eso sí, evitando que sequede dormido mientras estáis dentro desu habitación.

Cuando vuelva a llorar no esperéis aque pasen los minutos que indica latabla de tiempos, simplemente acudid a

su lado y repetid la operación: controlarla fiebre, darle medicación si la precisao paños húmedos para bajar lacalentura, es decir, hacer todo lo quepodáis para aliviar su malestar; lodejaréis con «Pepito, el póster, loschupetes y el móvil» y os iréis.

Enseguida que se encuentre bienhabréis de volver a la «enseñanzatradicional». Este momento puederesultar peligroso si los padres habéissido muy condescendientes. Vuestro hijono querrá perder las prerrogativas de lasque gozaba durante su enfermedad, porlo que probará todo tipo de artimañas(realizará acciones) para conseguir

recuperar el trato de favor que ledispensabais. ¿Qué hacer? Biensencillo: mostraos nuevamente estrictos,suaves pero contundentes, y repetid lasenseñanzas que os hemos explicado.

Mi hijo va a la guardería, ¿he dedarles instrucciones especiales?

Es habitual que los niños duermanbien en la guardería, porque allí llevanunos horarios bien organizados —comena las 12 del mediodía, meriendan a lascuatro de la tarde— y les enseñan ahacer la siesta siempre a la misma horay con unas condiciones externas quesiempre son iguales. Los responsables

de las guarderías no pueden tener unaconducta distinta con cada niño y enconsecuencia suelen emplear unoshábitos correctos que el niño aprenderápidamente.

Lo interesante es que muchas mamásconfiesan, con un agobiante sentimientode culpabilidad, que su hijo duerme fataly se despierta cuatro o cinco veces pornoche y que, sin embargo, en laguardería no tiene problemas. «Hablécon su señorita —explican—, esperandoque me dijera que la hora de la siestaera un drama y me contestó: “¡Qué va!Duerme tan bien como los demás niños.Lo ponemos en una colchoneta y ni las

toses ni los ruidos de sus compañeros leimpiden quedarse roque”. Y yo mepregunto: si es así, ¿por qué en casa memonta esas juergas de aquí te espero?».

¿Conclusión? Olvidaos de laguardería, lo importante es que en casahagáis bien las cosas, es decir, enseñéisal niño a dormir correctamente. Dejarque en su «cole» vuestro hijo haga loque hacen los restantes niños sininterferir en los hábitos que tengan allí.

¿Por qué unos niños padeceninsomnio y otros no? ¿Hay causashereditarias?

A partir de los primeros 2-3 meses

de vida y gracias a un grupo de célulassituadas en el cerebro, el lactanteempieza a presentar períodos nocturnosde sueño cada vez más largos. Lo queocurre es que estas células actúan comosi fueran un «reloj» que va poniendo enhora las distintas necesidades del bebé—dormir, estar despierto, comer…—hasta adaptarse a un ritmo biológico de24 horas (véase capítulo II).

Hay niños cuyo «reloj» se pone enfuncionamiento con suma rapidez. Encambio, hay otros cuyo «reloj» es,digámoslo así, algo «gandul». Estospequeños necesitan que se lesintensifiquen las enseñanzas (rutinas y

hábitos del sueño) para que el «reloj»empiece a funcionar e influyacorrectamente en la organización delritmo biológico de vigilia y sueño. Poresta razón, en una misma familia puedehaber niños que duermen sin problemasy otros que padecen insomnio.

La razón por la cual algunos niños(aproximadamente el 35 por ciento de lapoblación) tienen un «reloj gandul» esdesconocida. Se postula que pueda seruna cuestión hereditaria, aunque noexisten todavía estudios científicos quecorroboren esta hipótesis.

Ya sabemos que no es bueno darle

bebidas con cafeína, pero ¿hay algúnalimento desaconsejable?

Todas las sustancias que sean de tipoestimulante pueden influir en el sueño.La cafeína que se encuentra en el café yen los refrescos de cola puede dificultarel inicio del sueño. También el cacao —lo encontramos en el chocolate y lasbebidas que lo contienen— puedeentorpecer el sueño si se toma de formaexagerada. Por ello, estos productos sondesaconsejables durante la cena odespués de ésta.

Está comprobado que algunosalimentos tienen propiedades excitantes,

y otros, sedantes. Así, por ejemplo, lasproteínas (carnes) son estimulantes, ylos hidratos de carbono (papillas, pasta)favorecen más el sueño. Por esto, losniños suelen tomar las proteínas almediodía y los hidratos de carbono porla noche.

Se aconseja el baño antes de lacena, ¿qué ocurre si lo hago al revés olo baño por la mañana?

El hábito higiénico, del cual el bañoforma parte, se aprende como los demáshábitos: relacionando objetos externos(agua, bañera, esponja, toalla…) conuna situación concreta (higiene). Da

igual el momento del día en que serealice el hábito, lo importante eshacerla siempre en el mismo orden, paraque el niño pueda relacionarlo con loque vendrá después. El orden puede serbaño, cena y sueño, o bien, si se realizapor la mañana, baño, desayuno, paseo,etc. Lo primordial es procurar quesiempre (o casi siempre) se realice cadacosa a la misma hora y en las mismascondiciones.

¿Es malo dejarles ver un poco detelevisión antes de dormir?

Ver la televisión no es malo, al igualque no lo es oír la radio o escuchar

música. Lo malo es hacerlo de formadescontrolada y constante. El niño puedever la televisión durante un período detiempo bien delimitado, por ejemplomedia hora y, si es posible, acompañadode un adulto que le explique —mejor—lo que está viendo.

El momento más aconsejable esentre las seis y las siete de la tarde, esdecir, antes de iniciar las rutinas debaño, cena y sueño. No es bueno que lamire después de cenar y antes deacostarse, porque lo que vea puedeexcitarle y porque, si le entra el sueño yse duerme delante del televisor ya loestaremos haciendo mal.

Nuestro hijo asegura que si leapagamos la luz tiene miedo.

Esto implica que ya hace tiempo queestáis enseñándole incorrectamente elhábito del sueño, porque significa que lehabéis estado dejando la luz encendidapara que se durmiera. Es lógico, pues,que el niño asocie la luz a su sueño y, sise despierta por la noche y está apagada,la encuentre a faltar y llore hasta verlanuevamente encendida.

Para conseguir que no apaguen laluz, el niño que ya puede expresarsejustifica su necesidad de tenerlaencendida diciendo que tiene miedo:

sabe que ésta es la palabra clave paraconseguir que sus padres tengan una«reacción» favorable a sus deseos.

La manera más eficaz de combatiresta situación consiste en:

A. Asegurarnos de que el niño nosufre un problema psicológico grave quele produzca miedo. Esto es fácil deaveriguar: el niño que padece unproblema de este tipo tiene miedo acualquier hora del día y no sólo por lanoche cuando hay que irse a dormir.Esto significa que expresa ese temor enmuchas situaciones cotidianas: tienemiedo a ir solo al lavabo, a ver latelevisión sin alguien a su lado, a

acompañar a mamá al súper, etcétera.Este tipo de miedo patológico es muyraro y lo más probable es que el niñoesté manipulando la situación.

B. Una vez seguros de que no padeceun problema psicológico, hemos deproceder como explicamos en elcapítulo IV, sobre cómo reeducar elhábito del sueño.

Mi hijo empezó a dormir malcuando le ingresamos en un hospital.Ya está en casa, pero sigue padeciendoinsomnio.

No es de extrañar. En el hospital

sufrió un ambiente claramente hostil: lopinchaban, le ponían el termómetro,seguramente sentía dolor, le dabanmedicinas… Es evidente que un niño novive todo esto como algo que losmédicos y las enfermeras hacen por subien, sino que lo percibe como unaactitud agresiva hacia él. Por lo tanto, esprobable que un niño que está ingresadoempiece a dormir mal si dormía bien oque duerma peor si ya dormía mal.

Por otra parte, una vez dado de alta,quedan las secuelas. En el hospital elniño ha estado durmiendo en unahabitación que no era la suya y, sobretodo, ha tenido a mamá o papá

constantemente a su lado. Él nocomprende que sus padres siempreestaban allí porque estaba enfermo y,por lo tanto, cree que esta situación debeperdurar al regresar a casa.

¿Qué hacer? Lamentablemente, haypoco que hacer durante la estancia en elhospital, sólo podemos pasarla lo mejorque podamos. Sin embargo, una vez encasa, hay que volverle a enseñar adormir, tal como explicamos en elcapítulo IV «Volver a empezar».

¿Qué factores pueden provocarinsomnio?

Es posible que los cambios en lasrutinas y hábitos produzcan retrocesos oempeoramientos en el proceso deaprendizaje de dormir correctamente.

La llegada de un hermanito, porejemplo, afecta radicalmente la vida deun niño, que nota que ya no es el «rey dela casa». La asistencia por primera vez ala guardería también trastoca su mundo,porque comprueba que allí hay muchosotros críos y que ya no es el centro deatención. Todas estas situaciones seránnormales al cabo de pocos días —lo quetarde en asumirlas— y no tienen por quéinfluir en su sueño, sobre todo si lospadres no dejan Que así sea.

¿Qué quiere decir esto? La llegadade un hermanito no implica queenseñemos a nuestro hijo a dormir deforma diferente: no vamos a empezar adormir a su lado, acunarlo hasta queconcilie el sueño o cualquiera de esascosas que sabemos erróneas. Elnacimiento de un hermanito no implicaque enseñemos a nuestro hijo a comer deforma distinta: no se nos ocurre darle lasopa con una cañita y hacerle beber laleche de un florero… pues, ya sabéis, lomismo vale para el sueño.

Ante cualquier situación nueva esimportante seguir con las mismas rutinasde enseñanza, hablando con el niño de

lo que está sucediendo —siempretranquilos, siempre seguros— parahacerle ver que el hermanito o laguardería, por ejemplo, no son razonespara cambiar sus hábitos de sueño.

El cambio de domicilio tampoco hade convertirse en un problema. Debemoshablarle de lo que va a suceder yexplicarle que tendrá una habitaciónnueva, que procuraréis decorar juntoscon pósters, dibujos, muñecos… Esdecir, le diremos la verdad y le haremospartícipe del cambio. El niño debeaceptar con ilusión su nuevo hogar yvivirlo con la misma normalidad que lohacen sus padres.

De todos modos, si estas situacioneshan ocasionado algún problema,deberéis proceder a reeducar su hábitode sueño como explicamos en elcapítulo IV.

Mi hijo duerme el período máslargo de sueño durante el día, ¿cómopodemos cambiarlo?

Si el período de sueño más largo lohace durante el día, indica que tiene unritmo de vigilia-sueño todavíadesorganizado. Entonces, debemosactuar como indicamos en el capítulo VI,en el que nos ocupamos de las

cuestiones horarias, para enseñarle adormir correctamente.

Cada noche, a eso de las cuatro dela madrugada, mi hijo de 14 meses sedespierta y pide biberón o agua. Enocasiones no toma casi nada, en otraslo apura y se vuelve a dormir, ¿estaconducta es normal?

Es muy frecuente que los niños setomen un biberón o beban agua durantela noche, pero esto no significa querealmente tengan hambre o sed. Siendolactantes, muchas criaturas aprenden quesi lloran les «enchufan» un biberón paraque se duerman. La mayoría de las

veces, lo que realmente piden es lapresencia de sus papás, porquenecesitan su calor, pero como no sabenhablar para explicárselo, beben un poco—así los mantienen a su lado— ydespués se duermen. Cuando se vuelvena despertar para reclamar compañía,mamá o papá le vuelven a dar biberón yel niño bebe de nuevo, por lo queinterpretan que cada vez que llora es quetiene hambre o sed.

En cuanto han crecido un poco, estosniños, que, insistimos, no tienen un pelode tontos, se conocen el «truco» y loutilizan para que sus padres siganacudiendo a su lado cada noche. Es

decir, el agua/biberón ya se haconvertido en una rutina asociada alsueño y emplean el llanto o ladeclaración de tener sed o hambre comouna acción para conseguir una reacciónde sus padres. En conclusión, que setome el biberón no quiere decir quetenga hambre o sed.

A los niños se les debe dar aguadurante el día, pero desde el momentoen que han terminado su cena, no debeofrecérseles más. Un niño que bebe aguaabundante durante el día no tiene seddurante la noche. Si se despierta y pideagua, en realidad está indicando quetiene un mal aprendizaje del hábito del

sueño y debemos proceder entoncescomo explicamos en el capítulo IV. Lomismo vale para el hambre: si comebien durante el día y su curva de peso esla adecuada, a partir de los 6 o 7 mesesno debería necesitar alimentarse enmedio de la noche.

Las únicas excepciones a esta regladerivan de situaciones especiales, porejemplo, cuando tiene fiebre. Entonces,le podremos dar unas cucharaditas osorbitos de agua «azucarada» (paracombatir la posible «acetona»), igualque le damos las gotas para la fiebre oel antibiótico para sus mocos. Endefinitiva: agua como tratamiento de su

enfermedad no agua para que se duerma.

Mi hijo se va a dormir pasadas lasonce de la noche, porque mi maridosuele llegar a esa hora y quiere ver alpequeño. ¿Hacemos mal? Si lomantenemos despierto hasta tantarde, ¿dormirá mejor?

Esta situación es bastante habitual y,hasta cierto punto comprensible, ya quelos padres desean ver a sus hijos. Sinembargo, si sois sinceros, reconoceréisque disfrutar del niño sin tener en cuentasus necesidades biológicas es unaactitud algo egoísta. Lo recomendable,pues, es que respetéis los horarios

propuestos (de 20.00 a 20.30 eninvierno y de 20.30 a 21.00 en verano)en aras de su educación y cuidado.

Por el mismo motivo, esdesaconsejable alargar de formaexagerada la siesta de después de comeru obligarle a hacerla a última hora de latarde para luego poder mantenerlodespierto más tiempo por la noche. Loúnico que conseguiremos es alterartodavía más sus hábitos y ritmos desueño.

Ya sabéis que el momento ideal paraacostarlo es entre las 20 y las 21 horas,porque el cerebro tiene más facilidadpara «entrar» en sueño en ese momento.

No es verdad que si lo acostáis mástarde se dormirá antes (por el contrario,se le habrá pasado la hora). Los papásque han intentado este «truco» lo sabende sobra.

No debéis, pues, ser egoístas. Pensarque, sobre todo entre los 5 y los 7meses, estáis ayudando a vuestro hijo aadquirir unos hábitos correctos de sueñoy que, de no ser así, repercutirá en susalud física y mental.

¿Cómo sé que no llora a causa deun cólico?

En primer lugar, debéis saber quelos cólicos desaparecen entre el cuarto y

el quinto mes. Si es más pequeño, teneden cuenta que es muy difícil calmar a unniño cuando llora por culpa de uncólico. Por lo tanto, si su llanto cederápidamente —entre 2 y 3 minutos—cuando lo atendéis, es que no existe talcólico. Se trata simplemente de unaconducta aprendida para reclamarnuestra atención.

CÓLICO

Llanto que no calma o tardamás de 15 minutos en hacerlo(Se produce tanto de día como

de noche)

DESPERTAR NOCTURNO(SIN PATOLOGÍA)

El llanto calma cuando loacarician, están con él o locogen en brazos (se da sólo denoche)

Una pista más: los cólicos suelenempezar por la tarde o durante lasprimeras horas del día y pueden durarvarias horas. Los cólicos no se producensólo por la noche, no existe tal cosa.

Hemos de insistir en que no debéiscaer en la tentación de «hacer algo»siempre que el niño llore. Si caéis enesta trampa, el niño aprenderá que cadavez que llora alguien va corriendo aatenderlo, lo que será nefasto para suaprendizaje y puede perjudicar su sueño.

A mi hijo le están saliendo losdientes y duerme muy mal

Éste es uno de los argumentos mástípicos para justificar el mal dormir delos niños. La mayoría de nosotros creeque los dientes duelen cuando salen,pero hasta la fecha nadie ha podidodemostrarlo desde el punto de vista

científico. Por lo tanto, no podemosasegurar que el período de denticiónproduzca dolor y que este «sufrimiento»altere el sueño del niño.

Si a vuestro hijo le están saliendolos dientes y se despierta por las nochesreclamando vuestra presencia, lo másprobable es que también lo hiciera antesde que empezara el período dedentición. Esto significa que no se estádespertando a causa del dolor, sinoporque tiene unos malos hábitos delsueño. Se impone reeducarlo.

¿Son aconsejables losmedicamentos que se utilizan para

«hacer dormir a los niños»?

Los padres, a pesar de ser reacios asuministrar medicamentos a sus hijos,los utilizan como último recurso ante lainsostenible situación creada por lasdificultades de sus hijos para iniciar elsueño y, sobre todo, por sus frecuentesdespertares nocturnos. Sin embargo, laexperiencia ha demostrado que enningún caso los medicamentosinductores del sueño han solucionado elproblema.

No existen estudios sobre la posibletoxicidad de los fármacos que seadministran a los niños, pero,

considerando los grupos farmacológicosa los que pertenecen, podemos pensarque no son precisamente inocuos. Comollamada de atención baste decir que enalgunos prospectos comerciales seindica expresamente que en los niñosdebe utilizarse «con precauciones».

El insomnio infantil por hábitosincorrectos no es una enfermedad, por lotanto no es lógico tratarlo conmedicamentos. Dicho de otro modo,como se trata de un mal aprendizaje delhábito de dormir, lo lógico es reeducarlas rutinas y enseñar las normascorrectas.

¿Un prematuro tendrá problemasde sueño?

En principio, no tiene por qué tenermás o menos problemas que un niño quehaya nacido a término, porque losestímulos que ponen en hora su relojbiológico son los mismos: luz-oscuridad, ruido-silencio, horarios decomidas y hábitos del sueño.

Hemos tenido gemelos, ¿puedendormir juntos?

No hay ningún inconvenientesiempre y cuando empleéis las normas

adecuadas para enseñarles a dormir.Podéis enseñarles a los dos a la vez,usando la misma técnica, siempre apartir de los 6 meses.

Si lo que tratáis es de corregir elmal hábito de unos niños que duermenjuntos, lo mejor es separarlos paraenseñarles a cada uno por sí solo, yaque su respuesta puede ser distinta. Unavez que duerman bien pueden volver adormir juntos.

Si no hay posibilidad de separarlos,como mal menor, intentaremos aplicar latécnica a los dos a la vez.

Mi hijo de 2 años no quiere dormir

la siesta. ¿Existe algún caso en el quesea mejor evitar que la haga?

A la hora de la siesta se ha deaplicar la misma técnica que utilizamospara reeducar el hábito del sueño. Yasabemos que sea desayuno, comida ocena, la papilla se da con cuchara. Lomismo vale para el sueño: sea nocturnoo el de la siesta hay que enseñarle de lamisma manera.

Alrededor de los 3 años, y enmuchos casos forzados por susobligaciones escolares, los niños dejande hacer la siesta después de comer.Esto puede repercutir en su sueño

nocturno, ya que los niños llegan conmás sueño a casa y cuando «cogen lacama» duermen mucho másprofundamente —en fase de sueñoprofundo— con lo que pueden aumentarlos episodios de sonambulismo yterrores nocturnos.

Es útil recomendar alargar elmáximo de tiempo posible la siesta delmediodía: hasta los 4 años, por lomenos.

APÉNDICES

I

CUANDO CUESTA UN POCO MÁS(sobre cómo afrontar los casos más

difíciles)

Desde que salió a la calle la primeraedición de este libro, en marzo de 1996,hemos recibo numerosas cartas depadres muy agradecidos por poder, ¡porfin!, dormir «a pierna suelta», segúnexpresión que utilizan muchos. Algunasson de lo más simpáticas, como una enque tan sólo se lee «¡Gracias!», pero,

eso sí, tan grande que basta para llenarun folio ¡de tamaño Din A-3! Otras, lamayoría, son enternecedoras, como la deuna abuela que le regaló el libro a suhijo «por temor a que mi nuera leabandonara. Ella estaba agotada porquemi nieto de año y medio se despertabacada noche un montón de veces. Un día,tras ver al doctor en la tele, decidícomprarlo. Se lo di a Juan y le dije: “Ohaces algo o tu mujer te planta”. Y novean cómo se espabiló. Se lo aprendióde memoria y se lo hizo leer a Alicia. Alos pocos días el crío ya dormía, y nique decir tiene que están otra vez debuenas». En fin, hasta ahora Duérmete,

niño ha supuesto una riada de inmensasatisfacción para los autores, ¡para quénegarlo!

Sin embargo, también hemosrecibido algunas cartas —la verdad esque pocas— de padres que nos hanhablado de ciertas dificultades paraconseguir reeducar el hábito del sueñode su hijo. Por esta razón, a fin deprofundizar en los motivos que puedendificultar el éxito del método, nos hemospuesto en contacto con algunos de ellosy hemos revisado todos los historialesde los pacientes infantiles tratados ennuestra consulta durante un período desiete años; en total, 823 niños de edades

comprendidas entre los seis meses ycinco años.

Esto es lo que hemos averiguado:—En el 96 por ciento de los casos

los resultados fueron satisfactorios.—En el 4 por ciento restante

observamos ciertas dificultades paraacabar de solucionar el problema. Enalgunas ocasiones se trataba de niñosque nunca habían conseguido dormirsesolos y, en otras, habían recaído traslograrlo al principio.

Los problemas que hemos detectadoson de dos tipos: reales y falsos. Losanalizamos a continuación.

PROBLEMAS REALES

Son los siguientes:

Falta de comprensión del método.Sólo uno de los padres ha leído ellibro.Distintas personas cuidan del niño.Una tercera persona que vive en lacasa interfiere en la aplicación delmétodo.El pequeño enferma durante suaplicación.Se produce un acontecimiento quetrastoca la vida del niño:separación de los padres,

nacimiento de un hermanito, primerdía de clase, mudanza…Alguno de los padres sufre deansiedad patológica.La familia se desplaza a otro lugarlos fines de semana.Se produce un importante cambiode horarios a causa de un viaje.

Pasamos a explicar lo que hay quehacer en cada caso:

Falta de comprensión del método

Como es natural, hemos intentadoescribir este libro de la forma más

sencilla y amena posible a fin de captarvuestra atención y lograr queentendieseis perfectamente el métodopara solucionar los problemas de sueñode vuestro hijo. Sin embargo, a veces nolo hemos logrado, porque algunos papás,con demasiada prisa por resolver elproblema, no se lo han leído de cabo arabo, sino «sólo lo que creíamos que eraimportante», y, ¡claro!, en el momento deaplicar el método han flaqueado.

Es vital que los dos padres lean ellibro por separado antes de empezar «eltratamiento». No una vez, sino inclusodos si hace falta, al menos en lo que serefiere a los capítulos 2 («No le durmáis

vosotros, ha de lograrlo solo») y 4(«Volver a empezar») cuando se trate dereeducar el hábito de sueño de su hijo.Si no dominan el método, tarde otemprano su inseguridad aflojará y,como el niño no tiene un pelo de tonto,logrará salirse con la suya.

¿Es mucho pedir que le dediquéis unpar de horas a un libro que va asolucionar una alteración tan seria comola que nos ocupa? Debéis saber queantes de que Duérmete, niño fueradefinitivamente a imprenta lo pusimos aprueba: entregamos copias a variasparejas para comprobar que realmenteera fácil de comprender y, sobre todo,

que se podía leer rápidamente (somosconscientes de las ganas que tenéis dezanjar el problema). Dos horas fue loque por término medio tuvieron quededicarle y todos lograron reeducar elhábito del sueño de su hijo. ¿Por qué nolo vais a lograr vosotros? Un consejo,pues: releer el libro, esta vez aconciencia, y volved a empezar.

Sólo uno de los padres ha leído ellibro

En este caso, por los motivos quesea —normalmente alegan falta detiempo—, uno de los progenitores —habitualmente él— no lee el libro y se

deja guiar por lo que le explica supareja. Se trata de un problema parecidoal anterior, pero, a nuestro modo de ver,más grave, porque implica que sólo unocargue con la responsabilidad de laeducación del hijo.

Es posible, por ejemplo, que delunes a viernes papá suela llegar tarde acasa y nunca tenga ocasión de meter alniño en la cuna/cama. Sin embargo, ¿quéocurre los días festivos? Es probableque entonces sí desee o deba echar unamano, pero si no domina el métodopuede echar por tierra los logros demamá. De ahí que sea básico que éltambién sepa con exactitud cómo ha de

actuar: no bastan las explicaciones de sumujer, debe leerse el libro para entenderla técnica también como ella.

Además, la complicidad esfundamental para afrontar esosmomentos en que, como acostumbrasuceder, surjan las dudas o se flaquee.Ya sabéis que el niño es muy listo y quepuede inventárselas de mil colores paralograr que cejéis en vuestro empeño deenseñarle a dormir solo. Ver llorar a unhijo desconsoladamente esdescorazonador, y es normal sentirsetentado a ceder. Es entonces cuando másimporta que ambos estéis convencidosde estar haciendo lo correcto. Si sólo

uno sabe cómo ha de actuar, cuandodude, ¿en quién se apoyará?

En definitiva, es básico que ambossepáis aplicar el método. Esto no quieredecir que lo hagáis las mismas veces(«un día tú, el siguiente yo») o quedebáis enseñárselo juntos, ni muchomenos. Simplemente, significa que lohagáis igual. ¿Acaso no sabéis darle decomer de la misma forma?

Distintas personas cuidan del niño

Cuando se trata de un bebé cuyosdos padres trabajan, lo habitual es quequien lo cuide —sea la abuela, otrofamiliar o alguien contratado para

realizar esta labor— deba acostarlo porlas noches o, por lo menos, a la hora dela siesta. En cualquier caso han deactuar exactamente igual que lo haríanlos papás, es decir, seguir la técnica alpie de la letra, porque cualquiervariación impediría su éxito.

Si cuando le alimentáis, todos hacéislo mismo —sentarle en su silla, ponerleel babero y darle la papilla con unacuchara—, es lógico que también sigáislas mismas pautas a la hora de acostarle.En conclusión, no importa quién enseñeal pequeño, lo importante es que todoslo hagáis de la misma forma. Estosignifica que todos leáis el libro o que,

en su defecto, le expliquéis a quien seencargue de acostarlo cómo ha deactuar.

Una tercera persona que vive en lacasa interfiere en la aplicación delmétodo

Cuando explicamos el método enconsulta o cuando leen el libro, ambospadres entienden perfectamente qué estápasando con su hijo y cuáles son lasnormas que han de aplicar para queaprenda a dormir bien. Pero si en sucasa vive una tercera persona —normalmente una abuela o abuelo— y nohace lo mismo, puede interferir en su

aplicación, sea porque desconoce cómofunciona, sea porque cuestione lavalidez de lo que se está aplicando.

Por ejemplo, es bastante típico quela abuela, tras escuchar de boca de suhija la técnica para reeducar el hábitodel sueño infantil, suelte algo parecidoa: «¿Para eso has ido a ver aldoctor/leído este libro? Eso no son másque tonterías, lo que pasa es que ahorano tenéis paciencia, en mis tiempos síque sabíamos cuidar de los niños…».

En vez de acabar discutiendo, hemosde intentar «ponernos en sus zapatos» yentenderla, porque la mujer pertenece auna generación que no se preocupaba

tanto de las cuestiones de aprendizaje nisabía de la existencia de los ritmosbiológicos. En fin, lo más probable esque desconozca todo lo relacionado conel tema y no entienda el porqué de larigidez de horarios, los tiempos deespera antes de entrar en la habitación,etcétera. De ahí que interfiera o, por lomenos, opine.

Si los padres de la criatura, por losmotivos que sea, tampoco están muyseguros de cómo han de actuar, esposible que se dejen influenciar oacaben cediendo ante los ruegos de laabuela: «Por una vez que le cojáis nopasará nada». Gran error, una simple

concesión y ¡adiós a los buenosresultados del método! Si el pequeño seda cuenta de que gritando un poco másella toma cartas en el asunto y sale en sudefensa, ¿qué hará?: berrear hastadejarse los pulmones. Y a la que laabuelita o vosotros le cojáis, ¡no habráforma de enseñarle!

Por lo tanto, es fundamental quecuando viva una tercera persona en casa—incluidos los hermanos mayores ypersonal de servicio, si lo hay—, se lesexplique que bajo ningún conceptodeben interferir en la reeducación delhábito de sueño del pequeño. Dicho deotro modo: la abuela podrá seguir

haciendo lo de siempre —sea bañar alniño, darle la cena, jugar…—, pero enel momento de meterlo en cama yaplicar el método, tendrá que hacerse aun lado y dejar que papá y mamá seencarguen del tema.

En caso de que no haya más remedioque dejar al niño a cargo de esta tercerapersona —intentad evitarlo a toda costa—, ésta deberá comprometerse arespetar vuestros criterios. Tened encuenta que si actúa como le venga engana, vuestros esfuerzos habrán caído ensaco roto.

En definitiva: no permitáis lasinterferencias de los demás por muy

buenas que sean sus intenciones.

El pequeño enferma durante suaplicación

A veces ha sucedido que a poco deiniciarse el tratamiento el niño se hapuesto enfermo, incluso se han dadocasos en los que ha sido necesaria lahospitalización. ¡Evidentemente, porcausas ajenas al método! Está claro quela situación cambia sustancialmente(sobre todo si el niño ha tenido que seringresado): es más importante curarleque enseñarle a dormir.

Es lógico que durante la enfermedadse interrumpa su reeducación, pero en el

momento en que el niño se encuentrebien y le dan el alta, habréis de volver aaplicar el método desde el principio.¿Por qué empezar de cero? Porqueaunque esté enfermo, sigue siendo muyinteligente —no nos cansaremos derepetirlo— y se da cuenta de que lasatenciones hacia él se han redoblado. Loque él no puede comprender es que lomiman más porque está enfermo. A sumodo de ver, sus padres (o cuidadores)actúan así en respuesta a sus acciones(si queréis podéis releer, en la página40, cómo funciona el principio deacción-reacción). Es decir, no entiendeque si su mamá acude a atenderle

cuando llora, no lo está haciendo enrespuesta a su llanto, sino porque sabeque el pequeño lo está pasando mal acausa de la fiebre, la incomodidad o eldolor. Entonces, ¿qué hará el niñocuando sus papás vuelvan a iniciar elproceso de reeducación? Llorar como uncondenado a la espera de que mamá,también ahora, vaya a confortarle. Sinembargo, esta vez no irá.

Se produce un acontecimiento quetrastoca más o menos la vida del niño

Ciertas situaciones pueden dificultarenormemente la aplicación del método.Algunas son realmente graves, léase una

separación; otras no tanto, como elprimer día de clase.

La ruptura de una relación es unhecho traumático, que no sólo afecta a lapareja sino que repercute grandementeen los niños. Independientemente de laedad que tengan, éstos se dan cuenta detodo lo que sucede alrededor. Aunque enalgún momento pueda parecernos quealgo no les afecta o que no se enteran,por desgracia, no suele ser así.

En estas circunstancias es muydifícil que el método dé resultado, puesel pequeño aprovechará lo que estásucediendo para hacerlo fracasar. Porejemplo, teniendo en cuenta que los

padres que se separan suelen sentirsemuy culpables por el daño que infligen asus hijos, si éstos se ponen a llorar, ¿quéharán? Es probable que su sentimientode culpa les impida aguantar los tiemposde espera y, casi seguro, acabaráncediendo frente al pequeño.

El nacimiento de un hermanitotambién es un factor capaz de alterar elhábito de sueño de un niño. No es raroque un pequeño que dormía bien o queya había sido reeducado en un buenhábito de sueño, deje de hacerlo aldarse cuenta de que ya no es el centro deatención de sus padres. Es de esperarque el «príncipe destronado» se rebele y

una de las formas más utilizadasconsiste en romper sus (buenos) hábitos—negándose a comer, haciéndose pipíencima, convirtiendo la hora de dormiren un drama…—, porque, como no estonto, sabe que esto molestaráprofundamente a sus padres, lo queprovocará que le hagan más caso(aunque sea para reñirle).

¿Qué hay que hacer en estos casos?Muy sencillo: volver a reiniciar laenseñanza del hábito, haciendo casoomiso de todas las acciones que el niñohaga. Eso sí, es vital ayudarle a asumirla llegada del hermanito. Para ello,durante el día hay que hacerle mucho

caso y lograr que se sienta muy queridoe importante dentro de la unidadfamiliar. Sin embargo, en el momento deacostarle hay que ser tajante en laaplicación del método y tratarlo,independientemente de la edad quetenga, como si hubiera nacido ese mismodía.

Hay otros acontecimientos menosimportantes que también puedendificultar el éxito de la técnica: elprimer día de escuela, un cambio decasa, la visita de un familiar… Dehecho, el niño siempre utilizarácualquier situación «extraña» paraintentar truncar el proceso de

reeducación de su hábito del sueño. Enestos casos, como siempre, habréis demanteneros firmes. Tomemos comoejemplo su primer día de colegio.Además de haberle preparado deantemano para afrontarlo, cuando lleguea casa es aconsejable que le hagáismucho caso, que juguéis con él, inclusopodéis tener un detallito… pero jamásvariéis el ritual previo a la hora dedormir ni cedáis si intenta sabotearvuestros intentos de reeducarle. ¿Se osocurriría darle la sopa con una pajitaporque ha ido al cole por primera vez?

Alguno de los padres sufre de

ansiedad patológica

Hemos podido comprobar que aveces la imposibilidad de aplicar estatécnica no tenía que ver con el niño, sinoque se debía a la ansiedad patológica deuno o ambos padres. ¿Qué quiere deciresto? Las personas que padecen untrastorno de ansiedad generalizada secaracterizan por ser muy inseguras yvivir en un estado de constante angustia,lo que normalmente hace necesario quese mediquen. Esto repercute encualquier área de su vida, es decir, nosólo afecta a la enseñanza del hábito dedormir de su hijo, sino que salpica todo

lo relacionado con él —comer, hábitoshigiénicos, etcétera—, y, pordescontado, las relaciones de pareja.Ante este cuadro, es mejor no intentarreeducar el hábito del sueño delpequeño, porque sin duda resultará unfracaso. Es imposible que el métodofuncione si uno de los progenitores (oambos) se sienten constantementeangustiados e inseguros de poderaplicarlo. En definitiva, el problema noes del niño, sino del padre que se vedominado por la ansiedad.

La familia se desplaza a otro lugarlos fines de semana

Ya hemos explicado que, comomínimo, durante los primeros diez díasde «tratamiento» no es aconsejable queel niño duerma en otro lugar que no seasu propio dormitorio. Sin embargo, si nohay más remedio que trasladarlo, loscambios deberán ser los menosposibles. Esto significa respetarestrictamente sus horarios —no porquesea fin de semana permitiremos que sevaya a dormir más tarde—, y llevarle elmóvil, el póster, los chupetes y, sobretodo, a Pepito. En definitiva, el lugardonde duerme el niño debe parecer lomás posible a su dormitorio.

Se produce un importante cambiode horarios a causa de un viaje

Los viajes largos pueden alterar alniño tanto como a los mayores a causadel jet lag. En estos casos, esindispensable esperar un mínimo de diezdías —que, seamos sinceros, noresultarán fáciles— antes de intentaraplicar la técnica, para que su relojbiológico se adapte al ritmo del lugar.Una vez pasado este tiempo, nada osimpide iniciar su reeducación.

FALSOS PROBLEMAS

Los «falsos problemas» son aquellasexcusas bienintencionadas con que lospadres justifican no haber logradoreeducar el hábito de sueño de su hijo.Básicamente son tres:

«Mi niño es muy nervioso»

Craso error. Es verdad que losniños muy inquietos suelen tener másdificultades para aprender ciertoshábitos, pero también lo es que siempreacaban aprendiéndolos. Además, a estasalturas ya deberíais saber que cuando unpequeño no duerme bien, en vez de caerrendido, se excita. Por lo tanto, es falsoque no duerma porque sea muy inquieto;

al contrario, está nervioso porque nodescansa bien. Esto significa dormir. Sidescansa sus doce horas seguidas y hacesu siesta, y cuando se despierta semuestra hiperactivo, entonces podréisafirmar que vuestro hijo es nervioso,pero si no las duerme ¡no! Dicho de otromodo, tanto si es tranquilo como si esnervioso, un niño puede aprender acomer, lavarse los dientes, recoger suscosas, dormir bien… siempre y cuandosus padres le enseñen a hacerlocorrectamente.

«No aguanta sin comer toda lanoche»

Cuando a los padres se les preguntacómo saben que su hijo tiene hambre,suelen contestar: «Porque llora y aldarle el biberón se tranquiliza». Puesbien, están muy equivocados. Los niños,como los adultos, pueden comer sinhambre. Debéis de saber que, a partir delos seis meses, un bebé es capaz deregular perfectamente su nivel de azúcaren sangre y si se le alimenta a las ochode la mañana, doce del mediodía, cuatrode la tarde y ocho de la noche con lascantidades que el pediatra recomienda,no ha de tener sensación de hambredurante la noche y, por tanto, ha de sercapaz de aguantar perfectamente sin

comer (nos referimos a ello en la página30). Por lo tanto, si se despiertallorando y le «enchufan» el pecho o elbiberón y se calma, es muy probable queno sea porque necesite alimentarse, sinoporque ha logrado lo que quería: queestuvieran con él.

«Mi hijo se despierta porque lepasa algo»

Los padres siempre intentanencontrarle una explicación a losdespertares de su hijo: le duele labarriga, se encuentra mal, le estánsaliendo los dientes… Sin embargo, quese despierte no implica necesariamente

que le pase algo. Es lógico que lospadres quieran comprobar que supequeño no tiene fiebre, ni está sudandoen exceso, ni se ha manchado el pañal…pero si no le pasa nada y sólo se calmacuando los mayores lo cogen, estamossin duda ante un caso de insomnioinfantil por hábitos incorrectos. Yasabéis que todos los humanos nosdespertamos varias veces por la noche,pero que, salvo que notemos algo raro,conciliamos el sueño rápidamente y aldía siguiente ni nos acordamos de ello.Cuando un niño no ha aprendido adormir correctamente, cada vez quetiene uno de estos despertares reclamará

la presencia de sus cuidadores para quele ayuden a conciliar el sueño. Si es elcaso de vuestro hijo, os recomendamosque volváis a leer el capítulo II, «No ledurmáis vosotros, ha de lograrlo solo»,y luego repaséis la técnica para reeducarsu hábito del sueño en el capítulo IV,«Volver a empezar».

Marzo de 1997

II

CARTAS(sobre cómo lo han vivido otros padres)

Hemos decidido transcribir algunosde los cientos de cartas y correoselectrónicos (¡y no es una exageración!),que nos han llegado, porque quién mejorque los padres para explicar cómo sevive el problema del insomnio infantil ylo feliz que se sienten cuando recuperansus noches. Algunas las publicamosenteras, de otras sólo hemos tomado

fragmentos, pero todas nos hanencantado y, por supuesto, lasagradecemos todas. Aquí las tenéis:

SIN PELOS EN LA LENGUA

«Que te duermas, ¡¡¡c…!!!».Ésa es, tal vez, la frase que

más hemos pronunciado en casadesde el 20/11/97 hasta el11/09/98.

Esas dos fechas marcan dossucesos clave en nuestras vidas:

20/11/97 - Nacimiento deIrene y Laura.

11/09/98 - Lectura deDuérmete, niño.

El primer capítulo de sulibro describe una por una lasgeniales ideas que hemos tenidopara intentar que los dos«pequeños monstruos»duerman, excepto la de darlesuna vueltecita en el coche, quenos parecía demasiado… al finy al cabo, somos en cierto modopersonas con preparación yante todo razonables.

No voy a entrar adescribirle cómo han sido loscasi diez primeros meses con

nuestras hijas en casa, aunqueharé una lista:

carreras por los pasillos amedia noche o másataques de nerviosdías de sueño en el trabajopérdida absoluta de lasaficiones-tiempo libregolpes frontales a las tresde la mañana contra esepuñetero armarioempotrado, que el malditoconstructor tuvo laocurrencia de poner justoenfrente de la puerta de mi

dormitorio, al lado del delas niñas… le voy adenunciarcontracturas en loshombros, brazos y muñecaspor las horas empleadas enmecer a las niñas en lasmágicas hamaquitas quenos recomendaron paradormirlas cómodamente,ya que no se les debedormir en brazos¿sexo?, ¿qué es «exo»?paseítos agradables a lasdoce de la noche,empujando el carrito por

lugares oscuros ysilenciosos, pero no conánimo lujurioso (¡ah!, quétiempos aquéllos), y menosmal que era verano. Vayaveranito hemos pasado, elcalor afectaba a las pobresniñas que no podíandormir y pasábamos lashoras maldiciendo a losniños que jugaban, a loscoches que pasaban, a losperros que ladraban, alviento que soplaba, alguarro que tiraba de lacadena después de entrar

en el baño (que se aguante,¡¡¡hostias!!!), al autobúsque giraba en la esquinade mi casa (tenemos quemudarnos…), si hastallamé a la policía paradenunciar a un vecino quetenía la tele demasiadoaltabuscar un piso más grandeporque el nuestro sólotiene dos habitaciones:nosotros tenemos quedormir en algún sitio y yoya estoy harto de dormiren el salón con Laura

mientras tú duermes en laque también era mihabitación con Irene, yaque la otra no podemosusarla porque con lo quegrita Laura puededespertaros a Irene ya ti.Yo como tengo facilidadpara dormir, da igual si medespierto mil veces en unanoche… aprovecho hastacinco minutos de sueñoporque soy Supermán

He dicho que no me iba aextender… ya es suficiente

(pero hay más).En fin, que al final y al

borde de la desesperación mehablaron de su libro y locompré.

En una noche, tras hora ymedia de lloros… SEDURMIERON ELLAS SOLAS YESTUVIERON DIEZ HORASSIN DESPERTARSE y así díatras día hasta hoy, que hanpasado trece días y hemosdormido más que en los últimosdiez meses.

Ahora se acuestan a las20.30 o 21.00, duermen doce

horas por la noche y echan lasiesta. No hay que dormirlas, seduermen.

… Y nosotros hemosrecuperado intimidad, tiempolibre y disfrutamos como enanosde las niñas, si el otro día hastavimos una película en el vídeo yel partido del Madrid y elBarça que además empataron ycomo yo soy del Atleti… quépasada.

Ahora no digo: «Que teduermas, ¡¡¡c…!!!».

Ahora cantamos: «Vamos ala cama que hay que

descansar…».Las niñas están de un humor

estupendo, Laura está muchomenos nerviosa que antes y noles molestan los dientes, elcalor, los gases y sobre todo…nosotros.

Enhorabuena por su libro y,sobre todo, gracias porescribirlo. ¿No tendrá otro parasolucionar los problemas delAtlético de Madrid?

Una vez más GRACIAS.Saludos cordiales.FERNANDO, MARGA, IRENE y

LAURA

The sleeping family

¡QUE VOMITO!

… pusimos una valla en supuerta para que no pudiesesalir de su habitación. Laprimera noche vomitó. Nosllamaba, primero a uno, luego aotro, después a los dos. Nosdecía llorando: «¡Eh, quevomito!», y volvía a vomitar. Yoestaba llorando por dentro,pero muy segura por fuera… Nome extenderé explicándole unasreacciones que YA conoce. La

segunda noche, preparé el cubocon la fregona antes deacostarla. Yo esperaba quefuese peor. Aún no me lo puedocreer, la acosté y cuando salí desu habitación, esperé los tresminutos y no lloró, no dijonada, se durmió.

OMS

ESPERANDO EL ALARIDO

Cuando anoche dejamos ami hijo Juan de 20 meses en lacuna y le dimos las «buenasnoches», ya en el séptimo día de

la «terapia», mi marido y yonos quedamos mirándonosfijamente a los ojos en mediodel salón, esperando el alaridoque nos hiciera mirar el reloj yesperar los trece minutos derigor. Hasta que, pasados unoscinco minutos intercambiamosfrases como: «Esto eraimpensable hace diez días» o«Nunca pensé que el niñopudiera quedarse solo yconciliar el sueño por símismo», mientras nossentábamos a cenartranquilamente.

Juan descansa en su cuna ya pesar de que llora una o dosveces durante la noche, nisiquiera es necesario mirar elreloj porque se calla antes deque pase un minuto. ¡Y quédescanso saber que no tienesque levantarte!

MJM

AL MONO, NI NOMBRARLO

Los tres primeros días sebajó de la cama y encendió laluz. Aunque nosotrosesperábamos a que se durmiera

para apagarla, no queríamosque se acostumbrara a dormircon ella, por lo que leexplicamos que su mono noshabía contado que ella laencendía y que a él lemolestaba. La niña nos contestóque quitáramos al muñeco, ¡queno le gustaba! Como lereplicamos que por la ventanaentraba suficiente luz para verun poquito, no volvió aencenderla, pero hasta la fechano quiere saber nada del mono.Comenta que está enfadada conél, pero no explica el porqué.

MGP

CUANTO MÁS LEJOS, MEJOR

Ese primer día, de haberletenido a usted cerca, le habríadado en la cabeza con algúntrasto pesado. Mientras nuestrahija lloraba me acordaba de larotundidad de sus afirmacionesen el libro y me hubiera gustadoverle sentado junto a nosotrosescuchándola. Sufrimos muchoese primer día: dos horas dellanto que partía el alma, pero,de pronto, silencio… Silvia se

durmió despertándose una solavez en toda la noche. A lamañana siguiente, mi marido yyo nos abrazamos y creo que leconfesé que le besaría a ustedpara agradecérselo.

S

SOMOS OTROS

Éste es un mensaje paradecirles que, por fin, mis papás,después de casi un año, puedendormir. Fue comprar su libro,¡bendito sea!, llevarlo a lapráctica y en tan sólo dos días,

estaba durmiendo a piernasuelta. Lo más increíble es quehasta este momento solía tomarbiberones por las noches ydespertarme ¡¡hasta diez veces!!Mis papis no se lo pueden creery desde ese momento no hacambiado sólo mi carácter sinotambién el de ellos. Por todoesto le doy las gracias en minombre y en el de mis papás.

Á

EL MEJOR REGALO

Muchas gracias por este

libro. Hoy es mi cumpleaños yque mi hijo duerma es el mejorregalo.

GE

EDUARD ESTIVILL (Barcelona,España, 1948). El doctor EduardEstivill es el responsable de la Unidadde Alteraciones del Sueño del InstitutoDexeus de Barcelona, España. En suconsulta reciben tratamiento todas lasalteraciones del sueño, como elinsomnio de niños y adultos, los

ronquidos con o sin apneas (paradasrespiratorias durante el sueño), lossonambulismos, los terrores nocturnos,el jet lag, la narcolepsia, etcétera. Esdecir, se atiende a personas que noduermen, que duermen demasiado, obien que no dejan dormir. En su Unidadde Alteraciones del Sueño, de prestigiomundial, viene realizando un promediode unas dos mil visitas al año,conjuntamente con sus colaboradores,los doctores Barraquer, Cilveti y De laFuente. Además, todos ellosparticiparon activamente en programasde investigación y ensayos clínicos denuevos medicamentos, y ejercen una

gran labor de difusión en los medios decomunicación sobre la patología delsueño. Este libro es un ejemplo de ello.Por último, cuentan con un servicio deinformación donde se asesora sobre lanecesidad o no de asistir a la consultapor una alteración específica.

Notas

[1] Aunque pocos, se dan casos en quelos padres acaban rechazando a sushijos, contra los que manifiestanactitudes agresivas: la mayoría de lasveces verbales, aunque también físicas.<<

[2] Estos casos son reales. Al igual quetodos los que relatamos en estaspáginas, pertenecen al historial dealgunos de nuestros pacientes, aunquepor razones obvias se han cambiado losnombres. <<

[3] Una advertencia: los niños conproblemas de sueño suelen comenzar ahablar temprano. Aprenden vocablos«clave» para lograr que sus padres leshagan caso. ¿Quién le niega agua a unhijo sediento? Pues enteraos, lo másprobable es que no tenga sed. <<

[4] La «genial idea de los padres de Ana,quienes le compraron un televisor y unvídeo a una niña de dos años para lograrque durmiera, merece mención aparte:aunque “solucionándolo” como hicieron,aparentemente, se acabó el problema,resulta obvio que es una idea nefasta».<<

[5] Los bebes mayores de 6 meses queaún no han adquirido un buen hábito delsueño suelen padecer insomnio. Si es elcaso de vuestro hijo, no sufráis; en elcapítulo IV, «volver a empezar» osexplicamos cómo enseñarle. <<

[6] Para saber más sobre qué es normal yqué no, podéis leer el capítulo VI«Cuestiones horarias». <<

[7] Normalmente, hará dos siestas: unatras el desayuno, de una o dos horas, yotra después de la toma del mediodía,de dos o tres horas. <<

[8] Para hacerlo aplicad la técnica que seexplica en el capítulo IV. «Volver aempezar». Si se despierta una o dosveces, no puede considerarse quepadezca un trastorno de sueño, perotambién podéis reeducarlo. <<

[9] «El truco» de cansarlo hasta quecaiga rendido es contraproducente: elpaso previo a la aparición de lasomnolencia es la relajación y, cuandolo agotamos, lo sobreexcitamos. <<

[10] En el capítulo VII «Otros problemas»nos referiremos a las pesadillas, losterrores nocturnos, el sonambulismo,etc. <<

[11] Antes de poner el grito en el cieloporque vuestro hijo duerme menos,sabed que puede que no necesite más.Leed el capítulo VI «Cuestioneshorarias». <<

[12] Si un niño sólo se despierta una odos veces por noche, no podemos hablarde insomnio infantil ni considerarloalarmante, pero esto no significa que nolo reeduquemos para que duerma de untirón. Los padres también tienen derechoa dormir sin interrupciones. <<

[13] De hecho, deberíais estarconvencidos de que lo que estáishaciendo es lo correcto y de que va afuncionar, porque esta técnica ha dadoresultado en el 96 por ciento de loscasos en que se ha aplicado. Teniendoen cuenta que los fracasos se hanproducido en hogares en que los padresno fueron capaces de mantenerse firmesen su actitud, está claro que os saldrámás a cuenta mostraros seguros yrelajados y no dar vuestro brazo atorcer. <<

[14] Si por razones de trabajo llegáistarde a casa y es una canguro, quien loacuesta cada noche, será ella quien debareeducar a Juanito. En definitiva, noimporta quién lo haga siempre que lohaga bien. <<

[15] En realidad, el ciclo dura casi 25horas, pero cada día vamosajustándonos. <<

[16] Estamos totalmente a favor de lalactancia materna, pero no podemosaprobar que el pecho se convierta en unchupete. Los órganos humanos han deutilizarse para la función que les ha sidoencomendada, en este caso, paraamamantar al niño cuando sí tienehambre, no como forma de consuelo. <<

[17] Lo ideal es que se vaya a la camaentre las 20.00 y las 20.30 horas eninvierno y entre las 20.30 y las 21.00 enverano. <<

[18] Dos horas de «regalo» deberíanpareceros suficiente. Pedir que aguantemás es demasiado. <<

[19] Aunque la enuresis (hacerse pipí enla cama) se produce mientras el niñoestá durmiendo, no es un trastornorelacionado con el sueño, por lo que noes un problema que suelen tratar losespecialistas en este campo, sino lospediatras. <<

[20] Si el niño duerme desde las 20.00horas hasta las 8.00 del día siguiente, laprimera mitad de la noche es la que seprolonga desde la hora de acostarsehasta las dos de la madrugada, y lasegunda mitad, el tiempo restante. <<