EL ARTE COMO CONOCIMIENTO

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EL ARTE COMO CONOCIMIENTO (Parte primera) Jugando con palabras y expresiones de pronto me asalta una duda: ¿qué será más propio, tener inspiración ó estar inspirada, tener emoción ó estar emocionada, tener conocimiento ó estar en el conocimiento de algo? Prácticamente todos los modos de sentir, percibir y pensar son susceptibles de esta doble aproximación. Si en el proceso de reflexión me inclino por el segundo de los términos expresados en cada una de estas proposiciones, el verbo “estar” me indica que cada una de estas dos posibilidades me “instala” en un cierto lugar en el que desde entonces “estoy”. También me sugiere que ese lugar en el que me inspiro, me emociono ó “entro” en conocimiento de algo es el que rige mi modo de existir en ese momento con prescindencia de mis intenciones ó deseos… No en balde es corriente el escuchar que Fulano está imbuido (poseído) por tal idea ó sentimiento; es decir que la idea en cuestión lo sumerge, lo precede, lo rodea y lo envuelve confiriéndole ese particular estado que él no eligió, ni voluntariamente intentó buscar. Alternativamente, si me inclino por la posibilidad sugerida por el verbo “tener”, las cosas se pintan muy diferentes. Tener algo supone diferenciarse conscientemente de lo que se posee y concebir esto último como algo inerte y pasivo que pasa a ser “objeto” de mi acción a tal efecto. La disyuntiva abierta así por el lenguaje de uso corriente cuando se refiere a las relaciones que puedo entablar con lo real a través de la percepción, la sensibilidad ó las ideas, me revela que mi modo de conocer está sostenido por una cierta “postura” que se patentiza enfáticamente en el significado propio de los verbos “estar” ó “tener”. El estado de alerta abierto por esta perspectiva bifronte me lleva a formularme una nueva pregunta: ¿es posible tener sin estar? Ó en otras palabras ¿puedo, podría pensar, sentir ó intuir separada (sin teñirme, sin envolverme) del pensamiento, pensamiento ó intuición? ¿puedo siquiera lograr ideas, emociones ó intuiciones solo por el deseo ó intención de tenerlas? “… la ciencia no se aprende del modo que algunos pretenden. Afirman que pueden hacerla entrar en el alma en donde no está, casi lo mismo que si diesen vista a unos ojos ciegos” (Menón) dice Platón hace 23 siglos, sugiriendo la imposibilidad de contestar afirmativamente a tales preguntas. “Estando en un bosque, muchas veces he sentido que no era yo quien lo contemplaba. Ciertos días sentía que eran los árboles los que me miraban ó hablaban … Yo estaba allí, escuchando” refiere Cezanne hace [Type text] Una serie de artículos sobre este tema fue publicada en Diario EL PERUANO )década del 90)

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Nuestra pregunta: ¿es posible tener sin estar? Tener ideas, percepciones, sentimientos, intuiciones, es decir conocer la realidad apelada por estos distintos planos de nuestro ser, al ser conversada con interlocutores como Platon y Merleau Ponty, Cezanne y Paul Klee fue respondida en el sentido de que la idea, la imagen, la representacion ٕ el sentimiento requieren para manifestarse el que nos encontremos instalados en una dimension (region) que le es afIn. El acceso a ésta region supone por su parte cierta postura o cualidad interior sin la cual se está ausente de dicha dimension,

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EL ARTE COMO CONOCIMIENTO (Parte primera)Jugando con palabras y expresiones de pronto me asalta una duda: ¿qué será más propio, tener inspiración ó estar inspirada, tener emoción ó estar emocionada, tener conocimiento ó estar en el conocimiento de algo?

Prácticamente todos los modos de sentir, percibir y pensar son susceptibles de esta doble aproximación. Si en el proceso de reflexión me inclino por el segundo de los términos expresados en cada una de estas proposiciones, el verbo “estar” me indica que cada una de estas dos posibilidades me “instala” en un cierto lugar en el que desde entonces “estoy”. También me sugiere que ese lugar en el que me inspiro, me emociono ó “entro” en conocimiento de algo es el que rige mi modo de existir en ese momento con prescindencia de mis intenciones ó deseos… No en balde es corriente el escuchar que Fulano está imbuido (poseído) por tal idea ó sentimiento; es decir que la idea en cuestión lo sumerge, lo precede, lo rodea y lo envuelve confiriéndole ese particular estado que él no eligió, ni voluntariamente intentó buscar. Alternativamente, si me inclino por la posibilidad sugerida por el verbo “tener”, las cosas se pintan muy diferentes. Tener algo supone diferenciarse conscientemente de lo que se posee y concebir esto último como algo inerte y pasivo que pasa a ser “objeto” de mi acción a tal efecto. La disyuntiva abierta así por el lenguaje de uso corriente cuando se refiere a las relaciones que puedo entablar con lo real a través de la percepción, la sensibilidad ó las ideas, me revela que mi modo de conocer está sostenido por una cierta “postura” que se patentiza enfáticamente en el significado propio de los verbos “estar” ó “tener”. El estado de alerta abierto por esta perspectiva bifronte me lleva a formularme una nueva pregunta: ¿es posible tener sin estar? Ó en otras palabras ¿puedo, podría pensar, sentir ó intuir separada (sin teñirme, sin envolverme) del pensamiento, pensamiento ó intuición? ¿puedo siquiera lograr ideas, emociones ó intuiciones solo por el deseo ó intención de tenerlas?

“… la ciencia no se aprende del modo que algunos pretenden. Afirman que pueden hacerla entrar en el alma en donde no está, casi lo mismo que si diesen vista a unos ojos ciegos” (Menón) dice Platón hace 23 siglos, sugiriendo la imposibilidad de contestar afirmativamente a tales preguntas. “Estando en un bosque, muchas veces he sentido que no era yo quien lo contemplaba. Ciertos días sentía que eran los árboles los que me miraban ó hablaban … Yo estaba allí, escuchando” refiere Cezanne hace unos decenios. “La naturaleza está adentro” propone por último Paul Klee implicando con ello la idea de que la distinción entre sujeto y objeto de conocimiento es solo aparente puesto que quien contempla está siendo a su vez, no sólo contemplado, sino que ,digámoslo así, está instalado ó existe a través de esa contemplación. La actitud (postura) activo-receptiva del artista para quien a naturaleza está adentro y le dirige la palabra como sujeto activo, confiere a su visión la cualidad sinóptica propia al lenguaje universal de la obra de arte. Desde ese punto de vista es evidente que no necesitamos “hacer entrar nada nuevo en el alma”. Quizá solo necesitemos hacerla consciente de que aquello forma parte de ella en tanto que le es consustancial. Realizar esta verdad comporta un salto cualitativo en la manera de ver el mundo y mi propia persona. Es despertar a mi “extrañeza” por estar aquí y ahora de esta especial manera. Los modos de [Type text]

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conocimiento tradicionalmente atribuidos a la actitud poética y al arte en general tienen en común con el amor el ser independientes de nuestras voliciones. Tal ocurre con la intuición, la inspiración y el pensamiento analógico en general. Por otra parte este especial estado puede “contagiar a otro ó a otros” por así decirlo, más que “demostrarles” la verdad ó falsedad de tal aserto. De esa manera, quien contempla, lee ó escucha una obra de arte es trasladado instantáneamente al “lugar” en que el artista crea y puede comprender sin explicaciones, es decir, conoce.

“¿Qué es lo irremplazable en una obra de arte? ¿qué lo que hace de ella mucho más una voz del espíritu cuyas analogías se encuentran en todo trabajo productivo del pensamiento filosófico ó político que un medio para la obtención de placer? El hecho de que contiene más ideas, matrices de ideas, el hecho de que nos proporciona símbolos cuyo significado nunca terminamos deber, de comprender..., porque exigen “ser contemplados” antigua costumbre que se está perdiendo u ocultando con el vértigo de la modernidad . Precisamente porque el verdadero arte reside y nos hace residir en un mundo para el que no tenemos la llave, la obra de arte nos enseña a ver y nos proporciona algo en qué pensar como no puede hacerlo ningún trabajo analítico, ya que, cuando analizamos algo sólo encontraremos lo que hemos puesto en ello.

Para llegar a esta conclusión se requiere asumir como verdad que no se puede ser sin estar, y por ende que no se puede conocer sin estar ya en alguna especial posición, cuya virtud nos hace ingresar en la peculiar región de la contemplación.

No sólo el lenguaje con sus virtualidades del habla cotidiana, sino también y primordialmente la experiencia nos hacen reconocer como cierto la diferencia de lo que lo que comprendemos al escuchar una creación de Mozart ó al estudiar de la física de Niels Bohr. ¿Qué es entonces lo que sucede cuando analizo la clasificación de las formas zoomorficas ó cuando observo el fenómeno de la transmisión de los impulsos eléctricos? ¿estudio? ¿conozco? ¿tengo ideas? ¿comprendo voluntariamente? Pensemos tan sólo que si la analogía, el símbolo y la metáfora nos permiten recoger en una sola instancia percepciones, ideas y sentimientos, la operación de aislar y aplicar separadamente cada una de estas funciones a nuestra comprensión de lo real posiblemente nos llevará a otro lugar y postura cuya verosimilitud también tendríamos que establecer, no sé si por la vía de la experiencia vital.

PLATON, República Libro VII, 518 b, d. Ed. Porrúa BsAs 1966CORNFORD F,M. La Teoría platónica del conocimiento Ed. Paidos, BsAs 1968MERLEAU PONTY, Maurice Phenomenology of perception Library of Congress, ISBN 0-415-04556-8GILSON, Etienne Pintura y realidad Ed. Aguilar, Madrid 1961

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