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CAPÍTULO VIII El ascenso al poder de la mujer en Chile: Análisis del discurso político de Michelle Bachelet TERESA HUERTA University 01 Southern Indiana CAROLINA LATORRE Butler Un ivers it y Con una trayectoria política sorprendente y una experiencia de vida emblemática, Michelle Bachelet, la nueva presidenta de Chile, emerge sorpresivamente como una figura política clave en el Cono Sur. Médico cirujano, especialista en pediatría y salud pública, Ba- chelet es designada ministra de saltid en el año 2000, cargo que le permite echar las bases de la reforma de salud en Chile. En 2002 es nombrada ministra de defensa, nombramiento que toma en cuenta sus estudios sobre estrategia militar en la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos de Chile (ANEPE), y sobre defen- sa continental en el Colegio Interamericano de Defensa en Wa- , shington. Esta última designación sienta un precedente, ya que se convierte en la primera mujer en Chile y Latinoamérica en desempe- ñar este cargo. En lo personal, Bachelet se sobrepone a una persecución despia- dada de la dictadura de Pinochet que primero aniquila a su padre, General de Brigada de la Fuerza Aérea, quien muere de un infarto cardíaco en prisión debido a apremios físicos, y luego las apresa a ella y a su madre llevándolas a centros de tortura, y eventualmente al exilio. Como Bachelet misma lo expresa en su discurso ante el Congreso del Partido Socialista de Chile, ella pertenece a «una gene- ración que enterró a muchos de los suyos, y que vio desaparecer a otros tantos. Una generación que vivió el exilio. Una generación que

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CAPÍTULO VIII

El ascenso al poder de la mujer en Chile: Análisis del discurso político

de Michelle Bachelet

TERESA HUERTA

University 01 Southern Indiana CAROLINA LATORRE

Butler Un ivers it y

Con una trayectoria política sorprendente y una experiencia de vida emblemática, Michelle Bachelet, la nueva presidenta de Chile, emerge sorpresivamente como una figura política clave en el Cono Sur. Médico cirujano, especialista en pediatría y salud pública, Ba­chelet es designada ministra de saltid en el año 2000, cargo que le permite echar las bases de la reforma de salud en Chile. En 2002 es nombrada ministra de defensa, nombramiento que toma en cuenta sus estudios sobre estrategia militar en la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos de Chile (ANEPE), y sobre defen­sa continental en el Colegio Interamericano de Defensa en Wa­

, shington. Esta última designación sienta un precedente, ya que se convierte en la primera mujer en Chile y Latinoamérica en desempe­ñar este cargo.

En lo personal, Bachelet se sobrepone a una persecución despia­dada de la dictadura de Pinochet que primero aniquila a su padre, General de Brigada de la Fuerza Aérea, quien muere de un infarto cardíaco en prisión debido a apremios físicos, y luego las apresa a ella y a su madre llevándolas a centros de tortura, y eventualmente al exilio. Como Bachelet misma lo expresa en su discurso ante el Congreso del Partido Socialista de Chile, ella pertenece a «una gene­ración que enterró a muchos de los suyos, y que vio desaparecer a otros tantos. Una generación que vivió el exilio. Una generación que

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vivió en su propio cuerpo la tortura y el atropello a la dignidad hu­mana » «<Los valores que orientan nuestro accionar», 2).

Morris explica como los partidarios de Bachelet la ven como un símbolo de la transición de Chile él la democracia:

Bachelet's avid supporters see her as a «symbol of Chile's tran­sition to democracy", with a rather unique life story that distin­guishes her from the traditional male and female politician pro­totype. As a daughter of an Air Force general who was tortured and killed for opposing Pinochet's 1973 coup, and as a victim of I

torture herself, Bachelet represents a particularly uniting force for building bridges between the civilian government and the post-Pi­nochet military establishment (<<Breaking In or Breaking Out", 20).

El maltrato y la cercanía de la muerte, sin embargo, no menosca­ban la estabilidad emocional y el proyecto de vida de Bachelet, quien persigue sus metas con paciencia y perseverancia. Su liderazgo polí­tico comienza temprano, cuando es elegida presidenta de curso en la secundaria, y dirigente estudiantil durante el gobierno de la Unidad Popular, época en que se incorpora a la juventud socialista. Su com­promiso ideológico queda claramente establecido cuando es elegida miembro del comité central del partido socialista en 1995. Su activis­mo político culmina cuando es designada candidata a la presidencia de la república por la coalición de partidos de la Concertación], ins­cribiendo oficialmente su candidatura presidencial el 8 de septiem­bre de 2005.

La candidatura de Bachelet se gesta sorpresivamente en base a encuestas de opinión que evidencian su creciente popularidad. Apa­rentemente, este apoyo popular responde al esfuerzo de Bachelet por ayudar a los grupos más vulnerables de la sociedad como los hijos de detenidos desaparecidos, los enfermos de SIDA, los nií'\os, los an­cianos y las mujeres. Su paso por los ministerios de salud y defensa es también crucial para establecer su liderazgo; en su trabajo minis­terial, desarrolla una relación muy cercana con la gente, la cual la vi­sualiza como una profesional eficiente que hace un serio intento por solucionar problemas sociales endémicos. Un ejemplo de lo anterior son los esfuerzos denodados de Bachelet por disminuir las colas de atención en los consultorios de salud en un 100 por 100 en tres me­ses, meta que no logra cumplir en su totalidad, pero que concita el apoyo incondicional de la gente (La hija del tigre, 153).

Bachelet ejemplifica una trayectoria política alternativa basada en el apoyo de la gente y en una exitosa gestión ministerial en el sector

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privado. Esta opción resultó más conveniente para las dos mujeres chilenas que se proyectaron como candidatas a la presidencia en las elecciones recién pasadas (Michelle Bachelet y Soledad Alvear). Se­gún Morris, esta modalidad, a diferencia de la carrera parlamentaria tradicional, les da a las mujeres más flexibilidad de horarios para preocuparse de sus familias y les evita la dura competencia política que implica una elección de alcalde, diputado o senador (19) .

Con todo, la popularidad de Bachelet también se hace evidente en los ámbitos de la política contingente, yendo más allá de las leal­tades partidistas. En Bachelet; la historia no oficial se narra una visita del actual presidente Ricardo Lagos a Chiloé, durante la reciente campaña municipal. En esa ocasión, Sergio Páez, un dirigente demo-

o cratacristiano que había impulsado la candidatura presidencial de su " correligionaria Soledad Alvear, le solicita una visita de la entonces

ministra de defensa Michelle Bachelet. Lagos, asombrado, comenta: «esto es muy raro. Nunca había visto algo así. Si los dirigentes demo­cratacristianos quieren a Bachelet no hay más que hablar ... "Esta niña es un balazo"» (22-23).

Este estudio tiene por objeto analizar el discurso politico de Bache­let contenido en siete discursos pronunciados por ella entre el2 de di­ciembre de 2004 y el 11 de diciembre de 2005, correspondientes a la primera vuelta presidencial, y en dos discursos más pronunciados después de la primera vuelta, incluyendo sus palabras como presiden-

o ta electa el 15 de enero de 2006; todos ellos fueron publicados en el si­tio intemet de su campaña. A lo anterror se añaden los pronunciamien­tos politicos vertidos por Bachelet en dos entrevistas concedidas al diario chileno El Mercurio, en los días previos a la elección. Se analiza­rán estos discursos desde el punto de vista semántico y retórico, te­niendo como guía los planteamientos teóricos de Julieta Haidar (El campo del Análisis del discurso: aportes para el estudio de lo político, 2003) y de Teun Van Dijk (<<What is Political Discourse Análisis?», 1997).

Una de las condiciones sine qua non para que haya discurso polí­tico, según Haidar, es la capacidad del sujeto político para desarro­llar un liderazgo efectivo (11-12). Esta capacidad queda demostrada en el caso de Bachelet por su habilidad para generar un discurso diferente y cercano a la gente. Una de las estrategias más efectivas de Bachelet para acercarse a la gente es enfatizar su rol de madre yama de casa en el ámbito privado para así reforzar su rol en el ámbito público. De esta forma, su discurso establece un puente entre la esfe­ra pública y la privada a las que no hace aparecer como mutuamen­te excluyentes sino como dos ámbitos complementarios que se apo­yan mutuamente.

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Por una parte, Bachelet se presenta ante el electorado como una política hábil, capaz de mejorar las condiciones de la mayoría: «re­presento el cambio de todas aquellas cosas que podemos mejorar: más y mejor trabajo, educación de calidad, salud digna para todos, seguridad y protección para las familias» (<<Discurso cierre de cam­paña», 2); por otra parte, sin embargo, ella sigue siendo «una mujer como tantas, que ha trabajado duro y sacado adelante a su familia» (<<Discurso cierre de campaña» , 2) . La percepción que el electorado tiene de Bachelet como una mujer sencilla, pero capaz de enfrentar grandes desafíos ha sido adecuadamente descrita por Isabel Allende en una declaración de apoyo a la candidata :

He oído decir varias veces que MicheUe es como miles de otras chilenas, como nuestras madres, hermanas, amigas, una profesio­nal quitada de bulla, trabajadora, que cuida a su familia y participa de las dificultades de la existencia cotidiana, en otras palabras, al­guien «como uno». Cierto, pero creo que Michelle es mucho más que eso oo' Aunque nos cautive su sonrisa maternal y nos intrigue la posibilidad de tener una primera Presidenta, Michelle no es solo una especie de mamá a nivel nacional, una señora simpática que se ha ganado el corazón de los chilenos por su llaneza y bondad. Es­tamos frente a alguien de intelecto brillante, médica y ministra de estado, una persona estudiosa, determinada, inquieta desde la adolescencia por el tema de la justicia social (<< MicheUe Bachelet, voto de esperanza», 1).

Al borrar la línea divisoria entre el ámbito público y el privado, el discurso de Bachelet ocupa un espacio intermedio entre ambas esfe­ras que Mayhead ha descrito como un espacio andrógino y neutro que corresponde a una nueva manera que tienen las mujeres de ha­cer política en el siglo XXI. El discurso femenino que ocupa el espacio retórico antes descrito se caracteriza por no ejemplificar un estilo de hacer política típicamente femenino y por ser un discurso que se preocupa de temas que no sólo atañen a las mujeres sino a toda la co­munidad (209-210).

Al postular que el discurso de Bachelet ocupa un espacio de estas características se entiende mejor el apoyo concitado por Bachelet en electores de ambos sexos, ya que su proyecto para la nación no privi­legia aquellos temas que se relacionan con la mujer, sino que está en­focado a resolver los problemas de la ciudadanía en general. Es por eso que, en su diálogo con los ciudadanos, ella ha preferido un dis­curso abierto e inclusivo en que habla con ellos de una amplia gama de temas:

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De un plan de igualdad desde la infancia, para eliminar las di­ferencias de cuna en nuestros niños. De una reforma provisional que asegure pensiones dignas a nuestros adultos mayores. De ma­yor equidad, y calidad en la educación, de la subvención diferen­ciada. De una mejor vivienda, pero de una mejor ciudad. De más innovación, de democratizar el emprendimiento. De cuidar de ver­dad el medio ambiente. De preocuparnos de la mujer. De proteger a los trabajadores. De más poder para las regiones (<<Congreso Ge­neral del Partido Socialista de Chile», 2).

Basándonos en la argumentación de Haidar quién afirma que «el discurso político es el que se encuentra más impregnado de la co­yuntura» fuera de la cual pierde espacio y se desfasa (12), postula­mos que el discurso de Bachelet está íntimamente ligado al devenir político e histórico de Chile. Cuando Bachelet se refiere al presente en su discurso, este presente está condicionado por los cambios lle­vados a cabo por la Concertación en 16 años de gobierno, los que a su vez son una reacción a 17 años de dictadura. Es así como Bachelet

.~~ t debe referirse a un proceso gradual de democratización y moderni­zación del estado que ha logrado avances importantes, pero que no ha sido completado.

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Mirado desde la perspectiva anterior, se entiende por qué el dis­curso de Bachelet no contrasta un presente puntual con un pasado inmediato. A diferencia del discurso político tradicional que postula Van Dijk, en que las referencias al presente tienden a ser negativas (27), el discurso de la presidenta cnilena tiene su origen en una visión positiva del Chile actual que ella describe como «un Chile distinto. Un Chile tolerante. Un Chile abierto. Un Chile maduro que salda las deudas de su pasado y se atreve a mirar al futuro en conjunto» «(Nuestro sueño posible», 1). Es en este Chile en el que, en los últi­mos años, se ha diversificado la oferta exportadora y se ha logrado una estabilidad macroeconómica gracias a una política de disciplina fiscal (<<Nuestro sueño posible», 3). Ella también menciona los avan­ces de los gobiernos de la Concertación en cobertura educacional y en la reducción de la pobreza (<<Nuestro sueño posible», 4-7). Bache­let piensa que la receta adecuada para el futuro debe ser «más de lo mismo», o sea «persistir en lo bueno que se ha logrado hasta ahora» (<<Nuestro sueño posible», 8). Más de lo mismo, dice Bachelet, pero con una nueva meta: «transitar de la prosperidad a la solidaridad» (<<Junta Nacional de la Democracia Cristiana», 5).

Lo anterior hace que las promesas de cambios futuros en el dis­curso de Bachelet no sean diametralmente opuestas al presente como ocurre en el discurso político tradicional (Van Dijk, 27), sino que re-

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presenten la continuidad de los cambios que ya se han llevado a cabo. Es así como la necesaria polarización del discurso político que postula Van Dijk (28) se expresa en el discurso de Bachelet como una . crítica presente a un pasado más remoto que corresponde al período dictatorial que se extiende desde 1973, cuando se produce el golpe de estado, hasta 1990, fecha en que Patricio Aylwin, al primer presi­dente democrático, asume la primera magistratura.

Los cambios para el futuro que propone el discurso de Bachelet se caracterizan por una creciente aceleración y una necesidad imperio­sa de innovación para aprovechar las oportunidades brindadas por la globalización y la sociedad del conocimieÍüo en el siglo XXI. Para poder dar el salto al desarrollo económico, expresa Bachelet, hay «que ser cada día más innovadores» y no esperar que las condiciones sean propicias sino salir a buscar las oportunidades. Por eso Bachelet le recuerda a la ciudadanía que en el mundo de hoy se trabaja «con­tra el tiempo;» esta urgencia es especialmente importante en su caso ya que, debido a una reforma constitucional, su período de gobierno será de cuatro años y no de seis como había sido la norma en Chile con los presidentes anteriores (<<Nuestro sueño posible», 7-8).

El discurso político de Bachelet contrasta períodos extendidos en el tiempo, que según la presidenta chilena, han transformado el país en forma lenta, pero segura: «Chile cambió ante nuestros ojos», nos dice Bachelet. «Los gobiernos de Aylwin y Frei construyeron un Chi­le distinto. El Chile opaco, empobrecido, aislado de Pinochet, dio paso a un Chile pujante, vibrante, reconocido» (<<Los valores que orientan nuestro accionar», 3). El logro más importante de la Concer­tación como lo percibe Bachelet, por lo tanto, es el haber reemplaza­do un discurso político autoritario por uno democrático.

Como buena militante socialista, Bachelet hace hincapié en los cambios llevados a cabo por el presidente socialista saliente, Ricardo Lagos:

Chile cambió aún más durante estos cinco años. Ya no sólo fue un cambio de faz. Ya no sólo fue la monumental obra en caminos y puertos. Ya no sólo fue el cambio hacia familias con vivienda, agua y luz. Ya no sólo fueron más escuelas y hospitales. Chile ha cambia­do también culturalmente. Estamos siendo testigos del fin de la mentalidad poco abierta, el fin de la cultura de la arrogancia, co­mienza el fin de la intolerancia (<<Los valores que orientan nuestro accionan>, 3).

El cambio cultural arriba descrito, culmina, según Bachelet, con «un nuevo desafío ... poner, por primera vez en la historia, a una mu-

AMORlA HIST6RICA, GÉI\TERO E fNTERDISCfPLINARIEDAD L )

jer en la primera magistratura de Chile» (<<Los valores que orienté'm nuestro accionar», 3).

Increíblemente, esta meta, que parecía tan difícil de lograr, se con­vierte en una realidad cuando, el 15 de enero de 2006, Michelle Ba­chelet Jeria es elegida presidenta de Chile con un 53.5 por 100 de los votos, convirtiéndose en la tercera jefa de estado en la historia de La­tinoamérica, después de la nicaragüense Violeta Chamorro y la pa­nameña Mireya Moscoso. Es entonces cuando su discurso cobra una fuerza y efectividad inusitadas ya que por primera vez en Chile el discurso de una mujer, que no corresponde al imaginario socio-cul­tural y político de Chile de carácter eminentemente patriarcal, es

[ apoyado por la ciudadanía. A las restricciones discursivas que nos plantea Haidar, «quien puede hablar» en el discurso político y «a quien puede hablar» (7), se puede responder de una manera inédi­ta: puede hablar una mujer a un electorado de hombres y mujeres. Bástese recordar que no fue la votación de las mujeres la que inclinó la balanza a favor de Bachelet, ya que hombres y mujeres votaron por ella en igual número (<<Editorial El Mercurio», 1).

Las restricciones discursivas anteriormente mencionadas tuvie­ron una respuesta muy diferente en los años 90 en Latinoamérica. Nikki Craske explica que en los gobiernos democráticos que reem­plazaron a las dictaduras en América Latina (como es el caso de los gobiernos de la Concertación) se produjo una remasculinización del discurso político que había abierto nuevos espacios para la mujer en los años 80 (87), fenómeno que se réfleja en el discurso de Bachelet. Ella sabe que su liderazgo desafía la norma en Chile, y que no es más que un primer paso para que la mujer se integre a las esferas de po­der. Es por eso que Bachelet denuncia en su discurso la exigua parti­cipación de las mujeres en política desde los años 90 en Chile:

Apenas el lO por 100 de las parlamentarias desde 1990 han sido mujeres. En el Senado, solo 4 por 100. Apenas el12 por 100 de los municipios son encabezados por alcaldesas; sólo 17 por 100 de los concejales son mujeres. En los ministerios apenas un 17 por l OO, eso considerando que el presidente Lagos ha subido este promedio al nombrar 8 ministras. ¡Yeso que nosotras somos más de la mitad del electorado (<<Primer encuentro mujer Araucania», 5).

Para remediar 10 anterior, Bachelet promete «paridad hom­bre / mujer» en los puestos de su confianza, y anuncia un proyecto de «ley de cuotas para la participación femenina ... para que el 40 por 100 de las candidaturas de los partidos sean mujeres» (<<Primer en­cuentro mujer Araucanía», 5).

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Bachelet, no obstante, está también muy consciente de los prejui­cios culturales que ha debido erurentar su campaña a causa de la for­ma en que la opinión pública ha percibido tradicionalmente los lide­razgos femenino y masculino, y que ha hecho más difícil para ella convencer al electorado de su competencia para desempeñar el car­go. En una entrevista concedida al diario chileno El Mercurio, expre­sa lo siguiente:

[Llos estilos de liderazgo de las mujeres son distintos que los de los hombres. Si un hombre habla fuerte y firme, tiene carácter. Si una mujer habla fuerte y firme es histérica. Si un hombre llora, es sensible. Si a una mujer se le quiebra la voz o le tirita la pera, es des­controlada ("Michele Bachelet: Yo soy humanista laica», 2).

Aunque Bachelet describe estas diferencias de percepción de los liderazgos femeninos y masculinos como prejuiciadas, en otra entre­vista para El Mercurio se da maña para hacer resaltar diferencias, que según ella, prueban que las mujeres no sólo pueden «hacer las cosas tan bien como los hombres», sino que les añaden algo más:

[LJas mujeres podemos hacer las cosas tan bien como los hom­bres, pero le podemos poner algo más: una manera distinta de ha­cer las cosas. Podemos ser eficientes, cumplir lo que prometemos, pero además podemos tratar de que éste sea un país más acogedor. Podemos movernos entre lo teórico y lo práctico, entre lo general y lo particular. Nos preocupamos mucho de las grandes cosas, pero también de implementarlas, de los detalles (<<Bachelet sale a enca­rar a Lavín y Piñera", 5).

El afán integrador de Bachelet no se detiene en la mujer sino que pretende integrar a las tareas de futuro a todos los ciudadanos, más allá de sus diferencias: «creo con mucha convicción que tiene mucho más valor lo que podemos lograr juntos, que la defensa de lo que puede separarnos» «<Nuestro sueño posible», 2) . Esta integración debe extenderse «más allá de las fronteras de los partidos, las coali­ciones y los gobiernos» «<Nuestro sueño posible», 7). Las fronteras, por lo tanto, no sólo deben abrirse en el frente interno sino en toda Latinoamérica y en el mundo entero, donde la integración debe apuntar a objetivos estratégicos que generen mecanismos de seguri­dad colectiva, y a objetivos energéticos, económicos y comerciales «<Desafíos del progresismo en Chile», 6).

Estamos de acuerdo con Insunza y Ortega cuando afirman que Bachelet «posee un liderazgo integrador femenino, distinto al estilo

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impositivo frontal, tan en boga en estos días» (65). Su discurso no se ubica a medio camino entre el consenso y el disenso, como sugiere Haidar en su modelo (14) sino que se acerca mucho más al consenso.

Para minimizar la confrontación, Bachelet se vale de la ironía y de un lenguaje indirecto en el que ella celebra el discurso opositor por haber evolucionado hacia valores más genuinos que son los que ella representa. Aunque sutil, esta estrategia es muy efectiva porque deja claro que el discurso opositor es culpable de simulación, mecanismo en el cual, según Haidar, «el sujeto toma el vocabulario o marcas dis­cursivas de un grupo que no es el suyo» (23):

¡Cuánto gusto da ver a algunos de la oposición ahora preocu­pados de la igualdad de oportunidades! ¡Cuánto gusto da ver a los intolerantes de antes hablando ahora de tolerancia! ¡Cuánto gusto da ver a los autócratas de antes hablando ahora de participación y democracia! «<Los valores que orientan nuestro accionap>, 7) .

Pero Bachelet no sólo usa implícitos discursivos para diluir sus ataques al conglomerado opositor, sino que se refiere abierta yexplí­citamente a la necesidad de implementar una campaña amplia, lim­pia, y sin descalificaciones:

Chile quiere participación, y allí están los diálogos ciudadanos. Chile quiere una campaña propositiva, y allí está nuestro discurso, amplio, abierto limpio, sin descalificaciones. Chile quiere inclusión y no exclusión. Chile quiere1gualdad, quiere menos pobreza. Chi­le quiere justicia. Y de eso hemos hablado en esta campaña ("Con­greso General del Partido Socialista de Chile», 2).

Algo parecido expresa en su discurso del 11 de diciembre de 2005, pronunciado después de las elecciones de primera vuelta, en que ella no alcanza la mayoría absoluta para ser elegida. En esa ocasión les pide a sus dirigentes « ... menos peleas políticas. Menos declaraciones por los diarios. Menos discusiones que no llevan a ninguna parte ... (<<Discurso elecciones», 2). Bachelet prefiere que los miembros de su comando sal­gan más a teneno para dar a conocer su programa.

La necesidad que tiene Bachelet de generar un gran consenso na­cional se hace también presente el 15 de enero de 2006, cuando pro­nuncia su primer discurso como presidenta electa. Esa noche Bache­let saluda a aquellos que votaron por los otros tres candidatos expresando su deseo de incorporarlos a su gobierno. Luego, y al re­cordar la violencia de que fuera objeto durante la dictadura, habla de un reencuentro entre todos los chilenos:

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La violencia entró en mi vida destrozando lo que amaba. Por.­que fui víctima del odio, he consagrado mi vida a revertir ese odio. y convertirlo en comprensión, tolerancia y, por qué no decirlo, en amor. Se puede amar la justicia y a la vez ser generosa. ¡Porque Chile se ha reencontrado! ¡Porque hemos avanzado mucho en esa senda! ¡Mi gobierno será un gobierno de unidad! ¡Seré la presiden­ta de todos los chilenos! ("Palabras de la presidenta electa», 2).

Del análisis llevado a cabo en este estudio se desprende que el discurso político de Michelle Bachelet es un discurso atípico porque no critica un pasado inmediato y no hace promesas futuras que difie­ran radicalmente del estado de cosas presente. Su discurso, además, diluye la necesaria polarización del discurso político tradicional me­diante el uso de la ironía y el lenguaje indirecto. Pero, más importan­te aún, el discurso de Bachelet es también inédito, ya que por prime­ra vez en Chile el electorado apoya el discurso integrador de una mujer. Lo anterior se explica por el carácter inclusivo y dinámico del discurso de la presidenta chilena que se abre a todos los sectores es­tableciendo puentes de unión entre la esfera pública y privada, entre hombres y mujeres y entre militares y civiles.

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NOTAS

1 La Concertación es una coalición de partidos de centro-izquierda que ha gober­nado en Chile en el período post-dictatorial y que incluye a los siguientes partidos po­líticos: el Partido Demócrata Cristiano (PDC), el Partido Radical Social Demócrata (PRSD), el Partido Pro Democracia (PPD) y el Partido Socialista (PS) (Siavelis, 423).