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    ENRIQUE LYNCH 15 JUL 2006

     VENIR ALMUNDO, VENIR 

     AL LENGUAJE:Lecciones deFrak!r"

    Peter Sloterdijk

    Traducción de Germán

    Cano

    Pre-Textos. Valencia,

    2006

    164 páginas. 14,42

    euros

    E#FERA#$ Vo%!&en III$Es'!&as:esero%o()a '%!ra%

    Peter Sloterdijk

    Traducción de Isidoro

    Reguera Siruela.

    Madrid, 2006

    720 páginas. 45 euros

    CR*+ICA:

     El bufón más grande

     Arci-ado en: Peter Sloterdijk Peter Sloterdijk  Crítica literariaCrítica literaria EnsayoEnsayo CríticaCrítica LiteraturaLiteratura LibrosLibros CulturaCultura

    Peter Sloterdijk publica la última entrega de Esferas, en la que aborda el laberinto del presente posmoderno, descrito como la vida de las espumas. Además, se editan las

    lecciones que el filósofo alemán dictó en Francfort hace veinte años. Una diatriba contra el neorracionalismo, el escepticismo contemporáneo y el neoliberalismo de la eficacia.

    A Sloterdijk le encanta ir de bufón. A menudo su estrategia consiste en desmarcarse de la

    tradición, hacer como que la enfrenta y, al final, mostrar que la puede reconstruir, pero con

    tesitura y enfoque nuevos. Se nota en las Lecciones, un libro coyuntural que acusa el paso del

    tiempo. Su interés radica, tal como oportunamente se indica en la contraportada, en que

    conecta la etapa de la crítica de la razón cínica, el quinismo, como llama el propio Sloterdijk a

    su peculiar manera de practicar la bufonería como método crítico, con su opus magnum, la

    gran serie de las Esferas, donde parecería que el enfant terrible  se nos ha hecho mayor y ya

    no tiene empacho en montarse su propia teodicea, coqueteando c

    cambio, en las Lecciones  todavía habla el l ibrepensador. Falta det

    En Sloterdijk se reconocen los vicios y vir

    contemporánea, la que se escribe despu

    en verdad "filosofía" lo que hace? No est

    intempestividad de Nietzsche saca Sloter

    mismo que la escritura desmelenada y el

    Zaratustra, que da a su discurso ese regi

    matices del caso, porque el Dioniso Crucificado era un solitario y éste

    es un intelectual mediático). Sólo en Alemania se puede encontrar

    escritores así: los alemanes son grandes también en esto, pueden

    darnos los mayores plomos  y los petardos  más deslumbrantes; y

    Sloterdijk es muy deslumbrante y muy petardo.

    Expuestas como una poéti

    ca, es decir, como un programa literario donde la verdad, el verismo yel tener razón  no cuentan, estas lecciones se juegan a fondo a

    persuadir y a la seducción de las construcciones argumentativas que

    se desgranan en forma de cuatro peroratas densas y, por momentos,

    tan logorreicas como una alocución de Hugo Chávez, cuatro

    discursos a lo Fichte en el corazón del feudo de Jürgen Habermas, la

    Francfort que -como recuerda Sloterdijk con malicia- acunó la "teoría

    crítica" pero también, no lo olvidemos, es la capital financiera de

    Alemania. En gran medida deberían leerse como una diatriba

    solapada contra el neorracionalismo comunicativo con que Habermas

    ha querido rescatar el programa teórico-crítico de la modernidad de

    Adorno y Horkheimer y, como toda diatriba, su fuerza está en parteen la provocación, acompañada por un palabrerío por momentos

    torrencial que en el fondo maquilla una pura artimaña. Como en la

    autobiografía de Tristram Shandy, Sloterdijk promete un meollo, un

    asunto trascendente que nunca llega. Puede que su gesto sea un acting-out  para mostrar que

    #./ADO, 15 de julio de 2006

    EDICIÓN

    IMPRESA 

    ufón más grande | Edición impresa | EL PA S http://elpais.com/diario/2006/07/15/babelia/1152919038_850215.html

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    en el pensamiento nunca hay comienzo sino siempre un comenzar, y que de lo que se trata es

    de aprender a plantear preguntas sin preocuparse por resolverlas, para recordar que en

    filosofía siempre estamos en pañales. Pero si fuera así, no me ha parecido hallar en este libro

    ninguna respuesta. El texto se desenrolla (nunca mejor dicho), autoacicateado página tras

    página con un desafiante "señoras y señores" que dirige chulescamente a los oyentes como

    quien saca pecho delante del adversario. ¿Pero quién es ese adversario? ¿La

    socialdemocracia elevada a ética de la acción comunicativa que se supone agazapada entre el

    público? Quizá. Pero no sólo, también arremete contra el discurso ascendente de la época

    -recordemos que el libro tiene ya casi veinte años-, el escepticismo posmoderno y el

    neoliberalismo de la eficacia, ambos espíritus de nuestro tiempo que capitulan delante de lo

    que cabría llamar, usando un lenguaje un tanto periodístico, las ideas-fuerza que han

    renunciado a hacer filosofía crítica. Sloterdijk cree en cambio que se puede seguir haciendo

    filosofía pero, eso sí, sin vender crecepelos. Nada de recurrir al gastado "por qué aún

    filosofar". Su poética está concentrada en pensar el comenzar  para empezar a pensar de otra 

    manera. Si la filosofía ha puesto tradicionalmente su atención en el origen, Sloterdijk recuerda

    que no hay comienzo, que todo advenimiento, todo venir al mundo está ya pautado por el

    ingreso en un drama ya iniciado porque siempre estamos in media res, como decía Kermode,

    mirando hacia el origen y temiendo el final. Así advenimos a un habla, a una identidad

    idiomática y nacional que determina el horizonte de nuestro pensamiento posible, y con estas

    cortapisas abordamos la tradición de la filosofía. Pero, lejos de arredrarse o de sucumbir a la

    melancolía cioranesca ("el inconveniente de haber nacido", la desgracia de no habérsenos

    dado la posibilidad de empezar nada), rescata como emblemático el papel de Sócrates, de

    cuya mayéutica reinterpretada dice que todavía cabe aprender estilo y método: toda una

    vocación. Así pues, un Sócrates heroico es presentado aquí como la comadrona del espíritu

    europeo (el que sabe que no sabe), su numen propiciatorio. A Sloterdijk le gustaría ser el

    Sócrates de nuestra época, el Sócrates que muestra cómo las dos estirpes irreconciliables

    nacidas del comienzo de la filosofía, una "baubología" de derechas (Shankara, Platón, Plotino,

    Hegel y Bloch) y otra de izquierdas (Sócrates, Nagarjuna, Eckhart, Heidegger, Rank y Derrida),

    son alternativas excluyentes que dejan a la francfortiana teoría crítica -la clásica y la

    contemporánea- en una incómoda indecisión, como el asno de Buridán.

    La receta para salir del atolla

    dero posmoderno que propone Sloterdijk es, a fin de cuentas, la literatura. En el poema

    expuesto a lo abierto de Paul Celan que cierra las lecciones estaría la clave de este libro que

    se lee de sobresalto en sobresalto. Pero, cuidado, que Celan es el poeta más sombrío y

    -recordemos- acabó su vida arrojándose a las aguas del Sena.

    La tercera y última entrega de la descomunal serie de las Esferas  parece más explícita a la

    hora de mostrar el asunto de Sloterdijk. Las dos entregas previas, el volumen Burbujas, que se

    salía del eje del tiempo para reflexionar en torno al espacio (comunidad, inmunidad, intimidad,

    y sus temples); y el segundo, Globos, donde Sloterdijk ensaya su personal teodicea ("novelafilosófica" la llama, usando una expresión no muy feliz) compuesta por un drama ecuménico en

    tres actos: macrosferas, para describir la época del pensamiento cosmogónico; microsferas,

    para contar la filosofía de la subjetividad, y esferología, reflexión que recaba sobre nuestro

    presente posmoderno descrito como la vida de las Espumas, es el asunto que ocupa esta

    tercera parte. Con ella el opus  se consuma y satisface la pauta armónica indoeuropea, el tres,

    como observaría Dumézil, la cifra mágica de toda construcción metafísica. Sin embargo, no es

    metafísica esto. Se puede leer la trilogía de las Esferas  de muchas maneras: como ejercicio

    literario total, como tentativa de reconstrucción de una metafísica sin Dios o como -pienso yo-

    delirio razonable que dispensa un enorme placer al lector. Lo mismo da. Ningún lector culto

    saldrá insatisfecho o descontento con la experiencia. La construcción, sea o no arquitectónica,

    es la recompensa de la forma y la forma es otro nombre para el sentido. Poco importa quetambién las Memorias  del paranoico presidente Schreber siguieran la misma pauta. El del

    Sloterdijk es un delirio saludable, sin promesa mesiánica, sin hipótesis salvacionista, marcado

    por el oxímoron como emblema retórico. Y, como toda bufonada, deja una sonrisa y un regusto

    agridulce.

    ufón más grande | Edición impresa | EL PA S http://elpais.com/diario/2006/07/15/babelia/1152919038_850215.html

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    En este volumen de resonancias spenglerianas se transcribe una versión ampliada del

    fascinante ensayo sobre el terror del aire (que publicara Pre-Textos en 2003), más un examen

    crítico-admirativo de las mamarrachadas del surrealismo, un recorrido por la arquitectura que

    diseña el hábitat posmoderno y por los vericuetos de nuestra civilización técnica (¡hasta hay

    espacio para las extravagancias de R. Buckminster Fuller!) y el arte de las performances  de la

    transvanguardia. Sloterdijk repasa los clichés culturales y las banalidades de la sociedad del

    individualismo y traza incontables escorzos inteligentes sobre la esfera -nunca mejor dicho- de

    lo presente. Nada parece escapar a su inmensa curiosidad, a su poderosa vocación de trazar

    tramas de identidad en las retículas que forman nuestras espumas, nada escapa a sus ojos

    pícaros que miran sobre nuestra existencia como el niño que juega fascinado con las pompas

    de jabón. Un gran libro. Por una vez, da gusto poder decirlo.

     © EDICIONES EL PAÍS S.L.

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