El camino hacia la sanación después del

aborto:!

Cinco mujeres comparten

sus historias

© 2011, Project Rachel – Arquidiócesis de Boston © 2019, Fotos de portada y contraportada utilizadan con permiso de

Cynthia J. Reynolds (cinreynolds@comcast.net). Todos los derechos reservan.

“Raquel llora por sus hijos, rehúsa ser consolada porque ya no existen. Así dice el Señor: “Reprime tu voz del lloro y tus ojos

del llanto… en tu futuro hay esperanza”

Jeremías 31, 15-17

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INTRODUCCION

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Se estima que sobre un 25% de mujeres en América abortarán voluntariamente. Muchas de estas mujeres, en algún momento, padecerán aflicción y remordimiento por su decisión. Su dolor

es a menudo silencioso. La experiencia personal del aborto raramente se discute con la familia o amigos. Para algunas mujeres también hay una vergüenza interna, asociada con el aborto, que les hace sentirse “imperdonables”.

Desde 1985 PROJECT RACHEL, ministerio de la Iglesia Católica, ha estado ofreciendo esperanza y sanación del dolor por haber abortado voluntariamente. Cinco mujeres que han participado en el ministerio de Project Rachel de la arquidiócesis de Boston han escrito sobre su experiencia personal de sanación después del aborto en este folleto. Ellas lo hacen con la esperanza de que otras mujeres (y hombres también) que están pasando por el dolor secreto de haber cometido un aborto, experimenten la paz y la curación de la divina y tierna misericordia de Dios. Estos testimonios fueron publicados por primera vez en octubre de 2011 las ediciones de “The Pilot” el periódico de la arquidiócesis de Boston. Los nombres de las autoras se han cambiado para proteger su confidencialidad. !

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PRIMERA HISTORIA

!

Mi trayecto personal de sanación comenzó después de seis largos años de un ensordecedor y silencioso dolor. Seis años del remordimiento mas pesado. Tan intenso como mi profunda

necesidad de dar marcha a tras al reloj fue mi triunfante regreso a ser de nuevo la que fui una vez, únicamente gracias a PROJECT RACHEL.

Recuerdo durante aquellos oscuros años levantarme cada mañana y, por unos pocos segundos, estar bien. Entonces, recordaba lo que había hecho y un dolor terrible me inundaba. Pero, como tantas otras mujeres, lo mantenía encerrado en mi interior. Había aceptado mi destino. Nadie me perdonaría. La enormidad de lo que había hecho hacia en realidad mis pasos más pesados. Hasta los hombros los sentía mas pesados. Lloraba en secreto casi todos los días. A veces por breves periodos de tiempo, mi mente se distraía. Incluso en ocasiones podía intentar y disfrutar de una comedia en el cine, pero entonces me acordaba y mi risa acababa porque, a fin de cuentas, yo no merecía reír.

Habiendo crecido en el seno de una familia católica que iba a misa todos los domingos, nunca imagine encontrarme en esta situación. Me convencí a mí misma de que había cometido un acto imperdonable. Me sentía absolutamente sola. Necesitaba desesperadamente conectar con otras mujeres que estuvieran sufriendo lo mismo que yo y anhelaba volver a ser la mujer que un día fui. Entonces, una mañana de domingo en misa, mi marido me dio un boletín de la iglesia, señalándome las palabras en la parte posterior. Project Rachel - un programa para la curación después del aborto través de la arquidiócesis. No podía creer lo que leía.

Me tomó varios meses armarme de valor para llamar. Había hecho un buen trabajo culpándome a mí misma durante años y, desde luego, no necesitaba que la persona que estaba al otro lado del teléfono me hiciera sentir peor. Pero, cuando finalmente llamé, no fue así en absoluto. La voz en el otro extremo era cálida y me lleno de esperanza. Y así, mi trayecto de curación comenzó el día en que hice esa llamada telefónica.

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Gracias a Project Rachel, soy yo misma otra vez. El retiro me dio la oportunidad de experimentar el amor y el perdón de Dios, algo que

había decidido que no merecía. No sabía que Dios había estado allí, todo el tiempo, ofreciéndome amor más allá de toda medida. Proyecto Rachel literalmente me iluminó el camino. Desde el momento en que llegué a la casa de retiro, el calor del amor de Dios me envolvió. Además, “Pude conectar con otras mujeres que conocían la misma desesperación que yo conocía, y pudimos experimentar la alegría de recibir los dones de esperanza y sanación juntas. Literalmente me siento más ligera. El poder del perdón cambia la vida. Soy feliz otra vez, y las personas que amo lo sienten. Siempre lamentaré mi

decisión y continuaré llevando mi secreto escondido conmigo. Se ha convertido en parte de quien soy, pero ya no define quién soy”. !

Pude conectar con otras

mujeres que conocían la

misma desesperación que

yo conocía, y pudimos

experimentar la alegría de

recibir los dones de esperanza

y sanación juntas. Literalmente

me siento más ligera. El poder

del perdón cambia la vida. Soy

feliz otra vez, y las personas

que amo lo sienten.

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SEGUNDA HISTORIA

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En junio de 1987, vi lo último que esperaba ver: un resultado positivo en una prueba casera de embarazo. Acababa de cumplir 18 años. Había sido violada cuatro semanas antes por un

conocido en mi fiesta de graduación. No le había contado a nadie lo que me había pasado, y no le conté a nadie que estaba embarazada. Simplemente lo intente arreglar por mi cuenta. Me levanté, fui a la guía telefónica, la abrí y llamé a la primera clínica de abortos que pude encontrar. No me detuve a pensar, a orar, a cuestionar. No consideré ninguna otra opción, no pensé que tenía otra opción.

Fui a la clínica un par de semanas después para un aborto. Recuerdo la sensación de completo aislamiento y total terror cuando me senté en esa sala de espera. Estaba rodeada de otras personas, pero completamente sola.

Dejé de inmediato todos mis sentimientos y pensamientos sobre lo que me había sucedido: la violación, el aborto, el bebé. Me gradué de la universidad, trabajé por años, me casé, quedé embarazada de mi primer hijo. Mi embarazo fue alegre, pero también teñido de miedo. No merecía tener un bebé. Yo había matado a mi bebé: Dios me quitaría a este bebé como castigo.

Tuve tres hijos. Los mecí para dormir, los besé, los empujé en los columpios y los atrapé en el tobogán, los llevé a clases de natación, fútbol y escuela. En el camino, siempre sentí que faltaba alguien. Pensaba que el vacío que sentía era ese primer hijo. No me di cuenta de que el vacío era de Dios. Había un agujero en mi alma que solo podía llenarse con Dios, y me sentía separado de él.

Durante la siguiente década por fuera era esposa y madre, pero también iba descendiendo cada vez más hacia la depresión, la ansiedad y, en última instancia, el alcoholismo activo.

Luché contra el alcoholismo durante casi una década, buscando ayuda de tratamiento médico y compañerismo con otros alcohólicos. Nada

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lo cambiaba, nada me ayudaba a dejar la botella y tomar control de mi vida. Busqué tratamiento de salud mental por el trauma que experimenté por la violación y el aborto, pero todavía estaba sufriendo y todavía bebía. Me pesaba en la conciencia el hecho de que estaba en un estado de pecado mortal: había matado a mi bebé. Necesitaba confesarme, y finalmente lo hice. A pesar de que mi sacerdote me concedió la absolución, de alguna manera no me sentía perdonado. Seguí bebiendo.

Había oído hablar del Project Rachel en alguna parte, no recuerdo dónde exactamente. ¿Debería llamarlos? Ya había confesado mi pecado. ¿Cómo puede ser esto algo diferente? Solamente podía esperar y, de alguna manera sentí esperanza.

Finalmente reuní el coraje para contactar con el Proyecto Rachel. Recibí una llamada de una mujer hermosa, que me habló sencilla y amorosamente como si fuera digna de su tiempo y de su ayuda. ¡Que regalo!

Asistí a un retiro de un día en mayo de 2009. Estaba hecho un desastre, llena de miedo e ira. Incluso tomé unos tragos ese día para ir al retiro. Sentarme en una habitación con otras mujeres que sentían tanto dolor como yo, escuchar sus historias, compartir las mías en voz alta, fue un alivio indescriptible. No sabía que podía decir en voz alta, que había tenido un aborto y que esas palabras fueran aceptadas y comprendidas.

Pensé que estaba sentada en una habitación con otras mujeres. Realmente estaba sentada en una habitación con Dios, amándome y dándome la bienvenida a casa. La presencia de Dios se manifestó en la presencia física de los demás en la habitación. Fue el círculo completo desde el día de 1987 cuando me senté en una clínica de abortos, completamente sola.

“No lo sabía entonces, pero ese día en el retiro del Project Rachel fue el comienzo de mi viaje de vuelta desde las profundidades del alcoholismo. Lentamente, con trabajo de mi parte y la ayuda de otros que sufren la misma enfermedad espiritual, me encontré en el camino hacia la sobriedad y en una relación con Dios. He encontrado la paz y

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el perdón y el bienestar mental. Sé que mi hijo está con Dios. Sé que mis hijos vivos y mi esposo y yo también estamos con Dios. Estamos todos juntos hoy, en las manos de Dios. Tengo a ese niño y a mis hijos en mi corazón todos los días, y estoy agradecido por el Project Rachel por traerme a este lugar de paz”. !

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TERCERA HISTORIA

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E stoy escribiendo hoy día llena de gratitud, pero esto no siempre fue así. Hace muchos años, cuando era joven e ingenua, quedé embarazada a los diecisiete años. Tenía tanto miedo ... de la

reacción de mis padres, de la vida futura, de cómo ser una madre. Sin embargo, todavía quería tener a mi bebé. Eso fue hace unos treinta y ocho años, y en ese entonces la vida familiar y nuestra sociedad eran muy diferentes. No habia clínicas, enfermeras escolares que discuten

el sexo, consejeros escolares o incluso una línea de ayuda anónima para llamar. Necesitábamos el permiso de los padres para cualquier cosa. Mis padres me dijeron que abortara. Estaba avergonzada de mí misma y había avergonzado a mi familia. Tuve un aborto según lo acordado.

Aunque mi madre amaba a Dios y me había instruido en sus caminos, creo que ella traicionó sus propias creencias para intentar salvar mi futuro. Me dijeron que nunca hablara de esto con nadie y que siguiera con mi vida. Lo que mi madre no se dio cuenta fue que una parte de mí y una parte de mi

vida habían muerto con mi bebé en ese quirófano. Pasé los siguientes veintiséis años en cautiverio emocional. Estaba destrozada. Me sentí avergonzada, culpable, sola, vacía, indigna de amor y de perdón, y me odiaba a mí misma. Sentí que no merecía el amor de las personas o de Dios. Tuve una crisis emocional. Sabía que tenía que salir de la oscuridad dentro de mí si quería sobrevivir. Estaba deprimida y me sentía muy lejos de Dios, así que busqué dirección espiritual de

Me di cuenta de que Dios me

había perdonado la primera

vez que pedí perdón, ¡así que

los veintiséis años de repetición

deben haberle dado un gran

dolor de cabeza a Dios! Me

di cuenta de que me estaba

lastimando al no perdonarme a mí

misma. Llegué a comprender que

Dios odia el pecado, pero Dios me

ama a mí, el pecador

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una religiosa, la hermana Mary. Honestamente, no pensé que mi condición actual tuviera nada que ver con mi aborto, ya que fue hace muchos años. No tenía intenciones de compartir mi historia del aborto con ella. ¡Pero afortunadamente, Dios sabe mejor que yo! Todo salió de mí y Mary pudo conectar los puntos para darse cuenta de lo que estaba sucediendo dentro de mí. Unos nueve meses antes, había tomado información de la pizarra de mi iglesia y la había guardado en mi biblia y allí estaba. Con temor, le pregunté si sabía algo sobre el Project Rachel. Ella accedió a llamar porque yo tenía mucho miedo.

¡A partir de ese momento, mi vida cambió drásticamente! Asistí al retiro de fin de semana y aprendí que el amor y el perdón de Dios es enorme y asombroso. Esto me permitió comenzar a perdonarme. “Me di cuenta de que Dios me había perdonado la primera vez que pedí perdón, ¡así que los veintiséis años de repetición deben haberle dado un gran dolor de cabeza a Dios! Me di cuenta de que me estaba lastimando al no perdonarme a mí misma. Llegué a comprender que Dios odia el pecado, pero Dios me ama a mí, el pecador.

Las bendiciones especiales vinieron cuando me arriesgué y compartí todo lo que estaba sucediendo con mi madre. Lloró y confesó que ella también había sido atormentada por la vergüenza y la culpa durante todos esos años. Mi madre contrajo cáncer de mama y murió el año siguiente. Mamá tuvo la oportunidad de reconciliarse con

Pero todavía no sabía qué hacer

con mi dolor insoportable,

hasta que leí una nota pequeña

y amorosa en el boletín de mi

parroquia, sobre la curación

de mujeres post-abortivas. Un

ministerio especial llamado

Proyecto Rachel, donde podría

compartir su historia y saber

que podría ser sanado, a través

del testimonio de otras mujeres

post abortivas y miembros

del ministerio especialmente

capacitados.

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Dios y conmigo antes de su muerte. El tiempo de Dios es perfecto y sorprendente, ¿no es así? ¡La extraño mucho, pero sé que es libre! La reconciliación es muy dulce con Dios y entre nosotros. ¡A través del amor y el apoyo yo también soy libre! ¡No más esclavitud! En mis momentos más débiles, Dios me fortaleció con las palabras de 2 Timoteo 1: 7, ya que Dios no nos dio un espíritu de cobardía, sino de poder, amor y autocontrol. No lo merecía, pero Dios me amó y sanó. Eso es lo que hace que la gracia de Dios sea tan asombrosa ... Es un don inmerecido porque Dios nos ama y nos quiere como somos. “Cuando permití que Dios entrara en ese lugar oscuro y aterrador dentro de mí, me liberé. Dios nos ama a todos, así que no permanezcan en las cadenas de la vergüenza, la culpa y el odio a uno mismo. Llama a Dios. Sé que él es fiel y que cumple todas sus promesas. Soy una prueba viviente. ¡Tú también puedes ser!” !

La compasión y el amor que

he experimentado ahora me

obliga a compartir. Espero

fervientemente que alguien

más escuche esto y busque

el perdón y la curación de un

aborto pasado.

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CUARTA HISTORIA

!Querida mía:

Si, tú! Tú, la que eligió el aborto por sí misma, o por alguien querido para ti. Quizás fue hace mucho tiempo, o quizás más reciente.

Conozco el dolor oculto. Comparto mi historia para que tengas esperanza. Esperanza de sanación, y esperanza de una vida plena.

Comparto mi historia, de modo que tal vez alguien cercano a ti la lea y ya no te juzgue, sino que simplemente sienta compasión. Tal vez pueda irradiar el amor de Cristo por ti, hasta que puedas sentirlo nuevamente, o tal vez lo sientas por primera vez.

Comparto mi historia con aquellos que pertenecen a los ministerios del derecho a la vida. Espero que sepan que el hombre o la mujer que está a su lado en la iglesia puede que ya haya experimentado la pérdida de un hijo porque el aborto fue la solución utilizada para ocultar el producto de su relación. También te agradezco que hayas orado por mí, mi bebé y el padre del bebé hasta que pude rezar yo misma.

He recibido tal sanación de mi recorrido con el Project Rachel. Soy un devoto miembro de mi parroquia, junto con mi esposo e hijos. Hacemos malabares con nuestros horarios para poder atender al servicio de monaguillos, la educación religiosa y el servicio a nuestra comunidad. Esto es algo asombroso, porque nunca soñé que podía ser digna de pertenecer, porque creía que mi pecado era demasiado grande.

Imaginen que yo decidí, aunque había confesado por completo y había cambiado mi forma de vivir, que estaba condenada a ser imperdonable. No podía creer que el perdón dado a otros por actos despreciables también podría ser para mí.

Mi trayecto comenzó como una buena niña, o al menos una que intentó ser buena, hasta que mi resistencia se rompió. Estas son las mentiras que dejé entrar en mi ser: “Todo el mundo lo está haciendo”,

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“¿Por qué no divertirse un poco”? “¿Quién quiere ser acusado de ser un mojigato o una lesbiana?”, “Oh, pero hay un control de la natalidad, así que es perfectamente seguro “, excepto que no lo era, y allí me encontré, lejos de mi familia y embarazada.

Nuevamente las mentiras comenzaron: “Por supuesto que vas a abortar” ... “La única solución para tu dolor es el aborto” ... “Nadie debe saberlo nunca, y estarás libre de tu problema” ... “Es simple y sin dolor “...” Entonces puedes continuar con tu vida “.

Así que has escuchado el fondo, y ahora puedes escuchar el resto de la historia. Mucho después de haber recibido el perdón sacramental, no sabía qué estaba mal conmigo. Comencé a experimentar dolor

emocional del pasado. Qué diferente en un matrimonio comprometido, estar embarazada y querer a este bebé. Entonces, dándome cuenta de que yo también habría amado al bebé abortado, pero nunca le di una oportunidad. Pero ¿cómo puede uno obtener ayuda por un secreto que nunca puede contar?

El dolor empeoró, hasta que el domingo de Derecho a la Vida 2003, pase manejando por delante de una iglesia con 4,000 cruces blancas en el jardín delantero, que significaba los bebés serían abortados ese día en los Estados Unidos. “Pero, aun así, no sabía

qué hacer con mi dolor insoportable, hasta que leí una nota pequeña y amorosa en el boletín de mi parroquia, sobre la curación de mujeres después del aborto. Un ministerio especial llamado Project Rachel, donde podría compartir mi historia y saber que podría ser sanada, a través del testimonio de otras mujeres como yo y miembros del ministerio especialmente capacitados.

Quiero ofrecerte la seguridad

de que Dios te ama y

quiere sanarte. Te ofrezco la

esperanza de que pueda pasar

absolutamente. Dios puede

hacerte sano de nuevo. Lo hizo

por mí y quiere hacer mucho

por ti. Simplemente abre esa

puerta y deja que Dios entre.

Él es un Dios asombroso.

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Estaba muy agradecida por esas mujeres, que oraron conmigo y escucharon, pero también contaron sus historias. Me enseñaron que necesitaba abrir las heridas para permitir que la luz del amor de Dios bendijera toda mi historia. Mi aborto ya no era un secreto. Ya no era un secreto el daño que un aborto anterior estaba causando en mi matrimonio e impedía mi capacidad de criar a los hijos que mi esposo y yo teníamos.

La compasión y el amor que he experimentado ahora me obliga a compartirlo. Espero fervientemente que alguien más escuche esto y busque el perdón y la curación de un aborto pasado”.

Con amor,

Tu hermana en Cristo. !

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QUINTA HISTORIA

!

Hace treinta y siete años tuve un aborto provocado. Inmediatamente lo metí dentro de mí y nunca hablé de ello con nadie. Estaba casada y tenía dos hijos pequeños. Fue un momento difícil en

mi matrimonio, y estaba a punto de realizar mi sueño de ser la primera persona de mi familia en graduarse de la universidad. ¿Cómo iba a tener un hijo en este momento? Me avergüenza decirte que, aunque era madre de dos hijos, nunca había visto modelos de fetos. No había máquinas de ultrasonido en ese entonces. Cuando me dijeron en la clínica de abortos que esto era solo una masa de células, les creí. Pero mintieron. Si hubiera estado donde estoy ahora con mi fe, habría sabido sin duda que esto era un bebé; Un hermoso, precioso, regalo de Dios.

Hace trece años estaba trabajando como voluntario en un centro de embarazos en crisis. Fue durante ese tiempo que todo salió a la superficie y me di cuenta de todas las formas negativas en que el aborto había impactado mi vida. Me deprimí, me sentía vacía y destrozada por dentro, me odiaba a mí misma, estaba segura de que había hecho lo peor que alguien podía hacer. Me estaba desmoronando y lloraba todo el tiempo. Confié en una amiga que me animó a llamar al Project Rachel. Tenía mucho miedo, y me llevó tiempo encontrar el valor para llamar porque no sabía si la persona que respondiera sería crítica. La mujer que respondió a mi llamada fue muy amable, tierna, compasiva, comprensiva y sin prejuicios. Me sentí segura hablando con ella. Ella sugirió que podría querer asistir al retiro que se estaba realizando en el otoño.

Este noviembre hará trece años desde que asistí al retiro del Project Rachel. Durante ese fin de semana que cambió mi vida, entendí en algún lugar profundo de mi corazón que Dios me había llevado allí porque aún me amaba y quería que experimentara su tierna misericordia y perdón. Ese fin de semana fue el comienzo de mi curación. No sucedió de la noche a la mañana, no fue un relámpago caído del Cielo ... se filtró lenta y cálidamente en mi corazón y mi alma ...

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Sabía que yo iba a recuperarme. Todavía sentía que no lo merecía, pero, con el tiempo, con la gracia de Dios y muchas oraciones, vine a perdonarme a mí misma. El odio a mí misma se fue, el dolor disminuyó y me recuperé de nuevo. ¿Sigo sintiendo tristeza? ¿Extraño a mi hijo? Sí, pero ¿vivo mi vida en vergüenza, dolor y culpa? No.

Vine a conocer a mi hijo ese fin de semana. Después de una oración profunda y sincera, supe que mi bebé era una niña y su nombre es Mary Elizabeth.

“Quiero que estés segura de que Dios te ama y quiere sanarte. Te ofrezco la esperanza de que esto lo puede hacer absolutamente. Dios puede hacerte nueva otra vez. Lo hizo por mí y quiere hacerlo por ti. Simplemente abre esa puerta y deja que Dios entre. Él es un Dios impresionante” !

Peace star ts here

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Para información de retiros, referencia para el sacramento de reconciliación y otros servicios, contactar: Project Rachel – Archdiocese of Boston

www.projectrachelboston.comhelp@projectrachelboston.com

508.651.3100Todas las llamadas son confidenciales.

Para asistencia fuera de la arquidiócesis de Boston:www.hopeafterabortion.com

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