El campo no aguanta más

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Cuadernos del Movimiento El campo no aguanta más Salvemos al campo para salvar a México Víctor Suárez Carrera * Contenido I. Introducción II. La guerra neoliberal contra el campo mexicano III. El tortillazo de enero de 2007: anuncio de la crisis alimentaria IV. La situación del campo hoy V. La lucha campesina, indígena y ciudadana por una nueva política hacia el campo VI. Salvar al campo para salvar a México, transformar al país para salvar al campo (posicionamiento político-programático) * El autor agradece la estrecha colaboración para la elaboración del presente documento de Iván Polanco y Enrique Pérez, Coordinador de Políticas Públicas y de Prensa y Comunicación, respectivamente, de la Dirección Ejecutiva de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC).

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Cuadernos del Movimiento

El campo no aguanta más

Salvemos al campo para salvar a México

Víctor Suárez Carrera*

Contenido

I. Introducción

II. La guerra neoliberal contra el campo mexicano

III. El tortillazo de enero de 2007: anuncio de la crisis alimentaria

IV. La situación del campo hoy

V. La lucha campesina, indígena y ciudadana por una nueva política hacia el

campo

VI. Salvar al campo para salvar a México, transformar al país para salvar al

campo (posicionamiento político-programático)

* El autor agradece la estrecha colaboración para la elaboración del presente documento de Iván Polanco y Enrique Pérez, Coordinador de Políticas Públicas y de Prensa y Comunicación,

respectivamente, de la Dirección Ejecutiva de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC).

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I. Introducción

El campo de México se encuentra en una situación económica, social y ambiental

insostenible. El grito El campo no aguanta más del movimiento campesino y su

proclama de Salvemos al campo para salvar a México sintetizan la raíz y la razón del

creciente descontento de campesinos, pueblos indios, jornaleros, jóvenes y mujeres a

lo largo y ancho del espacio rural de nuestro país.

Una verdadera guerra -económica, política, social e ideológica- contra la agricultura

campesina ha sido emprendida por los gobiernos del PRI y el PAN desde 1982 a la

fecha provocando la mayor crisis social y alimentaria desde tiempos de la revolución

mexicana de 1910 y afectando a millones de campesinos y pobladores rurales así como

a la gran mayoría de los mexicanos. También ha contribuido al agravamiento de la

crisis ecológica que amenaza la calidad de la vida en las ciudades y la viabilidad de la

economía del país, principalmente el sector industrial y de servicios.

En el campo no se respetan los derechos de treinta millones de mexicanos. Los

campesinos y campesinas, los pueblos indios, los jóvenes y mujeres del México rural

sobran, no sirven, son prescindibles: han sido excluidos del desarrollo económico y

social del país. El mejor campesino e indio es el emigrado, el deportado a las ciudades

y a los Estados Unidos.

La mayoría de la población rural no tiene derechos ni ciudadanía plena; son mexicanos

de segunda; se les discrimina, desvaloriza y se les estigmatiza desde la oligarquía, el

gobierno federal, los gobiernos estatales y los medios de comunicación.

La guerra contra el México rural emprendida por la oligarquía, los gobiernos del PRI y

el PAN, las corporaciones trasnacionales y los intereses hegemónicos de Estados

Unidos se ha llevado cabo sistemáticamente a lo largo de más de 25 años contra uno

de los sectores fundamentales en la construcción de nuestra Nación e identidad en sus

diferentes momentos históricos decisivos: independencia, reforma, revolución,

cardenismo y modernización urbana e industrial.

¿Cómo se explica la guerra contra la agricultura campesina y los pueblos indios que

fueron, son y seguirán siendo fundamentales para la alimentación, identidad, cultura,

existencia y viabilidad de nuestra patria?

¿Por qué la guerra contra los herederos de una de las culturas originarias más

importantes en el mundo, la mesoamericana? Miguel León-Portilla ha establecido que

la civilización mesoamericana constituye uno de los seis focos civilizatorios originarios

en la historia de la humanidad junto con los desarrollados en la Región Andina, Egipto,

Mesopotamia, Valle del Indo y Valle del Río Amarillo. Para Miguel León-Portilla “en los

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procesos civilizatorios que ha desarrollado la humanidad, hay algunos que deben

reconocerse como originarios, es decir, que en su origen se han producido

autónomamente. Todas las otras civilizaciones, por muy desarrolladas que han llegado

a ser, deben considerarse como derivadas o encaminadas por distintos núcleos

civilizatorios”1. (mapa p.13; previo permiso).

¿Por qué la guerra contra los herederos de uno de los centros de origen de los cultivos

agrícolas en el mundo? Nikolai Vavilov (1887-1943), uno de los más grandes genetistas

y estudiosos de las plantas cultivadas del siglo XX, definió a la región mesoamericana

como uno de los centros de domesticación de plantas cultivadas más importantes del

mundo. En Mesoamérica se originó el maíz y otras 49 especies de cultivos agrícolas2

(véase José Antonio Serratos Hernández3). (foto de la secuencia morfológica de la

posible evolución del teocintle y el maíz; p. 5, con permiso; fotografía de diversidad de

maíces nativos; cuales son las otras plantas domesticadas: calabaza, jitomate, tomate,

etc.?; mapa con la diversidad de grupos étnicos tomado de Eckaert Boege).

En las diversas etapas históricas (Independencia, Guerras contra las intervenciones

extranjeras, Reforma, Revolución, Cardenismo) de lucha del pueblo mexicano por la

construcción de una nación independiente, libre, republicana, democrática y justa, ¿no

fueron los campesinos, peones e indios quienes produjeron los alimentos para el

esfuerzo de guerra y quiénes aportaron la mayor parte de soldados y muertos?

(fotografías/imágenes de alusivas a campesinos, peones, indios, héroes, ejércitos

campesinos, Villa, Zapata, reparto agrario, Cárdenas, etc.).

¿Y en la etapa del desarrollo industrial y la urbanización del país (1940-1975) no

fueron los campesinos quienes produjeron los alimentos requeridos para este

acelerado crecimiento e incluso quiénes produjeron excedentes para la exportación y

así obtener divisas para importar maquinaria, equipo y bienes intermedios para el

desarrollo industrial del país?

¿Por qué entonces la guerra de la oligarquía y los gobiernos del PRI y el PAN contra la

agricultura campesina y los pueblos indios?

1 Miguel León-Portilla; Aztecas-Mexicas: desarrollo de una civilización originaria; Algaba

Ediciones; 2005; p. 11. 2 Calabaza, chile, frijol, epazote, alegría, chayote, chaya, girasol, chía, maguey, nopal tunero,

jícama, cacao, vainilla, aguacate, papaya, chicozapote, mamey, capulín, guayaba, anona, guanábana, tecojote, ramón, nance, zapote blanco, zapote amarillo, frijol ayocote, jobo, ciruela

amarilla, tepejilote, tecomate, dalia, pitaya, piñoncillo, entre otras. Citada por Víctor Manuel

Toledo et al; Ecología y autosuficiencia alimentaria; Siglo XXI Editores; cuarta edición 1993; p. 61. 3 José Antonio Serratos Hernández; El origen y diversidad del maíz en el continente americano; Greenpeace México; 2009; p.4.

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¿Será verdad que el campo y los campesinos ya no son necesarios para contribuir a

resolver los grandes problemas nacionales?

¿Cuál podría ser la vía para frenar y revertir la guerra neoliberal contra el campo

mexicano?

¿Cómo el campo y los campesinos podrían contribuir a transformar el país y a

favorecer un nuevo modelo económico, social y ambiental en el marco de un nuevo

proyecto de nación?

¿Cómo poder salvar al campo para salvar a México?

¿Cómo contribuir a impulsar una gran alianza entre las organizaciones rurales y el

movimiento campesino con los movimientos urbanos, populares y ciudadanos del país?

Para intentar responder a estas preguntas y favorecer la reflexión, la organización

campesina y popular –autónoma, autogestiva, desde abajo- y la acción

transformadora, a continuación se presentan algunas explicaciones, informaciones y

propuestas para la salvación del campo en el marco de la lucha por la transformación

del país.

II. La guerra neoliberal contra el campo mexicano (1982-2009)

A partir de 1982 se impuso la política neoliberal a nuestro país por los intereses

hegemónicos de Estados Unidos y de sus grandes corporaciones con la complicidad de

la oligarquía mexicana y los gobiernos priístas y panistas de Miguel de la Madrid, Carlos

Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón.

La política neoliberal es una estrategia de las grandes corporaciones y grupos

financieros para detener el proceso de caída de sus ganancias y de estancamiento de

las economías de Estados Unidos y demás países desarrollados a través del control de

los mercados, economías, sistemas financieros, petróleo y otros recursos naturales del

resto del mundo.

La imposición del modelo neoliberal en México se inscribe en la reestructuración de la

economía mundial a partir de la década de los ochenta en función de las necesidades

de acumulación del capital financiero, internacional y de las megacorporaciones

trasnacionales de los países desarrollados, en el contexto de la llamada tercera

revolución industrial (revolución científico-tecnológica impulsada por el desarrollo de la

informática, las telecomunicaciones, la transportación y logística masiva de mercancías,

las llamadas ciencias de la vida, la nanotecnología, etcétera).

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Con el estallido de la crisis de la deuda a principios de los años ochenta del pasado

siglo, el gobierno mexicano y la élite político-empresarial optaron por ceder a los

condicionamientos de Estados Unidos y del Fondo Monetario Internacional (FMI) para

renegociar la deuda y “salvar” la economía nacional a través de la apertura comercial,

la privatización y desregulación de la economía y el debilitamiento de la rectoría del

Estado en la economía y el desarrollo social.

A partir de 1982 nuestro país experimentó un cambio radical de modelo de

(sub)desarrollo para asumir la propuesta de Estados Unidos y sus corporaciones con

los lineamientos del llamado Consenso de Washington, a saber: a) libre empresa, libre

comercio, libertad económica y ventajas comparativas como principios ideológicos de la

“nueva economía”; b) reorientación de la economía hacia la exportación en sustitución

del mercado interno; c) privatización de las empresas y entidades públicas; d)

desregulación de la economía, y e) inversión privada, y extranjera principalmente,

como motor del crecimiento económico, en lugar de la inversión pública y el ahorro

interno.

Como consecuencia de las políticas de ajuste estructural impuestas por el FMI a

México, el gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988) inició un proceso acelerado y

unilateral de apertura comercial. Lo anterior, adicionalmente, formó parte de los

prerrequisitos exigidos para la adhesión de nuestro país al Acuerdo General de

Aranceles y Tarifas (GATT), misma que se formalizó en 1986. De esta forma, se

determinó sustituir los permisos previos de importación por un sistema de aranceles

decrecientes, y en algunos casos se mantuvo un sistema de cuotas de importación.

(recuadro) (o en el cuerpo del texto)

Campesinos y territorio rural en el siglo XXI

De los 6 mil millones de habitantes del mundo, la mitad de ellos viven en zonas rurales

y constituyen también la mitad de la población económicamente activa.

En el caso de México, existen 5.8 millones de hogares rurales en 180 mil localidades de

2 500 habitantes o menos (INEGI, ENIGH, 2002). La población rural asciende a 25

millones y representa 25 por ciento de la población nacional. De acuerdo con el

Consejo Nacional de Población, para el año 2010 habrá 26.1 millones de mexicanos en

el medio rural. Si te toma en consideración el criterio más recientemente aceptado por

la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) y el propio gobierno

mexicano (PND 2006-2012) de que las localidades rurales son aquellas de 10 mil

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habitantes o menos, el 30% de la población mexicana se considera rural, es decir,

poco más de 30 millones

A pesar de que en las últimas décadas se ha acelerado el éxodo campesino, la

población rural en términos absolutos aumenta año con año y se renueva sin cesar.

Esto supone reconocer que la población y la pobreza en el medio rural no son mera

herencia del pasado sino resultado contemporáneo de los modelos de modernización

sin campesinos, aplicados desde principios de 1982.

Los cinco millones de campesinos y campesinas –ejidatarios, comuneros y pequeños

propietarios- a los que se pretende excluir son poseedores de 90 por ciento del

territorio nacional. Dicho grupo está conformado por 3.8 millones de ejidatarios, 600

mil comuneros y 1.6 millones de propietarios privados.

La mayoría de los 5 millones de unidades de producción rural son minifundistas: 3.3

millones únicamente poseen cinco hectáreas o menos. Se trata fundamentalmente de

un sistema de producción/reproducción agroalimentario y de gestión del territorio rural

en pequeña escala y con base en la organización familiar del trabajo.

Desde un enfoque económico, el sector agropecuario, forestal y pesquero aporta cinco

por ciento del producto interno bruto, 12 por ciento si se considera la aportación del

sector de la agroindustria y de los servicios asociados. La población económicamente

activa del sector agropecuario representa 15.8 por ciento del total nacional (XII Censo

General de Población y Vivienda). Si se valúa el papel del sector en un enfoque amplio,

integral, multifuncional –considerando los aportes ambientales, sociales, culturales,

etcétera, entonces su contribución al desarrollo nacional se elevaría y apreciaría

justamente.

De los 5 millones de unidades de producción rural, un millón (20 por ciento) es

propiedad de comunidades indígenas de 54 grupos étnicos de más de 25 estados.

La población indígena representa 10 por ciento de la población nacional, está

distribuida en 6 830 ejidos y comunidades (23 por ciento del total de ejidos y

comunidades) y posee 22.6 millones de hectáreas (21.9 por ciento del total de la

superficie que éstos comprenden), 5.3 millones de las cuáles corresponden a pequeños

propietarios indígenas.

La pobreza en México es sobre todo pobreza rural. Baste mencionar que 572 mil

hogares rurales sobreviven con hasta un salario mínimo general; 817 mil, con entre 1.1

y 1.5 salarios mínimos generales; y 761 mil, con entre 1.6 y 2 salarios mínimos

generales.

El campo es demográficamente un campo envejecido: la edad promedio de los

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ejidatarios es de 51 años y 49 por ciento de los ejidatarios tienen 55 años o más. Al

mismo tiempo, es un campo con una presencia creciente de mujeres al frente de las

unidades de producción rural: 400 mil mujeres son poseedoras legales de derechos

ejidales, 20 por ciento del total de sujetos de derechos ejidales en 2004.

El territorio rural en manos de campesinos, campesinas e indígenas comprende 90 por

ciento del territorio rural nacional y es mucho más que tierras para la producción

agropecuaria y forestal. Comprende un conjunto diverso e interrelacionado de

patrimonios territoriales de importancia estratégica actual y potencial para la nación:

tierras, aguas, costas, biodiversidad, recursos genéticos, recursos minerales,

conocimientos tradicionales, activos históricos y culturales, recursos escénicos,

etcétera. Son recursos en extremo valiosos que se encuentran en manos campesinas e

indias como resultado del pacto social pos-revolucionario y de la lucha social

ininterrumpida, si bien han sido sobreexplotados por intereses ajenos a las

comunidades rurales. No obstante, dichos recursos son considerados por los

neoliberales como activos en manos muertas, y por ello han de estar sujetos a

procesos de desamortización y mercantilización para trasladarlos a “manos vivas,

productivas, competitivas, eficientes, globalizadas”.

El credo neoliberal para el agro mexicano

La política de guerra contra la agricultura campesina y la soberanía nacional ha estado

sustentada en una concepción político-económico-ideológica coherente, que conforma

un verdadero credo, cuyos principales axiomas, dogmas y supuestos se enuncian a

continuación.

Determinismo histórico. Si México quiere transformarse hoy en un país

desarrollado, debe reducir drásticamente su población rural a no más de cinco por

ciento de la población total. Así lo demuestra la evolución de los países más ricos, ¿por

qué ir en contra de la historia y la evolución económica de las naciones? Nuestro país

no puede avanzar y superar la pobreza con una alta población rural que, además,

aporta una pequeña proporción del producto interno bruto. No hay otro camino en la

historia de los pueblos ni en el desarrollo económico de los países. En este sentido,

¿por qué no acelerar el curso de la historia?

Reduccionismo economicista. La agricultura es un sector igual al resto de los

sectores de la economía. Por tanto, debe ser evaluado con los mismos criterios de

desempeño económico y debe ser sometido a las mismas condiciones que el sector de

la industria y el de servicios tanto a escala nacional como mundial. Así, la multiplicidad

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de funciones de la agricultura y la gestión del territorio rural se reduce a una sola de

ellas. La agricultura, la alimentación y el territorio rural no son más que simples

mercancías, sujetas a las leyes del valor y a los equilibrios de la oferta y la demanda.

Principio de las ventajas comparativas. En una economía globalizada y sujeta a

procesos de integración de bloques económicos regionales, la agricultura mexicana

tiene que reorganizarse en función del principio de las ventajas comparativas; es decir,

concentrarse en aquellos sectores en los que se tiene ventajas comparativas respecto a

los Estados Unidos y Canadá y abandonar aquellos en que la ventaja corresponde a

nuestros socios comerciales. Esto significa que México debe dejar de producir granos

básicos, oleaginosas, lácteos y productos cárnicos para mejor importarlos más baratos

de los Estados Unidos y Canadá y reorientar el conjunto de sus agriculturas a la

producción de hortalizas, flores y frutas tropicales. Por supuesto que este principio

aplica a todos los países, excepto a los desarrollados.

Gran escala frente a pequeñas y medianas escalas. En la globalización e

integración de bloques económicos regionales, la única forma de que las economías y

las agriculturas sean viables y competitivas es a través de las grandes escalas. Para

competir con la agricultura de los Estados Unidos, que tienen un promedio de 176.5

hectáreas por granjero, México necesita acabar con el minifundismo (3.5 hectáreas por

campesino) y acelerar el surgimiento de un fuerte sector de grandes propietarios

rurales. Consecuentemente, la inversión y los subsidios públicos deben tener un

destinatario inequívoco: los grandes agricultores. ¿Cuál es el sentido de invertir

recursos productivos en un sector inviable y que va de salida? Es evidente que el culto

a las grandes escalas significa expulsar de sus territorios y de la agricultura a los 3.8

millones de minifundistas y sus familias. Lo anterior, sin considerar que, por ejemplo,

las escalas pequeñas y medianas de producción han demostrado mayor eficiencia y

viabilidad económica, social, ambiental y política en países tales como los de la Unión

Europea, cuya superficie promedio por campesino es de 18.7 hectáreas; Japón, con

3.1; y China, con 0.3 hectáreas por campesino.

Los campesinos e indios son un lastre del pasado. Un principio que subyace en la

concepción neoliberal de la agricultura es que los campesinos e indios representan una

herencia del pasado y un pesado fardo que el país debe sacudirse si es que quiere

progresar. La agricultura y los patrimonios territoriales de campesinos e indios se

consideran recursos en manos muertas, activos improductivos y, más aún, recursos

sujetos a la aniquilación por parte de los rústicos ecocidas. Por tanto, es un imperativo

categórico trasladar el dominio de dichos recursos a manos privadas y de preferencia

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de grandes corporaciones nacionales y sobre todo extranjeras. Bajo el cobijo del

racismo y la exclusión social, se trata de promover la privatización total de la

agricultura y la alimentación, incluidos la vida, los conocimientos y los recursos

genéticos: en suma, todos los recursos patrimoniales de campesinos e indios.

Modelo agroalimentario hegemónico

Más allá del credo ideológico neoliberal, el proceso de reordenamiento de la agricultura

y la alimentación en México y en el mundo está sobredeterminado por un modelo

coherente en el plano global, promovido por los intereses de los Estados Unidos y sus

corporaciones. Los rasgos constitutivos de dicho modelo se enuncian a continuación.

Fomento a la concentración de la producción mundial de alimentos en unos

cuantos países (los Estados Unidos, la Unión Europea, Brasil) y, como contraparte,

promoción del desmantelamiento de las agriculturas campesinas e indígenas en el

resto del mundo, así como la reorientación hacia la exportación por parte de

agroempresarios. Lo anterior, de conformidad con los supuestos ideológicos, axiomas y

supuestos arriba señalados.

Sin dejar de reconocer los avances tecnológicos, las inversiones en infraestructura

productiva y la existencia de políticas de Estado favorables a la agricultura, tal

concentración no podría ser posible sin la utilización de sistemas intensivos de

producción a gran escala con base en subsidios dumping; la utilización de tecnologías

altamente riesgosas para la salud humana, la salud animal y el ambiente; así como la

externalización de los costos ambientales. Sin el uso masivo, creciente e ilegítimo de

tales prácticas desleales, antiéticas e irracionales de producción, procesamiento y

comercio de alimentos, las potencias agroalimentarias no podrían imponer su

hegemonía en los mercados internacionales y en la definición de las políticas agrícolas

nacionales y globales.

Cuando este sistema económico de agricultura y comercio agroalimentario tiene

obstáculos para imponerse a través de prácticas económicas desleales, los países

desarrollados, principalmente los Estados Unidos, no dudan en utilizar medidas

extraeconómicas, incluidas la coerción político-militar, para imponer su dominio en los

mercados agrícolas internacionales.

Dicho modelo, que bien podría denominarse imperialismo alimentario y de

agricultura sin campesinos, propicia, además, una desruralización forzada, compulsiva.

Se trata de acelerar el despoblamiento de los territorios rurales de México y de los

demás países en vías de desarrollo, para debilitar la resistencia social a la privatización

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y monopolización de los patrimonios rurales de comunidades campesinas y pueblos

indios: recursos energéticos, tierras de alto valor económico, agua, costas,

biodiversidad, recursos minerales, recursos genéticos, sitios históricos y ceremoniales,

territorios con valores escénicos, etcétera. Paralelamente se persigue incrementar y

hacer aún más precaria la oferta de trabajo a las nuevas generaciones y en las zonas

de expulsión, para sostener el desfalleciente modelo maquilador en México y la

debilitada economía estadounidense.

El salinato y la profundización de la guerra contra la agricultura campesina

La presión del gobierno de Estados Unidos, del capital financiero internacional y de las

corporaciones trasnacionales se exacerbó cuando arribó al poder presidencial Carlos

Salinas de Gortari (1988-1994).

Esos agentes aprovecharon la debilidad del nuevo equipo gobernante -en razón de su

arribo a la Presidencia de la República a través del fraude electoral-, su ilegitimidad y

su escasa credibilidad interna e internacional. La presión estadounidense y corporativa

se tradujo entre otros hechos significativos en la privatización de los bancos, en la

profundización de la privatización y desincorporación de empresas y entidades públicas

y en el inicio de negociaciones secretas a principios de los años noventa entre los

gobiernos de Estados Unidos y México para suscribir un tratado de libre comercio. En

1989, Estados Unidos y Canadá habían firmado un acuerdo de libre comercio.

En este contexto, entre 1988 y 1994, se llevaron a cabo las reformas más radicales en

el sector agroalimentario y rural del país desde la revolución mexicana de 1910 y el

cardenismo (1934-1940), siempre en favor de los intereses de una élite nacional y del

poder trasnacional. Sobresalen las siguientes:

- Reformas en el sistema de crédito rural (1989-1992): eliminación del subsidio a la

tasa de interés, concentración de la banca de desarrollo (Fideicomisos Instituidos en

Relación con la Agricultura, FIRA y el Banco Nacional de Crédito Rural, Banrural) en los

productores comerciales, creación del llamado crédito a la palabra para los productores

marginales.

- Surgimiento del Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol) y creación de Fondo

Nacional de Apoyo a Empresas Sociales, Fonaes.

- Contrarreforma agraria del artículo 27 constitucional (1992), con la cual se cancela el

reparto agrario establecido en la constitución de 1917 y se abre paso a la privatización

y compra-venta de las tierras ejidales y comunales.

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- Privatización y/o cierre durante el periodo 1990-1994 de Fertilizantes de México,

Fertimex; Aseguradora Agrícola y Ganadera, Anagsa; Instituto Mexicano del Café,

Inmecafé; Tabacos Mexicanos, Tabamex; Alimentos Balanceados de México, Albamex;

Industrias Conasupo, Iconsa; Maíz Industrializado Conasupo, Miconsa; Trigo

Industrializado Conasupo, Triconsa; Centros Conasupo de Capacitación, Ceconca.

- Desaparición de los precios de garantía de arroz, trigo, sorgo, soya, cártamo, copra

(1989). La Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo) restringió

entonces su actividad al acopio de maíz y frijol.

- Creación de Apoyos y Servicios a la Comercialización Agropecuaria, Aserca (1991), en

previsión del cierre de Conasupo.

- Eliminación del precio de garantía de frijol (1994).

- Negociación y firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN

(1990-1993).

- Modificaciones privatizadoras a la Ley Federal del Agua (1994).

- Sustitución de los subsidios indirectos por directos al productor a través del Programa

de Apoyos Directos al Ingreso del Productor, Procampo (otoño-invierno 1993/94).

- Entrada en vigor del TLCAN (primero de enero de 1994).

III. El tortillazo de enero de 2007: anuncio de la crisis alimentaria

En el caso del maíz, alimento esencial de los mexicanos y estratégico para la seguridad

nacional, el gobierno salinista decidió integrarlo en la negociación del TLCAN, de

manera unilateral, sin que lo hubiera solicitado su contraparte estadounidense.

El operador de esta acción fue el jefe de las negociaciones del sector agroalimentario

en el TLCAN, Luis Téllez Kuenzler, entonces subsecretario de planeación de la

Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos (SARH)*.

La búsqueda de legitimidad ante los poderes externos, el fundamentalismo neoliberal y

la profunda ignorancia de la historia y la cultura de nuestro país y del papel

desempeñado por el cereal mesoamericano, explican por qué Salinas y Téllez, pese a

la oposición de la mayoría de las organizaciones campesinas e indígenas así como de

* Este personaje posteriormente fungió como Secretario de Energía en el sexenio de Ernesto

Zedillo Ponce de León (1994-2000), después fue alto ejecutivo del grupo texano Carlye y miembro de los Consejos de Administración del Grupo Minero México y de Televisa. De

diciembre de 2006 y hasta marzo de 2009 se desempeñó como Secretario de Comunicaciones y Transportes del gobierno ilegítimo de Felipe Calderón. A partir del mes de mayo de 2009 fue

nombrado por la oligarquía presidente del Consejo y Director General de la Bolsa Mexicana de

Valores.

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académicos e investigadores, decidieron incorpora al maíz en la negociación del

TLCAN.

Por su parte, los negociadores estadounidenses se sorprendieron y anticiparon los

problemas que las exportaciones maiceras de su país propiciarían sobre los más de tres

millones de pequeños y medianos productores mexicanos del grano, y las

consecuencias de migración ilegal.

Salinas y Téllez contraargumentaron que justamente con el TLCAN la economía

mexicana –incluido el sector agroexportador- experimentaría un crecimiento de tal

magnitud que absorbería a la población rural desplazada por las importaciones

graneleras.

Para los miembros de la élite mexicana formada en las universidades estadounidenses,

el maíz era un cereal inferior, un grano más agrupado en el concepto estadounidense

de coarse grains, una commodity más de la Bolsa de Chicago.

De esta forma, con el maíz en el TLCAN, bajo un esquema incumplido de desgravación

a 15 años y de cuotas libres de arancel, se aceleraron definitivamente los cambios en

las políticas, instituciones y programas tendientes a establecer un mercado privado,

abierto y totalmente desregulado en la cadena maíz-tortilla y, en general, en todo el

sistema agroalimentario de nuestro país. Entre los cambios sobresalen éstos:

Se elimina el precio de garantía de maíz en 1994; surge el precio de

concertación, que alinea el precio interno con los internacionales y suprime por tanto la

protección implícita a los productores nacionales. Así, se sustituye el subsidio indirecto

por tonelada por un apoyo directo por hectárea, a través del Procampo.

Se elimina el control de precios de la tortilla y se suprimen los subsidios a las

industrias molinera y harinera. Se establece un subsidio directo y focalizado al

consumo de tortillas para familias urbanas de bajos ingresos, vía el programa

Tortibonos (1994).

Desaparecen Conasupo y Bodegas Rurales Conasupo, Boruconsa, y se privatiza

Almacenes Nacionales de Depósito, Andsa, en 1999.

De 1996 a 2006 se disparan las importaciones discrecionales de maíz blanco y

amarillo, violando los cupos libres de arancel estipulados en el propio TLCAN. Con ello,

aumenta el poder de las corporaciones mexicanas y estadounidenses frente a los

productores y consumidores; se desorganizan los mercados regionales de maíz; se

imponen precios de monopolio a los consumidores, y se genera la aplicación creciente

de subsidios públicos para la comercialización, mismos que son capturados por los

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agricultores ricos y las grandes empresas comercializadoras y procesadoras mexicanas

y extranjeras.

A partir de la privatización de la cadena-maíz tortilla en 1994, los precios de la tortilla

han experimentado incrementos sostenidos, contrariamente a la promesa neoliberal de

que el TLCAN brindaría a los consumidores acceso a los alimentos importados a más

bajo precio.

De diciembre de 1993 a diciembre de 2006, el precio de la tortilla se incrementó en

términos nominales en 650 por ciento, al pasar de $0.80 a $6.00 por kilogramo, es

decir, hubo alzas promedio anuales de 50 por ciento!

Este hecho además de provocar un enorme daño a la economía de los hogares de más

bajos ingresos del país y contribuir a la disminución del consumo per cápita de la

tortilla, representa por sí mismo el fracaso de la política agroalimentaria del

neoliberalismo en tiempos del TLCAN.

Para los gobiernos federales en turno de 1994 a 2006 el comportamiento de los precios

de la tortilla era “normal” y no había motivos para revisar y reorientar las políticas

hacia la cadena maíz-tortilla. Que los más pobres disminuyeran el consumo de tortilla

ante un incremento de precios no representaba ningún problema de ingresos, nutrición

y seguridad para millones de mexicanos; se trataba de un comportamiento

perfectamente racional de los consumidores en un mercado “libre”: a mayor precio,

menor consumo, hasta lograr un nuevo precio de equilibrio.

Sin embargo, al iniciar enero de 2007, a escasos 35 días del nuevo gobierno de

derecha encabezado por Felipe Calderón, los precios de la tortilla se dispararon

“sorpresivamente” a niveles de 9-10 pesos por kilogramo en el Distrito Federal, y se

reportó que en algunas entidades de la República llegó a 15 pesos. Esto representó un

desmedido incremento de 67 por ciento en un solo mes para el caso de la capital y de

150 por ciento para los lugares donde el alza fue extrema.

Este golpe severo a la economía popular colocó a nuestro país en una situación de

inseguridad alimentaria sin precedentes en las últimas cinco décadas.

El llamado tortillazo de Calderón causó un descontento generalizado en el país,

agudizado por el ridículo aumento a los salarios mínimos de 1.6% que en los primeros

días del año había decretado* la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, en

concordancia con las políticas neoliberales de contención salarial y de privilegiar el

capital sobre el trabajo.

* Salario mínimo diario a partir del 1º de enero del 2006: 4.36 dólares estadounidenses.

Page 14: El campo no aguanta más

14

El tortillazo de Calderón se ubicó rápidamente como un tema mediático de primeras

planas y, de hecho, se transformó en un problema político nacional de primera

magnitud durante todo enero.

Ante el indebido aumento a los precios de la tortilla, el nuevo gobierno federal y sus

voceros únicamente atinaron a dar explicaciones banales, superficiales, irresponsables

e ignorantes, con las cuales pretendían frenar el fenómeno alcista. Argumentaron que

sólo se trataba de “una burbuja de precios que rápidamente se acabaría”, que era un

problema “inflado por los medios” y que “tenía causas externas, fuera del control

gubernamental”, que “por lo pronto dejarán de consumir tortillas para abatir los

precios”, etcétera, etcétera.

Una vez que el gobierno federal se recuperó de la “sorpresa” del tortillazo y que

observó que las explicaciones superficiales y demagógicas no daban resultado, intentó

otra estrategia.

Ya para los primeros diez días de enero, el tortillazo seguía siendo junto con el

narcotráfico tema central de la agenda política nacional. La popularidad del presidente

Calderón, de acuerdo con encuestas periodísticas y gubernamentales había caído hasta

en 20 por ciento y la mayor parte de los ciudadanos percibía que la responsabilidad del

tortillazo era de Calderón y de su equipo*, no responsabilidad de factores externos o de

los especuladores.

Incluso el gobernador del Banco de México Guillermo Ortiz mostró preocupación por

los efectos inflacionarios del incremento desmedido de los precios de la tortilla y llamó

a “combatir enérgicamente a los especuladores” como una acción urgente para

“garantizar la estabilidad macroeconómica”**

El gobierno de Calderón estaba paralizado y no acertaba a entender el problema y

mucho menos a tomar acciones efectivas para contener y revertir el incremento en los

* En su columna Estrictamente Personal, de El Universal, Raymundo Riva Palacio informó el 24 de enero de 2007 que una encuesta levantada por el Centro de Investigaciones sobre

Seguridad Nacional (Cisen) mostró que en una sola semana la popularidad de Felipe Calderón

cayó en 15 por ciento debido al encarecimiento de la tortilla. Esto colocó a su gobierno apenas arriba de 50 por ciento de aprobación. El 14 de febrero La Jornada difundió una encuesta de

Parametría, que indica que la aprobación social de Calderón bajó de 70 a 48 por ciento en una semana de enero, debido al alza en la tortilla y la percepción amplia de que él y su gobierno

eran responsables. ** Según consignó la prensa el 12 de enero de 2007, el gobernador del Banco de México,

Guillermo Ortiz, declaró en un seminario en el Instituto Tecnológico Autónomo de México

(ITAM) que los aumentos en los precios de la tortilla y del azúcar obedecen a acciones de especuladores y acaparadores, así como a un mercado poco competitivo. El Universal citó a

Ortiz en el sentido de que “los incrementos son injustificables y pidió a las autoridades competentes tomar cartas en el asunto”.

Page 15: El campo no aguanta más

15

precios de la tortilla; no sabía cómo parar el conflicto político, social, económico y

mediático.

Se hallaba en un callejón sin salida: por un lado, la exigencia política de mantener

intocados los intereses de las grandes empresas oligopólicas vinculadas a la cadena

maíz-tortilla y la cadena maíz-forraje-producción animal (Maseca, Cargill, Bachoco,

Tyson, Pilgrim’s Pride, Lala, Viz, Avigran, Consejo Nacional Agropecuario), y por otro

lado, su fundamentalismo del libre mercado, la no intervención de los mercados, el

autoequilibrio de los mercados, etcétera.

Finalmente, Calderón y su gabinete optaron por no hacer nada y recurrir a la

simulación y la demagogia mediática a través de un instrumento utilizado por el viejo

régimen autoritario priísta para enfrentar las crisis económicas en los sexenios de

Miguel de la Madrid, Salinas de Gortari y Zedillo: los pactos de concertación cupulares.

Así, el 18 de enero de 2007, se firma en Los Pinos el Acuerdo para Estabilizar el Precio

de la Tortilla, con vigencia al 30 de abril de dicho año, entre el gobierno federal, las

empresas oligopólicas (Maseca, Wal-Mart, Bimbo, Cargill) y organismos campesinos a

modo (Confederación Nacional Campesina, CNC) y del sector molinero (Unión Nacional

de Industriales de Molinos y Tortillerías, Cintéotl) sin representatividad ni legitimidad.

Lejos de pactar la reversión en el incremento de los precios, el acuerdo legitimó el alza

indebida al establecer como precio concertado de $8.50 el kilogramo de la tortilla y

$5.00 el kilogramo de harina de maíz (común, de baja calidad y sin “fortificar”).

Asimismo, el pacto favoreció que un monopolio de la industria panificadora del trigo se

proyectara como un nuevo y gran jugador en el mercado de la tortilla. En efecto, se

trata de Bimbo, cuyo fundador Lorenzo Servitje, fue uno de los padrinos y principales

promotores de Felipe Calderón en la campaña electoral sucia y de odio promovida por

el PAN y la ultraderecha empresarial. El acuerdo establece en su cláusula quinta que

“Bimbo se compromete a reducir el kilo de tortilla Milpa Real de tamaño regular, al

nivel de 8 pesos con 50 centavos en los más de 300 mil puntos de venta donde

distribuye sus productos”.

Como era de esperarse, dicho pacto no sólo no revirtió el tortillazo sino que lo legalizó.

Además, sólo en un tercio de las tortillerías del país se cumplió el precio concertado de

$8.50, según reportes de la Procuraduría Federal del Consumidor, Profeco*.

* Nota informativa de Miriam Posada, en La Jornada, 12 de febrero de 2007. La Procuraduría

Federal del Consumidor (Profeco) encontró esta semana que en 33 de las 43 ciudades en las

que monitorea el precio de la tortilla, el producto se vende arriba de 8.50 y llega hasta 12 pesos por kilo.

Page 16: El campo no aguanta más

16

Por otro lado, frente a las acusaciones contra los monopolios y los especuladores, el

gobierno federal levantó una campaña mediática y legal, que obviamente no condujo a

resultado alguno**.

Mientras tanto, a pesar del pacto calderonista, el descontento social se acrecentó de

tal forma que propició la organización y coordinación de los sindicatos, organizaciones

campesinas y sociales en contra del alza de los precios, de la falta de una política a

favor del campo y de la ausencia de un incremento emergente de los salarios.

Ello desembocó en la primera manifestación multitudinaria contra el gobierno de

Calderón, del Ángel de la Independencia al Zócalo de la Ciudad de México***.

Por lo demás, ante la histeria del gobierno federal y la presión de los

agroprocesadores, en enero y febrero se autorizaron a diestra y siniestra cupos de

importación sin arancel procedente de Estados Unidos y cupos unilaterales de “donde

cualquiera parte del mundo” (Calderon dixit)****.

Entre febrero y marzo la situación del incremento del precio de la tortilla se mantuvo

fuera de control, si bien a nivel mediático los esfuerzos publicitarios del gobierno

federal habían tenido cierto éxito, puesto que el tortillazo ya no era noticia y las

protestas sociales habían declinado para dar paso a ciertas “mesas de diálogo” entre

los sindicatos y organizaciones campesinas y sociales y los secretarios del Trabajo,

Economía y Agricultura.

Se llegó a crear un clima de triunfalismo y optimismo en el gobierno federal, a tal

punto que los secretarios de Economía y Agricultura pronosticaron una caída de los

precios de la tortilla a partir de mayo, que ocurriría con la llegada de la abundante

**El 7 de febrero de 2007 la prensa reportó que la Procuraduría General de la República (PGR) había asegurado 118 mil toneladas de maíz encontradas en bodegas de seis municipios de

Jalisco. Al final esto no derivó en nada, pues, como explicó a la prensa el presidente de la

Comisión Federal de Competencia (Cofeco), Eduardo Pérez Motta,” la especulación de forma individual, con prácticas como el acaparamiento de inventarios de maíz, no es algo que

sancione la ley. Sólo es punible cuando dos o más empresarios se ponen de acuerdo para manipular la oferta”. El propio Pérez Motta afirmó a El Financiero (15 de febrero) que

mecanismos de amparo impiden que se ejerza la decisión de la Cofeco publicada desde 2006 de frenar la fusión monopólica de Maseca con Agrohinsa. *** En la difusión internacional de la movilización contra la carestía, el 31 de enero de 2007, la

agencia informativa española EFE reportó que “el encarecimiento de la tortilla –al cual han seguido alzas en leche y huevo-- ha desatado un gran malestar social en las últimas semanas.

(Ésta) es la primera manifestación multitudinaria que afronta el presidente Felipe Calderón”. **** Para enero-mayo de 2007 el Banco de México reporta que México importó 689 millones 824

mil dólares de maíz de todos los orígenes (particularmente Estados Unidos), esto es 145 por

ciento más que el mismo periodo de 2006.

Page 17: El campo no aguanta más

17

cosecha de maíz blanco del ciclo otoño-invierno de Sinaloa, de 4.7 millones de

toneladas*.

La realidad fue otra. La oferta sinaloense no revirtió el alza de la tortilla. Y aun cuando

los precios internacionales del maíz cayeron de una banda de 4.60 dólares por bushel,

en enero de 2007, a una de 3.60 en abril, en virtud del pronóstico de incremento en 5

millones de acres (2 millones 24 mil 300 hectáreas) en la superficie a plantar en

Estados Unidos en el ciclo 2007, los precios de la tortilla continuaron subiendo.

Se diluyeron así las promesas gubernamentales y se desplomó una de las principales

explicaciones oficiales sobre la crisis de la tortilla (“los precios altos de la tortilla se

deben al alza en las cotizaciones internacionales del maíz”).

De parte de los oligopolios de las cadenas maíz-tortilla y maíz-producción animal

surgieron presiones y chantajes (“tenemos que aumentar los precios por impacto de

los precios internacionales”, la “agroinflación va a desquilibrar la macroeconomía”,

“tendremos que cerrar plantas”, etcétera).

Así, el 25 de abril se recurrió de nueva cuenta a la estrategia del pacto. Se firmó en

Los Pinos el denominado Acuerdo y Mesa de Diálogo para el Fortalecimiento, el Abasto

y la Estabilidad de los Precios de la Cadena Maíz-Tortilla.

Además de refrendar la demagogia y simulación del pacto I, el pacto II integró el

regalo de 2 mil millones de subsidios públicos a no más de 20 grandes empresas

harineras, comercializadoras y del sector pecuario por “hacer el favor” de comprar la

cosecha de maíz de Sinaloa, sin ningún compromiso a cambio para bajar los precios

del maíz, la harina de maíz, las tortillas o los productos de origen animal.

Ese recurso público se entregó vía un programa de la Secretaría de Agricultura,

Sagarpa y Aserca que subsidió en proporciones de 40 a 80 por ciento los fletes del

maíz a diferentes destinos, y que cubrió en 50 por ciento la prima de cobertura de

precios.

Uno de los argumentos favoritos del presidente Calderón a favor del TLCAN es que la

libre importación y la dependencia alimentaria han permitido poner a disposición de la

* Nota informativa de Claudia Herrera, en La Jornada, 22 de febrero de 2007. El secretario de

Agricultura, Alberto Cárdenas Jiménez, auguró que en mayo bajará el precio de la tortilla,

debido a que se registrarán mejores cosechas de maíz. El funcionario dijo esperar una producción de 5.5 millones de toneladas del grano en el ciclo otoño-invierno... “Tendremos

maíz suficiente para que en mayo la tortilla pueda disminuir su precio”, que actualmente es de

8.50 pesos, explicó. Según un comunicado de la Sagarpa del 2 de abril, en gira por Tamaulipas, Cárdenas afirmó que la tortilla “seguirá accesible para toda la población”.

Page 18: El campo no aguanta más

18

población alimentos baratos, de gran variedad y de alta calidad. Los hechos

desmienten una vez más la propaganda gubernamental.

Si nos atenemos a las cifras del Banco de México, en los primeros 500 días del

calderonato el índice de precios al consumidor de alimentos procesados, bebidas y

tabaco creció 97.5% por encima de la inflación general en dicho periodo.

Para todos está presente la ineptitud y complicidad del gobierno de Calderón frente al

tortillazo de enero del 2007 así como frente a las escaladas de precios del pan, huevo,

leche, carne, aceite comestible, pastas y muchos otros productos de la canasta básica

alimentaria. Los pactos de “estabilización” de precios y los acuerdos con la ANTAD para

“rebajar” los precios han sido un completo fracaso y una patética repetición de los

gastados esquemas del priísmo. Tan sólo en el primer bimestre de 2008, los precios de

la canasta básica de dispararon en más de 20%.

En lo que hace a la calidad y diversidad de alimentos, estos están disponibles

únicamente en las tiendas o secciones gourmet para una pequeña élite. Para la

mayoría de la población, se vive un estado de malnutrición caracterizado por

desnutrición y anemia para el 20% de la población (principalmente rural,

principalmente indígena, principalmente niños y niñas de hasta 5 años) y de obesidad

para un tercio de los mexicanos (alimentos chatarra, comida rápida, refrescos).

Las causas inmediatas de la escalada alcista en los precios de la tortilla

Más allá de las inútiles y falaces explicaciones gubernamentales, ¿cuáles son las causas

del alza de los precios de las tortillas? Éstas son las principales:

El desmantelamiento de la producción campesina de maíz y la dependencia de

las importaciones. Estos factores, propiciados por los gobiernos neoliberales desde

1994 con la entrada en vigor del TLCAN, han expuesto a nuestro país a la volatilidad e

incertidumbre de los mercados agrícolas internacionales, altamente dominados por los

países desarrollados y por sus gigantescas corporaciones agroalimentarias, cuyo único

propósito es la maximización de sus ganancias. En este contexto, en el último año el

precio internacional de maíz se duplicó, al pasar de 80 a 160 dólares la tonelada

debido a un incremento de la demanda para la elaboración de etanol y las crecientes

importaciones de China. Asimismo, los fletes en Estados Unidos y en el mundo se

elevaron a niveles récord. Frente a estos hechos, de todos sabido, el gobierno federal

no reconoció los peligros potenciales para nuestra seguridad alimentaría ni su impacto

en los precios internos y, por tanto, no tomó ninguna previsión ni medida alguna.

Page 19: El campo no aguanta más

19

Por el contrario, el gobierno federal a través de la Secretaría de Economía, la

Sagarpa y Aserca, provocó una escasez artificial de maíz blanco para consumo humano

al autorizar y subsidiar el desvío de más de un 1.5 millones de toneladas de maíz

blanco de la cosecha de otoño-invierno (junio-julio-agosto) de 2006 en Sinaloa para su

exportación a Estados Unidos, Centro y Sudamérica y su utilización como forraje de

animales para las grandes empresas pecuarias de Sonora, Sinaloa y Jalisco*. Este

gravísimo hecho acentuó aún más en México la escalada internacional de precios del

maíz y alimentó la especulación. En vez de preservar el abasto doméstico, el gobierno

federal prefirió atender los intereses de Maseca y Cargill al autorizarles la exportación

con subsidios públicos para enfrentar la escasez y precios altos de maíz blanco en sus

mercados y plantas de harina de maíz en Estados Unidos, Centro y Sudamérica.

Asimismo, prefirió atender las demandas de los grandes empresarios pecuarios de

Sonora (Bachoco, Grupo Mazón), Sinaloa (Grupo Viz) y Jalisco para enfrentar los

precios altos de importación de maíz amarillo y sorgo y poder comprar maíz blanco con

subsidios públicos. Por su parte, Cargill compró y almacenó 600 mil toneladas de maíz

de Sinaloa a 1,650 pesos la tonelada, mismas que vieron incrementar su precio gracias

a la determinación del gobierno federal de “secar” el mercado nacional de maíz blanco;

la compañía pudo vender sus inventarios meses después a 3,500 pesos la tonelada en

el Valle de México. El gobierno federal, gobierno de empresarios para empresarios,

prefirió atender los intereses minoritarios antes que el abasto nacional para consumo

humano y antes que la situación económica y la seguridad alimentaria de los millones

de mexicanos de más bajos ingresos, que son los mayores consumidores de la tortilla.

Esto es algo que debe investigarse para deslindar responsabilidades de los funcionarios

públicos involucrados.

El incremento en los precios de la gasolina, diesel, gas y electricidad decretados

por Felipe Calderón en diciembre de 2006 también afectó los costos de transporte del

maíz y de elaboración de masa y tortilla.

El gobierno federal ha impulsado la concentración anticompetitiva en los

mercados agroalimentarios a raíz de la eliminación de Conasupo, de los precios de

garantía, de la apertura comercial y de la privatización de la economía. Así, Maseca

controla hoy 80% por ciento del mercado de la harina de maíz; Cargill domina la

comercialización de maíz y otros granos y oleaginosas y controla el principal punto de

entrada de las importaciones graneleras en el puerto de Veracruz; Ferromex y Kansas

* Véase la autorización correspondiente de Aserca en el Diario Oficial de la Federación (DOF) del

primero de agosto de 2006.

Page 20: El campo no aguanta más

20

City Southern controlan el transporte ferroviario. Estos hechos permiten imponer

precios y condiciones anticompetitivas al resto de las cadenas agroalimentarias,

elevando aún más los precios a los consumidores finales y favoreciendo ganancias

extraordinarias para las grandes empresas oligopólicas. Frente a esta realidad, el

gobierno federal ni la Comisión Federal de Competencia han hecho nada. Los dueños

de dichas empresas están estrechamente vinculados en relación de complicidad, ayuda

mutua y privilegios y cuentan con los servicios de ex presidentes y ex secretarios de

estado.

El gobierno federal ha despreciado la organización de los productores para

desarrollar su capacidad de participar en los mercados agroalimentarios, a través de la

compactación de las cosechas y la administración de la oferta para equilibrar las

desiguales condiciones del mercado. Con ello, las autoridades fomentan que millones

de pequeños y medianos productores, desorganizados, dispersos, sin infraestructura y

sin financiamiento, se vean obligados a rematar sus cosechas a unos cuantos grandes

compradores que tienen todo el poder, e incluso el financiamiento preferencial de la

banca de desarrollo. No obstante haber intentos exitosos, como los representados por

la ANEC, por avanzar en la organización de los agricultores para la comercialización, tal

y como lo hacen en Europa y Estados Unidos, la Sagarpa desapareció en 2001 el

Programa de Fomento a Formación de Empresas Comercializadoras Agropecuarias

(Profeca) y, por caprichos del secretario de Agricultura en turno, durante dos años

desvió a otros rubros los recursos autorizados en Aserca por la Cámara de Diputados

para un programa de consolidación de empresas comercializadoras del sector social.

Por otra parte, la industria nixtamalera-tortillera, responsable de la producción y

venta del 50% de la tortilla en México, ha carecido de los apoyos necesarios para su

organización y modernización, a efecto de aumentar su eficiencia y calidad y no

repercutir en el precio a los consumidores sus ineficiencias. El gobierno federal no ha

hecho nada al respecto. Por su complicidad con las empresas harineras y

comercializadoras (Maseca y Cargill), ha generado una condición de vacío, de omisión,

que debilita, disminuye y eventualmente hará desaparecer a los nixtamaleros, y que

permitirá que las corporaciones se queden con todo el mercado de la tortilla en México.

El gobierno federal ha renunciado a toda intervención y regulación del mercado

de los alimentos básicos y ha entregado la seguridad (o más bien la inseguridad)

alimentaria de los mexicanos a unas cuantas empresas oligopólicas. No existe una

reserva estratégica para enfrentar las presiones especulativas o las catástrofes

Page 21: El campo no aguanta más

21

climatológicas o geopolíticas que pudieran poner en riesgo la seguridad alimentaria y la

economía de la mayoría la población.

Las causas estructurales

¿Cuáles son las causas de fondo de la escalada de precios en las tortillas y otros

alimentos básicos?

Haber incorporado el maíz al TLCAN pese a las advertencias y oposición de la

mayoría de los mexicanos. Salinas y Luis Téllez ofrecieron unilateralmente al maíz

mexicano en la mesa de negociaciones, sin siquiera haber sido solicitado por los

negociadores estadounidenses. Para ellos, el maíz era una mercancía más y no un

asunto de seguridad nacional.

Haber apostado por la dependencia en lugar de la soberanía alimentaria. Desde

1982, pero sobre todo a partir de 1994 con la puesta en vigor del TLCAN, los gobiernos

federales han desmantelado la producción campesina de alimentos bajo el supuesto de

las ventajas comparativas y de que las importaciones son más baratas que la

producción nacional. Hoy vemos una consecuencia de esa falacia: ni tenemos

importaciones baratas ni suficientes cosechas nacionales: estamos en el peor de los

mundos.

El capítulo agropecuario del TLCAN eleva a rango de ley constitucional la

dependencia alimentaria, el desmantelamiento de la economía campesina y el control

de nuestro sistema alimentario en manos de las grandes corporaciones

agroalimentarias.

La imposición de un modelo de agricultura y alimentación basado en las

grandes explotaciones, en el uso masivo de agroquímicos y de subsidios, de

tecnologías riesgosas para la salud y el medio ambiente, de alimentos chatarra.

La desatención y caída en la inversión pública para el desarrollo científico-

tecnológico en la producción de maíz en particular, y en el sector agroalimentario en

general, y la desvinculación estructural entre la investigación, la transferencia de

tecnología y los sectores productivos agroalimentarios.

IV. Crisis alimentaria: aumento de la pobreza y hambre

Dato el Coneval y de Julio Boltvinik

V. La situación del campo hoy

Page 22: El campo no aguanta más

22

1. En el sector agropecuario no ha habido crecimiento económico

Crecimiento promedio anual del sector 1982-2008: 2.0%

Crecimiento promedio anual del sector en el TLCAN (1994-2006): 1.8%

Crecimiento promedio anual del sector en los gobiernos panistas del: 1.9%

Crecimiento promedio anual del sector en el periodo 1945-1976 llamado de

desarrollo estabilizador (antes del “libre comercio” y el TLCAN): 3.8%

Con los gobiernos de Fox y de Calderón se consolidó la política neoliberal de

estancamiento estabilizador. El sector agropecuario ha sido desenchufado de la

economía nacional.

Crecimiento promedio anual %

Periodo

PIB

Nacional

PIB

Sectorial

Periodo neoliberal 1982-2008 2.4 2.0

Periodo TLCAN 1994-2008 2.7 1.8

Sexenios Panistas 2000-2008 2.3 1.9

1997 6.7 -3.0

2000 4.7 -2.2

2005 3.6 -5.9

El modelo económico neoliberal ya no necesita al sector agropecuario; el campo ha

sido excluido del “desarrollo” neoliberal. Ritmos de crecimiento relativamente altos en

la economía del país no jalan al agro. La economía del país va por un lado y el sector

agropecuario por otro.

2. El crecimiento del comercio agroalimentario no ha jalado el crecimiento del sector

agropecuario

A pesar de que ha aumentado considerablemente el comercio agroalimentario

de México con el mundo durante el TLCAN en 9.8 por ciento promedio anual,

el sector agropecuario únicamente ha crecido 2.0 por ciento anual.

El modelo de comercio agroalimentario, basado en exportaciones de bajo valor

agregado y con altas erogaciones por insumos de importación, no impulsa el

crecimiento regional ni sectorial; por el contrario, es causa del estancamiento

estabilizador en el campo. Esto ha provocado que el sector agroalimentario se

haya convertido en generador de saldos negativos en la balanza comercial.

Page 23: El campo no aguanta más

23

Periodo Saldo de la Balanza comercial agropecuaria

(Exportaciones menos importaciones)

Saldo promedio anual TLCAN 1994-2008

-2,605.1 millones de dólares

Saldo acumulado TLCAN 1994-2008

-39,077.1 millones de dólares

Saldo balanza comercial agropecuaria

ampliada 2008

-7,055.2 millones de dólares

Fuente: Banxico.

Con el TLCAN aumentaron más las importaciones que las exportaciones

agroalimentarias. En lugar de convertirnos en potencia exportadora como lo

prometieron los neoliberales, nos transformamos en una “potencia”

importadora de alimentos.

¡¡¡El sector agroalimentario es responsable de la mitad del déficit de la balanza

comercial total de México!!!.

Con el modelo neoliberal, lo principal que exportamos son trabajadores

indocumentados y divisas.

3. El modelo neoliberal agropecuario privilegia las agroexportaciones a costa de

sacrificar el mercado interno

El comercio exterior agroalimentario no es importante para el país, ya que

únicamente representa entre 3 y 5 por ciento del comercio exterior total. Ni

siquiera es demasiado importante, ya que aporta apenas entre 13 y 15 por

ciento del valor total de la producción agropecuaria del país.

Sin embargo, las políticas agrícolas y comerciales neoliberales han estado

centradas en promover exclusivamente las agroexportaciones, mismas que

están concentradas en unas cuantas unidades de producción, regiones y

empresas.

Se ha privilegiado el interés de una minoría vinculada a las exportaciones, a

costa de sacrificar el interés de la mayoría de las unidades de producción, de

las regiones y de las empresas vinculadas al mercado interno.

Por lo demás, las exportaciones agroalimentarias están excesivamente

concentradas en una minoría de agricultores ricos y empresas exportadoras,

buena parte de ellas extranjeras. Los beneficios de las agroexportaciones se

concentran en muy pocas manos con un altísimo costo social (explotación de

Page 24: El campo no aguanta más

24

jornaleros agrícolas sin salarios adecuados, sin seguridad social, con pésimas

condiciones de higiene y seguridad –envenenamiento con pesticidas,

enfermedades congénitas en nacimientos, etc.) y con altísimos costos

ambientales (contaminación de mantos freáticos y de suelos agrícolas,

abatimiento de los acuíferos, ensalitramiento de áreas de riego, etcétera).

1. La producción de granos y oleaginosas se ha estancado

La producción promedio anual de granos y oleaginosas entre 1994 y 2008 se ha

mantenido en 30 millones de toneladas. Esta cifra es similar a la alcanzada

a principios de la década de los 80. Lo anterior, a pesar del crecimiento de la

población en 20 años. En contraste, por ejemplo, en China se duplicó la

producción de maíz de 1982 al 2005, al pasar de 60 a 138 millones de

toneladas.

6. El mercado agroalimentario ha sido entregado a intereses externos

El mercado agroalimentario ha sufrido una privatización excluyente e injusta,

privilegiando su concentración y trasnacionalización, lo cual afecta como

consecuencia nuestra soberanía nacional y profundiza nuestra inseguridad

alimentaria y nutricional.

20 grandes corporaciones agroalimentarias controlan el mercados

agroalimentario: Maseca, Bimbo, Bachoco, Sigma, Pepsico, CocaCola,

Monsanto, Bayer, Nestlé, Cargill, ADM, General Foods, Conagra, Tysson,

Pilgrims Pride, Smithfield, Kansas City Railroad, Grupo Modelo, Cervecería

Cuauhtémoc, Wal Mart.

La superficie sembrada de maíz ha disminuido en un millón de hectáreas en

2008 con respecto a 1997.

La superficie sembrada de frijol disminuyó en 500 mil hectáreas en 2008 con

respecto a 1997.

Un millón de hectáreas de riego permanecen ociosas por falta de

mantenimiento de los sistemas de riego, de crédito y rentabilidad de los

cultivos.

2. Crece la dependencia alimentaria

Page 25: El campo no aguanta más

25

Índice de Dependencia Alimentaria 1982 - 2012 (P)

15

26.5

39.6

30

42

50

0

10

20

30

40

50

60

1982 1994 2005 2008* 2009 2012**

Año

% de Dependencia

Alimentaria

* En 2008 hubo una baja coyuntural en virtud de la elevación del los precios internacionales de los alimentos y la devaluación del peso frente al dólar.

**Si no hay cambio de política agrícola y comercial en México.

México importó en 2009 el 42% de su consumo alimentario. México depende

de las importaciones respecto de su consumo interno en: 97% en soya; 70%

en arroz: 50% en trigo; 33% en maíz; 30% en sorgo;10% en cebada;

20% en carne de res; 33% en carne de cerdo; 14% en carne de pollo; 13%

en leche.

Importaciones de granos y oleaginosas 2007

Granos y

oleaginosas

Volumen

(Millones de toneladas)

Valor

(Millones de dólares)

Maíz 10.7 1,830.0

Frijol 0.081 61.0

Arroz 0.826 240.0

Trigo 3.2 817.0

Soya 3.6 1,131.0

Sorgo 1.8 321.0

Total 20.2 4,400.0

Fuente: ANEC con datos de Banxico.

Importaciones de fertilizantes (urea, dap, triple 17 y potásicos) en 2007: 1,123

millones de dólares. Cifra récord. En 1992 exportábamos fertilizantes.

Sin comentarios.

8. Se ha promovido el desempleo, el rentismo y la migración en el campo

Page 26: El campo no aguanta más

26

Se perdieron 2.5 millones de empleos rurales en los primeros 15 años del

TLCAN.

El rentismo de tierras ejidales en zonas de riego y de buen temporal es de 60 a

70 por ciento.

Las importaciones de alimentos en el periodo TLCAN han llegado a 181.1 mil

millones de dólares. Esto significa lisa y llanamente una insostenible fuga de

empleos y divisas.

Tan sólo en el sexenio de Vicente Fox y lo que va de Felipe Calderón las

importaciones agroalimentarias llegaron a 135.8 mil millones de dólares.

En lo que va de la administración calderonista (2007-2008), las importaciones

agroalimentarias han ascendido a la cifra récord de 40 mil millones de

dólares en alimentos; un promedio sin precedentes de 20 mil millones de

dólares por año. Presupuesto anual de la Sagarpa (2008): 5 mil millones de

dólares.

La migración rural se ha desbordado en todo el país, no solamente en los

estados y las regiones que tradicionalmente expulsaban mano de obra rural,

como Zacatecas, Michoacán, Jalisco, Oaxaca, Durango y Chihuahua. Un

ejemplo de lo anterior lo representa Chiapas. Antes del TLCAN, el estado atraía

.trabajadores migrantes de Guatemala y existía un pequeño flujo migratorio

hacia los campos petroleros de Tabasco y Campeche y a Cancún; ahora, cada

año migran a los Estados Unidos 50 mil chiapanecos.

9. El desastre ambiental en el campo ha crecido

El desastre ambiental en el campo ha crecido, con ineludibles y costosos

impactos en las ciudades y para el desarrollo económico nacional. De los 196

millones de hectáreas con que cuenta México, 64 por ciento están

degradadas, principalmente por erosión hídrica y eólica.

Anualmente se pierden para el uso agrícola 10 mil hectáreas en las mejores

tierras irrigadas, por causa de la acumulación de sales. Ello acumula ya una

superficie de 425 mil hectáreas que han dejado de ser útiles para la

producción agrícola intensiva.

10. Crece la pobreza y la exclusión social en el campo, al tiempo que aumentan los

programas asistencialistas y clientelares de combate a la pobreza

Page 27: El campo no aguanta más

27

Datos de Coneval.

La desigualdad y la pobreza en el sector rural y en el sector urbano aumentaron

en los años del calderonato: tan sólo por el incremento de los precios de la

canasta alimentaria entre 2007 y 2008 la pobreza alimentaria (pobreza

extrema) aumentó en 4.3 millones al pasar del 13.8 al 18%, mientras que 7

millones de mexicanos se convirtieron en pobres patrimoniales, de acuerdo con

Aracelí Damián, investigadora del Colegio de México (Reforma; viernes 27 de

febrero de 2009; p.12).

Falta medir el impacto de la recesión económica 2008-2009.

Todo lo anterior no obstante haber contado la Sagarpa, la Sedesol y en general

las dependencias vinculadas con el campo con presupuestos sin precedentes

aprobados por la Cámara de Diputados (presupuesto 2004, 2000, 2006, 2009;

comparación 2009/2000). (gráfica del PEC Rural y PIB agrícola).

(recuadro)

V. La lucha campesina, indígena y ciudadana por una nueva política hacia el

campo

La larga guerra neoliberal en contra de la agricultura campesina y por la privatización

de las tierras y los recursos territoriales de los pueblos indios y comunidades rurales

emprendida desde 1982 a la fecha, ha encontrado una fuerte resistencia de ejidos,

comunidades, movimientos y organizaciones de campesinos, indígenas, pobladores

Política agroalimentaria en Estados Unidos

Agricultura: asunto de seguridad nacional.

Política agrícola y comercial de EU: Farm Bill, TLCAN, TLCs, OMC. Modelo de agricultura industrial con alto consumo de energía e insumos

químicos. Subsidios agrícolas

-18 a 20 mil millones de dólares/año. - En 2000, se canalizaron 30 mil millones de dólares.

Precios al productor por debajo de costos de producción:

-Dumping en las exportaciones, daño a los agricultores mexicanos, competencia desleal, quiebra, migración.

-Altas ganancias para los industrializadores, comercializadores y distribuidores. Concentración de subsidios:

-En unos cuantos productos vinculados a las grandes empresas y a la

exportación: maíz, trigo, arroz, algodón y soya: 78%. -En unos cuántos granjeros y corporaciones: 10% recibe el 72% de los

subsidios (332,793 dólares promedio anual) mientras que el 80% recibe el 13% de los subsidios (7,266 dólares en promedio).

-En unos cuantos estados: 7 estados reciben el 80% de los subidos.

Page 28: El campo no aguanta más

28

rurales, ciudadanos a lo largo y ancho del país. A continuación se enumeran algunos

de los movimientos más destacados desarrollados entre 1994 y 2009.

Resistencias campesinas e indígenas por sus derechos colectivos y contra la

privatización de la propiedad social de la tierra y el despojo de sus recursos naturales

Coincidiendo con la entrada en vigor del TLCAN, el 1º de enero de 1994 estalló la

insurrección indígena en el estado de Chiapas encabezada por el Ejercito Zapatista de

Liberación Nacional (EZLN). La lucha del EZLN representanta la emergencia de los

pueblos indios como sujetos históricos y coloca su agenda por el reconocimiento de sus

derechos en el centro del debate nacional. Además, la insurrección zapatista

representa un ejemplo y estímulo para el resto de los movimientos sociales en su lucha

contra el neoliberalismo, el TLCAN y contra los gobiernos al servicios de la oligarquía y

de los intereses hegemónicos de Estados Unidos y sus corporaciones.

La nueva etapa de ascenso de las resistencias indígenas y campesinas abierta por el

EZLN, impulsó numerosas movilizaciones y acciones a lo largo y ancho del país en

defensa de la tierra, los productos agrícolas y los recursos territoriales de los ejidos,

comunidades y pueblos indios, tales como el agua, los minerales, los recursos

forestales, la biodiversidad, los recursos genéticos, los lugares históricos y centros

ceremoniales, las bellezas naturales y los conocimientos tradicionales, entre otros. A

continuación se hace una breve enumeración no exhaustiva de tales movimientos que

se han desarrollado de 1994 a la fecha.

-Movimiento nacional de diversas organizaciones campesinas en defensa de precios

justos para los granos básicos y por la reorientación de las políticas gubernamentales a

favor de la agricultura campesina y la soberanía alimentaria (1996).

-Movimiento campesino-ecologista-popular en contra de la Minera San Xavier, en Cerro

San Pedro, San Luis Potosí (2002-2009).

-Movimiento El Barzón en defensa de los deudores y por el pago justo de los créditos

(1996-2000).

-Movimiento indígena, campesino, popular, de académicos y científicos contra el

convenio de bioprospección –biopiratería- UNAM-Diversa en el Estado de Chiapas

(1998-2000).

-Movimiento campesino y popular contra la OMC, el TLCAN y las políticas de

liberalización comercial y de “libre” mercado en ocasión de la Reunión de Ministros de

la Organización Mundial de Comercio en Cancún (Septiembre de 2003).

Page 29: El campo no aguanta más

29

-Defensa de la tierra contra la construcción del aeropuerto en San Salvador Atenco y

Texcoco (2006-2009).

-Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras a la Presa la Parota (CECOP) en defensa

del territorio campesino y por el derecho de las comunidades rurales a existir

(Guerrero, 2006-2009).

-Defensa campesina y popular del territorio en contra de la minería depredadora y por

el control de sus recursos en Chihuahua, Oaxaca, Chiapas, San Luis Potosí, Zacatecas

(1996-2009).

-Defensa de los recursos hidráulicos de las comunidades rurales y por el derecho al

agua en diversas regiones del país, articulados en el Consejo Mexicano para la Defensa

del Agua (COMDA).

-Lucha de organizaciones indígenas y comunidades campesinas por la defensa del

territorio y contra los parques eólicos extranjeros en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca,

encabezados por UCIZONI (2008-2009).

Movimiento el campo no aguanta más

El 22 de noviembre de 2002, once organizaciones campesinas* lanzaron un manifiesto

a la Nación denominado Seis propuestas para la salvación y revalorización del campo

mexicano bajo el lema de ¡El campo no aguanta más!

A partir de sus acciones públicas, los medios de comunicación empezaron a denominar

a dicho movimiento campesino como el “movimiento El campo no aguanta más”

(MECNAM).

En su manifiesto, afirmaban “ser organizaciones campesinas, frentes nacionales y

regionales, organizaciones productivas, somos empresas rurales, organizaciones con

presencia en los cuatro puntos cardinales de la geografía nacional. Luchando desde

hace años para que la agricultura sea un modo digno de vida para las familias del

campo. Venimos luchando para que nuestro país recupere su soberanía alimentaria,

para que nuestros compatriotas de la ciudad dispongan de alimentos baratos y de

buena calidad; para que la industria tenga materia prima suficiente y genere empleos

*Asociación Mexicana de Uniones de Crédito del Sector Social (AMUCSS); Asociación Nacional

de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC); Coordinadora Estatal de

Productores Cafetaleros de Oaxaca (CEPCO); Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC); Coalición de Organizaciones Democráticas Urbanas y Campesinas

(CODUC); Coordinadora Nacional de Organizaciones Cafetaleras (CNOC); Coordinadora Nacional

Plan de Ayala (CNPA); Frente Democrático Campesino de Chihuahua (FDCCh); Frente Nacional en Defensa del Campo Mexicano (FNDCM); Red Mexicana de Organizaciones Campesinas

Forestales (RED MOCAF); Unión Nacional de Organizaciones en Forestería Comunitaria (UNOFOC); Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA).

Page 30: El campo no aguanta más

30

bien remunerados. Venimos luchando por preservar y mejorar nuestros recursos

naturales. Venimos luchando por los derechos y la cultura de los pueblos indios.

Por todo esto, ante la devastación del campo mexicano, producida por las políticas de

ajuste estructural y de libre comercio, además de nuestros señalamientos críticos,

hemos generado conjuntamente con muchas comunidades campesinas e indígenas, las

siguientes demandas:

1. Moratoria al apartado agropecuario del TLCAN.

2. Programas emergente 2003 y de largo plazo 2020:

3. Por una verdadera reforma financiera rural.

4. Asignación de 1.5% con respecto al PIB para el desarrollo productivo y 1.5% con

respecto al PIB para el desarrollo social y ambiental del sector rural en 2003.

5. Inocuidad y calidad agroalimentaria para los consumidores mexicanos.

6. Reconocimiento a los derechos y cultura de los pueblos indios”.

Después de cinco meses de debate nacional y movilizaciones campesinas a favor de

una nueva política agropecuaria y un nuevo trato entre el Estado y la sociedad rural el

pasado 28 de abril se firmó un Acuerdo Nacional para el Campo (ANC) entre el

ejecutivo federal y la mayoría de las organizaciones involucradas en el proceso de

diálogo y negociación, contando con la adhesión de la Conferencia Nacional de

Gobernadores (Conago) y de las Cámaras de Diputados y de Senadores. El ANC

reconoce la crisis rural, el fracaso de las políticas agrícolas gubernamentales y la

necesidad de una nueva política y un nuevo trato hacia el campo, y es también

resultado de la movilización campesina, de sus aliados de la ciudad y de una opinión

pública favorable. La agenda de negociación fue la agenda del movimiento campesino

y no la del ejecutivo federal. Esto es lo opuesto a los acuerdos gobierno-organizaciones

rurales que se llevaron a cabo para avalar las modificaciones al artículo 27

constitucional y la negociación del capítulo agropecuario del TLC entre 1991 y 1994.

Desafortunadamente el MECNAM, después de la firma del ANC, se dividió por diversas

causas, entre ellas:

Predominio del corporativismo e inmediatismo de parte algunas organizaciones

campesinas; olvido de las demandas centrales del movimiento.

Debilidad y/o complicidad de algunos dirigentes campesinos frente a las acciones

divisionistas y de cooptación de parte del gobierno federal.

Falta de seguimiento a compromisos al interior del MECNAM.

Page 31: El campo no aguanta más

31

Lo anterior propició que el movimiento se debilitara y dividiera, favoreciendo que el

gobierno federal incumpliera los aspectos medulares del ANC.

Campaña Sin maíz no hay país (2007-2009)

La Campaña Nacional en Defensa de la Soberanía Alimentaria y la Reactivación del

Campo Mexicano Sin Maíz no hay país y sin frijol tampoco ¡Pon a México en tu boca!

empezó en junio del año 2007, impulsada por más de 300 organizaciones campesinas,

urbanas, de consumidores, grupos ambientalistas, de mujeres, de derechos humanos,

representantes de la cooperación internacional, intelectuales, artistas, científicos,

estudiantes y ciudadanos de varias entidades del país.

Desde su nacimiento el objetivo central fue sensibilizar a la población de la importancia

de lograr la soberanía alimentaria nacional fortaleciendo la producción campesina de

México, mediante políticas públicas favorables y un proyecto alternativo para el campo

y el país, incluyente, justo, sustentable y solidario.

La Campaña ha vivido tres etapas: en la primera, de junio del 2007 a marzo del 2008,

además de colocar el tema del campo y los campesinos en la opinión pública nacional,

se lanzaron 10 demandas, de las que tres ocuparon el lugar central:

La renegociación del TLCAN, sacando al maíz y al frijol nacional de este pacto para

proteger nuestros granos ante la inminencia de la apertura comercial

indiscriminada y total de granos y alimentos a partir del 1º de enero de 2008.

La prohibición de la siembra de maíz transgénico en el país, y la protección de

semillas nativas.

La exigencia de nuevas políticas públicas en defensa del campo, los campesinos y

la soberanía y seguridad alimentarias.

En la segunda etapa, de junio del 2008 a junio de 2009, en el contexto de una aguda

crisis alimentaria y económica nacional, la Campaña entró en escena bajo el lema

“Alimentos campesinos para México ¡El hambre no espera!”, reafirmando las demandas

anteriores, y enfatizando en la lucha por elevar a rango constitucional el Derecho a la

Alimentación. En esta etapa, se discute ampliamente, desde todos los sectores

productores y consumidores, un “Programa Emergente para el Campo Mexicano y

enfrentar la crisis alimentaria” que culmina en una Magna Asamblea Nacional donde

participan agrupaciones de más de 18 entidades del país.

En la tercera etapa se retoman las demandas anteriores y se fortalece la lucha contra

los transgénicos y el uso de tierras y alimentos para agrocombustibles así como a favor

del impulso a la agricultura campesina para superar la dependencia alimentaria, con el

Page 32: El campo no aguanta más

32

lema de Maíz y Libertad. Defendamos el campo para tener alimentos suficientes y de

calidad para todos los mexicanos, y se convoca a una celebración del Día Nacional del

Maíz cada 29 de septiembre a partir del año 2009 donde se sumen voces y esfuerzos

para fortalecer la independencia alimentaria de México, a partir de la producción y

cultura de los pueblos campesinos e indígenas.

VI. Plan Campesino del Siglo XXI para Salvar al Campo y Transformar al

País (posicionamiento político-programático)

La sobrevivencia del campo y del país y su transformación en una Nación próspera,

justa, democrática, incluyente, sustentable y respetable en la comunidad internacional

requiere de cambios profundos, de fondo. Es necesario superar el paradigma neoliberal

y luchar por un nuevo paradigma, un nuevo modelo, una nueva política en todos los

órdenes.

En lo que se refiere al sector rural y su papel en la transformación del país, a

continuación se enuncian algunos elementos que pudieran servir a los movimientos

campesinos, indígenas, populares y ciudadanos en la construcción colectiva de lo que

en el marco del movimiento El campo no aguanta más se denominó el Plan Campesino

del Siglo XXI.

Para tal propósito, enseguida se presentan los siguientes puntos: Contexto

agroalimentario mundial y nacional 2010-2012; Tarea estratégica: construir un nuevo

pacto histórico campo-ciudad/campo-Nación; Principios rectores del Plan Campesino

del Siglo XXI para la Salvación del Campo y la Transformación del País; Objetivos

Estratégicos y Agenda de Demandas Inmediatas.

1. Contexto agroalimentario mundial y nacional 2010-2012

Para la determinación más apropiada de los objetivos, estrategia y táctica de la lucha

por la salvación del campo en el marco de las acciones por la transformación del país

que impulsa el Movimiento en Defensa de la Economía Popular, debemos tomar en

consideración los siguientes elementos del contexto mundial y nacional para el periodo

2009-2012:

Continuará y se profundizará la crisis alimentaria mundial.- La actual crisis

alimentaria mundial continuará y se profundizará debido a los siguientes factores: a)

Crecimiento demográfico mundial; b) Incremento del uso de tierras agrícolas y

alimentos y oleaginosas para la producción de agrocombustibles; c) Mínima regulación

a la entrada y salida de los fondos de inversión en las bolsas internacionales de

Page 33: El campo no aguanta más

33

granos; d) Impactos negativos crecientes del cambio climático mundial sobre

producción agroalimentaria tanto en los países exportadores como en los países

dependientes; e) Crecimiento del poder económico, comercial y político a escala

mundial de las grandes corporaciones agroalimentarias; y f) Creciente volatilidad de los

precios internacionales y de las reservas alimentarias de los países desarrollados. La

única certidumbre es la incertidumbre.

La recuperación de la economía estadounidense será lenta al tiempo que la

economía nacional no podrá responder a dicha recuperación en el corto y mediano

plazos.- El gobierno federal tiene cifrada la salida de la recesión de la economía

nacional en el efecto de arrastre que pudiera ejercer la recuperación de la economía

estadounidense en 2010. Esta posición es irreal, irresponsable, pasiva e indolente toda

vez que el sector manufacturero del país está fuertemente desarticulado y con varios

lustros de desinversión y obsolescencia. Además, con la recesión miles de PYMES han

quebrados o han sido absorbidas por grandes corporaciones trasnacionales que poco

impacto tienen sus operaciones en la generación de nuevos empleos y en el desarrollo

regional y nacional.

Se mantendrá y profundizará la política antiinmigrante en Estados Unidos y

Canadá.- No habrá amnistía para los 7 millones de mexicanos indocumentados en

Estados Unidos o en el mejor de los casos, habrá un proceso limitado de legalización y

de crecimiento de los programas de trabajadores huéspedes hacia Canadá y Estados

Unidos. El envío de remesas continuará desplomándose en los siguientes tres años.

Se mantendrá el TLCAN sin renegociación y las importaciones desleales de

productos agroalimentarios continuarán sin ninguna restricción.

Los monopolios agroalimentarios continuarán dominando el mercado y

capturando las dependencias, presupuestos y programas de apoyo al campo.

El (des)gobierno de Felipe Calderón se debilitará aún más como consecuencia

de su derrota electoral del 5 de julio de 2009, el control priísta-“verde” en la Cámara

de Diputados y en 21 estados de la república.- Uso mayor del ejército, la policía y del

sistema de “procuración de justicia” y mayor subordinación a la agenda de “cambios

estructurales” de la oligarquía y las corporaciones multinacionales.

El PRI llevará a cabo desde ahora una estrategia total para acumular más poder

político y fuerza electoral de cara a las elecciones presidenciales del 2012.- Utilización

del presupuesto federal, estatal y municipal para cooptar, comprar y/o dividir a

organizaciones, movimientos, partidos, líderes sociales, ciudadanos, etc. Asimismo,

continuará su alianza estratégica con el gobierno de Calderón y el PAN para intentar

Page 34: El campo no aguanta más

34

sacar adelante la agenda de “cambios estructurales” de la oligarquía a cambio de

mayor impunidad y transferencia de recursos federales a los gobernadores.

2. Tarea estratégica: construir un nuevo pacto histórico campo-ciudad/campo-Nación

El pacto histórico que la Nación estableció con los campesinos y el sector rural del país

en la Constitución de 1917 se erosionó aceleradamente en el transcurso de las dos

últimas décadas y fue roto definitivamente con la suscripción del Tratado de Libre

Comercio de América del Norte (TLCAN) y la aplicación continuada de las políticas

neoliberales en el campo por los gobiernos del PRI y del PAN.

Dicho pacto se propuso impulsar una política de Estado para favorecer la inclusión, la

justicia y el bienestar de la gente del campo a cambio de paz social, producción de

alimentos y materias primas para el desarrollo urbano-industrial del país y la

exportación de excedentes para la captación de divisas necesarias para la política de

sustitución de importaciones.

Como es sabido, el pacto Estado-campesinos fue resultado de la revolución de 1910 y

fue refrendado y cumplido con altibajos por los gobiernos posrevolucionarios como

consecuencia de las recurrentes revueltas y movilizaciones agrarias de 1920 a 1975.

El pacto social de 1917 reconoció e incluyó a los campesinos del país como una clase

integrante y fundamental del nuevo proyecto nacional y asignó al sector agropecuario

un destacado y activo papel en la refundación de la república y en las políticas de

Estado para la modernización de la economía y el desarrollo social.

Por un lado, el Estado mexicano impulsó la reforma agraria de 1917 a 1992 en

cumplimiento de uno de los compromisos centrales del pacto. Así, de 1917 a 1992 se

reconoció la titularidad de 17 millones de hectáreas a 700 mil comuneros y se

repartieron 86 millones de hectáreas en dotación de ejidos y ampliaciones de ejidos a

2.8 millones de campesinos sin tierra. Es decir, la mitad del territorio nacional, 103

millones de hectáreas, fue entregado a casi 4 millones de campesinos y sus familias.

Asimismo, en el resto del territorio rural, los latifundios que diversas formas eludieron y

sobrevivieron al reparto agrario, fueron obligados a fraccionarse por la vía de la venta,

constituyendo la llamada propiedad privada conformada por 1.4 millones de

propietarios, 68 por ciento de los cuáles posee 5 o menos hectáreas.

Asimismo, en complemento de la reforma agraria, los gobiernos posrevolucionarios

construyeron un sistema de instituciones y programas para fomentar el desarrollo

productivo y social del sector rural (secretarías de estado, entidades de regulación de

los mercados agroalimentarios, empresas productoras de fertilizantes, bancos, escuelas

Page 35: El campo no aguanta más

35

e institutos de investigación agrícola superior, servicios de extensión y capacitación,

infraestructura de caminos e hidroagrícola; educación, investigación y asistencia

técnica agropecuaria y forestal, crédito, distribución de insumos, compra de cosechas,

educación primaria, normales rurales, salud comunitaria, campañas de vacunación,

agua potable, saneamiento, etc.)

Por su parte, los campesinos en particular y el sector rural en general, respondieron

puntualmente a sus compromisos derivados del pacto a lo largo de un largo periodo

del México posrevolucionario que va de 1917 a 1970.

En el plano económico los campesinos y el sector rural del país contribuyeron al

proyecto nacional con generación de empleos, crecimiento de la producción de

alimentos y materias primas por arriba del crecimiento poblacional, crecimiento del PIB

agroalimentario por encima del crecimiento de la economía, dinamización de las

economías regionales, ampliación del mercado interno, transferencia de valor a las

ciudades y sector industrial, divisas, etc.

Asimismo, cumplieron puntualmente en el plano de la defensa de la república y la

contribución a las grandes tareas nacionales con su participación en el conflicto

religioso, movilización de masas en el cardenismo, esfuerzo productivo durante y

después de la II Guerra Mundial, movilizaciones en favor del reparto agrario,

participación en la luchas por la democratización del país, movimiento el campo no

aguanta más, campaña sin maíz no hay país, etc.

La sobrevivencia del campo y del país en su conjunto requiere de un nuevo pacto de

la Nación con el sector rural y una nueva política hacia el campo en el marco de un

proyecto alternativo de Nación

Se requiere salvar al campo para salvar a México. Al mismo tiempo, debemos

reconocer que sin una transformación profunda del modelo económico neoliberal y del

sistema político mexicano capturado hoy en día por la oligarquía, no podrán realizarse

los cambios necesarios para salvar al campo.

Se requiere de un nuevo pacto histórico, fundacional; no de ajustes o cambios

secundarios en el contexto del actual modelo de dependencia, exclusión y deterioro

ambiental. Por supuesto, no se trata de regresar al pasado. El campo requiere un

nuevo pacto entre los movimientos sociales del campo y de la ciudad y del sector rural

con la nación en su conjunto en el marco de un proyecto alternativo de nación. Se

requiere un Plan Campesino del Siglo XXI para la Salvación del Campo y la

Transformación del País.

Page 36: El campo no aguanta más

36

3. Principios rectores del Plan Campesino del Siglo XXI para la Salvación del Campo y

la Transformación del País

La lucha por la salvación del campo y la transformación del país debe incorporar los

siguientes principios rectores en la construcción de un nuevo pacto histórico campo-

Nación como parte de la refundación del pacto social de la nación mexicana, a ser

incorporados en una nueva Constitución y en el conjunto de la legislación, valores,

cultura, políticas, programas y acciones de un nuevo sistema republicano en nuestro

país:

A. Revalorizar el papel de la agricultura y en particular de las agriculturas campesinas

e indígenas (agricultura familiar, agricultura en pequeña escala) y reconocimiento

de sus derechos y capacidad de desarrollo productivo y social, en el marco de un

nuevo proyecto de Nación.

B. Soberanía alimentaria y derecho a la alimentación.

C. Reconocimiento del carácter multifuncional de la agricultura y de la gestión de los

territorios rurales.

D. Vida digna para la población rural: derecho al buen vivir. Distribución equitativa de

los ingresos, respeto pleno de los derechos colectivos e individuales de campesinos

y pueblos indios, equidad y reconocimiento de la contribución de las mujeres y

jóvenes rurales.

E. Estrategia productiva para el combate de la pobreza rural, secundariamente:

programas compensatorios.

F. Agricultura sustentable y manejo productivo sustentable de los recursos naturales.

G. Reconstrucción, rentabilidad, competitividad y articulación de las redes de valor

agropecuarias, forestales y pesqueras, con prioridad al mercado interno y en

cadenas cortas de suministro.

H. Ciudadanía plena y democracia en el medio rural. Combate frontal al clientelismo y

al corporativismo. Apoyo y fomento (productores, campesinos, mujeres, jóvenes,

jornaleros agrícolas, pobladores rurales, etc.) al asociacionismo autónomo y

autogestivo productivo y social a nivel local, en redes regionales, estatales y

nacionales. Nueva relación con organizaciones rurales: autonomía y respeto a la

pluralidad; no al clientelismo y corporativismo como en el viejo régimen.

I. Estado democrático popular con un gobierno progresista y con fortaleza económica

e institucional para promover y regular la nueva política hacia el campo.

Page 37: El campo no aguanta más

37

4. Objetivos centrales para un nuevo proyecto de nación con campesinos, soberanía

alimentaria, derecho a la alimentación, equidad y sustentabilidad

A. Soberanía alimentaria.

B. Derecho a la alimentación, seguridad alimentaria y nutricional.

C. Agricultura sustentable y manejo productivo sustentable de los recursos forestales

y pesqueros.

D. Gestión multifuncional del territorio rural.

E. Vida digna para la población rural: derecho al buen vivir.

F. Reconstrucción, rentabilidad, competitividad y articulación de las redes de valor

agropecuarias, forestales y pesqueras.

G. Ciudadanía plena y democracia en el medio rural

H. Agua, agricultura y manejo de los recursos naturales.

I. Identidad, cultura y valorización de lo rural.

J. Reforma de las instituciones públicas del sector rural.

K. Reformas legislativas.

L. Renegociación de acuerdos internacionales.

M. Sistema financiero rural.

N. Comercialización/logística.

O. Valor agregado.

P. Inversiones en infraestructura productiva.

Q. Políticas públicas diferenciales.

R. Migración.

S. Desigualdad y exclusión.

T. Fortalecimiento de la propiedad social de la tierra.

U. Protección y valorización nacional y social de los recursos fitogenéticos nacionales.

6. Agenda de Demandas Inmediatas

A. Moratoria a la siembra de maíz transgénico y al uso de tierras agrícolas y de

alimentos para la elaboración de biocombustibles.

B. Renegociación del capítulo agropecuario del TLCAN. Exclusión del maíz, el frijol y

demás cultivos estratégicos del TLCAN. Decreto Legislativo para ordenar al

Ejecutivo Federal a iniciar las negociaciones formales para tal efecto con los

gobiernos de Estados Unidos y Canadá.

Page 38: El campo no aguanta más

38

C. Aprobación por el Senado de la República de la minuta de Ley de Planeación para

la Soberanía y la Seguridad Agroalimentaria y Nutricional (LPSSAN) aprobada en la

Cámara de Diputados en la LIX legislatura.

D. Aprobación por la Cámara de Diputados de la reforma para elevar a rango

constitucional el derecho a la alimentación, aprobado por el Senado de la República

en la LIX legislatura.

E. Decreto Legislativo para ordenar al Ejecutivo Federal, con base en el artículo 131

constitucional, a establecer un sistema permanente de administración de las

importaciones y exportaciones de maíz a partir del primero de enero de 2008, a

efecto de que únicamente se autoricen importaciones o exportaciones en casos

comprobados de desabasto o excedentes.

F. Reformas legales para el reestablecimiento del papel rector del Estado para la

estabilización de los mercados agroalimentarios, incluyendo la constitución y

administración de una reserva estratégica de alimentos, con funciones de

regulación de los precios al productor y al consumidor y para garantizar la

seguridad alimentaria del país.

G. Programa especial para eliminar la desnutrición infantil al 2012.

H. Programa especial de fomento a la producción campesina y sustentable de

alimentos que incluya: inversiones públicas estratégicas para el desarrollo

productivo, precios justos para el productor, control de precios a los insumos,

subsidios a la capitalización de las unidades de producción, acceso universal a

créditos y servicios financieros, asistencia técnica, desarrollo tecnológicos,

infraestructura de almacenamiento y transporte, etc.

I. Programa especial para la creación de empleos rurales a través de inversiones

públicas estratégicas para el desarrollo productivo y social en el sector rural

(caminos, tramos ferroviarios, electrificación, infraestructura hidroagrícola,

tecnificación del riego, conservación del agua y suelo, reforestación comunitaria,

manejo sustentable de la cubierta forestal; hospitales, centros de salud, escuela,

espacios deportivos y culturales, etc.).

J. Programa de acciones contra la concentración oligopólica y las prácticas

anticompetitivas en el mercado agroalimentario.

Page 39: El campo no aguanta más

39

(recuadro en el capítulo II)

El papel de la agricultura en el desarrollo de México 1910-1982 El pacto histórico Estado-campesinos se tradujo en políticas públicas explícitas y continuadas en las que asigna un papel relevante al sector agroalimentario en el proyecto de desarrollo nacional, si bien con

modalidades diversas y prioridad diferentes. A continuación se hace una breve reseña de las diferentes

etapas de la agricultura en el desarrollo nacional hasta la crisis de la deuda de 1982. 1. Revolución mexicana-constitución de 1917-reforma agraria (1910-1928): reconocimiento de los

derechos de las comunidades indígenas y de los derechos a la tierra para los campesinos sin tierra; el campo, los campesinos y la agricultura campesina existen, tienen derechos y forman parte del proyecto

posrevolucionario de nación; inicia la reforma agraria.

2. Colapso del modelo primario exportador (1929-1932): gran depresión; caída en el PIB 15% en 1932; derrumbe de las exportaciones a Estados Unidos y el resto del mundo.

3. Cardenismo (1934-1940): como resultado de la presión de las movilizaciones campesinas y la política de masas del cardenismo, se aceleró el reparto de ejidos y prácticamente quedó liquidado el modelo

exportador de materias primas basado en el latifundio. Asimismo, durante el cardenismo se fundaron diversas instituciones rurales y se pusieron en marcha programas de fomento que sentaron las bases para

el auge agrícola de las siguientes dos décadas.

4. Auge agrícola (1940-1958): el producto agropecuario, forestal y pesquero creció a una tasa media anual de 5.8%; en particular, el subsector agrícola creció a una tasa de casi 7% anual. “Este acelerado

crecimiento se explica fundamentalmente por tres factores: la reforma agraria, que rompió los estrangulamientos monopólicos y permitió el crecimiento acelerado de la inversión en la agricultura, hasta

entonces bloqueada por el monopolio de la propiedad de la tierra. Segundo, la inversión pública, sobre

todo en obras de irrigación, que permitió la incorporación de recursos naturales importantes e incrementó la productividad y versatilidad de las tierras agrícolas. De 1934 a 1959 la inversión pública canalizada al

sector agropecuario creció a una tasa de 7% anual en términos reales. Tercero, el comportamiento relativamente favorable de los precios agrícolas. Entre 1930 y 1957 los precios agrícolas se revaluaron

33% respecto al nivel general de precios”. 5. Desarrollo estabilizador (1958-1972): se impulsa una política de sustitución de importaciones, no sólo

de bienes de consumo sino sobre todo de bienes intermedios y bienes de capital; énfasis en el sector

industrial que crece a una tasa promedio anual de 9%. Las políticas hacia la agricultura se ajustan a fin de contribuir al objetivo central del desarrollo nacional: la industrialización. El sector agrícola contribuyó

con ritmos importantes de crecimiento en la producción de alimentos y de materias primas con un crecimiento de los precios agrícolas por debajo del índice general. Lo anterior, resultado de políticas a

favor de precios bajos de los alimentos y materias primas industriales -bienes-salario-, con lo cual se logra

reducir las presiones inflacionarias, de elevación de los costos de las materias primas y de los salarios industriales. A efecto de mantener un ritmo creciente en la producción de alimentos a precios bajos, se

impulsaron importantes políticas compensatorias a efecto de reducir los costos de producción y mantener una tasa de rentabilidad agrícola aceptable. Entre 1957 y 1981 la inversión pública canalizada a la

agricultura creció a una tasa anual superior a 10%. En el periodo de mayor deterioro de los precios

agrícolas, es decir después de 1962, el ritmo de la inversión se incrementó hasta llegar a 13.5% entre ese año y 1981. A principios de la década de los setenta, el modelo de desarrollo de la agricultura vinculado

a la producción de alimentos y materias primas baratas entra en una crisis recurrente. La producción de alimentos comporta un lento crecimiento, la producción de ciertos productos es insuficiente para

abastecer el mercado interno con lo que se hace necesario recurrir a importaciones y la desigualdad regional y social en el México rural crece aceleradamente. El campo es objeto de control político por el

PRI-gobierno y las dependencias, programas y presupuestos rurales son manejados con criterios político-

electorales y de enriquecimiento de los funcionarios públicos.

Page 40: El campo no aguanta más

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(recuadro en el capítulo VI)

Objetivos a lograr en una renegociar el capítulo

agropecuario del TLCAN

1. Sustitución del capítulo agropecuario por un Acuerdo para la cooperación y complementación para el

desarrollo agroalimentario y rural de América del Norte. 2. Recuperación del derecho soberano de nuestro país a

establecer un mecanismo de administración de las importaciones y exportaciones de los productos

agroalimentarios sensibles para su soberanía y

seguridad alimentaria así como para establecer una reserva estratégica alimentaria.

3. Recuperación del derecho soberano de México a establecer una política agroalimentaria y de desarrollo

rural con base en la rectoría del estado, la planeación a

largo plazo, los derechos de los campesinos a preservar y valorizar su trabajo y sus modos de vida, el

derecho a la alimentación y política de administración de la oferta agroalimentaria.

4. Prohibición de las exportaciones desleales (dumping y subvención) y supresión de las barreras proteccionistas

no arancelarias disfrazadas de medidas fito-

zoosanitarias. 5. Establecimiento de un Fondo Trinacional de

Inversiones Estructurales y de Cohesión Social para el desarrollo rural de los tres países, con una aportación

anual equivalente al 1% del PIB de cada país.