El campo patrimonio y museísticos un espacio cultural conflictivo

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Iñaki Arrieta Urtizberea, Revista de Dialectología y Tradiciones Populares.Procesos de patrimonialización y msuealización de la cultura, procesos identitarios

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  • 303EL CAMPO PATRIMONIAL Y MUSESTICO: UN ESPACIO CULTURAL CONFLICTIVO

    RDTP, vol. LXV, n.o 2, pp. 303-336, julio-diciembre 2010, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10

    El campo patrimonial y musestico:un espacio cultural conflictivo1

    The heritage and museums field:A controversial cultural space

    Iaki Arrieta UrtizbereaDepartamento de Filosofa de los Valores y Antropologa Social

    Universidad del Pas Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea.Donostia - San Sebastin

    RESUMEN

    Los procesos de patrimonializacin y musealizacin de la cultura no responden acriterios histricos o estticos, sino identitarios. No ataen a cientficos, especialistas ypolticos solamente, sino a colectivos sociales. La eleccin de unos bienes culturales noes una consecuencia objetiva de sus caractersticas formales, es el resultado de la selec-cin llevada a cabo por agentes sociales con el fin de representar una identidad grupal.Pero ningn colectivo social es uniforme, sino, al contrario, es diverso y complejo, detal modo que los referentes identitarios y, consecuentemente, los bienes culturales notienen por qu ser unvocos. Ms all de los discursos aspticos, muchos de esos pro-cesos se presentan conflictivos. Diferencias acerca de los referentes identitarios y de losusos que se les quieren dar a los bienes culturales acarrean que el campo patrimonial ymusestico sea un espacio de confrontacin de intereses y valores. Este artculo presen-ta y analiza los conflictos que surgieron en el municipio vasco de Legazpi cuando seinici el proceso de patrimonializacin y musealizacin de la produccin del hierro.

    Palabras clave: Patrimonio cultural, Museos, Campo social, Identidad y turismo.

    SUMMARY

    The processes of acceptance as heritage and musealisation do not respond to his-tory or aesthetics-related criteria, but rather to identity-related criteria. They do not con-cern scientists, specialists and policy-makers alone, but also social groups. The choiceof cultural assets is not an objective consequence of their formal characteristics. It is the

    Revista de Dialectologa y Tradiciones Populares,vol. LXV, n.o 2, pp. 303-336, julio-diciembre 2010,

    ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457,doi: 10.3989/rdtp.2010.10

    1 Proyecto de investigacin (CSO2008-05065) financiado por el Ministerio de Cienciae Innovacin. Agradezco a Oriol Beltrn, a los evaluadores externos de la RDTP y a losmiembros de su Consejo de Redaccin las sugerencias planteadas y las correcciones pro-puestas.

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    result of the selection made by social agents so as to represent a group identity. But nosocial group is homogeneous; on the contrary they are diverse and complex so the identityreferences, and therefore the cultural assets, do not have to be univocal. Beyond theaseptic discourses, many of these processes are controversial. Differences regarding theidentity references and the uses to be made of cultural assets lead to the field of he-ritage and museums being spaces where interests and values clash. This article presentsand analyses the conflicts that arose in the Basque municipality of Legazpi when theprocess of musealisation and acceptance of iron production as heritage first started.

    Key words: Cultural Heritage, Museums, Social Field, Identity and Tourism.

    INTRODUCCIN

    A mediados del siglo XX los criterios histricos, estticos y monumenta-les que legitimaban los discursos y las acciones patrimoniales y musesticoscomenzaron a ponerse en cuestin (Agudo Torrico y Fernndez de Paz 1999:10; Gonzlez-Varas 2003: 43). Objetivados y naturalizados por especialistasen historia y bellas artes, aquellos criterios no hacan sino enmascarar elporqu implcito de la conservacin del patrimonio o de la construccin demuseos. El motivo no era cientfico ni esttico, sino identitario.

    Con la Revolucin Francesa y la emergencia de la estructura poltico-ad-ministrativa y territorial del Estado-nacin, la consolidacin de una identidadcomn en todo el territorio nacional pas a ser una cuestin de Estado(Bauman 2001: 30). Para ello el Estado recurri a los museos y al patrimo-nio histrico-artstico (Cuche 2002: 113; Daz Balerdi 2008: 101; Macdonald2003: 1) y asumi las competencias en materias de su conservacin y fomento.A travs del patrimonio, el Estado-nacin buscaba manipular social y polti-camente a todos los colectivos sociales de su territorio, fomentando o con-solidando una opcin identitaria respecto a otras (Garca Garca 1998: 13).Sin embargo, desnaturalizados y desobjetivados los criterios histricos y ar-tsticos en los aos 60, el patrimonio comenz a definirse, poltica y terica-mente (Agudo Torrico 1999: 39; Moreno 1999: 326; Prats, 1997: 22; UNESCO2002: 13-14), en funcin de lo identitario, lo que condujo tambin a cuestio-nar las competencias exclusivas del Estado a la hora de declarar, activar oponer en valor los bienes culturales. De ah en adelante, cualquier colectivoque quisiera simbolizar su identidad podra valerse del patrimonio. No ten-dra que contar necesariamente con la aquiescencia de funcionarios y tcni-cos del Estado y de especialistas en ciencias humanas. En definitiva, el pa-trimonio pas a ser una cuestin social concierne a un grupo humanoy cultural un medio para representar y consolidar una identidad colecti-va, y a adjetivarse como cultural en vez de histrico-artstico.

    As, no es de extraar que el progresivo inters por las cuestionesidentitarias, como consecuencia de los procesos de individualizacin, plu-

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    ralismo, incertidumbre y heterogeneidad, que surgieron con la primeramodernizacin y que se han acentuado con la globalizacin o mundializacin(Garca Canclini 2004: 162), haya trado la diversificacin de los procesosde patrimonializacin (Ario Villarroya 2002: 19), ms all de los promovi-dos por los Estados-nacin. De este modo, surgen, entre otros, los eco-museos, museos comunitarios o museos de barrio (Agudo Torrico y Fernn-dez de Paz 1999: 14; Binette 2009: 132; Camarena Ocampo y Morales Lersch2009: 118; Dubuc 2008: 65; Duclos y Veillard 1992: 129; Mairesse 2007: 189;Roig Ventura, 2007: 24), como proyectos patrimoniales que representan ypresentan identidades colectivas al margen de las nacionales. Incluso, en losltimos aos, la emergencia de nuevas propuestas identitarias, promovidaspor organizaciones, asociaciones y movimientos transnacionales, est cues-tionando o reorientando la funcin de los museos estatales, legitimadoresde la identidad nacional (Rogan 2003: 55).

    Si el patrimonio cultural se constituye a partir de la identidad colectiva,deja de ser una cuestin que atae solamente a tcnicos, especialistas ypolticos para pasar a ser un asunto de toda una colectividad (Chevalier 2000:XI). No obstante, en la medida en que todo colectivo es plural y complejoque contiene diversas series de asociaciones y grupos basados en distin-ciones de clase, gnero, orientacin sexual, religin, creencias morales eideologa poltica (Kymlicka 1996: 35), el patrimonio cultural se ve atra-vesado por diferentes propuestas identitarias y diversos sentimientos de per-tenencia. La identidad o las identidades de los individuos no son absolutas,sino relacionales (Cuche 2002: 118), no son estticas, sino dinmicas (CaroBaroja 1985: 11), aunque mantengan cierto grado de estabilidad en el tiem-po. As, si la diversidad intergrupal y, consecuentemente, identitaria ha dadolugar a mltiples y heterogneas iniciativas patrimoniales y musesticas, lapluralidad intragrupal puede dar pie a desencuentros y conflictos entre losmiembros del colectivo social a la hora de conservar o fomentar ciertos bie-nes culturales. Investigar el patrimonio cultural nos obliga, entonces, a abor-dar su complejidad casustica (Prats 2005: 19), a preguntarnos, tal comolo hace Ctedra, acerca de quin define la cultura y el patrimonio cultu-ral, quin sistematiza y elabora la cultura? (1998: 89) o quin hace patri-monio?, como lo formulan Hernndez Ramrez y Ruiz Ballesteros (2008: 129).Unas preguntas raramente contestadas, como muy bien afirman dichos au-tores. La literatura especializada est dominada por estudios e investigacio-nes dedicados a las caractersticas formales de los bienes culturales o a lasestructuras annimas2 (Garca Canclini 2004: 156) que activan o ponen envalor el patrimonio. Pocas veces se abordan esas preguntas.

    2 Obviamente no es posible descender a este nivel de complejidad casustica en to-das las investigaciones que se llevan a cabo acerca del patrimonio cultural y los mu-

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    La categora de campo, campo patrimonial, definida como el juegode relaciones de fuerza dirigidas por los agentes implicados y que tienencomo objetivo hacerse con el monopolio de la definicin y de los usos le-gtimos del patrimonio cultural (Bourdieu 2000: 118), adquiere aqu su per-tinencia. Valindonos de ella podemos dar cuenta de la complejidadcasustica de cualquier proceso de patrimonializacin. Nuestro objeto deestudio son los agentes participantes, sus intereses y relaciones. Las carac-tersticas formales, histricas y estticas de los bienes culturales quedan enun segundo plano.

    La existencia de un campo implica que todos los agentes involucradosacepten su doxa, es decir, lo que configura las reglas del campo (Bourdieu2000: 114); en nuestro caso, que el patrimonio cultural y el conjunto debienes culturales que lo constituyen simbolizan la identidad colectiva. As,todo conflicto en el campo presupone un acuerdo mnimo entre los agen-tes, aunque sean antagonistas, a saber, la aceptacin, consciente o incons-cientemente, de la doxa. En el juego de relaciones o en la lucha por hacer-se con el control del campo patrimonial, los referentes identitarios puedencambiar, pero, en todo caso, su configuracin permanece idntica, es decir,la vinculacin del patrimonio y los bienes culturales con la identidad. Hoyen da, esta doxa patrimonial se ha endoculturizado y no se prev un cam-bio en el campo, semejante al acaecido en los aos 60, tal como lo hemosdescrito al comienzo.

    Para que un campo patrimonial concreto se constituya hacen falta unosobjetos y unos agentes interesados en convertirlos en bienes culturales. Enel caso que vamos a abordar en este artculo, los objetos son los relaciona-dos con la produccin del hierro en el municipio de Legazpi (Gipuzkoa,Pas Vasco) y los intereses, los de los agentes locales y superlocales impli-cados en su patrimonializacin. La posicin de los diferentes agentes den-tro del campo la que determina que unos intereses prevalezcan sobreotros depende del volumen de capitales que posean y de su composi-cin. Contamos con cuatro tipos de capitales3: el econmico (recursos eco-nmicos), el cultural (conocimiento e informacin acerca del campo patri-monial), el social (red de relaciones) y el simblico (poder reconocido enese campo para imponer, a su vez, dicho reconocimiento).

    seos. Nos referimos, por ejemplo, a aquellos trabajos que realizan un estudio diacr-nico o sincrnico de muchos y variados proyectos patrimoniales y musesticos. No obs-tante, un avance importante se dara si el objeto de investigacin no fueran las caracte-rsticas formales de los bienes culturales, sino los agentes que los activan o los ponenen valor.

    3 Presentamos brevemente los definidos por Pierre Bourdieu (lvarez Sousa 1996: 147).

    ManuResaltado

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    Considerar el patrimonio cultural como un campo nos acerca a otrasaproximaciones analticas que se hacen al mismo. Categoras como activa-cin (Prats 2005: 19), construccin social (Prats y Santana 2005: 10),mercantilizacin (Pereiro Prez y Sierra Rodrguez 2005: 10), puesta envalor (Moreno 1999: 325), etnoscopia (Turgeon 2003: 155), produccin(Kirshenblatt-Gimblett 2001: 44) o intervencin social (Hernndez Ramrezy Ruiz Ballesteros 2008: 134), coinciden con la que aqu proponemos endos aspectos4. En primer lugar, todas definen el patrimonio cultural o, me-jor dicho, la patrimonializacin, como un proceso, cuyo origen y desarrollodepende de los intereses y valoraciones de los agentes implicados. En se-gundo lugar, sostienen que la especificidad de los bienes culturales est ensu capacidad para simbolizar la identidad colectiva.

    Sus diferencias se sitan en la mayor o menor importancia otorgada aotras variables sociales, culturales o econmicas que, obviamente, tambinconcurren en la patrimonializacin. Por ejemplo, en la actualidad hay dos atener muy en cuenta. Por un lado, los intereses vinculados al prestigio queda a los promotores el poner en marcha o consolidar un proyecto patrimo-nial o musestico. Por otro, los intereses econmicos, relacionados con elturismo y el desarrollo local, que en muchos casos parecen prevalecer so-bre los identitarios. Aun as, como sostiene Prats, estamos hablando deactivaciones patrimoniales, promovidas por el turismo, pero de activacionespatrimoniales al fin, y, por tanto, se quiera o no sea de nosotros o de losotros de representaciones de la identidad (1997: 46). Establecido el cam-po patrimonial y legitimados los bienes culturales, otros intereses puedenexplicar el devenir del campo, siempre y cuando no se cuestione la doxa.Cuestionada o refutada sta, aqul desaparece.

    Hoy en da, muchos proyectos patrimoniales y musesticos no suelenpresentar conflicto alguno en la seleccin y legitimacin de una u otra iden-tidad, ni en los bienes culturales elegidos para simbolizarla. No obstante,que los proyectos no sean conflictivos, tampoco significa que haya un con-senso acerca de la propuesta identitaria que presentan, ya que muchos delos procesos de patrimonializacin pasan habitualmente desapercibidos parael colectivo social o son ignorados por la gran mayora. En estos casos,cuando el capital social (Sennett 2006: 58) con respecto a un bien culturales bajo o inexistente, o la vinculacin social hacia l es exigua o nula, laausencia de conflicto o el aparente acuerdo social no se produce por aquies-cencia sino por indiferencia; una cuestin que debera conducir a los pro-motores patrimoniales a reflexionar acerca de la pertinencia del objeto se-leccionado para ser considerado como un bien cultural.

    4 Obviamente hay otros autores que las definen o las utilizan de manera diferente.

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    No ocurre lo mismo en lo relativo a los usos de los bienes culturales.Definida y legitimada la propuesta identitaria, seleccionados los bienes cul-turales para simbolizarla, los conflictos surgen principalmente en ese nivel.Como afirma Garca Canclini, pese a la enorme importancia que an tie-nen la preservacin y la defensa, el problema ms desafiante es ahora elde los usos sociales del patrimonio (1999: 22).

    Partiendo de estos principios tericos y tras un vaciado de la informa-cin documental y bibliogrfica, y la realizacin de una serie de entrevis-tas, describiremos y analizaremos la constitucin y el desarrollo del campopatrimonial en Legazpi, a partir de una antropologa social centrada en losintereses, motivaciones y estrategias (Mndez 2009: 97) de los agentesimplicados.

    EL CONTEXTO: LEGAZPI Y LA PRODUCCIN DEL HIERRO

    El municipio de Legazpi se ubica en la comarca de Urola-Garaia5 delterritorio histrico de Gipuzkoa (Pas Vasco). Su trmino municipal cuentacon cerca de 42 km2. Es un valle estrecho, de sur a norte, y atravesado porel ro Urola que significa agua de ferreras en vasco. Durante los siglos XIVy XV Legazpi cont con unas 20 ferreras mayores y menores, que fueroncerrando a lo largo del XVIII y XIX, a medida que se fueron introduciendonuevas tcnicas de produccin del hierro, especialmente el alto horno. Ce-rradas las ferreras, las actividades econmicas principales en el municipiofueron la agricultura y la ganadera; a finales del XIX un 80% de la pobla-cin activa se dedicaba al sector primario, viviendo poco ms de 1.000 ha-bitantes en las 40 casas que constituan el ncleo urbano y en el centenarde caseros diseminados por el trmino municipal.

    A lo largo del siglo XX Legazpi experiment importantes transformacio-nes econmicas, sociales y culturales, al igual que otros muchos municipiosvascos. Esas transformaciones hay que vincularlas directamente con uno desus vecinos: Patricio Echeverra. Prototipo de empresario vasco (Aguirre2005: 312), fund en 1908, junto con otros tres socios, la empresa Segura,Echeverra y Ca, para la fabricacin de herramientas agrcolas y mineras.En 1919, la sociedad se disolvi, continuando l solo en dicha actividadindustrial. En 1938 fund la empresa familiar Patricio Echeverra, S.A.(PESA). Adems de continuar con la fabricacin de herramientas, comenztambin a producir acero. En la dcada de los 30 PESA contaba con unaplantilla de ms de 500 trabajadores y 30 aos despus su nmero se haba

    5 Junto a Legazpi, los municipios de Zumarraga, Urretxu y Ezkio-Itsaso constituyenla comarca de Urola-Garaia.

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    multiplicado por seis, alcanzando los 3.000, un 85% de la poblacin activade Legazpi.

    Esa transformacin econmica del municipio estuvo acompaada de im-portantes cambios sociales, culturales y urbansticos. El municipio creciespectacularmente. Promovidos por la propia PESA se construyeron variosbarrios nuevos, prximos a la empresa, para acoger a los obreros y sus fa-milias. La poblacin del municipio pas de los 1.200 habitantes en 1900 alos 4.000 cuarenta aos ms tarde, alcanzando el mximo en 1981 con casi11.000 censados. Este aumento se produjo por la llegada de inmigrantes deCastilla, principalmente, y de Len y Extremadura, en menor medida. Ade-ms de la construccin de los barrios, Patricio Echeverra edific una igle-sia, un asilo, dos escuelas, un economato y un dispensario. En definitiva,cre una ciudad nueva con una poblacin muy dependiente del devenir dela empresa, tanto es as que la crisis del petrleo de 1973 y las posteriorescrisis y reconversiones en la siderurgia afectaron muy negativamente a todoel municipio. Durante las dcadas de los 80 y 90, el nmero de habitantesdescendi hasta situarse en torno a los 8.500 y el paro se situ en torno al34%: Justo cuando Legazpi celebraba el 700 aniversario de su fundacin,en 1990, la incertidumbre sobre el porvenir econmico de cientos de fami-lias estaba en el aire. La primera mitad de esa dcada estuvo marcada poruna crisis que no tena precedentes desde el despertar industrial del valle.En una dcada (1982-1992), P.E.S.A. redujo en un 50% sus efectivos (Aguirre2005: 314).

    LA CONSTRUCCIN DE UNA IDENTIDAD: LEGAZPI, VALLE DEL HIERRO

    Con motivo de la celebracin del cuarto centenario del milagro de laCruz de Mirandaola, acaecido el 3 de mayo de 1580 en la ferrera deMirandaola de Legazpi, seis vecinos, aficionados a la historia local, tal comoellos se definen, publicaron el libro Ferreras en Legazpi en 1980. El mila-gro consisti en la aparicin de un tocho de hierro con forma de cruz deslo seis o siete kilos, cuando los ferrones esperaban obtener una coladade unos 250 kilos. Aquel hecho inexplicable se atribuy a la trasgresin delprecepto catlico que obligaba a descansar los das festivos, cosa que nohicieron los ferrones. As se inici un velado culto que la Iglesia autorizen 1633 (Arbide y Urcelay 1991: 43-51).

    Calificado como un hito o como la primera investigacin en su g-nero por algunos de los informantes, el libro Ferreras en Legazpi trata delproceso del trabajo de las ferreras y de la importancia que estos centrosde produccin y convivencia han tenido a lo largo de la historia en la loca-lidad de Legazpia (VV.AA. 1980: 6).

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    Este trabajo escriben los autores no es sino el intento de acercarnos a la his-toria de un pueblo que dio forma y porvenir a una realidad que con el tiempocontribuy al desarrollo de la regin, forjado sobre todo en el trabajo y el inge-nio y cuyo ejemplo palpable tendremos ocasin de ver en la pequea odisea quesupone la lucha por la vida, en el afn de construccin de una comunidad comola de Legazpi (VV.AA. 1980: 14).

    La relevancia de celebrar el milagro, que, a su vez, dio pie al trabajo deinvestigacin y a su publicacin en su cuarto centenario, no estara, sostie-nen los autores, en la aceptacin o no de su verdad, sino en el hecho deque la comunidad de Legazpi, se identificara religiosamente con un acon-tecimiento relacionado con la base de su vida popular: la elaboracin delhierro (VV.AA. 1980: 13-14).

    Ms all de la relevancia cientfica que tuvo la obra para el conocimien-to de las formas de produccin del hierro, lo reseable, en nuestro caso,fue que esos seis vecinos establecieron y legitimaron una vinculacin estre-cha entre la identidad cultural local y la produccin del hierro. Obviamen-te, como seala uno de ellos, se saba que la produccin del hierro habatenido mucha importancia en la historia del municipio, pero lo que estegrupo hizo fue fijar la identidad de los legazpirras con el hierro, propagan-do y divulgando esa vinculacin. La acogida local del libro fue muy buena:

    Ese libro fue, un poco, el reconocimiento [...] poner, diramos, en papel ese valorque tena el hierro, esa realidad de vestigios, etctera, que igual todo lo mundosaba, pero nadie lo haba plasmado6.Ese libro signific mucho y sobre todo se vendi enseguida, la gente lo peda7.Fue un descubrimiento para la gente porque no se haba hecho nada parecidohasta entonces, tuvo una acogida sensacional, de hecho, se agot totalmente8.

    Hay un acuerdo generalizado entre todos los informantes del papel quejug el libro en la construccin o en la visualizacin de la identidad localvinculada al hierro. Siguiendo a Anderson fue uno de los medios tcnicosnecesarios para la representacin de la clase de comunidad imaginada(1993: 47). Fuera del municipio tambin tuvo su eco: Nuestro juicio sobrela monografa es favorable en cuanto al entusiasmo, dedicacin y esprituemprendedor puestos en la empresa [...] el trabajo tiene la frescura y ame-nidad propias del nimo que inspir a sus autores, as calific el investiga-dor de ferreras, Dez de Salazar Fernndez (1991: 318), el trabajo realizadopor esos vecinos.

    6 Entrevista realizada el 21 de marzo de 2006.7 Entrevista realizada el 28 de febrero de 2008.8 Entrevista realizada el 11 de mayo de 2009.

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    RDTP, vol. LXV, n.o 2, pp. 303-336, julio-diciembre 2010, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10

    Transcurridos 25 aos de su publicacin, el Ayuntamiento edit el libroLegazpi: Corazn de hierro. En la introduccin, el alcalde escribe que estelibro refleja lo que probablemente se ha convertido en una de las seasde identidad ms importantes de Legazpi y aceptadas como tal por loslegazpiarras: nuestra vinculacin con el trabajo en hierro. Algo que, sin duda,marca impronta (Aguirre 2005: 232) o, como escribi Caro Baroja, carc-ter (1986: 184), refirindose a la incidencia del hierro como smbolo eco-nmico, en varios ncleos vascos.

    En definitiva, ese colectivo de vecinos fue quien sacraliz el hierro y suproduccin como bien cultural y quien comenz a definir el campo delpatrimonio cultural en Legazpi. A su vez, ellos se dotaron de los capitalessocial, cultural y simblico necesarios para ejercer el control sobre dichocampo9.

    Pocos aos despus de la publicacin del libro Ferreras en Legazpi, elPleno Municipal del Ayuntamiento acord crear una escuela-taller para re-habilitar la casa-palacio de Bikua, un edificio de mediados del siglo XVII yen estado de ruina en aquellos aos, con motivo de la celebracin del sp-timo centenario de la fundacin del municipio. Por este motivo el entoncesalcalde de Eusko Alkartasuna (EA)10 envi una carta a la Direccin de Patri-monio Histrico y Artstico del Gobierno Vasco solicitando la aceptacin dela creacin de un museo del hierro en la casa-palacio de Bikua y una ayudapara su realizacin. Dicha solicitud se justificaba por la larga vinculacin delmunicipio con la produccin del hierro, desde su obtencin mediante elcarbn natural hasta la acera moderna de Patricio Echeverra, lo que haballegado a configurar su idiosincrasia11. A la solicitud le acompaaba unamemoria en la que se manifestaba:

    Es pues indudable la importancia del hierro en la historia socioeconmica y cul-tural de nuestro pueblo, existiendo una necesidad de crear una institucin encar-gada de la conservacin de este patrimonio singular que se est perdiendo. De

    9 Un ejemplo: a principios de la dcada de los noventa lleg al Ayuntamiento deLegazpi una invitacin para participar en el Simposi Internacional sobre la Farga Cata-lana en Ripoll (Catalunya). La entidad local traslad dicha invitacin a dos de los auto-res del libro, quienes presentaron dos ponencias sobre las ferreras de agua y losescoriales, corriendo el Ayuntamiento con los gastos del viaje.

    10 De 1987 a 1991 el Pleno Municipal lo constituyeron siete concejales de EuskoAlkartasuna (EA), cuatro de Euskadiko Ezkerra (EE), tres de Herri Batasuna (HB), unodel Euzko Alderdi Jeltzalea/Partido Nacionalista Vasco (EAJ/PNV) y uno del Partido So-cialista Obrero Espaol (PSOE).

    11 Archivo de la Fundacin Lenbur (AFL). Caja Lenbur-inicios-varios proyectos. Cartadel Alcalde de Legazpia a la Direccin de Patrimonio Histrico y Artstico del GobiernoVasco de 17 de enero de 1989.

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    ah la pretensin de que el Museo del Hierro de Legazpi se convierta en el res-ponsable de esta labor. La historia de Legazpi no puede ser pensada excluyendosu actividad ferrona, por ser sta su alma y su principal modo de vida [...]. Larazn de crear un museo del Hierro en Legazpi se debe al inters que tiene elrecuperar la imagen de un pueblo con tradicin en la industria del hierro. El museoal ser una institucin permanente, al servicio de la sociedad y su desarrollo, queadquiere, conserva, investiga y comunica para fines de estudio y educacin, tes-timonios materiales del hombre y su entorno. El museo ser un testigo de la his-toria de nuestro pueblo; concebido como un centro vivo de formacin y difusincultural. Es una labor de una gran proyeccin social, por cuanto el museo no solocontribuye a la conservacin fsica de ese patrimonio comn sino que, desarrollatoda una labor de catalogacin, investigacin y difusin en un mbito social12.

    Por el mismo motivo conmemorativo, el entonces alcalde solicit a dosde los redactores del libro de las ferreras, un estudio de la historia de lacasa-palacio y de la familia de los Bikua para que fuera conocido y valo-rado por el mayor nmero de posible de personas. Aquel estudio se publi-c en 1991 con el ttulo Los Bikua en la Historia de Legazpi. Ese libro cuentacon tres apartados. El primero dedicado a la familia Bikua, el segundo, aledificio; y el tercero, a los posibles usos del inmueble una vez rehabilitado.

    A este respecto, los dos autores consideraron que el destino adecuadodel edificio sera la instalacin de un museo, el Museo del Hierro, siguien-do la propuesta de la arquitecta que haba redactado el proyecto de reha-bilitacin. En l se recogera y se mostrara todo aquello que estuviera rela-cionado con la produccin del hierro porque es poco corriente que lahistoria toda de un pueblo haya girado desde los orgenes ms remotos hastala actualidad, prcticamente sin solucin de continuidad, en torno a la ela-boracin del hierro, merece ser plasmado en algo tangible (Arbide y Urcelay1991: 93). El museo, sostienen los autores, sera un buen complemento alas visitas que ya entonces se podan realizar a la ferrera de Mirandaola,que eran conducidas por uno de los dos autores del libro.

    La ferrera de Mirandaola fue rehabilitada o, mejor dicho, recreada, yaque es una actuacin casi ex novo en el solar en el que se encontraba dichaferrera, por el matrimonio Patricio Echeverra y Teresa Aguirre en 1952,abrindose al pblico una vez al ao, el domingo siguiente a las fiestas pa-tronales de Santa Cruz, para conmemorar el milagro de Mirandaola. Si bienhemos subrayado la funcin que desempe el libro Ferreras en Legazpi enla construccin de la identidad local, tenemos que destacar tambin la rele-vancia que la recreacin de la ferrera de Mirandaola ha tenido en la vincu-

    12 AFL. Caja Lenbur-inicios-varios proyectos. Memoria descriptiva adjunta a la Car-ta del Alcalde de Legazpia a la Direccin de Patrimonio Histrico y Artstico del Gobier-no Vasco de 17 de enero de 1989.

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    RDTP, vol. LXV, n.o 2, pp. 303-336, julio-diciembre 2010, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10

    lacin del municipio de Legazpi con el hierro. Fue la primera iniciativa derecuperacin del patrimonio minero-metalrgico en Espaa y de las prime-ras en Europa13, si bien aquella recuperacin estuvo originada por motivosreligiosos principalmente, por una hierofana siderrgica en el interior delcatolicismo, tal como lo defiende Antonio M. Artola: En la mente de D.Patricio todo fue adquiriendo forma. La restauracin haba que hacerla com-pleta: molino, ferrera, horno, fragua, en un palabra: todo un museo en mi-niatura, de una ferrera del siglo XVI. En este plan ambicioso, la cruz mila-grosa ocupaba un lugar privilegiado (1982: 185). No obstante, esa activacinreligiosa y patrimonial no tuvo mayor repercusin social en un principio:

    Yo he ido desde el comienzo, pero bamos muy poquitos, muy poquitos. El Ayun-tamiento, que entonces era el que era, y muy poquita gente. De hecho, yo creoque en el casern de al lado de Mirandaola nos albergbamos todos para tomarel hamaiketako, y no haba ms, muy poca gente [...], unas 30 personas [...] fueadquiriendo dimensin a medida que se le fue dando carcter festivo14.

    Este cambio comenz a fraguarse en la dcada de los 90. En 1990, elalcalde, quien haba encargado la redaccin del libro de Los Bikua, y ladirectora del centro de estudios e investigaciones histrico-arqueolgicasArkeolan firmaron un contrato para la realizacin de un proyecto para elMuseo del Hierro en la casa-palacio de Bikua, as como para el desarrollode diversas actividades paralelas al Museo. Un ao antes de la firma de esecontrato, Arkeolan haba realizado un proyecto bsico del Museo del Hie-rro y un inventario del patrimonio arqueo-metalrgico del trmino munici-pal. El contacto entre la alcalda y el centro de estudios se dio porque elalcalde haba sido diputado foral de la Diputacin Foral de Gipuzkoa y es-tando en ese cargo conoci los trabajos que Arkeolan vena realizando enla rehabilitacin de la ferrera de Agorregi en el municipio de Aia (Gipuzkoa),propiedad de la entidad foral.

    El encargo municipal del proyecto museolgico vino dado por el mis-mo motivo que en el caso del libro Los Bikua, y porque la poblacin [deLegazpi], surgida en torno a primitivas instalaciones productoras de hierro,ha desarrollado una peculiar historia en torno a esas actividad15. En el pro-yecto se propusieron cuatro actuaciones: el establecimiento de unos itine-rarios por el trmino municipal para visitar diferentes testimonios de la pro-duccin del hierro, la rehabilitacin de las ruinas de la ferrera de Olazar,

    13 Puche Riart y Mazadiego Martinez (1997). Consulta: 14 de noviembre de 2009.14 Entrevista realizada el 11 de mayo de 2009.15 Archivo de Arkeolan. Proyecto bsico para el Museo del Hierro (Legazpi). Sig.

    Leg-pr157.

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    RDTP, vol. LXV, n.o 2, pp. 303-336, julio-diciembre 2010, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10

    la definicin del Museo de Hierro en la casa-palacio de Bikua y, por lti-mo, la realizacin de un vdeo sobre la historia del hierro en Legazpi. Enesta propuesta la reconstruida ferrera de Mirandaola se inclua dentro delos itinerarios, dndose mayor relevancia a la recuperacin de la de Olazar.

    As, otro agente, con un importante capital simblico, especialmente re-lacionado con la alcalda, y un altsimo capital cultural en torno al patrimo-nio arqueolgico en el Pas Vasco, gracias a los muchos trabajos que venarealizando en ese campo (Urteaga 2006), se incorpor al campo patrimo-nial de Legazpi.

    DELIMITACIN DE CAMPO PATRIMONIAL: EL HIERRO COMO BIEN CULTURAL ILUSTRADO

    En 1991 se volvieron a celebrar elecciones municipales. En esta ocasinel alcalde elegido fue de EAJ/PNV16. En esta nueva legislatura el Pleno Mu-nicipal acord17 destinar la casa-palacio de Bikua a Museo del Hierro, to-mndose como base el informe redactado por los dos autores del libro deLos Bikua. Uno de los concejales de EA, el anterior alcalde, propuso queese informe se complementara con el de Arkeolan. Sin embargo, con elcambio de legislatura, el proyecto de Arkeolan, contratado por la anterioralcalda, comenz a perder peso. El capital simblico de ese agente, antela nueva alcalda, disminuy considerablemente. El nuevo regidor munici-pal apost por el proyecto de los dos autores del libro de Los Bikua. Elcapital simblico de stos volvi a crecer despus de haber disminuido con-siderablemente en la anterior legislatura: una relacin dbil con aquel al-calde de EA y la legitimacin que ste dio a Arkeolan hizo que su capitaldecreciera en el campo patrimonial, un campo que ellos haban iniciado eimpulsado.

    Tras aquel acuerdo municipal, la concejala de cultura de EAJ/PNV in-form a la comisin municipal de gobierno18 de la prxima constitucin dela Asociacin de Amigos del Museo y de la puesta en marcha del Museodel Hierro. En efecto, en octubre de 1992, se celebr una reunin para talfin, en la que estuvieron presentes once personas, todas ellas de Legazpi.Los asistentes fueron: la concejala de cultura de EAJ/PNV, la tcnica muni-cipal de cultura, cuatro de los autores del libro Ferreras en Legazpi, dos

    16 El nuevo ayuntamiento se constituy en el Pleno Municipal del 15 de junio de 1991:cinco concejales del EAJ/PNV, tres de EA, tres de HB, tres de EE y dos de PSOE.

    17 Archivo Municipal de Legazpi (AML). Udal Gorporazioko Bilkura. Aktak. 1991-06-15 al 1992-12-22. Sesin del 8 de abril de 1992, p. 14.

    18 AML. Udal Gobernu Batzordea. Aktak. 1992-03-04 al 1994-12-21. Sesin del 14 deoctubre de 1992, p. 4.

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    RDTP, vol. LXV, n.o 2, pp. 303-336, julio-diciembre 2010, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10

    de los cuales elaboraron el proyecto para el Museo del Hierro, el ingenierotcnico de los servicios municipales y cuatro vecinos. Estos cinco ltimosse venan destacando en el municipio por tomar parte en diferentes inicia-tivas culturales.

    A peticin de la concejala de cultura, uno de los redactores del proyectodel Museo del Hierro expuso los pasos dados hasta entonces. As, inform alos presentes de que el Ayuntamiento les haba encargado un proyecto, de-clarando que tuvo conocimiento del de Arkeolan el da que el Pleno Mu-nicipal aprob destinar la casa-palacio de Bikua a museo. Aunque en aquelpleno se acord tambin la elaboracin de un tercer proyecto, integrandolos dos anteriores, ste no se lleg a realizar. Adems del desencuentro quese dio entre los redactores de cada uno de los proyectos por cuestionesmuseogrficas, Arkeolan y el Ayuntamiento rompieron su relacin a prin-cipios de 1993 como consecuencia del impago de una factura por unos tra-bajos extras que la entidad local consideraba que no tena que pagar, peroque Arkeolan sostena que s estaban justificados. As, la nueva alcaldadecidi contar definitivamente con los redactores del libro Ferreras en Legazpiy abandonar el proyecto contratado en la anterior legislatura y promovidopor un alcalde de otra formacin poltica. Nos encontramos con el primerconflicto dentro del campo patrimonial de Legazpi, no por cuestionesidentitarias, ni, tal vez, tampoco por los usos generales del patrimonio cul-tural, sino por el control de los mismos. Es decir, un conflicto acerca dequines son los agentes legitimados para determinar los usos generales delpatrimonio cultural, la creacin del Museo del Hierro y los objetivos de esainfraestructura cultural. En este primer conflicto la legitimacin, poltica fun-damentalmente, se decant a favor de los especialistas locales.

    Tras la exposicin de los pasos dados hasta entonces, surgi el segun-do conflicto a lo largo de la reunin, cuando el ingeniero tcnico munici-pal seal que el proyecto debera ir ms all de la casa-palacio de Bikua,presentando una alternativa a la opcin que venan trabajando los redacto-res del proyecto del Museo del Hierro. As, dos propuestas se pusieron so-bre la mesa. La primera se articulaba en torno al Museo del Hierro, en lacasa-palacio de Bikua, como va dicho. La segunda consista en un museoterritorio, que englobaba a todo el trmino municipal de Legazpi, articu-lndose en tres ejes. El primero, el Parque de Mirandaola, en el cual se in-cluan la ferrera, un frontn, un recinto para celebrar deportes vascos, unabolera, as como el acondicionamiento de varios paseos para conectar elParque con el barrio rural de Telleriarte. El segundo eje lo constituan, porun lado, el Refugio y el Centro de Educacin e Investigacin Didctico-Ambiental, ubicados en las antiguas escuelas de los barrios rurales deBrinkola y Telleriarte, y, por otro, el pantano de Barrendiola. El tercero

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    RDTP, vol. LXV, n.o 2, pp. 303-336, julio-diciembre 2010, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10

    consista en la recuperacin de viejos caminos y de vestigios ligados al hie-rro, diseminados por todo el territorio municipal, proponiendo una red depaseos de forma que resultara un espacio atractivo a todas luces. Por estosmotivos el ingeniero tcnico sostuvo que el Museo del Hierro se deberaubicar en el Parque de Mirandaola y no en la casa-palacio como se venabarajando.

    Adems de las novedades puntuales que presentaba esta nueva propuestacon respecto a los dos proyectos anteriores, lo primordial fue que el plantea-miento del ingeniero tcnico municipal pona en cuestin o reformulaba la ideageneral que venan barajando el Ayuntamiento y varios de los all presentes yaque el proyecto era inmenso y agotaba todos los temas habidos y por haber,y ah quedaba el hierro, pues, en uno de sos, y nosotros le dijimos desde elprimer momento [...] que nosotros en ese proyecto no tenemos nada que de-cir, nosotros estamos en el hierro, en la parte que corresponde al hierro19, nolo aceptbamos nosotros, no estaba en nuestras posibilidades, nosotros estim-bamos que lo nuestro era mucho ms limitado, y limitado al hierro. Entre otrascosas porque nuestra formacin profesional estaba muy vinculada al hierro20

    (ya que trabajaban en Patricio Echeverra). Otro informante21 presente en lareunin recuerda que la nueva propuesta dej a los defensores de la primerafuera de juego porque no esperaban que se planteara algo as y porque, ade-ms, esa segunda propuesta se hizo de una manera, ms o menos, articulada,representndola sobre un mapa del municipio. Es decir, se encontraron anteuna nueva proposicin que no surgi espontneamente en el curso de la re-unin, sino que se haba trabajado previamente a su celebracin. Pero huboalgo ms, algo que hizo ms distantes las dos propuestas: el peso que se dioal turismo en la segunda, a saber, la consideracin del patrimonio cultural comoun recurso. Es verdad que en las dos propuestas del Museo del Hierro realiza-das por Arkeolan y por los redactores del libro Ferreras en Legazpi se tuvoen cuenta tambin este uso del patrimonio cultural, pero lo fundamental en aque-llas era la investigacin y el conocimiento de la elaboracin del hierro. Por elcontrario, en la alternativa presentada se incida ms en los usos econmicos,a travs del fomento del turismo, de los bienes culturales.

    Nos encontramos, pues, ante dos proyectos que representan dos mode-los para definir el patrimonio cultural y para actuar sobre l. El modelo ilus-trado (Ballart 2002: 117; Fernndez de Paz 2006: 3), en torno al cual algu-nos de los presentes en la reunin haban constituido el campo patrimonialen Legazpi, frente a otro en el que la dimensin econmica de los bienes

    19 Entrevista realizada el 20 de enero de 2008.20 Entrevista realizada el 11 de mayo de 2009.21 Entrevista realizada el 26 de junio de 2009.

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    RDTP, vol. LXV, n.o 2, pp. 303-336, julio-diciembre 2010, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10

    culturales es primordial. Adems, como nos lo han sealado varios infor-mantes, nos hallamos ante dos generaciones de legazpiarras. Por un lado,la mayor, que buscaba monopolizar el campo patrimonial, apoyndose ensus capitales simblico y cultural adquiridos hasta la fecha. Por otro, la msjoven, que, con menor capital, buscaba la subversin, introduciendo nuevoselementos que permitiesen ampliar su capital, variando, en este caso, loscriterios de legitimacin dentro del campo patrimonial establecido (Bourdieu2000: 114) al enfatizar los usos econmicos de los bienes culturales.

    La propuesta del tcnico municipal no fue aceptada por la concejala decultura ya que en otros sitios se estn haciendo cosas y perderamos el carrosiendo como es Legazpi un sitio con historia para hacer un museo delhierro22. Adems lo vea con bastante escepticismo, tal como lo recuerdaen la actualidad la entonces concejala de cultura23. Los dos redactores delproyecto del Museo del Hierro apoyaron a la concejala porque el tiempoapremiaba y porque ya haba un acuerdo municipal en tal sentido. En ge-neral, la postura de los presentes fue la de llevar a cabo dicho museo en lacasa-palacio, si bien no descartaban que se pudiera ir ampliando el proyec-to, incorporando otros elementos patrimoniales diseminados en el territo-rio. El ingeniero tcnico municipal replic, sosteniendo que era mejor abordarun proyecto ms global. Adems, insisti en que la mejor ubicacin delmuseo sera el Parque de Mirandaola y no el edificio de los Bikua. La re-unin concluy con el acuerdo de avanzar, por un lado, en la idea de ubi-car el museo en la casa-palacio y, por otro, en la creacin de la Asociacinde Amigos del Museo del Hierro. En definitiva, aquella segunda propuestafue desestimada, quedando su impulsor al margen de los pasos que se irndando en los dos aos siguientes:

    Yo no tena ningn inters en esto. A m me han convocado a una reunin, voy,expongo, no sale [...] A m no me convenca convertir, en un espacio que tienestanto vestigios..., que el discurso fuese exclusivamente, probablemente lo dira conotras palabras, fuese en un edificio, desde el punto de vista de desarrollo econ-mico que en aquel momento, hay que pensar que estamos en una poca de cri-sis, a m no me deca nada. Ahora lo veo ms claro, pero entonces menos claro,seguramente, pero ya lo vera, viene un autobs de escolares, entra aqu [a lacasa-palacio de Bikua], se va, qu nos aporta eso?24.

    En septiembre de 1993, se constituy la Asociacin de Amigos del Mu-seo del Hierro, Burdiola25. Los fines, segn sus estatutos, sern los de po-

    22 AFL. Caja Lenbur-inicios-varios proyectos. Nm. 40.23 Entrevista realizada el 20 de septiembre de 2007.24 Entrevista realizada el 28 de febrero de 2007.25 Trmino vasco que en castellano quiere decir ferrera.

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    RDTP, vol. LXV, n.o 2, pp. 303-336, julio-diciembre 2010, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10

    tenciar los aspectos culturales de Legazpi que estn vinculados con el pa-sado y el presente de la actividad industrial del hierro. Definen a la culturacomo representacin de las particularidades de cada colectividad, [que]permite a los ciudadanos definir ms claramente su propia realidad y de-fenderla26. El museo se considera como la principal expresin artificial deuna personalidad que se reivindica. Los objetivos concretos definidos fue-ron la localizacin, recuperacin, potenciacin o divulgacin de cualquierelemento mueble, inmueble o documental que estuviera relacionadocon Legazpi, en particular, y con Gipuzkoa, en general. La primera JuntaAdministrativa la constituyeron aquellas personas que defendieron la primerapropuesta o se decantaron al final por ella en aquella reunin de octubre,es decir, la de la realizacin del Museo del Hierro en la casa-palacio. Unmes ms tarde de su constitucin, se hizo la presentacin pblica a la queasistieron unas 40 personas27. Adems de explicar sus orgenes y objetivos,se hizo un llamamiento a los vecinos para que se implicasen en la iniciati-va, insistiendo en que para ello no era necesario ser un especialista en ar-queologa o historia, sino, simplemente, tener ganas de colaborar. Asimis-mo, sostuvieron que sus actividades iran ms all del Museo, como, porejemplo, la bsqueda de vestigios de la actividad siderrgica en el territo-rio, recuperar caminos o recoger testimonios de personas vinculadas al hie-rro, ya que se quera que fuera un museo territorio28. En la crnica localdel Diario Vasco29, el articulista secretario de la Asociacin de Amigos delMuseo y autor del libro Ferreras en Legazpi escribi que la respuesta dela gente al proyecto fue entusiasta30. Segn dicha crnica, lo que se busca-ba era que la Asociacin fuera un centro atrayente en el tema del hierro.La primera actividad se organiz en noviembre de aquel ao y fue unaexcursin para conocer los lugares ms atrayentes del patrimonio disponi-ble. En la marcha participaron unas veinte personas, siendo una de lasnotas distintivas del grupo [...] la presencia de un ncleo de jvenes, perocabe destacar la heterogeneidad de profesiones de los participantes, puesto

    26 Estatutos de la Asociacin de Amigos Museo del Hierro Burdiola, artculo 25.27 Ene Bada!, Burdin museoko lagunen elkartea aurkeztu zen, 10 de octubre de 1993.

    Semanario local.28 El Correo, La ruta del metal, 15 de noviembre de 1993.29 Siempre que nos refiramos a la crnica o al cronista local lo haremos en referen-

    cia al del Diario Vasco. Este peridico, el de mayor difusin en Gipuzkoa, publicaba, yas contina, prcticamente a diario una crnica acerca del Legazpi, al igual que lo hacedel resto de municipios guipuzcoanos.

    30 Diario Vasco, En marcha la asociacin de amigos del Museo del Hierro, 21 deoctubre de 1993.

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    RDTP, vol. LXV, n.o 2, pp. 303-336, julio-diciembre 2010, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10

    que entre ellos haba, un doctor en antropologa, varios ingenieros, licen-ciados en historia, periodismo, qumica, filologa vasca, teologa etc.31. Es-tas excursiones se seguirn realizando peridicamente con el objetivo de irconociendo y divulgando la historia y el patrimonio locales. Transcurridoslos aos, un informante afirma que aquellas salidas tuvieron repercusin enun sector, pero no adquiri una dimensin general. Fueron un grupo de 40o 50 personas, pero de ah no pasbamos nunca32. Con todo, gracias a lasactividades y a los trabajos que realizaron, su capital simblico y culturalse fue ampliando y legitimando, teniendo un peso muy importante tanto enel Ayuntamiento, como entre la poblacin local. Adems, hay que subrayarque uno de sus miembros fue, hasta el ao 2000, el cronista local del pe-ridico que mayor tirada tiene en Gipuzkoa.

    Aquella iniciativa de identificacin, recuperacin y fomento de la vincu-lacin de la produccin del hierro con la poblacin local comenz a supe-rar los campos del conocimiento y de la identidad cultural, considerndosela posibilidad de explotarse econmicamente. En noviembre de 1993, en lacrnica titulada La ruta del metal del diario El Correo se subrayaba que,ante el presente y futuro incierto de Legazpi, urga la necesidad de poneren marcha nuevas iniciativas y que el Museo del Hierro podra ser una, alestar ubicado en un recorrido turstico, el constituido por el Santuario deLoyola en Azpeitia, el Casco Histrico de Oate y la Baslica de Aranzazu.En este sentido, el siguiente titular del peridico El Mundo de aquel mesno poda ser ms explicito; Legazpi ya no es de acero: la dependenciarespecto a un metal en crisis llena la localidad de parados y jvenes jubila-dos33. No era slo dependiente de la produccin de un metal, sino de unasola empresa. Toda la actividad, como ya hemos mencionado, giraba en tornoa la empresa que fund Patricio Echeverra. Con todo, segn aquella crni-ca, en una coyuntura de recesin econmica intensa y pesimismo crecien-te, el turismo todava no se contemplaba como una alternativa clara: algu-nos, como Tere, una joven de 28 aos, apuntan que el agroturismo, aunqueno solventar todos los problemas es un campo a trabajar. Si bien, comomanifiesta otro entrevistado en dicha crnica, cuando un pueblo ofrece suhospitalidad es porque ya no hay nada ms.

    Antes de concluir el ao 1993, aquella dinmica patrimonial dio un giroimportante. La concejala de cultura y la tcnica de cultura asistieron a las

    31 Diario Vasco, La Asociacin de Amigos del Museo del Hierro promueve variositinerarios, 9 de noviembre de 1993.

    32 Entrevista realizada el 11 de mayo de 2009.33 El Mundo, Legazpi ya no es de acero: la dependencia respecto a un metal en

    crisis llena la localidad de parados y jvenes jubilados, 24 de noviembre de 1993.

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    RDTP, vol. LXV, n.o 2, pp. 303-336, julio-diciembre 2010, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10

    jornadas Museos y patrimonio cultural: modelos de gestin y difusin34,destinadas a agentes y dinamizadores culturales de entidades pblicas yprivadas. Su objetivo fue el de dar a conocer aspectos relacionados con lainterpretacin y comunicacin del patrimonio cultural. Lo all escuchado leshizo cambiar de opinin con respecto a la propuesta presentada en aquellareunin por el ingeniero tcnico municipal:

    Lo que vio en las jornadas eran proyectos tursticos, proyectos tursticos que sevalan del patrimonio cultural [...] Y a medida que iba escuchando aquellos pro-yectos, [la concejala de cultura] se iba dando cuenta que el mapa que vio encimade la mesa en la reunin que convoc en Bikua poda tener semejanzas conmuchas cosas de las que estaba all escuchando35.

    A saber, que la idea del ingeniero tcnico municipal vena a coincidircon algunas de las propuestas realizadas en las jornadas, en particular, conaquellas que proponan el uso del patrimonio cultural como un recurso parafomentar el turismo y el desarrollo local:

    Esto es lo que nos [refirindose a la concejala de cultura y otros agentes] estdiciendo Aurelio [ingeniero tcnico], me imagino que salvando las distancias delos conceptos, pero en el sentido de que..., porque ste [ingeniero tcnico] tenaun planteamiento del Maestrazgo, de recursos diferentes, de integrarlos. Esto nossuena a esto, a museo territorio o al concepto de coger todo el pueblo y no alconcepto de coger y hacer el museo en un edificio36.

    As, a mediados de diciembre el Ayuntamiento entreg a la Directora deturismo del Gobierno Vasco el denominado Plan de desarrollo cultural, deocio y turismo, que en gran medida recoga la propuesta que un ao anteshaba presentado el ingeniero tcnico municipal. La Directora de turismoestim interesante el plan, animando a la concejala de cultura a continuarpor ese camino e invitando al ingeniero tcnico municipal a varias reunio-nes en las que se abordaron cuestiones relacionadas con el turismo y elpatrimonio cultural. Tenemos que subrayar que en aquellos aos el turis-mo era una actividad inexistente en Legazpi y en el Pas Vasco, a excep-cin de la zona costera, y que algunos colectivos sociales del Pas Vasco loconsideraban como una amenaza a los valores tradicionales. Una postura

    34 Organizadas por la Diputacin Foral de Gipuzkoa y dirigidas por la empresa K6Gestin Cultural, se abordaron tres grandes temas: la recuperacin del patrimonio y sudifusin, el patrimonio en su entorno cultural y natural, y el patrimonio y el turismo.Para desarrollar esos temas se invitaron a especialistas de Canad, Noruega, Francia,Portugal, Catalua, Teruel y Pas Vasco, quienes presentaron sus experiencias.

    35 Entrevista realizada el 27 de septiembre de 2007.36 Entrevista realizada el 28 de febrero de 2007.

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    RDTP, vol. LXV, n.o 2, pp. 303-336, julio-diciembre 2010, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10

    que se puede rastrear en el Pas Vasco desde comienzos del siglo XX (Castells2000: 360).

    NUEVOS USOS EN EL CAMPO PATRIMONIAL: EL HIERRO COMO RECURSO CULTURAL-ECONMICO

    Ese cambio de orientacin acerca de los usos del patrimonio culturalllevado a cabo por el Ayuntamiento de Legazpi se concret cuando ste entren contacto con la empresa Internacional Bask Consulting, S.L. (IBK-IBC) acomienzos de 1994.

    No obstante, a lo largo del ao 1993 el ingeniero tcnico municipal si-gui trabajando en aquella propuesta de museo territorio, concretndola enenero de 1994 en el informe Proyecto para el desarrollo econmico del Par-que Natural-Artesanal de la cabecera del Urola: Legazpi37. La propuesta sejustificaba por la crisis econmica en la que estaba inmersa la empresa Pa-tricio Echeverra que estaba desolando Legazpi. Aquella situacin crticaobligaba a buscar alternativas a la produccin del acero, proponindose lapuesta en valor de todo el patrimonio cultural ubicado en el territorio mu-nicipal, tal como lo plante en 1992. El presupuesto para la realizacin delproyecto fue valorado en 1.102 millones de pesetas (el gasto del Ayunta-miento en aquel ao fue de 268 millones), estimndose que se podran crear32 puestos de trabajos estables, ms otros 58 temporales.

    Con todo, quien explicitar, concretar y formalizar la propuesta serIBK-IBC. Para los especialistas de esa empresa el modelo de desarrollo in-dustrial conocido en Legazpi ya nunca iba a volver, por lo que se hacanecesario explorar y abrir nuevos campos de desarrollo econmico. De estamanera irrumpe en el campo patrimonial de Legazpi otro agente que refor-z y legitim una de las dos opciones que se venan barajando, ya que losde Burdiola continuaban con sus trabajos en torno al hierro, contando tam-bin con el apoyo del Ayuntamiento.

    IBK-IBC present al Ayuntamiento la Propuesta del plan para la revitali-zacin de la economa rural y urbana de Legazpi38. El objetivo era propo-ner soluciones imaginativas, ante la crisis econmica del sector siderrgico,poniendo en valor los recursos disponibles del territorio que estuvieran ensintona con los programas de revitalizacin econmica de la Unin Euro-pea. Para ello, propusieron la elaboracin de un plan de viabilidad de lo

    37 AFL, caja Lenbur-inicios-varios proyectos. Proyecto para el desarrollo econmicodel Parque Natural-Artesanal de la cabecera del Urola: Legazpi.

    38 AFL. Caja IBK-IBC. Propuesta del plan para la revitalizacin de la economa ru-ral y urbana de Legazpi.

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    RDTP, vol. LXV, n.o 2, pp. 303-336, julio-diciembre 2010, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10

    que denominaron fuerzas tractoras. Estas fuerzas eran el entorno naturaldel municipio, el turismo rural, verde o cultural y, por ltimo, las ferrerasy el trabajo artesanal. La propuesta fue aceptada por la alcalda, firmndoseun contrato para la redaccin de un plan. Adems de su elaboracin, en elcontrato se estableci que IBK-IBC tendra que asesorar al Ayuntamientoacerca de la posibilidad de recibir fondos europeos para su ejecucin.

    Los miembros de Burdiola denunciaron la firma del contrato por ha-berse realizado a dedo39. Probablemente el motivo fue su paulatina exclu-sin del campo patrimonial a pesar de los trabajos que venan realizando,como eran, entre otros, los trabajos de limpieza de los vestigios de las fe-rreras, las excursiones por el trmino municipal para mostrar y difundir losrestos de las ferreras y otros elementos patrimoniales vinculados al hierro,la publicacin de artculos y cuadernos o la imparticin de conferencias.Durante esa legislatura el Alcalde de EAJ/PNV intent mantener una rela-cin fluida con Burdiola, pero su capital simblico y cultural ante el po-der poltico local se iba debilitando, a medida que la cuestin de los usoseconmicos y del turismo se iba incorporando al campo patrimonial y seiban integrando nuevos agentes, como fueron, adems de los de IBK-IBC,los tcnicos de empleo del Ayuntamiento y de la Sociedad de DesarrolloIndustrial SORTU.

    Tambin el grupo municipal de EA, quien promovi la construccin delMuseo del Hierro en la legislatura anterior, denunci el contrato firmado conla empresa IBK-IBC porque se aprob en la comisin municipal de gobier-no y no en el Pleno Municipal. A ese respecto un representante de ese grupomunicipal sostuvo:

    Que un asunto de esta envergadura, relacionado con el futuro econmico delpueblo, deba de haberse tratado en Pleno, y manifiesta que si este tipo de cosasvan a hacerse as, que el equipo de gobierno asuma todas las responsabilidadespor hechos como ste, y no lance acusaciones a la oposicin de actitudes obs-truccionistas o se dedique a ensuciar la actividad de su grupo40.

    Lo que estaba en juego no eran cuestiones formales, sino quin o qugrupo municipal se hara con las riendas de un proyecto novedoso, aun-que presentara muchas dudas. En enero de 1995 a propuesta del alcalde seconstituy una comisin de seguimiento, formada por un miembro de cadagrupo poltico41.

    39 AFL. Caja Burdiola - 1. Acta de la reunin realizada con Burdiola el 10 demayo de 1995.

    40 AML. Udal Gorporazioko Bilkura. Aktak. 1994. Sesin del 16 de marzo de 1994, p. 7-8.41 AML. Udal Gorporazioko Bilkura. Aktak. 1995. Sesin del 18 de enero de 1995, p. 7-8.

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    RDTP, vol. LXV, n.o 2, pp. 303-336, julio-diciembre 2010, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10

    En mayo de 1994, IBK-IBC entreg el plan Legazpi: una propuesta derevitalizacin de la Economa42. Ante la mala situacin socioeconmica delmunicipio, los redactores del plan sostuvieron que las soluciones vendranpor dos argumentos que posee Legazpi: la tradicin industrial y los recur-sos naturales, cuyos aprovechamientos llegaran bajo la forma de artesanaindustrial y turismo verde. El fomento de esta segunda actividad econmicaestara apoyado en la generalizacin de los periodos de ocio, la saturacindel turismo de sol y playa y una demanda creciente por conocer historias yculturas locales. No obstante, los redactores subrayaron dos problemas a losque tendra que hacer frente el plan; la movilizacin de los agentes localeshacia esas nuevas formas econmicas y la competencia que comenzaba aemerger en esas nuevas actividades econmicas.

    Un plan posibilista tendr que ver con la manera de lanzar una miradanovedosa a un material antiguo, de utilizar lo conocido para fines comple-tamente distintos de los usuales43. Para ello propusieron ofertar un productoterritorial que, partiendo del Parque de Mirandaola, se extendiera a los ba-rrios rurales de Brinkola y Telleriarte. Este producto lo denominaron Par-que natural artesanal de Mirandaola. Tambin plantearon la creacin deuna escuela-taller de forja tradicional esta idea tambin era consideradaen los proyectos precedentes ya que permitira a las nuevas generacio-nes formarse en trabajos con perspectivas econmicas de futuro. La escue-la-taller sera a su vez un museo visitable con un potencial turstico y conun producto artesanal de un alto valor aadido. As mismo expusieron queen el desarrollo del plan se debera contar con la participacin de la em-presa de Patricio Echeverra, es decir, de la empresa privada en un proyec-to municipal relacionado con la cultura, con el patrimonio cultural. Unapropuesta novedosa para aquellos aos en el Pas Vasco.

    Aprobado el plan por el Ayuntamiento y a propuesta de la alcalda, elingeniero tcnico municipal fue liberado de parte de los trabajos que reali-zaba en el departamento municipal de servicios para dedicarse a la imple-mentacin de las propuestas realizadas por IBK-IBC. Esta designacin fuecriticada por los miembros de Burdiola ya que la alcalda no cont connadie44, segn sostuvieron.

    El cronista local, miembro de Burdiola, mostr un rechazo parcial al

    42 AFL. Caja IBK-IBC. Legazpi: una propuesta de revitalizacin de la economa.43 AFL. Caja IBK-IBC. Legazpi: una propuesta de revitalizacin de la economa, vol. 1,

    p. 15.44 AFL. Caja Burdiola - 1. Acta de la reunin realizada con Burdiola el 10 de

    mayo de 1995.

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    RDTP, vol. LXV, n.o 2, pp. 303-336, julio-diciembre 2010, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10

    plan de IBK-IBC. Por un lado, lo calific de original e innovador en suspropuestas45, pero, por otro, manifest que:

    En su da, y cuando se facilit la informacin inicial respecto a la propuesta deencomendar este proyecto a IBK por un importe de seis millones de pesetas, sepercibi un optimismo esperanzador en algunas de las manifestaciones recogidas,que denotaban que se poda haber topado con una iniciativa de la que podranobtenerse sus frutos interesantes. Posteriormente, y una vez encomendada la rea-lizacin del estudio, el silencio en torno al mismo ha sido absoluto, pactado en-tre los que han seguido el proceso de su realizacin, sin que se hayan aportadoms datos46.

    La Asociacin de Amigos del Museo, as como los miembros de la cor-poracin municipal fueron informados, segn la crnica local, a finales deao, una vez finalizado el estudio47.

    En el mbito de la comarca, la iniciativa turstica y patrimonial no tenarepercusin alguna. No se consideraba que la puesta en valor del patrimo-nio cultural y el fomento del turismo pudiera ser una alternativa estratgicaal desarrollo industrial. As, en el Plan Estratgico de la comarca de Urola-Garaia, elaborado a finales de 1994, no se tuvieron en cuenta posibles ini-ciativas patrimoniales y tursticas a desarrollar. El Plan se ide como uninstrumento social para movilizar e involucrar desde abajo a toda la socie-dad48, definindose tres unidades estratgicas de actuacin para canalizar lasexpectativas y los recursos de la comarca y, de este modo, diversificar laeconoma. Las unidades estratgicas fueron la dinamizacin industrial, lamejora y adecuacin de la formacin y, por ltimo, la mejora de la calidadde vida, desarrollando las infraestructuras y el urbanismo. Solamente, den-tro del objetivo octavo, Mejora de la calidad de vida, se mencionaba lapuesta en valor de unas rutas temticas, entre las que estaba la Ruta delHierro en Legazpi, sin hacer mencin expresa al turismo. No obstante, elAyuntamiento de Legazpi ya haba comenzado a dar los primeros pasos enel fomento del turismo. A finales de 1994 public dos folletos tursticos enlos que se proponan varios itinerarios a realizar, a pie o en bicicleta, en eltrmino municipal49.

    45 Diario Vasco, IBK entrega al Ayuntamiento su propuesta para lograr la revitalizacineconmica, 6 de julio de 1994.

    46 Diario Vasco, La conmemoracin del solsticio de verano, celebrada con buenambiente, 25 de junio de 1994.

    47 Diario Vasco, El Ayuntamiento informa del plan de revitalizacin tras el estudiode IBK, 22 de diciembre de 1994.

    48 Archivo de la Fundacin Lenbur, caja Comarca Urola Garaia 1. Plan estratgicode Urola Garaia Informe final, p. 4.

    49 Diario Vasco, La captacin del turismo verde una interesante oferta para el mu-nicipio, 11 de agosto de 1994.

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    RDTP, vol. LXV, n.o 2, pp. 303-336, julio-diciembre 2010, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10

    A partir del trabajo realizado por IBK-IBC, el Ayuntamiento elabor, enoctubre de 1994, el Plan de actuaciones para el desarrollo de la iniciativa;naturaleza y artesana del hierro50, en el cual se incluan siete reas de ac-tuacin: el proyecto de Mirandaola, la escuela de forja artesanal, la viabili-dad y el mercado de la forja artesanal, la creacin de una fundacin, losusos del medio ambiente, la creacin de escuelas taller y, por ltimo, elfomento del turismo rural. Con el objetivo de implicar a diferentes agenteseconmicos y sociales en el Plan, el Ayuntamiento y, especialmente, el in-geniero tcnico de los servicios municipales llevaron a cabo una ronda dereuniones con dichos agentes. Se reunieron con los responsables del de-partamento de economa de la Diputacin Foral de Gipuzkoa con los quetrataron fundamentalmente cuestiones relacionadas con las ayudas europeas.Tambin tuvieron algunos encuentros con representantes de los departamen-tos de agricultura, medio ambiente y cultura de dicha entidad foral. Con losde cultura hubo un pequeo desencuentro ya que en aquellas fechas laDiputacin Foral estaba rehabilitando la ferrera de Agorregi en Aia, lo queera visto como una competencia que podra echar por tierra el proyecto deLegazpi. As, los representantes municipales consideraron aquella iniciativapatrimonial como algo artificial: la historia legitimaba a Legazpi como el si-tio ms idneo, y, por tanto, la ubicacin natural de la puesta en valor deuna ferrera era dicho municipio. Adems sostenan que el proyecto deLegazpi traera beneficios sociales y econmicos, mientras que el de Aia,ubicado en el interior de un parque natural, difcilmente los podra generar.Tambin se reunieron con representantes del Gobierno Vasco, la entidadfinanciera Kutxa, la Asociacin de Municipios Vascos, el Instituto Nacionalde Empleo o la Sociedad de Estudios Vascos. Asimismo, celebraron encuen-tros con agentes locales. Entre otros, los baserritarras, Burdiola, varios ar-tesanos locales, la familia de Patricio Echeverra y las asociaciones Ilinti decomerciantes de la localidad, Udana Taldea y Telleriarte Aurrerantz. Contodo, la movilizacin, la participacin o la adhesin al proyecto por partede las asociaciones y de la poblacin local se entrevea complicada. La cri-sis econmica se estaba trasladando a otros mbitos sociales, disminuyen-do considerablemente la participacin ciudadana, segn se describe en doscrnicas locales. Sus titulares son significativos: El dinamismo de la vidasocio-cultural legazpiarra ha decado sensiblemente51, Las actividades decultura y recreo estn en una fase de languidez52; si bien, se responsabilizaba

    50 AFL, caja Lenbur-inicios-varios proyectos - 1. Plan de actuaciones para el desa-rrollo de la iniciativa; naturaleza y artesana del hierro.

    51 Diario Vasco, El dinamismo de la vida socio-cultural legazpiarra a decado sensi-blemente, 18 de noviembre de 1994.

    52 Diario Vasco, Las actividades de cultura y recreo estn en una fase de languidez,2 de diciembre de 1994.

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    RDTP, vol. LXV, n.o 2, pp. 303-336, julio-diciembre 2010, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10

    tambin de esta baja participacin al Ayuntamiento por su tutelaje y faltade apoyo a las asociaciones culturales. Adems, segn varios informantes,la excesiva dependencia de prcticamente todo el pueblo a una empresa, auna familia, tuvo como consecuencia el escaso dinamismo que vena mos-trando la poblacin de Legazpi. Si Patricio Echeverra y su familia favore-cieron el desarrollo econmico del municipio e, incluso, hicieron de l yde una gran mayora de legazpiarras lo que fueron, a su vez adormecieronsu dinamismo, cuando no lo reprimieron. Ante cualquier propuesta alterna-tiva a su control econmico, social y cultural, la respuesta era severa.

    A principios de 1995 el Ayuntamiento present otro plan: Legazpi, na-turaleza y artesana del hierro, siguiendo lo establecido en los anteriores.La presentacin de ese plan no trajo la adhesin generalizada de los parti-dos polticos del municipio. Segn el cronista local, la proximidad de laselecciones municipales hizo que los partidos polticos se mostraran prudentesante el plan presentado. Incluso algunos miembros del grupo municipal delalcalde mostraron tambin un cierto escepticismo. Quienes s manifestaronsu desacuerdo claro fueron los miembros de Burdiola. Denunciaron laopacidad de algunas de las fases de la redaccin del plan y pusieron encuestin la viabilidad de su presupuesto: 4.000 millones de pesetas, a 25aos.

    En ese periodo de incertidumbres acerca de la viabilidad del proyectopatrimonial y turstico, Burdiola recibi el espaldarazo de Eduardo Chillida,cuando ste hizo entrega del logotipo que representar en adelante a dichaAsociacin, lo que anim a sus miembros a reivindicar a Legazpi como Valledel hierro y su materializacin en un museo. Otro espaldarazo fue el xitoque alcanz la distribucin de 20.000 copias de un folleto que repartieronen la fiesta del Kilometroak53 de octubre de 1994, en Legazpi. El folleto, ti-tulado Legazpi, Valle del hierro, editado en euskara y castellano, trataba delas ferreras de agua del trmino, lo que fortaleci y visualiz ante los milesde visitantes a la fiesta la estrecha relacin de la identidad local con la pro-duccin del hierro. Obviamente, todo esto legitimaba el ser y el quehacerde Burdiola ante la poblacin y el poder poltico local. No obstante, aprincipios de marzo de 1995 se recibi en el municipio una noticia acercade una resolucin europea que determinar definitivamente el devenir delas dos propuestas patrimoniales que estaban en juego.

    En aquel periodo preelectoral, principios de 1995, y cuestionndose elplan Legazpi, naturaleza y artesana del hierro, lleg el primer apoyo real.En el mes de marzo, la Unin Europea, a travs de la iniciativa comunitariaRESIDER II, para el periodo de 1994 a 1997, concedi una ayuda de 193

    53 La fiesta anual de las ikastolas de Gipuzkoa suele alcanzar los 100.000 participantes.

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    RDTP, vol. LXV, n.o 2, pp. 303-336, julio-diciembre 2010, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10

    millones de pesetas para la realizacin del Centro Regional de Interpreta-cin del Hierro o Museo Vivo del Hierro en Legazpi. Ese programa euro-peo tena como objetivo acelerar la reconversin econmica de las cuencassiderrgicas ms afectadas por los problemas de reestructuracin industrialy con especiales dificultades para ajustarse con rapidez a las cambiantescircunstancias econmicas. La solicitud a la Unin Europa se realiz vaDiputacin Foral de Gipuzkoa, ya que sta era la entidad encargada de se-leccionar las propuestas que se deban presentar ante la institucin euro-pea. Adems de la de Legazpi, se seleccionaron la recuperacin de un es-pacio industrial en Elgoibar (127 millones), la urbanizacin del polgonoindustrial de Eziago en Hernani (118 millones) y la creacin de la escuelade formacin profesional en la comarca del Urola-Garaia (193 millones),ninguna de ellas vinculada al patrimonio cultural, sino a la actividad indus-trial. La propuesta fue valorada positivamente porque se trataba de unaactuacin incorporada en un proyecto ambicioso denominado Legazpi, na-turaleza y artesana del hierro, que ha asumido el Ayuntamiento y que seha tratado de buscar financiacin a travs de diversos programas comunita-rios54. La propuesta aprobada, para la primera fase del Centro de Interpre-tacin del Hierro o Museo Vivo del Hierro, propona recuperar todos aque-llos vestigios, canales, presas, ferreras y antiguos caminos del hierro ubicadosen los barrios rurales de Brinkola y Telleriarte, con el fin de mostrar la evo-lucin del trabajo del hierro desde las ferreras de viento. Siguiendo lo es-tablecido en el plan Legazpi, naturaleza y artesana del hierro, los objeti-vos55 eran la construccin del Centro de Interpretacin, la creacin de puestosde trabajo, la potenciacin de valores endgenos, la recuperacin de tcni-cas artesanales del hierro y la recuperacin del patrimonio industrial. Todoello, segn se sostiene, permitir potenciar las actividades relacionadas conla produccin del hierro junto con las agropecuarias y artesanales, ademsde otras nuevas como las recreativas, la hostelera, la restauracin y el ocio.El elemento de referencia de la propuesta fue la ferrera de Mirandaola.

    En la concesin de esa ayuda IBK-IBC desempeo un papel importan-te. Por un lado, en la estructuracin y redaccin del documento presenta-do. Fueron ellos los que lo prepararon, adecundolo a los criterios de laconvocatoria europea. Por otro, en la mediacin llevada a cabo ante la Di-putacin Foral de Gipuzkoa. Tambin hay que destacar el apoyo del en-tonces diputado foral de economa y turismo del Partido Socialista de Eus-kadi. ste decidi apoyar el proyecto:

    54 Informe realizado el 24 de febrero de 1995 por la Diputacin Foral de Gipuzkoapara la seleccin de proyectos RESIDER II.

    55 AFL. Caja Lenbur-actas de reunin. Proyecto del Centro de Interpretacin del Hierro.

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    RDTP, vol. LXV, n.o 2, pp. 303-336, julio-diciembre 2010, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10

    Me interesaba mucho el asunto pues, por qu? Porque yo haba visto que enInglaterra, fundamentalmente, pues que se recuperaban cosas industriales, que seponan al servicio del turismo. Yo que s, una lnea de ferrocarril antiguo. Aquahora tambin se hace, pero en aquel momento, no. Se cerraba la del Urola, enlugar de mantenerla para usos tursticos, mantener los talleres..., mantener la cues-tin histrica y que adems tuviera, pues, un uso turstico-divulgativo era, era otrapoca. Lo que era viejo, era viejo y punto. Entonces a m me interes mucho elproyecto o la idea56.

    Y lo defendi a pesar de las reticencias que presentaron muchos de losdiputados forales, algunos del mismo partido poltico del alcalde de Legazpi,que constituan el Consejo de diputados. No compartan la propuesta deapoyar a una zona siderrgica en crisis con un proyecto turstico y patri-monial. Eran partidarios de iniciativas que impulsaran alguna actividad di-rectamente ligada con la industrial, como fueron las otras tres que se apro-baron.

    La concesin de la ayuda tuvo una acogida desigual entre la clase pol-tica local. El motivo, las obligaciones a las que tendra que hacer frente elAyuntamiento para poder recibir la ayuda aprobada, es decir, la inversino el gasto de otros 193 millones, ya que la ayuda concedida supona la mitadde la subvencin solicitada, que la entidad local estaba obligada a completar.En un periodo de crisis y de disminucin de ingresos, algunos polticos yvecinos pensaban que ese gasto conducira a un mayor endeudamiento y,consecuentemente, a un recorte de las subvenciones, de los gastos o de lasinversiones en otros mbitos. El cronista local mostr claramente su postu-ra en un artculo de opinin:

    Resulta un tema crucial, no solamente a la hora de marcar prioridades, porqueexige renuncias caso de emprender este camino y tambin porque Legazpi, Na-turaleza y Artesana del Hierro define la trayectoria futura de las inversionesmunicipales de cara a la pretendida recuperacin econmica de esta zona57.

    En esa misma crnica tambin expres su sorpresa de que algunos con-cejales mostraran sus reticencias al proyecto por las obligaciones econmi-cas que traera su puesta en marcha, preguntndose si haba un desconoci-miento de las mismas entre los miembros de la corporacin municipal,cuando se solicit la ayuda. Acerca de las obligaciones econmicas quedebera asumir el Ayuntamiento, el propio alcalde mostr su inquietud por

    56 Entrevista realizada el 20 de febrero de 2008.57 Diario Vasco, Difieren las opiniones de los concejales ante la ayuda del Resider,

    28 de marzo de 1995.

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    RDTP, vol. LXV, n.o 2, pp. 303-336, julio-diciembre 2010, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10

    el volumen econmico de las mismas, segn se recoge en el diario El Mundo,al informar acerca de ese ambicioso proyecto58:

    Qu se va a ofertar al visitante? Se les va a ofertar el Parque y las caractersticaso valores patrimoniales y culturales de los pueblos que conforman el parque. As,Oati esta planificando vender cultura (universidad) y un patrimonio interesante.Zerain los encantos de un pueblo rural, no salpicado por la degradacin indus-trial. Qu vamos a ofertar nosotros? Nuestra tradicin industrial. Cmo? Hacien-do que Brinkola y Telleriarte en una 1 Fase sea ese Museo vivo, el ecomuseo oel centro de interpretacin como mejor le queramos llamar. Cmo conseguirlo?Creando una mancha de aceite que se vaya extendiendo. Y cul es esa manchainicial? Mirandaola59.

    Tras las elecciones municipales, en junio de 1995, se constituy el nue-vo Ayuntamiento60, dndose un cambio en la alcalda. Para los prximoscuatro aos el alcalde elegido fue de EA, hijo del que estuvo a finales dela dcada de los 80, tambin del mismo partido. Si en la anterior legislaturael grupo municipal de EA no mostr un apoyo explcito al plan Legazpi,naturaleza y artesana del hierro, el nuevo alcalde hizo de l un eje estra-tgico de su accin poltica. El motivo, segn nos lo ha manifestado, fueque se encontr con un proyecto ms o menos articulado y original en uncontexto de crisis econmica, en el que, adems, se contemplaba que laparticipacin de asociaciones locales y vecinos fuera uno de sus ejes.

    As, las medidas que tom, apoyadas por la corporacin municipal, fue-ron la creacin de la comisin Legazpi, natura eta burdinaren artisautza61,el desalojo de Burdiola de la casa-palacio de Bikua para uso exclusivode la comisin recientemente creada y del ingeniero tcnico municipal quevena trabajando en el plan, y la asuncin por parte de ste de las visitasguiadas a la ferrera de Mirandaola que ofreca Burdiola. As, el juegopatrimonial, iniciado en aquella reunin de 1992, estaba llegando al finalde su primera fase. Fue la propuesta del ingeniero tcnico municipal, conel apoyo necesario del nuevo alcalde, la que determinar el juego patrimo-nial a partir de 1995. Posteriormente hubo algunos intentos de involucrar alos de Burdiola en el proyecto, que no llegaron a fructificar. El motivo

    58 El Mundo, Legazpi recupera el hierro: acoger un museo vivo que ilustrar lahistoria de las extintas ferreras, 23 de abril de 1995.

    59 AFL. Caja Gobierno vasco. 2. a) Departamento de Industria, Comercio y Turismo.Proyecto enviado al Departamento de Industria, Agricultura y Pesca del Gobierno Vascoel 27 de abril de 1995.

    60 El nuevo Ayuntamiento lo constituyeron cinco concejales de EA, cuatro del EAJ/PN, dos de HB y otros dos del PSE.

    61 Legazpi, naturaleza y artesana del hierro.

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    expresado para no incorporarse fue la diferencia jurdica de las dos entida-des. Los miembros de la Asociacin, integrada por individuos que realiza-ban sus trabajos de investigacin en sus ratos libres, consideraban que dif-cilmente podan participar en aqul plan municipal que, con el tiempo,contara con una estructura de tipo empresarial62, que exiga una dedica-cin que ellos no podan ofrecer. Por tanto, estimaron que era ms eficazmantener su autonoma y su ritmo de trabajo.

    A finales de 1995 el plan Legazpi, naturaleza y artesana del hierro/Legazpi, natura eta burdinaren artisautza pas a denominarse LENBUR(Legazpi LE, natura N y burdina BUR)63, determinndose dos cam-pos de actuacin: el Centro de Interpretacin del Hierro y el Parque natu-ral-artesanal en torno a la ferrera de Mirandaola. El Parque se inaugur enseptiembre de 1996 y el Centro, en 2005, manteniendo sus actividades has-ta la actualidad64.

    CONCLUSIONES

    En una publicacin divulgativa editada en 2003 por la fundacin LENBUR,se afirma, en el apartado Razn de ser, que dicha entidad trata de valo-rizar el medio natural, las costumbres, el patrimonio cultural y la industriadel hierro como smbolo de la identidad cultural de un pueblo y como ele-mento de proyeccin hacia el exterior (LENBUR 2003: 12). Esta afirmacin,por un lado, recoge el principio de la doxa del campo patrimonial que hemosdefinido en la introduccin de este artculo y, por otro, presenta los ele-mentos que conducen a la constitucin de dicho campo: un colectivo so-cial (la poblacin de Legazpi), un elemento cultural (la produccin del hie-rro) y los procesos de identificacin y patrimonializacin.

    La relacin entre esos elementos no viene dada, ni es natural ni es ob-jetiva. Muchos municipios de la cornisa cantbrica y del Pirineo, por poneralgn ejemplo, han tenido, como Legazpi, una vinculacin histrica con laproduccin del hierro, condicionando su devenir social, cultural y econ-mico. Sin embargo, esa vinculacin no ha dado lugar a proyectos patrimo-niales o musesticos encaminados a defender, consolidar o fomentar unaidentidad cultural ligada a la produccin del hierro. As, si se quiere avan-zar en el estudio y en la compresin del porqu y el para qu de los proyec-

    62 AFL. Caja Burdiola - 1, escrito del presidente de Burdiola al Alcalde de Legazpiel 15 de enero de 1997.

    63 Legazpi, naturaleza y hierro.64 A partir de aquel ao nuevos agentes, con sus intereses y valorizaciones, se irn

    incorporando al juego patrimonial en Legazpi que sern estudiados en otros trabajos.

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    RDTP, vol. LXV, n.o 2, pp. 303-336, julio-diciembre 2010, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10

    tos patrimoniales y musesticos, se tendrn que poner en un segundo pla-no las caractersticas histricas y formales de los bienes culturales y anali-zar quin o quines establecen y consolidan la relacin entre un elementocultural, la identidad y el patrimonio y, por tanto, activan o ponen en valordichos proyectos. En caso contrario se caer en una naturalizacin yobjetivacin de la relacin entre el colectivo social, la identidad y el patri-monio, al igual que ocurri con el patrimonio histrico-artstico, cosificndoselos bienes culturales. Estudiar y analizar el patrimonio cultural como uncampo, permite, por un lado, abordar la constitucin y el proceso de legiti-macin de los bienes culturales y, por otro, identificar y analizar los agen-tes y los intereses que estn en juego; lo que hace bailar a la gente, loque la hace concurrir, competir, luchar (Bourdieu 1996: 109) y da lugar alas activaciones patrimoniales e iniciativas musesticas concretas.

    No hay a priori unos determinados elementos culturales llamados a serbienes culturales, si bien, algunos, por su historia o su proximidad a la po-blacin local, pueden tener ms posibilidades que otros. En Legazpi, unosvecinos, aficionados locales a la historia, algunos de los cuales trabajan enla acera PESA del municipio, establecen la vinculacin entre la elaboracindel hierro, en lo que se refiere a las ferreras, y la identidad local. A travsde publicaciones, conferencias o actividades culturales, dichos vecinos sedotan de los capitales simblico, cultural y social suficientes para legitimarsu propuesta identitaria, nueva a comienzos de los aos 90 del pasado siglo.El poder poltico local, poseedor del capital econmico necesario para hacerviable la propuesta identitaria, la aprueba, al igual que el resto de los agentesque se irn incorporando al campo. Por tanto, no hay conflicto de intere-ses en el criterio identitario. En Legazpi se da un acuerdo en la concrecinde la doxa patrimonial, lo que da lugar a que se inicie y se consolide unproyecto patrimonial y musestico en torno a la produccin del hierro.

    Sin embargo, donde s emerge el conflicto es en los usos de los bienesculturales. Aceptada la concrecin de la doxa, otros intereses, ms all delos relacionados con la identidad cultural, entran en juego en el campopatrimonial. As, en primer lugar, nos encontramos con aqullos relaciona-dos con la obtencin del prestigio necesario para controlar sus usos. Comoacabamos de mencionar, el grupo de vecinos que constituye el campo pa-trimonial se dota de los capitales cultural, simblico y social necesarios paraerigirse en el agente legitimado para dirigirlo. En sus inicios, nos encontra-mos, por tanto, con un control del campo gracias al conocimiento que di-chos vecinos tienen de la historia local y de las caractersticas formales yfuncionales de los elementos relacionados con las ferreras. En esos prime-ros aos se da una combinacin entre el criterio que determina el patrimo-nio cultural y los que se tenan en cuenta en el caso del patrimonio histri-

  • 332 IAKI ARRIETA URTIZBEREA

    RDTP, vol. LXV, n.o 2, pp. 303-336, julio-diciembre 2010, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10

    co-artstico; una combinacin que todava se da en muchas activacionespatrimoniales e iniciativas musesticas actuales. stas presentan, por un lado,un discurso inicial identitario, pero, por otro, una justificacin en base acriterios histricos, en la que los agentes, sus intereses y sus valorizacionesquedan ocultos por la objetividad, la rigurosidad y la cientificidad de la pro-puesta.

    Con todo, en un contexto socioeconmico en crisis y alentados por agen-tes institucionales, como la Diputacin Foral de Gipuzkoa, el Gobierno Vascoy la Unin Europa, quienes fomentan iniciativas culturales en las que losbienes culturales son considerados en gran medida recursos econmicos, ocomo el Ayuntamiento, quien busca iniciativas novedosas anticrisis, otrosvecinos, aceptando la propuesta identitaria ya establecida, priorizan los usoseconmicos del patrimonio cultural sobre los ilustrados, alterando parcial-mente los principios de legitimacin. Estos nuevos agentes locales, con undiscurso ms acorde con el de los agentes institucionales, van adquiriendoun mayor capital simblico, lo que les permite, a su vez, obtener importantesrecursos econmicos para afianzar sus estrategias y acciones. El capital cultu-ral y el capital social, a nivel supramunicipal especialmente, necesarios en uncampo en el que los usos econmicos de los bienes culturales como reclamoturstico se van consolidando como uno de los ejes en los que gira el juegopatrimonial, son proporcionados a los nuevos agentes locales por las em-presas de servicios culturales que se van incorporando al juego. Los capita-les cultural y social de aquellos vecinos que establecieron el campo patri-monial no son suficientes para imponerse en un juego en el que la dimensineconmica de los bienes culturales, como recurso turstico principalmente,se va priorizando. As, poco a poco se irn quedando fuera de juego.

    Como en Legazpi, en los ltimos aos se ha extendido y establecido queel patrimonio cultural y los museos pueden ser unos recursos favorecedo-res del desarrollo socioeconmico de un territorio. El Pas Vasco cuenta conuno de los modelos que mayor incidencia ha tenido en el afianzamientode ese principio: el Museo Guggenheim-Bilbao. Aunque hay casos en losque es evidente el impacto econmico, convendra no dejarse deslumbrarpor los reflejos del titanio. La relacin entre la cultura y la economa esmucho ms problemtica de lo que se defiende y se quiere hacer ver. Pre-senta muchas contradicciones y conflictos, como sostienen Aas, Ladkin yFletcher (2005: 29). Convendra que se tuviera en cuenta el siguiente enun-ciado: patrimonio + turismo = desarrollo? (Prats 2003: 127).

    Desnaturalizados y subjetivados los criterios histricos y artsticos de laslites, los tcnicos y los especialistas, y aceptada la doxa identitaria de losbienes culturales, la categora de campo patrimonial nos permite describiry analizar lo que le es especfico, como en cualquier otro espacio cultural:

  • 333EL CAMPO PATRIMONIAL Y MUSESTICO: UN ESPACIO CULTURAL CONFLICTIVO

    RDTP, vol. LXV, n.o 2, pp. 303-336, julio-diciembre 2010, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.10

    el conflicto, la lucha por el control del campo. Todos sabemos que en todocampo encontraremos una lucha (Bourdieu, 2000: 112). En caso contrario,nos hallaremos ante un aparato, en nuestro caso, patrimonial; es decir, uncampo sin lucha y sin conflicto, en el que las propuestas identitarias y deusos de los bienes culturales son jerrquicas, verticales y de imposicin (Fonty Subirats 2001: 196). En definitiva, propuestas que van solamente en unadireccin: de arriba abajo.

    BIBLIOGRAFA CITADA

    Aas, C.; A. Ladkin, y J. Fletcher. 2005. Stakeholder collaboration and heritage mana-gement. Annals of Tourism Research 32-1: 28-48.

    Agudo Torrico, J. 1999. Cultura, patrimonio etnolgico