El Centenario Tercera Unidad

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    El centenario

    Lo que me recuerda dije yo la historia del malogrado sueco

    Orest Hanson, el hombre ms alto del mundo (en sus das. Hoy la

    marca que impuso se ve abatida con recuencia!.

    "n #$%& reali'o una meritoria gira por "uropa ehibiendo su

    estatura de dos metros cuarenta y siete centmetros. Los

    periodistas, con la imaginaci)n que los distingue, lo llamaban el

    hombre jiraa.

    *maginen. +on la debilidad de sus articulaciones no le permita

    hacer casi ningn esuer'o para alimentarlo era preciso que algn

    amiliar suyo se encaramara en las ramas de un rbol a ponerle

    en la boca bolitas especiales de carne molida, y peque-os tro'osde a'car de remolacha, como postre. Otro pariente le ataba las

    cintas de los 'apatos, otro ms viva siempre atento a la hora en

    que orest necesitaba recoger del suelo algn objeto que por

    descuido, o por peculiar torpe'a, se le escapara de las manos.

    Orest atisbaba las nubes y se dejaba servir. "n verdad, su reino

    no era de este mundo, y se poda adivinar en sus ojos tristes y

    lejanos una persistente nostalgia por las cosas terrenales. "n el

    ondo de su cora')n senta especial envidia por los enanos, y se

    so-aba siempre tratando, sin ito, de alcan'ar los aldabones delas puertas y echando a correr, como en las tardes de su ni-e'.

    /u ragilidad llegaba a etremos increbles. 0ientras iba de paseo

    por las calles cada paso suyo haca temer, aun a los transentes

    escandinavos, un aparatoso desplome. +on el tiempo, sus padres

    dieron muestra del vido pragmatismo (que mereci) ms de una

    crtica! al decir que Orest saliera nicamente los domingos,

    precediendo de su to carnal, "ric1, y seguido de Ola, sirviente

    quien reciba en su sombrero las monedas que las almas

    sentimentales se crean en la obligaci)n de pagar por aquel

    espectculo lleno de gravitante peligro. /u ama creci).

    2ero es cierto que no hay dicha completa poco a poco en el alma

    inantil de Orest empe') a iltrarse una irresistible aici)n por

    aquellas monedas. 3inalmente, esta legitima atracci)n por el

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    metal acu-ado vino a determinar su derrumbe y la ra')n de su

    etra-o in, que se ver en el lugar oportuno.

    4arnum lo convirti) en proesional. 2ero Orest no senta el

    llamado arte, y el circo solo le intereso como uente de dinero.

    2or otra parte, su espritu aristocrtico no resista ni el olor de losleones ni que la gente le tuviera lastima. 5ijo adi)s a 4arnum.

    6 la edad de diecinueve a-os media dos metros cuarenta y

    cuatro. 5espus vino un receso tranquili'ador, y solo a los

    veinticinco descubri) su estatura normal de dos cuarenta y siete,

    que ya no lo abandono hasta la hora de la muerte. "l

    descubrimiento se produjo as. *nvitado a visitar Londres por un

    gracioso capricho de sus majestades 4ritnicas, se dirigi) al

    consulado de *nglaterra en "stocolmo para obtener la visa. "lc)nsul ingls, como tal lo recibi) sin mayores muestras de

    asombro y aun se atrevi) a preguntarle por sus se-as

    particulares, y a dudar de que midiera dos metros cuarenta y

    cinco a la hora de hacer la ailiaci)n. +uando el cartab)n revelo

    que era dos cuarenta y siete, el c)nsul hi'o el tranquilo gesto que

    signiica 7ya lo deca yo8. Orest no dijo nada. /e acerc) en

    silencio a la ventana y desde all resentido, contemplo durante

    largos minutos el mar agitado y el cielo a'ul en calma. "n

    adelante la curiosidad de los reyes europeos elevo sus ingresos."n poco tiempo llego a ser uno de los gigantes ms ricos del

    continente, y su ama se etendi) incluso entre los patagones y

    los yanquis y los etopes. "n aquella revista que 9ubn 5aro

    diriga en 2aris pueden ver dos o tres otograas de Orest,

    sonriente al lado de las ms encumbradas personalidades de

    entonces: documentos gricos que el alto poeta pblico en el

    dcimo aniversario de la muerte del artista, a manera de

    homenaje tan merecido como p)stumo.

    5e pronto su nombre descendi) de los peri)dicos. 2ero a pesar

    de todas las maniobras que se han raguado para mantener en

    secreto las causas que concurrieron a su inesperado ocaso, hoy

    se sabe que muri) trgicamente en 0ico, durante las 3iestas

    del +entenario, a las que asisti) invitado de manera oicial. Las

    causas ueron veinticinco racturas que suri) por agacharse a

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    recoger una moneda de oro (precisamente un 7centenario8! que

    en medio de su rastrero entusiasmo patri)tico le arrojo el

    chihuahue-o y oscuro /ilvestre 0artin, esbirro de don 2oririo

    5a'.

    6gosto 0onterroso. (Obras completas y otros cuentos!