Por: Julliana Grau Altamirano

Un día un grupo de

amigos se fue a conocer la

selva peruana.

Sigamos ese camino.

Empezaron a caminar por ella sin tener una ruta determinada.

Pero se dieron cuenta que no podían seguir avanzando sin alguien que los

dirija.

Entonces, en esos precisos momentos, apareció un hombre dispuesto a dirigirlos.

Yo les podría ayudar

Es usted un guía!!!!!

Aceptamos!

El hombrecillo los guió por buen trecho.

Pero de pronto, Lu, una de las visitantes, notó que el guía tenía algo extraño en la pierna...

Lu, muy intrigada, se lo comentó a uno de sus compañeros, quien al levantar la mirada hacia el hombrecillo, se dio cuenta que poco a poco, el extraño, iba desapareciendo

Aterrados, empezaron a correr desesperadamente, mientras el tigre los perseguía.Pero entonces, Bruno, el mayor del grupo, relacionó la historia del Chullachaqui con lo que estaba sucediendo, por lo que, se detuvo y le hizo la señal de la cruz al animal.

Lu, muerta de terror, lanzó un grito que estremeció el bosque: El hombrecillo terminó por desaparecer, y en su lugar había quedado un tigre, el que mostraba unos afilados dientes.

Ahahhah!!!

a.

El peligro había desaparecido. Ante esto, el tigre corrió despavorido y se internó en la verde selva .

Recuperando el aire, emprendieron el camino de retorno.

Habían aprendido una gran lección:No confiar en quien no conocían, pues no se sabe ante quien se puede estar.0

Esa experiencia se convirtió la anécdota de sus vidas.