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El clero secular tucumano: entre la legalidad y la legitimidad monárquica 1 Introducción En la primera mitad del siglo XIX, el territorio rioplatense se vio envuelto en una serie de cambios que tuvieron un alto impacto en la sociedad y San Miguel de Tucumán no fue la excepción. 2 Sin embargo, al introducirnos en el análisis de la época, resulta que las *Este artículo es una adaptación de la Tesis de Máster en Historia de las Independencias Iberoamericanas “Proyectos monárquicos en los albores de la independencia del Río de la Plata. Los casos de Pedro Miguel Aráoz y José Ignacio Thames”. Presentada en España en Septiembre de 2009. 2 El estallido revolucionario en América se produjo luego de la crisis inaugurada en España en 1808, que llevó a la vacatio regis. Esta coyuntura desencadenó un proceso de discusión acerca del lugar que las regiones americanas tenían en el contexto del imperio español y llevó a un debate acerca de la representación, sobre todo provocado las contradicciones que se planteaban desde España en la Junta Central, entre la igualdad en las declamaciones y la desigualdad en la representación americana. Las revoluciones que tuvieron como corolario la independencia de las colonias españolas en América, fueron objeto de numerosas investigaciones. En este sentido, la historiografía de las últimas décadas ha abandonado la lectura teleológica que consideraba que la independencia había sido la consecuencia de una nación preexistente, y la acción de una elite que tenía conciencia nacional y voluntad de emancipación desde el primer momento. Aquí vamos a destacar dos trabajos pioneros para el Río de la Plata. En primer lugar el trabajo de Tulio Halperín Donghi, pieza clave a la hora de analizar el periodo. El autor busca reconstruir la trama de relaciones entre el poder político, el económico y el militar en las primeras décadas del siglo XIX para de esta manera arrojar luz sobre las vicisitudes de una elite política creada, destruida y vuelta a crear por la guerra y la revolución en el Río de la Plata. El surgimiento de un centro de poder político autónomo, fue el factor principal en la formación del grupo dirigente. Fue quizá este el puntapié inicial para que muchos estudiosos comenzaran a ahondar en el periodo, nutriéndose de nuevas miradas, nuevos interrogantes, para llegar a conocer de forma más fehaciente nuestro pasado. HALPERÍN DONGHI, Tulio Revolución y Guerra. Formación de una elite dirigente en la Argentina criolla, ed. Siglo XIX, Buenos Aires, 2005. Asimismo, este autor planteó que las independencias eran fruto de la crisis del imperio español. Ver HALPERÍN DONGHI, Tulio Historia de América Latina. T. 3. Reforma y disolución de los Imperios Ibéricos, 1750-1850, ed. Alianza, Madrid, 1985. En relación con el sentimiento nacional que se creía había imperado desde los inicios de la revolución, nuevas herramientas echaron luz sobre cuestiones relativas a los nuevos o diferentes significados que toman los lenguajes y conceptos. En este sentido, el libro de José Carlos Chiaramonte, es una pieza fundamental para comprender cómo se fue construyendo una nueva realidad a la luz de los acontecimientos revolucionarios. Incorpora las nociones de patria, nación, ciudades, entre otras, para alejarse de la historiografía decimonónica y darle la especificidad que la época amerita. Ver, CHIARAMONTE, José Carlos Ciudades, Provincias, Estados: Orígenes de la Nación Argentina, 1800- 1846, ed. Espasa Calpe- Colección Ariel Historia, Buenos Aires, 1997. Otros autores han avanzado sobre cuestiones como los lenguajes políticos, la representación, la participación de los caudillos en el proceso independentista, el proceso electoral que se inaugura en el periodo, el rol de la religión y la Iglesia en la coyuntura de cambios abierta en el Río de la Plata. Ver GOLDMAN, Noemí y SALVATORE, Ricardo Caudillismos Rioplatenses. Nuevas miradas a un viejo problema, ed. Eudeba, Buenos Aires, 1998; GOLDMAN, Noemí Historia y Lenguaje: Los Discursos de la Revolución de Mayo, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 2000; Lenguaje y Revolución. Conceptos políticos clave en el Río de la Plata, 1780-1850, ed. Prometeo, Buenos Aires, 2008; TERNAVASIO, Marcela La revolución del voto. Política y elecciones en Buenos Aires, 1810-1852, ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 2002; Gobernar la revolución. Poderes en disputa en el Río de la Plata, 1810-1816, ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 2007; DI STEFANO, Roberto y ZANATTA, Loris Historia de la Iglesia en la Argentina. Desde la Conquista hasta fines del siglo XX, ed. Grijalbo S. A., Buenos Aires, 2000; DI

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El clero secular tucumano: entre la legalidad y la legitimidad monárquica1 Introducción

En la primera mitad del siglo XIX, el territorio rioplatense se vio envuelto en una serie de cambios que tuvieron un alto impacto en la sociedad y San Miguel de Tucumán no fue la excepción. 2 Sin embargo, al introducirnos en el análisis de la época, resulta que las *Este artículo es una adaptación de la Tesis de Máster en Historia de las Independencias Iberoamericanas “Proyectos monárquicos en los albores de la independencia del Río de la Plata. Los casos de Pedro Miguel Aráoz y José Ignacio Thames”. Presentada en España en Septiembre de 2009. 2 El estallido revolucionario en América se produjo luego de la crisis inaugurada en España en 1808, que llevó a la vacatio regis. Esta coyuntura desencadenó un proceso de discusión acerca del lugar que las regiones americanas tenían en el contexto del imperio español y llevó a un debate acerca de la representación, sobre todo provocado las contradicciones que se planteaban desde España en la Junta Central, entre la igualdad en las declamaciones y la desigualdad en la representación americana. Las revoluciones que tuvieron como corolario la independencia de las colonias españolas en América, fueron objeto de numerosas investigaciones. En este sentido, la historiografía de las últimas décadas ha abandonado la lectura teleológica que consideraba que la independencia había sido la consecuencia de una nación preexistente, y la acción de una elite que tenía conciencia nacional y voluntad de emancipación desde el primer momento. Aquí vamos a destacar dos trabajos pioneros para el Río de la Plata. En primer lugar el trabajo de Tulio Halperín Donghi, pieza clave a la hora de analizar el periodo. El autor busca reconstruir la trama de relaciones entre el poder político, el económico y el militar en las primeras décadas del siglo XIX para de esta manera arrojar luz sobre las vicisitudes de una elite política creada, destruida y vuelta a crear por la guerra y la revolución en el Río de la Plata. El surgimiento de un centro de poder político autónomo, fue el factor principal en la formación del grupo dirigente. Fue quizá este el puntapié inicial para que muchos estudiosos comenzaran a ahondar en el periodo, nutriéndose de nuevas miradas, nuevos interrogantes, para llegar a conocer de forma más fehaciente nuestro pasado. HALPERÍN DONGHI, Tulio Revolución y Guerra. Formación de una elite dirigente en la Argentina criolla, ed. Siglo XIX, Buenos Aires, 2005. Asimismo, este autor planteó que las independencias eran fruto de la crisis del imperio español. Ver HALPERÍN DONGHI, Tulio Historia de América Latina. T. 3. Reforma y disolución de los Imperios Ibéricos, 1750-1850, ed. Alianza, Madrid, 1985. En relación con el sentimiento nacional que se creía había imperado desde los inicios de la revolución, nuevas herramientas echaron luz sobre cuestiones relativas a los nuevos o diferentes significados que toman los lenguajes y conceptos. En este sentido, el libro de José Carlos Chiaramonte, es una pieza fundamental para comprender cómo se fue construyendo una nueva realidad a la luz de los acontecimientos revolucionarios. Incorpora las nociones de patria, nación, ciudades, entre otras, para alejarse de la historiografía decimonónica y darle la especificidad que la época amerita. Ver, CHIARAMONTE, José Carlos Ciudades, Provincias, Estados: Orígenes de la Nación Argentina, 1800- 1846, ed. Espasa Calpe- Colección Ariel Historia, Buenos Aires, 1997. Otros autores han avanzado sobre cuestiones como los lenguajes políticos, la representación, la participación de los caudillos en el proceso independentista, el proceso electoral que se inaugura en el periodo, el rol de la religión y la Iglesia en la coyuntura de cambios abierta en el Río de la Plata. Ver GOLDMAN, Noemí y SALVATORE, Ricardo Caudillismos Rioplatenses. Nuevas miradas a un viejo problema, ed. Eudeba, Buenos Aires, 1998; GOLDMAN, Noemí Historia y Lenguaje: Los Discursos de la Revolución de Mayo, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 2000; Lenguaje y Revolución. Conceptos políticos clave en el Río de la Plata, 1780-1850, ed. Prometeo, Buenos Aires, 2008; TERNAVASIO, Marcela La revolución del voto. Política y elecciones en Buenos Aires, 1810-1852, ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 2002; Gobernar la revolución. Poderes en disputa en el Río de la Plata, 1810-1816, ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 2007; DI STEFANO, Roberto y ZANATTA, Loris Historia de la Iglesia en la Argentina. Desde la Conquista hasta fines del siglo XX, ed. Grijalbo S. A., Buenos Aires, 2000; DI

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continuidades son muchas y que los cambios profundos se fueron produciendo en forma paulatina. A pesar de que la coyuntura marcó un devenir vertiginoso, las continuidades con la sociedad colonial estuvieron presentes de manera insoslayable. En este contexto, la religión, ligada a las costumbres y a la tradición, tuvo un papel fundamental. Desde la llegada de los españoles a América, uno de los objetivos principales fue la evangelización de las poblaciones nativas y la instauración de la Iglesia en estas latitudes. Con este objetivo fue que el papado, imposibilitado de cumplir con tamaña empresa, a través de la Bula Inter Caetera de 1493, y la Universalis Ecclesiae de 1508, cedió a la Corona de Castilla las tierras americana y le otorgó el derecho de presentación de eclesiásticos, la erección de Iglesias con la única autorización del monarca, y el usufructo de los diezmos y rentas eclesiásticas para el sostenimiento de su misión. La Iglesia en América nacía profundamente ligada a la monarquía española.3 En el contexto colonial, Iglesia, Estado y Sociedad, fueron tres aspectos de la realidad muy difíciles de diferenciar. En la práctica no se encuentra una clara delimitación entre estas esferas, ni a individuos que no estén envueltos en las tres al mismo tiempo. Una persona, sea cual fuere su condición económica y social, formaba parte del conjunto de la sociedad en tanto era bautizado. La religión y los sacerdotes fueron una parte integral de la cultura política colonial. Proporcionaron un núcleo a la autoridad, una cosmovisión para el orden humano, en una sociedad donde el pensamiento recurría a la confesión, a la salvación y a un marco institucional. La sociedad, la Iglesia y el Estado eran tres aspectos de una misma realidad, donde la Iglesia estaba inserta en cada espacio de la vida de la sociedad, porque ella era la sociedad misma. El catolicismo era la identidad religiosa de la sociedad. La sociedad y la Iglesia coincidían y las autoridades civiles y eclesiásticas representaban diferentes aspectos de un mismo poder, más que instituciones separadas. Estos tres niveles se confundían y entremezclaban dando como resultado una confusión en torno a los límites y atribuciones de cada uno. La sociedad era la comunidad de almas, donde la religión formaba parte esencial de la identidad de sus habitantes. La comunidad de sentimientos y de valores era significativa y sirvió de base para la construcción de una nueva identidad, luego de las revoluciones de independencia.4 En San Miguel de Tucumán la presencia de la Iglesia fue muy importante, tanto del clero regular como del secular5. Sin embargo, sobre todo a partir de la expulsión, en 1767, de la STEFANO, Roberto El púlpito y la plaza: clero, sociedad y política de la monarquía española a la república rosista, ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 2004 3 El impacto de la llegada de los españoles a América ha sido estudiado desde hace ya muchas décadas. Sin embargo, las nuevas investigaciones no sólo han intentado dar cuenta del impacto del choque de estas dos culturas, sino que han introducido nuevos interrogantes y variables al análisis. Sobre las consecuencias culturales del contacto religioso, a partir de la conquista y las distintas estrategias y reacciones de los indígenas, ver PEIRE, Jaime El taller de los espejos. Iglesia e Imaginario, 1767-1850, ed. Claridad, Buenos Aires, 2000 4 Sobre el concepto de Iglesia en el periodo ver DI STEFANO, Roberto, Historia de…cit., p. 13 y ss.; El púlpito…cit., p. 15 y ss. 5 Sobre la presencia e importancia de la Iglesia en la región ver CARETTA, Gabriela, “Con el poder de las palabras y de los hechos”, en MATA , Sara (Comp.), Persistencias y cambios: Salta y el Noroeste Argentino. 1770-1840, Rosario, Prohistoria, 1999, “Poder, piedad y rentas en Salta: La Iglesia en el proceso de transición del orden colonial al republicano”, Informe final beca de perfeccionamiento, CIUNSa, U.N.Sa., 2001, “Se habían vestido de hábitos clericales. La inclinación al estado como construcción social de la vocación”, en Primeras Jornadas Nacionales de Historia Social, Centro Estudios Históricos Carlos Segretti (UNC), Centro de Historia de América Colonial (UNLP), CONICET, Córdoba, 2007, en CD; AYROLO, Valentina, CARETTA, Gabriela, “Oficiar y gobernar. Apuntes sobre la participación política del clero secular de Salta y

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Compañía de Jesús, los sacerdotes seculares fueron ganando cada vez más espacios. Esto estaba en estrecha relación con el regalismo, o sea la subordinación de la autoridad eclesiástica, fue un rasgo distintivo de los borbones que venían implementando desde hacía ya algunas décadas. Estos impulsaron un amplio programa de reformas del clero parroquial que buscaba tratar a la religión y a la Iglesia a la vez como distintas y más subordinadas a la corona, pero no separar la Iglesia del Estado o la Corona de la religión.El proyecto Borbónico apuntó a reemplazar a los religiosos regulares por el clero secular, dando como resultado un fortalecimiento de la autoridad episcopal, de los cabildos eclesiásticos y las parroquias.6 En este trabajo nos proponemos analizar la participación que los sacerdotes seculares tuvieron en esta coyuntura de cambios inaugurada con la crisis de la monarquía española en 1808. A partir de la formación de la Junta Provisional de Gobierno a Nombre del Sr. Don Fernando VII el 25 de mayo de 1810, los sacerdotes comenzaron a tener una mayor participación en la arena política, la literatura y los ejércitos, por nombrar sólo algunas. En un contexto donde la mayoría de la población era analfabeta, los clérigos, se erigieron como los letrados capaces de ejercer los nuevos roles de representación política. Los sacerdotes, intermediarios de Dios ante los hombres, tenían la misión de administrar los sacramentos, en particular la eucaristía y la confesión, a través de los cuales la feligresía tenía acceso a la información y la circulación de ideas. Los clérigos ejercían una acción “docente” si se quiere, a través de los sermones, la confesión, la predicación, y las demás tareas relacionadas con el ministerio pastoral7. El imaginario social, de un extraordinario tradicionalismo católico, estuvo presente en este periodo, no sólo en las referencias a la religión que se hacían en los discursos, sino también en las imágenes devocionales utilizadas en las batallas; las misas en acción de gracias por los triunfos bélicos; el carácter de los estudios universitarios; las vocaciones sacerdotales8. Córdoba en la Posrevolución", en Andes. Antropología e Historia, 14, CEPIHA, Facultad de Humanidades, UNSa., 2003, pp. 109 a 131; CARETTA, Gabriela, AYROLO Valentina, “Clérigos seculares del Tucumán entre la colonia y la independencia (1776-1810)” en AGUIRRE, Rodolfo - ENRÍQUEZ, Lucrecia (Coord.), La iglesia Hispanoamericana de la colonia a la república, México, Editorial Plaza y Valdés, Ediciones Universidad Católica, 2008; CARETTA, Gabriela “El clero secular de Salta entre la colonia y la revolución”, en Actas Gral. Martin Miguel de Güemes, 15 al 17 de junio de 2005, Salta, pp. 94 a 107 6 TAYLOR, William Ministros de lo Sagrado. Sacerdotes y feligreses en el México del Siglo XVIII, Vol. 1 y 2, Traducción Óscar Mazín y Paul Kersey, El Colegio de Michoacán, Secretaría de Gobernación, El Colegio de México, 1999 7 Sobre la acción “docente y educativa” del ejercicio sacerdotal, ver DI STEFANO, Roberto “Religión y culturas: libros, bibliotecas y lecturas del clero secular rioplatense (1767-1840) en Bulletin Hispanique, N°2, Université Michel de Montaigne, Bordeaux, 2001, pp. 511-541; “Lecturas políticas de la Biblia en la revolución rioplatense (1810-1835), Anuario de Historia de la Iglesia. XII, Universidad de Navarra, Pamplona, 2003, pp. 201-224; AYROLO, Valentina, “El sermón como instrumento de intermediación cultural. Sermones del federalismo cordobés, 1815-1852” en Nuevo Mundo, Mundos nuevos, Debates, 2009, [En línea], Puesto en línea el 13 noviembre 2009. URL: http://nuevomundo.revues.org/57521. 8 En las últimas décadas los estudiosos de la problemática de la Iglesia en el Río de la Plata, han puesto especial énfasis en estas cuestiones, como puntos esclarecedores de la acción religiosa en el territorio. Al respecto ver PEIRE, Jaime, El taller…cit., p. 87 y ss.; TÍO VALLEJO, Gabriela y GAYOL, Víctor “Hacia el altar de la patria. Patriotismo y virtudes en la construcción de la conciencia militar entre las reformas borbónicas y la revolución de la independencia”, en ORTIZ ESCAMILLA, Juan –coordinador- Fuerzas militares en Iberoamérica, siglos XVIII y XIX, Colegio de México, Colegio de Michoacán, Universidad Veracruzana, 2005, pp. 111-137; ORTEMBERG, Pablo “Las Vírgenes Generalas: Vínculos entre acción guerrera y práctica religiosa en la independencia”, en Jornadas Bicentenario de la Revolución de Mayo, 6 al 9 de abril de 2010, Universidad de Buenos Aires, Ciudad de Buenos Aires, inédito.

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Abordar a los sacerdotes en tanto actores sociales, haciendo hincapié en los lugares donde se educaron, las relaciones que allí se formaron y su participación en la vida política y pública del periodo, nos parece de especial relevancia para comprender la complejidad de esta sociedad, con una tradición cristiana de un peso inusitado. Este trabajo intenta ser una muestra del nexo de unión entre la Iglesia –no sólo entendida como institución, sino como la comunidad conformada por los religiosos y la feligresía- y el poder político en este proceso de cambios, haciendo hincapié en la participación de los sacerdotes tucumanos en el Congreso General Constituyente. La tradición católica, como imaginario imperante en una sociedad que se vio rápidamente envuelta en una vorágine de cambios, tuvo en gran medida la responsabilidad de otorgar una cierta estabilidad y equilibrio. El desarrollo de numerosas investigaciones relacionadas con la historia cultural y política, inauguraron una serie de interrogantes que sin el estudio de la Iglesia y la religión no podían ser respondidas de manera satisfactoria9. La presencia del clero secular en la vida política tucumana San Miguel de Tucumán era una ciudad pequeña a fines del siglo XVIII, que tenía aproximadamente 5000 habitantes y no contaba con más que la plaza principal y algunas cuadras a la redonda. La plaza era “…un vasto cuadro sin ornamento alguno (lodazal en verano, colchón de tierra en invierno), en cuyo ámbito crecía libremente la hierba; lo limitaba una cuádruple hilera de edificios anchos y chatos, techados de barro o rojas tejas sin parapeto…”10. A su alrededor se encontraban la Iglesia Matriz, el Cabildo, la Iglesia de San Francisco y las casas de los principales vecinos de la ciudad. Las construcciones eran muy precarias y para nada ostentosas. Por lo general tenían galerías con arcos y techos a dos aguas, que no siempre estaban cubiertos por tejas y sus patios y habitaciones eran grandes y amplios. La vida cotidiana de los sectores más privilegiados acontecía en la ciudad, por lo que la vemos como el escenario donde transcurría su diario vivir y, al mismo tiempo, como un centro de poder y de articulación regional, donde se tejieron relaciones de dominación y dependencia11. La ciudad era un espacio con una gran carga simbólica, donde cada rincón expresaba y representaba diversas relaciones políticas, económicas, sociales, culturales y religiosas, en un complejo juego donde no existían diferencias entre el ámbito público y el privado. Unas pocas familias de San Miguel de Tucumán detentaron el poder político a través del Cabildo, al igual que algunas otras funciones de gobierno que podían ser cubiertas por locales. También tenían en sus manos el poder económico con los estancos, haciendas, estancias y cobro de impuestos; así como el religioso a través de las vocaciones sacerdotales.12 Asimismo, no debemos olvidarnos de la participación en las milicias, sobre

9 DI STEFANO, Roberto “La renovación de los estudios sobre el clero secular en Argentina: de las reformas borbónicas a la Iglesia romana” en Anuario del Centro de Estudios Históricos "Carlos S. A. Segreti", Año 7, N°7, 2007 10 JAIMES FREYRE, Ricardo Tucumán en 1810: noticia histórica y documentos inéditos, Tucumán, 1907. 11 BASCARY, Ana M. Familia y Vida Cotidiana. Tucumán a fines de la colonia, Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, España y Facultad de Filosofía y Letras, UNT, Argentina, 1999. 12 En una sociedad como la colonial, definida por la unanimidad religiosa, el sacerdocio se concibió como servicio de Dios, de la Iglesia, del rey, de la comunidad en general y en especial de los pobres. El sacerdote constituye una de las columnas del edificio social y una opción profesional prestigiosa. Además el acceso a ciertos beneficios eclesiásticos, como parroquias redituables, canonjías o el episcopado, suele comportar el goce de rentas respetables y de una posición altamente valorada socialmente. Ingresar al estado clerical era el

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todo cuando estalló la revolución y la guerra, trasladada a estos territorios. La familia actuó como pieza clave en la sociedad de este periodo. Las más prestigiosas formaron una compleja “red” de relaciones, constituidas por el conjunto de familias que configuraban el núcleo de poder en cada ciudad o región. El sacerdocio fue una de las opciones profesionales de los jóvenes hijos de las familias privilegiadas y, por lo tanto, portadores de una formación intelectual admirable13. Como herederos de la cultura colonial, a los seculares les cupo la tarea de ocupar espacios que anteriormente habían sido de los Jesuitas. Fueron ellos los que, junto a los demás miembros de las elites, afrontaron la situación inaugurada por la crisis española participando de forma activa en la actividad política. La Iglesia buscó reacomodarse ante la nueva situación de guerra, crisis política, ruptura de los lazos con España, crisis del ejercicio del Patronato, incomunicación con Roma. En este apartado vamos a conocer a tres señoritos de la elite tucumana que tuvieron un destacado rol en la primera mitad del siglo XIX. Además de compartir la vocación sacerdotal, fueron importantes partícipes políticos durante el proceso de cambio inaugurado en 1808. Los primeros integrantes de la familia Aráoz, procedentes de Oñate, se instalaron en la ciudad de San Miguel de Tucumán desde principios del siglo XVII. El primer Aráoz que estuvo en la ciudad, contrajo matrimonio y desde entonces la familia fue creciendo y ganando preponderancia a través de los años. La elite tucumana estaba conformada entonces por unas 20 familias, entre las que se destacaron los Helguera, Molina, Paz, Villafañe, Alurralde, Colombres, Bazán, Posse, Zavaleta y, por supuesto, los Aráoz. El 20 de junio de 1759, en la ciudad de San Miguel de Tucumán, nacía Pedro Miguel Aráoz, hijo de Don Pedro Antonio Aráoz y de Francisca Núñez de Herrera y Moreno Briceño; y a los doce días de su nacimiento, fue bautizado por el arzobispo de Charcas. Entre sus hermanos destacamos a Javier y al Presbítero Diego, dos figuras protagonistas de la vida pública de San Miguel de Tucumán. En su ciudad natal, Pedro Miguel recibió las primeras letras. Los documentos no son demasiado claros al respecto por lo que no podemos estar completamente seguros del lugar en dónde se educó. Sin embargo, podemos inferir cómo fueron sus primeras letras, puesto que en aquel entonces la oferta educativa era realmente pobre. Se desarrollaba dentro de un contexto de escasas poblaciones, con escasos recursos económicos y culturales, en un estado permanente de conflicto y rebelión, que obligaba a reiteradas levas, que incluían los sectores de la población en edad de aprender14. También se sumaba el hecho de que

anhelo de muchos jóvenes, muchas veces estimulados por sus familias. Existía una tendencia a destinar el primer hijo varón hábil para el servicio de la Iglesia. Esto porque se ofrecían a Dios y a la Iglesia las primicias del matrimonio análogamente a cuanto está en establecido en relación con los frutos de los campos. Asimismo, existían motivaciones más terrenas si se quiere, que no se contradecían con las más espirituales. El hecho de tener el hijo mayor sacerdote traía aparejado una serie de beneficios, como ser que en caso de fallecimiento del padre, éste pudiera asumir la jefatura de la casa sin la carga de una familia propia, era letrado lo cual lo habilitaba para administrar los bienes familiares y tenía buenos contactos para defenderlos en caso de ser necesario. Asimismo, en caso de que algún familiar lo necesite, podía fundar una capellanía a su nombre para que gozara de los beneficios económicos de la misma. DI STEFANO, Roberto y ZANATTA, Loris Historia…cit., pp. 86-87 13TAYLOR, William Ministros…cit. 14 Véase en esta compilación BEN ALTABEF, Norma, “Educar en Tucumán en la 1º mitad del siglo XIX. La vigencia del modelo colonial: permanencias y nuevas iniciativas”. De la misma autora, “Educar en Tucumán

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únicamente los hijos de aquellas familias de elite eran los que, generalmente, accedían a la educación. Para que Pedro Miguel15 continuara con su formación académica, sus padres tomaron la decisión de que viajara a Buenos Aires para educarse en el Colegio de San Carlos, que se había creado hacía poco tiempo. No fueron muchos los años que estuvo en este establecimiento, puesto que pronto viajó a la Universidad de Córdoba para estudiar Derecho Canónico, donde consiguió su doctorado en 1782, con tan sólo 23 años. Aunque la Universidad otorgaba el título de Doctor en Derecho Canónico, esto no significó que todos los que terminaban la carrera se consagraran a la vida sacerdotal. Sin embargo, si los jóvenes estaban dispuestos a tomar los hábitos, debían primero obtener las Órdenes Menores y luego las Mayores. Se comenzaba entonces por el hostiariado, se seguía con el lectorado, exorcizado y finalmente el acolitado. Estos pasos hacían referencia a los diferentes momentos por los que debía pasar un hombre que deseaba consagrarse a la vida religiosa. Empezaban por ser porteros del lugar, para luego dedicarse a la lectura sacra, prestar servicio en el altar y con el exorcizado poder imponer las manos a los que estaban poseídos. Finalmente alcanzar los grados que le permitieran poder consagrarse, las Órdenes Mayores, sub-diaconado, el diaconado y finalmente el presbiterado o sacerdocio16. Otro de los requerimientos para poder ser sacerdote, era demostrar que se contaba con un patrimonio tal, que le permitiera vivir sin depender de la Iglesia. Con ello además, la institución procuraba asegurarse que los nuevos clérigos no iban a buscar acrecentar sus bienes a través de la vida consagrada. Las familias principales, por su parte, buscaban de esta manera mantener el patrimonio indiviso, puesto que el sacerdote se comprometía a no enajenar ninguno de los bienes familiares. Asimismo fue una forma a través de la cual, la Iglesia aseguraba su patrimonio, ya que en el periodo que estamos analizando, muchas veces actuó como entidad crediticia17. Sabemos también que otra forma de ingresar al sacerdocio fue a través de una capellanía, fundación de origen laico, que permitía la ordenación de jóvenes a su título y otorgaba la posibilidad de generar un sinfín de contactos, gracias a las redes en las que estaban insertos18.

en la 1° mitad del siglo XIX: la permanencia del modelo colonial”, en Jornadas de Independencia, Memoria e Historia, CHI-UNT-UJI-UPO, Tucumán, 20, 21 y 22 de Agosto de 2009. Inédito 15 En el libro de Vicente CÚTOLO, Argentinos graduados en Chuquisaca, (1963) hay datos de que Pedro Miguel Aráoz también estudió en la Universidad de San Francisco Xavier en Chuquisaca. Sin embargo, es el único dato que tenemos al respecto. Todos los demás documentos que hemos consultado no nos proporcionan esta información, por lo que será objeto para profundizar en nuestra investigación. Sobre la vida de Aráoz ver CÚTOLO, Vicente Diccionario Biográfico Argentino. Vol. 1, Buenos Aires, 1975; AAVV El Congreso de Tucumán, actitudes, decisiones, hombres. Publicaciones del seminario de estudios de historia argentina – S.E.H.A- , Club de Lectores, Buenos Aires, 1966. Asimismo, en la Iglesia Catedral de San Miguel de Tucumán se encuentra su partida de Bautismo. 16 Archivo Documental del Arzobispado de la Provincia de Tucumán, (en adelante AAT). Este archivo no está abierto para todo el público. Agradecemos especialmente a la Hermana Cynthia Folquer y al encargado del Archivo, “Pepe”. 17 Esta función como órgano crediticio es estudiada por TEDESCO, Elida M “Iglesia y Crédito en Córdoba. Los cambios a fines del periodo borbónico y de las primeras décadas independientes”, en VIDAL, Gardenia y VAGLIENTE, Pablo –compiladores- Por la señal de la Cruz. Estudios sobre la Iglesia Católica y sociedad en Córdoba, S. XVII- XX, Ferreyra Editor, Argentina, 2001. 18 Las Capellanías eran fundaciones perpetuas por las que una persona segregaba de su patrimonio ciertos bienes y formaba con ellos un vínculo, un todo visible, destinado a la manutención o sustentación del clérigo, que se obligaba por ello a celebrar un cierto número de misas por el alma del fundador o de su familia, o a

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En el legajo de Pedro Miguel Aráoz, frente al pedido para conseguir el sacerdocio, encontramos la declaración ante un notario público, de los bienes que la familia poseía y que eran la garantía para que se le concediera dicho pedido:

“...señalamos primeramente una legua de tierras […] en la Estancia nombrada Famaillá, […] otras dos leguas más de tierras de la misma calidad en el Paraje nombrado el Río Chico, una legua en banda oeste y otra en la otra banda […] y yo el referido Dr. le señala para lo mismo, unas casas que tengo en esta ciudad que se componen de dos tiendas y una sala y oficinas de cozina […] Asimismo pedimos y suplicamos que habiéndonos por presentados, se sirva mandar fe de los bienes que referimos […] sean necesarias […] a título suficiente al referido Dr. Pedro Aráoz y le consiga el fin que deseamos que todo redunda en servicio de Dios nuestro Señor […] en la ciudad de San Miguel de Tucumán en tres de julio de mil setecientos ochenta y un años […] haviendo visto los títulos de tierras que ha exivido el Sr. Fiel Executor D. Pedro Antonio Aráoz dijo que devían de nombrar, y nombrada por peritos, prácticos o imparciales tasadores al Sr. Teniente de Oficiales Reales D. José de Thames […] para que viendo y reconociendo las cosas que se expresan, hagan tasar a ellos […] y que se le haga saver, para que […] comparescan a hacer el juramento…”19

En sucesivas cartas que se encuentran en el legajo de Aráoz, también encontramos detalles de cada una de las propiedades de la familia y el valor en la que estaban tasadas. Estas cartas fueron elevadas al Obispo, con el fin de conseguir la consagración a la vida religiosa. Incluso hay una carta donde sus padres dejan constancia de que renunciaban a los bienes de la familia en pos de que su hijo pudiera ser sacerdote. Declaraban que todo el patrimonio de la familia Aráoz quedaba al servicio de Dios y -dato importante- de su Majestad. Creemos que aquí se refiere al monarca español, que por ese entonces era Carlos IV, puesto que en los documentos donde se hace referencia al Obispo, no utilizan este término20. En el legajo de Aráoz también encontramos otras cartas donde se especificaban cuestiones relacionadas con el desempeño de sus funciones como sacerdote. Una vez consagrado, debía asistir a los divinos oficios en la Iglesia Matriz en forma obligatoria, según la necesidad que tuvieran los fieles. Asistir también todos los domingos y fiestas del año con sus respectivas vísperas, comprendiendo toda la Semana Santa y Octava de Corpus. Debía

cumplir otras cargas litúrgicas. Sobre el tema ver GREGORIO DE TEJADA, Manuel Vocabulario Básico de la Historia de la Iglesia, ed. Crítica, Barcelona, 1993. 19 Legajo Presbítero Aráoz AAT. 20 Este dato nos parece de especial importancia, porque demuestra la estrecha relación que existía entre el clero secular y la monarquía española. Se legitimaban mutuamente y la una necesitaba de la otra. La Iglesia americana apenas si tenía contactos con Roma, sobre todo a partir de 1810, por lo que los sacerdotes dependían casi exclusivamente, de la Corona. Cabe aquí mencionar la importancia que el ejercicio del derecho de Patronato y el Regalismo, implementado por los monarcas españoles en sus territorios ultramarinos, tuvo para el funcionamiento de la Iglesia en América. La situación fue diferente para los miembros de las Órdenes Religiosas, que no tenían una dependencia directa con la Corona. Las Órdenes existían más allá de la monarquía. Para un análisis de más profundo de las relaciones entre Roma y la Iglesia del Río de la Plata en el periodo revolucionario, ver TONDA, Américo La Iglesia incomunicada con Roma (1810-1858). Problemas, conflictos, soluciones, ed. Castellvi, Universidad Católica de Santa Fe, Instituto de Investigaciones Históricas, Santa Fe, 1965; SALAS, Rubén D. Lenguaje, Estado y Poder en el Río de la Plata. El discurso de las minorías reflexivas y su re-presentación del fenómeno político-institucional rioplatense (1816-1827), Instituto de Investigaciones de l Derecho, Buenos Aires, 1998

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prestar ayuda y colaboración al Cura de la Parroquia en la administración del sacramento de la penitencia y también incurrir en la explicación de la Doctrina Cristiana. Pero sus obligaciones no terminaban ahí. También tenía que contribuir al Real Seminario de la ciudad de Córdoba con el tres por ciento del producto de su patrimonio y no podía vender o enajenar nada del patrimonio declarado, ni transferir su capital. Como vemos el ingreso a la vida sacerdotal no era nada sencillo. Y estos datos nos llevan a pensar que las motivaciones que se tenían para ser sacerdote, además de la devoción, estaban en estrecha relación con una posición social y económica que se buscaba mantener o bien acrecentar. En este sentido, Di Stefano21 plantea que el crecimiento económico que experimentó sobre todo Buenos Aires con la creación del Virreinato, producto de las reformas Borbónicas provocó, en cierta medida, el incremento numérico secular. Los clérigos provenían en su mayoría de familias pertenecientes a las familias privilegiadas, las cuales disponían de más dinero para practicar su generosidad con la Iglesia y aceitar sus contactos con las instituciones eclesiásticas. La generosidad era estimulada por un intenso fervor religioso, que no era tomado como contradictorio respecto a las motivaciones más terrenas. Ya siendo sacerdote, el joven Aráoz, decidió viajar a Buenos Aires en 1785 para hacerse cargo de una cátedra de filosofía en el Colegio donde había estudiado. Entre otros, allí conoció a José de Darregueyra, quien fue su alumno y con quien años más tarde compartió las sesiones del Congreso que declaró la independencia. Estando en el Colegio de San Carlos, fue testigo de un problema que se produjo con el Padre Maziel, el cual fue desterrado de Buenos Aires. El motivo principal de esta decisión estuvo relacionado con el pensamiento innovador del Padre y sus enseñanzas en el Colegio, que llevaron a que las autoridades se sintieran amenazadas por su presencia. Sus compañeros y aquellos que lo habían conocido y le tenían cariño, elevaron una petición al Rey para que dejara sin efecto la medida en contra del religioso. Entre los que firmaron aquella nota, se encontraba Aráoz, quien además redactó parte del documento, haciendo gala de sus dotes intelectuales. El Rey encontró razón en el pedido y determinó que se dejara sin efecto la pena para Maziel. Sin embargo, la notificación llegó después de que éste muriera en el destierro. Después de estos episodios, en 1787, Pedro Miguel volvió a su ciudad natal para ser el Cura Rector de la Iglesia Matriz, lugar otorgado y confirmado por el Obispo algunos años antes. Una vez allí, comenzó a involucrarse en los asuntos públicos, lo que lo llevó a tener acercamientos con algunas figuras que, años después, iban a ser los protagonistas del proceso revolucionario. Estuvo reunido en algunas oportunidades con Juan José Castelli, para tratar temas relacionados con la situación general del Virreinato, debido a que el joven primo de Belgrano estudiaba cerca de la ciudad de Tucumán, en Charcas. Asimismo, se reunió con Mariano Sánchez de Loria, enviado en 1809 para anoticiar a la ciudad de la formación de las Juntas en Chuquisaca y La Paz22. Cuando llegaron las noticias de la formación de la Junta Provisoria de Gobierno a nombre de Fernando VII, un Cabildo Abierto fue convocado en San Miguel, el día 11 de junio de

21 DI STEFANO, Roberto, “Abundancia de clérigos, escasez de párrocos: Las contradicciones del reclutamiento del clero secular en el Río de la Plata (1770- 1840)“ en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, nos. 16-17:33-59, 2° semestre 1997 y 1° de 1998 22 Nos parece relevante destacar aquí que Sánchez de Loria fue Diputado por Charcas en el Congreso de 1816 y que se pronunció a favor de la forma monárquica de gobierno.

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1810. Aráoz fue uno de los más entusiastas participantes de la reunión, donde se decidió esperar a que el Gobernador- Intendente de Salta, se pronunciara al respecto, para luego evaluar los pasos a seguir en Tucumán23. Recién el 26 de junio de ese año se pronunció a favor de la revolución, comprometiéndose con la causa no sólo desde el aspecto político, sino también desde el económico y, sobre todo, desde el militar. Algunos años después del nacimiento de Pedro Miguel, en otra familia importante de San Miguel de Tucumán, el 15 de agosto de 1762, nacía José Ignacio Thames. Sus padres fueron José Ignacio Thames y María Josefa Gutiérrez. Como los muchachitos de su edad, y de su posición social y económica, cursó sus primeras letras en su ciudad natal, para luego emprender el ya conocido itinerario hacia otras tierras, en la búsqueda de poder continuar con su formación. Así fue que viajó a Córdoba para cursar en el Colegio de Montserrat y pasó luego a estudiar derecho canónico en la Universidad de esa misma ciudad. Se doctoró allí rindiendo sus exámenes finales de manera brillante, lo que le otorgó el honor de recibir las insignias doctorales: capirote y bonete con borlas, anillo y libro de la sabiduría24. Una vez concluida su carrera universitaria, elevó el pedido para ingresar al sacerdocio. Thames fue canónigo, lo que implicó tener a su cargo una canonjía, que significaba tener la prebenda de pertenecer al cabildo de la catedral25. En los legajos del Arzobispado de Tucumán no pudimos encontrar el de Thames, quizá porque el ejercicio de su sacerdocio lo hizo en la vecina ciudad de Salta, desde el momento mismo en que le fueron concedidos los hábitos26. Las noticias de la formación de la Junta en Buenos Aires en 1810, lo encontró en la vecina ciudad de Salta, en donde también participó del cabildo reunido para determinar los pasos a seguir. En 1813, por sus servicios a la “patria” –relacionados con la participación en la Batalla de Salta- llegó a la dignidad de canónigo de la catedral. En esa Batalla participó a la par de Pedro Miguel Aráoz, quien en ese entonces era Capellán de la milicia de Dragones tucumana. Allí retomaron el contacto. Una vez finalizada la contienda Aráoz decidió permanecer un tiempo en la vecina ciudad. Ambos sacerdotes intercambiaron posiciones y sentimientos con respecto al orden de cosas vigentes. Según Vicente Fidel López, Thames fue un hombre de “…carácter de bronce, almas convencidas que naturalmente ejercieron una influencia poderosa…”27 Cuando se presentó el Estatuto Provisional de 1815, donde se fijaban las pautas para elegir a los diputados que representarían a las diferentes ciudades en el Congreso General Constituyente, Thames presidió la Junta electoral en Salta, mientras en su ciudad natal lo

23 LIZONDO BORDA, Manuel Actas del Cabildo Vol. 1, 1810- 1816, Documentos Tucumanos, Tucumán, 1939 24 Sobre la biografía de Thames, ver CÚTOLO, Vicente Diccionario…cit.; AAVV, El Congreso…cit. 25 El cabildo catedralicio se encontraba en aquellos lugares donde había catedral, de allí su nombre. Éste acompañaba las tareas del obispo, ejerciendo funciones de órgano consultivo. Tucumán no fue sede de Obispado, por lo tanto no tenía ni catedral ni cabildo catedralicio. Sin embargo, Thames tuvo una prebenda en al cabildo de la diócesis del Tucumán, con sede en Córdoba hasta 1806, a pesar de no residir en ella. Un substituto cumplía sus funciones cuando estaban ausentes en la sede. Lo más interesante de esta función eran la dignidad y las rentas, aunque tuviera que pagar a quien lo reemplazaba. 26 Desafortunadamente no contamos con documentación que nos permita dar cuenta de su vida y su accionar en este periodo. 27 LÓPEZ, Vicente Fidel Historia de República Argentina. Su origen, su evolución y su desarrollo político hasta 1852, obra de 8 tomos, Ed. Sopena, Buenos Aires, 1970

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elegían como representante. Fue esta ocasión la que lo llevó nuevamente a San Miguel de Tucumán. En 1773, también en la ciudad de San Miguel de Tucumán, nacía José Agustín Molina, hijo de José Molina y de Josefa Villafañe, quien fuera hermana del reconocido jesuita tucumano Diego León Villafañe. Al igual que sus comprovincianos, José Agustín inició sus primeras letras en Tucumán, pero luego fue enviado a Córdoba donde asistió al Colegio de Monserrat y luego a la universidad en la misma ciudad, entre 1786 y 1795. Allí se doctoró en leyes y luego pidió su ingreso al sacerdocio, como muchos de los que en aquel entonces realizaban sus estudios universitarios. Es muy probable que durante su estadía en Córdoba, haya tenido acceso a libros que estaban prohibidos, puesto que fue un alumno destacado y los profesores le tenían una gran estima. Sin embargo los argumentos que utilizó a la hora de defender los beneficios que tendría para el Río de la Plata el conseguir la independencia, eran de los más antiguos escolásticos Mariana, Suarez y Vitoria28. Molina volvió a su ciudad natal, luego de consagrarse a la vida religiosa, sin más aspiraciones que las de ejercer su sacerdocio en una parroquia de la ciudad. Sin embargo, al poco tiempo de arribar, fue nombrado Vicario Foráneo, juez de diezmos y comisario de cruzada29.

“A más de los vicarios generales acostumbran los obispos crear vicarios foráneos para que administren en determinados lugares de la diócesis una parte de la jurisdicción episcopal que para ciertos negocios se les comete. Llamase foráneos de la palabra foris porque residen y ejercen su jurisdicción fuera de la ciudad episcopal, en los pueblos o distritos, que se les designa en su creación. El Vicario Foráneo se diferencia del general: 1° en que la jurisdicción de éste se extiende a toda la diócesis mientras la de aquel se limitará a cierta sección de ella, 2° la del primero se encierra en estrechos límites, mientras la del segundo es tanto mas amplia según se dijo arriba, 3° la del primero es ordinaria, y como constituye un solo tribunal con el obispo, no

28 Legajo Obispo José Agustín Molina, AAT. 29 Estos títulos que le fueron otorgados hacen referencia a la más antigua tradición católica donde el sacerdote, se transformaba en una suerte de gobernador de la ciudad para los aspectos eclesiásticos. Era la máxima autoridad en las ciudades que no eran sede de obispado, pero dependían del obispo de turno. Todas las ciudades importantes, con Cabildo, eran Vicarias Foráneas El título de comisario de cruzada como su nombre lo indica, nos remonta a la época medieval donde el Papa Alejandro II al considerar las guerras de Reconquista en la península española como una cruzada, concedió favores espirituales a quienes las emprendían, mediante una Bula. Esta se fue renovando anualmente y además, se le fueron agregando privilegios temporales a cambio de todo tipo de colaboración, incluida la económica. En 1480 se renovó esta Bula, que trajo aparejado un importante incremento en los recursos económicos de la corona. Una vez que finalizó la Reconquista, la concesión se prorrogó para luchar ahora contra los musulmanes turcos y los del norte de África. Fueron tan altas las rentas que la monarquía recibió a través de este concepto, que junto al subsidio eclesiástico y al excusado –dos tipos diferentes de impuestos que la corona percibía a través de la Iglesia- formaron lo que se denominó Tres Gracias. Quien administraba esta entrada de dinero eran el Consejo y la Comisaría General de Cruzada. El comisario de cruzada era nombrado por el Papa hasta que en 1525 lo empezó a nombrar el Rey y lo confirmaba el Papa. La contribución afectaba a laicos y a clérigos. Para este y otros temas relativos a la Iglesia, GREGORIO DE TEJADA, Manuel Vocabulario…cit., p. 115 y ss.

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se apela a éste de sus sentencias, mientras la del segundo es delegada, y constituyendo diferente tribunal, se admite apelación para ante el obispo.” 30

Cuando estalló la revolución y las noticias llegaron a Tucumán, participó del cabildo de junio, donde el 26 se decidió apoyar la causa revolucionaria y enviar a Manuel Felipe Molina, hermano de Agustín, como diputado a la Junta Grande. Esto no hace sino confirmar que eran los integrantes de las principales familias quienes ocupaban los lugares y funciones en lo que hoy llamaríamos, el espacio público. José Agustín, además de ejercer sus funciones religiosas, fue una figura de importancia en la vida política tucumana. Durante la batalla de Tucumán fue un gran colaborador junto a Pedro Miguel Aráoz. Molina fue el encargado de oficiar la misa luego del triunfo de la Batalla de Tucumán y allí resaltó la importancia de la unión entre la Virgen y la Patria, que para él era una sola y no pueden desconocer su hermandad31. En aquella oportunidad, en la Iglesia de La Merced, estuvo presente el General Manuel Belgrano, quien también tenía un hermano sacerdote que participó de forma entusiasta en el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810 en la ciudad de Buenos Aires32.

“…la patria salvada de uno de los más inminentes peligros en que jamás se vio desde que se trabaja en su libertad, la tirania confundida, destrozada una gran parte de sus lejiones opresoras, y detenido el curso de sus rapidas y funestas conquistas; esto no es, cristianos, sinó la obra de María. Nuestros dignos jefes la han hecho el debido honor de tan glorioso acontecimiento, decretándola en consecuencia estos sagrados cultos y reverentes homenajes: sin duda era justa, que la memoria de su plausible día 24 del pasado se consagre por una fiesta particular: era justo que el reconocimiento de los pueblos de las provincias libres y unidas del Río de la Plata, y mas especialmente el de San Miguel de Tucumán, se juntase al de sus beneméritos y religiosos gobernantes para tributar solemnes acciones de gracia al pié de los altares á la libertadora de la patria […] la gloria de la patria y la de María! Me parecen tener una conexión tan estrecha, que no creo deber separar la una de la otra. Las más brillantes señales de protección que María ha dado á la patria; las brillantes señales de reconocimiento que la patria ha dado y medita dar á María, serán todo el argumento de este discurso […]. Ha sido restablecida y aun amplificada en Tucumán la gloria del pueblo americano, bajo la conducta de un héroe en nada inferior al mas ilustres de los Macabeos […] dén en horabuena algunos de nuestros políticos el honor á la bravura de nuestros intrépidos guerreros, el piadoso jefe atribuye al cielo toda la gloria […] cuán grato no es el figurásnoslo cediendo voluntariamente á la medre de Dios todo el honor de la victoria y por un acto auténtico de reconocimiento confesar […] que á María y no a él debe reconocerse deudora la patria de su salvación […] escuchad ahora, cristianos, a fin de que podáis instruir un día a

30 DONOSO, Justo, Instituciones de Derecho Canónico Americano, Tomo I, Libro 2, Imprenta y Librería del Mercurio, Valparaíso, 1868 (1854), pp. 377-378. 31 Un trabajo muy interesante sobre la importancia de la devoción hacia la Virgen es el de ORTEMBERG, Pablo, “Las Vírgenes…cit. 32 De CASTORINO, Sara “Actitud del Clero en la Revolución por la independencia” en Academia Nacional de la Historia, Tercer Congreso Internacional de Historia de América, Tomo II, Buenos Aires 11 al 17 de junio de 1960, Buenos Aires, 1961

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vuestros hijos.-Sorprendidos ellos de ver este devoto edificio y elevada pirámide en aquel lugar, os preguntaran ciertamente Qué es lo que significan estas obras? […] Vosotros les responderéis, bañando con dulce lágrimas vuestro semblante; esta es una especie de trofeo eternal erigido a María por los hijos de la América en reconocimiento de la victoria que bajo sus auspicios reporto la Patria de sus fieros enemigos el 24 de Septiembre de 1812…”33

Vemos en esta oración patriótica, las claras alusiones a los Macabeos, que realiza Molina. Los libros bíblicos de los Macabeos fueron utilizados como la gran metáfora de la función del monarca hispano, frente a cualquier amenaza que se presentase a la Cristiandad. Este discurso bíblico, cuya utilización en los sermones tenía una función educativa, a partir de 1808, funcionó también como una metáfora, pero ya no solo restringida a la superposición de los relatos y personajes de los libro de los Macabeos con los de la historia reciente. A partir de los sucesos revolucionarios y de las guerras de independencia, sirvieron como reflexión teológica, donde los Macabeos eran puestos en el rol de combatientes del anti Cristo. Es entonces cuando en los sermones se hace una constante el comparar a los jefes militares con Judas Macabeo34. En una sociedad donde la alfabetización era un privilegio de pocos, los sermones se convirtieron en una de las formas más efectivas a través de las cuales los intelectuales lograron influir en la sociedad. Estos sermones, tenían una especial importancia y cumplían funciones que en las sociedades de hoy es difícil de imaginar. Reunían la virtud de ser una expresión viva del pensamiento de la Iglesia, al mismo tiempo que eran una buena muestra para comparar la sutileza del discurso y la profundidad de la doctrina de los mejores talentos locales. El buen sermón era esperado con gran expectativa por la feligresía, que gozaba de gran disfrute mientras lo escuchaba y era objeto de comentarios hasta mucho después de terminado. Se anunciaba con anticipación, se medía la concurrencia cuyo mayor o menor número era motivo de orgullo o de vergüenza para el orador y era vigilado por las autoridades que sabían muy bien la repercusión que podían llegar a tener sobre el pueblo35. Cuando llegaron las noticias del Congreso a realizarse en Tucumán, José Agustín Molina apareció como un nombre fuerte para ser representante de su ciudad natal, por su templanza, su accionar en la esfera pública y su participación como miembro de la Asamblea política. Frente a la posibilidad de ser electo como Diputado y ante los acontecimientos que se estaban desatando en el Río de la Plata, retomó el contacto epistolar con un gran amigo, el Franciscano Fray Cayetano Rodríguez. Se habían conocido en la Universidad de Córdoba en sus épocas de estudiantes y desde aquel entonces se había formado una entrañable y sólida amistad. En una carta del 26 de agosto de 1815 Rodríguez le escribía al saber que había sido elegido como diputado por Buenos Aires al Congreso,

33 MOLINA, José Agustín, “Acción de Gracias por la victoria ganada en Tucumán el 24 de Septiembre de 1812 pronunciada el 27 de Octubre del mismo año en la Iglesia de La Merced” en MUSEO HISTÓRICO NACIONAL, El Clero Argentino de 1810 á 1830, Tomo I Oraciones Patrióticas, Imp. De M. A. Rosas, Buenos Aires, 1907 34 TÍO VALLEJO, Gabriela y GAYOL, Víctor, “Hacia el altar…cit. 35 MAZIEL, Juan Baltasar, De la Justicia del Tratado de Limites de 1750, Estudio Preliminar por MARILUZ URQUIJO, José, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, 1988. También sobre los sermones y su rol “educativo” ver DI STEFANO, Roberto, “Religión y culturas…cit.; PEIRE, Jaime, El taller…cit.

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“…Voy a ser tu compañero en la suerte. Mi pueblo acaba de elegirme Diputado al Congreso, entre siete, que ha nombrado. En medio de la convulsión que padeció mi alma con este inesperado golpe, de que no he podido libertarme, la esperanza de verte y unirme a ti en breve me ha suavizado la pena. Así que no hay que pensar en renuncias y prescindir de la diputación. Sacrifiquémonos. Tú considera cuanto trastorno voy a parecer. Pero allá voy a ver si fijamos nuestra suerte. Quien nos dijera que nos habíamos de ver. Nuestra salida de aquí que será siempre en compañía de mi discípulo el abogado Medrano será en todo el mes entrante…”36.

En el legajo de Molina, encontramos también los antecedentes epistolares de su pedido para ingresar a las Órdenes Menores y luego a las Mayores, testificando el patrimonio con el que contaba, exhibiendo testimonios que daban fe de su buena y cristiana actuación en la sociedad tucumana, así como su compromiso de no enajenar nada del patrimonio que su madre declara a su nombre. Incluso encontramos una carta escrita en latín mediante la cual lo nombran Obispo de Salta, fechada en el año 183637. Otro personaje de la vida política tucumana de aquel entonces, también entregado a la vida religiosa, fue José Eusebio Colombres. Su huella en la historia quedó ligada a la industria azucarera por ser él quien introdujo el primer trapiche en San Miguel de Tucumán e instaló nuevamente el cultivo de la caña, actividad que ya habían iniciado los Jesuitas muchos años antes. Sin embargo, su actuación política fue igualmente destacable. Nacido el 6 de diciembre de 1778, hijo de José Colombres y Thames oriundo de Asturias y de María Ignacia Córdoba, tucumana, partió a Córdoba para realizar sus estudios. En 1803 se ordenó sacerdote. En ese mismo año se graduó de Dr. en Derecho Canónico y Sagrada Teología en la Universidad de Córdoba. Al poco tiempo de recibir el sacerdocio, su intención era volver a su ciudad natal para ejercer allí su apostolado. Sin embargo, fue enviado a Piedras Blancas, en Catamarca a desempeñar allí su función. Pero el momento de volver a Tucumán estuvo marcado por el devenir de los acontecimientos del Río de la Plata. Ante el estallido de la revolución, se manifestó a favor de la misma comprometiéndose de lleno con la causa. En 1815 cuando las ciudades eligieron representantes para el Congreso General Constituyente, Colombres resultó electo Diputado por la ciudad de Catamarca. Fue así que los primeros meses de 1816 lo trajeron de vuelta a Tucumán, para desempeñar su cargo en el Congreso. Los principales centro de educación. El estudio del Derecho Canónico

La universidad de Córdoba, uno de los centros más importantes de enseñanza de América del Sur, fue fundada en el siglo XVII por la Compañía de Jesús38. Primera institución de

36.Legajo de José Agustín Molina, AAT. 37 Sobre el accionar del Obispo Molina en la vida política tucumana y sus dotes literarios ver, GUERRA OROZCO, María C. y NANNI, Facundo “No pongáis en confusión el orden establecido”. El obispo Molina como figura rectora del Tucumán del temprano siglo XIX” en Elena Pedicone de Parellada –coordinadora- Tucumán y España, a propósito de la multiculturalidad, Facultad de Filosofía y Letras, 2010, en prensa. 38 Sobre la Universidad de Córdoba ver SIEBZEHNER, Batia B. La Universidad Americana y la ilustración: autoridad y conocimiento en Nueva España y el Río de la Plata. Madrid: MAPFRE, 1994; STOETZER, Carlos Las raíces escolásticas de la emancipación de la América española, Centro de Estudios

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educación superior en el territorio de la actual Argentina, comprendía las facultades de artes y de teología. La primera de ellas otorgaba los grados de bachiller, licenciado y maestro y sus estudios incluían los de filosofía (lógica, física, metafísica). La Facultad de teología otorgaba los grados de bachiller, licenciado y doctor. La forma de aprendizaje en esta universidad, estaba organizada en diversos niveles. En ellos le daban importancia a la gramática latina, a la retórica y a la literatura clásica. Primero se hacía un curso de instrucción en las primeras letras, las matemáticas básicas y la doctrina cristiana y, luego, se iniciaba el curso de gramática. Posteriormente, los estudiantes iniciaban el curso de humanidades, que tenía como objetivo principal, dotarlos de un latín refinado y formarlos a través del estudio de los autores clásicos, con el fin de lograr en los alumnos la adquisición de una cultura erudita. Obviamente se les enseñaba teología y se los introducía en el conocimiento de la vida espiritual, para lo cual se hacían ejercicios ignacianos. Cuando se pasaba al curso siguiente se estudiaba filosofía, de acuerdo al sistema tripartito de lógica, física y metafísica, siguiendo las ideas de Aristóteles, que también era la base de los estudios relativos a la filosofía moral. Finalmente los estudiantes ingresaban al curso de teología donde tenía preeminencia la escuela del jesuita Francisco Suárez39. Cabe destacar que todos los cursos se dictaban en latín. La presencia de la escolástica fue de mucha importancia y los escritos de sus principales exponentes eran conocidos y trabajados por todos los que concurrían a esta Universidad. El siglo XVIII encuentra numerosos pensadores que se animaban a imaginar un nuevo orden de cosas, alejado en cierta medida del Antiguo Régimen. Pero a pesar de esto, muchas de las nuevas ideas que se plantean a partir, sobre todo, de la crisis de la monarquía española, tuvieron su origen en la tradición medieval de la península. Los tratadistas van a plantear que la comunidad era anterior al Rey y estaba dotada de derechos que venían de la propia comunidad –derecho natural y de gentes- que eran principios muy antiguos. Lo nuevo que comienza a ver la luz, es el tema del individuo, la naturaleza limitada del ejercicio del poder.

Constitucionales, Madrid, 1982; BUCHBINDER, Pablo Historia de las Universidades Argentinas, ed. Sudamericana, Buenos Aires, 2005. 39 El Jesuita Francisco de Vitoria, antes que Suárez planteó que el juramento que el pueblo hacía con su Rey era de carácter doble. Al mismo tiempo que sus súbditos le juran fidelidad, el Rey está obligado a respetar los limites que se imponen a su poder. La comunidad no hacía el pacto en forma libre, según la voluntad de quienes la componían, sino que se daba de forma natural, lo que para Vitoria tiene un origen divino. Suárez también toma como punto de partida el pacto, pero va más allá y expresa que para que éste exista tiene que, necesariamente, existir una voluntad de parte de quienes se asocian. Esta es la decisión de construir y constituir una sociedad política. El poder político surge, para él, e el momento en que se pacta, como u atributo que tiene esa sociedad que se crea justamente por medio de ese pacto. Y una vez más nos encontramos con la religión, puesto que ese poder no puede venir sino de Dios, porque él es el creador de toda la naturaleza. Asimismo, los escritos de otro Jesuita, Juan de Mariana, circulaban por los claustros universitarios. Sostenía que los hombres hacían un contrato para vivir en sociedad y la comunidad que surgía a partir de éste, legislaba y codificaba. La comunidad mantenía el poder en sus manos de, por ejemplo, cambiar las leyes que el Rey les ha dado. En tanto el monarca debía, por tomar solo un ejemplo, declarar la guerra y dar las leyes en tiempos de paz. Para Mariana las facultades que tenia el Rey emanaban de la comunidad y no eran ni incondicionales ni absolutas. Si el Rey actuaba en perjuicio de la sociedad, podían quitarle la facultad de gobernar. Parte de la potestad había quedado en la comunidad. Quizá la raíz de los planteos de estos pensadores está en el recuerdo que tienen de la rebelión de los comuneros de Castilla, que hizo “tambalear” las estructuras vigentes. Para profundizar sobre este tema en el Río de la Plata ver HALPERÍN DONGHI Tulio, Tradición española e ideología revolucionaria de mayo, ed. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1985; CHIARAMONTE, José Carlos La Ilustración en el Río de la Plata, Cultura eclesiástica y cultura laica durante el Virreinato, Buenos Aires, Puntosur, 1989

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Sin embargo, esta renovación era difícil de asir en una sociedad netamente católica, porque la introducción de las luces no era del todo compatible con la profunda religiosidad. Es por esto que Chiaramonte40 habla de una particularidad de la renovación intelectual española, a la que llama Ilustración Católica. Muchos profesores de la Universidad de Córdoba, conocían y manejaban también textos de Descartes, Newton y Gassendi, entre otros. La mayoría de las veces se valían de ellos para refutar sus teorías, pero aunque así fuera, nos da la pauta de que estaban familiarizados con ellos. Cuando en 1767 los jesuitas fueron expulsados de estos territorios, la dirección de la universidad fue entregada a los Franciscanos. La corona deseaba poder secularizar este tipo de enseñanza41, pero no dio ningún paso firme en este propósito. Sin embargo estaba, cada vez más, bajo las órdenes del Virrey. Un gran paso que se dio en relación con el alejamiento de los estudios netamente religiosos fue la inauguración, en 1791, de los estudios de Derecho Civil, a pesar que hasta cuatro años después no estuvo autorizada a otorgar grados. La incorporación de estos estudios tuvo una gran significación, puesto que hasta esos momentos, todos los alumnos que concurrían a los claustros universitarios, eran formados de la misma manera. No existía entonces una clara delimitación o especificidad en los estudios para ser sacerdote, de aquellos para ser abogado. No vamos a volver sobre los requisitos necesarios para alcanzar el sacerdocio, pero si vamos a decir que para ser abogado era necesario elegir un tema y escribir una suerte de tesis, que tenían que ser defendida frente a un tribunal42 Avanzando sobre el tema de la secularización de la universidad, en 1800, se dictó una Real Cédula mediante la cuál se desvinculaba a los religiosos regulares de su dirección. Además establecía que se la refundara con el nombre de Real Universidad de San Carlos y de

40 Chiaramonte, José Carlos, La Ilustración…cit. 41 Cuando aquí nos referimos a secularización, nos estamos refiriendo al proceso a través del cual las órdenes regulares van perdiendo su preeminencia en detrimento del clero secular. Debemos tener en cuenta que los sacerdotes seculares, están ligados a las órdenes de los obispos, lo que hace que el poder civil tenga intervención sobre ellos también. El término se refiere entonces a que el clero secular empieza a ocupar o intervenir en aquellos ámbitos donde tenía gran presencia el clero regular. De ahí “secularizar”. Sobre este tema, DI STEFANO, Roberto y PEIRE, Jaime “De la sociedad Barroca a la Ilustrada: aspectos económicos de la secularización en el Rio de la Plata” en Andes, Número 15, Salta, 2004 42 Sobre el tema de la educación de en las universidades ver, GRENÓN, Pedro Catálogo de los primeros alumnos del Monserrat. Córdoba, Imprenta de la Universidad, 1948; del mismo autor, El Monserrat. Lo que fue y lo que es y lo que no fue, Biffignandi, Córdoba, 1970; ALTAMIRA, Luis Roberto, El seminario conciliar de Nuestra Señora de Loreto, Colegio Mayor de la Universidad de Córdoba. UNC, Instituto de Estudios Americanistas, nº VI, 1943; DELLAFERRERA, Nelson, “Hombres que gravitaron en nuestra historia: alumnos del real Colegio Seminario Nuestra Señora de Loreto (1795-1832)”, en Cuadernos de Historia, Academia Nacional de Derecho y ciencias Sociales de Córdoba, nº 7, 1997; BENITO MOYA, Silvano G. A. “La Universidad de Córdoba del Tucumán en tiempos de Reformas. Prácticas culturales y nuevos paradigmas (1701-1810)”, Tesis Doctoral, FFYH, UNC, 2009 y Reformismo e Ilustración. Los borbones en la Universidad de Córdoba, Centro de estudios Históricos “Prof. Carlos S. A. Segreti”, Córdoba, 2000; LUQUE COLOMBRES, Carlos, “El grado universitario, el titulo de abogado y la práctica forense en Córdoba” en LUQUE COLOMBRES. Carlos, Para la historia de Córdoba, Biffignandi, Córdoba, 1971; BADA ELÍAS, Joan, Iglesia y Sociedad en el Antiguo Régimen: el clero secular, en MARTÍNEZ RUÍZ, Enrique, SUÁREZ GRIMÓN, Vicente (eds.), Iglesia y sociedad en el antiguo régimen, Gran Canaria: Universidad de las Palmas de Gran Canaria, España, 1994; AYROLO, Valentina “Los ámbitos de la educación como enclaves de poder. Córdoba del Tucumán entre la colonia y la Independencia.”, en AGUIRRE SALVADOR, Rodolfo (Comp.) Iglesia y educación en Hispanoamérica colonial. Instituciones, personajes y prácticas educativas. México, en prensa.

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Nuestra Señora de Montserrat. Esta ordenanza se llevó a cabo recién en 1808 y el Deán Gregorio Funes fue su Rector. Se reformularon, sobre todo, los estudios relativos a las matemáticas (algebra, aritmética y geometría). En sus claustros se difundían las diferentes teorías y se encontraba la bibliografía que llegaba del exterior. Muchas veces había libros que habían pasado la barrera de la Inquisición, por lo que los estudiantes (no todos quizás) tenían algún acceso a estos. Entre 1747 y 1807 se prohibieron y condenaron 1500 obras -sobre todo escritas en francés- en España. Entre ellas encontramos: El espíritu de las leyes de Montesquieu, Obras completas de Voltaire y Rousseau, El sistema de la naturaleza de Holbach, La riqueza de las naciones de Adam Smith, y obras de Locke, Gibbon y Burke, entre otros. Nos preguntamos entonces, de qué manera aquellos escritos llegaron a las universidades y al conocimiento de muchos de los alumnos que allí concurrían. A pesar de que muchos libros estaban prohibidos, el Consejo de Castilla no compartía siempre los mismos criterios para la prohibición, por lo que en algunas ocasiones permitió la entrada de muchos de aquellos textos vedados. Las obras francesas comenzaron, entonces, a ser más abundantes en la península. Muchos de los ideólogos del proceso revolucionario, tuvieron la oportunidad de viajar y de ponerse en contacto con esta bibliografía, además del hecho de que muchos de los libros viajaban hacia América. La información circulaba…de todas formas circulaba, a pesar de quienes se oponían. La primera prohibición que existió en torno a la bibliografía que podía llegar a América, data de 1531. Sin embargo, como nunca se logró que la misma fuera cumplida se redactaron, en numerosísimas oportunidades, nuevos decretos para la prohibición de libros43. En la ciudad de Córdoba también se encontraba el Colegio de Montserrat, que había sido fundado en 1687 por el Gobernador Tomás Felipe Félix de Argandeña con los bienes que había donado el Presbítero Ignacio Duarte Quirós, oriundo de dicha ciudad. Este colegio estaba sujeto al Real Patronato y pertenecía también a la Compañía de Jesús. Los primeros alumnos que concurrieron lo hicieron bajo el régimen de internado y llevaron una vida de tipo conventual. Sus horarios y sus actividades eran muy rígidos y estrictos. Este fue uno de los más prestigiosos colegios44, tanto es así, que en su sótano funcionó una imprenta. La segunda en el territorio rioplatense si tenemos en cuenta que la primera se encontraba en las misiones guaraníes. Esta imprenta constituyó un verdadero hito en la historia del colegio y de los jesuitas en Córdoba, a pesar de haber tenido tan sólo un año de vida. Una vez que la Compañía fue expulsada, el colegio Convictorio de Montserrat quedó bajo supervisión de la Junta de Temporalidades y la orden de los Franciscanos se hizo cargo de la enseñanza. En 1782, el obispo de Córdoba Fray José Antonio de San Alberto, promovió su traslado y reformuló sus estatutos para no dejar vestigios de la educación jesuita.

43 TORRE REVELLO, José El libro, la imprenta y el periodismo en América, durante la dominación española, Faculta de Filosofía y Letras, Publicaciones del Instituto de Investigaciones Históricas, n° LXXIV, ed. Talleres S.A. Casa Jacobo Peuser, Buenos Aires, 1940 44 Alumnos del Colegio Convictorio de Montserrat fueron: Juan José Castelli, Juan José Paso, el Deán Gregorio Funes, Pedro Ignacio de Castro Barros, José Ignacio Gorriti, Eduardo Pérez Bulnes y José Ignacio Thames entre otros. Los últimos cuatro fueron Diputados en el Congreso de 1816 que declaró la independencia y defendieron la tendencia monárquica de gobierno.

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Otro centro importante de enseñanza, donde además concurrió el tucumano, Pedro Miguel Aráoz, fue el Real Colegio Convictorio de San Carlos (Colegio Carolino), en la ciudad de Buenos Aires. Cuando se creó el Virreinato del Río de la Plata y Buenos Aires se transformó en su capital, las autoridades allí residentes, expresaron la necesidad de fundar una universidad. Sin embargo, esto no fue posible y, gracias a los deseos manifestados por el cabildo eclesiástico, el cabildo secular y el procurador general de la ciudad y bajo la orden del Virrey Vértiz, se fundó el colegio Convictorio de San Carlos o Carolino en 1783. Esta nueva institución funcionó, desde sus inicios, con las cátedras de latín, filosofía, teología y moral que habían pertenecido al colegio Máximo de la Compañía de Jesús. Sus reglamentos y organización fueron extraídos del colegio cordobés de Montserrat. Los estudios de filosofía se centraban en la comprensión lógica, física y metafísica y los de teología, en la moral y los cánones. Dentro del colegio adquirió importancia el canónigo Juan Baltasar Maziel, quien también fue educado por la Compañía de Jesús. Sin embargo, luego se dedicó a atacarlos tomando partido por los enemigos de éstos. Escribió un tratado tomando como puntapié inicial un folleto que había empezado a circular por la ciudad. En este se buscaba probar que el rey no tenía dominio sobre los pueblos de las Misiones. Quien redactó el escrito, sostenía que los guaraníes no eran conquista del rey sino de la cruz y de los religiosos. El Padre Maziel fue consultado para realizar una fundamentación jurídica sobre los derechos monárquicos, con la intención de refutar los argumentos que había utilizado el autor del folleto. En su escrito, arremetió en contra de los jesuitas, tanto por las ideas que defendían, como por las acciones que habían llevado a cabo desde su llegada a América. Para Maziel, los jesuitas eran “diestros en el arte de probabilizar las mayores extravagancias, engañaban a los ignorantes, defendían una moral relajada y una teología corrompida y exponían turbias y cenagosas doctrinas”45 Este personaje es considerado por algunos intelectuales un ilustrado, con tendencias liberales y un sentimiento rioplatense novedoso. Chiaramonte dice que el pensamiento del canónigo estaba orientado a adherir a las normas prescriptas por la corona para los estudios superiores, cuyo fin era reafirmar el regalismo46 y suprimir la enseñanza de textos, sobre todo de los jesuitas, que no colaboraban con tal fin. Por este motivo, las lecturas anteriores fueron sustituidas por autores como Santo Tomás, San Agustín, Melchor Cano y Daniel Concina. La biblioteca particular de Juan Baltasar Maziel contaba con más de 1000 ejemplares, entre los que encontramos obras de Voltaire y Bayle47. Ante esto, nos cabe preguntarnos si Aráoz estuvo en contacto con esta bibliografía, dada su estrecha relación con Maziel durante sus años de estudiante y mientras estuvo ejerciendo la docencia allí también. A pesar de que muchos de los profesores del colegio de San Carlos estuvieron dispuestos a apartarse de los padres de la Iglesia, en cuanto a cuestiones científicas se refiere, lo cierto es

45 MAZIEL, Juan Baltazar, Tratado…cit., pp. 43-44 46 Ser regalista en aquella época era lo “avanzado”, pues se partía de la base de que el Papa tenía que ceñirse a los asuntos concernientes al “fuero de la conciencia” y que todo lo demás –aunque fuera estrictamente eclesiástico- era jurisdicción del monarca. Este era, en su mayoría, el pensamiento de los príncipes europeos. 47 TORRE REVELLO, José El libro… cit. También sobre el tema de la circulación de los libros ver DI STEFANO, Roberto “Religión y culturas: libros, bibliotecas y lecturas del clero secular rioplatense (1767-1840) en Bulletin Hispanique, N°2, Université Michel de Montaigne, Bordeaux, Décembre 2001, pp 511 a 541

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que la orientación de los estudios siguió dentro de la línea de la escolástica. Lejos de reflejar la innovación del pensamiento ilustrado del Siglo XVIII, solamente incorporó algunos escritos de Descartes o algunos temas de física. Justamente, Maziel que era considerado un ilustrado, decía que le era muy difícil poder “quitarse la escolástica de encima”48 siendo que había sido educado dentro de ella. No podía, de un momento para otro, forjar una nueva concepción del mundo, radicalmente diferente. Lo que conocían los rioplatenses era en cierto modo lo que ya tenían en claro desde hacia varias décadas, a través de lo que la España de los Borbones les ofrecía o toleraba. Las políticas regalistas causaban tensiones en el plano de la formación, vinculadas no sólo a las dificultades propias del cambio en los contenidos jurídicos, sino que se ponía en el centro del debate una cuestión más sensible, en instituciones que habían sido controladas por religiosos y orientadas a la formación misma de éstos49. En 1817, el Directorio presidido por Juan Martin de Pueyrredón decretó la restauración del colegio de San Carlos y los estudios públicos en la ciudad de Buenos Aires, puesto que se habían visto interrumpidos por los vejámenes de la revolución. Su nombre fue sustituido por el de Unión del Sud y su apertura se produjo con gran solemnidad en la Iglesia de San Ignacio, que había pertenecido a los jesuitas50. A pesar de que se le quiso señalar una impronta renovadora, todavía conservaba mucho de su carácter religioso y, sobre todo, eclesiástico de la época anterior. Dentro de sus disposiciones encontramos la clara mención a que la vida cristiana y virtuosa debía ser la primera base en la que debía descansar todo establecimiento de educación para la juventud. Era obligación del Rector, cuidar que los alumnos cumplieran con sus obligaciones de cristianos y encaminarlos a la virtud por los medios que otorgaba la Santa Religión Cristiana. Se dispuso además un calendario que señalaba los días de fiesta y celebración cristiana en los cuales los alumnos debían confesarse y comulgar en comunidad. Asimismo, el Rector debía cuidar de que los estudiantes cumplieran con el precepto de misa dominical. Charlas sobre la moral cristiana y sobre los vicios y prácticas que debían erradicarse de la sociedad, estaban programadas a lo largo del año lectivo. Incluso, se dispuso que los estudios del seminario para conseguir el sacerdocio, se trasladaran al colegio de la Unión del Sud51. 48 TORRE REVELLO, José El libro…cit. 49 CANDIOTI, Magdalena “Revolución y Derecho. La formación jurisprudencial en los primeros años de la Universidad de Buenos Aires (1821-1829) en BARRIERA, Darío –compilador- Justicias y Fronteras. Estudios sobre historia de la justicia en el Río de la Plata. Siglos XVI- XIX, ed. Universidad de Murcia, España, 2009 50 Antonio Sáenz, quien fue Diputado en el Congreso General Constituyente de 1816, realizó sus estudios en la Universidad de San Francisco Xavier y fue practicante en la Academia Carolina de Charcas. Se Doctoró en Jurisprudencia y cuando volvió a Buenos Aires, realizó el pedido de acceso a las órdenes menores para consagrarse a la vida religiosa. Además de su importante actuación en la vida política del Río de la Plata, fue el primer Rector de la Universidad de Buenos Aires, creada en 1821. En sus manos estuvo la cátedra de Derecho Natural y de Gentes. Sobre la formación jurisprudencial en la Universidad de Buenos Aires ver CANDIOTI, Magdalena “Revolución y Derecho…cit. 51 ISÉRN, Juan La formación del clero secular de Buenos Aires y la Compañía de Jesús, ed. San Miguel, Buenos Aires, 1936. La creación de la Universidad de Buenos Aires, la llegada de Rivadavia al poder y las reformas que éste aplicó sobre la Iglesia, modificaron en gran medida los estudios de seminario. El Seminario llamado hasta entonces conciliar, pasó a ser denominado como Colegio Nacional de Estudios Eclesiásticos e iba a estar dotado por el erario. Se conformaron entonces las cátedras de moral evangélica y derecho público eclesiástico, historia y disciplina eclesiástica y griego y latín. Los religiosos sentían que esta reforma había llevado a que la formación eclesiástica feneciera en manos del regalismo con esta reforma.

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Pero de todas formas, en alguna medida los aires de renovación, aunque de forma incompleta y hasta clandestina, encontraron su lugar en los centros de estudio. Aumentó el interés por las ciencias físicas y naturales y por la economía política. Incluso, hasta vimos cómo en algunas instituciones se llegaron a plantear algunas reformas educativas que, aunque no sin dificultades para abrirse paso, poco a poco comenzaron a erosionar el predominio de la educación escolástica vigente. Si bien la universidad de Córdoba y el colegio de San Carlos tuvieron una escasa renovación, tanto en su forma de enseñar como en los contenidos que se transmitían, Baldó Lacomba plantea que dicha renovación sí se vio en el Consulado de Comercio de Buenos Aires, puesto que en éste se cultivaron la medicina y los saberes útiles, dado que era el único núcleo organizado dentro de la burguesía porteña52. Aunque esto no significara un cambio brusco en los contenidos ni en quienes los enseñaban y aprendían, si es claro que a principio del siglo XIX se fue construyendo una nueva realidad cultural en el Río de la Plata, especialmente en Buenos Aires, donde comenzaron a ser relevantes los trabajos de economía política básicamente. Lo que llama la atención es la poca mención a temas teológicos o filosóficos, sobre todo para no caer en una explicación escolástica -que significaba un atraso- o para no herir susceptibilidades en cuanto al ordenamiento político y social de entonces. Una mirada renovadora: La Academia Carolina de Charcas Así como vimos, algunas entidades educativas no tuvieron grandes renovaciones en sus estudios. Sin embargo, en Charcas, surgió una Academia de relevante participación en este sentido. Desde 1624 la región charqueña ya contaba con una universidad, la Universidad Mayor, Real y Pontificia de San Francisco Xavier, fundada también por los jesuitas –como las otras instituciones que analizamos más arriba-. Pero hacia 1776 se creó una nueva institución, la Academia Carolina, que marcó una diferencia en torno al tipo y los contenidos de la enseñanza que existía hasta entonces. Fue creada como un centro de estudios independiente a la universidad de San Francisco Xavier y allí se otorgaba el título de abogado. Esta Academia fue fundada en La Plata, capital de la Audiencia de Charcas, con el objetivo, precisamente, de formar abogados53. Nació como una reacción de la misma Audiencia luego de la expulsión de los jesuitas, puesto que se había producido una profunda crisis en la enseñanza y muchos alumnos habían abandonado sus estudios. Algunos de los requisitos que se exigían para entrar en la nueva institución eran el certificado de bautismo, el de bachillerato en derecho, el de buenas costumbres, entre otros.

52 BALDÓ LACOMBA, Marc “Filosofía ecléctica, saberes útiles y ascenso de la burguesía en el Río de la Plata (1767- 1810) en MENEGUS, Margarita –compiladora- Universidad y sociedad en Hispanoamérica. Grupos de poder siglos XVIII y XIX, UNAM- Centro de estudios sobre la Universidad, ed. Plaza y Valdés, 2001 53 Como lo mencionamos, las materias que cursaban los estudiantes, tanto los futuros clérigos como los laicos, que indistintamente compartían las aulas, eran exactamente las mismas, propias de una cultura eclesiástica. Sin embargo, en la Academia Carolina el objetivo principal era el de formar abogados, apartándose en cierta medida de la formación de clérigos. Esto no significó que no podían estudiar allí quienes desearan abrazar la vida religiosa, sino que los estudios estaban enfocados hacia lo que podríamos llamar, cultura laica. Sobre el tema de la cultura eclesiástica y laica ver DI STEFANO, Roberto Religión y cultura…cit.

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Surgió con una adhesión, aunque también parcial, hacia los postulados de la Ilustración. 15 de los 29 diputados presentes en el Congreso del ´16, fueron alumnos allí. Entre ellos encontramos a Tomas Manuel de Anchorena, Mariano Boedo, José Darregueira, Agustín Gascón54, José Ignacio Gorriti, Pedro Medrano, Juan José Paso, Pedro Rivera, Antonio Sáenz, Teodoro Sánchez de Bustamante, Mariano Sánchez de Loria, José Mariano Serrano, José Severo Malabia, Felipe Antonio de Iriarte y Jaime Zudañes (los dos últimos no están presentes en la sesión que declara la independencia)55. La Academia Carolina, al ser creada casi a fines del Siglo XVIII ya incorpora a sus estudios los programas relacionados con la racionalidad, el estudio de las ciencias y el pragmatismo. El prestigio que ganó este centro de enseñanza estuvo relacionado con dos aspectos principalmente, por un lado la renovación intelectual en comparación con lo retrasado de la universidad de Charcas, sobre todo después de la expulsión de los jesuitas; y con la exigencia de la pureza de sangre para poder acceder a la educación56, por el otro. Con el correr del tiempo se fue abriendo un poco el ingreso a la Academia y hubo algunos que consiguieron su acceso demostrando méritos. Incluso, muchas veces el cursar la carrera de abogado en una institución prestigiosa como esta, fue la puerta para el ascenso social. Esto se puso de manifiesto sobre todo a partir de la independencia, cuando se comenzó a consolidar una elite política que además controlaba (o por lo menos así lo intentaba) los espacios públicos. Este punto es muy interesante puesto que la pureza de sangre no significaba necesariamente notoriedad en las pequeñas repúblicas provincianas. Podían existir criollos de orígenes mestizos, que fueran más notables que algunos de los españoles llegados de la península57.

54 Diputado nacido en Oruro, que concurrió al Congreso General Constituyente en 1816 representando a Buenos Aires. Según las fuentes que maneja el historiador de la Sorbona, Clement Thibaud, poseía entre sus libros, obras de Diderot, Rousseau, Voltaire, Mirabeau, entre otros philosophes. 55 Extraído de THIBAUD, Clement “La Academia Carolina de Charcas: una “escuela de dirigentes” para la independencia”, traducido por Marcela de Grande en Barragán, CAJÍAS, Dora y SEEMIN, Qayum –compiladores- El Siglo XIX. Bolivia y América Latina, Muela del Diablo editores, La Paz, Bolivia, 1997. Cabe destacar aquí que en el artículo hay un error cuando se da la nómina de los congresales que asistieron a la Academia. El autor se refiere a Pedro de Iriarte como uno de ellos. Sin embargo el congresal que tiene apellido Iriarte y concurre a dicho centro educativo, lleva como nombre de pila Felipe Antonio y no llega a estar presente en la declaración de la independencia. Quien si está presente es Pedro de Uriarte que es un sacerdote Santiagueño que cursa sus estudios superiores en la Universidad de Córdoba. En el texto, está el nombre de uno de los diputados con el apellido del otro. Es por este motivo que nosotros lo cambiamos en nuestro relato. Cabe mencionar también, que el la reunión secreta del día 20 de Agosto de 1816 se trata la incorporación del diputado Iriarte al Congreso, hecho que es aprobado por todos los diputados. Muchos de los diputados que aquí nombramos, se manifestaron a favor de la forma monárquica de gobierno en el Congreso. 56 En la Academia Carolina se exigía este requisito de la pureza de sangre. Con esto se intentaba respetar las “jerarquías naturales” y se intenta hacer un proceso de selección más riguroso, porque consideraban que la elección que se hacía anteriormente para ingresar en la educación superior era demasiado “permisiva”. De hecho en el Archivo Nacional de Bolivia (Archivo Nacional de Bolivia, Expedientes Coloniales. nº 237, 1779, f. 4), se encuentra una cita del abogado General Castilla, donde expresa que tienen pruebas de que se ha dejado ejercer como abogados a caciques indios y mestizos de quienes no se podía comprobar la pureza de sangre. Por eso se incorpora el pedido de la Fe de Bautismo de padres y abuelos, además de las cartas de curas, regidores, alcaldes y funcionarios del Rey para atestiguar sobre la honorabilidad de la familia. Para más información ver THIBAUD, Clement, “La Academia…cit. 57 Si bien no ha abordado la temática en forma especifica, Sergio Serulnikov ha trabajado temas relacionados con el honor en la sociedad colonial. Ver SERULNIKOV, Sergio Conflictos sociales e insurgencia en el mundo colonial andino. El norte de Potosí, siglo XVIII, ed. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2006.

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Las categorías escolásticas ocupaban, en su mayoría, el contenido de las producciones de académicos y abogados. Lo que nos da la pauta, que aunque la Academia introdujo innovaciones en el pensamiento y la enseñanza, las bases seguían siendo las mismas58. Los grandes pensadores de la escolástica ocupaban espacios de privilegio en las bibliotecas de los profesores de la Academia, los más leídos eran en primer lugar Suárez, seguido por Santo Tomás y Juan de Mariana. Sin embargo, estos se mezclaban con libros ilustrados, donde no existía la aplicación de las prohibiciones y circulaban con total libertad por las bibliotecas. La mayor novedad de esta institución, no estuvo tan de manifiesto en los contenidos de las materias, como en la forma de enseñanza y en los objetivos propuestos por los educadores. Asimismo, en los libros a los que tuvieron acceso contados profesores y por su intermedio, alguno de sus mejores y más queridos alumnos. A medida que el siglo avanzaba, en la Península y en América se fueron introduciendo nuevas ideas y pensadores que incrementaron el bagaje cultural existente hasta entonces. No fue la crisis de la monarquía solamente la que generó el estallido de los procesos revolucionarios en América. Los mismos liberales de Cádiz, que intentaron desestructurar el Estado patrimonial, pasaron por alto que el lazo de unión que tenían las colonias, era con el rey y no con la nación ni con el pueblo español. Al decir que “la nación española se compone por los españoles de ambos lados del Atlántico”59, fundaron la nueva realidad sobre bases racionales, una suerte de igualdad de derechos, que dio luz verde para que los americanos abrieran las puertas hacia la revolución. Puertas que ya estaban entreabiertas y que la crisis de la monarquía no hizo más que acelerar, para poner en práctica cambios que existían desde mediados del siglo XVIII60. La crisis de la corona española y la presencia Lusitana en el Río de la Plata Las noticias que llegaban desde la península hacían prefigurar el panorama más negro. Napoleón Bonaparte había entrado con sus tropas a España, simplemente para llegar por tierra hasta Portugal, corona aliada de los ingleses. Una vez que las tropas habían ingresado en la península, en un número mayor al que fue acordado en un principio, los españoles comenzaron a dudar de las intenciones francesas en ese territorio61.

58 THIBAUD, Clement “La Academia…cit., p. 48 59 Constitución firmada en Cádiz en 1812. 60 Sobre la constitución de Cádiz y el proceso juntista en España y América, ver CHUST, Manuel La cuestión nacional americana en las Cortes de Cádiz, UNED-UNAM, Valencia, 1999; CHUST, Manuel –coordinador- 1808. La eclosión juntera en el mundo Hispano, ed. FCE, México, 2008 61 La familia real española tenía la firme convicción que mientras fuera aliada a Napoleón, la gran figura “invencible” de Europa, iba a poder hacer frente a las pretensiones inglesas en América. Sabemos muy bien que estos cálculos no salieron bien, puesto que los ingleses llegaron al Río de la Plata en dos oportunidades. Uno de los motivos principales que determinaron la falta de reacción por parte de los españoles frente a las invasiones británicas, fue la Batalla de Trafalgar en 1805 que significó la derrota de las fuerzas hispano-francesas. Entonces la corona española firmó con Napoleón el Tratado de Fontainebleau, a través del cuál quedaba claro que el objetivo era la Corona Portuguesa. Nos parece importante resaltar que en este tratado firmado en 1807, Carlos IV era reconocido por Napoleón, como “Emperador de las Américas”. Esto no es un dato menor, porque nos muestra las aspiraciones que se escondían detrás de este tratado. Así como a principios del siglo XVIII se había producido un cambio de dinastía en España, y nadie se había opuesto al mismo, ahora era el momento en que podía suceder lo mismo. Bonaparte aspiraba a hacerse con las coronas española y portuguesa, para tener en su poder los territorios americanos también. España se aliaba con un enemigo que era quizá más peligroso que los propios ingleses.

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Napoleón también buscó sacar provecho de la crisis interna que estaba atravesando la monarquía española. Fernando VII había realizado una conjura para quitarle la corona a su padre y se proclamó rey. Carlos IV intentó huir de España por mar, pero se arrepintió antes de concretar la estrategia. Entonces llegó Bayona. Carlos IV abdicó a favor de su hijo, quien hizo lo propio con Napoleón. La familia real en pleno, fue tomada prisionera, con excepción de la hija de Fernando, Isabel, porque Napoleón consideró que no representaba un verdadero peligro. Fernando firmó un documento con su abdicación a la corona, fechado el 16 de julio de 1808. Napoleón coronó a su hermano José como rey de España. En ausencia del rey legítimo, se comenzaron a formar juntas de gobierno en la península. Esto no era una novedad para las ciudades españolas, que conocían este recurso desde la Edad Media. Sin embargo, el contexto era diferente y además ahora había que tener en cuenta a los territorios ultramarinos. Napoleón había entrado a España para invadir Portugal, pero había sacado provecho de la situación. Ahora bien, qué pasó entonces con la vecina corona. Al llegar las noticias de la entrada de los franceses a España, antes de que se produjera el avance y no pudieran hacerle frente, la Corona decidió dejar Portugal. El lugar elegido para emprender la retirada fue su colonia americana, el Brasil. Así fue que partieron, el rey, su esposa, la familia real y la Corte en pleno. La metrópoli se mudaba a la colonia. Todas estas novedades, aunque no de forma inmediata, llegaban a América y empezaban a despertar incertidumbre. Había dudas sobre el futuro de las colonias y de lo que iba a pasar con los territorios americanos ante el cautiverio del Rey. No sabían si jurar fidelidad al nuevo rey, porque quizá estaban frente a un nuevo cambio de dinastía. No estaban claros los pasos a seguir, las decisiones por tomar. Ni en la península ni en las colonias Entonces, la posibilidad de que la princesa Carlota Joaquina de Borbón, esposa de Juan VI rey de Portugal, fuera la Regente de los territorios americanos, empezó a ser barajada. Era la primera vez, desde la llegada de las coronas peninsulares a América, que una monarquía estaba físicamente en estos territorios. Además Carlota Joaquina era hija de Carlos IV, hermana de Fernando VII y única integrante de la familia real española –junto a su sobrina Isabel- que no había sido apresada. Legal y legítimamente debía ser la Regente de los territorios americanos hasta tanto Fernando volviera al trono. No era un deseo de la princesa solamente, sino que fue pensado por muchos de los hombres que, a partir de 1810, se convertirían en los más revolucionarios en el Río de la Plata. La vacatio regis había despertado muchas dudas y preguntas. Ante la ausencia del rey la soberanía retrovertía al pueblo, pero a qué pueblo. Se debía hablar de pueblo o los pueblos. La soberanía retrovertía a los españoles o a los americanos, o bien a ambos. Esta incertidumbre, el desconcierto ante una situación nunca antes vivida, creaba un clima de tensión. Este conflicto podía solucionarse, para muchos, con la presencia de Carlota Joaquina, quien debía tomar la regencia hasta tanto Fernando, rey legítimo, volviera a gobernar. Quien inició los primeros contactos con la princesa en el Río de la Plata fue Manuel Belgrano, ya a fines de 1808, a través del intercambio epistolar con el agente del gobierno portugués, Felipe Contucci. La situación en la península era compleja, se habían conformado juntas en cada una de las ciudades españolas, pero la junta de Sevilla se había atribuido la condición de suprema y se dispuso a enviar comisionados para que en América se le jurara fidelidad. Pero no habían tenido en cuenta la presencia de la princesa Carlota Joaquina. La Junta Sevillana lo que pretendía era asegurar el dominio en América. En agosto de 1808 llegó al Río de la Plata un

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enviado de Sevilla, José Manuel Goyeneche, criollo arequipeño residente en Madrid. En un encuentro que tuvo con el Virrey Liniers, éste le pidió que se encargara de que la Audiencia de Charcas jurara fidelidad a la Junta de Sevilla. Mientras tanto, la princesa Carlota Joaquina se había puesto en contacto con los españoles, a los que había escrito un manifiesto en donde enunciaba su derecho al trono español, en calidad de regente de la Infanta Isabel. La hermana de Fernando, reclamaba sus derechos dinásticos amparados en la disposición según la cual las mujeres podían ascender al trono, en ausencia de varones de sangre real, establecida por los propios borbones algunos años antes. La presencia de José Bonaparte echaba por tierra sus deseos. Pero no se conformó con esto y escribió otro manifiesto donde pedía ser reconocida reina de los territorios americanos, debido a que Napoleón no había llegado hasta esas tierras. Asimismo, los territorios de ultramar no habían jurado aún fidelidad al nuevo rey español. Como vemos la situación era muy compleja y la formación, en 1809, de la Junta Central en la península complicó aún más el orden de cosas. La Junta otorgaba representación a las ciudades americanas, representación que era notablemente inferior en comparación con el número de diputados españoles, mucho más si comparamos la geografía de ambos espacios. Pero los diputados peninsulares no lo habían hecho pensando en la igualdad de representación, sino que era la manera de intentar retener el dominio de los territorios allende el océano62. Ramón García Pizarro, presidente de la Audiencia de Charcas, había convocado a una reunión para analizar lo complejo de la situación. Allí recomendó seguir las instrucciones del Virrey Liniers63, de las cuales era portador Goyeneche. Pero los oidores y el fiscal expresaron su total oposición al reconocimiento de la junta de Sevilla puesto que consideraban que si la aceptaban, cualquier otra junta, de las tantas que se habían organizado en la península, podía pedir la misma adhesión. Pero había algo más de fondo para no aceptar a la junta de Sevilla. Pensaban que al aceptar la sujeción, estaban aceptando implícitamente la tesis de la “soberanía popular”, puesto que ahora el poder y las decisiones las tomaba el “pueblo” y no ya el monarca. Se vivía como un acto de traición si, durante la prisión de Fernando VII, se lo despojaba del poder que hasta entonces poseía. Cuando Goyeneche llegó a Chuquisaca mostró que, además del pedido de la junta, llevaba consigo unas cartas de la princesa Carlota, dirigidas al presidente de la Audiencia y al arzobispo de La Plata, Benito Moxó y Francolí. En ellas la princesa expresaba sus pretensiones al trono español en reemplazo de su hermano Fernando. Cuando los oidores se enteraron de estas cartas, no necesitaron más para hacer saber, en forma definitiva, tanto su rechazo a la junta de Sevilla (porque no tenía la firma real ni la del Consejo de Indias) como a las cartas de Carlota. Tenían una buena excusa: no estaban dirigidas a la Audiencia sino a dos personas en particular, lo que podía hacer suponer que había otros intereses ocultos por detrás de la llegada de Goyeneche64.

62 CHUST, Manuel, La cuestión…cit. 63Las instrucciones públicas que llevaba Goyeneche en nombre de Liniers, Virrey del Río de la Plata, era la aceptación de la junta de Sevilla. Sin embargo, por algunos indicios que tenemos, podemos inferir que las verdaderas intenciones del Virrey -designado por un cabildo abierto para ocupar el lugar que Sobremonte había dejado vacante después de las invasiones inglesas- era la coronación de Carlota Joaquina como regente de estos territorios. 64CAJÍAS, Dora y SEEMIN, Quayum –compilador- El Siglo XIX. Bolivia y América Latina, Muela del Diablo editores, La Paz, Bolivia, 1997; MARTÍNEZ, Armando y CHUST, Manuel –editores- Un independencia,

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En la Universidad de San Francisco Xavier se reunieron cerca de 50 “doctores” para evaluar las cartas. Expresaron su rechazo categórico a las pretensiones portuguesas, criticaron la figura del presidente de la Audiencia, del arzobispo y del Virrey Liniers y proclamaron la validez de la abdicación de Carlos IV en su hijo65. Como las noticias de la formación de una Junta Central ya habían llegado, los hombres reunidos en la Universidad proclamaron su adhesión a la misma. Liniers ordenó que el acta fuera borrada de los registros oficiales de la Universidad, hojas que fueron arrancadas del libro donde se había asentado el documento66. Nos preguntamos el porqué de la actitud de Liniers, quizá estaba a favor de los planes Carlotinos. Las revoluciones de Chuquisaca y La Paz, la formación de la Junta Tuitiva y el rechazo a las autoridades charqueñas, en cierta medida delinearon los pasos a seguir por los “porteños” en su relación con Carlota Joaquina. A partir de 1809, después de que se sofocara un intento de conformación de una junta de gobierno en Buenos Aires y se jurara lealtad a la Junta Central española, Belgrano comenzó a expresar su preferencia por la monarquía y a decirle a Contucci que la Casa de Borbón, Fernando y su familia, no tenían nada de qué preocuparse con los rioplatenses. Con fecha 17 de julio de 1809, luego de la formación de la Junta en Chuquisaca, escribió directamente a Carlota Joaquina, para expresar que la consideraba la

“…representante legítima de la corona española y como tal, sostén de la soberanía […] todos mis conatos, Señora, son dirigidos a lograr que V.A.R. ocupe el solio de sus augustos progenitores, dando la tranquilidad de estos sus dominios que, de otro modo, los veo precipitarse a la anarquía y males que le son consiguientes. La Junta Central, ignorante a la verdad, de su actual estado, ha puesto a este pueblo en conmoción, con sus decisiones aprobatorias de la

muchos caminos. El caso de Bolivia (1808- 1826), Colección de América 10, Publicaciones de la Universidad Jaume I, Castellón de la Plana, España, 2008; ROCA, José Luís, Ni con Lima ni con Buenos Aires: la formación de un estado nacional en Charcas, Plural Editores, 2007 65 “En la ciudad de La Plata a los doce días del mes de enero del presente año de mil ochocientos nueve, juntos y congregados en el General de la Real Universidad, cuarenta y ocho doctores para ver y conferir un pliego dirigido en el correo de diciembre del año pasado al Ilustre Claustro por el Señor Ministro de estado del Señor Príncipe Regente de Portugal, Don Rodrigo Suoza Coutinho a nombre de la Señora Doña Carlota Joaquina de Borbón, Princesa de Portugal (…) reconociendo y jurando como legítimo monarca de España e Indias, al Señor Fernando Séptimo en virtud de la premeditada, legal y espontánea renuncia que a su favor hizo de la Corona el Señor Don Carlos, cuando en el Real sitio de Aranjuez a diecinueve de marzo del año próximo pasado de ochocientos ocho, lo que ningún español ni americano puede poner en duda sin ser visto y tratado como reo de alta traición. Admira y asombra que la Señora Princesa del Brasil, Doña Carlota Joaquina en su citado manifiesto dirigido a estas provincias, atribuya renuncia tan solemne y autorizada a una sublevación o tumulto suscitado en la Corte de Madrid para obligar al Señor Don Carlos Cuarto a abdicar la corona: proposición subversiva que excita la noble indignación y horror de los dignos vasallos de Fernando Séptimo. (…) no permita en adelante que circulen en estos dominios papeles de esta clase para los efectos convenientes, y conste a todas las superioridades, la inviolable fidelidad de este Ilustre Cuerpo…” En esta reunión, estuvieron presentes algunos de los hombres que serán protagonistas en el Congreso de 1816 que declaró la independencia de las Provincias Unidas en Sud- América. Los futuros diputados que firmaron esta Acta fueron: Mariano Serrano, Dr. Malabia, Esteban Agustín Gascón, Pedro Ignacio de Ribera, Jaime Zudañes (este último no estuvo presente en la sesión en la que se declaró la independencia, pero se incorporó al Congreso a partir de 1817, cuando tuvo el dinero para afrontar el gasto que significaba ausentarse durante tanto tiempo de sus lugares de origen). Otro dato importante es que muchos de ellos van a pronunciarse a favor de la monarquía temperada como forma de gobierno. El fragmento de la “Carta de los Doctores” fue extraída del Archivo Histórico Nacional de Bolivia. Sección Legislativa 21392.85 f 76. 66 ROCA, José Luís Ni con Lima…cit

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conducta de aquellos mismos que han vejado la autoridad real con tanto escándalo […] firme de obedecer a V.A.R. ejecutaré gustoso su real voluntad […] lo que le puedo asegurar a V.A.R., desde ahora, es que no hay ya hombre de bien, que no mire en su real persona, el sostén de la soberanía española, el apoyo de los derechos de la nación y de los vasallos, y el único refugio que le queda a este Continente para gozar tranquilidad, y llegar al grado ventajoso al que es capaz […]”67

Junto a él, como lo expresa en el fragmento de la carta aquí transcripta, hay muchos otros hombres que estaban de acuerdo con la participación de la princesa como regente de estos territorios, sobre todo porque lo que buscaban era mantener la legitimidad. En agosto de ese mismo año, Belgrano escribió una nueva carta para pedir directamente a la princesa que asuma el gobierno de los dominios hispánicos en América. Allí pondera la persona de Juan Martín de Pueyrredón68 a quien considera un buen carlotino.

“…con un exacto conocimiento de todos los fieles amantes Vasallos de V.A.R. que llevan la dirección de hacer conocer sus reales derechos, he formado esta carta que […] dirijimos […] de ella inferirá V.A.R. el estado actual de los negocios y adquirirá los conocimientos circunstanciados que suministra para su mejor real inteligencia y poder tomar la decisión que sea más conforme a los reales derechos de su Augusta Casa, para destruir la usurpación que de ellos ha hecho la Junta Central, amparándose de la austeridad real en todos los ramos, cuando apenas le era disimulable que la hubiera adquirido, sin contar con V.A.R. para rechazar la fuerza con la fuerza, en las circunstancias apuradas en que se vio la península. No puede ser otra la decisión que V.A.R. tome más conforme a todos los principios más sagrados, que la de venir a mandar proclamarse, y hacer reconocerse por Regenta de estos dominios; porque de otro modo, cada vez más, va V.A.R. dejando que esa Junta se posesione de la autoridad, y que creando criaturas a la sombra del sagrado nombre de Fernando VII, mañana sean otros tantos que llevan a todos los dominios españoles el espíritu de usurpación, o tal vez la prosecución de unas miras tan ajenas a la razón y a la ley…”69.

Belgrano, demostrando su fidelidad a la casa de Borbón y a la princesa Carlota Joaquina, en esta carta hace alusión a la Junta Central como ilegitima. Este es un dato curioso, si

67 Belgrano, Manuel, Epístola dirigida a la Princesa Carlota Joaquina de Borbón. Le comunica que la considera Representante legítima de la Corona Española, y como tal “sostén de la Soberanía”, Buenos Aires, 17 de julio de 1809, en INSTITUTO BELGRANIANO CENTRAL Documentos para la Historia del General Don Manuel Belgrano, T. 1, Buenos Aires, 1982 68 Juan Martín de Pueyrredón será designado Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, en 1816. Fue el Congreso General Constituyente quien aprobó que fuera él quien ocupara ese lugar. Asimismo, es importante tener en cuenta que desde 1810 y aún después de que se declare la independencia, Pueyrredón será una de los principales enviados a misiones diplomáticas. Los fines de las mismas eran negociar la regencia de estos territorios, con una de las Coronas más importantes de Europa, entre las que destacamos Inglaterra y Portugal. En esta carta a la que estamos haciendo mención en el texto, Belgrano le informa a la princesa que el enviado a Brasil para entablar las negociaciones, es justamente Pueyrredón, de quien le dice que es uno de los más entregados a la causa y que goza de los mejores sentimientos entre muchos de los que, nosotros podríamos llamar “carlotistas”. 69Epístola enviada por Manuel Belgrano a la Princesa Carlota Joaquina el 9 de agosto de 1809, en INSTITUTO BELGRANIANO CENTRAL Documentos para la Historia del General Don Manuel Belgrano, T. 1, Buenos Aires, 1982

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tenemos en cuenta los primeros envíos epistolares que inicia Belgrano con la corona de Portugal, donde se muestra conforme y contento de que los porteños hayan rechazado el intento de Álzaga de formar la junta, y que se hayan dispuesto a jurar lealtad a la junta formada en España. Por qué entonces este cambio. Las noticias que llegaban desde La Paz y Chuquisaca despertaban temor en quienes estaban llevando a cabo las negociaciones con la corona lusitana. Sentían que era necesario que de inmediato la princesa tomara una firme decisión con las colonias. Las noticias sobre el triunfo bélico de los españoles frente a las tropas francesas en la batalla de Bailén, hicieron pensar que era cuestión de días para que Fernando VII retornara al trono. Ya no era necesaria entonces la intervención de la princesa como regente, puesto que volvía su legítimo heredero. Sin embargo, nuevas noticias llegaron desde la península y ya no eran tan esperanzadoras. Los franceses habían derrotado a los españoles, en la batalla de Ocaña, y habían comenzado a avanzar por el territorio provocando que la Junta Central, gobierno provisorio de la península, huyera hacia Cádiz. Encontramos que la postura de Belgrano en contra del gobierno peninsular está en estrecha relación con estos acontecimientos. En su concepción, el Consejo de Regencia (constituido ante estos acontecimientos) no tenía poder por sobre la junta que se erigía como la cabeza del movimiento. A pesar que en la península se concebía como legal y legítimo el llamado a cortes, para Belgrano no era así. No estaba de acuerdo con la decisión de convocar a cortes con representantes de todas las ciudades de la monarquía española a ambos lados del Atlántico (lo que incluía además de América a los territorios de Filipinas)70. Los Carlotistas sentían que las cortes convocadas en España eran una afrenta directa a la investidura real de Carlota Joaquina y además pensaban que la reacción e intervención de la princesa era urgente y necesaria. Creían conveniente que volviera a la península, puesto que desde estos lejanos territorios, su reacción iba a ser muy difícil y poco probable. Sentían que los españoles habían pasado por encima de la autoridad real de la hermana de Fernando VII y que su accionar estaba, no sólo en contra del poder monárquico, sino por fuera de la legalidad. Para este grupo de rioplatenses, no era la convocatoria a cortes en si misma un acto de ilegalidad, sino que la forma de autoconvocarse ante la ausencia del Rey, era lo que molestaba y generaba el cuestionamiento. Como las cortes eran consideradas ilegitimas, el envío de representantes rioplatenses a las mismas, también lo era. Sin embargo, la convocatoria a las Cortes de Cádiz, hirió de muerte a las pretensiones de la princesa. Las noticias llegaron al Río de la Plata y despertaron desconcierto. Alguno de aquellos que habían entablado contacto con Carlota Joaquina, participaban ahora de la

70 La Batalla de Ocaña significó el triunfo de los franceses en la península, lo que produjo la disolución de la Junta Central. Los diputados se fueron a Cádiz, último bastión de la resistencia española, donde se convocó a Cortes y se formó un Consejo de Regencia con 5 miembros. El 24 de Septiembre de 1810 comenzaban a sesionar las Cortes, que también –al igual que la Junta Central- habían dotado de representación a América. Al igual que el año anterior, la representación de las “colonias” era muy inferior a la de los peninsulares. Pero lo que había cambiado era la concepción que de ellas tenían sus integrantes. La monarquía pasaba a ser constitucional, donde las Cortes iban a formar el poder legislativo. Se iba a jurar una constitución que debía ser aceptada por el monarca a su regreso. El tratamiento que se le dio a las ciudades que no quisieron enviar representantes fue de insurrectas. Sobre el tema de las Cortes de Cádiz y la constitución de 1812 ver CHUST, Manuel –coordinador- 1808…cit.; CHUST, Manuel, La cuestión…cit., MÍNGUEZ, Víctor y CHUST, Manuel –editores- El Imperio sublevado. Monarquía y Naciones en España e Hispanoamérica, CSIC, Madrid, 2004.

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iniciativa de pedir al Virrey71 la convocatoria a un cabildo abierto. La llegada al Río de la Plata de Baltasar Hidalgo de Cisneros como Virrey, no había sido aceptada por muchos porteños, sobre todo por el hecho de haber sido nombrado por la Junta Central y no por el Rey. Dentro del contexto de la búsqueda de legalidad y legitimidad en que se encontraban estos hombres, entendemos la reacción contra Cisneros. Teniendo en cuenta cómo se habían desatado los sucesos peninsulares, cabía preguntar a quién representaba entonces el Virrey. Fernando estaba preso –y nadie sabía cuanto tiempo habría de pasar para que vuelva al trono- y los españoles habían decidido conformar un Consejo de Regencia y llamar a cortes para dictar una constitución. Buenos Aires no aceptó enviar diputados a las cortes de Cádiz. Más aún, no sólo que no se enviaron diputados, sino que se declaró que aquellos que había sido elegidos en la península en carácter de suplentes, no tenían el poder para representar al territorio. No fueron reconocidos. No porque la representación americana fuera considerada ilegal, sino porque al declarar las cortes, que la Nación española estaba conformada por todos los territorios a ambos lados del Atlántico, en el Río de la Plata sentían tener los mismos derechos que en península de conformar una junta de gobierno. No hace falta relatar aquí los pormenores de las agitadas jornadas de mayo de 1810. Simplemente decir que el 25 de mayo de ese mismo año, se conformó la Junta Provisional Gubernativa a nombre de nuestro Sr. Don Fernando VII. La misma desconoció la legitimidad de las Cortes de Cádiz. Consideraba que la soberanía había retrovertido para todos los “pueblos”, no solamente para el peninsular, como ya mencionamos72. A pesar de que los intentos de coronar a Carlota Joaquina como regente del Río de la Plata habían fracasado, el proyecto de instaurar un gobierno monárquico es estos territorios siguió teniendo gran peso.

El gran dilema de la representación. Las elecciones para Diputados en Tucumán, 1815 La práctica del voto fue una novedad en estos territorios a partir de mayo de 1810, una vez que se estableció la soberanía popular y por tanto los mecanismos de representación como base de la legitimidad de los gobiernos en lugar de conseguirse por el nombramiento o la designación, se hicieron a través del voto. Si bien las elecciones no eran completamente

71 Baltasar Hidalgo de Cisneros fue enviado al Río de la Plata en reemplazo de Santiago de Liniers, porque estaba en tela de juicio su mandato debido, sobre todo, a su nacionalidad francesa. 72 Debemos tener en cuenta que cuando los criollos que participaron en el cabildo del 25 de mayo se refieren a que la soberanía ha retrovertido en los “pueblos”, lo hacen para poder legitimarse frente a las Cortes de Cádiz. Pero en este argumento, no estaba contemplada la posibilidad de que la soberanía se extendiese a todas las ciudades y cabildos que forman parte del Virreinato. Vemos en este ejemplo cómo se van utilizando los vocabularios y conceptos de diferentes maneras, no siendo estos unívocos y siendo reconsiderados según como se presentan las circunstancias. Sobre el tema de los conceptos y sus diferentes acepciones y significados a través del tiempo ver, CHIARAMONTE, José Carlos Ciudades…cit.; CHIARAMONTE, José Carlos Nación y Estado en Iberoamérica. El lenguaje político en tiempos de las independencias, ed. Sudamericana, Buenos Aires, 2004; GOLDMAN, Noemí Historia…cit.; CIAPUSCIO Guiomar et al –editores- Sincronía y diacronía de las tradiciones discursivas en Latinoamérica, Biblioteca Iberoamericana- Vervuert, 2006; PALTI, Elías El tiempo de la política. El siglo XIX reconsiderado, ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 2007; SÁBATO, Hilda y Lettieri, Alberto –compiladores- La vida política en la Argentina del siglo XIX. Armas, votos y voces, ed. FCE, Buenos Aires, 2003; SALAS, Rubén Darío Lenguaje, Estado y Poder en el Río de la Plata (1816- 1827), Instituto de Investigaciones del Derecho, Buenos Aires, 1998; GOLDMAN, Noemí –editora- Lenguaje…cit.

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nuevas para América, el contexto en el que se realizaron a partir de las crisis de la monarquía española, si lo fue73. No vamos a describir aquí el proceso electoral74, sino que nos interesa analizar a los actores. Quienes fueron electos, el porqué de la renuncia de alguno de ellos y quienes finalmente representaron a Tucumán en el Congreso General Constituyente.

El estatuto de 1815 fijaba las pautas con las que debían llevarse a cabo las elecciones a diputados para la reunión del congreso. En Tucumán se procedió a realizar la elección, pero tuvo algunas dificultades. Como resultado de las mismas, en la reunión del cabildo abierto del 30 de junio de ese año, José Agustín Molina, que había sido electo, pidió la palabra: “…juntos y congregados en su Sala Consistorial el Señor Gobernador Intendente de esta Provincia Individuos Capitulares, benerable clero secular y Regular y vecindario, se leyó por el Escribano de Gobierno la Acta anterior. El Señor Doctor don Agustín Molina dixo no votava por la irritación y anulación de los Diputados elexidos en esta ciudad el 22 del corriente para sancionar el Estatuto; cuyo nombramiento antes lo tenia por válido y lexitimo. […] no votará por los Diputados por el Congreso general, por no ser la elección que se ha hecho hoy dia en los Señores […] conforme a lo reglamentado en el Estatuto provisional que queda sancionado indirectamente en la anterior apovación general de todo lo hecho por Buenos Aires en el periodo ultimo, y que por tanto ha sancionado y sanciona particularmente el que sufraga por creerlo liberal y en nada contrario a los derechos de los Pueblos y de los ciudadanos […]75

Días después presentaba su renuncia, sin aducir motivos del todo claros. En su lugar fue elegido entonces, José Ignacio Thames, quien estaba en Salta, como lo mencionamos anteriormente. Cuando le llegó la notificación de que había sido elegido como representante de su ciudad natal, viajó de forma inmediata. Cuando Molina renunció, no quedaron del todo claras sus razones. Si bien tenía problemas de salud, creemos que estos ni fueron la principal causa de su decisión. Podemos inferir que la forma en la que se produjo la elección, la cual no había cumplido con lo establecido en el estatuto de 1815, fue el motivo por el cual renunció como representante al congreso. Incluso, si volvemos a la carta que Fray Cayetano Rodríguez le escribe a Molina después de saber que había sido elegido como representante de Buenos Aires, notaremos que éste le habla de no renunciar y de afrontar la enorme responsabilidad que se les ha confiado76.

73 El tema de las elecciones ha sido bastante estudiado en los últimos años para diferentes regiones. Para Buenos Aires, Chiaramonte y Ternavasio escribieron un interesante artículo, en el libro ANNINO, Antonio –editor- Historia de las elecciones en Iberoamérica, siglo XIX, ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1995. Asimismo, TERNAVASIO, Marcela La revolución del voto. Política y elecciones en Buenos Aires, 1810- 1852, ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 2002. Esta obra arrojó luz al tema electoral para la ciudad de Buenos Aires, haciendo hincapié en los cambios que se produjeron en esta práctica a lo largo de la primera mitad del siglo XIX. Quien ha analizado este proceso en Tucumán es TÍO VALLEJO, Gabriela en Antiguo Régimen y Liberalismo. Tucumán 1770- 1830, Cuaderno de Humanitas, Facultad de Filosofía y Letras, UNT, Tucumán, 2001. 74 Sobre el proceso electoral llevado a cabo en Tucumán en 1815 ver en este libro el capítulo de Gabriela Tío Vallejo, “Campanas y fusiles, historia política de Tucumán en la primera mitad del siglo XIX”. 75 Ver Capítulo TIO VALLEJO, Gabriela en esta compilación. 76 Carta escrita por Cayetano Rodríguez a José Agustín Molina, Legajo de José Agustín Molina, AAT…cit.

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El día 18 de enero de 1816 se conformó una Asamblea electoral formada por: el Gobernador Intendente, Coronel D. Bernabé Aráoz, Alcalde de 1° voto, doctor D. Domingo García, D. Marcelo Antonio Díaz de la Peña, Regidor Decano D. José Gramajo, Alguacil Mayor D. Juan Venancio Laguna, Id. Juez de Policía D. José Vicente Torres, Regidor Fiel Ejecutor D. José Manuel Figueroa, Id. De fiestas D. José Manuel Terán, Id. Llano y procurador D. Justo Corrales. Los Electores por la capital fueron: Serapión de Arteaga, D. Pedro José Velarde, Dr. José Colombres, Fr. Juan José Montes. Y por la campaña: Francisco Basail, Presbítero Gregorio Villafañe, D. Francisco Bruno San Martín, Presbítero D. Francisco Tejerina, Cura de Monteros, Presbítero Dr. Lucas Córdoba, Cura de Los Juárez, Presbítero Luís Antonio Aráoz. Estos dieron cuenta de la elección que se había realizado el 30 de junio de 1815, pero hicieron constar que iban a elevar su queja al congreso, puesto que el acto electoral no se había realizado como lo mandaba el estatuto. Entonces, tanto Aráoz como Paz, decidieron presentar su renuncia ante el Gobernador. Pedro Miguel, lo hizo el 5 de febrero aduciendo que conocía que se había hecho una denuncia sobre la ilegitimidad de las elecciones. La renuncia de Paz data del 23 de ese mes y las razones que presentaba eran, su enfermedad y que tenía conocimiento de la protesta de los cabildantes sobre el proceso electoral. Además hacía constar que si ellos reclamaban la ilegitimidad de la representación de ambos diputados, también ellos habían incurrido en igual falta, puesto que votaron dos veces; una en los respectivos cuarteles y la otra en la Junta Electoral. Además del hecho de que la relación entre el número de electores y la población, no tenía razón de ser77. Se procedió a llamar a elecciones para el nombramiento de nuevos electores que designasen a los dos Diputados provisionales, hasta tanto se resolviera en forma definitiva este problema. En esta oportunidad resultaron elegidos Pedro Miguel Aráoz y Serapión de Arteaga, abogado salteño quien fue cuestionado por no ser tucumano. El 9 de mayo del 1816, Aráoz prestó juramento para incorporarse a las sesiones, pero no se autorizó la participación de Arteaga. Finalmente Tucumán tenían dos Diputados representantes en el congreso78. Reunido el cabildo se establecieron, a fines de 1815, las instrucciones que debían llevar los tucumanos, independientemente de quienes fueran los representantes. Se eligieron nuevamente electores para que nombraran a los redactores de esas instrucciones. Los elegidos fueron Serapión de Arteaga, abogado salteño al que ya hicimos mención, y los sacerdotes Lucas Córdoba y Gregorio Villafañe. Los artículos de las mismas fueron los siguientes: Artículo 1°: La religión Santa Católica, Apostólica, Romana será la única y sola de la “América del Sur”.

77Datos extraídos de ÁVILA, Julio C. La ciudad Arribeña. Tucumán 1810- 1816: reconstrucción histórica, EDUNT, Tucumán, 2003. Ver también, TÍO VALLEJO, Gabriela, Antiguo Régimen…cit. 78 Por la heroica actitud del “pueblo” tucumano en la Batalla de Tucumán, el Poder Central concedió a modo de “premio”, la incorporación de un Diputado más al congreso, en vez de los dos que le correspondían según su población. Estas nuevas prácticas que se van introduciendo en el ejercicio político y civil de la población del Tucumán de principios de siglo, nos muestra que una gran parte de aquellos que participaron en los procesos electorales fueron sacerdotes. Esto nos da la pauta de que su rol dentro de la sociedad iba más allá de lo netamente espiritual y de que ese rol se fue resignificando a medida que avanzaba el siglo y la revolución. Para ver el proceso completo de las elecciones ver ÁVILA, Julio La ciudad…cit.

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Artículo 2°: La absoluta independencia de España y de sus reyes será el fundamento y objeto principal sobre que se afianze el pedestal de nuestra libertad bajo los auspicios y protección de Nación extrangera, a cuyo efecto se solicitará una alianza estable, fiel y permanente, sujeta a tratados. Artículo 3°: Los diputados pedirán que el Congreso Soberano se declare el Tribunal Supremo de “la Nación” y que el Gobierno no deba tener intervención alguna en sus soberanas deliberaciones, para que si los individuos que lo integran obren con el interés y perfecta libertad que le corresponde. Articulo 4°: Siendo los objetos de un buen Gobierno muchos y grandes, se dexa el que se deba adoptar a la prudencia e ilustración de los señores diputados, y decisión del Soberano Congreso, para comunicar aquellos, con el bien general de las Provincias y en particular de esta, en cuanto toca a su industria, comercio y demás particulares de su felicidad y adelantamiento. Artículo 5°: Elevados los Señores diputados a la altura de su noble ministerio y elevada la “patria” a su brillante destino, saldrán entonces las grandes medidas, la energía y la fortuna; y pedirán los nuestros que la Constitución que se sancione; a la índole y habitudes de los ciudadanos; que aliente la timidez de unos; que se contenga la ambicion de otros que acabe con la vanidad inoportuna; que ataje pretensiones atrevidas; destruía pasiones insensatas y dé en fin a los pueblos la Carta de sus derechos y al Gobierno la de sus obligaciones. Artículo 6°: Queda al “pueblo” y su campaña la facultad de retirar los poderes a sus representantes con causa legítima, vista y juzgada por el Soberano Congreso. Este artículo fue modificado por el Cabildo y quedó de la siguiente forma: Quede el pueblo y su campaña facultada para retirar sus poderes a sus representantes con causa legítima vista y juzgada por una comisión de diputados que se nombrase para el efecto y confirmación del Soberano Congreso. Artículo 7°: Se invitará a la Banda Oriental y Provincia de Asuncion del Paraguai para que concurran por medio de sus Diputados a tener parte en este Congreso si lo hallan por conveniente no deviendo su negativa embarazar los progresos de nuestra legislación y su observancia. Artículo 8°: No pudiendo nuestra Constitucion hallarse entre los enemigos peninsulares sin el riesgo de ser atacada pedirán nuestros diputados su exclusión total a menos que decididamente se declaren a favor de la “causa de América”. Artículo 9°: En todo caso que las circunstancias y necesidades del Estado exijan para su remedio y atenciones de la presente guerra imponer contribuciones forzosas antes de ponerse en execusion el art. Anterior, serán los españoles europeos que no tengan carta de ciudadanía los primeros en sufrirla de sus bienes sin que pueda eximirlos, motivo, causa ni pretexto alguno79. Otros artículos formaban parte de las instrucciones completas, pero nos parecieron los más relevantes los que aquí se detallaron, que muestran claramente la postura que debían adoptar los tucumanos en el Congreso.

79 MANDELLI, Humberto A. Las instrucciones de los diputados tucumanos al Congreso de 1816, ed. La raza, Tucumán, 1939. En las instrucciones contenidas en el libro aparecen las expresiones pueblo/pueblos, América del Sur, Nación, patria. En nuestra transcripción, estas expresiones llevan comillas puesto que son términos que no remiten entonces al uso que hoy hacemos de ellas, ni significaban entonces lo que significan hoy para nosotros. Para el tema de estos lenguajes y conceptos en el Río de la Plata ver GOLDMAN, Noemí –editora- Lenguaje…cit.

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En cuanto a la forma de gobierno, sólo se hacía mención a que la forma de gobierno a adoptar debía ser la que la prudencia e ilustración de todos los diputados considerara más conveniente. Eso si, conveniente tanto para la “nación” como para la provincia y para el resto de América. La organización del Congreso General Constituyente. Entre la monarquía y la república. Nos situamos en San Miguel de Tucumán, ciudad que se ha visto absolutamente convulsionada a partir de 1810, no sólo por los cambios políticos, sino porque a partir de esos momentos, convivió codo a codo con la guerra. Ciudad afectada por la erogación tremenda de dinero, por las levas de los hombres en edad de prestar servicio en las milicias, por la escasez de alimentos, y para completar el difícil panorama, por la interrupción del comercio con Charcas. En este contexto, el cabildo recibió la circular que establecía la convocatoria al Congreso General Constituyente para declarar la independencia y dictar una constitución, como lo había establecido años antes la Asamblea del Año XIII y ahora lo confirmaba el Directorio, a través de la Junta de Observación. Bernabé Aráoz, el entonces gobernador, fue el encargado de negociar con las autoridades porteñas la organización del congreso. Como el cabildo de la ciudad estaba por ser remodelado y se encontraba en condiciones lamentables, el lugar elegido para las reuniones fue la casa de una de las principales familias tucumanas de entonces, la Laguna Bazán. La casa fue alquilada al Poder Central80 A partir de los primeros días de marzo de 1816, comenzaron a llegar los diputados. Algunos representantes de ciudades de la zona de Charcas no pudieron asistir por lo costoso del viaje y de la estadía en Tucumán. Habían solicitado el dinero a Buenos Aires, pero no tuvieron respuesta. De las ciudades del Litoral y la Banda Oriental tampoco acudieron, porque ambas zonas estaban en conflicto con Buenos Aires. El resto de las ciudades

80 Sobre la historia de la Casa donde se declaró la independencia, ver ZAVALÍA MATIENZO, Roberto La Casa de Tucumán. Historia de la Casa de la Independencia, Tucumán, 1969. Ramón Leoni Pintos escribió un articulo que en su momento generó gran controversia. En el mismo expresaba que el salón de la Jura de la Independencia, en realidad no había pertenecido a Francisca Bazán de Laguna, sino que era patrimonio de la hermana de ésta, Bárbara Bazán. En el testamento que dejó Bazán, les dejaba una parte de la propiedad a cada uno de sus hijos. Leoni Pinto interpretó que de acuerdo a las leguas que establecía el testamento, el salón donde se declaró la independencia le correspondía a la menor de las hermanas, que se había casado con un hombre de procedencia inglesa, matrimonio que no llegó a buen puerto, quedando Bárbara hundida en una profunda tristeza. Zavalía Matienzo, pariente de la familia Laguna Bazán ya que una hija de Doña Francisca se había casado con el adinerado Pedro de Zavalía y Andía, tomó este artículo como una afrenta hacia la figura de Francisca. Ante esto publicó un escrito rectificando que la verdadera dueña de la “casa de la independencia” era Francisca Bazán de Laguna. Los estudios más recientes escritos sobre la casa histórica, demuestran que efectivamente el salón donde se declaró la independencia y el sector de la casa lindante a esta sala, pertenecieron a Doña Francisca. ZAVALÍA MATIENZO, Roberto, La casa…cit. Si bien no contamos con el artículo que escribió el Dr. Leoni Pinto, la discusión está claramente plasmada en ZAVALÍA MATIENZO, Roberto La casa histórica de Tucumán: rectificando rectificaciones, Archivo Histórico de Tucumán, Tucumán, 1976. Sobre el Congreso y la historia de la Casa, también se pueden ver los estudios de GROUSSAC, Paul, El Congreso de Tucumán, Impr. Coni., Bs. As., 1916; FURLONG, Guillermo El Congreso de Tucumán, ed. Theoría, Bs. As., 1966. Asimismo, Juan Carlos Marinsalda ha publicado en numerosas revistas y congresos, sus estudios sobre la historia de la Casa, desde una “nueva” mirada sobre el tema.

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enviaron sus diputados de acuerdo al número que a cada una le correspondía. Las sesiones se inauguraron el 24 de marzo de ese año, con una misa en la Iglesia de San Francisco La crisis de la monarquía española había desencadenado una serie de discusiones acerca de la legitimidad del rey en las condiciones extraordinarias en que se encontraba la península. Se abrió la puerta a una discusión política que tomó tintes más generales, al hacer hincapié en la monarquía, sus límites, la representación de los territorios que formaban parte de ella, e incluso de la modernidad. En la misma España se abrió este debate, de la mano de las cortes de Cádiz que dictaron una constitución de tinte liberal, incorporando elementos hasta antes impensados para la península y el sistema de monarquía absolutista que en ella existía81. Si bien desde 1808 se produjeron cambios vertiginosos, se intentó por todos los medios conservar la legitimidad monárquica, la persona del rey a través de la imagen del “deseado” de Fernando VII, ese monarca ausente pero esperado que otorgaba vigencia al dominio español. La monarquía española era de carácter absoluto y totalmente ligada a la religión católica, la cual debía ser defendida y respetada por todos los súbditos de la corona. El poder temporal y el poder espiritual se necesitaban e implicaban mutuamente y la destrucción de uno podía arrastrar al otro de forma inevitable. Fray Castañeda rescató el sentido tradicional de la autoridad política, considerando que la directriz de la historia de España y de América pasaba por el catolicismo. Además la historia de ambas, sólo podía ser entendida conociendo la religión católica82 Cuando nos referimos a la corona española, debemos tener en cuenta que los territorios ultramarinos eran propiedad de la corona de Castilla. El triunfo del absolutismo en la península, fue una de sus principales características en el Siglo XVIII. Esta era una de las posibilidades que habían tenido los Estados en su etapa formativa, donde entraron en pugna con las instituciones representativas de la sociedad. En cambio, en Inglaterra, el poder del rey se vio limitado por el Parlamento. Con la llegada de los Borbones al trono español, comenzó una nueva etapa donde el acento estuvo puesto en difundir el absolutismo y prohibir la enseñanza de las ideas pactistas de Suárez y Victoria y el neo tomismo español. Paralelamente al avance del absolutismo, hay un conjunto de cambios en el campo de las ideas, del imaginario, de los valores, de los comportamientos. Aunque muchos de los defensores del absolutismo se vieron identificados con estos cambios, no quisieron o no pudieron llegar hasta las últimas consecuencias de los cambios, porque buena parte de la legitimidad absolutista, estaba fundamentada justamente en lo tradicional. Otra de las características del absolutismo español, fue la cuestión religiosa, como ya lo mencionamos anteriormente. Desde el Siglo XVII, no existieron las menorías religiosas y el catolicismo representó uno de los elementos esenciales de la identidad de la península83. Si bien para España no era factible la existencia de una monarquía de tipo parlamentaria, a fines de siglo XVIII la revolución que estalló en territorio vecino, puso en el tapete las deficiencias del sistema absolutista. 81 Las cortes de Cádiz y su tinte liberal, al igual que la constitución jurada por estas en 1812, han sido abordadas en los últimos años desde la península. Sobre el tema ver CHUST, Manuel y SERRANO, José Antonio Debates sobre las independencias iberoamericanas. Madrid, Iberoamericana, 2007; CHUST, Manuel, La cuestión…cit.; CHUST, Manuel –coordinador- 1808…cit. 82 La verdad Desnuda, N° 1, 24 de Septiembre de 1822. Citado en SALAS, Rubén Darío Lenguaje…cit. 83 GUERRA, François Xavier Modernidad e Independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas, ed. MAPFRE, Madrid, 1992

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La noción de República, también existía y circulaba ampliamente en América. Significaba tanto el “gobierno del público”, la “causa pública, el común o su utilidad”, como también el modo en el que se “denominaban algunos pueblos”84. En el periodo colonial rioplatense, esta palabra hacía referencia a la ciudad y su jurisdicción. Sin embargo, al estallar la revolución en 1810, se utilizó el concepto de la retroversión de la soberanía y a la par de éste, una nueva acepción para república. Era utilizada como sinónimo de “pueblo soberano”. Era el argumento utilizado por algunas ciudades que vieron la oportunidad de separarse de la capital de intendencia, como es el caso del cabildo de Jujuy, por ejemplo. Pero justamente, la crisis de la monarquía española y los sucesos de mayo provocaron que la noción de república pudiera tener una nueva acepción. A partir de entonces iba a ser usada como una forma de gobierno diferente a la monarquía. Además de referirse a la división de poderes, hacía hincapié en la participación popular, el gobierno en manos de muchos. Asimismo, era un sistema de gobierno y a su vez, una figura ideal de virtud cívica. Pero, debemos tener en cuenta que este sistema, en principio no era incompatible con la monarquía constitucional. De hecho, Gorriti, en 1825, expresó en referencia al sistema republicano que “…nosotros hemos jurado sostener la forma de gobierno republicana bajo un sistema representativo ¿y cuál es la forma de gobierno representativo que no sea republicano? La forma monárquica, siendo representativa, es republicana…”85 El triunfo, en los primeros años, de la opción monárquica de gobierno no se debió solamente a un contexto europeo, sino también al temor de que de la mano de la república viniera la democracia. Además de estar fuertemente unida a la religión católica y, a través de ésta, a una tradición y estabilidad que no querían perder. El regalismo partía justamente de la concepción de que el poder civil era también poder religioso. Porque la autoridad del monarca era divina en su origen y se ejercía en beneficio de la fe, supliendo las insuficiencias de la autoridad espiritual86. La opción republicana en América llevaba aparejado los riegos de la anarquía y la discordia en la sociedad. Asimismo, se pensaba que los pueblos no estaban preparados para esta forma de gobierno. Es por eso que aquí vamos a mencionar los intentos que se hicieron a lo largo de los años posteriores a 1808, para lograr un gobierno monárquico basado en la división de poderes y en la independencia y autonomía de estos territorios. Después del intento “carlotino” siguieron otros más. Entre 1814 y 1815 el mapa político europeo se había modificado. Las potencias lograron vencer a Napoleón Bonaparte, lo que significó el retorno de las antiguas monarquías absolutas al trono. Fernando VII, decidió dar marcha atrás con los cambios producidos en la península durante su ausencia. Asimismo, al saber de la situación en América, envió tropas al mando de Pablo Morillo para sofocar los movimientos revolucionarios. En un primer momento se pensó que Morillo iba a llegar al Río de la Plata, pero finalmente desembarcó en Venezuela.

84 Gabriel Di Meglio analiza el concepto de República, haciendo hincapié en las diferentes acepciones del término en el Río de la Plata a través del tiempo. Retoma lo que el Diccionario de la Real Academia Española interpretaba e interpreta por el término, y cómo el concepto fue utilizado desde el estallido revolucionario. Ver DI MEGLIO, Gabriel, “República” en GOLDMAN, Noemí –editora- Lenguaje…cit. 85 Sesión del Congreso Constituyente del 14 de abril de 1825 en RAVIGNANI, Emilio Asambleas Constituyentes Argentinas, Tomo 1, 1813- 1833, Talleres S.A. Casa Jacobo Peuser, Ltda., Buenos Aires, 1937 86 HALPERÍN DONGHI, Tulio Tradición…cit.

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En 1814, el director Posadas envió a Sarratea a Londres para negociar la independencia por la vía diplomática, ya que por las armas parecía una misión imposible. Antes de ir a Inglaterra, éste pasó por Brasil para entrevistarse con Lord Strangford y conseguir auxilios y armamento. Los británicos iban a recibir ventajas comerciales a cambio. Sin embargo, al volver Fernando VII al trono, Inglaterra firmó un acuerdo con España como “nación más favorecida” y de esta manera cortó las negociaciones con los rioplatenses. Ante esta noticia, Posadas tomó la determinación de enviar a otros dos hombres, de gran capacidad para negociar, Bernardino Rivadavia y Manuel Belgrano. Algunas de las instrucciones que llevaban estos abogados eran públicas y otras privadas. Rivadavia debía encontrarse con Sarratea -que todavía estaba en Londres- para dirigirse juntos a la corte española, con el propósito de felicitar a Fernando VII por haber podido librarse del cautiverio y volver al trono. Iban a exponerle la situación que habían vivido los territorios americanos signados por cruentas guerras, libradas por jefes y funcionarios españoles contra sus hermanos americanos. Y esto había sucedido de esta manera por el sólo hecho de que, Buenos Aires y las ciudades que conformaban el antiguo Virreinato del Río de la Plata se habían negado a aceptar a las Cortes de Cádiz y al Consejo de Regencia como poderes legítimos. Querían expresarle al monarca español, que la reacción del Río de la Plata había respondido, sobre todo, a la búsqueda de la legalidad y la legitimidad frente a los acontecimientos desencadenados en 1808, con la desafortunada entrada de Napoleón en tierras peninsulares. Mientras tanto, Belgrano iba a permanecer en Londres. El objetivo del Directorio era claro, conseguir la independencia o por lo menos la libertad civil, proponiendo a España una conciliación basada en la seguridad, la libertad y la justicia. Si esto no era posible, tenían que tener la suficiente suspicacia y rapidez para virar en sus argumentos. Hacer saber al monarca, que los americanos no aceptarían otra posibilidad que la llegada de un príncipe español que debía gobernar con una constitución, establecida por las provincias o la dependencia directa de la corona española, quedando la administración en manos de los americanos. Si no se lograba un acuerdo con España, entonces Rivadavia y Sarratea debían dirigirse a las coronas de Inglaterra, Rusia, Francia o Alemania. Las instrucciones privadas decían que primero debían intentar que un príncipe de la Casa Real Británica se embarcara al Río de la Plata para ser coronado. De no aceptar el envío del príncipe, pero si estaban dispuestos a prestar colaboración a la causa independentista y la protegían, entonces se facultaba a los enviados a concederle ventajas comerciales o cualquier prerrogativa que no comprometiera la libertad. Pero cuando los comisionados estaban en Brasil, llegaron las noticias de que Posadas había renunciado como Director Supremo y en su lugar estaba Carlos María de Alvear. Las instrucciones del nuevo enviado, facultado por el Director Supremo, Manuel José García, establecían que ante las adversas circunstancias en las que se encontraba el territorio rioplatense, pusiera a disposición de la corona Británica las Provincias Unidas del Río de la Plata. Rivadavia y Belgrano, espantados por las intenciones del nuevo gobierno, intentaron convencer a García de lo perjudicial que eso era para la causa de la independencia.

García llevaba instrucciones para Lord Strangford, donde decía, entre otras cosas, que “…cinco años de repetidas experiencias han hecho ver de un modo indudable a los hombres de juicio y opinión que este país no está en edad ni en estado de gobernarse por si mismo, y que necesita una mano exterior que lo dirija y contenga en la esfera del orden, antes que se precipite en los horrores de la anarquía […] en estas circunstancias solamente la Generosa Nación

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Británica puede poner un remedio eficaz a tantos males, acogiendo en sus brazos a estas Provincias, que obedecerán su Gobierno, y recibirán sus leyes con el mayor placer, porque conocen que es el único remedio de evitar la destrucción del país, a que están dispuestos antes que volver a la antigua servidumbre, y esperan de la sabiduría de esa nación una existencia pacífica y dichosa…”87

Incluso Alvear había dado otras instrucciones a García que iban dirigidas a Lord Castlereagh, donde su pensamiento era aún más explícito:

“…estas provincias desean pertenecer a la Gran Bretaña, recibir sus leyes, obedecer a su gobierno y vivir bajo su influjo poderoso. Ellas se abandonan sin condición alguna a la generosidad y buena fe del pueblo inglés, y yo estoy dispuesto a sostener tan justa solicitud para liberarlas de los males que las afligen. Es necesario que se aprovechen los momentos, que vengan las tropas que impongan a los genios díscolos, y un jefe autorizado que empiece a dar al país las formas que sean del beneplácito del rey y de la nación, a cuyos efectos espero que V. E. me dará sus avisos con la reserva y prontitud que conviene para preparar oportunamente la ejecución…”

La misión de García terminó abruptamente, debido en parte al pacto que España había firmado con Inglaterra, pero sobre todo por la caída de Alvear y su reemplazo en el Directorio por Álvarez Thomas. García recibió la orden de volver a Buenos Aires y devolver las negociaciones a manos de Belgrano y Rivadavia que estaban camino a Europa. Las negociaciones en Inglaterra y en España fracasaron por lo que Sarratea comunicó a sus compatriotas que la opción tenía que ser instaurar una monarquía constitucional. Napoleón había abandonado la Isla de Elba y había vuelto al poder de Francia. Se necesitaba un nuevo plan para que España aceptase la independencia. Fue así que entraron en contacto con Carlos IV, quien se encontraba exiliado en Roma, con el objeto de coronar a su hijo menor, Francisco de Paula, en el Río de la Plata bajo una monarquía constitucional. Belgrano envió un informe el 3 de febrero de 1816 donde expresaba el porque de estas nuevas negociaciones.

“…Reflexionamos sobre la materia con aquel pulso y madurez que exigía: observamos por una parte el estado en que habíamos dejado las provincias y el de los gobiernos que regían; las disposiciones de la Corte de España para traer la guerra a nuestros países; la frialdad del gobierno inglés, o no sé si me atrevo a decir enemigos de nosotros y de todos los demás gobiernos de América: el interés que manifiesta el resto de las potencias (incluyendo aún a los Estados Unidos de América) en que nos conservemos unidos a la España, con el designio de poder balancear el poder marítimo de la Inglaterra […] observamos la reacción que se obraría en la familia de España con esta hecho: como se le cruzarán sus ideas en contra de la América con él, pudiendo nosotros apoyar el proyecto en el derecho que nos asistía e escoger al Infante, lo mismo que le habían hecho los españoles escogiendo a Fernando y despojando a su padre del reino […] así desterrábamos la guerra de nuestro suelo; y que al fin por este medio conseguiríamos la independencia y que ella fuese reconocida con los

87 GARBINI, R. F., “Factores internacionales que incidieron en la independencia argentina” en AAVV, El Congreso de Tucumán…cit., p. 153

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mayores elogios, puesto que en Europa no hay quien no deteste el furor republicano…”88

Otra cita de Belgrano clarifica aún más que la monarquía no era para nada incompatible con los derechos de los pueblos y con la elección de los mismos. “…establecer un gobierno sobre bases sólidas y permanentes, según la voluntad de los pueblos, en quien estuviesen deslindadas las facultades de los poderes, conforme a las circunstancias, carácter, principios, educación y demás ideas que predominan y que la experiencia de cinco años que llevamos de revolución nos ha enseñado…” Sin embargo, estos planes se ven truncos por dos acontecimientos principales. En primer lugar, el Conde de Cabarrús, que había sido enviado a Roma, intentó secuestrar a Francisco de Paula para cumplir con los planes de los comisionados. Esto generó malestar en los enviados que vieron cómo, de un momento a otro, sus planes habían sido echados por tierra. En segundo lugar, Napoleón había sido vencido definitivamente. Las antiguas monarquías absolutistas habían empezado a restaurar a sus legítimos herederos. Por lo que Fernando VII sería restaurado como legítimo. Ante estas noticias, comenzaron nuevamente las tratativas para lograr un acuerdo con el monarca español, como legitimo Rey de los territorios americanos. El poder central decidió que Belgrano retornara a su ciudad natal para dar cuenta de lo sucedido, mientras Sarratea y Rivadavia se quedaban en Europa, prácticamente en la miseria, ante el escaso presupuesto que Buenos Aires les había girado. Belgrano llegó al Río de la Plata a principios de 1816. Rivadavia fue reconocido por Buenos Aires para continuar las negociaciones frente a la corona española. Pero las instrucciones que tenía eran antiguas y estaba esperando que le mandaran las nuevas, de acuerdo con lo que se iba a resolver en el Congreso General Constituyente. El clero secular y su adhesión al proyecto monárquico de gobierno Los diputados habían empezado a llegar a Tucumán desde los primeros meses de 1816. El día 24 de marzo

“…al romper el alba, una salva de 21 cañonazos anunció al público su instalación próxima, y élla sola anticipó el placer, y universal regocijo de los habitantes de este generoso pueblo […] A las 9 de la mañana se reunieron los Sres. Diputados en la casa congresal, y de allí se dirigieron en cuerpo al templo de S. Francisco…”89. Así plasmaba el Redactor del Congreso el primer día de la inauguración de las sesiones del Congreso General Constituyente, con la presencia de la mayoría de los diputados90.

88 INSTITUTO BELGRANIANO General Belgrano, Apuntes Biográficos, Buenos Aires, 1984, pág. 91 y 92 89 EL REDACTOR DEL CONGRESO NACIONAL, Número 1, Buenos Ayres, mayo 1° de 1816. 90 Por la cantidad de ciudades que debían estar representadas y el número de habitantes de cada una, el total de los diputados que tenían que asistir a las reuniones era de 33.Cuando se inauguraron las sesiones sólo había 21 diputados. ellos eran. Darregueyra, Gazcón, Medrano, Paso, Rodríguez y Sáenz por Buenos Aires; Acevedo y Colombres por Catamarca; Cabrera, Corro, Pérez Bulnes y Salguero de Cabrera y Cabrera por Córdoba; Godoy Cruz y Maza por Mendoza; Castro Barros por La Rioja; Laprida y Oro por San Juan; Pueyrredón por San Luís; Serrano y Malabia por Charcas; Rivera por Mizque. Antes del 9 de julio cuando se declaró la independencia, se incorporaron Anchorena por Buenos Aires, Sánchez de Bustamante por Jujuy, Boedo y Gorriti por Salta, Gallo y Uriarte por Santiago del Estero, Thames y luego Aráoz por Tucumán,

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Las sesiones se inauguraron con el firme propósito de defender y conservar la Religión Católica, Apostólica y Romana y promover todo lo que estuviera a su alcance para mantener unido e íntegro al territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata, contra toda invasión extranjera. Las deliberaciones comenzaron con dos temas principales, la incorporación de los diputados de Córdoba –la cuál se encontraba aliada al proyecto artiguista- y la delicada situación de los diputados tucumanos, que no tenían completa la representación en el congreso. Los diputados determinaron dejar sin efecto la elección que habían hecho los tucumanos para la designación de sus representantes. Aceptaron la incorporación de Thames y expresaron la urgencia de realizar una nueva elección, para poder completar la representación de la ciudad “anfitriona” del congreso91. Hasta los primeros días de julio, las reuniones versaron en temas de organización y en la definitiva incorporación de todos los diputados. Quedaba erigido el congreso, con la investidura de un derecho sagrado que provenía de la cesión que cada persona, cada familia, cada pueblo había hecho de una porción del uso de sus derechos, revestido de una fuerza compuesta del agregado de toda la fuerza de los miembros que la han cedido. Reunía y concentraba en sí la voluntad general formada de las voluntades particulares92. Se establecieron las “notas de las materias de primera y preferente atención para las discusiones y deliberaciones del Soberano Congreso” presentadas por los diputados Gazcón, Bustamante y Serrano93. Allí se establecían varios puntos, pero nos interesan en

Sánchez de Loria por Charcas y Pacheco de Melo por Chichas. Fueron 29 los diputados presentes para firmar el Acta de la declaración de la independencia. Ni Pueyrredón ni Corro firmaron el acta. El primero por haber sido electo Director Supremo de las Provincias Unidas, y el segundo por encontrarse fuera de la ciudad en una misión que le había encomendado el Congreso. 91 EL REDACTOR DEL CONGRESO, N° 1- sesión del día 26 de Marzo de 1816. En el mes de Abril se volvió a tratar el tema de la incorporación de los Diputados Tucumanos. En esta oportunidad, trataron la nulidad del primer nombramiento de los Diputados Aráoz y Paz, por la forma tumultuosa en la que se produjo la elección. Asimismo, se declaró nula la reelección de los mismos por la Junta Electoral, diminuta por falta de concurrencia en ella del Ilustre Ayuntamiento, cuya asistencia en consorcio debía reputarse por forma que prescribió el pueblo para este acto. Ídem, N° 2- sesión del día 6 de Abril de 1816 92 EL REDACTOR DEL CONGRSO, N° 1…cit. Palabras de Molina y Rodríguez de introducción a las sesiones. 93 Los datos consignados en las biografías de los congresales fueron extraídos de CÚTOLO, Vicente Diccionario…cit. Otros datos fueron proporcionados por el Redactor del Congreso y las Actas Secretas del Congreso. Esteban Agustín Gazcón nació en Oruro, pero sus padres se trasladaron a vivir a Buenos Aires. Durante sus primero años de escolaridad, fue alumno del Real Colegio de San Carlos, para luego viajar a Charcas a estudiar derecho en la Universidad de San Francisco Xavier. Cuando las noticias de la entrada de Napoleón en la península y los sucesos de Bayona sorprendieron a los americanos, él se encontraba en Charcas y fue uno de los principales defensores de la formación de la Junta el 25 de mayo de 1809. Fue uno de los “doctores” que labraron el acta donde se proclamaban a favor de la formación de una Junta en nombre de Fernando VII, sin reconocer a la Junta Central española, ni a la princesa Carlota Joaquina como posible regente de América. En 1813 se encontraba en Salta y peleó en la Batalla del 23 de febrero, por lo que se ganó el reconocimiento de Belgrano. Posteriormente fue elegido por unanimidad, presidente de la Real Audiencia de Charcas y Gobernador- Intendente de La Plata. Luego, Buenos Aires lo eligió como representante para Congreso General Constituyente. Al trasladarse el Congreso a Buenos Aires, fue designado para arbitrar recursos para el sostenimiento del Ejército de los Andes y del Perú. Desempeñó funciones en la cartera de hacienda y fundó la primera institución de crédito que hubo en el territorio rioplatense, llamada “Caja Nacional de fondos de Sud- América”. Siguió siendo miembro del Congreso hasta que se dictó la Constitución de 1819, la cuál fue

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especial dos, el primero que proponía nuevamente el juramento de sostener y defender la religión Católica, Apostólica y Romana, y aquel que mencionaba la necesidad de declarar la independencia, fijando la forma de gobierno que encuentren más conveniente para estos territorios. Existía la firme convicción de que no se podía pensar en construir un Estado sobre bases sólidas, sino se insertaba a la Iglesia en su estructura94. Laprida95 le recomendó a Pueyrredón, una vez que éste hizo su juramento como Director Supremo de las Provincias Unidas, que en todo momento antepusiese el protagonismo del culto católico a cualquier otro presupuesto, llámese independencia política o definición de la forma de gobierno96. Recientemente llegado de su misión diplomática en Europa, Belgrano se hizo presente en el Congreso para dar su punto de vista sobre la situación que se estaba viviendo en esos momentos. Es bastante conocida su intervención en la sesión secreta del 6 de julio de 1816. Sin embargo, queremos resaltar aquí algunos puntos que nos parecen de especial importancia.

rechazada por las provincias del interior, por su corte centralista. Continuó desempeñándose en la vida pública hasta sus últimos días de vida. Teodoro Sánchez de Bustamante, nació en Jujuy. Comenzó sus primeras letras en su ciudad natal para pasar luego a Buenos Aires al Real Colegio de San Carlos, donde aprendió fundamentalmente filosofía. Años más tarde, decidió estudiar leyes en la Universidad de Charcas. En 1809 fue uno de los principales promotores del movimiento juntista en esa ciudad. Fue enviado como emisario propagandista a la vecina ciudad de Salta. Luego de que esa Junta fuera sofocada, se adhirió al movimiento de mayo, iniciado en Buenos Aires, donde fue designado encargado de la fiscalía de la Audiencia en lo civil y criminal. Durante el “éxodo jujeño” se trasladó a Tucumán en donde peleó junto a Belgrano, lo que le otorgó el cargo de auditor y secretario general del Ejército del Norte. Participó del Congreso representando a su ciudad natal, cumpliendo sus funciones hasta 1819. Fue Gobernador de Jujuy hasta 1826, cuando estalló una guerra civil que lo obligó a emigrar hacia Santa Cruz de la Sierra. Allí dirigió un colegio y se dedicó a las cuestiones educativas hasta su muerte en 1851. Mariano Serrano, nació en Chuquisaca y allí mismo hizo todos sus estudios hasta doctorarse en leyes esa Universidad. Como muchos de sus compañeros congresistas, participó del movimiento juntista de 1809, incluso fue uno de los denominados “doctores” que firmaron aquella memorable Acta de la que ya hablamos más adelante. Debido a las persecuciones políticas que sufría en su ciudad natal, decidió emigrar a Tucumán donde recibió la noticia de que había sido elegido para representar a Charcas en la Asamblea del Año XIII y luego fue representante en la Junta de Observación. En 1816 fue electo diputado por su ciudad para acudir a las reuniones del Congreso, donde tradujo el Acta de la Independencia en los idiomas quechua y Aymara. También se desempeñó en el mismo hasta 1819, cuando decidió volver a Tucumán y fue ministro asesor y secretario de Bernabé Aráoz. Luego de la muerte del éste, se trasladó a Salta donde también colaboró con el Gobernador, siendo su secretario. En 1825 representó a Charcas cuando Bolivia proclamó su independencia, luego fue miembro de la Corte Suprema de Justicia y en 1839, presidente del Congreso que redactó y sancionó la Constitución de Bolivia. En 1842 se retiró de la vida pública y murió en su ciudad natal diez años después. 94 SALAS, Rubén Darío Lenguaje…cit. 95 Francisco Narciso de Laprida, nació en San Juan en 1786. Fue abogado y político y pasó a la historia por haber presidido la sesión del Congreso el día en que se declaró la independencia. Sus primeros estudios los realizó en su ciudad natal y luego partió a Buenos Aires para cursar en el Colegio de San Carlos. Posteriormente, viajó a Chile para completar ahí mismo sus estudios, en la Universidad de San Felipe. Volvió a San Juan cuando la revolución ya había comenzado, y se puso al servicio del Ejército de los Andes, lo que hizo que lo uniera a San Martín una profunda amistad. Participó del Congreso hasta 1818, cuando volvió a su ciudad natal. En 1823 fue elegido para el Congreso en representación de Buenos Aires, donde se pronunció a favor de dictar una constitución de corte centralista, apoyando la postura de Rivadavia. Interviniendo en las luchas civiles, en las que se había visto envuelta la vecina provincia de Mendoza, para enfrentarse a Facundo Quiroga, fue apresado y degollado, en 1829, con tan sólo 40 años 96 EL REDACTOR…cit., N°4- sesión del día 3 de Mayo de 1816

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En primera instancia, hizo hincapié en el hecho de que las potencias extranjeras en general, no miraban con buenos ojos al Río de la Plata por cómo se habían sucedido los acontecimientos inaugurados en mayo de 1810, cayendo en el desorden y las divisiones en que se encontraba el territorio. Asimismo, resaltaba el hecho de que, desde la caída de Napoleón, se había producido un cambio en las ideas en el “viejo mundo” por lo que

“…en el día se trata de monarquizarlo todo: Que la Nación Inglesa con el grandor y magestad á que se ha elevado, no por sus armas y riquezas, sino por una constitución de Monarquia temperada había estimulado las demás á seguir su exemplo: Que la Francia la había adoptado, Que el Rey de Prusia por si mismo, y estando en el goce de un poder despótico había hecho una revolución en Su Reyno, y sujetándose a bases constitucionales, iguales á las de la Nación Inglesa; y que esto mismo habían practicado otras Naciones […] conforme a estos principios […] la forma de gobierno mas conveniente para estas Provincias, seria la de una Monarquia temperada; llamando la Dinastía de los Incas por la justicia que en si embuelbe la restitución de esta Casa tan iniquamente despojada del Trono, por una sangrienta revolución que se evitaría para en lo sucesivo con esta declaración, y el entusiasmo general que de que poseerían los habitantes del interior, con la sola noticia, de un paso para ellos tan lisonjero…”97

Belgrano había estado en Europa intentando conseguir el aval de la monarquía inglesa. Incluso las tratativas ya habían comenzado en Río de Janeiro. Sin embargo, éstas habían fracasado. Pero Belgrano sabía muy bien de las intenciones y ambiciones que los ingleses tenían en este territorio, por lo que intuía que no era su deseo perder la influencia y los contactos americanos. La entronización de un Inca podía despertar desconcierto en las potencias europeas, que entonces iban a hacer todo lo posible para que el territorio no cayera en manos de antiguos “dueños”. Asimismo, esta propuesta de entronización podía producir el acercamiento de territorios que estaban alejados de la propuesta revolucionaria porteña. Tenía un alto contenido de “propaganda”, tanto para los pueblos, como para los propios diputados del congreso. Sin embargo, también debemos rescatar que Belgrano había mantenido un profundo respeto hacia las culturas originarias. Escribió a Rivadavia, quien se encontraba en Europa aún para informarle de su participación en el congreso. Con tono esperanzador escribió “…yo hablé, […] les hablé de monarquía constitucional, con la representación soberana de los Incas: todos adoptaron la idea…”98 El 12 de julio, ante la moción de Laprida de que se hiciese el sello propio del congreso, el diputado Bustamante, dijo que era mejor discutir primero la forma de gobierno que iban a adoptar las Provincias Unidas, para poder hacer alusión a ella en las armas y timbres que iban a adornar el sello del congreso. Establecer la forma de gobierno era una necesidad de primer orden, pero al generar diferencias entre los diputados, era uno de los puntos más conflictivos de tratar. En especial para algunos diputados porteños, como Tomás de

97 Discurso de Manuel Belgrano el día 6 de Julio de 1816 en Reunión Secreta del Congreso General Constituyente en Actas Secretas del Soberano Congreso de las Provincias Unidas en Sud- América, de 1816- 1819, “Sesión Secreta del 6 de Julio de 1816”en RAVIGNANI, Emilio Asambleas…cit. 98 MITRE, Bartolomé Historia de Belgrano y de la independencia Argentina, ed. Anaconda, Buenos Aires, 1950

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Anchorena99, para quienes la opción monárquica con la entronización de un Inca, era una locura, una idea descabellada de Belgrano que no había que dejar que prosperase100. El diputado Acevedo101 estuvo de acuerdo con la moción de Bustamante y pidió que de inmediato se comenzara con el debate sobre la forma de gobierno. Por su parte expresó que se inclinaba por la monarquía temperada en la dinastía de los Incas y sus legítimos sucesores designándose, siempre y cuando las circunstancias lo permitiesen, para sede del gobierno la misma ciudad de Cuzco, que había sido antiguamente su corte102. Esta moción fue apoyada por otros diputados entre los que se encontraban José Eusebio Colombres y José Ignacio Thames. Luego de la declaración de la independencia el día 9 de julio, José Agustín Molina se incorporó a las sesiones del congreso. Fue nombrado pro-secretario del mismo y junto a su amigo Rodríguez, escribieron El Redactor del Congreso Nacional, que era una suerte de gacetilla donde se publicaban las principales resoluciones a las que llegaban los diputados en las sesiones. Ambos, Molina y Rodríguez tenían una gran calidad literaria y un genio especial para la redacción. Molina se pronunció a favor de la monarquía temperada al igual que sus comprovincianos. La discusión había alcanzado un punto álgido puesto que la independencia era un hecho y urgía establecer la forma de gobierno. Pero llegó una notificación de La Rioja que expresaba el peligro en el que se encontraban las tropas revolucionarias. Entonces

99 Tomás Manuel de Anchorena, fue un abogado nacido en Buenos Aires en 1783. También se doctoró en la Universidad San Francisco Xavier en Charcas, y cuando terminó sus estudios decidió volver a su ciudad natal, donde fue uno de los regidores del cabildo de Buenos Aires, donde se inició la revolución en mayo del ´10. Fue secretario de Manuel Belgrano en el ejército que se dispuso para la expedición a Charcas, participando en las Batallas de Tucumán y Salta. Cuando se eligieron los diputados para el congreso, Buenos Aires lo designó representante de esa ciudad. Fue representante de la Legislatura de su ciudad natal, en la década de 1820, y fue Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores de Buenos Aires durante el periodo 1831- 1832 en el Gobierno de Juan Manuel de Rosas. Murió en su ciudad natal en 1847. En la sesión del congreso del 6 de agosto de 1816 se proclamó en contra de la forma monárquica de gobierno con la entronización de un Inca, “…haciendo observar las diferencias que caracterizaban los llanos y altos del territorio, y el genio, habitudes y costumbres de unos y otros habitantes, decidiéndose por la mayor resistencia de los llanos á la forma monárquica de gobierno, y por la posibilidad moral de conformar á unos y otros baxo la misma forma y gobierno que se adoptase para los de las montañas; concluyendo con que á vista de las dificultades que estas diferencias ofrecen, el único medio capaz de conciliarlas era, en su concepto, el de la federación de provincias…”. REDACTOR DEL CONGRESO NACIONAL, 17 de octubre de 1816, sesión del 6 de agosto de 1816. 100 Testimonio que quedó registrado en una carta que le envió a Juan Manuel de Rosas y que la transcribe Mitre. MITRE, Bartolomé Historia…cit. 101 Miguel Antonio Acevedo, nació en Salta, el 25 de mayo de 1770 y fue Presbítero y abogado, tras estudiar en el Colegio de Montserrat en Córdoba. Regresó a Salta y participó de la fundación de la Escuela de Filosofía junto al presbítero Dr. Gregorio Antonio Romero, escuela de la que fue rector y catedrático. Fue elegido Diputado por Catamarca al Congreso de Tucumán. Cuando el congreso fue trasladado a Buenos Aires, Acevedo fue su presidente hasta que se disolvió, siendo reducido a prisión. Puesto en libertad, en 1821, pasó a secretario de la Sala de Representantes de Buenos Aires. Luego regresó a su labor de cura en Belén. En Catamarca abrió una escuela, fundó un seminario y dictó gratis una cátedra de filosofía. En 1822 redactó el "Proyecto de Constitución" para la Provincia de Catamarca, que más tarde fue sancionado en 1823. Fue uno de los primeros legisladores de Catamarca al ser nombrado vocal de la primera constituyente catamarqueña. También fue diputado por Catamarca en el Congreso General de 1824. 102 REDACTOR DEL CONGRESO NACIONAL, número 10, 3 de Octubre de 1816. Sesión del día 12 de julio.

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comenzaron a tratar ese tema urgente, ante lo que Severo Malabia103 expresó que debía nombrarse a Belgrano como jefe de esas milicias, y que debían dejar de dilatar la resolución de la forma de gobierno. Se promulgó a favor de la forma monárquica de gobierno, con la coronación de un Rey Inca. Fray Justo Santa María de Oro104, pidió la palabra para decir que estaba de acuerdo con la resolución de ese tema, pero que antes de tomar una decisión definitiva, había que consultar a los pueblos. Esta actitud fue interpretada como una maniobra para que no se votara la forma monárquica de gobierno, interpretando su postura como de corte republicana. Sin embargo, de acuerdo con la información con la que contamos, inferimos que esta actitud no estuvo relacionada con tendencias republicanas. Fray Justo Santa María de Oro estaba respondiendo a las instrucciones mandadas de su ciudad. Podemos decir que es probable que estuviera en contra de la entronización de un Rey Inca, pero no en contra del proyecto monárquico. Es más, en sesiones posteriores se promulgó a favor del sistema monárquico constitucional de gobierno, sin la figura de los Incas. El General San Martín tenía un estrecho vínculo con el fraile a quien había encomendado la misión de salvaguardar la libertad y los derechos de territorio rioplatense. El dominico se había puesto a sus órdenes, sabiendo que el General era un fervoroso partidario de la monarquía105. El día 19 de julio por la mañana, se inauguraron las sesiones para tratar la forma de gobierno. Como era un asunto de primer orden, tenía que tener la aprobación de un voto

103 José Severo Feliciano Malabia, nació en Chuquisaca en 1787. Realizó sus estudios en la Universidad de su ciudad natal, en donde se doctoró en teología, bachiller de cánones y leyes. Participó activamente en la formación de la Junta en Charcas en 1809 y, al igual que varios de los congresales del ´16, fue uno de los “doctores” que firmaron la famosa Acta a favor de la monarquía y de la formación de una Junta de Gobierno que resguardara los derechos legítimos de Fernando VII. Fue elegido por su ciudad natal para representarla en el Congreso de 1816. En 1820 se instaló en Buenos Aires, donde fue elegido diputado de la Junta de Representantes de la provincia, de la que fue secretario. Fue investido, unos años después, como Ministro Diplomático del Perú en Buenos Aires, pero tuvo que cumplir sus funciones desde Lima por una disputa con Rivadavia. Falleció en Perú a los 62 años, en 1849. 104 Fray Justo Santa María de Oro, este sacerdote nació en San Juan en 1772. Desde temprana edad ingresó a estudiar al Convento de Santo Domingo, donde algunos años después, pidió su ingreso a la Orden de los Dominicos. Años después se trasladó al Convento Principal de Santiago de Chile, en donde fue ordenado sacerdote. También se graduó en Maestro en Artes y Doctor en Sagrada Teología. En el vecino país fundó el Colegio San Vicente para estudios eclesiásticos. Por iniciativa del General San Martín, fue elegido diputado al Congreso de 1816, siendo un ferviente propulsor de la independencia. Cuando el Congreso se trasladó a Buenos Aires en 1817, este regresó a San Juan, hasta que en 1818 fue deportado a Chile. Se vio envuelto en intrigas políticas y un movimiento en contra de O´Higgins, lo que le valió el exilio a la isla de Juan Fernández, en donde estuvo preso tres años. Al regresar a su ciudad natal en 1828, fue Obispo y Vicario Apostólico de Cuyo. Un problema de salud terminó con su vida en 1836. 105 En la historiografía que podemos denominar como “tradicional” la forma de gobierno monárquica fue abordada ampliamente. Sin embargo, la interpretación que se hace de este tema es diferente de la que aquí planteamos. En la mayoría de los trabajos, se hace hincapié en la forma monárquica de gobierno, no como una opción en la cual se creía verdaderamente, sino que era una maniobra para obtener el visto bueno de las potencias extranjeras. Por otro lado, cuando se aborda la cuestión de los religiosos en el Congreso, se lo hace con la intención de establecer la adhesión, desde un principio, de la Iglesia en la causa independentista. Quizá tiene que ver con el hecho de que la mayoría de estos estudios se realizaron después del Centenario de la independencia, y muchos otros después del peronismo. Interpretamos que hay una cierta necesidad de reivindicar la imagen de la Iglesia y de los sacerdotes. Ver AAVV, El Congreso…cit.; AAVV, Independencia, Circulo Militar, Bs. As., 1966; FURLONG, Guillermo El Congreso…cit.; GROUSSAC, Paul El Congreso…cit.; PÉREZ GUILHOU, Dardo Las ideas monárquicas en el Congreso de Tucumán, Ed. De Palma, Buenos Aires, 1966; GIANELLO, Leoncio Historia del Congreso de Tucumán, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, 1966

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sobre dos terceras partes de sala llena. Entonces pidió la palabra el diputado Serrano, quien expresó que había abrazado las ventajas de un gobierno federal para estos territorios. Creía que era el modo de alcanzar la felicidad y los progresos. Pero que, sin embargo, después de analizar el estado actual del territorio, creía que la forma de gobierno más conveniente era la monarquía temperada, que llevaría a lograr el orden y la unión. La monarquía para él iba a conciliar la libertad de los ciudadanos con el goce de los derechos principales que se reclamaban en todo país que se jactase de ser libre. Acevedo entonces renovó su moción para que se adoptase la forma de gobierno monárquica con la entronización del Inca y fue enérgicamente apoyada por los diputados Pacheco106 y Thames. Las discusiones volvieron a enardecerse y se creyó conveniente seguir en otra oportunidad. Como vemos, cada vez que se trataba de llegar a un acuerdo sobre la forma de gobierno, en este caso la monarquía constitucional, el Presidente del congreso, Francisco Narciso de Laprida creía conveniente dar por finalizadas las discusiones para proseguir en la próxima sesión107. Creemos que esta maniobra se debió, sobre todo, a su defensa de la república como la mejor forma de gobierno. Con esta actitud dilataba la resolución del problema y evitaba que se instaurase la monarquía. En las instrucciones de los Diputados de Buenos Aires, estaba explicitado que procurasen la indivisibilidad del Estado y que en la constitución se separen y deslinden los tres poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial con la mayor exactitud posible y de modo que jamás se confundan las funciones y atribuciones /del uno con la de los otros. Además se les encargaba que se esforzaran en cuanto les fuera posible en que el Poder Ejecutivo se concentrara en una sola persona108. Sin embargo, no se expresaron de manera explícita sobre la alguna forma de gobierno en particular. Simplemente dejaban en claro que la forma debía ser con división de poderes y un ejecutivo fuerte. No era incompatible entonces con la monarquía constitucional. Pero, en la misma ciudad de Buenos Aires, a través de la prensa, circulaban escritos que manifestaban su rechazo a la forma de gobierno monárquica. En una publicación de La crónica Argentina, el autor expresaba que en realidad aquellos que estaban a favor de la monarquía temperada con la coronación de un Inca, no eran más que los españoles, quienes veían con mejores ojos esta opción de gobierno, puesto que los “naturales” eran fáciles de dominar. Veían en esta forma de gobierno una maniobra cuya intención era volver a doblegar a los habitantes de este suelo.

106 José Andrés Pacheco de Melo, fue un sacerdote salteño, nacido en 1779. Estudió en Córdoba y continuó sus estudios en Charcas, donde se graduó en cánones y en 1808 obtuvo el titulo de abogado. Contribuyó con la difusión del ideal emancipador a partir de 1810, siendo un elemento importante del Ejército del Norte. En 1815 Chichas lo eligió como diputado para el Congreso. Tuvo una destacada labor y fue uno de los que se opuso a que el Congreso fuera trasladado a Buenos Aires, pero igualmente participó del mismo hasta su disolución en 1820. en 1823 fue Ministro Secretario del Gobierno de Mendoza, con carácter interino. Una revuelta lo despojó de su cargo, lo que significó que se alejara de la vida pública. Si bien le dedicó mucho empeño a las cuestiones políticas, nunca abandonó su función eclesiástica. No tenemos datos sobre la fecha en la que falleció. 107 Cuando se iniciaron las sesiones del congreso, se estableció que los mismos diputados iban a elegir al Presidente, al Vicepresidente y a los secretarios. El primer Presidente electo del congreso fue el diputado Pedro Medrano, representante por Buenos Aires, quien iba a ocupar el cargo desde el mes de marzo hasta el 1° de mayo, en que se elija su sucesor. Fue de esta manera que Laprida fue elegido presidente y tuvo el honor de ocupar ese cargo el día en que se declaró la independencia. 108 “Instrucciones de los Diputados de Buenos Aires al Congreso de Tucumán”, Documento N° 32 en CHIARAMONTE, José Carlos Ciudades, Provincias….cit., p 382

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“…de los derechos de los Indios no se puede dudar y es justo que tengan debida representación en el gobierno nacional: pero tal vez no serían contentos todos los pueblos o distritos de ellos, cuando fuese revestido de la suprema magistratura perpetua, un descendiente del último de aquellos Emperadores que tuvieron su trono en Cuzco, y menos cuando el último fue un usurpador […] sería más reconciliables con los derechos de los Indios en general, un sistema que permitiese a las varias tribus de ellos, como a los demás distritos del reino, que elijan sus propios respectivos gobiernos locales los más análogos a su situación, y con la libertad de dar el título de Inca o Cacique a su primer magistrado o gobernador […] y este magistrado podrá ser de aquellos que se reputen descendientes de sus antiguos jefes…”109

Las discusiones fueron dilatadas hasta el 31 de julio, cuando el diputado Castro Barros110 tomó la palabra, al inicio de la reunión. Allí dio un

“…prolixo razonamiento en favor del [gobierno] monárquico constitucional, por haber sido el que dio el Sr. á su antiguo pueblo, el que Jesucristo instituyo en su iglesia, el mas favorable a la conservación y progreso de la religión católica, y el menos sujeto á los males políticos que afectan ordinariamente á los otros; sostuvo las ventajas del hereditario sobre el electivo, y las razones de política que habían para llamar á los Incas al trono de sus mayores, despojados de él por la usurpación de los Reyes de España […] sólo dentro de un orden monárquico […] la religión católica, substratum de la sociedad, podrá encontrar verdadero cobijo…”111. El diputado exponía sus ideas en un contexto definido por la esperanza de rescatar los valores de un régimen caído, sin el cual lo único que se vislumbraba era un futuro signado por la anarquía112.

El Diputado Serrano tuvo una intervención, mostrándose partidario de la monarquía temperada, pero se opuso al establecimiento del trono de los Incas, entre otras consideraciones, por las dificultades que presentaba la creación de una nobleza o miembros que hubiesen de formar el cuerpo intermedio entre el pueblo y el trono113. Apoyaron este argumento los diputados Rivera114, Colombres, Sánchez de Loria115, Thames y Pacheco de Melo, quien consideró que la cuestión ya estaba suficientemente 109 “La crónica Argentina”, contra el proyecto monárquico, fragmento, continuación de un artículo sin título. N° 24- 9 de Noviembre de 1816. Documento N° 42 en CHIARAMONTE, José Carlos Ciudades, Provincias…cit., p 412 110 Pedro Joaquín Castro Barros, nació en La Rioja en 1777. Hizo sus primeras letras en Santiago del Estero, para luego trasladarse a Córdoba, donde se graduó de Bachiller en Filosofía y Letras, donde ya se inclinaba por el sacerdocio. Cursó cuatro años de teología y obtuvo el título de Doctor. En 1800 fue ordenado Presbítero. Volvió a su ciudad natal donde fue nombrado Cura y Vicario interino en 1810, donde se declaró partidario de la revolución. Fue electo diputado por La Rioja para participar del Congreso de 1816, y cuando éste se trasladó a Buenos Aires, fue designado para emprender numerosas misiones en diferentes ciudades. En 1824 fue electo para asistir al Congreso en Buenos Aires, pero esta vez, en representación de Corrientes. Sin embargo renunció antes de asumir. Acusado de “unitario” por sus acercamientos con el Gral. Paz, fue apresado por orden de Juan Manuel de Rosas y trasladado a Santa Fe. Tuvo que emigrar, primero a Montevideo y luego a Chile, donde falleció en 1849. 111 EL REDACTOR DEL CONGRESO NACIONAL…cit. Sesión del 31 de julio de 1816 112 SALAS, Rubén Darío Lenguaje…cit. 113 RAVIGNANI, Emilio Documentos…cit., Actas Secretas del día 5 de Agosto de 1816 114 Pedro Ignacio de Rivera, nació en Mizque, en el actual territorio de Bolivia, en 1773. Cursó sus estudios de derecho en la Universidad de Charcas, donde participó de la reunión de los “doctores” y se proclamó a favor de la formación de una Junta en 1809. Fue designado por su ciudad natal como representante en la

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discutida, por lo que había que pasar a la votación. Fue entonces que Acevedo agregó que también sería bueno decidir que la sede del gobierno fuera en el Cuzco. El diputado Gazcón con Aráoz, entre otros, se opusieron a este último punto, por considerarlo extemporáneo. Aráoz apoyaba fervientemente la monarquía, pero no así la entronización de un Inca. Entonces Laprida expresó que como la moción contaba de tres partes, a saber, sistema monárquico constitucional de gobierno, entronización de un Rey Inca y sede del gobierno, no habían sido lo suficientemente tratados los tres puntos como para someterlos a votación. Y una vez más, se dio por terminada la sesión. En Agosto se eligió un nuevo presidente para el Congreso, en donde resultó electo José Ignacio Thames. Entonces, el mismo 5 de agosto se propuso continuar con las discusiones sobre la forma de gobierno, que había quedado pendiente tantas veces a lo largo de las otras sesiones. Entonces “…haciendo mérito del principio de derecho, que prescribe la restitución al poseedor y dueño de lo que se le despojó por violencia, deduxo la que á los Incas debía hacérseles de la dominación que se les usurpó por los Soberanos de España…”116. El diputado Aráoz entonces “…repoduxo que se girase la discusión en el órden correspondiente á los tres principales artículos designados en sesiones anteriores, empezando por la forma de gobierno, y ciñiendo los discursos á este preciso punto, pareciéndole impertinentes […] tratar de dinastía dominante quando aun no se ha adoptado la forma de gobierno conveniente y de que es suceptible el país en que habitamos…”. Desafortunadamente no contamos con las Actas de las sesiones que nos brindan los discursos completos de los congresales, por lo que el único documento que poseemos para su análisis es el Redactor del Congreso Nacional. Asimismo, las Actas Secretas son un buen instrumento para encontrar indicios sobre el tema que nos compete. Si bien no trataron el tema de la forma de gobierno en sesión secreta, si trataron temas relacionados con las misiones diplomáticas que nos pueden arrojar luz sobre el tema. Incluso muchos de los que se expresaban en contra de la entronización del Inca, estaban de acuerdo con la forma de gobierno monárquica. Muchos veían con buenos ojos la entronización o la regencia de coronas extranjeras. Evidentemente las consecuencias sociales que podía tener la entronización de una dinastía india era lo que mas les asustaba. En las sesiones secretas, a partir del 9 de julio, se trataron temas relacionados con las misiones diplomáticas hacia el extranjero, al mismo tiempo que se analizaban los pasos a seguir con respecto a la guerra. Se hizo hincapié en la situación de Güemes en Salta y las tropas que allí se encontraban. Asimismo, se evaluaron otros planes bélicos, como los del General Rondeau. Les preocupa también a los diputados el tema económico, porque la contienda bélica estaba dejando casi en cero el erario de las ciudades.

Asamblea del Año XIII y luego para el Congreso del ´16. Siguió siendo miembro del mismo, hasta su disolución en 1820. A partir de entonces se alejó de la vida pública, pero no volvió a su ciudad natal. Falleció en Buenos Aires en 1833. 115 Mariano Sánchez de Loria, nació en Chuquisaca en 1774, donde se graduó de Doctor en Jurisprudencia y Cánones. También fue uno de los fervientes participantes de la revolución en Charcas en mayo de 1809. Fue elegido por Charcas como diputado al Congreso y cuando el mismo se trasladó a Buenos Aires, dejó de asistir. Entonces fue conminado a asistir a las reuniones. Su respuesta fue consagrarse a la vida religiosa. Volvió a Charcas y vistió los hábitos de los clérigos de la Catedral de esta ciudad. Murió en 1842 después de haber dedicado todas sus horas y conocimiento a Dios. 116 EL REDACTOR DEL CONGRESO NACIONAL, n° 11, 17 de Octubre de 1816, sesión del 5 de agosto de 1816

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En la sesión secreta del 4 de septiembre de 1816, se establecieron las pautas para el envío de la misión diplomática hacia Brasil, para negociar con los portugueses. Como primera instancia se establecía que la base de toda negociación iba a ser la libertad y la independencia de las provincias representadas en el congreso.

“…se expondrá […] que á pesar de la exaltación de ideas democráticas que se ha experimentado en toda la revolución, el Congreso, la parte sana é ilustrada de los Pueblos, y aun el común de estos están dispuestos á un sistema monárquico constitucional o moderado baxo las bases de la constitución inglesa acomodadas al Estado y circunstancias de estos Pueblos de un modo que asegure la tranquilidad y orden interior, y estreche sus relaciones é intereses con los del Brasil hasta el punto de identificarlos en la mejor forma posible. Procurará persuadirles el interés y conveniencia que de estas ideas resulta al Gavinete del Brasil en declararse protector de la libertad e independencia de estas Provincias restableciendo la casa de los Incas, y enlazándola con la de Braganza, sobre el principio de una parte de que unidos ambos Estados se aumentará sobremanera el peso de este continente hasta poder contravalanzear el del viejo mundo, y cortar los lazos que detendrán los | pazos de su política, y le embarazaran la marcha natural á sus altos destinos …”117. Establecía también que en caso de ser rechaza esta propuesta, se debía negociar la coronación de un Infante de Brasil o de cualquier otra potencia extranjera, salvo de España. El Infante podía contraer matrimonio con alguna Infanta de Brasil y gobernar este “país” bajo una constitución que debía ser presentada al Congreso.

Todos los diputados votaron a favor de estas instrucciones. Sólo Godoy Cruz118 creyó conveniente que en lugar de decir que se quería una monarquía se dijera que la opción gubernativa era la república. Las demás objeciones se hicieron nuevamente en torno a la posibilidad de coronar al Inca. Anchorena escribió que la monarquía no fue rechazada “…y ridiculizada en el público porque hubiéramos proclamado, o porque nos hubiésemos ocupado de discutir si debíamos proclamar un gobierno monárquico constitucional, sino porque poníamos la mira en un monarca de la casta de los chocolates, cuya persona, si existía, probablemente tendríamos que sacarla borracha y cubierta de andrajos de alguna chichería para colocarla en el elevado trono de un monarca, que deberíamos tenerle preparado…”119

117 RAVIGNANI, Emilio Documentos…cit. Acta secreta del día 4 de septiembre de 1816, pág. 497 a 501 118 Tomás Godoy Cruz, nació en Mendoza en 1791. Su padre fue una figura pública reconocida en su ciudad natal y también participó como vocal de la Junta de Gobierno del ´10. Tomás realizó sus primeros estudios en Mendoza, para luego pasar a la Universidad de Córdoba. En 1810 decidió ir a la Universidad de San Felipe en Chile donde obtuvo el grado de Bachiller en filosofía y tres años después, el de sagrados cánones y leyes. El Cabildo lo eligió Síndico Procurador en Mendoza, en 1815. En 1816 representó a su ciudad natal en el Congreso, donde fue uno de los impulsores de la sanción de un Estatuto Provisional de Urgencia, hasta que se jurara la constitución. Fue un gran amigo y colaborador de San Martín. Entre 1820 y 1822 fue gobernador de Mendoza, impulsando la actividad comercial y económica, así como el desarrollo intelectual y cultural de la ciudad. Creó imprentas, periódicos y estableció la enseñanza pública. En 1830, hubo una invasión de las fuerzas de Quiroga, por lo que tuvo que emigrar hacia Chile. Allí se dedicó a la enseñanza y la minería. Volvió a su provincia ya enfermo, y falleció en 1852, luego de que lo designaran Consejero del Gobierno. 119 Carta de Anchorena a su primo Juan Manuel de Rosas en MITRE, Bartolomé Historia de…cit.

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En febrero de 1817 el congreso se trasladó a Buenos Aires. Ese mismo año se incorporó al congreso Jaime Zudañez, quizá el único realmente republicano de los congresales, que había participado en la formación de las Juntas de Chuquisaca y La Paz. En ese año de 1817 volvió la plantearse la cuestión de la forma de gobierno, sin llegar a un acuerdo para poder pasar a votación. Sin embargo, las tratativas para implantar una monarquía constitucional, no se agotaban con las discusiones en el congreso. Mientras en un recinto cerrado los diputados debatían, misiones diplomáticas eran enviadas incansablemente para cumplir con el propósito de consolidar el proyecto monárquico. Los diputados Aráoz y Thames viajaron a Buenos Aires para continuar con su labor dentro del Congreso, en cambio Colombres y Molina decidieron cada uno regresar a sus antiguas ocupaciones en sus respectivas ciudades120. En cada nueva discusión sobre el gobierno más adecuado para las Provincias Unidas, los diputados tucumanos volvían a proclamarse por la monarquía. Aráoz incluso pidió, en 1817, que se dejaran las discusiones sobre la redacción de la constitución, hasta tanto no se solucionara el tema del gobierno. La ocupación de los portugueses de la Banda Oriental despertó el descontento general en las potencias europeas, que veían con malos ojos el avance lusitano en América. Las principales potencias del viejo mundo bregaban para que España hiciera un pacto con los territorios ultramarinos y estableciera monarquías regidas por reyes españoles. Pero para los americanos no era esta una solución, puesto que tenían miedo –y con razón- de que Fernando VII no aceptara la independencia y se cayera nuevamente en un régimen colonial. Francia, temía que los territorios americanos consiguieran su independencia y quedaran dentro de la orbita exclusiva de Inglaterra, lo que traería perjuicios comerciales para todas las demás potencias. Además tenía miedo también de que se formaran gobiernos republicanos. Ante las dilatadas discusiones del congreso de las Provincias Unidas, creyó oportuno que España recuperara sus antiguas colonias. La solución era entonces reconocer

120 Colombres volvió a Tucumán en 1821, fecha en la que instaló el primer trapiche dando inicio a la industria azucarera. Su vida política será igualmente intensa a lo largo de sus años en la ciudad de San Miguel. Participó en la Legislatura durante la breve República de Tucumán impulsada por el Gobernador Aráoz, donde reanudó los contactos con Pedro Miguel Aráoz ferviente defensor de su pariente y redactor de “El Tucumano Imparcial”, diario de la época. Luego de que Bernabé Aráoz fuera fusilado, en 1824, Colombres se retiró de la vida pública. Sin embargo, apoyó a Lavalle y a Lamadrid en su enfrentamiento con Quiroga, lo que le valió el encarcelamiento una vez que “el tigre de los llanos” entró en la Provincia de Tucumán. Pero no terminó allí su periplo, sino que estando Rosas en el poder se manifestó abiertamente en su contra, hecho que le valió el exilio. Fue así que hasta 1853 no pudo regresar a su ciudad natal, viviendo con las comunidades indígenas cercanas a Tupiza, donde se dedicó a la instrucción de sus habitantes. Cuando volvió a Tucumán, fue Ministro del Gobernador Piedrabuena y recibió la noticia de que había sido designado como Obispo de Salta. Mientras esperaba que llegara la epístola que confirmaba tan honorable nombramiento, su vida se apagó. En cambio Molina, si llegó a ser Obispo de Salta, desde 1836 hasta que falleció dos años después. Su vida estuvo caracterizada por la intensa participación en la vida pública y política de Tucumán. Participó en la Sala de Representantes, donde se pueden apreciar sus dotes de orador y su carisma. Su actividad política y literaria no cesó hasta el día de su fallecimiento. En 1822 escribió una “Canción Lúgubre” en donde Buenos Aires, como si fuera una ninfa se queja ante Júpiter por la decadencia política en la que vivía la “nación”. En la Lira Argentina de 1824 encontramos un escrito de él “La Jornada de Maipú”. También editadas en Buenos Aires, en la Imprenta de los Niños Expósitos, encontramos Villancicos y Pastorales de navidad. El Obispo Molina fue uno de los primeros poetas en el Río de la Plata. Tuvo un estilo ambuloso y lleno de alusiones a la mitología, lo que según algunos críticos, restó valor a sus composiciones más ambiciosas.

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la independencia de las Provincias Unidas y establecer gobiernos monárquicos constitucionales. Surgió entonces la candidatura del Conde De Luca para gobernar el Río de la Plata. En 1818 Pueyrredón envió a José Valentín Gómez a Francia para iniciar las tratativas. La propuesta era coronar al Conde, sobrino de Fernando VII, con Francia como mediadora y protectora de los derechos de los rioplatenses frente a los españoles. Cuando se trató este proyecto en el congreso, se impuso como una condición, que las provincias unidas iban a reconocer como monarca al Conde De Luca, bajo la constitución política que tenían jurada, a excepción de aquellos artículos que no fueran adaptables a una forma monárquica hereditaria de gobierno. Asimismo, hacían hincapié en la necesidad de conservar la religión católica, porque poder espiritual y temporal se necesitaban e implicaban mutuamente121. En 1818 ambos diputados tucumanos tuvieron que renunciar a su banca. Thames lo hizo primero, por estar gravemente enfermo. Y unos meses después Aráoz hizo lo suyo, por iguales razones. Ambos presentaron la renuncia acompañada de cartas de médicos que certificaban el delicado estado de salud de ambos. El 12 de noviembre de 1819 se reunieron los diputados en sesión secreta para tratar los puntos sobre los cuales iban a basarse las negociaciones para aceptar la instauración de una monarquía constitucional en el Río de la Plata. En esta reunión se estableció conseguir el consentimiento de las cinco altas potencias de Europa y aun de la misma España para la entronización del Conde. Asimismo se establecía que éste debía contraer matrimonio con una princesa del Brasil, teniendo como fin la renuncia a todas sus pretensiones sobre los territorios que poseía la España. Como tercera cláusula se establecía que Francia se comprometía a asistir al monarca en cuanto necesite para afianzar la monarquía en el espacio que debía comprender todo el territorio del ex virreinato del Río de la Plata, que incluía los territorios de Charcas, Paraguay, la Banda Oriental y las provincias unidas. Las provincias iban a reconocer al nuevo monarca sin cambiar sus constituciones, siempre que fueran compatibles con el sistema monárquico de gobierno. Este proyecto no iba a llevarse a cabo en caso de que Inglaterra no mirara con buenos ojos la entronización del Conde De Luca122. Sin embargo, Fernando VII no estaba dispuesto a negociar con los territorios “insurrectos” a los que aspiraba a reconquistar, bajo el régimen colonial. En el Congreso de Aquisgrán de 1818, las principales potencias habían propuesto el establecimiento de monarquías constitucionales en América. Pero el proyecto no contó con la fuerza necesaria para que se llevara a cabo de manera definitiva. Las negociaciones para la entronización del Conde De Luca encontraron un territorio rioplatense convulsionado: luchas facciosas, disputas interprovinciales, un marcado centralismo porteño, la ocupación portuguesa a la Banda Oriental y la presencia de los caudillos en el litoral. La constitución redactada en 1819 tiró por tierra el intento de conformar una unión entre los territorios del Río de la Plata. A partir de 1820 se abrió el proceso de conformación de las autonomías provinciales, al tiempo que dejaba de existir un Poder Central. Durante el gobierno de Sarratea, después del fracaso del proyecto monárquico, se inició un proceso a todos aquellos que se habían pronunciado a favor de esta forma de gobierno.

121 SALAS, Rubén Darío Lenguaje…cit. 122 RAVIGNANI, Emilio Documentos…cit. Sesión Secreta del día 12 de noviembre de 1819, pág. 576 y 577

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Malabia, en su defensa de las acusaciones de alta traición por defender el monarquismo, expresó que en las instrucciones que tenía, expresamente le encargaban que promoviese con la eficacia posible la conservación de la religión católica del Estado y el establecimiento de una monarquía constitucional123. La crisis de la monarquía inaugurada en 1808 continuó en el Río de la Plata, plasmada en un enfrentamiento entre dos tendencias contrapuestas a la formación de un Estado. El debate se centró, sobre todo, en torno a dos formas de gobierno: la monarquía y la república. En este sentido, Noemí Goldman plantea que, en el Congreso de 1816 cuando se plantea la conveniencia o no de redactar una constitución, hay un impedimento y es el mandato imperativo que llevan cada uno de los Diputados. Y las ciudades se encontraban divididas respecto a la forma de gobierno a adoptar124. Además en el supuesto caso de que se estableciera la forma de gobierno monárquico, la autora se pregunta a quién entregar el trono. Ante esto, solo caben dos posibilidades, o a un príncipe extranjero o a un nativo –como lo postuló Belgrano-. En el primero de los casos cabría la posibilidad de que el príncipe se introdujese en estas tierras con acuerdo de las potencias extranjeras, o bien que él lo fuera de una potencia lo suficientemente poderosa que pudiera otorgar el máximo grado de pacífica prosperidad a sus nuevos súbditos. Como esta situación ideal estaba lejos de poder cumplirse en el Río de la Plata, la opción era coronar a un natural125. Y aquí comenzaban nuevamente las discusiones de la conveniencia o no de un descendiente de los incas.

Consideraciones finales A través de estas páginas intentamos mostrar, de alguna manera, la vida de algunos de los principales religiosos seculares que tuvo la Vicaría Foránea de San Miguel de Tucumán. Analizamos los sitios donde se formaron, las relaciones que pudieron entablar en esos años, algunas de las lecturas a las que tuvieron acceso, y fundamentalmente vimos cómo su rol de intermediarios, se vio modificado a partir de 1810. Desde la llegada de los españoles a América, la disputa entre seculares y regulares tomó como excusa que los regulares admitían pocos aspirantes criollos. Dado el valor estratégico del estamento clerical, el acceder a un beneficio significaba también la acumulación de poder político y social, y los criollos comenzaron a reclamar un lugar en la Iglesia. A los criollos les resultó más fácil recorrer la carrera eclesiástica en el clero secular que en el regular, siempre más exigente126. Sin embargo, la preeminencia de las órdenes religiosas sufrió un embate con la llegada de los Borbones al trono español. De la mano del regalismo los monarcas, uno tras otro -y con mayor intensidad Carlos III- intentaron desplazar a los regulares de ese lugar de privilegio. Esto trajo aparejada una mayor valoración hacia los seculares, quizá también influenciados por la estrecha relación que existía, desde hacía varios siglos, entre la corona y la Iglesia. La expulsión de la compañía de Jesús principalmente, fue el puntapié que permitió a los seculares cobrar mayor importancia y protagonismo dentro de la sociedad. Los espacios y

123 PÉREZ GUILHOU, Dardo Las ideas monárquicas…cit. 124 GOLDMAN, Noemí “El concepto de “constitución” en el Río de la Plata (1750- 1850) en Araucaria Revista Iberoamericana de filosofía, política y humanidades, año 8, n°17- 1° semestre de 2007 125 GOLDMAN, Noemí “El concepto…cit. 126 PEIRE, Jaime, El taller…cit.

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actividades que habían sido cubiertas por la Compañía, quedaban ahora, en cierta medida, en manos de los sacerdotes. Este cambio del rol dentro de la sociedad se hizo más visible y se profundizó con la crisis de la monarquía española en 1808. Herederos de una cultura que buscaban mantener y proteger, los sacerdotes se erigieron como las figuras indicadas para participar en forma activa en la actividad política. El sacerdocio fue una de las opciones profesionales de los jóvenes hijos de las familias privilegiadas y, por lo tanto, portadores de una formación intelectual admirable. En el contexto de una sociedad con un altísimo porcentaje de analfabetos, los sacerdotes fueron los letrados elegidos para tomar las decisiones en un periodo de grandes cambios. Los sacerdotes buscaron reacomodarse ante la nueva situación de guerra, crisis política, ruptura de los lazos con España, crisis del ejercicio del Patronato y la consecuente incomunicación con Roma. En consonancia con los cambios acaecidos a partir de 1810, la relación de la feligresía con los clérigos también se vio modificada. Su posición de intermediarios sociales, nexos entre la grey y la vida pública y política, también sufrió variaciones. A partir de entonces los sacerdotes cobraron una especial relevancia en la arena política, en el periodismo, la literatura, los ejércitos, las legislaturas provinciales y los congresos constituyentes Por esto mismo vemos que no fue casual que la mayoría de los diputados en el Congreso General Constituyente, reunido en Tucumán, fueran sacerdotes o religiosos. En este sentido, la defensa que éstos hicieron de la forma monárquica de gobierno, creemos que estuvo estrechamente relacionada con la religión católica y con intentar buscar mantener una cultura y una tradición. Sin desconocer también que el afán de no perder lugares de privilegio, ganados justamente por la investidura religiosa y avalados por la corona, marcaron de alguna forma el accionar de algunos de ellos127. Vemos entonces que en su gran mayoría, las veces que se ponía en discusión la forma de gobierno en las sesiones del Congreso, al hablar de la conveniencia de la monarquía, se hacía hincapié en argumentos religiosos, citas bíblicas y en comparaciones de la vida de Jesús con los acontecimientos en el Río de la Plata. Pero esto no era nuevo, ni en la tradición española ni en el Río de la Plata revolucionario. La alusión a personajes bíblicos, como los Macabeos, la comparación con la vida de Jesús, la utilización de la imagen de la Virgen como patronas de los ejércitos; fueron constantes en los sermones y oraciones patrióticas que se elevaban desde el estallido revolucionario. De hecho, la práctica religiosa cumplió una importante función política y sociológica en la acción guerrera en el ceno de la contienda americana por la independencia. Una cultura religiosa- militar se fue creando con el uso en la guerra de las advocaciones marianas como protectoras y patronas. La magnitud de las guerras de independencia y la necesidad de legitimación de la causa, entre dos bandos que pertenecían a la misma cultura, amplificó

127 Quizá un dato importante que nos ayude a entender la estrecha relación entre los sacerdotes y su defensa del proyecto monárquico de gobierno, sea el de que ciertos puesto que se desempeñaban en el cabildo o en la vida de la ciudad, como ser el de Fiel Ejecutor o de Juez de diezmos y comisario de cruzada, eran nombrados por el Rey. La monarquía y la Iglesia se necesitaban mutuamente, se legitimaban mutuamente. En el orden de cosas establecido, en una sociedad que dentro de los vertiginosos cambios que se producían, seguía mostrando grandes continuidades, la defensa del sistema monárquico de gobierno, de carácter liberal y donde se respetaran las autonomías, era el mejor de los sistemas políticos a adoptar. No olvidemos que muchos de los sacerdotes tucumanos y muchos de los familiares de estos gozaron de los beneficios de los títulos y puestos otorgados por la Corona.

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esta dimensión. Las patronas se convirtieron en “Generalas” de los ejércitos enfrentados y hasta “estuvieron presentes” en el campo de batalla128. Vemos también en relación con las discusiones del Congreso, que la alusión religiosa no venia sólo de la mano de aquellos que bregaban por la monarquía. Muchos de los que estaban en contra de la erección de este tipo de gobierno, también utilizaron la religión para argumentar su posición. “…el pueblo de Israel no quiso escuchar los avisos del Profeta Samuel y dijeron: no importa; tendremos Rey como lo tienen las demás naciones. Esta es la misma razón que se da para elegir un Rey entre nosotros. “La Europa toda está por monarquías constitucionales…”129 Esto nos muestra a las claras la importancia que la religión católica y los sacerdotes, tenían en la sociedad rioplatense. Quienes se inclinaron a favor de un gobierno monárquico, lo hicieron, sobre todo, por el lugar que ocupaban los sacerdotes en la sociedad. Creemos que la actitud demostrada en las sesiones del Congreso, se debió en gran parte a la necesidad de desplegar un mecanismo de “conservación” de una tradición católica arraigada a las sociedades de Antiguo Régimen que lentamente iban transitando el periodo de cambio. En ciudades como San Miguel de Tucumán, donde el porcentaje de alfabetos era bajísimo, sacerdotes como Aráoz, Thames, Colombres y Molina ocuparon espacios de vital importancia, no sólo por su investidura sacerdotal, sino por ser letrados. Los sacerdotes tenían la capacidad de “controlar” a la comunidad de fieles desde el púlpito y de involucrarse con ellos en la plaza, lugar de encuentro común130. Incluso los sermones, la eucaristía y la confesión, cumplieron un papel “docente”131 La religión y los sacerdotes fueron una parte integral de la cultura política colonial. Proporcionaron un núcleo a la autoridad, una cosmovisión para el orden humano en una sociedad donde el pensamiento recurría a la confesión, a la salvación y a un marco institucional. Los proyectos de coronación de un inca o de un príncipe extranjero fueron debatidos en el contexto de la vuelta de Fernando VII al trono, donde se había buscado en cierta forma, el reconocimiento de la independencia política de las Provincias Unidas. Diego León Villafañe, jesuita que tras la expulsión de la Compañía pudo permanecer en Tucumán, es una clara muestra de lo expuesto hasta aquí. Su adhesión a la coyuntura revolucionaria se entendía sólo en relación a la religión. En su correspondencia con el Deán Funes decía “…yo no tengo por amante verdadero de esta nuestra América, sino a quien ama y protege la Religión Católica, y este me parece es el sistema de Goyeneche…”132

128 ORTEMBERG, Pablo, “Las Vírgenes Generalas…cit. 129 Escrito anónimo publicado en el periódico “La Crónica Argentina” publicado en CHIARAMONTE, José Carlos, Ciudades…cit. 130 DI STEFANO, Roberto, El púlpito y la plaza: clero, sociedad y política de la monarquía católica a la república rosista, ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 2004 131 DI STEFANO, ROBERTO, “Religión y culturas…cit. 132 FURLONG, Guillermo, “Diego León Villafañe y sus cartas referentes a la Revolución Argentina” en Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Año XXXVII. N° XXXI, Buenos Aires, 1960, pág. 100.