El Color Del Hielo

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Infantil

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    El color del hielo Waldemar Fontes1

    Escribe desde la dcada de 1980, habiendo publicado varios artculos profesionales

    en medios escritos y en internet En 1992, obtuvo una mencin en el Premio Anual

    de Literatura Infantil y Juvenil organizado por la Editorial Amauta y auspiciado

    por el Ministerio de Educacin y Cultura.

    Tiene publicado en Internet su Diario de anotaciones personales, sobre la Misin

    de Paz de la ONU en Rwanda en 1994.

    Ha colaborado con el Proyecto Races en la realizacin de crnicas sobre la memo-

    ria del barrio de Coln, en febrero de 2006.

    Public su primer libro El Pjaro de los Hermosos Colores en diciembre de 2006.

    Es Teniente Coronel de Infantera del Ejrcito Nacional, habiendo prestado servi-

    cios en el Batalln de Infantera N7, el Batalln de Infantera Paracaidista N 14,

    en el Estado Mayor del Ejrcito y en el Comando de Apoyo Logstico, en los Servi-

    cios de Transporte y de Material y Armamento.

    Ha participado en Misiones de Paz de la ONU, como Observador Militar en

    Rwanda (1994) y Sahara Occidental (1995-96) y como Comandante de Compaa

    en el Batalln Uruguay IV en la R.D. Congo, en 2002-03.

    Ha cursado estudios de la carrera de Analista Programador y ha sido instructor de

    la Escuela de Operaciones de Paz del Ejrcito desde 1998.

    Es diplomado en Preservacin del Medio Ambiente en la Escuela de Ingeniera

    del Instituto Militar de Estudios Superiores y ha sido Jefe de la Base Cientfica

    Antrtica Artigas en las campaas 1999-2000 y 2006-2007.

    Actualmente presta servicios en el Instituto Antrtico Uruguayo.

    El Cuento El Color del Hielo que da nombre a este libro, obtuvo la Seguda Men-

    cin en el 6 Concurso de Cuento y Poesa, organizado por la Casa de la Cultura de

    la Intendencia Municipal de San Jos en 2008.

    Email: [email protected]

    Blog: http://lodewafo.blogspot.com

    Ao Polar Internacional 2007 - 2008

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    PROLOGO

    La presente obra nace de la pluma de nuestro muy apreciado amigo y

    colega, el expedicionario antrtico Waldemar Fontes, aquilatando en

    su escritura el profundo afecto y respeto que ha cultivado por la

    Antrtida en los largos y activos aos como Jefe de la Base Cientfica

    Antrtica Artigas.

    El Doctor Roberto Puceiro, un querido pionero antrtico uruguayo,

    define a este continente deshabitado como el de los ms; ms remoto,

    ms fro, ms seco, ms ventoso, ms desrtico.

    Quienes hemos tenido la oportunidad de estar en el austral Continente

    Blanco, cuyo conocimiento mtico aparece ya teorizado en la poca

    antigua, permanecemos ligados a l de por vida con esa magia

    especial que transmite su naturaleza nica, enriquecindonos

    intelectualmente y gratificndonos personalmente con una

    singularidad que impone su grandeza sobre la dimensin humana. El

    hombre es capaz hoy da de conocer sus elementos naturales y

    adecundose a sus leyes, procura una nueva convivencia a travs de la

    nica solucin posible a travs de la conservacin y supervivencia del

    medio ambiente.

    La edicin de este libro mediante el relato narrativo novelado, que

    describe de manera amena para el joven lector diversos aspectos

    interesantes de sus caractersticas naturales y su interaccin con el ser

    humano, se realiza en una coyuntura muy importante para la

    Antrtida, en momentos que se cumplen 50 aos del Ao Geofsico

    Internacional 1957-1958 el cual diera lugar en 1959 al Tratado

    Antrtico. El Tratado Antrtico establece un rgimen de cooperacin

    internacional basado en la ms amplia libertad de investigacin

    cientfica que constituye un verdadero ejemplo de experiencia

    comunitaria con fines pacficos. Efectivamente, un instrumento

    complementario, el Protocolo al Tratado Antrtico sobre la Proteccin

    del Medio Ambiente, designa a la Antrtida como reserva natural

    consagrada a la paz y la ciencia.

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    En estos momentos que estamos celebrando un nuevo Ao Polar

    Internacional, desarrollado entre el 2007 y el 2008, se est impulsando

    un extenso programa de investigaciones multidisciplinarias sobre las

    regiones polares involucrando un gran nmero de naciones entre las

    cuales participa nuestro pas y que adems de promover la proteccin

    del medio ambiente ante los grandes cambios provocados por el

    calentamiento global, alienta la formacin de las nuevas generaciones

    de cientficos polares.

    Hoy, en pleno siglo XXI, esperamos que estas lneas escritas con

    mucho sentimiento por nuestro amigo Waldemar Fontes, contribuyan

    a despertar el inters de muchos jvenes por la Antrtida y el cuidado

    de su medio ambiente, futuros hombres y mujeres que alentados a

    descubrir los secretos que an encierra este continente helado,

    contribuirn con su conocimiento y dedicacin al desarrollo humano y

    social autosustentable de las futuras generaciones.

    El color del hielo Waldemar Fontes

    C/N (CG) Aldo Felici

    Consejero y Oficial de Medio Ambiente

    Instituto Antrtico Uruguayo

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    Dedicado a los nios de hoy, futuros

    expedicionarios antrticos, para quienes

    preservamos este continente helado.

    Waldemar Fontes

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    INDICE

    El Color del Hielo

    Ladislao el perrito polar

    Marosa La Foca Curiosa

    Pinguinos de colores

    Viendo soar a Gastn Daniela Pita

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    Este cuento obtuvo la Seguda Mencin en el 6 Concurso

    de Cuento y Poesa, organizado por la Casa de la Cultura

    de la Intendencia Municipal de San Jos en junio 2008.

    Beatriz era una artista que estaba en la Antrtida estudiando

    los paisajes helados para pintar cuadros.

    Haba llegado hasta all a travs de un concurso en donde se

    invitaba a los artistas a presentar ideas sobre cmo pintar un

    edificio nuevo que se haba construido y ella haba planteado

    una original propuesta de pintarlo con soles y lunas, estrellas y

    pinginos en una combinacin de colores y formas que haba

    encantado a los miembros del jurado.

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    La artista era joven y llena de curiosidad. Su proyecto le pareca fcil de llevar a la

    prctica, pero cuando estuvo enfrentada a la pared blanca que deba pintar no

    estuvo tan segura.

    En su mente haba creado una imagen basndose en los colores que ella crea que

    eran los del hielo y la nieve.

    Nunca antes haba estado en un lugar con nieve y ella pensaba que la nieve era

    blanca y el hielo tambin.

    Pero cuando estuvo en la Antrtida y se encontr con el enorme tmpano azul que

    descansaba en la baha frente a la base, su concepto del color del hielo, cambi por

    completo.

    El mismo tmpano, que cuando lleg era azul, al atardecer fue rosado y amarillo y

    violeta. La combinacin de colores que surga por la incidencia de la luz del sol

    creaba efectos increbles y Beatriz se maravill.

    Pregunt a unos y otros, en su concepto cul era el color del hielo? y comprob

    que en realidad nadie lo poda definir.

    Los ms distrados, que vivan solo pensando en su trabajo, la miraban extraados

    y le decan burlndose, -el hielo es blanco, de que otro color va a ser?

    -Ac todo es blanco. Lleg a decirle uno que seguramente nunca se haba detenido

    a mirar un atardecer.

    Entre los cientficos, encontr una respuesta diferente. Un glacilogo le dijo que

    existan diferentes tipos de hielo, cuyo color variaba de acuerdo a la edad, la com-

    posicin y los sedimentos que contuviera. As le explic por ejemplo quee xista el

    hielo gris que era un hielo muy viejo, que estaba tan comprimido por los aos y las

    presiones a que fue sometido y por eso adquira ese color.

    Otro glacilogo, le dijo que incluso exista el hielo negro y Beatriz lo pudo compro-

    bar cuando fue al glaciar y observ trozos de hielo que contenan piedras y tierra

    que venan siendo arrastradas quien sabe de donde y que quedaban si, de

    color negro.

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    Todas estas respuestas las iba anotando en un cuaderno y las analizaba.

    Ya se estaba aburriendo de esas respuestas monocromticas cuando un seor que

    haca el monitoreo ambiental de la base, le dijo: -El color del hielo se aprecia segn

    con los ojos con que se mire.

    Esa respuesta le interes ms. Entonces el seor explic: - Tambin influye nuestro

    estado de nimo y lo que estamos pensando cuando miramos el hielo.

    La invit entonces a ponerse las antiparras que l usaba, que tenan un visor ama-

    rillo y observar el tmpano que an estaba en la baha.

    Beatriz comprob que el matiz del azul se vea diferente mirando a travs de ese

    vidrio que a travs de sus lentes negros.

    -Tiene razn, dijo Beatriz. -El color de las cosas es diferente segn el color del cris-

    tal con qu se mire.

    -Eso es un viejo dicho. Me alegra que lo hayas descubierto por ti misma.

    Beatriz se ri. Estaba contenta porque segua descubriendo matices de color .

    El seor se puso de nuevo sus antiparras amarillas y se despidi diciendo: -No te

    detengas, sigue buscando y descubre el verdadero color del hielo.

    Toda esa tarde pas Beatriz observando los tmpanos y revisando las notas de su

    cuaderno. En su cabeza, una paleta de colores giraba sin detenerse. En cada color

    que imaginaba, poda ver un trozo de hielo y sin embargo ninguno tena el color

    que ella buscaba para sus cuadros.

    Al da siguiente vena un avin que traa carga y se llevaba a muchos de los que

    haban estado trabajando en la base esa semana.

    A partir del momento en que el avin se fuera, comenzaba el verdadero trabajo de

    Beatriz. Haba pasado una semana investigando y analizando y ahora deba pon-

    erse a pintar el edificio con el diseo elegido por el jurado.

    Cuando por fin la base qued tranquila, con poca gente y mucho por hacer, Beatriz

    se instal frente a la pared blanca.

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    Un ayudante que le haban asignado, tena la tarea de preparar un andamio y

    ayudarla en lo que fuera necesario. Pero Beatriz no saba por donde empezar.

    Tena el diseo s, pero no se decida por el color del hielo y eso le perturbaba.

    El jefe de la base, se comenz a poner impaciente, puesto que como mximo se

    podra trabajar durante el mes de enero, porque luego los das se acortaban y el mal

    tiempo comenzaba de nuevo a hacer de las suyas.

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    Haba que comenzar la obra cuanto antes. Beatriz comprenda eso. Se jugaba

    adems su prestigio como artista. Su obra terminada, podra ser apreciada por

    mucha gente. Si no aprovechaba esa oportunidad, tal vez nunca tuviera otra.

    La dotacin de la base la estimulaba e incluso de las bases vecinas le hacan suger-

    encias.

    Visit las bases de China, de Rusia y de Chile, comparando colores y paisajes, pero

    el color que buscaba, segua sin aparecer.

    Hablando con un glacilogo ruso, Beatriz se enter de que era posible adentrarse

    en las entraas de los glaciares por cuevas y grietas. Es ms, el glacilogo le ofreci

    descender al glaciar por una grieta que estaba estudiando muy cerca de all.

    Por supuesto que nuestra artista acept la oferta; no poda perder esa oportunidad.

    Avis al jefe de la base, sobre su plan de visitar el interior del glaciar y luego de

    recibir un montn de recomendaciones sobre los cuidados y las medidas de seguri-

    dad que debera respetar, el jefe le dio el permiso.

    Descender por una grieta no es nada fcil. Se requiere equipo de escalada, cuerdas,

    zapatos con pinchos, un buen estado fsico y alguien especializado en esos descen-

    sos que dirija la actividad.

    El glacilogo ruso se encarg de preparar todo y ayud a Beatriz a equiparse.

    Cuando estuvo lista, la gui a pararse en el borde de la grieta y la lanz al vaco.

    Por un segundo, Beatriz qued suspendida hasta que sus pies tocaron la pared

    congelada. Otro glacilogo, haciendo de gua la esperaba adentro y le explic como

    moverse.

    All mir hacia arriba, lo vio al amigo ruso que le hizo una sea con el pulgar, tom

    impulso de nuevo y descendi al interior del pozo que se haca cada vez ms ancho,

    hasta ver el agua que corra debajo de ella, buscando una salida al mar.

    All qued suspendida, como una liblula adentro de un botelln y comenz a

    observar.

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    Hasta el momento su preocupacin haba sido sujetarse de la cuerda y controlar

    esa sensacin de vaco en el estmago mientras descenda al pozo. Pero ahora que

    estaba suspendida y segura, pudo apreciar la maravillosa vista de aquella caverna

    helada.

    El hielo tena colores de azul intenso que se hacan ms oscuros y fuertes a medida

    que se adentraban en las profundidades. Tambin haba celestes que tendan al

    blanco cuando se acercaban a la boca del pozo.

    El color pareca emitir vibraciones. Era como una reverberacin que inundaba sus

    ojos, haciendo insoportable el querer definir un color preciso.

    Como un velo de vibracin se formaba delante de sus gafas y si las quera apartar

    con las manos, estas no se iban; seguan all.

    En busca del verdadero color del hielo, Beatriz mir hacia arriba y vio que se

    formaba un arco iris. Lo vio por un instante, tal vez formado por el vapor de su

    respiracin que se elevaba y el cruce de un rayito de sol que entr por el hoyo.

    Cuando mir de nuevo hacia arriba ya no lo pudo ver, pero tampoco lo crey nece-

    sario. Pens que haba descubierto lo que buscaba y se dijo que no necesitaba ver

    ms.

    Le grit al gua para que la ayudara a subir y comenz el ascenso.

    El glacilogo le pregunt curioso si por fin haba encontrado la respuesta a su pre-

    gunta, y Beatriz le dijo que si, pero que an no saba como decirlo con palabras.

    El glacilogo comprendi lo que la joven senta y le cont que l mismo, cada vez

    que bajaba a las profundidades del glaciar, descubra nuevas respuestas para las

    mismas preguntas, dejando a nuestra artista con ms dudas que antes de bajar.

    Beatriz volvi a la base. El jefe y otros integrantes de la dotacin la esperaban con-

    fiados de que por fin habra obtenido el color que buscaba y podra empezar su

    pintura, pero bast ver su cara de desconcierto para darse cuenta que la respuesta

    no haba aparecido an.

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    Esa tarde, un grupo de coreanos visit la base y entre conversaciones en ingls,

    espaol y seas antrticas, surgi eltema de la pintura de Beatriz.

    Uno de los coreanos, que adems de bilogo era msico, coment algo acerca de la

    msica de las esferas, comparando la secuencia de las notas musicales con diferen-

    tes vibraciones que coincidan con una escala de colores que bien podra interpret-

    arse como el arco iris que se forma al pasar un rayo de luz blanca sobre un cristal.

    El comentario circul en la conversacin solo como un aporte, que no todos com-

    prendieron y siguieron hablando de temas variados, preguntndose cosas de la vida

    de cada uno, comparando como las diferencias culturales en realidad no eran tales

    y las mismas cosas se sentan igual aunque las personas vinieran de diferentes

    partes del mundo.

    Pasaron los das y era 7 de enero. El jefe la llam a Beatriz a su oficina y le explic

    que lo haban llamado desde Montevideo, preguntando como iba la obra.

    Al enterarse de que an no haba comenzado a pintar le dieron un ultimtum. Si

    dentro de 3 das no hay algo coherente en marcha, pintaremos todo el edificio de

    rojo y traeremos a la pintora de regreso a casa.

    -Habr un vuelo en estos das y un periodista viene con la intencin de hacerte un

    reportaje sobre tu obra. Explic el jefe.

    -Pero si en tres das no tienes algo listo, cancelarn la entrevista y en lugar de venir

    el periodista, te irs t. Dijo terminante, hacindose eco de la resolucin de Monte-

    video.

    Beatriz sali descorazonada. Su esperanza de ser un da una artista reconocida se

    esfumaban y no vea como encontrar inspiracin para su obra.

    Beatriz se par frente a la blanca y enorme pared. Su asistente tena prontos los

    andamios y los materiales para empezar el trabajo ya.

    El meteorlogo se acerc hasta el lugar y anunci: -Tenemos por delante los tres

    mejores das del verano. La presin est subiendo y se esperan unas condiciones

    meteorolgicas nicas, ideales para pintar un cuadro al aire libre, dijo con

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    picarda. La doctora, tambin se acerc y puso msica en su celular, para ayudar a

    Beatriz a encontrar inspiracin, mientras le mostraba en la pantallita un video clip,

    donde los colores estallaban al ritmo de la msica.

    Desde los distintos edificios de la base, la dotacin la miraba y le gritaban cosas

    dndole nimo.

    En la baha, navegaba un crucero rumbo a la base. Por la radio, el jefe anunci que

    tendran turistas de visita por la tarde.

    Habra mucho movimiento y esa efervescencia por fin motiv la inspiracin de

    Beatriz.

    Era comn que despus de varios das de mal tiempo, al salir el sol de nuevo, un

    ritmo febril y una onda de buen humor inundaran la vida de las bases antrticas,

    as que habra que aprovechar ese momento.

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    Beatriz se subi al andamio y comenz a trabajar. Para cuando desembarcaron los

    turistas del crucero que fonde en la baha, ya se poda apreciar un bosquejo de la

    obra que Beatriz realizaba.

    Los turistas la fotografiaron de todos los ngulos y le preguntaron mil cosas a Beat-

    riz. Alguno hasta le dio una tarjeta ofrecindole para pintar una casa en Europa con

    un motivo similar y otro prometi que volvera a visitar la base Artigas, cuando la

    obra estuviera culminada.

    Beatriz se sinti halagada, pero a la vez comprob que el desafo era ahora mayor.

    Los das eran muy largos y la noche no exista en esta poca del ao. Eso sumado al

    buen tiempo, fue una oportunidad nica para avanzar velozmente en el diseo de la

    obra.

    Era medianoche cuando la tuvieron que hacer bajar del andamio, para que comiera

    algo y descansara un poco.

    Beatriz no quera pero la doctora y el jefe la convencieron luego de explicarle que

    con lo que podan ver, ms los comentarios tan favorables de los turistas, ya haba

    motivos suficientes para rever la decisin de cancelar su obra.

    Beatriz ya no estaba preocupada por eso ahora. La inspiracin se haba apoderado

    de ella y simplemente ya no poda detenerse.

    Despus de comer, durmi un rato y a las cinco de la maana estaba de nuevo

    sobre el andamio. Cuando el resto de la dotacin comenz sus tareas, la obra haba

    tomado forma realmente.

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    Ya se poda apreciar el sol y la luna que entrelazadosbordeaban la puerta de

    entrada del edificio y sobre los costados se distinguan los paisajes antrticos con

    pinginos, focas, aves y tmpanos.

    Cuando vino el avin con los suministros, entre los relevos y los

    visitantes lleg el periodista. Le hizo un reportaje muy emotivo y se fue impactado

    por la forma en que nuestra artista haba representado el color del hielo.

    Cuando leyeron el reportaje en Internet, todos en la base se maravillaron de lo

    imaginativo que era el periodista, pues si bien la obra mostraba claramente soles y

    lunas, estrellas y nubes y muchas cosas ms, donde el periodista vio hielo, Beatriz

    haba pintado una lnea azul, con un arco iris ondulado del que salan notas musi-

    cales que se fundan con estrellitas y bolitas de color.

    La obra se hizo famosa y Beatriz fue a pintar la casa del turista europeo y expuso

    cuadros y fotos por todas partes del mundo.

    Beatriz se especializ en pintar temas antrticos, con aves volando sobre los tmpa-

    nos y mares con hielo flotando.

    El pblico admiraba sus obras y donde algunos vean hielos de color blanco, otros

    los vean matizados de violeta, rojo, amarillo o azul.

    Unos vieron caras, donde otros vean nubes y alguien encontr colores donde otros

    sentan msica.

    Beatriz fue una artista reconocida y ense a otros artistas a pintar como ella.

    Hasta hoy, cuando le preguntan, de qu color es el hielo? Beatriz dice que es de

    muchos colores y comienza a dar una larga explicacin, hablando de gases, de

    vibraciones y de la luz...; pero ella sigue buscando; porque an no lo encontr y en

    realidad no sabe como responder.

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    LADISLAO EL PERRO POLAR

    Ladislao fue el primer perro polar

    uruguayo.

    En realidad fue el primero y el nico,

    porque cuando Ladislao tuvo la opor-

    tunidad de llegar a la Antrtida, se

    estaba elaborando ya un acuerdo

    internacional que culmin con la

    expulsin de los perros y otros ani-

    males no nativos del Polo Sur.

    Se preguntarn quien fue tan cruel para expulsar animales de un continente que no

    tiene fronteras ni dueo, pero vayamos despacio.

    Hablemos primero de por qu Ladislao se transform en perro polar.

    Resulta que en 1984, Uruguay logr concretar un sueo largamente acariciado por

    gente que deseaba investigar y vivir en la Antrtida y por primera vez, envi una

    expedicin a instalar una base en una isla que se llama Rey Jorge o 25 de Mayo.

    Los primeros expedicionarios uruguayos, saban muy poco de cosas del polo,

    aunque haban estudiado y visitado incluso las bases de otros pases que ya estaban

    instaladas por all desde haca bastante tiempo.

    Como saban poco le pidieron ayuda a unos amigos de Chile, que haban instalado

    una base con aeropuerto y todo en la misma isla donde ellos queran instalarse.

    Llegar hasta all en avin, no era muy difcil si comparamos a cmo llegaron los

    primeros exploradores por el siglo XVIII, pero igual tiene sus dificultades.

    Estos uruguayos consiguieron un avin de la Fuerza Area Uruguaya y vinieron a

    visitar a los chilenos que estaban en la Isla Rey Jorge.

    Despus de pasear por los alrededores, en el verano de enero de 1984, encontraron

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    un precioso lugar, donde dijeron:- Ac instalaremos una base uruguaya y algn da,

    tambin habr uruguayos viviendo y trabajando en la Antrtida de manera

    permanente.

    Sin embargo, el avin que tenan era muy chico y no les permita cargar todo lo

    necesario para armar la base que imaginaron, as que se tuvieron que volver y

    pensar, cmo transformaran en realidad su sueo.

    Cuando estuvieron de nuevo en Montevideo, empezaron a planificar, hacer clculos

    y finalmente consiguieron apoyo.

    El plan sera, concentrar las cosas en Punta Arenas, Chile y desde all transportar-

    las en barco hasta la isla Rey Jorge.

    Claro, que tampoco eso fue fcil, porque cuando preguntaron por un barco uru-

    guayo para cruzar el peligroso mar de Drake, se dieron cuenta que en el pas, en ese

    momento no haba ninguno que estuviera preparado para eso.

    Entonces empezaron a juntar todas las cosas que ya haban conseguido, en unos

    galpones que les prest un cuartel de Infantera, mientras se ocupaban de conse-

    guir el barco que necesitaban.

    All fue que apareci Ladislao, un perrito comn, criado en los fondos del cuartel y

    acostumbrado a acompaar a la gente de infantera en sus marchas y en sus guar-

    dias.

    Era un perro aventurero, fuerte, simptico y que no se amilanaba por las dificul-

    tades, as que cuando se dio cuenta que los uruguayos preparaban una expedicin

    al polo sur, se dijo: -Esta no me la pierdo.

    Las cosas iban lentas en aquel depsito y un par de soldados de infantera fueron

    los custodios del material que se iba acumulando y se fueron transformando de a

    poco en parte de la futura expedicin, igual que Ladislao.

    Todas las semanas hacan una reunin para evaluar los progresos y ver que faltaba

    an y Ladislao particip de todos los eventos.

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    As se fue ganando un lugar y si hacan algo y faltaba Ladislao, siempre alguien se

    acordaba de l, lo llamaban y hasta que no estaba presente, no comenzaban la

    reunin.

    Un da ya sobre la primavera de 1984, el jefe de la expedicin anunci que haban

    conseguido un barco.

    Un buque chileno, que navegaba desde haca tiempo en los mares ms australes del

    mundo, llevara la carga uruguaya hasta la Isla Rey Jorge.

    Ese da hubo gran alegra en el grupo de expedicionarios polares y con mucha exal-

    tacin comenzaron a hacer planes de cundo se desplazaran hasta el sur de Chile y

    todo eso, cuando a alguien se le ocurri preguntar: -Y Ladislao? Acaso lo vamos a

    dejar ac?

    Los hombres quedaron en suspenso mirando al jefe, quien tomara la terrible

    decisin sobre la suerte del perrito.

    Pasaron unos segundos de angustia y Ladislao estaba con la cola entre las patas,

    imaginando que nunca conocera la Antrtida, cuando el jefe hizo su anuncio:

    -Ladislao ir con nosotros.

    Qu emocin sinti el perrito. Haban reconocido sus mritos y lo estaban incluy-

    endo en la expedicin uruguaya a la Antrtida.

    Eso era mucho ms de lo que pudiera imaginarse cualquier perrito cuartelero sin

    pedrigee.

    Cmo se iba a rer ahora de los perros ovejeros que pasaban el da entrenando en

    los caniles del cuartel. Pensar que ni lo miraban, porque l era un pobre perro calle-

    jero y ahora, ahora era un perro polar.

    Muy orondo, Ladislao se fue esa noche al fondo del cuartel donde se reunan algu-

    nos perros vagabundos a buscar comida y cont orgulloso su nueva tarea.

    Entonces, un perro viejo que conoca mucho del mundo, que haba vivido aos en

    el puerto y hasta se haba embarcado en algn barco pesquero, lo trajo a la reali-

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    dad.

    -Sabes que los perros polares viven el fro? Una vez convers con perro siberiano

    que vena en un barco ruso y me lo cont.

    -Yo estoy acostumbrado al fro, dijo seguro Ladislao. -Cuntas noches he dormido a

    la intemperie y amanecido con el lomo blanco de escarcha, acompaando a los

    soldados en las maniobras

    El perro viejo se ri. Esas heladas no son nada comparadas con el fro permanente

    que hace en la Antrtida. All, si no encuentras refugio para protegerte, te moriras

    congelado .

    -Los perros polares duermen enterrados en la nieve! Y eso har yo. Asegur Ladis-

    lao.

    Los otros perros se rieron, porque aunque nunca haban visto la nieve, saban que

    era muy fra.

    Pero lo peor de todo fue lo ltimo que dijo el perro viejo: Los perros polares tiran

    de un trineo y llevan pesadas cargas por los lugares ms difciles. T, con ese

    amao, jams podras tirar de un trineo

    Eso si que era algo que no poda cambiar. Ladislao se senta duro, como para

    soportar el fro durmiendo en una cueva de nieve, pero como hara para tirar de un

    pesado trineo, con su cuerpo tan pequeo. Adems, record las imgenes de un

    libro que tenan los expedicionarios. All se vea un tiro de perros, donde 10 vigoro-

    sos animales desplazaban un pesado trineo cargado hasta el tope.

    Hasta donde l saba, por ahora el nico perro de la expedicin sera l. As que

    Cmo hara para tirar l solo, uno de esos enormes trineos?

    Al otro da lleg como siempre al depsito de la expedicin. Los hombres tomaban

    mate y conversaban. Estaban haciendo el inventario para verificar qu faltaba.

    Ladislao observ atento como verificaban todo el material y se dio cuenta que no

    incluan trineos ni arneses para perros.

    El color del hielo Waldemar Fontes

  • Biblioteca Plan Ceibal

    20

    Como la expedicin se iba a desplegar en verano, aprovecharan el deshielo y por lo

    tanto no sera posible usar trineos, aunque quisieran. Tal vez si en invierno, pero en

    los meses de enero y febrero, no habra nieve suficiente para su empleo.

    Ladislao se puso contento. Sera un perro polar de verdad, un perro de las nieves y

    no un perro de tiro.

    En el mes de noviembre, todo estuvo pronto y los expedicionarios cargaron sus

    cosas en un avin que los llev a Punta Arenas. Ladislao, con una cuerda al cuello

    iba sentado muy orondo junto al jefe.

    El viaje en avin se realiz sin inconvenientes y en unas horas estuvieron en su

    primer destino, donde deban completar la carga y embarcar todo en el buque

    chileno.

    Las autoridades del aeropuerto les cedieron un pequeo hangar donde acondi-

    cionaron la carga.

    Ese lugar se transform en el centro de operaciones de los expedicionarios y qued

    en todo momento bajo la custodia de Ladislao. Porque, como le explicaron, si

    intentaba salir del aeropuerto, las autoridades sanitarias seguramente exigiran

    permisos y papeles que el perrito no portaba.

    En Punta Arenas completaron la carga y compraron un tractor.

    Cuando el buque estuvo listo para embarcar la carga de la expedicin, todo lo que

    estaba en el depsito, fue transportado al puerto en un viejo camin alquilado.

    Ladislao viaj escondido en una caja y se embarc disimuladamente en el buque,

    durante la noche.

    Al otro da, ya casi prontos para zarpar, el capitn el barco not la presencia del

    perrito, pero no hizo ningn comentario. Le gustaban los perros y era comn que

    llevara alguno en sus navegaciones.

    Cuando el buque zarp, Ladislao sinti una gran emocin. Se fueron alejando de la

    costa y el continente americano quedaba atrs. Su sueo de convertirse en perro

    El color del hielo Waldemar Fontes

  • Biblioteca Plan Ceibal

    21

    polar, se estaba haciendo realidad. Mas luego de seis horas de navegacin, el per-

    rito ya no se sinti tan feliz. El continuo movimiento del buque lo haba

    mareado y no saba donde meterse, pero tampoco poda echarse atrs, as que tuvo

    que encontrar fuerzas y acostumbrarse.

    Le quedaban por delante al menos 5 das de navegacin y ni siquiera haban

    entrado an al peligroso mar de Drake.

    En los ltimos das de noviembre, el buque chileno estaba a la vista de tierra.

    Haban llegado a las Shetland del Sur y al da siguiente estaran fondeando en la

    baha Fildes de la Isla Rey Jorge.

    Cuando el barco comenz la aproximacin a la baha, el Jefe de la expedicin uru-

    guaya seal a sus compaeros el lugar donde se construira la base: -All esta el

    glaciar Collins, dijo.

    Al pie del glaciar hay una planicie que en unos das quedar sin hielo. All constru-

    iremos nuestra base y la llamaremos Artigas.

    Ladislao, ladr con aprobacin. Le gust el lugar elegido, se vea tan bonito desde

    el mar

    Cuando el buque Piloto Pardo, que as se llamaba el barco chileno que trajo la

    primera carga para construir la base uruguaya, comenz la maniobra de fondeo, el

    sol brillaba dando la bienvenida a los pioneros y el perrito, que ya no se mareaba,

    caminaba ansioso por la cubierta.

    Haba muchas aves volando alrededor del barco y algunas eran muy agresivas.

    Eran las skas, unas aves marrones con pico fuerte que sobrevolaban la cubierta

    buscando algo que se pudiera comer.

    A Ladislao no le gustaron las skas, porque cada vez que lo sobrevolaban, paracan

    decir: - mmm, qu rico perrito para un almuerzo!

    El barco traa muchas cosas, adems de la carga uruguaya, as que apenas anclados

    frente a la costa, comenzaron la descarga.

    El color del hielo Waldemar Fontes

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    22

    En esta isla no haba un muelle donde el barco pudiera atracar, as que anclado en

    un lugar fijo y con el apoyo de una lancha ms pequea transportaron las cosas a la

    costa.

    Cuando comenz la descarga, Ladislao salt a la lancha decidido a ser el primer

    uruguayo en pisar tierra antrtica de esta expedicin.

    Fue as que viaj muy erguido sobre todas las cajas mirando atento la costa hasta

    que vio que poda saltar.

    Mientras la embarcacin varaba en la playa y los hombres arrojaban los cabos para

    asegurarla, el perrito salt como una flecha y efectivamente fue el primer uruguayo

    en tocar tierra de ese grupo pionero.

    Las skas que lo venan vigilando, le hicieron un vuelo rasante y asustaron al pobre

    perrito que no esperaba ese recibimiento.

    Los hombres se rieron y Ladislao los mir enojado resguardndose junto a las cajas

    que haban descargado.

    En varios viajes toda la carga estuvo en la playa. Haban desembarcado frente a la

    base rusa, llamada Bellinghausen y algunos rusos se acercaron a ayudar.

    El jefe y otros expedicionarios fueron hasta unos grandes galpones que les mostr

    un mecnico de barba rubia y all transportaron algunas cosas que necesitaban

    El color del hielo Waldemar Fontes

  • Biblioteca Plan Ceibal

    23

    quedar en lugar seco. La mayora de la carga qued a la intemperie en la playa y

    Ladislao no quiso irse de all. A los hombres le pareci bien y le dieron comida

    mientras ellos se fueron con los rusos que los invitaban a tomar algo adentro de la

    base.

    El perrito se estaba acomodando cuando sinti que lo rodeaban por todas partes.

    Se sorprendi pero no se asust.

    Empez a ladrar con furia y los invasores se detuvieron y lo empezaron a observar

    con curiosidad. Era un grupo de pinginos y venan a ver que era lo que estaba en

    la playa.

    Ladislao nunca haba visto un pingino antes y pens, si estos son como las skas,

    primero los voy a asustar yo. Y los sorprendi con una carga de ladridos mientras

    corra a su alrededor.

    Los pobres pinginos que tampoco haban visto un perro uruguayo antes, se asus-

    taron terriblemente y tropezando entre las piedras corrieron rumbo al mar en

    busca de salvacin.

    Ni uno solo qued en la playa, todos huyeron al agua y desde all asomaron la

    cabeza. Ladislao les segua ladrando mientras corra por la playa para ac y para

    all.

    Cuando se asegur que no quedaba ningn intruso, muy contento de su hazaa se

    fue a sentar en su lugar, a disfrutar la vista del mar con los glaciares de la isla

    Nelson que se vean en el horizonte al otro lado de la baha. -Esto si que es vida, se

    dijo.

    Despus de descansar un rato, los expedicionarios se prepararon a transportar la

    carga rumbo al lugar donde instalaran la base.

    Haban trado un tractor con ellos y lo usaron para viajar hasta el pie del glaciar

    Collins. Haba que subir unas montaas y el terreno era muy blando. El tractor se

    empantan y decidieron dejarlo all para luego con ayuda de los rusos sacarlo y

    llevar carga. Siguieron a pie hasta un gran lago que llamaron Lago Uruguay y desde

    all parados sobre un cerro, admiraron el lugar elegido para la base.

    El color del hielo Waldemar Fontes

  • Biblioteca Plan Ceibal

    24

    EL glaciar Collins se extenda imponente ante su vista y a sus pies haba una amplia

    extensin de tierra casi sin hielo, con partes planas como formando escalones que

    descendan hasta la costa.

    Los hombres estaban embelesados con el lugar y al principio Ladislao tambin,

    hasta que vio a las skas que tenan un nido por all cerca, sobre un promontorio de

    rocas, quienes con gritos y vuelos rasantes, marcaban su territorio.

    -Otra vez estos pjaros, se dijo el perrito, -cuando tengamos nuestra base aqu, ya

    les voy a hacer entender quien es el dueo de este lugar, ladr enojado.

    Mientras los expedicionarios caminaban hasta el pequeo refugio chileno que

    estaba cerca de la playa, Ladislao se dedic a recorrer el lugar.

    Haba una suave pendiente cubierta de lquenes y musgos que bajaba directo hacia

    la playa y por all se fue trotando.

    Cuando lleg a la mitad de la pendiente, los gaviotines lo atacaron ahora. Ese era su

    lugar. All tenan sus nidos desde haca aos y este perrito se meta as como as, sin

    permiso.

    Los gaviotines son chiquitos, pero qu malos que eran cuando estaban en peligro

    sus pichones!.

    El color del hielo Waldemar Fontes

  • Biblioteca Plan Ceibal

    25

    El pobre Ladislao tuvo que emprender una veloz retirada y se fue a refugiar cerca

    de los hombres.

    Los gaviotines tambin los sobrevolaban a ellos, pero como estaban ahora alejados

    de los nidos, los dejaron en paz.

    Por suerte, donde haban elegido levantar la base, no haba nidos, porque sino se

    hubieran llevado unos buenos picotazos.

    Mientras se organizaban, un bote Zodiac lleg con materiales y cajas. Los hombres

    se acercaron a la costa y comenzaron a descargar. Estuvieron todo el da trabajando

    de esa manera y Ladislao no tuvo mucho que hacer as que se fue a explorar

    rumbo al glaciar.

    All se encontr con otro grupo de pinginos, que se alejaron rpidamente y se

    metieron al mar. Eso era divertido. Pero un poco ms all, se encontr con un lobo

    marino y ah si que la cosa no fue fcil.

    Cuando se empez a acercar, el lobo le avis que no pasara de all, porque se arries-

    gaba a que lo comiera. Ladislao nunca haba visto un lobo marino antes y cuando

    vio los dientes que tena, prefiri no meterse en los.

    El lobo era bastante torpe en tierra y aunque lo quisiera perseguir, nunca lograra

    atraparlo. Por las dudas, subido a unas rocas, el perrito le ladr al fiero lobo y lo

    dej gruendo mientras volva junto a los expedicionarios.

    Los das pasaron rpido y la construccin de la base avanz mucho.

    El color del hielo Waldemar Fontes

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    26

    Entre el movimiento de los hombres y la vigilancia de Ladislao, las skas ya no eran

    tan agresivas, aunque andaban siempre al acecho esperando robar algo para comer.

    Los gaviotines se mantenan en su territorio y uno de los cientficos los estudiaba

    para descubrir sus costumbres, pero sin molestarlos.

    El 22 de diciembre de 1984, el jefe de la expedicin anunci a sus compaeros que

    haran un gran asado para celebrar la inauguracin de la base, que ahora tena

    varios edificios en pie.

    Ladislao se alegr mucho por eso, porque le encantaban los huesos que sobraban

    del asado y aprovech a comerlos antes de invitar a jugar a una de las skas con

    quien haba trabado amistad.

    Los das eran muy largos, tan largos que no se terminaban nunca y cuando era la

    hora de que el sol se fuera, apareca de nuevo.

    Eso le pareca extrao al perrito, pero la ska le explic que en el verano antrtico

    eso era as, no haba noche, sino un solo y largo da.

    -En el invierno es al revs, le explic la ska. -El sol desaparece y solo queda una

    larga, larga noche.

    -Yo quiero ver eso, dijo Ladislao entusiasmado.

    -Quieres ver la noche polar? Pregunt la ska. Pero es muy fro en invierno,

    tienes que emigrar como nosotras, que a partir de marzo o abril nos vamos a otros

    lugares porque ac queda muy oscuro y fro.

    -Yo no me ir de aqu, asegur el perrito, desafiando a la ska.

    -Cmo t quieras, dijo el ave y abri sus alas dispuesta a servirse un pedazo de

    carne que un hombre descuidado haba dejado sobre una tabla.

    El color del hielo Waldemar Fontes

  • Biblioteca Plan Ceibal

    27

    Despus de inaugurada la base, an quedaba mucho por hacer y los expediciona-

    rios trabajaron y trabajaron.

    Terminando el mes de marzo, los das se acortaban y empez a congelarse el suelo.

    Por esa fecha el jefe anunci a su gente, que en unos das partiran de nuevo al

    Uruguay. Su trabajo por ese verano estaba culminado y si bien la base estaba casi

    pronta no tenan an la cantidad necesaria de suministros como para pasar todo

    el invierno all.

    As que la decisin era que se iran ahora y a fin de ao cuando comenzara el

    verano regresaran con mucha comida, combustible y otras cosas para a partir de

    ese momento s, quedarse a vivir de manera permanente en la Antrtida.

    Nadie discuti la decisin porque todos saban que no haba comida suficiente y

    todo eso. Adems estaban ya con ganas de regresar a sus casas, despus de varios

    meses tan lejos de sus familias.

    Pero no le preguntaron a Ladislao.

    El perrito cada da estaba ms enamorado de la Antrtida y no pensaba irse.

    Incluso si le daban la orden de regresar, se escapara y que lo buscaran

    Y efectivamente eso fue lo que pas. El jefe anunci la partida y avis que vendra

    un avin a buscarlos y cuando se dispusieron a partir y quisieron llevrselo, Ladis-

    lao se escap.

    Los hombres se pusieron nerviosos y uno de ellos lo quera ir a buscar, pero el

    comandante del avin no les dej alternativa. El tiempo se descompondr pronto

    y nos tenemos que ir, dijo. - Cuando la aeronave est lista, despegamos y el que no

    est se quedar ac hasta el verano que viene.

    El jefe fue terminante. -Subamos, Ladislao sabe lo que hace.

    Es un perro adulto y debe asumir la responsabilidad de sus obras. Nos vamos.

    El piloto los apuraba y ya no haba alternativa. El jefe habl con uno de los cientfi-

    cos rusos que los estaban despidiendo y le encarg que lo buscara al perrito y lo

    cuidara.

    El color del hielo Waldemar Fontes

  • Biblioteca Plan Ceibal

    28

    El cientfico ruso prometi que lo hara y entonces el jefe subi al avin.

    Los expedicionarios estaban tristes porque ellos tambin hubieran querido que-

    darse, como Ladislao, pero no tenan opcin.

    Pas todo el invierno y lleg la primavera. Los expedicionarios se prepararon para

    volver a la base que haban dejado en la Antrtida y a fines de noviembre llegaron

    de nuevo.

    Solo unos pocos de los que haban estado en el verano, volvan. La mayora vean la

    nieve por primera vez y queran aprender tantas cosas a la vez que no le daban los

    ojos para ver todo lo que descubran.

    Uno de los hombres, que era de los que haban estado antes, baj del avin y busc

    al cientfico ruso que prometi encargarse del perrito. No lo vea por ningn lado,

    pero tampoco lo sigui buscando porque entre la nieve, lo vio a Ladislao, que corra

    hacia el grupo de uruguayos, dndoles la bienvenida.

    Los nuevos no entendan nada, pero este hombre estaba muy contento y abraz al

    perrito y lo llev con l.

    Ladislao era ahora un experto en la regin y salt de los brazos de su amigo para

    ponerse delante del vehculo que los iba a conducir, indicando el camino hacia la

    base uruguaya.

    Ladislao ahora era un perro polar uruguayo con todas las materias aprobadas. Le

    faltaba tirar de un pesado trineo como lo hacan los Huskies o los siberianos, pero

    haba tirado de un medio tanque de plstico azul, ayudando a la recoleccin de

    residuos de la base, lo que acorde a su tamao ya era bastante.

    A partir de ese invierno la base comenz a funcionar a pleno y el perrito se trans-

    form en el nico habitante permanente de la misma, porque las dotaciones y los

    cientficos que venan en cada temporada, retornaban a sus casas y muchos

    despus no volvan.

    El perrito era muy feliz y a medida que pasaban los aos se iba haciendo parte del

    continente helado e incluso sufra el calor cuando la temperatura suba a 2 grados

    sobre cero en algunos momentos del verano.

    El color del hielo Waldemar Fontes

  • Biblioteca Plan Ceibal

    29

    Pero un da recibi una terrible noticia. Los miembros del Tratado Antrtico, reuni-

    dos en Madrid, haban aprobado un Protocolo de Proteccin Ambiental, que exiga

    la extraccin de todos los animales no nativos de la Antrtida.

    La terrible sentencia se deba a que la Antrtida deba conservarse totalmente libre

    de cualquier forma de intromisin o contaminacin y entre otras cosas, se dispona

    que los animales y plantas no originarias del lugar, deban retirarse en un plazo

    establecido.

    Las plantas que tena el cocinero, en el comedor de la base, protestaron un poco,

    pero como no podan moverse de sus macetas, tuvieron que resignarse y aceptar el

    exilio.

    Pero Ladislao, si poda moverse y con l no sera tan fcil. Ya una vez se haba

    escondido y haba sido el primer uruguayo en invernar en la base Artigas. No se ira

    de all fcilmente.

    Cuando finalizaba el verano, venca el plazo para la evacuacin de los animales y el

    perrito tena que embarcarse junto con las personas que regresaban a sus casas.

    El perrito no quera irse y se escondi en el rea de servicios, detrs de los genera-

    dores, donde siempre dorma sus buenas siestas porque era all un lugar muy cal-

    entito.

    Uno de los hombres de la dotacin dijo: -Ladislao se escap como en la primera

    invernada

    -No creo, contest el jefe. Ya est viejo para esas cosas, debe estar escondido.

    Bsquenlo en los lugares donde siempre se acuesta a dormir. Recuerden que no

    podemos permitir que se quede esta vez.

    Una doctora en veterinaria, que estudiaba las aves, era quien se haba encariado

    ms con el perrito. Haba trabajado en la base en las temporadas anteriores y lo

    conoca muy bien.

    -Jefe, creo que se donde est el perrito. Yo me encargar; el pobre debe estar muy

    asustado y no saldr si no lo convencemos con algo.

    El color del hielo Waldemar Fontes

  • Biblioteca Plan Ceibal

    30

    El jefe dej que la doctora se encargara y al poco rato la vieron con el perrito en

    brazos.

    Los integrantes de la dotacin la felicitaron y aplaudieron, pero a la vez quedaron

    tristes. En un rinconcito de su corazn tenan esperanzas de que el perrito se que-

    dara con ellos en el invierno

    La doctora asegur que ella se encargara del perrito y lo llevara a su casa, donde

    vivira muy cmodo y eso reconfort un poco a la dotacin.

    Los vehculos ya estaban prontos afuera del comedor, listos para transportar a los

    pasajeros que regresaban a casa.

    Cuando los motores se pusieron en marcha, una gran emocin invadi a quienes

    quedaban para la invernada. Se despedan de los amigos con quienes haban traba-

    jado tan duro todo el verano y eso siempre da pena

    El chofer vio las caras de los que saludaban y comprendi que no queran mostrar

    que lloraban. Entonces, aceler el vehculo y las orugas los salpicaron con nieve

    provocando el enojo del grupo.

    Ladislao ladr aprobando la accin del chofer, l estaba ms triste que todos, pero

    no quera que lloraran, los prefera recordar activos y enrgicos, continuando la

    obra que haban iniciado tiempo atrs.

    Ahora era el quien parta, como otros lo haban hecho antes, con esa sensacin de

    pena y dolor que solo pueden sentir los antrticos, eternos enamorados del conti-

    nente blanco.

    El color del hielo Waldemar Fontes

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    31

    MAROSA LA FOCA CURIOSA

    Era una maana de septiembre y en la base antrtica, la ventisca deslizaba la nieve

    sobre la blanca superficie helada de la calle que llambamos Avenida Artigas.

    Como todas las maanas, con el mate preparado sal de la casa rumbo al comedor

    donde nos reunamos a planificar las tareas del da, cuando un resoplido a mis

    espaldas me asust.

    An no haba amanecido del todo y adems haba bruma.

    Apenas se vea la silueta del comedor al otro lado de la calle y hacia el mar, el

    blanco del piso se confunda con el blanco de la bruma.

    Alrededor de la casa haba mucha nieve, pero quedaba un redondeado foso for-

    mado por el viento que apilaba la nieve formando una duna, dejando siempre ese

    hueco vaco.

    Pens en un lobo marino. A veces se instalaban al reparo de nuestras casas.

    El color del hielo Waldemar Fontes

  • Biblioteca Plan Ceibal

    32

    Me detuve y con precaucin, porque los lobos marinos no son muy amistosos, mir

    detrs de la duna de nieve.

    All encontr el origen del resoplido: era una foca de Weddell que a cubierto del

    viento, dorma junto a mi casa.

    Era algo normal ver animales descansando o pasendose tranquilamente sin ser

    molestados dentro de la base Artigas, as que el suceso no era nada fuera de lo

    comn. Por lo tanto me fui rumbo al comedor, sabiendo que la presencia de las

    personas no le preocupara en absoluto.

    Cuando regres a la casa, no me acordaba del susto de la maana y cuando tom el

    pasamanos de la entrada otra vez me sorprendi el resoplido.

    Como ya saba que la foca estaba por all, esta vez no me asust.

    Qued observando que haca y me caus gracia la cara simptica con que me

    miraba.

    Las focas de Weddel son de color marrn con algunas manchas oscuras. Tienen

    unos ojos saltones, redondos y grandes. Su nariz parece de perro y tiene enormes y

    largos bigotes.

    Mide unos dos metros de largo y es bastante gorda. Al final de su cuerpo tiene

    como una cola de pescado pero con deditos que puede mover como si fuera un pie.

    Tiene dos aletas a los costados que tambin terminan en deditos con los cuales se

    rasca la cara o la cabeza cuando le pica.

    Justamente, mientras yo la observaba, la foca se dio vuelta, me mir, levant su

    aleta y comenz a rascarse muy tranquilamente.

    Tena la cmara en el bolsillo y le tom una fotografa. El animalito me regal

    entonces su mejor pose con sus ojazos tiernos y una amable sonrisa de foca.

    La salud con la mano y entr a la casa, donde tena mucho trabajo para hacer.

    El color del hielo Waldemar Fontes

  • Biblioteca Plan Ceibal

    33

    Me sent en la computadora y conect el cable para bajar las fotos mientras revi-

    saba el correo electrnico.

    La foto de la foca sonriendo haba quedado muy buena y la puse de fondo de pan-

    talla.

    Entre los mails que estaba leyendo y contestando, haba uno de un nio de sexto

    ao de una escuela de Montevideo, quien me preguntaba entre otras cosas, qu

    animales habitaban en las cercanas de la base.

    Ya tena algunas respuestas elaboradas para esas ocasiones, porque por esas fechas,

    los chicos de la escuela y algunos del liceo tambin, estudian la Antrtida y nos

    consultan de diversas maneras.

    Ya estaba por mandar mi respuesta preparada, cuando me acord de la foto que

    tena de fondo de pantalla. Pens: -se la voy a mandar a este nio y le pedir que le

    ponga un nombre a la foca.

    Adjunt la fotografa y envi el mensaje.

    Desde la ventana de la oficina tena una hermosa vista del mar, pero ese da la

    bruma no permita apreciar el paisaje, as que decid salir afuera y observar a mi

    amiga foca.

    La busqu en el hueco que el viento dejaba entre la casa y la nieve, pero no la v.

    Se vean sus huellas y las manchas rojas del krill que haba comido. Camin por el

    redondeado zanjn de hielo y la encontr.

    Estaba muy cmoda recostada en la nieve, descansando sin ninguna preocupacin.

    Cuando me vio se acerc arrastrndose sobre su panza. Se detuvo muy cerca de mi

    y me observ atentamente.

    Seguramente si ella tuviera una cmara, me fotografiara a mi.

    Uno de mis compaeros de la dotacin de la base Artigas se acerc a mirar la foca

    El color del hielo Waldemar Fontes

  • Biblioteca Plan Ceibal

    34

    tambin.

    -Qu simptica es! Dijo mi amigo en voz baja, para no molestarla. - Tenemos que

    ponerle un nombre, porque parece que se va a quedar unos cuantos das por ac.

    -Ya tiene nombre, le expliqu a mi amigo, contndole del mail del chico de la

    escuela, que me haba contestado enseguida. -

    Se llama Marosa, le dije.

    Marosa?, S, Marosa, la foca curiosa, dijo mi amigo, que era muy dicharachero.

    -Le voy a mandar fotos a mi hijo y ya le cuento que la tenemos de visita

    Mi amigo sac las fotos y se fue para su alojamiento. Yo qued mirando a la foca y

    me pareci que me hizo una guiada, como diciendo que le gust el nombre.

    Era ya medioda y nos reunimos de nuevo en el comedor para almorzar.

    Estbamos entrando al ventisquero donde colgbamos la ropa de abrigo, cuando

    mi amigo dijo: -miren, parece que Marosa viene a comer con nosotros.

    Efectivamente, la foca vena rumbo al comedor muy gilmente, deslizndose por la

    nieve blanda.

    Lamentablemente no la podamos invitar a pasar porque las normas del Sistema

    del Tratado Antrtico no permiten que se les de alimentos a los animales, as que le

    explicamos la situacin a nuestra amiga y la dejamos esperando afuera.

    Ella no se hizo problema por eso. Adems no tena hambre, al contrario, tena la

    panza bien llena y su visita en la base era adems de para observarnos a nosotros,

    para hacer la digestin y descansar antes de seguir su viaje.

    Mientras tombamos un t, la miramos a Marosa por la ventana, quien se entre-

    tena curioseando por all.

    En la tarde seguimos trabajando en diferentes actividades y la foca, recorri toda la

    base mirando que haca cada uno.

    Pas una semana y nos acostumbramos a su presencia. En esos das, otras focas

    estuvieron en la playa por uno o dos das pero ni siquiera nos visitaron. Solo

    Marosa era tan atenta y simptica.

    El color del hielo Waldemar Fontes

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    35

    El tiempo haba estado malo los ltimos 10 das y no habamos podido llevar las

    provisiones al refugio que debamos dejar preparado para cuando llegaran los

    cientficos el mes prximo.

    Esa maana la visibilidad segua siendo mala, pero no haba viento, as que decidi-

    mos llevar las provisiones.

    Cargamos todo en el bote Zodiac, segn las normas establecidas para estas opera-

    ciones, probamos la radio y verificamos que el GPS funcionara y los datos de la ruta

    estuvieran bien cargados.

    Entre todos cargamos el bote y lo movimos con un trineo hasta la playa. An haba

    hielo en la costa, pero encontramos un espacio por donde bajarlo, con ayuda de la

    marea alta.

    Por supuesto Marosa nos acompa en toda la operacin y aunque no colabor en

    la carga de los materiales, nos hizo divertir con su cara simptica.

    Zarpamos y en unos 20 minutos estuvimos frente al refugio donde fue fcil desem-

    barcar. Dejamos la carga en la costa, en un lugar protegido y la cubrimos con lonas.

    Despus otro grupo vendra a acondicionarla adentro del edificio y hacer el

    mantenimiento que fuera necesario.

    Cuando la carga estuvo en su lugar, zarpamos de nuevo rumbo a la base.

    La visibilidad era muy mala y nos guiamos por el GPS. Una brisa soplaba hacia la

    costa y a medida que nos acercbamos a la playa de la base, encontramos hielos

    flotantes que haban sido arrastrados por el viento y la corriente.

    No encontrbamos un lugar por donde pasar y comenzamos a navegar a lo largo de

    la costa buscando un hueco.

    Desde la base nos llamaron por radio, preocupados por nuestra demora. Le dimos

    nuestra posicin y les explicamos que no encontrbamos un pasaje para llegar a la

    costa.

    La visibilidad era cada vez ms nula, hasta que finalmente quedamos en medio de

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    36

    un banco de niebla que solo permita ver un metro a nuestro alrededor.

    Los hielos eran cada vez ms apretados y nuestros brazos se estaban cansando de

    hacer fuerza para apartarlos con el remo.

    -Ser mejor quedarnos quietos ac y esperar que el viento mueva los hielos, dijo el

    lanchero.

    -Si, esperemos ac, con el motor apagado, para ahorrar combustible, le dije.

    Estbamos cerca de la base, pero no haba manera de llegar hasta all. Pasamos

    nuestras coordenadas por radio para que supieran donde ubicarnos, aunque en

    esas condiciones meteorolgicas nadie podra llegar hasta all y ayudarnos.

    El fro comenz a hacer efecto. Nuestras manos se estaban congelando y movamos

    los dedos, sin quitarnos los guantes.

    Nos mirbamos para darnos nimo y un poco de temor apareca en nuestros ojos,

    aunque las antiparras los quisieran ocultar.

    Llevbamos dos horas de espera entre los hielos, cuando el mar se comenz a

    mover.

    El ruido de los hielos golpeando unos con otros nos sac del letargo y nos dio

    nimo. El lanchero intent encender el motor y tiraba de la cuerda una y otra vez,

    sin suerte.

    En eso, por un costado de la lancha, vimos una cabeza marrn que se asomaba.

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    37

    -Marosa! Le grit a mis compaeros.

    La foca sonri y se meti de nuevo al agua, saliendo por el otro lado del bote. Sac

    su aleta y con su dedito nos indic que la siguiramos.

    El motor an no arrancaba, as que tomamos los remos y comenzamos a remar.

    La cola de nuestra amiga apartaba los hielos y su carita nos animaba a seguirla.

    En unos minutos, la cantidad de hielo se hizo menor y pudimos movernos. An no

    se vea la costa pero sabamos que estbamos cerca. Por la radio nuestros compae-

    ros nos animaban a seguir, hasta que sentimos sus gritos en la playa.

    En eso el motor arranc y entonces fue ms fcil navegar. La foca an nos guiaba y

    por fin vimos la playa. No era el lugar donde habitualmente desembarcbamos

    pero en ese momento eso no importaba. El lanchero busc un pasaje entre los

    hielos, aceler el motor y lo levant cuando llegamos a la playa.

    Nuestros amigos ya venan en una moto de nieve hacia nosotros, que enseguida

    saltamos a la playa y ya estbamos sacando el bote del agua.

    Mientras hacamos fuerza con el bote, con las manos endurecidas por el fro, la foca

    Marosa, nos miraba con su carita simptica, como burlndose de lo torpes que

    ramos en el agua, por ms trajes especiales que usramos.

    El carrier de la base lleg hasta all y nosotros nos metimos adentro enseguida

    buscando calor. Nuestros compaeros terminaron de sacar el bote del agua.

    Mientras tombamos un caf caliente, la vimos de nuevo a Marosa, que sali a la

    playa y nos hizo adis con su aleta con forma de manito.

    Se meti en el agua, nad unos metros y sali de nuevo por entre los hielos, ase-

    gurndose de que estuviramos bien.

    Cuando nos dimos cuenta de que esperaba nuestro saludo, salimos del carrier y le

    hicimos adis.

    La foca se sumergi y sacudi su cola con deditos, despidindose.

    Los hielos no dificultaron para nada su nado y nos dimos cuenta de nuestra peque-

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    ez en este mundo helado.

    A pesar de eso, como intrusos en este universo de hielo, disfrutamos viendo como

    se alejaba tranquila Marosa, nuestra amiga, la foca curiosa.

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    PINGINOS DE COLORES

    Los pinginos son animales de pocos colores. En su piel predomina el negro y el

    blanco con algunas partes amarillas o anaranjadas como las de los pinginos em-

    perador y el rey.

    Pero los invito a encontrar pinginos de esos. No son nada fcil de hallar, hay que

    ir hasta los lugares donde viven, muy adentro del polo o si no encontrarlos cuando

    andan veraneando en alguna clida isla sub-antrtica.

    Sin embargo hay un lugar donde hubo pinginos de muchos colores y pocos lo

    saben.

    Hace muchos aos en la isla Ardley, una pequea isla, cercana a la base Artigas en

    la Antrtida, unos cientficos uruguayos hicieron un experimento que produjo

    pinginos de colores.

    -Alguna modificacin gentica, se dirn ustedes hacindose los sabelotodo

    Pues no.

    Se equivocan, se trat de un experimento en donde estudiaban el comportamiento

    de los pinginos ante la presencia de los seres humanos.

    En ese estudio, los cientficos queran saber si cuando se instalaba una base, los

    pinginos sufran estrs por los ruidos y entonces planificaron una forma de estu-

    diar eso.

    Eligieron una pinginera cercana, en un lugar de fcil acceso en la Isla Ardley.

    En esa isla, anida todos los aos una colonia de pinginos de pico rojo, papa o

    gentoo y siempre ocupan los mismos lugares del ao anterior, con sus mismas

    parejas.

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    Eligieron una zona de los nidos, que pudieran controlar fcilmente desde su obser-

    vatorio y entonces instalaron unos parlantes con un cable largo que llegaba hasta

    un grabador y pusieron un cassette con ruidos de motores y de gente trabajando.

    Eligieron los sonidos y el volumen, teniendo en cuenta los protocolos de proteccin

    a los animales que estn fijados en los acuerdos del tratado antrtico y fueron muy

    cuidadosos de respetar las normas all establecidas.

    Los pobres pinginos se sorprendieron bastante cuando escucharon los extraos

    sonidos y miraban para todos lados como diciendo: -y estos qu se creen?, Qu

    nosotros no sabemos lo que es un ruido de motor? Pero dnde estn

    los motores?

    Los cientficos muy atentos observaban y anotaban. El pingino 23 camina ms

    rpido cuando siente una bocina. El pingino 45 mira hacia la derecha cuando

    siente un ruido de motor y as muchas e interesantes observaciones por el

    estilo.

    Despus de varias horas de estudio, se dieron cuenta que el pingino 23 y el 45

    eran el mismo y se haban confundido, porque cada uno lo miraba desde un lugar

    diferente y como son todos muy parecidos, era lgico que se confundieran.

    Para hacer mejor el trabajo decidieron armar un corral para alojar el grupo de

    pinginos a los que observaban. Eso facilit las cosas y ya no confundieron ms al

    23 con el 45.

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    Tampoco queran molestar a los pinginos por gusto, as que el corral tena una

    puerta de entrada que quedaba siempre abierta, para que los animalitos pudieran

    entrar y salir libremente.

    Con el corral pronto comenzaron a probar como reaccionaban ante distintos

    ruidos, algunos muy fuertes, llegando a la conclusin que aunque al principio se

    asustaban y se ponan nerviosos, todos terminaban aceptando el ruido como algo

    normal y seguan con su vida de pinginos.

    Fue as que uno de los cientficos anot que el pingino 23 despus de mirar a

    todos lados y descubrir de dnde vena el ruido, muy atrevidamente comenz a

    picotear los cables del dispositivo sonoro, hasta que logr cortarlo y por lo tanto,

    apagar el ruido.

    El otro cientfico anot en su cuaderno, que el pingino 45 despus de agradecerle

    al 23 por encontrar y apagar la fuente de ruido, se dedic a empollar sus huevos.

    Esa noche mientras repasaban sus apuntes, los cientficos analizaron los datos y

    comprobaron que el pingino 23 era varn y la pingino 45 era una nia.

    A simple vista es difcil notar la diferencia entre un varn y una nia pinginos. Su

    aspecto externo es muy similar. Empezaron entonces a observar el comporta-

    miento de los pinginos 23 y 45 y se dieron cuenta que ambos eran una pareja.

    Los pinginos mantienen fielmente su pareja ao tras ao y se renen en la misma

    zona cada vez y reconstruyen su nido en el mismo lugar en que lo haban hecho el

    ao anterior.

    Esta observacin fue muy importante porque permiti estudiar el comportamiento

    de una futura familia de pinginos.

    La mam pingino haba puesto dos huevos en el nido y el pap los empollaba.

    Observando ahora con ms atencin, pudieron comprobar que cuando el ruido de

    los parlantes se pona muy molesto el pingino 23 se enojaba un poco y por

    eso haba picoteado los cables.

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    La mam pingino que era la 45 estaba alimentndose y el pap se aseguraba que

    nadie la molestara mientras empollaba sus huevos.

    Los cientficos repararon los parlantes y recomenzaron las pruebas. Por un mo-

    mento los pinginos miraron para todos lados como la primera vez. Pero enseguida

    aceptaron ese sonido como algo normal y continuaron su vida diaria.

    El ruido de los parlantes no afect al pingino 23 y dej ahora que los parlantes

    sonaran porque estaban pasando una msica que le gust.

    En pocos das los pollos comenzaron a nacer y el corral del experimento se con-

    virti en un jolgorio.

    Muchos pollos peludos, redondos y gordos comenzaron a pasearse por el lugar.

    En ese momento s que se produjo una gran confusin. Los cientficos no podan

    diferenciar a un pollo del otro. Y entonces no podan saber que ocurra cuando uno

    de ellos se sala del nido.

    Luego de una tormenta se produjo una confusin en la colonia de pinginos.

    Vieron que algunos polluelos perdieron a sus padres pero a la vez notaron que

    otros pinginos adultos los adoptaron como hijos suyos y los llevaron a su nido.

    De todas formas segua siendo muy difcil comprobar que esta observacin era

    cierta puesto que segua siendo costoso identificar a cada pingino y a la vez com-

    probar que pertenecieran a una familia u otra.

    Fue en ese momento que a uno de los cientficos se le ocurri la idea de pintar a los

    pinginos de cada familia que estudiaban con un color diferente.

    A la familia 23-45 la pintaron con color verde. Usaron una pintura que no contami-

    nara su piel y que se borrara con el tiempo. A otra familia vecina la pintaron de

    rojo y a una tercera de amarillo.

    Ahora s result muy fcil observar como se comportaban las distintas familias y

    como se movan los pinginos de colores entre el resto de la colonia.

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    Probaron un nuevo experimento, poniendo un sonido de motor muy fuerte, dife-

    rente al que haban escuchado hasta ahora.

    Lo hicieron a propsito para provocar una sorpresa a los pinginos, ya acostumbra-

    dos a los ruidos y ver que ocurra.

    Los paps pinginos si bien se sorprendieron al principio, siguieron con su vida

    normal. Pero los polluelos se asustaron y corrieron para todos lados.

    Los paps los llamaron y al poco rato comprobaron que cada pollo estaba de nuevo

    en su familia. Los pinginos amarillos en su nido, los rojos en el suyo, y los verdes

    en el de ellos.

    Los cientficos estaban muy conformes con todo lo que haban aprendido de la vida

    de los pinginos y ya estaban terminando su trabajo de investigacin cuando una

    tormenta antrtica azot la isla Ardley.

    Ellos tuvieron que abandonar el lugar y buscar cobijo en la base Artigas, pero los

    animales estaban acostumbrados a los rigores del clima y se acomodaron para

    esperar que la tormenta pasara.

    Al otro da hubo buen tiempo nuevamente. Eso permiti que los cientficos regresa-

    ran a su lugar de estudio y verificaran el estado de la colonia de pinginos.

    All pudieron comprobar que la tormenta haba provocado que muchos pinginos

    se fueran de lugar, tal vez arrastrados por las olas o por otras razones.

    Observaron que los polluelos amarillos no encontraban a sus paps. Por otro lado

    las otras dos familias estaban de nuevo en sus nidos todos juntos.

    Los pobres polluelos amarillos vagaban tristes preguntando si alguien haba visto a

    los paps. Un pingino que estaba afuera del corral les dijo que l los haba visto

    salir en busca de comida rumbo al sur de la isla. Les recomend que esperaran

    que seguramente no tardaran en volver.

    Mientras los polluelos amarillos esperaban a sus paps cada una de las otras

    familias invit a uno a unirse a ellos y as conformaron dos grupos: los pinginos

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    verde-amarillos y los rojo-amarillos.

    Cuando todos los pollos estaban juntos al calor de los paps se comenzaron a mez-

    clar los colores de las pinturas y as quedaron marcados con las caractersticas de

    cada nueva familia.

    El tiempo de estudio de los cientficos era limitado y no podan quedarse ya ms.

    Deban culminar el experimento y preparar los informes con todos los datos que

    haban obtenido.

    Pero la vida en la colonia de pinginos continuaba. Para ese tiempo ya el verano se

    terminaba y los polluelos ya eran jvenes y vigorosos pinginos prontos para arro-

    jarse al mar y salir a pescar.

    Cuando eso ocurri toda la colonia de pinginos naveg surcando el mar como

    pjaros que volaran en el agua y se cruzaron con un buque.

    Contentos de ver el espectculo, toda la tripulacin se asom a observarlos.

    Uno de los marinos, tom fotografas y cuando las revel, vio con sorpresa que

    entre los lomos normalmente negros haban pinginos rojos, verdes y amarillos.

    -Pinginos de colores!, dijo. -Esto debe ser algo muy fuera de lo comn.

    Y as fue que cuando lleg al puerto tuvo mucho para contar a sus amigos,

    inventando una leyenda, diciendo que en su viaje a las islas Shetland del Sur haba

    encontrado una nueva especie de animales marinos, una colonia de pinginos de

    colores

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