El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y refl ......-26- OPINIÓN Martes 21 de...

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-26- OPINIÓN Martes 21 de febrero del 2017 El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta. LA RESPONSABILIDAD DEL GOBIERNO EN LA DESFAVORABLE COYUNTURA ECONÓMICA Un crecimiento inaceptable L os recientes episodios de corrup- ción, el anormal clima y un am- biente político enrarecido pare- cen haber obligado al gobierno a aceptar un ritmo de crecimiento más lento para este año. Economistas, ban- cos y consultoras privadas están también rebajando sus proyecciones. Las razones que ellos exponen son reales: la cancelación de un megaproyecto y demoras en otros, la pro- bable mayor dificultad para lanzar grandes obras públicas o asociaciones público-priva- das debido a pasados actos de corrupción, los daños causados por los huaicos y, finalmen- te, una pérdida parcial del gran aumento que registró la confianza empresarial luego de las pasadas elecciones. Muchos interpretan esta especie de resignación del gobierno ante un conjunto de circunstancias adversas como una muestra de realismo económico. Sin em- bargo, más que resignación, el gobierno re- quiere más acción. Su obligación es adoptar una postura de activa búsqueda de fuentes de crecimiento y la adopción de medidas pa- ra que esa caída en el crecimiento no ocurra. En un país con las fortalezas macroeconó- micas como las que el Perú posee, la acción y liderazgo del gobierno son no solo indispen- sables; constituyen el ingrediente elemental que determinará el resultado final. Hay demasiado en juego. Aceptar una tasa de 3% o aun menor como algunos au- guran es aceptar que los 300 mil jóvenes que ingresarán este año a la fuerza laboral no encontrarán empleo decente, que el nivel de pobreza no disminuirá ni un ápice y que mi- llones de peruanos acumularán para los años siguientes miseria y precariedad económica. La gran crisis de la década pasada nos brinda el ejemplo perfecto para graficar la manera en la que un ambiente de incerti- dumbre como el actual, sumado a la pasivi- dad de un gobierno, se convierte rápidamen- te en causa del estancamiento económico. En el 2009, el crecimiento del Perú se desplo- mó después de crecer los cinco años anterio- res a la espectacular tasa de 7,3% por año. No cabe duda de que la situación internacional golpeó severamente a gran parte de las eco- nomías del mundo al generar un súbito freno en el financiamiento, la abrupta caída en el comercio internacional, devaluaciones ma- sivas, caídas en el empleo, fuga de capitales y otras calamidades. Pero nada de eso sucedió en el Perú, y aun así el crecimiento pasó del 9,1% en el 2008 al 1% el año siguiente. En gran medida fue el miedo a la crisis mundial y no la crisis misma la causante de la gran pa- rálisis en el crecimiento. La incertidumbre y el miedo estuvieron detrás de la caída de más de 15% en la inversión privada acompañada por una fuerte disminución de los inventa- rios. Así de simple. ¡Si ello no hubiera ocu- rrido ese año, el país habría crecido 8,1%! Para que el Perú no reviva el episodio del 2009, el gobierno debe concentrar todos sus esfuerzos en reanimar la inversión privada y pública. Le asiste el hecho de que, a diferen- cia del gobierno anterior con su claro desdén por la inversión privada, el gobierno actual cree firmemente su papel en la promoción del crecimiento y el progreso. En el mismo sentido, debería ser menos complicado im- pulsar la inversión a partir de su actual depri- mido nivel (US$10.000 millones menos que en el 2013). Recuperar solo la cuarta parte de la inversión anual perdida añadiría 1,3 pun- tos porcentuales al crecimiento. El ministro Thorne ha anunciado que presentará al país un plan de acción reac- tivador, y el presidente Kuczynski al pro- mulgar su reciente Decreto de Urgencia (Nº 003-2017) ha enviado un potente mensaje “La obligación del gobierno es adoptar medidas para que la caída en el crecimiento no ocurra”. dual: asegurar el resarcimiento estatal, rete- niendo ingresos por las ventas de activos de las empresas corruptoras y al mismo tiempo evitar la paralización de los proyectos. Es un buen comienzo, pero ese esfuerzo debe ir mucho más allá. Debe ordenar a todo su Gabinete y al buen equipo actual al mando de Pro Inversión a colocarse en ‘modo inver- sión’ y demandar de ellos que, como jefes de los entes rectores, garanticen que los miles de programas y proyectos se ejecuten a ca- balidad. No debe haber excusa para que la inversión pública no crezca 20% más que en el año pasado. Finalmente, la Presidencia del Consejo de Ministros debe aprovechar el trabajo que culminó con la publicación de 112 decretos legislativos. Estos incluyen reformas revo- lucionarias que, por su falta de difusión, son desconocidas por empresarios y el público en general. Ni la propia administración pública llamada a ponerlas en práctica las conoce a cabalidad. Una campaña de comunicación bien orquestada puede reanimar la confian- za empresarial, con un bono adicional de aumentar (o al menos frenar la caída) la po- pularidad presidencial. ILUSTRACIÓN: GIOVANNI TAZZA Presidente del Instituto Peruano de Economía (IPE) ROBERTO Abusada Salah

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-26- OPINIÓN Martes 21 de febrero del 2017

El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y refl exiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las fi rman, aunque siempre las respeta.

LA RESPONSABILIDAD DEL GOBIERNO EN LA DESFAVORABLE COYUNTURA ECONÓMICA

EN RESPUESTA A LA COLUMNA “OH NO, FEBRERO OTRA VEZ” DE ENZO DEFILIPPI

Un crecimiento inaceptable

Regular (la epidemia)

Educador*

DANTE Nieri

L os recientes episodios de corrup-ción, el anormal clima y un am-biente político enrarecido pare-cen haber obligado al gobierno a aceptar un ritmo de crecimiento

más lento para este año. Economistas, ban-cos y consultoras privadas están también rebajando sus proyecciones. Las razones que ellos exponen son reales: la cancelación de un megaproyecto y demoras en otros, la pro-bable mayor difi cultad para lanzar grandes obras públicas o asociaciones público-priva-das debido a pasados actos de corrupción, los daños causados por los huaicos y, fi nalmen-te, una pérdida parcial del gran aumento que registró la confi anza empresarial luego de las pasadas elecciones. Muchos interpretan esta especie de resignación del gobierno ante un conjunto de circunstancias adversas como una muestra de realismo económico. Sin em-bargo, más que resignación, el gobierno re-quiere más acción. Su obligación es adoptar una postura de activa búsqueda de fuentes de crecimiento y la adopción de medidas pa-ra que esa caída en el crecimiento no ocurra. En un país con las fortalezas macroeconó-micas como las que el Perú posee, la acción y liderazgo del gobierno son no solo indispen-sables; constituyen el ingrediente elemental que determinará el resultado fi nal.

Hay demasiado en juego. Aceptar una tasa de 3% o aun menor como algunos au-guran es aceptar que los 300 mil jóvenes que ingresarán este año a la fuerza laboral no encontrarán empleo decente, que el nivel de pobreza no disminuirá ni un ápice y que mi-llones de peruanos acumularán para los años siguientes miseria y precariedad económica.

La gran crisis de la década pasada nos brinda el ejemplo perfecto para grafi car la manera en la que un ambiente de incerti-dumbre como el actual, sumado a la pasivi-dad de un gobierno, se convierte rápidamen-te en causa del estancamiento económico. En el 2009, el crecimiento del Perú se desplo-mó después de crecer los cinco años anterio-res a la espectacular tasa de 7,3% por año. No cabe duda de que la situación internacional golpeó severamente a gran parte de las eco-

E l economista Enzo Defilippi, viceministro de Economía du-rante el gobierno anterior y co-lumnista de este Diario, publi-có la semana pasada el artículo

“Oh no, febrero otra vez”. En él, nos explica por qué cabe regular

más a un sector ya sobrerregulado (tanto que ni siquiera puede suspender el servicio a los que no pagan). Reclama una ley que obligue a los colegios a incluir en su pensión los útiles escolares, de modo que los padres no pierdan tiempo en su adquisición. Sostiene, además, que no lo hacen porque eso elevaría su pen-sión y no les conviene.

nomías del mundo al generar un súbito freno en el fi nanciamiento, la abrupta caída en el comercio internacional, devaluaciones ma-sivas, caídas en el empleo, fuga de capitales y otras calamidades. Pero nada de eso sucedió en el Perú, y aun así el crecimiento pasó del 9,1% en el 2008 al 1% el año siguiente. En gran medida fue el miedo a la crisis mundial y no la crisis misma la causante de la gran pa-rálisis en el crecimiento. La incertidumbre y el miedo estuvieron detrás de la caída de más de 15% en la inversión privada acompañada por una fuerte disminución de los inventa-rios. Así de simple. ¡Si ello no hubiera ocu-rrido ese año, el país habría crecido 8,1%!

Para que el Perú no reviva el episodio del 2009, el gobierno debe concentrar todos sus esfuerzos en reanimar la inversión privada y pública. Le asiste el hecho de que, a diferen-cia del gobierno anterior con su claro desdén por la inversión privada, el gobierno actual cree fi rmemente su papel en la promoción del crecimiento y el progreso. En el mismo sentido, debería ser menos complicado im-pulsar la inversión a partir de su actual depri-mido nivel (US$10.000 millones menos que en el 2013). Recuperar solo la cuarta parte de la inversión anual perdida añadiría 1,3 pun-tos porcentuales al crecimiento.

El ministro Thorne ha anunciado que presentará al país un plan de acción reac-tivador, y el presidente Kuczynski al pro-mulgar su reciente Decreto de Urgencia (Nº 003-2017) ha enviado un potente mensaje

“La obligación del gobierno es adoptar medidas para que la caída en el crecimiento no ocurra”.

EN RESPUESTA A LA COLUMNA “OH NO, FEBRERO OTRA VEZ” DE ENZO DEFILIPPI

Regular (la epidemia)

ra que esa caída en el crecimiento no ocurra. En un país con las fortalezas macroeconó-micas como las que el Perú posee, la acción y

mido nivel (US$10.000 millones menos que en el 2013). Recuperar solo la cuarta parte de la inversión anual perdida añadiría 1,3 pun-tos porcentuales al crecimiento.

El ministro Thorne ha anunciado que presentará al país un plan de acción reac-tivador, y el presidente Kuczynski al pro-mulgar su reciente Decreto de Urgencia (Nº 003-2017) ha enviado un potente mensaje

dual: asegurar el resarcimiento estatal, rete-niendo ingresos por las ventas de activos de las empresas corruptoras y al mismo tiempo evitar la paralización de los proyectos. Es un buen comienzo, pero ese esfuerzo debe ir mucho más allá. Debe ordenar a todo su Gabinete y al buen equipo actual al mando de Pro Inversión a colocarse en ‘modo inver-sión’ y demandar de ellos que, como jefes de los entes rectores, garanticen que los miles de programas y proyectos se ejecuten a ca-balidad. No debe haber excusa para que la inversión pública no crezca 20% más que en el año pasado.

Finalmente, la Presidencia del Consejo de Ministros debe aprovechar el trabajo que culminó con la publicación de 112 decretos legislativos. Estos incluyen reformas revo-lucionarias que, por su falta de difusión, son desconocidas por empresarios y el público en general. Ni la propia administración pública llamada a ponerlas en práctica las conoce a cabalidad. Una campaña de comunicación bien orquestada puede reanimar la confi an-za empresarial, con un bono adicional de aumentar (o al menos frenar la caída) la po-pularidad presidencial.

El colegio donde trabajo sí incluye libros, materiales, seguro de accidentes y otros dentro de su pensión. Lo hace así desde su fundación, o sea que una ley así no nos afectaría. Pero es indispensable detener esta obsesión por regular a los colegios que a la larga termina perjudicando a padres y alumnos.

Defi lippi afi rma que no le gusta que el Es-tado se entrometa en la vida de los privados, pero que en el caso de los colegios se justifi ca porque no es un mercado competitivo y los clientes son cautivos.

Ignoro en qué estudios se basa para afi r-mar eso, pero la realidad es que la educa-ción privada es parte de un mercado muy competitivo. Todos los colegios, incluso los más caros, viven muy preocupados por su demanda y por mantener a sus alum-nos. El Ministerio de Educación prohibió la evaluación de ingreso a los colegios y ello transparentó algo que ya se sospechaba: no existe la demanda de cinco –o diez– a

uno que algunos fantaseaban. La realidad es que los colegios más caros cubren sus va-cantes con cierta difi cultad y los de los sec-tores medios y bajos, con gran difi cultad, si es que las cubren.

Los padres de familia no son cautivos de un colegio. Lo cierto y constatable es que, cuando los padres no están satisfechos con el servicio, cambian a su hijo a otro. Precisa-mente porque pueden hacerlo. Además, al-gunos de los nuevos colegios están recibien-do traslados sin cobrar cuotas de ingreso.

En sectores bajos y medios hay aun más movilidad. Amparados en que no se les pue-de suspender el servicio por falta de pago, los padres van cambiando a su hijo de cole-gio, y así logran pagar solo la matrícula. No resulta, pues, tan difícil el cambio.

La elección de un colegio es un tema muy delicado. Los padres evalúan perfi l, costos, ubicación, infraestructura, religión vs. valo-res laicos, idiomas, deportes, artes, servicios, ambiente, entre otros muchos factores. Tam-

bién hacen visitas, incluso durante horas de clase, y buscan entrevistarse con la dirección o propietario. No es una decisión que se tome a la ligera, y son muy exigentes durante el tiempo que dura la relación con el colegio. Si se ven decepcionados, corrigen su decisión y proceden a cambiar a sus hijos de institución.

La solución del señor Defilippi es, una vez más, una ley pensada solo para un cen-tenar de colegios del país que podrán or-ganizar y costear la logística que supone la adquisición de materiales. La mayoría de colegios que no pueden siquiera asumir una planilla formal tendrá un elemento más que encarecerá innecesariamente su servicio y que, al no poder cumplirlo, hará que estos centros educativos sean pasibles de san-ciones por el Indecopi. Se me ocurren otras grandes ideas: incluir el uniforme, la movi-lidad, la lonchera y un inmenso etcétera en la pensión. ¿Por qué no?

*El autor es directivo del colegio Trener

ILUSTRACIÓN: GIOVANNI TAZZA

Presidente del Instituto Peruano de Economía (IPE)

ROBERTO Abusada Salah