El Cuervo de Auvers Sur Oise

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    El cuervo deAuvers sur Oise

    Raul Oscar IfranPunta Alta. Buenos Aires. Argentina

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    Hay un aguafuerte, el nico que se conoce de Vincent, donde Paul Ferdinand Gachet sorbe su pipa

    parsimoniosamente con la melanclica mirada perdida en el vaco. Esta obra nerviosamente fechada

    en 15 de marzo de 1890, el mismo ao de la muerte de Vincent, induce a un par de interpretaciones.

    Seguramente, la actitud plasmada en el grabado es la que habitualmente perciba Vincent en el

    mdico, es decir de discreta vigilancia, de observacin exttica.

    Sin embargo, muchos tratan de leer en esa mirada casi atormentada un presentimiento misterioso y

    secreto que el doctor Gachet se llev con su vida y que ahora est perdido para siempre. Esta segun-

    da valoracin es sin dudas la que movi al ingls David Sweetman, historiador de arte, a explayarse

    en una sesuda biografa del genial pintor de Groot Zundert y, especialmente, en las alternativas que

    rodearon su nunca bien explicada muerte.

    Desde su punto de vista Sweetman culpa al mdico francs a quien tilda de melanclico patolgico,

    de neurtico depresivo y a quien muestra convencido de la locura de Van Gogh por haberse cortado

    la oreja con una navaja despus de una pelea con Gaughin y por la crispacin cromtica de sus lti-

    mas obras. Segn Sweetman, la bala que accidentalmente hiri a Vincent no hubiera resultado mor-

    tal de ser extrada, pero Gachet senta aversin por la ciruga y lo dej morir considerando que si

    haba obrado por un impulso suicida lo mejor era apoyarlo en su propsito. Un caso de eutanasia

    pasiva se dira en la actualidad.

    Hay muchas opiniones sobre el tema pero ninguna trasciende el lmite de la especulacin. Jacques

    Lassiagne en su obra Vincent van Gogh dice que el da trgico Vincent vaga por los campos sin

    los elementos de pintar y solo con el revlver con el que piensa cazar cuervos. En medio de ese pai-

    saje que le brind la inspiracin de sus mas logrados cuadros, se dispara un tiro en el corazn. La

    bala se desva pero igual lo hiere malamente. Escondiendo la herida Vincent llega a su dormitorio.

    Mario de Micheli en El mundo de Van Gogh sostiene que el domingo fatal el artista sale a cami-

    nar por la campia vecina. En un lugar cercano pero nunca determinado, apunta el revlver contra

    su pecho y dispara. Ensangrentado, se arrastra hasta el albergue y llega moribundo a su habitacin.

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    Antonin Artaud, Maurice Raynal, Andr Malraux, Emile Bernard, Jorge Lpez Anaya, Arturo Uslar

    Pietri entre otros tartan de avisorar entre la cerrada niebla del tiempo ese inalcanzable Segundo que

    decidi el destino terreno de un genio. Unos ubican el disparo en el vientre, el pecho o la cabeza; lo

    vuelven voluntario o accidental; lo hacen mortal solamente grave. La revelacin que les har va a

    dar por tierra con innmeras esPeculaciones que, en los ltimos cien aos se han venido urdiendo

    sobre el caso.

    En 1970 la presencia de un buque de carga francs en el puerto de Ingeniero White, en la ra de la

    Baha Blanca al sur de la provincia de Buenos Aires, me permiti conocer a Monsier Jean-Marie

    Ravoux. Saber que sus races familiares estaban en Auvers, sobre el ro Oise, y sacar a la luz el tema

    de Vincent y su ltimo perodo fue inevitable. Mi sorpresa fue mayscula cuando el marino me co-

    ment que l realmente era sobrino biznieto del posadero Ravoux, el dueo del Restaurant-vinera

    donde el gran pintor flamenco pas sus ltimos momentos. La conversacin fue tan apasionada, que

    en un rapto de entusiasmo Jean-Marie me invit a su barco para mostrarme algo que, me asegur,

    no olvidara jams. Doy fe que no exager un pice. Mientras paladebamos un excelente vino del

    valle del Rhone abri una caja fuerte y extrajo un oscuro envoltorio. De su interior sac un grabado

    sobre una plancha de metal.

    mira, es un autntico Van Gogh.

    Admito que un inexplicable escozor me recorri de pies a cabeza. Esa planchuela negra donde el

    punzn delineaba en blancas raspaduras el contorno de un espantoso cuervo, era obra de uno de los

    mas grandes y controvertidos genios del arte universal. Jean Marie me explic que sus ascendientes

    fueron testigos de cmo decenas de telas y tablas, dibujos y bocetos se extraviaron o fueron destru-

    idos despus de la muerte de Vincent.

    Muchas de sus magnficas creaciones fueron negociadas como marcos viejos por oscuros buhoneros

    sin nombre. La lucha contra la incomprensin y la ignorancia qued en manos de Johanna Van

    Gogh-Bonger y su hijo. Empero, su pariente el posadero conserv ese pequeo trabajo como recuer-

    do y ahora, a la luz del tiempo y de la historia, era una joya invalorable. Luego, Jean-Marie me al-

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    canz un minsculo libro de deslucidas tapas duras. Imagin que se trataba de la Biblia de Vincent

    en su poca de misionero en la cuenca minera de Le Borinage en Blgica. Pero no.

    -Es el diario de Marguerite Gachet. Lelo. Despus de hacerlo, su recuerdo no te dejar dormir.

    Marguerite. Al or ese nombre pens en una carta de Vincent dirigida a su hermano Theo, donde

    bocetada a tinta apareca Mademoiselle Gachet sentada al piano, acaso ejecutando un preludio de

    Chopin. Les transcribo para su juicio los prrafos mas patticos Y significativos del diario.

    Mircoles 23 de julio de 1890.

    En la bohardilla donde Vincent tiene montado su estudio pap encontr la carta. La tinta an estaba

    fresca (1)

    Pap dice que Vincent deja sus cartas y papeles bien a la vista, pues es tan inteligente que no rehuye

    a su vigilancia. Es ms, cada tanto se ofrece mansamente a ella y a menudo deja premeditadamente

    indicios de sus conflictos para que pap lo ayude o simplemente se preocupe. Lo que ocurre ahora

    es muy singular. Los supersticiosos campesinos de Auvers aseguran que un gigantesco y endemo-

    niado cuervo merodea desde hace un par de meses, y a Vincent se le ha dado por creer que lo busca

    a l. Segn pap es una particular manifestacin de la mana persecutoria. Esta visin lo atormenta

    y lo persigue todo el da, todos los das.

    La carta mencionaba ciertas telas que an el el desastre conservan su serenidad. Sostena que en su

    trabajo juega su vida y ha perdido la mitad de la razn. En el pasaje mas enigmtico deca ...

    bueno, realmente no podemos hacer hablar ms a nuestros cuadros. Seguidamente y borroneado

    con la misma tinta pap pudo descifrar y qu dicen los cuadros? Que los cuervos me acosan, los

    cuervos me acosan, estn por todas partes, vuelan sobre m, me vigilan y... lo que haya escrito a

    continuacin realmente era ininteligible.

    (1) NOTA DEL AUTOR: La ltima carta que Vincent Van Gogh escribi para su hermano

    Theodorus el 23 de julio de 1890, no lleg a ser despachada y fue hallada entre las

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    pertenencias del pintor despus de su muerte.

    Jueves 24 de julio de 1890.

    El cuervo inmenso, azabache y silencioso cruz el azul crepsculo estival y se pos en el alero del

    restaurant de Monsieur Ravoux, justo enfrente de la ventana que iluminaba la habitacin de

    Vincent. Como impulsado por un imperioso mandato se arroj sobre el cristal hacindolo estallar.

    Pap y Ravoux que departan con un grupo de parroquianos en una de las mesas en la vereda, co-

    rrieron presurosos. Este pjaro seguramente provocara un colapso en la mente conmovida de

    Vincent. Cuando consiguieron franquear la puerta, una fresca corriente se colaba por el vidrio roto

    del inclinado ventiluz, inundando la penumbrosa y modesta pieza con toda su cargazn de fragan-

    cias campestres. Crecan los rumores del ro, muy prximo, con una avanzada de ranas en cristalino

    coro. Vincent sobre su cama temblaba como una hoja sudado hasta los huesos, y se cubra frentica-

    mente el rostro con ambas manos. La tensin haba inchado desmesuradamente los nervios y las

    venas.

    -all est, all est... el cuervo, el cuervo- repeta obsesivamente,.

    -ya se fue Vincent-le dijo pap abrazndolo con ternura- quedate tranquilo. Ya se fue.

    Viernes 25 de julio de 1890.

    Vincent pas todo el da en la campia. Estuvo pintando. Hoy a la maana compr el vidrio que

    rompi el cuervo y l mismo lo coloc en la ventana. Se ufan de tener an algunos francos saldo

    de los ltimos cincuenta que pudo enviarle Theo desde Pars. Es una certeza que las cosas no mar-

    chan demasiado bien en la Casa Goupil donde Theo trabaja. Creo que se avecinan tiempos duros

    para los hermanos. Pap se inquiet un poco al ver sus trabajos. Uno, un grabado sobre chapa negra

    donde el punzn descubra la silueta de un terrible cuervo de sangrienta mirada y el otro, un leo

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    enigmtico donde un destellante campo de trigos amarillos era cruzado por una bandada de cuervos.

    Todo un smbolo. La coruscante pureza de su genio primitivo acechado por los pjaros del miedo,

    de la sospecha y porque no de la muerte. Vincent observ complacido el desasosiego de pap. A

    veces pienso que se estudian mutuamente, y por momentos no se sabe cabalmente quin es el pa-

    ciente de quin.

    Sbado 26 de julio de 1890.

    Alguien en el pueblo mencion haber visto el cuervo. Fugazmente y a la distancia fue observado

    por la campia y rondando el casero. Pap y Ravoux beben, juegan a los naipes y planean algo. El

    ambiente es afable y bullicioso. Alguno ha dicho que aprovechando el domingo, maana acompaa-

    rn a Vincent por el campo. Discretamente quieren protegerlo del pjaro y, de ser posible, darle un

    corte a la situacin. Ravoux llevar una pistola. Particularmente me inspiran temor las armas, pero

    en los preparativos previos todo parece un juego de nios.

    Domingo 27 de juio de 1890.

    Es medianoche. Lo que ha ocurrido hoy es espantoso e inexplicable. No quiero pensar en ello.

    Vincent sali temprano hacia las campias con su caballete, un par de tablas y sus pinturas. Quince

    minutos despus, detrs de l, salimos Monsieur Ravoux, pap y yo. Realmente era un domingo

    esplndido. El clido sol no nos permita imaginar la tragedia en ciernes. No muy lejos del pueblo

    hallamos el caballete ubicado como para trabajar. Las pinturas y pinceles estaban dispersos sobre la

    hierba. Vincent no estaba por ningn lado seguramente espantado por la alada amenaza.

    Porque all, justo sobre el tablero, el inmenso cuervo azabache nos miraba con su roja e inquietante

    pupila. En un segundo, en un gesto que nos sorprendi a todos, Monsieur Ravoux sac de su bolsi-

    llo la pistola e hizo un disparo. El estruendo alborot las copas de los rboles que despidieron nube-

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    cillas de pjaros, el fogonazo nos encegueci momentneamente y un acre olor a plvora que me

    record el ozono de las tormentas se expandi por el aire.

    El cuervo, alcanzado en el pecho se tambale en su lugar y de inmediato sali disparado hacia el

    cielo. Dio un par de tumbos y luego enfil hacia el pueblo aleteando dificultosamente en medio de

    sus graznidos desesperados. Con un esfuerzo prodigioso gan altura y se perdi fuera de nuestra

    vista.

    Pap llam a Vincent varias veces y con fuertes voces pero nadie respondi. Organizamos una pe-

    quea bsqueda por los alrededores inmediatos pero infructuosamente. Optamos por recoger sus

    tiles y regresar. Era un hecho que haba escapado al encontrarse frente a frente con el monstruo de

    sus pesadillas. Durante todo el trayecto pudimos observar el reguero de sangre dejado por el cuervo.

    Cuando llegamos a la posada de Ravoux vimos el vidrio del ventanal de Vincent nuevamente roto.

    -ese condenado cuervo-protest pap- vino de nuevo para alterar a Vincent.

    Despus de todo Vincent tena algo de razn. El cuervo pareca instintiva o casualmente, perseguir-

    lo. Subi Ravoux hasta el altillo. Su grito desenlaz en un segundo todo el dramatismo de la muerte.

    Vincent estaba sobre el lecho. Tena la mirada perdida y un hilo de conciencia apenas ligado a su

    persona. Una enorme herida redonda manaba y manaba sangre sobre su pecho, a la altura del cora-

    zn un poquito hacia la mitad del cuerpo. En ella se haba pegoteado una decena de plumas renegri-

    das.

    -el cuervo...el cuervo...-balbuceaba con el resto de voz que quedaba en su garganta.

    Pap entendi que la bala se haba alojado junto a la columna. Es muy posible que una intervencin

    quirrgica salvara a Vincent. Papa aconsej no hacerlo. qu significado tiene luchar por su vida sin

    conocer el modo de liberarlo de su tormento? para qu repetir intilmente, en su pobre humanidad

    castigada, el martirio interminable de Prometeo? Hoy mismo avisamos a Theodorus.

    Martes 29 de julio de 1890.

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    Ayer vino la polica. Ravoux y pap declararon que Vincent sali con la pistola a cazar cuervos y

    que, en algn lugar de la campia se dispar voluntariamente un balazo en el pecho. La versin fue

    aceptada por todos y considerada muy lgica. A quin puede sorprender que se quite la vida un

    hombre que se reban la oreja con una navaja para obsequirsela a una amiga, pupila de un burdel?

    Por la tarde lleg Theo.

    Hoy por la madrugada muri Vincent. No entiendo bien o no quiero entender qu es lo que ha ocu-

    rrido. Nuestras vidas ya no volvern a ser las mismas.

    Aqu prcticamente termina el diario. Hay un par de pginas ms totalmente intrascendentes, con

    muchas enmendaduras y escritas con elocuente desgano. Es notorio que la voluntad de escribir de la

    joven Gachet estaba, en este punto, virtualmente quebrada. Al modesto cortejo fnebre de Vincent

    asistieron el doctor Gachet, Theo, el pereTanguy, Emile Bernard y cuatro o cinco circunstantes

    curiosos.

    Ravoux volvi a cambiar el vidrio en la ventana del altillo, los supersticiosos campesinos de Auvers

    no volvieron a ver el gran cuervo negro que tanto agitara sus fantasas y poco a poco se fueron olvi-

    dando del tema. No s lo que ocurri despus con todas las personas de esta historia. Theo muri el

    21 de enero de 1891 en Holanda y fue sepultado junto a la tumba de su hermano Vincent.

    Lo que yo deseaba que todos ustedes supieran, es lo que contiene mi relato.