El Derecho y el sexo siempre han estado...

Sartre Alex R. Zambrano Torres

Alex R. Zambrano Torres

SARTRE DESDE LA ÓPTICA DEL DERECHO PERUANO

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CopyrightEdiciones: “EL FONDO DEL DERECHO”Derechos de Autor reservados conforme a ley.“Queda autorizado la reproducción total o parcial de este texto, con previa comunicación al autor.”Printed in Perú

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JEAN PAUL SARTRE _____ DESDE LA ÓPTICA DEL DERECHO ______

Alex R. Zambrano Torres

Hace mucho que no tengo noticias de Jean Paul Sartre, escribió creo algo sobre el existencialismo, entre la penumbra del compromiso de escribir, y la necesidad de revitalizar su propia existencia. En el Perú fue uno de sus mayores admiradores Mario Vargas Llosa, al que decían –según cuenta el mismo- “el sartresillo valiente”. No puedo decir mucho sobre Sartre, sobre su vida, no puedo decir, por ejemplo, que nació en Francia, ni que fue titulado el paladín de Francia, ni que logró escribir enormes tomos sobre el Ser y la Nada, por ejemplo, o sobre Jean Genet, al cual, gracias a sus profunda meditaciones y opiniones públicas, dieron libertad, pues estaba en cárcel –si es que no me equivoco-.

No, no puedo hablar mucho de Sartre, pues sólo sé de el muy pocas cosas, cosas tan comunes como la idea del “compromiso del escritor” que parecía consistir en que era preferible apoyar a los niños antes que escribir obras. No, no puedo

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hablar tampoco de esa manía por tomarse todo en serio, como si la vida misma fuera seria. Ni puedo recordar si acaso se equivocó mucho. Sólo puedo hablar de Sartre desde una perspectiva de abogado, es decir, de las normas jurídicas. Perspectiva, por cierto, que se presiente oscura, aburrida, y nada agradable. Pero el Derecho, para mi, es la más grande expresión de lo que siente el hombre. Es sentir la vida en carne hueso.

Hablar de Jean Paul Sartre sobre los 100 años de Libertad, es remitirse, en nuestra vida, a un tipo de ordenamiento social, que tiene que pasar por la expresión jurídica, no puede haber libertad sino existe libertad jurídica, y ésta es una ficción inventada por los seres humanos para poder convivir.

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Shopenhauer diría que la libertad es “un concepto negativo”, ¿por qué?, porque por el entendemos “la ausencia de todo obstáculo”.1 La libertad más bien es una fuerza que se representa, que se manifiesta, que se expresa, y como tal debe ser positiva. Shopenhauer, partiendo de este concepto distingue los tipos de libertad y los divide en: Libertad física, Libertad intelectual, y la Libertad moral; las cuales intentaremos explicar brevemente:

a) Libertad física:

1 SCHOPENHAUER, ARTURO. Schopenhauer en sus Páginas. Editorial Fondo de Cultura Económica de México. pp. 209.

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Que para Shopenhauer no es más que la “ausencia de cualquier tipo de obstáculo material.“Designa la ausencia de condiciones vejatorias”,2 y esas condiciones vejatorias serían las que disminuyen al hombre en su condición de hombre y de sujeto de derecho y dignidad. Pero cuando algo se dice que es voluntario, se dice que tiene raíz en su voluntad, es por que es una acción libre, es decir cuando los actos no son imposibilitados por ningún obstáculo. Sin embargo, no siempre sucede que la voluntad es el libre discurrir de la fuerza del hombre, no siempre se pueda dar rienda suelta a las potencialidades y quereres del hombre. La libertad se halla obstruida por factores muy diversos. Cuando esos obstáculos son físicos, materiales, como un muro, una montaña, etc., entonces la voluntad sufre no por razones inmateriales sino por condiciones físicas -valga la redundancia-, y la voluntad queda fuera del radio operativo del individuo. La experiencia, la observación demuestra el obstáculo, y “bajo este significado el concepto de la libertad no está expuesto a ninguna duda o controversia, pues siempre puede darse testimonio de su realidad a través de la experiencia.”3 Así: “El concepto de libertad, en este su significado original inmediato y popular, se refiere sólo al poder (poder obrar), es decir, a la ausencia de obstáculos en sus acciones.” 4 No hay duda de cual es el obstáculo. Las razones son, pasibles de ser verificados por medio de los sentidos.

2 SCHOPENHAUER, ARTURO. Schopenhauer en sus Páginas. Editorial Fondo de Cultura Económica de México. pp. 209.3 SCHOPENHAUER, ARTURO. Schopenhauer en sus Páginas. Editorial Fondo de Cultura Económica de México. pp. 209.4 SCHOPENHAUER, ARTURO. Schopenhauer en sus Páginas. Editorial Fondo de Cultura Económica de México. pp. 209,210.

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b) Libertad intelectual:

Hay que establecer que para hablar de este tipo de libertad lo primero es establecer qué es el intelecto, y decir, luego, que el intelecto es la facultad del conocimiento, que como fenómeno psíquico luego actúa sobre la voluntad. Así: “El hombre intelectualmente libre, es aquel que cuando la voluntad puede decidirse de acuerdo con la naturaleza del hombre, o sea de acuerdo con el carácter individual del hombre, y manifestarse sin trabas según su propia esencia.5 Por lo tanto la libertad intelectual se manifiesta en las acciones, en el resultado de las acciones y conductas del hombre. Es decir, un hombre es intelectualmente libre cuando “sus acciones son sólo el resultado de la reacción de su voluntad ante los motivos que se le presentan en el mundo externo de la misma manera que a todos los demás. Es entonces cuando se le atribuyen sus acciones moral y jurídicamente.” 6 Existe relación entre el individuo y sus conocimientos, y sus motivos; puesto que el intelecto es el medio de los motivos: “el medium del motivo es el conocimiento”7, “si falta el conocimiento, falta también necesariamente el movimiento por motivos”.8 La libertad intelectual parte, entonces, del conocimiento y del tratamiento que el ser humano da a estos conocimientos, a esos saberes. Es el intelecto el dominante, es éste el conjunto o sistema de conocimientos; pues en síntesis el intelecto es conocimiento que responde a motivaciones. 5 SCHOPENHAUER, ARTURO. Schopenhauer en sus Páginas. Editorial Fondo de Cultura Económica de México. pp. 210.6 SCHOPENHAUER, ARTURO. Schopenhauer en sus Páginas. Editorial Fondo de Cultura Económica de México. pp. 210.7 SCHOPENHAUER, ARTURO. Schopenhauer en sus Páginas. Editorial Fondo de Cultura Económica de México. pp. 54.8 SCHOPENHAUER, ARTURO. Schopenhauer en sus Páginas. Editorial Fondo de Cultura Económica de México. pp. 54.

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Shopenhauer le atribuye a este conocer, la característica central de todos los animales; y claro, dentro de los animales están los seres humanos de carne y hueso -como diría Unamuno-. No olvidemos que la carácterística diferenciable del ser humano es su condición de animal de conocimiento, sujeto y objeto de conocimiento, es más “…la verdadera característica del animal sea el conocer, el representar. El animal, como tal, se mueve siempre hacia un fin, con un propósito, el cual debe ser conocido por él, esto es, debe representársele como algo diferente de él mismo y tener conciencia de este algo. Por consiguiente, hay que definir al animal diciendo que es ‘lo que conoce”.9 Y el hombre es ese animal que conoce, y por lo tanto tiene intelecto, por que es nada más que conjunto de conocimientos y de representaciones conceptuales.

Bueno, cuando la libertad intelectual se ve obstaculizada, ya no hay voluntad, podemos explicarlo reseñando a Shopenhauer quien escribe que: “Esta libertad intelectual queda suprimida, o bien cuando el medio de los motivos, la facultad del conocimiento, está trastornado temporal o definitivamente, o cuando las circunstancias exteriores en determinados casos adulteran la aprehensión de los motivos. El primer caso es el de la locura, el delirio, el paroxismo y el delirio de la borrachera; el segundo el de un error del cual no somos culpables, como, por ejemplo, cuando alguien sirve veneno en lugar de medicina o 9 SCHOPENHAUER, ARTURO. Schopenhauer en sus Páginas. Editorial Fondo de Cultura Económica de México. pp. 54.

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dispara contra el criado que ha entrado por la noche tomándolo por un ladrón. En ambos casos los motivos están adulterados y, por lo tanto, la voluntad no puede decidirse como lo haría bajo las mismas circunstancias si el intelecto se los suministrase correctamente.”10 La pregunta sería luego, en el caso del derecho a la información, ¿cuándo la voluntad de conocer está intelectualmente limitada?, o ¿cuándo debería estar limitada la libertad intelectual de conocer?

c) La libertad moral:

Lo interesante de la libertad moral es la apreciación de que un motivo no tiene fuerza irresistible, porque puede ser vencida por otro motivo más fuerte. No es lo mismo que un obstáculo material.

T÷Las anécdotas de Sartre no las contaré yo, no puedo hablar de Sartre desde su historia, es decir, desde el registro de los acontecimientos que hicieron de él un ser único y exclusivo, sui generis.

La libertad para Jean Paúl Sartre dejó un pequeño legajo, un registro en la historia, un registro social, político, económico, moral, religioso, y también un registro “jurídico”. Lo jurídico, como ustedes podrán observar, en la conglomeración extraordinaria y concreta, una síntesis de todo lo social, es decir, es un resumen de los factores que mueven al mundo, al ser humano, es decir, un resumen de los 10 SCHOPENHAUER, ARTURO. Schopenhauer en sus Páginas. Editorial Fondo de Cultura Económica de México. pp. 210.

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factores económicos, sociales, políticos, morales y religiosos. Eso es lo jurídico, resumen de estos factores; armonización de los mismos, con un principio, el monopolio y el respaldo de dicho monopolio a través de la fuerza coactiva.

En realidad no es la Libertad que entendía Sartre lo que nos debe interesar, ni siquiera que se hayan cumplido cien años de su fallecimiento, ni siquiera que sus palabras sobre la existencia precede a la esencia. No es nada de eso lo importante, sino su fuerza, la fuerza que pudo transmitir a todos los que lo leyeron, el desencanto de la escritura, a la que llamó “compromiso”, el desamor al pensamiento, al que desterró con la existencia; su negación del legalismo, al que consumó con la liberación de Jean Genet; su gran estilo para la refutación de lo establecido; su capacidad abrumadora para argumentar y redefinir conceptos.

Jean Paul Sartre es un pensador, pero el mismo piensa que eso no es primero, sino existir. No cae en el idealismo, sino en la realidad objetiva; intenta despojarse de toda malversación que te posibilita la literatura, no es la palabra, un libro lo que importa, sino el ser humano, por eso se atreve a afirmar que es mejor dejar de escribir y ayudar a los niños pobres; por eso, y por un gran acto de vanidad, desprecia el premio Nóbel. Porque siente que todo eso no tiene sentido cuando el ser humano se deprime y se consume en un escalofrío innecesario. No, Jean Paul Sartre no cree en la vida del escritor. Es un hombre que se libera, se libera de la mediocridad, de esa mediocridad que hace que

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unos crean que escribir es un asunto sagrado, divino, superior. No creo que alguien serio realmente piense que escribir sea un acto serio; es más bien un gran acto de vanidad, una contemplación del yo, un regocijo para consigo mismo; como diciendo, ¡yo he escrito esto? Que genio que soy.

Sartre en una entrevista a cargo de R. Fornet, M. Casñas y A. Gómez; que ha salido en ese fantástico mundo virtual que es el Internet expresa que se ha declarado anarquista. Sartre dice que ha tomado la palabra Anarquía en su sentido etimológico, es decir como “sociedad sin poder, sin Estado”. y agrega ¿Qué es una sociedad que no tiene poderes?. ¿Imaginan ustedes lo que puede haber representado esa idea planteada por Sartre para su generación?

Por un lado, pensar que Sartre se pensaba anarquista significa que no creía en una sociedad con Estado, o con poderes, que piensa que el Estado no es perfecto para la sociedad, y que el poder tampoco logra nada fructífero para el desarrollo de la sociedad.

-------------La política es un tema siempre discutible; pues de ella se dicen y atribuyen muy diversos y divergentes sentidos: como que es “el arte de gobernar”. La mentira es un valor que no entra en las categorías negativas del fenómenos político. La política no está en las categorías morales, sino entre las dimensiones de control, gobierno y administración del poder público y privado. No se intenta hacer buenos a los

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hombres, con la política, sino gobernarlos mejor, no un principio moral, sino organizativo, no por la conciencia, sino por la necesidad.

La política también ha sido concebida como el “actuar público del ser humano, en donde prima el logro del objetivo principal: la obtención del poder, a cualquier precio y por cualquier medio (los fines justifican los medios), etc.

En ese enjambre de concepciones nos quedamos atrapados en la ignorancia y el error. Confundidos por la mezcla que hacemos de moral y política, por entremezclar los valores que pertenecen a uno dentro del otro. Olvidando que esos discursos (el moral, y el político) aunque contienen referentes comunes (como la sociedad y su “normación” o regulación normativa) son dimensiones diferentes y autónomas, es decir crean y tienen su propio campo de estudio, especulación y aplicación. Mientras que el primero (el moral) pretende –según su discurso- hacer buenos a los hombres, la dimensión política sólo pretende organizarlos a través del poder.

Así, confundidos, nunca podemos salir del embrollo, menos aplicar la utilidad de las ciencias políticas, en general, y de la política en particular. Por eso hacer disgresiones sobre la política resulta no sólo fascinante y divertido, sino trascendental para el derecho, porque se trata de un fenómeno normativo y de poder, de relación de fuerzas. Y puesto que la política es un instrumento para poder vivir, para el bien de los seres humanos en general y no para un

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grupo en particular. La política es un fenómeno colectivo, puesto que se define por sus efectos colectivos, sociales, por tal razón importa a todos y no sólo a uno. La trascendencia de ella está en su carácter general, colectivo, social, y lo que tienen que ver con lo social, con la totalidad involucra necesariamente al Estado. El Estado es también un fenómeno colectivo, social, político, de organización de la sociedad a través del poder.

Política y Estado se corresponden pues ambas trabajan en referencia a la organización de la sociedad, y esta la constituimos nosotros. Como podemos ver, la política tiene que ver con la sociedad, y está con nosotros, con cada uno de nosotros; porque querámoslo o no estamos rodeados de mundo, de sociedad. Desde que nacemos estamos frente, al costado, etc., de personas, de gente que está ahí, y ese estar allí de los demás implica ya un efecto sobre nosotros. Son los efectos los que se intentan regular, prever y estabilizar en el Derecho. La política intentan describir esos efectos, y el Derecho los norma o prescribe, para darles cierta unidad y coherencia con los fines de la sociedad. Esa sociedad que suponen evidentemente un acto relacional, una relación entre los individuos; y por consiguiente también la regulación de estas relaciones. La relación, pues, provoca e impone criterios de conducta, o conductas en sí mismas. Fenómeno que tiene, como vemos, un carácter pedagógico, es decir, formativo, forma al ser humano, le moldea su forma o conducta. La relación social es pues

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formativa. Somos, en parte o totalmente, producto y formados por esa sociedad,

“Esa sociedad que nos rodea y empapa, .. nos irá también dando forma (…formará los hábitos de nuestra mente y las destrezas o rutinas de nuestro cuerpo)”.i Pero esa sociedad que nos forma esta hecha también por nosotros, nosotros la pensamos y la hacemos, nosotros somos parte de esa sociedad que nos forma y por lo tanto también la formamos, formamos nuestra sociedad. La reciprocidad es evidente, porque toda relación implica necesariamente una mutua implicación y correspondencia, una mutua afectación. “La sociedad se supone está pensada por hombres como nosotros y para hombres como nosotros”ii. Pensar el mundo en el cual queremos vivir, o hacer vivible una sociedad es una de las pretensiones de la política, porque a pesar que la política es búsqueda del poder, no se restringe a ella simplemente, sino no sería una disciplina social, se trata de entender cómo funciona el poder, y cómo nos organizamos en relación a la distribución o ejercicio del poder. Y aunque el concepto de política es referido a la “acción organizada para la conquista, posesión y ejercicio del poder”, la política va mucho más allá, se trata de organización del poder, y de establecer la mejor relación entre gobernantes y gobernados; de control del poder. La política es un instrumento inventado por el hombre para tratar de vivir lo mejor posible, desde un conocimiento: el poder.i Savater, Fernando. Política para Amador. Editorial Ariel. Pp. 22.ii Savater, Fernando. Política para Amador. Editorial Ariel. Pp. 23.

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El Estado no nace por azar, ni porque una comunidad primitiva se haya desgastado; nace como un rompimiento, como una fuerza, una nueva fuerza que pretende, se pretende superior, y mejor que la anterior forma de organización. Es un acto de soberbia el nacimiento del Estado, pero sigue los mismos pasos de organización social anterior, se basa en “vínculos”, en el establecimiento y redescubrimiento de vínculos entre los seres humanos, que esta vez ya no serán los de “parentesco”, necesariamente, pero serán “vínculos” de todas formas, vínculos que unen, que obligan, que orientan, que organizan. El Estado es, pues, un vínculo que ata, por la fuerza o por la persuasión la voluntad de los seres humanos. Vínculo que se convierte en organismo, en ordenamiento, en aquello que ordena cierto tipo de relaciones sociales, cierta manera de relacionarse. El Estado es pues un ordenamiento político, porque se pretende organizador de las fuerzas de gobierno, de los órdenes de gobierno.

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“Un estado existe donde hay un aparato político, instituciones de gobierno, tales como una sala de justicia, un parlamento o congreso, más funcionarios públicos civiles, gobernando sobre un territorio dado, cuya autoridad se respalda por un sistema legal y por la capacidad de

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emplear la fuerza para implantar sus políticas”(iii).

El resumen general del nacimiento del Estado moderno nos lo explica sintética e inteligentemente Norberto Bobbio, quien escribe que: “...los grandes Estados … surgieron de la disolución de la sociedad medieval. Esta sociedad fue una sociedad pluralista, es decir, formada por varios ordenamientos jurídicos, que se oponían o que se integraban: por encima de los que hoy son los Estados nacionales había ordenamientos jurídicos universales como la Iglesia y el Imperio y había ordenamientos particulares por debajo de la sociedad nacional, como los feudos, las corporaciones y los municipios. También la familia, considerada en la tradición del pensamiento cristiano como una sociedad natural, era en sí misma un ordenamiento. El Estado moderno se fue formando a través de la eliminación y la absorción de los ordenamientos jurídicos superiores e inferiores por la sociedad nacional, por medio de un proceso que se podría llamar de monopolización de la producción jurídica. Si por poder entendemos la capacidad que tienen ciertos grupos sociales para promulgar normas de conducta válidas para todos los miembros de la comunidad, y de hacerlas respetar aun con el recurso de la fuerza (el llamado poder coactivo), la formación del Estado moderno corre paralela a la formación de un poder coactivo cada vez más centralizado y, por lo tanto, a la supresión gradual de los centros de poder inferiores y superiores al Estado, lo que tuvo como iii GIDDENS, A. Sociología Política, Madrid, Alianza Editorial, 1992, pp. 331.

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consecuencia la eliminación de todo centro de producción jurídica que no fuera el mismo Estado. La tendencia a identificar el derecho con el derecho estatal, que hoy todavía existe, es una consecuencia histórica del proceso de concentración del poder normativo y coactivo que caracterizó el surgimiento del Estado nacional moderno.”(iv) - - - - - - - - - -

Pero al margen de eso, cuando leo que Sartre se autocalificó de anarquista no me queda nada más que recordar el concepto que daba Edgar Bodenheimer sobre el Derecho. Bodenheimer decía: “El Derecho es un punto intermedio entre la anarquía y el despotismo”. La relación es, como ven, muy forzada. Pero cualquier idea que tenga que ver con el Estado, y con el Poder, tiene que ver necesariamente con el Derecho. Las ideas sartreanas no eran meras especulaciones literarias, filosóficas, sino que prevenían o subvertían contra un mundo de Estado, de poder, de Derecho, y a la vez, querían o propugnaban un mundo derecho.

No puedo dejar, por ello pensar que el anarquismo de Sartre es más bien una refutación a la sociedad en su existencia político jurídica. Decir que no se cree en el Estado es decir, que no se cree en aquello que le da existencia, o sea es no creer en el Derecho, en aquello que te da Libertad.

Parece, sin embargo, que hablar de Sartre desde la perspectiva jurídica es un descalabro, es estar iv Bobbio, Norberto, Teoría general del Derecho, Editorial Temis, pp. 9

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desconectado del discurso fundamental que en este día se tiene que tocar. Pero, puedo decirles una cosa, Sartre inspiró, aunque tal vez no fue su propósito, el espíritu jurídico de su tiempo, y también de este tiempo. Sin ir muy lejos, tenemos a un gran jurista, Fernando Sessarego, que toma algunas raíces existencialistas, en su trabajo de tesis jurídica denominada “Bosquejo para una determinación ontológica del derecho”, que luego fue publicada en parte, con el título de “El Derecho como Libertad”.

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