El Dilema Discursivo en Marianela

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El dilema discursivo en Marianela María-Paz Yáñez Ya son muchos los estudiosos que reconocen el juego irónico que los textos galdosianos desarrollan con respecto a esa voz que narra desde la amable perspectiva del discurso burgués. Aunque la obra de Galdós va perfeccionándose a medida que madura su autor, es de observar que los procedimientos irónicos están presentes desde sus primeras producciones. Este fue, a mi modo de ver, uno de los motivos del impacto que causó la aparición de don Benito en un entorno literario poblado de textos monológicos, en los que texto y narrador compartían la misma escala de valores. Partiendo de estos modelos, Galdós crea un narrador que, a medida que avanza su producción, va adquiriendo más signos de personaje. Este narrador no se diferencia, a simple vista, del que se prodigaba en los textos monológicos, en tanto que se identifica con determinados personajes, por lo general protagonistas de la historia narrada. Su identificación llega a tal punto que algunos de los espacios, hechos o actores descritos nos llegan filtrados por la mirada de dichos personajes. Se puede hablar en este caso de narración focalizada. El término «focus of narration», propuesto en 1943 por Cleanth Brooks fue elaborado en

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Extraído de Cervantes Virtual

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El dilema discursivo enMarianelaMara-Paz Yez

Ya son muchos los estudiosos que reconocen el juego irnico que los textos galdosianos desarrollan con respecto a esa voz que narra desde la amable perspectiva del discurso burgus. Aunque la obra de Galds va perfeccionndose a medida que madura su autor, es de observar que los procedimientos irnicos estn presentes desde sus primeras producciones. Este fue, a mi modo de ver, uno de los motivos del impacto que caus la aparicin de don Benito en un entorno literario poblado de textos monolgicos, en los que texto y narrador compartan la misma escala de valores. Partiendo de estos modelos, Galds crea un narrador que, a medida que avanza su produccin, va adquiriendo ms signos de personaje. Este narrador no se diferencia, a simple vista, del que se prodigaba en los textos monolgicos, en tanto que se identifica con determinados personajes, por lo general protagonistas de la historia narrada. Su identificacin llega a tal punto que algunos de los espacios, hechos o actores descritos nos llegan filtrados por la mirada de dichos personajes. Se puede hablar en este caso de narracin focalizada.El trmino focus of narration, propuesto en 1943 por Cleanth Brooks fue elaborado en 1972 por Grard Genette, si bien de forma algo confusa, tanto que se interpreta en la mayora de los casos en relacin con el objeto focalizado -sin duda, por influencia de la cinematografa-, restando importancia al sujeto focalizador. Las teoras de Genette fueron matizadas poco despus por Mieke Bal, quien distingue y separa estos dos conceptos. A mi modo de ver, las limitaciones de ambas concepciones consisten en dar prioridad a la categora del saber sobre, dejando a un lado la que podramos designar como opinar sobre, de mayor funcionalidad a la hora de interpretar los diferentes discursos que articulan un texto, entendiendo por discurso el conjunto de valores que sustentan a un determinado individuo o a una determinada sociedad32. Aunque Genette seala la modalidad de focalizacin interna33y Bal la admite, con tal de denominarla imperceptible34, ambos desestiman las valorizaciones ideolgicas que toda descripcin implica, en especial si remite a este tipo de proyeccin desde o hacia el interior de determinado personaje35. El hecho de que un narrador se identifique con cierto personaje hasta el punto de cederle la eleccin del enfoque -y las inevitables valorizaciones que ello conlleva- indica la afirmacin por parte del primero del discurso representado por el segundo.Naturalmente, no hay que confundir la identificacin del narrador con la del texto (o la del autor, si se insiste en personalizar a la ltima instancia enunciadora). Precisamente, como ya he apuntado, en esta distincin se basa la diferencia entre textos monolgicos y textos dialgicos. El narrador galdosiano siempre se identifica con los valores de un personaje o de un grupo social, pero rara vez con los valores defendidos por el texto. Sus procedimientos de identificacin no se limitan al recurso de fundir su voz con la del personaje, de proyectar lo que Luis Beltrn Almera califica como voz dual (39), esa 52 mezcla de voces que se perciben en el discurso indirecto libre, tan utilizado por los autores del siglo XIX. Se trata ms bien de lo que Oscar Tacca llama la mirada oblicua, a travs de la cual las cosas, los hechos y los seres cobran de inmediato la forma y el sentido que tienen para cada personaje (77). Las seales de identificacin entre la voz que narra y el personaje que contempla no afectan en este caso al terreno sintctico, como ocurre en el discurso indirecto libre, de modo que, aparentemente, la responsabilidad de las valorizaciones enunciadas recae por entero en el narrador. Sin embargo, una lectura atenta nos revela que los objetos y las situaciones van surgiendo a medida que los va percibiendo y valorizando un personaje, previamente cualificado para ello por medio de una descripcin que pone de manifiesto la simpata que merece a la voz narrante y que invita al lector a compartir dicho sentimiento.Efectivamente, en la primera etapa de la novelstica galdosiana, el narrador suele presentar a tales personajes focalizadores de forma muy positiva y compartir sus juicios de valor36. No hay que engaarse, sin embargo, ante esta identificacin. Galds toma este recurso de la novela monolgica tan en boga en su poca -el folletn- para tratarlo irnicamente, como hace a menudo con otras constantes del gnero37. Si observamos de cerca el comportamiento de los personajes y las imgenes metafricas, se van revelando los signos de otro discurso, por lo general, opuesto al defendido por el narrador y por el personaje focalizador.En este sentidoMarianela(1878) es una de las obras que ms ha despistado y despista a crtica y lectores, dado que su temtica se acerca al gnero folletinesco de forma ms evidente que las otrasNovelas de la primera poca, cuyos componentes revolucionarios atenuaban en cierto modo lo melodramtico del asunto. As no extraa que Ricardo Gulln la interpretara en sus primeros estudios galdosianos como intermedio sentimental (60). Afortunadamente, en las ltimas dcadas se han ido descubriendo matices que en las anteriores lecturas haban pasado desapercibidos. Siguiendo esta misma lnea de reivindicacin, me propongo mostrar algunas observaciones, realizadas a partir del estudio de los procedimientos focalizantes del narrador, que contribuirn a dar una idea de la riqueza de significaciones que entraa esta novela y de lo mucho que an queda por investigar.El personaje focalizador enMarianelaes Teodoro Golfn, de quien leemos ya en la primera pgina: (dgase de una vez, aunque sea prematuro) excelente persona por doquiera que se mirara (690). Una afirmacin tan rotunda y tan temprana no deja de llamar la atencin, sobre todo si la propia voz que narra hace hincapi en lo prematuro de su aserto. En seguida notamos que en estos primeros captulos el narrador reafirma su juicio de valor, adoptando la perspectiva de su hroe: las minas, Socartes, Pablo y Marianela van apareciendo simultneamente ante los ojos de Teodoro y ante los del lector que le acompaa por su intrincado camino. Su identificacin con la voz narrante llega al punto de no necesitar de su mediacin para presentarse: Aqu tienes, Teodoro Golfn, el resultado de tuadelante, siempre adelante (691). Cabe sealar asimismo que la descripcin de ciertos paisajes se realiza a dos voces. Por ejemplo, observemos una comenzada por el narrador y continuada por Golfn:53Las veredas, que al principio suban, luego empezaron a bajar, enlazndose; y al fin, bajaron tanto, que nuestro viajero hallose en un talud, por el cual slo habra podido descender echndose a rodar.Bonita situacin! -exclam sonriendo [...]- En dnde ests, querido Golfn? Esto parece un abismo. Ves algo all abajo? Nada, absolutamente nada...; pero el csped ha desaparecido, el terreno est removido. Todo es aqu pedrusco y tierra sin vegetacin, teida por el xido de hierro.

(691)

Otro tanto puede decirse de la presentacin de Pablo:En tal punto y momento el viajero pudo distinguir una figura, un hombre que, inmvil y sin expresin, cual mueco de piedra, estaba en pie a distancia como de diez varas, ms abajo de l, en una vereda transversal que apareca irregularmente trazada por todo lo largo del talud.

(692)

Obsrvese, adems del verbo de percepcin que nos anuncia que vemos lo mismo que est viendo el personaje, la perspectiva espacial enfocada desde su punto de mira (como a diez varas de distancia, ms abajo de l).Respecto a los juicios de valor que ambos -narrador y hroe- comparten sobre otros personajes, voy a exponer slo dos ejemplos, los ms significativos, a mi entender: Florentina y Marianela. No cabe duda de que el personaje que atrae la mayor simpata de Teodoro es Florentina: Florentina, que es un ngel de Dios, ha querido hacer de ti una amiga y una hermana; no conozco un ejemplo igual de virtud y de bondad (747). El narrador, por su parte, describe el alma de Florentina como llena de pureza, de amor, de bondades, de pensamientos discretos y consoladores (738). Enumerar los eptetos que la voz narrante dedica a la joven sera tarea interminable. Casi cada referencia a esta angelical estampa de la Virgen Mara va acompaada de un adjetivo laudatorio. Baste recordar que en una ocasin la llama la Inmaculada (736).Por lo que se refiere a Marianela, nadie como Golfn es capaz incluso de afirmar su belleza ante el regocijo de su familia y del seor de Penguilas38. Tampoco el narrador la niega: A pesar de esta disconformidad, era admirablemente proporcionada y su belleza chica remataba con cierta gallarda el miserable cuerpecillo (697). Obsrvese que esta descripcin se lleva a efecto en el momento en que Teodoro acerca una cerilla al rostro de Marianela, dicindole: A ver, ensame tu cara. La imagen transmitida nos llega, pues, de nuevo a travs de los ojos focalizadores de Golfn. Es indudable que ambos tratan con inusitado cario al insignificante lazarillo, pero tambin ambos la sacrifican cuando se trata de complacer a Florentina. No es otro el mvil de Teodoro cuando, a sabiendas de la natural repulsa de la muchacha a dejarse ver por el ex-ciego, la entrega a su obstinada protectora. El narrador, al conceder a esta las ltimas palabras tras la muerte de Marianela, parece tomar tambin su partido: Florentina se ech a llorar, murmurando con voz ahogada y temblorosa: -Yo quera hacerla feliz, y ella no quiso serlo (761).Teodoro Golfn es figura de un discurso que pudiramos llamar cientfico. No extraa que, vista la adhesin del narrador, se haya interpretado la novela a partir de tales propuestas39. Pero veamos en qu medida el texto contradice los fundamentos de dicho 54 discurso. El primer captulo se titula Perdido. Golfn, con su aplastante lgica positivista, con su adelante, siempre adelante, ha tomado el camino equivocado. En el segundo captulo, Guiado, lo ser por un ciego. El hombre que camina en lnea recta y con tanta seguridad, se pierde y es precisamente un ciego quien le seala el camino. Este intercambio de papeles pone en guardia, ya desde el comienzo, sobre la estabilidad de cualquier afirmacin que encontremos en esta novela.En el nico punto en que el narrador se deja pronunciar un juicio crtico a propsito del sabio oftalmlogo es en su probada vanidad, si bien queda matizado por la justificacin:En efecto, pareca un len, y, como el rey de los animales, no dejaba de manifestar a cada momento la estimacin que a s mismo se tena. Pero la vanidad de aquel hombre insigne era la ms disculpable de todas las vanidades, pues consista en sacar a relucir dos ttulos de gloria, a saber: su pasin por la ciruga y la humildad de su origen.

(717)

Los hechos, en cambio, le justifican menos. En el Captulo 10, titulado Historia de dos hijos del pueblo, Teodoro hace una relacin de su vida harto prolija y presuntuosa, insistiendo, sobre todo, en los sacrificios que hizo para sacar adelante a su hermano40. Tal vanagloria sera, en efecto, inofensiva, si no fuera porque entre sus interlocutores se encuentra este mismo hermano, a quien parece estar recordando su deuda. Por otra parte, Teodoro reconoce haber tenido suerte con los amos a quienes ha servido, y hasta dice haber recibido una herencia. Es decir, que en su triunfante carrera, junto a su meritorio esfuerzo, que nadie pone en duda, han influido otros factores, tales como la proteccin o la suerte. Esta circunstancia se hace evidente cuando establecemos una comparacin con su mulo, el joven Celipn, cuyos sueos se cifran en convertirse en un segundo Golfn. En esta novela el destino de Felipe Centeno queda abierto. Pero vamos a encontrarle despus en otras (La familia de Len Roch,El doctor Centeno,Tormento), sin que nunca le veamos salir de criado.La irona del texto se revela, en especial, cuando Golfn acaba de salvar la vida de Marianela y pretende convencer a la desesperada muchacha de que para ella se abren nuevos caminos. Una escena tan trascendente exigira una estricta seriedad, si hemos de tomarla al pie de la letra. Pero lo cierto es que el narrador se permite bromas en el momento ms solemne:Estas sensatas palabras, o no fueron entendidas o no fueron aceptadas por la Nela, que, ocultndose otra vez junto a Golfn, le miraba atentamente. Sus ojos pequeitos, que a los ms hermosos ganaban en la elocuencia, parecan decir: Pero a qu vienen todas esas sabiduras, seor pedante?

(748)

Sin querer, se nos viene a la memoria un pasaje muy parecido, tanto que hasta se desarrolla en el mismo escenario, lo que el propio Golfn nos recuerda: Hace das [...] en este mismo sitio te llev sobre mis hombros porque no podas andar. Esta noche ser lo mismo (750). Pues bien, no es el nico paralelismo el hecho de que Golfn lleve en brazos a la muchacha por este camino. En este lugar, tambin en aquel da que recuerda 55 Teodoro, el perro, Lil, ante las exhortaciones de Sofa, miraba a su ama y pareca decirle: 'Ay, seora, pero qu boba es usted!' (719). Por medio de este paralelismo el texto establece una relacin de semejanza entre dos personajes aparentemente opuestos, como son Teodoro y Sofa, relacin que si no basta a destruir la brillante imagen del cientfico, cuando menos la rebaja.Veamos ahora si coinciden las valorizaciones del texto y los juicios compartidos por la voz narrante y el personaje localizador a propsito de las dos enamoradas de Pablo. Comencemos por Florentina. Aunque, como a Golfn, no le faltan cualidades innegables, no han pasado inadvertidos ciertos comportamientos que relativizan su pretendida perfeccin41. En primer lugar, el proyecto de convertir a la Nela en su hermana es una promesa, dependiente de la curacin de su primo. Una promesa debe ser un sacrificio. Nadie promete hacer algo que le gusta, sino algo que va a costarle mucho trabajo. Ya el hecho mismo de que su accin dependa de condiciones le quita bastante mrito. Adems, se apresura a divulgar su buena intencin. Todo Socartes sabe que si Pablo sale bien de la operacin, la Nela se convertir en una seorita. Esta publicidad recuerda las funciones, los toros y las rifas de Sofa.Otro ejemplo nos orienta a propsito de los orgenes del inters que la nia desvalida despierta en la seorita de Penguilas: Florentina sabe que cose mal, pero insiste en hacer ella misma los vestidos para la Nela, en lugar de comprarlos, como hace con los suyos42. A mi modo de ver, se revela aqu una actitud presente en casi todos sus comportamientos: la inmadurez. Cuando se empea con tanto entusiasmo en vestir ella misma a Marianela, da la sensacin de que se ha comprado una mueca y se complace en hacerle vestiditos. Y es que la Nela es para ella, sobre todo, un juguete. La propia frustracin ante la huida y despus ante la muerte de Marianela es ms parecida al sentimiento de una nia por una mueca rota o negada, que al que conmueve a un adulto ante la muerte de un ser querido:Grande fue el asombro del doctor al ver a la seorita sola ycon aquel interesante aparato de pena y desconsueloque, lejos de mermar su belleza, la acrecentaba.-Qu tiene la nia? -pregunt vivamente- Qu es eso, Florentina?-Una cosa terrible, seor don Teodoro -replic la seorita de Penguilas, secando sus lgrimas-. Estoy pensando, estoy considerando qu cosas tan malas hay en el mundo.

(742; la cursiva es ma)

-Qu es lo que tiene? -dijo Florentina con ardor-. Don Teodoro, no es usted hombre si no la salva... Si no la salva es usted un charlatn.La insigne joven pareca colrica a fuerza de ser caritativa.

(759)

El mismo detalle de pagarle un funeral y una lpida de lujo, a todas luces intil para quien nada tuvo en vida, es ms una forma de regalarse a s misma que a la muerta. A este propsito dice el narrador:La seorita Florentina, consecuente con sus sentimientos generosos, quiso atenuar la pena de no haber podido socorrer en vida a la Nela con lasatisfaccinde honrar sus pobres despojos despus de la muerte.56Algn positivista empedernido criticola por esto; pero no falt quien viera en tan desusado hecho una prueba ms de la delicadeza de su alma.

(761; la cursiva es ma)

La irona de este pasaje se revela en la pgina siguiente, cuando leemos que el sarcfago ha sido erigido por la piedad religiosa y el afecto sublime deuna ejemplar mujer (la cursiva es ma), dos lneas despus de saber que Florentina y Pablo se han casado y (dgase la verdad, porque la verdad es antes que todo) [...] nadie en Aldeacorba de Suso se acordaba ya de la Nela (762). Los desmedidos elogios del narrador y de Golfn han proyectado una imagen ideal de Florentina, que no ha podido menos que deslumbrar a un sector de la crtica. Se ha llegado a relacionar con el cristianismo en su ms alto grado por oposicin a la torcida fe de la Espaa tradicional43, o, lo que viene a ser lo mismo, con la luz platnica opuesta a las sombras de la caverna (Ruiz). Florentina sera, segn estas lecturas, la garante mxima de la verdad textual: el ser -lo que se pretende realidad- enfrentado al parecer -la imaginacin-, que la llegada de la luz descubre a Pablo en toda su belleza. Sin embargo, llaman la atencin algunos signos que ponen de manifiesto cierto conflicto entre el parecer y el ser de la bellsima joven. Observemos, por ejemplo, su forma de vestirse:Todo su atavo, desde el calzado a la peineta, era de seorita de pueblo en un da de santo patrono titular. Mas eran tales los encantos naturales de Florentina, que ningn accidente comprendido en las convencionales reglas de la elegancia poda oscurecerlos. No poda negarse, sin embargo, que su encantadora persona estaba pidiendo a gritos tina rstica saya, un cabello en trenzas y al desgaire, con aderezo de amapolas; un talle en justillo, una sarta de corales; en suma, lo que el pudor y el instinto de presuncin hubieran ideado por s, sin mezcla de invencin cortesana.

(733-34)

Ms significativo resulta an el hecho de que su presencia fsica produzca en dos ocasiones un error de los sentidos. Marianela, en su primer encuentro, est convencida de hallarse ante la Virgen; Pablo da por hecho, al descubrir su belleza, que se trata de la Nela.En cuanto a los procedimientos de que el texto se vale para hacer resaltar los valores representados por la protagonista que da ttulo a la novela, son de otra ndole. Ya hemos visto que tanto la actitud del narrador, como la de su focalizador, Golfn, son favorables. Los que insisten en su fealdad son los otros personajes: los hermanos Penguilas, Sofa, o los Centeno. Sin embargo, la belleza de la Nela, no captada ni por los habitantes de Socartes ni por el lector poco atento, se perfila en el texto a nivel metafrico. Ya es curioso el modo en que hace su aparicin: lo primero que se percibe de ella es su voz:S, indudablemente era una voz humana que de lejos sonaba, un quejido pattico, mejor dicho, melanclico canto, formado de una sola frase, cuya ltima cadencia se prolongaba apianndose en la forma que los msicos llamabanmorendo, y que se apagaba al fin en el plcido silencio de la noche, sin que el odo pudiera apreciar su vibracin postrera.

(691-92)

La cita es harto significativa. Ms que la descripcin de un canto, parece la de la propia msica en su esencia: una sola frase, de la que no se escuchan los lmites, porque la esencia no se puede medir. A las voces de Golfn, la voz se calla y el narrador nos sugiere:57Sin duda, la misteriosa entidad gnmica que entretena su soledad subterrnea cantando tristes amores se haba asustado de la brusca interrupcin del hombre, huyendo a las hondas entraas de la tierra, donde moran, avaras de sus propios fulgores, las piedras preciosas.

(692)

Y como piedra preciosa se definir varias veces a nuestra protagonista. Golfn es el primero en reconocerlo: T eres una alhaja (698). Como duerme entre dos cestas, tambin la familia Centeno considera, aunque esta vez desde una perspectiva irnica, que duerme como una alhaja (700). Efectivamente, el brillo de sus ojos recuerda el de las perlas, cuando las dos cestas se abren como las conchas de un bivalvo (701). Pablo le dir en cierta ocasin: tu alma est llena de preciosos tesoros (710). Junto a las imgenes minerales, encontramos a menudo las vegetales:[...] tena un alma pronta a dar ricos frutos si se cultivaba con esmero[...] Nunca se le dio a entender que, en su pequeez fenomenal, llevaba en s el germen de todos los sentimientos nobles y delicados, y que aquellos menudos brotes podan ser flores hermossimas y lozanas [...]

(704)

Todo en Marianela, a pesar de su pretendida fealdad e insignificancia, es brillo, movimiento, sonido, expresin:Los negros ojuelos de la Nela brillaban de contento y su cara de avecilla graciosa y vivaracha multiplicaba sus medios de expresin, movindose sin cesar. Mirndola, se crea ver un relampagueo de reflejos temblorosos como los que produce la luz sobre la superficie del agua agitada.

(707)

Adornada por estas referencias al brillo, a las flores, a los objetos naturales de valor (alhajas), contrasta llamativamente con el resto del pueblo. Los Centeno son una familia de piedra, pero no son los nicos formados de este material. Las mujeres de Socartes son tambin equvocas ninfas de barro ferruginoso (705), mientras los hombres parecan el carbn humano (705). Incluso a Pablo le vemos por primera vez cual mueco de piedra (692), y aun se insiste ms adelante: Sali de la casa un joven, estatua del ms excelso barro humano [...] Su cara pareca de marfil [...] sus ojos, puramente escultricos [...] aquel rostro de Antinoo ciego posea la fra serenidad del mrmol [...] Un soplo, un rayo de luz, una sensacin, bastaran para animar la hermosa piedra (706). Piedras y seres humanos llegan a identificarse de tal manera que no slo encontramos hombres y mujeres petrificados, sino tambin piedras humanizadas. En el centro de la Terrible se elevaban figuras colosales, hombres disformes, monstruos volcados y patas arriba, brazos inmensos desperezndose, pies truncados [...]; su actitud, la del movimiento febril sorprendido y atajado por la muerte (639). Y, desde una perspectiva ms risuea, la casa de los Penguilas tiene una parra, cuyos sarmientos [...] parecan un bigote que aquella tena en el lugar correspondiente de su cara, siendo las dos ventanas los ojos, el escudo la nariz y el largo balcn la boca, siempre riendo. Para que la personificacin fuera completa, sala del balcn una viga [...], y con tal accesorio, la casa con rostro estaba fumndose un cigarro puro (706). Humanidad y geologa se presentan as como un todo indivisible.Pues bien, la relacin de contraste entre Marianela y los otros habitantes de Socartes aparece metaforizada en la oposicin de dos espacios: las cavidades trabajadas por los 58 mineros -la Terrible y el Barco- y la inasequible Trascava. La Terrible ha sido explotada y abandonada despus. He citado ya su primera imagen, esas figuras a la vez estticas y convulsivas, detenidas en pleno movimiento, como una representacin del infierno. Este ambiente de inmovilidad y de muerte predomina en todas las galeras. En el Barco vemos cadveres medio devorados [...], momias, esqueletos, todo muerto, dormido, semidescompuesto (694). La tierra presenta las mismas seales de violencia que un cuerpo humano, tierra ferruginosa que parece amasada con sangre [...] Era aquello como una herida abierta en el tejido orgnico (715). Un gran contraste se aprecia entre estas imgenes infernales y esa puerta del paraso que semeja la boca de la Trascava, cubierta de cantidad inmensa de pintadas florecillas y poblada por muchos pjaros y muchsimas mariposas que estn cogiendo miel en las flores (715). A Pablo, que anda por la Terrible como su casa, la Trascava no le gusta (A m me causa horror este sitio [...] Vamos hacia las minas? S, ya conozco el camino. Estoy en mi terreno, Por aqu vamos derechos al Barco [715]). La Nela, en cambio, pasa all sus mejores horas hablando con su madre. La cavidad parece una gran lengua y, en efecto, emite sonidos. La Nela comprende los significados, descifra las frases de su madre, distingue cuando llora y cuando suspira. Para Pablo, estas experiencias son pensamientos absurdos (716).La Terrible y el Barco -terrenos con los que Pablo se identifica- son los espacios de los ptreos habitantes de Socartes, la representacin metafrica de una sociedad muerta, a fuerza de trabajada y explotada. Por el contrario, el espacio mgico, la Trascava, es el espacio de Marianela. Recordemos la ya citada sugerencia del narrador en el primer captulo. Se insinuaba all que la voz escuchada por Golfn deba pertenecer a un ser fantstico, habitante de las profundidades en que se esconden las piedras preciosas. Las ltimas palabras que Marianela pronuncia antes de morir no son comprendidas por los que la rodean, porque su lenguaje era, sin duda, el idioma con que se entienden los que viven la vida infinita (761). Se insiste tambin en que su mirada viene desde muy profundo: desde el sepulcro, desde un pozo, desde muy lejos. Yo creo que esas palabras pertenecen al mismo idioma de las que se oyen al pie de la Trascava: la lengua inefable de la poesa. La Nela ha brotado de los espacios profundos de la Trascava y a ella vuelve a su muerte, hablando con el idioma de los que estn encerrados all, su lengua materna, pues por medio de ella comunica con su madre. Recurdese tambin que la Trascava parece una lengua. Peter Bly, que ha visto muy bien la oposicin entre estas cavidades, poniendo de relieve sus significados ecolgicos, se pregunta si la Trascava no ser a symbol of the ultimate mysteriousness and beauty of the natural world which no wonder of science can probe or conquer (54). En efecto, aqu no ha intervenido la mano del hombre y de ah que conserve toda su natural belleza y sus tesoros ocultos, esos mismos tesoros naturales que se esconden en Marianela.Particularmente interesante es la abundancia de rasgos pertenecientes al cdigo artstico en la descripcin de la Trascava. Ntese que encontramos trminos relativos a la pintura (pintadas florecillas [715]), a la msica (resuena [695]) y la literatura (murmullo, soliloquio, meditacin [695], lengua, cueva de Montesinos [715]). Pintura, msica y expresin son tambin, como hemos visto, los componentes atribuidos a la Nela, en oposicin al resto de los habitantes de Socartes, todos ellos vistos desde una 59 perspectiva escultrica, el arte esttico por excelencia. Es el brillo de piedra preciosa frente a la opacidad de la piedra utilitaria.Una primera reflexin literaria sugiere una oposicin entre el arte clsico (escultura, estaticismo) y el romntico (msica, color, movimiento). El discurso positivista de Golfn vendra as a dar nueva vida al clasicismo (Pablo), incorporndolo a las nuevas tendencias cientifistas, a costa del romanticismo (Nela), condenado a morir irremisiblemente. Esto es, al menos, lo que ocurre en el plano de la historia narrada, avalado por el discurso de la voz narrante. Pero el texto asume este mismo discurso o desvaloriza lo afirmado por esta voz? Sabido es que el primer Galds no se ha separado del todo de las corrientes romnticas y aun despus admirar -e incluso utilizarlos componentes bsicos del discurso romntico, rechazando slo las exageraciones en que haban incurrido sus deformadores44. Los trminos que acompaan las descripciones de Marinela, que neutralizan fundindola la categora arte vs naturaleza y, ms an, la belleza de las imgenes de la Trascava, metfora, a la vez, de la herona y de una determinada potica, ponen en evidencia la verdad del discurso del narrador y de los valores triunfantes en el plano del contenido.De ellos es prueba un fragmento que, a mi modo de ver, es clave de todos los significados poetolgicos del texto: el artculo publicado en elTimessobre la tumba de Marianela. Este pasaje se suele leer como otra confirmacin de la distancia entre el parecer y el ser. En efecto, la versin de Marianela que ofrecen los ingleses es en todo opuesta a la que nos han dado narrador y personajes a lo largo de la novela. Pero lo cierto es que si los detalles referentes a su vida son todos falsos, la interpretacin de sus valores es ms adecuada al ser de la Nela que la que haba hecho todo Socartes. Encontramos, por ejemplo, algunos rasgos que definen a nuestra protagonista: carcterespiritual y potico (762), y ntese que estos adjetivos aparecen en cursiva. Y es de observar que la interpretacin de los turistas se basa, no en una realidad cotidiana, sino en un discurso literario. No han tomado sus fuentes de la tradicin oral (los habitantes de Socartes), sino de la escrita (Caldern, la picaresca, la lrica, el romancero). Toda la literatura espaola, aunque mal digerida, es recordada en este artculo y por medio de l la protagonista se convierte ella misma en literatura, una vez perpetuada en un texto impreso. Si la Nela que hemos conocido no es ms que una pobre hurfana fea y deforme, que no sirve para nada, como ella misma declara, la legendaria Mara Manuela Tllez es bella, rica e inspiradora de poetas, poesa ella misma. Y aunque los habitantes de Socartes vean a la primera, el lector avisado lee a travs de las metforas que la adornan (joyas, flores, brillo) una belleza y una riqueza interior slo comparable a las que entraa la Trascava, no mancillada por la ciencia. Y como la Trascava, esa belleza est en las profundidades y para verla hay que asomarse al interior. As este artculo que parece insertado a modo de chiste, resulta doblemente irnico. De un lado, ridiculiza actitudes basadas en un saber mal asimilado que deriva en tpico, expuestas a caer en los errores del parecer. Al mismo tiempo, pone de manifiesto el peligro de interpretar a partir del parecer una novela, en la que la ciencia se revela triunfadora a costa de la imaginacin.El narrador, adoptando el punto de enfoque de Golfn, asume los valores del discurso cientfico, un discurso que se revela, sin embargo, mortfero para otra clase de valores -los poticos- encarnados en el pequeo cuerpecillo de Marianela, que desaparecen 60 con ella porque no tienen cabida en ese triunfante universo. Frente a ellos, el texto proyecta todo un discurso potico en las imgenes de la Naturaleza, una Naturaleza expuesta tambin al brazo exterminador de la ciencia, representada en este terreno por el otro Golfn, ingeniero de minas. El arte galdosiano consiste, pues, en presentar las dos caras de la moneda sin aportar solucin. La ciencia es necesaria, como lo es la luz, y ambas son las grandes triunfadoras en el plano de la historia. Pero el precio es demasiado alto. Galds resuelve el dilema de la nica forma posible: creando una obra de arte. El progreso sigue adelante, pero queda el texto que, como el suntuoso panten de Marianela, puede perpetuar la belleza y fomentar la imaginacin de quien lo contempla.Universidad de Zrich61Obras citadas Andreu, Alicia.Galds y la literatura popular. Madrid: SGEL, 1982. .Modelos dialgicos en Galds. Amsterdam/Philadelphia: John Benjamins, 1989. Agenot, Marc. Pour une theorie du discours social: problmatique d'une recherche en cours.Littrature70 (1988): 82-98. Bal, Mieke. Narration et focalisation.Potique29 (1977): 107-27. . The Laughing Mice or: on Focalization.Poetics Today2 (1981): 202-10. Beltrn Almera, Luis.Palabras transparentes. La configuracin del discurso del personaje en la novela. Madrid: Ctedra, 1992. Bly, Peter A. Egotism and Chariuy inMarianela.Anales Galdosianos7 (1972): 49-66. Brooks, Cleanth.Understanding Fiction.New York: F.S. Crofts. 1943. Cardona, Rodolfo. Introduccin. 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