El discurso amable del vestuario

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El discurso amable del vestuario Descubres que la vida es un juego que se mide en centímetros. También lo es el fútbol. Porque en cada partido, en la vida o en el fútbol, el margen de error es tan estrecho. Quiero decir… medio paso demasiado tarde o muy pronto y no llegarás; medio segundo demasiado lento o muy rápido y no lo atraparás. Los centímetros que necesitamos están por todas partes. Están en cada descanso del partido, en cada minuto, en cada segundo. En este equipo luchamos por ese centímetro. En este equipo nos dejamos la piel y destrozamos a todo el mundo a nuestro alrededor por ese centímetro. Arañamos con nuestras uñas por ese centímetro. Porque sabemos que sumando todos esos centímetros vamos a marcar la diferencia entre GANAR o PERDER, entre VIVIR o MORIR. Eso es un equipo, caballeros. O bien nos rehacemos ahora, como un equipo, o nos desmoronamos como individuos. Eso es el fútbol, chicos. Nada más. Decidme, ¿qué vais a hacer? Discurso del entrenador -Al Pacino- antes del partido en la película “Un domingo cualquiera”. Un discurso de este tipo podría motivar a cualquiera, provocando un cambio en el jugador que lo transformaría. En el fútbol es muy importante la comunicación tanto dentro como fuera del campo, tanto por parte de los jugadores como de los entrenadores, ya que sirve , entre otras cosas, para analizar aspectos del juego realizado o que se van a realizar, antes, en el descanso o al finalizar la competición. Al comunicar cada persona da a conocer una forma de ser, una forma de pensar, una forma de estar. Transmitimos valores, conceptos y pensamientos. Y cada persona lo hace desde una posición única y diferente. Determinaremos las características del

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El discurso amable del vestuario

Descubres que la vida es un juego que se mide en centímetros. También lo es el fútbol.

Porque en cada partido, en la vida o en el fútbol, el margen de error es tan estrecho. Quiero

decir… medio paso demasiado tarde o muy pronto y no llegarás; medio segundo demasiado

lento o muy rápido y no lo atraparás. Los centímetros que necesitamos están por todas partes.

Están en cada descanso del partido, en cada minuto, en cada segundo. En este equipo

luchamos por ese centímetro. En este equipo nos dejamos la piel y destrozamos a todo el

mundo a nuestro alrededor por ese centímetro. Arañamos con nuestras uñas por ese

centímetro. Porque sabemos que sumando todos esos centímetros vamos a marcar la

diferencia entre GANAR o PERDER, entre VIVIR o MORIR. Eso es un equipo, caballeros. O bien

nos rehacemos ahora, como un equipo, o nos desmoronamos como individuos. Eso es el fútbol,

chicos. Nada más. Decidme, ¿qué vais a hacer?

Discurso del entrenador -Al Pacino- antes del partido en la película “Un domingo cualquiera”.

Un discurso de este tipo podría motivar a cualquiera, provocando un cambio en el jugador que

lo transformaría. En el fútbol es muy importante la comunicación tanto dentro como fuera del

campo, tanto por parte de los jugadores como de los entrenadores, ya que sirve , entre otras

cosas, para analizar aspectos del juego realizado o que se van a realizar, antes, en el descanso

o al finalizar la competición. Al comunicar cada persona da a conocer una forma de ser, una

forma de pensar, una forma de estar. Transmitimos valores, conceptos y pensamientos. Y cada

persona lo hace desde una posición única y diferente. Determinaremos las características del

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discurso del entrenador en el vestuario y su influencia en el comportamiento de los jugadores

en el terreno de juego.

La comunicación eficaz.

A los entrenadores, cuando empiezan a ejercer, les crea importantes dudas que decir en los

momentos del partido. Es uno de los secretos mejor guardados de los equipos, los coloquios y

conversaciones que se tienen en el vestuario. Un equipo de fútbol sabe perfectamente lo

importante que es el secreto de un vestuario, porque es con ese código fundamental que se

puede preservar la necesaria intimidad de un grupo, tanto para los aspectos negativos y

delicados, como para los positivos y celebratorios, que les pertenecen nada más que a los

equipos y cuerpos técnicos. Las decisiones delicadas que se toman por parte de los

integrantes de una plantilla deben quedar en el vestuario, lejos de curiosos, padres y

micrófonos, porque eso de exponer las opiniones de los protagonistas implica riesgos que

evitaremos con el silencio. Aunque debemos entender que también habrá cuestiones que los

padres deban conocer, en esos momentos, es recomendable presentarles la situación y hablar

de ella.

En el vestuario los comportamientos de los niños se modifican a través del discurso del

entrenador, las instrucciones que este aporta a los jugadores en formación condicionan su

aprendizaje y su manera de comportarse en el campo de juego. A partir del mensaje implícito

que todo técnico expresa, cuidando las formas y respetando al rival. Un niño no nace dispuesto

a escuchar lo que su educador le explica, debe aprenderlo. Muchos entrenadores intentan, sin

éxito, adiestrar a su equipo repitiendo las mismas cosas, con un tono de voz más elevado cada

vez, sin resultados eficaces por ello. Es mejor hablar en voz baja pero que con un contenido

práctico. Según el público que tengamos así actuaremos, alteraremos métodos, acorde con la

edad y madurez del niño.

¿Cómo se consigue una comunicación eficaz? Desde luego, no simplemente soltando el rollo

de cualquier manera. Lo importante no es lo que el entrenador dice, sino aquello que los

deportistas asimilan. Los niños tienen una capacidad limitada para recordar un conjunto de

informaciones verbales. La comunicación corta y simple será comprendida y recordada

infinitamente mejor que un largo discurso.

Atendamos al niño.

El entrenador puede actuar como psicólogo, buscando formulas para mejorar la comunicación

grupal, tratando que sea cara a cara, sin mediadores, evitando interferencias, definiendo el

cuándo (la ocasión), el dónde (sitio) y el cómo (la forma) de trasladar el mensaje según las

características del niño. Su mensaje debe de ser sencillo, utilizando un lenguaje técnico y

simple, para que el deportista lo entienda, pero también aprenda el significado de palabras

propias del fútbol, sabiendo llamar a cada acción por su nombre. Si el futbolista siente que lo

aceptamos tal como es, se sentirá feliz, facilitará el diálogo, compartirá sentimientos, nuestra

comunicación será eficaz y la posible carga negativa que tenga desaparecerá. Si al joven le

cuesta iniciar una conversación con el educador, a veces, la mejor manera de ayudarle es

tenderle la mano, abrazarlo e iniciar nosotros la charla, más tarde esperaremos a que

comience a hablar.

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Todo el equipo presente.

Asegúrate de que está todo el equipo presente antes de iniciar cualquier conversación,

llamando a todos los jugadores por su nombre, y cuando estos estén atendiendo

empezaremos a hablar. Ahorraremos repeticiones, tiempo y enfados. Cuidaremos que nuestro

tono de voz esté acorde con la importancia del mensaje. Hablaremos al mismo nivel visual que

los niños, inclinándonos o sentándonos junto a ellos, acercando distancias y diferencias entre

nosotros. En este proceso de dialogo las palabras amables tendrán respuestas amables. Si nos

dirigimos al equipo ̈ por favor¨ o ̈ gracias¨ el niño copiará nuestra conducta, mejorará el

comportamiento del futbolista y el del equipo. Debemos explicar al niño las consecuencias que

producen sus acciones o actitudes en lugar de criticarle directamente. Aprendamos a decirles a

los niños “qué hacer” en vez de decirles “qué no hacer.”

En el fútbol un equipo se motiva mediante psicólogos, charlas del cuerpo té cnico o apoyo

familiar, pero no debemos olvidar que, quizá, las mejores palabras de ánimo procedan de los

propios jugadores. Esas palabras de aliento de un compañero encierran en sí toda la fuerza

que un vestuario tiene, las horas de entrenamientos, sin el apoyo de los componentes del

equipo las charlas técnicas del míster no valdrían para nada.

Diferentes modelos de discurso.

Uno de los momentos más importantes en la preparación semanal es el de las charlas técnicas.

Hay diversas opiniones sobre el modo de enfocarlas: tiempo de exposición, si deben de

hacerse en la concentración o en el vestuario, el día anterior al partido, el mismo día del

partido por la mañana, o antes de saltar al terreno de juego. Algunos entrenadores prefieren

que el sitio y el momento más adecuado sean cercanos al comienzo de cada partido ya que

estas charlas han de ser un resumen de todo lo hablado y trabajado durante la semana. Otros

entrenadores hacen charlas cortas, individuales durante la semana y una charla un poco más

larga el último entrenamiento y el día del partido se limitarán a repasar las tareas tanto

individuales como grupales. Resulta más productivo introducir explicaciones verbales en el

trabajo semanal, que hacer charlas largas en momentos inmediatos al partido. Lo ideal cerca

del partido son charlas breves para motivar, dar autoconfianza, reforzar el estado de ánimo.

Antes del partido.

Cada entrenador tiene su forma personal de llevar a cabo la charla que suele darse antes de

los partidos de fútbol, indudablemente todas las tácticas que se empleen pueden ser buenas,

no existe un único modelo que resuelva positivamente todas las acciones de un partido. Es

importante tener en cuenta la edad de los niños y sus características, cómo hemos entrenado

durante la semana, la importancia del partido y el rival. Determinaremos el momento más

adecuado, al término de equiparse y ser atendidos por el fisioterapeuta en el caso de que

dispongamos de él, estableciendo la duración de la charla, no más de 10 minutos, una

duración mayor puede atiborrar excesivamente de contenidos a los jugadores y dispersar

demasiado sus ideas. Podemos utilizar frases que elogien el juego rival y que pongan la

prudencia como máximo valor a la hora de afrontar el partido.

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Dejémosle claro al equipo la organización de todas las acciones posibles durante el partido.

Saques de falta, córner, barreras, acciones defensivas y ofensivas. Evitemos que se produzcan

situaciones en las que los niños preguntan al entrenador durante el encuentro, con la mano

levantada, quien saca la falta, el córner o el penalti. Lo tiro yo, lo tiro yo… Dispondremos para

estas funciones a tres o cuatro jugadores, debiendo ponerse de acuerdo entre ellos para

realizarlas en el momento que se produzcan.

El descanso.

La charla del entrenador durante el descanso debe ser una mezcla de consejos y correcciones,

junto a una reflexión de lo realizado en el campo. Tendremos en cuenta que el tiempo

disponible, menos de 15 minutos, tiene que ir dedicado al descanso de los jugadores, 3 o 4

minutos de silencio antes de hablar, ingesta de líquidos y revisión de molestias por parte del

médico o fisioterapeuta. Pensemos cómo estamos haciendo lo que estamos haciendo y qué

cosas podemos mejorar, imaginando también como transcurrirá la segunda parte. Estas

indicaciones se basarán en jugadores determinados del equipo rival y en lo que buscamos con

la incorporación de nuestros cambios en el equipo, corrigiéndolo o manteniéndolo, según

consideremos si el juego del equipo es positivo o negativo.

Si el entrenador tiene un ayudante, entonces el orden de la charla, quien habla y quien anima

debe estar coordinado. Es preferible dirigirse de manera privada a aquellos niños a los que

sepamos que necesitan más apoyo en ese partido, corrigiéndolos positivamente, evitando

frases negativas a jugadores sin éxito y excesos de triunfalismo, en caso de que el equipo tenga

ventaja en el resultado. Elevar demasiado la voz o una bronca desmedida puede suponer

perder al jugador para todo el encuentro.

Después del partido.

La actitud del entrenador tras un partido debiera ser parecida tanto en las derrotas como en

las victorias, ni demasiado apenado cuando perdemos, ni demasiado eufórico cuando

ganamos. En caso de victoria y buen juego, el entrenador debe destacar el valor del trabajo del

equipo, dando la enhorabuena a sus componentes, insistiendo en la línea a seguir. Si el

resultado y el juego han sido negativos, no debemos golpear al equipo con nuestro enfado, no

es el momento, tras la derrota, el mejor momento para realizar cualquier crítica es durante el

siguiente entrenamiento.

La charla amable.

Las palabras ̈ Confianza¨ e ̈ Importante¨ pueden hacer que un jugador se sienta identificado

con su entrenador. Existen entrenadores que en vez de cogerte a nivel individual y hablarte,

son más de dejar hacer. Otros, en cambio, son de explicar al jugador que tiene que jugar como

sabe, que no debe esconder ninguna cualidad de las que tenga, que saque lo mejor que tiene,

que juegue con libertad. Es básico que tu propio entrenador te diga que desarrolles tus

cualidades para tener confianza y que el equipo mejore, te dé explicaciones de si no juegas por

esto o por lo otro, aquí llegas, aquí no, te haga sentir bien.

El lugar donde el niño realiza deporte diariamente debe ser un espacio con alegría. Si logramos

que el futbolista esté la mayor parte de su tiempo feliz jugando al futbol, podremos

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felicitaremos por ello. Después solo nos queda facilitar las oportunidades, el entrenador que

las ofrezca posiblemente le salgan mejor las cosas. Un buen entrenador es el que te anima

cuando lo haces bien, el que, en el vestuario, intenta transmitirle al equipo sus propias

sensaciones para ponerlas en marcha, para hacerles ver a sus jugadores que intentarán ser

mejores que los rivales, que lucharan por la victoria. Actuemos como actuemos y digamos lo

que digamos, hagámoslo con cuidado porque posiblemente lo que haya ocurrido y vaya a

ocurrir en el campo sea culpa nuestra. Intentemos protagonizar situaciones amables en la

plantilla para que seamos bien acogidos desde el principio de temporada, evitemos el discurso

áspero con los futbolistas. Seamos cercanos y humildes en nuestras alocuciones, exigiendo el

máximo en el campo y en los entrenamientos a cambio de ofrecerles una vida lo más normal

posible al niño.

Comunicar es cultura, y por eso, en el mundo del fútbol, donde a veces se dice demasiado, y

en más ocasiones de las que se debiera se dice sin cuidar las formas y contenido, debemos

cuidar el uso de nuestro lenguaje en un ámbito, del que si de algo ha adoleci do en su historia

es de grandes oradores y comunicadores. Al comunicar formamos opinión, transmitimos

ideas, pensamientos y valores que influyen en quienes receptan el mensaje, los niños. Razón

por la cual debemos ser cuidadosos, efectivos y claros en lo que transmitimos.

El vestuario, ese lugar donde se fragmentan relaciones a medida que los resultados se tuercen

y donde la unión es lo que más caracteriza al grupo, es donde el técnico, básico en este tipo de

situaciones, fomentará ese tipo de valores con sus decisiones. Estas estarán por encima de las

de cualquier jugador. Somos amigos de los jugadores cuando aceptan lo que decimos. Si

acatan nuestras decisiones nos sentimos satisfechos, pero puede que haya quien no las quiera

aceptar, entonces debamos preguntarnos ¿por qué? Puede que sea porque no se lo hemos

pedido amablemente.