EL DISCURSO ANTI-GLOBALISMO DE DERECHA: …

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- 1 - EL DISCURSO ANTI-GLOBALISMO DE DERECHA: CONTRAHEGEMONÍA POPULISTA AL ORDEN LIBERAL. PAULA ANDREA MELO GÓMEZ. Estudiante de Relaciones Internacionales. PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES CARRERA DE RELACIONES INTERNACIONALES BOGOTA D.C. 2021

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EL DISCURSO ANTI-GLOBALISMO DE DERECHA: CONTRAHEGEMONÍA

POPULISTA AL ORDEN LIBERAL.

PAULA ANDREA MELO GÓMEZ.

Estudiante de Relaciones Internacionales.

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES

CARRERA DE RELACIONES INTERNACIONALES

BOGOTA D.C.

2021

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EL DISCURSO ANTI-GLOBALISMO DE DERECHA : CONTRAHEGEMONÍA

POPULISTA AL ORDEN LIBERAL.

Trabajo de grado para optar por el titulo de internacionalista.

PAULA ANDREA MELO GÓMEZ.

Estudiante de Relaciones Internacionales.

DIRECTOR DEL TRABAJO DE GRADO

OSCAR ORLANDO SIMMONDS PACHÓN

Magíster en Política Social.

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES

CARRERA DE RELACIONES INTERNACIONALES

BOGOTA D.C.

2021

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"Si he visto más lejos, es poniéndome sobre los hombros de Gigantes"

-Newton

Agradezco profundamente a los seres que me movilizan y alientan. A ellos debo la

posibilidad de hacerme con un horizonte de perspectiva y empatía. Todo lo que soy y

hago, incluido este trabajo, es gracias a la curiosidad que hacen vibran en mí.

Por y para ellos todo.

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TABLA DE CONTENIDO

INTRODUCCIÓN…………………………………………………….………………..6

Problematización………………………………………………………….……………..6

Justificación………………………………………………………………….…………..5

Objetivo general………………………………………………………………………..10

Objetivos específicos…………………………………………………………………...10

CAPÍTULO I: Marco conceptual y teórico………………………………………….11

Antagonismo y la apertura de lo social…………………………………………………12

La distinción entre lo social y lo político……………………………………………......13

Hegemonía: la constitución política del orden………………………………………...15

Orden social……………………………………………………………………….........18

Discurso: la constitución simbólica del orden…………………………………………18

Lenguaje y realidad social…………………………………………………………………..…19

Articulación…………………………………………………………………………….22

Puntos nodales………………………………………………………………………….22

La densidad significativa de lo social ………………………………………………….24

Sentido común…………………………………………………………………………. 25

CAPÍTULO II: contrahegemonía de la derecha populista: una crítica a la

globalización liberal………………………………...…………………………………27

Premisas sobre el fenómeno de la globalización…………………………………….....28

PRIMERA PARTE: La hegemonía liberal …………………………………………. 29

El componente neoliberal de la globalización…………………………………………31

La crisis de la hegemonía neoliberal: el triunfo del populismo de derecha……………33

SEGUNDA PARTE: Contrahegemonía de la derecha populista…………………..35

Las mutaciones en el mundo de la derecha……………….………………..…………..35

Trump: la dimensión pragmática del antiglobalismo …………………………………38

Trump: la dimensión discursiva del antiglobalismo…………………………………...40

La dictadura de la corrección política, marxismo cultural y globalismo……………...43

CAPÍTULO III: Reflexiones analíticas……..……………………………………….46

La política exterior como espacio de construcción discursiva de antagonismo y

hegemonía………………………………………………………………………………46

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El antiglobalismo: respuesta a la crisis del orden liberal………………………………….47

Precisiones sobre los mecanismos discursivos de Trump………………………………50

El carácter problemático del discurso de Trump: mecanismos de exclusión y degradación

del sentido común……………………………………………………………………………..…53

CONCLUSIONES…………………………………………………………………….56

BIBLIOGRAFÍA………………..………………..…………………………………...59

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Introducción:

En medio de una crisis de representación política producto de una acumulación de

problemáticas económicas y sociales desatendidas, el contexto reciente ha visto el

ascenso del fenómeno de ideología y participación política en espacios democráticos de

partidos populistas de derecha y la formación y asentamiento de sus respectivas agendas

y bases electorales (Chomsky, 2017; Ramonet, 2019). Esto ha devenido en un fenómeno

importante para la política internacional en tanto figuras populistas como Trump en

Estados Unidos, Orbán en Hungría, Bolsonaro en Brasil y otros tantos en Europa han

proporcionado a los electores una narrativa de la crisis en la cual fenómenos típicos de la

globalización y el orden liberal, como lo son la inmigración, los acuerdos comerciales y

la cooperación y la gobernanza global figuran como responsables del malestar popular.

El discurso populista de derecha a menudo señala tajantemente al “globalismo” como la

fuerza enemiga a combatir en tanto se afirma que pone en peligro la integridad e incluso

existencia del Estado-nación como fuente de gobierno independiente e identidad

particular (Stefanoni, 2021). Así pues, varios gobiernos populistas de derecha han optado

por reafirmar su independencia mediante posiciones en lo político nacionalistas, en lo

económico proteccionistas y en lo sociocultural reaccionarias y xenófobas. Y así, se han

opuesto disruptivamente al orden globalizado que desde la segunda guerra mundial ha

adquirido un carácter marcadamente liberal; a saber, encausado hacia el multilateralismo,

el libre comercio y al multiculturalismo (Kennedy, 2007).

Estos gobiernos han, bajo fórmulas populistas, definido a la élite y su interés “globalista”

en contraposición y detrimento del pueblo y su interés nacional. Entretanto, han

persuadido a los electores más conservadores señalando a esta élite global como

promotora de los cambios culturales y políticos progresistas, en favor de las minorías de

género y étnicas, que han tenido lugar en el debate socio-cultural reciente. En ese sentido,

estos partidos han explotado electoralmente un antagonismo realmente problemático en

tanto esencialista, entre lo que David Goodhart1 etiquetó como los “somewheres vs

1 David Goodhart es un periodista, comentarista y autor inglés quien ha sido importante en el debate y análisis sobre el malestar social y económico que devino en el Brexit. En su agenda de investigación está la crítica al “doble liberalismo” y las consecuencias de un “posliberalismo''. El libro en el cual desarrolla

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anywheres''. Los primeros, suelen ser la mayoría, personas comúnmente sin títulos

universitarios, cautelosos con el cambio social y provincianos, y los segundos, más

educados, progresistas y cosmopolitas (Freedland, 2017).

Pues bien, el caso de particular atención en el presente trabajo es la política exterior

populista de Donald Trump quien en un contexto de estancamiento económico,

diversificación demográfica, “inquietud” por el terrorismo y agitación cultural en redes

sociales, movilizó un discurso sobre enemigos globales (Mirrlees, 2018, p. 13). De

manera que, prometió tramitar las preocupaciones populares al arreglar “un sistema

amañado por élites corruptas que están "en contra el pueblo estadounidense" y que,

"vendieron a su país" poniendo las "necesidades" del pueblo estadounidense en segundo

lugar respecto a las de los ciudadanos de países extranjeros" (Trump 2016c en

Wojczewski, 2019, p.2).

Dicho esto, la presente investigación es una aproximación y problematización del

discurso “antiglobalista”. Esta labor implica, especificamente, abordar los contenidos,

subtextos, mecanismos, correlatos históricos y consecuencias materializadas en política

exterior que le acompañan. A continuación, se desarrolla el porqué y cómo se pretende

abordar la problemática que se ha planteado. En primer lugar conviene señalar que, la

aproximación a estas narrativas discursivas en la opinión pública masiva se ha hecho en

buena manera, desde la ridiculización y el sensacionalismo; es decir, otorgándoles a tales

narrativas los calificativos de arcaicas, irracionales e ignorantes (Mouffe, 2019). Esto

último suele acompañarse con lecturas que dirigen el foco de análisis de forma excesiva

a la idiosincrasia excéntrica de los líderes como Trump o Bolsonaro.

Por otro lado, ciertas aproximaciones han abusado de categorías como fascismo (Brieger,

2019) y populismo, en tanto, se han usado de forma indiscriminada y particularmente, en

el caso de la categoría populismo, de forma parcializada. Pues, al asociar al populismo

reiteradamente y sin ningún reparo de tipo conceptual con posturas de derecha

nacionalistas, racistas y soberanistas, se ha cargado a tal categoría de un sentido negativo

y por ende, indeseable.

las categorías “somewheres” y “ anywheres” se titula “The Road to Somewhere: The Populist Revolt and the Future of Politics” (“El camino a algún lugar: la revuelta populista y el futuro de la política”).

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Pues bien, esto es tan clave como problemático, tanto en el plano teórico y práctico como

en la esperada interrelación entre estos. En el plano teórico, el uso vago de categorías,

como fascismo trae consigo el peligro de no captar la novedad y por tanto, los mecanismos

y los problemas que este fenómeno supone para nuestra época (Gentile, 2019). En

relación con el uso estirado de la categoría fascismo, y acudiendo a Sartori, lo que se

puede evidenciar es un problema metodológico, en tanto; “(la) ganancia en extensión de

cobertura tiende a estar igualada con la pérdida de precisión connotativa” (1979, p.1035).

En ese sentido, se ha descuidado la reflexión sobre los contextos de posibilidad y los

mecanismos discursivos del fenómeno de las derechas populistas.

Por su parte, en el plano de la conexión entre práctica y teoría, el categorizar como

fascistas a tales discursos y en tanto, enfrentarlos con absoluto desdén, ha implicado

desconocer que algunas de las demandas políticas y económicas de las bases electorales

que alimentan a estos partidos son legítimas. En ese sentido, y en palabras textuales de

Mouffe (2019) “la estrategia demonizadora del “enemigo” puede ser moralmente

reconfortante, pero desempodera políticamente” (p.12). Bajo una lógica de recriminación

el encuentro en la política y lo político2 se ve reducido a una confrontación entre enemigos

absolutos y escenarios de suma cero y esto, claramente, no permite hacer frente a las

consecuencias negativas del fenómeno y tramitar el descontento popular de maneras más

democráticas y consientes de la complejidad de los conflictos socio-politicos a los que

atendemos en el actual contexto de interdependencia, inestabilidad y crisis.

Así, cabe anotar, aunque los discursos populistas de derecha movilizan a las personas a

partir de elementos reprochables, refieren e intentan tramitar, con sus respectivos sesgos

y vicios, una indignación frente a cuestiones ciertamente problemáticas; por ejemplo, las

tensiones de la globalización, las promesas incumplidas de la democracia liberal, la

desconexión de la institucionalidad internacional con realidades cercanas, las

consecuencias del neoliberalismo, el academicismo y moralismo de la izquierda

2 En “En torno a lo político” Mouffe (1999) hace una diferenciación crucial entre la política y lo político.

Lo político se refiere “la dimensión del antagonismo constitutiva de las sociedades humanas” y la política

a “el conjunto de prácticas e instituciones a través de las cuales se crea un determinado orden, organizando

la coexistencia humana en el contexto de la conflictividad derivada de lo político” (p.16).

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progresista y los efectos de la corrección política3 (Stefanoni, 2021).

Ahora, esto último no quiere decir que se ignore que tales demandas se han articulado y

tramitado a través de discursos que toman expresiones radicalizadas en tanto violentas,

excluyentes y reaccionarias y que esto ha resultado sumamente peligroso para el

desarrollo de una democracia plural. De hecho, teniendo en cuenta que, las derechas

populistas “se proponen capturar el inconformismo social en favor de salidas políticas

antiprogresistas”, abordar la tramitación de demandas entendiendo los mecanismos de

esta discursividad y su cristalización en la llamada “guerra cultural” se presenta como un

objetivo relevante para el desarrollo de este trabajo (Stefanoni, 2019, p.7).

Asi pues, resulta interesante aproximarse a estos discursos para dar cuenta sobre cómo

sus elementos son articulados y cargados de sentidos particulares de manera que resultan

altamente persuasivos hasta el punto de que hoy estemos considerando que el orden

liberal está en peligro. En ese sentido, el presente trabajo se propone hacer una

aproximación con apertura a los discursos del populismo de derecha. En relación con esto,

se repasan las discusiones internas dentro del movimiento conservador estadounidense

sobre política exterior; que aunque poco conocidas, resultan esclarecedoras sobre las

resistencias que ha habido en el debate interno del país artífice del orden liberal a esta

forma de orden internacional. Al respecto, se presta atención al fundamento ideológico y

antecedente político del populismo de derecha estadounidense; es decir, el pensamiento

paleoconservador en tanto este “durante varias décadas ha movilizado estratégicamente

la dislocación económica y el resentimiento cultural, desarrollando una crítica sociológica

coherente de la globalización” (Drolet & Williams, 2019, p.7).

Así las cosas, una virtud de este trabajo es que mediante la descripción de trayectorias

históricas, el planteamiento teórico y abordaje discursivo propicia una lectura que asume

3 En Julio de 2020 se publicó “A Letter on Justice and Open Debate” firmada por personajes relevantes del debate público en EE.UU. entre estos Chomsky y JK Rowling. Su relevancia está en señalar, dejando ver las tensiones dentro del espectro progresista, que el activismo que reivindica la justicia social ha tenido efectos claramente necesarios y positivos pero a su vez, “ha intensificado un nuevo conjunto de actitudes morales y compromisos políticos que tienden a debilitar nuestras normas de debate abierto y tolerancia de las diferencias a favor de la conformidad ideológica”; trayendo así, al debate sobre la crisis del liberalismo, la consideración de los peligros producidos por el ambiente de intolerancia que ha generado la “corrección política” y sus consecuencias para el ejercicio democrático auténticamente abierto y libre.

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la complejidad del fenómeno de la globalización y el estado del orden liberal. El marco

teórico que se propone para desarrollar un análisis critico es el posestructuralismo de la

mano de autores como Laclau, Mouffe y autores comentaristas del trabajo de Gramsci

quienes a través de las categorías discurso, hegemonía y sentido común brindan valiosos

supuestos para abordar la complejidad de los vínculos entre política exterior y formas

populistas de construcción discursiva de identidad. Finalmente, el caso de estudio permite

navegar de forma descriptiva en los contextos de posibilidad tanto nacionales como

internacionales que consolidaron al orden liberal como hegemónico, su crisis y la reciente

expresión contrahegemónica que ofrecen los partidos populistas de derecha.

Objetivo general:

Analizar los contextos y mecanismos de posibilidad que permitieron la articulación y

asentamiento de un discurso de política exterior antiglobalista en EE. UU bajo la

administración de Donald Trump y seguidamente, explorar las implicaciones de esto para

el orden liberal.

Objetivos específicos:

1. Diseñar un marco teórico que permita abordar, de forma dialógica, los conceptos

de interés; es decir, discurso, hegemonía y sentido común.

2. Contextualizar y caracterizar los procesos que dan cuenta de la hegemonía de la

globalización liberal, la crisis neoliberal y el momento populista que permitió el

ascenso de los populismos de derecha.

3. Describir la dimensión discursiva y pragmática de la posición antiglobalista del

presidente Donald Trump.

4. Construir una reflexión que a partir de la operacionalización de la teoría permita

la problematización de los contextos y mecanismos de posibilidad del discurso

antiglobalista y algunos apuntes sobre sus consecuencias para el orden liberal.

Entonces, el presente, es un trabajo investigativo de naturaleza cualitativa; una

aproximación teórico-discursiva a un caso de estudio. En consecuencia, la pregunta de

investigación que guía la presente investigación es ¿Cómo ha sido posible la

articulación y asentamiento de un discurso de política exterior antiglobalista en EE.

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UU. y cuáles son sus implicaciones para el orden liberal? En conjunto, esta pregunta

es abordada por medio de varios ejercicios: la revisión documental, la problematización

y diálogo de conceptos claves y la contextualización histórica y discursiva del discurso

“antiglobalismo”. Las fuentes que alimentan este texto son libros, artículos académicos,

artículos de prensa, alocuciones presidenciales transcritas y material audiovisual.

Capítulo I

Marco teórico y Conceptual.

A continuación, se hará referencia a las categorías discurso y hegemonía tomando como

insumo principal los aportes teóricos de Laclau y Mouffe, especialmente los constatados

en el texto “Hegemonía y Estrategia Socialista”. Adicionalmente, los reparos e

interpretaciones que han hecho otros autores para la operacionalización de tales

categorías. Así, en primer lugar, cabe ubicar el propósito y lugar teórico de enunciación

de los autores que serán usados como referentes principales. Chantal Mouffe y Ernesto

Laclau son autores posmarxistas,4 sus postulados se alimentan de premisas

constructivistas y posestructuralistas. Su propuesta teórica conceptual aborda la

conflictividad y el cambio social en un contexto continuamente desigual, pluridiverso y

complejo. Sus postulados permiten un amplio horizonte para dar cuenta sobre la

naturaleza y los mecanismos de configuración y reconfiguración de lo social y su

estabilización en un orden a través del análisis de cuestiones más precisas y

fundamentales como lo son la formación de identidades colectivas, la relación entre

discurso y órdenes sociales, la articulación de demandas sociales particulares en bloques

de poder amplios y el carácter contingente y disputable de toda formación hegemónica.

4Por posmarxismo se entiende la visión teórica y política, que si bien comparte una pertenencia a la tradición marxista y parte de esta, no suscribe “la concepción de la subjetividad y de las clases que el marxismo elaborará, ni su visión del curso histórico del desarrollo capitalista, ni, desde luego, la concepción del comunismo como sociedad transparente de la que habrían desaparecido los antagonismos (...), (en cambio, se propone) rescatar la pluralidad que quedó marginada ante la visión “monolítica” del marxismo leninismo, transformar o abandonar conceptos o mezclarlos” y potenciarlos con otras herramientas teóricas: constructivismo, posestructuralismo y herramientas específicas tales como la deconstrucción, la genealogía, el psicoanálisis y la filosofía del lenguaje” (Laclau y Mouffe, 1987, pp.13-16). Se precisa decir, los autores apuestan por la propuesta teórica y política de radicalización de la democracia; de hecho, los supuestos tomados para este trabajo se presentan como los fundamentos para un proyecto hegemónico de radicalización de la democracia liderado por la izquierda; sin embargo, es también, en tanto análisis de la constitución de lo político, propicio para analizar las formaciones hegemónicas de derecha.

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Antagonismo y la apertura de lo social

Dicho esto, partamos pues, por los supuestos sobre la naturaleza ontológica5 de lo político

que dan fundamento a las categorías principales de este texto: hegemonía, discurso, y

sentido común. Para Lalcau y Mouffe lo político tiene como propiedad principal el ser un

espacio relacional de poder, conflicto y antagonismo; esto es así porque las identidades

colectivas se construyen a sí y con ello a sus demandas; a partir de la afirmación de una

otredad; un exterior constitutivo6. Es decir, la identificación de un nosotros; lo propio - el

espacio de inclusión- y un ellos; lo ajeno - el espacio de exclusión-. Sin embargo, hay que

decir que esta figura ellos/nosotros puede tomar varias formas políticas más o menos

conflictivas: amigo/enemigo7 y aliado/adversario (Mouffe, 2007) pero nunca una forma

que exprese una homogeneidad y consenso plenamente objetivo, racional e inclusivo.

En tal sentido hay, de hecho, una multiplicidad de posibles antagonismos que dan cuenta

de la naturaleza pluralista del mundo social y por lo tanto de sentidos, muchos de ellos

incluso, de signo contrario entre sí. Consecuentemente, los antagonismos tienen el efecto

de crear fronteras; es decir, dicotomizar y categorizar el espacio social a través de

fronteras materiales y simbólicas. Esta categorización está dada por dimensiones de la

identidad como son la raza, clase, género, cultura, nación, ideología8 e implica una

5En el pensamiento de Mouffe y Laclau hay una distinción filosófica entre lo óntico y lo ontológico. Lo óntico “tiene que ver con la multitud de prácticas de la política convencional, mientras que lo ontológico tiene que ver con el modo mismo en que se instituye la sociedad” (Mouffe, 2007, p.16) 6Una diferencia; un afuera, que es a la vez necesidad e imposibilidad para la conformación de una identidad política. Necesidad en tanto, las identidades son relacionales, solo en la tensión con la fuerza que se antagoniza se pueden identificar (el establecimiento de un ellos/nosotros); es la condición misma de existencia de la identidad. E imposibilidad en tanto, la existencia de esta fuerza que antagoniza no permite la plena constitución de la identidad: “la presencia del “otro” me impide ser totalmente “yo mismo” y en ese sentido, no se puede ser una presencia plena para sí mismo y, sin embargo, la fuerza que antagoniza tampoco: su ser objetivo es un símbolo de mi no ser (…)””(Laclau & Mouffe, 1987, pp.214-215). 7En este trabajo se pondrá mayor atención a la formulación del antagonismo en su modo amigo/ enemigo porque es esta la comúnmente expresada en las configuraciones ideológico-discursivas de la derecha conservadora a la que se hará referencia más adelante. De modo que, es importante decir que la formulación típica amigo/enemigo implica percibir en él ellos una amenaza a la existencia del nosotros y el orden social que proyecta como deseable y consecuentemente, se adoptan como opciones frente al otro: el asumir una absoluta ilegitimidad de sus demandas, el no compartir la asociación política como base común entre sí e incluso optar por la erradicación de este (Mouffe, 2007, pp.20-29). 8Esta identificación responde, generalmente, al tipo de relaciones de subordinación en las cuales se está inscrito y las reivindicaciones resultantes de ello: “La creación de una identidad implica el establecimiento de una diferencia, diferencia construida a menudo sobre la base de una jerarquía, por ejemplo, entre forma y materia, blanco y negro, mujer y hombre etc.” (Mouffe, 2007, p.22). Pero también, vale considerar

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pertenencia a un grupo como lo sería un movimiento social, un partido político, una clase,

una comunidad cultural o nacional etc. Y por extensión, conlleva el reivindicar un estado

particular de lo social como deseable y realizable; un sistema económico, un sistema de

valores, un sistema político etc., en contraposición con otras formas de esto.

De modo que, es así, como en el deseo de instaurar un orden, se configura una

inerradicable conflictividad de lo social (Laclau & Mouffe, 1987). Pues bien, esta

característica se agudiza al dar cuenta de la expresión de:

“una complejización y fragmentación creciente de las sociedades industriales

avanzadas (...) en tanto que se constituyen en torno a una asimetría fundamental:

la existente entre una creciente proliferación de diferencias —entre un exceso de

sentido de lo social—, por un lado, y, por otro, las dificultades que encuentra toda

práctica que intenta fijar esas diferencias como momentos de una estructura

articulatoria estable” (Laclau & Mouffe, 1987, p.162).

En consecuencia, los autores van a afirmar que lo social no tiene esencia, como totalidad

es siempre abierta e incompleta; es decir nunca está acabada y cristalizada en un orden

significativo fijo9; es en cambio indeterminada; continuamente objeto de significación y

resignificación por parte de las identidades sociales que le componen; en otras palabras,

está sujeto a la fijación/desfijación de sentido que acompaña la instauración de cierto

orden (Laclau & Mouffe, 1987)10.

La distinción entre lo social y lo político

no sólo la constitución de la identidad colectiva en tanto identificación dentro de un conjunto de sujetos oprimidos; el poder que es ejercido sobre sí, sino también en la dimensión afirmativa de esto, en la capacidad de resistir, incidir, prefigurar y proponer, de tener agencia social; el poder que se es capaz de ejercer. Y finalmente, la identificación producto de la adopción de principios positivos básicos adquiridos por los sujetos al margen de una experiencia directa de opresión. 9Para los autores lo social, o la sociedad; las identidades, relaciones, prácticas e instituciones que le conforman son sociales en tanto son objetos de sentido, sentido que adquieren a través de la discursividad sedimentada que opera sobre estos; entonces, lo social es en realidad, socio-simbólico. Esto se desarrolla con mayor profundidad en el abordaje de la categoría discurso. 10Para los autores, en condición de posestructuralistas, esto significa en un nivel epistemológico afirmar la imposibilidad de determinar un principio ordenador a priori del orden de lo social como lo hiciera el marxismo con su enfoque materialista, racional y economicista.

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Así pues, dado este exceso de sentido de lo social11, la insuperable heterogeneidad de

sujetos12e imposibilidad radical de fijación última de orden; para Laclau y Mouffe la

sociedad es, desde este nivel de análisis, el conjunto de esfuerzos por producir un

imposible: suturar la totalidad social; fijar formas inteligibles de una sociedad que

resultan, en realidad, en esfuerzos siempre parciales y contingentes de fijar un sentido con

pretensión universal y domesticar el antagonismo (Laclau & Mouffe, 1987).

Conviene subrayar que, al dar cuenta sobre el carácter parcial y contingente del sentido

de lo social surge la capacidad analítica de desnaturalizar a un orden dado y con ello,

entender lo social en distinción con lo político, como: “complejo de prácticas que han

sido naturalizadas y cuyos orígenes han sido olvidados precariamente hasta el momento

en que empiece a operar el momento de reactivación e institución; es decir, lo político”

(Stoessel, 2010, p.10). En ese orden de ideas, lo político tiene distintas propiedades, es,

por una parte, el proceso de institución de lo social y, en caso de revelarse la contingencia

de lo instituido, lo político se traduce en la posibilidad de contestar a los órdenes

sedimentados (lo social), al formular la posibilidad de otros alternativos; y es conforme a

esto, como lo político se muestra, por otra parte, como expresión de una “elección-

rechazo” de alternativas (Stoessel, 2010). Reafirmando así, que “no hay institución,

11Este exceso de sentido sobre lo social está dado por múltiples factores: la creciente conflictividad social generada por los efectos del neoliberalismo, los problemas de gobernabilidad, el cambio climático, las discusiones del posmodernismo, la sobredeterminación de identidades, la apropiación y multiplicación de posiciones democráticas y el desarrollo desigual de las misma, el avance de las luchas sociales y su reclamo por justicia social y las reacciones conservadoras a esto; todo esto amplificado por la proliferación de espacios virtuales de intercambio y reacción a ideas e información, entre otras cuestiones (Chomsky, 2017). 12Respecto a la categoría sujeto Lalcau y Mouffe (1987) se refieren a esta como “posiciones de sujeto”; es decir: “cada individuo es sujeto de múltiples posiciones que se conforman tanto por las diferentes relaciones sociales como por una serie de discursos que las constituyen”(González,2016). En consecuencia, con lo anterior, el sujeto no surge como fundante de lo social “ni siquiera en el sentido limitado de estar dotados de facultades que posibiliten una experiencia, ya que toda “experiencia” depende de condiciones discursivas de posibilidad precisas” (p.196). Un ejemplo es, el sujeto “Hombre” dentro del humanismo es una construcción discursiva y no esencia. Este estatus, les permite dar cuenta de las condiciones históricas de emergencia y validación de este discurso y las razones presentes de su vulnerabilidad, permitiéndonos así ́ luchar más eficazmente en defensa de los valores humanistas” (p.200). Cuando se habla de la vulnerabilidad, se está hablando de que, en su condición de producto discursivo, el hombre humanista y sus valores son vulnerables a ser objeto de articulación con otras posiciones de sujeto que pueden devenir en la perversión del humanismo como lo fue la instauración de relaciones de subordinación de género o coloniales. En consecuencia, los autores se mantienen críticos a la concepción de sujeto como agente racional y transparente a sí mismo y a una supuesta unidad y homogeneidad entre el conjunto de sus posiciones (pp.194- 200).

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relación, práctica social que no sea ya política, en tanto toda forma de sentido remite, se

le reconozca o no, a una dimensión antagónica” (Castro-Gómez, 2020, 3m35s).

Hegemonía: la constitución política del orden.

Ahora, volviendo sobre la dispersión social; si bien hay un flujo de particularidades que

surge de la pluralidad de posiciones de sujeto, de identidades y demandas existentes, la

estructuración social tiende a la creación de colectividades amplias; al universalismo13,

que conceda soporte a la instauración de órdenes sociales y asociaciones políticas; es

decir, de unas formas particulares de ordenar y conducir la vida en su sentido público y

privado, un proyecto de sociedad; sin embargo, estos dos procesos - la constitución de

colectividades amplias y del orden social- no son automáticos y es de este modo, que

cabe entonces preguntarse, ¿cómo es posible la conformación de colectividades que

trascienden la particularidad y seguidamente, la configuración de un orden social?.

Hegemonía14

13Respecto a la búsqueda de universalismo Laclau (2000) da cuenta del carácter tanto necesario como imposible de esta: “Como imposible, es inconmensurable con todo orden normativo; cada vez que algo se presenta como universal lo hace sin dejar de ser particular y como necesario, debe tener acceso al campo de la representación, lo cual es únicamente posible si la sustancia ética está invertida en alguna forma de orden normativo” (p.91). En efecto, lo universal es hegemonizado y llenado con un contenido particular y contingente. En relación con lo anterior, me interesa puntualizar en otra dimensión de la necesidad, si bien la universalidad que se presenta como hegemónica, trae consigo una serie de inclusiones/exclusiones, la constitución de esta ayuda a incentivar las discusiones y cuestionamientos para renegociar los límites de estas inclusiones/exclusiones como parte de un proyecto contrahegemónico (Zizek,2000). En ese sentido, la universalidad se plasma y moviliza en la tensión entre sus momentos simultáneos: la exclusión que crea, pero igualmente el terreno que abre para criticarlo. 14La construcción teórica de la categoría hegemonía de Laclau y Mouffe (1987) se da a través de una genealogía conceptual acompañada de un desarrollo deconstructivo de los supuestos del marxismo clásico. Entonces, si bien los autores celebran el camino de apertura teórica que emprendieron algunos autores marxistas frente a los postulados más ortodoxos, extienden una crítica al determinismo económico y al reduccionismo clasista que desde Luxemburgo, Althuser, Lenin a Gramsci -parcialmente- impidieron la comprensión de la potencialidad teórica tal categoría, para dar cuenta de la complejidad de la naturaleza de las luchas sociales y capitalizar en un proyecto político de izquierda la desigualdad generalizada. Dicho esto, la apertura y avance teórico alcanzado por Gramsci va a ser el insumo fundamental de los autores; pues, la comprensión de “la complejidad de las civilizaciones industriales avanzadas y de la densidad que adquieren en ellas las relaciones sociales” (p.114) permitieron a Gramsci autonomizar el campo ideológico-político, que históricamente; al dar más peso a la economía, había sido desestimado - el análisis superestructuralista de la ideología- en análisis marxista de la sociedad. Pues bien. la particularidad del pensamiento gramsciano radica en identificar en la categoría hegemonía -como articulación - el concepto clave para “la comprensión del tipo mismo de unidad existente en toda formación social” (p.16) trascendiendo así la concepción leninista de hegemonía como mera e interesada alianza de clases. Para, de esta forma, dar paso a una comprensión ambiciosa de la hegemonía como producto de un liderazgo intelectual y moral que “supone un conjunto de ideas o valores (el sentido

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La respuesta a esto está en el abordaje de la categoría hegemonía en tanto estado y

proceso. Partamos pues por la hegemonía como estado: una formación hegemónica o

bloque histórico - en términos gramscianos-, es un estado de cosas donde la dispersión de

lo social se estabiliza en una regularidad. Esta regularidad está dada por una articulación

entre demandas, posición de sujeto, identidades etc. que resulta del establecimiento de

una relación de equivalencia entre estas, de tal forma que la identidad particular de cada

demanda resulta modificada pues, queda parcialmente condensada en un signo que le

unifica con otras demandas y que posibilita la composición de un bloque de poder más

amplio (Laclau & Mouffe, 1987). En palabras de Laclau (2000):

“El punto central es que para que una cierta demanda se transforme en política

debe significar algo más que lo que es en sí misma, debe vivir su propia

particularidad como un momento o eslabón de una cadena de equivalencia que la

trasciende y, de ese modo, la universaliza” (p.211).15

Lo cierto es que, el grado de unificación16que pueda existir entre demandas “no es la

expresión de una esencia común subyacente, sino la resultante de una lucha y

construcción política: la lucha hegemónica” (Laclau & Mouffe, 1987, p.113). Así, el

espacio en el cual una fuerza con pretensiones de hegemonía actúa se caracteriza por ser

uno de expresión radical de la negatividad de lo social; es decir, donde hay una

proliferación de puntos de antagonismo, un exceso del sentido social disperso y demandas

desarticuladas, denominadas por los autores como elementos flotantes, tales elementos

común) que permiten una voluntad colectiva que, a través de la ideología, pasa a ser el cemento orgánico unificador de un bloque histórico” (p.116). 15Para ilustrar, “las protestas y disturbios por la alimentación que acontecieron en Francia desde la Edad Media siguieron un patrón similar, recién cuando rompieron con su particularismo local y se convirtieron en un eslabón del discurso más universalista de los philosophes se transformaron en una fuerza de cambio sistémico” (Laclau, 2000, p.211) 16En cuanto a la tensión entre autonomía y subordinación que puede resultar al hablar de articulación de demandas los autores la anticipan al decir “la autonomía lejos de ser incompatible con la hegemonía, es una forma de construcción hegemónica” (Laclau & Mouffe, 1987, p.239). En tanto, una incompatibilidad entre subordinación y autonomía es solo posible si los movimientos sociales no estuvieran interconectados. Pero como esto no es así, pues hay una sobredeterminación de unas luchas por otras, la articulación resulta entonces en una negociación entre una relativa autonomía; particularidad y una igualmente relativa subordinación; universalización. En palabras de Laclau (2000): "la única universalidad que la sociedad puede lograr es una universalidad hegemónica --una universalidad contaminada por la particularidad” (p.56).

- 17 -

dibujan un escenario donde la sociedad está en crisis (Laclau & Mouffe, 1987, p.314).

Pues bien, estos elementos disgregados, son objeto de disputa entre fuerzas hegemónicas

que se juegan la capacidad de capturarlos y representarlos, y solo son cristalizados en un

estado de hegemonía en tanto hay una lograda gestión de la positividad de lo social; a

saber, una articulación entre demandas mediante operaciones de equivalencia. Estas

últimas son estrategias político-discursivas que, mediante la construcción de, por

ejemplo: analogías y traducciones entre demandas, narrativas que involucran espacios,

valores, personajes y correlaciones simbólicas, principios que exteriorizan aquellos otros

a los que se oponen etc.17Siendo así, estas operaciones no resultan en simples acuerdos

momentáneos18, devienen, en realidad, en la fijación de un sentido ampliamente

articulado; el cual supone una forma particular de determinar los términos de definición

de la realidad y sostener así, a través del consentimiento dado por la adopción de este

17Las estrategias de equivalencia pueden ser un abanico de posibilidades, aquí dos ejemplos que dan cuenta de ello: en primer lugar, uno ejemplo típico en la explicación de Laclau: “Perón se erigía como el significante vacío de un discurso que representaba a grupos políticos enfrentados entre sí. Para mantener un discurso mínimamente cohesionado, se vio obligado a desarrollar un discurso tan ambiguamente amplio -y, por tanto, contradictorio- que acabó sumiéndose en su descomposición política” (Laclau citado por Ruiz, 2020, p.44). En segundo lugar, un ejemplo presentado por Zizek de traducción o analogía que permite dar cuenta cómo elementos se convierten en partes de una red de significado que resulta en equivalencia: “Si “acolchamos” los significantes flotantes mediante “comunismo”, por ejemplo, “lucha de clases” confiere significación precisa y fija a todos los demás elementos: a democracia (la llamada “democracia real” en oposición a la “democracia formal burguesa” como forma legal de explotación); a feminismo (la explotación de las mujeres como resultado de la división del trabajo condicionada por las clases); a ecologismo (la destrucción de los recursos naturales como consecuencia lógica de la producción capitalista dirigida por la ganancia); a movimiento pacifista (el principal peligro para la paz es el aventurerismo imperialista) y así sucesivamente” (Zizek citado en Duhalde, 2008, p.9) 18En este punto, cabe entonces, considerar un ejemplo para dar cuenta cómo se muestran los momentos de la hegemonía: en un contexto de lucha sindical en el cual actúan posiciones de sujeto diversas y superpuestas como: mujeres blancas, hombres blancos, mujeres negras, hombres negros, migrantes y nacionales, que, a pesar de su particularidad, comparten la posición de obreros, la lucha por la hegemónica emerge al haber elementos disgregados dentro del sindicalismo; así pues están, la militancia sindical, el antirracismo, el feminismo; empero, su posible articulación no está definida desde un comienzo, sino es, más bien, producto de un esfuerzo, tal esfuerzo por articular deviene en hegemonía y se proyecta en una pretensión de poder y transformación amplia, por ejemplo de la política laboral, migratoria, de genero etc. (Laclau & Mouffe, 1987). Tal esfuerzo implica; la articulación por medio de, entre otras cosas: la apropiación de una lectura interseccional del obrero/a, la tramitación de las relaciones de poder dentro del movimiento, la configuración de una representación sindical amplía, el abordaje por igual de las demandas de reconocimiento y de redistribución y ante la precariedad de toda equivalencia, la exigencia de promoción de espacios y formas organizativas autónomas para los movimientos antirracistas y feminista e igualmente, espacios que den cuenta de la articulación entre fuerzas y particularmente, la generación de solidaridad dada por una conciencia de masa; la pertenencia a un proceso contestatario más global. Después de este proceso interno, se puede ya pretender incidir en las políticas laborales estatales de forma amplia; de forma hegemónica.

- 18 -

sentido, una formación hegemónica–discursiva específica; una forma entre muchas de

poder.

Orden social

Ahora, esta voluntad colectiva de la cual hablábamos deviene en una pretensión de poder

y de gobierno donde los objetivos particulares de una formación hegemónica son

presentados como los únicos compatibles con el real funcionamiento del orden social

(Laclau, 2000). Esto implica dotar de un sentido particular a los valores, principios y

conceptos ordenadores que tienen incidencia en el cómo de asuntos político-sociales

como lo son la administración de múltiples dimensiones de la vida, la configuración de

relaciones de poder, la aprobación o no de instituciones sociales y la promulgación de

políticas, normas formales e informales y leyes (todas las formas macro y micro en las

que el poder se expresa) etc.

Ahora, aunque el orden social haya sido producido por una voluntad hegemónica se

proclame preciso, natural a un progreso e insustituible, cabe recordar, es una

configuración entre muchas otras posibles; es decir, es siempre susceptible de ser

desafiado por prácticas contrahegemónicas, a saber, prácticas que van a intentar

desarticular el sentido que fundamenta el orden existente para instaurar otras formas de

hegemonía19. En palabras de Mouffe:

“Aquello que en un momento dado es considerado como el orden “natural” -junto

al sentido común que lo acompaña- es el resultado de prácticas sedimentadas; no

es nunca la manifestación de una objetividad profunda, externa a las prácticas que

lo originan (...). Todo orden es político y está basado en alguna forma de

exclusión. Siempre existen otras posibilidades que han sido reprimidas y que

pueden reactivarse.” (Mouffe, 2007, p.25).

Discurso: la constitución simbólica del orden.

19Al respecto, un claro ejemplo es el esfuerzo de la “nueva derecha”; el proyecto neoliberal de Reagan y Thatcher, de poner en cuestión el tipo de articulación hegemónica que ha conducido al liberalismo democrático a justificar la intervención del Estado para luchas contra las desigualdades, y a la instalación del Welfare State y la defensa de las libertades positivas ((Laclau & Mouffe, 1987, p.284).

- 19 -

Pues bien, como punto de partida para analizar la categoría discurso puntualicemos dos

asuntos. Primero, para Laclau y Mouffe las relaciones sociales se construyen simbólica y

discursivamente y segundo, y en relación con lo primero y lo desarrollado en los párrafos

anteriores, la categoría discurso es un despliegue más de la categoría hegemonía, es una

escala más específica para la comprensión ontológica de la construcción de lo político en

clave de la relación entre lenguaje, discurso y poder. Dicho esto, es preciso, a manera de

introducción, hacer algunas consideraciones filosóficas sobre la relación entre el lenguaje

y realidad que se expresa en la teoría del discurso que desarrollan Mouffe y Laclau.

Lenguaje y realidad social

La relación entre lenguaje y realidad se ha considerado como una relación de reflexión;

pues, desde una visión empirista-idealista o simplemente desprevenida, se le ha atribuido

al lenguaje la capacidad de reflejar la realidad social de una forma transparente, en tanto

herramienta o medio, dispuesto, autónomo y neutral para el ejercicio comunicativo,

expresivo y descriptivo de la realidad; una realidad de lo social que bajo este supuesto, se

presenta como cognoscible, objetiva y transmisible (Olssen, Codd, & O'Neill, 2005). Sin

embargo, el lenguaje es, según los autores, en realidad, un sistema20-proceso-producto

socialmente situado, construido y convenido, que funge como posibilitador mismo, e

igualmente condicionante de la relación entre sujetos y objetos que constituye lo social:

lo real (Castro-Gómez, 2020).

Así pues, es a través del lenguaje, de sus formas gramaticales y semánticas, sus bondades

retóricas, sus limitaciones descriptivas y simbólicas21, su carácter performativo22 y

20Para Saussure, punto de partida de Laclau y Mouffe, el lenguaje es un sistema compuesto de elementos diferenciales cuya identidad se establece de manera relacional. La unidad mínima del lenguaje es el signo lingüístico, esto es la correspondencia arbitraria entre significados; el concepto y significantes; la imagen acústica. Ahora, la arbitrariedad viene de lo inmotivado de ese lazo; pues, es producto de la convención y no de una relación natural. Es decir, nada por fuera del lenguaje mismo determina que lo que significamos como “verde” o “azul” sea así; simplemente así fue convenido (Laclau, 2007, m12). Es importante decir que Laclau y Mouffe (1986) secundan a Saussure en algunos puntos, pero hacen una crítica a la concepción estructuralista que afirma la posibilidad de fijar sentidos (Laclau & Mouffe, 1987, p.191). 21Esto es, el desbordamiento del significante por el significado; o, dicho de otra manera, la no fijación absoluta a ningún significado. 22Esto es que el lenguaje dispuesto en discursos tiene el poder de actuar lo que nombra. En el análisis de Butler, la performatividad del lenguaje opera como iteración; es decir la capacidad de hacer de las palabras está dada por la repetición del discurso para producir los efectos que regula “por, (medio de) una citación autorreferencial constante de determinadas fórmulas, lo cual permite solidificar y reproducir

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polisémico etc., que se hacen posibles; la construcción y narración de las representaciones

sobre las cosas y subjetividades23 sobre los sujetos; y en general, el mundo significativo

con el que nos hacemos. Bajo este supuesto, la relación entre el lenguaje y lo social es de

constitución misma, en tanto, es el lenguaje, dispuesto en los discursos, el que da sentido

a la práctica y relaciones sociales (Laclau y Mouffe, 1986).

Al respecto, es ilustrativo el papel dado por Laclau y Mouffe (1987) a elementos

semánticos propios del lenguaje tales como lo son la:

“Sinonimia, metonimia, metáfora, (pues,) no son formas de pensamiento que

aporten un sentido segundo a una literalidad primaria a través de la cual las

relaciones sociales se constituirán, sino que son parte del terreno primario mismo

de constitución de lo social” (p.187).

Ahora, cabe aclarar, no es que los objetos no existan de forma externa al pensamiento y

el lenguaje, están ahí, pero lo que no pueden es constituirse como objetos de sentido al

margen de la discursividad.24 Así pues, lo social, según Laclau y Mouffe (1987) no

depende de una “realidad objetiva por sí misma” sino de la discursividad, la producción

particular y dispuesta de sentido sobre “lo real”, y en ese sentido, afirman el carácter

significativo de las relaciones sociales25. En efecto, atendiendo esta naturaleza construida;

en el tiempo lo dicho -que es normalmente normativo y no descriptivo- y moldear así la realidad social” (Nuñez,2020, p.65) 23Al respecto, me refiero al enfoque interpersonal que hace Foucault sobre la subjetividad: “El hombre es central en su propia subjetividad y en la de los demás. Por todas partes, el hombre se preocupa de sí mismo, pero a la inversa, este mismo hombre transmite las semejanzas que él recibe del mundo. Es el gran foco de las proporciones – el centro en el que vienen a apoyarse las relaciones y de donde son reflejadas de nuevo” (1969, p. 32) 24Al respecto esta cita es muy ilustrativa: “Un terremoto o la caída de un ladrillo son hechos perfectamente existentes en el sentido de que ocurren aquí y ahora, independientemente de mi voluntad. Pero el hecho de que su especificidad como objetos se construya en términos de «fenómenos naturales» o de «expresión de la ira de Dios», depende de la estructuración de un campo discursivo “(p.182). Un efecto a nivel de epistemología es que “(…) Si la clásica noción de «objeto real» excluye la posibilidad de la contradicción, el carácter discursivo de lo social pasa a hacerla posible, ya que puede existir una relación de contradicción entre dos objetos de discurso. Pero en la medida en que las relaciones sociales se construyen discursivamente, la contradicción pasa a ser posible” (p.187). 25Por ejemplo, el género, un elemento fundamental de lo social, ha sido, es y será, en tanto, los discursos configuran o reconfiguran un sentido de lo que es ser mujer-femenina y ser hombre- masculino; -esto no niega la realidad biológica, sino que la significa-. Asimismo, este sentido es uno relacional, en tanto el ser hombre me dice lo que, supuestamente, no es ser mujer y el cómo y qué de sus roles dentro de la relación social de género; por una parte, las actividades feminizadas y por otra, las masculinizadas. Igualmente,

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la voluntad de dar sentido se precisa decir, que el discurso que describe y normativiza lo

social es parcial, contingente y precario.

De hecho, los autores consideran a elementos, a veces considerados como no discursivos,

a saber, las “instituciones, técnicas, organización productiva, etc. (como) formas más o

menos complejas de relaciones diferenciales entre objetos, que no brotan de una

necesidad exterior al sistema que las estructura y que solo es posible concebir, por tanto,

como articulaciones discursivas” (p.181). En consecuencia, los supuestos de los autores

tienen el efecto de romper con la “dicotomía discursiva/extradiscursivo” y, por tanto, con

la oposición “pensamiento/realidad” y en tanto se permiten afirmar una “existencia

objetiva del discurso” (Laclau & Mouffe, 1987, pp.186- 190).

Discurso

Dicho todo esto, el discurso en la teoría de Laclau se comprende, tanto en sus

fundamentos o puntos de partida; -lo que trate de abordar en los párrafos anteriores-, su

definición, su funcionamiento y en relación a la categoría hegemonía: que no es otra que

el cómo opera específicamente la hegemonía a nivel de significación: el nivel primario

de significación se da a nivel del lenguaje uno dispuesto en un discursos que luego tienen

efectos de poder hegemónicos y por tanto, las formaciones hegemónicas son también

formaciones discursivas. Ahora bien, como definición precisa, el discurso es para Laclau

y Mouffe “un sistema diferencial y estructurado de posiciones compuesto por elementos

lingüísticos y no lingüísticos a través del cual se configura y cristaliza una fijación de

sentido particular, pero de manera parcial y contingente” (1987, p.184).

Para Laclau y Mouffe (1987) la sedimentación del sentido propiciado por la articulación

de un discurso proviene siempre de una confrontación antagonista pues tal capacidad de

fijar sentido es objeto de lucha política. De ahí que, los discursos tengan siempre

pretensiones de poder: “el discurso se constituye como intento por dominar el campo de

la discursividad, por detener el flujo de las diferencias, por constituir un centro (dominar

a lo social como totalidad)” (p.191). Y en relación con esto cabe precisar, lo social es el

ilustrativo, respecto al lenguaje, es que comúnmente se le asignan, sin más, ciertos adjetivos a lo femenino y otros, incluso opuestos, a lo masculino.

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terreno de sentidos que se han sedimentado; es decir, que han olvidado su procedencia

política- antagónica; “su condición primaria” (Castro-Gómez, 2020, 4m).

Articulación

En su funcionamiento, el discurso es abordado por los autores como una totalidad

estructurada resultante de la práctica articulatoria. Es decir, el discurso o estructura

discursiva es producto de un proceso que los autores denominan articulación, el cual

consiste en:

“La construcción de puntos nodales que fijan parcialmente el sentido; el carácter

parcial de esa fijación procede de la apertura de lo social, resultante a su vez del

constante desbordamiento de todo discurso por la infinitud del campo de la

discursividad (e implica) establecer una relación tal entre elementos, que la

identidad de estos resulta modificada como resultado de esa práctica” (Laclau &

Mouffe, 1987, p.192)

Puntos nodales

Ahora, sobre los puntos nodales, estos se definen como los puntos discursivos

privilegiados en tanto permiten la emergencia de un equivalente general en el que se

cristaliza simbólicamente la relación de unidad entre diversas demandas. Estos puntos se

expresan como significantes privilegiados en tanto son capaces de fijar otros signos

alrededor de sí mismos para condensar sentido. Su contenido significativo es general y

relativo - llamados significantes vacíos-, pero en todo caso, su cualidad fundamental es la

de ser el cemento de una articulación entre elementos que en principio no están

necesariamente articulados26 y que mediante esta pueden devenir en la formación estable

de un discurso hegemónico (Márquez, 2016; Laclau & Mouffe, 1987, p.112).

Por ejemplo, usemos la siguiente cita; una apreciación de Laclau y Mouffe (1987) para

identificar el punto nodal que sirve como articulador en la construcción discursiva

conservadora neoliberal:

26Al respecto, los autores ofrecen el siguiente ejemplo: “No hay, por ejemplo, vínculos necesarios entre anti-sexismo y anticapitalismo, y la unidad entre ambos sólo puede ser el resultado de una articulación hegemónica” (p.294).

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“Si las ideas neoliberales han adquirido una incuestionable resonancia política, es

porque han permitido articular las resistencias a la creciente burocratización de

las relaciones sociales (...). De tal modo, el nuevo conservadurismo ha logrado

presentar su programa de desmantelamiento del Welfare State como una defensa

de la libertad individual frente al Estado opresor” (p.289).

En este escenario, uno de los puntos que surge como nodal y que, por tanto, actúa como

articulante, es la libertad individual significada desde un “individualismo posesivo”; es

decir, la concepción de que “los derechos de los individuos existen a priori a la sociedad,

y a menudo en oposición a ella”(Laclau & Mouffe, 1987, p.289); pues a través de esta

adopción filosófica e ideológica, que da sentido, es que se articulan distintas resistencias

que surgen contra el Estado y algunas veces de forma incisiva y específica; a su carácter

democrático.

Retomando la afirmación sobre el discurso como constitutivo y constituyente de lo

político, esto es así, pues, es discursivamente como se construyen dos elementos

fundamentales de la identidad política y por extensión de lo político y la política: la

alteridad y la representación (Fair, 2010). A los antagonismos; en tanto, al fijar un sentido

parcial se excluyen otras formas de construir la significación sobre las cosas que se

expresa en la tensión entre cuestiones como: lo aceptable/inaceptable, lo justo/injusto, lo

estético/antiestético, lo evitable/inevitable etc.27

Y la representatividad; en tanto, es a través del discurso como se logra la inscripción del

sujeto en una identidad más amplia que sí, una relacional, que dota de sentido, posibilidad

y validez social a sus demandas y visiones morales, ideológicas e institucionales sobre lo

social y por medio de esto le es posible proyectarse o verse representado en el campo de

la política a través de un liderazgo, una apuesta y un programa de gobierno (Fair, 2010).

27Al respecto, los autores nos ofrecen el siguiente ejemplo, de desplazamiento de la frontera social que resulta de la articulación liberal-conservadora durante el gobierno Thatcher “Una serie de posiciones de sujeto que eran aceptadas como diferencias legítimas en la formación hegemónica correspondiente al Welfare State, son expulsadas del campo de la positividad social y construidas como negatividad —los parásitos de la seguridad social (los “scroungers” de mrs. Thatcher); la ineficacia ligada a los privilegios sindicales y a las subvenciones estatales” (p.291)

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La densidad significativa de lo social

Indiscutiblemente, los significantes constitutivos de lo social; los objetos de la

articulación discursiva como son la economía, la libertad, la igualdad, el género etc.

mantienen una polisemia; un desbordamiento del significante por el significado. De esta

densidad social resultan una serie de consecuencias a nivel de discursividad:

En primer lugar, (1) el ejercicio de articulación discursiva resulta y mantienen su

pretensión de asentamiento desde una visión parcial del mundo y por eso, inestable. (2)

Por ello, se hace posible la desarticulación de un discurso; a saber, desfijar el sentido a

través de una lucha hegemónica. (3) En relación con lo anterior, está la posibilidad

siempre abierta de articular demandas, resistencias y sentidos a distintas naturalezas

ideológicas- discursivas: económicos, políticos, sociales, culturales de izquierda o

derecha28. (4) Y finalmente como efecto acumulado de lo anterior hay una “imposibilidad

de fijación última de sentido” y por tanto de cierre total y absoluto sobre el ser y deber

ser de lo social (Laclau & Mouffe, 1987, p.193).

Sobre la constitución misma de la articulación cabe decir que desde un punto discursivo

y gramatical-semántico se expresa como fijación/dislocación dispuesta de conceptos,

relaciones, consecuencias que determinan un sentido y valoración específica de algo; a

saber, un proceso de producción de sentido particular sobre los objetos de discurso. Es

así como, dar sentido implica un conjunto de operaciones que incluye, significar,

semantizar, antagonizar, valorar, jerarquizar,29ordenar, moralizar, prefigurar etc. a los

conceptos-puntos nodales que dan inteligibilidad al discurso y que tienen la capacidad de

crear una nueva definición de la realidad en tanto un nuevo sentido sobre esta (Laclau y

28El carácter incompleto de toda identidad social permite su articulación a diferentes formaciones histórico–discursivas —es decir, a bloques” (p.195). Para precisar, “que las cadenas de equivalencia que toda articulación hegemónica constituye pueden ser de naturaleza muy distinta, lo muestra palmariamente este discurso neoconservador: los antagonismos constituidos en torno a la burocratización son articulados en la defensa de las desigualdades tradicionales de sexo y de raza” (p.280). Ahora, “toda tentativa por establecer una sutura definitiva y negar el carácter radicalmente abierto de lo social que instituye la lógica democrática, conduce a lo que Lefort designa como «totalitarismo», es decir, a una lógica de construcción de lo político que consiste en instaurar un punto a partir del cual la sociedad pueda ser perfectamente dominada y cognoscible” (p.309). 29Al respecto está, la intención detrás de volver ciertos temas en puntos nodales de una formación discursiva en reemplazo o detrimento de otros. Por ejemplo, articular un discurso y propuestas políticas que dan primacía al orden en detrimento de la libertad.

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Mouffe, 1987, p.288).

Sin embargo, como ya se ha dicho, es más que una cuestión esencialmente lingüística,

pues esta articulación se soporta en sentidos morales, normativos, ideológicos e

instituciones y prácticas materiales que “aglutinan la ley, el saber y el poder y, por tanto,

influyen todo el espesor social” (Fair, 2010, p.20). Demos paso a un ejemplo, la

articulación hecha por la “nueva derecha”30 la cual, ante la proliferación de demandas

para la consecución de igualdad y algunas conquistas, articulan discursivamente la

siguiente “cadena de equivalencias en torno a la igualdad: igualdad: identidad:

totalitarismo” y; así, otorgan a la igualdad un carácter indeseable al dar un significado a

esta de uniformización de la sociedad, y por tanto, “proclaman el “derecho a la diferencia”

y afirma la secuencia desigualdad: libertad” (Laclau y Mouffe, 1987, p.287).

Es así como, los intentos por desambiguar el lenguaje -naturalmente ambiguo-, provienen,

a menudo, de intenciones políticas específicas. Entretanto, es importante decir que, dado

que el espacio ideológico está hecho de múltiples elementos sin ligar, la forma en que al

nivel de filosofía política e ideología se definen y ligan los principios orientadores que

guían y dan sentido a la organización social pueden resultar en múltiples formas de

moldeamiento del sentido común de las masas y consecuentemente, en órdenes sociales.

De manera que, un remarcable efecto de esta concepción de la hegemonía y su par, el

discurso es que el poder no opera exclusivamente al nivel macro de enfrentamiento de

bloques de poder sino que se puede, y de hecho se debe, registrar en las coyunturas de la

vida cotidiana donde el poder se sedimenta al “transformar nuestra comprensión cotidiana

de las relaciones sociales y para orquestar las maneras en las que consentimos (y

reproducimos) esas relaciones tácitas y disimuladas del poder ” (Butler, 2000, p.20).

Sentido común

El pensamiento de Gramsci está particularmente interesado en la producción de

conocimiento que adoptan las masas como opinión popular o sentido común, esto es, el

30Con “nueva derecha” se hace referencia al proyecto de Reagan y de Thatcher de desmantelamiento del Welfare State en defensa de la libertad individual frente a un Estado de bienestar que se presenta como opresor y totalizador.

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marco de referencia adquirido, compuesto “por creencias e ideas heterogéneas a las que

la gente llega no a través de la reflexión crítica, sino que se encuentran como verdades ya

existentes y evidentes” (Crehan, 2016, p.5) y cómo esto, que se acepta más allá de toda

duda deviene en el fundamento necesario para la hegemonía de un poder. Desarrollemos

pues, de forma más detenida los elementos que componen esta premisa.

Para el autor italiano los subalternos31 o masas tienen nociones incoherentes sobre sus

experiencias, a pesar de la naturaleza dispersa de esto, “las narrativas políticas capaces de

plantear un desafío efectivo a la hegemonía dominante tienen sus raíces en las

experiencias de esas masas” (Crehan, 2016, p.12). Sin embargo, para que estas

experiencias produzcan efectos efectivos de poder es necesaria la elaboración de una

filosofía coherente sobre la condición de las masas; pues bien, la labor de volver la

experiencia en conocimiento coherente requiere, según Gramsci, la intervención de los

intelectuales orgánicos quienes atienden al entramado de realidades económicas, políticas

y sociales que estudian.

Dicho esto, Gramsci sugiere que el conocimiento verdaderamente social es el que

trasciende los círculos académicos, y que al convertirse en opinión popular tiene el

potencial de incidir en la transformación del mundo, pero, para que esto sea posible, se

exige la existencia de una relación dialógica entre intelectuales y masas. Este

conocimiento resultante ha de ser traducido en narrativas políticas que se expresen en el

sentido común; un conocimiento devenido en conciencia y opinión que las masas

absorben y a partir del cual moldean sus ideas, preferencias, comportamientos y apuestas

políticas específicas.

Pues bien, el sentido común se adhiere a las conciencias de las personas a través de su

socialización en espacios de producción de sentido como lo son las iglesias, las escuelas,

los partidos políticos, los medios de comunicación y corresponde a un proceso continuo

y por supuesto, abierto a la contestación y al cambio. Por ejemplo, Crehan (2016)32

31El concepto de subalternidad de Gramsci abarca la subordinación en todas sus muchas formas, incluida la subordinación internalizada (Crehan, 2016) 32Al respecto, sobre dar cuenta del esfuerzo que implica que un contenido específico sea sentido común, Crehan ofrece un análisis detallado del surgimiento y las operaciones internas del Tea Party como una organización a través de la cual las clases dominantes, personificadas en los hermanos Koch, despliegan

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desarrolla en su trabajo cómo en la actualidad se reproducen sentidos comunes a través

del contacto de las masas con los intelectuales o líderes de opinión que se presentan en

los think-thanks, programas de radio, programas de televisión, espacios webs como redes

sociales o como activistas de base (Sopranzetti, 2017). De ahí que, sea importante

puntualizar que, el poder es reconstruido en la vida cotidiana; “constituye el tenue sentido

de sentido común (que) está cómodamente instalado en la cultura” (Butler,2000, p. 21).

En relación con lo anterior, para Gramsci hay una relación directa entre producción de

conocimiento y hegemonía: como ya hemos dicho, la hegemonía; la dominación

consentida de un grupo amplio se presenta como fijación de sentido y esta fijación se

produce y se disputa en múltiples espacios sociales donde se produce conocimiento; un

sentido ordenado pero particular sobre el mundo, que se presenta como cemento necesario

para la conformación de un bloque de poder. En ese sentido, la fijación de un sentido

común es la manera en que el poder se consiente y reproduce entre las personas y es, en

tanto esto, un proceso de producción y reproducción continuo y en momentos de crisis,

una lucha abierta: fuerzas opuestas se disputan el sentido común de las masas (Berger &

Leiteritz, 2014).

Capítulo II .

Contrahegemonía de la derecha populista: una crítica a la globalización liberal

El ascenso de fuerzas populistas de derecha ha representado un fenómeno disruptivo para

el orden internacional liberal. Bajo sus propias lógicas descriptivas y normativas de la

globalización, estos partidos han configurado una formación contrahegemónica de

derecha frente al orden internacional que tras el periodo de guerras adquirió un carácter

internacionalista predominantemente liberal. El triunfo de Trump ha sido especialmente

problemático. En un ambiente de tensión económica y cultural articuló un discurso

populista que presentó a la globalización como la causante de los malestares populares.

De manera que, EE. UU. el gran artífice de la globalización viró hacia un enfoque de

política exterior nacionalista y así, revivió debates dentro del conservadurismo

recursos, conexiones y financiación para garantizar que su visión del mundo del liberalismo de mercado y la oposición libertaria a los impuestos siga siendo un sentido común (Sopranzetti, 2017, p.1280).

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estadounidense que, aunque poco conocidos son esclarecedores sobre las tensiones que

devienen de la globalización.

Así pues, el objetivo de este capítulo es caracterizar los procesos que dieron a la

globalización liberal su carácter hegemónico, para seguidamente, en la segunda parte,

rastrear las críticas de derecha a la globalización que desde los paleoconservadores hasta

Trump han emergido dentro del conservadurismo estadounidense.

Premisas sobre el fenómeno de la globalización

La globalización es un fenómeno multicausal y pluridimensional en el cual confluyen

diferentes procesos de orden económico, social, cultural, tecnológico y político etc. el

cual conlleva una complejización, en términos de su extensión, intensidad, velocidad y

efectos, de los vínculos e integración intersocietal (Held, 1999; p.12). De forma tal, los

individuos, los Estados y sus sin números de agrupaciones en organizaciones33 se ven

expuestos, gracias a el incremento de las posibilidades de comunicación y elementos de

interconexión a “flujos y redes de actividad, interacción y ejercicio de poder

transcontinentales o interregionales” (Held, 1999; p.16) 34.

Así, en su dimensión política, la globalización ha tenido el efecto de configurar el poder

del Estado-nación; pues este, se ve parcial y relativamente erosionado, lo que deviene en

una transformación de la soberanía en tanto el Estado negocia, coordina o disputa el

proceso de toma de decisión con múltiples actores estatales y no estatales con los que

coexiste (Held & McGrew, 2003). En ese sentido, aunque los límites y la autoridad

nacional territorial siguen siendo importantes, la tradicional soberanía de exclusión del

33Aquí, cabe ubicar los diferentes sujetos que se escapan a la lógica de territorialidad fija estadocéntrica del sistema internacional, a saber, las organizaciones internacionales, organizaciones de la sociedad civil internacional; ONGs movimientos sociales, empresas transnacionales, las ciudades e individuos etc. 34Ciertamente, a esto corresponden cuestiones como la transnacionalización del capital comercial, financiero y productivo; la interdependencia económica, la creación de instituciones y regímenes de gobernanza global para atender problemas identificados como transnacionales; la interdependencia política, el aumento de la movilidad humana tanto física como virtual; el intercambio cultural, la transnacionalidad de formas de vida; la migración voluntaria o forzada, el intercambio de información en redes sociales; la interconexión y disposición de información, la expansión de patrones de consumo o la hibridación cultural; la glocalización, entre otros tantos aspectos que dan cuenta de la compresión o resignificación de las distancias de tiempo y espacio.

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Estado se ve flexibilizada ante la capacidad de incidencia de otros actores en un contexto

de interconexión que muchas veces demanda actuar en red35 (Agnew, 2005).

Ahora bien, aunque ciertamente la globalización ha interconectado beneficiosamente a

las personas, es importante precisar que, los procesos globalizadores se ven impulsados

por la movilidad humana y de capital tanto física como virtual; sin embargo, la movilidad

es generalmente un privilegio para quienes han logrado la acumulación de riqueza y

libertad que ésta exige. En ese sentido, la globalización ha tenido el efecto de estratificar

y consecuentemente, polarizar social y culturalmente. De manera que, la globalización,

acentúa, reproduce y aumenta las brechas y en ese sentido, lo que para algunos aparece

como globalización, es localización para otros (Bauman, 2001). Así pues, conviene

subrayar que, este fenómeno lejos de ser uno objetivo es, como veremos, objeto de

contextos particulares e históricos de ideología y poder.

Primera Parte: La hegemonía liberal

Tras la segunda guerra mundial; la derrota del fascismo-nacionalismo y posteriormente,

en el contexto de la guerra fría, la caída del muro de Berlín, la democracia liberal y el

libre comercio fueron consolidándose, por lo menos en occidente, como los modelos

hegemónicos en contraposición a otras formas de ordenar la sociedad como lo podría

haber sido el modelo socialista. Así pues, la fórmula democracia representativa,

individualismo, consumismo, libre circulación de personas (parcialmente), bienes y

dinero se presentó, aparentemente, como la mejor forma de garantizar la seguridad,

bienestar y riqueza de la población mundial (Stefanoni, 2021, p.10).

Entretanto, el sistema internacional transitó, no sin contratiempos, hacia una creciente

institucionalización de la cooperación y la gobernanza. De esta manera, en el contexto de

construcción del nuevo orden mundial de posguerra y bajo condiciones de poder que

35 Por ejemplo, para Beck una dimensión importante de la globalización es la convivencia dentro de una sociedad de riesgo, es decir dentro de una construcción política-social caracterizada por el caos, secuelas y turbulencias mundiales no deseadas en los ámbitos políticos, económicos, culturales y ambientales, derivadas del quehacer humano; estos problemas globales escapan a los esfuerzos de la seguridad político-territorial de los Estados y de las reglas de competición económica en el mercado mundial (Beck, 1998, p. 49, 63-71).

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favorecieron a las potencias, especialmente a EE. UU.36 surgió, por un lado, el sistema

institucional de seguridad y paz de UN y con esto, el CS, y, por otro lado, el sistema

institucional económico: financiero, monetario y comercial, a saber, Bretton Woods; el

FMI y el BM y el GATT que se transformó, posteriormente en la OMC (Kennedy, 2007)

En ese sentido, los principios detrás de estas construcciones institucionales determinaron

que los Estados se vean envueltos en una interdependencia compleja. A saber, el principio

de resolución pacífica de conflictos mediada internacionalmente y sus herramientas de

cumplimiento; por ejemplo, el poder de sanción del CS determinaron la interdependencia

política. Por su parte, la predilección constatada en el GATT por promover la reducción

de los aranceles determinaron un crecimiento del comercio internacional y

consecuentemente, una distribución internacional que reproducen y dan cuenta de la

interdependencia económica (Kennedy, 2007)

Ahora, retomando el legado idealista de Kant y Wilson se promovió la idea, por lo menos

aspiracionalmente, de una comunidad internacional que, bajo facultades racionales y

morales reunía esfuerzos colectivos para mejorar la condición humana. A esto lo

acompañó, un entendimiento de que, la inestabilidad y la conflictividad eran

consecuencias muchas veces de problemáticas, prejuicios y desentendimientos culturales,

religiosos y étnicos entre y dentro de los pueblos. Así pues, dentro del sistema de la ONU

se consensuó un aparato institucional para promover programas sociales,

medioambientales y culturales que, aunque han sido considerados como secundarios,

“blandos” y demasiado ambiciosos, dan cuenta de un esfuerzo por atender

multilateralmente las demandas de la condición humana37 y que, algunas veces, da un

carácter difuso a la línea entre asuntos internos y externos (Kennedy, 2007).

36Ciertamente, el correlato de la globalización liberal es la trayectoria de liderazgo de EE.UU. que, como superpotencia militar y económica logró la autoridad y las alianzas necesarias para dar forma y preservar un orden mundial particular a partir del moldeamiento de sus normas e instituciones en concordancia con sus ideas e intereses (Ikenberry & Milbank, 2018) 37Aquí están programas que atienden asuntos como la condición de los niños y las mujeres, los inmigrantes y refugiados, la salud pública internacional, las dinámicas demográficas, la atención al medio ambiente, el respeto y fomento de la diversidad cultural y la promoción de las libertades sociales etc.

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Dicho esto, más allá de las tantas objeciones que se han hecho sobre “la tensión entre la

retórica noble y los elevados principios igualitarios de la ONU y la distribución real de

riqueza, bienestar, igualdad y poder” (Kennedy, 2007, p.190), lo cierto es que, la creación,

sobre todo bajo liderazgo estadounidense, de la arquitectura del orden internacional de

posguerra que involucró la apertura comercial, la multilateralidad, la cooperación en

seguridad, y solidaridad democrática encauso al mundo a una globalización con

principios ético-políticos internacionalistas de corte liberal: a partir de la afirmación de la

naturaleza humana y los derechos inalienables se promovió la búsqueda del propósito

superior y amplio de la paz, la seguridad y el progreso social a través del multilateralismo

y el derecho internacional (Ikenberry, 2018).

Así pues, aunque la política internacional basada en criterios pragmáticos en detrimento

de los ideales ha prevalecido en algunos episodios de posguerra, la consagración de los

derechos de la sociedad global; por ejemplo entre otros, las libertades y derechos en

igualdad que se hallan en la Declaración Universal de los Derechos Humanos ha

aumentado los costos de violar las normas internacionales.

El componente neoliberal de la globalización

Ahora bien, en la década de los ochenta surgió una coyuntura que imprimió un carácter

neoliberal a la globalización económica. En función de lo anterior desarrollemos el

contexto. El orden económico occidental en la posguerra constatado en el sistema de

Bretton Woods se guío por una combinación conciliadora entre libre comercio y la

libertad de los Estados para, por medio de orientaciones keynesianas; intervenir en la

economía para regular los fallos del mercado y con esto, la implementación de políticas

económicas que alentaban el gasto social, el pleno empleo y la regulación relativa del

intercambio comercial etc. (Ikenberry, 2021, m55s25). Este tipo de orientación de política

internacional conocida como “liberalismo integrado” permitió a los Estados políticas

intervencionistas y redistributivas; sin embargo, tal enfoque cambió.

Para hacer frente a la crisis de estanflación económica en Europa y EE.UU. y la crisis de

la deuda externa en América Latina surgió, en la década de los ochentas, el Consenso de

Washington; esto es, una serie de medidas de política económica de corte neoliberal; es

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decir, la apuesta por una liberalización radical del mercado que, tiene como condición la

reducción del Estado; pues, bajo este pensamiento, se estima que, la dinámica del laissez

faire es el agente regulador más idóneo para asignar los recursos en las sociedades y, una

intervención del poder público rompería con lo que se considera el equilibrio natural del

mercado.

De manera más específica, en la práctica, esto implicó reformas macroeconómicas que

involucraron la privatización de empresas, la flexibilización de las leyes laborales, la

liberalización del comercio de bienes y servicios y de las barreras a la IED, la austeridad

presupuestal y desregulación financiera, entre otras medidas que fueron implementadas,

guardando las particularidades, primeramente y de forma experimental en Chile, luego,

por los gobiernos de Reagan y Thatcher y, posteriormente se trasladaron a las recetas que

el FMI y el BM aplicaron e impusieron en América Latina y algunos países de Asia

(Harvey, 2007).

En retrospectiva, el saldo de estas medidas es una creciente inequidad en la distribución

de la riqueza38 en tanto, esta exaltación del libre comercio en detrimento del rol del Estado

como garante de derechos sociales (sanidad, educación, empleo, vivienda, alimentación,

cultura) o por lo menos, la apuesta por este, junto a la consecuente reproducción de una

mentalidad que mercantiliza e individualiza a la sociedad, han beneficiado la prevalencia,

de forma consentida por las organizaciones económicas de la globalización, de los

intereses particulares; comerciales y financieros (Sen, 2002).

A saber, un mecanismo evidente es que, la toma de decisiones en organismos como el

FMI y BM es hecha por ministros de hacienda y directores de bancos centrales quienes,

suelen estar muy vinculados con la comunidad financiera39 y sus nombramientos escapan

38 El crecimiento del sector financiero y comercial y en general de la interdependencia económica después de la guerra fría no parece haber mejorado los ingresos de algunos segmentos de la población de los países occidentales. De hecho ha beneficiado especialmente, por un parte, a los trabajadores de países como China e India y por otro, ha determinado una concentración de la riqueza en el interior de estas democracias. Al respecto, el economista Piketty ha descrito la actualidad como una “época de aumento progresivo de la concentración de la riqueza, especialmente en Estados Unidos a partir de 1980, acompañado de un estancamiento de la clase media, un crecimiento sostenido de la deuda de hogares y una supremacía del sistema financiero, carente de reglas suficiente” (2016, p.5). 39Por ejemplo, anota Sen, “Robert Rubin, el secretario del Tesoro durante finales de los noventas y principios de los dos mil, venía del mayor banco de inversión, Goldman Sachs, y acabó en la empresa

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a mecanismos que necesariamente deberían ser más democráticos (Sen, 2002, pp.9-15).

De forma que, además de no representar los intereses nacionales amplios, tras la crisis del

2008, se reveló que estas políticas han contribuido a la inestabilidad económica y en

consecuencia a la conflictividad política y social, una que se percibe en la cotidianidad40.

La crisis de la hegemonía neoliberal: el triunfo del populismo de derecha.

Descritas las trayectorias que consolidaron la hegemonía liberal, pasemos al momento de

crisis que desató, con más fuerza, la expresión contrahegemónica a esta. El patrón de

financiarización de la economía, tras la desregularización de estas actividades; unas

desconectadas de la producción real y socialmente útil, posibilitada por las políticas

neoliberales, contribuyó a la gestación de la crisis financiera mundial de 200841.

Entretanto, esta crisis económica profundizó el ya estructural malestar social entre la clase

media-baja producido tras años de precariedad y estancamiento económico producto de

políticas de austeridad.

Pues bien, en palabras de Mouffe, esta coyuntura ha marcado el punto de no retorno de la

crisis de la hegemonía neoliberal en tanto “la idea por la cual el neoliberalismo es la

solución ha perdido credibilidad amplia no solo entre votantes de izquierda sino también

entre los de derecha” (Mouffe, 2019, p.131). El correlato político de esto es que, a pesar

de la impopularidad de las políticas del neoliberalismo este modelo se ha sostenido como

hegemónico en tanto los partidos de centro-derecha y de centro-izquierda han reproducido

(Citigroup) que controla el mayor banco comercial: Citibank. El número dos del FMI durante este periodo, Stan Fischer, se marchó directamente del FMI al Citigroup” (2002, p.12) 40Para Sen, la globalización tiene un potencial de hacer bien; sin embargo, las instituciones que la guían no son representativas de lo que deberían y puede lograr; pues, “en muchos casos los valores e intereses comerciales han prevalecido sobre las preocupaciones acerca del medio ambiente, la democracia, los derechos humanos y la justicia social”. Y en ese sentido, para el economista, se deben rediseñar las instituciones de la globalización. Pues bien, como ejemplo del potencial de esta y recordando la importancia del estado en el desarrollo de los mercados, el autor cita el beneficio traído por la globalización a los países del este asiatico, quienes la han adoptado bajo sus propios ritmos (2002,p.13 ) 41Al respecto unos datos para dimensionarla es pertinente presentar algunos datos. La crisis del 2008 representó: “(1) el final de una era de crecimiento tanto para las economías emergentes como para países industrializados (2) En Estados Unidos y Europa, los gobiernos rescataron a las instituciones financieras en problemas, a costa de los contribuyentes. (4) En Estados Unidos se perdieron más de 7,3 millones de empleos entre enero de 2008 y febrero de 2010, con una tasa de desempleo del 10%.(5) En Europa, la desaceleración, junto con costosos rescates, complicó la situación de los países de la eurozona que tenían niveles de deuda ya insostenibles y así, a cambio de apoyo financiero tuvieron que adoptar medidas de austeridad extremadamente impopulares (Uchoa, 2018).

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la idea por la cual no hay alternativa al orden neoliberal al adoptar sus medidas o,

eventualmente, reformarlas sin alterar sustancialmente la desigualdad que ha traído.

De forma que, este escenario ha devenido en un consenso post-político, pues, “la política

ha quedado reducida a la gestión de problemas económicos y técnicos a ser tratados con

y por expertos”, en detrimento de un efectivo ejercicio democrático de debate sobre las

alternativas en juego acerca de los asuntos colectivos (Mouffe, 2019, pp. 16-24).En

consecuencia, ha surgido un momento populista; a saber, la proliferación de una

oposición popular a los partidos políticos tradicionales, los cuales son percibidos como

instrumentos de las élites; caracterizadas como corruptas y apartadas del pueblo. Ante

esta crisis de representación política, la derecha ha capitalizado la inconformidad,

resentimiento y frustración a través de un discurso populistas42; es decir, han establecido

una frontera política entre el pueblo y el establishment. De tal forma ascendieron al poder

partidos populistas de derecha en Europa y, Bolsonaro, Trump y el Brexit triunfaron en

sus respectivos países (Mouffe, 2019, p.15).

Afirmando hablar en nombre del pueblo, estas fuerzas de derecha han optado por fórmulas

en lo económico; proteccionistas, en lo político; nacionalistas y autoritarias y en

sociocultural; xenófobas y reaccionarias. De forma que, han desafiado los principios

liberales de la globalización hegemónica; a saber, la institucionalidad económicamente

neoliberal y, políticamente multilateral basada en principios ético-morales liberales. El

discurso populista de Trump contra la globalización es revelador.

De forma que, en adelante, se abordará cómo fue definido el pueblo y el establishment en

el discurso populista de Trump y cómo esto se traslada a una reconfiguración disruptiva

de la política exterior estadounidense y desafiante para el orden liberal. Abordar la

posición “antiglobalista” de Trump pasa a su vez, por explorar a qué ideas remite, y cómo

esto se expresó discursiva y pragmáticamente en campaña y durante su administración.

42 Es importante decir que hay populismos de derecha y de izquierda. La diferencia fundamental es cómo y bajo qué lógicas es definido el pueblo y establishment. Por ejemplo, Mouffe ha defendido un populismo de izquierda que ponga énfasis en “abordar las demandas democráticas surgidas por el malestar económico y político devenido de las políticas neoliberales, y así, movilizar los afectos comunes hacia la igualdad y la justicia social” (Mouffe, 2019, pp.16-17)

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Segunda parte: Contrahegemonía de la derecha populista

Las posiciones antiglobalización no son una novedad dentro del movimiento conservador

y el partido republicano estadounidense. Una mirada a las tensiones dentro del

movimiento moderno conservador entre quienes abogan por una política exterior

intervencionistas y permisiva con la inmigración y los que se oponen de forma radical a

esto, resulta esclarecedor para entender, parcialmente, cómo ha sido posible que Estados

Unidos, el artífice del orden liberal que ha dado el carácter multilateral, multiculturalista

y de libre mercado a la globalización haya optado por una posición nacionalista y en

consecuencia anti-globalización, bajo la administración de Trump.

Las mutaciones en el mundo de la derecha:

Tras el periodo de guerras en EE.UU. emergieron tres fuerzas de derecha, por un parte, el

liberalismo clásico y el libertarismo; la apuesta por un gobierno limitado y el libre

mercado como condiciones para el ejercicio efectivo de la libertad individual, el

tradicionalismo; la apuesta por defender la virtud tradicional de la comunidad, la religión

y la ética ante el relativismo y secularismo y finalmente, el anticomunismo; en su fórmula

ferviente y misionera (Nash, 2016, pp.5-10). Pues bien, estas fuerzas ideológicas e

intelectuales, en principio desarticuladas, pero en contra del consenso del New Deal y el

liberalismo creciente, confluyen, a pesar de las tensiones43en National Review, una

revista, fundada en 1955 por William F. Buckley Jr44. Esta revista permitió el diálogo y

43La tensión principal fue en torno a cuál es el bien social más elevado. Por su parte los libertarios abogaban por la libertad individual y exigían la reducción máxima del gobierno; por su parte, los tradicionalistas, más religiosos, consideraban que “no era la libertad incondicional, sino la libertad ordenada, basada en la comunidad y apoyada en el cultivo de la virtud en el alma individual y este cultivo necesitaba de las instituciones mediadoras, la escuela, la iglesia y el propio gobierno” (Nash, 2016,p.5).En ese sentido, Kirk, el intelectual más prominente de los tradicionalistas, crítico al libertarismo y sus nociones de utilitarismo y mercantilismo, pues; decía él, era un callejón sin salida; políticamente devienen en anarquía y espiritualmente en soledad y limitaba la estimulación de la imaginación moral. Esta tensión intelectual se aplacó, por medio del fusionismo, es decir, el equilibrio entre los imperativos de la tradición con las demandas de la libertad (Continetti,2018) 44Buckley es considerado el padre fundador del movimiento conservador estadounidense, pues unió y personificó a cada una de las ramas de la coalición. De hecho, con la creación de la Revista National Review consolidó y dio coherencia al movimiento moderno. Además fue un importante personaje de opinión pública a través de sus columnas, conferencias y series de televisión cultivó este pensamiento. Para él el conservadurismo era “era el uso de la prudencia para determinar un consenso general sobre el equilibrio adecuado entre libertad, orden, justicia y tradición. Los Militares son necesarios para enfrentar las

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luego, la fusión entre estas facciones (Nash, 2016). Más tarde, se unió electoralmente, la

derecha religiosa; conservadores sociales, y en la escena intelectual surgió el quinto

componente; particularmente importante para la política internacional: el

neoconservadurismo.

De esta manera, se forjó el movimiento conservador moderno que serviría de plataforma

electoral e intelectual para el gobierno conservador-liberal de Regan y que,

posteriormente su figura ecuménica reprodujo de la mano con el poder aglomerante del

anticomunismo. Sin embargo, cabe apuntar, hubo otras fuerzas de derecha que quedaron

al margen de esta coalición45. El enfoque intervencionista neoconsevador de la política

exterior de Reagan y posteriormente de Bush; es decir, la pretensión de universalizar, bajo

el liderazgo y excepcionalismo estadounidense la fórmula liberal de democracia, mercado

y derechos humanos, despertó la respuesta de un grupo de nacionalistas y tradicionalistas

(Nash, 2016)

Este heterogéneo grupo, autodenominado paleoconservadores, referidos a sí mismos

como legítimos herederos de las ideas de la vieja derecha,46 estaba convencido de que,

con la globalización económica y el consecuente empoderamiento de las corporaciones,

las élites gerenciales desplazaron a los gobiernos nacionales y transfirieron el poder

político nacional a las agencias ejecutivas, burocracias transnacionales y organizaciones

de tratados (Lind, 2017, p. 9). De manera que, esta élite globalista liberal, sin auténtica

pertenencia nacional dominaba las instituciones no solo políticas, sino también culturales

y desde ahí, en detrimento de la excepcionalidad nacional, han promovido políticas que

guerras, la policía es necesaria para establecer el orden y las fronteras son necesarias para la soberanía. Más allá de esas necesidades, reina la libertad” (Nash,2016, p.14). 45Los paleoconservadores denuncian haber sido desplazados y marginados de los espacios de derecha con capacidad de difusión, como la National Review y otros think tanks que determinaban las decisiones de política, en favor de los neoconservadores. Cabe decir que algunas veces fueron excluidos por ser considerados racistas. Ahora, la prominencia de los neocons fue vista como una degradación del pensamiento auténticamente de derecha pues; en efecto, eran un grupo de personajes de izquierda que se movieron hacia los círculos conservadores. Así, Kristol, uno de sus pensadores más importantes se definió como un “progresista asaltado por la realidad” o despectivamente, los paleo le llamaban el “wilsonismo duro”(Nash, 2016, p.15). 46 Se refiere, al grupo heterogéneo que se opuso a las políticas de gran gobierno del New Deal, al internacionalismo wilsoniano y a los que, bajo la insignia “América Primero” se opusieron a la intervención de EE.UU. en la segunda guerra mundial. Además, dicen simpatizar con los agrarios del sur, y estar en contra del deseo de gran gobierno del norte,en el contexto de la guerra civil (Nash, 2016)

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conducían a la homogeneización en favor de sus intereses culturales y económicos. En

palabras de Gottfried, uno de sus pensadores más prominentes:

“La gobernanza global destruye todo lo específico, lo histórico. Todo lo que

distingue a las personas entre sí. También destruye a la familia, destruye las

distinciones de género. Destruye toda costumbre ancestral. Reduce a todo el

mundo a un consumidor, o un sujeto de experimento político, o experimento

social” (2017, 15min42s )

Ahora, del gobierno de Reagan y Bush critican la permisividad con la inmigración

masiva, la apertura al comercio internacional y el intervencionismo en favor del modelo

liberal. Sobre este último denunciaron como falsa la pretensión de presentar al orden

liberal como uno universalmente representativo y en cambio, señalaron las pretensiones

particulares tanto culturales como políticas detrás de esto (Francis en Drolet & williams,

2019, p.12). A su vez, consideraron que la intervención además, de ser imprudente e

ineficaz a la hora de constituir democracias, pues ignoraba "las precondiciones culturales

e institucionales que hacen factible la estabilidad de un gobierno democrático”, iba en

contra de la reducción del gobierno estadounidense que, bajo su entendimiento es la

condición de posibilidad para el desarrollo efectivo de la libertad individual (Francis,

2003, p.7).47.

En segundo lugar, sobre la inmigración, se declararon en contra de cambios demográficos

a gran escala; pues advirtieron, amenazan la integridad y particularidad de la cultura

estadounidense. Bajo su visión de mundo, EE.UU. es una extensión de la civilización

occidental que debía preservarse y recuerdan “los padres fundadores pretendían que fuera

una nación anglosajona-celta influenciada por Atenas, Roma y Jerusalén”. De ahí que,

para los paleo, su país más que ser una idea o mito de excepcionalidad; como lo sería para

un liberar creyente del excepcionalismo estadounidense, es en cambio, “una

47Los palaeo denunciaron que el anticomunismo conservador se había transformado, bajo las ideas neo, en una cruzada “neo-wilsoniana para difundir la democracia”. De igual forma, rechazaron la guerra del golfo y la intervención militar contra Irak . Ahora, la posición anti intervencionista, estaba alentada también por posturas civilizatorias y nativistas. Francis en un evento dijo: “La civilización que nosotros, como blancos creamos en Europa y América, no podría haberse desarrollado aparte de las dotes genéticas de las personas creadoras, ni existe cualquier motivo para creer que la civilización se puede transmitir con éxito a un pueblo diferente" (Francis es Brooks, 2017).

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particularidad concreta de valores, instituciones y composición étnico-racial y, separada

de esas raíces, no puede sobrevivir” (Francis, 2003, p.6)

Finalmente, influenciados por las nociones de hegemonía y poder de Gramsci, reclamaron

que las instituciones culturales están cooptadas por la élite global y por ello, el sentido

común de la cultura de masas estadounidense, en detrimento de la cultura tradicional, es

cada vez más superficial en tanto secular, hedonista y consumista48 (Francis, 1993, p.12).

A su vez, denunciaron que la economía globalizada y específicamente los acuerdos

comerciales estaban afectando a los trabajadores; a saber, enfatizaron que la economía de

servicios arruinaba a las pequeñas granjas y arrebataba trabajos a la clase trabajadora

(Brooks, 2017, p.3).

Pues bien, el deseo de los paleo de un liderazgo que permitiera disputarles a las elites la

hegemonía se acrecentó cuando Pat Buchanan participó en las primarias republicanas de

1992 bajo el eslogan aislacionista "American First" con un programa nacionalista,

conservador y proteccionista. No obstante, Bush ganó y en los años venideros, bajo la

hegemonía estadounidense en un contexto de unipolaridad del sistema internacional, la

globalización liberal se intensificó; de forma que, las ideas de los paleo continuaron

siendo marginales hasta que en 2016 Trump promovió la construcción de un muro

fronterizo y la renegociación de acuerdos comerciales como pilares de su campaña.

Al respecto cabe decir, estas ideas han alimentado a fuerzas que asesoraron a Trump; por

ejemplo, Steve Bannon y especialmente, en versiones mutadas han sido sustento de las

posiciones entre los electores más radicales de Trump. Por ejemplo, figuras de la opinión

pública de derecha han reproducido la teoría de conspiración sobre el marxismo cultural

y globalismo que, como veremos más adelante, es un elemento narrativo que ha calado

entre algunos electores de Trump.

Trump: la dimensión pragmática del antiglobalismo.

48 Según Francis (2003) “un líder paleo se preocupa más por la supervivencia de la industria de la fabricación de calzado en EE.UU. que si los consumidores estadounidenses pudieran algún día comprar zapatillas de deporte de 125 dólares. hecho con veinticinco centavos la hora de trabajo en Indonesia”

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Donald Trump se presentó durante la campaña como una opción anti-establishment capaz

de tramitar las preocupaciones económicas y culturales de la clase media quienes se auto

identifican como víctimas del desplazamiento de la población blanca, trabajadora y

tradicional estadounidense49 por una economía50 y una sociedad más abierta y

étnicamente fluida. Pues bien, Trump tramitó estas demandas a través de un discurso que

señala especialmente a la migración, el comercio libre y el intervencionismo

estadounidense y la participación en instituciones multilaterales “globalistas” como

cuestiones esenciales para comprender la afectación a los intereses verdaderamente

nacionales que él diagnosticó, y a las elites globalistas como las principales responsables

del desastre (Wojczewski, 2020).

De manera que, a través de un discurso marcadamente populista, Trump posicionó a la

política exterior como tema central del debate nacional. En ese camino, bajo el eslogan

“America First” emprendió una reestructuración de la política exterior estadounidense

(Wojczewski, 2020). Dicho esto, en la esfera comercial adoptó un enfoque proteccionista.

Al respecto, denunció una excesiva apertura de la economía nacional y así, reclamó que,

los acuerdos comerciales han significado en su aplicación “victimizar a los trabajadores,

engañar a las empresas y un saqueo y transferencia de la riqueza estadounidenses en favor

de gobiernos extranjeros oportunistas" (Hennigan, 2018, p.6).

En ese sentido, renegoció el TLCAN, se retiró definitivamente del TPP y emprendió de

forma unilateral una guerra comercial con China que socavó las reglas de la OMC al

49La declaración de un seguidor de Trump en un evento de campaña da cuenta de esta sensación de desplazamiento: “Yo no voté por Obama. Dígame una sola cosa que haya hecho para ayudarme como hombre tejano, heterosexual casado y blanco. ¿bajó los impuestos? no. ¿Aumentó los derechos?, no. ¿Le ayudo a mi hijo rubio blanco a ir a la universidad?, no. Trump trata de evitar que mi cultura siga cambiando, mire alrededor, su estilo de populismo funciona. Le vamos a dar el beneficio de la duda, ¿por qué?, porque nos da resultados y nadie reporta eso, los medios no reportan eso (Rossi, 2020, min 28s49) 50 Al respecto, según Trumo, “la economía globalizada está marginando cada vez más a la clase media. En los últimos años, múltiples fábricas tuvieron que cerrar y millones de empleos industriales bien pagados desaparecieron. Justamente, el éxito de Trump a nivel de voto electoral se consolidó en el Rust Belt; es decir, en los estados donde las deslocalizaciones y el cierre de fábricas manufactureras dejaron altos niveles de desempleo y pobreza” (Ramonet, 2019,p.86). Sin embargo, hay que precisar, para no caer en lugares comunes que esencializan al electorado de Trump, este incluye también a un sector de blancos suburbanos con ingresos superiores al promedio que se benefician de la reducción de impuestos, la derecha cristiana y evangélica, la base tradicional del partido republicano; blancos de clase media concentrados en las ciudades pequeñas y zonas rurales (Faber et al., 2017)

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suponer un uso sin precedentes de aranceles y así, contribuyó a la caída de la IED china

en EE.UU y la reducción, aunque leve del déficit comercial (Shehadi, 2020).

Respecto a la política migratoria endureció los controles para evitar la reducción del valor

de los salarios ante la supuesta amenaza que representa la participación de los trabajadores

inmigrantes poco calificados en el mercado laboral estadounidense (France 24, 2020).

Ahora, en la esfera política acogió un enfoque nacionalista y unilateralista. De modo que,

guiado por una sospecha frente al enfoque multilateral en la conducción de asuntos de

interés común, redujo su participación en organismos internacionales. Se retiró de

numerosos pactos y organizaciones, como lo fue del Acuerdos de París, la CPI, el Consejo

de Derechos Humanos y el Pacto Mundial sobre Migración (Walt, 2020).

Aunado a esto, bajo el reclamo de despilfarro e ineficacia de la ONU y lo que consideró,

un “aprovechamiento de la generosidad del pueblo estadounidense”, su gobierno realizó

recortes presupuestales a las agencias de la organización. Esto supuso un gran golpe al

ser EE.UU. por mucho, el mayor contribuyente de la ONU. A saber, recortó la

contribución de ayuda a los palestinos, en medio de la pandemia; suspendió la

financiación de la OMS y en 2018 amenazó con recortar la financiación a las operaciones

de paz (Caster, 2018).

De forma parecida, sus decisiones en algunos asuntos particularmente conflictivos como

el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel y el abandono del acuerdo nuclear

con Irán demostraron el impulso unilateral de la administración de Trump. Cabe precisar,

estas decisiones se adoptaron en detrimento de la legislación internacional y las

resoluciones del Consejo de Seguridad y resultó el rechazo de sus históricos aliados

europeos (Walt, 2020). A propósito, el reproche de Trump a sus aliados de la OTAN por

la desproporcionada distribución de contribuciones en la organización militar,

amenazaron con poner en peligro la alianza que, desde la guerra fría "representa los

valores compartidos occidentales y la unidad trasatlántica" (Marcus, 2018, p.7).

Trump: la dimensión discursiva del antiglobalismo

Frente a la Asamblea General de la ONU Trump declaró “el futuro no pertenece a los

globalistas, el mundo pertenece a los patriotas” y posteriormente, recalcó "EE.UU.

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siempre elegirá la independencia y la cooperación sobre la gobernanza, el control y la

dominación global". Y en ese sentido, presentó una declaración de intenciones

nacionalistas. De tal manera, denunció a el "globalismo" y la inmigración ilegal, y

entretanto, “promovió a el patriotismo como una cura para los males del mundo” (Borger,

2019, p.3).

En ese sentido, Trump, bajo una fórmula populista señaló al establecimiento de acoger

“la política de globalismo; centrándose en cómo ganar dinero para las grandes

corporaciones (...) en detrimento del trabajador y la economía estadounidense” (Trump,

2016b en Wojczewski, 2020). A su vez, se dispuso a desmarcarse del enfoque de política

exterior y seguridad nacional intervencionista que tras la guerra fría ha conducido los

asuntos exteriores bajo la estrategia de la hegemonía liberal51. Trump consideró a este

enfoque “globalista” un fracaso52, declaró que supuso altos y desproporcionados costos

en seguridad, el ejercicio de políticas imprudentes, y denunció un atornillamiento en el

poder por parte de la elite intelectual y política neoconservadora que ha conducido a este

“desastre” (Deller, 2019, p.4).

De manera que, el globalismo es, discursivamente hablando, un elemento retórico para

señalar a un otro y sus intereses, en contraposición al pueblo estadounidense; sin embargo,

simboliza fuerzas e intereses amplios y abstractos que, bajo esta fórmula, se señalan, en

detrimento de los intereses verdaderamente nacionales en favor de otro global. Allí se

articulan, las consecuencias de diversos fenómenos; que cumplen con la labor de servir

como “chivos expiatorios” del malestar nacional económico y político de EE.UU.:

“(...) “inmigrantes ilegales” que están quitando puestos de trabajo a los

"trabajadores estadounidenses vulnerables" y traer crimen, drogas y violencia a

los EE.UU.” (Trump, 2016e); aliados como la OTAN, la UE o Japón, que han

"estafado" a EE.U. (Trump, 2016m) confiando en los EE.UU. para su seguridad

y defensa "sin pagar su parte justa" (Trump, 2016c) mientras supera a los EE.UU

51Es decir, consolidar el rol de liderazgo estadounidense a través de la difusión de la gobernanza democrática, el libre mercado, la libertad individual y otros valores liberales (Mearsheimer,2018). 52Trump declaró al respecto, “sus políticas (Obama y Clinton) sólo han producido muerte y destrucción, no diplomacia. Es de gatillo fácil, presionando imprudentemente por el cambio de régimen, pero nunca creando o promoviendo la estabilidad, o promoviendo los intereses fundamentales de EE.UU. (2016z).

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en comercio (Trump, 2016 n); y el "continuo asalto económico de China a los

empleos y la riqueza estadounidenses" (Trump, 2016c) a través de prácticas

comerciales desleales como la "manipulación de divisas" o “Robo de propiedad

intelectual” (Trump, 2016j)” (Wojczewski, 2020, pp.10-14).

Conviene subrayar, mediante una visión maniquea Trump ha dibujado un escenario donde

fuerzas americanistas- antiglobalistas y elites globalistas transnacionales se enfrentan

entre sí. Trump explotó recurrentemente este antagonismo durante la campaña,

especialmente en tres frentes: inmigración, comercio internacional e intervencionismo.

En ese sentido, se encargó de culpar a Hillary Clinton de enriquecerse a expensas de

EE.UU. a través de su respaldo a acuerdos comerciales53 y su actividad en el

Departamento de Estado. Además, vaticinó, con la llegada de Clinton, el triunfo del

“globalismo corrupto” y recalcó que, "la visión de Hillary es un mundo sin fronteras

donde los trabajadores no tienen poder, trabajo y no hay seguridad ”(Trump 2016p, en

Wojczewski, 2020).

Al respecto, ante las propuestas sobre migración de Clinton, por ejemplo, la apertura de

fronteras a migrantes musulmanes, Trump advirtió con un tono xenófobo y nativista, que

esto no sólo alteraría la seguridad sino también la forma de vida estadounidense54. Y

finalmente, sobre un tema recurrente; a saber, el enfoque intervencionista de EE.UU.

advirtió que, el "globalismo intervencionista imprudente" de Hilary “ha fracasado en

todos los países en los que se ha involucrado, y a un precio muy alto para el mundo” y

sugirió, de forma realmente disruptiva con relación a sus antecesores que, la promoción

del orden liberal no beneficia a los intereses fundamentales de los estadounidenses

(Trump 2016h, en Wojczewski, 2020).

53Al respecto, Trumo declaró “Hillary Clinton ha apoyado prácticamente todos los acuerdos comerciales que han estado destruyendo nuestra clase media. Apoyó el TLCAN y apoyó la entrada de China a la OMC, otro de los colosales errores y desastres de su marido. Hemos perdido casi un tercio de nuestros trabajos de fabricación desde que se firmaron estos dos acuerdos respaldados por Hillary.(...) A cambio, Bill y Hillary utilizaron el Departamento de Estado para enriquecer a su familia a expensas de Estados Unidos. Ella se hace rica haciéndote pobre” (Trump 2016b, 2016 j, en Wojczewsky, 2019) 54Al respecto Trump declaró “el catastrófico plan de inmigración de Hillary Clinton traerá mucha más inmigración islámica radical a este país, amenazando no sólo nuestra seguridad, sino nuestra forma de vida”. Y Entretanto, advirtió, "globalismo intervencionista imprudente" también producirá “desorden global masivo” (en Wojczewski, 2020 Trump 2016h)

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La dictadura de la corrección política, marxismo cultural y globalismo.

Ahora, el discurso sobre globalismo en su versión más conspirativa ha servido para

tramitar el malestar cultural de grupos conservadores o radicales de derecha quienes

perciben una amenaza en el supuesto predominio de élites progresistas y cosmopolitas

que, según esta posición, favorecen políticas en favor de las minorías y en detrimento de

los auténticos estadounidenses (Stefanoni, 2021). Una expresión de esto es la guerra

cultural desatada por el fenómeno de corrección política55 entre unos que exigen que la

sociedad y el lenguaje sean inclusivos y otros que se resisten a aceptar lo que consideran

una imposición que se funda en premisas falsas, exageradas o indeseables. Por su parte,

Trump destacó nuevamente su carácter populista al distinguirse del establecimiento de lo

políticamente correctos56 (Trump, 2016).

Ahora bien, el marxismo cultural57 ha surgido como una teoría conspirativa de derecha

que ofrece una narrativa sobre la corrección política y además, da una dimensión adicional

al discurso sobre el globalismo. Pues bien, esta teoría, remite a la idea por la cual el

marxismo fracasó por la vía económica y tras esto, emprendió una lucha hegemónica

cultural mucho más sutil pero efectiva; pues habría logrado instalarse en escuelas,

universidades, medios de comunicación, empresas, organismos multilaterales y Estados.

Desde allí, una élite globalista caracterizada como progresista y cosmopolita ha replicado

la ideología de la corrección política en todas las instituciones culturales lo cual le ha

55La corrección política, en su forma bienintencionada, se refiere al fenómeno social que describe el lenguaje, políticas o posturas destinadas a incluir y reconocer a la pluralidad de sujetos que históricamente han sido excluidos y puestos en desventaja. Aquí están, el lenguaje inclusivo, el activismo por el reconocimiento de derechos de minorías étnicas y de genero, las políticas de discriminación positiva etc. Sin embargo, remite también a la denuncia de una “intolerancia” y “complacencia moral” por parte del activismo progresista en el debate público (Stefanoni, 2021; Chomsky et al, 2020) 56Al respecto, dijo, en relación a la decisión del gobierno de Obama de no implementar mayores controles frente a la inmigración musulmana, “con el apoyo de Hillary Clinton y otros, también ha dañado nuestra seguridad al restringir nuestra recopilación de inteligencia y no apoyar la aplicación de la ley. Han puesto lo políticamente correcto por encima del sentido común, por encima de tu seguridad y por encima de todo lo demás. Me niego a ser políticamente correcto”(Trump, 2016). 57Esta teoría conspirativa sostiene que después de Gramsci, “la escuela de Frankfurt reprodujo el marxismo cultural al iniciar un amplio movimiento que va desde el ámbito político al estético, tendiente a debilitar e incluso destruir la cultura occidental”. Seguidamente, describen a los movimientos sociales de la Nueva Izquierda de la década de 1960 -feminismo, derechos LGTB, Black Power, liberación anticolonial, ambientalismo y pacifismo- como el efecto de la ideología marxista cultural de la Escuela de Frankfurt. Este rastro, según esta visión, continúa hasta hoy, pues, las élites progresistas ocupan las instituciones culturales como Hollywood y las Universidades; movimientos como Mee Too o Black Lives Matter son para ellos, muestra de ello (Stefanoni, 2021, p.153).

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permitido la reproducción de sus intereses, es decir; hacerse con el adoctrinado

consentimiento para la creación de una sociedad global sin fronteras, sin sentidos

culturales particulares; a saber, una amplia y homogénea multiculturalidad (Mirrlees,

2018)

De manera que, según esta visión, el marxismo cultural es representado como una

amenaza para la nación estadounidense y/o la civilización occidental entendida esta,

según sea el caso: como unidad cultural y racial para supremacistas blancos de la alt -

right58 y unidad cultural tradicional judeo cristiana para la derecha cristiana. En todo caso,

aquí se ubica aquello que se excluye de la normatividad de las nociones de la “esencia”

estadounidense y que, ciertamente, es producto de la percepción de algunos grupos de ser

desplazados en favor de otros. Así, políticas de inclusión étnica y de género y de

inmigración abierta, entre otras, son medidas que, bajo esta visión, amenazan con instigar

un cambio demográfico hacia el multiculturalismo de manera tal que las tradiciones y

valores occidentales serían destruidas (Stefanoni, 2021).

Pues bien, Steve Bannon, fue el personaje próximo a estas ideas más visible dentro de la

administración de Trump. Antes de ser el asesor de campaña y luego, estratega jefe de

Trump, estaba a cargo de Breitbart News, un sitio web considerado una plataforma de

divulgacion de ideas de la alt-righ. Allí circulan noticias y opiniones alimentadas con

teorías de conspiración y puntos de vista racistas y antisemitas; y sobre todo

antiglobalistas59. De manera que, Bannon ha sido considerado el ideólogo y estratega

58La denominación "alt-right " corresponde a una heterogeneidad de grupos de extrema derecha: allí confluyen nacionalistas blancos, paleo conservadores, libertarios y neo reaccionarios. “Generalmente instalados en internet desarrollan una lucha cultural contra la corrección política y defienden a Trump. Desean desmantelar el "establecimiento" y construir un etno-Estado blanco que obligue a todas las instituciones de la sociedad a proteger y promover los valores de una cultura europea blanca e idealizada” (Mirrlees,2018, p.51). Este fenómeno fue especialmente visible cuando en Charlottesville, en medio de una protesta convocada por supremacistas blancos ante los planes de quitar monumentos históricos de la Confederación fue asesinado un contra manifestante negro. Posteriormente, Trump en su primer pronunciamiento dijo que los dos bandos -los supremacistas y los contra manifestantes, denominados “Antifa”- tenían la culpa. Pues bien, este episodio, su manejo policial y político desató el debate público sobre las diferencias raciales que aún persisten en la sociedad (BBC, 2018,p.3). 59 El reporte hecho en este portal sobre la asistencia de Trump a Davos en 2018 representa el tono de este tipo de visiones: “El enemigo en esta ocasión, por supuesto, era el hombre de Davos. O, si se prefiere, la élite globalista que ha pasado las últimas décadas cosiendo el mundo en su propio interés: los banqueros centrales entrenados; los tecnócratas de la UE; los capitalistas corporativos; los expertos en sostenibilidad que buscan rentas; las ONGs mojigatas, políticamente correctas y sermoneadoras; los fanáticos del gobierno mundial controlado; los grupies “woke” de Hollywood; George Soros;

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comunicativo de las posiciones de campaña de línea dura de Trump, especialmente

preocupado por la particularidad estadounidense y los valores judeocristianos60. Al

respecto, defendió las medidas que restringen la inmigración musulmana, el programa de

refugiados y el debilitamiento de acuerdos comerciales; pilares del programa de política

exterior populista de “American First” (Alexander, 2017)61.

En la visión que reproduce Bannon, los globalistas son una élite que conspira para

gobernar la humanidad, en palabras de Pitcavage, investigador de la liga de

antidifamación, “el miedo a este enemigo es alimentado por las teorías de la conspiración

sobre un gobierno socialista transnacional tiránico que intenta pisotear los derechos de

los estadounidenses” (Levin, 2018, p.4). Por su parte, Jeffrey (2017, p.28) ve la influencia

de Bannon en el discurso que propició Trump en Polonia, en esa oportunidad el presidente

profirió un discurso alarmista en el cual planteó que ante el terrorismo, extremismo y la

gobernanza sofocante “la pregunta fundamental de nuestro tiempo es si la civilización

occidental tiene la voluntad de sobrevivir” (BBC, 2017, p.1).

Ahora bien, tras su salida del cargo, Bannon ha asesorado a partidos populistas de

derecha; entre estos Vox de España, La Liga de Italia y Bolsonaro62. A su vez, ha

promovido “the movement” una red que coordina a partidos populistas de derecha y que,

evidencia de forma más expresa, la iniciativa de construir, al margen del orden liberal un

internacionalismo alternativo guiado por los pilares de particularidad cultural y soberanía

(Orellana & Michelsen, 2019, p.762). Por su parte Orbán; el primer ministro húngaro,

prácticamente todas las razones que nos hicieron votar por Donald Trump o el Brexit, todos ellos reunidos en una carísima estación de esquí suiza”. Cabe anotar, en este portal también se encuentran artículos que etiquetan a proyectos escolares que buscan hacer pedagogia sobre el legado de la esclavitud en la historia estadounidense; a saber “1619 Project”, como instrumentos de la ideología del marxismo cultural, el adoctrinamiento en política de identidad y la creación de movimientos de justicia social. 60 Al respecto, el uso de la noción “valores judeocristianos” se asocia, por una lado, a la crítica que hace al efecto deshumanizador del capitalismo; de manera que Bannon dijo “el capitalismo global busca hacer que la gente sea mercancía” y declaró, “este debe basarse en un fundamento judeocristiano”. Y por otra parte, para dar cuenta de lo que no es occidente, por ejemplo; no es islam (Caldwell, 2017) 61 Al respecto, dijo que el “núcleo central” de la filosofía de la administración de Trump era la creencia de que Estados Unidos es más que una unidad económica en un mundo sin fronteras. Es una “nación con una cultura” y “una razón para existir” (Caldwell, 2017). 62 Al respecto, Eduardo Bolsonaro tuiteó “Tuvimos una gran conversación y compartimos la misma visión del mundo”. Dijo que, “planeaban unir fuerzas, especialmente contra el marxismo cultural"(2018)

- 46 -

quien propone una contrarrevolución nacionalista ante la amenaza multicultural,

manifestó su apoyo al proyecto (Verdú, 2019).

Capítulo III:

Reflexiones analíticas.

El presente trabajo se ha propuesto abordar los contextos y mecanismos de posibilidad

que permitieron la articulación y asentamiento de un discurso de política exterior

antiglobalista en EE. UU. bajo la administración de Donald Trump. Este capítulo centra

sus esfuerzos en analíticamente conectar todo lo descrito y problematizado en los

capítulos anteriores con la operacionalización de la teoría adoptada para finalmente

precisar reflexiones en clave de esto.

La política exterior como espacio de construcción discursiva de antagonismo y

hegemonía.

La política exterior es usualmente definida como el conjunto de principios y preferencias

que moldean los objetivos e intereses que a su vez determinan que un Estado movilice

sus medios para generar, modificar o suspender sus relaciones con otros actores del

sistema internacional (Calduch, 1993, p.3). Ahora, desde una posición postestructuralista

de análisis de politica exterior la atención y problematización se dirige a el lenguaje

contenido en los discursos que sustentan estas políticas. Pues es el lenguaje el medio

social por el cual los actores de política exterior buscan hacer que sus políticas sean

consideradas por las audiencias nacionales y internacionales como legítimas, necesarias

y objetivas y por ende, se conviertan en opciones realizables y plausibles (Hanse, 2016).

Es decir, una opción de politica exterior siempre esta conectada con narrativas que buscan

justificar el porqué es una opción deseable a pesar de existir otras tantas opciones. De

manera que, la relación entre discurso y poder resulta una cuestión fundamental. El

lenguaje, entendido este como productor de sentido particular entre otros posibles en vez

de transmisor neutral del mundo empírico, interviene en la formulación de políticas. De

hecho, “los discursos sobre política exterior proporcionan una representación del

problema que estan destinados a tramitar”; en ese sentido, en el proceso de toma de

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decisión de política exterior se expresa un marco de comprensión particular del mundo,

esto incluye una representación de la identidad nacional propia e igualmente la identidad

de los demás y una valoración de los fenómenos e instituciones internacionales (Hanse,

2016, pp.99-112).

De forma precisa, las identidades colectivas suelen construirse a partir del señalamiento

de un antagonismo; es decir, lo que no se es y por ende, se excluye. Naturalmente, esto

se expresa en el lenguaje dispuesto en un discurso. La traducción de esto al análisis de

política exterior es que, a través del discurso los actores de esta dan márgenes a la propia

identidad nacional al definir su relación con actores del sistema internacional. Asi,

escogen espacios, actores y principios de inlusión y de exclusión. A saber, adoptan una

decisión sobre los espacios de relacionamiento internacional a participar, aliados a

reconocer y principios a legitimar en contraposicón a los espacios de relacionamiento a

ignorar e incluso a reprochar, enemigos a señalar y principios a impugnar.

Pues bien, considerando que los Estados determinan y sustentan sus preferencias

temáticas y geográficas de política exterior en correspondencia a las representaciones que

construyen del mundo de la política internacional, las construcciones discursivas poseen

la capacidad de dar forma a la estructura del sistema internacional. Justamente, las

narrativas discursivas de las preferencias de política exterior de un Estado, prefiguran o

legitiman el orden internacional que desean como hegemónico. Asi pues, resulta

pertinente comentar que, las identidades y los fenómenos internacionales no tienen

esencias fijas y objetivas, sino que, están constituidas gracias al sentido que les otorga el

lenguaje organizado en un discurso de política exterior (Hanse, 2016).

El antiglobalismo: respuesta a la crisis del orden liberal

Durante su campaña y posteriormente en su administración, Donald Trump emitió un

discurso de politica exterior antiglobalista con características populistas de derecha. Pues

bien, para precisar, el carácter populista esta dado porque el expresidente recurrió a una

lógica discursiva de articulación política con consecuencias identitarias; es decir, el

populismo construyó y delineó una identidad particular al establecer una frontera política

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entre el pueblo y el establecimiento. El carácter de derecha63 esta dado porque esta

dicotomización del espacio social se lleno de contenido ideológico conservador,

nacionalista-soberanista, y reaccionario. Y finalmente, la etiqueta antiglobalista responde

al discurso y acciones de política exterior que adoptó Trump en contra de la migración,

el intervencionismo militar, el libre mercado, la cooperación y la gobernanza global.

Entonces, este trabajo argumenta que bajo la administración de Trump la política exterior

fue apropiada como plataforma para reproducir y construir discurivamente un

antagonismo entre el pueblo y la élite. A su vez, este antagonismo se presentó como uno

entre patriotas en contraposición a extranjeros-globalistas. El uso de estos métodos de

dicotomización antagónica, le resultaron ampliamente beneficiosos para posicionarse

como una opción electoral en medio de la crisis y representaron una disruptiva ruptura

con la histórica política exterior de sus predecesores y para el desarrollo del orden liberal.

Dicho eso, cabe entonces decir, la victoria de Trump es una respuesta a la crisis social

que resulta de las promesas inclumplidas del orden liberal. Es una manifestación de la

capcacidad de la derecha de tramitar el descontento en favor de políticas antiprogresistas.

En EE.U. el estancamiento económico y la tensión étnica-cultural produjeron una

reacción anti-establecimiento y de paso una contestación al enfoque de política exterior

que procuro la hegemonía liberal. Este enfoque perseguido desde la segunda guerra

mundial y seguidamente profundizado gracias al escenario de unipolaridad de los años

noventas fue calificado como una estrategia de fracaso para atender a las realidades de la

clase media estadounidense y las de otros tantos que a pesar de no reconocerse como clase

media se sentian desplazados por una sociedad etnicamente más fluida. Asi pues, a pesar

de ser, el orden liberal, considerado por mucho tiempo como la estrategia ideal para

tramitar las vulnerabilidades y aprovechar las bondades que surgen de la

63 Este trabajo ha optado por la categoría “derecha populista” o “derecha radical” sobre otras tantas categorías que son usadas para referirse a este fenómeno como lo pueden ser “extrema derecha”, “ultraderecha”, e incluso “fascistas” a secas o la autodenominación como “nacionalconservadores”. Se opta por diferenciar a este fenómeno de la extrema derecha de los años treintas; pues, a pesar de sus tendencias autoritarias las derechas contemporánea no representa un peligro para la existencia de las instituciones democráticas liberales representativas; pues aunque son una amenaza para su calidad y pluralidad, no son totalitarias ni usan la violencia abierta y sostenida en cambio, se adaptan e instrumentalizan a los modelos de la democracia representativos.

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interdependencia, su promesa ha perdido atractivo y legitmidad. Al orden internacional

liberal se le reprocha la desigualdad e inestabilidad económica, las desastrosas

intervenciones militares en nombre de la inalienabilidad de los derechos humanos, el

permitir un compromiso desigual entre las partes en materia de acuerdos multilaterales y

en general, beneficiar mucho menos de lo que ha prometido (Ikenberry, 2020).

Ahora, recordemos, los eventos a los cuales responde la política exterior adquieren un

carácter específico en tanto un discurso estructurado los dota de sentido y valoración

particular. Así, por ejemplo, las manifestaciones de la crisis del orden liberal fueron

categorizadas por el discurso anti- globalista de Trump con un sentido específico; a saber,

como las manifestaciones de un orden que desde su fundamento esta amañado, en

beneficio de las élites, la homogeneización cultural y el control transnacional. Así pues,

Trump descartó la lectura por la cual el orden liberal tiene fallas internas que han de ser

reformadas para que así cumpla con las promesas que hizo. En ese sentido, para precisar,

el internacionalismo liberal es leído por Trump como un proyecto para derribar fronteras

y globalizar el mundo y no como “una manera ilustrada de gestionar las crecientes

complejidades de la interdependencia económica y de seguridad en la búsqueda del

bienestar nacional”, tal y como lo presentarían sus promotores (Ikenberry, 2020, p.6).

Ciertamente, el descontento social producido por la crisis del 2008 y el traslado de puestos

de trabajo que ha acompañado el ascenso de China, el costo infructuoso de las operaciones

militares en Medio Oriente, el desproporcional compromiso asumido por las potencias

con los régimenes internacionales y la apertura de fronteras y el encuentro cultural sacó

a flote que, al parecer la globalización económica y el orden liberal no hace más rica,

poderosa o estable a la clase media estadounidense (Mearsheimer en TheStockdalecenter,

2021). Asi pues, bajo este panorama, emergieron distintas narrativas que se presentaron

a sí mismas con la facultad de explicar y dar solución a la crisis. Pues bien, sobre opciones

que apuntaban con mayor énfasis a otros factores, como los efectos políticos y

económicos del neoliberalismo; por ejemplo del discurso de Sanders o el reformismo de

Clinton, ganó la narrativa populista radical de Trump. De manera que, el cuadragésimo

quinto presidente norteamericano impugnó, mediante un discurso populista, el consenso

bipartidista sobre el internacionalismo estadounidense, asumiendo así una posición

contrahegemónica no solo frente a el partido Demócrata sino también frente a el

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Republicano. Y, a su vez, al sostener posiciones en contra del multilateralismo y la

gobernanza, el comercio libre y abierto y el multiculturalismo Trump junto a otras figuras

del populismo de derecha transnacional, han contestado contrahegemónicamente al orden

internacional liberal. Resulta importante leer esto como una cuestión de hegemonía y

contra hegemonía en tanto lo que se aprecia es una lucha por establecer un orden social y

un sentido común sobre los principios ordenadores de la política exterior estadounidense

y la estructura institucional del sistema internacional.

Precisiones sobre los mecanismos discursivos del antiglobalismo de Trump

Pues bien, un análisis de la discursividad sobre el antiglobalismo que permita apreciar sus

mecanismos pasa por identificar las representaciones claves que sustentaron las

decisiones de política exterior. Es decir, identificar los significantes privilegiados que

estructuraron narrativas de una manera precisa en un discurso que logró ofrecer una

lectura diagnóstica de la crisis y los remedios a esta y que, a su vez, posicionó a Trump

como una opción contrahegemónica con la capacidad de moldear el sentido común de

una porción de los estadounidenses.Trump tramitó el descontento mediante la articulación

de una visión populista y una nacionalista; en ese sentido, dos fueron los puntos nodales

que dieron coherencia, cohesión e inteligibilidad interna a su discurso anti-globalista.

Por un lado, el uso de la categoría pueblo actuó como un significante vacío; es decir, un

significante que es tan amplio y ambiguo que logra unificar a varias y distintas identidades

a su alrededor. En ese sentido, al Trump referirse a su electorado como el pueblo permitió

la vinculación de diferentes demandas insatisfechas bajo el rótulo de las “demandas

populares”. A su vez, esto le permitó presentarse a sí mismo como representante de la

voluntad popular americana en contraposición a la de un otro; a saber, la élite, a quien le

acusa de frustrar; por corrupción o desconexión, el cumplimiento de las auténticas

demandas populares (Stefanoni, 2021). Además de señalar al pueblo, la frontera política

antagonista que dibujó el discurso de Trump señaló a la nación como afectada,

consiguiendo así, activar el nacionalismo-soberanismo como reacción deseable para

tramitar la crisis. Entretanto, representó a la élite como una categóricamente cosmopolita

y progresista y le reprocho permitir políticas con resultados que han ido en detrimento de

los intereses y valores nacionales en favor de “otros” exteriores; por ejemplo, otras

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naciones o inmigrantes. Es decir, Trump recurrió a la imagen de una élite corrupta,

tecnocráta y desconectada de las realidades populares inmediatas; en otras palabras, un

establecimiento que coloca, por sobre los intereses nacionales, los intereses de

corporaciones, extranjeros y/o fuerzas que desean “controlar y homogeneizar el mundo”.

Así pues, para precisar, Trump consiguió crear una de cadena de equivalencia; es decir,

traducir diferentes demandas entre sí y articularlas en torno a una identidad y proyecto

común: un proyecto antiglobalista que vela por los intereses del pueblo-nación;

amenazados, supuestamente, por los intereses de una élite con lealtades transnacionales

y multiculturales. Para dar coherencia interna y representatividad a su discurso

antiglobalista Trump logró equivaler entre sí una serie de demandas heterogéneas. Al

respecto, articuló las demandas de quienes represento como afectados y amenazados por

las tensiones de la globalización; es decir, la dislocación económica producida por la

globalización económica neoliberal, la dislocación demográfica provocada por la

inmigración y políticas de apertura y multiculturalidad y finalmente, la dislocación

soberana provocada por la pérdida de “control” a manos de la expansión de la gobernanza

global. Así pues, la principal novedad fue que Trump logró estructurar un discurso que

articula demandas populistas, nacionalistas y conservadoras a un proyecto antiglobalista.

De tal manera que, las representaciones hechas por Trump señalan al “globalismo” como

una fuerza amplia que amenaza la existencia, beneficio, autonomia y particularidad de la

“auténtica" nación estadounidense una que, por cierto, se representa como una totalidad

coherente. Suerte que, el discurso de política exterior de Trump tuvo la facultad de

contribuir a la constitución misma de la subjetividad e identidad popular-nacional-

ideologica de una porción de los estadounidenses. Asi que, la conformación de un

proyecto político antiglobalista adopta una forma conservadora, nacionalista y

proteccionista que fantasiosamente pretende ser una identidad completa, grande y segura.

El globalismo como figura discursiva actuó como una fuerza abstracta; en efecto, como

un significante vacío para unir varias y distintas identidades en contra de un enemigo

común. Asi pues, bajo el rótulo globalismo cabe todo fenómeno o actor que según la

lógica antiglobalista, busca “controlar y homogeneizar el mundo”. En efecto, se vinculan

fenómenos y actores distintos y complejos para brindar al electorado una representación

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de la realidad dicotomizada entre globalistas y americanistas que resulta verdaderamente

simplista y maniquea (Ramonet, 2019, p. 86). Asi pues, se otorga tajamente la categoría

de “otro” a las elites que formulan la política exterior, los inmigrantes legales e ilegales,

aliados que no contribuyen en igualdad a los presupuestos de organizaciones de seguridad

y defensa, a China, las organizaciones y tratados que fomentan la gobernanza en temas

tan relevantes como el cambio climático o la salud pública internacional etc.

Seguidamente prometió una plenitud imaginaria pues además de prometer resolver la

crisis, Trump aseguró, a través de su política “America First”, restaurar la soberanía,

identidad y particularidad nacional. Al distanciarse de la élite progresista prometió

restaurar la moral nacional. De manera que, proyectó un EE.UU. que al restaurar su

riqueza, seguridad, fuerza y unidad se haría a grande otra vez -Make America Great

Again- (Wojczewski, 2020) 64. En ese sentido, aunque Trump atendió a demandas reales

y apremiantes lo hizo a través de lecturas y propuestas verdaderamente problemáticas; a

saber, movilizó miedos socioeconómicos y explotó prejuicios culturales y étnicos.

El discurso de Trump representa una formación discursiva contrahegemónica específica,

una que se enfrentó a la formación discursiva hegemónica que guió la política exterior de

EE.UU. hasta el 2016 y que entró, desde tiempo atrás en crisis. De manera que, el ex

presidente movilizó una lectura del orden liberal que, a pesar de ser resultado del

liderazgo e intereses del país norteamericano bajo estas nuevas formulaciones

significativas figuraba ahora como una amenaza. Con esta postura desestimó lo que

parecía un consenso: EE. UU. como nación excepcional debe reproducir su liderazgo,

principios e interés a partir del ejercicio activo de su rol como garante del orden

internacional liberal. Esto último da cuenta de que los ordenes sociales lejos de ser

objetivos y naturales son en realidad articulaciones precarias y contigentes; abiertas a

contestación. Ahora, dada esta precariedad y dinamismo inherente a la constitución de un

orden, la administración de Trump recibió múltiples contestaciones a su discurso y no

64 Al respecto Trump anunció: “Traeremos de vuelta nuestros trabajos. Traeremos de vuelta nuestras fronteras. Recuperaremos nuestra riqueza y recuperaremos nuestros sueños "(Trump en Wojczewski, 2020).

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solamente las previsibles; provenientes de sectores demócratas o liberales progresistas,

también las recibió dentro de su partido e incluso entre sus funcionarios de gobierno65.

El carácter problemático del discurso de Trump: mecanismos de exclusión y

degradación del sentido común.

Los mecanismos discursivos de Trump representan los de un político totalmente

heterodoxo, trastocaron el límite de aceptabilidad de lo decible y la convencionalidad del

debate (Ramonet, 2019). En suma, el discurso populista de Trump se caracterizó por

recurrir a la personalización, simplificación y emocionalización radical de los contextos

a los cuales responde política exterior (Wojczewski, 2020). Su tono colmado de excesos

ha despertado el reproche de muchos; sin embargo, ciertamente, resultó persuasivo entre

sus electores quienes encuentran en sus palabras de autoridad desahogo y cercanía. En

palabras de Butler “Trump “libero” del odio del “yugo” de los movimientos sociales y

discursos públicos que condenan al racismo; con Trump se puede odiar en libertad”

(Butler en Salmon, 2017, p.106). Asi, tendencias como el nacionalismo y el

supremacismo, consideradas como marginales tuvieron una plataforma de expresión.

Trump representó en sus discurso a los inmigrantes latinos y musulmanes como enemigos

absolutos apelando a sentimientos nativistas y xenófobos entre los estadounidenses

blancos y así, profundizó las divisiones sociales y culturales que ya se evidenciaban en la

sociedad estadounidense. Ahora, en el camino de delinear discursivamente a la nación

auténticamente estadounidense delimitó la frontera política en contraposición y exclusión

de las minorías subalternas y a las élites señaladas por él como progresistas. En sus

discursos usó un tono alarmista para vaticinar que la civilización occidental estaba en

65 Por ejemplo, funcionarios de alto rango del gobierno de Trump han confesado que trabajan desde dentro para frenar partes de su programa político y sus peores y erráticas inclinaciones y preservar así, las instituciones democráticas y de comercio”. Un personaje involucrado, anónimamente declara en The New York Times: “Para ser claros, la nuestra no es una “resistencia” popular de izquierda. Queremos que el gobierno tenga éxito y pensamos que muchas de sus políticas ya han convertido a Estados Unidos en un país más seguro y más próspero. No obstante, creemos que nuestro deber primordial es con este país, y el presidente sigue actuando de una manera que es perjudicial para el bienestar de nuestra república (...). “Aunque fue electo como republicano, el presidente muestra poca afinidad hacia los ideales adoptados desde hace mucho tiempo por los conservadores: libertad de pensamiento, libertad de mercado y personas libres” y seguidamente afirma que “la raíz del problema es la falta de moral y principios del presidente que se expresa en un liderazgo irreflexivo, conflictivo, mezquino e ineficaz” (TNYT, 2018,p.6-9).

- 54 -

peligro. El subtexto de esto es que, la representación que Trump reproduce sobre

occidente se limita a la población blanca, europea y judeocristiana. Otro aspecto sumante

problemático de la retórica de Trump fue el uso de la posverdad, en sus alocuciones solia

lanzar sin ningún reparo afirmaciones grandilocuentes que iban en contra de toda la

evidencia, pero que en todo caso lograban el cometido de movilizar a las personas.

Por nombrar algunos eventos, Trump amaño datos sobre el Acuerdo de París para

legitimar su decisión de denunciar este tratado, se adjudico ser el presidente con mayor

voto popular de la historia o estar comandando al país que mejor combatía la pandemia a

pesar de que las evidencias demostraban la falsedad de sus declaraciones. Pues bien, la

denuncia sobre un supuesto fraude electoral y la seguida toma del Capitolio Nacional fue

diciente sobre el poder movilizador de la desinformación. Asi, se evidencia la capacidad

de las narrativas populistas de derecha de moldear el sentido común, pues a pesar de no

ofrecer una filosofía sistematizada, coherente o siquiera verdadera, estas se han

consolidado como opinión popular para muchos y con ello, sustento de accionar político.

Ahora, atendiendo a la manera cómo los discursos no oficiales refuerzan los discursos de

política exterior, en tanto réplican, apropian y complementan las representaciones

oficiales cabe subrayar la guerra cultural desatada en redes sociales y debates públicos.

Este punto remite al discurso conspiranoico denominado "marxismo cultural". Esta

narrativa es usada por nacionalistas blancos o conservadores cristianos para señalar un

enemigo ideológico que, según esta visión, ha cooptado las instituciones culturales y

politicas, incluidas las que formulan la política exterior, para promulgar un

adoctrinamiento en política de identidad y justicia social. Es decir, el marxismo cultural

es una categoría sombrilla para disímiles expresiones de izquierda, críticas y progresistas

que favorecen los cambios sociales en favor de la justicia y reconocimiento de raza y

género. Estos cambios sociales, según este discurso de derecha, amenazan la unidad

tradicional étnico- cultural que bajo este imaginario son los Estados occidentales. En

relación a esto, la llegada de Trump ha legitimado una contestación abierta a la corrección

política y con esto se ha desatado una tensa y violenta guerra cultural en el debate público.

Ahora bien, esta teoría de conspiración ha sido articulada al discurso sobre el globalismo;

de manera que, las élites que favorecen intereses transnacionales son también

- 55 -

progresistas. Al apoyar y promover las agendas de las minorías como los y las negras, las

y los inmigrantes o las feministas, las elites transnacionales son acusadas de amenazar la

supervivencia de la civilización occidental y los valores judeocristianos. En ese sentido,

al asumir una visión unívoca y normativa de occidente donde el marxismo mismo o el

feminismo no se conciben como filosofías occidentales, esta narrativa devela la ilusión

de objetividad y transparencia de toda representación que se presenta como hegemónica.

Pues bien, la reproducción de estas narrativas ha tenido como escenario las redes sociales

y como protagonistas líderes de opinión y pseudoacademicos que buscan moldear el

sentido común de las masas en temas como la corrección política y su relación con las

instituciones y élites. Cabe subrayar, estas narrativas han calado hasta el punto de ser

usadas como discurso oficial del presidente brasileño Bolsonaro, quien se ha propuesto,

como otros tantos, asumir una lucha contrahegemónica para recapturar el sentido común

de las masas, cooptado, supuestamente, por la élite globalista- progresista. En ese sentido,

estas narrativas de política exterior pueden ser consideradas como una tendencia.

Entonces, este cúmulo de asuntos tratados resultan relevantes para los interesados en el

internacionalismo y la democracia liberal puesto que, este tipo de posturas populistas de

derecha suponen retos para el ejercicio de un liberalismo plural que aunque con serios

problemas resulta en el marco más propicio para movilizar las reformas necesarias. A la

hora de abordar el fenómeno de las derechas populistas, ha de tenerse en cuenta la

novedad que este supone; es decir, la configuración de “una democracia que, en nombre

de la soberanía popular puede asumir características soberanistas, racistas y xenófobas;

una forma de represión con consenso popular” (Gentile, 2019, min4ss59). Y a su vez los

retos académicos y políticos que esto supone para la izquierda; pues el comportamiento

de este fenómeno sugiere una creciente capacidad de las derechas populistas de moldear

el sentido común de las masas y así de tramitar las exigencias populares por medio de

salidas antiprogresitas que resultan excluyentes y degradantes para la convivencia social.

Por su parte, en el ámbito internacional los partidos populistas de derecha buscan

reconstruir la arquitectura y principios del orden internacional. Estos personajes buscan

proyectar un orden que favorezca una visión del mundo donde se preserven las

particularidades nacionales y la independencia de gobierno. Siguiendo esta lógica,

- 56 -

implican abandonar las concepciones igualitaristas y cosmopolitas contenidas; por

ejemplo, en la noción de inalienabilidad de los derechos humanos y la tramitación de

conflictos y retos de forma multilateralmente concertada (Orellana & Michelsen, 2019).

En ese sentido, el camino recorrido para hacer de las instituciones internacionales unas

más solidarias y comprometidas con el bien común a través de la adopción de reglas y

acuerdos se encuentra en amenaza. Este proceso da cuenta de la vulnerabilidad de los

principios liberales y con ello de la hegemonía liberal y pone en manifiesto un presunto

escenario donde la estructura del sistema internacional acentua, como en tiempos pasados,

los problemas de la anarquía: luchas hegemónicas, transiciones de poder, competencia

por seguridad, esferas de influencia y nacionalismos disputados (Ikenberry, 2020, p.9).

De manera que, no hay que perder de vista que estas visiones ponen en juego la noción

misma comunidad internacional y su capacidad de tramitar las complejidades que

devienen de la interdependencia compleja que se acrecienta ante la movilidad sin

precedentes de bienes, servicios y culturas. Además, niega la posibilidad, muy necesaria,

de discutir ampliamente las reformas en la toma de decisión que deberían hacerse para la

consecución de un orden internacional de cooperación y gobernanza que se muestre más

conectado, entendido y pragmático con el bienestar interno y así, beneficioso para la vida

cotidiana de la gente común y los países y poblaciones más vulnerables (Ikenberry en

TheStockdalecenter, 2021).

CONCLUSIONES

El abordaje teórico- discursivo de la política antiglobalista de la administración de Trump

elaborado en el presente trabajo permitió concluir los siguientes puntos:

• El abordaje de las elecciones de política exterior de Trump permitió ver cómo la

participación de un gobierno populista influye en la política exterior. Al respecto,

la política exterior de Trump bajo la lógica populista de derecha autoidentificada

como “antiglobalismo” determinó la adopción de posturas nacionalistas-

soberanista en contraposición a posturas cosmopolitas e internacionalistas,

- 57 -

proteccionistas en contraposición a posturas en favor del libre comercio y

conservadoras en contraposición a posturas progresistas.

• Trump utilizó la política exterior para reproducir una relación antagónica entre el

“pueblo” y la “elite”. Esta estrategia dicotomizadora del espacio social señaló

como un “otro” a la élite globalista y a los extranjeros, categoría en el que se

incluyó migrantes, antiguos aliados, potencias como China etc. Estos “otros”

fueron representados como absolutas amenazas al ir en detrimento de la unidad

representada que es la nación estadounidense en el discurso de Trump. Un efecto

realmente interesante fue que Trump logro estructurar un discurso que articuló

demandas populistas, nacionalistas y conservadoras a un proyecto común que

mantiene pretensiónes hegemónicas nacionales e internacionales.

• Respecto a los contextos de posibilidad que facilitaron la emergencia del

fenómeno de derecha populista en EE.UU. es importante anotar que Trump

artículo tres focos de conflictividad. En primer lugar, el descontento económico

producido por la crisis del 2008 y las consecuencias en el mercado laboral interno

del ascenso de China. En segundo lugar, el descontento socio-cultural producido

por el creciente debate y reforma en favor de las minorías de género y raza y la

transformación demográfica estadounidense resultante de la inmigración y

finalmente, el descontento político producido por la percepción de desconexion

de las instituciones democráticas incluidas las instituciones multilaterales con el

pueblo y sus intereses. Pues bien, para tramitar el malestareste social Trump

ofreció una narrativa en la cual fenómenos típicos de la globalización figuraban

como los culpables del malestar popular y las elites como absolutas responsables.

• En el ejercicio de una dinámica de hegemonía y contrahegemonía, Trump rebatió

el consenso bipartidista sobre la estrategia de internacionalismo liberal e impugnó

el orden internacional liberal al socavar o retirarse de las instituciones y regímenes

multilaterales globales. Reafirmando así, la tendencia por la cual, las derechas

populistas se disputan el sentido común que ha sustentado al orden liberal como

hegemónico, al cuestionar el beneficio de este y entretanto, este fenómeno

reafirmo la vulnerabilidad de todo orden en tanto constructo discursivo particular.

• El enfoque teórico-discursivo posestructuralista resultó un marco sumamente

valioso para el análisis crítico de política exterior pues permitió problematizar los

- 58 -

fundamentos ontológicos de esta al permitir ver cómo es producto de un discurso

particular que a su vez reproduce una identidad colectiva al señalar una otredad.

Además, permitió caracterizar cómo la política exterior, a través del discurso se

dota a sí mismo de una coherencia interna para luego declararse como justa,

objetiva, necesaria cuando es en realidad una opción entre otras tantas.

• El discurso populista de derecha de la administración de Trump recurrió al uso

continuo de significantes vacíos. Con el propósito de articular diversas demandas

se uso el significante pueblo por su carácter aglutinante y se lo contrapuso al

globalismo como enemigo. El globalismo se representó como una fuerza abstracta

que representa, bajo una lectura nacionalista- soberanista, una amenaza para el

Estado-nación como fuente de identidad particular y gobierno independiente.

59

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