EL DUENDE DE LOS LIBROS.

Ese día tocaba cuento y, los niños y niñas de la señorita Susana estaban preparados para escuchar. La “seño” empezó con su voz dulce y suave a trasladar a los alumnos a un mundo mágico lleno de color y fantasía.

En el Bosque Mágico donde vivían desde siempre, siempre duendes y hadas y, donde todo era color, aroma de flores y risas de duendecillos y hadas pequeñas, había una sola cosa prohibida : llegar por el camino estrecho al fondo del bosque, pues según contaban

los abuelos duendes era un lugar oscuro, con sonidos extraños y ojos que te vigilaban desde los árboles; claro que ellos no lo habían visto, se lo habían contado sus padres y a ellos los suyos. Así desde el principio de los tiempos,

Un día el duende Saltarín y el hada Aurora que eran amigos y muy curiosos decidieron ir de excursión y, cuando nadie los viera caminar por el camino estrecho hacia el fondo del bosque. Ese día llegó y aunque asustados se fueron. No encontraban nada raro ni veían a nadie y, un poco aburridos iban a volverse cuando les llegó un sonido y al pasar la última curva del camino vieron algo que no podían creer.

Allí no había monstruos, ni estaba oscuro, ni nada que asustara; sólo había un duende muy viejecito con la barba muy larga sentado en una mecedora. A su alrededor había libros por todos lados y cerca de la casa un huerto con muchos árboles frutales, pero en lugar de frutas tenían libros. El hada Aurora y el duende Saltarín se acercaron muy despacio porque

eran valientes y curiosos; entonces el duende se levantó de su asiento y con una sonrisa dulce los saludó y los invitó a su casa diciendo: “¡Ya era hora!” ”¡Cuánto tiempo llevo esperando!”. Les contó que él sembraba árboles pequeños y que en vez de salirle hojas les salían letras y, cuando iban creciendo le iban saliendo palabras y con el paso del tiempo los árboles más viejos daban libros, de cuentos, de superhéroes, de

A

C H

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L D S

LEER

CULTURA

RESPETO

animales, de plantas y de todo tipo de historias. El Duende de los Libros sólo quería que llegaran duendecillos y hadas para enseñarlos a leer y contarles cuentos, pero llevaba esperando años y años; ahora estaba feliz con Saltarín y Aurora y les pidió que volvieran a su parte del bosque y contaran lo que habían visto. Los dos pequeños se fueron y, cuando llegaron a su claro del bosque llamaron a sus amigos y les contaron lo ocurrido ,ellos se lo creyeron

pero con sus padres no pasó lo mismo, ninguno hizo caso de la historia y además los castigaron. Al día siguiente varios duendecillos y hadas se fueron con Aurora y Saltarín y llegaron al huerto del Duende de los Libros, se lo pasaron tan bien que cuando volvieron cada uno contó lo que había visto; así por fin convencieron a sus padres que al día siguiente organizaron una excursión

para ir con sus hijos a ver ese bonito lugar. Cuando llegaron quedaron entusiasmados y pidieron perdón por haber tardado tanto en ir a visitarlo; también prometieron dejar a los pequeños ir a verlo todos los días, pues la lectura es muy importante para aprender y todos los duendes y hadas del Bosque Mágico debían aprender a leer y escribir.

La “seño” Susana terminó el cuento y preguntó a qué se parecía el huerto del Duende de los Libros; un niño rubio y con ojos traviesos levantó la mano y dijo: “creo que a nuestra biblioteca que es el lugar donde están todos los libros para prestarlos y leerlos cuando queramos. La señorita dijo al niño que era muy listo y que era verdad que en el “cole” la biblioteca era como el huerto del duende, o sea, que ellos tenían también un huerto mágico donde ir a conocer historias de todo tipo contadas en los libros. ¡VAYA SUERTE TENER LIBROS PARA LEER!