El empleo

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Nueva Sociedad Separatas José Miguel Candia El empleo en la encrucijada: del auge desarrollista a la globali- zación. Artículo aparecido en Nueva Sociedad 190, marzo-abril 2004, pp. 51-68.

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El empleo, elemento imprescindible para lograr el desarrollo de los países en vías de desarrollo.

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    Jos Miguel CandiaEl empleo en la encrucijada: del auge desarrollista a la globali-zacin.

    Artculo aparecido en Nueva Sociedad 190, marzo-abril 2004, pp.51-68.

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    Jos Miguel Candia: socilogo, egresado de la Universidad de Buenos Aires y de la UniversidadNacional Autnoma de Mxico; colaborador en diversos peridicos y en varias revistas especiali-zadas; investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA) de la UNAM, Mxico.Palabras clave: desarrollo econmico, trabajo y empleo, globalizacin, Amrica Latina.

    El empleo en la encrucijada:del auge desarrollista a laglobalizacin

    Jos Miguel Candia

    Hasta hace poco ms de dos dcadas, el empleo,los cambios tecnolgicos, el incremento de la productividady del comercio internacional parecan caminar de la mano.La era dorada del auge desarrollista lleg a su fin en ladcada de los 70. El mundo del trabajo entr en una crisisprofunda, la voluntad institucional que contribuy aordenar los factores que concurren en el mercado laboraldesapareci, los antiguos paradigmas y certezas dejaronde ser un referente confiable. La humanidad trata ahorade responder a los desafos que encierra la globalizacinsalvaje de los mercados y la disolucin de antiguasidentidades.

    A principios de 2004 la Organizacin Internacional del Trabajo (OIT)formul por boca de su director general, Juan Somava, un llamado deatencin que constituye un verdadero campanazo de alerta: al analizar lasituacin actual se percibe que

    La gente quiere trabajo decente y no hay manera de salirnos de eso. Tenemos que mirar ladimensin social de la globalizacin, porque la globalizacin se olvid de la gente. Los organis-mos internacionales, como el Fondo Monetario Internacional o la Organizacin Mundial deComercio, estn funcionando cada cual por su cuenta, pero tenemos que trabajar juntos, no sepueden enfrentar los problemas cada cual por su lado.

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    Al referirse a la incorporacin de criterios administrativos y jurdicos queapuntan a la instauracin de esquemas flexibles de organizacin de la fuerzalaboral, sostuvo:

    El problema es que la evolucin en Amrica Latina en los aos ochenta, ya introdujo una enormecantidad de flexibilidad. El desempleo ha crecido de 7% en 1980 a alrededor de 10% en 2003. Otrodato que es muy terrible: el poder adquisitivo de los salarios mnimos se redujo 25% de 1980 a2003 y en nueve pases se redujo a 50% (La Jornada, 9/1/04).

    A finales de ese mismo mes de enero de 2004, la OIT dio a conocer un infor-me donde seala que el desempleo en el mundo llega a casi 190 millones depersonas, el valor ms alto desde que el organismo registra los datos depoblacin desocupada. El comportamiento del empleo formal es francamenteraqutico, aun en aquellas economas capitalistas que experimentaron ciertarecuperacin en el segundo semestre de 2003. Estados Unidos, por ejemplo,tuvo un desempeo aceptable que le permiti alcanzar un promedio superioral 3%. No obstante, los datos del mes de diciembre que hizo pblicos elDepartamento del Trabajo revelaron que solo se haban generado algo ms de200.000 nuevos empleos, cifra insignificante para la magnitud del mercadolaboral estadounidense. Mxico, por su parte, con un crecimiento del PIBligeramente superior al 1%, sigue con una situacin de preocupante deteriorode las condiciones laborales: para diciembre de 2003 se haba registrado, entrminos absolutos, un incremento de ms de 450.000 desempleados conrespecto al mismo mes de 2002, lo que hace un total de 1.468.000 personasdesocupadas. Una encuesta que se aplic a 399 empresas mexicanas esreveladora de lo que se espera para 2004 en materia de empleo. Segn losdatos recabados por la consultora AON Intergamma, entre establecimientosmedianos y grandes de diversos giros, el 55% de las compaas declar quesolo cubrirn las vacantes producidas por la rotacin de personal y congela-rn aquellas plazas que se liberen por renuncias o retiros. Ms del 20% de losjefes de recursos humanos manifest su decisin de recortar la plantilla, enparticular en las reas operativas, y conservar el personal que se desempeaen los departamentos de sistemas, planeacin y finanzas. Por su parte, elsondeo anual que realiza la consultora Price Waterhouse Coopers entre pre-sidentes ejecutivos de empresas de todo el mundo revel que el 52% recurrea recortes de personal para afrontar las complicadas condiciones del mercadointernacional. Adems, un 56% de los ejecutivos entrevistados seal quehan contratado servicios de outsourcing (externalizacin) en actividades noprioritarias de sus compaas, decisin que con frecuencia va asociada a lacancelacin de turnos, reduccin de la jornada de trabajo y despidos depersonal (Reforma, 20/1/04 y 24/1/04).

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    Los datos que se mencionan con propsitos solo ilustrativos muestran, noobstante, un horizonte poco alentador para millones de buscadores deempleo en todo el mundo. Pero esto es apenas la manifestacin visible de unfenmeno ms complejo, por lo tanto se requiere identificar las principalestendencias que prevalecen en el universo del trabajo con el fin de situar eldebate en el contexto adecuado y sacar conclusiones acerca del posiblecomportamiento del mercado laboral en los prximos aos.

    El trabajo: un escenario en permanente transformacin

    El capitalismo del siglo XXI muestra un proceso mltiple en el cual es posibleidentificar dos fenmenos principales: por un lado se registr una pronunciadareduccin del empleo en el sector industrial, o expresado de otra manera, hubouna disminucin significativa de la clase obrera fabril tradicional, si se tomancomo parmetros los indicadores generalmente aceptados para definir a estesegmento del mundo laboral: estabilidad en el empleo, relacin contractualformal entre empresa y trabajador, prestacin de servicios a jornada completay por tiempo indefinido, sindicalizacin y seguridad social, entre otros. Almismo tiempo, es importante consignarlo, se produjo una marcada expansinde la fuerza de trabajo ocupada en los sectores de servicios y comercio; estefenmeno estuvo acompaado por una profundizacin significativa de la hete-rogeneidad y fragmentacin del empleo que se expresa en la mayor incorpora-cin de la mujer al mercado laboral, en el incremento del trabajo a tiempoparcial, temporario, subcontratado y en general en la difusin de la precarie-dad ocupacional. De esta manera, el proceso que se describe incluye dostendencias principales: la cada relativa del proletariado industrial y el aumen-to del trabajo precario y la subocupacin en las reas de comercio y servicios.

    Con respecto a la disminucin del empleo en la industria, es importantemencionar algunos referentes estadsticos de las economas con ms altodesarrollo industrial. En 1962, Francia tena un contingente de obrerosfabriles formado por casi siete millones y medio de trabajadores, hacia 1975este segmento se increment a ms de ocho millones, para caer a menos desiete en 1990. Si en 1962 los obreros industriales representaban el 39% de lapoblacin activa, en 1990 este valor haba cado al 29%. Estados Unidosconstituye otro caso paradigmtico: la distribucin de las personas ocupadaspor sector econmico entre 1980 y 1986 muestra que en la industria manufac-turera se registr una cada del 6,3%, mientras que en el sector servicios seincrement el personal ocupado en 97,8%, lo que representa en valoresabsolutos un salto de 11 millones a ms de 22 millones de empleados.

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    Si consideramos a los pases de Europa occidental como un bloque, puedeafirmarse que la ocupacin en la industria pas del 40% de la poblacinactiva en la dcada de los 50 a menos del 30% a fines de los 70. Se estima quepuede bajar a un 20% en la primera dcada del siglo XXI. Los valores y ten-dencias que se citan expresan una pronunciada reduccin de los obrerosfabriles que responde, en buena medida, al proceso de automatizacin, a laincorporacin de la robtica y la microelectrnica as como a la adopcin desistemas flexibles de organizacin del trabajo (Antunes).

    Un investigador estadounidense ofrece datos an ms preocupantes. A partirde las estadsticas que arroj un estudio efectuado por la consultora AllianceCapital Management, Rifkin menciona que entre 1995 y 2002 fueron elimina-dos 31 millones de puestos de trabajo en fbricas de las 20 economas msfuertes del mundo. Sostiene que si el descenso se mantiene, la ocupacin enel sector industrial disminuir de los 164 millones de puestos de trabajoactuales a unos pocos millones de empleos en 2040. La tendencia no afectarasolo a la produccin industrial, los sectores administrativos y de serviciosestaran experimentando prdidas semejantes de plazas laborales. Los ban-cos, las empresas de seguros y de transporte y el rea de comercio al mayoreoy menudeo estn introduciendo tecnologas inteligentes en todas las fases desu operacin, con lo cual eliminan personal de apoyo. El autor remata suanlisis con una conclusin apocalptica:

    Por que estn desapareciendo tantos puestos de trabajo? Los espectaculares incrementos en laproductividad han permitido a las empresas producir muchos ms bienes y servicios con muchosmenos empleados. La antigua lgica de que las mejoras en tecnologa y los avances en productivi-dad destruiran puestos de trabajo pero crearan otros tantos nuevos empleos, ha dejado de sercierta.

    Tomando como referencia los estudios realizados por Richard D. Rippe,economista principal de Prudential Securities un convencido defensor de lasestrategias gerenciales de producir ms con menos trabajadores, Rifkinejemplifica la etapa de transicin que vive la economa mundial con los datosque arroja la industria del acero en EEUU. En los ltimos 20 aos sealala produccin siderrgica en ese pas aument de 75 millones a 102 millonesde toneladas. Durante el mismo lapso, de 1982 a 2002, el nmero de trabaja-dores de esta industria se redujo de 289.000 a 74.000 (ibd.).

    El debate terico: argumentos y controversias

    La discusin sobre las principales caractersticas de la actividad laboral ennuestros das reconoce, por lo menos, dos grandes perspectivas de anlisis:

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    un enfoque seala, como vector explicativo del proceso de transformacionesque vive la humanidad, la tendencia hacia la inexorable extincin del trabajo.Por el contrario, otra lnea sostiene que pese a las evidencias empricas dis-ponibles, no existen argumentos suficientemente slidos como para confir-mar el avance hacia la disolucin de la sociedad del trabajo.

    La primera de las concepciones entiende que en pocas dcadas ms las acti-vidades humanas directamente comprometidas con la transformacin de lamateria y la prestacin de ciertos servicios bsicos, sern piezas de museo. Eluniverso habr ingresado a un nuevo tiempo histrico, un ciclo civilizatoriodominado por un fenomenal desarrollo del conocimiento informtico y elpredominio de la robtica en las tareas propiamente productivas. Habrllegado, entonces, el momento de administrar la generacin y distribucin debienes y servicios y el opacamiento de otras actividades que, como la poltica,se encuentran vinculadas al inters que una sociedad demuestra por definirproyectos, concertar voluntades y luchar por la construccin de un futuroque exprese el inters de las mayoras.

    En sentido estricto, la preocupacin por el futuro del trabajo humano no esnueva. El rasgo distintivo de estos tiempos es la centralidad que ocupa estalnea temtica en las instituciones acadmicas y la polarizacin con la cual seformulan las hiptesis centrales de las teoras que concurren en este debate.Es necesario sealar, con el fin de precisar el objeto de estudio, algunos de losprincipales momentos por los que atraves el tratamiento de este tema. Amediados de los aos 50, hubo una oleada de optimismo que se extendi msall de los espacios universitarios. Las primeras etapas de la automatizacinde los procesos productivos y la institucionalizacin de las relaciones obrero-patronales llevaron a pensar que se estaba en presencia de una nueva claseobrera (Mallet). La extensin de las prestaciones del Estado benefactor seencargaran de neutralizar las propuestas ms radicales de la izquierdamarxista y las posibilidades de impulsar, sin mayores sobresaltos, el creci-miento de las economas capitalistas se mostraban como un camino cercanoy abonado de certezas.

    No obstante, algunos aos despus, a mitad de los aos 60, la mayora de lospases industrializados vivieron un periodo de gran conflictividad social confuerte protagonismo obrero y sindical (Braverman). Las visiones optimistasfueron reemplazadas por nuevas tesis que hablaban de la descalificacin deltrabajo, de una mayor enajenacin obrera y de la necesidad de ensayarnuevas frmulas administrativas que hicieran posible la instrumentacin de

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    esquemas de cogestin entre sindicatos y gerencias. A partir de los aos 80,los cambios en las percepciones de la cuestin laboral seran an ms profun-dos. El debate se centr sobre tres ejes principales: a) se difunde la idea delagotamiento de la estrategia desarrollista de industrializacin sustentada enlos principios de la teora keynesiana; b) se inicia un proceso caracterizadopor la reestructuracin de los procesos productivos y del mercado laboral; yc) el correlato ideolgico-poltico de los cambios estructurales sealados fuela decadencia de los programas obreros, en particular los de inspiracinsocialdemcrata y comunista en Europa y de signo populista-distribucionistaen Amrica Latina.

    Estas transformaciones en el universo del trabajo y otras que tambin afecta-ron las relaciones entre empresarios, Estado y sindicatos, marcaron de mane-ra notoria, a partir de la dcada de los 80, las valoraciones acadmicas acercade la gravitacin del trabajo en la sociedad. Al ponerse en tela de juicio laimportancia de la actividad laboral como eje articulador de la vida social,se cuestionaban las teoras que haban estado vigentes hasta fines de los 70,acerca de la centralidad del trabajo en el conjunto de las relaciones socialesy del papel que la condicin laboral haba jugado como punto de referenciapara la construccin de identidades colectivas (Habermas). En paralelo, laspreocupaciones sobre el futuro del trabajo mudan de espacio y se trasladana las temticas que son propias de la sociologa laboral. El anlisis de lasrelaciones industriales y de las diversas formas de organizacin de la produc-cin suplen a los anteriores estudios que interpretaban al movimiento obrerocomo fuerza social o expresin corporativa en una relacin de subordinacino confrontacin con las empresas y el Estado. Un conjunto de investigacionesespecficas traslad el eje de sus preocupaciones al anlisis de las formas yefectos de los cambios tecnolgicos en las relaciones laborales, de los sistemasde relaciones industriales y sobre los encadenamientos productivos y losnuevos sistemas de organizacin del trabajo a partir de la crisis del paradig-ma ford-taylorista (Hyman/Streeck).

    En la mayor parte de la produccin acadmica de los aos 80 se observa unanotable disminucin del tratamiento de la cuestin obrera entendida comoposible sujeto poltico, pero no del tema del trabajo como actividadtransformadora de la materia y fuente generadora de riqueza (Katz/Sabel).En este clima de discusin y redefinicin de prioridades surgieron un conjun-to de teoras entre las que cabe destacar la del regulacionismo, la del enfoqueneoshumpeteriano y la de la denominada especializacin flexible (Aglietta;Boyer; Lipietz).

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    No obstante, si por un momento se hacen a un lado los fundamentos propia-mente tericos, es posible agrupar las posiciones de quienes abordan el estu-dio de la temtica laboral. Por un lado, los optimistas que perciben el cambiotecnolgico y los nuevos modelos de produccin como una alternativa ciertapara acabar con el carcter rutinario y enajenado del trabajo humano y vol-verlo creativo, autocontrolado y generador de nuevas identidades (Handy).Por otro, con una visin menos alentadora, los pesimistas resaltan los efectosnegativos que tienen sobre los trabajadores ciertos fenmenos como la mayorsegmentacin del mercado laboral, la propagacin de formas ocupacionalesno convencionales y la extensin del empleo precario. En paralelo, se identifi-can las nuevas corrientes de la administracin del trabajo como expresionesde estrategias ms sofisticadas orientadas a asegurar el control empresarialsobre la fuerza laboral (Hardt/Negri).

    Casi en el mismo momento en que la sociologa del trabajo planteaba suretorno a la empresa y al estudio de los procesos productivos, se gestun conjunto de reflexiones que con nfasis variado lleg a una conclusincomn: la investigacin deba centrarse en el reconocimiento de un datofundante, segn el cual la humanidad haba ingresado en un proceso histri-co de ruptura con las formaciones sociales anteriores. Este nuevo rumbomarcaba el fin de la sociedad del trabajo (Gorz 1982 y 1998; Offe 1990). Algunasde las concepciones que asumen un principio de carcter general se sustentanen marcos tericos con pretensiones explicativas de largo alcance.

    Por este camino suelen coincidir con ciertas postulaciones de las corrientesfilosficas posmodernas, como es la nocin del fin de las ideologas, la desar-ticulacin de la vida social, la crisis de la poltica y la inviabilidad de losprogramas revolucionarios, as como la aceptacin de que la economa capi-talista constituye el ltimo estadio del desarrollo humano. Dentro de estacorriente hay otros enfoques, de tono ms ensaystico, que logran una buenadescripcin de las dificultades para encontrar un trabajo estable. En estesentido constituyen valiosos textos testimoniales sobre el desempleo y lasubocupacin crecientes y, en particular, acerca de la imposibilidad deintentar revertir una tendencia histrica frente a la cual ya no existirancaminos alternativos despus del fracaso del socialismo y de la crecientesegmentacin de la clase trabajadora.

    Al margen de los autores que se consulten, esta idea rectora sobre el fin de lasociedad del trabajo se estructura a partir de un conjunto de argumentoscomunes. Es posible identificar, por lo menos, cuatro tesis principales:

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    1. El deterioro del empleo y de las condiciones generales de trabajo es conse-cuencia de la derrota que sufri el movimiento obrero en los aos 80. Entreotras derivaciones el fracaso de los sindicatos en esta lucha facilit el trnsitodel Estado benefactor al Estado neoliberal, propici la reestructuracin pro-ductiva y el repliegue de la participacin obrera en el interior de las empresasen un contexto marcado por el desplazamiento de los conflictos obrero-patro-nales y por la centralidad que adquiere la disputa por los mercados (Jurgens).Otros factores concurrieron en el debilitamiento poltico de los sindicatos, enparticular, la apertura econmica y los programas de reestructuracin produc-tiva, que generaron condiciones propicias para la relocalizacin de las filialesde las transnacionales hacia las regiones con ventajas comparativas (mano deobra barata; subsidios y bajos impuestos; estmulos especiales para las expor-taciones; etc.). La extensin de la subcontratacin, el redimensionamiento o ladisolucin de organismos y empresas pblicas que provocaron la cada delempleo vinculado al Estado y la desregulacin de los mercados laborales,fueron otras de las variables que contribuyeron a reducir los mr-genes demaniobra del movimiento sindical.

    2. Desde fines de los aos 70, la industria ha perdido espacio dentro delconjunto de las actividades productivas con respecto a los servicios (Castells/Aoyama). En paralelo el crecimiento relativo de los trabajadores calificados tcnicos, profesionales, burcratas de cuello blanco junto a la expansin deformas ocupacionales atpicas, de empleos precarios y del aumento de losespacios que ocupa la economa informal y el trabajo en micronegocios, hanpotenciado las tendencias que llevan a una profundizacin de la heterogenei-dad del mercado laboral. Esta mayor dispersin de la fuerza de trabajo habratenido fuertes repercusiones en la determinacin de las normas y valores quedefinen la cultura y el comportamiento obrero. De esta manera, al fragmen-tarse aquellas identidades populares forjadas durante dcadas, a partir de laprctica laboral y de la lucha sindical, se torna ms lejana la posibilidad deque vuelvan a surgir grandes movimientos colectivos y constituir, desde esabase social, organizaciones con ideologas y proyectos de cambio social favo-rables a los trabajadores.

    3. Si el trabajo ha perdido relevancia en las sociedades de fin de siglo debeentenderse que el papel de la actividad laboral en la generacin de valor esmenos significativa (Castell; Mda). La riqueza social surgira, ahora, de losmovimientos que responden a un vasto sector financiero globalizado que nose expresa en sujetos o empresas con nombre y apellido sino en el anonimatode organismos como grandes casas financieras, agentes responsables del

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    movimiento de las acciones en los principales mercados del mundo y en losnuevos fondos de pensiones. Estas referencias ilustran la operacin de unmundo del dinero que resulta casi inasible y en el que es difcil reconocer opersonalizar sujetos a quienes demandar.

    4. Desde una perspectiva sociolgica el fin del trabajo est asimilado a laprdida de centralidad de la actividad laboral en el conjunto de las relacionessociales, de manera especial, como pivote a cuyo alrededor se conforman lasidentidades colectivas. Al perder el papel relevante en la constitucin desubjetividades los individuos quedan en una situacin que algunos autoresdefinen como fragmentacin de los mundos de vida (Offe 1985). Los espa-cios extralaborales se han transformado en lugares de socializacin ms impor-tantes para los trabajadores que los mismos mbitos productivos. Este serauno de los rasgos determinantes de la sociedad posmoderna: la fragmentacinde la vida social, de la cultura, de las identidades, la ausencia de proyectos ydiscursos alternativos y de sujetos sociales que puedan llevarlos a cabo.

    La discusin sobre las condiciones actuales del mercado laboral y en particu-lar el debate acerca de la no centralidad del mundo del trabajo en relacincon otros espacios de la vida social se ha ido entrampando, de manera gra-dual, en los argumentos, diferentes pero a nuestro juicio igualmente errneos,de dos posiciones extremas. Uno de estos enfoques afirma que la humanidadest viviendo un proceso cuyo hilo conductor es el ingreso en la sociedad delno trabajo. La disminucin del empleo convencional y la reduccin de lasocupaciones asalariadas representan las manifestaciones visibles de unatendencia subterrnea que est destinada a ser dominante en las prximasdcadas. El referente conceptual proviene de algunas corrientes de la sociolo-ga laboral europea y estadounidense. Esta fundamentacin terica parte delanlisis de ciertos indicadores relevantes acerca de la situacin del mercadode trabajo en los pases de alto desarrollo industrial. La terciarizacin de laseconomas y la externalizacin de los procesos productivos son las referen-cias ms reiteradas en este tipo de argumentaciones. La desindustrializaciny el incremento de los servicios seran responsables de la reduccin cuantita-tiva de la clase obrera y de la cada relativa del trabajo asalariado.

    La otra lnea de anlisis sostiene que an admitiendo la validez emprica defenmenos como la incorporacin de nuevas tecnologas, la crisis de losprincipios ford-tayloristas de administracin del trabajo y la desregulacin delos mecanismos de contratacin, no hay elementos suficientes para pensar enla secundarizacin del mundo laboral. Desde esta perspectiva es en el espacio

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    productivo donde se establecen las prcticas colectivas que dan sentido alconjunto de las relaciones sociales. Este mismo mbito sera tambin el queacta como fuente determinante para la formacin de los referentes simbli-cos populares y como espacio en el cual los individuos adquieren sentido depertenencia con relacin a un grupo social, tnico o cultural particular y sediferencian del resto de los integrantes de la sociedad.

    Para esta segunda lnea de fundamentacin terica, no existen argumentos depeso a partir de los cuales pueda afirmarse que se est en presencia de unadeclinacin definitiva del trabajo asalariado. De esta manera, tambin seinvalida la tesis segn la cual los sindicatos y los partidos cuya clientelatradicional son los obreros vinculados al desarrollo de la industria, habraningresado en una pendiente de debilitamiento de sus bases sociales y deerosin poltica irreversible de su capacidad de representacin.

    Los dos enfoques expuestos derivan hacia conclusiones unilaterales. En uncaso, el anlisis se sesga a partir de la interpretacin potencializada de ciertosindicadores originados en la realidad laboral de las economas industrializa-das. Desde la otra perspectiva se disuelven las expresiones sociopolticas queobedecen a las transformaciones operadas en el mundo del trabajo, enfatizan-do solo aquellos fenmenos que marcan continuidades. Por nuestra partey tal como se presenta al final de este captulo entendemos que el trabajosigue siendo un factor marcadamente constitutivo de la conciencia socialy de las acciones colectivas, pero que se despliega en un contexto de mayorvinculacin con elementos de naturaleza cultural, con fenmenos de carcternacional o regional y con expresiones tnicas y religiosas.

    Cambios en las estructuras ocupacionales: su correlato en el espacio terico-poltico

    Es oportuno consignar algunos datos sobre la situacin laboral internacionalantes de exponer la posicin que aqu se sustenta, sobre el caso latinoameri-cano, con respecto a los temas mencionados en los prrafos precedentes. Conel propsito de ilustrar el comportamiento del empleo en la regin no se harreferencia a variables o situaciones especficas que responden a fenmenosparticulares de alguno de los pases del rea. Los indicadores que se conside-ran expresan tendencias de largo plazo, ms all de los comportamientossectoriales de la economa, de factores estacionales o de manifestacionespuntuales que involucran a alguna regin geogrfica en particular (Linden-boim; OIT 1996, 1997, 1998, 1999 y 2003).

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    Una primera observacin que debe consignarse es el incremento del empleoen el llamado sector informal, que continu siendo dominante durante losltimos aos. La ocupacin en el sector moderno se encuentra relativamenteestancada, mientras que la generacin de empleos en las microempresascreci en 4,5%. De esta manera, los datos referidos confirman una tendenciasostenida que demuestra la participacin creciente de la ocupacin enpequeas unidades productivas y en micronegocios familiares. La participa-cin del sector informal en el empleo total continu aumentando de 57,7% en1997 a 58,7% en 2000. Es importante sealar que bajo una misma categora lade empleo informal o sector no estructurado de acuerdo con la definicin queacu la OIT se estn agrupando personas que desarrollan actividadescomo trabajadores por cuenta propia, sujetos que laboran sin remuneracionesy que pueden identificarse como trabajo familiar no retribuido, y un tercergrupo que recibe un salario como empleado de microunidades productivas.Este vasto sector que abarca casi el 60% de la poblacin activa ocupada,desarrolla sus actividades laborales en un nicho de la economa donde lasprestaciones, los apoyos de la seguridad social y la sindicalizacin de lostrabajadores son casi nulas (Borgianni/Montao; Lo Vuolo/Barbeito).

    Ms adelante se incluyen dos cuadros; en el primero de ellos se desagrega laimportancia del empleo no agrcola en la economa informal y en el sectorestructurado para un grupo seleccionado de 13 pases de la regin. Las referen-cias muestran la gravitacin, cada vez ms relevante, de las actividadesproductivas no estructuradas en el periodo 1990-1996, as como el creci-miento de los microestablecimientos. Este ltimo indicador es por demssignificativo ya que en este tipo de pequeas y microempresas se agrupabuena parte del empleo precario, y se registra la ausencia de cobertura social,el mayor peso del trabajo familiar no remunerado y la desproteccin jurdicade la mano de obra.

    En el otro cuadro, con referencias estadsticas ms recientes, puede apreciarsela escasa recuperacin del empleo formal y la persistencia con excepcin delcaso mexicano de altas tasas de desempleo abierto. La prdida de dinamis-mo de las economas latinoamericanas a fines de la dcada de los 90 y en losprimeros aos del siglo XXI explican, en parte, este comportamiento de losmercados laborales de la regin. El crecimiento econmico se redujo en 2001a un 0,6% en promedio, con lo cual se interrumpi bruscamente la breverecuperacin iniciada a mediados de 1999 y que trajo consigo un crecimientode casi el 4% en 2000. Sin embargo, es importante sealar que el fenmenorealmente significativo es el crecimiento de la subocupacin, del trabajo por

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    cuenta propia y del empleo precario. Son estos tres indicadores los que mar-can una tendencia recurrente y de largo plazo que se extiende ms all de losavatares propios del ciclo econmico.

    Hay algunos indicadores sobre la precariedad del empleo en Mxico que sonreveladores de la profundidad y magnitud del panorama que se comenta.Estudios recientes mencionan que ms del 70% de las nuevas opciones detrabajo que se generaron entre 1991 y 1997 han sido empleos no asalariados ovacantes que se abrieron en establecimientos que ocupan hasta cinco trabaja-dores. Durante 1997 casi el 65% de la poblacin activa reciba, como mximo,dos salarios mnimos o solo obtena una recompensa en especies, y el 57% dequienes perciban un salario no tena proteccin de ninguna forma de seguri-dad social.

    Tales datos son ilustrativos de una realidad laboral generalizada en los capi-talismos perifricos: el empleo asalariado convencional no es la modalidaddominante. La mayora de quienes trabajan lo hacen por su cuenta en calidadde pequeos productores del campo, personas ocupadas en micronegocios dela ciudad, tareas domiciliarias pagadas a destajo, trabajo familiar no remune-rado o que viven de los ingresos de actividades ocasionales que suelen serintermitentes o responden a comportamientos estacionales. El empleo asa-lariado normal est al alcance de una franja relativamente minoritaria de lapoblacin ocupada o de quienes presionan en el mercado laboral por obtenerun trabajo de esa naturaleza.

    Estas caractersticas de los mercados de trabajo en los capitalismos latinoameri-canos hacen que algunos indicadores de la situacin ocupacional, como lastasas de desempleo abierto, sean poco representativos de las condicioneslaborales. La marcada expansin del empleo ocasional, del trabajo por cuentapropia, y la inexistencia o limitada cobertura de las prestaciones por desempleoas como la insuficiencia de los servicios que ofrecen los sistemas de seguridadsocial, explican la presencia de un vasto y heterogneo mundo de trabajadoressubocupados y de empleados temporales quienes viven al margen de losmecanismos institucionales que otorgan proteccin a la poblacin que trabaja.

    De acuerdo con el comportamiento de las variables ocupacionales que se con-signaron en prrafos precedentes, puede afirmarse que la configuracin delos mercados laborales en las sociedades latinoamericanas ha sufrido cambiossignificativos y que stos dan lugar a una nueva estructura del empleo. Loms notorio que se deduce de los datos citados adems del crecimiento

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    de la informalidad es el aumento generalizado de la proporcin del empleocorrespondiente al sector de los servicios que se expandi entre 2 y 15 puntosporcentuales en la mayora de los pases de la regin. Como consecuencia delcitado aumento, el sector servicios ocupa actualmente entre 40% y 60% delempleo en todos los pases latinoamericanos.

    Esta referencia estadstica tiene derivaciones de orden cualitativo muy impor-tantes. Debido a la marcada heterogeneidad de las actividades que forman elsector servicios, en el que por un lado quedan incluidas tareas y estableci-mientos de escasa productividad y por otro actividades en empresas moder-nas de alta productividad, la fuerza de trabajo incorporada a este sector vivesituaciones extremas. Es posible identificar a grupos de poblacin que per-ciben ingresos muy bajos y que desempean labores de sobrevivencia, casimarginales para el resto de la economa. La otra cara de la moneda ofrece laimagen de empleados de grandes establecimientos con remuneracioneselevadas y acceso a los sistemas de seguridad social.

    El estancamiento o la disminucin del empleo industrial y el crecimientode la fuerza laboral en el rea de servicios son factores que han contribuidoa reducir la base social de los sindicatos y a acotar el accionar poltico delos mismos. Conviene reiterar que, aun sin presentar un comportamientohomogneo y con variantes significativas de un pas a otro, el porcentajede poblacin asalariada ha disminuido con respecto al total de la poblacineconmicamente activa (PEA) ocupada. De igual forma, tambin ha cadoel volumen de trabajadores que desempean sus labores amparados porconvenios colectivos al expandirse la desregulacin de los mercados ydifundirse las estrategias de externalizacin de ciertas etapas de los procesosproductivos que las empresas lderes delegan en pequeos establecimientos yen maquilas domiciliarias. Los factores antes sealados modifican radicalmen-te el contexto previo caracterizado por el crecimiento del empleo formal y lapromulgacin de cuerpos legales tutelares. Ambos elementos hicieron posiblela conformacin de grandes sindicatos por rama de actividad y la consolida-cin de fuertes centrales obreras.

    Sobre este aspecto de la realidad social es preciso sealar que no se pretendeestablecer relaciones de carcter unicausal en el complejo proceso deconstruccin de subjetividades, acciones colectivas e identidades. Ciertodeterminismo vulgar de origen estructuralista cay en el error de atribuir ala posicin que los sujetos ocupan en el mercado laboral la capacidad deperfilar linealmente valores, normas y actitudes. Desde esta perspectiva,

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    no llega a apreciarse que las relaciones entre estructuras y subjetividadesforman un conjunto heterogneo de variables que interactan en un procesodinmico de condicionamientos mutuos. Sobre esta afirmacin cabe unasalvedad que haga explcita la posicin que se sostiene en este trabajo. Lacrtica a los determinantes estructurales ha generado, como contrapartida,la difusin de una posicin eclctica en la que se yuxtaponen variables dediversa significacin y relevancia. Desde este enfoque, se diluyen aquellosfactores de la realidad social que tienen un poder constitutivo con respecto aotros que actan como identidades leves. No es nuestra intencin suscribir

    Cuadro 1

    Amrica Latina. El empleo no agrcola en la economa no estructurada y estructurada en unaseleccin de pases (% de la fuerza de trabajo)

    Economa no estructurada Economa estructurada

    Total Trabajo por Servicio cuenta propia domstico Microempresas Total

    Argentina 1990 47,5 24,7 7,9 14,9 52,51996 53,6 27,1 7,8 18,7 46,4

    Bolivia 1990 56,9 37,7 6,4 12,8 43,11996 63,1 39,8 5,5 19,9 36,9

    Brasil 1990 52,0 21,0 7,7 23,3 48,01996 59,3 25,8 9,5 26,0 40,7

    Chile 1990 49,9 23,6 8,1 18,3 50,11996 51,9 22,7 6,8 21,4 48,1

    Colombia 1990 55,2 23,5 5,4 26,3 44,8 1996 57,2 25,9 3,8 27,5 42,8

    Costa Rica 1990 42,3 18,1 5,8 18,4 57,7 1996 47,2 17,9 5,2 24,6 52,6

    Ecuador 1990 51,2 32,5 5,6 13,0 48,8 1996 52,9 32,8 5,9 16,2 46,2

    Mxico 1990 55,5 30,4 5,6 19,5 44,61996 60,2 32,5 5,4 22,3 39,8

    Panam 1990 40,5 20,4 7,2 12,8 59,51996 43,6 20,7 7,0 13,9 57,3

    Paraguay 1990 61,4 21,2 10,7 29,4 38,61996 67,9 26,9 10,0 32,0 31,1

    Per 1990 51,8 35,3 5,1 11,4 48,2 1996 58,0 37,4 4,2 16,3 42,1

    Uruguay 1990 36,3 19,3 6,0 11,0 63,71996 38,9 21,3 6,3 11,3 60,1

    Venezuela 1990 38,8 22,1 4,1 12,6 61,21996 47,7 28,1 2,4 17,2 52,3

    Fuente: OIT: Informe sobre el empleo en el mundo 1998-1999, Ginebra, 1998.

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    una concepcin de esta naturaleza que termina por disolver la realidad enuna nube de elementos interactuantes, difciles de identificar y con unamisma jerarqua constitutiva sobre el universo cultural, poltico o ideolgicoque elaboran o asumen los actores sociales.

    Conviene incorporar aqu otro sealamiento que contribuye a definir la posi-cin que inspira este ensayo. Entendemos que se corren riesgos similares alos mencionados en prrafos anteriores, cuando desde otras posiciones te-ricas se afirma que existe un hilo rojo que le da continuidad a la historia delmovimiento obrero y de las clases subalternas. Si fuese cierto que la heteroge-neidad de los sectores trabajadores de la sociedad es un rasgo que ademsde ser constitutivo es decir, reconocible desde los orgenes de la RevolucinIndustrial hasta nuestros das ha operado a lo largo de la historia sin cambioscualitativos sustanciales, no habra necesidad de reformular antiguos paradig-mas o buscar marcos conceptuales novedosos para analizar el comportamien-to de los sectores populares y de los movimientos de protesta social.

    A diferencia de las dos corrientes interpretativas que se describieron en pgi-nas precedentes, la perspectiva desde la cual se propone, en este artculo,abordar el estudio de algunos fenmenos sociales, puede resumirse en ciertashiptesis y ejes tericos que queremos formular tomando en cuenta elsiguiente contexto:

    El proceso de reestructuracin capitalista a escala planetaria que opera en elmarco de fuertes innovaciones tecnolgicas, mayor integracin de las econo-mas nacionales al mercado mundial y repliegue del Estado, marca un puntode inflexin y de modificaciones cualitativas que afectan al universo social, a lasinstituciones y fuerzas polticas y, de manera particular, al mundo del trabajo.

    La disminucin del empleo asalariado junto a la difusin de formas noconvencionales de trabajo han contribuido a incrementar la heterogeneidaddel mundo social, a debilitar antiguos lazos comunitarios y a volver difusasidentidades que fueron construyndose bajo el empuje de la industrializaciny el fortalecimiento de valores, normas y actitudes que se gestan a partir de laimplantacin de la vida urbana.

    La crisis de las polticas de inspiracin keynesiana que alimentaron lasalianzas socialdemcratas o populistas establecen un momento de ruptura yel inicio de un profundo proceso de reagrupamiento de sectores sociales. Estanueva etapa est signada por la declinacin de antiguos sujetos y por el

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    mayor protagonismo de actores a los que se les asignaba un papel secundariocon relacin a la centralidad poltica del proletariado industrial.

    Las expresiones gremiales y polticas que haban actuado como canales detransmisin de una parte considerable de las demandas sociales, sufren unacrisis de representatividad y ven menguada su capacidad de movilizacin.Los sindicatos y partidos de base popular han perdido capacidad de respues-ta ante la ofensiva modernizadora del capital. Sobre este repliegue de losagrupamientos tradicionales se levantan nuevas formas organizativas de lopopular, que junto a los reclamos propiamente laborales, incluyen deman-das especficas de sectores tambin excluidos o marginados por razonesculturales o de identidades y valores, que son rechazados por los grupos depoblacin que usufructan los bienes y servicios que ofrece la modernidad.

    Los elementos contextuales sealados tienen una fuerte incidencia en ciertosespacios del universo social que es conveniente puntualizar. Hay por lo

    Cuadro 2

    Indicadores del mercado de trabajo en pasesde Amrica Latina (1990-2002)

    Pases Tasa de desempleo Tasa anual de crecimiento del empleo

    1990 1995 2000 2001 1990-2000 1995-2002Amrica Latina 5,7 7,5 9,5 9,4 1,8 1,6Argentina 7,5 17,5 15,1 17,4 2,3 0,1Bolivia 7,2 3,6 7,4 8,5 4,2 2,7Brasil 4,3 4,6 7,1 6,2 -0,5 0,9Chile 7,4 6,6 9,2 9,1 1,8 0,9Colombia 10,5 8,8 17,0 16,2 3,6 3,0Costa Rica 5,4 5,2 5,2 6,1 3,4 2,6Ecuador 6,1 7,7 14,1 10,4 3,8 2,4El Salvador 10,0 7,0 6,5 7,0 1,9 2,2Guatemala N/D N/D N/D N/D -1,6 -2,7Honduras 6,9 6,6 N/D 6,3 5,3 4,6Mxico 2,8 6,2 2,2 2,4 3,4 2,1Nicaragua 7,6 16,9 9,8 11,3 3,5 3,2Panam 20,0 16,4 15,3 16,6 3,2 0,9Paraguay 6,6 5,3 10,0 N/D 3,3 0,3Per 8,3 7,9 7,0 9,2 3,3 2,4Uruguay 9,2 10,8 13,6 15,3 0,7 -0,1Venezuela 11,0 10,3 13,9 13,5 3,8 2,9

    Fuente: Elaboracin propia a partir de informacin proporcionada por la OIT: TendenciasMundiales del Empleo, Ginebra, 2003.

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    menos tres instancias del accionar y del pensamiento colectivo que registrancambios significativos:

    1. Las ideologas contestatarias, las formulaciones macrotericas desde lascuales se pretenda explicar la realidad social, as como el atractivo y ladifusin de los grandes relatos que procuraban expresar los intereses de lospobres de la Tierra, han quedado en entredicho desde el momento en que, elderrumbe de los llamados socialismos reales, puso en tela de juicio algunosde los soportes sobre los que se sustenta la concepcin marxista de la historia.

    2. Las articulaciones parciales, que vinculan a los agentes sociales y dansentido a las acciones colectivas, adquieren una significacin mayor y sustitu-yen a la anterior nocin de un todo articulado, concepto a partir del cual sefueron construyendo buena parte de las ciencias sociales. El concepto dearticulacin parcial no disminuye la relevancia de la actividad laboral, peroes un principio conceptual que facilita la identificacin de otras variables quepueden actuar como elementos de inclusin o de exclusin entre diversosgrupos sociales (religin; usos y costumbres; tradiciones culturales; pertenen-cias regionales; o nacionalidad).

    3. La formacin de identidades y subjetividades colectivas empieza a recono-cer en los espacios extralaborales y en las experiencias moleculares de lavida cotidiana elementos constitutivos cada vez ms determinantes de ciertoscomportamientos y actitudes. Tambin estos factores son motivo de agrupa-mientos y reconocimientos y apoyos mutuos o de exclusiones y beligeranciapara diversos grupos sociales.

    La pregunta que queda pendiente, y a la que no pocos militantes e intelectua-les buscan dar respuesta, es cmo afrontar las luchas sociales del siglo XXIcuando parece haber naufragado la mayora de las grandes certezas queorientaron y abrieron caminos a los reclamos populares hasta hace un par dedcadas. Tal vez tenga razn la escritora india Arundhati Roy (v. La Jornada,25/1/04), cuando dice que las grandes tareas de la hora deben pasar por eltrabajo molecular, que posibilita la construccin de acuerdos bsicos y lo quesiga a ese hecho, pequeo pero fundamental, sea ponerse de pie y caminar.

    Referencias

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    6, OIT, Ginebra, 1996.Castells, Manuel y Yuko Aoyama: Hacia la sociedad de la informacin. Estructura del empleo en

    los pases del G-7 de 1920 a 1990 en Revista Internacional del Trabajo vol. 113 N 1, OIT,Ginebra, 1994. Cabe sealar que los autores destacan el carcter heterogneo del proceso deexpansin de las actividades de servicios en los distintos pases, as como la implantacindesigual de las economas basadas en ncleos productivos que se apoyan en una grandensidad de informacin y conocimientos.

    Gorz, Andr: Adis al proletariado, El Viejo Topo, Barcelona, 1982.Gorz, Andr: Miserias del presente. Riqueza de lo posible, Paids, Buenos Aires, 1998.Habermas, Jrgen: The Theory of Communicative Action, Beacon Press, Boston, 1984.Handy, Charles: El futuro del trabajo humano, Ariel, Buenos Aires, 1987.Hardt, Michael y Antonio Negri: Labor of Dionysus, University of Minessota Press, Minessota, 1994.Hyman, Robert y W. Streeck (eds.): New Technology and Industrial Relations, Oxford Basic Blackwell,

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    Facultad de Ciencias Econmicas, UBA, Buenos Aires, 1999. De este material provienenalgunas de las valoraciones que se incluyen en este artculo sobre el comportamiento delempleo en Latinoamrica. Se revis, de manera particular, la ponencia de Vctor Tokman:Panorama del empleo en Amrica Latina, y las conferencias de Silvia Montoya y ClaudioLozano: Mercado de trabajo y poltica econmica. Perspectivas.

    Lipietz, Alain: Acumulacin, crisis y salidas a la crisis: algunas reflexiones metodolgicas entorno a la nocin de regulacin en Estudios Sociolgicos vol. 4 N 11, 5-8/1986, El Colegio deMxico.

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    importante puntualizar que este autor es uno de los principales defensores de la teora delfin de la sociedad del trabajo, enfoque errneo a nuestro juicio ya que confunde los cambiosen las funciones productivas, en las estructuras de puestos y en la crisis del modelo ford-taylorista, con la desaparicin del trabajo. Al respecto, v. un texto de este investigador, yaclsico en el desarrollo de dicho enfoque: El fin del trabajo, Paids, Mxico, 1997.