El encuentro con Jesucristo · tuvo a cargo del entonces cardenal Jorge ... Mario Bergoglio,...

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12 [252] E l acontecimiento de la V Conferencia del Consejo Episcopal Latinoameri- cano (CELAM) representa el espíritu de si- nodalidad de la Iglesia que peregrina en América Latina y en el Caribe. Hemos aprendido a caminar juntos, a aprender los unos de los otros, a hacer experiencia de Iglesia en el seguimiento de Jesucristo en medio de nuestra particular cultura e iden- tidad continental. Aparecida se ubica en la línea de la continuidad de las grandes reu- niones generales de los Obispos del conti- nente: primero en Medellín (1968) en donde se asumieron y recepcionaron las grandes orientaciones del Concilio Vaticano II en medio de la actual transfor- mación del continente; luego Puebla (1979), quien nos invitó a profundizar en la opción preferencial por los pobres, la cual se realizaba en una época marcada por la violencia y la violación de los Derechos Hu- manos, provocado por las dictaduras que se instauraron en América Latina. Luego, en 1992, Santo Domingo, aunque no tuvo la fuerza profética de las dos conferencias an- teriores, si provocó una evaluación en los 500 años de la evangelización del continente latinoamericano. Y finalmente Aparecida, hace diez años, nos invitó a re- novar nuestra condición de discípulos mi- sioneros en el seguimiento de Jesucristo, para anunciar a nuestros pueblos la Vida en abundancia que nos ofrece el Hijo de Dios, sobre todo con su Muerte y Resurrección. La comisión encargada de la redacción del documento conclusivo de Aparecida es- tuvo a cargo del entonces cardenal Jorge 12 -Juan Pablo Espinosa_23 - Reflexiones - Mons. D. Martin.qxd 24/05/2017 11:33 Página 12

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El encuentro conJesucristo

como experiencia de formación ytransformación personal

y comunitaria

El acontecimiento de la VConferencia del ConsejoEpiscopal Latinoameri-

cano (CELAM) representa el espíritu de si-nodalidad de la Iglesia que peregrina enAmérica Latina y en el Caribe. Hemosaprendido a caminar juntos, a aprender losunos de los otros, a hacer experiencia deIglesia en el seguimiento de Jesucristo enmedio de nuestra particular cultura e iden-tidad continental. Aparecida se ubica en lalínea de la continuidad de las grandes reu-niones generales de los Obispos del conti-nente: primero en Medellín (1968) endonde se asumieron y recepcionaron lasgrandes orientaciones del ConcilioVaticano II en medio de la actual transfor-mación del continente; luego Puebla(1979), quien nos invitó a profundizar en la

opción preferencial por los pobres, la cualse realizaba en una época marcada por laviolencia y la violación de los Derechos Hu-manos, provocado por las dictaduras que seinstauraron en América Latina. Luego, en1992, Santo Domingo, aunque no tuvo lafuerza profética de las dos conferencias an-teriores, si provocó una evaluación en los500 años de la evangelización delcontinente latinoamericano. Y finalmenteAparecida, hace diez años, nos invitó a re-novar nuestra condición de discípulos mi-sioneros en el seguimiento de Jesucristo,para anunciar a nuestros pueblos la Vida enabundancia que nos ofrece el Hijo de Dios,sobre todo con su Muerte y Resurrección.La comisión encargada de la redacción

del documento conclusivo de Aparecida es-tuvo a cargo del entonces cardenal Jorge

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que refleja su corazón en Aparecida. Ahora,como pastor universal, regala su Docu-mento y comenta su síntesis eclesial y so-cial. Es probable que varias líneas de lapastoral misionera surgida en nuestra regiónadquieran un rol estratégico”1.Esto se ha presentado sobre todo en la

Evangelii gaudiumen donde Francisco nosofrece su programa de pontificado.Podemos hacer el ejercicio de leer en para-lelo, y como complemento, Aparecida yEvangelii gaudium y reconocemos cómoéste último documento va en sintonía con elEspíritu que sopló en Aparecida. Hay unavaloración positiva con Francisco de las ex-periencias eclesiales de las Iglesias del Sur,de América Latina, de Asia, de África y deOceanía. El Espíritu de Dios también sopla,y de hecho está soplando, en los márgenes

Mario Bergoglio, titular de la Arquidiócesisde Buenos Aires, hoy papa Francisco,Obispo de Roma. Con este dato que no esmenor, se puede reconocer cómo el docu-mento de Aparecida lleva la impronta, el se-llo, el espíritu de Bergoglio, sus experienciascomunitarias y pastorales en la gran ciudadde Buenos Aires. Y, desde el momento enque comenzó el caminar pontificio de Fran-cisco, el Papa Latinoamericano ofreció atoda la Iglesia el documento y la fuerzaevangelizadora de Aparecida. Así lo hahecho notar Carlos María Galli cuando sos-tiene que “Francisco, obispo de Roma y ca-beza visible del Episcopado, expresa conelocuencia su pertenencia eclesial,teológica, espiritual, afectiva, cultural y po-lítica a América Latina. Es un cristiano y unjesuita de la Iglesia católica latinoamericana,

El encuentro conJesucristo

como experiencia de formación ytransformación personal

y comunitaria

Juan Pablo Espinosa ArceProf. de religión y filosofía, Santiago. Chile

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de las culturas. Hay un fuerte sentido de des-centralizar el pensamiento, la teología y lapraxis pastoral y reconocer las identidadespropias de las Iglesias del Tercer Mundo. YAparecida se encuentra en estas comunida-des. Y en Aparecida sopló el Espíritu, yahora y desde la V Conferencia se puede en-tender la opción misionera y eclesiológicade Francisco que nos ha invitado a ser Iglesiaen salida, con olor a oveja y a calle, con sen-tido de vulnerabilidad y de necesidad de losotros, de ser discípulos misioneros enviadospara anunciar la Buena Nueva de Jesús deNazaret. En sintonía con la conmemoración del dé-

cimo aniversario de la Conferencia de Apa-recida, quisiera ofrecer algunas pistas desdeéste lugar del mundo. Creo que se ha provo-cado una fuerte ráfaga de viendo gracias alEspíritu de Pentecostés que nos permite pro-poner al resto del mundo algunas claves parapensar nuestro ser Iglesia, y sobre todo serIglesia adulta, corresponsable y dinámica.Son los frutos que nos ha permitido cosecharel Vaticano II, las Conferencias del CELAM,el caminar del Obispo de Roma Francisco.Son las fuerzas de renovación del Espíritu deJesús de Nazaret que anuncia el Evangelioen la orilla de nuestras comunidades, pueblosy culturas, en la vida de cada uno. Esteartículo propone pensar algunas pistas en tor-no al discipulado misionero tal y como lo en-tiende Aparecida. Para ello, centraremosnuestra atención en la categoría de“encuentro con Jesucristo”, transversal enAparecida, para poder sostener que el disci-pulado misionero nace de un encuentro vivoy transformador con Jesucristo. Y junto conello reconocer cómo en ese encuentro somosformados por Jesucristo. Él es nuestro Maes-tro. Él es quien nos habla del Reino de Diosy de su justicia, y nos muestra el rostro mise-ricordioso del Padre.

EL DISCIPULADO MISIONERONACE DE UN ENCUENTRO CONJESUCRISTO: DIMENSIÓNCRISTOLÓGICAEl documento de Aparecida marca un

fuerte sentido cristológico. El tema de la VConferencia es “discípulos misioneros deJesucristo”. Jesús de Nazaret constituye elcentro de toda la acción evangelizadora dela Iglesia y desde Él se comprende única-mente el porqué de la misión. Así,Benedicto XVI en el Discurso Inaugural dela V Conferencia sostiene que “para ser dis-cípulos y misioneros de Jesucristo y buscarla vida en Él supone estar profundamenteenraizados en Él” (Discurso Inaugural 3).Estar enraizados implica entender desde Je-sús la propia vida, la experiencia social ycultural, el sentido de la fe o la práctica pas-toral. El texto bíblico que está iluminando el

encuentro personal con Jesucristo es el na-rrado por el Evangelio de San Juan (1,35-39). Jesús camina por las orillas del lago ydos hermanos, Juan y Santiago, lo ven. An-teriormente el Bautista lo había indicado co-mo el Cordero de Dios. Algo provocó enestos dos hermanos la voz de Juan Bautistaque los motivó a ponerse en camino tras Je-sús. Y éste último se da vuelta y les pregunta:¿qué buscáis? La pregunta de Jesús es el ini-cio de un diálogo que vendría a transformarla vida de los que caminan tras Él. Luego si-gue la invitación de Jesús: “venid y veréis”.Hay en el texto joánico una gramática delmovimiento, una experiencia de caminar,preguntar y quedarse, un sentirse enviados.El encuentro con Jesús exige que los que lobuscan comiencen a dinamizar la vida. Elencuentro con Jesucristo es un don, es graciay acción de gracias. Ahora bien, si Jesucristo se ha encontrado

con nosotros, hemos de buscar el sentido úl-

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timo de esta experiencia salvífica en el Mis-terio de la Encarnación. Dios ha tomado lainiciativa de despojarse para compartir nues-tra condición (cf. Flp 2,6-11) y desde esacondición humana anunciar el Evangelio dela misericordia. Dios en Jesús ha hablado deuna manera que podemos entender, acogery anunciar. El encuentro con Jesucristo, laEncarnación, el envío misionero, provocaalegría en los que han hecho experiencia deconocer y reconocer su rostro, sobre todo enlos otros, y en los otros más pobres. Así,Aparecida sostiene que “en el encuentro conCristo queremos expresar la alegría de serdiscípulos del Señor y de haber sidoenviados con el tesoro del Evangelio. Sercristiano no es una carga sino un don: DiosPadre nos ha bendecido en Jesucristo suHijo, Salvador del mundo” (Aparecida 28).El don de Dios, que es Jesucristo, nos ha

encontrado, ha irrumpido en nuestra vida,nos ha hablado y nos ha invitado a “estarcon Él” (Mc 3,13) para educarnos y enviar-nos a predicar su Evangelio del Reino y sujusticia. El modelo cristológico de la misiónsupone ponerse en camino tras los pasos delque envía. No se entiende nuestro discipu-lado misionero sino es en referencia a Jesu-cristo y tampoco se entiende a Jesucristosino es en referencia al Padre. Jesús de Na-zaret vive orientado hacia su Padre, que esel Padre de todos. Es otro el que envíaporque nos hemos encontrado con ese otro.La Encarnación, como lugar desde el cualse entiende el encuentro, comienza desdeel Padre y del amor que siente por la huma-nidad, amor que posibilita el envío del Hijoal mundo (cf. Jn 3,16). Ese envío y ese encuentro provoca una re-

lación nueva del ser humano con Jesús deNazaret. Benedicto así lo confirmó al iniciode la V Conferencia cuando sostuvo que“discipulado y misión son como las dos caras

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de una misma medalla: cuando el discípuloestá enamorado de Cristo, no puede dejar deanunciar al mundo que solo Él nos salva. Enefecto, el discípulo sabe que sin Cristo no hayluz, no hay esperanza, no hay amor, no hayfuturo” (Discurso Inaugural 3). No podemosentender el discipulado de manera aislada,sin referencia a la persona de Jesús deNazaret. El Hijo, desde el Padre, vivedándose continuamente a los hombres y mu-jeres, salida que se articula en el encuentro.Y el Resucitado envía al Espíritu a la Iglesiapara que ella se ponga en movimiento. Con ello percibimos que la radicalidad

cristiana del encuentro es ante todo una ló-gica Trinitaria. Aparecida lo sostiene: “unaauténtica propuesta de encuentro con Jesu-cristo debe establecerse sobre el sólido fun-damento de la Trinidad-Amor. Laexperiencia de un Dios uno y trino, que esunidad y comunión inseparable, nospermite superar el egoísmo para encontrar-nos plenamente en el servicio al otro” (Apa-recida 240). La superación del egoísmo,supone una actitud de escucha y de diálogoatento con el fundamento de nuestro movi-miento discipular misionero, Jesucristo.Los creyentes hemos de sentarnos a sus piespara escucharle y aprender de Él y de su re-lación íntima con el Padre la que se sostieneen el Espíritu. El Espíritu dinamiza el en-cuentro. Es la fuerza que moviliza a los cre-yentes para reconocer el rostro de Jesucristoy para reunirse en comunidad de fe. Y el Es-píritu es el que posibilita que entremos enla dinámica formativa con el Maestro Jesús.

EN EL ENCUENTRO, JESUCRISTO ESNUESTRO MAESTRO: DIMENSIÓNFORMATIVA DEL DISCIPULADOMISIONEROPara salir a anunciar el Evangelio de

Jesús es necesario buscarle, encontrarle y

escucharle. Aparecida habla del proceso deformación de los discípulos misioneros(Aparecida 276-285). Aparecida menciona“cinco aspectos fundamentales” (Apa-recida 278) que se van dando a lo largo delitinerario del discípulo misionero y juntocon ello cuatro dimensiones “que deberíanser integradas armónicamente a lo largo detodo el proceso formativo. Se trata de la di-mensión humana comunitaria, espiritual,intelectual y pastoral misionera” (Apa-recida 280).Aparecida es consciente de la necesidad

de formar a los discípulos misioneros queson enviados a anunciar al continente y almundo que Cristo ofrece una Vida nueva yen abundancia. La V Conferencia habla deuna “opción por la formación de los miem-

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bros de nuestras comunidades en bien de to-dos los bautizados” (Aparecida 276). Laformación debería constituir un elementocentral en los procesos de las comunidadesy parroquias. Es necesario establecer espa-cios y encargados de la formaciónteológica, bíblica, espiritual y pastoral. A propósito del tema de la formación, y

en el caso específico de la catequesis, JulioRamos recuerda cómo uno de losprincipales problemas de tipo sacramentales la falta de formación de los catequistas.Así sostiene el pastoralista: “un recorridopor las parroquias y por las distintas cate-quesis de bautismo, primera eucarística yconfirmación, nos daría como resultado elencuentro con muy buena voluntad y conmuy poca preparación de catequistas”2. No

desconocemos que la voluntad y el quererservir en las comunidades son elementosimportantes al momento de iniciar una ac-ción pastoral, pero no basta con ello. Es ne-cesario crear una conciencia madura depertenencia a la comunidad cristiana desdeel conocimiento de la doctrina (fides quae)pero sobre todo desde el encuentro y laaceptación de Jesucristo que se ha encon-trado con nosotros (fides qua). Y la formación es necesaria porque Jesús

mismo es formador de los discípulos misio-neros. Hay un reconocimiento explícito deJesús como Maestro. Así lo reconocen au-tores como Sergio Silva quien sostiene que“la gente que se acerca a Jesús y lo reconocesinceramente como Maestro vienen a Élpara preguntarle cosas importantes para suvida. En todos estos casos, se le reconoce aJesús una autoridad especial”3. La vida, laenseñanza, la praxis evangelizadora, sana-dora, testimonial de Jesús impacta en la vidade sus oyentes. En palabras de Aparecida,el discípulo que ha escuchado al MaestroJesús se ha apasionado por Él, ya que reco-noce en su persona al que conduce y acom-paña (cf. Aparecida 277). Jesús, como Maestro, trabaja con la vida

de las personas. Va profundizando en ellosla dinámica del Reino a través de compara-ciones, parábolas, sentencias y ejemplosconcretos. El estilo de Jesús Maestro, co-menta Aparecida, “se vuelve emblemáticopara los formadores y cobra especial rele-vancia cuando pensamos en la pacientetarea formativa que la Iglesia debe empren-der, en el nuevo contexto sociocultural deAmérica Latina” (Aparecida 277). La edu-cación religiosa, la formación de los semi-narios, de los Institutos y de las Facultadesde Teología debe estar movida por elmodelo pedagógico y mistagógico de Jesu-cristo. Este modelo, recuerda Aparecida,

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“hunde sus raíces en la naturaleza dinámicade la persona en y en la invitación personalde Jesucristo, que llama a los suyos por sunombre, y estos lo siguen porque conocensu voz” (Aparecida 277). Hay por tanto unacorrelación entre Jesucristo y la persona hu-mana, un diálogo entre cristología y antro-pología4, con el cual podemos reconocercon el Vaticano II que el misterio delhombre se entiende únicamente a la luz delMisterio del Verbo Encarnado (cf. GS 22).La búsqueda profunda de las respuestas alas preguntas fundamentales del serhumano, tienen un nuevo sentido en elrostro de Jesús de Nazaret. Y este procesode búsqueda, de interrogación, deconfrontar nuestra vida con la Vida del DiosTrinidad, Aparecida lo articula en cinco mo-mentos que presentamos brevemente:- Encuentro con Jesucristo (Aparecida

277a): Veíamos en el primer punto que elencuentro es lo que desencadena el ser cris-tiano. Aparecida ubica este encuentro a laluz del kerygmay de la acción misionera dela comunidad. Es necesario volver a pensaruna eclesiología del testimonio, de darle va-lor a la experiencia religiosa y creyente deotros, de manera de discernir en ellas cuálesson los signos de la presencia del Espíritude Jesús. Es una vuelta a la Iglesia proféticay kerygmática.- La conversión (Aparecida 277b): Jesu-

cristo tomó la iniciativa de encontrarse connosotros. Él nos amó primero e irrumpiócon fuerza en nuestra vida. Y el encuentro,al ser diálogo, relación interpersonal, nece-sita la respuesta de cada uno de nosotros. Yesa respuesta, para Aparecida, es la conver-sión, tanto personal como pastoral. Es ne-cesario renovar las estructuras porque en lahistoria acontece el kairósy resuena la vozdel Espíritu que se mueve libremente reha-

ciendo todas las cosas (cf. Sal 103). Es ne-cesario cambiar la mirada, dar un sentidocristológico a nuestra vida, tener losmismos sentimientos de Cristo que se des-pojó y se hizo servidor de todos (cf. Flp 2,6-11). Es el inicio de la comunidad decreyentes que va en salida. - El discipulado (Aparecida 277c):

Luego de la experiencia del encuentro conJesucristo y de la conversión, como res-puesta radical a ese encuentro, acontece eldiscipulado, es decir, el llamado a seguir aJesús. Aparecida habla del discipuladocomo un conocimiento de amor y del amor,de profundización en la persona de Jesucris-to. Los discípulos reflejan el carisma delMaestro, y siempre serán discípulos. Eneste sentido, Luis Heriberto Rivas comentaque “los discípulos se unen a la persona deJesucristo, y participarán de su misma viday recorren con Él el camino hacia la cruz,para poder llegar también junto a Él a la glo-ria. Cristo ha modelado una comunidad dediscípulos para que el mundo pueda ver enella los rasgos del Dios misericordioso quequiere salvar al mundo. La comunidad esenviada al mundo para llevar esa salva-ción”5.- La comunión (Aparecida 277d): El dis-

cipulado, sostenía Rivas anteriormente, secrea en una relación comunitaria, eclesial.El envío no es en solitario, sino que es de ados (cf. Lc 11). Aparecida recuerda que losprimeros cristianos se reunían en comuni-dades para participar de la vida litúrgica, vi-viendo en la caridad fraterna a ejemplo deJesucristo. Es por tanto que se puede hablarde una eclesialidad discipular y misionera.La Iglesia de Aparecida es puesta en estadode misión permanente y con Francisco estoda la Iglesia la que se entiende como co-munidad de discípulos misioneros.

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- La Misión (Aparecida 277e): Es laconsecuencia natural del discipulado. Co-nocer a Jesucristo, es amarlo, dejarse ilu-minar por su palabra, permitir que la vidase ponga en sintonía con su Vida.Aparecida habla de la alegría de serenviado, de ir al mundo a anunciar el Mis-terio Pascual de Jesucristo, en el cual secondensa toda la dinámica del envío misio-nero. No entendemos la misión al margende la Cruz ni de la Resurrección. Somosmisioneros y testigos del Reino de Dios yde su justicia. Creemos y anunciamos enesta cultura cómo el amor de Dios ha reme-cido y hecho arder nuestro corazón. DesdeJesucristo, su entrega y su victoria sobre lamuerte y el sin sentido, acontece el movi-miento de salida de la Iglesia. Comenzamos a ser cristianos, discípulos

misioneros de Jesucristo, gracias al en-cuentro que Él ha tenido con nosotros y alcual hemos respondido con nuestra con-versión y nuestra vida. El encuentro tienesu sentido en la Encarnación, máximosigno de la cercanía y del amor que Dios hatenido con el mundo. Ha sido un encuentrotransformador que nos ha puesto ensintonía y comunión con la Vida en abun-dancia que la Trinidad nos regala. Y los dis-cípulos misioneros son enviados al mundogracias a un proceso de formación, que vadesde el encuentro hasta la misión. Son eta-pas progresivas, en las cuales el Señorcomo Maestro va trabajando con nuestravida y desde ella invitándonos a movernosen estado de misión permanente.Aparecida constituye un soplo del Espíritude Jesús que habla a las Iglesias del conti-nente y ahora con Francisco a la IglesiaUniversal. Diez años no pasan en vano,pero tampoco podemos dormirnos en loslaureles. Hemos de seguir profundizando

su teología y su pastoral, de manera de asu-mir un nuevo tiempo de misión y evange-lización.

1 CARLOSMARÍAGALLI, El viento de Dios está soplan-do en y desde el Sur. Entrevista Carlos María Galli,en http://www.periodistadigital.com/religion/ame-rica/2016/06/29/carlos-galli-destaca-la-aportacion-de-francisco-iglesia-religion-dios-jesus-papa-francisco-america-argentina.shtml [Revisado el 10 demayo de 2017].

2 JULIORAMOS, Teología Pastoral (BAC, Madrid 2013),255.

3 SERGIO SILVA, El Maestro Jesús, en Jesús, ¿por quémurió Jesús? Iniciación a los Evangelios. VolumenIII Lectura del Protagonista: Jesús (Ediciones UC -Fundación Coudrin, Chile 2009), 319-372.

4 A propósito de esta relación entre cristología y antro-pología –que recibe el nombre de cristología funda-mental–, ofrezco algunas pistas en torno a cómoRatzinger entiende dicha relación. Ver mi artículo“Aportes de Joseph Ratzinger para pensar la cristolo-gía. Mirada desde la cristología fundamental”, enhttp://www.teologiahoy.com/secciones/espirituali-dad/aportes-de-joseph-ratzinger-para-pensar-la-cris-tologia [Recuperado el 12 de mayo, 2017].

5 LUISHERIBERTORIVAS, Discípulos para la misión enel Nuevo Testamento, en Teología XLIV, 94 (2007),473-505, 504-505.

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