EL ESTUDIO DE LA POESÍA DESDE LO COGNITIVO

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    EL ESTUDIO DE LA POESADESDE UNA PERSPECTIVA COGNITIVA:

    PANORAMA Y PROPUESTA

    NGEL LUIS LUJN ATIENZAInstituto de la Lengua Espaola. CSIC

    RESUMEN

    Este artculo pretende ser una revisin de la aplicacin de la perspectiva cognitiva, deamplio desarrollo en psicologa y en antropologa, al estudio de la literatura y en concretoal gnero de la poesa lrica. Este tipo de estudios se ha llevado a cabo sobre todo en elrea lingstica anglo-sajona y el presente trabajo se presenta como una propuesta para in-troducir esta perspectiva en el mbito hispnico. Para ello se aboga por un estudio de lalrica dentro del estudio general de la lingstica cognitiva, teniendo en cuenta siempre lateora de la relevancia. Se pone especial acento en la capacidad de la mente humana paracomprender textos a partir de informaciones puramente textuales frente al relativismo de lasposturas convencionalistas que creen que el proceso de comprensin se lleva a cabo porconvenciones sociales e institucionales. Un ejemplo de Gngora sirve de ilustracin de cmopuede ser un acercamiento del tipo que se propone.

    Palabras clave: Cognitivismo y literatura, pragmtica y semntica literarias, univer-salismo y convencionalismo, teora de la lrica.

    ABSTRACT

    This paper intends to be a survey of the cognitive science applied to literary studies,specifically to poetry. Cognitive science has been developed in the English linguistic areaand this paper is an attempt to introduce this view in the Hispanic area. In my view, it isnecessary to include the literary analysis in the general field of the cognitive linguistics anduse the Relevance Theory. The enfasis is on the capacity of the human mind for un-derstanding text extracting information from the textual sources, in opposition to therelativistic view. The point is illustrate with an example of Gongora.

    Key words: Cognitive science and literature, literary pragmatics and semantics, univer-salism and convencionalism, theory of poetry.

    1. LA REVOLUCINCOGNITIVAY ELPROBLEMA DE LOS UNIVERSALES CUL-TURALES

    La sacudida cognitiva ha afectado a casi todas las ramas del rbol delas ciencias humanas1, y para certificarlo basta observar el desarrollo de lapsicologa cognitiva, la antropologa cognitiva y la lingstica cognitiva.

    1 Puede verse a este respecto, como obra de introduccin general, el libro de H.GARDNER, La nueva ciencia de la mente, Barcelona, Paids, 1988.

    Revista de Literatura, 2006, enero-junio, vol. LXVIII, n.o 135,

    pgs. 11-39, ISSN: 0034-849

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    Definir el cognitivismo es ms difcil que presentar los resultados desu aplicacin a las distintas disciplinas, porque no se trata de una cienciani de una teora, sino ms bien de una perspectiva que viene a cumplir deuna manera realista el deseo de interdisciplinariedad tan en boga en la in-vestigacin actual. Resumiendo en extremo se puede decir que el cog-nitivismo se propone explicar las facultades cognitivas superiores del hom-bre (todo aquello que tiene que ver con los procesos inteligentes). La mentehumana es tratada, en este contexto, como un poderoso rgano de procesa-miento de informacin, como un ordenador. Algunos estudiosos distinguenentre una psicologa cognitiva y una ciencia cognitiva en sentido estrictodependiendo de cun lejos se lleve la comparacin entre la mente y el or-denador. Para la psicologa cognitiva esta metfora no sera ms que unelemento heurstico, un instrumento conceptual, y se establecera slofuncionalmente, mientras que para la ciencia cognitiva tout court (y dentrode ella en especial los estudios de Inteligencia Artificial) la comparacinse tomara de manera literal2.

    La aplicacin de esta perspectiva a las humanidades, a partir de su de-sarrollo en la psicologa3, ha sido inmediata o casi inmediata en los cam-pos de la antropologa y de la lingstica. Sin embargo, su aprovechamien-to en el estudio de la literatura no ha tomado todava un camino definido,a pesar del nmero creciente de publicaciones que han ido apareciendo alrespecto4. Muestra de que no existe todava un consenso sobre algo que

    2 Manuel DE VEGA, Introduccin a la psicologa cognitiva, Madrid, Alianza Edito-rial, 1998, p. 32: La versin dbil establece una similitud funcional entre ambos siste-mas [mente y ordenador] y utiliza el vocabulario de procesamiento, pero de un modoesencialmente instrumental. En ningn caso se pierde de vista la perspectiva psicolgi-ca, de modo que hay un esfuerzo de investigacin dirigido a desvelar las peculiaridadesde ese sistema de procesamiento particular que es la mente humana. La versin dbilcorresponde a lo que se denomina con propiedad Psicologa cognitiva (...). La versinfuerte de la analoga considera que el ordenador es algo ms que una simple herramien-ta conceptual. La analoga se lleva a sus ltimas consecuencias. Si el ordenador y lamente humana son sistemas de propsito general, el objetivo del cientfico es elaboraruna teora unificada del procesamiento de informacin que englobe ambos sistemas (enrealidad todos los sistemas de procesamiento de informacin del universo). Esta versinha dado lugar a una disciplina muy pujante denominada Ciencia cognitiva.

    3 Vase especialmente Jerome H. BARKOW, Leda COSMIDES, John TOOBY (eds.), The

    Adapted Mind. Evolutionary Psychology and the Generation of Culture, Oxford UniversityPress, 1992.

    4 Ellen SPOLSKY, Gaps in Nature: Literary Interpretation and the Modular Mind,Albany, State University of New York Press, 1993; Reuven TSUR, Toward a Theory ofCognitive Poetics, Amsterdam, North-Holland, 1992; Joseph CARROLL, Evolution and Literary Theory, Columbia, University of Missouri Press, 1995; Mark TURNER, The Literary Mind, New York, Oxford University Press, 1996; Brett COOKE and FrederickTURNER (eds.), Biopoetics. Evolutionary Explorations in the Arts, Lexington, InternationalConference on the Unity of the Sciences, 1999; Peter STOCKWELL, Cognitive Poetics. An introduction, London, Routledge, 2002; Elena SEMINO and Jonathan CULPEPER (eds.),

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    pudiera ser una teora de la literatura o una crtica cognitivas es el nmeromonogrfico que la revista Poetics Today dedica a esta cuestin bajo elttulo de Literature and the cognitive revolution5. Este trabajo se presenta,en principio, como una aplicacin de la ciencia cognitiva al estudio de lahistoria literaria, aunque contiene algunos artculos de calado terico, so-bre todo en su primera parte. No obstante, el inters principal est puestoen la evolucin de la cultura y el desarrollo de los esquemas culturales, loque hace que las aportaciones aqu recogidas se decanten principalmentehacia la vertiente de los estudios culturales de tanto predicamento en nues-tros das. Me centrar, por tanto, en la parte ms especulativa de este vo-lumen para realizar un somero balance de las virtudes y defectos de laspropuestas aqu incluidas que sirva como una puesta al da de lo que pue-de o no puede ser un estudio cognitivo de la literatura.

    En primer lugar, todos los trabajos recogidos parten de un rechazo fron-tal al relativismo imperante en la crtica literaria en las decadas anteriores,bajo las diversas variantes de la deconstruccin y las tesis exclusivamenteconvencionalistas. Si los primeros estudios cognitivos en psicologa partandel rechazo del conductismo para defender la existencia (y la posibilidadde hablar) de fenmenos mentales, en el estudio de la cultura se parte delrechazo del escepticismo y se afirma la existencia del sentido y la posibi-lidad de hablar de l. Hay, en consecuencia, una defensa de la validez delos universales culturales en tanto que productos de los mecanismos que

    tiene la mente en contacto con el medio para procesar la informacin, loque conlleva, adems, una apuesta decidida por el innatismo. En esta lneaes de destacar el artculo de Ellen Spolsky que marca un camino interme-dio entre el universalismo y el relativismo, en el sentido de que el hechode que el conjunto de actuaciones humanas y sus bases biolgicas seancontigentes no quiere decir que no sea universal el diseo interno de fun-cionamiento6. En definitiva, lo que se viene a defender es que el hombre,como especie, posee unos mecanismos homogneos para comprender y re-lacionarse con su ambiente, lo que hace que los procesos mentales seansimilares entre los individuos, y esto afecta tambin a la manera en que seprocesan los contenidos culturales.

    Es la existencia de universales culturales uno de los principales esco-

    llos con que choca la perspectiva cognitiva, no slo en literatura, sino tam-bin en antropologa, pues supone abordar la investigacin de fenmenoshistricos y culturales, por naturaleza cambiantes (no slo en el espacio

    Cognitive Stylistics. Language and cognition in text analysis, Amsterdam / Philadelphia,John Benjamins, 2002.

    5 Literature and the Cognitive revolution. Edited by Alan RICHARDSON and FrancisF. STEEN. Nmero monogrfico de Poetics Today, vol. 23, num.1, Spring 2002.

    6 Darwin and Derrida: Cognitive Literary Theory As a Species of Post-Struc-turalism, pp. 43-62.

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    sino tambin en el tiempo) y sometidos a revisiones y convenciones, desdeun punto de vista inmanente, como estructuras permanentes de actuacin.Paul Hernadi, por ejemplo, en el volumen citado, aporta un trabajo7 en quetrata de explicar el nacimiento de los distintos gneros literarios como for-mas diversas de adaptacin al medio, en la estela del evolucionismo tradi-cional; pero teoras de este tipo tienen escasa validez, en primer lugar porqueson y sern siempre inverificables y, segundo, por la sencilla razn de quemientras que, en la hiptesis evolucionista, el lenguaje s es producto deuna adaptacin al medio, de una evolucin en sentido estricto, no lo pue-den ser los gneros literarios, que se producen cuando la evolucin hadejado de actuar y la especie humana ha llegado a su desarrollo final. Losgneros literarios dependen de la evolucin del lenguaje y su adaptacin adiversas funciones sociales y culturales, y no de la evolucin y adaptacinbiolgica general. Dan Sperber nos advierte contra este uso indiscriminadoque en ocasiones se hace de la biologa para explicar el desarrollo cultural:Por supuesto, siempre es posible elaborar una historia que sostenga que,por ejemplo, la competencia musical es una adaptacin biolgica. Sin em-bargo, tratar de suponer que un rasgo tiene un carcter adaptativo cuandono se cuenta con demostraciones al respecto es hacer un mal uso del enfo-que evolucionario8.

    Otro ejemplo de que no siempre los universales son tales como se nospresentan nos viene dado en el articulo de Reuven Tsur en este mismo

    volumen9, cuya idea central es que constituye una norma universal enmtrica el hecho de que el segundo hemistiquio o miembro de un versosea ms largo que el primero. Esta teora explica la mtrica inglesa perono es aplicable, por ejemplo, a la espaola, ya que en nuestro sistema esprecisamente el segundo hemistiquio (o miembro) del endecaslabo (si es-tablecemos una cesura rtmica despus del acento en sexta) ms breve queel primero.

    Adems de esta crtica a la existencia de universales culturales y su justificacin, se les achaca a los defensores de un estudio cognitivo de laliteratura especialmente que usen todo el utillaje y la fraseologa de la cien-cia cognitiva para disfrazar fenmenos que ya se venan tratando de otramanera en el estudio de la literatura, de manera que la denominacin de

    cognitivo es slo un maquillaje para seguir haciendo lo mismo pero7 Why Is Literature: A Coevolutionary Perspective on Imaginative Worldmaking,

    pp. 21-42.8 La modularidad del pensamiento y la epidemiologa de las representaciones

    (p. 87), en Lawrence A. HIRSCHFELD y Susan A. GELMAN (comp.), Cartografa de lamente. La especificidad de dominio en la cognicin y en la cultura , Barcelona, Gedisa,2002, vol. 1, pp. 71-108. Este artculo fue tambin recogido en su libro La contagiondes ides. Thorie naturaliste de la culture, Paris, Editions Odile Jacob, 1996.

    9 Some Cognitive Foundations of Cultural Programs, pp. 63-89.

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    dndole un matiz de modernidad10. El hecho de enmascarar mtodos tradi-cionales bajo novedosas etiquetas ha sido constante en el desarrollo de lateora de la literatura, como nos recuerda Miguel ngel Garrido11, y lahistoria se encargar de desbrozar y separar lo realmente novedoso de locamuflado como tal. Sin embargo, el debate sobre la existencia o no deuniversales, tiene un calado ms hondo y ocupa, sin exageraciones, la ac-tividad intelectual humana desde sus orgenes, as que considero ms im-portante detenerme en este punto.

    La argumentacin en contra de supuestos universales culturales est bienbasada cuando se tiene en mente artculos como el de Paul Hernadi antescitado, que han tratado de aplicar ingenuamente teoras evolutivas directasa los gneros literarios, lo que llevado a su extremo desembocara en teo-ras organicistas de la literatura como las del siglo XIX. Y es que los te-ricos literarios se han olvidado en muchas ocasiones de que la psicologacognitiva y, tras su estela, la antropologa ya haban dado una respuestarazonable al interrogante de los universales12, teniendo en cuenta, sin em-bargo, que estas teoras son ms valiosas para explicar cmo se transmiteny cobran vigencia creencias, ritos o prcticas culturales (lo que Sperber

    10 Vase para estas crticas el artculo final del volumen citado de Poetics Today:Issues and Problems in the Blending of Cognitive Science, Evolutionary Psychology,and Literary Study, de Tony E. Jackson, pp. 161-179. Este autor ya haba planteado

    algunas de sus dudas sobre la aplicacin del cognitivismo a la literatura en otro nmeroanterior de la revista: Questioning Interdisciplinarity: Cognitive Science, EvolutionaryPsychology, and Literary Criticism, vol. 21:2, 2000, pp. 319-347. Otra crtica apareceen el nmero que sigue al monogrfico: Poetics Today, vol. 23:2, 2002: Adjusting theFrame: Comments on Cognitivism and Literature, de Hans Adler y Sabine Gross,pp. 195-220.

    11 La adopcin ms o menos sistemtica de estrategias semiolgicas en la investi-gacin terica y crtica de la literatura convierten la semitica literaria en un domi-nio que casi recubre por entero (y con sus propias lindes) el de la teora literaria toutcourt, aunque a veces no haya detrs de este cambio ms que una transformacinterminolgica (pg. 48), La teora literaria en Espaa a partir de 1940, en La Musade la retrica. Problemas y mtodos de la ciencia de la literatura , Madrid, C.S.I.C.,1994, pp. 29-62. El papel que empieza a desempear el cognitivismo, aproximadamentea partir de la dcada de 1980, en los estudios literarios y culturales presenta, por lodems, notables similitudes con el que desempe la semitica en las dcadas inmedia-

    tamente anteriores del mismo siglo XX. Puede considerarse el subrayado de una pers-pectiva reiteradamente insinuada tras el giro pragmtico. Cfr. Miguel ngel GARRI-DO, Jakobson y la crtica literaria, en Miguel ngel GARRIDO, T. TODOROV y otros, La crisis de la literariedad, Madrid, Taurus, 1987, pp. 11-25, en especial las pgi-nas 12-13.

    12 Aqu me centrar en las propuestas complementarias de Leda Cosmides y JohnTooby en el artculo inicial del volumen colectivo antes citado, The adapted mind: Thepsicological foundations of culture, trabajo que es condensado en el volumen tambinya citado Cartografa de la mente; y las propuestas de Dan Sperber en el libro y elartculo antes citados.

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    denomina una epidemiologa de las ideas) que para dar cuenta de cmoefectivamente surgen en la mente humana13.

    La explicacin de cmo pueden existir los universales culturales pasapor reconocer la existencia en la mente humana de mdulos o de mecanis-mos de dominio especfico, que han evolucionado para dar respuesta aproblemas adaptativos concretos. Para ello hay que desechar la idea, pre-dominante hace unas dcadas en las investigaciones antropolgicas y psi-colgicas, de que la mente es un procesador general que encara problemasde todo tipo sin tener mecanismos especializados para cada tipo de proble-ma, lo que Cosmides y Tooby denominan Standard Social Science Model

    (SSSM). Segn el nuevo modelo, nuestra mente est formada por un con- junto de mdulos o mecanismos psicolgicos especializados en tareas de-terminadas que han surgido como adaptacin evolutiva. Como la evolucinen la especie ha sido homognea tales procesos universales existen de lamisma manera en todos los hombres, lo cual explica, adems, que nuestramente refleje propiedades objetivas del mundo, ya que la adaptacin es unproceso que se produce por interrelacin entre el ambiente y los procesoscognitivos internos14. Esto dara cuenta de la estabilidad y racionalidad delconocimiento en general. Pero, cmo se explicara en este contexto elnacimiento de una cultura de carcter universal? Sperber supone que haypara los mdulos de la mente humana no slo dominios especficos y efec-tivos, sino tambin dominios culturales. As, la aparicin de universales

    culturales se explicara como la asuncin por parte de un mdulo, que haquedado vaco del dominio especfico para el que se form evolutivamente,de un dominio cultural: la transmisin cultural provoca, en el dominioefectivo de cualquier mdulo cognitivo, una proliferacin de informacinparsita que imita el dominio propio de un mdulo 15. Lo que explicara laexistencia de la diversidad cultural en un panorama de universales cultura-les (o de modularidad de la mente), segn Sperber, sera la existencia deun mdulo metarrepresentacional o reflexivo que no computa intuicionesdirectas sino representaciones de representaciones. De esta manera, si losmodulos directos pueden ser universales el mdulo metarrepresentacionaldesarrolla creencias diversas en diversas culturas. Esta diversidad viene

    13 Dejo de lado propuestas mucho ms radicales como la de Susan B LACKMORE en

    su libro La mquina de los memes, Barcelona, Paids, 2000, que habla de la expansinde las creencias en tanto que stas son entidades replicantes en competencia con losreplicantes biolgicos que son los genes.

    14 COSMIDES y TOOBY, The Adapted Mind: Para aquellos que estudian las adapta-ciones psicolgicas, la estructura permanente del mundo ofrece una fuente profundamenteiluminadora de conocimiento sobre la arquitectura evolucionada de la mente. Como haexpresado tan elocuentemente Shepard, ha existido la evolucin de un engranaje entrelos principios de la mente y las regularidades del mundo, de manera que nuestras men-tes reflejan muchas propiedades del mundo (p. 72. La traduccin es ma).

    15 Dan SPERBER, Cartografa de la mente, vol. 1, pg. 93.

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    explicada de una manera complementaria por Cosmides y Tooby, en elsentido de que la distinta adaptacin a problemas concretos del medio pro-voca en cada grupo humano el desarrollo de unas u otras creencias dentrode las posibilidades que ofrece el desarrollo evolutivo de las distintas ca-pacidades: la diferencia de cultura entre grupos humanos se deber no a lano-existencia de universales sino al hecho de que se enfrentan a medios yproblemas distintos16.

    Tanto el nacimiento como la transmisin de la informacin y de lasideas culturales se mide por su coherencia y su adaptacin a los mdulosmentales creados por la evolucin, de manera que el criterio ltimo para

    calibrar el xito de una representacin cultural tanto en su nacimiento, esdecir, ocupacin de un mdulo ya existente, como en su difusin es uncriterio psicolgico: el principio de relevancia o pertinencia17. Este principiosumamente general tiene la ventaja de poderse aplicar a todos los nivelesde anlisis y nos permitir, en consecuencia, enlazar una teora general dela formacin de la cultura con mecanismos concretos del funcionamientode la comunicacin humana, como veremos.

    En este marco, apenas esbozado, opino que habra que situar la discu-sin del nacimiento y desarrollo de la literatura. sta es un producto cultu-ral, sin duda, pero tiene una relacin muy directa con un mdulo o domi-nio que procede directamente de la evolucin, y en consecuencia de un

    16 COSMIDES y TOOBY: Como mnimo, tal como sostiene Sperber (1985), llegamosa la conclusin de que el postulado de la equipotencialidad, presente en la mayor partede las teoras de la transmisin cultural (diferentes contenidos son igualmente fciles deser transmitidos) es falsa. Aquellas representaciones asentadas en un dominio que cuen-ta con mecanismos especializados se transmitirn de manera muy distinta que las repre-sentaciones que no corresponden a un dominio de este tipo (... 163). Las adaptacionesdominio-especficas abren la posibilidad de que las semejanzas dentro de un grupo (ylas diferencias entre grupos) sean evocadas ms que socialmente aprendidas (...) Al-gunas adaptaciones cognitivas dominio-especficas (o todas ellas) deben de haber sidodiseadas para responder de una manera estructurada a los estmulos provenientes delas situaciones de un contexto. En consecuencia, se puede esperar que los seres huma-nos incluidos en grupos evidencien, como respuesta a condiciones de su contexto, se-mejanzas organizadas propias del grupo que no tienen su origen en el aprendizaje o latransmisin sociales sino en la activacin de mecanismos que imponen ciertos conteni-dos (Cartografa de la mente, vol. 1, p. 164).

    17 Dan SPERBER: El factor psicolgico ms general que afecta la distribucin de lainformacin es la compatibilidad y la correspondencia con la organizacin cognitiva hu-mana. / En particular, la informacin relevante, cuya relevancia es independiente delcontexto inmediato suele, ceteris paribus, alcanzar un nivel cultural de distribucin: larelevancia provee la motivacin necesaria tanto para almacenar como para distribuir lainformacin, y la independencia del contexto inmediato hace que esa relevancia semantenga, pese a los cambios de las circunstancias, en una escala social. La relevancia,sin embargo, siempre es relativa al contexto. La independencia del contexto inmediatose refiere a que la informacin es relevante en un contexto ms amplio de creenciasestables y expectativas (Cartografa de la mente, pp. 92-93).

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    proceso adaptativo: el lenguaje. Sera la literatura el dominio cultural delmdulo del lenguaje, en trminos de Sperber? No desde luego en el sentidode que la capacidad lingstica no ha quedado vaca de su dominio efectivocomo para que sobre ese hueco se instale un dominio literario; sin embar-go, no se puede negar la dependencia de lo que hoy conocemos como lite-ratura de la capacidad lingstica, constituya sta un mdulo por s o no,pues tampoco hay que descartar la posibilidad, apuntada por algunos auto-res, de que el lenguaje sea l mismo un dominio cultural y no productodirecto de un proceso de adaptacin. Volver a esta pregunta cuando trateel problema de la relacin de la literatura con la capacidad del lenguaje.Ahora slo me interesa sealar aqu que est claro que distintas formas deliteratura se han dado de manera universal en todas las culturas (mitos,narraciones orales, cantos celebrativos, etc.) y es muy probable que dichasformas dependan para su creacin y difusin, aparte del dominio del len-guaje, tambin de otros dominios como el de la comprensin de ficciones ode conexiones causales (modelos de mundo, en definitiva) para la narrativay el drama, y en el caso de la lrica puede darse, con toda probabilidad,una participacin de los dominios de la apreciacin musical y del ritmo 18.El caso es que el nacimiento de la literatura como institucin no se puedeexplicar por un proceso adaptativo sencillo sino como la explotacin cultu-ral de un mdulo que ha surgido por el proceso evolutivo, que es el dellenguaje, y probablemente por la participacin de otros dominios o mdulos.

    Por ello me parece fundamental una lnea de investigacin que indagueel ser de la literatura como aprovechamiento de la capacidad lingstica.En este sentido van encaminadas las investigaciones de Mark Turner, quepropone un estudio de la literatura dentro del lenguaje y ste dentro de lateora general de la mente19. Construyendo a partir de esta base el autor

    18 Postulando un proceso inverso Sperber aventura la hiptesis de que la percepcinmusical tenga que ver con el desarrollo del habla y la percepcin de los sonidos dellenguaje humano: El dominio propio del mdulo que estamos imaginando est consti-tuido por las propiedades acsticas de las antiguas comunicaciones orales humanas. Podraser que este dominio propio estuviese ahora vaco: una nueva adaptacin, el tracto vo-cal humano moderno, podra haberlo tornado obsoleto. Tambin podra ser que esas pro-piedades acsticas relevantes todava desempeasen un papel en el habla humana mo-derna (en especial en las lenguas tonales) y que, por lo tanto, ese mdulo siguiese siendo

    funcional. Los sonidos que el mdulo analiza y dan placer al organismo del cual for-man parte es decir, los sonidos que renen las condiciones del input del mdulono se encuentran con frecuencia en la naturaleza (salvo, claro est, en el canto de lospjaros). Sin embargo, esos sonidos se pueden producir artificialmente y, de hecho, hansido producidos dando lugar a un mdulo con un dominio cultural particularmente rico:la msica (Cartografa de la mente, vol. 1, p. 94).

    19 Mark TURNER, Reading Minds. The Study of English in the Age of CognitiveScience, Princeton University Press, 1991, p. 4: La literatura vive dentro del lenguajey el lenguaje dentro de la vida diaria. El estudio de la literatura debe vivir dentro delestudio del lenguaje, y el estudio del lenguaje dentro del estudio de la mente cotidiana(La traduccin es ma).

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    lleva a cabo una recuperacin del ideario humanista y de la retrica clsi-ca entendida como un cognitivismo avant la lettre, lo que le lleva, entreotras cosas, a defender que no hay un corte entre lenguaje comn y len-guaje literario, entre pensamiento lgico y pensamiento potico 20. Esta re-novada retrica cognitiva propuesta por Turner debera explicar, a todoslos niveles, cmo el lenguaje refleja procesos cognitivos bsicos, es decir,cmo funciona la mente humana y cmo ese funcionamiento desemboca enuna actividad lingstica. El problema es que su investigacin queda res-tringida casi por entero a los mbitos de la figuracin metafrica y de lacategorizacin, fundamentales desde luego como procesos cognitivos, pero

    que no abarcan el funcionamiento de la comunicacin literaria como untodo, y desde luego no dicen nada de lo distintivo de la literatura frente aotros procesos comunicativos. Esta es una de las principales dificultadesque aprecio tambin en otros estudiosos de la literatura desde un punto devista cognitivo21. El mismo Mark Turner responde a la acusacin de cen-trarse en el nivel ms local de los procesos cognitivos (metforas y frases)y su respuesta es la esperada y la que se ha dado en teoras tradicionalesque igualaban la literatura con la metfora o con la figuracin: los proce-sos cognitivos, las relaciones conceptuales se dan tanto en los niveles su-perficiales como profundos de la creacin artstica22.

    Para superar este tipo de estudios parciales, me parece ms apropiadotomar un principio general de la psicologa cognitiva como es el principio

    de relevancia (o pertinencia, como traducen algunos, quiz de manera msapropiada) y aplicarlo a la comunicacin en general, como hacen Sperbery Wilson en su libro ya clsico. La lingstica cognitiva toma, al fin y al

    20 Mark TURNER, Reading Minds, p. 13: Los actos de literatura son capaces de existiry tener significado porque ya existen el lenguaje y el pensamiento convencional de lascomunidades lingsticas. Lo que un lector aporta a un texto es predominantemente loque un miembro de una comunidad lingstica aporta al lenguaje en que el texto estescrito. Intentar tratar a la literatura independientemente del lenguaje de todos los dasy del pensamiento convencional es una muestra de solipsismo (La traduccin es ma).

    21 Raymond W. GIBBS, The poetics of mind: figurative thought, language, andunderstanding, Cambridge, Cambridge University Press, 1994. Adrian Pilkington, Poeticeffects: a relevance theory perspective, Amsterdam/Philadelphia, John Benjamins, 2000,aun siendo el trabajo ms completo a este respecto, dedica el mayor espacio de su obra

    al anlisis de los procedimientos metafricos y a las estructuras repetitivas en literatura.22 Reading Minds, p. 240: Hay aqu un supuesto errneo. Las conexiones concep-tuales y los patrones y actividades de la mente se expresan en todos los niveles, gran-des y pequeos. En el lenguaje, el macrocosmos se revela en el microcosmos y vice-versa, simplemente porque todos los niveles del lenguaje incorporan las mismas figurasconceptuales del pensamiento. Bien es verdad que las conexiones conceptuales se mani-fiestan en frases locales individuales, pero no residen ah o no principal o exclusiva-mente residen ah. De manera equivalente se expresan a travs de obras enteras, de he-cho se expresan a travs de patrones de significado que trascienden obras enteras (Latraduccin es ma).

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    cabo, esta misma senda: se fija en cmo los procesos cognitivos generalesse reflejan en el lenguaje. En consecuencia, estimo que el camino a seguires explorar la lnea de aplicacin de la lingstica cognitiva al estudio dela literatura23.

    2. LINGSTICA COGNITIVA Y LITERATURA

    Cuando una vez ms se plantea el estudio de la literatura desde un puntode vista lingstico, que no es puramente formalista, surge de nuevo ladisputa entre convencionalismo y no-convencionalismo, la variante literariade la disputa que hemos visto en psicologa y antropologa entre conductis-mo e innatismo, o convencionalismo y universalismo (y con ello el fantas-ma de la tesis Sapir-Whorf24).

    La literatura es una institucin, las obras literarias no lo son (exceptoen un sentido metafrico). Evidentemente, el disfrute de estas obras, encuanto que son discursos sociales, contiene una parte que incumbe a lasconvenciones caractersticas de la institucin. La pregunta que se imponees: cuntas de estas caractersticas hay que conocer para decir que se hacomprendido una obra literaria? Esta brecha abierta entre la institucin ylas obras particulares ha sido el problema constante con que se ha encon-trado la teora literaria a la hora de definir la literatura. Por poner un ejem-

    plo, un cuento para nios, cuntas convenciones literarias debe cumplir?Tienen los nios nociones de la institucin literaria, o son ms bien esoscuentos una manera de introducirlos en la institucin? Problemas como losde la ficcin o los estilos dependen en gran parte de la institucin, pero sino van acompaados de un reflejo lingstico en los textos no tienen nin-

    23 No encuentro en Espaa mucha bibliografa al respecto, a pesar del desarrollo queest teniendo la lingstica cognitiva y la teora de la relevancia en nuestro pas. Sonreferencia fundamental en lo que atae a lingstica funcional y cognitiva los trabajosde ngel GARCA LPEZ, especialmente, Fundamentos genticos del lenguaje, Madrid,Ctedra, 2002. En cuanto a la relacin de lingstica y literatura, destaco el artculo deJos Luis GUIJARRO, The Possible Place ofRelevance Theory in a Cognitive Explanationof Literature, en Revista Alicantina de Estudios Ingleses, 11 (1998), pp. 117-137; ellibro de Francisco Yus Ramos, Cooperacin y relevancia: dos aproximaciones pragm-

    ticas a la interpretacin, Alicante, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Ali-cante, 1997; y mi propio trabajo Pragmtica del discurso lrico, Madrid, Arco Libros,2005.

    24 Recuerdo que la versin vulgata de la hiptesis Sapir-Whorf supone un deter-minismo lingstico total, segn el cual el pensamiento de los hombres es por completodependiente del idioma que hablan. En consecuencia, no habra percepcin de la reali-dad fuera de las categoras lingsticas heredadas en cada comunidad. La hiptesis hasido muy discutida en los manuales de lingstica, pero ser ilustrador remitirse al librode Rix Pinxten (ed.), Universalism versus relativism in language and thought. Procee-dings of a Colloquium on the Sapit-Whorf Hypotheses , The Hague/Paris, Mouton, 1976.

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    guna consecuencia real en la lectura. Pinsese tambin en la distancia queva de los manifiestos literarios a las obras que se supone los ejemplifican,o en la distincin que hace Genette entre gneros y modos: los gnerospertenecen a la institucin y los modos a la lgica del lenguaje, sin embar-go no pueden ms que implicarse: una novela estar normalmente en elmodo narrativo y si no, se asume que el autor juega con las expectativasdel lector25.

    Una posicin cerradamente convencionalista26 es difcil de defender, yaque nunca se puede estar seguro de cuntas y cules son las convencionesque actan sobre la comprensin en un determinado momento. stas cam-bian en cada etapa histrica. Sin ir ms lejos, la convencin de ficcionalidades ahora distinta que en el siglo XVII, y en parte esto se debe a todos losestudios que hay sobre la ficcin y a los experimentos que los propioscreadores han ejercido sobre este concepto. Se puede alegar que uno debeestar al tanto de las convenciones petrarquistas para entender los sonetosamorosos de los siglos XVI y XVII. Sin embargo, si miramos ms de cercaveremos que las convenciones propiamente literarias son menos de las queparecen. Muchas derivan de situaciones universales, como los estados psi-colgicos representados (enamoramiento, rechazo, admiracin de la belle-za), otras, como la descripcin del amor como nio alado, son compartidaspor la iconografa; los personajes mitolgicos aparecen, en general, fosili-zados como metonimia de sus atributos, etc.

    En definitiva, el hecho de que exista una convencin quiere decir questa ha sido creada en determinado momento, ha tenido xito y ha pasadoa formar parte de los procesos de comprensin compartidos por una socie-dad. Sin embargo, del fenmeno singular de la creacin de una convencinno podra dar cuenta de ninguna manera una postura cerradamente conven-cionalista, pues fuera de las convenciones creadas no habra sentido, y nuncase llegara a formar una convencin nueva.

    En vista de que las tesis convencionalistas no son capaces de explicarel funcionamiento de las obras literarias, la lingstica cognitiva se ofreceaqu como solucin en tanto que no es una disciplina puramente formal,sino funcionalista, y nos permitir comprender no slo cmo la literatura

    25 Grard GENETTE, Introduction larchitexte, Paris, Seuil, 1979. Vase tambin

    Miguel ngel GARRIDO, Una vasta parfrasis de Aristteles, en Miguel ngel GA-RRIDO GALLARDO (ed.), Teora de los gneros literarios , Madrid, Arco Libros, 1988,pp. 9-28.

    26 Cerradamente convencionalista es la posicin de Stanley Fish, representada sobretodo en el libro Is There a Text in this Class? The Authority of Interpretive Communities,Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1980. Sobre la cuestin del convenciona-lismo puede verse el libro de Rolf A. ZWAAN, Aspects of Literary Comprehension. Acognitive Approach, Amsterdam/Philadelphia, John Benjamins, 1993; y Theo DHAEN,Rainer GRBEL and Helmut LETHEN (eds.), Convention and innovation in literature,Amsterdam, John Benjamins, 1989.

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    tiene, a travs de la lengua, relacin con los procesos cognitivos bsicosde la mente humana sino tambin con los mecanismos de socializacin quese basan en esos mismos principios.

    La lingstica cognitiva surge, por decirlo de una manera resumida, comouna escisin de la gramtica generativa de Noam Chomsky 27. Si tuvira-mos que caracterizar grosso modo a ambas podramos decir que mientrasque los generativistas ponen el acento en la estructura sintctica de la len-gua como ncleo central de una gramtica, los cognitivistas buscan el lu-gar ms apropiado de anlisis en la semntica, o en otras palabras, mien-tras que unos se basan en un modelo computacional en principio ajeno alsentido de la lengua, los otros priman un modelo simblico de interpreta-cin. El modelo chomskyano no resulta muy apropiado para ser aplicado ala literatura, ya que trabaja con abstracciones bastante alejadas del discur-so real y no pretende ir ms all de los lmites de la frase; adems, lalabor principal que establece para una gramtica en su teora es discrimi-nar entre oraciones gramaticales y agramaticales dentro de una lengua28. As,pues, todo nos dirige a la eleccin de la gramtica cognitiva como la me-

    jor candidata para encauzar un estudio lingstico de la literatura. Con elloconseguiremos dos objetivos: el primero dar un nuevo impulso a la pro-puesta de Jakobson de que es imprescindible un buen conocimiento lin-gstico para estudiar la literatura; y segundo, romper la barrera frreamenteestablecida en la teorizacin tradicional entre semntica y pragmtica, con

    lo que se rompe tambin la (falsa) dicotoma que acabo de establecer entretesis convencionalistas y tesis textualistas. Ello sin olvidar la aportacin quehace la teora de la relevancia a la explicacin de toda actividad comunica-tiva, incluida la literaria29.

    En lo que a continuacin sigue tratar de mostrar las lneas maestrasde una aplicacin de lo que estrictamente se puede considerar gramticacognitiva a la literatura, aprovechando sobre todo la indistincin que estalnea de investigacin del lenguaje realiza entre los niveles pragmticos ysemnticos de la lengua. Pero antes conviene volver de nuevo a la cues-tin de la modularidad de la mente en lo que respecta en particular al len-

    27 Puede verse la historia de esta disciplina en Maria Josep C UENCA y JosephHILFERTY, Introduccin a la lingstica cognitiva, Barcelona, Ariel, 1999.

    28 Vase, para un acercamiento global a las relaciones entre generativismo y litera-tura, Miguel ngel GARRIDO, Nueva introduccin a la teora de la literatura, Madrid,Sntesis, 2000, pp. 104-107; y el captulo que Jos Mara Pozuelo Yvancos dedica a laestilstica generativa en su libro Teora del lenguaje literario, Madrid, Ctedra, 1992,pp. 30-34.

    29 El hecho de que Mark Turner, para hacer la aplicacin de la retrica cognitiva ala literatura en general, contemple la comunicacin literaria como una conversacin vie-ne a ahondar en la pertinencia de este principio: La literatura puede entenderse comoun caso especial de nuestro concepto cotidiano de conversacin, en este caso conversa-ciones entre autores y lectores ( Reading Minds, p. 245. La traduccin es ma).

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    guaje para enfocar desde una perspectiva ms cientfica el problema quehe venido planteando hasta aqu de la disyuntiva entre interpretacionescontextualistas e interpretaciones textualistas, que pueden entenderse comointerpretaciones pragmticas e interpretaciones semnticas de la literatura.

    3. MODULARIDAD DE LA MENTE Y AUTONOMA DEL LENGUAJE

    La muy debatida cuestin sobre la modularidad de la mente y la exis-tencia de un rgano mental especializado en el lenguaje dejara sentada, si

    se resolviera definitivamente en un sentido u otro, en un campo seguro (elde la biologa) la posibilidad de la comprensin de las obras literarias comomeros productos lingsticos o, en el caso contrario, la absoluta necesidadde la participacin de otros conocimientos (o mdulos mentales). Pero elhecho es que esta cuestin no est decidida. Chomsky y sus seguidores handefendido siempre la existencia de un mdulo u rgano mental cuyo co-metido es la computacin lingstica, y que es independiente de todos losdems procesos inteligentes30. Esta visin viene corroborada por la existen-cia de casos de sabios lingsticos, es decir, personas que tienen un granmanejo del lenguaje pero que son deficientes en otros campos de la inteli-gencia, o, a la inversa, casos de personas con deficiencias lingsticas queno se pueden atribuir a deficiencias en otras dimensiones de la inteligen-cia, que conservan un funcionamiento normal31.

    Otra prueba a favor de que conocimientos ajenos a los lingsticos (co-nocimiento previo y expectativas) no son del todo determinantes para lacomprensin de enunciados la tomo de Steven Pinker. l lo aplica a larelacin entre fontica y sentido pero vale para la relacin entre planoslingsticos cualesquiera. Segn Pinker las teoras relativistas defienden unprocesamiento de arriba-abajo, que aplicado al lenguaje y a la produccindel habla viene a significar que uno oye lo que quiere or, no lo que real-mente percibe. Esta suposicin no puede ser vlida porque entonces unorganismo perceptor que se viera obligado a depender de sus expectativasse hallara en franca desventaja en un mundo fundamentalmente impredeci-ble como es el nuestro. Y propone un experimento que consiste en esco-ger al azar diez palabras del diccionario, llamar por telfono a un amigo y

    pronunciarlas con claridad:

    30 Vase el libro ya clsico de Jerry A. F ODOR, The modularity of mind: an essayon faculty psychology, Cambridge, Mass/London, MIT Press, 1983, y las numerosaspublicaciones de Noam Chomsky al respecto.

    31 Resulta ilustrativo para el planteamiento de todos estos problemas el libro de StevenPINKER, El instinto del lenguaje. Cmo crea el lenguaje la mente, Madrid, Alianza Edi-torial, 1995. Puede verse tambin el libro de Lyle JENKINS, Biolinguistics: exploringthe Biology of Language, Cambridge University Press, 2000.

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    Lo ms probable es que su amigo las identifique sin mayor problema, usan-do nicamente la informacin presente en la seal de habla y su conocimien-to del vocabulario y la fonologa del espaol (...). Aun cuando en circunstan-cias ruidosas o degradadas podamos utilizar conocimientos conceptuales deorden superior (e incluso en tales casos no est del todo claro si el conoci-miento altera la percepcin o si tan slo se utiliza para adivinar inteligente-mente aquello que no hemos podido or), nuestro cerebro est diseado paraestrujar hasta la ltima gota de informacin fontica que nos brinda la ondasonora del habla. El sexto sentido que empleamos para percibir el habla esun sentido, algo que nos pone en contacto con el mundo, y no simplementeuna forma de autosugestin32.

    Aplicado este principio a la comprensin de obras literaria indicara quecuando nos enfrentamos a un texto literario estamos usando fundamental-mente y de modo prioritario un mdulo o un dominio muy determinado (eldel lenguaje), con el que pueden colaborar otros mdulos, pero que enprincipio tiene garantizada cierta independencia. El problema es que si plan-teamos la existencia de mdulos o dominios en una versin cerradamentechomskyana tendramos una comprensin puramente sintctica de la len-gua, lo cual dejara de lado gran parte del significado de la literatura, puesuna gramtica entendida en un sentido exclusivamente sintctico choca, entreotras cosas, con la agramaticalidad de muchas de las creaciones literarias.Se impone, por tanto, la necesidad de ampliar la nocin de modularidadpara que, reconociendo la autonoma de procesos como los sintcticos, pueda

    dar cabida tambin a la solucin de otro tipo de problemas como los rela-cionados con el lxico y otros niveles lingsticos. As, algunos defensoresde la modularidad llegan a plantear la existencia de submdulos dentro deun mdulo general del lenguaje33, y es lo que propone Sperber cuandoplantea que los conceptos pueden ser entendidos como micro-mdulos. Estaexpansin de la idea de modularidad, para hacerla efectiva y manejable,nos llevara a la exploracin de unidades de categorizacin mnimas en unapostura muy cercana a las tesis de la gramtica cognitiva. sta, en ltimoextremo, soslaya la discusin sobre la modularidad y, as, Langacker, unode sus fundadores, seala que el que la gramtica tenga un mdulo inde-pendiente o no, no afecta a la teorizacin de la gramtica cognitiva 34. Si-

    32 PINKER, op. cit., pp. 202-203.33 Stephen R. ANDERSON and David W. LIGHTFOOT, The language organ.Linguistics

    as cognitive physiology , Cambridge University Press, 2002: Igualmente encontramosdisociaciones submodulares dentro del rgano del lenguaje que sugieren que la gram-tica tiene sus propios mdulos internos. Smith apunta a disociaciones entre el lxico yel sistema computacional (p. 237. La traduccin es ma).

    34 Ronald W. LANGACKER, Foundations of Cognitive Grammar. Volume I: TheoreticalPrerequisites , Stanford University Press, 1987: El lenguaje es una parte integral de lacognicin humana. Una explicacin de la estructura lingstica debera, por tanto,articularse con lo que se conoce sobre el procesamiento cognitivo en general, indepen-dientemente de si uno postula un mdulo especial del lenguaje (Fodor 1983), o una

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    guiendo esta indicacin, el lenguaje, independientemente de la modularidadde la mente, seguira siendo la puerta de entrada principal al estudio de laliteratura, ya que el lenguaje est ligado y est implicado en los procesoscognitivos bsicos, lo que no nos permitira separar los usos del lenguajeliterario y no literario. Con ello, llegamos a una solucin paralela a la dela existencia de un mdulo del lenguaje independiente, pero una solucindesde luego ms rica, ya que supone que en el lenguaje estn representa-dos los mismos mecanismos cognitivos que permiten la existencia de lacultura y la sociedad en sentido amplio, aunque conservando ciertos nive-les de independencia como muestra el hecho de que seamos capaces de

    aceptar como sintcticamente bien formadas frases carentes de sentidosemntico, o podamos entender oraciones cuyos referentes desconocemos,lo que indica que el lenguaje tiene la capacidad propia de crear mundos yno slo de reflejarlos o expresarlos.

    Este somero repaso de la cuestin de la modularidad de la mente yautonoma del lenguaje nos puede ayudar a arrojar luz sobre el dilema quevengo planteando entre convenciones y no convenciones, ya que seala larelativa independencia entre una comprensin puramente lingstica y unacomprensin en que entraran en juego otros mdulos que afectan al com-portamiento social en general. Creo que Sperber acta correctamente aldistinguir entre mdulos que contienen conceptos intuitivos, es decir, rea-lidades que se producen por relacin con el medio (entre los que estara el

    lenguaje) y mdulos representacionales cuyo carcter es reflexivo, es de-cir, que no arrojan representaciones intuitivas sino representaciones de re-presentaciones. En este caso, las obras literarias seran, en principio, datosprimarios creados por el mdulo del lenguaje a los que se les aplicarametarrepresentaciones de carcter reflexivo que seran, por ejemplo, la ca-racterizacin de gnero.

    En esta lnea Rolf A. Zwaan, aboga por reconvertir el concepto deconvencin, demasiado externalista y demasiado tendente al escepticis-mo, por el de estrategias cognitivas (para distinguirlo de estrategiastextuales) que lo incluye, ya que, como se ha venido demostrando, los

    innata facult de langage. Si tal facultad existe, est, no obstante, incrustada en la matrizpsicolgica general, pues representa la evolucin y fijacin de estructuras que tienen un

    origen menos especializado. Incluso si los esquemas para el lenguaje estn cableadosgenticamente en el organismo humano, su elaboracin para convertirse en un sistemalingstico especfico durante la adquisicin del lenguaje, y su realizacin en cada usode la lengua, dependen claramente de factores experienciales y estn inextricablementeligados a los fenmenos psicolgicos que no son especficamente de carcter lingsti-co. As pues, no tenemos ninguna razn vlida para anticipar una dicotoma tajante entrehabilidad lingstica y otros aspectos del procesamiento cognitivo. En lugar de agarrar-se a cualquier fundamento para afirmar la unicidad e insularidad del lenguaje, debera-mos tratar con ms seriedad de integrar los hallazgos de la lingstica y la psicologacognitiva (pp. 12-13. La traduccin es ma).

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    procesos de comunicacin no son tan convencionales como se crea, sinoque responden a procesos racionales e inferenciales35. El concepto centralen la perspectiva cognitiva de Zwaan es el de sistema de control de lacomprensin literaria ( Literary-comprehension control system):

    Esta unidad de control est pensada para regular el proceso de comprensinliteraria. Puede ser activada por informacin textual, seales contextuales uobjetivos internos. El LCCS es responsable de la literariedad del proceso decomprensin adems de los rasgos textuales. El sistema de control incluyediversos objetivos de los lectores y estrategias cognitivas especficas. Se con-sideraba, adems, que los lectores desarrollaban sistemas especficos de con-

    trol para tipos particulares de discurso a travs de la exposicin a textos deestos tipos (aprendizaje incidental) y de instrucciones explcitas36.

    Lo que se consigue de esta manera es internalizar lo que se considera-ban convenciones de lectura y hacer a stas parte de la maquinaria cognitivaque se pone en marcha al interpretar textos, en definitiva almacenar de formasemntica informacin que en principio poda ser puramente pragmtica.

    4. SEMNTICA Y PRAGMTICA

    Si la cuestin de la modularidad de la mente y la autonoma del len-guaje o no como rgano cognitivo nos abra el campo para el entendimien-

    to de la relacin entre procesamiento lingstico y procesamiento social delos discursos literarios, la cuestin que ahora voy a tratar, la ruptura de lafrontera rgida entre semntica y pragmtica, me parece que engloba ysupera la discusin anterior en tanto que la asimilacin entre semntica ypragmtica supone dar con el lugar de encuentro buscado entre las teorasconvencionalistas y las textualistas, como acabo de apuntar en relacin conla tesis de Zwaan.

    Tradicionalmente se sita la frontera que separa a la semntica de lapragmtica en el conocimiento puramente lingstico frente al conocimien-to enciclopdico, o ms tcnicamente en la capacidad del anlisis para es-tablecer o no las condiciones de verdad lgica de los enunciados. Que estadivisin tajante no se sostiene lo demuestran varios autores, pero me pare-

    ce especialmente interesante comenzar por exponer la postura de los fun-dadores de la teora de la relevancia respecto a la distincin pragmtica/

    35 ZWAAN, op. cit., pg. 15: Probablemente, el papel de las convenciones en elproceso de comprensin literaria no es tan grande como muchos tericos literarios pro-ponen. La comprensin textual se basa en decisiones arbitrarias menos de lo que el usodel trmino convenciones de lectura indica. Parece, por tanto, ms efectivo hablar deestrategias cognitivas (algunas de las cuales pueden estar basadas en convenciones ohaberse convencionalizado) (La traduccin es ma).

    36 ZWAAN, op. cit., p. 141. La traduccin es ma.

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    semntica, ya que parten de una concepcin ms bien tradicional de labarrera entre las dos disciplinas en contradiccin con la doctrina que sedesprende de la aplicacin de su teora. As, el principio de relevancia sepresenta, para empezar, como un procedimiento puramente pragmtico y lateora que parte de l una teora pragmtica de la comunicacin. En estecontexto, la semntica sera un mero input para la pragmtica que, utili-zando mecanismos de inferencia, trabajara con las representaciones queofrece el anlisis semntico de una enunciacin37.

    Sin embargo, es ms que posible que el proceso inferencial se pongaen marcha antes de lo que postulan los tericos de la relevancia y que,

    adems, no sea la piedra de toque del proceso de comunicacin, ya que ladesambiguacin de estructuras sintcticas para producir una representacinsemntica precisa de una interpretacin de los contextos y de las intencio-nes del hablante; la representacin semntica, entonces, no sirve slo deentrada o input para practicar inferencias sobre ella sino que esta represen-tacin puede ser ella misma el producto o output de uno o varios procesosde inferencia38. Es lo que ocurre con los marcadores discursivos y las pa-labras que Diane Blakemore ha estudiado como restricciones semnticassobre la relevancia, es decir, los elementos codificados de la lengua sobrelos que no actan las inferencias, sino que ellos mismos establecen qutipos de inferencias se deben extraer39. De hecho, Sperber y Wilson acabanafirmando que la comunicacin verbal (que produce representaciones

    semnticas, entre otras cosas) no es ms que un elemento dependiente dela comunicacin inferencial que es universal y anterior en el tiempo40. En

    37 Dan SPERBER and Deirdre WILSON, Relevance. Communication and Cognition,Oxford, Blackwell, 1995, p. 175: En primer lugar, la descripcin lingstica de unaenunciacin est determinada por la gramtica, y no vara con los intereses o el puntode vista de los oyentes. En segundo lugar, esta descripcin lingstica arroja un abanicode representaciones semnticas, una por cada sentido de la oracin enunciada. Cada re-presentacin semntica es un esquema, que debe ser completado e integrado en una su-posicin sobre la intencin informativa del hablante, y puede ser tan compleja como elhablante se preocupe de hacerla (La traduccin es ma).

    38 Kavi MAHESH, Kurt P. EISELT and Jennifer K. HOLBROOK, Sentence Processingin Understanding en Understanding Language Understanding. Computational Modelsof Reading, edited by Ashwin Ram and Kenneth Moorman, Cambridge, Mass. / London,MIT, 1999, p. 33: Diversos tipos de conocimiento, tanto especficos de la lengua como

    extra lingsticos, son necesarios para proyectar la oracin de entrada (input sentence)en la representacin de salida (output representation) de su significado, con la resolu-cin de cualquier ambigedad en la proyeccin (La traduccin es ma).

    39 Diane BLAKEMORE, Semantic constraints on relevance, Oxford, Blackwell, 1987;Blakemore, DIANE, Relevance and linguistic meaning: the semantics and pragmatics ofdiscourse markers, Cambridge, Cambridge University, 2002; Mara Antonia MARTNZORRAQUINO y Estrella MONTONLO (coord.), Los marcadores del discurso: teora yanlisis, Madrid, Arco Libros, 1998.

    40 El proceso de comunicacin codificada no es autnomo: est al servicio del pro-ceso inferencial. El proceso inferencial es autnomo: funciona esencialmente de la mis-

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    efecto, una representacin semntica plena no puede darse a no ser quehayan mediado ya procesos de inferencia, como por ejemplo la asignacinde referentes y la desambiguacin. Obsrvese como ejemplo de la necesa-ria interrelacin entre semntica y pragmtica, entre codificacin y proce-sos inferenciales, el hecho de que los lingistas hayan encontrado que lafrase Time flies like arrows tiene ms interpretaciones de las que unopuede pensar. Si todas las interpretaciones puramente lingsticas de estafrase son posibles quiere decir que slo llegamos a la interpretacin co-rrecta porque aplicamos inferencias antes de tener completa la representa-cin semntica de la frase41.

    Diane Blakemore y John Lyons han defendido el paso fluido entre se-mntica y pragmtica en distintas versiones42. Sobre todo la profesoraBlakemore ha mostrado que la teora de la relevancia no nos dice qu in-formacin exacta extraer alguien de un intercambio comunicativo sino quesienta los principios para entender qu conjunto de efectos cognitivos sedarn en una mente dado el grado y cantidad de informacin que se pro-cesa. Se trata, como titula la autora uno de sus libros, de restriccionessemnticas a la relevancia, es decir, elementos semnticos que nos dicenen qu sentido tiene que buscarse la relevancia de una enunciacin. Otrosintentos de romper las barreras entre semntica y pragmtica son los deDucrot43, pero quien ha puesto el acento en ello es la gramtica cognitiva.Al suponer sta la indisoluble interaccin entre el lenguaje y los dems

    procesos cognitivos se deduce que no es posible establecer una clara dis-ma manera tanto si se combina con la comunicacin codificada como si no (aunque enausencia de comunicacin codificada, las realizaciones son por lo general ms pobres)(...). Las representaciones semnticas procedentes de la decodificacin son tiles slocomo fuente de hiptesis y evidencias para el segundo proceso comunicativo, elinferencial. La comunicacin inferencial supone la aplicacin, no de reglas de decodifi-cacin de aplicacin particular, sino de reglas de inferencia de aplicacin general, quese aplican a cualquier informacin conceptualmente representada (pg. 176. La traduc-cin es ma).

    41 Vase Gerry T. M. ALTMANN, La ascensin de Babel. Una incursin en el len-guaje, la mente y el entendimiento, Barcelona, Ariel, 1999, pp. 85-99; y PINKER, op.cit., pp. 229 y ss.

    42 John LYONS, Linguistic Semantics. An Introduction, Cambridge University Press,1995: Por supuesto, hay quienes preferiran referirse a cualquier extensin de este tipo

    como pragmtica ms que semntica. Pero no es una cosa ni la otra. Como hemos vistoen diversas ocasiones, hay muchas maneras diferentes de trazar tales distincionesterminolgicas. El punto de vista que hemos adoptado a lo largo de este libro es que lasemntica lingstica debera ocuparse, en principio, de (todo y solamente) el significa-do en tanto que est codificado en la estructura lxica y gramatical de las lenguas na-turales particulares, independientemente de si es analizable segn las condiciones deverdad o no (p. 342. La trauccin es ma).

    43 Jean-Claude ANSCOMBRE, Oswald DUCROT, La argumentacin en la lengua, in-troduccin de Marta Tordesillas, Madrid, Gredos, 1994; Oswald DUCROT, Decir y nodecir. Principios de semntica lingstica, Barcelona, Anagrama, 1982.

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    tincin entre semntica y pragmtica, entre conocimiento del lenguaje yconocimiento del mundo. Como ha sealado Langacker: La distincin entresemntica y pragmtica (o entre conocimiento lingstico y extralingstico)es en gran medida artificial, y la nica concepcin viable de la semnticalingstica es la que evite tales dicotomas falsas y sea, en consecuencia,enciclopdica por naturaleza44.

    La lingstica cognitiva se basa fundamentalmente en la idea de proto-tipicidad, a partir de los experimentos psicolgicos de Rosch y sus cole-gas, y en los procesos cognitivos que estn detrs de los fenmenos decategorizacin, pues el lenguaje se entiende como un instrumento decategorizacin45. Segn el principio de prototipicidad, la categorizacin nose produce por una asignacin de condiciones o rasgos necesarios y sufi-cientes, sino por la proximidad o lejana a un modelo central que es elprototipo de la categora. Dicho principio puede ser aplicado de manerametaterica y, as, llevndolo a la cuestin de la no diferenciacin entresemntica y pragmtica, tendramos que habra, sin duda, casos prototpicosde conocimiento particularmente lingstico y casos prototpicos de conoci-miento particularmente enciclopdico, pero siempre sin que exista entre ellosuna barrera clara, sino ms bien una frontera fluida y difusa, de maneraque no se pueda separar nunca del todo el plano semntico del pragmtico.Pensemos, por ejemplo, en el caso de asignacin de referentes a un pro-nombre personal (o a los decticos en general). En una conversacin con-

    siderada estndar con dos interlocutores cara a cara (y esto ya es una si-tuacin prototpica) esta asignacin de referentes depender por completodel conocimiento y situacin en el mundo de los interlocutores, es decir,se aplicar yo al participante que habla en cada turno y que est all enpersona; t al que escucha; se asignarn nombres propios a referentesconocidos por ambos individuos; aqu ser el espacio fsico que en esemomento ocupan ambos participantes, etc. Sin embargo, en un texto escri-to la asignacin de referentes no depende en tan gran medida del conoci-miento efectivo del mundo de los participantes, pues en esta situacin (tam-bin prototpica en su categora) no comparten un mismo espacio fsico yni siquiera pueden verse cara a cara, lo que quiere decir que toda la infor-macin que vehiculan los decticos se comprende inicialmente en un nivel

    primordialmente semntico. El pronombre yo ya no se puede asignar aun individuo por el conocimiento del mundo que tiene el lector, sino quequeda como la marca de una descripcin semntica implcita: el que eneste momento asume el papel de hablante (o escritor); y lo mismo pasa

    44 LANGACKER, op. cit, pg. 154. La traduccin es ma.45 Georges KLEIBER, La semntica de los prototipos: Categora y sentido lxico,

    Madrid : Visor Libros, 1995; Dubois, DANILE (ed.), Smantique et cognition. Catgories,prototypes, typicalit, Paris, Centre National de la Recherche Scientifique, 1993; LAKOFF,G., Women, Fire and Dangerous Things . Chicago University Press, 1987.

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    con los dems decticos: aqu indica simplemente el lugar desde el quehabla quien dice yo, pero no se puede determinar por el conocimiento deun lugar fsico exacto. Esto demuestra que de un mismo elemento lings-tico (pronombre, dectico) en un caso tenemos una descripcin prototpica-mente pragmtica y en el otro prototpicamente semntica, pero ninguna esindependiente de la otra, ya que el uso de una expresin referencial de laque no se conoce el referente o de un dectico usado en ausencia, comoocurre en el caso de la escritura, indican que en una situacin hipotticade copresencia el receptor podra reconocer el referente o la indicacinespacio-temporal. Y a la inversa, los decticos no contienen slo informa-cin situacional sino tambin semntica: los pronombres personales de ter-cera persona indican el gnero del referente, por ejemplo46.

    El ejemplo escogido de los pronombres es revelador por lo que toca ala comprensin de la literatura como proceso comunicativo. sta, que seproduce por escrito y en ausencia del emisor, requiere en principio unanlisis prototpicamente semntico de los pronombres y dems decticos,pero ah no se agota el sentido, ya que este nivel semntico, en virtud dela continuidad entre semntica y pragmtica, se presenta como la va deacceso a una interpretacin global del enunciado en que hay que contarcon las interpretaciones pragmticas que interactan con la informacinsemntica plasmada textualmente. As, la interpretacin prototpicamentesemntica del enunciado debe ser contrastada con la informacin, en este

    caso pragmtica, de la situacin real de enunciacin en que ha tenido lugarla produccin del mensaje, es decir, con la situacin real de escritura. Estointroduce un nivel de anlisis que tiene en cuenta el conocimiento delmundo, es decir prototpicamente pragmtico. Sin embargo, est claro queel lector no tiene acceso a la situacin de escritura (que raramente quedarreflejada textualmente). A lo que s tiene acceso es a una imagen prototpicade la situacin de escritura, almacenada de forma semntica en algn otrodominio mental, informacin que es de carcter social. De hecho, cada pocatendr una imagen distinta de esta situacin de escritura y de su protago-nista el poeta, de los motivos que le llevan a escribir, de los temas quees apropiado que trate, etc. As, pues, del viaje de ida y vuelta entre la

    46 Vase a este respecto la distincin que hace John Lyons entre decticos puros e

    impuros, segn sean gestos lingsticos puramente mostrativos o contengan informacinsemntica adicional: La primera (distincin) es entre lo que yo llamo deixis pura e im-pura: entre expresiones cuyo significado puede ser explicado completamente en trminosde la nocin de deixis y expresiones cuyo significado es en parte dectico y en parte no-dectico. Por ejemplo, los pronombres de primera y segunda persona en ingls (y en es-paol), yo y t son puramente decticos: se refieren al agente locutivo y al destinata-rio sin proporcionar informacin adicional sobre ellos (...). Pero los pronom-bres de tercerapersona del singular l, ella y ello son decticos impuros: llevan codificada ladistincin de significado que se asocia tradicionalmente con los trminos masculino, fe-menino y neutro ( Linguistic Semantics, p. 307. La traduccin es ma).

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    informacin ofrecida por las marcas semnticas del texto y la almacenada,y puesta a disposicin en el momento de lectura, de la situacin tpica deescritura surge el sentido de la enunciacin y la posibilidad o no de asig-nar referentes a las expresiones referenciales y decticos, y en qu grado 47.

    Este esquema o marco al que me refiero como situacin de escritura, yque va ms all propiamente de una situacin en sentido estricto, porqueincluye tambin las expectativas que el lector tiene sobre cmo se compor-tan los distintos papeles (escritor, lector) en una situacin comunicativa yqu es dado esperar de ella, es uno de los muchos esquemas que, segnlos psiclogos, nos sirven para orientarnos en el mundo y para saber cmolos individuos se deben comportar en determinadas circunstancias. No son,en definitiva, ms que una manera de categorizar situaciones. La existenciade estos esquemas viene justificada y explicada en la obra clsica de Schanky Abelson y ha sido despus desarrollada por otros autores, sobre todo enel campo de la lingstica del texto48. El trmino esquema se usa comodesignacin general, mientras que marco es denominacin para esque-mas visuales, como habitacin o vivienda, reservndose los trminosde guin o script para esquemas situacionales. El anlisis de este co-nocimiento de situaciones se puede incluir tambin en una teora generalde la accin, ya que se trata de situaciones en que diversos individuos(escritores, lectores) realizan unas actividades de carcter social49. De estamanera, tanto autor como lector actan segn unos marcos de comporta-

    miento que comprometen al autor a dar toda la informacin posible en dichomarco sobre cmo quiere que sea entendida su comunicacin, y garantizanal lector en gran medida que el autor ha plasmado de la mejor manera quesabe y puede sus intenciones comunicativas en la obra, y todo esto sin laposibilidad de correcciones, rectificaciones ni explicaciones fuera del pro-pio texto. Esto est de acuerdo, adems, con lo postulado por la teora dela relevancia que tiene como tesis central que la actuacin racional impelea emisor y a receptor a considerar las intervenciones en un intercambiocomunicativo como totalmente relevantes.

    En el caso de la lrica, la informacin referente a la institucin (de ca-

    47 Para tener una idea ms amplia de la situacin de escritura como entorno prag-mtico de interpretacin literaria puede verse el esclarecedor captulo de Susana Reisz

    VII. Quin habla en el poema?, en su libro Teora y Anlisis del Texto Literario,Buenos Aires, Hachette, 1989, pp. 201-223; y mi tratamiento del tema en el libro cita-do Pragmtica del discurso lrico.

    48 R. C. SCHANK y R. P. ABELSON, Scripts, plans, goals and understanding. Aninquiry into human knowledge structures, New Jersey, Lawrence Erlbaum Associates,1977. Vase tambin Manuel DE VEGA, op. cit., p. 399.

    49 Recurdese que la teora emprica de la literatura propugnada por Schmidt y suscolegas es al fin y al cabo una teora de la accin social. Siegfried J. SCHMIDT, Funda-mentos de la ciencia emprica de la literatura. El mbito de actuacin social literatura,Madrid, Taurus, 1990.

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    rcter semntico y almacenada como esquema de produccin) ofrece uncontenido que vara con la poca histrica y que por eso no me detendrahora a explicitar, pero que se puede resumir en el hecho de que el emisores un poeta (del que sabremos ms o menos por la historia literaria), queeste poeta responder a una imagen prototpica segn la poca, que produ-cir una obra breve generalmente en verso en la que hablar de una seriede temas cuyas posibilidades estn tambin mediadas histricamente. De ahque cuando algo rompe esa imagen prototpica no deja de ser sealado enel propio texto o sus aledaos como mximamente informativo y chocante.Por poner un caso extremo, la imagen del escritor en el momento de pro-ducir su texto en el plano material no puede haber cambiado mucho a lolargo de la historia: se supone, en esta imagen tpica, que el autor est ensoledad (o por lo menos aislado de personas que lo distraigan) generalmen-te sentado ante una mesa o pupitre y escribe sobre un papel en blanco a laluz natural o artificial. Si en algn caso algo no concuerda con esta imagense har notar en seguida. As tenemos dos poetas que confiesan, uno en supropio texto y otro fuera de l, haber escrito versos montados a caballo: elduque de Aquitania, el primer trovador del que tenemos noticia, y WilliamWordsworth50. Pessoa dice haber escrito los poemas de Alberto Caeiro deuna tirada de pie sobre una cmoda51, y aqu no extraa tanto el hecho deescribir de pie (en lugar de sentado) como el que la produccin materialdel texto se produzca sin interrupciones y sin correcciones, cuando se trata

    de una coleccin relativamente extensa de poemas. Por ltimo, en el Retra-to del artista adolescente Joyce introduce una descripcin de cmo Stephencompone unos versos, y lo hace porque se trata de una situacin que sesale de lo esperado: la inspiracin coge a Stephen en la cama, no encuentrapapel, y se ve obligado a escribir en el cartn de la cajetilla de tabaco, conlo cual se crea tambin una tensin y un contraste entre el mundo ideal dela inspiracin y el tosco material sobre el que se plasma: se puso a copiarcon letra menudita y pulcra sobre la spera superficie de la cartulina las

    50 El duque de Aquitania no slo dice haber escrito su verso a caballo sino inclusomientras dorma: vase Martn DE RIQUER, Los Trovadores. Historia literaria y textos,Barcelona, Planeta, 1975, pp. 113-117. En cuanto al poema de Wordsworth, la referenciaaparece en Dorothy WORDSWORTH, The Grasmere and Alfoxden Journals, Oxford Uni-

    versity Press, 2002, pgs. 88-89: Justo al llegar a un Pozo o a un Hoyo que hay en elParque de Lord Darlington William empez a escribir ese poema de la Lucirnaga nopudiendo cabalgar a paso largo (...). Lo acab ms o menos a dos millas y media pasadoStaindrop no sinti el trote del caballo mientras escriba pero cuando haba acabadosinti su efecto y tena los dedos fros dentro de los guantes (La traduccin es ma).

    51 Carta de Fernando a Pessoa a Adolfo Casais Monteiro, sobre la gnesis de losHeternimos en Fernando PESSOA, Obra Potica. Tomo I, Barcelona, Ediciones 29,1990, pp. 319-329. La cita en concreto corresponde a la pgina 324: Un da en quefinalmente haba desistido fue el 8 de marzo de 1914 me acerqu a una cmodaalta y, tomando un papel, empec a escribir, de pie, como escribo siempre que puedo.

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    estrofas de su villanela52. Para tener una idea cabal de la variabilidad his-trica en la concepcin de esta situacin de escritura en sentido amplio, serapreciso rastrear a lo largo de las pocas los textos donde la literatura se hapreocupado de mostrar el momento de la creacin53.

    En definitiva, lo que tenemos como imagen prototpica de escritura esel trasfondo pragmtico de la comunicacin que debemos conjugar con lainformacin semntica transmitida por el texto. O dicho de otra manera, loque tenemos que poner en paralelo son dos escenas, la que prototpicamentecorresponde al conocimiento del mundo del acto de escritura y la que nostransmiten, a travs de la prototipicidad puramente semntica, las marcastextuales. De ah que la literatura sea un lugar privilegiado para mostraresa fluidez entre pragmtica y semntica, pues ninguna de estas dos esce-nas es independiente de la otra. Y precisamente es la idea de escena laque seala Langacker como modo de comprensin de una enunciacin: Lagramtica (como el lxico) incorpora la imaginera (imagery) convencio-nal. Con esto quiero decir que da estructura a una escena de una maneraparticular con vistas a su expresin lingstica, poniendo de relieve ciertosaspectos de ella a costa de otros, observndola desde cierta perspectiva, oconstruyndola en trminos de determinada metfora54. Un poema puedeconsiderarse como una escena extendida de este tipo.

    Lo que se nos presenta, pues, siempre que accedemos a una enuncia-cin lingstica es una escena en la que unos actores hacen o les ocurre

    algo en un escenario. Este escenario, como en el teatro, ya est formadoantes de que lleguemos nosotros lectores a asistir a la obra55. Un mecanis-mo cognitivo est programado, como una plantilla vaca, para que espere-mos la aparicin de alguien que dice algo a uno o varios interlocutoresrespecto a un tema en unas circunstancias concretas. La semntica de la

    52 James JOYCE, Retrato del artista adolescente, Barcelona, Lumen, 1986, p. 260.53 Resulta ilustrativo consultar a este respecto el libro de Alejandro Duque AMUSCO

    (ed.), Cmo se hace un poema. El testimonio de 52 poetas , Barcelona / Valencia, Elciervo / Pre-textos, 2002, producto de una encuesta que durante aos realiz la revistaEl ciervo pidiendo a autores de diversas generaciones que explicaran el proceso de crea-cin de alguno de sus poemas. De entre los 52 poetas elegidos apenas media docenahablan del acto material de escribir, y aun estos reflejan en general una imagenprototpica de escritura, como es el caso de Elena Martn Vivaldi. Y es que esta ima-

    gen es tan tpica que la dan por descontada. Los encuestados, de hecho, entienden lapregunta en el sentido de que se les pide que expliciten motivaciones concretas paraescribir el poema, reflexiones que acompaaron a su nacimiento, planteamientos depotica, intenciones comunicativas, problemas de planteamientos tcnicos, el problemade la inspiracin, y cosas de este tipo. Slo Enrique Badosa sale con una afirmacinsorpresiva, una vez que ha desentraado el proceso creativo: Ah. La mayor parte demis poemas los he escrito caminando incluso por las calles de la ciudad (p. 69).

    54 LANGACKER, op. cit., p. 39. La traduccin es ma.55 Gilles FAUCONNIER, Espaces mentaux. Aspects de la construction du sens dans

    les langues naturelles, Paris, Minuit, 1984.

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    obra ser la que nos indicar cmo se llena esa plantilla, es decir: quinformacin debemos procesar y en qu grado, y de ello surgir el efectoque la comunicacin quiera producir en nosotros. As, pues, tenemos queimaginarnos nuestro acercamiento a la obra literaria como una serie dehuecos informativos que debemos llenar con la informacin semntica quenos proporciona el texto, y de ese llenado y contraste con nuestras expec-tativas surgir la interpretacin pragmtica, o mejor dicho, la intepretacinpragmtica es ya esa forma de llenar los huecos a partir de la informacinsemntica del texto. De una manera un tanto provisional, podemos decirque estos huecos corresponden a los participantes en la comunicacin: quinhabla, a quin se habla y de quin se habla; al lugar y al tiempo en que sedesarrolla la comunicacin con toda la informacin contextual que sea ne-cesaria para su procesamiento, y al tema del que se habla (tema en el sen-tido lingstico, a partir de qu se habla, y no significado de la obra).Las posibilidades significativas surgen de las distintas maneras de llenarestos huecos, pues pueden darse los siguientes casos:

    1) que se queden vacos, es decir que la informacin semntica qued el texto con respecto a las personas o los lugares o tiempos seacero (no aparece un yo o un t o un aqu explcitos en el tex-to). La eliminacin de toda marca indica el grado mximo de abs-traccin en la enunciacin. Se intenta as que las expectativas del

    lector no tengan ningn apoyo en marcas semnticas del texto. Msque de vaco se puede hablar en realidad, en este caso, de plas-maciones negativas, pues no se puede soslayar la existencia de unemisor dirigindose a un receptor, desde el momento en que asisti-mos a un acto comunicativo;

    2) que los huecos se llenen slo con un trmino dectico (yo, t,aqu) sin ms especificacin. En este caso estamos ante el nivelmnimo de informacin requerido por el acto comunicativo. Lanegativa a identificar los papeles o elementos situacionales de ma-nera ms extensa hace que por defecto se interpreten estos decticoscomo correspondientes al prototipo de la escritura: yo es el escri-tor, t el lector, aqu el lugar desde el que se escribe, sean cua-les sean las identidades reales de estas entidades. No obstante sonmuy raros los casos de aparicin de puros decticos, pues siemprehabr informacin semntica en el texto que arroje alguna descrip-cin de estos elementos. Como veamos antes en la distincin quehace Lyons entre deixis pura e impura, los pronombres mismoscontienen en ocasiones informacin de carcter semntico y nopuramente mostrativa;

    3) que se llenen con un nombre propio, lo cual establece o presupone,segn los casos, un conocimiento no puramente lingstico compar-

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    tido con el lector. Es el nivel en que comienza a haber informa-cin en sentido estricto. Decir yo puede incluir a cualquiera, peroidentificar a alguien con un nombre propio significa referirse a unapersona concreta (sea conocida o no por el lector) y significa sobretodo que las expectativas abstractas pueden empezar a cotejarse conla informacin semntica;

    4) que se llenen con una descripcin ms o menos amplia (el enamo-rado, la amada, el guerrero, el hombre corriente...). Constituye uncaso intermedio entre el uso del dectico y del nombre propio, puesuna descripcin incluye algo de la abstraccin del dectico (aqu ex-presado en forma de tipicidad) y simultneamente algo de la infor-macin del nombre propio (sin llegar a la identificacin total).

    En otro nivel, tenemos la informacin explcita que se da en forma demarcadores discursivos que indican cmo debemos leer el texto: como unacancin, como poesa, como un ruego, etc. Incluso la informacin puedevenir dada por las inferencias semnticas que se hagan dentro del texto.Por ejemplo, el que habla puede ser definido como pastor o noble porel tipo de lxico o el dialecto que emplea.

    Veamos un ejemplo prctico de cmo produce significado el procesa-miento de esta informacin, y para ello tomo el soneto de Gngora, ACrdoba. El dectico fundamental yo, que organiza todas las relaciones,

    aparece de manera explcita y se acompaa, adems, de una descripcin:se nos dice que es de la ciudad que alaba y que est lejos de ella. El hechode que alguien alabe su propia ciudad no deja de ser tpico y de tratarsede una relacin normal. Lo que particularizara el caso es que el yo dierael nombre propio de la ciudad para que como tal fuera reconocida por ellector. Sin embargo, esta ciudad nunca es identificada ni nombrada (excep-to en el ttulo, que no nos sirve por ser marca paratextual), sino que apa-rece a su vez descrita en sus elementos dignos de alabanza. Esta largaperfrasis no destaca, sin embargo, ms que los elementos tpicos que ha-bitualmente recomiendan los tratados retricos de la poca para la alaban-za de ciudades, con lo cual se pretende seguir manteniendo el carcter t-pico y abstracto de la relacin yo, que aora su ciudad-alabanza de laciudad. No obstante, se intenta una identificacin al referirse al ro que laatraviesa como gran rey de Andaluca, donde de nuevo se est evitandoel nombre propio (Guadalquivir), pero esta vez no en un sentido tpico, yaque el autor introduce una novedad y una ruptura de lo prototpico al ha-cer que el ro sea rey (aprovechando adems una paronomasia) y queadems sus arenas no sean de oro, como se espera de las alabanzas de ros,lo que nos lleva a un plano ms cercano y ms realista, a algo perfecta-mente definido en la mente del hablante, pero cuya identificacin final seniega al lector. Como la identificacin del lugar redunda en la identifica-

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    cin del yo cuya descripcin incluye el ser nacido en la ciudad en cues-tin, lo que hace Gngora, en cuanto escritor, es jugar a identificarse y ano identificarse, a poner en primer plano (y este es un concepto importan-te en el marco de la gramtica cognitiva) la relacin del hablante (cual-quier hablante) con su ciudad natal de la que est ausente y no tanto larelacin del hablante potico con el yo real identificado de Gngora. Enel mismo sentido va el hecho de que el poeta elija (para el papel del t)como interlocutora a la propia ciudad y no una entidad que de manera mstpica se esperara desde un punto de vista comunicativo: una persona, yen particular el lector que es a quien va dirigida en realidad la alabanza.Ello refuerza la idea de poner en primer plano la relacin hablante-ciu-dad frente a la ms personalista autor-receptor, adems de generar unespacio poco tpico de comunicacin, que se recoge tradicionalmente bajola denominacin de la figura del apstrofe. Y lo mismo se puede decir dela informacin por lo que respecta a la situacin espacio-temporal de laenunciacin. No hay ningn aqu y ahora explcitos, lo que redunda enel carcter abstracto y universal de la relacin hablante-ciudad; y slo ellugar de contraste Granada viene bien identificado por ser la nica ciu-dad que atraviesan el Genil y el Darro. En definitiva, la caracterizacinnegativa del lugar desde el que se habla: no es Granada ni es Crdoba,crea muy efectivamente el lugar y el tiempo de la ausencia desde el que sepuede enunciar la aoranza como sentimiento universal.

    Esta manera de enfocar la interpretacin potica como los distintosmodos de procesamiento de la informacin que se nos da nos ofrece unaperspectiva nueva y posiblemente ms completa sobre algunas tcnicas li-terarias concretas. No me referir aqu a la metfora, pues ya se ha sea-lado la cantidad de estudios que hay sobre ella, pero s quiero llamar laatencin sobre otras tcnicas como la perfrasis, que hay que plantear comoun fenmeno de categorizacin, lo mismo que las formulaciones fosilizadas,que se convierten en tpicos poticos, y que podan plantearse como casosde gramaticalizacin (otro de los elementos fundamentales en la gramticacognitiva56) en la gramtica particular de los discursos poticos de unapoca. Por ejemplo, en la cancin de Gngora Qu de invidiosos monteslevantados!, en su cuarta estrofa nos encontramos con una serie de met-

    foras fosilizadas que comparan a la amada con Venus y al amante con Marteo Adonis:

    Tarde batiste la invidiosa pluma,que en sabrosa fatiga

    vieras (muerta la voz, suelto el cabello)

    56 Bernd HEINE,Ulrike CLAUDI and Friederike HNNEMEYER, Grammaticalization. Aconceptual framework, Chicago/London, University of Chicago, 1991; Paul J. HOPPER,Elizabeth CLOSS TRAUGOTT, Grammaticalization , Cambridge University Press, 1993.

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    la blanca hija de la blanca espuma,no s si en brazos diga

    de un fiero Marte, o de un Adonis bello (...); 57

    Todos estos trminos mitolgicos se han gramaticalizado poticamentepara referirse, en un sentido hiperblico, a tipos de personas: una mujerbella, un joven bello o un hombre valiente. La gramaticalizacin en estesentido es un proceso paralelo a lo que ocurre en el lenguaje diario, y loque se plantea en poesa, a la luz de una perspectiva cognitiva, es cmo seha producido esa gramaticalizacin y las distintas implicaciones en el sig-

    nificado que tiene el uso de una figura gramaticalizada o su correspondientedescripcin extensa.No voy a entrar a tratar el problema de cmo se ha creado la grama-

    ticalizacin de estos trminos porque se trata de ejemplos sencillos de an-tonomasia, pero s me interesa aqu destacar cmo acta Gngora en suuso particular en este caso. Para empezar, si alguien no conociera la equi-valencia entre Venus y mujer bella se le podra explicar, como se haceen el lenguaje diario cuando alguien desconoce el significado de una pala-bra. Es una operacin que consiste simplemente en aplicar un significadosocial a un trmino. Ahora bien, una vez que la equivalencia ha sido esta-blecida, cmo acta el emisor? En primer lugar, Gngora no dice Ve-nus sino que usa una perfrasis: la blanca hija de la blanca espuma,con lo cual aprovecha, a la vez que rompe, la gramaticalizacin, pues el

    poeta obliga al lector a fijarse en uno de los atributos de Venus y a resal-tarlo: su blancura, deshaciendo as el automatismo de la asignacin Ve-nus-belleza. Pero hay ms, porque el lector que no conozca el mito quehay debajo de esta nominacin podr representarse simplemente la blancahija de la blanca espuma como un ser sin identificar y que posee unablancura hiperblica, adems de la connotacin de suavidad que lleva eltrmino espuma. Su conocimiento meramente lingstico servira a losfines comunicativos, y lo que estara haciendo al fin y al cabo, y sin sa-berlo, sera reconstruir la etimologa original de Afrodita (nacida de laespuma). Igualmente, conocer la relacin que Venus tuvo con Marte y conAdonis es una explicacin externa que se debe dar al lector no ducho enmitologa. Pero incluso falto de esa explicacin, el hecho de que la bella y

    blanca dama se una a un hombre joven y bello o a un aguerrido guerrerono deja de tener su sentido en s mismo, independientemente de que existauna historia mitolgica que lo justifique. Se puede decir, incluso, que elnacimiento de la historia mitolgica aprovecha esa situacin razonable ytpica. Lo que no puede pasar inadvertido al lector es que una sola persona(el amante masculino) sea asimilado a dos identidades: Marte y Adonis, y

    57 Cito por Luis DE GNGORA, Obras Completas, I, Madrid, Fundacin Jos Anto-nio de Castro, 2000, nm. 119 (pp. 182-183).

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