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Comenzando por dar cuenta del cinismo como identidad histórica de nuestro tiempo,este ensayo presenta una conceptualización global pero sintética del triple fundamento que origina la mundiali- zación de la pobreza —esto es, la configuración neoliberal, la derrota de los monopolios defen- sivos que detentaron los Estados del Segundo y Tercer Mundos y la dinámica con la que la revo- lución tecnológica en curso apuntala el poder planetario— para, frente a este escenario, realizar un balance panorámico desde el cual puedan valorarse los decisivos alcances de Ampliar la mirada —la obra con la que Julio Boltvinik realiza su mayor contribución al debate internacional de fron- tera sobre la pobreza—, que tiene en los principios de la totalidad, la transdisciplinariedad, la economía moral y la autodeterminación nacional, la plataforma de toda una concepción iconoclas- ta que permite pensar la pobreza en clave de valor de uso. PALABRAS CLAVE: mundialización, pobreza, cinismo, florecimiento humano By presenting cynicism as an historical identity of present times, this paper conceptualizes, in a glo- bal yet synthetic manner, the triple foundation that originates the globalization of poverty —that is: the neoliberal configuration, the defeat of the defensive monopolies held by the States of the Second and Third Worlds and the dynamic with which the technological revolution strengthens global power— in order to realize a comprehensive assessment from which we can evaluate the decisive contributions of Julio Boltvinik’s Ampliar la mirada, his biggest contribution to the interna- tional debate about poverty.This work is an iconoclastic view,build upon the principles of totality, transdisciplinarian thought, moral economy and national self-determination, that allows the con- ceptualization of poverty as use-value. KEY WORDS: globalization, poverty, cynicism, human flourishing LUIS ARIZMENDI: Centro de Investigaciones Económicas, Administrativas y Sociales, Instituto Politécnico Nacional, México-Distrito Federal [email protected] Desacatos, núm. 23, enero-abril 2007, pp. 101-124. Recepción: 22 de septiembre de 2006 / Aceptación: 24 de octubre de 2006 El florecimiento humano como mirador iconoclasta ante la mundialización de la pobreza Luis Arizmendi

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Comenzando por dar cuenta del cinismo como identidad histórica de nuestro tiempo, este ensayopresenta una conceptualización global pero sintética del triple fundamento que origina la mundiali-zación de la pobreza —esto es, la configuración neoliberal, la derrota de los monopolios defen-sivos que detentaron los Estados del Segundo y Tercer Mundos y la dinámica con la que la revo-lución tecnológica en curso apuntala el poder planetario— para, frente a este escenario, realizarun balance panorámico desde el cual puedan valorarse los decisivos alcances de Ampliar la mirada—la obra con la que Julio Boltvinik realiza su mayor contribución al debate internacional de fron-tera sobre la pobreza—, que tiene en los principios de la totalidad, la transdisciplinariedad, laeconomía moral y la autodeterminación nacional, la plataforma de toda una concepción iconoclas-ta que permite pensar la pobreza en clave de valor de uso.

PALABRAS CLAVE: mundialización, pobreza, cinismo, florecimiento humano

By presenting cynicism as an historical identity of present times, this paper conceptualizes, in a glo-bal yet synthetic manner, the triple foundation that originates the globalization of poverty —thatis: the neoliberal configuration, the defeat of the defensive monopolies held by the States of theSecond and Third Worlds and the dynamic with which the technological revolution strengthensglobal power— in order to realize a comprehensive assessment from which we can evaluate thedecisive contributions of Julio Boltvinik’s Ampliar la mirada, his biggest contribution to the interna-tional debate about poverty.This work is an iconoclastic view, build upon the principles of totality,transdisciplinarian thought, moral economy and national self-determination, that allows the con-ceptualization of poverty as use-value.

KEY WORDS: globalization, poverty, cynicism, human flourishing

LUIS ARIZMENDI: Centro de Investigaciones Económicas, Administrativas y Sociales,Instituto Politécnico Nacional, México-Distrito Federal

[email protected]

Desacatos, núm. 23, enero-abril 2007, pp. 101-124.Recepción: 22 de septiembre de 2006 / Aceptación: 24 de octubre de 2006

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El florecimiento humano como mirador iconoclasta

ante la mundialización de la pobreza

Luis Arizmendi

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A diferencia de otros campos, donde los fe-nómenos estudiados y medidos son moral-mente neutros […], en el caso de la pobrezainterviene inevitablemente una dimensiónmoral […] Al establecer el umbral de la po-breza, las personas y las instituciones se re-tratan de cuerpo entero […] Cuando el Ban-co Mundial define un dólar por persona aldía como umbral o línea de pobreza estámostrando su concepción del ser humano alreducirlo a la categoría de animal no huma-no, ya que, en efecto, ese ingreso alcanzaría,en el mejor de los casos, para mal alimentara una persona, quedando todas las demás ne-cesidades insatisfechas. Así, al sostener implí-cita, pero brutalmente, que los seres huma-nos sólo tienen derecho a la alimentación, elBanco Mundial niega todos los demás dere-chos sociales. Algo similar, aunque no tan ex-tremo, podemos decir de la CEPAL y del go-bierno de México. Muchos economistas (yno economistas), particularmente los neoli-berales, tienen la misma actitud de desprecioa los derechos de la mayoría.

Julio Boltvinik

I. POBREZA Y CINISMO EN LA MUNDIALIZACIÓN CAPITALISTA CONTEMPORÁNEA

N unca como ahora en la historia de la moder-nidad se había presentado tan polarizado elprofundo contraste y la contradicción radical

que define una época como la nuestra: con la actual re-volución tecnológica —la cuarta en la historia de la mun-dialización capitalista— cruzamos por el progreso his-tóricamente más avanzado de la técnica planetaria y, sinembargo, a la vez, la depredación del proceso de repro-ducción social en el planeta ha llegado a su mayor medi-da geohistórica. La escasez y, como una de las modalidadesradicales de ella, la pobreza social —que esa estructuratécnica perfectamente podría superar y desactivar—, le-jos de estar siendo rebasada se encuentra siendo llevadaartificial y agresivamente a una escala previamente iné-dita. La tercera gran crisis en el desarrollo del capitalismo

moderno —la de mayores dimensiones geoeconómicas,ya que, a diferencia de la primera gran crisis (1870-1890)que fue de alcances exclusivamente continentales, puesafectó tan sólo a Europa Occidental, y de la segunda grancrisis (1929-1944), que fue de alcances más amplios peroapenas intercontinentales, ya que impactó además de Eu-ropa y Estados Unidos a ciertos países asiáticos comoJapón, ha constituido la única crisis de alcances propia-mente mundializados—, y junto a ella, de modo decisivo,los mecanismos de contratendencia que el capitalismoimplementó para contrarrestarla y apuntalar su poderplanetario, es decir, la configuración neoliberal del Estado,la derrota con el “libre comercio” de los monopolios defensi-vos que edificaron tanto el Tercer como el Segundo Mun-dos el siglo pasado y la revolución tecnológica de nuestrotiempo —que está llevando más lejos el desarrollo de lasubordinación capitalista del proceso de trabajo—, con-forman los dispositivos que, a contrapelo de lo que tantoafirma el discurso de la globalización, están marcando lafase actual de la mundialización capitalista como una eraque tiene como una de sus peculiaridades históricas justola mundialización de la pobreza.

De ahí que, a diferencia de las décadas de los sesenta ylos setenta del siglo XX —o, dicho más propiamente, delperiodo de auge de posguerra— en las que la pobreza,aunque se discutió, nunca estuvo incorporada en la agen-da de prioridades estratégicas de los organismos interna-cionales, a partir de los ochenta y ampliamente desde losnoventa, sucede un giro determinado por la asunción dela pobreza mundial como prioridad estratégica en la agen-da de estos organismos. Ante todo en el caso del BancoMundial, esta asunción, lejos de responder a un compro-miso genuino con el “humanismo” o el “progreso social”del sistema de naciones, más bien proyecta una necesidadhistórica de la fase actual de la mundialización capitalistaque, después de haber golpeado y erosionado profunda-mente el proceso de reproducción de la sociedad plane-taria, no ha tenido más opción que reconocer y encararla pobreza como factor potencialmente desestabilizadordel rapport de forces de la “sociedad global”1.

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1 Aunque pueden encontrase bosquejos del debate sobre la pobrezainternacional a principios de la década de los setenta, como en la Con-

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En este escenario histórico, descifrar el sentido estra-tégico de los programas oficiales de “lucha contra la po-breza” exige reconocerlos no como polo opuesto a la con-figuración neoliberal del capitalismo contemporáneo,sino, más bien, como su necesario polo complementario.Se encuentran diseñados para enfrentar la agudización yexpansión de la pobreza extrema en el orbe no buscandoimpulsar toda una visión y acción política que permitansacar eficazmente a los sujetos que la padecen de ese es-tado de escasez radical, sino contenerlos estratégicamen-te. De lo que se trata es de imprimirle a la correlaciónmundializada de fuerzas sociales una configuración queneutralice los potenciales riesgos de inestabilidad que lapobreza extrema acarrea en nuestro tiempo, lo que fre-cuentemente tiende a convertir los programas de “com-bate a la pobreza” en programas de “control” o “combatecontra los pobres”2.

En este sentido, la línea o el umbral de pobreza extre-ma que traza el Banco Mundial no responde simplemen-te al menoscabo de la auténtica magnitud de la pobreza

internacional en nuestra época. Verlo así bloquearía cap-tar su efectividad estratégica3. Sin dejar de cumplir esafunción, va más lejos, puesto que permite explorar y re-conocer aquellos puntos del proceso de reproducción so-cial planetarizado en los que se ha llegado a una situaciónlímite, esto es, en los que la amenaza de muerte adquiereun carácter inminente porque ya ni la sobrevivencia pu-ramente animal o no humana es viable ni sostenible parael ser humano.

4 ferencia de Estocolmo (1972) —plataforma en la creación del Progra-ma de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA)—, quetiene la peculiaridad de que concibe la pobreza como la principalfuente causal de la crisis ecológica contemporánea, y que ulteriormen-te, en el inicio de los ochenta, se abren espacios desde la ONU, de entra-da por UNICEF y luego especialmente por el PNUD, para la gestación derelevantes estudios internacionales tanto en torno a la conceptualiza-ción como a la medición de la pobreza, sin embargo, el intenso reavi-vamiento del debate sobre ésta sucede hasta que, como producto de losefectos desplegados por el neoliberalismo, el Banco Mundial se ve obli-gado a reconocerla como un problema prioritario en su Informe sobredesarrollo mundial 1990. Este constituye, precisamente, el punto histó-rico específico de partida de la asunción, en la fase actual de la mundia-lización capitalista, de la pobreza como objeto de una acción estratégica.2 Resaltando este efecto, John Toye —investigador de la Universidad deOxford— apunta: “hay que reconocer que, en los hechos, pocas veceslas políticas contra la pobreza son expresión de un impulso puramentehumanitario”, ya que existen “ciertas condiciones comunes catalizado-ras de la acción del Estado para reducir [algún aspecto] de la pobreza.Ellas son […] la amenaza potencial que representan los pobres, por logeneral, en términos de desorden social, y la idea de que el Estado pue-de modificar la situación […] La preocupación actual en Francia, y enla Unión Europea, respecto a la exclusión social tiene su punto de par-tida en la selectividad social que aún persiste en los Estados benefac-tores europeos […] El incremento en el número de desempleados delargo plazo, indigentes, desviados y desadaptados sociales, y jóvenes pro-venientes de familias disueltas amenaza el orden social en los subur-bios pobres. Se espera que este riesgo crezca con los cambios estruc-turales en la economía y los recortes del Estado de Bienestar” (Toye,2004: 80-81).

Panamá, Panamá, 1965.

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3 Aunque sugerente porque muestra la incoherencia interna conteni-da en la concepción de la línea de pobreza extrema trazada por elBanco Mundial —que, por un lado, reconoce que no basta “un nivelmínimo de nutrición” para evaluar la pobreza, y por tanto, que deberíaconsiderarse “el costo que implica participar en la vida cotidiana de lasociedad”, pero, por otro, desecha absolutamente este costo descali-ficándolo como “subjetivo”—, no obstante, la crítica de un especialistatan importante como David Gordon —director del Centro Towsendpara la Investigación Internacional sobre Pobreza— revela un hiato pro-fundo cuando señala: “Resulta por demás oscuro qué significa la líneade pobreza del Banco Mundial”.

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Precisamente eso es lo que significa definir el umbralde la pobreza extrema con el criterio del ingreso de un dó-lar diario. Cuando la mirada se niega a quedar entram-pada en el formalismo insensible pero también insensi-bilizador de esta medición e inspecciona el contenidohistórico que la determina, puede descubrir que con ellael Banco Mundial introduce una concepción doblementeunidimensionalizada de la pobreza: primero, porque bo-rra o sencillamente ignora todo el amplio conjunto delsistema social de necesidades, reduciendo la pobreza glo-bal exclusivamente a pobreza alimentaria; y, luego, por-que pasa por alto hasta los medios de subsistencia másbásicos requeridos para realizar la alimentación, reducien-do unilateralmente la pobreza alimentaria a adquisiciónde alimentos no cocinados. Así, el umbral o la línea depobreza extrema trazada por el Banco Mundial sólo re-conoce esta clasificación a un grupo humano si ni si-quiera puede adquirir alimentos crudos.

Debajo del discurso “light” que regularmente esgrimeel Banco Mundial —presentando la globalización actualcomo plataforma del progreso mundializado—, la re-velación que trae consigo esta perspectiva histórico-política tácita o implícita pero innegable es, sin duda,ominosa o —como dice Julio Boltvinik— “brutal”: la“sociedad global” de ningún modo puede ni debe asu-mir ofrecer acceso al bienestar a las mayorías, tiene queadmitir como inevitable un desdoblamiento y una po-larización radical y, en todo caso, pretendiendo hacermanejables los conflictos que esa polarización genera, ga-rantizar a los excluidos exclusivamente el derecho a la so-brevivencia puramente física o animal.

Cuando se va más allá del insensible formalismo de es-ta línea de pobreza extrema —en la que el monto mo-netario que la define no revela directamente el contenidoreal que la caracteriza— y se escudriña en su significa-do de fondo como modo de administración del procesode reproducción social en el planeta, puede reconocerse,entonces, que el mirador del Banco Mundial sintetiza oexpresa la identidad histórica de una nueva fase de lamundialización capitalista: la fase actual que tiene su es-pecificidad precisamente por ser una mundialización ca-pitalista cínica.

Cínica —en contraste con la forma liberal que activaal “Estado de Bienestar” como contrapeso ante la des-tructividad económica inmanente a la acumulación delcapital— es una configuración histórica del capitalismoque, dejando atrás la promesa que había sostenido en lamodernización de la técnica planetaria en su fase previa,es decir, la pretensión de que traería consigo la abundan-cia para la sociedad en su conjunto, admite sin vacilacio-nes sus efectos depredatorios contra el proceso de repro-ducción social y se formula su funcionalización opresiva(Bolívar Echeverría, 1995: 39-40). Dicho de otro modo,cínica es una forma histórica de la modernidad capitalis-ta que parte de la asunción irrenunciable de que el mer-cado define los muertos y que, sobre ella, se plantea có-mo imprimir a su destructividad por principio una formaútil y manejable.

En consecuencia, podría decirse que, como expresiónde la necesaria reconfiguración del Estado que requierela forma cínica del capitalismo, con su abierto elogio al

Secretaría de Educación Pública, ciudad de México, 1958.

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laissez faire laissez passer, con su firme rechazo al ejerci-cio de toda soberanía política, no sólo del sujeto socialsino del Estado —que no desactiva sino reconfigura laintervención del Estado en la economía dotándolo deuna configuración específicamente autoritaria, esto es, quedebilitando sobremanera su función como neutraliza-dor de los antagonismos clasistas se torna funcional altraslado de toda la toma de decisiones al libre juego defuerzas del mercado mundial, lo que no significa otra co-sa más que el traslado autoritario de la máxima autoridadal capital y sus grupos de poder de mayor jerarquía (Hork-heimer, 2006)—, es justo el Estado neoliberal —que, enverdad, va en sentido inverso a los principios originalesdel liberalismo4— el más nítido representante del capi-talismo cínico5.

Después del Banco Mundial, en mayor o menor me-dida pero articulados con él, son el grueso de los Estadoscontemporáneos en Occidente los que mejor proyectanel vuelco histórico que el capitalismo le ha dado a suspolíticas económicas a partir de su configuración cínica.Como afirma Bolívar Echeverría:

Desde hace un buen tiempo “la intervención estatal” aban-donó las veleidades keynesianas que le llevaron a creer que“hacía la historia”, que podía al menos adelantarse a la mar-cha del proceso económico para prepararle el camino […]La política económica de los Estados occidentales ha dadoun giro histórico que ha cambiado diametralmente su sen-tido. De administradora de la abundancia posible, es decir,de la promesa inscrita en el progreso de las fuerzas pro-ductivas, ha pasado a ser —en curiosa similitud con épo-cas premodernas— la administradora de una escasez ine-vitable, el dispositivo que transmite la presencia imperiosade ésta hacia el cuerpo social, la instancia que media suinteriorización en las relaciones sociales de convivencia(1995: 40-41).

Sin embargo, pese a su cinismo histórico o, mejor di-cho, precisamente debido a él, con el objetivo de alcanzarcierto consenso los Estados neoliberales lo recubren es-condiéndolo bajo el ropaje de lo que puede denominar-se el mito de la globalización. Un mito que —como todomito— invierte la dinámica histórica en curso proyec-tando la globalización no como fase de apuntalamientodel poder capitalista planetarizado, sino como procesopuramente benéfico de difusión mundial del progreso6.

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4 Demostrando cómo el “neoliberalismo” constituye la negación delliberalismo, en el marco de un análisis de las metamorfosis del Estadomoderno en la historia global del capitalismo como sistema-mundo,Wallerstein da cuenta de cómo el Estado liberal —que tuvo como sussoportes la política redistributiva, el derecho al sufragio y la afirmaciónunificadora de la identidad nacional— surgió como forma de conten-ción política de lo que denomina “clases peligrosas”, que ante la masifi-cación de la pobreza y la exclusión en Europa Occidental eran impelidashacia la revuelta. Periodizando su desarrollo, su crisis y su funcionali-dad histórica, muestra que, después de haber servido entre 1848-1914para “domesticar a las clases trabajadoras de la zona centro” y luego dehaberse dirigido entre 1917-1989 a “domesticar el Sur”, el colapso con-temporáneo del liberalismo, con su desplazamiento por un Estado equí-vocamente llamado “neoliberal”, proyecta el arribo del capitalismo his-tórico a una compleja situación en la que, precisamente cuando aquellaexclusión de mediados del siglo XIX tiende a reactualizarse, pero aho-ra con una nueva medida geohistórica porque apunta a adquirir unaescala mundial, el capitalismo entra al siglo XXI quedándose sin el Es-tado propiamente liberal que constituyó su “estabilizador esencial”(Wallerstein, 1996).5 Para comprender el cinismo a partir de analizar la historia de la cul-tura política moderna, polémica pero muy sugerente es la obra de PeterSloterdijk, Crítica de la razón cínica (2003). Aunque escudriña una com-pleja relación del cinismo con el fascismo —ya en la figura del nacional-socialismo con Hitler, ya en la figura del socialismo-nacional o “socia-lismo en un solo país” con Stalin—, sin embargo, porque tiende aidentificarlos no alcanza a esclarecer la differentia specifica que existeentre uno y otro. Podría decirse que como configuraciones históricasde la modernidad capitalista, la diferencia entre cinismo y fascismo re-side justo y ante todo en el hecho de que mientras el primero cons-tituye una forma del capitalismo que admite sin reparo ni compensa-ción alguna los efectos destructivos que la acumulación genera sobre elproceso de reproducción social y hasta busca sustraerles un efecto útil,el segundo se caracteriza precisamente por agregarle a la violencia eco-nómica silenciosa pero efectiva propia de la modernización capitalistaotra violencia de orden político destructivo. Admitir que la moderniza-ción capitalista del sistema económico de ningún modo puede traer el

mejoramiento del proceso de reproducción social para las mayorías,que la mutilación y la destrucción de una parte del cuerpo social le esinmanente a su legalidad histórica y asumir activamente en términospolíticos esa destrucción, eso es lo que constituye el núcleo esencialdel fascismo (Bolívar Echeverría, “Violencia y modernidad”, ensayocontenido en su brillante texto Valor de uso y utopía, 1998). En estesentido, ciertamente, el fascismo es sin duda alguna cínico, pero el ci-nismo no es propiamente fascismo, aunque perfectamente puede ope-rar como caldo de cultivo y potencial antesala histórica de aquél.6 Para la presentación de todas las dimensiones del mito de la globali-zación y la respuesta a la plataforma de su formulación —la imagende que apenas cruzamos por la “globalización” del capitalismo puestoque el siglo XX constituyó el siglo de la mundialización imposible, pre-suntamente porque en él el mundo no fue uno sino tres, porque en élel capitalismo desde su Primer y su Tercer Mundos y el socialismo des-de el Segundo Mundo pugnaron por su planetarización sin ninguno delos dos lograrlo—, elaboré “La globalización como mito y simulacro

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El discurso del Banco Mundial ejemplifica nítidamen-te este doble movimiento que oscila entre la mistificacióny el cinismo porque, aunque su proyecto de la adminis-tración de la pobreza mundializada es innegablementecínico, insiste en que su estrategia económica globaliza-dora genera progreso.

Cuando, para construir su interpretación de nuestraetapa, lanza una mirada panorámica sobre la historia eco-nómica del capitalismo —periodizándola con tres pre-suntas “olas globalizadoras” (la primera de 1870-1914, lasegunda de 1945-1980 y la tercera de 1980 en adelante,que habrían tenido un interregno en el periodo de en-treguerras como proceso desglobalizador)—, retropro-yecta sobre toda ella el mito de la globalización, afirman-do que, si bien con sus primeras dos olas la globalizaciónse fue abriendo camino para integrar paulatina pero cre-cientemente la economía mundial, es apenas ahora cuan-do cuenta con las condiciones para impulsar todas suspotencialidades. En este marco, a partir de que reduceformalistamente la globalización a mero libre curso deflujos —del comercio, del capital y migratorios—, intro-duce una doble yuxtaposición demagógica que articula:1) la identificación de globalización con crecimiento eco-nómico; y, sobre ella, 2) la identificación de crecimien-to económico con reducción de la pobreza en el Estadoque logre generarlo. Imprimiéndole una versión singu-lar al mito de la globalización, la función de esta dobleyuxtaposición reside en encubrir las formas actuales deapuntalamiento del poder planetario como si estuvieranregidas por una, variable para cada Estado pero prome-tedora para el mundo, tendencia hacia la globalización dela riqueza7.

Si ya a principios de los noventa esta formulación nocorrespondía con la mundialización de la pobreza, quedesde entonces se convirtió en un problema estratégicopara la configuración neoliberal del capitalismo planeta-rizado, menos corresponde ahora en que es la configura-ción neoliberal misma la que se está volviendo un pro-blema histórico para el capitalismo mundializado.

II. EL TRIPLE FUNDAMENTO HISTÓRICO O EPOCAL DE MUNDIALIZACIÓN DE LAPOBREZA

1. La derrota histórica del doble monopolio defensivo de los Estados-nación del ex Segundo y del ex Tercer Mundos

Replicando la primera yuxtaposición demagógica que in-troduce el Banco Mundial, debería decirse que de ningúnmodo globalización y crecimiento económico son sinóni-mos, ya que, la primera perfectamente puede darse —enel sentido de apertura de los Estados-nación al libre flu-jo tanto del comercio como del capital mundial— y, sinembargo, el segundo no sólo no suceder, sino incluso pa-ralizarse o hasta revertirse. Es que, como fuerza contra-rrestante de su tercera gran crisis —la crisis más ampliaque le ha tocado padecer en términos geoeconómicospero también históricos—, el capitalismo ha tenido queimplementar toda una re-estructuración no sólo del mer-cado mundial sino de la misma gran industria que pla-netarizó el siglo pasado. Justo esa ha sido la tarea de lanueva fase de la mundialización capitalista que para lle-varse a cabo ha recurrido, más que a un deterioro, a loque propiamente constituye una derrota histórica de losmonopolios defensivos que edificaron los Estados-na-ción del ex Segundo y del ex Tercer Mundos.

Levantados como expresión de una resistencia defen-siva ante la supremacía tecnológica del capitalismo me-tropolitano —que, para acumular vorazmente ganancias

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histórico I” (Arizmendi, 2003a) para demostrar que en el siglo XX elcapitalismo, lejos de suspender la mundialización —que lo ha acom-pañando desde su nacimiento—, la llevó hacia un mayor periodo dedesarrollo, asumiendo como su función histórica la expansión de sugran industria por el orbe, pero con base en un peculiar desdoblamien-to de sí mismo que implementó su configuración clásica en Occidentemientras adquiría otra configuración como “capitalismo despótico”en Oriente.7 Hasta en su título el trabajo más importante del Banco Mundial paraanalizar la relación entre globalización y pobreza revela esta perspecti-va: Globalization, Growth and Poverty. Building an Inclusive WorldEconomy, 2002. Existe una traducción al castellano de la que este or-ganismo no se hace responsable, pero que es de buena calidad: Globa-

lización, crecimiento y pobreza. Construyendo una economía mundialincluyente, 2002.

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extraordinarias, impone con ella sistemáticamente con-diciones de un intercambio desigual en el mercado pla-netario—, los Estados de los capitalismos periféricos for-jaron un doble monopolio: al delimitar el territorio quesubordina el capital nacional que los constituye, determi-naron su control sobre la fuerza de trabajo que los habitay, por tanto, sobre la masa del plusvalor nacional que conella producen, a la vez que definieron la propiedad delEstado-nación sobre los recursos naturales estratégicosde sus territorios. Enfrentados, en el marco de una situa-ción ineludiblemente desventajosa, con el capital metro-politano —que ejerce todo el poder que le adjudica de-tentar el monopolio estratégicamente más relevantede la mundialización capitalista, el monopolio de la van-guardia tecnológica—, los capitales periféricos podíancederle valor y plusvalor mediante enormes transferen-cias comerciales y financieras, pero en la fase anterior dela mundialización capitalista mantuvieron en pie, de unou otro modo, su doble monopolio defensivo, esto es, elcontrol de su capital productivo estratégico.

Cuando estalla la tercera gran crisis capitalista, los Es-tados del ex Tercer Mundo ven cómo, a la acumulaciónde la erosión económica que le generan las enormes trans-ferencias desde el intercambio desigual, se le agrega laacumulación de una creciente deuda que propicia ahoraenormes transferencias financieras; casi paralelamente,el subimperio del ex segundo Mundo, la Unión de Repú-blicas Socialistas Soviéticas (URSS), ve cómo su compe-tencia geoestratégica con Estados Unidos se torna cadavez más difícil hasta colapsar, justo porque el manteni-miento de su poder militar —tanto en términos de in-versión en tecnología estratégica como de financiamien-to de sus ejércitos en los Estados-satélite de su cinturóngeohistórico— le exige tal derrame de recursos que de-sestabiliza su sistema económico.

El nacionalismo, entonces, que, además de respondera la resistencia de los capitalismos periféricos, había sidofuncional, bajo figuras distintas pero tanto en el ex Ter-cer como en el ex Segundo Mundos, a la tarea histórica dela anterior fase de la mundialización capitalista —pla-netarizar la gran industria—, se viene abajo. A la vez queno pueden seguir sosteniéndolo los Estados periféricos,se vuelve anti-funcional para la nueva fase de la mundia-

lización capitalista que lo embiste consiguiendo, con ba-se en la erosión acumulada, imponerles a éstos la derro-ta histórica de su doble monopolio defensivo.

En este contexto, la apertura a la “globalización” deentrada desata todo un proceso de desindustrialización es-tratégica de esos Estados derrotados, que será seguido porun opresivo proceso de reindustrialización estratégica, quelos coloca cada vez más en estos años de inicio del sigloXXI dentro de una nueva forma estructural de subordi-nación tecnoeconómica ante los capitales metropolitanos.Incapacitados para competir con los flujos comerciales deéstos y apresados por los condicionamientos financierosque se les imponen, los Estados periféricos experimen-tan, así, un profundo proceso de desestructuración de susredes tecnológicas que, primero, busca destruir el enca-denamiento de ramas y hasta ramas enteras, para, luego,sustituir con nuevos corredores geoindustriales multi-nacionales y mundializados la estructura de su sistemaeconómico.

Cuando se encuentra en curso el proceso de esa desin-dustrialización estratégica y la transición hacia su opre-siva reindustrialización estratégica, la “globalización” deningún modo genera crecimiento. Junto a América Lati-na con su “década pérdida”—que, en verdad, correspon-de no a una década sino a dos—, incluso más que ella, la“transición hacia la economía de mercado” de la URSSy los países del Este europeo conforman los ejemplos másdolorosos de este proceso histórico, en el que se combi-nan la desindustrialización estratégica como fundamentode una enorme ola de desempleo y la privatización de lasempresas estatales como fundamento del arrebato defuentes esenciales de la reproducción social a múltiplesnaciones. El caso de África subsahariana es aún peor por-que, aunque ahí la forma actual de la “globalización” ca-pitalista no se acompaña por ningún proceso de reindus-trialización estratégica, el capital metropolitano no tienereparo alguno en sacar todas las ventajas que le deja el“libre comercio” en un continente condenado a una es-pecie de “apartheid” tecnológico8.

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8 Reconociendo tácitamente el fracaso de las políticas antipobreza delos organismos internacionales, cuando ese proceso desindustrializa-dor se encontraba en pleno curso, uno de los más altos funcionarios

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Desde esta óptica puede valorarse el incisivo balanceque realiza Michel Chossudovsky (2002) en su crítica a laestrategia del Banco Mundial. Estrategia en dos etapas,que primero pretende lograr la “estabilización económi-ca” (con devaluación, liberación de precios y austeridadpresupuestaria) y luego impone “reformas estructura-les” (con liberalización comercial, privatización de em-presas estatales y tierras cultivables, desregulación ban-caria, reformas laboral y fiscal). Demostrando que, lejosde responder al objetivo de estimular el despegue haciael desarrollo de los Estados, esta estrategia reconfiguralas relaciones del poder global en el mundo, la mirada deChossudovsky permite reconocer que el Banco Mun-dial, primero, mediante sus políticas de “estabilizacióneconómica”, desestabiliza las bases del mercado internode los países, para luego, mediante las “reformas estruc-turales”, impulsar el apoderamiento y la recomposiciónde la base industrial de su capital productivo estratégico.Entonces, la liberalización comercial —que genera de-sindustrialización estratégica— es seguida con privatiza-ción de empresas y procesos productivos, tanto en la in-dustria como en el campo, cediendo su control al capitalprivado y extranjero en el marco de una re-estructura-ción de la producción global en el mundo. De ahí que,conforme los Estados se quedan sin capacidad de auto-generación y manejo soberano de recursos propios, elresultado sea una radical desestabilización del procesode reproducción social de sus naciones que, lejos de traerla globalización de la riqueza, avanza emplazando la “glo-balización de la pobreza” como peculiaridad histórica denuestro tiempo9.

En síntesis, fundamento de mundialización de la po-breza no es sólo la represión del salario, también es estecomplejo proceso de reconfiguración del poder planetarioque, al hacer de los Estados periféricos Estados globali-zados, los derrota imponiéndoles ya no, como en la faseanterior de la mundialización capitalista, la mera transfe-rencia de importantes porcentajes de su valor y plusvalornacional al capital metropolitano.Sin dejar de realizarse esatransferencia, la fase actual de la mundialización capita-lista va más lejos, ya que, agresivamente los presiona obli-gándolos a efectuar el traslado de su plataforma econó-mica estratégica a manos del capital privado y extranjero.De este modo, si un Estado va perdiendo gradual peroampliamente el control de su capital productivo estraté-gico, es hundido en un estado estructural de impotencia pa-ra impulsar su propio desarrollo económico. La ausencia deautodeterminación nacional se convierte, así, en fundamen-to histórico de un ominoso oleaje de empobrecimiento.

2. La reconfiguración neoliberal del Estado

Ahora bien, replicando la segunda yuxtaposición dema-gógica que introduce el Banco Mundial debería decirseque, como especificidad histórica de la fase actual de lamundialización capitalista, de ningún modo crecimientoeconómico y reducción de la pobreza corren paralelos.

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del FMI declaró: “Con base en los estudios existentes, ciertamente, nopodemos decir si la adopción de los programas apoyados por el Fondollevaron a una mejoría en el comportamiento de la inflación y delcrecimiento. De hecho, a menudo se encuentra que los programasestán asociados con […] una caída en la tasa de crecimiento” (Khan,1990: 196 y 222).9 Con cierta afinidad con lo que aquí denominamos derrota del doblemonopolio defensivo de los Estados periféricos, Chossudovsky da cuen-ta de cómo —desbordando los efectos desindustrializadores produci-dos en el mero apogeo de la Segunda Guerra Mundial— el “ajuste es-tructural” que se le impuso a la antigua Unión Soviética generó unacaída de la producción de tal magnitud que la sumergió en un proce-so de “tercermundización” —desatando una reducción de los niveles devida sin precedentes—; a la par que sus Estados satélites, como Vietnam

—al que tanto se elogió como un futuro “tigre asiático”gracias a su con-versión en “Estado globalizado”—, padecieron la exclusión de los pro-ductores nacionales de su propio mercado y una merma drástica de subase industrial nacional generada por el oleaje privatizador. Mientrasen América Latina la misma estrategia producía un radical desmembra-miento del tejido económico tanto en la industria como en el campoque, a partir de instalar una crisis profunda en la reproducción social,lograba recanalizar las actividades económicas promoviendo crecien-temente una riesgosa expansión de la economía ilegal y hasta la confi-guración de “narco Estados”. Cuando África mostraba que el hambreperfectamente podía no ser creada por escasez sino por exceso de ali-mentos, justo debido a que el “libre comercio” daba entrada a los gra-nos de las transnacionales de Estados Unidos, devastando a los produc-tores autónomos y haciendo estallar la única cualidad de varios paísesen ese continente olvidado: la seguridad alimentaria. Debido a que sepercata de los efectos que produce la desindustrialización estratégicaen el marco de la fase actual del capitalismo es que Chossudovsky cali-fica al “ajuste estructural” que con ella se impone como “genocidioeconómico” (Chossudovsky, 2002). Para constatar que éstos no son ca-sos aislados, sobre el hambre como arma en la fase actual del capitalis-mo véase el texto colectivo Geopolítica del hambre (1999).

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Diferenciándose de los periodos de apogeo que siguie-ron a las primera y segunda grandes crisis en la historia desu ciclo económico, en los que el Estado liberal y el Estadokeynesiano —para dinamizar la realización del plusvaloren el mercado y edificar formas eficaces de contenciónpolítica de los dominados modernos— intentaron acom-pañar el crecimiento económico con elevación del están-dar nacional de vida, el capitalismo contemporáneo —co-mo lo constata el crecimiento del PIB mundial en estosaños (FMI, 2006)— está saliendo de su tercera gran crisis,pero mediante una reconfiguración histórica de sí mismoque acompaña necesariamente el crecimiento económico conla expansión e intensificación de la pobreza en el mundo.

Son dos los fundamentos que generan este resultadohistórico: la reconfiguración neoliberal del Estado y el po-tenciamiento que la actual revolución tecnológica deter-mina del dominio capitalista del proceso de trabajo pla-netario.

Implementada tempranamente como mecanismo con-trarrestante de la crisis capitalista, la reconfiguración neo-liberal del Estado asumió desde su inicio como uno desus ejes la represión del salario tanto directo como indirec-to. Deteniendo los ajustes de los salarios con el pretextode impedir el alza generalizada de precios, hizo de la “lu-cha contra la inflación” una cobertura funcional a la con-tención estratégica del salario. Después, complementandoeste dispositivo con el que reprime el salario nominal quese percibe de modo directo, se implementó otro: la pri-vatización de los servicios que para apoyar el proceso dereproducción nacional (como los servicios educativos ymédicos) tiene que brindar el Estado. Lo que no signifi-ca otra cosa que activar la represión del salario social in-directo, esto es, del salario que no se percibe como dine-ro sino como servicio estatizado.

Para desplegar esta privatización el capitalismo recu-rre a una táctica que se mueve de dos modos: por unlado, explora imponer la privatización directa, esto es, lafranca conversión de servicios públicos en privados, pe-ro, por otro, cuando la correlación de fuerzas políticasno se lo permite, recurre a una privatización indirecta, esdecir, al desfinanciamiento estratégico programado de losservicios públicos que, al ser asfixiados, empujan la so-ciedad nacional hacia el consumo de servicios privados.

En consecuencia, los dos circuitos que constituyen elsalario son erosionados y, con base en la reconfiguraciónneoliberal del Estado, el capitalismo contrarresta la caídade su tasa de ganancia expropiando valor del fondo sala-rial de consumo para trasladarlo hacia el fondo de acu-mulación.

El estreno mundial de este modo de operar del capita-lismo tuvo lugar, poco después del estallido de la terceragran crisis, en Chile con el golpe de Estado de 1973. Loprimero que hizo el gobierno militar fue disparar (casi enun 300%) el precio del pan y contener los salarios10. De

Santo Domingo, República Dominicana, 1965.

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a

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10 En “Modo de producción estatal y satisfacción de necesidades esen-ciales en México” (1986: 195-244), Julio Boltvinik demostró que lasempresas estatales pueden vender más barato que las privadas porquesólo necesitan recuperar los costos de producción sin necesariamen-te obtener la tasa media de ganancia. Formulación que perfectamentese articula con la que planteo aquí sobre el Estado que, como personi-ficación del capital social nacional, tiene que encargarse del salarioindirecto como dimensión del valor de la fuerza de trabajo.

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allí en adelante los alcances geohistóricos de esta ofensi-va contra el salario internacional han sido de tal magnitudque, además de extenderse por América Latina y persis-tir en el tránsito de dictaduras militares a gobiernos civi-les —que ya no necesitan de violencia política destruc-tiva para implementarla porque ya quedó modificada lacorrelación de fuerzas clasistas—, llega a las demás zo-nas del Tercer Mundo, penetra incluso el Primer Mundomismo11 y hasta cruza las fronteras del Segundo Mun-do cuando se viene abajo.

Lo peculiar, lo característico de este proceso reside enque la reconfiguración neoliberal del Estado como me-canismo estratégico de contención del salario persistemás allá del periodo de crisis, aun cuando el capitalismoentra en un nuevo —pero necesariamente temporal—periodo de auge económico. Así, la reconfiguración neo-liberal del Estado contribuye esencialmente a definir laespecificidad histórica de la nueva fase del capitalismomundializado como un tiempo en el que la reducción de lapobreza no acompaña al crecimiento económico12.

3. La actual revolución tecnológica como fundamento de la correlación entre pobreza y mundialización

Al lado de la reconfiguración neoliberal del Estado —másaún, determinándola—, esta peculiaridad de la fase ac-tual del capitalismo tiene en la revolución tecnológica,con la teleinformática y la biotecnología, su soporte pro-fundo. El fundamento histórico que soporta esta confi-guración que correlaciona mundialización de la pobrezay crecimiento económico es, entonces, tecnopolítico.

Desde la teleinformática —esto es, desde las tecnolo-gías de la información redefinidas por la microelectró-nica y vinculadas a la red de comunicación global fun-dada por la Internet—, el capitalismo ha impulsado lainformatización del proceso productivo planetarizado, im-plementándola como punta de lanza de una agresivaofensiva contra la clase trabajadora. Toda una reestructu-ración que, en el marco de la articulación a distancia pe-ro en tiempo real del proceso productivo, le permite rea-lizar la deslocalización de sus diversas etapas fabricandouna pieza en un país y otra en otro para ensamblarlastodas en un tercero, de modo que, la informatización loha dotado de un mayor poder, con el que logra confrontara los trabajadores modernos al interior de un mercado la-boral mundializado pero fragmentado —o sea, cada vezmás abierto al libre desplazamiento del capital productivohegemónico pero cerrado al libre movimiento interna-cional de la fuerza de trabajo. Como el capital ha adqui-rido una agilidad inédita para trasladarse de un Estado aotro —lo que de ningún modo significa que apenas hayaestrenado su capacidad de desplazamiento, sino que laha llevado a una nueva medida histórica—, al poder ex-

311 Es de tal magnitud el avance sin parangón de la pobreza actual-mente en Estados Unidos —desde Detroit, Filadelfia o Chicago en elnorte, hasta Nueva Orleáns, Denver o Phoenix en el sur, pasando porWashington— que ciertos grupos de la clase política empiezan a reali-zar cuestionamientos en torno a lo que llaman un “asalto a los progra-mas de las clases pobre y media” que hace que, habiendo crecimientoeconómico, aquella crezca (Tritch, 2006).12 Desde un ángulo distinto, Peter Towsend y David Gordon —dos delos especialistas más connotados en el estudio contemporáneo de la po-breza mundial— certeramente denuncian que, pese a que “el nivel derecursos mundiales es enorme y continúa creciendo”, “las tendenciasde los niveles de vida en el mundo nos llevan a una perturbadora con-clusión: la pobreza generalizada está para quedarse y, lo que es peor,para crecer”. Mientras Townsend —partiendo del análisis de Galbraith(The Nature of Mass Poverty, 1979) que identifica al poder corporati-vo como causa principal de la pobreza generalizada— insiste en que“el poder ejercido por las mayores corporaciones transnacionales, laobstinada estrategia económica impulsada” por el Banco Mundial,“lasrestricciones impuestas a las Naciones Unidas” y el “desvergonzadocontrol sobre el comercio mundial” que ejerce Estados Unidos y el Gru-po de los 8,“deben ser investigados […] si es que se desea explicar ade-cuadamente los fracasos de las políticas para combatir la pobreza”. Da-vid Gordon —partiendo de recuperar la periodización trazada porStiglitz (en More Instruments and Broader Goals: Moving Towards apost-Washington Consensus, 1998)— señala que la estrategia neolibe-ral ortodoxa se desdobla en cuatro etapas: 1) privatización —que, de-jando al Estado sin empresas nacionales, eleva los precios de los bienesy servicios consumidos por los pobres—; 2) liberalización del mercadode capitales —que dota a los especuladores de un nuevo poder para de-sestabilizar economías nacionales—; 3) precios basados en el mercado

—que disparan los costos de bienes básicos como los alimentos y losenergéticos, provocando frecuentemente disturbios—; y 4) libre co-mercio —que consolida la integración de una nueva correa de poderdesde la cual la OMC domina el comercio en el mundo con una “situa-ción de peligrosa desventaja para los países más pobres”—. Por eso,con base en el Human Development Report 1999 del PNUD, concluye:“a pesar de las ventajas del libre comercio, la historia ha mostrado quesus resultados han sido a menudo graves hambrunas y pobreza crecien-te”. Véanse sus interesantes ensayos “La medición internacional de lapobreza y las políticas para combatirla” (Townsend, 2004) y “Cons-truyendo una estrategia para combatir la pobreza” (Gordon, 2004).

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portar casi cualquier etapa del proceso productivo parabuscar hacia cualquier latitud la fuerza de trabajo quemayor represión acepta de su salario, activa una dinámi-ca de intensificación de la competencia en el mercadolaboral mundializado con la que consigue imponer el re-crudecimiento de la represión salarial en los capitalismosperiféricos, al mismo tiempo que, penetrando tanto enEstados Unidos como en Europa, introduce esta represiónen el capitalismo metropolitano.

Buscando descifrar la especificidad histórica de esta re-presión salarial mundializada, Chomsky la califica como“el regreso del capitalismo salvaje”, aunque es más que eso.

Al lanzar una mirada panorámica al desarrollo de lasobre-explotación desplegada en el curso de la mundia-lización capitalista, podría decirse que cabe conceptuali-zar su historia desdoblándola en tres periodos.

Primero, el periodo de la sobre-explotación concentradaen la metrópoli (1740-1880). Corresponde a la génesis yla consolidación geohistórica de la gran industria en Eu-ropa Occidental, que le permitió al capitalismo instaurarla modernización tecnológica como plataforma para desa-rrollar la explotación de plusvalor en todas sus formas —nosólo absoluta, sino también relativa y extraordinaria—,a la par que, traicionando tempranamente sus promesas deigualdad, lo dotó de las condiciones históricas para embes-tir la ley del valor —o sea, el intercambio equivalencial—en la relación contractual de la clase trabajadora con el ca-pital. Instalando sobre la explotación del plustrabajo im-pago un proceso de otro orden, articulado con él perodistinto y espurio, el capitalismo refuncionalizó el olea-je de desempleo producido por su modernización tecno-lógica como mecanismo con el cual logró imponer unviolento arrebato o, dicho de otro modo, un robo de im-portantes porcentajes del valor de la fuerza de trabajo alsalario. Sobre-explotación, entonces, no es sinónimo de unagran tasa de explotación. Más bien, significa articulaciónde explotación de plusvalor con expropiación de valor alsalario. Da cuenta de una agresiva recanalización que sus-trae recursos del fondo social de consumo para dirigir-los hacia el fondo capitalista de acumulación13.

Segundo, el periodo de la sobre-explotación concentra-da en la periferia (1880-1970/1980). Cuando, en el mar-co del auge abierto en las últimas décadas del siglo XIX,el desarrollo del capitalismo industrial europeo y esta-dounidense, para dinamizar la realización del plusvalor alinterior de sus propias economías nacionales, requirióelevar los niveles de vida desactivando la sobre-explo-tación impuesta en la fase anterior contra la clase trabaja-dora de sus Estados. Sin embargo, lejos de superarse, lasobre-explotación se neutralizó en la metrópoli peropara efectuar su traslado a la periferia. Acorralada por laconstante violación de la ley del valor que se impone en elmercado mundial, en el que el capital de la metrópoli ha-ce valer su supremacía tecnológica o instrumental arre-batándole el continuo pago de un tributo y, por tanto, lacesión crónica de enormes masas de valor y plusvalor,la periferia responde a esa violación de la ley del valor, queerosiona sus procesos de acumulación, duplicándola. Re-gresa al interior de sus Estados nacionales transgrediendoel intercambio equivalencial con su propia clase trabajado-ra para hacer de la expropiación de valor al salario un me-canismo de cierta efectividad en la compensación de lasconstantes pérdidas que padece en el intercambio desi-gual dentro del mercado mundial. En el curso de este pe-riodo, la sobre-explotación, así, quedó trasladada geohis-tóricamente volviéndose un dispositivo permanente oestructural del capitalismo periférico.

Tercero, el periodo de la mundialización de la sobre-ex-plotación del trabajo (de 1980 en adelante). A partir delcambio de siglo, más que regresar al primero de estos pe-riodos, la teleinformática le ha inscrito al desarrollo de lasobre-explotación un alcance hasta entonces inédito: des-bordando sus anteriores medidas geohistóricas, que siem-pre fueron circunscritas o no planetarizadas, la ha llevadoa combinar su recrudecimiento en el capitalismo periféricocon lo que, más bien, constituye su reedición gradual pe-ro creciente en el capitalismo metropolitano —en el que el

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13 Esta es la fase de la sobreexplotación que Marx analiza directamentedando cuenta del impacto desvalorizador de la modernidad capitalista

sobre la fuerza de trabajo masculina, que conduce a la creciente inte-gración del resto de la familia a la producción de capital para extenderla violación de la ley del valor en la relación del capital con el trabajofemenino y, ante todo, con el trabajo infantil (El capital, 1981: libro I,vol. 2, cap. XIII, §3).

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capital ahora la reactualiza, o sea, la vuelve a poner en acto,violando el intercambio equivalencial ya no sólo contralos migrantes extranjeros, que fue exclusivamente con-tra quienes la aplicó en el periodo anterior, sino inclusocontra sus propios ciudadanos. La especificidad de esteúltimo periodo, entonces, reside en que el capitalismo,por primera vez en la historia económica moderna, dotaa la sobre-explotación de un alcance planetario14.

Ahora bien, la actual revolución tecnológica opera co-mo fundamento de la mundialización de la pobreza nosólo mediante este impacto histórico generado por la te-leinformática. Al lado de ella, la biotecnología contribu-ye a través de una doble vía. Por un lado, porque despuésde siglos de un acorralamiento con el que el capitalismocondujo a las etnias indígenas a implementar la coexis-tencia de la producción colectiva de bienes para autocon-sumo con una relación siempre inestable entablada conel mercado laboral como estrategia mínima de sobrevi-vencia histórica, y con la conversión de los territorios que

habitan en recurso estratégico, debido a la informacióngenética que contienen en su biodiversidad, el capitalis-mo se ha planteado su expropiación desatando una pre-sión sobre estos conjuntos étnicos que apunta a llevar auna situación límite, definitivamente insostenible, la po-breza que históricamente han padecido. Por otro lado, siya, en el marco de su etapa neoliberal, el capitalismo sehabía embarcado en un ataque masivo a la produccióncampesina del ex Tercer Mundo para trasladar a los capi-tales metropolitanos el control del mercado mundial ali-mentario, con la biotecnología apunta a llevar mucho máslejos ese proceso colocando la producción campesina dela periferia en un estado de dependencia radical. A partirde la invención de los cultivos transgénicos Terminator,ha creado semillas “suicidas” —que únicamente duranun solo ciclo productivo, lo que crea dependencia res-pecto de la corporación multinacional que genera losaprovisionamientos—, semillas condicionadas agroquí-micamente —que no crecen a menos que se cultiven uti-lizando fertilizantes producidos por la misma corporaciónque las comercializa— y, por si fuera poco, además eco-cidas —que depredan las variedades tradicionales. A tra-vés de estas mediaciones busca consolidar la instalación delo que constituye una nueva dependencia tecnoalimenta-ria centro-periferia —en gestación en el curso de las úl-timas dos décadas— que abre un amplio canal de acumu-lación al capital metropolitano, a la vez que levanta ungran oleaje de empobrecimiento por la devastación queacarrea sobre la producción rural periférica.

De este modo, entre la ampliación del ejército interna-cional de reserva y la mundialización de la sobre-explo-tación del ejército de trabajadores en activo que ha estadogenerando la teleinformática, y entre la pauperización dela producción campesina y la expropiación capitalistade recursos naturales estratégicos que viene impulsandola biotecnología, a lo que habría que agregar la explosiónde conflictos bélicos por la disputa de yacimientos ener-géticos, el capitalismo contemporáneo está conformandoauténticos “agujeros negros” en los que la pobreza extre-ma impacta el sistema de convivencia social sometién-dolo a la devastación.

Así, lo que Nigel Harris (1987) calificó como la muer-te o el “fin del Tercer Mundo” ha quedado acompañado

3 14 Un alcance irreconocible en la expresión “regreso del capitalismo sal-vaje” que, pese a tener el mérito de resaltar la transgresión de los dere-chos laborales en la relación capital/trabajo, no proyecta la nueva me-dida —ya mundial— de la sobre-explotación. Sin embargo, en el casode Chomsky este es un problema propiamente terminológico, ya que,cuando habla de que el capitalismo en la metrópoli lo que ha hecho es“traer el Tercer Mundo a casa”, reconoce la mundialización de la mise-ria contemporánea como especificidad de nuestra era. Su explicaciónde la miseria en los guetos urbanos se basa en dos procesos de ritmoshistóricos disímiles pero articulados. En primer lugar, en el desarrollointerno del capitalismo estadounidense que, a partir de la Gran Depre-sión y, ante todo, del auge de posguerra, ha desplegado un crecimien-to económico que, por cargarse hacia el sector servicios y la industria dealta tecnología vinculada al sistema militar, ha perdido su capacidadde absorción de nuevas oleadas de inmigrantes —revirtiendo la capa-cidad que tuvo en el siglo XIX y principios del XX por la gran deman-da de trabajo manual que exigió tanto la construcción y consolidación desu sistema fabril como la dinámica de su sector agrícola—. Esto se com-plicó debido al amplio oleaje de inmigración “interior” que tuvo lugarporque una acelerada mecanización de la agricultura en el Sur expulsóla población negra —anteriormente esclava— empujándola hacia lasciudades del norte y, asimismo, porque la inmigración exterior ha per-sistido cuando las opciones laborales se van cerrando en Estados Unidos.En segundo lugar, en la proyección mundializada del capital estado-unidense que usa la deslocalización del trabajo como arma de repre-sión salarial. De ahí que, con estadísticas sobre la expansión del hambrey citando la investigación que para el Fondo de las Naciones Unidas parala Infancia realizó Sylvia Ann Hewlett en torno al trato de los niños en“países ricos” (Child Neglect in Rich Nations, 1993), afirme que el capi-talismo estadounidense está embarcado en “una guerra contra los niñosy las familias” (Chomsky, Obra esencial, 2003: 62-67 y 432-441).

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por el nacimiento del Cuarto Mundo. Un “mundo”, a di-ferencia de los tres “mundos” que caracterizaron al sigloanterior, que no posee fronteras circunscritas e incluyepor igual zonas tanto de las periferias como de los centrosdel capitalismo contemporáneo. En el que, por contrastecon la segregación tradicional —determinada en funciónde la identidad étnica, racial o religiosa—, la exclusión—que, en tanto producto de la actual revolución tecno-lógica, no constituye un fenómeno ajeno sino integradoa la fase actual de la mundialización capitalista— impac-ta a barrios, ciudades, Estados y hasta regiones enteras.Puede reconocerse en las favelas brasileñas y en el sur delBronx, en Burkina Faso y en La Courneuve, en Kamaga-

saki y en Chiapas, en Sachsen-Anhalt y en el sur de Irak(Castells, 1999: cap. 2)15.

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Culhuacán, ciudad de México, 1960.

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15 Aunque sugerente porque asume el reconocimiento de que, una vezsucedido el derrumbe de la Unión Soviética, el desdoblamiento delmundo en tres Mundos ya no responde a nuestra época, la nocióndel “fin del Tercer Mundo” —que Castells retoma de Harris— introdu-ce la ilusión de que su derrumbe desactiva las relaciones de poder cen-tro-periferia y, por tanto, que asistimos a un proceso histórico de “ni-velación de oportunidades económicas”. Por eso, problematizando suconceptualización para demostrar que, lejos de su desactivamiento,más bien sucede el apuntalamiento histórico de las relaciones de podercentro-periferia, Giovanni Arrighi y Beverly Silver prefieren hablar dela “extraña muerte del Tercer Mundo”. Véase mi traducción de “Traba-jadores del norte y del sur”, 2005.

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Justo es lo que reconoce un importante documentoestratégico elaborado por la Agencia Central de Inteligen-cia de Estados Unidos (CIA) al evaluar las tendencias amediano plazo de la revolución tecnológica capitalistaen el siglo XXI, Global Trends 2015:

En contraste con la Revolución Industrial, el proceso deglobalización es más compacto. Su evolución será rígida,marcada por una volatilidad financiera crónica y una bre-cha económica creciente […] Regiones, países, y gruposque se sientan dejados de lado enfrentarán una profundiza-ción del estancamiento económico, la inestabilidad políticay la alienación cultural. Fomentarán extremismos políti-cos, étnicos, ideológicos y religiosos, junto con la violenciaque generalmente los acompaña […] Obligarán a EstadosUnidos y otros países desarrollados a mantenerse enfoca-dos en los desafíos del “viejo mundo”, mientras se concen-tran, al mismo tiempo, en las exigencias tecnológicas deun “nuevo-mundo” […] A Estados Unidos, como poderglobal, no le quedará más alternativa que comprometer alos actores principales y confrontar los problemas en am-bos lados de la brecha económica y digital creciente en elmundo de 2015, cuando los beneficios de la globalizaciónestarán muy lejos de ser globales (CIA, 2000: 7-8 y 14).

En conclusión, la articulación de la configuración neo-liberal del Estado, la derrota de los monopolios defen-sivos tanto del ex Segundo Mundo como del ex TercerMundo y la actual revolución tecnológica constituyen eltriple fundamento de la mundialización contemporáneade la pobreza que, a más de dos décadas de estar en curso,ha llegado tan lejos que ha abierto el choque de dos ten-dencias contrapuestas que pugnan por la definición de laconfiguración histórica del capitalismo para las siguientesdécadas. Una es justo aquella que, ante la intensificación delas contradicciones producidas por la configuración cíni-ca o neoliberal, busca adelantarse preventivamente paraneutralizar la explosión de conflictos mayores y que pre-siona apuntando a reactualizar, de uno u otro modo, el pro-yecto del Estado regulador interventor en la economía, conel objetivo de instalar toda una reconfiguración del procesocapitalista de acumulación que modere sus efectos destruc-tivos sobre el proceso de reproducción social en el planeta16.

Otra es aquella tendencia que, enfrentada a la anterior ypor lo pronto venciéndola, viene avanzando aferrándose ala agresiva persistencia de la mundialización capitalista cí-nica y, justo por eso, estimula los riesgos que abre la diná-mica capitalista que viene empujando por la reedición delfascismo ahora a escala planetaria17.

Siendo ya delicado el choque que entablan estas dostendencias entre sí, sin embargo, el proceso histórico encurso en este inicio de siglo es aún más complejo, ya quelo define la conformación de una doble encrucijada yux-tapuesta. Sobre la primera encrucijada, regida por la ten-sión entre dos modalidades contrapuestas —una neokey-nesiana, otra neofascista— de la misma mundializacióncapitalista, se instala una segunda, en la que no se juegasimplemente la lucha por la definición de una u otra formacapitalista, sino la disyuntiva entre una forma de la mo-dernidad que apuntale el dominio capitalista del planeta yotra que instaure como su principio rector el mejoramien-to cualitativo del mundo humano de la vida. Es que ahoraque la modernidad capitalista ya ha logrado mundializarsu gran industria, apunta a generar una situación simi-lar a la que vivió cuando extendió su gran industria sobreEuropa, es decir, tiende a hacer de la continua moderni-zación capitalista de la estructura económica fundamen-to de una enorme masificación internacional de la pobre-za. Mutatis mutandis, el siglo XXI tiene en 1848 una imagenen la que se refleja (Wallerstein, 2001). En una era así laconstrucción de un horizonte crítico transcapitalista enla conceptualización de la pobreza contemporánea se haconvertido en una imperiosa necesidad histórica18.

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16 Véanse Joseph Stiglitz, 2002; George Soros, 1999; Gérard Kébabdjian,2006.

17 A partir de recuperar y polemizar con el incisivo análisis de Carl Ame-ry, Auschwitz, ¿comienza el siglo XXI? (1998), presenté una conceptua-lización de la revolución tecnológica contemporánea como fundamen-to de la tendencia a la reedición mundializada del nazismo, aunquecon figuras históricas distintas a las que adquirió en el siglo anterior:Arizmendi, 2003b.18 La dimensión complementaria de la depredación capitalista del pro-ceso de reproducción de la sociedad mundializada la constituye la de-predación capitalista de la objetividad natural del planeta. De ésta, elsobrecalentamiento producido por el patrón tecnoenergético fosilistaconforma el proceso que mayores riesgos históricos acarrea. Por eso,en “La crisis ambiental mundializada en el siglo XXI y sus disyuntivas”(Arizmendi, 2006) presenté la formulación de que nuestro tiempo en-frenta una doble encrucijada yuxtapuesta: 1) la encrucijada en la quechocan dos configuraciones diversas de la misma modernidad ca-

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III. EL FLORECIMIENTO HUMANO COMO MIRADOR ICONOCLASTA

A diferencia de otros miradores que cuestionan la mun-dialización de la pobreza, pero por los riesgos de ines-tabilidad histórica que significa para la mundializacióncapitalista, con su más reciente obra Julio Boltvinik hacreado lo que cabe calificar como todo un nuevo mira-dor iconoclasta: Ampliar la mirada, sin duda el magnumopus de su prolífica trayectoria, constituye una obra mo-numental que presenta el proyecto fundacional de críti-ca de la pobreza desde una perspectiva fundamentada enla trascendencia humana. Se trata de una obra que, a con-trapelo del cinismo histórico de nuestra época, redimen-siona la conceptualización de la pobreza criticándola, perodesde la riqueza humana, es decir, que coloca como obje-tivo de su perspectiva no la superación unidimensiona-lizada de la pobreza extrema alimentaria, ni siquiera de lapobreza de múltiples necesidades básicas o de la —másamplia aún— pobreza económica, sino que se planteala superación de toda pobreza humana.

Avanzando a contracorriente de la mirada hegemóni-ca del discurso del poder para concebir la pobreza, Bolt-vinik demuestra que la pobreza es irreductible a la di-mensión del estar, que de ninguna manera se remite a unestado compuesto sólo por pobreza de objeto, y por tanto,que la pobreza en la dimensión del estar siempre tiene suotro lado en la dimensión del ser. Esto significa que una

concepción radical de la pobreza, una concepción que va-ya a su raíz, tiene que cuestionar la pobreza en el sujeto:la limitación represiva de su humanidad, tanto de sus ne-cesidades como de sus capacidades, que asfixia y marchi-ta sus potencialidades históricamente determinadas. Loanterior implica que, colocándose en el debate de fronterasobre la pobreza mundial, en los linderos del conocimien-to histórico desarrollado para conceptualizarla y medir-la, desplegando una impresionante contribución eruditapara llevarlos más lejos, Julio Boltvinik percibe y apuntaque la gran limitación del debate contemporáneo en tornoa la pobreza reside en que siempre la unidimensionaliza re-duciéndola al plano del estar. Como si la humanidad delsujeto fuera irrelevante y no importara. Justo porque espobre la concepción hegemónica de la pobreza, insiste enfundar un mirador iconoclasta que asuma la necesidadhistórica de redefinir los fundamentos de la concepciónde la pobreza, ya que ésta sólo puede ser radicalmenteencarada si se abre camino al libre despliegue multidi-mensional del sujeto social: en síntesis, si el florecimien-to humano pasa a ser la piedra angular de la perspectiva.

A la hora de realizar una evaluación panorámica delproyecto teórico-crítico de Ampliar la mirada, podría de-cirse que son, ante todo, cuatro los principios decisivosdesde los que despliega su contribución al debate mun-dial del siglo XXI sobre la pobreza: 1) el principio de latotalidad; 2) el principio de la transdisciplinariedad; 3) elprincipio de la economía moral; y 4) el principio de la so-beranía. Todos los cuales responden al profundo proyec-to crítico de pensar la pobreza en clave de valor de uso.

1. El principio de la totalidad

Presionados por la época, enfrentados a una historia —ladel capitalismo neoliberal— que acrecienta e intensificala pobreza, por derroteros distintos, Julio Boltvinik ySamir Amin confluyen en una formulación central: los so-portes de la ciencia económica predominante, conven-cional o “principal” (mainstream economics) estallan yponen al descubierto su impotencia histórica para des-cifrar la pobreza en una era como ésta. Mientras SamirAmin cuestiona el mirador de la “teoría económica con-

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pitalista —una altamente depredatoria, cínica y tendencialmente fascis-ta, contra otra que apunta a moderar la depredación capitalista del pla-neta—; a la vez que, entrecruzada con ella, se despliega: 2) una encru-cijada distinta en la que chocan dos configuraciones contrapuestas dela modernidad —una capitalista, otra anticapitalista—. El contenidode un planteamiento así es antideterminista. Se reconoce que la actual de-predación mundializada es en tal escala inédita que acarrea enormesdesequilibrios no sólo para el proceso de reproducción de la sociedadsino también ya para la acumulación planetarizada, pero de allí no seinfiere una salida predefinida. Se insiste en que la historia no es desti-no y, por tanto, que la crisis histórica del capitalismo es posible perotambién su reconfiguración histórica. Y que esa reconfiguración, a suvez, tampoco está pre-decidida, es decir, que oscila entre la posibilidadde una reconfiguración que modere su depredación del planeta y unatendencia tecnofascista. En síntesis, se mira la historia del siglo XXI comouna historia abierta, en la que sus trayectorias de ningún modo se en-cuentran predeterminadas y dependen de la acción o inacción del sujetohistórico.

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vencional” porque regularmente ofrece una explicaciónno económica de la pobreza mundial, adjudicando su fun-damento de manera neomalthusiana al crecimiento po-blacional o simplistamente al diseño de estrategias polí-ticas erradas, revelando así su impotencia histórica paradescifrar la mundialización de la pobreza desde la lega-lidad de la propia acumulación del capital (Amin, 2003);Julio Boltvinik critica el soporte estructural de toda laeconomía “neoclásica”, la teoría de la utilidad subjetiva,demostrando su impotencia para teorizar la pobrezajusto porque rechaza el concepto de necesidad materialsustituyéndolo por el de preferencia, es decir, por el ca-pricho psicológico del consumidor, lo que introduce unsubjetivismo que torna volátil todo el sistema de requeri-mientos humanos dejando la pobreza real sin base obje-tiva y, por tanto, desfigurando su conceptualización para

reducirla a un mero problema de interpretación19. Comopuede verse, por caminos diversos, Amin y Boltvinik con-fluyen en el reconocimiento de que la pobreza en la faseactual de la mundialización capitalista ha puesto en crisislos fundamentos de la economía convencional y, en conse-cuencia, se ha vuelto imperiosa la necesidad histórica deredefinición de los fundamentos del mirador desde elque se le analiza.

Más aún si se toma en cuenta que el relativismo sub-jetivista está en apogeo. Desde la visión de la economíaconvencional, permea la perspectiva de múltiples or-ganismos internacionales —como la Organización parala Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y laUnión Europea— que, introduciendo delimitacionespropiamente arbitrarias del umbral de pobreza —paralas cuales seleccionan sin ninguna base una proporciónde la media o mediana del ingreso—, parten de la pre-sunta imposibilidad para reconocer sólidamente el sis-tema social de necesidades.

En el itinerario crítico-intelectual de Julio Boltvinik,el proyecto de esta redefinición de los fundamentos delmirador para estudiar la pobreza de ningún modo ape-nas comienza. Se encuentra presente desde el inicio his-tórico de sus contribuciones al debate de frontera inter-nacional.

De hecho, si periodizamos la historia de su proyectocrítico de la pobreza, podría decirse que han sido tres lasetapas que rigen su desarrollo.

Primera etapa. La fundación de una nueva mirada: el pro-yecto de estudio de la pobreza en clave de valor de uso.

Negándose por principio al análisis destotalizador, pre-ponderante desde inicios de los ochenta, que aborda lapobreza unidimensionalizándola desde el método deLínea de Pobreza (LP) —que procede como si su únicadeterminante proviniera de los límites del ingreso co-

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Alameda Central, ciudad de México, ca. 1964.

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19 Mundo Siglo XXI, la revista del Centro de Investigaciones Económi-cas, Administrativas y Sociales del Instituto Politécnico Nacional, tuvoel honor de publicar de Julio Boltvinik el ensayo en el que, cuestio-nando la piedra angular de la economía convencional, la teoría delconsumidor, presenta un adelanto de Ampliar la mirada: “El rechazoal concepto de necesidades humanas”, 2006a.

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rriente— o desde el método de Necesidades Básica Insa-tisfechas (NBI) —que procede como si la única determi-nante de las condiciones sociales de vida proviniera de losservicios que brinda el Estado (como educación y salud)y del patrimonio básico de los hogares—, Julio Boltvi-nik, ya en sus primeros trabajos, busca superar estas visio-nes regidas por la parcialidad colocando novedosamen-te como fundamento heurístico de sus investigaciones elprincipio de la totalidad.

Inaugurando su implementación el estudio de las ne-cesidades esenciales para la Coordinación General delPlan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Margina-dos (Coplamar) adopta una doble perspectiva que correparalela complementándose, esto es, utiliza tanto el mé-todo LP como la variante sectorial fragmentada del méto-do NBI (como él mismo la denomina)20.

No bastaría decir que la adopción de esta doble pers-pectiva complementa el estudio de la pobreza en clavede valor (ingreso corriente) con su estudio en clave de va-lor de uso (servicios y patrimonio). Tampoco que com-plementa el estudio de la pobreza desde el circuito del sa-lario directo (ingreso corriente) con su estudio desde elcircuito del salario indirecto (servicios públicos). Es mu-cho más profundo el significado histórico de esta inno-vación, precisamente porque, además de analizar los lí-mites en el patrimonio y los servicios sobre el proceso dereproducción social, no se remite a una magnitud de in-greso sin contenido y siempre especifica su impacto as-fixiante de necesidades sociales, es decir, detrás del límitedel ingreso lo que se explora es el daño al valor de usosocial. Lo importante, lo decisivo de la introducción del prin-cipio de la totalidad como fundamento heurístico reside enque abre un nuevo mirador: funda la conceptualización crí-tica de la pobreza en clave de valor de uso.

Al abrir este mirador Julio Boltvinik entreteje su inter-vención con la más rica veta del marxismo clásico. Justo

la plataforma que le permite edificar a la Crítica de la Eco-nomía Política todo un nuevo horizonte de inteleccióncon el que hace estallar la mirada del discurso del podersobre el mundo moderno está constituida por el con-cepto valor de uso. Desde él es que puede descifrarse elprofundo impacto que, pese a sus innegables efectos pa-ra impulsar el progreso de la técnica, la modernidad capi-talista genera depredando el mundo humano de la vida.Incomprensibles resultan sus alcances si, a partir de des-figurarlo cósicamente, se reduce a una simple recolecciónde objetos. La depredación antiecológica generada porla técnica planetaria, la depredación destructiva produ-cida por la red tecnológica militar y, asimismo, la depre-dación del proceso de reproducción social que genera lamundialización de la pobreza, todas ellas constituyenexpresiones del choque de la modernidad capitalista conel mundo humano de la vida descifrables desde el valorde uso. Pensar en clave de valor de uso, entonces, es pensaren clave de afirmación vital y trascendencia humana.

Ahora bien, al momento de delimitar los alcances de es-ta etapa en la que Boltvinik funda el estudio de la pobrezaen clave de valor de uso, más que ubicarlos en el ámbito delos problemas técnicos para efectuar el análisis simultáneode la satisfacción de necesidades esenciales21, me parecetienen que definirse en función de que hasta aquí la adop-ción de una doble perspectiva (LP y NBI) para estudiar lapobreza revela que se ha inaugurado, pero apenas comoesbozo, la implementación del principio de la totalidad.

Segunda etapa. El proyecto fundacional del método de me-dición integrada de la pobreza: la pobreza económica totaly la libertad como necesidad económica.

A partir de una intensa interacción con un marxistade la India de sólida presencia en el debate económicoeuropeo, Meghnad Desai22 —quien estaba desarrollandofinos cuestionamientos a la escisión metodológica en la

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20 El estudio generó seis volúmenes: en la serie Necesidades esenciales enMéxico, vol 1: Alimentación, vol. 2: Educación, vol. 3: Vivienda, vol. 4:Salud, vol. 5: Geografía de la marginación, Coplamar, Siglo XXI, México,1982. Y, sin número de volumen, Macroeconomía de las necesidadesesenciales en México, 1983. Existió, además, un volumen directamentepublicado por Coplamar, Necesidades esenciales y estructura productivaen México. Lineamientos de programación para el proyecto nacional, 1982.

21 En “Satisfacción desigual de las necesidades esenciales en México”(1984), Julio Boltvinik cuestiona los problemas de medición de la po-breza que desata la adjudicación aleatoria de una carencia a las vivien-das (como deterioro de sus materiales).22 Cuya obra más relevante para el desarrollo del pensamiento críticoes Marxian Economics, 1979.

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medición de la pobreza en América Latina23 y en Europa,que lo llevan, junto con Anup Shah, a diseñar un nuevométodo para superar esa escisión integrando todos los in-dicadores de medición de la pobreza24—, Boltvinik creael mejor método para medir la pobreza que existe hastaahora en América: su original método de medición inte-grada de la pobreza (MMIP).

Un método que, sin duda, redondea la decisiva innova-ción que se introdujo al colocar el principio de la totali-dad como fundamento heurístico porque, superando ladoble perspectiva LP-NBI, unifica en una misma totalidadel conjunto global de dimensiones que determina la basematerial del proceso de reproducción social. Al integrar elingreso corriente, los servicios gubernamentales, el patri-monio básico, las capacidades educativas, la propiedadde activos básicos y no básicos junto con la capacidad deendeudamiento y el tiempo libre como dimensiones de unmismo método, Boltvinik edifica una visión capacitadapara explorar el impacto de la acumulación capitalista enla totalidad de necesidades del proceso de reproducción eco-nómica de la sociedad.

No es casual que, interviniendo en el debate de fron-tera internacional, el arribo a esta etapa lo lleve a pole-mizar tanto con la concepción relativa (Peter Towsend)como con la concepción absoluta (Amartya Sen) de la po-breza. Demostrando que no procede ni la reducción querelativiza las necesidades —porque esto supondría que encaso de un desastre histórico la sociedad redefine a la ba-ja sus requerimientos y no los valores de uso con que loscubre—, ni tampoco la reducción de la pobreza a un nú-cleo de privación absoluta —porque ciertamente el pro-greso civilizatorio amplía y complejiza el sistema socialde necesidades desarrollándolo y esto no puede pasarsepor alto al definir la pobreza históricamente. Al asumir

esta mirada, Boltvinik contribuye indudablemente al de-sarrollo del discurso crítico porque edifica un métodoque permite medir lo que Marx denomina la dimensión his-tórico-cultural o histórico-moral del proceso de reproduc-ción social (El capital, 1981: t. 1, vol. 1, cap. 4, epígrafe 3).Esto es, la dimensión en que se manifiesta el modo con-creto en que el progreso civilizatorio desarrolla el siste-ma medio de necesidades para cada sociedad histórica.

La innovación que se juega en esta segunda etapa vaaún más lejos, ya que es justo en ella cuando de modomuy incisivo descubre la enorme importancia del tiempolibre para la conceptualización de la pobreza. A contra-pelo del grueso de los economistas “estándar”, que redu-cen la pobreza a limitación en el consumo de objetosbásicos, Boltvinik demuestra que la pobreza también espobreza de tiempo. Dicho en otros términos, que el exce-so de la jornada laboral invade y reprime el tiempo libre,mutilando el proceso de reproducción de la vida porquese lesiona el desarrollo educativo, el tiempo de recupera-ción o, incluso, el tiempo del trabajo doméstico vital-mente necesario (trabajo que permite reconocer que loshogares lejos de ser, como cree la economía convencio-nal, puramente unidades de consumo, son asimismo uni-dades de producción).

Desarrollar el principio de la totalidad para abrir el es-tudio de la pobreza económica total —que puede espe-cificarse a partir de contrastar la medida de satisfacciónde necesidades en referencia a la dimensión histórico-cul-tural de una época— y, además, descubrir al tiempo comodimensión de la pobreza —o sea, al tiempo libre como ne-cesidad del proceso de reproducción económica socialque puede ser mutilada por el exceso laboral—, en esoresiden los grandes pasos adelante que se dan con elproyecto fundacional del MMIP en un libro publicado porla ONU, Pobreza y necesidades básicas (1990)25. Y que tie-nen en Pobreza y distribución del ingreso en México (1999)la expresión de su alto grado de sistematización, así co-

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23 En Poverty, Famine and Economic Develoment. The Selected Essaysof Meghnad Desai (1994a: vol. II, 205-214) se encuentra el ensayo queexpone tales cuestionamientos. Ensayo que, además, muestra la pro-fundidad de la recíproca influencia entre Boltvinik y Desai porque éstecita a aquél en importantes notas.24 Método al que, finalmente, Boltvinik ha denominado variante me-jorada del Índice de Privación Vital porque hereda, pero unifica, losmúltiples indicadores utilizados por Peter Townsend en su variante ori-ginal del Índice de Privación. Al respecto, véase Desai y Shah, 1988.

25 Dándole continuidad a su rica interacción, una vez edificado elMMIP, Boltvinik lo compara con el Índice de Privación Vital de Desai(1994b: 57-83). Poco antes elaboran, junto con Amartya Sen, un libroen el que cada uno presenta ensayos para medir no la pobreza sino elprogreso social (Desai, Sen y Boltvinik, 1998 [1992]).

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mo la primera presentación global de resultados de es-tudios de la pobreza de tiempo en nuestro país.

Tercera etapa. Ampliar la mirada: el proyecto de crítica ala pobreza desde la riqueza humana total y la libertad co-mo necesidad histórica.

A través de Antropología y marxismo (1974) de GyörgyMárkus —uno de los alumnos más importantes de Lu-kács26—, Boltvinik lee como nadie lo había hecho an-tes los Manuscritos económico-filosóficos de 1844 de KarlMarx, convirtiéndolos en la plataforma de una innova-dora concepción que rompe el marco dentro del cual sehabía desenvuelto históricamente el debate internacio-nal sobre la pobreza.

Llevando muy lejos la influencia que desde la segun-da etapa —con la concepción histórico-materialista delas necesidades— había ejercido en él ese texto de Mar-kus, dota al principio de la totalidad de una nueva dimen-sión en su historia. Mientras en la primera etapa lo ins-tauró para pensar la pobreza en clave de valor de uso y enla segunda lo desarrolló para dar cuenta del sistema totalde necesidades económicas, en esta tercera etapa lo con-duce a su máximo nivel al descubrir que el gran límiteen la historia del debate mundial en torno a la pobrezaconsiste en que, además de que el relativismo cultural dela derecha neoliberal o posmoderna siempre desconoce lamedida del sistema social medio de necesidades: al tra-zar los umbrales de pobreza se desliza como principiouna reducción esencial del ser humano a su dimensiónpuramente económica, es decir, se introduce un profun-do error que consiste en colocar como punto de partidauna destotalización o desintegramiento radical de la huma-nidad del ser humano. A contracorriente de esa reduccióneconomicista, Boltvinik insiste ahora en que si y sólo si seamplía la mirada y se parte de una concepción del ser hu-mano como totalidad —esto es, del reconocimiento desu sistema total tanto de necesidades como de capacida-des económicas, políticas, culturales y psicológicas—, sepuede estar en condiciones de entender los hondos im-

pactos históricos de la pobreza tanto en el plano del es-tar como del ser. Ampliar la mirada, entonces, transita delsistema total de necesidades económicas al sistema total denecesidades y capacidades individuales y sociales como fun-damento del florecimiento humano.

En este nuevo horizonte, redimensiona la concepción deltiempo libre. Éste ya no responde solamente a sus funcio-nes para realizar la reproducción económica de la socie-dad. Desbordando esa esfera (del descanso funcional ala renovación de la fuerza de trabajo, de la educación fun-cional a su capacitación laboral o del tiempo de trabajodoméstico vitalmente necesario), el tiempo libre adquieretoda su fuerza como plataforma histórica imprescindiblepara el pleno despliegue multifacético de las potencialida-des humanas. En afinidad con la visión de los Grundris-se, el tiempo libre se reconoce como fundamento del de-sarrollo histórico de la libertad. Ampliar la mirada, así,avanza de la necesidad como libertad a la libertad comonecesidad.

En síntesis, Ampliar la mirada conduce a su máximohistórico el principio de la totalidad justo porque funda elproyecto de crítica a la pobreza total desde una concepcióndel sujeto humano como riqueza total. Para afinar el mi-rador que permita llevar a cabo esa crítica, Boltvinik tra-za, entonces, dos ejes clave: el eje del nivel de vida y el ejedel florecimiento humano. Mientras el eje del floreci-miento humano corresponde al progreso histórico delsistema multidimensional o global de necesidades y ca-pacidades humanas y, frente a él, puede reconocerse lapobreza humana total como un fragmento con el que sele recorta y desfigura; el eje del nivel de vida correspondeal sistema social medio de necesidades económicas y, fren-te a él, puede reconocerse la pobreza económica totalcomo un fragmento que asfixia necesidades producien-do daño. El desarrollo del principio de la totalidad llevaasí a Boltvinik al arribo de una concepción iconoclastaya no sólo de la pobreza sino de la riqueza: partiendo desu irreductibilidad al plano del tener, la mira —justo co-mo Marx (1982: 447)— como despliegue universal tantode necesidades como de capacidades humanas en curso deflorecimiento histórico. En consecuencia, Ampliar la mi-rada coloca el debate mundial sobre la pobreza en la fron-tera heurística más elevada de su historia.

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26 Lukács es el primero en heredar —antes que la Escuela de Frank-furt— la teoría crítica de la enajenación de Marx y desarrollarla paraefectuar la crítica a la modernidad capitalista del siglo XX (Lukács, 1969).

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2. El principio de la transdisciplinariedad

Un proyecto de este orden necesariamente impacta en laestructura de las ciencias sociales. No puede entablar re-lación con ellas desde la destotalización del sujeto. Al co-locar al florecimiento humano como mirador, tiene queasumir la aventura de crear una mirada transdisciplinaria.Para el desarrollo de su conceptualización el mero ten-dido de puentes de intercomunicación entre las discipli-nas más dispares —como economía y psicología, filoso-fía y estadística— es insuficiente. Imprescindiblementetiene que embarcarse en la exploración de la trascenden-cia de los límites de las disciplinas sociales para aportara la unificación del conocimiento sobre el ser humano y,desde ahí, abrir camino en la lucha contra la pobrezahumana total. Porque el ser de la humanidad constituyeuna totalidad también tiene que constituirla su saber.

Podría decirse que el principio de la transdiciplinarie-dad se mueve en dos planos. Por un lado, en la edifica-ción de los soportes del florecimiento humano como mi-rador; por otro, en la crítica a la reducción economicista.

Respecto del primer plano, para desplegar su aventu-ra transdisciplinaria, Boltvinik traza un pormenorizadoproyecto de diálogo con un amplio abanico de autores alos que interroga desde lo que denomina las preguntasfundacionales de este enfoque fundamentado en el flo-recer del género humano. Así, puede heredar sus descu-brimientos, aportar para integrarlos y, asimismo, cuestio-narlos. En este plano, a contrapelo de la destotalizaciónaún preponderante en las ciencias sociales de nuestra era,demuestra creativamente que la economía requiere de lapsicología y que la psicología requiere de la economía, ala vez que ambas requieren de la filosofía y la antropolo-gía y viceversa. Es imposible construir una concepción del

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Tlalquitenango, Morelos, 1964.

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ser humano como totalidad si no es desde el pensamientotransdisciplinario.

Para erigir los soportes del eje del florecimiento hu-mano, esta aventura transdisciplinaria hereda y articulalos descubrimientos que van desde la antropología filo-sófica de Karl Marx y György Márkus hasta la tipologíadel carácter —fundamentada en la economía, o sea, enel trabajo, y no en eros, aunque éste no deja de estar con-siderado— de Erich Fromm, incluyendo los aportes desu alumno más importante, Michael Maccoby, y, ade-más, la teoría de la jerarquía de las necesidades de Abra-ham Maslow.

Respecto del segundo plano, cabe decir que despliegauna puntual polémica erudita con las corrientes más im-portantes del debate mundial en torno a la pobreza —laeconomía “neoclásica”, la corriente de Peter Towsend yla del Premio Nobel Amartya Sen— desde una lecturainterdisciplinaria que articula la fundamentación del ejedel florecimiento con la del eje del nivel de vida, integran-do los aportes de la visión de las necesidades de Doyal yGough, el desarrollo a escala humana de Max Neef et al.y la dialéctica producción/consumo como fundamentodel progreso histórico en Terrail.

Esta fundamentación transdisciplinaria le permite aBoltvinik ver que, ciertamente, las corrientes más rele-vantes del debate mundial sobre la pobreza se encuen-tran en un profundo entrampamiento por su reduccióneconomicista del ser humano. No sólo la economía “neo-clásica” de la nueva derecha neoliberal o posmodernaque introduce una plataforma giratoria simulando colo-car como fundamento la utilidad cuando, más bien, sus-tituyéndola, pone como punto de partida una línea deingreso sin referencia al valor de uso. Lo que lleva a uncírculo tautológico que pretende “explicar” la pobrezade ingreso por la pobreza de ingreso. Además de ella,incluso ni la mirada multidisciplinaria de Towsend nitampoco el enfoque de las “capabilities” y “functionings”de Sen, que parecían abrir brecha hacia una ampliaciónen la concepción del ser humano, superan la reduccióneconomicista. Mientras Towsend cae en una doble re-ducción —unidimensionalizando la visión de la pobrezaal método LP y, luego, al nivel de vida—, Sen, en verdad,no ha ampliado la mirada desde las necesidades hacia las

capacidades y la libertad porque sus “capabilities” sim-plemente son “oportunidades abiertas por el ingreso” ysus “functionings” no responden al tiempo libre sino a laposibilidad de elegir entre diversos estados deseables deconsumo.

El pensamiento transdiciplinario constituye, así, unprincipio decisivo de la crítica a la pobreza humana totaldesde la riqueza humana total.

3. El principio de la economía moral

Negándose desde el inicio de sus intervenciones en el de-bate internacional sobre pobreza a aceptar el inhuma-nismo que se esconde detrás de formulaciones como lade que las ciencias sociales y, ante todo, la ciencia econó-mica, para ser tales tienen que ser “objetivas” o “puras”,en el sentido de apolíticas o amorales, Boltvinik, colo-cándose en una sólida posición epistemológica crítica dela escisión sujeto-objeto, insiste en que no hay modode asumir una postura sobre el objeto en el mundo sinasumir una postura sobre el sujeto27.

Impresionado en la Universidad East Anglia, desde1996, cuando —como profesor visitante— conoce el ho-rizonte de intelección de la economía moral —que lo llevaa titular con ese nombre su columna periodística sema-nal—, comparte con ella el profundo rechazo a la dico-tomía hechos/valores que tanto ha permeado desde elpositivismo lógico al pensamiento económico desde ha-ce un siglo.

Fundado por E. P. Thompson —el gran historiador bri-tánico sobre el cual alguien como Eric Hobsbawn se ex-presó afirmando que había que llamarlo “simplementeun genio”— para cuestionar la inmoralidad de lucrar conlas necesidades de la gente, el horizonte de la economíamoral lleva la discusión económica e histórica a una si-

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27 Como afirmaba Marcuse, incluso en el campo epistemológico laexistencia del objeto al margen del sujeto es sencillamente imposible,justo porque el objeto socialmente producido es la objetivación delobjetivo elegido por el sujeto productor, la relación sujeto-objetoconstituye una unidad indisoluble. En alemán este fundamento sepercibe, apunta de fondo Marcuse, ya que, el significado del conceptode “objeto” es “lo-otro-que-sí-mismo” (Marcuse, 1969: 19).

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tuación límite —la pobreza que pone en peligro la re-producción de multitudes— para revelar que sencilla-mente es imposible producir conceptos sin emitir a lavez juicios de valor.

Convirtiendo el concepto de dimensión histórico-moral o histórico-cultural de Karl Marx en plataformade toda una concepción de la historia económica, con laeconomía moral —que nació para explicar los estallidospolíticos de fines del siglo XVIII de los trabajadores ingle-ses cuando el capitalismo naciente minaba su acceso alcereal histórico de la civilización europea, el trigo (en for-ma de pan)28—, E. P. Thompson pone al descubiertoque el valor de uso que rige el proceso de reproducciónsocial de una época, esto es, el bien económico, consti-tuye un fundamento con el que siempre se correlacionala noción social del Bien moral que se erige en ella. Cuan-do se piensa en clave de valor o de la forma dinero paraacumularlo como capital, las necesidades concretas de lasociedad se tornan irreconocibles; en cambio, cuando sepiensa en clave de valor de uso el sistema histórico-so-cial de necesidades se sitúa en el centro del observatorio.Por eso, pensar en clave de valor de uso exige pensar in-mediatamente en clave normativa.

Llevando esta incisiva formulación del plano de la his-toria económica al plano de la epistemología, en Am-pliar la mirada Boltvinik integra a la edificación del flo-recimiento humano como mirador la recuperación de lacrítica enderezada por un filósofo de la ciencia de la al-tura de Hilary Putnam al positivismo lógico para demo-ler la nociva dicotomía hechos/valores que tanto restrin-ge el desarrollo del pensamiento económico en nuestrotiempo.

Si existe una época en la que, a todas luces, la formu-lación del “objetivismo puro” o “neutro” revela su com-

plicidad con el poder moderno es ésta en la que ante lamundialización de la pobreza el cinismo histórico inten-ta recubrirse con aquél. En este sentido, Ampliar la mira-da asume la economía moral como principio concep-tual/ético buscando impulsar el desarrollo de un miradorhistórico comprometido con el bienestar y el florecimien-to del género humano.

4. El principio de la soberanía

Reivindicar el contenido histórico-moral de una sociedadhistórica, esto es, el derecho de toda la nación a satisfacerel sistema social medio de necesidades que ha desarro-llado en una época determinada —que es justo lo que sehace desde el MMIP al reconocer multidimensionalmen-te las necesidades que requieren ser cubiertas para su-perar la pobreza económica total— y, más aún, plantearel proyecto de trascendencia histórica de la pobreza hu-mana total con el objetivo de estimular el florecimientoindividual y social exige que Boltvinik, avanzando mu-cho más allá del campo político al que regularmente secircunscribe la lucha contra la pobreza, insista en que, le-jos de bastar un mero giro, así fuera drástico, en la políti-ca social, la condición histórica estratégica para asumiresas necesidades reside, precisamente, en recuperar la au-todeterminación nacional.

No podría entenderse el alcance de su propuesta deacción si por ella se comprendiera un simple regreso alpasado, esto es, al Estado nacionalista liberal y keynesiano.

Buscando contrarrestar las relaciones de poder centro-periferia que se juegan en el siglo XXI, en un ensayo deci-sivo para tornar explícitos planteamientos estratégicosderivados de Ampliar la mirada, formula la necesidad his-tórica de articular el proyecto de la autodeterminación na-cional con la generación de masas críticas mínimas tantode capacidades tecnológicas como de capacidades sociales(Boltvinik, 2006b).

Cuando la autogestión —observa atinadamente— demodo anti-imperialista y hasta anti-capitalista se instala,pero en “condiciones de aguda escasez de recursos”, la au-todeterminación encara límites objetivos infranqueablesque le bloquean avanzar.

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28 Proyectando cómo la dimensión histórico-moral siempre se refiereal sistema social medio de necesidades de una sociedad y cómo chocacon el dominio que sobre él ejerce la modernidad capitalista, en suensayo fundacional de la economía moral, Thompson dice: “Es posi-ble detectar en casi toda acción de masas del siglo XVIII alguna nociónlegitimadora […]. Los hombres y las mujeres que constituían la mul-titud [en sus revueltas por el pan] creían estar defendiendo derechos ocostumbres tradicionales y, en general, que estaban apoyados por elamplio consenso de la comunidad” (Thompson, 2002: 365).

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Para modificar la dinámica histórico-económica y po-lítica de un país, que es el reto que exige encarar la luchapor la trascendencia de la pobreza económica y humanatotal, es imprescindible un movimiento antisistémico quehaga valer la autodeterminación nacional, pero, asimis-mo, es indispensable asumir la producción del desarrollode una red tecnológica nacional y de un sistema educa-tivo que capacite grandes masas de jóvenes altamentecalificados para mantener el progreso económico e ins-trumental continuamente en curso. Una estrategia de es-te orden podría dotar a la nación de una plataforma ade-cuada para enfrentar y redefinir su lugar en el rapport deforces de la mundialización actual.

Para responder a la edificación de condiciones para elflorecimiento humano, la autodeterminación nacionalno podría remitirse a los marcos de acción de una estra-tegia capitalista nacionalista, tendría que redimensionartranscapitalistamente el ejercicio de la soberanía del Es-tado nacional para convertirlo en un medio estratégicomuy superior a la mera redistribución del ingreso, estoes, funcional al desarrollo de una desmercantilización so-cial históricamente creciente. Es decir, de una reconfigu-ración del proceso de reproducción social que, con baseen un movimiento nacional soberano, arrebate al Estadoel reconocimiento de múltiples necesidades sociales quetendrían que ser cubiertas mediante servicios públicossin cosificación del sujeto social ni venta de la fuerza detrabajo en el mercado laboral.

En este punto se proyecta una esencial coincidencia es-tratégica entre Boltvinik y Wallerstein, quien, en un en-sayo en el que realiza un balance de las condiciones paraun posible reposicionamiento de los Estados periféricos,afirma:

En la media duración, lo mejor que pueden hacer los mo-vimientos es presionar por la desmercantificación donde-quiera que puedan y en la medida en que puedan […] Ladesmercantificación no sólo hace frente a las tendencias delneoliberalismo, edifica las bases de una cultura política al-ternativa. Por supuesto, los teóricos del capitalismo se hanburlado mucho tiempo de la desmercantificación argumen-tando que es ilusoria […], que lo único que hace es garanti-zar la falta de crecimiento económico y, por consiguiente,la pobreza. Todo esto es falso. Sólo tenemos que mirar lasdos instituciones mayores del mundo moderno —las uni-

versidades y los hospitales— para darnos cuenta de que,por lo menos hasta hace veinte años, nadie cuestionó quedeberían perdurar como instituciones no lucrativas, sin ac-cionistas ni especuladores […] El problema […] reside enla construcción de las bases sobre las que crearemos el sis-tema-mundo sucesor (2006: 14-15).

En consecuencia —y me parece que esta es la formula-ción estratégica tácita pero decisiva que deriva de Ampliarla mirada—, entre la soberanía nacional y la soberaníadel Estado tendría que desarrollarse una rica dialécticatranscapitalista de doble sentido: por un lado, el desarro-llo de un sólido movimiento nacionalista tendría que serel fundamento de la conformación de un Estado sobera-no; por otro, en tanto resultado y, asimismo, presionadopor la soberanía del movimiento nacional, ese Estado ten-dría que asumir las condiciones para el desarrollo de lasoberanía humana: sin duda, la base epocal del florecerdel género humano.

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