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- 49 - Año VI, No. 6, enero-junio de 2013 Año VI, No. 6, enero-junio de 2013 El fracaso de la política de seguridad: narcotráfico, crimen organizado y violencia Mónica del Carmen Serrano Carreto El Colegio de México Introducción l objetivo de este trabajo es dar cuen- ta de las variables que permiten explicar y comprender la situación en la que se en- cuentra México actualmente, en materia de seguridad. Al respecto se ofrecen seis grandes explicaciones que de manera recu- rrente han estado presentes en la discusión sobre la crisis de seguridad del país desde hace ya más de dos décadas. Antes de pasar a estas explicacio- nes y desagregar a detalle cada una de ellas, se establecen dos aclaraciones. Primero, uno de los presupuestos plenamente aceptados por aquellos que estudian el tema de los mercados ilícitos, reconoce que en general están acompaña- dos de violencia. Una de las característi- cas que lo define, además de representar el intercambio de bienes, de servicios o de actividades que fueron declaradas como ilegales, es el hecho de que la declaración misma del estatus de estos intercambios conlleva de manera innata el riesgo de la violencia, lo que no significa que sus niveles sean siempre los mismos. Se puede pensar en diferentes tipos de mercado ilícito con mayores o menores niveles de tolerancia; pero en general, en todos ellos habrá, de una manera u otra, sea soterrada o explíci- ta, presencia de violencia. En el caso mexicano, el mercado ilícito que ha estado en la base de la crisis de seguridad que se vive, es desde luego, el de las drogas, además, se tiene que recono- cer que los índices de violencia se dispararon en los últimos años, es una curva que cre- ció y que será referida al explicar cada una de las seis grandes variables que dan cuenta de la crisis de seguridad. En general, es posible sostener la tesis de que la violencia que acompaña al mercado ilícito de drogas y de estupe- facientes en México, pasó de un mercado relativamente localizado en el entorno geo- gráfico del país a una violencia cada vez más generalizada en la totalidad del terri- torio y con características de una creciente intensidad; es decir, no es igual la violencia que se vive actualmente a la que acompañó al mercado ilícito de drogas en la década de los 70, ni siquiera en la de los 80. La segunda aclaración se rela- ciona con lo que actualmente se deno- mina crimen organizado, cuya noción, tiene una historia teórica porque se pue- de realizar el recuento teórico de su sur- gimiento, de los fenómenos a los que se refiere, así de como una trayectoria política

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Año VI, No. 6, enero-junio de 2013Año VI, No. 6, enero-junio de 2013

El fracaso de la política de seguridad:narcotráfi co, crimen organizado y violencia

Mónica del Carmen Serrano CarretoEl Colegio de México

Introducción

l objetivo de este trabajo es dar cuen-ta de las variables que permiten explicar ycomprender la situación en la que se en-cuentra México actualmente, en materiade seguridad. Al respecto se ofrecen seisgrandes explicaciones que de manera recu-rrente han estado presentes en la discusiónsobre la crisis de seguridad del país desdehace ya más de dos décadas. Antes de pasar a estas explicacio-nes y desagregar a detalle cada una de ellas,se establecen dos aclaraciones. Primero, uno de los presupuestosplenamente aceptados por aquellos queestudian el tema de los mercados ilícitos,reconoce que en general están acompaña-dos de violencia. Una de las característi-cas que lo defi ne, además de representarel intercambio de bienes, de servicios o deactividades que fueron declaradas comoilegales, es el hecho de que la declaraciónmisma del estatus de estos intercambiosconlleva de manera innata el riesgo de laviolencia, lo que no signifi ca que sus nivelessean siempre los mismos. Se puede pensaren diferentes tipos de mercado ilícito conmayores o menores niveles de tolerancia;pero en general, en todos ellos habrá, de

una manera u otra, sea soterrada o explíci-ta, presencia de violencia. En el caso mexicano, el mercadoilícito que ha estado en la base de la crisisde seguridad que se vive, es desde luego, elde las drogas, además, se tiene que recono-cer que los índices de violencia se dispararonen los últimos años, es una curva que cre-ció y que será referida al explicar cada unade las seis grandes variables que dan cuentade la crisis de seguridad. En general, es posible sostenerla tesis de que la violencia que acompañaal mercado ilícito de drogas y de estupe-facientes en México, pasó de un mercadorelativamente localizado en el entorno geo-gráfi co del país a una violencia cada vezmás generalizada en la totalidad del terri-torio y con características de una crecienteintensidad; es decir, no es igual la violenciaque se vive actualmente a la que acompañóal mercado ilícito de drogas en la década delos 70, ni siquiera en la de los 80. La segunda aclaración se rela-ciona con lo que actualmente se deno-mina crimen organizado, cuya noción,tiene una historia teórica porque se pue-de realizar el recuento teórico de su sur-gimiento, de los fenómenos a los que serefi ere, así de como una trayectoria política

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asociada claramente a la negociación y fi r-ma, en el marco de las Naciones Unidas, dela Convención de Palermo del año 2000. La Convención fue resultado delos esfuerzos desesperados de Colombia,quien en ese momento vivía una situaciónsimilar a la que vive hoy México, por atraerla atención, dado que desde su perspecti-va, tenía dimensiones internacionales. Así,Colombia, en conjunto con otros países,empujó dicha Convención con el afán dellamar la atención internacional a la crisisque estaba desfondando al país en ese mo-mento. En general, los expertos reco-nocen que en ese concepto sombrilladenominado crimen organizado, en el quese incluyen diferentes tipos de actividadesilícitas como el secuestro; robo de autos;cuando es en gran escala, la piratería; quela actividad e industria más importante quesigue defi niendo al crimen organizado, esel narcotráfi co. Si se dividiera un pastelasociado al crimen organizado, se tendríaque alrededor de 75 u 80% está dominadopor los ingresos provenientes de las drogasilícitas. En este sentido, algunos expertos,incluida la autora de este trabajo, sostienende manera enfática que la diversifi cación delnarcotráfi co, lo que hoy se conoce comocrimen organizado, no es sino resultadode las políticas antinarcótico que hicieronque el tamaño del pastel se incrementa-ra y generara condiciones de impunidad.

Precisamente, esta situación permite queaquellos que entran originalmente al ne-gocio del narcotráfi co, aprovechen laimpunidad para diversifi car sus actividadese ingresar a otros negocios. En efecto, la noción de crimen or-ganizado tiene una trayectoria política im-portante, debido a que con frecuencia seescucha que si como solución se conside-rara la despenalización para bajar el valorde las drogas y reducir el tamaño del pas-tel, poco se lograría porque los criminalesse dedicarían a otras actividades, asociadasdesde luego, al crimen organizado. La respuesta a esta tesis, de la au-tora y de expertos, es que es probable queese fuese el caso. Si el narcotráfi co repre-senta el grueso del crimen organizado, alreducir el tamaño de ese pastel, se amino-ran también los márgenes de impunidad,con lo que se abren espacios para la auto-ridad del Estado y de sus instituciones. Asu vez, se estaría, probablemente, en mejo-res condiciones para atajar los intentos dediversifi cación hacia áreas que presentenmayores niveles de ganancia, una vez quelos del narcotráfi co se redujeran por la víade la despenalización.

Crisis de seguridad en México: expli-caciones

Con estas dos aclaraciones, a continuaciónse explican las variables que intentan darcuenta de la crisis de seguridad en la que se

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encuentra México. Al respecto, es impor-tante tener presente su situación excepcionalen virtud de la vulnerabilidad que signifi cala vecindad con Estados Unidos, en rela-ción con la disponibilidad de armas.

Primera tesis

La primera variable tiene que ver con laapertura de la economía, la integracióneconómica y la inserción de México a laeconomía internacional mediante el Trata-do de Libre Comercio ( ), consecuenciainevitable de la vecindad con Estados Uni-dos, cuyo país tiene un régimen de pose-sión de armas, anclado en una constituciónque reconoce el derecho de los ciudadanosa portar y poseer armas para la legítimadefensa. En consecuencia, ha existido unmercado legal de armas a disposición delas organizaciones que buscan maximizarsus ganancias, provenientes de la venta dedrogas ilícitas. La tesis de la apertura económi-ca y de la integración de México al ya la economía de América del Norte, fueuna explicación que estuvo presente, so-bre todo en los años 90, cuando la pues-ta en marcha del Tratado coincidió; porun lado, con la cadena de asesinatos po-líticos que permanecieron envueltos en lasospecha del narcotráfi co, asesinatos delcandidato presidencial, en 1994, por elPartido Revolucionario Institucional ( ),Luis Donaldo Colosio; así como de José

Francisco Ruiz Massieu, entonces Secreta-rio general del . Por otro lado, con la olade grandes escándalos de corrupción enmateria de narcotráfi co que involucraronpor igual a gobernadores y a generales dealto rango, baste recordar al general JesúsGutiérrez Rebollo y a los gobernadoresde ese entonces, por Quintana Roo, MarioVillanueva y por Morelos, Jorge CarrilloOlea. Es cierto que aquellos desarrollosasociados a la apertura económica y a laintegración del país al facilitaron elcomercio y el intercambio de mercancíasilícitas a gran escala entre México, EstadosUnidos y Canadá. Si se observan las cifras sobreintercambio comercial, se verá que efecti-vamente hubo un incremento notable delintercambio de manufacturas y de cier-tos productos agrícolas, sobre todo deverduras y frutas con Estados Unidos yCanadá. La tesis, por consiguiente, sostu-vo y sostiene aún que dicho intercambio,resultado de la liberalización del comercio,facilitó e hizo posible el intercambio demercancías ilícitas.

Es cierto que al aumentar el co-mercio lícito y legal, las oportunidades paraesconder e incluir mercancía ilícita de ma-nera clandestina crecieron, no obstante, elproblema con esta tesis es que olvida el he-cho de que la crisis de seguridad del Estadomexicano con respecto al narcotráfi co pre-cede por mucho a la apertura económica.

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Si se hace un estudio histórico delas relaciones de México y Estados Unidosen materia de narcotráfi co, se tendrá quereconocer que el punto de quiebre fue elasesinato del agente de la (Drug Enfor-cement Administration) Enrique Camarena, el09 de febrero de 1985. Este homicidio fuesignifi cativo porque dio cuenta del gradode corrupción y descomposición que habíaalcanzado ya el narcotráfi co al interior delas agencias de seguridad del Estado mexi-cano. A raíz del asesinato de Camare-na, el entonces presidente Miguel De laMadrid, tomó una decisión realmente demagnitud, importancia y trascendenciaenorme, llevó a cabo el desmantelamientode la policía que hasta ese momento estuvoencargada de atajar el narcotráfi co: la Di-rección Federal de Seguridad. Sería complicado explicar dichoproceso y acontecimiento si no se toma-ra en consideración, que años atrás, dos otres, aproximadamente, Estados Unidostomó la decisión unilateral de desviar laruta de ingreso de la cocaína, que hasta esemomento ingresaba a su país por el ladode la península de la Florida, a territoriomexicano. Lo que Estados Unidos hizo me-diante el despliegue de la operación HatTricks, fue incrementar la vigilancia entoda la costa de la Florida y del Golfo deMéxico, de esta manera, el acceso naturalde la cocaína para entrar a Estados Unidos,

inevitablemente, se trasladó a territoriomexicano por la vía de una nueva moda-lidad. A través de cargamentos aéreos agran escala, los aviones volaban desde Co-lombia, aterrizaban en territorio mexicano,y la cocaína se trasladaba hasta la fronteramexicana, desde donde ingresaba a territo-rio estadounidense. Esto ocurrió a princi-pios de los 80, mucho antes de la fi rma yentrada en vigor del . No obstante lo anterior, lo cierto esque la tesis de la apertura económica sigueteniendo mucho eco en ciertos círculos. Recientemente aparecieron repor-tes en la prensa con respecto al derramede violencia de organizaciones criminalesen Estados Unidos, sobre todo en lo quese refi ere a Texas, seguramente se toparoncon la tesis de las autoridades, justamenteautores del reporte que da cuenta de estatesis, que argumentan que esto es conse-cuencia del intercambio comercial y delfl ujo de mercancías de México a EstadosUnidos derivado del . La respuesta de Estados Unidos escerrar la frontera, sin preguntarse nunca dedónde viene el problema o si proviene demás atrás, y la difi cultad al cerrar la fronte-ra radica en que estas mercancías buscaránel ingreso por otra vía, como se observacon la experiencia mexicana.

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Segunda tesis

Una segunda explicación, presente en losestudios sobre narcotráfi co, crisis de segu-ridad y violencia, se relaciona con el pro-ceso de liberalización política y transicióna la democracia. Desde luego que dichosprocesos generan una enorme inestabili-dad e incertidumbre, y es frecuente que seacompañen por crisis de seguridad y olasde criminalidad. Así sucedió en España, cuya transi-ción a la democracia coincidió con olas decriminalidad que incluyó índices de consumode drogas considerables. También ocurrióen países como Sudáfrica, y Argentina ensu momento, que vivieron una situación deinestabilidad así como de incertidumbreinstitucional, además de desajustes entrecorporaciones policiales, entre institucio-nes de seguridad y de justicia. Ese momento de incertidumbre einestabilidad institucional estuvo acotadoen el tiempo. Llegó a su fi n después de unperíodo y una vez pasada la crisis de susinstituciones pudieron proceder a los pro-cesos de reforma profunda que requerían afi n de adentrarse en las prioridades de sussociedades, ya fueran éstas de tipo econó-mico, como la integración de España a laUnión Europea; o bien, las relaciones degrupos raciales en Sudáfrica entre las co-munidades blancas y las negras. El problema, en el caso de Méxi-co, es que la crisis de seguridad no puede

atribuirse a la incertidumbre y a la inestabili-dad que genera la alternancia política, sim-plemente porque los orígenes de esa crisisno se encuentran en dicha inestabilidad, sinoque tienen que ver con variables que estánclaramente asociadas con políticas anti-narcóticas que hacen de las drogas ilícitas,mercancías preciosas cuyo valor es com-parable al de las piedras preciosas, lo cual,genera dinámicas de inseguridad que noson resultado de un simple reacomodo delas instituciones como producto del cam-bio político. Desde luego que la democraciamexicana tenía que enfrentar desajustesal momento de transitar hacia la alternan-cia en el año 2000, sin embargo, éstos nopueden explicar el tamaño de la crisis deinseguridad en la que se vive. Una crisis de gran envergadura,similar al caso mexicano, es la que vivióPerú dado que al momento de inaugurarla transición a la democracia con el llama-do a elecciones en 1980, se confrontó a ladeclaración de insurgencia de Sendero Lu-minoso, guerra donde se perdieron 70 milvidas humanas. Sendero Luminoso le robó a Perúla oportunidad de realizar un ajuste a lademocracia y a la nueva institucionalidaden condiciones de normalidad. En Méxi-co, las políticas antinarcóticas implemen-tadas y empujadas por Washington, perocondonadas y legitimadas por la Organi-zación de las Naciones Unidas ( ) y las

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Convenciones que confi guran el régimeninternacional de drogas, robaron al país laoportunidad de transitar a una reforma ya un reacomodo institucional en condicio-nes de mayor normalidad.

Tercera tesis

La corrupción y la consecuente impotenciainstitucional, es otra de las variables en lasque los expertos han puesto énfasis paratratar de dar cuenta de la crisis de seguri-dad. En este sentido, uno de los documen-tos recientes que dejan ver esta perspectiva,es un reporte de 2011 sobre inseguridad yviolencia, del Banco Mundial, así como elreporte de una de las organizaciones enWashington, que atiende y sigue de cercalas relaciones entre México y Estados Uni-dos: Instituto México del Woodrow WilsonCenter. Desde esta perspectiva, el proble-ma de la crisis de inseguridad es resultadode la corrupción, de la incapacidad de lasociedad para empujar a su clase política, yde la incapacidad de esta última para llevara cabo las reformas institucionales que sonnecesarias para atajar y controlar la insegu-ridad y la violencia. Nuevamente en marzo de este año,apareció un reporte de la especialista Van-da Felbab-Brown, académica de BrookingsInstitution, acerca de la creación de la gen-darmería nacional en México. Al respecto,la investigadora consideró que tiene que

haber un compromiso político muy seriopara que pueda llevarse a cabo. Por su par-te, antes de echar andar la propuesta, el go-bierno ya redujo el tamaño de su compro-miso dado que habló de 60 mil hombres, yahora se contemplan 10 mil. Entonces, con frecuencia se habla,o de la falta de voluntad política, o de lacorrupción, como las variables que expli-can la falta de decisión de las autoridadesmexicanas para llevar a cabo las reformasinstitucionales en el ámbito de las políticas,de las agencias de seguridad y del poder ju-dicial, que permitirían disminuir los índicesde criminalidad, y a su vez, restablecer lascondiciones de seguridad. Se habla continuamente tambiénde que Colombia es el país del que se debeaprender, que — de acuerdo con el reportedel Banco Mundial — Colombia ya orde-nó su casa. No obstante, los informes y repor-tes suelen olvidar al menos dos cosas: laprimera es que se trató de reformas queprocedieron en condiciones de norma-lidad, como en el caso de Argentina, quellevó a cabo la reforma más profunda desus fuerzas armadas así como del poderjudicial, lo que le ha permitido posicionar-se como el país que liderea, por mucho, ladefensa de los derechos humanos porviolaciones a la integridad física de laspersonas. Dichas reformas no tuvieronni a Sendero Luminoso, que desplegóuna campaña contra insurgencias y una

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violencia despiadada, ni tuvieron tampocoal narcotráfi co y a las políticas antinarcó-ticas impulsadas desde Estados Unidoscomo entorno en el que estos esfuerzos dereforma institucional han sido efectuados. Segundo, olvidan de un mododeshonesto, el hecho de que Colombia,que puso en orden su casa y que el gobier-no de Estados Unidos reconoce, tiene cer-ca de 3 millones de desplazados internospor violencia ¿cómo puede un país haberpuesto su casa en orden con 3 millones dedesplazados internos? Sin embargo, la opinión de la Igle-sia, es que esta cifra alcanza hasta 5 millo-nes, mientras que la prensa colombianamuestra una cantidad que difícilmente po-dría provenir de un país que recuperó laestabilidad y la seguridad. Además, en losprimeros meses de 2013, Colombia regis-tró mil desaparecidos, y en los esfuerzosque la sociedad y el gobierno colombianohan hecho para dejar ver este número, Co-lombia tiene más de 20 mil muertos que nohan sido reclamados por nadie, ¿este es elpaís en orden al que se le apuesta? Los que ponen énfasis en la co-rrupción y en el fracaso de las reformasinstitucionales, tienden a soslayar la mag-nitud del poder corruptor que acompañaal tráfi co de drogas, el cual no sería posiblesi no fuera de nueva cuenta por la prohibi-ción. En efecto, las drogas tienen valor porsu prohibición, y quienes entran al negocioadquieren capacidad para comprar armas,

contratar guardias privados, amenazar ycorromper. Quienes señalan que la crisis deseguridad es resultado de la incapacidadpara echar a andar y mantener las reformasinstitucionales, olvidan que México llevaen el intento desde 1985, por lo menos,cuando se desmanteló la Dirección Federalde Seguridad, ¿cuántos intentos de refor-mas?, ¿cuántos limpiamientos de policías?,¿cuántos intentos de certifi cación? No se sugiere de ninguna maneraque las policías no deban ser reformadas,ni que el poder judicial no deba ser refor-mado y no deba actuar de manera respon-sable, lo que sí, es dejar claro que pretenderque estas reformas pueden tener éxito encondiciones que no modifi can en nada elvalor de las mercancías ilícitas, que son ac-tualmente el grueso del crimen organizadoen México, es un planteamiento sofi sta ydeshonesto. En el fondo, la situación que pre-valece es la cuartada perfecta para que losestadounidenses digan que el país estácomo está porque los mexicanos son con-génitamente corruptos y violentos; y paraque la clase política también se lave las ma-nos y diga: — estamos como estamos y nopodemos hacer las reformas que necesita-mos porque el tema del narcotráfi co nosabruma y nos domina —. De esta manerauno y otro actor se despojan de la respon-sabilidad que les corresponde.

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Cuarta tesis

Recientemente ha adquirido mayor fuerzael argumento de que la desigualdad, la po-breza y el impacto socioeconómico de lamigración, en el caso mexicano, son fac-tores que han abonado y han estado detrásde la crisis de seguridad. Desde luego que la pobreza y ladesigualdad son terrenos fértiles que per-miten explicar, junto con otros factores ycon la concatenación de más variables, elhecho de que determinados movimientosprendan y cobren fuerza en ciertos lugares,el que en condiciones de desesperación, laseconomías de algunas partes del país o deColombia estén profundamente compro-metidas con la economía ilícita. Sin embargo, atribuir a la desigual-dad y a la pobreza, como en el caso de lasreformas institucionales, la crisis de inse-guridad, es no entender que hay una seriede conductas que deben ser desaprobadaspor la sociedad, por la clase política, por laIglesia así como por las escuelas, y que di-fícilmente pueden explicarse a partir de lafalta de oportunidades y de la desigualdad. El niño que es reclutado de mane-ra forzosa por ejércitos e insurgencias, enel caso mexicano, para actuar como sica-rio, es una conducta que no obedece a ladesesperación que conlleva la pobreza y ladesigualdad. Sin profundizar en el tema dela pobreza y la desigualdad, es necesario

señalar que efectivamente hay condicioneseconómicas en México que no permitenofrecer empleo a la totalidad de la pobla-ción, que según estudios económicos deinvestigadores de El Colegio de México,para todo propósito práctico, el desem-peño económico mexicano permanece enlos niveles de principios de los 80, no seha crecido en tres décadas, y las mejorasque se pueden refl ejar en algunos hogares,sobre todo en lo que se refi ere al ingresofamiliar, son producto de dos factores: elingreso de la mujer a la mano de obra y lareducción en el número de miembros delas familias. No es como manifi estan algunosque México es un país de clase media, seestá muy lejos de estar en esa situación,pero explicar la crisis de seguridad con baseen la pobreza y en la desigualdad, podríallevar a soslayar el impacto de los incenti-vos criminales que generan los mercadosilícitos, concretamente el que concierne alas drogas.

Quinta tesis

Otra de las explicaciones que están en labase, sobre todo de la espiral de violenciaque se vive, tiene que ver con la guerracontra las drogas declarada por la adminis-tración de Felipe Calderón (2006-2012). Cabe señalar que la violencia noempezó con la administración caldero-nista, ya que se puede rastrear desde la

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década de los 80, se tuvo el pico de vio-lencia muy claro con la ola de asesinatospolíticos en los 90, así como la violenciaentre las propias organizaciones criminalesdurante la última etapa de la administra-ción foxista (2000-2006). Las primeras manifestaciones real-mente brutales y bárbaras del nuevo tipode violencia que cundiría en el país tuvie-ron lugar en Uruapan, Michoacán, el 6 deseptiembre de 2006, éstas anteceden al ini-cio de la administración calderonista. Así,la violencia no la inventó Felipe Calderón,pero si la acrecentó. El uso de la fuerza es un instru-mento ciego, quienes deciden actuar conbase en ella, saben o deberían saber, queimplica riesgos insospechados, y que unavez iniciada, requiere de ajustes continuosy de una vigilancia extrema para podermantener en el nivel mínimo los efectos yriesgos colaterales que conlleva. La decisión de privilegiar el uso dela fuerza para atajar el problema del nar-cotráfi co, y de esta manera desarticular lasgrandes organizaciones criminales, explica,como lo han apuntado muchos colegas, lanaturaleza y los niveles de violencia que seestán viviendo en México, donde se calculaque, actualmente, entre 70 y 100 mil perso-nas han perdido la vida; se reconoce tam-bién que es un fenómeno que se empiezaapenas a digerir y a apreciar la magnitudque conllevan los desaparecidos.

Sexta tesis

La sexta y última variable ha estado presen-te en todas las explicaciones anteriores, ytiene que ver con el impacto de las políticasprohibicionistas y de lo que se denomina ose asocia con su militarización provenien-te de la declaración de una guerra contralas drogas, primero por la administraciónde Richard Nixon, en Estados Unidos, du-rante la década de los 70, pero de maneramucho más clara por la administración deRonald Reagan en la década de los 80. La prohibición hizo que las drogasse volvieran mercancías preciosas, y al au-mentar su valor, incrementaron, de manerainevitable, las oportunidades criminales. Lavecindad de México con Estados Unidos, ypor consiguiente, con uno de los mercadosmás importante para el consumo de estassustancias, fue rápidamente aprovechadapor los actores criminales. Para tener una idea, cuando Es-tados Unidos inició sus políticas prohi-bicionistas en la segunda década del siglopasado, en un período de dos a tres años,el número de turistas que cruzaban la fron-tera a territorio mexicano para poder beberalcohol y consumir las drogas que de ma-nera creciente eran prohibidas en territorioestadounidense, aumentó de 20 mil a me-dio millón de personas. La vulnerabilidadde México a estas oportunidades crimina-les se manifestó de manera contundente endos momentos.

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El primero sucedió en la década delos 70, hacia 1972-1973, cuando Turquía,que representaba uno de los primeros ex-portadores de opio y uno de los grandessuministradores de opio ilícito al mercadoestadounidense, logró armar una fórmulaque fue negada al gobierno mexicano, en1930, por Estados Unidos. El gobierno mexicano conscientede los riesgos que entrañaba ante las po-líticas prohibicionistas, propuso una fór-mula que veía como una solución idónea,consistente en crear un monopsonio; esdecir, una entidad estatal que comprarael grueso de la producción, en ese mo-mento, de opio y quizá de marihuana,concentrarlos en dicha entidad, y desdeahí suministrar lo que fueran necesidadesmédicas legítimas, lo demás, las autorida-des verían la manera de quemarlo, suminis-trarlo o exportarlo. En algún momento sehabló de la posibilidad de que México entra-ra a un sistema de cuotas, que era parte dela fórmula que también había acompañadoa los intentos de control de drogas duranteel período de guerras en los 30, 40 y 50. En el momento en el que Turquía,con un poco de desavenencias con Esta-dos Unidos, pero con la sufi ciente distanciapara poder hacerlo, logró armar e instituirsu monopsonio y de esta manera controlarel problema de la economía ilícita del opioen su país, se desplomó su participación enel mercado estadounidense; sin embargo,la participación de México en el mercado

ilícito de heroína en Estados Unidos, au-mentó en un año de 15 o 20% a 80%. Lo anterior da una idea, según sevea, de la vulnerabilidad de México o laoportunidad que la vecindad con EstadosUnidos le dio a los productores de opio,que eran ya para todo propósito práctico,en ese momento, actores ilegales. En 1981-1982, Estados Unidoscon la operación Hat Tricks one, Hat TricksTwo, y la operación Bahamas and Turks enla Península de Florida, logró el desvío delfl ujo de cocaína a territorio mexicano, y denueva cuenta, se apreció la vulnerabilidado el tamaño de las oportunidades crimina-les, dado que en un período de tan sólo seisaños, el volumen de la cocaína confi scadaen México se elevó, según Sergio GarcíaRamírez, quien estuvo a cargo de estaspolíticas, de no de más de 300 gramos en1983 a 30 toneladas en 1989. Actualmen-te se calcula que por México pasa más de95% de la cocaína que ingresa a territorioestadounidense.

Como era previsible, el impactode la apertura económica de cocaína no selimitó al potencial corruptor, sino de mane-ra mucho más preocupante, también tuvoque ver con el cambio de una economíailícita, que hasta ese entonces se caracteri-zaba por la producción agrícola de opio ymarihuana en zonas geográfi cas muy loca-lizadas: el triángulo dorado, ubicado entreChihuahua, Sinaloa y Durango, y a su vez,la costa del Pacífi co, sobre todo, en la zonade Guerrero.

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Dicho mercado, geográfi camentelocalizado y acotado en la producción deopio y marihuana, se modifi có con la aper-tura económica de la cocaína y se convirtióen una economía de servicios y de trasie-go, en un primer momento por medio deaterrizajes para llevar por tierra la droga,luego por lanchas pequeñas, y ahora porsubmarinos. Así lo constata el impacto del PlanColombia y la Iniciativa Mérida en Cen-troamérica y países tan distantes comoEcuador que había logrado librar el asun-to de las drogas, dado que hay quienesseñalan que se han reportado aterriza-jes clandestinos de avionetas y aerona-ves con matrícula mexicana, así como lapresencia de submarinos con capacidadpara transportar de 15 a 30 toneladas decocaína en dicho país, lo cual supone unejército de personas para poder empaque-tarla, moverla de un lugar a otro, contabilizarel valor de precio de venta a corte, a pre-cio de venta ya procesada, del trasiego deColombia a Ecuador, de Ecuador a CostaRica y más. Las consecuencias son múltiples,y no se manifi estan única y exclusivamen-te en el tema de la corrupción, como hizopensar en su momento el caso Camarena yel desmantelamiento de la Dirección Fede-ral de Seguridad, sino que tiene un impactotambién, aunque quizá más prolongado enel tiempo, en la violencia. Como se mencionó en un principio,

todo mercado ilícito lleva innato de algunamanera o de otra, la amenaza o el uso de laviolencia, y en el caso de México, la aper-tura económica de la cocaína incrementótambién la demanda de protección, y porconsiguiente, la demanda de armas. Los estudiosos de la violenciarecuerdan que ésta no puede ni debe con-siderarse como una categoría unitaria oabsoluta; para explicarla y para dar cuentade ella, hay que desgranarla y desmenuzarla. En general, las explicaciones de laviolencia han buscado dar cuenta del sig-nifi cado y propósito del acto violento, porun lado, de los umbrales de la intensidadde la violencia y de su carácter organizadoo anárquico, y por el otro, de su naturalezaen términos de si ésta es una violencia físi-ca, psicológica, sistemática o estructural. Lo que es claro es que la violenciano sólo ha ensombrecido al país, sino ade-más, como lo constata el caso colombiano,también a la totalidad de América Latina.Esta región, que concentra 8% de la po-blación mundial, ocupa 28% de la tasa dehomicidios mundial e incluye a nueve delos 20 países más violentos del mundo. El problema es que la violenciaque vive México, y en general, América La-tina, difícilmente puede explicarse ya concategorías que normalmente se utilizan.Tal es el caso de categorías de guerra o deconfl icto que se asocian como una confl a-gración entre dos estados, o en una guerrainterna que desemboca en una revolución,

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ni tampoco puede explicarse con catego-rías como el homicidio. Las defi niciones más aceptadas deconfl icto se fundamentan en el promediode bajas en confl icto, más o menos mil alaño, y, como ya se dijo en el párrafo ante-rior, y en sus características; es decir, si setrata de una confl agración entre dos esta-dos o una guerra interna que desembocaen una revolución. La magnitud de la violencia queviven actualmente los mexicanos así comolos latinoamericanos rebasa por muchoel promedio de bajas anuales, además noconsigue encajar del todo con la tipologíade grupos organizados estructurados, enbusca del poder político y del reconoci-miento internacional. Las guerras y los confl ictos dis-minuyeron signifi cativamente en los úl-timos años, y no representan escenariosde mayor riesgo letal, pero la categoría dehomicidios criminales tampoco puede darcuenta ni puede explicar la violencia queactualmente azota a los que formalmentecontinúan siendo países en estado de paz:México y Colombia. Es claro que el tipo de violenciaque se vive no puede defi nirse o clasifi carsede manera tan fácil o automática como unaviolencia homicida. Si bien está impulsadapor consideraciones económicas y presen-ta una vocación depredadora, también sesabe que el registro de desapariciones yde bajas en escenarios de confl icto, sobre

todo en zonas de guerras crónicas, presen-ta problemas gravísimos de recolección deinformación en lo que concierne a la tasade homicidios. La Comisión de la Verdad yReconciliación en Perú, país que compartecon México la tragedia de haber visto se-cuestrada su transición a la democracia,por la insurgencia de Sendero Luminoso,da cuenta de una cifra total de bajas de 70mil, aun cuando se aceptaban no más de 30mil muertos en el momento que atravesabapor el pico de la violencia. Eso quiere decirque las cifras que se reconocen actualmen-te en México, están probablemente muypor debajo de lo que son realmente. La situación se torna aún máspreocupante cuando se recuerda que laviolencia no puede ni debe reducirse asus manifestaciones físicas, si fue un usopor la vía de asalto o daño físico, sinoque hay que tomar en cuenta también susefectos indirectos como los sociales y cul-turales. Y es aquí donde se teme que Méxi-co esté en las puertas para entrar en unepisodio más de una espiral de violenciaque podría tomar los visos de un contagiosocial, cuyo enfrentamiento ya no es entrelos grupos criminales, sino que es una vio-lencia de espirales de vendettas entre fami-lias, entre comunidades, y al respecto, no sepuede perder tiempo. No hay manera de salir de esta en-crucijada si México no tiene la autoridadmoral para encabezar un movimiento in-ternacional que lleve a un replanteamiento

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de las políticas antinarcóticas, a su vez, sino se entiende que se trata de un asuntoque compete por igual a autoridades polí-ticas y a ciudadanía, donde las autoridadespolíticas difícilmente podrán conseguir losresultados que se requieren si no aspirana la mayor legitimidad, la cual no puedederivar sino de la mayor honestidad en larepresentación de los cargos públicos quela ciudadanía les confi rió, y buscar acom-pañarse de la ciudadanía para regresar acondiciones que permitan encauzar las re-formas institucionales en las policías, quetambién son víctimas, pues no se olvideque tanto en el caso de México como enel de Colombia son objeto de extorsión yamenaza. Son estas las dos variables quepermitirán escapar a la situación donde laclase política estadounidense y la mexicanase echan unos a otros la bolita sobre quiéntiene, al fi nal de cuentas, la responsabili-dad.

Conclusiones

Se concluye con la aclaración de que enmodo alguno se sugiere que las drogas nosean un problema, lo son. La adicción esun asunto serio que tampoco puede sos-layarse. Precisamente, los expertos con-sideran que con la calidad de las varian-tes de marihuana que se han logrado ac-tualmente, cuya producción en Estados

Unidos es de mayor calidad que en México,la propensión de adicción representa alre-dedor de 10% de la población que decideconsumir marihuana durante un periodoque no se considera necesariamente deriesgo, para el caso de la cocaína el riesgose estima entre 15 y 16%. El problema de ambas drogas esque la adicción es acumulativa, no se pro-duce de manera inmediata, es por eso quela tolerancia social al consumo de la cocaí-na es mayor. En el caso de la heroína elriesgo de adicción es enorme y más graveaún porque los médicos expertos señalany aceptan que la probabilidad de recupera-ción de la adicción es mínima y escasa. En un informe publicado por unafundación británica que cuenta con el apo-yo de los expertos en materia de drogas,uno de los grandes neurocientífi cos de laUniversidad de Oxford y exaltos mandosde la policía británica, afi rma, que en elcaso de la marihuana, al poner en la ba-lanza los costos que la sociedad enfrentapor el riesgo de adicción frente a los costospor vía de la criminalidad, la corrupción depolicías, de funcionarios públicos, de au-toridades, del poder judicial, de la propiasociedad y de la proliferación de los gruposcriminales, el primero es considerablemen-te menor. Por otro lado, un tema que Méxicono ha tenido aún el infortunio de vivir, peroque países como Rusia sí lo han presencia-do, es el impacto de la adicción en otras

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áreas como las pandemias o las grandes in-fecciones. Tal situación llevó a los médicosque confi guran el congreso mundial contrael sida, a entrar en una campaña muy activaa favor de la despenalización con el fi n deevitar que mediante jeringas que los adictoscomparten, se infecten de sida y aumentenlos costos de salud, así como la pérdida devidas humanas.

. Doctora en Relaciones Internacionalespor la Universidad de Oxford. Profesora-investigadora en el Centro de Estudios In-ternacionales de El Colegio de México.

El trabajo forma parte de la ponencia dic-tada el 09 de abril de 2013, en el marco delciclo de conferencias que organiza la Con-traloría del Poder Legislativo del Estado deMéxico.