EL IMPERIO CONTRA EL MUNDO:CALENTAMIENTO Y OSCURECIMIENTO GLOBALES (O COMO SE DEMUESTRA QUIÉNES SON LOS ENEMIGOS DE LA HUMANIDAD)

    Al Gore, quien fuera vicepresidente de los Estados Unidos de Norteamérica en la administración Clinton, y perdiera las penúltimas elecciones contra el ex alcohólico y fanático George Bush de manera harto extraña y controvertida, en su bien realizado documental titulado “An Inconvenient Truth” (“Una Verdad Incómoda”), refuta enfáticamente la idea que los científicos no se ponen de acuerdo acerca de la responsabilidad por el calentamiento global. Afirma que las causas de ese fenómeno son universalmente conocidas en el mundo científico, y que ante ello existe una costosísima y malévola campaña para evitar que se sepa lo que está ocurriendo realmente con nuestro medio ambiente, quiénes son los grandes culpables y, por lo tanto, se está impidiendo toda acción para combatir eficazmente el problema.

    ¿Cuál sería el motivo de tan irracional, de tan estúpido plan? Dinero. Sólo dinero. Las ganancias multimillonarias de las transnacionales que no quieren invertir en nuevas tecnologías industriales más limpias, más seguras ambientalmente, son el gran motivo. Por supuesto que esa actitud es criminal, de lesa naturaleza e incluso de lesa humanidad. Gore denuncia que se llega a la infamia de presionar y hasta de despedir de sus puestos de trabajo a los científicos que desean informar o hacer algo concreto en contra de la contaminación, se contratan plumíferos mercenarios para que saturen los periódicos de artículos mendaces poniendo en duda la unanimidad científica acerca de las raíces del problema del calentamiento global, de los causantes y las alternativas de solución PORQUE NO LES CONVIENE a las grandes compañías, ¡quieren ahorrarse lo que deben gastar en su reconversión industrial, quieren seguir usando el petróleo, el carbón y el gas de forma absolutamente irresponsable!.

    Otro problema concomitante al del calentamiento global es el del oscurecimiento global, que consiste en la reducción de la cantidad de luz que recibimos. El Sol sigue emitiendo regularmente sus radiaciones, el oscurecimiento es causado por la polución ambiental, las millones de millones de partículas que contaminan las nubes, y en cuyas microscópicas superficies se condensan las gotas de agua; por esa causa la condensación del agua en las nubes es mayor ahora, así que reflejan más luz que antes: cada gota es un minúsculo espejo. A más gotas en cada nube, mayor capacidad de reflexión de luz. Nuestras nubes se han convertido en gigantescos espejos que no permiten el paso de los rayos solares.

    Los trabajos de la alemana Beate Liepert, del Observatorio Terrestre Lamont-Doherty y del científico israelí Jerry Standfield demostraron la reducción de la luz, de 1950 a principios de la década de los 90, en Estados Unidos de Norteamérica en 10%, en las Islas Británicas en 16%, en Israel en 22% y en la URSS en 30%. Aparentemente el Hemisferio Sur, menos industrializado, no estaría afectado por este problema. Pero las investigaciones de Ramanathan y de Roststayin han relacionado el oscurecimiento global con las prolongadas sequías ocurridas en Etiopía en los años setenta, las que mataron un millón de personas y damnificaron a otras cincuenta millones. Las tormentas devastadoras en las islas del Pacífico y el recrudecimiento del Fenómeno del

Niño no son ajenas al oscurecimiento y ni al calentamiento global. Los “peces suicidas” en nuestras costas, los huaycos e inundaciones, las sequías, el terrible “friaje” en invierno y las agobiantes olas de calor nos nacen sentir en carne propia este castigo planetario.

Los glaciares de todo el mundo, incluidos los glaciares de nuestros Andes, se derriten de manera acelerada, con lo que los cambios climáticos entran en una espiral vertiginosa, ocurriendo catástrofes más grandes y más frecuentemente. Nuestro conocido glaciar Pastoruri se ha reducido, de 1995 al 2005 ¡en un 40%! Y nuestro mayor glaciar, el Ccaya, de sufrir la pérdida de 6 metros por año, ahora pierde hasta 60 metros en el mismo lapso. El Perú, uno de los países más ricos en agua dulce, se ha convertido en objetivo de los grandes intereses transnacionales que ambicionan nuestros inmensos recursos hídricos, ¡y que son los culpables del también llamado “efecto invernadero” o calentamiento global!

    El agua, hoy, es uno de los mejores negocios en el mundo. El agua mineral es considerada por muchos lo único saludable que pueden tomar. El agua filtrada, preferida por muchos otros, con gas o sin gas, puede llegar a costar veinte veces su costo de producción. En la Manila (Filipinas), o en Berlín (Alemania) se han gestado grandes movimientos contra la privatización del agua que se ha ejecutado en sus respectivas ciudades; los habitantes de dichas urbes consumen agua de peor calidad que antes, y no hay mayor inversión en redes ni en mantenimiento. La privatización sólo ha aumentado el costo del agua, sin mejorar el servicio. Es una seria advertencia para los peruanos, ante la posible venta de SEDAPAL y otras empresas estatales similares. Los glaciares, los lagos, los ríos, los manantiales, las napas freáticas, todo eso es riqueza que no se debe dejar en las manos avariciosas de mercaderes, sería una negligencia inconcebible que permitiéramos aquí lo que ha sido un rotundo fracaso en otros lugares, ¿quién aseguraría que en el Perú funcionaría la privatización?

  En el IV Informe del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático, elaborado por 2 500 científicos y 500 especialistas,  se revela que en los próximos 30 o 50 años podría morir LA TERCERA PARTE DE LA VIDA EN LA TIERRA. En el Perú ya hemos perdido más de 10 millones de hectáreas de nuestros bosques. Los mares se contaminan rápidamente, sus aguas se vuelven ácidas, el ecosistema marino está sufriendo una profunda alteración. Proterra, organización ecologista, informa que las especies están evolucionando desesperadamente, hay ranas con las ancas más grandes, lo que les permite trasladarse más lejos, migrando a territorios menos hostiles. Se ha observado, por primera vez, osos polares ahogados ¡no encuentran en kilómetros un pedazo de hielo suficientemente resistente como para subirse! Igualmente pasan meses antes que los osos y sus oseznos puedan ubicar zonas de comida, desnutriéndose de forma aguda.

Desastres como el del 9 de julio de 1958 un terremoto de una magnitud entre 7.9 y 8.3 en la escala de Ritcher, con epicentro a 12 km de la falla Fairweather golpeó la costa sur de Alaska, sintiéndose sus efectos en un área de más de medio millón de kilómetros cuadrados. Casi inmediatamente una ola masiva con una altura de hasta 516 metros se estrelló contra la bahía de Lituya, arrasando en su trayectoria todo lo que encontró a su paso. O el gigantesco tsunami ocurrido hace en el sureste asiático o el terrible huracán

Katrina en los Estados Unidos de Norteamérica, solamente pueden ser la avanzada de horribles cataclismos a escala terrestre. En todo lugar se encuentran signos de una naturaleza perturbada, enferma, que se convulsiona y pide socorro. Nosotros somos también responsables, por no hacer nada por solucionar el problema, por no forzar a los causantes de la gran contaminación a poner los grandiosos recursos de la tecnología y de la ciencia para limpiar y no ensuciar el planeta, y no sólo para engordar sus fabulosas ganancias.

Abancay, 10 de Julio de 2009