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RESUMEN Swansea fue uno de los principales centros de la primera Revolución Industrial británica, teniendo lugar en su territorio una actividad incesante en torno a la minería del carbón y a la metalurgia de los metales no ferrosos, con especial protagonismo del cobre. De hecho, entre finales del siglo XVIII y la primera mitad del XIX, estuvo a la cabe- za de la producción mundial de este metal, aunque pocas huellas evidencian hoy esto en su paisaje. Este trabajo es una modesta revisión historiográfica sobre el impacto de este lugar en la historia de la industria del cobre. Para ello, hemos cruzado parte de las fuentes primarias y secundarias disponibles, tratando de contrastar la información escrita con el análisis in situ de los restos arqueológicos conservados. PALABRAS CLAVE: Arqueología industrial, cobre, historia industrial, metalurgia del cobre, Revolución Industrial, Swansea, Gales. ABSTRACT Swansea was one of the first British Industrial Revolution’s main centres, and there the activity around coal min- ing and metallurgy of non-ferrous metals was incessant, being copper the most important product in that context. In fact, from the end of the 18 th century to halfway of the 19 th , Swansea was the leader in the global production of this metal, although its present landscape does not keep too much about it. This paper is a modest historiograph- ical review on the impact of Swansea in the copper industry’s history. For this review we have compared primary and secondary texts between them and with the in situ analysis of the archaeological remains. KEY WORDS: Copper, industrial archaeology, industrial history, Industrial Revolution, metallurgy of copper, Swansea, Wales. De Re Metallica, 13, 2009 pp. 49-60 © Sociedad Española para la Defensa del Patrimonio Geológico y Minero ISSN: 1577-9033 EL INFIERNO GALÉS: LA INDUSTRIA DEL COBRE Y EL VALLE DE SWANSEA Juan Manuel Cano Sanchiz Área de Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Córdoba, Pl. del Cardenal Salazar 3, 14003 Córdoba. [email protected] “It came to pass in days of yore The Devil chanced upon Landore Said he ‘From all this fume and stink I can’t be far from home I think’.” (Anónimo de la segunda mitad del siglo XIX) INTRODUCCIÓN No pretendemos con esta revisión historiográfica ser exhaustivos ni recoger al detalle la historia industrial de Swansea, algo que ya han hecho brillantemente otros autores (vid. Hugues, 2008). Importantes acontecimien- tos -como la huelga de 5 semanas de 1843, por ejemplo- han sido omitidos, así como muchos de los nombres rele- vantes de la industria de Lower Swansey Valley, tanto de hombres como de compañías (vid. Hughes, 2008). Nues- tro único propósito es reflejar cómo, cuándo y por qué llegó Swansea a convertirse en el mayor productor de cobre en el mundo. Swansea (Abertawe en galés), en la costa Sur de Gales Oeste (Fig. 1), es hoy la segunda ciudad en tama- ño del país, por detrás de Cardiff. Su paisaje está mar- cado por la desembocadura del río Tawe en la llamada bahía de Swansea, y comprende la parte baja del valle de ese curso de agua -Lower Swansea Valley-, escenario relevante de la primera Revolución Industrial británica. De Re Metallica 13 julio–diciembre 2009 2ª época 49

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RESUMEN

Swansea fue uno de los principales centros de la primera Revolución Industrial británica, teniendo lugar en suterritorio una actividad incesante en torno a la minería del carbón y a la metalurgia de los metales no ferrosos, conespecial protagonismo del cobre. De hecho, entre finales del siglo XVIII y la primera mitad del XIX, estuvo a la cabe-za de la producción mundial de este metal, aunque pocas huellas evidencian hoy esto en su paisaje. Este trabajoes una modesta revisión historiográfica sobre el impacto de este lugar en la historia de la industria del cobre. Paraello, hemos cruzado parte de las fuentes primarias y secundarias disponibles, tratando de contrastar la informaciónescrita con el análisis in situ de los restos arqueológicos conservados.

PALABRAS CLAVE: Arqueología industrial, cobre, historia industrial, metalurgia del cobre, Revolución Industrial,Swansea, Gales.

ABSTRACT

Swansea was one of the first British Industrial Revolution’s main centres, and there the activity around coal min-ing and metallurgy of non-ferrous metals was incessant, being copper the most important product in that context.In fact, from the end of the 18th century to halfway of the 19th, Swansea was the leader in the global productionof this metal, although its present landscape does not keep too much about it. This paper is a modest historiograph-ical review on the impact of Swansea in the copper industry’s history. For this review we have compared primaryand secondary texts between them and with the in situ analysis of the archaeological remains.

KEY WORDS: Copper, industrial archaeology, industrial history, Industrial Revolution, metallurgy of copper,Swansea, Wales.

De Re Metallica, 13, 2009 pp. 49-60© Sociedad Española para la Defensa del Patrimonio Geológico y MineroISSN: 1577-9033

EL INFIERNO GALÉS: LA INDUSTRIA DEL COBRE Y EL VALLE DE SWANSEA

Juan Manuel Cano Sanchiz

Área de Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Córdoba, Pl. del Cardenal Salazar 3, 14003 Córdoba.

[email protected]

“It came to pass in days of yoreThe Devil chanced upon Landore

Said he ‘From all this fume and stinkI can’t be far from home I think’.”

(Anónimo de la segunda mitad del siglo XIX)

INTRODUCCIÓN

No pretendemos con esta revisión historiográfica serexhaustivos ni recoger al detalle la historia industrial deSwansea, algo que ya han hecho brillantemente otrosautores (vid. Hugues, 2008). Importantes acontecimien-tos -como la huelga de 5 semanas de 1843, por ejemplo-han sido omitidos, así como muchos de los nombres rele-vantes de la industria de Lower Swansey Valley, tanto dehombres como de compañías (vid. Hughes, 2008). Nues-

tro único propósito es reflejar cómo, cuándo y por quéllegó Swansea a convertirse en el mayor productor decobre en el mundo.

Swansea (Abertawe en galés), en la costa Sur deGales Oeste (Fig. 1), es hoy la segunda ciudad en tama-ño del país, por detrás de Cardiff. Su paisaje está mar-cado por la desembocadura del río Tawe en la llamadabahía de Swansea, y comprende la parte baja del vallede ese curso de agua -Lower Swansea Valley-, escenariorelevante de la primera Revolución Industrial británica.

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Desde finales del siglo XVIII, el Valle de Swanseaexperimentó una industrialización muy intensa -basada,sobre todo, en la minería del carbón, la metalurgia delos metales no ferrosos1 y la industria química derivadade esta última-, que ejerció un efecto sobre el territo-rio realmente dramático: uno de los casos más graves deimpacto ambiental y contaminación2 industrial en elmundo. Sin embargo, el valle aparece hoy como unentorno natural de especial belleza (vid. Beynon y Bet-teridge, 1979, 340), gracias a la desactivación casi totalde su antigua industria y al desarrollo de un programade “restauración” del paisaje conocido como The LowerSwansea Valley Project. Como contrapartida, pocoqueda de uno de los centros industriales más importan-tes de la Historia.

TERRITORIO: LAS MINAS DE CARBÓN Y ELPUERTO

El despegue y gran desarrollo industrial del Valle deSwansea estuvo en directa relación con sus recursosnaturales y con su posición geográfica. Swansea se con-virtió en la principal fundición de cobre del planeta por-que era el espacio ideal para serlo, y porque se produ-jo, además, una explotación inteligente y exhaustivadel territorio: ricas y numerosas minas de carbón (Fig.2) -junto con lugares donde obtener fundentes- y un

importante puerto marítimo, especialmente después deque entraran en funcionamiento North Dock (1852) ySouth Dock (1859), que permitían maniobrar y atracar anavíos de gran tamaño. Así, disponer en abundancia decarbón y tenerlo además junto al mar fue decisivo en laRevolución Industrial de esta zona galesa, aunque nomenos importantes fuero otros factores: como la proxi-midad a la que se encontraban las minas de Cornuallesy Devon, o poder contar con una mano de obra diestraen su trabajo (Kaye, s/a, 1).

Con anterioridad a la aplicación en metalurgia de loshornos eléctricos, el éxito de la metalurgia del cobredependía del uso de combustibles baratos; y el carbónmineral, allí donde se podía obtener de manera econó-mica, lo era. Las fundiciones, en general, necesitabanmás combustible que mineral para producir metales,por lo que resultaba más sencillo y económico transpor-tar la parte más pequeña; mientras que las técnicasmetalúrgicas empleadas requerían con frecuencia el usode minerales metálicos de distinta naturaleza, por loque las cuencas carboníferas se convirtieron en unpunto idóneo para su reunión (Cossons, 1975, 195). En elcaso concreto de Swansea, además, los barcos quetransportaban el mineral podían recorrer algo más deuna milla del río Tawe adentro, donde era descargado amano frente a las fundiciones (Beynon y Betteridge,1979, 340) (Fig. 3).

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Figura 1. Swansea, en el País de Gales, Gran Bretaña (Fuente cartográfica: mapquest.com).

1 En este trabajo nos ocupamos solamente de los aspectos referidos al cobre. Para más información sobre las demás industriasmetálicas de Swansea (plata, zinc, plomo, estaño…): vid. Hughes (2008, Cap. I).

2 Para una amplia revisión de los problemas históricos derivados de la contaminación provocada por la minería y la metalurgiadel cobre -con referencias específicas a Swansea y Riotinto-: vid. Pérez Cebada (2007).

3 Un análisis más exhaustivo de los recursos del territorio de Swansea (disponibilidad de materias primas, sistemas de comunica-ción y transportes, etc.) en Hughes (2008, Cap. 1).

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MATERIAS PRIMAS DE IMPORTACIÓN: LOSMINERALES

En Swansea, que desde finales del siglo XVIII hastamediados del XIX fue el principal centro mundial en laproducción de cobre metálico, no había una sola minade este metal. Los minerales procedían de la importa-ción, enviados desde el resto de Gran Bretaña (Devon,

Cornualles, Anglesey, Cumberland, Isla de Man, Irlanda)y después también del extranjero (Jamaica, Cuba,Chile, Perú, Nueva Zelanda, España, Cabo de BuenaEsperanza, Australia…) (Scoffern et al., 1857, 539; Phi-llips, 1852, 350; Kaye, s/a, 1), considerándose Swansea“el mercado natural de todas aquellas minas cuya posi-ción geográfica permite una exportación económica”(Rieken, 1857, 8). Por otro lado, los fundidores galeses

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Figura 2. Plano de dispersión de las minas de carbón en el sur de Gales, en 1888. (Beynon y Betteridge, 1979, 340, Fig. 1).

Figura 3. El río Tawe a su paso por Swansea, con restos del antiguo muelle de la White Rocks Copper Works. A sus orillas se establecieron lamayor parte de las fundiciones de cobre y fábricas de esta zona industrial (foto del autor).

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fueron, en general, buenos pagadores de sus exportado-res, lo que favoreció que la minería del cobre se convir-tiera en un negocio rentable y se desarrollara por todoel planeta (Rieken, 1857, 8).

En un principio, gran parte del mineral procesado enSwansea procedía de las minas córnicas4, pero cuandoCornualles5 dejó de ser el principal proveedor, otros paí-ses, como España y después también Cuba, adquirieronmucha importancia. Ambos se vieron superados por losdescubrimientos de los depósitos de la costa oeste deAmérica del Sur, desarrollándose a partir de entoncesbuena parte de las importaciones desde los puertos chi-lenos: Caldera, Copiapo, Valparaiso, Tocopilla, Taltal,Lota, Carrizal, Antofagasta, La Serena, Coquimbo, etc.Para ello, a mediados del siglo XIX Swansea contaba conuna flota de barcos veleros6 capaces de transportarentre 500 y 800 toneladas, preparados para llevar car-bón a las minas chilenas y volver cargados de minerales;un viaje que, cuando el tiempo no acompañaba, podíadurar hasta 6 meses, pero que aun así seguía siendo ren-table, merced a la gran calidad del mineral sudamerica-no (Kaye, s/a, 1) (Fig. 4).

La naturaleza de los minerales recibidos en Gales fuemuy variada. En las fundiciones de Swansea Valley setrabajaron sulfuros, óxidos, carbonatos, fosfatos, silica-tos y arseniatos, asociados con minerales de hierro,arsénico, antimonio, plata, plomo, zinc y estaño, asícomo cal, magnesia, sílice, aluminio, barita y estroncio;se recibía también cobre metálico o nativo (Scoffern etal., 1857, 539). A mediados del siglo XIX los mineralesimportados por Swansea se dividían en cinco clases7

para su tratamiento (Phillips, 1852, 350):1ª clase: piritas de cobre mezcladas con grandes can-

tidades de piritas de hierro, así como con partesmuy pequeñas de óxido y carbonato de cobre, conuna ganga rica en materias terrosas (earthy mat-ter) y sílice, y con un porcentaje de cobre del 3 al16 %.

2ª clase: piritas de cobre de una composición muysimilar a las del grupo anterior, aunque más ricasen cobre: 15-25%.

3ª clase: piritas de cobre con una pequeña propor-ción de piritas de hierro y una cantidad importan-te de minerales de cobre oxidados.

4ª clase: minerales compuestos básicamente por óxi-dos y carbonatos de cobre, junto con una propor-ción variable de minerales de cobre sulfurosos,con predomino del cuarzo en la ganga y con unporcentaje de cobre del 20 al 30 %.

5ª clase: minerales oxidados de gran riqueza, libresde azufre y de otras sustancias perniciosas en lafabricación de cobre metálico, asociados conganga de sílice (procedentes de Chile y el Sur deAustralia).

COPPEROPOLIS

La historia de la industria del cobre en Gales seremonta varios siglos atrás8, aunque en esta breve revi-sión sólo atenderemos a sus etapas más recientes, cuan-do Swansea funcionaba como el principal productormundial de cobre metálico -lo que le valió nombres

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4 Las minas metálicas de Cornualles, al igual que las de carbón de Swansea, estaban junto al mar, por lo que el intercambio dematerias primas entre ambos centros mineros no tardó en producirse (Beynon y Betteridge, 1979, 340).

5 Las minas de cobre de Cornualles comenzaron a debilitarse internacionalmente hacia la década de 1830. Los capitales británi-cos empezaron a fijarse entonces en Chile, donde las menas eran más ricas y la mano de obra más barata. Como consecuen-cia, el país sudamericano se convirtió en el primer productor mundial en 1851, puesto que mantuvo hasta 1882. Durante losprimeros años de explotación, las menas chilenas eran mandadas a fundir a Swansea, pero a partir de la década de 1860 loschilenos comenzaron a fundir sus propios minerales y a producir sus famosos lingotes de cobre (Chili copper bars), que prontoinundaron Europea en perjuicio de la ciudad galesa, llegando a regular el mercado de este metal (Nadal, 1983, 219; Grilli etal., 2002, 18). En el último cuarto del siglo XIX, Estados Unidos arrebató el puesto a Chile, y desde 1883 se convirtió en el pri-mer productor mundial, con el Lago Superior y la Calumet & Hecla Co. (Michigan) -junto con las minas de Butte (Montana)- ala cabeza (Nadal, 1983, 219-20; Grilli et al., 2002, 18; Derry y Williams, 1960, 492-93). Desde que Estados Unidos se hicieracon el control mundial de la producción, la idea de fundir los minerales cerca de las minas se iría imponiendo a la de enviar-los a las cuencas de carbón, lo que acabaría definitivamente con el anterior protagonismo de Swansea (Street y Alexander, 1989,170-71).

6 Las rutas marítimas seguidas a lo largo del tiempo y las naves empleadas -y especialmente adaptadas- para el transporte delcarbón y de los minerales de cobre constituyen, sin duda, temas de gran interés. Sin embargo, no creemos que sea éste el espa-cio adecuado para abordarlos (vid. Kaye, s/a).

7 En función de la clase de minerales con los que se trabajara, el método desarrollado podía variar sensiblemente (vid. Phillips,1852, 350 y ss.).

8 En 1583 ya se habían instalado en Neath, al sur de Gales, unos primeros talleres bajo el patrocinio de las Mines Royal para fun-dir los minerales de cobre de Cornualles, estableciéndose en 1717 la primera fundición propiamente dicha (vid. C.D.A., 1934,pp. 36-37).

Figura 4. Maqueta del Glamorgan, nave dedicada al transporte marítimo demineral de cobre en el siglo XIX (Fuente: Swansea Museum).

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como Copperopolis o Copper Kingdom-(C.D.A., 1934, 36; Palmer y Neaverson,1994, 85; vid. Hughes, 2009).

En 1797, con la Revolución Industrial enmarcha en el Valle de Swansea, Gower yaera descrita como una rica cantera de cali-za cercana al mar que exportaba cal (Fig.5) a través del canal de Bristol, mientrasque Swansea destacaba como puerto marí-timo y por sus minas de carbón, materiaprima que enviaba en grandes cantidades aBristol, a Irlanda y al Sur de Inglaterra.Entonces ya se hablaba de su importanteinfraestructura para la fundición de mine-rales de cobre y plomo, así como de suindustria armera (Beynon y Betteridge,1979, 340). No en vano, desde la década de1720 las fundiciones asociadas a las minasde cobre de Cornualles se habían ido trasla-dando progresivamente a Swansea, donde,como ya ha sido apuntado, se disponía decarbón a muy bajo precio (Cossons, 1975,195).

Tan buenas fueron las circunstancias ytan bien se supieron aprovechar que, comodecíamos, entre finales del siglo XVIII y la primera mitaddel XIX Gran Bretaña se convirtió en el mayor fabrican-te de cobre del mundo, procediendo de la misma hastael 75% de la producción global. En este contexto, Swan-sea Valley -que para mediados del siglo XVIII ya fundíamás de la mitad de la producción de mineral de cobrebritánica, así como de la de plomo (Cossons, 1975, 195)-jugó un papel fundamental (vid. C.D.A., 1934, 37; Derryy Williams, 1960, 492; Kaye, s/a, 1), siendo descrito amediados del siglo XIX como un lugar perfectamenteequipado para la metalurgia del cobre y adaptado demanera sobresaliente para funcionar como fundición anivel mundial (Scoffern et al., 1857, 539). Entonces casila totalidad de las grandes fundiciones de cobre de GranBretaña estaban en Lower Swansea Valley (Beynon yBetteridge, 1979, 342), que contaba con cerca de 600hornos -en uso día y noche- que consumían unas 500.000toneladas de carbón anuales9 (aproximadamente veintepor cada una de cobre producido) (Scoffern et al., 1857,551). Nadie era ajeno entonces a por qué los mejorescobres del mundo procedían de Copperopolis: “it is notsurprising that British copper should be the best in theworld with such facilities and experience” (Pepper,1862, 273). Pero, aunque Swansea se convirtiera en elprincipal centro de esta industria, dentro de Gran Bre-taña hubo otros lugares que jugaron un papel muyimportante como fundidores de este metal: caso deTyneside -que al igual que Swansea recibía desde media-dos del siglo XVIII los minerales de cobre extraídos en lasdistintas partes de la geografía británica (Hudson, 1976,

93)- o de Bristol (Hughes, 2008, 321-22), si bien ambosse vieron superados por ésta (Fig. 6).

La metalurgia del cobre no se inventó en el Valle deSwansea, pero allí experimentó un desarrollo tan pro-fundo y acelerado que bien podría ser descrito con eltérmino revolucionario. A lo largo del tiempo numerososadelantos de tipo técnico se fueron sucediendo en sustalleres y fundiciones, consiguiéndose, ya en el s. XVI,reducir el proceso necesario para obtener cobre metáli-co a partir de minerales de 22 semanas a 5 días (unaauténtica revolución); mientras que elementos llamadosa tener una importancia fundamental en la industriamoderna del cobre tuvieron un origen vinculado a estelugar: tal es el caso del horno de reverbero (reverbera-tory furnace) (Fig. 7), que en 1698 ya era empleado enSwansea (C.D.A., 1934, 38). No en vano, fue en granmedida allí donde se desarrollo el “método galés”10

para la fundición de minerales de cobre que tan demoda estuvo durante buena parte de los siglos XIX y XX.

Con todo, Swansea no sería el centro de la industriamundial del cobre para siempre. De los 600 hornos queestaban en uso en 1860 -momento de máximo esplendor(Kaye, s/a, 1)- el último dejó de funcionar a comienzosde la década de 1920, desapareciendo definitivamentela fundición de cobre como actividad industrial en 1924(Hughes, 2008, 328). La rápida desactivación del sectoren Lower Swansea Valley estuvo en directa relación conla pujanza de los nuevos centros mineros ya menciona-dos (Chile, EE.UU., España, Australia, etc.), en los queminería y metalurgia se desarrollaban (al contrario del

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Figura 5. Horno de cal en Hafod (Swansea) (foto del autor).

9 Poco después otro autor (Pepper, 1862, 273) hablaba de 500 hornos, en lugar de 600, aunque mantenía el consumo anual decarbón en 500.000 toneladas.

10 Funcionamiento, principios y pasos de dicho método en: Phillips (1852, 351 y ss.); Pepper (1862, 272 y ss.); Hiorns (1901, 299y ss.); Huntington y McMillan (1904, 305 y ss.); Rhead (1907, 163 y ss).

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dípolo Cornualles-Swansea) en un mismo lugar (Derry yWilliams, 1960, 492).

Al perder el liderato en la producción de cobre metá-lico, Swansea se recicló en la industria de los subproduc-tos de los minerales cupríferos. El humo del cobre (cop-per smoke11) y el dióxido de azufre -que tantos proble-mas habían causado antes (vid. Beynon y Betteridge,1979)- se comenzaron a usar a partir de 1865 -gracias aun nuevo tipo de horno que recogía y aprovechaba elácido sulfúrico- en una importante industria química, al

tiempo que crecía el interés por la fundición de minera-les de níquel y zinc, así como por los nuevos métodos deextracción de metales preciosos (Derry y Williams, 1960,493). Hasta entonces, los efectos del “copper smoke” enla vegetación y en la vida en general habían estado lejosde pasar desapercibidos en un territorio que pronto seresintió de las enormes cantidades de azufre que cien-tos de chimeneas mandaban directamente al aire cadaaño: 50.000 toneladas, según cálculos contemporáneosa los hechos (Pepper, 1862, 271) (Fig. 8).

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Figura 7. Sección de un horno de reverbero para minerales de cobre: T- tolva de carga; p- agujero de sangrado parala escoria; u- moldes para recoger la escoria; C- tiro de la chimenea (Huntington y McMillan, 1904, 306, Fig. 64).

11 Existen numerosos documentos que nos hablan de los problemas que estos humos generaban: daños en las cosechas y en elganado, incomodidad en la vida humana, etc. (vid. Beynon y Betteridge, 1979, 342), muy similares a los que encontramos, porejemplo, para Riotinto, donde los humos procedentes de las teleras también fueron un problema (vid. Avery, 1985, p. ej.). Enambos casos, costó encontrar una solución que no encareciera la producción de cobre hasta hacerla no rentable, por lo que lascompañías prefirieron continuar generando beneficios (económicos) en perjuicio del medioambiente.

Figura 6. Swansea en 1862, según la percepción de unos viajeros franceses (fuente: www.univ-paris13.fr).

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LOS INDUSTRIALES

La potencialidad del valle de Swansea para convertir-se en un centro industrial de primera línea fue percibi-da, desde temprano, por toda una serie de hombresemprendedores. Ellos fueron, más allá de las minas decarbón y del puerto, los verdaderos responsables deldespegue industrial del sur de Gales, por lo que creemosjusto y conveniente dedicarles al menos unas líneasaquí. Sin embargo, ni podemos ni pretendemos serexhaustivos al hacerlo, ni recoger una visión integral detodos los empresarios y compañías que hicieron, enmayor o menor medida, fortuna en Swansea12.

La primera fundición moderna de Swansea Valley, enla que se emplearon a unos cuarenta hombres, la esta-bleció John Lane en 1717: Llangyfelach Works. Algo des-pués Robert Morris se haría cargo de la misma y cons-truiría el primer poblado obrero planificado de GranBretaña: Morriston, a unos 4,5 - 5 km de Swansea -conanterioridad, c. 1770, ya había construido un bloque deviviendas para obreros en una colina de Swansea: MorrisCastle (Fig. 9)-. En 1745, Morris y su colega Thomas

Lockwood se trasladaron a otra fundición: The ForestCopper Works, mientras que para 1823 ya había otrasocho más en el lugar, habiéndose formado un gran com-plejo metalúrgico de metales no-ferrosos: cobre, zinc,oro, plata, plomo, estaño, níquel, cobalto y latones(Beynon y Betteridge, 1979, 342; Gabb, s/a, 16). Elmayor éxito de R. Morris estuvo, sin embargo, vinculadoa otra fábrica: Morfa Copper Works, fundada en 1828(Hughes, 2008, 325).

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Figura 8. Landore, en Swansea, a mediados del siglo XIX: la multitud de chi-meneas expulsando humo revela una actividad incesante en torno a la meta-lurgia del cobre (Birmingham Library Services cfr. Hughes, 2008, 36, Fig. 48).

12 Para un análisis mucho más detallado: vid. Hughes (2008, Caps. 3 -ingenieros- y 4 -industriales y masa obrera a su cargo-).

Figura 9. Izq.: Restos de Morris Castle -más conocido como Castle Craig-, el primer bloque de pisos construido para trabajadores en toda Gran Bretaña (1768-1774), que proveía de hogar a cuarenta familias y alojaba también a un sastre y a un zapatero (Beynon y Betteridge 1979, 343; foto: autor). Dcha.: Ladrillos conla leyenda “Craig Morriston”, procedentes del distrito de Hafod (Swansea) (fotos del autor).

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Junto con Morris, uno de los nombres clave en rela-ción con la industria del cobre en Swansea fue JohnHenry Vivian, a los que habría que sumar los de Craig,Benson, Grenfell, etc. (vid. Gabb, s/a; Hughes, 2008,Cap. 4). Mr. Vivian procedía de Cornualles, donde dirigíauna explotación minera, pero pronto supo ver que elverdadero beneficio económico estaba en la fabricaciónde cobre metálico, por lo que en 1806 se trasladó aSwansea para administrar su propia fundición, convir-tiéndose, en unos años, en el dueño de la más grande eimportante de todas: los Hafod Copper Works (Fig. 10),fundados en 1810 (Hughes, 2008, 325). J. H. Vivian fueun personaje polifacético que desarrolló una intensavida política, social e industrial. Supo aprovechar elpotencial de Swansea, del mismo modo que Swansea sebenefició del suyo: entre él y su hijo -Henry HusseyVivian, primer Lord Swansea- consiguieron que la ciudadpasara de 2.000 a 100.000 habitantes (Beynon y Bette-ridge, 1979, 342).

Como Morris, J. H. Vivian también proporcionóvivienda a sus obreros13: construyó casas adosadas paraellos, creando un barrió que se llamó Trevivian oVivianstown. Abrió además una escuela en 1847, mien-tras que fruto de otras iniciativas, sobre todo de la fami-lia de Pascoe St. Leger Grenfell, vieron la luz nuevosedificios públicos: más escuelas, All Saints Church, Fox-hole Music Hall, etc.; muestras, todo ello, de un pater-nalismo industrial que consiguió que los obreros delcobre, a pesar de tener que soportar altos niveles decontaminación y un ambiente de trabajo nocivo, disfru-taran de mejores casas e instalaciones urbanas que elresto de habitantes de Swansea (Gabb, s/a, 17). No obs-tante, detrás de todas estas infraestructuras debió estarpresente, por encima de la filantropía, la intención porparte de los industriales de contar con una masa obrerasana, instruida y feliz, todo lo cual debía revertir en unamayor eficiencia en el trabajo. De lo que se trataba, endefinitiva, era de cuidar la “herramienta” más impor-tante de la fábrica (el obrero), aunque bien es ciertoque ello no tuvo por qué ser necesariamente incompati-ble con los buenos deseos de los capitalistas hacia sustrabajadores.

J. H. Vivian fue un hombre celoso de sus propiedades(Fig. 11). Para proteger sus secretos industriales mandóconstruir un muro de 3 metros de altura con el que sepa-rar su fábrica de la cercana fundición de Morris, prohi-biendo, además, a los hombres y mujeres que trabaja-ban para él que hablaran con los obreros de éste: losque eran sorprendidos haciéndolo eran despedidos deinmediato. Con todo, los trabajadores debían ver a sus

jefes como una especie de pro-hombres y por ello lespagaban con gran lealtad. Sólo así puede entenderseque aguantaran el ambiente ultra-contaminado deSwansea y los iniciales turnos seguidos de 24 horas detrabajo y 24 de descanso (Beynon y Betteridge, 1979,342).

Por otro lado, junto a los grandes emprendedores, eldesarrolló industrial de Swansea debió mucho a la rela-ción con este lugar de algunos de los más prestigiososcientíficos del momento, como Sir William Grove (1811-1896) o Ludwig Mond (1839-1909) (vid. Beynon y Bette-ridge, 1979, 344). A modo de ejemplo, de la mano de lafamilia Vivian trabajaron en Swansea -tratando de solu-cionar el ya citado problema de los humos- personalida-des de la talla de Sir Humphry Davy y su entonces ayu-dante Michael Faraday (Beynon y Betteridge, 1979, 342;Hughes, 2008, 323). Lower Swansea Valley no sólo fueun centro puntero para la industria; también para laciencia14.

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13 S. Hughes (2008), en su magnífica monografía sobre el despegue industrial de Swansea, dedica un importante volumen de pági-nas a analizar todo lo relativo a la vivienda obrera de aquel lugar (Cap. 4), del mismo modo que ofrece abundante informaciónsobre otras construcciones para la vida de la comunidad: iglesias, escuelas, edificios comunitarios, etc. (Cap. 5).

14 Más información al respecto en: Hughes (2008, Cap. 3).

Figura 10. Una de las casas de motores pertenecientes a Hafod Copper Works(foto del autor).

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LA MANO DE OBRA

“When I came here from the ironworks six yearsago, I suffered much from my stomach.

The sulphur affected me. I spat blood for sometime, but I became used to it”.

Testimonio de un obrero de Morfa Copper Works en1850 (Gabb, s/a, 9).

A pesar del alto nivel de industrialización de Swansea, lamano de obra empleada en sus talleres y fundiciones decobre fue relativamente modesta, especialmente si la com-paramos con los 7.000 mineros de Cornualles en 1770 o los1.200 de las minas de Anglesey en 1797. En Swansea sólo sealcanzaron los 2.213 trabajadores15 en la industria del cobrecuando ésta vivía su momento de mayor esplendor a princi-pios de la década de 1860, aunque lo habitual fue contar conuna mano de obra mucho menos numerosa: unos 200 en elprimer tercio del siglo XVIII, alrededor de 1.600 a mediadosdel XIX o en torno a 2.000 entre finales del XIX y principiosdel XX. Estas cifras pueden resultar engañosas, ya que, co-mo decimos, se refieren exclusivamente a los empleados delcobre, y la industria de Swansea fue mucho más amplia:ferrocarriles, metalurgia de otros metales no ferrosos, in-dustrias químicas, materiales refractarios y cerámicas,etc. (Gabb, s/a, 7; vid. Hughes, 2008, Cap. 1).

Los sueldos de los obreros del cobre eran altos yseguros; al menos lo eran en mayor medida que los dela industria del hierro o del carbón de la vecina Merthyr.Para 1850 los obreros o peones sin especialización de la

Forest Copper Works ganaban 12 chelines, los calcina-dores 15, los fundidores 25 y los capataces 48, si bien lossalarios de niños y mujeres siempre estuvieron pordebajo de estas cifras. Los refinadores, por su especialhabilidad para desarrollar su labor, tenían un sueldo y unestatus superior al del resto de trabajadores (Gabb, s/a,9) (Fig. 12).

El trabajo en la industria del cobre requería ciertoadiestramiento y habilidad, y hasta los obreros menosespecializados necesitaban ser fuertes y ágiles paracubrir sus labores con eficacia. El oficio podía resultarpernicioso para la salud, tanto por el alto riesgo de acci-dente como por el ambiente malsano en el que se des-arrollaba (humos, contaminación, etc.). Fue habitualque los únicos medios de los que el obrero disponía paraprotegerse de la emisión de gases tóxicos durante la cal-cinación y la fundición fueran taparse boca y nariz conpañuelos o tratar de retirarse lo máximo posible de losmismos para no inhalarlos (Gabb, s/a, 8).

Hasta 1850 la jornada laboral fue de 24 horas segui-das, alternándose un día completo de trabajo con otrode descanso. A partir de esa fecha, sin embargo, los tur-nos se redujeron a la mitad. Las fundiciones funciona-ban ininterrumpidamente 6 días a la semana -el domin-go era el día para el descanso-, y la mayor parte del tra-bajo se hacía de manera manual (transporte, prepara-ción, etc.). Cuando había poca faena los hombres solíandescargar barcos para ganar algún dinero extra, que,por otro lado, gastaban con frecuencia en bebidas alco-hólicas (Gabb, s/a, 9-10) (Fig. 13).

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Figura 11. Puente de entrada, sobre el canal, a la fábrica de cobre de Vivian (Hafod Copper Works). Al fondo, chimenea de Morfa Sil-verworks, de Morris. Un par de elementos llaman la atención en esta fotografía: el uso de bestias para propulsar las barcas por el canaly el empleo de bloques de escoria como material constructivo en el remate del pretil del puente (City & Country of Swansea: SwanseaMuseum collection, cfr. Hughes, 2008, 97, Fig. 138).

15 Dentro de esta masa obrera habría un porcentaje más o menos importante de mujeres y también niños, aunque mayores de12 años (Gabb, a/a, 8).

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EL FINAL DE UNA GRAN INDUSTRIA(CONCLUSIÓN)

El Valle de Swansea materializa de forma excepcionalun modelo de explotación metalúrgica en el que lascuencas carboníferas se convierten en receptoras -yfundidoras- de los minerales enviados desde los distritos

mineros metálicos. En el sector del cobre, este modelofue en muchos casos el dominante hasta aproximada-mente la llegada del ferrocarril (con la pareja disminu-ción de los costes derivados del transporte de com-bustible) y la entrada en escena, a partir de la segundamitad del siglo XIX, de los nuevos gigantes mineros(localizados en buena parte en el continente ameri-

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Figura 12. Obreros trabajando en el exterior de los Forest Copper Works, en Swansea (1791) (Grant-Francis, 1881, 173).

Figura 13. Lo que en origen fue una central eléctrica se convirtió después en una cantina para reunión de los obreros. Hoy las llamas han destruido buena partede las huellas tanto de lo uno como de lo otro (foto del autor).

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cano), que pronto descubrieron que podían obtenermayores beneficios fabricando su propio cobre metáli-co. Consecuencia de todo ello, en apenas una décadaSwansea dejó de ser el principal fabricante del mundo,y la mayoría de sus instalaciones industriales se aban-donaron sin ser sustituidas por otras, lo que generó unasituación más o menos dramática o, como mínimo, com-plicada: “the market of copper led to the establishmentof a large town whose site was selected solely becauseit was the cheapest place on earth to smelt copper. Themarket changed and the newly created industry wasabandoned, leaving a community in serious straits anda large area devastated by derelict industrial buildingsand workings” (Beynon y Betteridge, 1979, 345).

Hoy, Swansea es un buen ejemplo en muchos sentidosde lo que no se debe hacer en materia de gestión delpatrimonio arqueológico industrial. Muy poco se puedever de la que fuera la más importante zona de fabrica-ción de cobre del planeta, pues el grueso de los edifi-cios y de los paisajes vinculados a esta actividad se hanperdido para siempre. Quedan, con todo, algunas hue-llas de su pasado industrial, como el uso de bloques deescoria en la construcción (apreciables, por ejemplo, enlas casas de Vivianstown). Se han conservado asimismo,aunque en precario, algunos restos de los antiguosHafod Copper Works [en concreto un par de casas demáquinas -vid. Fig. 10- y una nave de locomotoras (Fig.

14)] o de los talleres de Morfa, en los que perviven algu-nas estructuras asociadas a las fundiciones y los muellespara descargar el mineral en el río (vid. Fig. 3) (Palmery Neaverson, 1994, 85). Junto con los lugares de traba-jo, también han conseguido sobrevivir algunos espacioshabitacionales, y frente a los restos inhabitables deMorris Castle (vid. Fig. 9), en Vivian Street las casas deobreros construidas en 1840 aún funcionan como vivien-das (Beynon y Betteridge, 1979, 342).

AGRADECIMIENTOS

Este trabajo se inscribe en el Convenio de Colabora-ción que el Grupo de Investigación del P.A.I. HUM-236,integrado por todos los miembros del Área de Arqueolo-gía de la Universidad de Córdoba, mantiene con laGerencia Municipal de Urbanismo del Ayuntamiento dedicha ciudad para el estudio de Córdoba, ciudad históri-ca, entendida como yacimiento único. En el marco dedicho Convenio desarrollamos nuestra Tesis Doctoral(Programa nacional de Formación del Personal Universi-tario del Ministerio de Educación y Ciencia de España),con la que hemos abierto una nueva línea de investiga-ción en la Universidad de Córdoba (la Arqueología Indus-trial): un estudio histórico-arqueológico del papel juga-do por la minería y la metalurgia del cobre en la prime-

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Figura 14. Cochera para la locomotora que Vivian & Son usaba en sus Hafod Copper Works. En la pared exterior de la nave puede leerse “V & S Ltd. No.1 Shed”(foto del autor).

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ra industrialización de la ciudad de Córdoba y de suterritorio, donde Cerro Muriano jugó un papel muy rele-vante.

Quisiéramos mostrar nuestro agradecimiento alinvestigador Philip Jenkins, que tan amablemente nosacompañó durante nuestra visita a Swansea y sin cuyaasistencia el trabajo de campo nunca hubiese sido tanexhaustivo. Asimismo, nuestra gratitud para el Dr. RogerWhite, del Ironbridge Institute, que nos puso en contac-to con él y que tanto facilitó nuestra estancia en el pres-tigioso centro británico de Arqueología Industrial, asícomo para el Prof. Dr. Desiderio Vaquerizo y el Prof. Dr.José Antonio Garriguet, directores de la Tesis Doctoralen la que, bajo su magisterio, trabajamos.

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