El Largo Ciclo de La Presencia Europea en El Proceso Histórico Latinoamericano (Córdova, 2008)

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ARMANDO CÓRDOVA Doctor en Ciencias Económicas y Sociales(UCV, 1965). Estudios de postgrado en Plani- ficación (Holanda y Polonia) y de Estadística (Italia). Profesor titular de la Universidad Central de Venezuela. Director del Instituto de Investigaciones Económicas. Profesor invitado de varias universidades europeas y latinoamericanas para seminarios y confe- rencias en macroeconomía. Individuo de Número de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y Presidente de la Academia (1995-1997). Dos de sus obras más reconoci- das son Aspectos teóricos del subdesarrollo (en colaboración con Héctor Silva Michelena), 1967, e Inversiones extranjeras y subdesarrollo, 1966.

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Cuando comienza a conmemorarse el medio milenio del arribo deCristóbal Colón a las costas de América, parece cerrarse un ciclo de la historiauniversal. El ciclo que comienza con el movimiento de expansión europeahacia el resto del mundo y está culminando con el repliegue de las sociedadesde ese continente sobre su propio territorio, para regodearse en eldisfrute de los cuantiosos logros económicos, tecnológicos, sociales y culturalesacumulados, dejando cada vez más a su suerte al Tercer Mundo, quetanto contribuyó al alcance de esos logros.

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  • ARMANDO CRDOVA

    Doctor en Ciencias Econmicas y Sociales(UCV, 1965). Estudios de postgrado en Plani-ficacin (Holanda y Polonia) y de Estadstica (Italia). Profesor titular de la UniversidadCentral de Venezuela. Director del Instituto de Investigaciones Econmicas. Profesorinvitado de varias universidades europeas y latinoamericanas para seminarios y confe-rencias en macroeconoma. Individuo de Nmero de la Academia Nacional de CienciasEconmicas y Presidente de la Academia (1995-1997). Dos de sus obras ms reconoci-das son Aspectos tericos del subdesarrollo (en colaboracin con Hctor Silva Michelena),1967, e Inversiones extranjeras y subdesarrollo, 1966.

  • EL LARGO CICLO DE LA PRESENCIA EUROPEA EN EL PROCESO

    HISTRICO LATINOAMERICANO

    Armando Crdova

    PRESENTACiNCuando comienza a conmemorarse el medio milenio del arribo de

    Cristbal Coln a las costas de Amrica, parece cerrarse un ciclo de la histo-ria universal. El ciclo que comienza con el movimiento de expansin euro-pea hacia el resto del mundo y est culminando con el repliegue de las so-ciedades de ese continente sobre su propio territorio, para regodearse en eldisfrute de los cuantiosos logros econmicos, tecnolgicos, sociales y cultu-rales acumulados, dejando cada vez ms a su suerte al Tercer Mundo, quetanto contribuy al alcance de esos logros.

    A lo largo de esos quinientos aos Europa model el mundo a ima-gen y semejanza de sus propias necesidades de desarrollo. Amrica, Asia,frica y Oceana, cada una en su momento y a su manera, fueron coactiva-mente incorporadas a ese proceso expansivo como objetos pasivos al servi-cio de la gloria, riqueza y poder de sus conquistadores. De ese modo los dife-rentes pueblos y culturas del planeta fueron integrados en un sistemainternacional eurocentrado, el sistema capitalista mundial (SCM) donde susparticulares historias nacionales resultaran intervenidas, en mayor o menorgrado, por la historia de Europa erigida en referencia central y organizadorade la entera historia universal.

    La expansin comercial europea comenz en propiedad a mediadosdel siglo XV con los viajes de navegantes portugueses y holandeses en buscade las famosas especias asiticas. Pero estas experiencias iniciales apenas per-mitieron, como forma de penetracin en los territorios contactados, el esta-blecimiento de enclaves coloniales costeros en frica y en Asa' que slo

    Vase, Pal Leory Beauleu, Dela colonisation chez lespeuples modernes, Pars, 1968.

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    evolucionaran hacia la plena condicin colonial ms de dos siglos despus,cuando ya los imperios ibricos americanos haban alcanzado la plena ma-durez que auguraba su inminente disolucin y, lo que es ms importante,cuando ya el capitalismo haba culminado su etapa de expansin puramen-te comercial e iniciaba el radical conjunto de transformaciones estructuralesque traera consigo la primera revolucin industrial.

    Hablando pues, con toda propiedad, Iberoamrica y el Caribe fueronel gran laboratorio donde las potencias europeas experimentaron las tresformas de organizacin de la relacin colonial (colonias de explotacin, co-lonias de "plantacin" y colonias de poblamiento) que aplicaran ms tarde,no slo en los otros tres continentes, sino tambin en Norteamrica dondela colonizacin britnica se iniciara en 1620, 128 aos despus del primerviaje de Coln.

    Esecarcter primigenio de la colonizacin iberoamericana conform,ya desde aquella poca, la fuente nutricia de todas sus diferencias con el restodel mundo, su condicin de crisol de los pueblos y culturas de tres, o quizscuatro continentes'. Para las actuales sociedades asiticas, la penetracin eu-ropea fue un episodio tangencial de no ms de dos siglos dentro de una his-toria de milenios. Fue una conquista en la cual, si bien el ejercicio reiterado dela violencia lacer y dej huellas en el cuerpo social, se mantuvo intacto encambio el espritu ancestral de sus culturas. All estn la China y la Indiacomo ejemplos. En mayor o menor grado puede decirse lo mismo del frica,penetrada en propiedad durante el Siglo XIX. Amrica, en cambio, es el resul-tado mucho ms dramtico y complejo de una operacin de ciruga socialdonde se combinan dos amputaciones y dos trasplantes. Amputacin de lospueblos aborgenes sacrificados y de la conciencia colectiva de sus culturasoriginales; amputacin de pueblos africanos separados de sus races para sersometidos al primer transplante coactivo. Y sobre esa fusin de pueblos tandiversos, la imposicin de una manera de ser y de sentir trasplantada tambina la europea: la cruz y el vasallaje impuestos por medio de la espada.

    Entendida como es hoy, Amrica Latina naci, pues, como una impo-sicin de Europa. No es que no existiera una historia anterior de sus pueblosoriginales, sino que sta, adems de haber sido remodelada por los conquis-tadores, pas a ser slo uno de los componentes de la historia integral que losincluye junto a la de los pueblos trasplantados de los otros dos continentes.

    y no se trata slo de la gnesis de su proceso de conformacin. Lapresencia dominante de Europa en Iberoamrica ser desde entonces una

    2 Considerando la posibilidad de que fuera cierta la hiptesis que sostiene el origen asi-tico de algunas culturas aborgenes americanas.

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    constante histrica, como elemento permanente condicionador de nuestraevolucin endgena. Aludimos a esa presencia en dos sentidos. Primero,como reiteracin del trasplante europeo inicial en la forma de herencia tni-ca y cultural que de una u otra manera todos llevamos por dentro y de losvalores econmicos, sociales e ideolgicos que sembraron tan profundamen-te los conquistadores y colonizadores originales. En este aspecto debemoshablar ms que de Europa en general, de Espaa y Portugal, de Iberia. Segun-do, como presencia, de la Europa de la modernidad y del capitalismo: discre-ta durante los siglos XVI y XVII; activa y penetrante en el XVIII, plenamen-te dominante en lo econmico e influyente en lo poltico durante el XIX yla primera mitad del XX y sucesivamente declinante en trminos relativos,desde que los Estados Unidos la fue desplazando como poder econmico enla regin y como paradigma que deba seguir el proceso de modernizacineconmica, social, poltica y cultural.

    Por toda esa larga acumulacin de incidencias, la experiencia lati-noamericana de la participacin de Europa en el proceso histrico de con-formacin de lo que hoy son sus pueblos viene a ser, pues, la ms larga,profunda, variada y compleja que haya tomado esa participacin en cual-quier otra parte del mundo extraeuropeo.

    Tradicionalmente esa experiencia nos ha sido transmitida por unahistoriografa encubridora y acrtica, sustentada en la dicotoma civilizacin-barbarie' como razn legitimadora de las acciones del sujeto europeo domi-nador concebidas como gloriosa epopeya al servicio de Dios", y de la difu-sin de la cultura occidental, entre pueblos salvajes, de los cuales se dud

    Carmen L. Bohrquez, Hacia una teora de los no descubiertos, Maracaibo, julio, 1991,material multigrafiado.

    4 Un claro ejemplo de esta concepcin esencialmente salvacionista de la conquista y colo-nizacin ibrica es la que nos da el siguiente pasaje de un historiador espaol contempo-rneo. Refirindose a las diferencias con la colonizacin inglesa en Norteamrica afirma:"La conquista y colonizacin Ibrica es: incorporar y salvar, incorporar un mundo nuevoa la rbita del imperio catlico y salvar almas para Cristo. La Voluntad de Espaa en losSiglos XV y XVI fue hacer del mundo el cuerpo de su Estado y de su Estado de cuerpo deCristo. Se trata de una versin religiosa y misional de la colonizacin, que le dot de unsentido humano (!) del que careci la colonizacin anglosajona". J.L.Avellan, La idea deAmrica. Origen y evolucin, Madrid, Ediciciones Itemo, 1972, p. 45. De ese modo afir-mando que "el objeto primordial de toda la empresa ibrica fue el hombre especialmen-te su alma", el autor intenta justificar lo que l califica de crueldad y barbaridades de todaconquista. De modo que permite ver con toda claridad el espritu autosuficiente, orgulloe inquisitorio que estaba en la mente de la sociedad conquistadora, sigue vivo en algunasmentes del presente. Olvida el seor Avellan de referirse a la diferencia fundamental en-tre muchos tipos de colonizacin europea en Amrica. Los anglosajones llegaron a Am-rica a trabajar ellos, y para lograrlo con comodidad exterminaron a los indgenas. Los

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    inclusive, si se trataba de hombres o de bestias'. Es la historia que consideraa Amrica como un simple "eco del viejo mundo" como la defini Hegel" ynos invita al eterno agradecimiento por los favores recibidos de nuestrosdominadores, tanto de ayer: "el genio de la raza", la "Madre Patria Espaa"la "cultura ancestral de Grecia y Roma", el "contacto modernizador con laEuropa del Norte", como de hoy, cuando se nos invita a considerar la Inicia-tiva Bush para las Amricas y las inversiones provenientes del mundo desa-rrollado como bendiciones divinas.

    Rechazamos esa visin que, o nos niega historicidad, como propusoHegel, o fija el 12 de octubre de 1492 como su punto de partida, expulsandodel registro de nuestro pasado muchos siglos de realizaciones culturales denuestros ancestros aborgenes. No slo de las llamadas "grandes culturasamericanas" (aztecas, mayas, chbchas, incas) cuyos logros no han sido to-dava suficientemente ponderados, sino tambin de las otras, en particularde las culturas de la selva; (Tupi-Guaranies, Caribes, etc.), que nos dejaroncomo invalorable herencia a su sabia identificacin con la naturaleza, surespeto por el equilibrio entre el hombre y su mgico medio circundante yla irreductible defensa de su territorio frente al conquistador. Uno de los so-portes del eurocentrismo es, precisamente, la colocacin a la sombra de estosdecisivos aportes autctonos en la conformacin del alma americana.

    espaoles y portugueses llegaron a hacer que los dems trabajaran para ellos. Por esonecesitaban a los indgenas y a los africanos. A pesar de lo cual su accin genocida su-per con creces la del norte.

    En 1811, despus de tres siglos de la relacin colonial, el Consulado de Mxico en unacomunicacin a las Cortes, describa as a los indgenas que haban hecho de ese Virrei-nato la ms brillante joya del Imperio espaol: "un animal inmundo, revolcndose en elcieno de la ms impdica sensualidad, de la borrachera continua, y de la dejadez msaptica, divirtiendo su sombra desesperacin en espectculos horrendos y sangrientosy saborendose rabiosamente con la carne humana [... ] La historia antigua ni la tradi-cin han transmitido a nuestra edad el recuerdo de un pueblo tan degenerado, indi-gente e infeliz. [El Indio] est dotado de una pereza y languidez que no pueden expli-carse por ejemplos [... ] estpidos por constitucin [... ] borracho por instinto [... ] Estoes [... ] el verdadero retrato del indio de hoy". Citado por Stanley y Brbara Stein, Laherenciacolonial de Amrica Latina, Mxico, Siglo XXI Editores, 1984, p. 56.

    6 "Amricaes, pues, la tierra del futuro donde en las eras que yacen frente a nosotros el pesode la historia del mundo se revelar -quizs en una disputa entre el norte y el sur de Am-rica. Esuna tierra de espectativas para todos aquellos fatigados por el devn histrico quees la vieja Europa. Se oy decir a Napolen: 'Esta vieja Europa me aburre'. Ser tarea deAmrica abandonar el suelo sobre el cual la historia del mundo, hasta el presente, se hadesarrollado". Lectures on the Philosophy on World History. Traductor H.B. Nisbet. Introduc-tion, Cambridge, 1974..

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    Sostenemos que la historia real de Amrica Latina debe integrar tam-bin la versin de sus pueblos explotados, masacrados, esclavizados, someti-dos y humillados, cuya verdad es calificada por la historia escrita, por losvencedores, como "disidente, subversiva, extraa y, por tanto, excluida detextos oficiales, no enseada en escuelas, colegios y universidades"?

    Es el enfoque que coloca en primer plano la despiadada crueldad delos conquistadores: su prepotencia, la destruccin o deformacin de las cul-turas originales, el desastre demogrfico, el pillaje de los tesoros acumuladosy la continuada explotacin de la poblacin que, desde entonces hasta hoy,ha privado a nuestros pueblos de su excedente econmico acumulable, nu-triente esencial del progreso econmico y social.

    En esos momentos se cumple en Amrica Latina, una intensa discu-sin sobre ese tema en la cual se est poniendo en claro la necesidad de unanueva manera de analizar la historia de nuestros pueblos, una historia quesin renunciar a la objetividad del anlisis cientfico sea capaz de reivindicartodo nuestro pasado: el de los aborgenes americanos, el de los africanos tanprofundamente enraizados en Amrica y el de nuestra herencia europea. Deuna historia que sea capaz de ver a esta ltima con objetividad, destacandosus grandezas y sus miserias. Comparto este punto de vista y por ello mani-fiesto mi reconocimiento a este seminario donde se intenta, aprovechandola ocasin del Quinto Centenario, colocar la crtica objetiva como funda-mento esencial para el juicio de las responsabilidades exgenas en el soste-nido proceso de frustracin del destino latinoamericano.

    Me propongo en esta intervencin realizar un anlisis sucinto de losaspectos ms relevantes de ese largo ciclo de la presencia europea en Amri-ca Latina, partir de un criterio de periodizacin en el cual intento separar:una primera fase de penetracin, dominada por las motivaciones y valoresde la Europa Medieval, que abarca los siglos XVI YXVII durante los cualesocurre el fraguado de las sociedades coloniales ibricas y de sus estructurase instituciones fundamentales, una segunda fase que abarca todo el sigloXVIII y la primera dcada del XIX en la cual se prepararon las condicionespara la directa articulacin de Amrica Latina al mercado mundial, paraculminar en la tercera fase, que va desde la independencia de Espaa y Por-tugal hasta el presente. Dadas las limitaciones de tiempo concentrar el ma-yor esfuerzo de anlisis en la primera fase y sintetizar rpidamente todas lasdems para concentrarme, finalmente en la consideracin del momento ac-

    7 D.F. Maza Zavala: leccin inaugural del Seminario "La educacin descubierta y no des-cubierta. Dos maneras de educar para dos historias diferentes", Valencia, Universidadde Carabobo, Ctedra Po Tamayo, 1989, material multigrafiado.

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    tual cuando, para usar una vieja metfora, Europa -comenzando por Espa-a-, parece estar botando la naranja exprimida al cesto de los desperdicioshistricos, al mismo tiempo que se preparan a celebrar con el orgullo de losvencedores, el glorioso momento de haberla "descubierto".

    LA PENETRACiN DE LA EUROPA MEDIEVAL (SIGLOS XVI Y XVII)

    Las dos europas de la fase de gnesisLa idea sntesis ms difundida en la literatura cientfico-social euro-

    pea acerca del sentido esencial de la forzada incorporacin de la AmricaLatina a la historia universal es la que la resume como el episodio central delproceso de acumulacin originaria de capital que afirmara los fundamentosmateriales del mundo moderno. Sera, sin embargo, ingenuo, mecanicista yempobrecedor de esa misma historia, entender literalmente las acciones deColn, Corts, Pizarra. Vasco de Gama, Magallanes y todos los dems acto-res de las fases iniciales de la aventura americana, como las de simples aban-derados de un proceso -el nacimiento del capitalismo- que ellos no estabanen condiciones de comprender, ni siquiera remotamente porque slo alcan-zara sentido como real realizacin ya cumplida, ms de un siglo despus.

    La cuestin es mucho ms compleja. La penetracin ibrica en Am-rica se inici en momentos en que comenzaba a declinar en Europa un or-den societario, el medieval, al mismo tiempo que emergan los primerosatisbos de uno nuevo, cuyo contenido era todava impreciso para las genera-ciones que vivieron ese perodo de transicin entre las dos concepciones delmundo que se entrecruzaban en las ideas y en la personalidad de los hom-bres de la poca.

    En cuanto a las ideas, no debe olvidarse que la posibilidad misma dela existencia de un nuevo continente naci como utopa europea desde lapropia antigedad griega en la leyenda de la Atlntida. El resurgir de esa uto-pa fue una de las mltiples manifestaciones del Renacimiento. Y en lo queincumbe a los personajes histricos que la haran realidad, hay que decir quecada uno de ellos expresaban una particular combinacin de esa simultneapresencia de lo viejo y de lo nuevo. Coln fue un smbolo cabal de lo que es-taba naciendo en su doble condicin de mercader, movido por el afn de lu-cro, y de navegante de vanguardia, profesin en la que se concentraban losms avanzados logros cientficos y tecnolgicos de la poca", No es casual que

    a VaseT.K. Derri y T.1. Williams, Historia de la tecnologa, Mxico, Siglo XXI Editores, 1982.

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    hayan sido marinos y comerciantes los actores iniciales fundamentales de laexpansin europea sobre el resto del mundo. Los reyes catlicos, en cambio,representaban un buen ejemplo de combinacin contradictoria de las ten-dencias en lucha. Por un lado fueron los precursores del estado absolutistaque contribuira poderosamente a carcomer las bases polticas del rgimenfeudal y a favorecer el avance de la burguesa en el resto de Europa. Tenanadems, una concepcin del mundo lo bastante moderna como para haberapostado, apoyando a Coln, al triunfo de las concepciones geogrficas msavanzadas y a la derrota de las interpretaciones avaladas por el pensamientoescolstico. Pero, por la otra, eran la cabeza de una economa agraria basadaen la Mesta ganadera que sera el impedimento fundamental para que noocurriera en Espaa la revolucin agrcola que fue en el resto de Europa lams importante precondicin del desarrollo industrial. Eran tambin los re-yes catlicos los ms firmes representantes de la concepcin teolgico-religio-sa que serva de fundamento ideolgico al orden medieval, posicin que ex-plica en buena parte la decisin de expulsar de la pennsula a moros y judos,importantes componentes de vanguardia de la burguesa comercial, financie-ra y del sector secundario espaol de la poca, sectores sociales stos que li-derizaran el proceso de acumulacin de capital en el resto de Europa.

    Ms an, una vez establecida su soberana sobre las nuevas tierras,los monarcas espaoles dejaron a un lado todo lo nuevo que Coln pudierahaber representado y procedieron a utilizar, como depositarios de su realpoder en la tarea de conquistar y colonizar el territorio americano, a clases ygrupos sociales representativos, en lo fundamental, del orden societario me-dieval: soldados, religiosos, hijosdalgos pobres, campesinos sin acceso a latierra, personajes de la picaresca y hasta delincuentes. De ese modo comien-za a conformarse Hispanoamrica como traslacin reestructurada de la con-cepcin del mundo que comenzaba a morir en Europa para crear all unaparato de explotacin capaz de permitir que un orden declinante pudieraprolongarse en Espaa en beneficio de la nobleza y del clero.

    Para lograr ese objetivo era necesario evitar que llegaran a Hispa-noamrica las seales de las transformaciones que estaban ocurriendo noslo en el resto de Europa, sino tambin en aquellas regiones de Espaa msen contacto con el capital comercial en particular los puertos mediterrneosde Catalua y de Levante. Es lo que explica, segn un autor, el exclusivismode Castilla en la conquista y la colonizacin americana, ya que:

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    "Si la nobleza dejaba a la burguesa (espaola) abrirse paso en Am-rica no solamente perda Amrica, sino tambin sus propias posi-

    ciones en Espaa. Idntico origen tuvo la estricta prohibicin a ju-dos, moros y conversos de viajar a las Indias Occidentales yradicarse en ellas..."9.

    Poco tiempo despus (1522) esa incipiente burguesa ya bastante debi-litada por la expulsin de moros y judos, recibira su definitivo golpe de graciacon la derrota de las insurrecciones de los comuneros de Castilla y las "germa-nas" de Aragn a manos de la nobleza espaola. De esa manera, al cerrar elpaso a la clase Social que estaba motorizando en toda Europa el proceso deacumulacin de capital, Espaa, al igual que Portugal, quedaran convertidasde hecho simples intermediarias entre la explotacin de las riquezas america-nas y su final apropiacin por parte de los otros pases europeos que seran losverdaderos agentes histricos del proceso de acumulacin originaria. Esa con-dicin intermediaria tuvo importantes implicaciones tanto en el interior de lasociedad espaola como en Amrica Latina y el resto de Europa.

    El triunfo americano de la vieja europa y la Institucionalizacinde las relaciones sociales en EspaaPara Espaa signific la posibilidad de prolongar sus estructuras so-

    ciales, polticas y culturales medievales dotndolas de una base econmicacomplementaria situada en su imperio americano. De ese modo el mpetutransformador renacentista pudo ser canalizado hacia un humanismo con-servador que Regl define, con escogida retrica, como "trascendental yteocntrico, plasmado en la asimilacin de las nuevas motivaciones ideol-gicas compatibles con la ortodoxia catlica?". Compatible tambin, esto es

    !J Rodolfo Puiggros, La Espaa que conquist el Nuevo Mundo, Buenos Aires, Editorial SigloXX,1965, p. 102. El autor argumenta: "Alregresar Coln de su primer viaje con la noti-cia del histrico hallazgo, la nobleza despert de su letargo y rode a la Corona paraexigirle que no dejase a la burguesa que capitalizara a su favor las tierras descubiertas.El Nuevo Mundo deba ser de Castilla y nada ms que de Castilla, del rey feudal y no delrey burgus", p. 100. Expone luego otros alegatos para fundamentar esa afirmacin.

    10 Juan Regl, "La poca de las tres primeras Austrias" en Historia de Espaa y Amrica,social y econmica, dirigida por J. Vincens Vives, Barcelona, 1977, p. 164. Hablo de esco-gida retrica porque en la pgina siguiente Regl cita a [ulin Marias afirmando que lostelogos humanistas espaoles del siglo XVI "se enfrentan con los problemas que haplanteado la reforma", para lo cual "reafirma la tradicin escolstica frente a la crtica delos renacentistas, se vuelven al tomismo y a las grandes obras sistemticas de la EdadMedia pero no para repetirlas, sino para comentarlas y aclararlas", p. 165.

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    lo que quiero destacar, con el reforzamiento del absolutismo de la corona, ydel poder econmico y social de la nobleza y del clero como estamentosdominantes de la sociedad espaola.

    La primera expresin de la utilizacin del oro y la plata de Amricapara fortalecer al viejo mundo que comenzaba a morir en Europa, fue el re-forzamiento del poder militar y poltico de Espaa como centro de la Con-trareforma, a un costo que para el Siglo XVI ha sido evaluado por un histo-riador espaol en un 30% de todo el ingreso proveniente de Amrica!'. Unasegunda tendencia fue la espectacular concentracin de riqueza en manosde la nobleza y del clero" que tuvo muy diversos efectos. Por un lado, favo-reci el consumo suntuario y dispendioso que increment las importacionesy favoreci el desarrollo desmesurado de las actividades improductivas". Porel otro, del dadivoso apoyo a las artes y a las letras que fue uno de los factoresimpulsores del florecimiento cultural de Espaa durante el llamado Siglo deOro. Finalmente, el enriquecimiento de la nobleza y el clero, grandes con-centradores de la propiedad agraria, impuls desde entonces un prematuroproceso de descomposicin esprea del campesinado, proceso que, mientrasen el resto de Europa fue un producto de la revolucin agrcola y, servirapara nutrir los contingentes de obreros para la revolucin industrial, en Es-paa tendra como efectos el desarrollo del bandolerismo en el campo y laformacin de 150.000 mendigos en las ciudades".

    Al mismo tiempo se fortaleca el poder de los gremios medievalescomo estructuras productivas dominantes en el sector secundario y, comolgico corolario de todo lo dicho, se prestaba muy poca atencin al desarro-llo cientfico y tecnolgico que avanzaba con paso firme en la otra Europa dela modernidad y del capitalismo.

    11 "Clculos oficiales de 1596 sealan que de un promedio anual de diez millones de duca-dos importados, (de Amrica), tres servan para atender gastos de la Corona en el extran-jero (armas, guerras, embajadas, subsidios a aliados), tres pertenecan a particulares ex-tranjeros (autorizados desde 1560 a sacar la plata) y cuatro millones quedaban enEspaa". Francisco Morales Padrn, Atlas Histrico Cultural de Amrica, Las Palmas, 1988.

    12 Fundamentalmente en cifras de la poca, Regl califica de "sencillamente fabulosa" lacapacidad econmica de la gran nobleza. Afirma tambin que "las rentas de los bienesraces del clero ascendan a la mitad de las del reino". Op.cit., pp. 45-46 Y63-66.

    13 "EInmero de servidores de los reyes creci vertiginosamente: Mara Ana de Neoburgo,segunda esposa de Carlos 11, tena un millarde criados entre hombres y mujeres, y su sue-gra Mariana de Austria unos quinientos ... (el Conde-Duque de) Olivares tena 166 cria-dos". tbid., p. 246. Otros testimonios sealan que esa era la tnica de la nobleza espaola.Encuanto al clero, basta referirse a la estimacin de Vicente de la Fuente de 200.000 ecle-sisticos para una poblacin inferior a los seis millones de habitantes. tbtd., p. 253.

    14 tbid., p. 114.

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    La sntesis de todo ese proceso fue el reforzamiento de un espritunacional hispnico que ha sido brillantemente descrito por uno de los "gran-des" de Espaa, el duque Maura, en el siguiente prrafo:

    "Al cabo de ms de cien aos de perenne superacin heroica, por

    acendrada fe religiosa y monrquica, por amor a Dios, y a Isabel,

    Fernando, Carlos o Felipe, iban adquiriendo nuestros mayores men-

    talidad y psicologa de pueblo escogido, desdeoso de quehacereshumildes, oficios remuneradores y aun profesiones liberales abur-

    guesadas y pacficas. La riqueza natural que en verdad apetecan

    casi todo~ y codiciaban los ms, no deba ser, segn ellos, recom-pensa exclusiva del trabajo paciente, mezquinante ganado y srdi-

    damente distribuido, sino premio condigno de la ventura, audaz,ptimo botn de la conquista difcil, patrimonio legtimo vincula-

    ble, como el honor, por juro de heredad en los descendientes de laraza dominadora?".

    Despus de leer esa lcida descripcin de cmo los espaoles se veana s mismos, no es de extraar que su pas haya transitado desde la opulenciadel Siglo XVI, allanguidecimiento general del XVII y la decadencia final delXVIII, bajo la direccin de una clase parsita "vida de privilegios y deserto-ra del sacrificio?" como la califica un historiador espaol. Baste decir que lapoblacin espaola descendi sostenidamente durante los dos primeros si-glos de usufructo de su amercano'". Para mal de Amrica Latina, esa mismaclase sera durante esos mismos tres siglos, su clase dominante externa.

    La conformacin y fraguado de la sociedad colonialDos tipos de intereses confluyeron en la conquista y colonizacin de

    lberoamrica. El inters de la monarqua asociado al de las clases dominantesmetropolitanas, donde se mezclaban un objetivo econmico -el aumento delpatrimonio real- y otro ideolgico -el espritu catlico salvacionista- ntima-mente ligado a la legitimacin papal de la posesin del territorio americanopor parte de Espaa y Portugal. En segundo lugar, el inters privado de losconquistadores impulsado por la bsqueda de riquezas y ascenso social.

    15 Citado por Regl, Ibd., p. 163.

    16 Ibd., p. 51.

    17 Lascifras varan de un autor a otro. Para 1492 las estimaciones de la poblacin de Espa-a oscilan entre 7.9 y 9.3 millones de habitantes. Vase Morales Padrn, op. cit., p. 8l.Para 1715 era de 7.5 millones. Existe acuerdo, sin embargo en que de 1500 a 1700 labaja de la poblacin super el milln de habitantes.

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    Durante las fases iniciales de exploracin y conquista ambos intere-ses fueron satisfechos con las riquezas arrebatadas a los indgenas, pero unavez agotados los tesoros previamente acumulados por stos se hizo necesarioorganizar una estructura productiva estable. El objetivo estratgico funda-mental de esa estructura; la generacin permanente de un excedente econ-mico exportable, se resolvi tempranamente en el imperio espaol, por elhallazgo de ricos yacimientos de metales preciosos en las zonas ms pobla-das y de mayor desarrollo lo que garantizaba la mano de obra capaz necesa-ria. Durante los primeros dos siglos el 95% de las exportaciones de las colo-nias hacia Espaa estuvo constituida por oro y plata.

    Como elementos complementarios del sector minero fueron organi-zados, a) un sector de subsistencia y apoyo logstico de insumos y medios deproduccin a las zonas mineras, agrcolas, ganaderas y de actividades detransformacin, y b) un conjunto de establecimientos defensivos ubicadosen puntos clave de la geografa colonial en funcnde la seguridad del im-perio, en particular las rutas de trnsito de los metales preciosos hasta lametrpoli.

    Este sencillo esquema que adopt desde sus comienzos la organiza-cin econmica del imperio espaol en el nuevo continente traera consigolas dos implicaciones de mayor incidencia en la conformacin de las estruc-turas sustentadoras del subdesarrollo latinoamericano.

    En primer lugar, la limitacin de crecimiento econmico a que dabalugar, -como en toda relacin colonial-, y la renuncia a la inversin internade una parte de su excedente econmico expropiado por la metrpoli.

    En segundo lugar, se estableca implcitamente que el proceso hist-rico de conformacin y evolucin de las nuevas sociedades deba expresarseen estructuras que garantizasen la continuidad de esa succin de excedenteeconmico por parte de intereses exgenos. Fue el punto de partida parainstituir la relacin de dependencia como elemento consustancial del fun-cionamiento econmico, social, poltico o ideolgico latinoamericano. Otrassociedades colonizadas, asiticas y africanas, fueron constreidas por lafuerza a aceptar las relaciones de dependencia y subordinacin, pero sin queello implicase la humillacin de adoptarlas voluntariamente. Las latinoame-ricanas, en cambio fueron construidas para que estas relaciones de depen-dencia formaran parte esencial de su organizacin social.

    Desde el punto de vista operativo, la organizacin de esa estructuraincorpor un amplio abanico de relaciones de trabajo, la esclavitud -indge-nas y africanas- la adaptacin de formas preexistentes como la mita y elcuatequitI; la instauracin de obras basadas en instituciones medievales,como el pago de rentas o la prestacin de servicios personales adaptados,como en el caso de las encomiendas, a especficas condiciones regionales y

  • _ Veinticinco aos de pensamiento econmico venezolano164

    locales; el mantenimiento de algunas modalidades de trabajo libre y semili-bre; y tambin, aunque en mucho menor escala, el trabajo directo de lospeninsulares. En su conjunto, la adaptacin coactiva de la fuerza laboral alas tareas productivas, produjo efectos catastrficos sobre la poblacin origi-naria la cual se redujo, segn las estimaciones ms conservadores, a menosde una cuarta parte durante el primer siglo de vida colonial".

    La organizacin econmica y el aparato represivo que le era inma-nente, funcion exitosamente desde sus inicios. Transcurrira, sin embargo,un perodo de uno a dos siglos, segn las distintas regiones, para que pudie-ra hablarse en propiedad de sociedades americanas propiamente dichas, en-tendidas como resultado de la hibridacin de sus componentes europeos,indgenas y africanos a medida que se cumpla el doble proceso de integra-cin social y ocupacin del espacio, e iban cristalizando una estructura pro-ductiva sui generis y un sistema de estratificacin social en el cual se sinteti-zaba todo el proceso de conformacin y maduracin del orden colonial.

    El elemento fundamental de esa estructura econmica y social fueuna unidad productiva original especficamente latinoamericana: la granhacienda agrcola ganadera, resultado de la evolucin de aquellas relacionesde trabajo, en el marco de una creciente consolidacin del monopolio de lapropiedad territorial por parte de la oligarqua latifundista criolla.

    En ese proceso de conformacin de la gran hacienda, basada en larelacin de servidumbre de los trabajadores semilibres, se sintetizan las in-fluencias combinadas de las instituciones de corte medieval que modelaron suestructura interna y la presencia envolvente del mercado mundial en forma-cin, bajo la direccin del capital comercial de la Europa moderna. As pues,lo hacienda fue la sntesis de instituciones de las dos Europas y de los aportesautctonos de los hombres y las condiciones del territorio americano.

    La originalidad de la hacienda como unidad productiva radica en sudoble condicin de economa natural, -en la que los campesinos cultivabanen sus parcelas los bienes necesarios para su sustento-, y de economa mercan-til, produciendo en las tierras destinadas por el propietario para tales fines,bienes destinados para ser vendidos en el mercado. Esta capacidad de produ-cir simultneamente valores de uso y valores en cambio, permita a la ha-cienda aprovechar los perodos de auge de la demanda de sus productoshasta el lmite de su capacidad productiva, y subsistir sin grandes problemascuando disminua o desapareca la demanda.

    18 Segn Darcy Ribeiro, el desastre demogrfico fue muy superior. En su obra Las Amricasy la civilizacin, estima "ms de la mitad de la poblacin aborigen" la que muri de en-fermedades tradas a Amrica por los conquistadores.

  • El largo ciclode la presenciaeuropea en el proceso histrico... Armando Crdova165

    . Una segunda caracterstica de la organizacin colonial ibrica, que ala postre resultara tambin tpicamente latinoamericana, fue el sistema dela estratificacin social basado en las variadas castas a que dio lugar el inten-so y sostenido proceso de mestizaje de los tres componentes tnicos presen-tes en el fraguado de los pueblos de Amrica Latina. La originalidad de esesistema se expresa en la combinacin del esquema de estratificacin, tpicode la sociedad feudal, (seores y siervos), con el agregado de la esclavitudafricana y de los criterios racistas que Espaa comenz a construir en suenfrentamiento con moros y judos y la Europa moderna fue desarrollandoen el hombre blanco, a medida que se daba su expansin por todo el planeta,la autosuficiencia del conquistador todopoderoso transformada en pruebairrebatible de su superioridad racial", Naci as un sistema de estratificacinque no parece haber existido antes, en el cual la apariencia fsica de los indi-viduos era un factor determinante de su status social. "En Amrica -escribiAlexander Von Humboldt- la piel ms o menos blanca decide la posicinque ocupa el hombre en la socedad'

  • Veinticinco aos de pensamiento econmico venezolano

    166

    que lo representaba en Amrica y a los terratenientes criollos como sus seo-res directos, siempre que stos obedecieran al monarca. En segundo lugar,como factor de equilibrio entre las clases dominantes internas y los represen-tantes del gobierno metropolitano.

    Adems de estas importantes funciones y basndose en ellas, la igle-sia se convirti en un relevante poder econmico dentro de la estructuracolonial, no slo como propietaria de grandes extensiones de tierra, sinotambin COJIlO principal entidad financiera del sistema. Su gestin, adems,un poderoso freno a la inversin productiva interna debido a que su decisivainfluencia en la distribucin del excedente econmico, aparte de servir paraincrementar la acumulacin de riqueza muerta, slo financiaba gastos im-productivos.

    Desde fines del siglo XVII en algunos casos, y de mediados del XVIIIen los dems, estas organizaciones alcanzaron su plena cristalizacin comoestructuras de estratificacin social vertical, y avanzaron en la ocupacindel territorio hasta el lmite que determinaron las decrecientes posibilidadesde incorporar nuevos yacimientos de metales preciosos y la cuanta de susrecursos materiales. Llegados a ese punto, comenzaron a operar los factoresque provocaran la crisis de la sociedad colonial.

    Los elementos de esa crisis estaban implcitos en la estructura internade la hacienda. Como seal anteriormente, su produccin poda crecer siexista demanda para sus bienes destinados al mercado, pero su propia orga-nizacin interna -basada en la renta de la tierra y el autoconsumo de su pro-duccin por aparte de los campesinos-, limitaba considerablemente el desa-rrollo del mercado interior. De all que dicho mercado para la produccin delas haciendas estuviese circunscrito a las zonas mineras y a los centros admi-nistrativos urbanos. La tendencia al estancamiento, al agotarse el mpetu co-lonizador a medida que disminuan las expectativas de localizar nuevos yaci-mientos minerales, dej ver como nica posibilidad de expansin econmicala produccin de otros bienes de alta demanda en el mercado mundial, pueseste problema no tena soluciones dentro del sistema colonial.

    En primer lugar, porque no existan fuentes de financiamiento internoy de abastecimientos de medios de produccin. En segundo lugar, por las pro-hibiciones y restricciones coloniales al comercio con otros pases del mundo.

    Ambos problemas fueron resueltos por las potencias de la Europacapitalista en expansin. Holanda, Inglaterra y Francia estimularon en lascolonias ibricas la produccin de bienes tropicales exportables y se encarga-ron directamente de su trfico por medio del contrabando. Comenz as adecaer la presencia de la vieja Europa medieval en Amrica y a crecer la pe-netracin de la Europa moderna y capitalista, situacin que conducira rpi-damente a crear las condiciones para la ruptura del vnculo colonial.

  • El largo ciclode la presenciaeuropea en el proceso histrico... Armando Crdova167

    EL RELEVO ENTRE LAS DOS EUROPAS

    Si para la sociedad espaola el flujo de riquezas americanas terminpor convertirse en instrumento para la institucionalizacin de atraso medie-val, para otros pases de Europa occidental constituy un importante factoracelerador del desarrollo econmico y social por sus efectos impulsores de laacumulacin interna de capital y de la formacin del mercado mundial.

    Los primeros beneficiarios directos desde comienzos del siglo XVIfueron banqueros y comerciantes catlicos alemanes los Fugger, Welser,Haugs, Inhof y Meutngs", financistas de la corona espaola y del movi-miento de contrareforma durante los gobiernos en Espaa de su connacio-nal Carlos I y de su hijo Felipe 11. Y no fue slo la explotacin indirecta porva de la usura, pues lo que se neg a los espaoles no castellanos les fuepermitido a los Welser y a los Fugger, autorizados por el rey para participardirectamente en la conquista y saqueo del territorio americano, incluyendoel comercio de esclavos ndgenas". Est claramente establecido histrica-mente que los banqueros alemanes fueron los grandes beneficiarios de la ri-queza americana durante el primer siglo colonial".

    Una segunda va de aprovechamiento europeo de las riquezas delimperio espaol fue la piratera, tanto en alta mar como en el saqueo de laspoblaciones costeas, acciones que llenaron casi plenamente la historia delas relaciones de las colonias iberoamericanas y del Caribe con Francia, In-glaterra y Holanda durante todo el siglo XVF\ aunque ya en sus postrime-ras se cumplieron tambin las primeras experiencias de aprovechamientocomercial de la naciente industria azucarera del noroeste brasilero por partede intereses holandeses.

    21 Vase al respecto el captulo dedicado a los alemanes en la obra de Georg Friederici, Elcarcter del descubrimiento de Amrica, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, tomo 11,1987.

    22 Como parte de la compensacin de sus servicios financieros a la Corona espaola losWelser obtuvieron en 1527 que la casi totalidad de la actual Venezuela les fuera conce-dida en explotacin. LosFugger fueron autorizados en 1531 a conquistar la parte sur delcontinente americano, autorizados a gobernar "todo lo que descubrieran desde el Es-trecho de Magallanes hasta el Per, Amrica del Sur qued as repartida entre las dosfirmas alemanas". R. Puiggros, op. cit., pp. 187-194.

    23 Entre 1564 y 1641 tan slo los Fugger pagaron diezmos al tesoro real por 50 millonesde ducados, cifra muy elevada para la poca. Vase para mayores detalles Puiggros, op.cit., p. 203.

    24 Ensu excelente trabajo ya citado, Friederici hace un detallado anlisis de la participacinde los distintos europeos en la aventura americana.

  • Veinticinco aos de pensamiento econmico venezolano168

    Durante el siglo XVII, sin descartar una que otra accin corsaria,comienzan a abrirse paso polticas orientadas hacia el incremento de las re-laciones de intercambio mercantil a partir de la introduccin de cuas decolonizacin en la periferia de los imperios coloniales ibricos mediante laocupacin por aquellas tres potencias martimas del norte de Europa, de lasprincipales Antillas Menores>, "consideradas hasta entonces como intilespor Espaa'

  • Ellargo ciclo de la presencia europeaen el procesohistrico... Armando Crdova169

    potencias del norte europeo en abierta competencia entre ellas por penetraren el mercado beroamercano", hasta el punto de ir a la guerra por ese ob-[etvo>, Inglaterra result a la postre la gran vencedora, lo cual le garantizun conjunto de ventajas comerciales en el imperio colonial espaol. Porotras vas los ingleses lograron lo mismo con Brasil que para entonces tenaun mercado de expansin debido al desarrollo de su produccin de or0 30

    Una vez creado ese comercio los intereses de la clase terratenientecriolla quedaran definitivamente atados a los del libre comercio como con-dicin de su propio desarrollo. Es el comienzo del proceso a travs del cualInglaterra por la va del comercio comienza a sustituir a Espaa y Portugalcomo autntica metrpoli de Amrica Latina, objetivo que se logr plena-mente en el siglo XIX despus de la independencia.

    LA PRESENCIA ABIERTA DE LA EUROPA MODERNA

    A partir de la libre articulacin de las nuevas naciones latinoamerica-nas al SCM comenzaron a operar con entera libertad los mecanismos econ-micos, sociales, polticos e ideolgicos que institucionalizaran la subordina-cin de su desarrollo econmico a las exigencias del funcionamiento delproceso de acumulacin a escala mundial y a su concentracin prioritaria enlos centros capitalistas de vanguardia de cada perodo. Desde entonces y hastael presente, se distinguen tres modalidades diferentes de funcionamiento delsistema y de su proceso de acumulacin: el rgimen industrial premonopolis-ta o de competencia perfecta, que dur hasta la Segunda Guerra Mundial, y elllamado rgimen de acumulacin fordista que dur desde entonces hasta fi-nes de la dcada de los sesenta, cuando se inicia la actual crisis econmica.

    28 Ya en 1700 Francia comenz a presionar para excluir a Inglaterra del comercio con laAmrica Espaola. En noviembre de eseao Luis XV instrua a su embajador en Madridacerca de la necesidad de excluir ingleses y holandeses del comercio con el imperiocolonial espaol "por el bien de Francia y su afirmacin comercial en Amrica". Eseobjetivo fue logrado el ao siguiente cuando le fuera concedido a Francia el derecho deAsiento que implicaba el virtual monopolio del trfico de esclavos con el imperio espa-ol. La inmediata respuesta anglo-holandesa fue el Tratado de La Haya, firmado en1701 en el cual varios pasesse comprometan a impedir que los franceses conquistaranlas Indias Espaolaso que enviaran naves propias para comerciar con ellas directa o in-directamente". Vase Armando Crdova, "Las Colonias Iberoamericanas en el Sistemade RelacionesInternacionales a fines del siglo XVIII" en Cuadernos Latinoamericanos, Ma-racaibo, Venezuela, n 1, 1989, p. 64.

    29 La guerra de sucesin espaola (1701-1713) entre Inglaterra y Holanda por un lado yFrancia y Espaapor el otro.

    30 Celso Furtado, Formacin econmica del Brasil, Mxico, Fondo de Cultura Econmica,captulo 14, 1962.

  • Veinticinco aosde pensamiento econmico venezolano

    170

    En cada uno de estos perodos histricos, por imposicin del sistemade relaciones internacionales, Amrica Latina debi adaptar sus estructuraseconmicas y sociales a las exigencias de funcionamiento de la economamundial. Dicho de otro modo, a cada modelo histrico deldesarrollo capitalistaen los centros ha correspondido un particular modelo histrico desubdesarrolloen la periferia latinoamericana. Ellos son, en el mismo orden: el primarioexportador latifundista, despus de la independencia; elprimario exportador ca-pitalista extranjero o monopolista, para el segundo perodo y el de industrializa-cin subordinada e incompleta, durante el perodo fordista.

    El instrumento que ha garantizado el funcionamiento armnico ysostenido de la dicotoma desarrollo-subdesarrollo es el mododeorttculacionde sistema, el cual ha cambiado de forma en cada circunstancia, pero cum-pliendo siempre tres funciones claves:

    Primera: Garantizar la mejor forma de adaptacin de nuestras eco-nomas al tipo de divisin internacional del trabajo que ha correspondido alfuncionamiento del sistema mundial en cada perodo histrico. Es esa adap-tacin de nuestras estructuras productivas lo que determina, a la postre, laestructura interna de clases sociales.

    Segunda: Establecer las reglas de juego para el reparto del excedenteeconmico generado en las economas dependientes entre las clases domi-nantes locales y las metropolitanas.

    Tercera: Garantizar la permanencia y legitimacin del sistema derelaciones econmicas, sociales y polticas, internas y externas caractersticade cada modo de articulacin mediante la organizacin, desarrollo y conser-vacin de un conjunto integrado de instrumentos polticos, jurdicos, repre-sivos e ideolgicos establecidos para ese fin por la coalicin dominante.

    Veamos de seguidas una rpida sntesis de la participacin europeaen cada una de esas tres fases.

    La primera revolucin Industrial y el modelo primarioexportador latifundistaCon el inicio de la revolucin industrial inglesa qued definido el

    esquema de divisin internacional del trabajo y de la produccin que respon-da a los requerimientos de ese proceso: Inglaterra se especializaba en la pro-

    31 He definido el modo de articulacin como el "conjunto de relaciones y procedimientosinstitucionales de orden internacional que obligan o incitan a las distintas sociedadesnacionales adscritas al SCM a mantener un comportamiento econmico, poltico y so-cial que garantice un mnimo de operatividad, coherencia y estabilidad al proceso deacumulacin de capital a escala mundial en cada situacin histrica especfica". Arman-do Crdova, Lacrisis econmica internacional, trabajo en prensa.

  • El largo ciclo de la presencia europea en el proceso histrico... Armando Crdova171

    duccin de productos textiles y siderrgicos (ferretera), utilizando para elloel virtual monopolio de ventajas tecnolgicas de que gozaba, mientras el res-to del mundo se defina como un enorme mercado potencial para la produc-cin inglesa. En contrapartida, la economa britnica deba ayudar a sus po-tenciales compradores a desarrollar exportaciones de otros productos paragarantizar el intercambio. El libre comercio era un requisito necesario de eseesquema, por el cual haban luchado las potencias del norte europeo de co-mn acuerdo con los terratenientes y mercaderes criollos en lberoamrica.

    La independencia de Espaa y Portugal cre de inmediato las condi-ciones para la rpida incorporacin de Amrica Latina al nuevo sistema decomercio mundial. El sector agrcola pudo ampliar libremente sus exporta-ciones, primero utilizando capacidad productiva ociosa, luego, incorporan-do a sus cultivos nuevos productos de demanda mundial expansiva sin otrolmite que el que impona la fuerza de trabajo disponible, pues la tierra eraprcticamente ilimitada. En Argentina y Brasil, pases donde concentr elmayor esfuerzo de Inglaterra, fue necesario importar cuantiosos contingen-tes de mano de obra europea".

    Los resultados inmediatos ms notorios fueron, por una parte, laruina de la produccin textil tradicional que se haba desarrollado en algu-nas colonias" y, por la otra, la consolidacin de la estructura econmica ysocial colonial basada en el monopolio de la propiedad territorial. Las gran-des haciendas y estancias no slo se mantuvieron, sino que se consolidarony, hasta se expandieron mediante la expropiacin de las comunidades ind-genas y los pequeos propietarios, ahora a plena merced de los terratenien-tes. En Argentina se lleg hasta cumplir un segundo proceso de conquista deterritorios en poder de los indgenas, no incorporados an al sistema, repro-ducindose incluso, las formas genocidas coloniales.

    En el mbito de la circulacin se oper un cambio de cierta relevan-cia, la sustitucin del aparato comercial colonial, basado en el monopolio delos peninsulares, por una nueva burguesa mercantil cuyo ncleo funda-mental estuvo constituido por casas comerciales de origen europeo, particu-larmente inglesas, alemanas, francesas y holandesas, encargadas de las im-portaciones y exportaciones. Slo el pequeo comercio minorista qued en

    32 Entre 1939 y 1946 Argentina recibi 7 millones de inmigrantes europeos y Brasil 4.6. VerW.D. Borrie, Historia y estructura de la poblacin mundial, Madrid, Ediciones Istmo, 1970,p.148.

    33 En Mxico, Centro Amrica, Colombia, Ecuador, Per, Paraguay y el territorio de la ac-tual Bolivia, se desarroll una importante produccin textil para el abastecimiento de lapoblacin de menores recursos. La penetracin de los textiles ingleses cort de cuajo eldesarrollo de esa actividad.

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    manos de operadores locales. Esa burguesa importadora-exportadora, alia-da tanto del capital extranjero como de los terratenientes criollos, sera unelemento clave de la nueva estructura, la encargada de su vinculacin con elmercado mundial.

    Desde el punto de vista social se exacerbaron las contradiccionesentre la oligarqua territorial y las grandes masas sin tierra, agravadas por lapermanencia de la discriminatoria estructura de las castas coloniales. Estascontradicciones, unidas a la desintegracin de las regiones con los polos ur-banos que aspiraban a concentrar el poder, fueron factores permanentes delas innumerables revueltas civiles del siglo XIX.

    En la medida de sus decrecientes posibilidades, el clero continu ju-gando un papel sublimador de la explotacin de los trabajadores y de sostnideolgico del status tradicional.

    En sntesis, la Europa moderna encontr la posibilidad de cumplir susobjetivos de explotacin manteniendo, en alianza con los terratenientes, lasestructuras econmicas y sociales que haba instaurado durante la colonia laEuropa Medieval. Por aadidura Amrica sirvi como vlvula de escape paraaquietar algunas de las contradicciones generadas por el desarrollo capitalis-ta, mediante la emigracin de contingentes humanos conflictivos. De 1846 a1939 se trasladaron a Amrica 51 millones de europeos, de los cuales, comoya se indic, tan slo a Argentina y Brasil alrededor de 11.6 millones".

    La adaptacin del aparato productivo interno de las recin liberadasnaciones latinoamericanas a las nuevas exigencias del comercio internacio-nal tuvo caractersticas muy diversas cada una de ellas. Esas diferencias deri-varon en gran medida de la capacidad de la clase terrateniente para resolverlos problemas que se presentaban, en particular el reclutamiento de la manode obra y/o incorporacin de nuevos renglones productivos donde fue nece-sario. En casi todas partes, sin embargo, despus de una primera fase de auge,de duracin variable, el modelo de crecimiento tendi a agotarse a medidaque se llegaba al lmite de saturacin del mercado mundial de los bienes ex-portados. En el ltimo cuarto del siglo XIX comenz la contraccin de lademanda hasta alcanzar niveles crticos durante la gran depresin de lostreinta. A partir de entonces dicho sector perdi toda capacidad de seguir li-derizando el crecimiento econmico. Se inici as el proceso de decadenciade la vieja clase latifundista a medida que las economas de la regin comen-zaron a buscar afanosamente nuevos motores de crecimiento econmico.

    34 W.D. Borrie, op. cit., p. 148.

  • El largo ciclo de la presencia europea en el proceso histrico ... Armando Crdova173

    La segunda revolucin Industrial y el modelo primarioexportador monopolista extranJero3S

    Mientras ocurra el agotamiento del modelo primario exportador la-tifundista se estaban operando cambios estructurales profundos en las eco-nomas capitalistas desarrolladas. Desde el punto de vista tcnico, el conjun-to de innovaciones transformadoras que trajo consigo la segunda revolucinindustrial: desarrollo de los motores elctricos y de combustin interna, de laqumica industrial, del nuevo sistema energtico basado en el petrleo, etc.

    Desde el punto de vista de la organizacin social de la produccin, elnacimiento de los grandes monopolios y la implantacin de los mtodostayloristas de control de los procesos de trabajo.

    Desde el punto de vista de las relaciones centro-periferia, la ms impor-tante consecuencia del nuevo rgimen de acumulacin fue el avance de losgrandes monopolios hacia la conquista y explotacin de las fuentes mundialesde las materias primas necesarias, (hidrocarburos, cobre, hierro y otros minera-les), as como de otros alimentos y materias primas agrcolas de demanda ex-pansiva en los pases desarrollados (carne, bananos, azcar, etc.). Los cambiosms significativos que trajo para Amrica Latina -y para todo el tercer mundo-la nueva estructuracin de la economa mundial, fueron los siguientes:

    1. La introduccin directa de empresas capitalistas extranjeras paracontrolar el nuevo sector exportador. Este segua concentrado en laproduccin primaria, pero ahora las empresas productoras no eranlas unidades atrasadas del perodo anterior, sino firmas que traanconsigo la ms avanzada tecnologa de la poca.

    2. Aumento de la importancia del Estado como perceptor de ingresosderivados de las actividades exportadoras, con mayor relevancia enlos pases productores de hidrocarburos y otros minerales, debido aque, de acuerdo a la tradicin jurdica heredada de las metrpolisibricas, el Estado era el propietario del subsuelo, por lo cual percibaimpuestos y regalas.

    3. Incremento del mercado nacional para la produccin industrial delos pases desarrollados, favorecido por la mejora de las comunica-ciones internas y por el proceso de urbanizacin que estimulaba elnuevo estilo de crecimiento econmico.

    Los efectos del nuevo sector sobre la estructura econmica prece-dente variaron de un pas a otro, dependiendo de factores como su capaci-dad generadora de empleo, la importancia del ingreso generado, la magn-

    JS Armando Crdova, Inversiones extranjerasy subdesarrollo, Caracas, Ediciones UCV, 1970.

  • Veinticinco aos de pensamiento econmico venezolano174

    tud de sus inversiones en infraestructura fsica, y la distribucin de losresultados entre el capital extranjero y la economa nacional. En todos loscasos, sin embargo, salvando diferencias cuantitativas, termin por impo-nerse un esquema nico de organizacin interna mediante el cual, como enel modelo anterior, el ingreso nacional generado en el sector extranjero setransform plenamente en importaciones de bienes industriales, lo cual im-peda el desarrollo industrial endgeno. Este objetivo, plenamente coinci-dente con los intereses de la burguesa comercial domstica, convertida porello en principal aliada del capital extranjero, no estaba por lo dems, encontradiccin con los de la vieja oligarqua terrateniente en proceso de deca-dencia y transformacin.

    Durante ese perodo se inicia el desplazamiento del centro de grave-dad del SCM desde Europa a los Estados Unidos, el cual gan tempranamen-te la batalla en Amrica Latina, imponiendo a la casi totalidad de sus pasesTratados de Reciprocidad Comerciar" que le garantizaban posiciones de domi-nio en los mercados latinoamericanos e nsttucionalzando a su paso, larelacin de dependencia.

    De esa forma, el sector exportador extranjero termin por transfor-marse en un enclave con escasa capacidad de difusin de su dinamismoeconmico y tecnolgico hacia el resto de la economa. Por segunda vez lospases representantes de la modernidad capitalista limitaban nuestras posi-bilidades de desarrollo en funcin de sus propios objetivos.

    LA EMIERGENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS Y LA DECLINACiN

    DE LA PRESENCIA EUROPEA

    El modelo fordlsta-keyneslano y la Industrializacin dependienteAl fin de la Segunda Guerra Mundial se plante en Amrica Latina el

    ms favorable conjunto de condiciones para el desarrollo econmico de todasu historia.

    En primer lugar, la difusin del efecto demostracin de los patronestecnolgicos y de consumo de los pases desarrollados ocurrida durante elconflicto, aceler la toma de conciencia respecto a la necesidad y viabilidadde la modernizacin de nuestras estructuras econmicas y sociales.

    36 El primero de esos tratados fue impuesto a Cuba en 1902. En 1934, como consecuenciade la gran depresin de los treinta, Estados Unidos aprob su Ley de Convenios Recpro-cos, mediante la cual se impondra dicha Leya diecisiete pases de Amrica Latina. VaseUnited States Tarff Commission: Trade Agreements Manual, Washington, 1955

  • El largo ciclo de la presencia europea en el proceso histrico... Armando Crdova175

    En segundo lugar, propicio marco internacional donde los dos siste-mas mundiales victoriosos rivalizaban ofreciendo al Tercer Mundo sus dife-rentes recetas de desarrollo, favoreci un trato nuevo para sus pueblos y esti-mul la bsqueda colectiva de soluciones para sus problemas.

    En tercer lugar, la postguerra comenz con un repunte de la deman-da mundial de materias primas que motiv el auge de las exportaciones dela regin, se fortaleci as la fuente natural para el financiamiento domsticode la industrializacin. El desarrollo a paso rpido del rgimen de acumula-cin fordista, mantuvo durante un cuarto de siglo el impulso expansivo delsector externo favoreci las inversiones de capital extranjero.

    Finalmente, la tragedia europea de la guerra hizo renacer la viejaidea que presentaba a la Amrica Latina como continente del futuro.

    Ese conjunto de condiciones favorables fue marco propicio al floreci-miento de la primera teora econmica latinoamericana, al desarrollismo deRal Prebisch y la Cepal, y, lo ms importante, propici la emergencia de unproceso de industrializacin por sustitucin de importaciones que nutri lasms optimistas expectativas de transformacin en los sectores moderados-socialdemcratas y democristianos- de la regin. Hasta la oposicin de laizquierda radical a ese estilo de desarrollo, le fue a la postre favorable, comocontrapeso para vencer la oposicin de los sectores conservadores internos yexternos.

    Y, por si fuera poco, por primera vez en la historia la causa del desa-rrollo latinoamericano tuvo a Europa como aliada. Destruida, y avergonzadapor sus 4S millones de muertos y obligada a tener que recibir ayuda para le-vantarse, Europa comenz a entendernos y a ofrecernos su activa solidari-dad tanto al desarrollismo de la Cepal, por parte del status, como a las pro-puestas de cambio del sistema por parte de los sectores radicales.

    Poco duraron, sin embargo, las esperanzas de transformacin progre-sista. Ya desde comienzos de la dcada de los sesenta se hizo claro que lasexpectativas del desarrollo industrial por sustitucin de importaciones esta-ban conduciendo hacia una nueva frustracin. No slo se conformaban nue-vas variantes de desarrollo dependiente, incompleto y elitesco, sino que elentero proceso desembocaba, fatalmente en el estancamiento. De los tres sec-tores del modelo fordista central-(I) el cientfico-tecnolgico; (H) el de inge-niera calificada y (III) el de ensamblaje descalificado-, slo pudimos desarro-llar el ltimo y penetrar apenas la epidermis del segundo. Nuestras precariasindustrias, controladas en su mayora por el capital extranjero, no eran msque apndices de los centros desarrollados, incapaces de autosostenerse. Ade-ms la gran mayora de la poblacin quedaba a margen de sus efectos. Elsubdesarrollo cambiaba de forma, pero mantena su esencia aberrante.

  • ___ Veinticinco aosde pensamientoeconmico venezolano

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    la crisis en cursoLa crisis del fordismo central despus de 1968 agrav an ms la si-

    tuacin. El modelo de desarrollo hacia el cual se avanzaba con xito aparen-te, se volvi repentinamente obsoleto e ineficiente. Simultneamente se ha-can presentes los primeros indicios de una nueva reestructuracin que, poruna parte, oblig al endeudamiento de la regin para mantener sus impor-taciones y, por la otra, desvalorizaba las materias primas y la fuerza de traba-jo no especializada que haban sido los factores sostenedores de la competi-tividad internacional de sus exportaciones. Se haba cado en una nuevatrampa del subdesarrollo y de la dependencia; endeudados y sin posibilida-des de pagar, los pases de la regin quedaron en poder de sus acreedoresrepresentados por el FMI y el Banco Mundial, quienes no tardaron en impo-ner, a travs de las presiones hacia la apertura liberal y las privatizaciones, laspolticas que conducen a la entrega de lo poco que se tena, incluyendo lasesperanzas de desarrollo, en pago de la deuda.

    Cuando esto sucede Europa se ha replegado sobre s misma. Mientrasescribo esto, en la Conferencia sobre Cooperacin y Desarrollo, celebrada entreel 17 y 19 de octubre en Roma, donde participa la Comunidad EconmicaEuropea con el objetivo de recomendar la ayuda al desarrollo del TercerMundo en el actual contexto internacional, el presidente de dicha reunin,Gianni De Michelis, afirma, en nombre de todos, que Amrica es un proble-ma que corresponde a los Estados Unidos "y que Europa, cuando mucho,tiene un papel de apoyo a la poltica de stos". Nada queda por decir: loscuatro siglos de pleno disfrute europeo en la regin pretenden ocultarse bajola presencia norteamericana de menos de un siglo.

    EPilOGO

    Hacia donde vamos?Hemos llegado al punto en el cual se cierra el ciclo histrico de la

    presencia dominante de Europa, tanto en Amrica Latina como en frica yAsia. Simultneamente, parece que est naciendo un mundo nuevo. Vivi-mos hoy, como hace quinientos aos, la reiterada transicin -ahora dram-ticamente acelerada- de lo viejo que agoniza a lo nuevo que ocupa su lugar".

    37 Llamo la atencin sobre la impresionante similitud entre lo que hoy est sucediendocon la secuencia de lo que se inici en 1492: confirmacin de la redondez del mundo;sistema astronmico de Coprnico que inicio el derrumbe de todas las concepcionesteolgicas de la poca; la confirmacin de Galileo; la declaracin de Descartes sobre laimposicin del principio de la duda acerca de todo lo que se presentaba como conoci-miento establecido y el comienzo de la concepcin cientfica del mundo; comienzo de

  • El largo ciclode la presencia europea en el proceso histrico... Armando Crdova177

    En esta encrucijada, para los latinoamericanos la reflexin sobre el pasadosigue siendo importante para conocer mejor lo que somos y de dnde veni-mos. No obstante, esa toma de conciencia seguir siendo insuficiente si nola acompaamos con la voluntad de construir un futuro propio y no induci-do por otros. El momento es propicio para plantearse nuevos y audaces ca-minos de transformacin.

    El futuro en ciernes, el de un nuevo sistema social que parece estarseconformando ante nuestros ojos, es todava una misteriosa incgnita. Espe-cialmente porque el caudal de conocimientos de que disponemos para en-tender el mundo que agoniza -el que aportaron las ciencias sociales duranteesos quinientos aos- se nos presenta cada vez ms incapaz para entender lasucesin de hechos inesperados y el repentino estallido de complejidad quenos envuelve.

    Hacia donde vamos? Para algunos, no existe ni puede haber todavauna respuesta madura. Son los partidarios de la teora delcaos, deldesorden, quie-nes ven la actual sociedad mundial como una estructura disipativa de finalabier-to algo que tiende a disolverse y a reestructurarse sin que podamos predetermi-nar cientficamente ni el tiempo final ni la calidad de esa transformacin.

    La modernidad que comenz a nacer hace quinientos aos de lasentraas del medioevo declinante, no era tambin una estructura disipati-va de final abierto? Quin, en aquel momento, poda prever lo que luegorealmente sucedi? Cabe recordar aqu que el seor Cristbal Coln murisin llegar siquiera a conocer que haba descubierto un nuevo continente.

    Para otros, en cambio, no vamos hacia ninguna parte porque yallegamos a la estacin final de la historia, identificada por el estado superiorque hoy exhiben las sociedades ms desarrolladas del planeta, organizadassobre las bases del mercado y de la democracia liberal.

    Si aceptamos el primer punto de vista, resultara ilusorio plantearsalidas a los problemas del tercero, segundo y primer mundos, hasta tanto nose concrete su definitiva reestructuracin sobre bases firmes y no se definacul es el autntico final abierto, hasta ahora imprevisible. La otra tesis, la delfin de la historia, nos ofrece una respuesta precisa, cuyo simplismo contrasta

    la estructuracin de un sistema mundial, el capitalista, basado en esas nuevas verdades.Era un mundo en el cual ".. .Ia duda se impona como el principio de la liberacin delpensamiento. Una a una se derrumban las autoridades. los viajes cambiaban todos losdas los mapas. la astronoma de ayer ya no serva. Nadie poda aferrarse a los principiostenidos hasta la vspera por inconmovibles. Todo haba que someterlo a contnua revi-sin. Una vehemente urgencia de libertad conduca a proclamar el derecho a contrade-cir hasta aquello que pareca marcado con aureola sagrada". Germn Arciniegas, Am-rica en Europa, Bogot, Plaza & janes Editores, 1980.

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    con la desconcertante complejidad del mundo actual: el Primer mundo yalleg, y el camino que deben transitar, el Segundo y el Tercero no puede serotro que el de dejar actuar los mecanismos del mercado siguiendo los ejem-plos de Europa, Estados Unidos y Japn, y aprovechar la corriente en cursohacia la conformacin de una economa y una sociedad mundial cuya basees la globalizacin de los mercados de mercancas, de capital y de trabajo, di-nero, tecnologas y pautas de consumo. Esa globalizacin, se nos dice, estaracreando por primera vez en la historia del gnero humano, la posibilidad deuna economa mundial sin fronteras y bajo el signo de la democracia. Locual viene a significar una extrapolacin prematura, a escala planetaria, dela experiencia integracionista de la Comunidad Europea.

    Resolver as el problema, no deja de ser un bello sueo. La realidad,no obstante se comporta de modo muy diferente. Lo que avanza por el ca-mino de la globalizacin es el mercado que conforman los tres grandes blo-ques mundiales. El resto del mundo (tanto el Segundo como el Tercero) seincorpora de manera muy desigual. Unos pases ms que otros, pero todosde manera parcial.

    En Amrica Latina existen casos como Hait, Per, Bolivia y algunospases de Centroamrica y del Caribe, cuyas posibilidades de articulacinsignificativa al comercio internacional son muy limitadas. En todos los de-ms la globalizacin apenas incluye una reducida porcin elitesca de la po-blacin, con acceso a los patrones de consumo de los pases desarrollados.Las grandes mayoras quedan prcticamente al margen del nuevo estilo dedesarrollo. Y qu decir de frica?

    Se trata entonces de una globalizacin que, si bien absorbe un eleva-dsimo porcentaje de los mercados mundiales, paradjicamente deja fuera ala inmensa mayora de la poblacin del mundo. Es, por lo tanto, una gleba-lizacin excluyente donde una minora es cada vez ms rica y una mayoraes cada vez ms pobre. En otras palabras, la polarizacin en la distribucindel ingreso es ms acentuada que en cualquier otro perodo histrico.

    Algunos analistas, inmersos en la lgica gerencial del capital trans-nacional, no ven otra salida que la progresiva exclusin del Tercer Mundodel mercado mundial".

    Lo que escapa a esa lgica -prisionera de la visin microeconmica-son las implicaciones de ese proceso de exclusin. Una de las conclusiones de

    38 Un ejemplo notable en este sentido es el que nos da el autor japons Kenichi Ohmae ensu obra Elpoder de la triada, quien niega alguna posibilidad del tercer mundo, a partici-par (incluyendo a los nuevos pases industrializados) en el nuevo modelo de desarrollo,Mxico, McGraw Hill, 1990.

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    la Comisin Internacional Independiente dirigida por Willy Brandt en 1979,que parta de una visin integral de la sociedad mundial, fue precisamenteque el normal funcionamiento de las economas ms desarrolladas estabainseparablemente ligado a las perspectivas de crecimiento de los pases delSur. Sabia conclusin, pues ese tipo de desarrollo excluyente y elitesco nopuede prolongarse indefinidamente sin crear grandes problemas. Si algo po-demos aprender de la historia del desarrollo asimtrico de las naciones delmundo, en estos quinientos aos, es que toda exclusin forzada resulta a lapostre conflictiva. En nuestro caso, esa conflictividad comienza a tener ex-presiones muy concretas. En el momento actual, la ms notoria es la intensaaceleracin de las migraciones Sur-Norte, tanto hacia Europa como hacia losEstados Unidos.

    En Nueva York, el 25% de la poblacin es latinoamericana y otrotanto suman los contingentes asiticos, antillanos y africanos de primerageneracin. En la Europa de los doce habitaban en 1988, 12 millones de ex-tranjeros, es decir, un 4% de la poblacin total, cifra que alcanzaba el 7% enFrancia y el 7.3% en Alemania Occidental. Del total de esos inmigrantes, el62% provena del Tercer Mundo.

    Los problemas que est creando esa situacin estn a la vista. EnEstados Unidos un 54% de la poblacin total piensa que hay demasiadoslatinoamericanos. En Francia -hasta hace poco un paradigma del antiracis-mo- un 62% de la poblacin piensa que hay demasiados rabes. Algo pare-cido pasa en Alemania con relacin a los turcos. Hasta en Espaa e Italia lospropios hijos de naturales de esos pases, nacidos en Amrica Latina sonobjeto de creciente discriminacin, Olvidan ellos, y el resto de Europa, quenuestro continente ha sido durante siglos la vlvula de escape de todos susproblemas demogrficos. Y, como podemos ver, no se trata slo del TercerMundo. Desde el Este de Europa se mueve tambin la oleada de desocupadosbuscando un lugar bajo el sol del desarrollo, con lo cual el problema alcanzapotencialidades inmesurables. Las reacciones chauvinistas y racistas en todaEuropa estn a la vista.

    Y no es ste el nico reflejo de conflictividad a que da lugar la exclu-sin. Otro grave problema es la droga. Regiones enteras, anteriormente expor-tadoras de materias primas y alimentos, y ahora excluidas del comercio inter-nacional no han encontrado otro camino para sobrevivir que el cultivo demarihuana, adormideras, coca y otras plantas del gnero, para cuyos produc-tos existe un mercado cada vez ms prspero en los ricos pases del Norte.

    Existen, adems, otros problemas. Quizs el ms importante es elque plantea la necesidad de una visin planetaria para la defensa del indis-pensable equilibrio sociedad-naturaleza. El Tercer Mundo es el depositariode los pulmones de la tierra. Puede entonces exclursele del reparto de los

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    frutos del desarrollo y exigrsele, al mismo tiempo, un comportamiento eco-lgico racional a expensas de sus propias condiciones de subsistencia?

    Todo lo anteriormente expuesto deja ver, con claridad, cul debe serel verdadero sentido de la globalizacin, no slo de los mercados de mercan-cas, tecnologas y capitales, sino tambin de todos los logros y todos losproblemas del mundo: los del Norte, los del Sur, los del Este y del Oeste, enbusca de esquemas integrales de ca-desarrollo que permitan resolver, para elprximo siglo (o milenio?), los grandes problemas de la humanidad. Y nopor caridad cristiana o sentido de solidaridad con los pobres pueblos ham-brientos de Asia, frica y Amrica Latina, sino porque, adems de que signi-fica cancelar una deuda histrica del desarrollo con el subdesarrollo, es lanica forma de lograr que todo el mundo pueda vivir en paz. Por primeravez en la historia de las sociedades humanas, existen las condiciones mate-riales objetivas para ese gran planteamiento de un co-desarrollo integral. Lasnuevas tecnologas permiten pensar con sentido realista en la conquista dela Gran Utopa: la llegada al tiempo nico en que la humanidad, finalmente,se encuentre a s misma en un mismo y plural espacio.

    El problema central para la construccin de esa utopa es la creacinde instrumentos conceptuales y operativos que le permitan a la humanidadpensarse a s misma como una unidad, y generar a partir de all, las necesa-rias estructuras econmicas, sociales y polticas para dirigir armnicamenteese proceso. En tal sentido, Europa Occidental comenz a ensear el caminohacia la unidad de lo diverso con la Comunidad Europea. Asimismo, piensoque las experiencias de ese socialismo prematuro de la Europa Oriental, unavez que las aguas tormentosas vuelvan a su lugar, van a representar unafuente de invalorables experiencias. Esto por supuesto, no es fcil. Habr queenfrentar las celadas del economicismio deformador, de los nacionalismosexacerbados y la lgica cortoplacista de los intereses elitescos. Pero vale lapena intentarlo. Porque quizs sea el nico camino.