El Libro de La Risa y El Olvido Lectura

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    MILAN KUNDERAEL LIBRO DE LA RISA Y EL OLVIDO

    Traduccin del checo de Fernando de Valenzuela

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    Primera parteLas cartas perdidas

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    En febrero de 1948, el lder comunista Klement Gott-

    wald sali al balcn de un palacio barroco de Praga para

    dirigirse a los cientos de miles de ciudadanos que llenabanla plaza de la Ciudad Vieja. Aqul fue un momento crucial

    en la historia de Bohemia. Un momento fatdico.

    Gottwald estaba rodeado por sus camaradas y justo a

    su lado estaba Clementis. La nieve revoloteaba, haca fro

    y Gottwald tena la cabeza descubierta. Clementis, siempre

    tan atento, se quit su gorro de pieles y se lo coloc enla cabeza a Gottwald.

    El departamento de propaganda difundi en cientos

    de miles de ejemplares la fotografa del balcn desde el

    que Gottwald, con el gorro en la cabeza y los camaradas

    a su lado, habla al pueblo. En ese balcn comenz la

    historia de la Bohemia comunista. Hasta el ltimo nio

    conoca aquella fotografa por haberla visto en los cartelesde propaganda, en los manuales escolares o en los museos.

    Cuatro aos ms tarde a Clementis lo acusaron de trai-

    cin y lo colgaron. El departamento de propaganda lo

    borr inmediatamente de la Historia y, por supuesto, de to-

    das las fotografas. Desde entonces Gottwald est solo en

    el balcn. En el sitio en que estaba Clementis aparece solola pared vaca del palacio. Lo nico que qued de Clemen-

    tis fue el gorro en la cabeza de Gottwald.

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    Estamos en 1971 y Mirek dice: La lucha del hombrecontra el poder es la lucha de la memoria contra el ol-vido.

    Quiere justificar as lo que sus amigos llaman impru-dencia: lleva cuidadosamente su diario, guarda la corres-pondencia, toma notas de todas las reuniones en las que

    analizan la situacin y discuten sobre lo que se puedehacer. Les explica: No hago nada que est en contra de laConstitucin. Esconderse y sentirse culpable sera el co-mienzo de la derrota.

    Hace una semana, cuando trabajaba con su cuadrillaen el techo de un edificio en construccin, mir hacia

    abajo y le dio un mareo. Se tambale y se cogi de unaviga que estaba suelta. La viga se desprendi y le cayencima. En un primer momento la herida pareca terrible,pero cuando comprob que se trataba de una simple ro-tura de brazo pens con satisfaccin que iba a tener unpar de semanas de descanso y que por fin iba a poderocuparse de las cosas para las que hasta el momento no

    haba tenido tiempo.Por fin les dio la razn a los compaeros ms pruden-

    tes. Es verdad que la Constitucin garantiza la libertad deexpresin, pero las leyes castigan todo lo que pueda serdefinido como atentado contra la seguridad del Estado.Uno nunca sabe cundo va a empezar a gritar el Estado

    que tal o cual palabra atenta contra su seguridad. Por esose decidi, finalmente, a llevar los escritos compromete-dores a un lugar ms seguro.

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    Pero antes quiere arreglar el asunto de Zdena. La llama la ciudad donde vive, a unos cientos de kilmetros dePraga, pero no consigui comunicarse. As perdi cuatro

    das. Ayer por fin logr hablar con ella. Le prometi quehoy por la tarde lo esperara.El hijo de Mirek, que tiene diecisiete aos, se opuso a

    que Mirek condujese con el brazo escayolado. Y, efectiva-mente, no fue fcil conducir. El brazo herido, en cabestri-llo, se balanceaba delante de su pecho, impotente e inser-vible. Para cambiar las velocidades, tena que soltar por

    un momento el volante.

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    Tuvo relaciones con Zdena hace veinticinco aos y solole quedaron de ella, de aquella poca, algunos recuerdos.

    Una vez ella lleg a la cita secndose las lgrimas conun pauelo y lloriqueando. l le pregunt qu le pasaba.Le explic que la noche anterior haba muerto una granpersonalidad rusa. Un tal Zhdanov, Arbuzov o Masturbov.

    Considerando la cantidad de lgrimas, la muerte de Mas-turbov le haba afectado ms que la muerte de su propiopadre.

    Es posible que aquello hubiera ocurrido? No ser elllanto por Masturbov solo un invento de su rencor actual?No, seguro que ocurri. Claro que las circunstancias inme-

    diatas que hacan entonces de su llanto un llanto crebley real, ahora ya se le escapaban y el recuerdo se habaconvertido en algo tan improbable como una caricatura.

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    Todos los recuerdos que tena de ella eran del mismotipo. Volvan una vez en tranva de la casa en la que porprimera vez haban hecho el amor (Mirek comprobaba

    con especial satisfaccin que haba olvidado por comple-to aquellas escenas amorosas y que era incapaz de reme-morar ni siquiera un solo segundo). Ms robusta, msgrande que l (l era pequeo y frgil), estaba sentada enuna esquina del asiento, el tranva traqueteaba y su caraestaba como ensombrecida, ensimismada, curiosamenteenvejecida. Cuando le pregunt por qu estaba tan calla-

    da se enter de que no haba quedado satisfecha con laforma en que le haba hecho el amor. Le dijo que le habahecho el amor como un intelectual.

    Intelectual era, en el lenguaje poltico de aquella po-ca, un insulto. Designaba a las personas que no compren-dan el sentido de la vida y estaban alejados del pueblo.

    Todos los comunistas que por entonces fueron colgadospor otros comunistas se vieron obsequiados con este in-sulto. A diferencia de aquellos que estaban firmes sobrela tierra, stos, al parecer, flotaban por los aires. Por esofue en cierto modo justo que los castigasen quitndolesdefinitivamente la tierra de debajo de los pies y que que-dasen colgando un poco por encima de ella.

    Pero qu era lo que quera decir Zdena cuando loacusaba de que haca el amor como un intelectual?

    En cualquier caso, no haba quedado satisfecha de l,y de la misma manera en que era capaz de colmar la rela-cin ms abstracta (su relacin con el desconocido Mas-turbov) con el sentimiento ms concreto (materializado

    en forma de lgrimas), saba tambin dar significado abs-tracto al acto ms concreto y dar a su insatisfaccin unadenominacin poltica.

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    Mira por el espejo retrovisor y se da cuenta de quetiene detrs siempre el mismo coche. Nunca dud de que loseguan, pero hasta ahora lo haban hecho con una discre-cin perfecta. Hoy ha habido un cambio sustancial: quie-ren que sepa que lo siguen.

    A unos veinte kilmetros de Praga hay una gran valla

    en medio del campo y detrs de la valla un taller mecni-co. Tiene all un amigo y quiere que le cambie el arranque,que funciona mal. Detuvo el coche frente a la entrada,cerrada por una barrera a rayas rojas y blancas. Junto a labarrera estaba una vieja gorda. Mirek pens que iba a abrirla barrera, pero ella se qued mirndole, sin hacer el me-

    nor movimiento. Toc el claxon, pero sin resultado. Sacla cabeza por la ventanilla. La vieja dijo:An no lo han metido en la crcel?No, an no me han metido en la crcel contest

    Mirek. Podra levantar la barrera?Se qued mirndolo impasible durante unos largos

    segundos y luego bostez y se meti en la portera. Se

    aposent detrs de la mesa y ya no volvi a mirarlo.Baj del coche, pas junto a la barrera y entr en el

    taller a buscar a su amigo el mecnico. ste le acompay levant la barrera (la vieja segua impasible en la porteracon la misma mirada ausente) para que pudiera entrar conel coche en el patio.

    Ves?, eso te pasa por haber salido tanto en televisindijo el mecnico. Todas las viejas te conocen de vista.Y quin es? pregunt Mirek, y se enter de que

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    El asesinato de Allende eclips rpidamente el recuer-do de la invasin de Bohemia por los rusos, la sangrientamasacre de Bangladesh hizo olvidar a Allende, el estruen-do de la guerra del Sina ocult el llanto de Bangladesh,las masacres de Camboya hicieron olvidar el Sina, etc-tera, etctera, etctera, hasta el ms completo olvido de

    todo por todos.En las pocas en las que la historia avanzaba an len-

    tamente, los escasos acontecimientos eran fciles de recor-dar y formaban un escenario bien conocido, delante delcual se desarrollaba el palpitante teatro de las aventurasprivadas de cada cual. Hoy el tiempo va a paso ligero. Un

    acontecimiento histrico, que cay en el olvido al cabode la noche, resplandece a la maana siguiente con elroco de la novedad, de modo que no constituye en laversin del narrador un escenario, sino una sorprendenteaventuraque se desarrolla en el segundo plano de la bienconocida banalidad de la vida privada de la gente.

    La historia se evapora de la memoria y tengo que rela-

    tar hechos que sucedieron hace unos pocos aos como sihubieran transcurrido hace ms de mil: en el ao 1939, elejrcito alemn entr en Bohemia y el Estado de los checosdej de existir. En el ao 1945 entr en Bohemia el ejrci-to ruso y el pas volvi a llamarse repblica independiente.La gente estaba entusiasmada con Rusia, que haba expul-

    sado del pas a los alemanes, y como vea en el PartidoComunista checo el fiel aliado de Rusia, le transfiri sussimpatas. As fue como los comunistas no se apoderaron

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    del gobierno en febrero de 1948 por la sangre y la violencia,sino en medio del jbilo de aproximadamente la mitad dela nacin. Y ahora presten atencin: aquella mitad que se

    regocijaba era la ms activa, la ms lista y la mejor.Ustedes digan lo que quieran, pero los comunistas eranms listos. Tenan un programa grandioso. Un plan paraconstruir un mundo completamente nuevo en el que todosencontraran su lugar. Los que estaban contra ellos no te-nan ningn sueo grandioso, sino tan solo un par deprincipios morales, gastados y aburridos, con los que

    pretendan coser unos remiendos para los pantalones rotosde la situacin existente. Por eso no es extrao que los en-tusiastas y los valientes triunfaran fcilmente sobre losconciliadores y los cautelosos y comenzaran rpidamentea hacer realidad su sueo, aquel idilio justiciero para todos.

    Lo subrayo una vez ms: idilio y para todos, porque

    todas las personas desde siempre anhelan lo idlico, anhelanaquel jardn en el que cantan los ruiseores, el territorio dela armona en el que el mundo no se yergue como algoextrao contra el hombre ni el hombre contra los dems, enel que por el contrario el mundo y todas las personas estnhechos de una misma materia. Todos son all notas de unamaravillosa fuga de Bach, y los que no quieren serlo no

    son ms que puntos negros, intiles y carentes de sentido,a los que basta con coger y aplastar entre las uas como auna pulga.

    Desde el comienzo hubo gente que se dio cuenta deque no serva para el idilio y que quiso irse del pas. Perocomo la esencia del idilio consiste en ser un mundo para

    todos, los que quisieron emigrar se mostraron como im-pugnadores del idilio y en lugar de irse al extranjero aca-baron entre rejas. Pronto los siguieron otros miles y dece-

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    nas de miles y finalmente muchos comunistas, como porejemplo el ministro de Asuntos Exteriores, Clementis, quele haba prestado una vez su gorro a Gottwald. En las

    pantallas de los cines los tmidos amantes se cogan de lamano, la infidelidad matrimonial se castigaba severamen-te en los tribunales de honor compuestos por simples ciu-dadanos, los ruiseores cantaban y el cuerpo de Clemen-tis se balanceaba como una campana que llama al nuevoamanecer de la humanidad.

    Y entonces fue cuando aquella gente joven, lista y ra-

    dical tuvo de repente la extraa impresin de que suspropios actos se haban ido a recorrer el vasto mundo yhaban comenzado a vivir su propia vida, haban dejadode parecerse a la imagen que de ellos tena aquella gente,sin ocuparse de quienes les haban dado el ser. Aquellagente joven y lista comenz entonces a gritarle a sus actos,

    a llamarlos, a reprocharles, a intentar darles caza y a per-seguirlos. Si escribiese una novela sobre la generacin deaquella gente capaz y radical, le pondra como ttulo Lapersecucin del acto perdido.

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    El mecnico cerr el cap y Mirek le pregunt cuntole deba.

    Una mierda dijo el mecnico.

    Mirek se sienta al volante y est conmovido. No tienela menor gana de seguir su camino. Preferira quedarse conel mecnico escuchando historias curiosas. El mecnico se